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Jesús y la salud humana

José M. CASTILLO*

1. ¿MEDICINA, APOLOGÉTICA O HUMANIDAD? Las preguntas que acabo de plantear son, por
supuesto, importantes. Pero a mí me parece que, en
En los cuatro evangelios se pueden leer, por lo este asunto, hay una cuestión previa que determina
menos, 82 relatos o referencias a acciones prodigio- la interpretación que podemos e incluso debemos
sas de Jesús que tienen una relación directa con la dar a los relatos de hechos prodigiosos que hay en
salud o con el cuidado por la vida. Aquí no me voy a los evangelios. Esta cuestión ya quedó destacada
referir a hechos que impresionaron mucho a la gen- desde el capítulo primero de este libro. Se trata de
te, por ejemplo, la multiplicación de los panes. Por- tener siempre muy presente y bien claro que los
que se trata en este caso de un relato que analizaré evangelios no son simplemente libros que relatan
en el capítulo dedicado a las comidas de Jesús. De una historia sino que son relatos que trasmiten un
prodigios directamente relacionados con la salud de mensaje religioso. Este planteamiento es clave para
las personas, se encuentran 26 referencias en el entender correctamente todo lo demás. Porque, ante
Evangelio de Mateo, 23 en el de Marcos, 29 en el de todo, nadie sabe ni puede saber a ciencia cierta, si
Lucas y 4 en el de Juan. Al hablar, por tanto, de la Jesús realizó milagros propiamente tales, tal como
relación entre Jesús y la salud humana nos encon- hoy se suele entender lo que es un milagro. Como
tramos con una documentación abundante. Esto tampoco podemos saber con seguridad si esos rela-
quiere decir obviamente que para Jesús, tal como tos, que nos describen los prodigios de Jesús, nos
nos lo presentaron los redactores de los evangelios, trasmiten hechos históricos o son simplemente
el problema de la salud humana fue una preocupa- ejemplos edificantes que los autores de los evange-
ción de primera importancia1. Sin duda alguna, lios compusieron para enaltecer la figura y el re-
Jesús consideró que mejorar la salud de las perso- cuerdo de Cristo el Señor. Por lo tanto, cuando lee-
nas y dar vida a la gente era una tarea fundamental mos las curaciones de enfermos que hacía Jesús,
en su vida y en la misión que tenía que cumplir pa- ¿estamos ante datos sorprendentes y a primera vis-
ra hablarnos de Dios y para hacer presente a Dios. ta inexplicables que debe resolver la medicina?, ¿se
trata, más bien, de argumentos apologéticos me-
Pero ocurre, como es lógico, que al hablar de cu- diante los que se trata de demostrar la divinidad de
raciones de enfermos e incluso de resurrecciones de Cristo?, ¿es algo completamente distinto de todo eso
difuntos, se plantean inevitablemente preguntas, lo que en los relatos de milagros se nos quiere de-
por una parte, elementales, pero al mismo tiempo cir?
preguntas muy serias, muy fundamentales. Ante
todo, ¿se puede afirmar que todos esos relatos de Antes de responder a estas preguntas, me parece
curaciones prodigiosas sucedieron realmente? Es importante hacer una observación elemental. En la
decir, ¿son relatos históricos o se trata de invencio- vida ocurre con frecuencia que la gente tiene ante la
nes que los seguidores de Jesús añadieron a su vi- vista cosas que son evidentes y no las ve, mientras
da para enaltecer la figura del que ha sido conside- que, por el contrario, lo más oscuro, los más miste-
rado como el fundador del cristianismo? Y si es que rioso o quizá lo más abstruso, que no está a nuestro
estamos ante hechos que realmente sucedieron, ¿se alcance, eso es lo que más nos llama la atención, lo
puede asegurar que tales hechos fueron verdaderos que más nos interesa y lo que, ante todo, queremos
milagros, es decir, acontecimientos extraordinarios aclarar a toda costa. Con lo cual ocurre no sólo
que no se pueden atribuir a la capacidad humana y aquello de que «el árbol tapa el bosque», sino algo
que, por tanto, sólo se pueden explicar por una in- más sorprendente y siempre más dañino. Me refiero
tervención divina?2. En definitiva, ¿Jesús fue un a la estupidez humana que es capaz de romperse la
mago que hacía cosas maravillosas sin saber cómo cabeza indagando sobre el sexo de los ángeles, pero
o fue un taumaturgo que con poderes religiosos de- al mismo tiempo no somos capaces de ver cómo y
mostraba que en sus actos intervenía Dios?3. Otros por qué el uso que hacemos de la sexualidad
autores discuten si los milagros son pruebas más o humana nos puede hacer indeciblemente felices o
menos evidentes de que Jesús fue un «maestro» o dramáticamente desgraciados. Hay gente que no ve
quizás un «profeta» que anunciaba la llegada inmi- lo que tiene a cuatro dedos de sus narices, al tiem-
nente del reino de Dios, calculando estos títulos po que hace esfuerzos titánicos por descifrar lo que
desde la mentalidad judía de aquel tiempo4. hacen los antípodas que están en la esquina opues-
ta del planeta. Es exactamente lo que nos pasa a
muchos creyentes e incluso a exegetas bíblicos car-
2 JESUS Y LA SALUD HUMANA

