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Constantinopla I (381):

afirmación de la humanidad completa de Cristo


Angelo AMATO*

1. LA CONTROVERSIA APOLINARISTA humano. Como lógos énsarkos (Verbo encarnado) u


«hombre celeste». Cristo emplea la humanidad, que
1.1. La cristología «lógos/sárx» consiste sólo en su cuerpo, como un instrumento
inerte, y forma así un solo principio de querer y de
El primer documento que nos ha llegado de la acción. De esta manera, queda garantizada la uni-
cristología lógos/sárx es del sínodo de Antioquía del dad y la santidad. Se elimina el alma racional por-
año 268, donde algunos obispos de la zona siro- que es el principio humano de autodecisión, inde-
palestina, pero de formación y de mentalidad orige- pendientemente del Verbo. La voluntad divina está
niana, condenaron al obispo del lugar Pablo de Sa- perfecta y constantemente orientada hacia el bien,
mosata como monarquiano adopcionista. Según es- pero la voluntad humana, incapaz de secundar esa
te esquema cristológico, el Logos divino ocuparía en orientación, podría introducir un principio de oposi-
Cristo el lugar de su alma humana; y por eso la na- ción al Verbo, y dar lugar a las pasiones, al pecado
turaleza humana de Jesús no tendría alma propia. y a la muerte. En un fragmento, Apolinar sintetiza
Esta nueva doctrina comenzó a afirmarse a finales su doctrina al respecto de esta manera:
del siglo III y a comienzos del IV en el ambiente ale-
jandrino y en sus áreas de influencia: «No es fácil «Pablo proclama muy acertadamente que «en
explicar por qué esta línea cristológica se ha difun- el único y omnipotente Dios, vivimos, nos mo-
dido en ambiente origeniano, puesto que Orígenes vemos y existimos», y que el Verbo para vivificar-
había valorado como nadie hasta entonces la fun- la (la carne) y moverla podía hacerlo por su vo-
ción que el alma humana de Cristo tiene en el com- luntad, ya que ha acampado en la carne; la divi-
puesto teándrico» (M. Simonetti). na energía ocupaba el puesto del alma y del inte-
lecto humano. Por eso, Juan denomina acampa-
Hacia la mitad del siglo IV, Apolinar (nacido en da su venida del cielo. Así, después de haber di-
torno al año 315 y muerto antes del 392, obispo de cho: «El Verbo se hizo carne», no añade «y alma».
Laodicea de Siria, llevó hasta sus últimas conse- Es imposible que dos principios intelectivos y vo-
cuencias la cristología lógos/sárx, hasta el punto de litivos habiten en el mismo lugar: si eso fuera
provocar una enérgica reacción del ambiente antio- así, cada uno combatiría contra el otro con su
queno, que no podía aceptar una humanidad in- voluntad y energía. Por tanto, el Verbo no tomó
completa en Jesucristo. En la compleja cuestión un alma humana, sino solamente la semilla de
teórico-teológica del apolinarismo hubo algunas Abraham. Por eso, la prefiguración del templo
condenas por parte de sínodos y por parte de teólo- del cuerpo de Cristo fue el templo de Salomón,
gos como Epifanio, Gregorio de Nisa y Gregorio Na- que era sin alma, sin inteligencia, sin voluntad».
