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Introducción a la Diversidad de Género

Clase introducción A

Los conceptos dentro de la diversidad sexual: Sexo, género, identidad de género, expresión de
género, preferencia sexual, orientación sexual y expresiones comportamentales. 

El término diversidad sexual puede resultar ambiguo y a veces usado como comodín tanto en la
vida cotidiana como en la academia. Guillermo Núñez considera que hay tres usos que se le ha
dado a esta categoría: el primero de ellos es que suele usarse de forma eufemística para referirse a
aquellas prácticas sexuales o grupos identitarios estigmatizados con palabras que “suenan mal” ,
también se ha usado como término “sombrilla” que abraza y agrupa a todos los grupos
estigmatizados por aspectos de la identidad sexual y el tercer uso es para referirse a la otredad de
la hegemonía sexual. 
Diversidad sexual tiene una amplia capacidad, la de nombrar a los grupos disidentes pero también
de nombrar a los hegemónicos pues ambos forman parte del mismo sistema. Sin embargo,
Mogrovenjo  hace una crítica contundente a la integración de las hegemonías (hombres cis
heterosexuales masculinos, por poner un ejemplo) dentro de la categoría de la diversidad sexual,
pues las agendas de instituciones internacionales en su intento por buscar un discurso libre de
diferencias culturales borran las evidencias de las relaciones de poder, en este caso, inmersas en
las sexualidades. Tomando en cuenta esta advertencia,  la categoría es útil para hacer un mapa
amplio de las diversas realidades de la sexualidad y es importante no perder de vista que muchas
identidades se posicionan unas sobre otras y esto depende de un contexto histórico y geográfico
específico. Mongrovenjohace la invitación a diferenciar “diversidad sexual” con “disidencia sexual”
entendiendo al segundo término como la evidencia de que todas estas categorías que agrupa la
diversidad sexual no se viven lado a lado en las prácticas sociales, sino que hay una pugna
constante y negociaciones por la visibilidad e invisibilidad. La o las disidencias sexuales son
aquellas prácticas, grupos o identidades de la sexualidad que se viven como alteridad de las
hegemonías. Ambos términos son útiles y que ambos responden a cuestionamientos diferentes y
necesarios de plantear. 
Se entiende a la diversidad sexual como las múltiples posibilidades en las que las personas pueden
vivir las sexualidades en relación a su sexo, género, identidad de género, expresión de género,
preferencia sexual, orientación sexual y expresiones comportamentales de la sexualidad, categorías
relativamente independientes unas de las otras y que en su conjunto interseccionado forman una
compleja identidad sexual, además de la intersección con otras categorías de análisis. Estas
diferentes formas en las que se ha categorizado son el resultado de diversas investigaciones en
temas de sexualidad. Un ejemplo de una propuesta teórica que busca reunir varias de estas
categorías es la de los cuatro holones de la sexualidad de Eusebio Rubio  o la persona de jengibre-
género (The genderbread person) de Sam Killermann, es decir, ya existen modelos que teorizan y
agrupan tan complejas subcategorías.  Todas estas subcategorías forman parte del gran espectro
de la diversidad sexual, es decir, todas las personas tienen todas estas categorías, gocen o no de la
hegemonía: una persona heterosexual tiene orientación sexual, una persona cisgénero tiene
identidad de género. Parecieran estas aseveraciones obvias, pero, en la cotidianidad  estas
categorías suelen ser invocadas sólo cuando se nombran las disidencias: se nombra a la
orientación sexual cuando se habla de homosexuales y bisexuales, se nombra a la identidad de
género cuando se habla de las personas trans. Cada uno de los conceptos que conlleva cada
categoría tiene un rol distinto en la sociedad y generalmente estos no son horizontales sino
verticales y esas verticalidades suponen la dominación de unos contra la sumisión de otros. No
basta con nombrarlos sino dar cuenta de las relaciones de poder que los sustentan. Prueba de ello
es que la creación y teorización de la mayoría de los categorías han sido impulsadas por grupos
que se han visto vulnerables por las mismas y que las hegemonías no contemplan pues ellas no se
ven afectadas y puede que ni siquiera las consideren relevantes. La categoría sexo y su relación
con el género se empezó a cuestionar por los grupos intersexuales y transexuales, la categoría
género por los grupos de mujeres feministas, la orientación y preferencia sexual surgieron para
entender a los grupos de personas homo y bisexuales  las expresiones comportamentales de la
sexualidad humana es una teoría del mexicano Juan Luis Álvarez-Gayou Jurgenson  que busca
reconocer, de las actividades sexuales menos comunes el factor que comparten entre sí: los
placeres (filias). Con respecto a la categoría de expresión de género, es un término impulsado
sobre todo desde los grupos activistas y que aún no se ha teorizado mucho al respecto. 
