Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Sin embargo, esta es una condición que aún es comprendida como patológica
dentro de los manuales de diagnóstico de patología mental (descrito como <<disforia de
género>> en el DSM V, 2013), lo cual indica que la discriminación o patologización de
algunas condiciones sexuales no heterosexuales o genéricamente binarias y
“tradicionales”, no es sólo una problemática socio-cultural y educativa, sino que es
además un fenómeno que evidencia que la Medicina occidental sigue elaborando aportes
teóricos acerca de cómo son o cómo deberían ser las cosas, apoyando la legitimación del
universo simbólico heteronormativo.
El médico sexólogo Magnus Hirschfeld (1923), fue el primero en emplear la palabra
transexualismo; aunque la descripción de ésta incluía (y no discriminaba entre) lo que hoy
en día entendemos como travestismo, intersexualismo, homosexualismo y
transexualismo. Posteriormente, hacia mitad del siglo XX, Cauldwell (sexólogo
estadounidense), explicó el transexualismo como una patología de carácter psicopático,
que no tenía aparente explicación fisiológica, y debía ser una preocupación psicológica y
psiquiátrica. Por esta razón, también lo llamó <<hermafrodismo psíquico>> (por su
naturaleza mental), o <<travestismo genuino>> (diferenciándolo de la simple compulsión
de utilizar vestimentas socialmente comprendidas como pertenecientes al sexo ajeno).
(Saro, C, 2000)
Aun cuando el cambio propuesto por Money (1965) fue, en mi opinión, valioso y
revolucionario, los manuales diagnósticos evolucionaron poco significativamente respecto
a la erradicación de la concepción patológica del transexualismo. En el DSM III, se
abandonó el término transexualismo, para ser sustituido por el Trastorno de Identidad de
Género (pero seguía describiéndose muy similarmente a como se hacía en la versión
anterior del manual) (American Psychiatry Association, 1984). En la penúltima edición del
DSM (IV), se describe el transexualismo bajo el nombre de Trastorno de la Identidad
Sexual (American Psychiatry Association, 1994), que se caracteriza muy similarmente al
Trastorno de Disforia de Género establecido en el DSM V por una “identificación acusada
y persistente con el otro sexo (no sólo el deseo de obtener las supuestas ventajas
relacionadas con las costumbres culturales), y otros 5 síntomas relacionados (American
Psychiatry Association, 2013).
La diferencia en la cual centraré el presente escrito reflexivo consta de tres partes.
Inicialmente, hablaré acerca de una sobrevaloración del cuerpo, comprendida en la
medida en que, en el universo simbólico regulado por discursos heteronormativos, el
cuerpo humano (o más específicamente sus órganos genitales y sistema reproductor), es
tremendamente sobrevalorado, como algo que puede determinar cuáles son nuestros
roles a ejercer en el mundo, cuál debe ser la forma en que nos vestimos, movemos o
hablemos, cuáles deberían ser nuestras actividades, nuestros gustos y disgustos, etc…
Dentro de esta misma diferencia, es fundamental tener en consideración las diferencias
socio-culturales existentes, que dependen de los órganos genitales o la genética sexual
con los que nacemos (la binariedad varón-mujer, y los roles atribuidos a ésta).
Una de las diferencias que estos movimientos sociales pretende erradicar, es por
consiguiente, la brecha entre los derechos que se le conceden a algunos (quienes son
congruentes –estereotípicamente- respecto a su genitalidad, su género y su orientación
heterosexual), y se le vulneran a todos aquellos que no hacen parte de lo definido como
normal o adecuado dentro de la hegemonía heteronormativa.
“[…] las personas transexuales […] no se asumen [identitariamente] con el sexo que les fue
asigando al nacer, el cual está en discorancia con su género, que es una connotación
aprendida, una cuestión sociocultural, o sea la forma en la que ‘se debe comportar un
En esta medida, si en alguna de las futuras generaciones alguna niña con biología
sexual masculina, o niño con biología sexual femenina, se sintiera identificado o
identificada con el género opuesto al tradicionalmente concebido como congruente con
su genitalidad, esto no sería visto como algo patológico, sino como una de las posibles
alternativas del desarrollo psicosexual.
Saro, C. I. (2000). Transexualidad : una perspectiva
transdisciplinaria. : Editorial Alfil, S. A. de C. V..
Retrieved from http://www.ebrary.com