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Ciclo "NUDOS Y REDES: Saberes, teorías y prácticas para la igualdad”

¿De qué hablamos cuando hablamos de….

¿De qué hablamos cuando hablamos de….

El ciclo "NUDOS Y REDES: Saberes, teorías y prácticas para la igualdad" se trata de


una instancia formativa, de MODALIDAD VIRTUAL, acreditada dentro de la "Formación
obligatoria con perspectiva de géneros" en la UNGS (Resolución CS N° 7291/19).

La formación con perspectiva de géneros constituye una acción central para establecer 1
las coordenadas de un cambio cultural. Persigue el objetivo de modificar prácticas
sedimentadas y promover la incorporación de la mirada de género sobre las
desigualdades estructurales que producen –y reproducen- las inequidades y
violencias en el seno de las instituciones.

En este sentido, las temáticas que se abordan están cimentadas en largos desarrollos
teóricos y ponen en juego una serie de conceptos propios de las Ciencias Humanas y
Sociales así como de los Estudios de Género, queer y pensamiento sexo-disidente.

Este breve glosario reúne una serie de conceptos clave para acompañar el recorrido
por los diversos talleres que componen el ciclo.

Importante:

Dado que toda categoría en los estudios de género es materia de


revisión y crítica feminista permanente, de modo alguno esta guía
orientadora se pretende exhaustiva o libre de tensiones y
observaciones. Precisamente lo nutrido y dinámico de los recorridos teóricos
feministas dan cuenta de la imposibilidad de ajustarse a definiciones estancas. Val
flores, activista lesbiana, docente y poeta queer, refiere lo imperioso de mantener una
actitud de vigilancia política y epistemológica. “Estar siempre en guerra contra el
propio pensamiento”, en tanto feminismos(s) es también ese empeño por el desborde
de los límites; una práctica que se interroga a sí misma y mantiene “ciertas
problematizaciones abiertas como una forma de rehusar el dogmatismo, la doxa del
sentido común, como capacidad de mantener una relación crítica con las coas que más
apreciamos” (Flores, 2013)
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Patriarcado

Es un sistema milenario que estructura la desigualdad entre los géneros, y lo


hace de manera regulada y sistemática. Esa desigualdad tiene como causa principal la
jerarquía masculina por sobre los demás géneros. Se manifiesta en la sociedad
por medio de instituciones, estructuras y prácticas que mantienen y reproducen las
relaciones de dominación. Por eso es tan importante no solo visibilizar este orden
sistémico, sino evitar reproducirlo y accionar para neutralizarlo.

Según Dora Barrancos “El patriarcado es un sistema de exclusiones muy antiguo. Ha


sido una construcción que llevó largos y largos períodos”. 2
(Extraído de Cuaderno “Claves para el traslado de contenidos en la práctica” elaborado
por el Ministerio de Mujeres, Género y Diversidad de la Nación)

Androcentrismo

Término que proviene del griego andros (hombre) y define “lo masculino” como la
medida de todas las cosas y la representación global de la humanidad. El
concepto de androcentrismo suele hacer referencia a un modelo único de varón:
blanco, heterosexual, occidental, de clase media, sin discapacidad.

Confunde el concepto de humanidad con el de hombre-varón, reduciéndola a este


último. Es una forma específica de binarismo sexual que invade todos los espacios
públicos y privados de nuestras sociedades, se manifiesta sobre todo en la
invisibilización de las mujeres, trans y otros colectivos. En el lenguaje que utilizamos
habitualmente lo masculino se convierte en genérico en detrimento de lo femenino, a
pesar de que numerosos estudios que apuntan a la necesidad de que se evolucione
hacia un uso no sexista del lenguaje.

(Extraído de Guía Comunicar en diversidad, Facultad de periodismo: Universidad


Nacional de La Plata)

Binarismo de género y Bicategorización sexual

Históricamente, en varias culturas (no en todas), la identidad sexual de seres humanos


se ha organizado socialmente a partir de una estructura binaria y oposicional; es
decir, entre dos únicas opciones, que clasifica a las personas bajo las categorías
“varones” y “mujeres”. Esta forma particular de organización social, basada en un
modelo bicategorial, es presentada como producto de la “biología” y asumida
como lo “natural”. Pero no lo es. Incluso, la idea misma de un “sexo biológico” fue
interrogada, historizada y politizada, fundamentalmente por los feminismos desde los
años ’80 (teorías posestructuralistas, descoloniales, estudios trans y queer). La
“naturalización del sexo” y su interpretación bicategorial es puesta en cuestión.
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De modo que la bicategorización sexual (relativa a la clasificación en macho /


hembra, varón / mujer) no siempre existió, sino que es la resultante de un proceso
de interpretación cultural, histórica y política de los cuerpos sexuados a partir
de una matriz de género apoyada en la binariedad (masculino / femenino).
Los cuerpos sexuados presentan características sexuales diversas que no se
desprenden de una supuesta diferenciación sexual binaria. “Naturalmente” no hay solo
dos categorías de “sexo” diferenciadas de forma clara y excluyente.

