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Arquidiócesis de Valencia

Seminario Mayor Arquidiocesano “Nuestra Señora del Socorro”


Cristología II/ III de Teología.
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Alumno: Aponte Pastrán José Gabriel.
Profesor: Pbro. Doctor. Alberto Márquez.

-CRISTOLOGIA Y SOTERIOLOGIA. ÉFESO Y CALCEDONIA (siglos IV y V).

La fe que proclamamos en el Hijo de Dios (Jesús de Nazaret) evidencia la unidad de su


ser divino-humano. Dos de las materias de estudio de la dogmática, como muy bien se
evidencia, es la cristología y la soteriología. La primera versa sobre la idea de la identidad
del mismo Cristo y su estructura ontológica., y la segunda, la acción del mismo Cristo que
salva. Siguiendo ambas ideas, surge entre el siglo Iv y V grandes debates acerca de la
mediación del mismo Cristo entre los hombres.

No cabe la menor duda que de Él recibimos la salvación. De este axioma se tienen


grandes acontecimientos que demuestran el carácter histórico del mismo. Todo gira en
torno a esta idea; es el mismo Cristo, como lo dice el Concilio de Nicea-Constantinopla
que se ha quedado por nosotros y por todos los hombres. Por el hecho de Cristo es
verdadero Dios, nosotros somos imagen del Dios Padre, y además de ello, somos
santificados por el mismo Espíritu.

Una de las ideas resaltantes en el texto leído es que “si Cristo no es coeterno al Padre.
No pudo comunicar la vida; fue preciso que se manifestara tal cual es” (Sesboue;
Wolinski, 1995, p.269). Existe en ello una razón de fondo, razón que algunos teólogos
como Irineo de Lyon, Clemente de Alejandría, Orígenes, Atanasio, Gregorio de Nisa, Juan
Crisóstomo y Agustín de Hipona han hablado anteriormente. Todos ellos expresan la
importancia de que el Salvador se revistiese como hombre; si Cristo hubiese separado la
humanidad de la divinidad existiría una distancia entre Dios y el hombre mismo. Él es, por
tanto, “Dios por naturaleza incluso con la carne, verdaderamente, pero no como nosotros,
es decir puramente hombre, sino permaneciendo lo que era antes de hacerse hombre”
(p.273).

Existe entonces la idea de la salvación por la “connaturalidad con Dios”; Cristo es el


primero entre muchos, y por Él, el género humano ha recibido la adopción por parte de
Dios. Por el conocimiento de la encarnación Dios mismo nos hace participes de esta gracia.
Jesucristo ha asumido una naturaleza humana e individual para transformarla en un plano
más amplio: acogernos a todos y que quedarse sólo con las primicias de esta naturaleza.
Todo el proceso de la encarnación hasta la resurrección son un efecto propio de la
condición de posibilidad; esta acción universal representa al mismo Cristo en el
cumplimiento de sus misterios sagrados. “Por la unión hipostática, la naturaleza humana
de Cristo, en la que la humanidad entera está virtualmente presente, se une a la persona
divina del Verbo” (Sesboue; Wolinski, 1995,p.276).

- Cristo Salvador en Atanasio de Alejandría.

Siguiendo el texto de Sesboue; Wolinski (1995) se puede decir que para Atanasio Cristo
es el Hijo de Dios, y por lo tanto, es igual en esencia al Padre. Para Él, la salvación del ser
humano es posible gracias a la encarnación de Cristo, es decir, la unión de la naturaleza
divina y humana en una persona; además de ello, rechaza la idea de que Cristo es una
criatura divina superior. Según Él esta afirmación es fundamental para la salvación, ya que
solo un ser divino puede darnos la redención.

Además de ello, Cristo es el Theos-Logos, es decir: el Verbo por el que Dios Padre lo ha
creado todo (p.277). Cuando Él se encarnó, ha renovado la imagen de Dios en los hombres,
ha asumido la carne para “suplir las deficiencias del nous humano, convertido en simple
alma, expuesta a todas las vicisitudes de la existencia mortal” (p.279). Junto a tal idea, la
Resurrección del mismo Cristo es garante de la promesa dada a los hombres; aquel cuerpo
corruptible y mortal, alcanzará una nueva vida en aquel que se ha hecho ofrenda.

- Apolinar de Laodicea y el Apolinarismo.

Nació hacia el año 315; su doctrina, en principio, versa sobre la idea del consustancial:
identifica que en la Trinidad no hay más que una hipostasis. Se convirtió más adelante (377
d.C) en uno de los perseguidos heréticos de la época. Ha planteado una idea metafísica de
la ontología del mismo Cristo. Para Él, es inconcebible conjugar la idea de que el espíritu
humano del Verbo pueda coexistir en el Verdadero Hijo y Verdadero Dios. Este problema
ontológico se resuelve al pensar que “Cristo no posee el principió hegemónico” (p.282). Es
decir, el Verbo no ha asumido el alma humana, ha tomado, en palabras de Apolinar, la
semilla del mismo Abraham. Su línea de reflexión será entonces la del Verbo-carne. De
alguna manera, “Apolinar concibe la unidad de Cristo a partir de su hipostasis:
integración de la sustancia del Verbo.” (Sesboue; Wolinski, 1995, p.283).

-La cristología de la Escuela de Antioquía (Diodoro e Tarso y Teodoro de


Mopsuestia).

a. Diodoro de Tarso: Ha refutado la teología de Apolinar, escribió una obra llamada


“contra los synousiastas”. Esta obra estaba dedicada a aquellos que no reconocían más que
una sustancia o naturaleza en Cristo. Para él, el tema del alma no tiene mucho precio, por
ello, le da más importancia al aspecto central de la carne, pues, según su interpretación, la
carne es la que crece en sabiduría y gracia. Además de ello, el Verbo inhabita en el
hombre. No reconoce tampoco la doctrina de los dos Hijos: de Dios y de María.

b. Teodoro de Mopsuestia: Fue un teólogo del siglo IV que propuso una teología conocida
como teodicea. Esta teología trata de justificar la existencia del mal en el mundo a través
del libre albedrío. Además de ello, manifestó que hay que afianzar nuestras bases en la
interpretación literal de al biblia, y con ello, alcanzar el conocimiento a través de su
estudio.

Referencias bibliográficas.

Sesboue, B; Wolinski, J (1995). Historia de los dogmas. Secretariado Trinitario:


Madrid.

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