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Una de las ideas resaltantes en el texto leído es que “si Cristo no es coeterno al Padre.
No pudo comunicar la vida; fue preciso que se manifestara tal cual es” (Sesboue;
Wolinski, 1995, p.269). Existe en ello una razón de fondo, razón que algunos teólogos
como Irineo de Lyon, Clemente de Alejandría, Orígenes, Atanasio, Gregorio de Nisa, Juan
Crisóstomo y Agustín de Hipona han hablado anteriormente. Todos ellos expresan la
importancia de que el Salvador se revistiese como hombre; si Cristo hubiese separado la
humanidad de la divinidad existiría una distancia entre Dios y el hombre mismo. Él es, por
tanto, “Dios por naturaleza incluso con la carne, verdaderamente, pero no como nosotros,
es decir puramente hombre, sino permaneciendo lo que era antes de hacerse hombre”
(p.273).
Siguiendo el texto de Sesboue; Wolinski (1995) se puede decir que para Atanasio Cristo
es el Hijo de Dios, y por lo tanto, es igual en esencia al Padre. Para Él, la salvación del ser
humano es posible gracias a la encarnación de Cristo, es decir, la unión de la naturaleza
divina y humana en una persona; además de ello, rechaza la idea de que Cristo es una
criatura divina superior. Según Él esta afirmación es fundamental para la salvación, ya que
solo un ser divino puede darnos la redención.
Además de ello, Cristo es el Theos-Logos, es decir: el Verbo por el que Dios Padre lo ha
creado todo (p.277). Cuando Él se encarnó, ha renovado la imagen de Dios en los hombres,
ha asumido la carne para “suplir las deficiencias del nous humano, convertido en simple
alma, expuesta a todas las vicisitudes de la existencia mortal” (p.279). Junto a tal idea, la
Resurrección del mismo Cristo es garante de la promesa dada a los hombres; aquel cuerpo
corruptible y mortal, alcanzará una nueva vida en aquel que se ha hecho ofrenda.
Nació hacia el año 315; su doctrina, en principio, versa sobre la idea del consustancial:
identifica que en la Trinidad no hay más que una hipostasis. Se convirtió más adelante (377
d.C) en uno de los perseguidos heréticos de la época. Ha planteado una idea metafísica de
la ontología del mismo Cristo. Para Él, es inconcebible conjugar la idea de que el espíritu
humano del Verbo pueda coexistir en el Verdadero Hijo y Verdadero Dios. Este problema
ontológico se resuelve al pensar que “Cristo no posee el principió hegemónico” (p.282). Es
decir, el Verbo no ha asumido el alma humana, ha tomado, en palabras de Apolinar, la
semilla del mismo Abraham. Su línea de reflexión será entonces la del Verbo-carne. De
alguna manera, “Apolinar concibe la unidad de Cristo a partir de su hipostasis:
integración de la sustancia del Verbo.” (Sesboue; Wolinski, 1995, p.283).
b. Teodoro de Mopsuestia: Fue un teólogo del siglo IV que propuso una teología conocida
como teodicea. Esta teología trata de justificar la existencia del mal en el mundo a través
del libre albedrío. Además de ello, manifestó que hay que afianzar nuestras bases en la
interpretación literal de al biblia, y con ello, alcanzar el conocimiento a través de su
estudio.
Referencias bibliográficas.