Tampoco la identidad de género debiera pensarse de forma binaria. El género


cambia tanto en términos socio-históricos como a nivel de identidad singular de las
personas. No existe una determinación esencial o identidad sustancial en materia de 3
género, menos aún pensarse en términos de pares discretos y excluyentes.
En síntesis, el paradigma binario da cuenta de una manera de clasificar a las
personas en la que solo se reconoce dos formas de existencia y construcción
identitaria, opuestas, desconectadas y excluyentes entre sí: mujer-femenina y varón-
masculino. Así se marca / inscribe como “natural” la diferencia entre los cuerpos
(diferencia sexual anatómica) y se atribuyen una serie de roles, conductas, valores y
expectativas diferenciales.

(Extraído de Cuaderno de participación y organización (Tejiendo Matria) elaborado por


el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad de la Nación y del cuadernillo “Ley
Micaela en el sistema universitario nacional” de la Red RUGE)

Género

Podemos empezar refiriendo todo lo que el género no es: no es una propiedad ni


atributo de los cuerpos, no es materia de lo natural o lo biológico, no es sustancia ni
esencia, no deviene de la genitalidad, ni es identidad pre-discursiva.
El género es construcción cultural, resultante de un conjunto de discursos sociales
e institucionales y de prácticas que modelan –y regulan- nociones diferenciadas
acerca de “lo femenino” y “lo masculino”. Una diferenciación que persiste a fuerza
de ser explicada, vigilada y fundada en una “supuesta biología”.
Refiere a las diversas prácticas, roles y capacidades promovidas y esperadas de
forma diferencial a partir del sexo que nos es asignado al nacer. Abarca desde
la ropa que usamos, el pelo largo o corto, hasta cómo nos relacionamos con nuestras
parejas, amigues o familias. Es una categoría que involucra, afecta y regula la vida de
todas las personas.
Dado que no se trata de una identidad “natural” ni estable, siguiendo a Judith Butler
podemos referir que el género es una “actuación o performance” instituida
mediante una “repetición de actos”. “Actuamos el género” y en la medida que lo
hacemos repetidamente, lo constituimos como identidad.
Ni el deseo sexual, ni el comportamiento sexual, ni la identidad de género son
dependientes de estructuras anatómicas, eso da cuenta de la arbitrariedad de los roles
de género. Esto quiere decir que aprendemos a ser varones y mujeres según lo que las
sociedades van definiendo como lo propio de lo femenino y lo masculino.

(Extraído de Cuaderno de participación y organización (Tejiendo Matria) elaborado por


el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad de la Nación; y del cuadernillo “Ley
Micaela en el sistema universitario nacional” de la Red RUGE)
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Género no binario

Hay personas que no se identifican con el género masculino, ni femenino. Se pueden


identificar, incluso, con no tener ningún género en absoluto, tener ambos géneros,
tener una tercera identidad, o una identidad que cambia con el tiempo.

(Extraído de Cuaderno de participación y organización (Tejiendo Matria) elaborado por


el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad de la Nación)

Sexo 4

Conjunto de características sexuales (hormonales, cromosómicas, fisiológicas o


anatómicas, entre otras) en función de las cuales se asigna una identidad
sexogenérica, por lo general, varón o mujer. Sin embargo, la usual interpretación
binaria del sexo no obedece a la realidad de los procesos de sexuación de los cuerpos.
Los procesos biológicos que todos los cuerpos experimentan desde su gestación y que
hacen que adquieran determinados caracteres sexuales o elementos de sexuación –
como genitales, cromosomas y gónadas- no son reducibles a una clasificación
bicategorial de solo dos sexos, según lo explica la bióloga feminista Anne Fausto-
Sterling. Sexo y género interactúan, operando sobre la materialidad de los cuerpos.

Por otra parte, mientras muchas personas nacen con caracteres sexuales que se
asignan habitualmente como femeninos o masculinos, otras personas nacen con
características sexuales que varían del promedio femenino o masculino. Cualquiera sea
el caso, el género en que cada persona se identifica no depende necesariamente de su
sexo y en ninguno de los casos es reducible a identidades binarias.