cianceno. La condena oficial de Apolinar en el año
381 y en el 382 provocó la destrucción de sus escri- Parece que la cristología de Apolinar ha tenido
tos. Se salvaron algunos, por la estratagema de sus dos formulaciones sucesivas, una dicotómica y la
discípulos, que los difundieron con seudónimos, otra tricotómica. La más antigua considera a Cristo
atribuyéndoselos por ejemplo a Gregorio Taumatur- compuesto por el Logos divino (que sustituye el al-
go, al papa Julio I, a Atanasio. Precisamente Cirilo ma humana) y por el cuerpo. En esta concepción, la
de Alejandría, en la controversia nestoriana, se segunda persona de la Trinidad es como el alma del
apoyó en textos apolinaristas creyendo que eran de cuerpo humano de Cristo, engendrado de María vir-
Atanasio. La falsificación se descubrió hacia la mi- gen. En Cristo, el Logos es el auténtico sujeto del
tad del siglo VI y fue denunciada oficialmente en el querer y del actuar. El cuerpo humano es el ins-
segundo concilio de Constantinopla del año 553. trumento que lo secunda pasivamente. La formula-
ción tricotómica es posterior y parece apoyarse en
La cristología lógos/sárx de Apolinar tiene dos 1Tes 5,23. Ésta considera a Cristo compuesto de
preocupaciones de fondo: la afirmación de la verda- tres elementos: el Logos divino (que funciona como
dera unidad en Cristo y la salvaguarda de su abso- noûs, es decir, como entendimiento humano), el al-
luta santidad ontológica y moral. Apolinar afirma ma animal (psyché) y el cuerpo (sárx o soma). Aun-
que el Logos divino asume una naturaleza humana, que éste no es un problema de primera importancia,
privada de su alma racional. De manera que Cristo parece que Apolinar ha usado indiferentemente tan-
está compuesto por el Logos divino y por un cuerpo to el esquema de la filosofía aristotelica (noûs-
2 CONSTANTINOPLA I (381)

psyché-sôma) como el de la antropología bíblica así, ha vaciado completamente la obra redentora de


(pneûma-sarx). En todo caso, ambas formulaciones Cristo. Sobre este grave error se concentró con toda
coinciden en negarle a Cristo el elemento superior razón la reacción antiapolinarista de Epifanio, Dio-
del ser humano, que queda sustituido por el Logos doro, Gregorio Nacianceno y Gregorio Niseno. Par-
divino. tiendo del principio patrístico «lo que no ha sido
asumido, no ha sido redimido», estos autores re-
afirman la certeza de la Iglesia, según la cual Cristo
1.2. La «mía physis» de Cristo ha tenido que asumir no sólo el cuerpo, sino tam-
bién el alma para poder redimir al hombre com-
Cristo es un compuesto unitario cuyo único puesto de cuerpo y alma.
principio de decisión y de acción es el Logos divino.
El esquema apolinarista en el que se enumeran las
partes que forman la totalidad tiene precisiones 2. EL PRIMER CONCILIO «ECUMÉNICO» DE
completamente inconsistentes, como la de conside- CONSTANTINOPLA (381)
rar a Cristo un «ser intermedio». Y tiene interés en
destacar que las dos partes no son iguales: «El Para confirmar la verdadera fe de Nicea, para
pneuma divino conserva en todo su preeminencia. responder a las herejías postnicenas, sobre todo la
Es el Espíritu vivificante, el agente que mueve efi- apolinarista y la macedoniana, y también para
cazmente su naturaleza corpórea, y los dos –Logos y nombrar un obispo ortodoxo para la ciudad impe-
naturaleza corpórea– constituyen una unidad de ser rial, el emperador Teodosio el Grande, de acuerdo
y de vida. Apolinar encuentra en esta explicación, con el co-emperador occidental Graciano, convocó
en definitiva, el auténtico fundamento metafísico de en el año 381 en Constantinopla un concilio sólo
la unidad del hombre-Dios» (A. Grillmeier). Toda la para los obispos orientales. Entre los casi 150 par-
acción vital de Cristo depende del Logos, que domi- ticipantes –fueron convocados también algunos