gados de erudición. Se pasan la vida analizando el teresa a Dios es la salud, la vida, la dignidad y la fe-
valor histórico o la explicación médica que tienen licidad de los seres humanos. Se trata, por tanto, de
los hechos prodigiosos que cuentan los evangelios, un mensaje religioso que modifica radicalmente la
pero no se detienen jamás a pensar lo que nos quie- religión. Porque viene a decir que la religiosidad se
ren decir esos relatos sobre lo que más le interesaba ha de entender y practicar de tal manera que, antes
a Jesús y lo que nos enseñan sobre el Dios que se que el culto religioso, las ceremonias sagradas, los
nos revela en la vida y en los hechos de Jesús. Esto rezos, los templos y todas sus liturgias, está la vida
es lo que nos interesa, ante todo y sobre todo. de las personas, la salud de las personas, la digni-
dad y la felicidad de los seres humanos. Dicho de
Por otra parte, cuando hablamos de «milagros» otra forma, para Jesús, y para el Dios de Jesús, lo
en los evangelios, no se debe olvidar que la mentali- humano está antes que lo sagrado, antes que lo reli-
dad dominante en las culturas antiguas en torno a gioso e incluso antes que lo presuntamente divino. Y
los hechos prodigiosos que hoy nosotros llamamos la razón es clara: el Dios de Jesús no se encarnó ni
«milagros» difería notablemente de la mentalidad ac- en «lo sagrado» ni en «lo religioso», sino en «lo
tual. Como se ha dicho acertadamente, en conjunto, humano». En consecuencia, sólo el que toma en se-
para la mentalidad antigua del mundo grecorroma- rio lo humano y se comporta rectamente con lo que
no, los milagros eran aceptados como parte esencial es propio de la condición humana, sólo ése puede
del hecho religioso en su conjunto5. Esto significa conectar y encontrar al Dios que se humanizó, el
que uno de los principales problemas con los que se Dios de los cristianos que se nos reveló en Jesús.
tiene que enfrentar el historiador moderno al tratar Con lo cual nos encontramos con este dato y este
de comprender el pensamiento religioso del siglo I hecho capital: todo lo que los evangelios nos cuen-
es, más que el rechazo de los milagros, era su de- tan sobre curaciones y hechos prodigiosos de Jesús,
masiado fácil aceptación por el pueblo llano6. De no sólo modifica radicalmente la religión, sino que
hecho, todo personaje singular, que destacaba por sobre todo modifica igualmente la idea que tenemos
cualidades ejemplares ante la gente, por eso mismo o podemos tener sobre Dios. Es decir, eso plantea de
era ya un sólido candidato a ser tenido por un ser otra manera quién es Dios y cómo es Dios. Lo digo
dotado con poderes extraordinarios. Poderes que se ya: no es el Dios del poder, los portentos y los prodi-
manifestaban, antes que ninguna otra cosa, en su gios, sino que es el Dios que se nos muestra como el
capacidad para curar enfermedades. Esto no extra- ejemplo sorprendente de la más entrañable humani-
ñaba a nadie. Por el contrario, se veía como la cosa dad.
más natural del mundo.
Por tanto, la primera conclusión que se puede, y
Sin embargo, este dato histórico no parece enca- se debe, deducir de los abundantes relatos de cura-
jar bien con los relatos de curaciones que cuentan ciones de enfermos en los evangelios es que la ex-
los evangelios. Porque, como enseguida voy a expli- plicación de ese comportamiento de Jesús, tan in-
car, las curaciones que hacía Jesús, no sólo sor- sistentemente repetido, no está en que Jesús ejer-
prendían y llamaban la atención, sino que sobre to- ciera de mago. Eso no está demostrado en modo al-
do escandalizaban a mucha gente, lo que podría dar guno. Tampoco se trata de que Jesús, mediante sus
pie a que, efectivamente, a Jesús se le tenía por un hechos prodigiosos, pretendiera demostrar su pre-
mago o hechicero que embaucaba al pueblo senci- sunto origen divino o –lo que sería más problemáti-
llo. Más adelante explicaré que las curaciones que co– su conciencia de ser igual a Dios, cosa que está
hacía Jesús no parece que tengan nada que ver con aún más lejos de poderse demostrar. Cuando los le-
explicaciones de tipo mágico. El problema que plan- trados y fariseos le piden a Jesús una «señal» (se-
tean tales curaciones es muy distinto. meion) (Mc 8,11-12; Mt 12,38-39; Lc 11,24-26), es
importante caer en la cuenta de que no le piden un
Pero, volviendo a las preguntas de antes, empie- «milagro» (dynamis, téras)7. Una «señal» era más que
zo por recordar, como ya he dicho, algo que expli- un «milagro», cosa que se ve patente en el relato de
qué al comienzo de este libro. Los evangelios, antes Marcos, en el que se dice que le pedían «una señal
que un gran relato histórico, son un mensaje religio- del cielo para tentarlo» (8,11). O sea, pretendían po-
so. Por tanto, los evangelios están pensados y escri- nerlo en un aprieto del que no pudiera escapar me-
tos, no para historiadores o médicos, sino para cre- diante alguna de las curaciones de las que se sabía
yentes. Ahora bien, sea lo que sea de lo que real- que otros personajes del tiempo practicaban. No.