(Extraído de: Guía LGTTTBIQ, Defensoría del público).

Heterosexualidad obligatoria - heteronormatividad

Es un sistema que busca anudar el sexo-género-deseo-práctica sexual (Butler,


2001) de forma continua y coherente, presuponiendo una forma única de vinculación:
a un sexo femenino corresponde un género femenino y un deseo y prácticas sexuales
por el sexo/género socialmente considerado "opuesto", es decir, el masculino.

No es otra cosa que un patrón normativo de la sexualidad que instaura a la


heterosexualidad como categoría universal, estable, natural y “normal”. La matriz
heterosexual, entonces, funciona como un marco de lectura y de inteligibilidad de
los cuerpos e identidades que impone condiciones de coherencia o
correspondencia entre “sexo-género y deseo” para volver inteligibles a sujetos.
Desde la matriz heterosexual se regulan los modos disponibles y viables de vivir,
actuar y desear. Por ello, funciona como “norma” (la norma heterosexual o
heteronormatividad)
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Al hablar en términos de régimen heterosexual, heteronormatividad (Warner, 1991),


heterosexualidad obligatoria (Rich, 1980), heterosexismo o nociones afines, este
trabajo se hace eco de consideraciones de larga data en el marco del movimiento
LGTTTBIQ y feminista y de los debates académicos sobre la temática.

En efecto, la heteronormatividad o heterosexualidad obligatoria, vale decir la


imposición de la norma heterosexual, tiene en la diferencia sexual su eje
estructurador. Así, la diferencia entre varón y mujer (distinción que se considera
enraizada en la corporalidad de la persona y luego socialmente elaborada) se establece
-dentro del registro de la heterosexualidad obligatoria- como un escalón fundante de la
identidad de género y de la posibilidad de deseo y prácticas sexuales con otro género
5
"opuesto".

Las identidades y prácticas de género y sexualidad que no reproducen la norma


heterosexual son entendidas como identidades y prácticas de sexo y género no
heteronormativas. Por ende, históricamente perseguidas, vulnerabilizadas y hasta
patologizadas.
(Extraído de: Guía LGTTTBIQ, Defensoría del público y del cuadernillo “Ley Micaela en
el sistema universitario nacional” de la Red RUGE)

Identidad y expresión de género

La identidad de género refleja un sentido profundo y experimentado del propio


género comprendido desde la vivencia interna e individual de cada persona. Más allá
del sexo biológico asignado al momento del nacimiento, toda persona desarrolla una
identidad de género que puede o no coincidir con él. Por esto decimos que la
identidad de género no es del orden de lo biológico, sino que se conforma a partir de
componentes sociales y psíquicos. Todas las personas tienen derecho a expresar la
identidad de género que sienten como propia, ya sea masculina o femenina. El proceso
identitario puede ser dinámico y tener variaciones.

(Extraído de Diversidad en el ámbito del trabajo, INADI)

En mayo de 2012 fue promulgada en Argentina la ley 26743 sobre Identidad de


Género. Esta norma reconoce el derecho de toda persona al reconocimiento y libre
desarrollo de su persona conforme a su identidad de género autopercibida.

En el artículo ARTICULO 2° de la ley encontramos la definición de Identidad


de género: “Se entiende por identidad de género a la vivencia interna e individual del
género tal como cada persona la siente, la cual puede corresponder o no con el sexo
asignado al momento del nacimiento, incluyendo la vivencia personal del cuerpo. Esto
puede involucrar la modificación de la apariencia o la función corporal a través de
medios farmacológicos, quirúrgicos o de otra índole, siempre que ello sea libremente
escogido. También incluye otras expresiones de género, como la vestimenta, el modo
de hablar y los modales.”
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Identidades cis género

El término cis se utiliza para designar a aquellas personas que se identifican en el


sexo-género que se les asignó al nacer. Este concepto fue creado y difundido por
el movimiento trans, como un modo de efectuar dos operaciones políticas y discursivas
críticas. Por un lado, poner en evidencia que las definiciones supuestamente
universales de varón y mujer son también contingentes, parciales y marcadas
por experiencias particulares. En este sentido, cis funciona como una referencia que
permite visibilizar y desmantelar la distinción jerárquica entre varones y mujeres –a
secas- y varones y mujeres trans. Por otro lado, el término cis viene a desnaturalizar
6
el funcionamiento de un sistema opresivo y discriminatorio en el que las
personas trans ocupan posiciones de inferioridad y exclusión (por ejemplo, en el
acceso a la educación y al empleo).