na completamente su naturaleza humana, hacién- obispos macedonianos que después se retiraron–,
dola intrínsecamente impecable: «Dios, aunque se había teólogos eminentes como Gregorio de Nacian-
ha encarnado en una carne humana, conserva in- zo, Gregorio de Nisa, Cirilo de Jerusalén, Diodoro de
tacta su propia energía: él es entendimiento que no Tarso. No nos han llegado las actas, y las noticias
puede ser vencido por las pasiones del alma y de la que tenemos nos llegan por los escritos de los histo-
carne, gobierna divina e impecablemente la carne y riadores Sócrates, Sozomeno y Teodoreto. Este
los movimientos de la carne, no sólo es invencible último, por ejemplo, transmite una carta de los
ante la muerte, sino que destruye la muerte» (Apoli- obispos reunidos en un sínodo en Constantinopla
nar). en el año 382 y dirigida al papa Dámaso y a los
obispos occidentales, en la que ofrece una síntesis
En este contexto se comprende mejor el concepto de los acontecimientos y de las verdades de fe defi-
que Apolinar tiene de physis. Para él significa el ser nidas contra los herejes. Por lo que se refiere a
dotado de movimiento propio, la potencia que se au- nuestro tema, los obispos reafirman: «no aceptamos
tovivifica. En esta acepción el concepto de physis […] la asunción de una carne sin alma, sin inteli-
sólo puede aplicarse al Logos. De ahí la fórmula gencia, imperfecta, puesto que sabemos que el Ver-
apolinarista: mi÷a fu/siß touv qeouv lo/gou sesarkome÷nh bo Dios, perfecto antes de todos los siglos, se ha
(una naturaleza encarnada del Dios Logos), que Ci- hecho perfecto hombre en los últimos tiempos por
rilo de Alejandría empleará frecuentemente en la nuestra salvación». En esta misma carta se llama
controversia nestoriana. Más aún, según Apolinar el «ecuménico» al sínodo celebrado en Constantinopla
«compuesto Cristo» no sólo es una physis, sino en el año 381. Esta calificación, en este contexto,
también una sola ousía, una sola hypóstasis, un so- pretende referirse con toda probabilidad solamente
lo prósopon. Y esto porque, en la «síntesis vital» de a la Iglesia de Oriente. El concilio de Calcedonia ex-
la que surge Cristo, el único principio motor de la tenderá a toda la Iglesia, oriental y occidental, el
humanidad es el Logos divino: «En las divinas Es- carácter ecuménico del concilio de Constantinopla
crituras no aparece ninguna división entre el Verbo del año 381.
y la carne, sino que él mismo es una sola naturale-
za (physis), una sola hipóstasis (hypóstasis), una
sola energía, una sola persona (prósopon), todo 3. EL SÍMBOLO «NICENO-CONSTANTINOPOLITANO»
Dios, todo hombre».
3.1. Origen
En conclusión, Apolinar ha afirmado ciertamente
la unidad y la santidad de Cristo. Pero ha disminui- Con este símbolo la Iglesia se opuso a la herejía
do la integridad de su naturaleza humana, priván- apolinarista, que negaba la integridad de la huma-
dola de su alma racional, que es la fuente autóno- nidad de Cristo y a la herejía macedoniana, que ne-
ma de las decisiones y de las actuaciones. Actuando gaba la divinidad del Espíritu Santo. Desarmó tam-
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bién definitivamente la herejía arriana con sus dife- neciente probablemente a la Iglesia de Antioquía o a
rentes articulaciones. El símbolo además se conso- la comunidad de Jerusalén.
lidó como fórmula bautismal y fue introducido en la
liturgia eucarística, de manera que «de todos los
credos que existen es el único que con cierto fun-
damento puede presentarse como ecuménico o uni- El símbolo de Constantinopla I
versalmente aceptado» (Kelly). A pesar del éxito in-
negable de esta recepción eclesial, universal, el ori- Pisteu/omen eiJß e¢na qeo»n, pate/ra, pantokra/tora,
gen del símbolo niceno-constantinopolitano, su re- poihth»n oujranou◊ kai» gh◊ß, oJratw◊n te pa/ntwn kai» ajo-
dacción y promulgación plantea no pocos proble- ra/twn.
