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1.

LOS ORIGENES DE LA FILOSOFIA


OCCIDENTAL.
1. Introducción. En este capítulo inicial vamos a acercarnos a conocer algunos datos sobre
el contexto histórico en el que tiene lugar el surgimiento de la filosofía, sobre cómo tiene
lugar el tránsito del mito al logos (saber racional o filosófico), y sobre cuál es la gran
pregunta que se hacen los primeros filósofos y las diferentes respuestas que recibe. 2.
Contexto histórico. Nos encontramos en la Grecia del siglo VII a.C. Sus pobladores son
gentes dedicadas a la agricultura, a la ganadería y al comercio a lo largo y ancho de la
cuenca mediterránea (al menos cuando las guerras que tienen lugar frecuentemente no lo
impiden). Tanto en el campo como en las ciudades (por ejemplo, Atenas), nos topamos con
una sociedad aristocrática (con gobiernos en cierta medida democráticos) en la que unos
pocos disfrutan de una gran calidad de vida, la mayoría subsiste a duras penas, y unos
cuantos extranjeros capturados en las campañas militares son utilizados como esclavos. La
carencia de libros sagrados y de una cerrada organización sacerdotal, así como la gran
cantidad de tiempo libre del que disponen los terratenientes (que suelen dedicar, además de
al disfrute de las artes y de otros placeres más o menos mundanos, al cultivo de las
relaciones sociales) será lo que posibilite la aparición de la reflexión filosófica. 3. El paso del
mito al logos (o pensamiento filosófico). Hasta aproximadamente el siglo VII a.C. los seres
humanos encontraban la respuesta a sus problemas y enigmas más acuciantes y
fundamentales acerca del origen del universo, del hombre, de la organización social, etc.,
en los mitos. Los mitos eran narraciones de los poetas (como Homero o Hesíodo) que
intentan ofrecer una explicación total sobre estas cuestiones que tanto han preocupado a
las personas de todos los tiempos. Un ejemplo de mito es el relato que ofrece la secta de
los Orfico-pitagóricos en el siglo VIII a.C. para explicar la naturaleza (o composición) del ser
humano. Es el mito de Dionisos. En el se dice que Zeus, padre de todos los dioses, creó a
su hijo Dionisos para no sentirse solo. Sin embargo, una noche, los titanes, seres maléficos
y 3 monstruosos, dieron con él y lo devoraron. En cuanto Zeus tuvo noticia de ello los
fulminó con un rayo. Luego recogió sus cenizas, las amasó e hizo al hombre. Debido a que
en él se encontraban los restos de Dionisos, todos tenemos un componente divino, el alma;
y debido también a que descendemos de los titanes, todos tenemos un componente
material al que se atribuyen connotaciones negativas: el cuerpo. En los mitos, los
fenómenos naturales y los comportamientos de los hombres dependen de la voluntad
arbitraria y antojadiza de los dioses. Pero también dependen de fuerzas mayores, como la
fuerza del destino. A partir del siglo VII algunos griegos (sobre todo aquellos que han
viajado y conocido otras culturas debido al comercio o a las guerras, o aquellos que tienen
tiempo para cultivar su intelecto o discutir con sus semejantes), dejarán de confiar en las
explicaciones míticas y comenzarán a intentar explicarse todo cuanto ocurre recurriendo a
la razón, a explicaciones racionales, al logos. De ese modo, las únicas afirmaciones
aceptables serán aquellas que resulten lógicas, coherentes; aquellas que puedan
demostrarse razonadamente. Con todo, es este dejar de confiar en los mitos para pasar a
confiar sólo en las explicaciones racionales, o sea, en el logos, lo que dará lugar al
surgimiento de la filosofía. 4. La pregunta por el origen. En sus inicios la filosofía, la reflexión
racional, el logos, va a tener como primera tarea preguntarse por el origen o arjé del cosmos
o de todo cuanto existe. El origen o arjé será: -aquello de donde todo procede y donde todo
acaba -lo fundamental, o sea, aquello de lo que todo está formado en última instancia. -la
fuerza interior gracias a la cual son y subsisten las cosas. En resumidas cuentas, tenemos
que los primeros filósofos se preguntarán cuál es la causa, el sustrato y el final de todo lo
que nos rodea. Pues bien, la respuesta que unos y otros darán es lo que veremos a