Así, cis se articula como cisexismo. Es decir, la ideología que sostiene que las
personas que no son trans (esto es, las personas cis) son y deben ser superiores a
quienes no lo son (o sea, las personas trans) (Radi, 2015a). Al nombrarse a una
persona como cis no se hace afirmación alguna acerca de su expresión de género o de
su sexualidad, y tampoco de su ideología. Ser una persona cis no significa ser
cómplice del cisexismo, del mismo modo que ser una persona blanca no supone ser
cómplice del racismo. Sin embargo, el uso del término cis permite visibilizar
formas extendidas y fuertemente naturalizadas del privilegio, y constituye un
llamado reflexivo a desmantelarlas a través de reconocerlo y enfrentarlo.

(Extraído de: Guía LGTTTBIQ, Defensoría del público).

Identidades trans

Término general que incluye a quienes se identifican en un sexo-género


distinto al que se les asignó al nacer. Las personas trans, travestis, transgéneros,
transexuales asumen, vivencian, construyen y expresan su género con independencia
a aquel que les fue originalmente asignado.
En Argentina las identidades travestis, transexuales y transgéneros conviven bajo la
expresión trans como síntesis, cada una responde a distintas estrategias políticas,
identitarias y vivenciales.
Las personas pueden identificarse como trans con independencia de su sexo legal, de
su expresión de género y de si han realizado o no procedimientos quirúrgicos,
tratamientos hormonales u otras modificaciones corporales.

(Extraído de: Guía LGTTTBIQ, Defensoría del público).


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Identidades transgénero

Aunque en distintos países los términos transgénero y travesti adquieren diferentes


significados, en Argentina ambos conceptos se refieren a personas que expresan un
género (masculino, femenino) diferente del biológico. En otros países se
entiende la identidad transgénero desde la capacidad de transitar de un género al
otro. Esta identidad no presupone una orientación del deseo determinada. Puede
incluir cirugías, el uso de hormonas u otras modificaciones corporales que llevan a
expresar su género.
7
(Extraído de Diversidad en el ámbito del trabajo, INADI).

Identidades travestis

Persona que asume y expresa cotidianamente una identidad de género


diferente del sexo-género socialmente asignado. Por lo general, para lograr esa
expresión de género sentida, las travestis modifican parcialmente sus cuerpos
mediante cirugías estéticas, terapias de hormonas, implantes de mamas etc., sin la
necesidad de readecuar su genitalidad a su identidad de género. Esta identidad no
presupone una orientación del deseo determinada.

Supone una experiencia de construcción identitaria que rompe con el binomio


masculino-femenino ya que ser travesti es un proceso histórico y, tanto en Argentina
como en otros países, constituye una posición política, discursiva e identitaria.

(Extraído de Diversidad en el ámbito del trabajo, INADI y del Cuaderno de


participación y organización (Tejiendo Matria) elaborado por el Ministerio de las
Mujeres, Géneros y Diversidad de la Nación)

Intersex

Las personas intersex presentan variaciones en las características sexuales


respecto de quienes fueron asignades como “varones o mujeres”. Son cuerpos
diferentes, diversos.

En otras palabras, el término intersex engloba un amplio espectro de condiciones en


las que se produce una variación anatómica del modelo dicotómico de varón-
mujer. Estas condiciones se derivan de causas genéticas, hormonales u otros factores.

Las personas intersex tienen derecho a la integridad y la autodeterminación de


su propio cuerpo. La intersexualidad no es una patología, sino una condición de no
conformidad física con criterios culturalmente definidos de normalidad
corporal.

(Extraído de Diversidad en el ámbito del trabajo, INADI).


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Orientación sexual (atracción sexual, erótica, amorosa, afectiva...)

Se trata de la atracción física, afectiva, sexual o emocional de una persona hacia


otras, que no se encuentra sujeta a determinaciones biológicas.

La idea de orientación sexual, sostiene Weeks, permitió diferenciar entre


comportamientos e identidad. Con la liberación gay de los años setenta se consolidó la
idea de una identidad sexual construida en torno a una orientación fija: “El tema
realmente importante no es si existe una inclinación biológica o psicológica
que distingue a los que se sienten atraídos sexualmente por personas del 8
mismo género de los que no. Más fundamentalmente son los significados que
adquieren esas inclinaciones (…)”. Desde la teoría queer las categorizaciones fijas
como la de la orientación sexual han sido cuestionadas fuertemente. Agrega Weeks:
“Las explicaciones a favor de los derechos y la justicia basadas en la idea de una
orientación sexual fija ignoran las estructuras subyacentes de la heteronormatividad y
atrapan a la gente en identidades y categorías rígidas”.

