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Hemos escuchado hablar, en muchas ocasiones, que la filosofía es esa disciplina que
se pregunta por el ser, por el hombre, por el tiempo, por el sentido de que hay algo en
lugar de la nada. Lo interesante de la frase es siempre el “se pregunta”.
Etimológicamente podríamos decir que preguntar tiene relación con los verbos retrasar,
demorar, dudar, vacilar. Entonces, si afirmamos que la filosofía a través de sus
preguntas enciende la inquietud es porque hay algo que se retrasa, que nos hace
dudar, que vacila en la respuesta. En este sentido, Salerno menciona que la filosofía
“interroga por encima o por debajo de lo que apenas se enuncia.” Lo interesante es
observar que preguntar no deriva necesariamente en responder sino en plantear un
problema. Los problemas filosóficos son cuestionamientos e interrogaciones. Sabemos,
también, que la filosofía desde su raíz etimológica es la aspiración a un saber y no la
obtención de él. Desde esta perspectiva, se afirma que la filosofía es estar en camino –
estar en un tiempo otro, en una meditatio mortis– para sostener que “aquello que en
verdad importa es la pregunta” o, en todo caso, la sospecha. Entonces, si lo que
importa es la pregunta, podríamos preguntarnos, muy válidamente, en qué lugar
quedan las respuestas. Bien, en este caso, tendríamos que hablar de una suerte de
historia en el repertorio de las respuestas filosóficas. Salerno señala que “puede
decirse incluso que la filosofía no resuelve nada; pero no para dejar todo como está
sino para complicarlo”. Podríamos concluir que la importancia que tienen las preguntas
en la filosofía es que si bien no se resuelve nada con ellas, tal como lo diría Foucault,
se deviene distinto de lo que se es.
3. ¿Qué significa y de dónde deriva el imperativo conocido como “del fin en sí mismo”
de Kant?
En primer lugar, podríamos decir que el imperativo kantiano conocido como “del fin en
sí mismo deriva de una extensa reflexión en torno al fin y al medio. En su libro
Fundamentación de la metafísica, el filósofo menciona que si hay algo cuya existencia
posee un valor en sí mismo hay entonces un imperativo categórico o, en otras
palabras, una ley práctica. Hasta acá solo tenemos nociones abstractas, no obstante,
desarrolla que el hombre o, más bien, todo ser racional existe porque se constituye
como un fin en sí mismo y no solamente como medio, es decir, como “fundamento de
la posibilidad de la acción”. A su vez, este ser racional debe ser considerado también
como fin en todas sus acciones no solamente a sí mismo sino también a los otros
hombres. Ahora bien, Kant distingue entre fines subjetivos y fines objetivos. Los
primeros tienen valor por lo que hacemos y los segundos son los que nos permiten
hallar valores absolutos porque precisamente su existencia es el fin en sí misma. Por lo
anterior se deduce que el principio de la propia razón son los fines objetivos, es decir,
los fines que giran en sí mismos. Otro punto interesante a rescatar es la ley práctica
universal que establece que el imperativo categórico gira siempre en torno de la
voluntad humana, es decir, debe ser universalmente legisladora con respecto a los
otros seres racionales. En este sentido, podríamos decir que toda persona nunca es un
instrumento o medio para obtener algún fin, de lo contrario, tendríamos que hablar de
acciones in-morales que se encuentran alejadas de los valores absolutos. En
resumidas cuentas, –y siguiendo el imperativo kantiano– deberíamos, desde este
posicionamiento moral y filosófico: obrar de tal modo que permita utilizar a la
humanidad tanto como nuestra persona como en otra siempre como un fin y no como
un medio.
4. Explique qué quiere decir que, para Hegel, la autoconciencia sea movimiento.