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LA ALIANZA ENTRE LOS FRANCOS Y LA IGLESIA CATÓLICA

Tras el término del imperio romano de occidente y la descomposición del sistema esclavista, los
pueblos germanos, conocidos como bárbaros se asientan en los territorios que fueron parte del
imperio. Uno de estos pueblos, el franco, se convirtió al cristianismo bajo el rey Clodoveo
estableciendo la dinastía merovingia. Luego de ello por buen tiempo gobernaron los mayordomos,
nobles que asistían a los llamados “Reyes Holgazanes”. Carlos Martel, mayordomo franco, detuvo
la expansión árabe en la batalla de Poitiers (732), impidiendo la expansión islámica en toda Europa
defendiendo el naciente poder la nobleza feudal. Su hijo Pipino “El Breve”, aconsejado por el papa
Zacarías, derrocó al rey holgazán Childerico III y se proclamó rey de los francos, estableciendo la
dinastía Carolingia.

Ya en el poder, los carolingios establecieron una alianza con la Iglesia Católica luego de derrotar a
los lombardos en el norte de Italia que acosaban al papado. Los francos le conceden a la iglesia
católica territorios para su administración. De esta manera la iglesia obtiene poder político y
jurisdiccional: los ESTADOS PONTIFICIOS en Roma (actual Vaticano). A los reyes francos la iglesia
les concedió el "poder espiritual" como una forma de justificar bajo el manto religioso el poder
franco. De esta manera los reyes francos serán “reyes bendecidos por Dios". Así la iglesia establece
una de sus principales estrategias que le han permitido mantenerse con poder hasta hoy: la alianza
con el poder político, con el llamado poder temporal, alianza que le ha servido para proteger sus
intereses y los de la clase dominante.

Unos de los hijos de Pipino, Carlos, es coronado rey (768-814), restablece la unidad de los francos y
desenvuelve la expansión militar por gran parte de Europa central. En ese proceso irá centralizando
el poder de la nobleza feudal e impulsará la cristianización del continente. Consecuencia de ello será
su coronación como emperador en el año 800 por el papa León III, dando forma al IMPERIO
CAROLINGIO en Europa Occidental, imperio germánico y católico que pondrá las bases para el
desarrollo del feudalismo y la consolidación del poder supremo de la Iglesia durante toda la Edad
Media.

a emperador

En un contexto histórico en el que el poder político del Papa y del catolicismo se


encontraba muy limitado por la expansión del Islam, por un lado, y por la supremacía
del Imperio Bizantino en la Europa Oriental, por otro, se enmarca la subida al trono
de Carlomagno y la configuración de un nuevo Imperio en Occidente. Las bases para
la creación de éste, no se limitan, sin embargo, a la persona de Carlomagno, puesto
que ya se venía dando desde la época de su padre, Pipino el Breve (llamado así por
su corta estatura), que pasó de ser un mayordomo de palacio de Neustria a rey de los
francos en 751. Es en esa fecha cuando Pipino depone al último rey merovingio,
Childerico III, y se produce la subida al trono de la dinastía carolingia.

Esta dinastía va a entablar relaciones con el Papado, y aunque ya hubo un


acercamiento con Carlos Martel, padre de Pipino, fue con éste último con quien se
sellaría de manera definitiva la alianza, cuando decide responder a las peticiones del
Papa Zacarías para frenar la expansión lombarda. De esta manera, la dinastía
carolingia consigue el apoyo de la Iglesia, y el rey de los francos sería considerado el
principal defensor de la cristiandad. A cambio de este apoyo, Pipino se comprometía a
defender a la Iglesia de los lombardos, lo que trajo como consecuencia una invasión
de estos últimos a los territorios francos de la Romaña y la Marca bizantina en el año
754, que finalmente fracasó. Los francos expulsan entonces a los lombardos de estos
territorios, y dos años después, en base a la donación de Quierzy, deciden cederlos al
Papa, extendiendo de esta manera sus dominios. La Iglesia, para justificar esto, alude
a la Donación de Constantino, un documento falsificado por la cancillería pontificia en
el que se refleja una cesión de territorios al Papa Silvestre I por parte de Constantino,
con el fin de hacer ver que las posesiones que había obtenido no eran tanto una
concesión de la monarquía carolingia como una vuelta de estas a su legítimo dueño.

En cualquier caso, la muerte de Pipino dará pie a una división del reino entre sus dos
hijos, Carlomán y Carlos, hasta la muerte repentina del primero en 771, momento en
que Carlos pasará a heredar todas las posesiones de su padre. Una de las primeras
acciones que lleva a cabo es la de abandonar a su esposa Desiderata, cuyo
matrimonio suponía una alianza con los lombardos, y congraciarse con el Pontífice.
Esto supuso, como era de esperar, la enemistad y el ataque de los lombardos, a lo
que responderá entrando militarmente en la Península Itálica, donde los somete en
774 tras tomar Pavía, y a partir de lo cual se proclama no sólo rey de los francos, sino
también de los lombardos. Desde ese momento, llevará a cabo una serie de
conquistas militares que le llevarían a ser llamado “Carlos el Grande” o “Carlomagno”,
y que abarcarían los territorios de Sajonia, Baviera y el Imperio de los Ávaros. A ello
hay que sumar el intento de frenar el avance del Islam de la Península Ibérica, lo que
daría lugar a la creación de la Marca Hispánica. Carlomagno, como vemos, contribuyó
a aumentar los dominios del reino de los francos hasta convertirlo en un auténtico
imperio, algo que se puso de manifiesto, sobre todo, con su coronación como
emperador en el día de Navidad del año 800.

Esta ceremonia, en la que el Papa, León III, pone la corona en la cabeza de


Carlomagno, simboliza la creación de un nuevo y poderoso Estado, a la altura de
Bizancio o de los Estados Pontificios. Aunque el Papa intentó utilizar este ritual para
hacer ver que era la Iglesia la que daba el poder a Carlomagno, este último se
encargó de evitar que la influencia del pontífice en su gobierno no fuera mayor que la
de un simple consejero religioso, y que, de esta manera, no interviniera en sus
asuntos. Nace entonces el gran Imperio de la cristiandad occidental, que sería
considerado heredero del antiguo Imperio Romano, y que se mantendría durante no
mucho tiempo, ya que a la muerte de Carlomagno, en 814, su hijo y heredero, Luis el
Piadoso, encontraría una gran cantidad de problemas para mantener tan vasta
extensión de territorios, y sería testigo de la descomposición del Imperio construido
por sus antecesores.

Pese a todo, sería interesante hablar de la administración que Carlomagno estableció


para el control de sus territorios. En este sentido, se estableció como centro teórico
el palatium, la Corte, que lo acompañaba allá donde fuera, y que finalmente se
asentó en Aquisgrán. Pero además, los territorios se dividirían en condados,
gobernados por aristócratas de cada zona en calidad de condes, y cuya labor sería
supervisada por los missi dominici (enviados del señor), una especie de supervisores,
también aristócratas, y que ejercían su labor por parejas, de manera que uno de ellos
era laico, y el otro, un miembro de la jerarquía eclesiástica. Con respecto a la
recaudación fiscal, se regularía en base al capitular De villis, mientras que el poder
judicial se desarrollaría en los tribunales condales, donde a los testimonios y
juramentos se uniría un nuevo tipo de prueba, como es la “ordalía” o “juicio de Dios”,
que consistía en atender a la supuesta voluntad divina en varios tipos de procesos, en
muchos casos relacionados con el fuego. Como curiosidad al respecto, de ahí viene la
expresión “poner la mano en el fuego”. Por último, con respecto a la administración
militar, Carlomagno se aseguró la fidelidad de sus vasallos mediante un sistema de
entrega de tierras en usufructo o feudos, estableciendo una relación mediante la cual
los vasallos prestaban al emperador dos tipos de servicio; el auxilium, o apoyo
militar, y el consilium, o consejo en cuestiones políticas. Todo ello a cambio de las
tierras que el emperador cedía a estos.

La subida al trono de Carlomagno supone la culminación del proceso iniciado por su


padre y su abuelo, por el cual se lleva a cabo la gestación de un nuevo poder imperial
cristiano en manos de la dinastía carolingia. Este nuevo imperio, sustentado en las
relaciones feudovasalláticas, en un control del emperador a través de los missi
dominici y en una defensa de la cristiandad y una alianza con el Papado, se
constituiría como el gran Estado de Occidente, pero no sobrevivió, al menos en su
forma original, durante mucho tiempo, ya que su descomposición se empezó a
producir en tiempo de Luis el Piadoso. En cualquier caso, tanto Carlomagno como sus
antecesores, Pipino y Carlos Martel, dedican sus esfuerzos a la creación de un nuevo
poder heredero del desaparecido Imperio Romano Occidental, y podría hablarse, por
tanto, de una renovatio Imperii Romanorum en la figura del emperador carolingio.

Imágenes:
El Papado, invento de los francos. Papas carolingios y Estados Pontificios
06.03.13 | 11:49. Archivado en Iglesia Instituciones, Papa, obispos, Política

Tomo la palabra “invento” en el sentido de encuentro positivo, pero también


de engaño premeditado, ideológico al servicio del poder, con documentos
legales “apócrifos”, creados por juristas cortesanos sin escrúpulos morales, para
gloria de sus soberanos eclesiásticos (y civiles).
Hasta ese momento (754), el Obispo de Roma había estado bajo el influjo de
las iglesias de Oriente y, en especial, bajo el Imperio Bizantino, y aunque tuviera
bastante autonomía no era “independiente”, sino que formaba parte de un entrañado
de pactos entre los diversos patriarcados (Antioquía, Alejandría, Jerusalén,
Constantinopla). Ciertamente, Roma era un patriarcado grande, llevaba la
memoria de Pedro y Pablo, pero no tenía poder real sobre las iglesias de
Oriente ni sobre el conjunto de la cristiandad, aunque podía entenderse como
primero entre patriarcados e iglesias iguales.
Las cosas empezaron a cambiar cuando surgió en occidente el nuevo Imperio
Romano de los Francos, que crearon los Estados Pontificios y lograron la
independencia real del Papado de Roma. En ese sentido, con un poco de
exageración, podemos decir que el Papado es un invento franco (aún no
puede decirse francés, pues el centro del imperio era germano, en el entorno
de Aquisgrán).
Ese invento franco-francés del Papado sigue definiendo la historia católica
hasta el día de hoy. Ha sido un invento de grandes consecuencias, un hecho
clave para el futuro de Europa Occidental…
EstePapado ha sido una buena política, pero la Iglesia ha pagado por ello un peaje
demasiado grande, fundado además en dos grandes “mentiras jurídicas” (La
donación de Constantino y la Falsas Decretales Isidorianas) y en su
identificación con un tipo de política imperial. Ciertamente, el Derecho es bueno
y un tipo de poder es necesario. Pero una parte considerable del Derecho (empezando
por el “canónico”) es una mentira establecida al servicio del poder (que al final no
está en manos del Papa, sino del Emperador de turno, como muestra bien la imagen).