mas. Una presentación sintética de esta problemá- Kai» eiJß e¢na ku/rion jIesou◊n Cristo»n to»n uiJo»n tou◊
tica histórico-crítica nos ayudará a captar la apor- qeou◊ monogenh◊ to»n ejk tou◊ patro»ß genneqe/nta pro»
tación dogmática conciliar con mayor equilibrio. La pa/ntwn tw◊n aijw/nwn, fw◊ß ejk fwto/ß, qeo»n ajlhqino»n ejk
aportación dogmática, como veremos, quedó con- qeou◊ ajlhqinou◊, gennhqe/nta ouj poihqe/nta, oJmoou/sion
densada en fórmulas precisas, pero no cerradas, si- tw◊ patri/, di j ou– ta» pa/nta ejge/neto,
no abiertas a variaciones y adaptaciones lingüísti- to»n di j hJma◊ß tou»ß ajnqrw/pouß kai» dia» th»n hJmete/ran
cas. swthri/an katelqo/ntai eJk tw◊n oujranw◊n kai» sarko-
qe/nta ejk pneu/matoß aJgi/ou kai» Mari/aß th◊ß parqe/nou
Digamos ante todo que el texto del símbolo de kai» ejnanqrwph/santa, staurwqe/nta te uJpe»r hJmw◊n ejpi/
Constantinopla apareció por primera vez el 10 de Ponti/ou Pila/tou kai» paqo/nta, kai» tafe/nta kai» aj-
febrero del año 451, durante la segunda sesión del nasta/nta th◊ tri/th◊ hJme/ra kata» ta»ß grafa»ß, kai» aj-
concilio de Calcedonia, cuando por invitación de los nelqo/nta eiJß tou»ß oujranou/ß, kai» kaqezo/menon ejn dexia◊
delegados imperiales el arcediano Aecio de Constan- tou◊ patro»ß kai» pa/lin ejrco/menon meta» do/xhß kri◊nai
tinopla leyó en voz alta «la fe de los 150 padres». Es- zw◊ntaß kai» nekrou/ ou– th◊ß basilei/aß oujk e‡stai te/loß.
ta fórmula de fe fue después incorporada al credo Kai» eiJß to» pneu◊ma to» a¢gion to» ku/rion kai» zwo-
de Nicea, antes de la verdadera y propia definición poio/n to» ejk tou◊ patro»ß ejkporeuo/menon to» su»n patri»
calcedonense elaborada por ese concilio en el año kai» uiJw◊ sumproskunou/menon kai» sundoxazo/menon to»
451. lalh/san dia» tw◊n profhtw◊n. EiJß mi/an aJgi/an kaqo-
likh»n kai» ajpostolikh»n ejkklhsi/an. JOmologou◊men e£n
Dejando el problema todavía no resuelto de los ba/ptisma eiJß a£fesin aJmartiw◊n. Prosdokw◊men aj-
motivos del «silencio» de Constantinopla durante se- na/stasin nekrw◊n kai» zwh»n tou◊ me/llontoß aijwnoß.
tenta años, nos preguntamos ahora por su origen.
La tradición calcedonense considera a Constantino-
pla como una confirmación substancial de Nicea, Creemos en un solo Dios, Padre todopoderoso,
con breves añadidos antiheréticos. Sin embargo, re- creador del cielo y de la tierra, de todos los seres vi-
sultan tales divergencias entre los dos textos que no sibles e invisibles.
se puede considerar a Constantinopla como una Y en un solo Señor Jesucristo, el Hijo unigénito de
edición revisada de Nicea: «Se trata sin duda nin- Dios, engendrado del Padre antes de todos los siglos,
guana de dos documentos absolutamente diferen- luz de luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engen-
tes» (J.N.D. Kelly). drado no creado, consustancial al Padre, por quien
todo fue hecho.
Varios investigadores peinsan que Constantino- Por nosotros los hombres y por nuestra salvación
pla ha sido un símbolo de fe que ya existía. Para bajó del cielo, y se encarnó del Espíritu Santo y de
elegir este formulario concreto tuvieron en cuenta María Virgen y se hizo hombre. Y por nuestra causa
dos consideraciones: su consonancia perfecta con fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato, padeció y
Nicea, y su capacidad para transmitir las respues- fue sepultado, y resucitó al tercer día según las Es-
tas y los añadidos conciliares, posiblemente sin crituras, y subió al cielo, y está sentado a la diestra
herir demasiado la susceptibilidad de los obispos del Padre, y de nuevo vendrá con gloria para juzgar
macedonianos. Se piensa que este credo fue presen- a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin.