mente ocurrió con los enfermos y endemoniados de Los fariseos y letrados exigen una señal del cielo,
los que hablan los evangelios, lo que está fuera de una demostración divina, que no se prestara a
duda es que, mediante esos relatos, se les dice a los equívocos. Pues bien, así las cosas, la respuesta de
cristianos que para Jesús, una de las cosas más Jesús es que a aquellos hombres, «generación per-
fundamentales de la vida es la salud de las perso- versa», no se les iba a dar otra «señal» divina que la
nas. Con lo cual Jesús estaba diciendo que una de que ya había dado Dios en el extraño caso de
las cosas que ante todo quiere Dios y que más le in- Jonás, que salió vivo del vientre de un cetáceo, des-
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pués de tres días sepultado allí. Los evangelios no Jesús no dice quién es él, sino lo que hace. Es decir,
hablan directamente de la resurrección8. Pero la su- lo que identifica a Jesús no es el ser, sino el hacer.
gieren claramente. Lo cual, por más que se pueda O en otras palabras, lo que identifica a Jesús no es
interpretar como un anuncio profético de la resu- un principio ontológico y, menos aún, un título, un
rrección del propio Jesús, en última instancia, lo cargo, un oficio o una dignidad. Si lo que Juan pre-
que en realidad dicen los evangelios es que la «se- guntó es si Jesús era o no era el Mesías, está claro
ñal» de la autenticidad de Jesús, la «señal» que el que Jesús ni presta atención a semejante pregunta,
cielo da en favor de Jesús, no está en que Jesús hizo ni por tanto responde a ella. Lo que a Jesús le im-
prodigios y maravillas, sino en que Jesús vence a la porta es dejar claro que a él se lo identifica median-
muerte. Es decir, la señal determinante de que te un criterio histórico. No se trata, por tanto, de lo
Jesús trae la solución al mundo, no consiste en que que la especulación humana puede formular en te-
hizo (o sigue haciendo) hechos portentosos y cura- orías y términos deducidos de planteamientos fi-
ciones milagrosas, sino en que, en Jesús y mediante losóficos o teológicos, sino de algo tan empírico y
lo que él realizó, la vida vence a la muerte. No se tra- concreto como lo que «se oye» y «se ve»: «Id y contad
ta, por tanto, ni de hechos que superan las leyes de a Juan lo que oís y veis» (Mt 11,4; Lc 7,22). Dicho
la medicina, ni de prodigios de tipo mágico. Se trata en lenguaje coloquial, Jesús no les dio a los discí-
de algo más sencillo y más cercano: Jesús fue tan pulos de Juan una clase de cristología, sino que les
profundamente humano, que se puso de parte de la dijo lo que hacía, concretamente lo que hacía en fa-
vida y dio vida, venciendo a las fuerzas de la muerte. vor de la salud de enfermos, lisiados y gentes que
sufren. A Jesús no se lo conoce en los dogmas for-
mulados con categorías metafísicas, sino en hechos
2. «EL QUE TENÍA QUE VENIR (MT 11,3; LC 7,19) que se pueden oír, ver, palpar. Por eso no es ningu-
na exageración decir que la dogmática cimentada
Desde la prisión donde Herodes tenía encarcela- sobre la metafísica ha sido una fuga del quehacer
do a Juan Bautista, éste envió mensajeros a Jesús histórico, una especie de escapatoria que ha servido
para preguntarle si él era «el que tenía que venir» a los hombres de Iglesia y a no pocos creyentes para
(ho erchómenos) (cf. Mal 3,1) o había que esperar a evadirse de la realidad concreta, de lo que se mete
otro. Por lo que se refiere a la cristología, la impor- por los ojos, lo patente, aquello en lo que la gente
tancia de este texto es capital. Ante todo, porque la percibe que no hay engaño.
