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La Cultura de la Paz, los

Derechos Humanos y la
Mediación
Pascual Hernández Mergoldd10 de septiembre de 2019, 14:28

Los Derechos Humanos son los que posee la persona por el solo
hecho de serlo y toda autoridad, en el ámbito de su competencia,
tiene la obligación de promoverlos, respetarlos, protegerlos y
garantizarlos. En el cuarto párrafo del artículo 17 de la
Constitución General de la República, se reconoce como un
derecho humano la utilización de los mecanismos alternativos de
solución de controversias, que consisten en la mediación,
conciliación y el arbitraje, para acceder a la justicia.

Hemos insistido en que la mediación es el mejor medio para


resolver conflictos sin acudir a los medios estrictamente judiciales
o como medida previa ante ese agotamiento. Sin duda es por ello
que en el Estado de México y en la Ciudad de México, sus
respectivas políticas públicas en materia de derechos humanos
incluyen la utilización de la mediación y ello está plasmado en su
legislación, como un elemento de protección y solución.

En el Capítulo IV, denominado De la Conciliación, Mediación y


Justicia Restaurativa, de la Ley Orgánica de la Comisión de
Derechos Humanos de la Ciudad de México, publicada el 12 de
julio pasado, se establece que dicha institución hará del
conocimiento de las personas sobre los mecanismos alternativos
de prevención, gestión y solución de conflictos con los que
cuentan, a fin de que éstos manifiesten su voluntad de hacer uso
de dichos medios. Uno de esos mecanismos es la mediación y el
otro, la conciliación, pues la justicia restaurativa, que de manera
equívoca se menciona en la disposición que nos ocupa, es un
marco, no un procedimiento.

Establece que la mediación es un mecanismo alternativo, auxiliar


y complementario de prevención, gestión y solución de las
diversas problemáticas, basado en los principios básicos de la
justicia restaurativa, a través del cual la Comisión busca y
construye una solución rápida y satisfactoria a las desavenencias
entre las personas en general, sean o no peticionarias o posibles
víctimas, y la autoridad o los servidores públicos. Así mismo, que
es el mecanismo a través del cual la Comisión funge como
mediadora y facilita el diálogo, con el propósito de prevenir o se
busque y construya una solución satisfactoria al posible conflicto
existente entre las personas y la autoridad o los servidores
públicos.
La mediación, desde la perspectiva de los derechos humanos y en
el marco de la justicia restaurativa, conforme a la ley que
analizamos, deberá caracterizarse por propiciar un encuentro
voluntario entre las personas y la autoridad o los servidores
públicos señalados como responsables, para conversar acerca de
los actos u omisiones que originaron las diferencias; el
reconocimiento de la calidad de víctimas y sus derechos; la
aceptación, en su caso, de la responsabilidad de las violaciones a
los derechos humanos de las personas; ofrecer la posibilidad de
que las partes inmersas en la controversia o conflicto participen
directa y activamente en la búsqueda de la solución; permitir que
las partes determinen de manera colectiva, digna y equitativa, la
forma de restaurar satisfactoriamente el daño causado a las
víctimas por la violación de sus derechos humanos; basar la
solución en la reparación del daño; tomar en cuenta la
desigualdad de posiciones y las diferencias culturales; no afectar la
moral, derechos de terceros o se contravengan disposiciones de
orden público; privilegiar el acceso a la verdad y observar los
principios de proporcionalidad, causalidad, razonabilidad y
progresividad, y recomponer el tejido social.

Prevé la disposición en comento que la Comisión dirigirá de


manera imparcial el proceso de diálogo, comprensión, tolerancia,
empatía y confidencialidad que permita a las partes proponer y
construir acuerdos. Los acuerdos a los que lleguen las personas y
la autoridad o los servidores públicos, deberán quedar
establecidos en un convenio que estarán obligados a cumplir en
los términos y plazos que se indiquen en el mismo. Los convenios
deberán contener, por lo menos, lugar, fecha y hora de su
realización; nombre de las personas y de la autoridad responsable;
domicilio de las partes; la reparación integral a las víctimas; las
modalidades y plazos para su cumplimiento; así como las
consecuencias en el supuesto de incumplimiento.

