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Lo realmente interesante del concilio efesíaco es la disputa teológica y de poder en el seno de la

Iglesia que determinaría la condena del nestorianismo como movimiento herético. Vamos a ver si
soy capaz de explicarlo de forma breve y clara, cosa que dudo:

A principios del siglo V, Nestorio, un monje antioquiano, fue elegido patriarca de Constantinopla. De
él se dice que tenía una gran elocuencia y un enorme poder de persuasión de las masas. Fue por
ello por lo que el influjo de su predicación tuvo gran relevancia y caló en una significativa parte de
la población constantinopolitana. Nestorio sostenía en sus sermones que la Virgen María era
solamente madre de Cristo (Christotokos) y no madre de Dios (Theotokos. El
término Theotokos pasó de la Iglesia ortodoxa griega a la eslava bajo la forma Bogoroditsa). 
 
Y bien, ¿es que este matiz acaso es importante? Pues sí, era fundamental por distintas razones:

En primer lugar, porque estamos hablando del siglo V, cuando los dogmas y los fundamentos
teóricos de la Iglesia Cristiana estaban formándose, y el canon se estaba elaborando a partir de
discusiones de esta naturaleza.

 
En segundo lugar, porque Nestorio estaba defendiendo, la existencia de dos naturalezas en Cristo,
una especie de unión imperfecta y extrínseca entre la naturaleza humana y la divina en Jesucristo.
El problema consistía en que si sólo había sido la persona humana la que sufrió la Pasión, la obra
de la Redención no pudo tener valor infinito y, por tanto, habría sido insuficiente. Si ésto fuese así,
no sólo se había fastidiado el papel redentor de su martirio, sino que su muerte no habría expiado
los pecados de la Humanidad.

Obviamente, tanto el papa Celestino I como Cirilo, el patriarca de Alejandría, condenaron la teoría
nestoriana como herética.

El emperador Teodosio II intentó calmar la situación convocando un concilio en Éfeso en el año


431. Pues bien, en ese concilio, se declaró que el nestorianismo era una herejía, y que la Virgen
María era la madre de Dios, y no la madre de Cristo, haciéndose especial hincapié en la naturaleza
divina de Cristo.

Nestorio fue depuesto de su cargo y condenado al destierro, pasando los últimos años de su vida
en Egipto. Sus partidarios se dirigieron hacia Persia, donde se establecieron y organizaron una
estructura eclesiástica independiente que, de manera marginal y en escaso número, ha subsistido
hasta la actualidad.
 
 

Cristología

Trabajo de Investigación sobre los concilios:

Nicea, Constantinopla, Éfeso y Calcedonia.

Consideraciones globales
Cronológicamente la historia de la dogmática cristológica puede dividirse
en cuatro grandes etapas:

1. Conciliación de Jesús con el monoteísmo bíblico: conquista dogmática


de la divinidad de Jesús (hasta Nicea: 325).

2. Idea de encarnación. Peligro para la humanidad de Jesús y


confirmación del hombre junto con Dios (hasta Constantinopla I: 381).

3. El problema de la constitución de Jesús. Conquista de la unidad


(Efeso: 431) y conquista de la dualidad (Calcedonia: 451).

4. Neo_nestorianos y onoteletas. La enhypostasía. Interpretación de


Calcedonia en los dos concilios siguientes (hasta III Constantinopla: 681).

Estos periodos pueden esquematizarse en el siguiente cuadro:

Concilio Problema
Siglo III Divinidad Nicea Relación Jesús con Dios
Siglo IV Humanidad Nicea Relación Jesús con nosotros.
Constantinopla, éfeso y Simultaneidad de ambas
Siglo V Humanidad
Calcedonia afirmaciones
Siglo VI y VII Apéndices III Constantinopla Problemas derivados

De alguna manera, sería mejor considerar toda la historia de la


dogmática como la historia de las oscilaciones entre la antinomia Dios-
hombre.

1. La primera oscilación se extiende desde la negación doceta de la


carne de Jesús hasta la negación judaizante de su divinidad. La fórmula,
la da san Irineo: verdadero Dios y verdadero hombre.

2. La segunda, oscila entre la negación “parcial” que hace Arrio de la


divinidad de Jesús y la negación “parcial” que hace Apolinar de su
humanidad plena. Las fórmulas: perfecto Dios, perfecto hombre.
O: consustancial al Padre y consustancial a nosotros.

3. El tercer margen de oscilación se da entre la “negación implícita” de la


divinidad de Jesús (Nestorio) y la “negación implícita” de su humanidad
(Eutiques). Y su fórmula: una subsistencia en dos naturalezas.

