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El derecho como ciencia social se caracteriza por ser dinámico, el derecho debe
adaptarse para responder y atender a las necesidades sociales que así lo demanden. En esta
adaptación o cambio, es importante también que el derecho atienda a la validez formal y a la validez
intrínseca de la norma, pero además, debe resolver una problemática real, esto es, lo que se busca es
que las normas sean justas, formales y eficaces.
Desde el surgimiento del Derecho hace miles de años en las primeras civilizaciones de
la Edad Antigua, hasta hoy en día con el surgir de las grandes urbes modernas, existe entre la población
la idea generalizada de que el hecho del endurecimiento de las penas, y en general el rigorismo punitivo
pueda ser la solución a todos los problemas de la sociedad. Esto se puede constatar a través de
vestigios históricos que reafirman los principios de la justicia retributiva como lo son:
La Ley del Talión (Lex Talionis),
el Código de Hammurabi,
la Ley de las XII Tablas,
la Blutrache germánica,
o actualmente en las legislaciones penales vigentes que contemplan:
La pena de muerte, Siendo esta misma el ejemplo máximo de justicia retributiva
y rigor punitivo.
La brutalidad y complejidad de los crímenes que aquejan a las sociedades modernas,
derivado principalmente de una descomposición social latente nulamente atendida, además de
psicopatías y degeneraciones entre los individuos que derivan en conductas criminales que tienden a
magnificarse morbosamente en los medios de comunicación modernos, aunado a factores propios y
diversos de la Era Moderna, parecieran justificar esta noción, ante la mirada horrorizada del ciudadano
común que teme por su integridad y vida misma. Pero la eficacia real del rigor punitivo en la práctica, se
encuentra bastante alejado de ser la solución absoluta a todos los problemas de justicia de la sociedad.
Esto cobra vigencia cuando analizamos que no todos los conflictos emergentes, en especial aquellos que
por su mínima o nula peligrosidad pudiese ser desahogado por una vía alterna, debieran pasar de forma
forzosa por un proceso tradicional de impartición de justicia retributiva. La saturación de tribunales por
casos de menor cuantía o ínfimas disputas que rayan en lo absurdo, los cuales en el común del ejercicio
son los más de los 6 menos, aunado a una carga burocrática y un proceso judicial que resulta costoso,
lento y poco eficiente en su funcionamiento para el ciudadano y contribuyente común, revela que en la
cruda realidad la implementación de medios tradicionales de resolución de conflictos y su respectivo
incremento en la rigurosidad de la pena no se traduce positivamente en una mejor atención a la víctima,
ni una disminución en la criminalidad que embarga a las sociedades modernas. Esto impacta
directamente en el principio de la impartición de justicia pronta y expedita, el cual no siempre se cumple
en la praxis como consecuencia de las causas antes mencionadas.
Es precisamente por lo anteriormente expuesto que surge gradualmente la necesidad de
una transformación del sistema de justicia penal. Siendo a partir del último cuarto y finales del siglo XX,
así como principios del siglo XXI, donde nacen de forma institucional dentro de los organismos de
procuración de justicia modernos fundamentados bajo un propósito muy claro los medios alternativos de
solución de conflictos, bajo un enfoque de justicia restaurativa, como una respuesta práctica a una
necesidad real de la sociedad actual, “buscando centrar la atención en las víctimas, brindando la
atención adecuada como es debido, y logrando que el delincuente asuma la responsabilidad por el daño
que ha hecho a las personas y sus familias1 ”. Es aquí donde se origina la transformación tanto a nivel
ideológico, académico, operativo, cultural y jurídico, de los diversos sistemas de justicia penal en la gran
mayoría de los países del mundo durante fines del siglo XX, con miras a eficientar sus procesos de
administración de justicia bajo un marco de economía y prontitud, apegado al estricto velo de los
derechos humanos, y permitiendo la inclusión de medios alternos de solución de conflictos, que provean
una resolución más humana y cercana a los conflictos cotidianos del hombre en sociedad.
