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A través de este trabajo se busca evaluar el papel desempeñado por Haití durante la
proliferación del azúcar por todo el globo, al punto de convertirse en un producto de
primera necesidad para la sociedad del siglo XVIII y hasta nuestros días. Esto se hará
primero, bajo el análisis general de la historia azucarera, sus rasgos característicos y su
público principal, particularmente en Haití, y a través del Code Noir, entendido como una
carta blanca utilizada por la Francia de la época para potenciar la producción de
azúcar. Además de analizar las consecuencias del desarrollo de la industria azucarera,
siendo el más devastador la esclavitud. Todo esto a través de una mirada comparativa de la
colonia de Santo Domingo durante el siglo XVIII y la situación actual de el mismo
territorio, hoy denominado Haití.
Para nadie es un secreto que la navegación abrió el camino a la exploración, y que aquellos
que la dominaron fueron los protagonistas de uno de los cambios de paradigmas más
importantes de la historia humana. Se abrieron paso a horizontes inimaginables hasta ese
momento, recorriendo el planeta entero, apropiando todo a su paso y dominando uno de los
obstáculos más difíciles de sortear, los océanos. Pero existe una historia paralela que
merece ser tratada a profundidad en estas páginas; es la de aquellos lugares en los que toda
esta sed de aventura y dominio se desplegó, y como si de un huracán inclemente se tratara,
arrasó con lo que había a su paso. Haití es prueba viviente de ello.
Las corrientes marinas que surcan las costas de esta relativamente pequeña isla fueron
primordiales para la explotación de las mismas; corrientes directas y constantes, orientadas
hacia las potencias europeas de la época hicieron de este lugar la cuna perfecta para las
colonias; tierra fértil, ruta “fácil” y por supuesto mucha mano de obra a la que someter y
esclavizar; el paraíso terrenal de todo aquel que desease forjar una gran riqueza; riqueza
que se forjó gracias a la deliciosa caña de azúcar, que crece con alevosía en dichas tierras.
El proceso de fabricación y refinación del azúcar requiere, aún en nuestros días, de gran
cantidad de recursos, es apenas imaginable la mano de obra requerida para abastecer a todo
el planeta de azúcar durante la época de la colonia. Una mano de obra irremediablemente
esclava. Con la consolidación de la industria azucarera se hizo necesario el traslado de
miles de esclavos negros hasta Santo Domingo, Capital de Haití, con la finalidad de suplir
esta necesidad de mano obrera, una que fuese barata y prescindible. En el marco de esta
nueva industria se forjó entonces lo que conocemos como Code Noir, un decreto mediante
el cual se pretendía regular las condiciones de la esclavitud en las colonias francesas, Sin
embargo, este era prácticamente irrelevante a la hora de proteger a los esclavos de, por
ejemplo el maltrato físico en la plantación, no obstante, brindaba un suelo legal fértil para
la reglamentación del comercio que enriquecía a los terratenientes de estas plantaciones y
por supuesto, como justificación de los actos atroces que se cometían en esas tierras.
Es irónico pensar en que todo el azúcar producido por los negros jamás tocó sus labios,
pero a la vez es entendible el hecho de que así fuese; para los blancos resultaría inaudita la
idea de que un manjar tan refinado y codiciado tocase los labios de un ser que no estaba
siquiera al nivel de un perro. Esta afirmación podría sonar absurda, malsonante y
despectiva, sin embargo, es aquí donde otra ilustración y en particular su significado toma
poder y la siguiente pregunta cobra fuerza: ¿Qué tan cerca estaban los negros del azúcar?
Para dar respuesta es relevante el análisis de A Family of Three at Tea (1727) de Richard
Collins. Victoria and Albert Museum, Londres en la cual podemos observar una familia
blanca, claramente rica, debido a sus vestiduras, tomando apaciblemente el té,
probablemente endulzado con azúcar haitiano, acompañados de un adorable perro que
parece asomar a la mesa en busca de un manjar para degustar. Es aquí donde se evidencia la
razón de ser de esta industria, el placer de degustar una taza de té dulce, un placer que sólo
aquellos que no han sufrido para producirlo pueden satisfacer; un placer hecho para
personas tan blancas como el azúcar mismo.