Nicea  (325)
Convocado por Constantino, el numero de participantes que se suele
citar, 318, es posible reminiscencia del (Gn 14,14), sobre los siervos de
Abraham. En realidad es difícil que rebasaran a 250, pero hace notar que
venían de todas partes: sirios, cilicios, fenicios, árabes, palestinos,
egipcios, tebeos y libios, hasta un persa, todos enviaron lo mejor de lo
suyo, estaba Osio el español y de occidente sólo había cinco obispos.

Problemática:

De laico, Arrio estuvo metido en un cisma y halló acogida en el obispo de


Alejandría, quien le reconcilió y le ordenó presbítero. El error de Arrio es
doble: ni Cristo es hombre como nosotros ni es Dios como el Padre. Arrio
le llama Dios pero lo entiende de manera subordinacionista. También le
llama hombre, pero negándole un alma humana. Tal vez haya relación
entre ambos errores. Al menos así lo entendió Eustacio único que cayó
en la cuenta de los dos: “al negar el alma a Cristo, tiene que atribuir a la
Palabra de Dios, los sufrimientos y mutaciones de Cristo, puesto que
esta Palabra pasible no puede ser igual al Dios inmutable” Lo curioso es
que este error relativo a la humanidad de Cristo no se lo combate nadie.
El mismo San Agustín, escribirá sobre los arrianos: “menos conocidos
son por afirmar que Cristo tenía un cuerpo solo, sin alma. Y no he
encontrado a nadie que les haya discutido este punto”. Este silencio,
parece indicar que sus contradictores participaban del mismo error; el
concilio de Nicea, que supone la condena de Arrio, aborda sólo el error
relativo a la divinidad del Hijo: “nacido del Padre antes de Todos los
siglos, Dios de Dios, luz de Luz, Dios Verdadero de Dios verdadero”. La
doctrina arriana relativa a la humanidad de Jesús se prolongará en el
apolinarismo, robustecida, en cierto modo, por la declaración de Nicea. El
gran contradictor de Arrio en lo referente a la divinidad de la Palabra, fue
San Atanasio, se han suscitado sospechas respecto a si compartiría o no
el error arriano sobre la humanidad de Jesús. La argumentación de Arrio
para negar la divinidad del Logos, era simple: el Nuevo Testamento está
lleno de datos sobre la finitud de Cristo, según los evangelios, Cristo
experimenta dolor, turbación, ora, ignora, teme, progresa, se ve
abandonado…

Todo esto es incompatible con la idea del Absoluto, de ahí que el hombre
no encuentra en Cristo al Absoluto. San Atanasio responde: “El Logos se
ha hecho hombre para divinizarnos en él… La carne de Cristo, por estar
unida al Logos, ha sido salvada y redimida la primera. Nosotros hemos
sido salvados en él, ya que somos unidad con él”. San Atanasio se
esfuerza en probar que los rasgos aducidos por los arrianos no dañan la
Trascendencia del Logos y como trata de debilidades anímicas, no sólo
corporales, comienza por quitarle el carácter de verdadera debilidad: así
afirma que la angustia era sólo pretextada, la ignorancia sólo aparente, el
llanto sólo corporal. Siempre habla de separación cuerpo-Logos, pero
cuando habla del resto de los hombres, concibe la separación como
cuerpo-alma.

Estos errores cuestionan si Atanasio negaba el alma de Cristo al igual


que los arrianos.

Constantinopla  (381)

El emperador Teodosio I concibió el plan de poner término a la tensión


existente y lograr la paz que Nicea no pudo lograr del todo, sellándolo
con un concilio de estado, que a la vez redondearía el símbolo trinitario
incorporándole la divinidad del Espíritu Santo, ya que los arrianos habían
hecho una criatura del Hijo. Reunía solo obispos de Oriente, por lo cual
no logro el número de participantes del Niceno, eran éstos unos 150. El
papa Dámaso no asistió ni envió representantes; los obispos de
occidente se reunieron en Aquilea en la primavera del 381. Tenía la
presidencia del patriarca Melecio de Antioquia, patrocinado por Teodosio.
Se hallaban presentes san Gregorio Nacianceno y san Cirilo de
Jerusalén.

Problemática:

Los discusiones se da entre Apolinar y san Dámaso y entre Nestorio y


san Cirilo. En seguida de Nicea rebrota el error de Arrio, con más fuerza
y mejor elaborado filosóficamente por un discípulo de San Atanasio:
Apolinar de Laodicea (310-390). Apolinar dice: “Jesús es perfecto Dios;
ahora bien, dos cosas acabadas, perfectas, no pueden constituir una
única realidad. Por consiguiente, la humanidad de Cristo no puede ser
perfecta”. Niega a Cristo un principio intelectual humano (Nous), aunque
le concede un alma sensitiva. Apolinar no tiene inconveniente de llamar a
Cristo hombre, por cuanto hay en Él un cuerpo movido por un principio
espiritual, que es la palabra de Dios. En el Sínodo de Alejandría, los
apolinaristas aceptarán las expresiones cuerpo racional, verdaderamente
hombre, etc., pero entendiéndolas en sentido ambiguo, hay entonces un
acuerdo falso, por ser sólo verbal.