Ahora (marzo del 2013) mientras pensamos en la elección del nuevo Papa, rey-
heredero de los "estados" que los francos dieron a los primeros papas-reyes
religiosos, será bueno que tengamos en cuenta algunos hechos del pasado. En la
imagen aparece el Papa León III coronando Emperador a Carlomagno, que le sostenía
como Papa y le daba unos Estados Pontificios, pero convirtiéndole de hecho en "rey
vasallo". Buen día a todos.
1. Los Estados Pontificios (754 d.C.)

Aunque los papas anteriores (siglos VI-VII) habían logrado ya mucha autonomía
social y religiosa, ellos seguían dependiendo en el plano social y político de los
emperadores bizantinos, que controlaban de alguna forma su nombramiento y el
desarrollo de su poder. Sólo ahora, al desvincularse de Bizancio y crear los Estados
Pontificios, para dirigir la marcha social y religiosa del occidente europeo, los papas
podrán alcanzar su plena autonomía, apareciendo como “fundadores” de un nuevo
imperio cristiano, en vez de seguir dependiendo de uno que había existido en tiempos
anteriores (el imperio romano-bizantino).

Fue una decisión de gran alcance, que marca el nacimiento de Europa Occidental, que
se desliga de Bizancio, para volverse latina, bajo dirección y predominio del obispo de
Roma. Hasta ese momento (a mediados del siglo VIII), los papas habían estado de
hecho bajo dominio bizantino (de manera que el «basileus» aparecía como
representante de Dios, protector de la iglesia). Pues bien, a pesar que el Imperio
Bizantino había reconquistado gran parte de su fuerza, con León II y su hijo
Constantino V, el año 754 los papas tomaron una decisión transcendental para
la historia de occidente: Pidieron la ayuda y protección de los reyes francos,
bajo cuyo autoridad se pusieron, recibiendo como signo de autonomía unos
“estados propios” (pontificios), que marcarán la historia de la iglesia latina.
Como gesto de agradecimiento, años más tarde, los papas “coronarán”
emperador al rey franco (año 800), creando un nuevo imperio, que
dependerá de la Iglesia, a diferencia del bizantino, que había nacido de la Roma
pagana y que, por tanto, era independiente de la Iglesia. La iniciativa había partido
del Papa Esteban II (752-757) quien, amenazado por los bárbaros del Norte y sin
confianza en el imperio bizantino, se dirigió a los francos para pedir a su rey, que le
protegiera y le diera unos «estados propios», en los que pudiera actuar con libertad,
sin el control del emperador de Bizancio o de otros reinos bárbaros.
Pipino cumplió la petición y conquistó para Esteban unos territorios llamados “Estados
Pontificios” (754), que se han mantenido bajo el poder del Papa, como Estado
territorial durante más de 1.200 años (hasta la “conquista” piamontesa: año 1870), y
después como pequeño Estado religioso (Ciudad del Vaticano), desde el 1929 a la
actualidad, siendo según eso el más antiguo de los estados de occidente.

‒ Independencia política. La constitución de unos Estados Pontificios, garantizados


por los reyes y emperadores francos (luego germanos), permitirá que los papas
tengan poder efectivo sobre un “reino propio”, centrado en Roma, obteniendo así un
tipo de “independencia” política frente a los estados del entorno. Por otra parte, de un
modo indirecto, al recibir ese poder de los reyes, el Papa les avala y sostiene de un
modo “religioso”, haciéndoles emperadores, representantes de Dios en sus estados.

‒ El emperador de occidente (franco o germano) será durante siglos protector político


del papado, pudiendo así elevar su pretensión de soberanía universal (quizá más
teórica que práctica) sobre los reinos de occidente. Los dos poderes (un emperador,
un papa) se vinculan y refuerzan de manera nueva, distinta de la que seguía
existiendo en Bizancio (donde el emperador había sido en principio independiente de
los obispos o del patriarca).
Esta etapa se extiende del concilio de Nicea II (contra iconoclastas: 787) al de
Constantinopla IV (discusiones entre Roma y Constantinopla, en torno al Patriarca
Focio: 869). En perspectiva occidental, su historia está marcada por la “reforma”
político/eclesial de Carlomagno, nieto de Carlos Martel (vencedor de Poitiers: 732) e
hijo de Pipino el Breve (creador de los Estados Pontificios: 754), que fue rey de los
francos durante casi cincuenta años (768-814).

2. Los papas bajo el nuevo Imperio: Carlomagno

La coronación imperial de Carlomagno (año 800) marca el comienzo del imperio


cristiano de occidente, que ha definido la historia posterior de Europa. Cuando se
celebre el concilio de Constantinopla IV (869) el impulso creador de esta Reforma
Carolingia habrá terminado, pero ella renacerá más tarde en la Reforma Gregoriana,
con el nuevo imperio Romano Germánico, en el siglo XI.

Como elementos destacados de este período se pueden citar el “pacto de Ludovico


Pío”, con la ratificación de los Estados Pontificios (817), y la divulgación de las
“decretales” pseudo-isidorianas que, entre otras cosas, sirven para justificar el poder
del Papa y la existencia de los Estados Pontificios. Ciertamente, el Papa sigue siendo
una figura central, pero el “peso” de la marcha de la iglesia latina no lo lleva él, por
ahora, sino la corte carolingia, donde se realiza la primera reforma de la Iglesia de
occidente. En ese contexto he querido destacar la creación de la archidiócesis de
Hamburgo (832), que marca el comienzo de la evangelización de los países nórdicos:

‒ 800 Carlomagno coronado emperador. Fue el artífice de la reforma carolingia,


impulsor de la nueva Europa
‒ 817 “Pacto Ludoviciano”. Ludovico Pío (814-840), nuevo emperador, ratifica la
existencia de los Estados Pontificios, y su compromiso de ayudar al Papa.
‒ 850 Decretales pseudoisidorianas, creadas para defender e impulsar jurídicamente
la nueva realidad de la iglesia occidental, centrada en el papado.
‒ 869 Concilio de Constantinopla IV. Última gran asamblea (aunque discutida) de
iglesias de Roma y Bizancio.
En nombre de Dios, como sucesor de Pedro, con autoridad sobre los reyes, el
papa León III impuso la corona imperial a Carlomagno, rey de los francos, de
manera que éste y sus sucesores podrán afirmar que no han recibido el
poder por una victoria militar (ni por tradición inmemorial, como en el caso
de Bizancio), sino por investidura del Papa (representante de Dios), quien
aparece así (simbólicamente) como autoridad suprema, sobre el mismo
emperador a quien confiere la más alta dignidad política del mundo.

Esta coronación ha sido fundamental para el nacimiento de Europa, y sus dos


protagonistas (papa romano y emperador franco-germano) seguirán vinculados y
enfrentándose durante mucho tiempo. Fue un gesto de reconocimiento de los papas,
que habían pedido la ayuda de los francos, para obtener así un “reino propio”
(Estados Pontificios), para no hallarse ya sometidos al “dictado” del emperador de
Bizancio o de los señores de turno de Italia (en este caso los lombardos).
A partir de ahora, los papas intentarán ser Sumos Sacerdotes sagrados, por
encima de unos emperadores a quienes ellos mismos han escogido y
coronado, a diferencia de lo que había sucedido antes, pues los papas no
tenían un poder real sobre los emperadores de Bizancio. La coronación de
Carlomagno se celebró en Roma, el día de Navidad. Como Sumo Sacerdote
cristiano, el Papa le dio el encargo de mantener la paz de Dios sobre su pueblo.
Los ideólogos carolingios del siglo IX (primeros teólogos «europeos occidentales»),
provenientes en gran parte de la tradición celta/anglosajona, que leían y aplicaban el
pensamiento jerárquico de Dionisio Areopagita, comentado en latín por Escoto
Erígena, entenderán ese gesto político-religioso desde modelos jerárquicos de tipo
filosófico-religioso. Estaba surgiendo una nueva sociedad de nombre cristiano,
sobre bases helenistas, romanas y germanas, que sólo podrá desarrollarse
plenamente en la reforma gregoriana del siglo XI, con dos protagonistas: el
Papa y el Emperador:
‒ El Papa parecía tener la autoridad más alta, y podía transmitirla al emperador al
ungirle e imponerle la corona. Así debieron sentirlo los clérigos de la corte papal: Dios
mismo creaba, a través del Papa, un nuevo imperio, que sería mejor que el antiguo
imperio romano, que aún pervivía a través de los bizantinos.
‒ El Emperador, que recibe la corona del Papa, intentará presentarse como autoridad
suprema, convirtiendo al Papa en subordinado. Así le muestra un relicario imperial
(del siglo XII), conservado en la capilla palatina de Aquisgrán, donde el Emperador se
eleva como signo de Dios, en el centro de la escena, y a sus lados, en tamaño menor,
el Papa de Roma, y el legendario Turpín, que sería su arzobispo imperial.

Frente a la sociedad bizantina, que ha mantenido un equilibrio o sinfonía entre


emperadores y patriarcas (o papas), durante un milenio (del siglo V al XV), sin que
ninguno haya podido imponerse sobre el otro, el nuevo imperio de occidente ha
nacido con dos poderes (uno civil, otro eclesiástico), que se necesitan, pero que
pronto lucharán entre sí, pues cada uno intentará imponerse sobre el otro, de manera
que lo que debía ser fuente de concordia puede volverse principio de una disputa
político-religiosa que ha marcado la historia posterior de occidente.