pregunta que Juan, mediante sus enviados, le hace
a Jesús es la pregunta decisiva, la pregunta por su Ahora bien, lo que de verdad importa en este re-
identidad. Juan quiere saber quién es Jesús. Si lo lato es que a Jesús se lo conoce, se lo identifica y se
pregunta es porque tenía dudas en cuanto a si lo encuentra allí donde se alivia el sufrimiento
Jesús era efectivamente el Salvador que el pueblo humano, donde se devuelve la alegría a los que se
esperaba o si había que esperar a otro. Las dudas ven limitados, privados de su integridad y de su
de Juan tenían su razón de ser. El propio Juan dignidad: los ciegos que recuperan la visión, los co-
había anunciado un Mesías que vendría como juez jos que dejan de estar mutilados, los leprosos ex-
justiciero, con el bieldo y la criba, amenazando a los cluidos que se vuelven a integrar en la convivencia
pecadores, como un hacha que corta de raíz los social, los sordos que se enteran de lo que pasa, los
árboles, o sea, que viene a hacer una tala implaca- muertos que recuperan la vida, y los pobres a los
ble (Mt 3,7-10; Lc 3,7-9). Pero el hecho es que Jesús que se les da la Buena Noticia, el Evangelio de
no se comportó como Juan esperaba. Por eso, Jesús (Mt 11,5; cf. Is 61,1; 42,18; 1Re 17,17-24;
cuando los discípulos de Juan le informaron de lo 2Re 4,18-37; 5,1-27). Lo más destacable aquí, para
que Jesús hacía (Lc 7,18), o más exactamente, el análisis cristológico, está en que el ser de Jesús
cuando supo en qué consistía la actividad de Jesús se explica a partir del cuidado por la salud que prac-
(érga tou Christoú) (Mt 11,2), Juan debió de quedar ticó Jesús. Y lo practicó de forma que era algo que
profundamente desconcertado. Aquí es importante entraba por los ojos y se palpaba con las manos, sin
caer en la cuenta de que las dudas de Juan no es- necesidad de más explicaciones. Algo, por tanto,
tuvieron motivadas por posibles nuevas teorías que que entiende todo el mundo, sin necesidad de otros
pudieron llegar a él en torno a la persona o la natu- argumentos ni de eruditas teologías.
raleza de Jesús. Lo que a Juan lo desconcertó fue-
ron las obras que realizaba Jesús. Este dato centra Si es que este texto tiene un valor singular para
el quehacer teológico y, en este sentido, se trata de la Iglesia, nunca deberíamos olvidar, ni los laicos
un relato paradigmático. cristianos, ni los teólogos, ni los obispos y clérigos
en general, que cuando tengamos que dar una res-
Pero la importancia y el interés de este episodio puesta sobre la identidad de Jesús, tal respuesta no
está en otra cosa. En definitiva, como ya he dicho, la vamos a dar mediante una formulación «dogmáti-
lo que Juan preguntó se refería a quién es Jesús. camente correcta», sino «acogiendo realmente la ex-
Pero lo sorprendente está en que la respuesta de periencia de la historia de Jesús». Es lo que con
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razón se ha denominado como una «cristología na- actuar en público, lo primero que hizo fue dedicarse
rrativa» que compromete a las personas9. En este a anunciar la llegada inminente del reino de Dios
relato, tan sencillo como profundo, Mateo señala el (Mc 1,14). Pero hacía eso «curando todo achaque y
camino del conocimiento «que los discípulos tuvie- enfermedad del pueblo» (Mt 4,23) porque «salía de él
ron que recorrer y el pueblo debía aprender»10. una fuerza que sanaba a todos» (Lc 6,19). Afirma-
ciones de este tipo se repiten con frecuencia en los
Como es lógico, la traducción a la realidad, en evangelios (Mt 4,23-24; 8,16-17; 9,35; 12,15 s.;
nuestro caso concreto, no se puede plantear sobre 14,35; 19,2; Mc 1,32-34; 6,54-56; Lc 4,41; 6,17-19).
la base de programar nuestra vida como si fuéra- Estos textos recogen los «sumarios» en los que los
mos curanderos populares o magos a la antigua evangelistas resumen de forma condensada a qué
usanza. El problema es más simple y más arduo a se dedicaba Jesús. Y la reacción que aquello pro-
un tiempo. Se trata de mejorar las condiciones de ducía en la población. Se ha discutido la historici-
vida y de salud, de bienestar y de cuidado de las dad de estos sumarios. Y es evidente que, tal como
personas, cosas todas que están al alcance de to- están redactados, no pretenden describir ningún
dos. Sin olvidar que, en las condiciones de vida y hecho concreto. Se trata simplemente de resúmenes
desarrollo en que vivimos, es componente esencial, generales en los que se destaca en qué consistía la
más aún central, del cuidado y preocupación por la «actividad normal» de Jesús, que era sencillamente
vida, abarca el apremiante y complejísimo problema y nada menos que «curar todas las enfermedades»15 .
