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Análisis del soneto ‘A una nariz’, de Francisco de

Quevedo
Este maravilloso y famoso soneto de Quevedo en realidad es una figura burlesca. La
poesía se centra en un objeto (en este caso parte del cuerpo) concreto, y gira en torno a
él para definirlo mediante símiles y metáforas. Quevedo trata aquí al protagonista de la
poesía como un personaje figura, que es aquel que se caracteriza por un rasgo particular.
En este caso, la nariz. Por lo tanto se trata de una figura natural, algo que el personaje
posee por naturaleza.

Este soneto podría ser bien una caricatura. Se exagera un rasgo muy característico
del personaje a quien van dirigidos los versos.

Este soneto está compuesto por 14 versos, y se construyen con un paralelismo, ya que


es una descripción que nace de un mismo eje, con una continuidad estructural y dos
versos de cierre.

La composición incluye metáforas e hipérboles, y casi todos los versos van precedidos
por un ‘érase’, que no es otra cosa que una parodia referencial de la forma en la que
empiezan los cuentos: ‘érase una vez…’.

Qué quiere decir cada verso de esta sátira de Quevedo


Aquí tienes algunas metáforas, hipérboles y comparaciones que Quevedo utiliza en el
soneto:

– El primer verso dice ‘Érase un hombre a una nariz pegado’: Lo más normal es que la
nariz esté ‘pegada’ al rostro, pero aquí Quevedo nos dice que la nariz era tan grande que
el hombre parecía ‘pegado’ a ella.

– En el verso ‘Érase una nariz superlativa’: Superlativo significa desmesurado.

– ‘Érase una nariz sayón y escriba’: Está claro que Quevedo hace una referencia a la
característica nariz larga de los judíos, ya que usa dos palabras judías. Sayón significa
‘verdugo’ y ‘escriba’, que era entre los hebreos el que interpretaba la ley.

– ‘Érase un peje espada muy barbado’: Peje significa pez. Aquí Quevedo compara la
nariz con la de un pez espada que además tiene una barba larga (no sabemos si quiso
hacer referencia a los pelos del apéndice del aludido).

– ‘Era un reloj de sol mal encarado’: El reloj usa una larga vara (normalmente de hierro)
para que el sol pueda proyectar una sombra. Del mismo modo, la nariz es pues, como
esa larga barra de hierro que además proyecta una larga sombra al estar contra el sol.

– ‘Érase una alquitara pensativa’: De nuevo utiliza aquí una frase muy caricaturesca, ya
que la alquitara es en realidad el tubo de un alambique, por donde cae un líquido
destilado.
– ‘Érase un elefante boca arriba’ y ‘era Ovidio Nasón más narizado’ son hipérboles,
exageraciones sobre la nariz. Así es que, el elefante boca arriba alude a la magnitud del
tamaño del apéndice, y el nombre de Ovidio Nasón (un poeta clásico) lo usa por la
similitud entre ‘Nasón’ y ‘Narizón’.

Análisis de los últimos versos del soneto ‘A una nariz’, de


Quevedo
– ‘Érase el espolón de una galera’ y ‘érase una pirámide de Egipto’ son nuevas
hipérboles que comparan la nariz con elementos de una magnitud considerable.

– ‘Las doce tribus de narices era’: Se refiere aquí a las doce tribus de Israel, una nueva
referencia judía.

– ‘Érase un naricísimo infinito’: Aquí no hay más que añadir. Infinito… Esta es la
mayor longitud, sin duda, que se puede dar a la nariz.

– Nariz tan fiera que en la cara de Anás fuera delito’: Anás era un personaje que aparece
en la Pasión de Cristo. Era uno de los sumos sacerdotes que enviaron a Cristo a Poncio
Pilatos. Y como judío que era, parece con derecho a tener una nariz grande, pero
Quevedo ve incluso que esta nariz que describe supera la suya y por mucha diferencia.

Dato: En otros textos el final es este otro:

‘Érase un naricísimo infinito,

frisón archinariz, caratulera,

sabañón garrafal, morado y frito’.

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