El feminismo postmoderno representado por Judith Butler complejiza el concepto de género y en
general dinamiza a las sexualidades reconociéndolas como entidades no estáticas ni en sociedades
ni a lo largo de la vida de las personas  haciendo del concepto de “diversidad” el más adecuado
para nombrarlo. La diversidad sexual es una categoría que forma una entretramada y compleja
identidad en relación a sus múltiples subcategorías y  éstas no tienen las mismas posiciones de
poder en las sociedades. 
Sexo 
El movimiento de personas intersexuales (sobre todo sus madres y padres) fueron las primeras en
denunciar los diagnósticos simplistas y binarios sobre el sexo ya que generaban, en aras de regular
los sexos que no cumplían esta dicotomía, procesos dolorosos de modificación y mutilaciones
genitales. La transgeneridad y la transexualidad también han puesto el dedo en el renglón de la
categoría sexo al considerarse que este tiene una inherente relación con el género y las personas
trans cuestionan dicha relación. Élida Vargas Barrantes define al sexo como un conjunto de
características biológicas que definen al espectro de seres humanos como machos o hembras. En
las investigaciones revisadas se plantea que hay diferentes dimensiones para determinar el sexo de
las y los humanos. 
 Sexo cromosómico: aquella información genotípica determinada desde el momento de la
fecundación. Generalmente se conocen las combinaciones XX y XY, sin embargo existen otras
realidades intersexuales con combinaciones de dichos cromosomas: X0, XXX o XXY. 
 Sexo cerebral: compuesto de aquellos órganos encargados de las funciones sexuales primarias y
sobre la información neurológica para la producción de hormonas (hipotálamo, lóbulo frontal, cuerpo
calloso). 
 Sexo gonadal: son los órganos encargados de la producción de hormonas (los ovarios y los
testículos). 
 Sexo genital: que incluyen tanto los órganos internos (vagina, próstata, conductos deferentes,
útero, etc.) como los externos (vulva y pene). Estos órganos en su conjunto tienen dos funciones: el
placer sexual físico y el proceso de reproducción. 
 Sexo fisiológico: son todos los caracteres sexuales secundarios (desarrollo de pechos,
engrosamiento de la voz, vello púbico, etc.). 
Estas diferentes dimensiones del sexo son las que determinan si la persona es macho, hembra o
intersexual y se van desarrollando desde la fecundación hasta la pubertad empezando
cronológicamente ordenados en la lista anterior. De aquí que la reasignación de sexo sea más
sencilla en las últimas dimensiones del sexo. Hay personas cuya condición intersexual no es
detectada en el nacimiento (o antes, mediante los ultrasonidos) debido a que generalmente las y los
médicos utilizan sólo el sexo genital como criterio de diagnóstico del sexo. El sexo se asigna, hecho
que ha generado bastantes problemas en la población intersexual. Es probable que a la pregunta
¿Qué te hace ser hombre/mujer? Una de las primeras respuestas que se nos puede venir a la
mente está relacionada a nuestros genitales: “soy mujer porque tengo vulva”, pero como señala
Anne Fausto Sterling nos relacionamos mediante las atribuciones de género, sin tener acceso a los
genitales de las otras personas. Hay que tener especial cuidado con las diferencias entre sexo y
género, pues, suponer que la diferencia principal se basa en que el sexo es meramente biológico y
que el género es la interpretación culturalmente asignada a esa división dicotómica deja de lado que
el sexo también contiene una alta carga cultural. Hay que entender entonces al sexo sí como una
serie de elementos corporales, pero también entender que a los mismos se le han colgado
simbolismos y significados culturales (como a casi cualquier cosa que consideramos “natural”). El
sexo más que ser una “base biológica” es el resultado de un proceso histórico de ordenamiento
social; es parte del "escenario reproductivo" (que incluye una serie de prácticas y rituales, como la
idea de diferencias y similitudes sexuales corporales, el parto, el cuidado de niñas y niños, el inicio
de la vida sexual, las prácticas eróticas, etc.) que se ha construido para validar una forma de
ordenamiento social: el género. 