Las autoridades o los servidores públicos responsables deberán


informar a la Comisión las acciones de cumplimiento del
convenio, misma que le dará seguimiento hasta su total
cumplimiento y dado el caso, podrá declarar concluido el asunto.
Sin embargo, en caso de incumplimiento podrá reabrir el
expediente, si es que así procede, y continuará con el
procedimiento de queja.

Las personas peticionarias o presuntas víctimas podrán presentar


queja en relación a la consecuencia que resulte del acuerdo
mediante el cual se concluya la investigación que les corresponda,
la que podrá consistir en la resolución por mediación. Sin
embargo, parece ilógico y poco probable que las partes que
hubieran participado en un proceso de mediación, atendido por
mediadores profesionales, se quejen del convenio construido con
su participación directa, en todo caso pudieron desistirse del
procedimiento de mediación, tal y como lo prevé la propia ley que
se comenta.

En la ley que se estudia se establece que la Comisión contará con


un área especializada de mediación y conciliación. Las funciones
de mediadores podrán ser ejercidas por los servidores públicos de
la Comisión que cuenten con la certificación correspondiente.
La mediación no será procedente en los casos de procedimientos
de investigación que versen sobre violaciones graves a los
derechos humanos.

Por lo que hace a la Comisión Nacional de los Derechos Humanos,


ésta cuenta con la atribución de procurar la conciliación entre los
quejosos y las autoridades señaladas como responsables, así como
la inmediata solución de un conflicto planteado, cuando la
naturaleza del caso lo permita. Si bien es cierto que la conciliación
representa una forma de proteger y defender los derechos
humanos en aquellos casos en los que es posible obtener una
solución en favor de las personas quejosas y/o agraviadas, siempre
será una mejor opción la incorporación de la mediación, pues
como hemos sostenido, la mediación representa mayores ventajas
respecto de la conciliación pues son las partes involucradas las que
definen personalmente sus acuerdos.

Sin duda, la aplicación de la mediación habrá de continuar su


expansión en cada vez más ámbitos.