Apolinar no rechaza la concepción filosófica del hombre (es decir: llama


hombre a cualquier cuerpo organizado por un principio que no sea lo que
llamamos el alma), sino que rechaza la afirmación de una diferencia
entre Cristo y nosotros. La afirmación de hombre puede variar según
épocas y culturas. Pero no puede variar el que Cristo era hombre
exactamente de la misma manera como lo somos nosotros. En concreto,
la argumentación de san Dámaso repite el modelo usado en Tertuliano u
Orígenes: “Si Jesús, no tenía un alma como la nuestra, no podemos
decir que haya sido salvada nuestra alma, en la cual reside el principio
de nuestro mal. Porque le confesamos Salvador del hombre entero,
confesamos que asumió al hombre entero, cuerpo y alma”.

Cabe preguntar si su respuesta, responde al problema de la unidad de


Cristo. La argumentación soteriológica, parece responder al argumento
de Apolinar: “Dos seres perfectos no pueden constituir una única
realidad, pero no vale ante Dios y el hombre, entre un ser donación
(agapé) y un ser cuya esencia es apertura”.

La intolerancia y la intervención de factores políticos motivaron a los


nestorianos a una exageración de sus posiciones: “Jesús será
perfectamente Dios y perfectamente hombre, pero de tal manera que
Dios y el hombre constituyen en él dos sujetos, incluso en el nivel último
del ser”. De este modo, Dios se apropia la personalidad de Jesús, algo
así como el actor la de su personaje, pero no se le pueden atribuir al
actor los sentimientos de su personaje. Esto es, no se puede decir que
Dios haya sufrido en Jesús, o que haya vivido una vida humana en él, la
carne y la humanidad de Jesús no pertenecen al Dios ontológico. Así
Dios y el hombre quedan afirmados, pero separados.

San Cirilo escribe una carta aprobada en Efeso, dedicada al problema de


la unidad de Dios y hombre en Jesús. Frente a las tendencias
separadoras nestorianas, la tesis de la carta es que dicha unidad no se
da meramente en la forma de presentarse o de aparecer ante nosotros,
sino en la realidad misma del ser de Jesús. Esta forma de afirmar la
unidad, no implica, una transformación del Logos en un hombre. La
divinidad sigue siendo divinidad y la humanidad sigue siendo humanidad.
Pero la unidad es tal, que al Logos se le puede llamar hijo de hombre,
con toda propiedad y no como a un personaje, sino con verdad. A esta
unidad que permite a Dios hacer propio, ser suyo aquello que no es Dios,
le llama San Cirilo unión en la subsistencia (intercambio de
propiedades).

Éfeso (431)
Está considerado como el III Concilio ecuménico, se celebró en la actual
Turquía. Convocado por el emperador Teodosio II para poner fin a la
querella suscitada por la doctrina nestoriana, reunió a unos doscientos
participantes, fue invitado san Agustín, pero antes de que el supiera de la
invitación murió en Hipona, por lo que la presidencia estuvo bajo la
dirección del Patriarca de Alejandría, san Cirilo. El concilio en su primera
sesión, aprovechando la ausencia de Nestorio que se negaba a
comparecer hasta que no llegara a Éfeso; se procedió a condenar la
doctrina nestoriana como errónea, decretando que Cristo era una sola
persona con sus dos naturalezas inseparables; asimismo decretó la
maternidad divina de María. San Cirilo logró además que se aprobara un
decreto redactado por él que deponía y excomulgaba a Nestorio. Juan de
Antioquía llega a Éfeso celebrando inmediatamente una asamblea
paralela en la que acusa a Cirilo de herejía arriana, procediendo a su
condena y deposición. El 10 de julio llegan los legados papales (los
obispos Arcadio y el representante papal Celestino I, Felipe) que
aprueban la sesión celebrada el 22 de junio y con ello la condena de
Nestorio. El emperador Teodosio II opta por declarar depuestos a Cirilo y
Nestorio y los encarcela para posteriormente ser persuadido por los
legados papales para que aceptara como verdadero el concilio que
condenaba a Nestorio poniendo en libertad a Cirilo, que vuelve a
Alejandría, y a Nestorio que se retira a un monasterio de Antioquía.