El Emperador querrá imponer su autoridad sobre el Papa, a quien tiende a concebir


como delegado suyo para asuntos espirituales. Por su parte, el Papa querrá dominar
al Emperador, como si fuera su delegado para asuntos temporales. Una parcela
importante de la historia medieval y moderna de Europa estará alimentada,
en algún sentido, por la lucha entre esos dos poderes, hasta el momento en
que llegue la separación entre Estado e Iglesia.

Pero no adelantemos acontecimientos. Por ahora estamos ante una diarquía, es decir,
ante dos poderes: el Emperador no logra hacerse Papa (aunque lo intente); el Papa
no podrá ser Emperador (aunque lo quiera). Ambos poderes tienden a combatirse,
pero se necesitan. El emperador necesitaba al Papa, para recibir en nombre de Dios la
corona y la unción (poder sagrado). El Papa necesitaba al emperador, para tener unos
territorios propios, que le parecen esenciales para realizar su función.

3. Primera “mentira jurídica”: La “falsa” Donación de Constantino

En este contexto, para justificar legalmente la creación de los Estados Pontificios y el


nuevo poder del Papa, los teólogos de la curia carolingia apelaron a un famoso
documento o «constitución» (constitutum) del emperador Constantino, quien, una vez
convertido al cristianismo, a principios del siglo IV, habría levantado una nueva
capital (Constantinopla, Bizancio) para así dejar al Papa el poder sobre Roma, un
poder que él podrá delegar en emperadores y reyes.

Ese documento, “descubierto” (creado) entre el siglo VIII y IX, en la


cancillería imperial de los carolingios, fue recogido en las Decretales Pseudo-
isidorianas (850) y en el Decretum posterior de Graciano (siglo XII), y sirvió
para «legalizar» la creación de los Estados Pontificios, marcando la política
del papado (y de sus aliados, los emperadores carolingios y germanos)
durante la Edad Media cristiana. Éste es su texto central:

... Junto con todos los magistrados, con el senado y los magnates y todo el pueblo
sujeto a la gloria del Imperio de Roma, Nos (Constantino) hemos juzgado útil que,
como san Pedro ha sido elegido vicario del Hijo de Dios en la tierra, así también los
pontífices, que hacen las veces del mismo príncipe de los Apóstoles, reciban de parte
nuestra y de nuestro Imperio un poder de gobierno mayor que el que posee la
terrena clemencia de nuestra serenidad imperial, porque Nos deseamos que el mismo
príncipe de los Apóstoles y sus vicarios sean para nosotros intercesores seguros junto
a Dios.

Deseamos que la Santa Iglesia Romana sea honrada con veneración... y que la sede
santísima de san Pedro sea exaltada gloriosamente aún más que nuestro trono
terreno, ya que Nos le damos poder, gloriosa majestad, autoridad y honor imperial. Y
mandamos y decretamos que tenga la supremacía sobre las cuatro sedes eminentes
de Alejandría, Antioquía, Jerusalén y Constantinopla y sobre todas las otras iglesias
de Dios en toda la tierra... Y para que la dignidad pontificia no sea inferior, sino que
tenga mayor gloria y potencia que la del Imperio terreno, Nos damos al mencionado
santísimo pontífice nuestro, Silvestre, Papa universal, y dejamos y establecemos en
su poder gracias a nuestro decreto imperial, como posesiones de derecho de la Santa
Iglesia Romana, no solamente nuestro palacio, como ya se ha dicho, sino también la
ciudad de Roma y todas las provincias, lugares y ciudades de Italia y del Occidente.

Por ello, hemos considerado oportuno transferir nuestro imperio y el poder del reino
hacia Oriente y fundar en la provincia de Bizancio, lugar óptimo, una ciudad con
nuestro nombre, y establecer allí nuestro gobierno, puesto que no es justo que el
emperador terrenal reine allí donde el Emperador celestial ha establecido el
principado de los sacerdotes y la cabeza de la religión cristiana. Cf. R. Romeo y G.
Talamo, Documenti storici, I, Torino 1989, 28-31.
«Conforme a ese documento, el papa Silvestre I habría recibido de parte del antiguo
emperador Constantino la ciudad de Roma y otros territorios. Según la leyenda, el
Papa Silvestre habría incluso bautizado a ese emperador a quien la Edad Media
concebía, sin duda, como el primer emperador cristiano. Esa apelación a Constantino
servía incluso para dar una base legal a la donación de Pipino, porque también en
occidente, al menos en la corte papal de Roma (e incluso quizá en la corte de los
francos), se tenía la conciencia de que sólo el emperador de Constantinopla podía
promulgar una disposición de ese tipo. Este documento, fue puesto muchas veces en
discusión, pero sólo fue desenmascarado definitivamente a finales de la Edad Media,
por obra de Lorenzo Valla». (Cf. A. PIAZZONI, Historia de las elecciones
papales, DDB, Bilbao 2005, 93-94).

Hoy, tras doce siglos y medio de existencia de los Estados Pontificios) podemos
afirmar que su nacimiento, avalado por una ficción jurídica, ha implicado dos grandes
riesgos o problemas para la Iglesia.

‒ La Iglesia necesita ayuda externa. La iglesia papal, cuya existencia parecía antes
garantizada por el Imperio Bizantino, pide ayuda a los nuevos poderes de occidente
(francos, luego germanos). De esa manera, para mantener un tipo de autoridad, ella
quedó de hecho, con frecuencia, bajo el poder civil de los nuevos gobernantes de
occidente, mientras se abría una brecha cada vez mayor con los cristianos de oriente.
‒ Iglesia, una soberanía política. A fin de fundar y defender su autoridad religiosa
(cosa legítima y necesaria), la iglesia papal asumió de hecho un poder político
(siempre problemático), tomando así una decisión que será causa de disputa con
muchos reyes y emperadores de occidente. La Iglesia de Roma ha vinculado desde
entonces el poder civil y el religioso, conforme a un modelo de gobierno que sólo
ahora (siglo XXI) está concluyendo.
Hoy (2013) puede parecernos que aquella solución era equivocada, y más debiendo
apelar a la “invención” de documentos para fundamentarla. Pero no es fácil juzgar el
pasado con nuestras categorías, y lo que hoy interpretamos como riesgo de los papas
pudo parecer, en otra perspectiva, una victoria cristiana (en línea política, no
evangélica).
4. Los Estados de la Iglesia romana

De esa manera se avalaron, canónica y políticamente, en contra de la tradición de


Bizancio, que había sido heredera “natural” de Constantino y de su imperio sagrado,
unos Estados Pontificios (=Papales), que dieron cierta independencia al Papa frente a
los otros reyes del entorno. En un sentido, esa fue una decisión muy acertada, pues
Papa y Emperador se limitaban completaban, al servicio de la paz de la nación
cristiana: El Emperador occidental se apoyaba en el Papa para justificar su pretendida
superioridad sobre los otros reyes cristianos; el Papa necesitaba del emperador para
mantener su poder político-religioso. Apoyándose en parte en ese poder, el papado
ha podido realizar una labor cultural y civilizadora, religiosa y política en el
surgimiento de Europa, aunque ella se visto frenada y, de algún modo, lastrada por
las implicaciones políticas que derivan, de esa «Donación apócrifa de Constantino»:

‒ Pacto ludoviciano. Muerto Carlomagno, el papa Esteban IV coronó y ungió en


Reims a su hijo Ludovico I Pío (814-840), y Ludovico volvió a concederle un “pacto”
(Privilegium/Pactum Hludovicianum: 831), ratificando su soberanía sobre la región de
Roma. Emperador y Papa se sienten independientes y supremos, pero se necesitan,
pues los poderes de ambos tienen rasgos religiosos y sociales. El Emperador recibe
ante todo un poder político, pero tiene una tarea religiosa (extender la cristiandad y
defenderla). La autoridad del Papa es de tipo religioso y sacramental, pero, a fin de
ejercerla bien, necesita un poder político, no sólo en los Estados Pontificios, sino
incluso sobre el Emperador. Ambos (papa emperador) se necesitan, pero pueden
acabar enfrentándose.
‒ Dos emperadores. El Papa sabe que hay otro emperador: el bizantino, trazando
así una diferencia importante: Sólo hay un Papa, pero puede haber más
emperadores. Así lo confirma el papa Nicolás I (858-867), en cuya consagración
estuvo presente Ludovico II, emperador franco (855-875), que le sirvió de
palafrenero, al dirigirse a Miguel III de Bizancio a quien dice que también él debe
someterse al Papa: «La Sede Apostólica (de Roma) no tiene autoridad mayor por
encima de ella; por eso su juicio no puede ser discutido... Por eso, los que se ocupan
de las cosas humanas (los emperadores) no pueden juzgar al que administra las
divinas (el Papa)» (cf. Denz-H., 638-641).
Hay dos emperadores, pero el único Papa prefiere es el nuevo emperador
“romano” de occidente, como supone la Donación de Constantino.
Ciertamente, esa “donación” es ficticia, pero ella se sitúa en la lógica de
aquello que había empezado en Constantino, cuando la Iglesia se vinculó al
poder, especialmente en Roma, donde los papas asumieron de hecho un gran
influjo sobre la ciudad y su entorno (tras la decadencia y caída del imperio
de occidente).

Esa “donación” resultaba necesaria, para ratificar la independencia y supremacía del


Papa sobre emperadores y reyes (en un plano de poder político, no de evangelio), y
ha definido la visión de la Iglesia romana. Hoy, pasados los siglos, podemos valorar
mejor su riesgo, pues el Papa ha podido interpretar su autonomía y su capacidad de
influjo en claves de poder, situándose en un nivel cercano al de emperadores y reyes,
como soberano de unos estados pequeños, pero muy significativo (que aún existen en
el Vaticano). El problema de fondo no es que el Papa haya podido hacer mala política
(al contrario, muchas veces la hizo buena), sino el haberse situado en un nivel
político, empleando para ello unos medios de poder, no de evangelio.