ecológico del que tanto se habla y se escribe. La éti- Y es que el reino de Dios, antes que ninguna otra
ca evangélica es, también en este aspecto, exigente cosa, es eso: curar enfermedades, aliviar sufrimien-
ahora más que nunca. tos, dar vida. Es lo que queda patente en las ins-
trucciones que Jesús dio a los discípulos cuando
los envió precisamente a anunciar el reino de Dios
3. EL RECHAZO MORTAL CONTRA JESÚS (Mt 10,1.7-8 par)16. Más tarde, cuando Jesús ya no
estaba en este mundo, el apóstol Pedro resumió su
Los llamados «milagros», que cuentan los evan- vida diciendo que «pasó haciendo el bien y curando
gelios, fueron con frecuencia motivo de conflictos a todos los oprimidos por el diablo» (Hech 10,38).
provocados por los dirigentes religiosos que se en-
frentaron a Jesús. Lo vamos a ver enseguida. Pero Al leer estos datos sobre lo que fue la actividad
antes de referirme a los relatos que hablan de esos de Jesús, como hombre dedicado a sanar enfermos,
conflictos, debo aclarar que el problema que aquí liberar oprimidos y dar vida a quienes se veían limi-
debe retener nuestra atención no consiste en que tados y humillados, cualquiera tiene la impresión,
los milagros de Jesús, en vez de demostrar su con- enteramente lógica, de que Jesús fue efectivamente
dición divina, lo que de hecho provocaron fue un un profeta de Dios que se entregó a hacer el bien de
notable rechazo por parte de los responsables de la forma ejemplar. Pero ocurre que muchos de los re-
religión. John D. Crossan se ha referido a este latos de enfermos curados por Jesús no se limitan a
asunto calificándolo con la provocativa expresión de decir que aquellas personas quedaban sanas, sino
«bandidaje religioso»11. Como se ha dicho, al expli- que añaden un dato que resulta sospechoso, en
car lo que allí ocurrió, suele suceder que «un hecho, principio inexplicable. Se trata de que, en muchos
que para unos demuestra la divinidad de un perso- casos, las curaciones que realizaba Jesús escanda-
naje, puede demostrar para otros la maléfica in- lizaban y hasta indignaban a las autoridades reli-
fluencia del demonio»12 . Hasta el punto de que, pre- giosas hasta el extremo de que, precisamente por-
cisamente por lo que vengo explicando, escribas y que Jesús sanaba a los enfermos, por eso decían de
fariseos llegaron a preguntarse si Jesús traía la sal- él que estaba endemoniado y que su comportamien-
vación o más bien era el Anticristo (Mt 12,24 par)13 . to resultaba escandaloso. Tan escandaloso que, en
Por más extraño que resulte, el hecho es que la pre- algunos casos, los hombres de la religión quisieron
ocupación de Jesús por la vida y la salud de las matarlo. Por ejemplo, después de la curación de un
personas provocaba rechazo y, en ocasiones, inclu- manco en una sinagoga (Mc 3,6 par) o cuando sanó
so «escándalo», como lo indica el mismo Jesús (Mt al paralítico que estaba tirado junto a la piscina de
11,6 par). Y es que dar vida a la gente y aliviar el las curaciones en Jerusalén (Jn 5,1-9; cf. 5,18). El
sufrimiento de los más desgraciados eran cosas que rechazo y el escándalo llegó al extremo (como expli-
ponían nerviosos a los líderes de la religión. Porque caré después) de ser el motivo que desencadenó la
todo aquello enfrentaba a la gente ante la urgencia sentencia definitiva del Sanedrín judío para matar a
de tomar una opción decisiva a favor o en contra de Jesús (Jn 11,47-53), precisamente cuando las auto-
Jesús14. Enseguida explico de qué opción se trataba ridades religiosas se dieron cuenta de la impresión
y qué es lo que realmente allí ocurrió. que había causado en el pueblo la devolución de la
vida que Jesús le había dado a Lázaro (Jn 11,47).