Problemática:

Al contrario de los anteriores concilios cuyas cuestiones teológicas se


referían principalmente a la unicidad de Dios, el concilio de Éfeso supuso
un cambio de dirección pues se debatió sobre la naturaleza de Cristo
dada la negación de los nestorianos a la unicidad de la naturaleza de
Cristo y considerar que sus naturalezas, divina y humana, se
encontraban separadas, prevaleciendo la naturaleza humana sobre la
divina, por lo que María no debía ser considerada Madre de Dios
(Theotökos) sino sólo "Madre de Cristo" (Khristotokos) ya que había dado
a luz a un hombre, en que la divinidad había ido a habitar. El concilio de
Éfeso aprobó además de la condena de la doctrina de Nestorio, condenó
también como herética la doctrina del pelagianismo, excomulgado a su
principal representante, Celestio. Decretó asimismo la excomunión para
todos los que no se atuvieran a lo decretado en el propio concilio, y
estableció asimismo el anatema para quien no respetara los cánones
surgidos del concilio de Nicea, especificando que el texto del credo
surgido en dicho concilio no debería sufrir adicción o sustracción alguna.
Calcedonia  (451)

El concilio de Calcedonia sobrepujó en número de participantes


-generalmente se dice 600, aunque eran mucho menos- . Occidente, por
lo que se refiere al número, tenía escasa representación: cinco legados
pontificios, que conforme a la exigencia formulada por el papa, tuvieron la
presidencia, y dos africanos que habían huido de los vándalos. En la 1ª
sesión, Dióscuro, organizador del latrocinio de Éfeso, tuvo que ocupar el
banco de los acusados. Se desenmascararon sus métodos de violencia y
se le depuso. Se leyó la profesión de fe de Nicea y una carta dogmática
de san León Magno sobre las dos naturalezas de Cristo.

Problemática:

Las expresiones conflictivas nos permiten formular el planteamiento del


problema en continuidad con los concilios anteriores: Supuesto que
Jesús es perfecto Dios (Nicea) y perfecto hombre (Constantinopla I) y
supuesto que entre Dios y hombre se da en Jesús que son uno y el
mismo (Efeso), ¿hay que decir que la unión es tan total que la
humanidad de Jesús deja de ser una humanidad plena e independiente,
de modo que sólo considerada antes de la unión puede ser tomada por
una humanidad plena? ¿O hay que decir que aún después de la unión
sigue siendo plenamente humanidad?

Uno y el mismo, pero no una única naturaleza. Esta es la paradoja


ante la que no sitúa Calcedonia. La novedad del Concilio está en la
expresión en dos naturalezas, frente a la más corriente: a partir de dos
naturalezas. No hay nada nuevo, sólo precisan, al juntar el uno y el
mismo con el en dos naturalezas.

Este texto conciliar es el primer Símbolo que no consta de un esquema


de actos salvíficos (del tipo: nació, murió, resucitó… etc., por nosotros).
En este sentido es el primer auténtico dogma. Calcedonia ya no dice
creemos o confesamos, como en los concilios anteriores, sino:
enseñamos que se debe confesar.

La formula Calcedónica expresa un esquema de unidad y dualidad, pone


de relieve la expresión uno y el mismo, que se repite seguida de dos
columnas de predicados:

Uno y el mismo
Perfecto en divinidad perfecto en humanidad

Dios verdadero hombre verdadero (alma y cuerpo)

Consustancial al Padre consustancial a nosotros

Engendrado por el Padre engendrado por María

Antes de los siglos al fin de los tiempos

Uno y el mismo

De las derivaciones de este problema sobre la unidad y dualidad,


debemos señalar tres etapas: un postconcilio agitado, y dos nuevos
concilios que tratan de ser exégesis sobre éste problema planteado: el
segundo y el tercero de Constantinopla.

Cfr. GONZÁLEZ, J.F., La humanidad nueva. Ed. Sal Terrea, 7ª edicción


1982.

JEDIN, Hubert., Breve historia de los concilios. Ed. Herder, Barcelona


1963, pp. 22-23.

Cfr. GONZÁLEZ, J.F., La humanidad nueva. Ed. Sal Terrea, 7ª edicción


1982.

JEDIN, Hubert., Breve historia de los concilios. Ed. Herder, Barcelona


1963, pp. 27-28.

Cfr. GONZÁLEZ, J.F., La humanidad nueva. Ed. Sal Terrea, 7ª edicción


1982.

En Wikipedia, concilio de Éfeso. Internet.

JEDIN, Hubert., Breve historia de los concilios. Ed. Herder, Barcelona


1963, pp. 36-37.

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