5. Liturgia y teología carolingia


Significativamente, cuando se fijaba en oriente la liturgia bizantina (hacia el 800 dC),
se reforma, organiza y unifica también en occidente la liturgia romana. Hasta ahora
existían formulaciones y ritos distintos, además del romano, aunque todos se
hallaban emparentados: Había una liturgia en España, otra en la zona celta, en Milán,
en Francia. Pues bien, Carlomagno (o, mejor dicho, la escuela teológico/religiosa que
se formó en su entorno) sintió la necesidad de uniformar el culto, partiendo del
modelo de su corte imperial, que así aparece como lugar de referencia para todas las
iglesias de occidente.

‒ Admonitio Generalis. A los dos años del concilio de Nicea II, antes de haber sido
coronado emperador (cuando sólo era Rey de los Francos), Carlomagno publicó una
“Admonitio” o Instrucción General (año 789), para organizar de un modo unitario la
vida litúrgica del conjunto de sus estados, realizando para ello una reforma, cuyos
gestores fueron los capellanes clérigos, es decir, los miembros de su “Capella”
palatina, que ofrecen el modelo de la liturgia de sus reinos. Carlomagno convocó los
mejores intelectuales de la época (Teodulfo, Paulino de Aquileia) y los puso bajo las
órdenes de Alcuino de York, quien aparece como el hombre más importante de la
iglesia occidental de este momento (desde el 782).
‒ Revisión y unificación de las tradiciones, influjo monacal. La Reforma de
Carlomagno ha de entenderse desde la experiencia de los benedictinos, que aparecían
como portadores de las costumbres de Roma, de manera que la vida religiosa de
occidente se estructura y unifica siguiendo la tradición de los monjes. Esa reforma
aceptó, al mismo tiempo, algunas tradiciones propias de los francos y ciertos usos de
los monjes celtas, creando una liturgia más sobria que la bizantina, pero también
muy rica, en el aspecto musical y literario, sin necesidad de iconostasios, es decir, de
una separación estricta entre clero y pueblo. De todas maneras, en occidente se
impuso también, a partir de este momento, una visión sacralizada de la Eucaristía,
como indicará la controversia suscitada por Pascasio Radberto en torno a la
transubstanciación (en torno al 840). Iglesia uniforme, iglesia imperial. De la reforma
de Carlomagno seguimos viviendo. Ella estuvo bien hecha y algunas de sus medidas
han marcado hasta hoy aspectos importantes de la vida de la Iglesia:
‒ Escritura, Biblia. Los copistas de Carlomagno unificaron los tipos y formas de las
letras, creando las minúsculas, que han pervivido hasta la actualidad, e introdujeron
unos signos diacríticos (de separación, puntuación e interrogación) que han sido
importantes desde entonces. Los teólogos de Carlomagno unificaron también la
versión latina de la Biblia, partiendo del texto de la Vulgata. De ese tiempo son las
famosas “Biblias de Alcuino”, que están en la base de la transmisión bíblica posterior
en occidente.
‒ Liturgia, Canto Gregoriano. Surgió entonces la uniformidad de la liturgia, con un
Canon (Romano) de la misa y unos formularios comunes para la Celebración de las
Horas, tanto de los monjes como del clero secular. Poco a poco, esta liturgia (que se
llamará “romana”) acabará por imponerse en occidente (como sucederá en España en
el siglo XI). En este momento se sitúa también la expansión y unificación básica del
“Canto Gregoriano”, que recibió ese nombre por pensar que había sido promovido por
el Papa Gregorio Magno (590-604), aunque tenía orígenes más antiguos e influjo
oriental (siríaco, bizantino).
‒ Confesión de fe. Los teólogos de Carlomagno tuvieron un interés especial en
unificar la confesión de fe, y así lo hicieron al oponerse al posible “adopcionismo
hispano” (concilios de Frankfurt y Aquisgrán: 794 y 800), al insistir en el culto de las
imágenes (como en Oriente) y al introducir el “filioque” en el Credo de
Constantinopla.
Estos cambios, que han marcado la vida cristiana de occidente, siendo
aceptados básicamente por Roma, estuvieron vinculados con un nuevo
método de formación (estudio y teología), que se irá extendiendo desde la
corte imperial a la iglesia latina, con dos elementos fundamentales: (a) Estudio de
la Biblia y de los Santos Padres, especialmente latinos. (b) Aceptación de la filosofía
antigua, con las artes liberales, que forman el trívium (gramática, retórica y
dialéctica). Esa reforma, animada por figuras como Alcuino de York (735-804), recoge
la síntesis de los grandes trasmisores del conocimiento antiguo en la nueva Edad
Media, como Isidoro de Sevilla (555-636) y Beda el Venerable (672-735). En este
contexto el emperador Carlomagno aparece como defensor de la fe y árbitro teológico
de la cristiandad occidental.
6. Segunda mentira jurídica. Falsas decretales seudo-isidorianas

La “reforma” carolingia ha desembocado (y se ha expresado) en la elevación


definitiva del poder de los papas, que han concedido su autoridad sagrada a los
emperadores (y que aparecen así, por contagio, como emperadores religiosos). De
esa forma surgieron los dos grandes poderes (Emperador y Papa), representantes del
mismo Cristo, desde perspectivas distintas. En ese contexto, para legitimar el nuevo
orden socio-religioso, al lado de la Donación de Constantino, ya evocada, surgieron
una serie de leyes recogidas hacia el 850 (Decretales pseudo-isidorianas), publicadas
con el nombre (pseudónimo) de Isidoro Mercator, o bajo la autoridad de Isidoro de
Sevilla, hombre clave de la iglesia occidental.

Estas Decretales conciben al Papa como responsable de la cristiandad, en


Oriente y Occidente y le elevan sobre los dos emperadores (y sobre todos los
reinos posibles), presentándole como único "primado" religioso.
Ciertamente, ellas reconocen la existencia de un poder político (el Papa no
se hace emperador/rey como en la antigua Roma o China, o entre los Incas y
Aztecas), pero suponen que ese poder debe estar subordinado al Papa, pues
él es quien corona al Emperador, y no al contrario. Esto significa que nos hallamos
ante un tipo de “unificación religiosa» (una sola iglesia, un único Papa), aunque el
papa no toma todos los poderes, sino que deja un espacio para el emperador:
‒ Un Derecho apócrifo. Apócrifo no significa falso, sino escondido. Los que
descubren (inventan y publican) estos decretos (decretales) no quieren engañar, sino
ofrecer una nueva base jurídica en las nuevas circunstancias de la Iglesia. En esa
línea había sido apócrifa la Donación de Constantino (poder civil del Papa), y son
apócrifas estas Decretales del 850, que le conceden un poder religioso universal, con
la capacidad de dirigir la vida de la iglesia y de la sociedad en los nuevos tiempos que
han llegado. De esa forma se concibe el papado en línea de poder, no de gratuidad,
en línea de evangelio. Estas Decretales tienen elementos buenos, pero interpretan a
la Iglesia poder, apoyándose en un Derecho elaborado desde perspectivas helenistas
y romanas.
‒ El Papado, en línea de Derecho. Las Decretales ratifican jurídicamente el nuevo
poder del Papa, y para ello se fundan en una interpretación sesgada (fuera de
contexto) de Mt 16, 17-19 (autoridad de las llaves: atar y desatar), convirtiendo al
Papa en un «emperador religioso», sobre el conjunto de la cristiandad, en línea de
soberanía. Ellas han surgido probablemente en la cancillería de los Emperadores
Francos, para fundar el “derecho” de los papas, e indirectamente el de los
emperadores. Contienen: 1. Sesenta decretos puestos a nombre de papas, desde
Clemente (siglo I) hasta Melquíades (siglo IV). 2. Un tratado sobre la Iglesia Primitiva
y el Concilio de Nicea (325), con cánones históricos. 3. Cartas de papas significativos,
desde Silvestre (siglo IV) hasta Gregorio II (siglo VIII).

Estas Decretales marcan la historia de la Iglesia posterior, ofreciendo una base para
entender su nueva constitución y gobierno. Ellas han definido su teología y derecho
canónico a lo largo de la Edad Medía, sobre todo a partir del siglo XI, cuando, tras
siglo y medio de eclipse del papado, se realiza la Reforma Gregoriana (mediados del
siglo XI), que ha ratificado el centralismo papal de la Iglesia de occidente, hasta la
actualidad. Siglos más tarde (ya en el XV) se descubrió su falsedad (es decir, su
carácter apócrifo), pero no por eso se rechazó su contenido.

Hechos que marcaron su inicio y fin[editar | editar código]


La Edad Media, según los historiadores que dividieron la historia en edades (Edad Antigua, Edad
Media, Edad Moderna y Edad Contemporánea), aunque también puede dividirse en dos períodos
principales: Alta Edad Media y Baja Edad Media. Empezó en el año 476, cuando cayó el Imperio
Romano de Occidente. Algunos especialistas dicen que duró hasta 1492, año del descubrimiento
de América, y otros que terminó en 1453 con la caída del Imperio Bizantino o Imperio Romano de
Oriente.

 El islam aparece en el 570.


Conquistas
En el 632 la Meca, en el 642 oriente medio y Egipto, en el 661 el norte de África, Persia en el 684
y España en 711.

 Los reinos germanicos:


los francos en Francia y las actuales Holanda, Alemania y Bélgica.

 Ostrogodos en iItalia.
 Suevos en Portugal.
 Visigodos en España.
 Hunos en Rusia, Ucrania, Rumania, Bulgaria, Moldavia.
 Vándalos en Túnez.
 Anglosajones en Inglaterra.

Sistema feudal
La Iglesia en la Edad Media: resumen

En esta lección de unPROFESOR vamos a detenernos en un tema bastante interesante dentro de la


historia, la Iglesia en la Edad Media. Esta época fue un momento por el cual la Iglesia tuvo un papel
dominante dentro de la sociedad feudal, siendo uno de los elementos más importantes que era la gran
depositaria del saber y la cultura. En primer lugar debemos de enmarcar el lugar que vamos a estudiar,
siendo esta Europa occidental, la cual en el siglo XI podemos decir que en su mayoría era cristiana. Solo
hablaremos de Occidente, pues en Oriente encontraremos en el año 1054 el cisma con la Iglesia bizantina,
dando origen a la Iglesia Ortodoxa.