Los Derechos Humanos son los que posee la persona por el solo hecho de serlo, que
todas las autoridades, en el ámbito de sus competencias, tienen la obligación de promover, respetar,
proteger y garantizar, de conformidad con los principios de universalidad, interdependencia,
indivisibilidad y progresividad. En el caso concreto de México, el Artículo 17 segundo párrafo de la
Constitución Política de México contempla el derecho fundamental de acceso a la justicia como el
derecho público subjetivo que toda persona tiene para que se le imparta justicia por tribunales expeditos,
dentro de los plazos y términos previstos por las leyes, bajo principios de prontitud, justicia completa e
imparcial. En el cuarto párrafo del mismo precepto constitucional a partir de junio de 2008, se han
reconocido como un derecho humano para acceder a la justicia los mecanismos alternativos de solución
de controversias, que consisten en la negociación, mediación, conciliación y el arbitraje
EL CONFLICTO Y LOS MECANISMOS ALTERNATIVOS DE SOLUCIÓN DE
CONTROVERSIAS.
Existen diversas formas para poner fin a un conflicto, sin embargo, no equivalen todas a
una verdadera solución al mismo, por ejemplo; a través de la fuerza, una de las partes impone su
voluntad a los demás, pero el conflicto subsiste. En el caso de las formas heterocompositivas, un tercero
imparcial es quien decide sobre la controversia, ejemplo de ellas son la jurisdicción y el arbitraje. Por su
parte, en las formas autocompositivas son los involucrados quienes dan fin al conflicto, como sucede en
la negociación, la conciliación y la mediación, y se presentan mayores posibilidades de brindar una
solución que satisfaga a los implicados. Las formas auto-compositivas comparten elementos comunes,
principalmente que existe el acercamiento entre las personas en conflicto porque son ellas quienes
aceptan o deciden sobre la solución, sin embargo, poseen elementos distintivos. En la vía jurisdiccional
los juzgados resuelven conflictos derivados de cualquier relación jurídica. El juez juzga y ejecuta lo
juzgado. Reúne la autoría y la protestad. En el arbitraje el tercero decide sobre el caso que se le
presenta, y las partes deben aceptar la decisión. Él reúne la autoría pero no tiene potestad. La decisión
del árbitro se asimila a la sentencia de un juez y es denominado laudo arbitral. En la negociación las
partes involucradas llegan a un acuerdo, por lo general cada una se asiste de un experto (asesor,
abogado, etcétera), pero durante la negociación son ellos directamente los que dirigen y desarrollan el
proceso. Se diseñan estrategias (analizar hasta dónde conceder o hacer creer que se cede), para
obtener y lograr cada parte su mayor beneficio, que sea el mejor para todos es secundario. La dinámica
es que alguien gana en la medida que el otro cede (o pierde).
Conciliar al igual que mediar, también aproxima. La conciliación comparte con la
negociación la idea de equiparar el éxito del resultado con la celebración de un acuerdo por escrito. Se
recurre a ella con mayor frecuencia en el ámbito civil y laboral. El conciliador no sólo reconduce sino que
orienta y puede proponer soluciones. Por otro lado, comparte con la mediación la asistencia de un
tercero, la nota distintiva es el protagonismo de ese tercero. El conciliador tiene mayor relevancia en la
solución, en su función está el sugerir alternativas; en tanto que el mediador se pone al servicio de los
mediados, colaborando con ellos para que puedan lograr la solución. Deja el protagonismo a los
involucrados en el conflicto, se encarga de generar las condiciones óptimas para la comunicación y el
entendimiento. En la mediación, el mediador provoca la construcción de puentes de comunicación entre
los mediados. No es terapia pero tiene efectos terapéuticos. El mediador escucha a las partes
involucradas para identificar los intereses y facilitar un camino que permita encontrar soluciones
equitativas y justas para los participantes de la controversia. No se cede, se construye hacia el futuro.
Los mediados se mueven en la dinámica ganar-ganar. Lo primordial no es llegar a un acuerdo, sino la
gestión del conflicto, conciliar diferencias con base en el respeto y el reconocimiento
Como podemos observar en las formas auto compositivas mencionadas anteriormente,
todas y cada una de ellas, cuentan con elementos característicos muy específicos que las definen y que
marcan diferencias sustanciales, tanto en el fondo como en su forma.