(Extraído de Mapa de conceptos para el Seminario Teorías queer y pensamiento sexo-


disidente. CLACSO)

Queer (cuir)

Queer (cuir) es una palabra originalmente empleada en contextos anglosajones para


denominar peyorativamente a las personas homosexuales. No obstante, fue asumido
durante la década del '20 y '30 por grupos gays para autodenominarse y visibilizar su
orientación sexual y más tarde apropiado en Latinoamérica.
En la actualidad, el término ha adquirido un contenido fuertemente político y
vinculado en general a la disidencia sexual. Especialmente desde la década del
'90, cuando hubo una fuerte articulación, sobre todo en los países del norte, entre las
luchas por las demandas por el reconocimiento de la identidad de género y la
orientación sexual, y la respuesta de los Estados a la problemática relacionada con
el VIH/SIDA.

Además, "queer" es utilizado por muchas personas que no sienten que su identidad
exprese una coherencia necesaria entre el sexo asignado y el género que asumen
socialmente. O, incluso, por aquellas que no se identifican con un determinado
género

(Extraído de: Guía LGTTTBIQ, Defensoría del público).


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Pensamiento heterosexual

Monique Wittig considera a la heterosexualidad como un régimen político que


asegura la reproducción de la estructura de explotación y dominación de las
mujeres.
Entonces el género y el “mito de la mujer” son los efectos ideológico-discursivos
de ese régimen:

“Esta tendencia a la universalidad tiene como consecuencia que el


pensamiento heterosexual es incapaz de concebir una cultura, una 9
sociedad, en la que la heterosexualidad no ordenara no sólo todas las
relaciones humanas, sino su producción de conceptos al mismo tiempo que
todos los procesos que escapan a la conciencia. Estos procesos inconscientes
se tornan, por otra parte, históricamente cada vez más imperativos en lo que
nos enseñan sobre nosotras mismas por medio de los especialistas. Y la
retórica que los expresa, revistiéndose de mitos (…) tiene como función
poetizar el carácter obligatorio del ‘tú-serás-heterosexual-o-no-serás’.”
(Wittig, 1980)

La categoría de “mujer” y la bicategorización de sexo es un producto de esa


misma estructura. Todas las identidades constituidas en ese régimen son parte de la
lógica de reproducción de la heterosexualidad. De allí, la famosa expresión de
Wittig de que “las lesbianas no somos mujeres”.

El análisis de Wittig de la heterosexualidad como régimen político que produce lo


masculino/femenino, junto al análisis genealógico de Foucault que presenta la
sexualidad moderna como resultado de los discursos disciplinarios sobre el
sexo, se constituyen como ideas fundamentales para la teoría queer.

(Extraído de Mapa de conceptos para el Seminario Teorías queer y pensamiento sexo-


disidente. CLACSO)

Interseccionalidad

Por interseccionalidad entendemos una mirada, enfoque o perspectiva capaz de


reconocer y develar las múltiples capas de opresión y subalternización que
pesan y se intersectan sobre una identidad colectiva. En este sentido, la situación de
postergación u opresión que atraviesan las cis-mujeres, no es la misma –ni es
equiparable- a la que transitan mujeres negras, racializadas, indígenas, migrantes,
pobres, lesbianas, travestis y personas trans.

Esta mirada se inició con el movimiento de mujeres afrodescendientes. Ellas


consideraban que la categoría de mujer no podía abarcarlas al igual que a las
mujeres estadounidenses de clase media y blancas, porque existían otras opresiones
y formas de dominación que las afectan como parte de la comunidad negra en
EE.UU. En Latinoamérica, en Brasil principalmente, se promovió la “triada de las
opresiones”: raza- clase - género. Sobre todo, para demostrar las múltiples opresiones
que atravesaban, no solo por ser mujeres, sino también por ser negras y pobres.
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Precisamente, fue Kimberlé Crenshaw en 1989, durante la llamada “tercera ola


feminista, quien acuñó el término “interseccionalidad” para dar cuenta del
solapamiento de múltiples identidades sociales y sus respectivos sistemas de opresión.
Dimensiones de identidad que interactúan en múltiples y, a menudo, simultáneos
niveles.