Índice

1. La relación de la Iglesia y la sociedad feudal


2. La organización de la Iglesia en la Edad Media
3. Los principales movimientos heréticos
4. Las reformas eclesiásticas

La relación de la Iglesia y la sociedad feudal


Comenzamos este resumen de la Iglesia en la Edad Media descubriendo por qué este órgano religioso
empezó a tener tanto poder durante el medievo. Tenemos que tener en cuenta que la Iglesia, desde un primer
momento, fue obteniendo tierras debido a las donaciones de las familias cristianas, las cuales en muchas
ocasiones buscaban la redención de sus pecados “pagando una cuota”. Por otro lado, era muy normal que
muchos hijos de nobles ingresaran en la Iglesia o en las órdenes monásticas, aportando en su ingreso un
número de tierras o rentas.

Todo esto, al ser una organización en la cual no se hacían reparticiones, hacía que fuera creciendo y que
cada monasterio, convento, parroquia o archidiócesis fueran teniendo cada vez más poder sobre el resto de
la sociedad. De hecho, no es raro ver en muchos libros la denominación de la Iglesia medieval como la de
señores feudales, pues al fin y al cabo estos tenían feudos, los cuales eran trabajados por campesinos.

Por otro lado hemos mencionado con anterioridad que eran los que guardaban el saber, ya que eran los
únicos que sabían leer y escribir y, por tanto, todos los documentos del pasado se conservaban en sus
bibliotecas. Del mismo modo, en un principio, hasta la aparición de la burocracia palaciega, fueron los que
redactaban los contratos de arrendamiento e incluso los testamentos, como cualquier otro documento
necesario, es decir, todo el mundo debía de acudir a ellos para obtener dichos productos.

Por último también debemos de tener en cuenta que el miedo a no llegar al paraíso en la vida futura era tal
que toda la sociedad estaba supeditada a los designios de la Iglesia, realizando las tareas en relación a los
horarios de los monjes. Todo lo que se saliera de la norma habitual, estaba mal visto por la sociedad y, por
tanto, podía ser condenado por la Iglesia.

En esta otra lección de unPROFESOR te descubrimos un resumen de la Europa feudal para que conozcas
mejor cómo estaba el viejo continente durante esta época.

La organización de la Iglesia en la Edad Media


Continuamos con este resumen de la Iglesia en la Edad Media hablando de la división de este órgano de
poder. Sobre todo, se dividía en estas dos franjas:

Clero secular

Estaba formado por los arzobispos, obispos y párrocos, es decir, aquellos miembros de la Iglesia que
vivían dentro de la sociedad, o lo que es lo mismo que realizaban sus actividades en las ciudades y de cara al
público.

Dentro de este grupo, podemos decir que los párrocos eran el eslabón más débil de la cadena al ser los más
pobres, estos dirigían las parroquias, es decir, pequeños distritos. A la unión de un conjunto de parroquias se
le denominaba diócesis la cual estaba dirigida por el obispo y la unión de varias diócesis formaba
una archidiócesis la cual encabezaba el arzobispo.

Clero regular

Será una parte del clero que tendrá unas reglas propias, siendo una de las más importantes y conocida la
regla de ora et labora, o lo que es lo mismo reza y trabaja (a parte de las que mandaba la Iglesia).

Estaba formado por personas que optaban por aislarse del mundo. Estos aunque también eran poseedores de
grandes dominios de tierras, de hecho aunque vivían fuera de la sociedad, tenían mucha fuerza dentro de
esta, siendo algunos de los monasterios grandes rivales de las propias parroquias o diócesis.

Dentro de estos debemos de saber que había varias clases:

 Abad: era el que organizaba la comunidad, además de ser el jefe de esta.


 Monjes: eran todos aquellos que habían ingresado en estas órdenes dando un donativo, es decir, en muchos
casos serán personas pertenecientes a la nobleza. Las cuales en muchos casos tenían privilegios.
 Legos: eran los inferiores y en muchas ocasiones actuaban como sirvientes de los otros dos grupos. Solían
pertenecer a este personas que en su juventud habían sido entregados por sus padres al monasterio para
procurarles una vida mejor.

La primera orden que apareció en Occidente fue creada por San Benito de Nusia, el cual fundaría la orden
benedictina, la cual obligó a sus integrantes a cumplir los votos de obediencia, castidad y pobreza.

En esta otra lección de unPROFESOR te descubrimos lascaracterísticas principales de la sociedad feudal.

Los principales movimientos heréticos


La Edad Media abarca un periodo muy largo, en el cual el trascurrir de los siglos sacó a la luz una serie de
discrepancias y de ideas que pusieron en algunas ocasiones a la Iglesia romana entre la espada y la pared. En
muchas ocasiones estos problemas venían de la mano de la interferencia que se hacía desde el mismo
papado en asuntos terrenales, descuidando en muchos casos los asuntos meramente reservados a la Iglesia,
como eran los divinos.

De esta manera aparecieron durante el medievo una serie de movimientos o pensamientos heterodoxosque
fueron considerados por la Iglesia de Roma como herejías, a continuación veremos las más importantes:

Priscilianismo

Se originó en el S IV recibiendo su nombre de su predicador, Prisciliano. Dicha corriente rechazaba la gran


riqueza y la relajación en las normas eclesiásticas por parte de la Iglesia de Roma, defendiendo los inicios
del cristianismo, los cuales eran pobres.

Por otro lado y uno de los puntos fundamentales para que se quisiera acabar desde un principio con dicha
corriente, era que fueron defensores de darle a la mujer un papel fundamental dentro de la Iglesia, en la cual
debería de disfrutar de amplia libertad, además de poder llegar a ser autoridades. Esta corriente se expandió
por gran parte de la Península Ibérica, en la cual ganó muchos adeptos.

Tras ser traicionado por algunos de sus seguidores, Prisciliano sería ejecutado, otros personajes importantes
fueron apresados y el resto de los adeptos fueron considerados herejes, por lo que sufrieron el destierro
además de ver cómo se les embargaban sus bienes.

Cátaros o albigenses

Es la más conocida dentro de las herejías acaecidas durante el medioevo. Se puede decir que se localiza
en el sur de Francia y en el norte de Aragón y Navarra.
Los cátaros defendían que en el mundo había dos realidades, el mundo físico “creado por el Diablo” y el
mundo celestial “creado por Dios”. Dentro de su doctrina el alma era lo más importante, no creían en los
sacramentos salvo en la transición de la muerte, único momento en el cual se expiaban los pecados. Por
tanto tampoco estaban a favor del cobro de los sacramentos por parte de la Iglesia.

Dicho pensamiento fue altamente perseguido en el S XIV momento en el cual se realizó una cruzada sobre
estos para exterminarlos, momento que además aprovechó Francia para arrebatarle la Navarra francesa al
reino de Navarra.

Los husitas

Se localiza en Bohemia en el S XV y su principal figura sería Jan Hus, el cual estaba en contra de la
jerarquía de la Iglesia. Esto provocaría una verdadera guerra civil en el año 1419 y duraría hasta el año 1434
“guerras husitas”.

Las reformas eclesiásticas


Terminamos con este breve resumen de la Iglesia en la Edad Media hablando de las reformas que se hicieron
en la iglesia. En general hubieron dos que destacaron por encima de las demás:

 La reforma cluniacense surgió en el año 909 en la abadía de Cluny, la cual se caracterizaba en la idea de
volver a los orígenes del monacato, tras un periodo de relajación de costumbres y de exuberancia. Por tanto
la penitencia se convertiría en uno de sus modos de vida (siendo muy estrictos). Estos fueron protegidos por
el Papa en todo momento y su esplendor llegó en el S XII, periodo en el cual llegaron a tener unos 1500
monasterios por toda Europa.
 La reforma cisterciense, apareció cuando los cluniacenses se olvidaron de la idea primigenia de su orden y
fue otro giro de tuerca hacia la pobreza y el respeto de las normas. Su figura principal fue Bernardo
de Claraval. Estos se caracterizaron por buscar zonas de muy difícil acceso para encontrar la paz espiritual.
En su momento de más esplendor contaría con 700 monasterios pero al igual que le paso a su predecesora
caerían en el olvido sus ideales.

 l gran negocio de la Iglesia: Las indulgencias


 Imagíneseque usted pudiera comprar un certificado de la Iglesia


por adelantado para obtener el perdón de un pecado que usted
quisiera cometer, y que todavía no lo ha perpetrado. O, que
después de haberlo consumado, no pagara pena alguna porque
compró una “indulgencia papal”. Esta fue la política de la iglesia
por un largo tiempo y que la llevó a la Reforma y al cisma de la
Iglesia con Martín Lutero. Para los luteranos el purgatorio fue un
invento del Vaticano para cobrarle a su feligresía oro y plata para
quitarle años de castigo, o sencillamente, ir directo al cielo ya con sus pecados perdonados
gracias a la compra a la Iglesia de unas cuantas “indulgencias”.
.
 Escena tomada de la película "Lutero" que muestra el nefando comercio de las
indulgencias. Una estrategia económica con la que el Papa lograba, mediante sus
enviados, manipular las consciencias de los súbditos ignorantes sembfrando el
terror en sus corazones. Como si no bastaran las sumas voluminosas de muchas
maneras canalizadas para el Vaticano, aquel vergonzoso tráfico hacía que las
poblaciones de Europa se empobrecieran, tanto económica como moral y
espiritualmente.
 Cómo se gestó este negocio
 Durante la gestión del Papa León X (Giovanni de Medici, 1475-1521), las onerosas guerras
en las que se metió o provocó sumado a la dispendiosa vida que llevó, más su obsesión
por promover las artes, lo llevó a procurar recursos por todos los medios que se le
ocurrieron. El más lucrativo fue el “santo” negocio de las “indulgencias”. La Iglesia católica
durante largo tiempo vendió certificados de indulgencias que servirían para ahorrarse años
de ser sometido al fuego por castigo de Dios.
 El padre del Papa León X era regente de Florencia y movió sus influencias para que el hijo
hiciese una rápida carrera eclesiástica: a los siete años de edad recibió la tonsura, a los
ocho la administración de la abadía de Font-Douce por concesión del rey Luis XI de
Francia, a los nueve fue nombrado protonotario apostólico por Sixto IV, y tres años
después abad de Montecasino. Con tan solo 13 años, Inocencio VIII, que era consuegro de
Lorenzo de Médici, le creó cardenal diácono de Santa María in Dominica en el consistorio
celebrado en 1489, aunque dada su corta edad fue investido con las insignias
cardenalicias tres años después.
En 1513, ante la muerte de Julio II, pronto fue elegido en su lugar Giovanni di Medici, el
hijo de Lorenzo el Magnífico. Como florentino que era y como Médici fue un hombre
educado en los refinamientos de la cultura renacentista. El nuevo papa era un diletante
voluptuoso y hedonista, amante de los placeres de la música, de la literatura, de la pintura,
y también de otros más sensuales.