Género 
El resultado teórico más explícito y compartido entre las feministas es el “género”, una categoría
que se ha usado desde dos grandes tradiciones: la primera como revisión de las condiciones de las
mujeres y la segunda como un estudio de la sociedad que genera subordinación y relaciones de
poder. La perspectiva feminista con una larga tradición en investigación en su búsqueda por
explicar a las mujeres como sujetas también ha explicado la condición de los hombres. Nos
relacionamos a través del género y no del sexo y este hecho ha sido ampliamente estudiado desde
los estudios de género. Desde Simone de Beauvoir con su famosa frase “no se nace mujer, se llega
a serlo. Ningún destino biológico, psíquico o económico define la figura que reviste en el seno de la
sociedad la hembra humana”  donde explica que la condición de mujer no está determinada por la
biología, sino por el contexto social. Así como las personas intersexuales y trans abogan por la
categoría sexo para evidenciar la hegemonía cis sobre lo trans y la dicotomía macho-hembra que
excluye a lo intersexual, las feministas abogan por la categoría género para evidenciar que los
términos hombre y mujer no sólo son diferentes, sino jerárquicos poniendo a unos sujetos por
encima de otras sujetas basados en un sistema social, el patriarcado. Después de la segunda ola
del feminismo, con Simone De Beauvoir, se empezaron a desarrollar los llamados estudios de las
mujeres y con ellos se consolida la teoría de género. Estos estudios parten de la idea de que la
construcción social del género se establece a partir de una diferencia anatómica, el sexo. Al
respecto dice Marta Lamas que el género es la categoría que define social y culturalmente a
hombres y a mujeres asignándoles roles específicos a cada uno desde que nacen (o antes) a partir
de la identificación de la diferencia sexual. Esa definición social está enmarcada en un contexto
histórico, geográfico, político, religioso, etc. El género determina gran parte de nuestra identidad:
por ejemplo, nos asignan un nombre en relación al género que nos construyen. Retomando lo
revisado anteriormente podemos sumar que: el sexo es asignado y el género es construido. Por su
lado, Scott  recopila las formas en las que se ha estudiado el género y a partir de ello hace una
definición que complemente esta visión y la cual consta de dos partes. La primera es lo relativo a lo
analizado anteriormente “el género es un elemento constitutivo de las relaciones sociales basadas
en las diferencias que distinguen los sexos”, al mismo tiempo disgrega estas relaciones sociales en
otros cuatro elementos, elementos que son constitutivos del género.
 Los símbolos culturalmente disponibles que evocan representaciones, múltiples y menudo
contradictorias. 
 Los conceptos normativos: son las herramientas conceptuales que dota la sociedad a las y los
individuos para leer aquellos símbolos culturales. Esos conceptos se expresan en doctrinas
religiosas, educativas, científicas, legales y políticas, y que dan por hecho el significado de hombre
y mujer, y sus expresiones, masculino y femenino. De ahí que, aunque el símbolo sea el mismo en
diferentes culturas, los conceptos normativos pueden interpretarlo de manera diferente, haciendo
que la forma de ser hombre o mujer varíe de cultura a cultura. 
 El sistema institucional en el que se crea y reconstruye el género: Y en donde también se negocia
el género. Es la familia, la escuela, el trabajo, la policía, la televisión, el barrio, etc., donde se crean
representaciones binarias del ser hombre y mujer y que tienen cierta fijeza a lo largo del tiempo. 
 La identidad subjetiva: el factor psicológico, cuando y cómo una persona interioriza esas reglas y
mandatos y los hace parte de su autoconcepto.
 La segunda parte de su definición dice que “el género es una forma primaria de relaciones
significantes de poder”.  Partiendo de esta segunda parte de la definición de género, podemos
entender que el género es un ordenador social, a los hombres se les otorga espacios públicos (por
ejemplo, el trabajo) y a las mujeres privados (por ejemplo, la casa), a ellos la producción, a ellas la
reproducción y el cuidado, a ellos las violencias, a ellas los afectos, etc., etc. Además de ser un
ordenador social, el género también ordena el erotismo y la reproducción, por lo tanto cuando se
revisen las expresiones comportamentales se debe tener en cuenta que el género también está
detrás de lo que pareciera un gusto meramente personal. Scott hace una revisión rigurosa de la
categoría género y sus implicaciones. Sin embargo, también existe un desarrollo extenso de otras