Ahora, una vez entendido el público al que se destinaba este polvo cristalino y dulce, no es
de extrañar que la figura que represente ese placer no se trate de un negro esclavo, mutilado
y cansado, como se dijo antes, no es muy buena publicidad. Por el contrario, la imagen
insignia, el logo que se vendía a los consumidores era, irremediablemente, blanco. Para la
muestra tenemos este azucarero (circa 1750). Fábrica de Porcelana de Ruan (Rouen)
Francia. Decorado exquisitamente con una persona de tez nívea, con vestiduras orientales y
rodeada de hermosa y fructífera vegetación, una imagen muchísimo más agradable a los
ojos de un consumidor blanco, rico y privilegiado.
Ahora bien, luego de todo este análisis de la industria azucarera y su desarrollo acelerado,
salta a la vista su indiscutible relación con la esclavitud y en particular con el sometimiento
de millones de personas en un lugar tan relativamente pequeño cómo lo es Haití; una tierra
fértil y negra. Es por esta razón que es también menester resaltar el desarrollo de la
industria posterior a esta etapa colonial. Desde el día primero de enero de 1804 Haití,
antigua colonia de Santo Domingo y máxima productora azucarera del mundo, se declaró
como la primera nación de américa latina totalmente independiente de Francia y más
importante aún proclamó el veto definitivo e irrevocable del motor de esta industria, la
esclavitud. Llegados a este punto es necesario realizar la pregunta más relevante: ¿Qué pasó
después?
Para el lector de hoy es normal pensar en Haití como una nación destruida, pobre y sin
esperanza, sin embargo, el Haití del que se ha hablado en estas páginas dista mucho de esa
realidad y la pregunta que salta sobre sus cabezas es ¿cómo llegamos a esto? La respuesta
es más simple de lo que parece; Haití le fue arrebatado a los blancos de la misma manera en
la que fue sometido, con sangre, sudor y lágrimas; los doce años de guerra civil que se
libraron durante la revolución se quedan cortos ante los horrores que estas tierras
presenciaron para ver la libertad. Una libertad agridulce, pues si algo hicieron los blancos
luego de perder esa guerra fue cobrar venganza.
Al finalizar esa guerra los haitianos recuperaron la libertad de su territorio, sin embargo,
este estaba reducido a cenizas; pero, como si fuera poco, este país tuvo que enfrentarse a la
furia de las potencias, quienes no sólo se negaron a reconocerlos durante años como nación,
sino que, además, les obligaron a pagar por su “rebeldía” multando entonces a la pequeña
isla con cifras inauditas por las pérdidas que los terratenientes franceses tuvieron, entre
ellas sus territorios y para colmo sus esclavos. Es aquí donde la decadencia actual de esta
pequeña nación cobra sentido; donde se observa la amargura detrás de toda la historia del
azúcar en el globo y sobre todo donde se evidencia todo el sufrimiento que esa pequeña
cucharada, no sólo causó, sino que sigue provocando en este pequeño pero miserable lugar.
Haití fue durante la colonia la nación más rica, en cuanto a recursos, pero también fue la
nación más pobre en libertad. El azúcar, como la libertad tienen un precio, sin embargo, a
Haití le tocó asumir un costo demasiado alto por ambas cosas. Es así como llegamos al
final de esta historia. Hoy en día todos en casa tenemos este manjar tan codiciado, salimos a
las tiendas y lo compramos a precios de regalo, sin embargo, la cuna de este sigue siendo
igual de amarga.
Referencias:
BBC News Mundo. (2018, 30 diciembre). La multimillonaria multa que Haití le pagó a
https://www.bbc.com/mundo/noticias-46680927#:%7E:text=El%201%20de
%20enero%20de,que%20%C3%A9l%20mismo%20se%20asign%C3%B3.
https://archive.org/details/lecodenoirouedi00fran/page/2/mode/2up?view=theater
du Tertre, J. (1610–1687). Histoire générale des Antilles habitées par les François
https://gallica.bnf.fr/ark:/12148/bpt6k1140206.image
marítimas.
https://earth.nullschool.net/#current/ocean/surface/currents/overlay=primary_waves
/orthographic=-78.50,25.62,1555/loc=-26.184,14.519
Collins, R. (1727). A Family of Three at Tea [Pintura al óleo en un marco de madera tallada
y dorada titulada «Una familia de tres en el té». Todos están bebiendo té de un buen
servicio de té en la mesa. Hay un pequeño perro en la silla al lado de la madre
https://collections.vam.ac.uk/item/O56103/a-family-of-three-at-oil-painting-collins-
richard/a-family-of-three-at-oil-painting-richard-collins/