Fray Johann Tetzel vendiendo indulgencias
 La construcción de la Basílica de San Pedro emprendida por León X demandaba
cuantiosas inversiones de oro y plata, metales agotados en las arcas de la Iglesia de
Roma; había que allegarlos por vía de tributos especiales y recaudaciones extraordinarias.
Agobiados los Estados Pontificios por las cada vez más abultadas medidas fiscales, acudió
el papa al socorrido recurso de la venta de indulgencias; bajo la promesa de obtener el
ciento por uno en la otra vida, publicó una bula el 31 de marzo de 1515 solicitando los
donativos de los fieles cristianos para la obra basilical. La escandalosa transacción de
indulgencias por dinero fue el detonante para que Martín Lutero iniciara en 1517 una
reforma eclesiástica que habría de escindir la comunidad cristiana. De nada sirvieron las
condenas de las doctrinas luteranas hechas por el papa ni la excomunión en 1521 de su
autor y de quienes las siguieron: la Reforma protestante no se pudo frenar.
 Algunos protestantes sostienen que Lutero se indignó, entre otras cosas, por la existencia
de una bula papal, conocida hoy como “Taxa Camarae”, en la que el papa fijaba los
estipendios a entregar a la corte papal en función de los diversos pecados posibles, en
vistas a su absolución. Según esto, se podría obtener el perdón por los pecados
cometidos, o comprarlo anticipadamente para los pecados a cometer, a modo de licencia,
mediante un pago en dinero.

Carta de indulgencia (Maguncia, Johannes Gutenberg, 1455)
 Diferentes autores señalan que en la Taxa Camarae se establecían 35 artículos, los
cuales fijaban el precio de las indulgencias:
 1. El eclesiástico que cometiere un pecado carnal, con monjas, ya con primas, sobrinas o
ahijadas suyas, o en fin, con cualquiera mujer, será absuelto, con el pago de 67 libras, 12
sueldos.
2. Si el eclesiástico, que cometió el pecado de fornicación, quisiese ser redimido del
pecado contra natura o de bestialidad, deberá pagar 219 libras, 15 sueldos. Pero si sólo
cometió pecado contra natura con niños o bestias y no con mujer, solamente pagará 131
libras, 15 sueldos.
3. El sacerdote que deshonrase a una virgen, pagará 2 libras, 8 sueldos.
4. La religiosa que desease alcanzar la dignidad de abadesa luego de haberse entregado a
uno o diferentes hombres simultánea, o sucesivamente, dentro o fuera de su convento,
pagará 131 libras, 15 sueldos.
5. Los sacerdotes que vivan en concubinato con sus parientes, pagarán 76 libras, 1 sueldo.
6. Para el pecado de lujuria cometido por un laico, la absolución costará 27 libras, 1 sueldo
y para los incestos se añadirán en 4 libras.
7. La adúltera que quiera absolución para estar libre de todo castigo y tener amplias
dispensas para proseguir sus relaciones ilícitas, pagará al papa 87 libras, 3 sueldos. Igual,
el marido pagará similar suma, y si hubiesen cometido incestos con hijos añadirán en
conciencia 6 libras.
8. El perdón y la garantía de no ser perseguidos por los crímenes de rapiña, robo e
incendio, costará 131 libras, 7 sueldos.
9. La absolución de asesinato cometido en un común se fija en 15 libras, 4 sueldos.
10. Si el asesino da muerte a dos o más hombres, pagará como si hubiese asesinado a
uno solo, si es el mismo día.
11. El marido que maltrate a su mujer pagará en cajas de la cancillería 3 libras, 4 sueldos;
si la asesina, pagará 17 libras, 15 sueldos, y si la mata para casarse con otra, pagará,
además, 32 libras, 9 sueldos. Los que hubieren ayudado al marido a cometer el asesinato
serán perdonados con el pago de 2 libras por cabeza.
12. El que ahogue a un hijo, pagará 17 libras, 15 sueldos, y si lo asesinaran el padre y la
madre, pagarán 27 libras, 1 sueldo por la absolución.
13. La mujer que aborte a su hijo y el padre que hubiese contribuido a la perpetración del
aborto, pagarán 17 libras, 15 sueldos cada uno.
14. Por el asesinato de un hermano, una hermana, una madre o un padre, tendrá que
pagar 17 libras, 5 sueldos.
15. El que mató a un obispo o un alto prelado jerarquía, pagará 131 libras, 14 sueldos.
16. Si el asesino ha dado muerte a varios sacerdotes en varias ocasiones, pagará 137
libras, 6 sueldos, para el primer asesinato, y otra mitad para los posteriores.
17. El obispo o abad que comete asesinato por emboscada, accidente o por necesidad, va
a pagar para lograr la absolución, 179 libras, 14 sueldos.
 18. El que quiera comprar la absolución antes de cada asesinato accidental que pudiera
cometer en el futuro, pagará 168 libras, 15 sueldos.
19. El hereje que se arrepienta va a pagar por la absolución 269 libras. El hijo del hereje
quemado, ahorcado o ejecutado en cualquier otra forma sólo puede ser rehabilitado por el
pago de 218 libras, 16 sueldos.
20. El clérigo que, incapaz de pagar sus deudas quiera librarse de ser procesados por los
acreedores, entregará al Papa 17 libras, 8 sueldos y se le perdonará la deuda.
21. Se concederá la licencia para situar los lugares de venta de diversos tipos en los
pórticos de las iglesias, a través del pago de 45 libras, 19 sueldos.
22. El delito de contrabando y el fraude a los derechos del príncipe tendrá un costo de 87
libras, 3 sueldos.
23. La ciudad que desee para sus habitantes o sus sacerdotes, monjes o monjas, la
licencia para comer carne y productos lácteos en un momento en que está prohibido,
pagará 781 libras, 10 sueldos.
24. El monasterio que quiera cambiar la regla y vivir con menos anstinencia de la prescrita,
pagará 146 libras, 5 sueldos.
25. El hermano que para la mejor conveniencia o gusto quería pasar su vida en una ermita
con una mujer, va a entregar al tesoro papal 45 libras, 19 sueldos.
26. El vagabundo apóstata que quería vivir sin trabas, pagará la misma cantidad por la
absolución.
27. La misma cantidad se paga a los religiosos, ya sean seculares o regulares, que deseen
viajar en una ropa de laicos.
28. El hijo bastardo de un sacerdote que quiera ser favorito para suceder a su padre en el
cuidado, pagará 27 libras, 1 sueldo.
29. El bastardo que quiera recibir órdenes sagradas y disfrutar de sus beneficios, pagará
15 libras, 18 sueldos.
30. El hijo de padres desconocidos que quiere entrar en las órdenes, deberá pagar al
tesoro papal 27 libras, 1 sueldos.
31. Los deformes o contrahechos laicos que deseen recibir las órdenes sagradas y
beneficios propios, pagarán a la cancillería apostólica 58 libras, 2 sueldos.
32. La misma cantidad pagará el tuerto de un solo ojo derecho y los del ojo izquierdo
pagarán el Papa 10 libras, 7 sueldos. Los viscos pagarán 45 libras, 3 sueldos.
33. Los eunucos que desean entrar en las órdenes pagarán la cantidad de 310 libras, 15
sueldos.
34. El que por simonía quiera comprar uno o muchos beneficios, buscará a los tesoreros
del Papa, que le van a vender el derecho a un módico precio.
35. El que quebrante un juramento para evitar la persecución y librarse de cualquier tipo de
infamia, le pagará al Papa 131 libras, 15 sueldos.
 Así era el tarifario de las indulgencias. También, nos demuestra como era la Iglesia y
cuales los pecados más comunes de los sacerdotes, monjas y representantes la
Iglesia y de su feligresía.

 Toda esta corruptela eclesiástica se comenzó a vivir con Sixto IV, de nombre secular
Francesco Della Rovere, fue el papa n.º 212 de la Iglesia católica, desde el 9 de agosto de
1471 hasta su muerte el 12 de agosto de 1484. Perteneció a la Orden Franciscana. Sus
habilidades intelectuales fueron demostradas mientras estudiaba filosofía y teología en la
Universidad de Pavía. Después de sus estudios, dictó cátedra en varias universidades
italianas de importancia.
En 1464 se convirtió en Ministro general de la orden franciscana. El papa Paulo II lo elevó
al cardenalato en 1467.
Como muchos papas, Sixto IV incurrió en el nepotismo. Nombró en cargos de autoridad y
de ingresos a más de 25 sobrinos y parientes, entre ellos ocho cardenales. Casó dos
sobrinos con princesas bastardas de Nápoles, otro con la heredera del Ducado de Urbino,
otro con los Sforza de Milán. Todo tan rápidamente y en tan poco tiempo que nadie llegaba
a hacer el recuento de aquella parentela.
Sixto IV empezó a vender indulgencias.