Pascual Hernandez Mergoldd es abogado y mediador profesional

phmergoldd@anmediacion.com.mx

Reflexionar sobre la relación entre la vigencia de los Derechos Humanos y la construcción de una
cultura de paz. Para reflexionar sobre la relación entre la vigencia de los Derechos Humanos y la
construcción de una cultura de paz es necesario tener en cuenta que la vigencia constitucional de
los Derechos Humanos no asegura su auto-ejecución ni su exigibilidad (Nikken 1994, 23). Como los
estados no tienden por sí mismos a cumplir sus obligaciones de respetar, proteger, garantizar y
promover los DDHH, se requiere de un pueblo informado y listo para defender sus derechos en
forma pacifica frente al Estado. Más aun, un pueblo que insista en el desarrollo de los Derechos
Humanos. Porque solo el Estado o quienes actúan con su aquiescencia pueden violar los Derechos
Humanos, es necesario construir y establecer una cultura para proteger la paz. Las preguntas 5
Pero la suspensión de los DDHH no es violación a los Derechos Humanos en ciertos estados de
emergencia. No se suspende el Estado de Derecho, sino que se da un periodo limitado de
excepción para preservar los valores superiores de la sociedad democrática. 6 Más exacto: El
Estado y “sus agentes o quienes actúan con su aquiescencia, o con prescindencia y garantía de
impunidad” (Gartland 2007, 15). Creciente justicia Medios: Cooperación, Integración, Deliberación
Creciente violencia Medios: violencia directa/ estructural, Injusticia Civilización del Conflicto Paz
Guerra/ violencia Ilustración 1 - Grafico hecho por el autor de este trabajo según
http://www.dadalos-d.org/frieden/grundkurs_2.htm 3 centrales entonces serían ¿cómo
construimos juntos una cultura para la paz? y ¿cuáles serían las herramientas pacíficas a fin de
pedir y profundizar los Derechos Humanos? En primera instancia tenemos que definir qué es la
paz así como caracterizar una cultura de la paz. Para esto es necesario recordar que los conflictos
en una sociedad son omnipresentes. El gráfico (Ilustración 1, más arriba) da cuenta de esto,
mostrando la relación tensa existente entre la paz y la violencia. El punto decisivo es la manera de
resolver aquellos conflictos. Para que comprendamos porqué la manera de resolver los conflictos
es importante, tenemos que entender que la guerra y la paz no son los únicos estados existentes
sino que se trata de polos opuestos dentro de una zona gris, que comprende estados mixtos de
justicia y violencia. Si bien hablamos de la Paz como un polo de este continuo, tenemos que tener
en cuenta que la paz en su forma pura no existe. La paz marca un objetivo (estado ideal/utópico) y
su realización es el mismo recorrido, o como dijo Mahatma Gandhi “There is no way to peace.
Peace is the way”. Con otras palabras, una sociedad se acerca a la paz cuando hay un alto nivel de
justicia y un bajo nivel de violencia directa/indirecta (Fundación Servicio Paz y Justicia 2003, 5). De
esta manera concluimos que la paz es “la ausencia/reducción de todo tipo de violencia” (Galtung
2003, 31). El cuadrado azul en el gráfico, nombrado como “civilización del conflicto” indica el
cambio en la manera de resolver conflictos. Reemplaza la violencia por la deliberación y
cooperación para resolver conflictos. En su definición negativa la paz es caracterizada por la
ausencia de la guerra. Pero la paz no sería meramente la ausencia de guerra, porque existen
también otros tipos de violencia, diferentes a la de la guerra, que obstaculizan el fundamento
necesario para la paz. Los otros tipos de violencia serían la violencia directa (manifiesta) y la
violencia indirecta o estructural (latente), que están generadas por estructuras injustas de poder
(Galtung 2003, 20). Para construir una cultura de paz hay que establecer una cooperación y un
intercambio de experiencias, estrategias y métodos entre el pueblo y los Estados. “La paz es una
relación entre individuos, grupos, naciones o incluso unidades mayores, basadas en la
cooperación. Analiza las condiciones bajo las que en vez de cooperación hay hostilidad mutua y
violencia y trata de descubrir técnicas que puedan transformar estas relaciones en pacíficas”
(Curle 1994, 40) afirma Adam Curle. Es necesario que reflexionemos acerca de la violencia y
pensemos sobre sus causas, que promovamos pensamientos, actitudes y acciones enmarcadas en
el espíritu de la no violencia referida a una metodología de educación que reúne teoría y práctica,
participación, cooperación y crítica (Fundación Servicio Paz y Justicia 2003, 2). Como acciones no
violentas inmediatamente efectivas podríamos pensar en marchas, movilizaciones populares,
boicots y ayunos. En el largo plazo la pedagogía y educación para la paz juegan un papel más
relevante. Un niño que aprendió que la agresión (y la violencia que pueda surgir de la agresión)
funcionaría como forma eficaz para lograr sus fines, tenderá a usarla más frecuentemente. Por eso
es importante que enseñemos a los jóvenes las medidas pacíficas para solucionar conflictos.
Además es importante establecer una cooperación entre países, Estados y pueblos que juegue el
rol de intercambio de diferentes experiencias, estrategias y métodos. Porque la lucha a favor de
los Derechos Humanos tiene lugar en todos los niveles (individuales, comunales, regionales,
estatales e internacionales) y sus transmisores pueden ser los actores en todo el mundo. “Los
estudios por la paz deben interesarse en enfoques que remodelen la sociedad y el orden mundial
de tal modo que no sólo sea eliminada la violencia manifiesta y la latente, sino que se establezcan
y se mantengan la armonía y la cooperación” (Curle 1994, 45). 4 La lucha a favor de la paz debería
consistir en el trabajo para reducir la violencia (en todas sus formas) por medios pacíficos (aquello
que conocemos como acciones no violentas activas). Según Esquivel la no violencia es
caracterizada por su franqueza “cualquier persona o grupo puede ejercerla a través de sus propias
convicciones y de su comprensión de vida” (Perez Esquivel 1995, 19). Las acciones no violentas se
fundan en una ética de resistencia, y quieren enfrentar la injusticia y romper el espiral de violencia
(Perez Esquivel 1995, 18). “Entonces se puede ver la no violencia activa como forma de lucha a
favor de los derechos humanos, la paz y la justicia” (Fundación Servicio Paz y Justicia 2003, 3).

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