La perspectiva interseccional es un llamado al cuestionamiento de los privilegios


que podemos tener a la hora de pertenecer o no a determinado grupo. El desarrollo
de este paradigma teórico permitió visibilizar las experiencias que
atravesamos las personas, desde cuestiones de identidad de género,
orientación sexual, educación, clase social, recursos económicos, migración, 10
raza-etnia, franja etaria, discapacidades, entre otras.

(Extraído de Cuaderno de participación y organización (Tejiendo Matria) elaborado por


el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad de la Nación y del cuadernillo “Ley
Micaela en el sistema universitario nacional” de la Red RUGE)

Lenguaje sexista y lenguaje no binario

El lenguaje sexista es entendido como una de las formas más evidentes de


exclusión, ya que refuerza los estereotipos y las relaciones desiguales de poder entre
los varones y el resto de las identidades sexogenéricas, como mujeres, lesbianas,
travestis, trans y no binaries.

El efecto más claro del sexismo en el lenguaje es el uso del genérico masculino
como universal y neutral que adquiere la doble propiedad de designar tanto “lo
general / universal” como “lo particular”.
En oposición al lenguaje sexista, los feminismos y el movimiento LGTBIQ+
intervinieron políticamente la lengua haciendo visible sus operaciones de
invisibilización o exclusión, dando cuenta de la trama de poder que subyace al uso y
elección de las palabras. El lenguaje que primero se denominó inclusivo o “no binario”
emplea diversas estrategias lingüísticas y nominativas: supresión de artículos
determinantes; empleo de pronombres sin marca de género gramatical o de
sustantivos genéricos, neutros, colectivos o abstractos, incluso utilización del
desdoblamiento. Su mutación ha variado del uso del “@”, a la “x”, a la “e”, que es la
letra con la que se usa en la oralidad.
En tanto práctica política, el lenguaje es performativo porque en el acto mismo de
nombrar una realidad también se la dota de existencia; es prefigurativo ya que
anticipa las formas de un mundo por venir y es inclusivo en tanto reconoce
identidades y subjetividades históricamente negadas e invisibilizadas respetando la
autopercepción.

La UNGS ha reconocido el empleo del lenguaje inclusivo en cualquiera de sus


modalidades como recurso y forma expresiva válida en las producciones académicas
[Resolución (CS) N° 7400].
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Masculinidad hegemónica

Cuando decimos masculinidad hegemónica hablamos de un modelo predominante


de construcción de la masculinidad, que se transmite culturalmente y es adoptado
por la mayoría de los varones. Esta masculinidad es medida a través del cumplimiento
de determinados mandatos: el carácter proveedor, la valentía, fortaleza,
independencia, potencia, entre otras. Resulta entonces fundamental identificar en qué
medida estas exigencias son reproducidas cotidianamente y casi sin pensar en ello.

La masculinidad hegemónica refiere a un varón cis, heterosexual, que llamamos 11


“macho”, coloquialmente. Este modelo se sostiene en un deber pertenecer al que
nadie puede responder totalmente. Ser potente / viril / heterosexual. Ser
procreador (paternidad). No obstante, también refiere a una forma de ejercer la
masculinidad que apela a no ser, es decir, que para ser un varón hegemónico no se
debe tener rasgos femeninos, ni infantiles, ni homosexuales (Olavarría, 2003).

Instaura una “superioridad” por sobre las mujeres (y los varones menos “masculinos”)
y esta jerarquización es respetada sin cuestionamiento. El ejercicio y construcción
de la masculinidad hegemónica es, todas las veces, la base para la
desigualdad y la violencia hacia otras personas.
En la actualidad podemos escuchar el concepto de deconstrucción ligado a
masculinidades, en plural, para diferenciarse de la masculinidad hegemónica
que acabamos de mencionar.

La “masculinidad” es una “titulación” y un constructo histórico sociocultural que se


puede desandar. La “deconstrucción de la masculinidad hegemónica” es un trabajo que
se debe dar continuamente, cuestionando los privilegios que tiene el varón en la
sociedad en la que vivimos sólo por el hecho de ser varón. Es necesario que, para
cambiar estas desigualdades, los varones puedan repensar su rol y dar estos debates
dentro de los diferentes ámbitos de su vida cotidiana.