Mercado de indulgencias
 Cómo se inventa el Purgatorio
 Pues todo depende de cómo se interprete la
Biblia... La Iglesia católica recuerda las palabras de
Jesucristo referidas en Lucas 12:58-59: “Cuando vas
con tu adversario a presentarte ante el magistrado, trata de llegar a un acuerdo con él en el
camino, no sea que el adversario te lleve ante el juez, y el juez te entregue al guardia, y
este te ponga en la cárcel. Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el
último centavo”. De estas palabras se argumenta que, si del Infierno no se puede salir,
debe existir un lugar donde se cancele esa deuda, pues además, hablando de la
“Jerusalén Celestial”, el libro Apocalipsis dice: “Nada manchado entrará en ella” (Ap. 21,
27). Luego, con la parábola del funcionario que no quiso perdonar, en Mateo 18:21-35,
Jesús compara el Reino de los Cielos con alguien que pide perdón, pero niega hacerlo;
aun así, advierte que el hombre puede cumplir su deuda: “Y tanto se enojó el señor, que lo
puso en manos de los verdugos hasta que pagara toda la deuda. Y Jesús añadió: “Lo
mismo hará mi Padre Celestial con ustedes, a no ser que cada uno perdone de corazón a
su hermano” (Mateo 18:34-35). Cabe recordar incluso que Jesucristo enseñó a orar
poniendo la condición de ser perdonados, perdonando: “…y perdona nuestras deudas,
como también nosotros perdonamos a nuestros deudores” (Mateo 6:12). Así, como en el
Cielo no hay “verdugos” que cobren la deuda, el catolicismo concibe -o inventó- un lugar
intermedio donde los salvados purifiquen las deudas pendientes.XXXX
Existe otro pasaje en el que Jesucristo habla de la existencia de otro mundo después de
éste, donde se perdonan los pecados: "Dios perdonará incluso a aquel que diga algo
contra el Hijo del hombre; pero al que hable contra el Espíritu Santo, no lo perdonará ni en
el mundo presente, ni en el venidero". (Mateo 12, 32).

Pintura del Altar: Almas pobres en el purgatorio
 En 1.ª de Corintios San Pablo habla más claramente del
Purgatorio:
La obra de cada uno se verá claramente en el día del juicio
porque ese día vendrá con fuego, y el fuego probará la
calidad de la obra de cada uno. Si la obra que se construyó
resiste, recibirá su salario. Si la obra se quema, será
castigado, aunque se salvará como quien escapa del
fuego. (1 Cor. 3, 13-15).
Hay además algunos teólogos y místicos que señalan que
el Purgatorio se vive aquí en la tierra, siendo
experimentada la purificación después de la muerte mientras que se vaga como alma en
pena. Los vivos no podrían ver a las almas en pena salvo algunas excepciones. En este
sentido, alma en pena pareciera corresponder al concepto de fantasma. Al respecto, el
Apocalipsis anuncia: “El Anciano me replicó: «Esos son los que vienen de la gran
tribulación; han lavado y blanqueado sus vestiduras con la sangre del Cordero»”.
(Apocalipsis 7:14).
 Encontramos un gran número de santos que han experimentado visitas de almas del
Purgatorio, las cuales son permitidas por Dios para que se interceda de una manera más
intensa por ellas tras estos encuentros sobrenaturales. Cabe destacar que en el Purgatorio
existen tantos estadios como personas, quedando algunas almas en un estadio muy
próximo al Infierno y otras cercanas al Cielo.
 Hay además algunos teólogos y místicos que señalan que el Purgatorio se vive aquí en la
tierra, siendo experimentada la purificación después de la muerte mientras que se vaga
como alma en pena. Los vivos no podrían ver a las almas en pena salvo algunas
excepciones.
 En el Antiguo Testamento, en el libro segundo de los Macabeos (12:45): “Pero él presumía
que una hermosa recompensa espera a los creyentes que se acuestan en la muerte, de
ahí que su inquietud fuera santa y de acuerdo con la fe. Mandó pues ofrecer ese sacrificio
de expiación por los muertos para que quedaran libres de sus pecados”.
 De este pasaje, y desde la “perspectiva” católica, se piensa que los pasajes anteriores dan
a entender que en el "estado de purgación" las almas podrán ser purificadas (limpiadas) de
la mancha de ciertos pecados, ya perdonados en cuanto a culpa; ese otro mundo no puede
ser el Infierno, pues en él ya se está condenado; tampoco el Cielo pues nada que tenga
mancha entrará ahí, por lo que este lugar debe ser un estado temporal.

Ánimas del Purgatorio de Alonso Cano en el Museo de Bellas Artes de Sevilla
 Lo cierto es que en ninguna parte de la Biblia se reconoce ningún purgatorio, solo
han sido interpretaciones sesgadas de la Iglesia católica, obviamente para poder soportar
los infames “certificados de indulgencias” con el objeto de recibir prebendas para la Iglesia.
 Los cristianos no creen en el purgatorio
 La mayoría de las iglesias cristianas rechazan la creencia en el Purgatorio; de hecho, la
Reforma luterana se inició precisamente con la denuncia que Lutero hizo contra la venta de
indulgencias. Lutero, fundador del protestantismo, describe el Purgatorio como una
invención humana que confunde al hombre y le hace creer que hay perdón después de la
muerte por medio de la compra de indulgencias y otros mecanismos.
Otro argumento que afirman los cristianos no católicos está en el hecho en considerar que
las muestras bíblicas que señalan "un estado de purgación" solo se encuentra en los
llamados libros deuterocanónicos, los cuales, desde su concepción, no deberían ser
aceptados como canónicos.

Todo parece demostrar que la representación de un purgatorio con fuego para el
castigo temporal de las almas en pena solo se hizo para vender indulgencias que
supuestamente acortaran el tiempo de sufrimiento
 Según la perspectiva protestante no hay Purgatorio ni perdón de pecados después
de la muerte, sino que sólo hay dos estados posibles para el alma después de la
separación del alma y el cuerpo: el Cielo para aquellos que tuvieron en vida fe en el perdón
total de los pecados a través del sacrificio de Cristo, y el Infierno para los que no tuvieron
fe o la perdieron durante las pruebas de la vida.
Desde esta misma perspectiva consideran, no hay pasajes bíblicos que puedan ser
interpretados como la existencia de un estado intermedio entre el Cielo y el Infierno, tal
como el Purgatorio.
Para el pensamiento protestante, la idea de Purgatorio anula y sustituye el sacrificio de
Cristo, que es completo y eterno. Jesús, como Dios Salvador, realizó una obra de
redención y remisión de pecados completa a través de su sacrificio en la cruz.
 Si bien es cierto que en el presente no se emiten certificados de indulgencias a cambio de
oro o plata, estas siguen existiendo, bien sea ofreciendo misas por las ánimas en el
purgatorio, u otro tipo de servicios que presta la Iglesia, previo pago de una limosna. En el
fondo siguen vendiendo las indulgencias.

Comprando indulgencias
 En la doctrina católica, la indulgencia, a
diferencia del sacramento de la penitencia o
reconciliación, no perdona el pecado en sí mismo,
sino que exime de las penas de carácter temporal
que de otro modo los fieles deberían purgar, sea
durante su vida terrenal, sea luego de la muerte en
el purgatorio. La indulgencia no es un sacramento
como la penitencia. Puede ser concedida por el
papa, los obispos y los cardenales, a quienes, por
ejemplo, visiten determinado santuario, utilicen
ciertos objetos de culto, realicen ciertos peregrinajes, o cumplan con otros rituales
específicos o ofrezcan algún servicio que preste la iglesia. Al final, quien recibe la
indulgencia habrá hecho de una u otra forma su aporte a la Iglesia.
 Recordemos que los abusos y el tráfico económico al que dieron lugar constituyeron el
motivo principal que indujo a Martín Lutero a enfrentarse con la Iglesia Católica.

Carta de Indulgencia de 1455
 Historia de las indulgencias
 Los primeros antecedentes de la práctica de indulgencias se remontan al siglo III. En el
cristianismo antiguo, la penitencia impuesta a los pecados confesados era severa, y la
correspondiente a los pecados considerados especialmente graves, como la apostasía o el
homicidio, además, era pública. En los casos más graves, el pecador pasaba a formar
parte del llamado ordo poenitentium y estaba, entre otras cosas, obligado a vestirse sólo
con pieles de cabra para ser objeto de oprobio y ridículo frente a la comunidad. Debía,
además, portar el cilicio para infligirse mayor sufrimiento. Esta situación ultrajante que
podía durar largos años no facilitaba ni la rehabilitación ni el reingreso a una vida normal.
 Posteriormente, surgieron prácticas tendentes a reducir el rigor de dicha pena para facilitar
el reingreso en la comunidad a miembros que habían cometido apostasía en razón de
persecuciones: los llamados lapsi (los caídos, los que han tropezado). Así surgió la
costumbre de visitar a confesores apresados que esperaban el martirio solicitándole que
intercedieran en su favor frente al obispo. Si el futuro mártir estaba de acuerdo, le otorgaba
una carta denominada libellum pacis, para que en virtud del sacrificio que iba a tener lugar,
el obispo redujese por razones piadosas la pena del requirente. En esta fase, la
indulgencia no era dependiente de una acción o prestación que el pecador debía realizar,
sino de una especie de compensación mística de los sufrimientos de uno contra la remisión
de la pena por los pecados de otro.