continuación. 5. Los primeros filósofos griegos y su repuesta a la pregunta sobre el arjé.
Con el nombre de “primeros filósofos griegos” se suele denominar a los pensadores del
período que abarca desde el nacimiento de la filosofía en el siglo VII 4 a.C. Hasta la
aparición de la figura de Sócrates. También han sido llamados “presocráticos”, pero esta
denominación no es válida, pues algunos de ellos viven en la misma época que el maestro
de Platón. La mayor parte de la obra de estos primeros filósofos se ha perdido y no nos
quedan más que algunos fragmentos citados por autores posteriores como Platón, Plutarco,
Aristóteles, Diógenes Laercio, etc. Este hecho hace que las interpretaciones de su
pensamiento sean difíciles y múltiples. Lo que todos ellos sí tienen en común, como ya se
ha apuntado, es que van a preguntarse, fundamentalmente, por el principio o arjé del
cosmos. De entre los más conocidos caben ser destacados los siguientes: -Tales de Mileto
(Aprox. 624-546). Matemático, astrónomo y político sostendrá que el arjé es el agua. “El
agua es el principio de todas las cosas y todas las cosas flotan sobre el agua”.
-Anaximandro de Mileto (Aprox. 610-545). Cartógrafo y astrónomo afirmará que el principio
es to ápeiron, o sea, lo ilimitado, lo indefinido, lo indeterminado. Solo lo indeterminado es
divino, y sólo lo divino puede producir todo cuanto existe y producir cambios en ello.
-Anaxímenes de Mileto (Aprox. 585-524). Postulará que el arjé es el aér, es decir, la niebla,
el vapor, aunque nosotros optaremos por pensar que se refería al aire. El aire, según
Anaxímenes, al calentarse da lugar al fuego; al condensarse da lugar al agua; y el agua
contiene partículas cuya sedimentación da lugar a la tierra y al resto de la materia orgánica.
-Heráclito de Efeso (Aprox. 544-484). Defenderá que el fuego es el arjé. Con esto, lo que
parecer querer darnos a entender es que el principio de todo cuanto existe es el movimiento
(porque el fuego es eso mismo: movimiento, devenir, cambio, mutación constante). Y más
que el fuego o el movimiento, lo que produce y mantiene todo cuanto nos rodea puede
decirse que es la oposición, la lucha entre contrarios, la tensión entre opuestos. Así, por
ejemplo, para que crezca una planta tiene que haber confrontación entre agua, tierra, sol,
etc.; para que se origine un nuevo día antes tiene que reinar la noche; para que haya
invierno antes tiene que haber verano... -Parménides de Elea (Aprox. 540-470). En contra
de Heráclito, contemporáneo suyo, postulará que el cambio, el movimiento no es el origen
de las cosas. El origen está en el ser. Este, es como “una esfera bien redondeada, limitada,
inmóvil, indivisible, 5 eterna. Solo la vía de la apariencia, el testimonio engañoso de los
sentidos puede afirmar lo contrario”. -Pitágoras (570-496). Afirmará que en el origen de todo
está el número. La música, por ejemplo, se produce cuando se sigue un compás (que tiene
en cuenta unas referencias numéricas), cuando una nota dura un determinado tiempo
(expresado a partir de números) en comparación con las demás… Una mesa, por poner
otro ejemplo, se crea gracias a que el carpintero utiliza unas medidas basadas en números.
-Empédocles de Agrigento (570-496). El arjé, la raíz de todo está en una síntesis de los
cuatro elementos primarios: el fuego, el aire, la tierra y el agua. Cada uno de estos
elementos es eterno e imperecedero. Se unen y se separan gracias a dos fuerzas que
actúan sobre ellos: la atracción y la discordia. -Anaxágoras de Clazomene (Aprox. 500-428).
Afirmará que el principio es una mezcla en la que están presentes todos los elementos que
componen la realidad. Así, por ejemplo, en este folio de papel, aunque no lo veamos, hay
agua, aire y las mismas partículas que componen cualquier otro objeto de nuestro mundo.
-Demócrito de Abdera (460-370). Su tesis es que el arjé está formado por átomos y vacio.
Todo se compone de átomos (que se diferencian entre sí por su forma y su tamaño –los hay
lisos, angulosos, grandes, pequeños, etc.- que se unen entre sí y por pequeños espacios
que quedan entre ellos. El movimiento de los átomos es espontáneo. No está generado por
nada ni por nadie. Todo es como es por puro azar.

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