identidades que caben en la categoría género en donde las personas no se identifican ni como
hombres ni como mujeres (asexuales) o que transitan entre estos dos términos (género no binario,
género neutro, dos espíritus, androginia, etc.) y que no son nombradas por esta propuesta. Para
ello, Judith Butler complejiza el concepto proponiendo que el género no es estático, se va
construyendo en tanto se performa y se repita este performance, por tanto se puede modificar o
deshacer. Al respecto menciona que: Si una “es” una mujer, es evidente que eso no es todo lo que
una es; el concepto no es exhaustivo, no porque una “persona” con un género predeterminado
sobrepase los atributos específicos de su género, sino porque el género no siempre se constituye
de forma coherente o consistente en contextos históricos distintos, y porque se entrecruza con
modalidades raciales, de clase, étnicas sexuales y regionales de identidades discursivamente
constituidas. Así, es imposible separar el “género” de las intersecciones políticas y culturales en las
que constantemente se produce y se mantiene. El género es auto-constitutivo, es tanto el proceso
que lo forma como el producto final, es lo que se impone, pero también es lo que se hace cuando se
cuestiona esa imposición. Butler hace hincapié en aquellas actuaciones reiteradas, a ello le llama
performance y para ella eso es lo que hace al género. Esta perspectiva permite observar la forma
en la que opera socialmente el género. Además, Butler considera que las actuaciones están
constreñidas a marcos normativos, reglas de actuación: la heteronorma, regla que dicta la
alineación entre el sexo, género y la sexualidad (el erotismo), que para otras autoras estas reglas
son producidas por sistemas similares, como el sistema sexo-género o el patriarcado. La frase "el
machismo mata" popularizada por el feminismo da cuenta de que la performance de género tiene
implicaciones severas cuando sus reglas no se cumplen. Sin embargo, la formación del/a sujeto/a
tiene capacidad de agencia. Butler retoma la noción de poder de Foucault y su afecto ambivalente
(lo subordina y lo produce) para evidenciar el efecto paradójico del performance: nunca se van a
poder reproducir tal cual las nociones normativas del género  pero a su vez, cada performance está
en relación a dichas nociones y por lo tanto las validan al evocarlas. Con cada performance se
produce una nueva identidad diferente a la hegemónica. Para Butler la identidad es el resultado de
los diferentes performance que actúa el sujeto/a, además de que una persona puede tener varios
discursos entre los orales y los actuados. Así, al ser el género auto-constitutivo y al haber agencia
que permite modificarlo, es que se explica la existencia de las identidades que cuestionan los
modelos normativos, como las personas asexuales, género no binario, género neutro, dos espíritus,
androginia, etc. 
Identidad de género 
Por otro lado, la identidad de género es cuando la persona asume aquellos roles resultados de las
diferentes performances, después de haber asumido o negociado las diferentes actuaciones. Para
Butler, el sexo es un constructo social, que si bien como reconoce Scott es la razón de la diferencia
del trato entre hembras y machos, no es una dimensión meramente biológica. La identidad de
género (y/o identidad sexo-genérica para Torres) es la relación entre el sexo asignado y de cómo se
ha construido el género en relación al primero. La categoría identidad de género clasifica a las
personas en cis y trans. El término y prefijo cis del latín “del mismo lado”, hace referencia a la
“concordancia” entre el sexo y el género (hembra-mujer y macho-hombre) mientras que el término
trans “del otro lado” se refiere al cruce de dichas categorías (hembra-hombre y macho-mujer). Es
una analogía de la Isomería cis-trans en química: Al formarse un doble enlace entre dos átomos de
carbono, estos adoptan una estructura plana en el espacio, con lo cual los otros átomos que
continúan la cadena (de hidrógeno o carbono), y que sustituyen a cada uno de los carbonos que
forman el doble enlace, pueden quedar hacia un mismo lado del plano que forma el doble enlace, o
en sentido contrario. Cuando se disponen hacia un mismo lado del plano del doble enlace, se
produce una isomería geométrica cis. Cuando se disponen a distintos lados del plano del doble
enlace, se forma una isisomería geométrica trans (que significa “atravesado”). Por su parte Julia
Serano  propone el término “cisexual” como un paralelo de “transexual”. Cuando hago referencia a
las personas “trans” me estoy refiriendo indistintamente a las personas transgénero y transexuales.