Un cilicio, objeto que se incrusta en la piel para autoinfligirse dolor y con ello
practicar la mortificación.
 La Edad Media
 A principios del siglo VIII los obispos comenzaron a reducir la duración o la gravedad de las
penas impuestas, siempre a personas determinadas, a cambio de la realización de
acciones concretas, tales como la visita a un lugar santo o una mortificación como ayunar o
dormir en lechos sembrados de ortigas.
 En el siglo XI aparecen por primera vez las indulgencias generales por la remisión de
penas temporales otorgadas por el papa o los obispos para cualquier persona que
realizase una obra meritoria, tales como la visita de un monasterio recientemente
consagrado o dádivas a los pobres.
 En el siglo XII, la práctica recibe una primera definición jurídica por medio de los decretos
pontificales donde se establece una clara distinción entre la absolución (reservada a Dios)
y la indulgencia, que permite la reconciliación con la Iglesia. La indulgencia se obtiene en
contrapartida de un acto a favor de la Iglesia. Se aplicaba sólo a las personas que, según
la fórmula utilizada, eran "vere penitentibus et confessis", esto es verdaderamente
arrepentidos y confesados.
 Ya en esa época existían costumbres objetables, principalmente la simonía: Los fieles
buscaban negociar con hombres de iglesia actos de caridad contra dinero contante y
sonante. Los concilios de los siglos X y XI se esfuerzan en limitar el poder de apreciación
de los clérigos fijando tarifas generales. Pero en contrapartida, a partir de ese momento, la
indulgencia se transformó en una arma de la política pontifical: La indulgencia plenaria
apareció hacia la mitad del siglo XI, donde se utiliza para apoyar acciones y políticas
reputadas convenientes, tales como la reconquista española.
 Durante la edad media, el "curso" de las indulgencias acusa una gran baja: Se necesita
cada vez menos esfuerzo para obtener indulgencias cada vez más significativas. Por
ejemplo, se conceden indulgencias a cambio del respeto de tratados o de la palabra
empeñada, lo que pese a la laudable finalidad, equivalía a recompensar la "ausencia de
pecado". También se negocian dispensas de ciertas obligaciones. De allí por ejemplo el
origen de algunos apelativos populares como aquel de "Torre de manteca", referido a la
Catedral de Nuestra Señora de la ciudad de Ruan: El sobrenombre se debe a la presunta
venta de derogaciones concedidas para poder consumir carne durante la cuaresma, que
habría servido para financiar su construcción.
 Las sumas obtenidas en contrapartida de las indulgencias financian, en el mejor de los
casos, la construcción de edificios religiosos, la realización de obras caritativas y las bellas
artes, pero en el peor de los casos, alimentan el tren de vida de prelados corruptos.
 La Reforma
 La prédica de indulgencias fue denunciada ya por John Wickliffe (1320-1384) y también por
Jan Hus (1369-1415) que cuestionaron los abusos que su práctica originaba.
 Pero recién en el primer cuarto del siglo XVI, tienen lugar los hechos de mayor significación
histórica: El primero es la indulgencia acordada en 1506 para quienquiera ayudase a la
construcción de la basílica de San Pedro y, por sobre todo, el verdadero detonante: El
escándalo que surge en el Sacro Imperio Romano Germánico a raíz de la campaña
organizada por Alberto de Brandeburgo, arzobispo de Maguncia, y llevada a cabo por el
predicador de indulgencias Johann Tetzel.
 En razón de los mismos, Martín Lutero atacó el principio mismo de la práctica en Las 95
tesis de Wittenberg. Según Lutero, sólo Dios puede justificar a los pecadores. Combate
tanto las indulgencias por las almas en el purgatorio (Tesis 8-29) al igual que aquellas en
favor de los vivos (tesis 30-68).
En el primer caso, los muertos, sostiene, estando muertos, no se encuentran más ligados
por los decretos canónicos. Como resultado, es la idea misma del purgatorio que resulta
cuestionada. Lutero acusa así a la Iglesia de instrumentalizar el miedo al infierno. En lo que
respecta a los vivos, Lutero sostiene que el arrepentimiento basta para lograr la remisión
de penas, sin necesidad de cartas de indulgencia. Por el contrario, sostiene, la práctica de
las indulgencias desvía a los pecadores de su verdaderos deberes: caridad y penitencia.
Es esta la querella que está al origen del cisma catolicismo-protestantismo.
 La reacción a la Reforma
 Luego de la Reforma Protestante, la Iglesia puso un freno a los abusos. León X recuerda,
con motivo de la condenación de Martín Lutero, la distinción entre la remisión de la pena
temporal y el perdón de los pecados propiamente dichos. En el Concilio de Trento por otra
parte se puso fin a la venta de indulgencias.

Un certificado católico romano de haber ido a la confesión desde el año 1521.
 La situación actual
 Las indulgencias subsisten tanto en la doctrina católica como en la práctica. Totalmente
desconectadas del contexto que las vio nacer, las mismas conservan ciertamente un
interés teológico e histórico. Pero en el terreno temporal, su rol fuera del ámbito
eclesiástico carece de la significación de otras épocas. La práctica de las indulgencias fue
encuadrada por la Congregación de las Indulgencias, creada por Clemente VIII (1592-
1605) e integrada a la Curia Romana por Clemente IX en 1669. Sus competencias fueron
transferidas en 1908 al Santo Oficio y en 1917 a la Penitenciaria apostólica. El Código de
Derecho Canónico de 1983 las regula detalladamente en su Libro IV, Parte I, Título IV,
Capítulo IV, cánones 992 al 997.
 En particular, el cánon 992 del Código de Derecho Canónico define la indulgencia en los
siguientes términos:
 "La indulgencia es la remisión ante Dios de la pena temporal por los pecados, ya
perdonados en cuanto a la culpa, que un fiel dispuesto y cumpliendo determinadas
condiciones, consigue por mediación de la Iglesia, la cual, como administradora de la
redención, distribuye y aplica con autoridad el tesoro de las satisfacciones de Cristo y de
los Santos".

Plenaria indulgencia. Inscripción en el crucero izquierdo de la Basílica de San Juan
de Letrán (Roma).
 Indulgencia del Jubileo de la Misericordia
 "Para vivir y obtener la indulgencia los fieles están llamados a realizar una breve
peregrinación hacia la Puerta Santa, abierta en cada catedral o en las iglesias establecidas
por el obispo diocesano y en las cuatro basílicas papales en Roma, como signo del deseo
profundo de auténtica conversión. Igualmente dispongo que se pueda ganar la indulgencia
en los santuarios donde se abra la Puerta de la Misericordia y en las iglesias que
tradicionalmente se identifican como Jubilares. Es importante que este momento esté
unido, ante todo, al Sacramento de la Reconciliación y a la celebración de la santa
Eucaristía con un reflexión sobre la misericordia. Será necesario acompañar estas
celebraciones con la profesión de fe y con la oración por mí y por las intenciones que llevo
en el corazón para el bien de la Iglesia y de todo el mundo".
Taxa Camarae
VENTA DE INDULGENCIAS DE LA IGLESIA CATOLICA, S.A.

Aunque tiene 35 artículos, todos de la misma naturaleza, hoy vamos a ofrecerles a


nuestros lectores y radioyentes por lo menos 10 artículos de la tarifa para el costo de su
indulgencias elaborado por el famoso papa León X del 1513-1521, que es el mecenas por
excelencia de artistas, literatos, pintores, escultores, arquitectos y demás personajes
dedicados a estos menesteres, tenidos por algunos como actividad por excelencia para el
desarrollo de las miserias espirituales del hombre y del parasitismo pero que para no pocos es
todo lo contrario y reflejo directo de la atrofiada capacidad de la inteligencia y el talento del
hombre que se espera un día alcance su desarrollo deseado y se ponga al servicio
verdaderamente de la humanidad.
Esa tarifa tiene como nombre Taxa Camarae, y el que desee obtenerla por completo puede
dirigirse a “¡Despertar!” en internet en www.despertar.org.do

Esta tarifa dice así:


“1. El eclesiástico que incurriere en pecado carnal, ya sea con monjas, ya con primas,
sobrinas o ahijadas suyas, ya, en fin, con otra mujer cualquiera, será absuelto, mediante el
pago de 67 libras, 12 sueldos.
“2. Si el eclesiástico, además del pecado de fornicación, pidiese ser absuelto del pecado
contra natura o de bestialidad, debe pagar 219 libras, 15 sueldos. Mas si sólo hubiese
cometido pecado contra natura con niños o con bestias y no con mujer, solamente pagará 131
libras, 15 sueldos.
“3. El sacerdote que desflorase a una virgen, pagará 2 libras, 8 sueldos.
“4. La religiosa que quisiera alcanzar la dignidad de abadesa después de haberse
entregado a uno o más hombres simultánea o sucesivamente, ya dentro, ya fuera de su
convento, pagará 131 libras, 15 sueldos.
“5. Los sacerdotes que quisieran vivir en concubinato con sus parientes, pagarán 76 libras,
un sueldo.
“6. Para todo pecado de lujuria cometido por un laico, la absolución costará 27 libras, 1
sueldo; para los incestos se añadirán en conciencia 4 libras.
“7. La mujer adúltera que pida absolución para estar libre de todo proceso y tener amplias
dispensas para proseguir sus relaciones ilícitas, pagará al Papa 87 libras, 3 sueldos. En caso
igual, el marido pagará igual suma; si hubiesen cometido incestos con sus hijos añadirán en
conciencia 6 libras.
“8. La absolución y la seguridad de no ser perseguidos por los crímenes de rapiña, robo o
incendio, costará a los culpables 131 libras, 7 sueldos.
“9. La absolución del simple asesinato cometido en la persona de un laico se fija en 15
libras, 4 sueldos, 3 dineros.
“10. Si el asesino hubiese dado muerte a dos o más hombres en un mismo día, pagará
como si hubiese asesinado a uno solo”.
Para la historiografía católica, sin embargo, el Papa León X, autor de una muestra de
corrupción tan infinita como la que acabamos de leer, pasa por ser el protagonista de la
historia del pontificado más brillante y quizás más peligroso en la historia de la Iglesia.
Como se puede apreciar, lo de las aberraciones, cundanguería, pedofilia, perversidades
homosexuales, lesbianas y demás degeneraciones, son prácticamente consustanciales en la
Iglesia Católica y el cristianismo; tal vez en la época de la peste fue cuando disminuyeron
debido a que los jóvenes varones escaseaban debido a que eran el blanco predilecto de la
peste. Lo del caso de Higüey y Benito de la Rosa y Carpio, lo de Domingo Espinal y la
protección que a los seminaristas violadores de niños y niñas les da el obispo Abreu en el
Noroeste, no es pura casualidad.
ndice
 1 Sola scriptura (“solo por medio de la Escritura”)
 2 Sola fide (“Solo por la fe Dios salva”)
 3 Sola gratia (“solo por la gracia”)
 4 Solus Christus o Solo Christo (“solo Cristo” o “solo a través de Cristo”)
 5 Soli Deo gloria (“la gloria solo para Dios”)
 6 Véase también.
 7 Referencia.
 8 Bibliografía.

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