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UNIVERSIDAD TECNOLOGICA DE HONDURAS

Catedrática: Lic. Elizabeth Zuniga

Alumno: Marlon Isaí Zambrano Claros

Asignatura: Ética Profesional

Tema: La Ética y Responsabilidad Social en el Mundo

La Ceiba, Atlántida 12 de Noviembre del 2017.


INTRODUCCION

Caso Volkswagen, y más concretamente, en el tratamiento que este caso ha


recibido por parte de la prensa económica desde que en septiembre del 2015
se conociera el fraude de las emisiones hasta la actualidad, analizando los
grandes puntos sobre los que se ha centrado la prensa económica con la
finalidad de sacar conclusiones. El escándalo en que se ha visto envuelto el
fabricante de automóviles alemán Volkswagen tras descubrirse el fraude de
emisiones contaminantes ha sido objeto de multitud de análisis por parte de la
prensa económica. Se han vertido numerosas opiniones fundamentalmente
centradas en el impacto económico que este asunto puede llegar a alcanzar,
pero generalmente desde un punto de vista meramente informativo. Este
acontecimiento ha suscitado mi interés, no por el destrozo económico que ha
supuesto, que también, si no por cuánto un estudio detallado puede aportar
para entender y madurar las consecuencias del

Caso Volkswagen, Durante los últimos tiempos, el sector de la automoción ha


ido transformándose de manera gradual, especialmente, por ser un sector que
oscila al ritmo de la coyuntura económica. Los últimos años han estado
afectados por la fatigosa recesión económica y el mercado se ha visto forzado a
desarrollarse y a acomodarse con celeridad a las circunstancias.
EL CASO VOLKSWAGEN Y EL FRACASO DE LA RESPONSABILIDAD
SOCIAL.

El caso Volkswagen representa, a todos los efectos, el fracaso absoluto de la


Responsabilidad Social Corporativa (RSC). No hay paliativos posibles: hablamos
de una manipulación consciente, conocida a todos los niveles de la compañía,
intencionadamente diseñada para obtener un plus de competitividad con el que
hacer frente a la pujanza de otros competidores, y que consiguió poner a la
marca en el trono de su industria a nivel mundial al tiempo que se publicitaba
como ecológica y envenenaba todo el planeta.

Una ausencia total de ética en ingeniería, que ha llevado ya a la dimisión no


solo del CEO de la compañía, sino también de cargos como el director de I+D
en Audi o el responsable de motores en Porsche, que puede llegar a más
marcas, y que únicamente deja una evidencia clara: es completamente
imposible que el departamento de RSC no supiese nada de todo esto. La
cadena de mando que lleva desde el desarrollo de las líneas de software que
establecían la condición que ponía el vehículo en modo test de emisiones y que
lo devolvían a modo circulación, al “modo sucio” cuando el test terminaba están
perfectamente auditadas, y las pruebas internas completamente
documentadas: todas las responsabilidades pueden ser trazadas, y abarcan ya
no a toda la compañía, sino a todo el grupo. Una demostración más de que la
única manera de hacer software es hacerlo abierto, que cualquiera pueda
inspeccionar su código: el software se ha convertido en el verdadero punto
débil que escapa al control.

Hablamos de un motor, de algo completamente tangible, no de una


interpretación o de un matiz. Un motor que emitía cuarenta veces más
contaminación que lo que debía, y que una marca conscientemente decidió
camuflar para que lo disimulase cuando lo sometían a pruebas. Ni el directivo
de RSC más idiota del mundo podría alegar que no sabía nada del tema: o no
sería creíble, o demostraría que su trabajo no tenía sentido y, en realidad, era
una simple táctica de distracción publicitaria, una estúpida sección que nadie en
realidad se va a leer y solo sirve para decorar la memoria corporativa.

Esa, me temo, es la gran realidad: en la inmensa mayoría de las empresas, la


RSC se reduce a poner un directivo, habitualmente con cierta aura de
respetabilidad, al mando de un departamento que simplemente se dedica a
responsabilidades de lavado de imagen, a hacer simplemente que las cosas
parezcan bonitas por encima de todo, aunque en realidad estén tan lejos de
serlo como en el caso que nos ocupa. En un derroche de ingenuidad, nos
hemos engañado pretendiendo que las empresas podían ser capaces de
autorregularse y responsabilizarse de sus prácticas de RSC, cuando la terca
realidad nos indicaba claramente que todas sus acciones, salvo las meramente
simbólicas, se orientaban únicamente a la maximización del beneficio por todos
los medios posibles.