tado oficialmente en el concilio durante las negocia- Creemos en el Espíritu Santo, Señor y dador de
ciones que se tenían con los obispos macedonianos vida, que procede del Padre, que con el Padre y el
para llegar a un posible acuerdo con ellos y evitar la Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que
división. Se trata, por tanto, de una versión del habló por los profetas. Creemos en la Iglesia una,
«símbolo niceno», modificada con los añadidos rela- santa, católica y apostólica. Confesamos un solo
tivos al Espíritu Santo y especialmente apropiada bautismo para el perdón de los pecados. Esperamos
para ser aceptada por ambas partes. Se piensa que la resurrección de la carne y la vida del mundo futu-
el símbolo haya podido ser una confesión de fe bau- ro. Amén.
tismal usual en los años setenta del siglo IV, perte-
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3.2. Estructura añadido al símbolo de los santos padres: “Bajó del


cielo y se encarnó del Espíritu Santo y de María vir-
La estructura de Constantinopla, lo mismo que gen”. Eutiques ha omitido esto porque lo considera
la de Nicea, es una estructura tripartita, con sus apolinarista. Apolinar aceptó el santo concilio de Ni-
tres artículos dedicados respectivamente al Padre, cea, pero entendió los términos según su falsa opi-
al Hijo y al Espíritu Santo. Comparando ambos tex- nión, olvidando las palabras “del Espíritu Santo y
tos, en lo que se refiere al segundo artículo cristoló- de María virgen” para no tener que confesar la
gico, nos encontramos con lo siguiente: unión según la carne. Los santos padres posterior-
mente amplían el término “se encarnó” de los san-
Primero, en Constantinopla se advierten algunas tos padres de Nicea añadiendo “del Espíritu Santo y
omisiones cristológicas: 1. «es decir, de la misma de María virgen”». Dejando a un lado la intención
substancia del Padre»; 2. «Dios de Dios»; 3. «en el apolinarista de la cláusula, ciertamente se ha intro-
cielo y en la tierra» (precisión de la obra creadora ducido una novedad teológica: en el símbolo niceno-
del Hijo); 4. los «anatemas antiarrianos» finales. constantinopolitano, el acontecimiento Cristo no se
Quizá las dos primeras expresiones puedan consi- considera sólo en relación al Padre, sino también en
derarse superfluas, ya que una está incluida en el relación al Espíritu Santo y a María virgen.
homooúsios, y la otra en la afirmación «Dios verda-
dero de Dios verdadero». La ausencia de los anate- Tiene una intención antiherética más concreta el
mas nicenos puede justificarse porque se conside- añadido: y su reino no tendrá fin. La frase bíblica (cf.
ran superados por lo menos lingüísticamente, ya Lc 1,33) pretende salir al paso de la doctrina de
que responden a una situación en la que todavía no Marcelo de Ancira y de Fortino, que, con el pretexto
se distinguía hypóstasis y ousía. de salvaguardar la unidad de Dios, negaban que
Cristo siguiera existiendo eternamente y negaban,
Por otra parte, Constantinopla contiene algunos por tanto, la eternidad de la encarnación, afirmando
añadidos cristológicos: 1. (engendrado) «antes de que la unión hipostática se disolvería después de la
todos los siglos»; 2. (bajó) «del cielo»; 3. (se encarnó) parusía y con ella el misterio de la encarnación.
«del Espíritu Santo y de María virgen»; 4. «fue cruci-
ficado por nosotros bajo Poncio Pilato», 5. «fue se- A estas pequeñas huellas antiapolinaristas, el
pultado»; 6. (resucitó al tercer día) «según las Escri- primer canon añade una condena explícita. Se su-
turas»; 7. «está sentado a la derecha del Padre»; 8. pone que una refutación más detallada debía en-
(de nuevo vendrá) «con gloria»; 9. «y su reino no contrarse en el «tomos» dogmático del concilio, que
tendrá fin». no nos ha llegado y del que queda alguna huella en
la citada carta del sínodo del año 382. Allí los obis-
Estas inclusiones ensanchan la perspectiva pos afirman: «Mantenemos intacta la doctrina de la
bíblico-teológica al presentar el misterio de Cristo. encarnación del Señor; es decir, no aceptamos la
Pero casi ninguna puede atribuirse a la intención asunción de una carne sin alma, sin inteligencia,
del concilio del año 381. La mayor parte estaban ya imperfecta, sabiendo que el Verbo de Dios, perfecto
contenidas en el símbolo de «fe nicena», que los pa- antes de los siglos, por nuestra salvación se ha
dres conciliares tomaron como base. Cristológica- hecho perfecto hombre en los últimos tiempos».