Alvarez-Gayou  define que una persona transgénero es aquella que modifica aquellos roles de
género que se le impusieron: como el nombre, la ropa que usa a diario, la forma en la que expresa
su género, etc., pero que no desea hacer una intervención quirúrgica; por otro lado define a una
persona transexual como aquella que, además de eso, desea modificar su cuerpo. En este sentido
retomo la discusión de Agnés Torres  sobre que la diferencia de estas realidades está supedita a un
contexto económico (el poder pagar por hormonas o costosísimas cirugías), geográfico (no todos
las regiones o países tienen la tecnología o la tecnología suficientemente desarrollada y segura
para una intervención) o legal (la posibilidad del cambio legal del sexo); además de que suelen
diferenciarse jerárquicamente (“una mujer transexual es más mujer que una mujer transgénero
porque ya tiene vulva”) y de que estos procesos de transición tienen grandes costes emocionales y
físicos que no todas las personas trans están dispuestas a vivir (por ejemplo, hay hombres trans
que no se quieren someter a una faloplastía debido a que el proceso completo se hace en tres
diferentes momentos y las recuperaciones son largas y dolorosas) y otras personas trans reconocen
que sus genitales no definen su género, de ahí la contundente frase “Hay mujeres con vulva y hay
mujeres con pene”. Para Torres lo relevante de la identidad trans es la evidencia de aquellas luchas
por hacerse visibles, y en algunos casos invisibles, ante una identidad que las personas cis tienen
dada por hecho (y a pesar de ello, también tendrán que negociar, pero, evidentemente, mucho
menos que una persona trans). La identidad entonces se va creando en relación a aquellos marcos
normativos y contextuales, en tanto cada performance es aplaudido será más reiterativo y cuando
sea más sancionado la persona tendrá que negociarlo o dejar de performarlo. Por lo tanto, los
guiones de las actuaciones son improvisados, pues hay un sistema de recompensas y castigos.
Esta capacidad de tener diferentes discursos es lo fluido del género y cuando se reiteran los roles,
el género se solidifica. Lo más interesante de la postura de Butler es que pone a dialogar
propuestas como la teoría queer (cuyo objetivo es la erradicación del sistema de género para
disolver las inequidades, la teoría queer cree que en tanto exista el género siempre habrá formas de
dominación) y el feminismo (que considera que debemos seguir pensando en términos de género,
pues, si dejamos de nombrar a las relaciones de poder, estas se pueden naturalizar o hacerse
invisibles ante nuestros ojos).
Expresión de género 
Si bien, uno de los componentes de la definición de género de Scott  podría entenderse como la
expresión de género como tal, esta definición no hace explícito que puede haber hombres
masculinos o femeninos o mujeres masculinas o femeninas. La expresión de género es resultado
de la idea cultural del género, pues son parte del mismo sistema sexo-género, pero se pueden
separar para su estudio teórico y práctico (el caso de hombres femeninos y mujeres masculinas),
como también se ha separado el sexo del género (el caso de las personas trans). Butler es el
puente más adecuado ente las categorías de género y expresión de género.  Para Butler, el género
es el performance en sí, es decir, cómo se actúa, cómo se vive, cómo se expresa, considero
relevante hacer una división teórica para evidenciar dos componentes diferentes resultados del
género. Así como entiendo que el sexo y género no se viven de manera aislada o independiente
pero cuya división es útil para el análisis de ciertos fenómenos sociales, así entiendo las diferencias
entre género y la expresión de género. Retomando la definición de Alcaraz y Alcaraz sobre
expresión de género: La expresión de género es la manifestación externa de los rasgos culturales
que permiten identificar a una persona como masculina o femenina conforme a los patrones
considerados propios de cada género por una determinada sociedad en un momento histórico
determinado. La expresión de género puede incluir, por ejemplo, el atuendo, los ademanes, los
adornos, el arreglo personal, el uso particular del vocabulario, etcétera. Tal expresión individual
puede o no coincidir, puede o no aproximarse o alejarse de los códigos socioculturales respectivos. 
Recapitulando hasta el momento: la categoría sexo clasifica a las personas en machos, hembras e
intersexuales; la categoría género, clasifica en hombres y mujeres (y otros conceptos que van más
allá de esta construcción dicotómica: asexuales, género no binario, género neutro, dos espíritus,
androginia, etc.); la categoría identidad de género clasifica a las personas en cis y trans; y la
categoría expresión de género clasifica a las personas en masculinas y femeninas. Además, Deana
F. Morrow y Lori Messinger agregan que la expresión de género se refiere a cómo una persona
manifiesta externamente su género. Una diferencia importante entre género y expresión de género
es que el género es una categoría construida culturalmente, es una categoría de carácter psico-
social. Uno de los componentes del género es la identidad subjetiva, es aquello que nos hace saber
que somos hombres o mujeres, independientemente de nuestra ropa, independientemente de lo
que digan nuestros documentos legales o independientemente de nuestros genitales: es lo que
sabemos que somos, sólo uno mismo(a/e) puede determinar su género . En contraste, la expresión
de género puede ser atribuida por otra persona independientemente de que el sujeto(a/e) se
identifique con esa expresión o no, además de que aquellas personas que no tengan una expresión
de acorde a su género suelen ser sancionadas. Es decir, una audiencia puede interpretar el
performance de un actuante como femenino, aunque este mismo no tuviese la intención de serlo, el
auditorio utiliza los roles (de género) para valorizar y/o jerarquizar el performance del actor. 

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