(Extraído de Mapa de conceptos para el Seminario Teorías queer y pensamiento sexo-


disidente. CLACSO y del cuadernillo “Claves para el traslado de contenidos en la
práctica” Ministerio de Mujeres, Género y Diversidad de la Nación)

Perspectiva de género

La perspectiva de género historiza y da cuenta de las relaciones de poder y


dominación que se expresan en distintas esferas de la vida, las prácticas y los vínculos
interpersonales. Pone el acento en comprender y visibilizar cómo se estructura y
sostiene la dinámica de poder relacional entre los géneros cristalizando
posiciones de privilegio y oportunidad, es desmedro de posiciones de postergación y
subalternidad a la que son empujadas mujeres y diversidades.
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Más precisamente, esta perspectiva hace referencia al posicionamiento


crítico para el análisis de la dimensión crítica/evaluativa de la
normatividad heterosexual y patriarcal que sustenta todo el sistema
social y en el que el género es un principio de jerarquización de
espacios, recursos materiales, económicos, públicos e ideológicos. Esta
normatividad social alude también a una jerarquía de valores, estructurados de
mayor a menor importancia y de mayor a menor valor -valores masculinos
ligados a la ambición, el poder, el éxito, la conquista, la utilidad y valores
12
centrados en las relaciones, las vivencias, los deseos-, donde los primeros
conforman las relaciones no solo sociales sino también con el entorno y los
seres inanimados y los segundos quedan circunscritos al ámbito doméstico,
pero que sin duda representan una fuente de cohesión imprescindibles para la
vida y mayor grado de sostenibilidad. Entre ellos el valor del cuidado''
(Donoso-Vázquez y Velasco-Martínez, 2013).

Roles y estereotipos de género

Por “estereotipos de género” se entiende a construcciones sociales y culturales que


obedecen a generalizaciones de los atributos de género, las diferencias y los
roles entre mujeres y varones. Los estereotipos son expresión y fundamento de la
discriminación por motivos de género. Aparecen muchas veces reflejados y reforzados
en las teorías, las leyes y las prácticas institucionales.

Lo que aprendemos -según cada momento histórico- va a repercutir en cómo nos


comportamos, sentimos, pensamos en el cotidiano, cómo nos constituimos como
personas, y va a impactar en la forma en que participamos en la sociedad. A lo largo
de la vida, ejercemos distintos roles: estudiamos, trabajamos, tenemos amistades,
parejas, familias, etc. Pero ¿todas las personas tenemos las mismas posibilidades?
¿Podemos hacer libremente las mismas cosas? O ¿nuestro sexo-género asignado
determina las posibilidades que vamos a tener a lo largo de nuestra vida?

Nuestro entorno -inmediato y general- nos enseña a cumplir determinados roles y


lo hace aprobando o sancionando nuestra conducta según se adecue, o no, a
lo que se espera de nosotres. La manera de comportarse como varones y como
mujeres es algo en lo que la sociedad nos educa apenas nacemos. Aprendimos que,
según el sexo-género, se define de manera separada y contraria, que los varones
deben ser fuertes, intrépidos y valientes y las mujeres frágiles, retraídas y miedosas,
entre otras características. Por tanto, se espera que los varones tengan la capacidad
para dirigir, mandar y gobernar. Y las mujeres la disposición para obedecer,
acompañar, atender y cuidar a las demás personas. El mundo público para ellos, el
mundo privado para ellas.
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En otras palabras, los estereotipos de género son justamente estas atribuciones


binarias que se dan a cada persona y que descansan en el imaginario social.
Son modelos que se imponen como únicos, lo cual restringe y limita la posibilidad
de expresión de la diversidad y deja por fuera la complejidad y heterogeneidad de las
personas.

Dentro de esas pautas transmitidas, que son entendidas como “naturales”, se


reproducen las estructuras de poder y opresión. Por lo general, estos
estereotipos son rígidos e inflexibles. A su vez, generan una presión y un mandato
social para cumplir con lo que establecen. Por ejemplo, la expectativa de que una
mujer “debe ser madre” y en caso de no serlo no se sentiría como mujer “completa”; o 13
bien, que un hombre es quien debe sostener económicamente al hogar, sino no es lo
suficientemente “hombre” y será visto como un “mantenido”.

Los estereotipos, representaciones acerca de cómo somos o “cómo deberíamos


ser”, se sostienen porque atraviesan todas las áreas de la vida. Desde el nacimiento,
la cultura, el lenguaje y la vida afectiva inculca a las personas ciertas normas, valores
y roles que parecen “naturales” y que, por lo tanto, no se cuestionan. De un modo no
consciente, se va aprendiendo –y reproduciendo- tales estereotipos, incorporados a la
vida cotidiana de todas las personas que viven en sociedad.