mente hablando, solamente dos (la 3 y la 9) pudie-
ron estar dictadas por la urgencia del momento. El canon tiene dos partes. La primera contiene la
ratificación oficial de «fe de los 318 padres reunidos
en Nicea de Bitinia», que «no debe ser abrogada, si-
4. SU CONTENIDO TEOLÓGICO no que debe permanecer íntegra». La segunda parte
del canon «anatematiza toda herejía, especialmente
El primer añadido cristológico consiste en la la de los eunomianos o anomianos, de los arrianos y
cláusula: (se encarnó) del Espíritu Santo y de María eudosianos, de los semiarrianos y pneumatómacos,
virgen. Es una ampliación del escueto «se encarnó» de los sabelianos, de los marcelianos, de los fotinia-
de Nicea. Tradicionalmente estas palabras se han nos y de los apolinaristas».
considerado como una intencionada precisión anti-
apolinarista. Así las interpreta Diógenes, obispo de En su extrema concisión, el canon condena
Císico, durante la primera sesión del concilio de explícitamente las herejías trinitarias, cristológicas
Calcedonia. Cuando Eutiques se acogió al símbolo y pneumatológicas más importantes de su tiempo.
de Nicea, Diógenes protestó afirmando que en Cons- Queda también anatematizado oficialmente el apo-
tantinopla del año 381 se habían hecho precisiones linarismo. El fundamento teológico de estos pro-
a la fe nicena con sentido antiapolinarista: «[Nicea] – nunciamientos es doble: la precisión importante del
dice Diógenes– tiene añadidos de los santos padres homooúsios niceno y la adquisición terminológica
por la opinión perversa de Apolinar, Valentiniano, definitiva de la distinción en la Trinidad de tres
Macedonio y otros semejantes. De hecho, se ha
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hipóstasis en la única ousía. En la carta del año narración apasionada de un acontecimiento único
382 los padres afirman: de amor: la caridad eterna de Dios Trinidad se ha
manifestado históricamente en la obediencia salvífi-
«[la fe nicena] nos enseña que hay que creer ca de Cristo, verdadero Hijo de Dios encarnado «por
en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu nosotros los hombres y por nuestra salvación». En
Santo, una sola divinidad, poder, substancia del esta fuente se alimenta y se dinamiza la vida ecle-
Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, iguales en sial actual en sus distintas dimensiones teórico-
dignidad, coeternos en poder, tres hipóstasis prácticas de proclamación, de comprensión, de san-
perfectísimas, es decir, tres personas perfectas, tificación, de misión, de transfiguración. Su llamada
de manera que al considerar las personas no se permanente a la verdad del Padre creador, del Hijo
produzca la necesidad de Sabelio que las con- redentor y del Espíritu santificador convierte al
funde, suprimiendo sus propiedades personales, símbolo en una dinámica regla de fe para la vida, y
ni prevalezca la blasfemia de los eunomianos, de de vida en la fe, dejando de ser un código seco de
los arrianos, de los pneumatómacos, que dividen doctrina. La traditio-redditio symboli de la liturgia
la substancia, la naturaleza o la divinidad, y bautismal y la proclamatio symboli de la liturgia eu-
añaden otra naturaleza, creada o de sustancia carística manifiestan que nuestra vida en Cristo y
diferente, a la Trinidad increada, consubstancial en la Iglesia está normada por la verdad de Dios
y coeterna». Padre, Hijo y Espíritu Santo, desde su nacimiento y
durante todo su proceso de maduración.

