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PRONOSTICO DE UN PACIENTE

TRAS UN ICTUS
DANIELA ZUNIGA

0801-2002-07656

La gravedad del accidente cerebrovascular y su evolución muchas veces se valoran a través de


mediciones estandarizadas como la Escala para Accidente Cerebrovascular de los National
Institutes of Health (NIH) (véase tabla Escala para Accidente Cerebrovasclar de los National
Institutes of Health); la puntuación en esta escala se correlaciona con la extensión del deterioro
funcional y el pronóstico. Durante los primeros días, puede ser difícil predecir la progresión y el
resultado. La edad avanzada, la alteración de la conciencia, la afasia y los signos del tronco
cerebral sugieren un mal pronóstico. La mejoría temprana y la menor edad sugieren un pronóstico
favorable.

Aproximadamente el 50% de los pacientes con una hemiplejía moderada o grave y la mayoría de
los que tienen un déficit más leve pueden atender sus necesidades básicas y caminar
adecuadamente. La recuperación neurológica completa ocurre en alrededor del 10%. El uso del
miembro afectado suele ser limitado, y la mayoría de los déficits que persisten pasados 12 meses
son permanentes. Los pacientes con antecedentes de accidente cerebrovascular tienen un riesgo
elevado de experimentar accidentes cerebrovasculares subsiguientes y cada uno tiende a
empeorar la función neurológica. Alrededor del 25% de los pacientes que se recuperan de un
primer accidente cerebrovascular tienen otro accidente cerebrovascular dentro de los 5 años.

Después de un accidente cerebrovascular isquémico, alrededor del 20% de los pacientes mueren
en el hospital; la tasa de mortalidad aumenta con la edad.

ICTUS ISQUEMICO
Es necesario valorar el grado de incapacidad temporal o permanente del paciente pos ictus
isquémico de cualquiera de estas arterias cerebrales afectadas, para prescribir el tratamiento
rehabilitador adecuado en la recuperación de las secuelas de este síndrome y poder determinar su
pronóstico funcional. Si logramos definir qué factores predictivos y déficits neurológicos deben ser
evaluados en el paciente pos ictus para lograr una disminución de su estancia, y una ganancia de
las funciones perdidas; lograremos una relación coste-beneficios objetiva en los pacientes tratados
por esta especialidad.

la mejoría funcional es mayor durante el primer mes después del ictus, se mantiene hasta el tercer
mes; es menor entre el tercer y sexto mes, y experimenta cambios progresivamente menores
entre el sexto y duodécimo mes.
Se deben evaluar las complicaciones que haya presentado este paciente durante su ingreso en la
fase aguda tanto en un servicio de Neurología como en una Unidad de Ictus, pues un infarto agudo
de miocardio, úlcera por presión, convulsiones, neumonía nosocomial, infección urinaria,
trombosis venosa profunda, o cualquier disfunción fisiológica presente durante su evolución en
estos servicios puede ser una contraindicación latente de actividad a realizar en un servicio de
Rehabilitación.

Una vez superada la fase aguda, tampoco se está exento de complicaciones, que precipiten el
fallecimiento. A los seis meses el 60% de las defunciones suelen obedecer a complicaciones
cardiopulmonares. Las personas mayores de edad tienen un mayor riesgo de sufrir un ictus por
cada década después de los 55 años; el riesgo del ictus se duplica, y 2/3 partes de estos eventos
ocurren en las personas mayor de 65 años, las que tienen un riesgo siete veces mayor de morir por
esta causa.

Sin embargo, para lograr un mejor pronóstico mediante la rehabilitación hay factores que se
deben tener en cuenta como los siguientes:

 Un ictus previo  Tabaquismo


 Edad avanzada (más de 60 años).  Hipercolesterinemia
 Familiares con ictus  Diabetes mellitus
 Alcoholismo  Sexo masculino
 Hipertensión arterial  y el consumo de drogas ilegales
como la cocaína, y la anfetamina

ICTUS HEMORRAGICO
El ictus hemorrágico es, menos frecuente que el ictus isquémico, pero mucho más destructivo y
tiene una mayor mortalidad. Mientras que en el ictus isquémico la mortalidad se sitúa entre el 10
y el 15%, en el hemorrágico asciende a entre el 30 y el 40%.

En líneas generales, se calcula que entre el 25 y el 30% de todos los ictus son hemorrágicos.

Si un accidente cerebrovascular hemorrágico (derrame cerebral o ictus hemorrágico) no es masivo


y la presión intracerebral no es muy elevada, el pronóstico será probablemente mejor que el de un
accidente cerebrovascular isquémico con síntomas similares. La sangre (en un accidente
cerebrovascular hemorrágico) no lesiona el tejido cerebral tanto como una aportación insuficiente
de oxígeno (como sucede en un accidente cerebrovascular isquémico)

Después de un accidente cerebrovascular a menudo se produce una depresión, que puede afectar
la recuperación. Sin embargo, la depresión puede tratarse. Por lo tanto, si una persona que ha
sufrido un accidente cerebrovascular se siente inusualmente triste o ha perdido interés o placer en
realizar actividades que antes le resultaban agradables, debe informar al médico. El médico
también pregunta a los familiares si han notado algún signo de depresión en la persona. Así, el
médico puede determinar la presencia de depresión y, si la hay, tratarla.

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