Volkswagen decidió de manera completamente consciente que no importaba


envenenar a todo el planeta emitiendo cuarenta veces más óxidos de nitrógeno
que la cantidad legalmente permitida, si haciéndolo conseguían situarse como
la primera marca de automóviles del mundo. Sencillamente, no importaba. Los
paralelismos con la industria tabaquera son impresionantes, y se asientan sobre
una tristemente sólida base social: del mismo modo que muchos fumadores
estaban dispuestos a creerse que en realidad el tabaco que inhalaban no era
tan dañino, millones de conductores ahora prefieren seguir emitiendo
conscientemente a la atmósfera gases claramente nocivos para todos con tal de
que no empeore la aceleración de su vehículo. Esa, y no otra, es ahora la
preocupación de la inmensa mayoría de los propietarios de un Volkswagen
diesel: “¿que voy a tener que llevar mi vehículo a revisar y como resultado le
van a bajar las prestaciones? Pues como no me obliguen, no lo llevo”. Mientras
el problema más grave, envenenar el planeta y a sus habitantes, es algo que no
vemos directamente, que no es tangible y que no tiene por qué tocarnos
directamente a nosotros, la caída en las prestaciones de nuestro vehículo es
algo que notamos cada vez que salimos de un semáforo, y supone un precio
que, aunque parezca increíble y completamente irracional, no estamos
dispuestos a pagar. Preferimos la evidencia del poderío en el pedal del
acelerador a lo que consideramos una hipótesis lejana de muertos por
enfermedades respiratorias y un planeta degradado hasta el límite. Más allá de
plantearnos si Volkswagen es “too big to fail” o si hay más marcas implicadas,
debemos afrontar esa realidad: la RSC no funciona.

En realidad, el problema de la RSC es ese: pedir a unas empresas que se


autorregulen y a unos directivos que se comporten como si estuviesen por
encima de la realidad social. Algo hemos hecho muy mal cuando el común de
los mortales ve la RSC como algo prescindible, superfluo, como un conjunto de
buenos deseos que únicamente prevalecen cuando no interfieren con el
beneficio económico o con la deliciosa sensación de la espalda que se pega al
respaldo del asiento cuando pisamos el pedal hasta la tabla. La forma en que
las empresas han gestionado la RSC hasta el momento convierte a sus
responsables en una especie de mojigatos a los que, en realidad, se pone en su
puesto únicamente para que hagan bonito, y a los que, ante cualquier conflicto
de intereses, basta simplemente con recordarles quién paga su sueldo.
El caso Volkswagen es la prueba evidente de que la RSC debe reinventarse
desde su base. Debe tener esquemas de responsabilidad completamente
trazables, que aseguren que los responsables terminarán directamente a la
cárcel cuando se infrinjan determinadas cuestiones. Tendrán que convertirse en
puestos muy bien pagados debido a las responsabilidades que tendrán que
asumir, y con presupuesto para desarrollar los esquemas adecuados para
averiguar todos los detalles de lo que ocurre en unas empresas que han
demostrado no ser suficientemente responsables como para controlarse a sí
mismas. La crisis de Volkswagen marca la evidencia del fracaso del capitalismo,
de un sistema tan idiota como para pretender diluir las responsabilidades y
cerrar los ojos ante la realidad de un futuro – o de un presente – claramente
insostenibles.

Si eres directivo de RSC, lo mínimo que deberías hacer al ver el caso


Volkswagen es pensar hasta qué punto no estás siendo tú tan idiota, tan ciego
o tan sinvergüenza como tu colega de Volkswagen. ¿Estás en tu cargo
simplemente para “hacer que las cosas parezcan bonitas, aunque no lo sean”?
¿Estás dispuesto a mentir, a disfrazar, a maquillar o hasta a matar a personas a
cambio de un beneficio un poco más sustancioso? ¿Qué va primero en tu escala
de valores, la sostenibilidad de tu compañía o la del planeta? ¿Qué es más
importante, unos cuántos miles de muertos por enfermedades respiratorias o
por cáncer, o el trono mundial de la industria automovilística?

La RSC ha fracasado. La evidencia del caso Volkswagen es tan importante, tan


palmaria y tan brutal que debería llevar a que todas las compañías revisasen
sus prioridades y repensasen el funcionamiento de ese departamento. Que se
preguntasen si algo así podría llegar a ocurrir en su empresa, porque es muy
posible que se encuentren con un sí tan triste como atronador. Que su empresa
esté tan dispuesta a engañar, mentir y matar a personas a cambio de un
beneficio empresarial como lo ha estado Volkswagen. Que sus directivos de
RSC sean en realidad tan irresponsables como los de la marca alemana. Si eso
no es suficiente como para plantearse que algo están haciendo muy, muy mal…
mejor péguense figurativamente un tiro. Será una bala social, corporativa y
responsablemente bien utilizada.