5. EL SIGNIFICADO DE CONSTANTINOPLA I
5.2. «Se encarnó del Espíritu Santo y de María
5.1. La «Lex credendi» como «Lex orandi» y virgen»
«Lex vivendi»
Esta cláusula sintetiza el dato bíblico (cf. Mt
Para valorar hoy correctamente el contenido tri- 1,18.20; Lc 1,35) y ya se encontraba con formas
nitario y cristológico del símbolo niceno-constanti- distintas en algunos símbolos anteriores a Constan-
nopolitano debemos tener como cuadro de referen- tinopla, como por ejemplo en el romano antiguo. En
cia su origen esencialmente bautismal, su papel an- la literatura cristiana de los primeros siglos se
tiherético a partir del concilio del año 381 y su pos- habla del nacimiento de Jesús «de María virgen» y
terior confirmación por la praxis sacramental de la casi no se menciona al Espíritu Santo hasta Ireneo.
Iglesia oriental y occidental, primero como fórmula Con esta mención los primeros Padres expresan
bautismal y después incluso como oración solemne, una preocupación apologética y quieren demostrar
una vez incluido oficialmente en la liturgia de la mi- con ella el mesianismo y la divinidad de Cristo, en
sa. relación con los judíos y con los paganos respecti-
vamente. A partir de la segunda mitad del siglo II,
Primero, el símbolo es lex credendi en perfecta se acentúa la preocupación antignóstica, y por eso
sinergia con la lex orandi de la Iglesia. Ésta no lo ha se menciona con más frecuencia el nacimiento tam-
considerado nunca como un conjunto abstracto y bién «del Espíritu», para afirmar las dos naturalezas
antihistórico de doctrina lingüísticamente cataloga- de Cristo, la divina y la humana. Por tanto, la cláu-
da, sino que lo ha considerado siempre como un sula de Constantinopla significa que Cristo ha naci-
credo profundamente insertado en el tejido vital de do en la eternidad de Dios y en el tiempo de María,
la Iglesia, y en primer lugar en la lex orandi de la li- y que su encarnación es fruto del Espíritu de Dios y
turgia eucarística. En la liturgia, el dogma se hace de la virgen María.
misterio anunciado y vivido. La proclamación del
símbolo en la liturgia eucarística es un testimonio En su contexto inmediato, Constantinopla tiene
de que el dogma continúa hoy presente en la Iglesia importancia sobre todo contra los macedonianos,
y en el mundo como anuncio liberador trinitario y porque afirma la divinidad del Espíritu Santo. La
cristológico. En este contexto litúrgico-sacramental tradición cristiana lo leerá posteriormente amplian-
el símbolo no sólo expresa la ontología de la fe, sino do su comprensión también al aspecto mariológico.
que se convierte también en fuente de ágape, de La referencia al Espíritu Santo en el segundo artícu-
comunión y de acción eclesial. La lex credendi se lo cristológico de Constantinopla, además de su
hace lex orandi y lex vivendi et agendi. función antiherética, significa también una preci-
sión definitiva de la «consubstancialidad» divina del
El símbolo, además, es una «summa qualitativa» Hijo con el Padre, inseparable de la afirmación de la
más que «quantitativa» de la conciencia de fe ecle- divinidad del Espíritu Santo. De hecho, Nicea al de-
sial, cuando presenta sintéticamente las principales finir la divinidad del Hijo sólo en relación con el Pa-
verdades de fe. Proponiendo la fuente y el centro dre, presentaba todavía una concepción «binitaría» y
mismo de la vida cristiana, el credo es ante todo la no propiamente «trinitaria» del Hijo. Constantinopla,
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recogiendo también los frutos de la triadología Tercero, el concilio del año 381 y su símbolo fue-
oriental, da este paso y proclama al Hijo no sólo ron conocidos y declarados oficialmente «ecuméni-
«Unigénito, engendrado del Padre» y «consubstan- cos» sólo a partir del año 451. En ese año Calcedo-
cial» con él, sino también «encarnado del Espíritu nia consideró universal este sínodo «local», que tiene
Santo». Éste es un dato fundamental de la teología una teología «local», y que sigue teniéndola incluso