Conciliación. Desde el punto de vista doctrinal se define como: “…la conciliación es
aquel procedimiento consistente en facilitar el relacionamiento y comunicación entre las partes,
designando a un tercero neutral, cuya función es la de compenetrarse con la controversia y sugerir
fórmulas de solución a las partes siendo estas quienes resuelven el conflicto
. Conciliación: Procedimiento no jurisdiccional de resolución de conflictos entre
particulares en materia penal, civil, mercantil, familiar o justicia para adolescentes, que tiene como
propósito que un tercero, ajeno al conflicto, proponga soluciones pacíficas y concretas entre las partes, y
éstas lleguen a un acuerdo…”
Arbitraje. Desde el punto de vista doctrinal: “Aquella institución jurídica por la que dos o
más personas establecen que cierta controversia específicamente determinada, existente entre ellas, sea
resuelta, conforme a un procedimiento legalmente establecido, por tercero o por terceros, a los que se
designa voluntariamente y a cuya decisión expresamente se someten, ya sea esta dictada conforme a
Derecho, ya conforme a equidad”.
El arbitraje es un procedimiento alterno de solución de conflictos, a través del cual, las
partes deciden voluntariamente, someter sus diferencias ante un tribunal arbitral.
Negociación. Es definida por el jurista Villalba desde el punto de vista doctrinal como: "
proceso mediante el cual dos o más partes -que tienen intereses tanto comunes como opuestos
intercambian información a lo largo de un período, con miras a lograr un acuerdo para sus relaciones
futuras ”.
Correa y Navarrete la definen como: "Proceso de lograr aceptación de ideas, propósitos
e intereses, buscando el mejor resultado posible, de tal manera que todas las partes sean beneficiadas".
I. El acuerdo reparatorio, y
II. La suspensión condicional del proceso.
Artículo 185. Formas de terminación anticipada del proceso
El procedimiento abreviado será considerado una forma de terminación anticipada del proceso.
ACUERDOS REPARATORIOS
Artículo 186. Definición
Los acuerdos reparatorios son aquéllos celebrados entre la víctima u ofendido y el imputado
que, una vez aprobados por el Ministerio Público o el Juez de control y cumplidos en sus términos, tienen
como efecto la extinción de la acción penal.
Para fijar las condiciones, el Juez de control podrá disponer que el imputado sea sometido a
una evaluación previa. El Ministerio Público, la víctima u ofendido, podrán proponer al Juez de control
condiciones a las que consideran debe someterse el imputado.
El Juez de control preguntará al imputado si se obliga a cumplir con las condiciones impuestas
y, en su caso, lo prevendrá sobre las consecuencias de su inobservancia.
Artículo 196. Trámite
La víctima u ofendido serán citados a la audiencia en la fecha que señale el Juez de control.
La incomparecencia de éstos no impedirá que el Juez resuelva sobre la procedencia y términos de la
solicitud.
En su resolución, el Juez de control fijará las condiciones bajo las cuales se suspende el
proceso o se rechaza la solicitud y aprobará el plan de reparación propuesto, mismo que podrá ser
modificado por el Juez de control en la audiencia. La sola falta de recursos del imputado no podrá ser
utilizada como razón suficiente para rechazar la suspensión condicional del proceso.
La información que se genere como producto de la suspensión condicional del proceso no
podrá ser utilizada en caso de continuar el proceso penal.
Artículo 199. Cesación provisional de los efectos de la suspensión condicional del proceso
La suspensión condicional del proceso interrumpirá los plazos para la prescripción de la
acción penal del delito de que se trate.
Cuando las condiciones establecidas por el Juez de control para la suspensión
condicional del proceso, así como el plan de reparación hayan sido cumplidas por el imputado dentro del
plazo establecido para tal efecto sin que se hubiese revocado dicha suspensión condicional del proceso,
se extinguirá la acción penal, para lo cual el Juez de control deberá decretar de oficio o a petición de
parte el sobreseimiento.