ANALISIS:

En este epígrafe pretendió hacer un análisis estratégico del sector del automóvil
para poder conocer a qué amenazas y debilidades se enfrentaba Volkswagen
antes de que se diera a conocer el fraude, así como conocer las oportunidades
y fortalezas que poseía. Con este análisis intento clarificar la situación anterior
al escándalo de la empresa Volkswagen.

CUÁLES CREE QUE SON LAS CAUSAS DE LA MAYORÍA DE LOS CASOS


DE CORRUPCIÓN Y ESCÁNDALOS EMPRESARIALES QUE HEMOS
VIVIDO EN LOS ÚLTIMOS AÑOS.

La Corrupción es el mal uso público del poder para conseguir una ventaja
ilegitima, generalmente secreta y privada, las causas de corrupción puede ser la
falta de valores, carencia de una conciencia social, falta de educación,
desconocimiento legal, mala remuneración en virtud de sus labores, etc.

Los casos de corrupción surgen de diversas fuentes: ambición desmedida, falta


de reflexión de algunas personas y de controles éticos, etc. Estamos en un
sistema capitalista donde ganar sin importar cómo y sin pensar en las
consecuencias se ha convertido en el objetivo principal de muchas
organizaciones en el mundo dispuestas a aumentar su capital o sus utilidades.

Honduras es uno de los países en donde actualmente se ha visto tan


concurridamente actos de corrupción, las causas de cometer este acto mal visto
por la sociedad pueden ser infinitas, en relación a la necesidad económica que
viví el país actualmente, pero este acto no se puede justificar sin importar la
necesidad, La corrupción está tan extendida y es tan compleja que amenaza
con socavar la misma estructura de la sociedad. En algunos países, casi no se
puede hacer nada a menos que se dé dinero bajo mano. Entregar un soborno a
la persona indicada permitirá aprobar un examen, obtener el permiso de
conducir, conseguir un contrato o ganar un juicio. “La corrupción es como una
densa niebla de contaminación que desmoraliza a la gente”.

SE PODRÍA AFIRMAR QUE LOS PRINCIPIOS QUE RIGEN LA LÓGICA


EMPRESARIAL SON TOTALMENTE INDEPENDIENTES DE LOS
PRINCIPIOS ÉTICOS DE LAS PERSONAS Y LA SOCIEDAD EN QUE LAS
EMPRESAS OPERAN.

Los principios que rigen la lógica empresarial no son totalmente independientes


delos principios éticos de las personas y de la sociedad en que las empresas
operen más bien estos son complementarios entre sí. Las empresas deben
tener en cuenta que son una organización social, es decir que están
conformados por grupos de personas, donde cada uno de estos seres humanos
posee sus propios principios.
QUÉ PAPEL CREE QUE DESEMPEÑA LAS CONVICCIONES Y VALORES
PERSONALES DEL DIRECTIVO EN LA GESTIÓN DE LA EMPRESA.

Tienen un papel relevante, cuando el director de la empresa tiene convicciones


que se sustentan en el desarrollo del bien común y el ejercicio de la justicia,
libertad, igualdad, etcétera; sus convicciones pueden volver a la empresa más
responsable, porque el como individuo expresa estos valores a través de la
empresa. Ahora esto aplica tanto al trabajador como al director, aunque el
segundo tiene un mayor poder para transformar la empresa.

Un directivo que posee convicciones que sometidas a criterio racional son


benéficas puede tener una diversidad de ideas para transformar su medio. La
RSE requiere de creatividad, visión y de capacidades que permitan volver más
eficiente la labor de manera que contribuya a resolver problemas concretos.
CONCLUSIONES

La responsabilidad de la empresa es buscar un líder que sea íntegro y que esté


alineado tanto con los valores de la empresa como de la sociedad misma.

La importancia de los valores radica en que se convierten en un elemento


motivador, definen el carácter fundamental y definitivo de la organización y
crean un sentido de identidad del personal con la organización, además son los
impulsores principales de la actuación de las personas y las organizaciones, son
los que otorgan cohesión y sentido de pertenencia y establecen compromisos
éticos, entre sus miembros, y de la organización con sus clientes y socios. Los
valores identifican los resultados que la mayoría espera, guían las actuaciones y
determinan si las organizaciones tendrán éxitos o no. Cuando los valores están
alineados se puede lograr en los trabajadores un alta moral, confianza,
colaboración, productividad, éxito y resultados. Por lo tanto, los valores son
formulados, enseñados y asumidos dentro de una realidad concreta y
constituyen el eje central del accionar de las organizaciones actuales.
BIBLIOGRAFIA

 https://www.enriquedans.com/2015/09/el-caso-volkswagen-
y-el-fracaso-de-la-responsabilidad-social-corporativa.html

 https://www.coursehero.com/file/12359021/preguntas-cap-
2/

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