trinitaria de los Capadocios. Para éstos, una perso- después haberlo declarado ecuménico. En el mismo
na de la Trinidad sólo puede definirse en relación periodo de tiempo, la pneumatología en Occidente
con las otras dos. Cada persona es condición de la se había desarrollado y sistematizado con las apor-
originalidad hipostática de las otras dos. taciones de san Ambrosio († 397) y de san Agustín
(† 430). La fórmula Filioque la encontramos ya en la
confesión de fe que el papa León I († 461) envía a la
5.3. El «Filioque» en el símbolo occidental Iglesia española en el año 447, y la misma Iglesia
española lo hace suyo en el segundo concilio de To-
El símbolo niceno-constantinopolitano del año ledo del mismo año. A todo esto hay que añadir que
381 no contiene en su tercer artículo la cláusula Fi- Occidente, con san Agustín y los distintos concilios
lioque, es decir, la procesión del Espíritu del Padre de Toledo (de los años 589, 638, 653, 675, 693), es-
«y del Hijo». De hecho, el Filioque se introdujo en el taba fuertemente comprometido en la lucha contra
símbolo de la Iglesia de Roma en torno al año 1013, el arrianismo. El Filioque se consideraba necesario
y parece que se hizo por presiones externas del em- para poder explicar los textos neotestamentarios
perador Enrique II sobre el papa Benedicto VIII. Pa- que hablan del Espíritu del Hijo (Rom 8,9; Flp 1,19;
ra no meternos en una «cuestión disputada» inter- 2Cor 3,17; Gál 4,6), para salvaguardar la perfecta
minable, nos limitamos a algunos hechos que se re- consubstancialidad del Hijo con el Padre, y también
fieren directamente a nuestro tema cristológico en el para fundamentar la distinción hipostática entre la
contexto de Constantinopla. Esto nos ayudará a segunda y la tercera persona. Y eso sin entretener-
concluir que la «recepción» que la Iglesia occidental nos a ver cómo la teología agustiniana está particu-
ha hecho de Constantinopla no está terminada to- larmente abierta a las aportaciones propias de la fi-
davía y que la «formulación pneumatológica» que la losofia personalista, de la ontología y de la psicolog-
Iglesia oriental hizo en este concilio no es un abso- ía intersubjetiva actual, por considerar al Espíritu
luto dogmático. Santo como lazo de caridad entre el Padre y el Hijo y
como don del Padre al Hijo, fundamentando en el
Primero, el concilio del año 381 fue convocado misterio trinitario una rica espiritualidad personal y
solamente para los obispos orientales. Por consi- comunitaria.
guiente, los añadidos pneumatológicos reflejaban
necesariamente sólo la concepción teológica de Finalmente, hemos de reconocer que en estos
ellos. últimos decenios se está haciendo un auténtico dis-
cernimiento, también por parte ortodoxa sobre las
Segundo, el concilio protagonizó dos innovacio- circunstancias históricas que han influido y sobre
nes notables, ciertamente justificables, pero que de los valores propiamente teológicos que tiene el Fi-
manifiestan una libertad «unilateral» de acción. Los lioque del credo occidental, y no sólo en el ambiente
padres sinodales introdujeron retoques significati- católico. Por eso, nuestra conclusión es ésta: el Fi-
vos en la profesión de fe de Nicea, en contra de la lioque, teológicamente hablando, no es un absoluto
disposición explícita del primer canon. Al hacerlo dogmático, pero representa la aportación original de
así, fueron conscientes –y estamos plenamente de la Iglesia y de la teología occidental al símbolo nice-
acuerdo con ellos– de que no abolían el concilio de no-constantinopolitano, para una mejor compresión
Nicea, sino que lo confirmaban. Pero lo cierto es que de la persona del Hijo, que no es ajena a la proce-
hicieron esa actualización decisiva de forma unila- sión del Espíritu Santo. Y esto no sólo en el ámbito
teral y sin consulta ni diálogo con la Iglesia occiden- de la Trinidad económica. De esta manera, Cons-
tal. tantinopla I llega a ser de hecho realmente ecumé-
nico.

*
A. AMATO, Jesús el Señor (BAC, 584), Madrid, BAC,
2006, p. 203-222.

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