Pero, antes que ninguna otra cosa, vamos a em-
pezar recordando que Jesús, en cuanto se puso a
JESUS Y LA SALUD HUMANA 5

No se entiende que hacer el bien, aliviar penas, pregunta de Jesús estaba cargada de razón. Porque
calamidades y males sea motivo de escándalo y, equivalía a preguntar si lo primero es la religión o lo
menos aún, de odio mortal. ¿Por qué semejante re- primero es la vida. Lo que aquí cuestiona Jesús no
acción? Aunque este asunto es más complejo de lo es meramente la casuística moral de los rabinos so-
que parece a primera vista, en principio conviene bre los casos o en que se podía o no se podía curar
recordar, como ha dicho Crossan, que las curacio- a un enfermo en sábado19. Lo que Jesús plantea es
nes se prestaban a ser interpretadas como actos de algo mucho más radical. Tan radical que equivalía a
magia. Y del mismo modo que el bandidaje supone poner en cuestión todo el sistema religioso que de-
en última instancia un desafío a la legitimidad del fendían los dirigentes religiosos de Israel, el sistema
poder político, así también la magia supone un de- que les daba a ellos el poder de decidir sobre la vida
safío a la legitimidad del poder espiritual. Porque, o la muerte, que es justamente lo que Jesús pre-
en definitiva, así como la religión es la magia oficial gunta. Por eso, ni más ni menos, todo termina con
y reconocida, la magia es la religión no oficial y no la decisión de los fariseos de asesinar a Jesús por
reconocida17. haber hecho aquello (Mc 3,6). Y algo parecido se
puede afirmar en el caso de la curación del paralíti-
Pero con decir esto, no tocamos el verdadero mo- co de la piscina (Jn 5,1-13; cf. 18). O en el serio
tivo que provocó el conflicto entre Jesús y las auto- conflicto que se provocó cuando Jesús curó al ciego
ridades religiosas de Israel. El problema que allí se de nacimiento (Jn 9). Sabemos, además, que las cu-
planteó fue mucho más serio. raciones en sábado debían de ser algo habitual en el
comportamiento de Jesús, como se advierte en la
queja del jefe de una sinagoga que echaba en cara a
4. LA VIDA ESTÁ ANTES QUE LA RELIGIÓN la gente que acudieran a Jesús para ser curados
precisamente en sábado (Lc 13,10-14). Si el sábado
El conflicto se provocó, ante todo, por el hecho era el día que la gente llevaba a sus enfermos para
de que Jesús curaba a los enfermos quebrantando que Jesús los curara, es porque todo el mundo sab-
las normas religiosas que precisaban cuándo y cómo ía que ése precisamente era el día en que Jesús sa-
se podía sanar a un paciente. Al hacer esta afirma- naba normalmente a los pacientes. Por otra parte,
ción, quiero dejar claro que aquí no interesa preci- la conducta provocativa de Jesús ante las leyes reli-
sar hasta el más mínimo detalle si Jesús, al curar a giosas no se redujo a estos casos. Los relatos de mi-
los enfermos, fue infiel a la Torá, la Ley dada por lagros son elocuentes. Por ejemplo, cuando curó al
Dios al pueblo de Israel, o se limito a no observar la leproso tocándole, cosa que estaba estrictamente
Hallaká, que era la interpretación oral que los letra- prohibida (Mc 1,39-45 par), gesto que repitió al re-
dos daban de la Ley escrita en los libros sagrados y sucitar al hijo de la viuda de Naím (Lc 7,11-17).
dada directamente por Dios a Moisés. Y digo que no
interesa precisar si lo que Jesús quebrantó, en tal o Pero más allá de casos concretos, la lectura de
cual caso, fue la Torá o la Hallaká porque con el pa- los evangelios muestra una imagen de Jesús que,
so del tiempo llegó a imponerse entre los judíos la desde luego, no encaja en la idea de un judío obser-
idea de que ambas tenían la misma autoridad y vante y sumiso incondicional a las prácticas y tradi-
eran igualmente obligatorias, de forma que la dife- ciones religiosas, como se le ha pretendido presen-
rencia estaba en que una se había trasmitido por tar sobre todo recientemente en un comprensible
escrito, en tanto que la otra se había conservado intento del judaísmo por rescatar a Jesús como fiel
oralmente, de generación en generación18. practicante de la piedad y de las tradiciones de Is-
rael20.