(Extraído de Mapa de conceptos para el Seminario Teorías queer y pensamiento sexo-


disidente. CLACSO y del cuadernillo “Claves para el traslado de contenidos en la
práctica” Ministerio de Mujeres, Género y Diversidad de la Nación)

Sistema sexo-género

El concepto de sistema de sexo/género fue definido y desarrollado por Gayle Rubin


y es central para pensar el feminismo de los años setenta y ochenta. Rubin, a partir de
dos artículos ("El tráfico de mujeres: notas sobre la ‘economía política’ del sexo", 1975,
y "Reflexionando sobre el sexo: notas para una teoría radical de la sexualidad", 1984)
teoriza sobre el género y las sexualidades (Córdoba García, 2005).

En el artículo de 1975 desarrolla por primera vez el concepto de sistema de


sexo/género y lo define como: “un sistema de sexo/género es el conjunto de
disposiciones por el que una sociedad transforma la sexualidad biológica en
productos de la actividad humana, y en el cual se satisfacen esas necesidades
humanas transformadas.” (Rubin, 1975).

El sistema sexo/género es el proceso o mecanismo por el cual se transforma a


“machos” y “hembras” de la especie humana en varones y mujeres
socialmente adaptados a la división de papeles que la sociedad establece
entre ellxs y que varía entre las diferentes sociedades en su contenido específico y en
sus formas de relación (Córdoba García, 2005).
Ciclo "NUDOS Y REDES: Saberes, teorías y prácticas para la igualdad”
¿De qué hablamos cuando hablamos de….

También Rubin, en este artículo, analiza los sistemas de parentesco como formas del
sistema de sexo/género. Rubin concluye que incluso la heterosexualidad obligatoria es
el resultado de estos sistemas, de forma tal que las relaciones desiguales entre los
sexos se sustentan en los mismos sistemas de pensamiento que definen la
existencia de dos sexos. Según Rubin, es tarea del feminismo problematizar la
bicategorización sexual, porque se trata justamente de una de las razones de la
opresión de las mujeres.

Sobre la tarea del feminismo Rubin afirma: “Personalmente, pienso que el movimiento
feminista tiene que soñar con algo más que la eliminación de la opresión de las
mujeres: tiene que soñar con la eliminación de las sexualidades y los papeles sexuales 14
obligatorios. El sueño que me parece más atractivo es el de una sociedad andrógina y
sin género (aunque no sin sexo), en que la anatomía sexual no tenga ninguna
importancia para lo que no es, lo que hace y con quién hace el amor.” (Rubin, 1975)

(Extraído de Mapa de conceptos para el Seminario Teorías queer y pensamiento sexo-


disidente. CLACSO)
Ciclo "NUDOS Y REDES: Saberes, teorías y prácticas para la igualdad”
¿De qué hablamos cuando hablamos de….

BIBLIOGRAFÍA

Cuadernillo “Claves para el traslado de contenidos en la práctica” Ministerio de


Mujeres, Género y Diversidad de la Nación

Cuadernillo “Ley Micaela en el sistema universitario nacional” de la Red


Interuniversitaria por la Igualdad de Género y contra las violencias (Red RUGE)

Donoso Vázquez, T. y Velasco Martínez A. ¿Por qué una propuesta de formación en


perspectiva de género en el ámbito universitario? Profesorado. Revista de curriculum y 15
formación del profesorado. Vol 17, n°1 (enero-abril 2013). Universidad de Barcelona.

Guía Comunicar en diversidad, Facultad de periodismo: Universidad Nacional de La


Plata.

Guía LGTTTBIQ, Defensoría del público.

Guía lenguaje inclusivo producida por la Universidad Nacional de Mar del Plata.

INADI (2016). Diversidad Sexual en el ámbito del trabajo. Guía informativa para
sindicatos. Ciudad autónoma de Buenos Aires.

Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad de la Nación (2020). Cuaderno de


participación y organización (Tejiendo Matria).

Saxe, Facundo (2020). Mapa de conceptos para el Seminario Teorías queer y


pensamiento sexo-disidente. CLACSO

LEYES

Ley 26.743 Ley de identidad de género. Argentina.

Ley 27.499 – Ley Micaela de capacitación obligatoria en género para todas las
personas que integran los tres poderes del estado.

MATERIAL SUGERIDO

 Microprograma - Caja de herramientas: Patriarcado (Universidad Nacional de


General Sarmiento y Universidad de José C. Paz) Disponible en:
https://youtu.be/j0hnBF9OWOg
 Microprograma - Caja de herramientas “Los prejuicios y estereotipos”
Disponible en: https://youtu.be/ld9ZLw_uyiQ
 Microprograma – Caja de herramientas “Travestis, transexuales y
transgénero” Disponible en: https://youtu.be/1VRiRO-mcSs

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