Pues bien, estando así las cosas, sabemos que
Jesús, cuando se encontró ante casos de sufrimien- El problema, en el que se atascan no pocos es-
to, en diversas situaciones de personas que padec- tudiosos de los prodigios de Jesús -ya lo he dicho-,
ían enfermedades crónicas, no dudó en curarlas está en precisar si se trata de milagros, actos de
inmediatamente, prescindiendo de si la religión magia, historias inventadas y cosas parecidas. No
permitía o prohibía hacer aquello, concretamente dudo de que todo eso tiene su interés. Pero el pro-
cuando sanaba a los pacientes en sábado, día en blema central que plantean las curaciones, de las
que eso precisamente estaba prohibido por la Ley que nos hablan los evangelios, no está en nada de
religiosa. Es elocuente, en este sentido, la curación eso. La cuestión capital, en todo este asunto, está
del manco en la sinagoga (Mc 3,1-5). La pregunta en que Jesús, precisamente por aliviar sufrimientos,
que hace Jesús en aquella ocasión es fuerte y pro- suprimir penas y desgracias y dar vida plena a
vocativa: «¿Qué está permitido en sábado, hacer quienes la tenía amenazada o limitada, por todo eso,
bien o hacer daño, salvar una vida o matar?» (Mc tuvo que soportar un conflicto tan grave con la reli-
3,4). A primera vista, Jesús parece sacar las cosas gión y sus dirigentes, que, por hacer el bien a los
de quicio. Porque, hablando con propiedad, allí na- más desgraciados, por eso precisamente fue tenido
die pretendía matar al manco. Y, sin embargo, la por un escandaloso, un subversivo, un peligro y una
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amenaza para el sistema, hasta el extremo de que sacerdote Caifás fue lapidaria: «conviene que un
eso le costó la persecución y la vida misma. Ahora hombre muera por el pueblo antes que perezca la
bien, esto quiere decir lógicamente dos cosas. En nación entera» (Jn 12,50). Lo que era tanto como
primer lugar, que a la religión y sus dirigentes les in- decir: hay que matar a Jesús para que nosotros si-
teresa más la religión que la vida. Porque les inter- gamos adelante. Así de claro. Pero también así de
esa más la observancia de las normas religiosas que brutal. Es la brutalidad en que históricamente han
la salud, la felicidad o incluso la vida de los seres incurrido las religiones siempre que han visto que,
humanos. En segundo lugar, todo esto quiere decir mediante la desobediencia y la insumisión, se debi-
también que, precisamente por lo que acabo de in- lita el poder de los dirigentes religiosos y se fortalece
dicar, resulta tan exacto como doloroso afirmar que la autoridad del pueblo. En eso vieron los sacerdo-
Jesús comprendió perfectamente que la religión tes de entonces el peligro supremo. ¿Peligro contra
puede ser y suele ser una amenaza, un peligro muy Dios o contra la religión como fuerza de vida para el
serio, para la vida y para la felicidad de los seres pueblo? Nada de eso. Peligro para quienes identifi-
humanos. Por esto exactamente es por lo que Jesús, can sus propios intereses con los intereses de Dios
no sólo curó a tantos enfermos, sino que además y de la gente. Al menos, esto es lo que se deduce del
hizo eso de forma provocativa, cuando estaba prohi- relato de Jn 11,47-53. Esto es lo que Jesús vio con
bido por la religión y quebrantando no pocas normas claridad meridiana. Y eso es lo que le costó la vida.
de los expertos religiosos. Todo lo que sea alambicar sobre los milagros de
Jesús desde otros puntos de vista es no enterarse
Si Jesús no hubiera visto así las cosas, no se de lo más central y fuerte que entraña el Evangelio.
explica la insistencia de los cuatro evangelios en Y, por tanto, es como buscar una especie de escapa-
presentar los hechos prodigiosos de Jesús de tal toria para no afrontar lo que realmente Jesús signi-
forma que, una y otra vez y por diversos motivos, fica para nosotros.
tales hechos eran actos de insumisión religiosa,
hechos que resultaban escandalosos para los profe- Y todavía una aclaración que me parece funda-
sionales de la religión y, sobre todo, delitos que mental: Jesús antepuso la vida a la religión. Pero
ponían en peligro la credibilidad de su mensaje y eso no quiere decir que Jesús suprimiera la religión.
hasta la propia vida de Jesús. Es evidente que todo Lo que Jesús quiso dejar muy claro es que la reli-
eso no ocurrió por pura casualidad o por extraña gión vale y es aceptable en la medida, y sólo en la
coincidencia. Jesús actuó de aquella manera por- medida, en que sirve para potenciar la vida. Por
que era la manifestación de un plan preconcebido. tanto, Jesús jamás defendió «la religión que es
Y aunque él, cuando predijo tres veces que el final abandono de la religión», «religion de la sortie de re-
de su vida iba a ser trágico por decisión de las auto- ligion» (Régis Debray)21. Me parece más correcta la
ridades religiosas, no obstante siguió adelante con formulación de Frédéric Lenoir: Après le christia-
su proyecto, con su plan bien pensado. Que no era nisme, l’Évangile?22. Sí, ¿qué nos va a quedar des-
otra cosa que desenmascarar la enorme contradic- pués de la cristiandad y de la sociedad que se viene
ción de la religión y sus dirigentes siempre que éstos propugnando como ideal a partir del pontificado de
anteponen las prácticas, las observancias y la obe- Juan Pablo II, la sociedad que defiende y enaltece
diencia religiosa a la vida, la dignidad y la felicidad Benedicto XVI? Muy sencillo: después del cristia-
de los seres humanos. Y conste que hay en todo esto nismo, el Evangelio. Según parece, a Jesús no se le
algo que es fundamental. ocurrió nada mejor ni más necesario. En última ins-
tancia, se trata de la religión que supo asimilar y
Lo que a los dirigentes les importaba de verdad poner en práctica la Iglesia antigua. En la Carta de
no era asegurar el honor y la obediencia a Dios, si- Santiago se dice: «Religión pura y sin tacha a los
no el honor de ellos y la obediencia a ellos. Esto ojos de Dios Padre, es ésta: mirar por los huérfanos
queda perfectamente claro en un relato de una ex- y las viudas en sus apuros y no dejarse contaminar
traordinaria importancia histórica. Según el Evan- por el mundo» (Sant 1,27). Frente a la tesis pro-
gelio de Juan, después de la resurrección de Lázaro, puesta por Martin Dibelius, según el cual la Carta
y dada la resonancia pública que tuvo aquel hecho de Santiago sería un mero discurso moral de carác-
tan prodigioso, se convocó de urgencia una reunión ter general que no presupone ni un contexto de co-
extraordinaria del Sanedrín y se tomó la decisión de municación, ni un mensaje particular23, la opinión
matar a Jesús. ¿Por qué? ¿Porque Jesús ofendía a más autorizada en la actualidad sostiene que esta
Dios y escandalizaba a la gente? Nada de eso. El carta presenta los elementos de una cristología y de
motivo de la sentencia a muerte quedó allí muy cla- una soteriología propias24. Se trata de la cristología
ro: si se dejaba a Jesús seguir actuando de aquella de la doctrina de salvación que, en definitiva, lo que
manera y si, por tanto, Jesús seguía acrecentando hace es «secularizar» la religión, en cuanto que la
su popularidad y su capacidad de atracción ante el identifica y la hace consistir, no en actos de carác-
pueblo, los sumos sacerdotes y los magnates del ter específicamente «sagrado», sino en la seculari-
poder se verían amenazados. La sentencia del sumo dad del mejor comportamiento posible con las per-
JESUS Y LA SALUD HUMANA 7

sonas que, en aquel tiempo, eran la representación y las viudas, los grupos humanos que dependían de
de los seres humanos más desvalidos: los huérfanos la buena voluntad de los demás.

20
*
CASTILLO, J. M., «Jesús y la salud humana», en Id., La Es elocuente en este sentido el libro de divulgación
humanización de Dios. Ensayo de cristología, Madrid, Trot- de C. Augias y M. Pesce, Inchiesta su Gesù, Mondadori,
ta, 2009, p. 205-217. Milano, 2006.
21
1
Para una valoración de conjunto de esta abundante R. Debray, «Après le Christ, Mammon? »: Le Monde
documentación, cf. U. B. Müller, «Krankheit III. Neues Tes- des Religions 28 (2008), p. 21.
tament», en Theologische Realenzyklopädie 13, 1984, pp. 22
519-535. Ibid., p. 5.
23
2
J. P. Meier, Un judío marginal II/2, EVD, Estella, M. Dibelius, Der Brief des Jakobus [1921], KEK,
2002, p. 599. Vandenhoeck und Ruprecht, Göttingen, 1964.
24
3
Para una mayor precisión entre mago y taumaturgo, D. Marguerat, Introducción al Nuevo Testamento,
cf. A. A. Barb, «The Survival of the Magic Arts», en A. Mo- Desclée, Bilbao, 2008, pp. 417-418.
migliano (ed.), The Conflict between Paganism and Chris-
tianity in the Fourth Century, Clarendon Press, Oxford,
1963, p. 101. Cf. J. D. Crossan, El Jesús de la historia. Vi-
da de un campesino judío, Crítica, Barcelona, 22007, pp.
356-357.
4
Cf. E. P. Sanders, Jesús y el judaísmo, Trotta, Ma-
drid, 2004, pp. 233-255.
5
Cf. R. Lane Fox, Pagans and Christians, Knopf, New
York, 1986, pp. 118-119. Cf. J. P Meier, Un judío marginal
II/2, p. 644.
6
Ibid., p. 623.
7
U. Luz, El evangelio según san Mateo II, Sígueme, Sa-
lamanca, 2006, pp. 367-368.
8
Ibid., p. 370.
9
Ibid., p. 234.
10
J. Schmid, Das Evangelium nach Matthäus, RNT 1,
1965, p. 347.
11
J. D. Crossan, El Jesús de la historia, pp. 154-160.
12
E. V Gallagher, Divine Man or Magician? Celsus and
Origen on Jesus, SBLDS 64, Scholars Press, Chico, Cal.,
1982, pp. 32-33.
13
E. Schillebeeckx, Jesús. Historia de un viviente, Trot-
ta, Madrid, 2002, p. 251.
14
U. Luz, El evangelio según san Mateo II, p. 234.
15
Ibid. I, p. 232. Es la idea que repiten literalmente los
autores cristianos bien documentados del siglo II: Justino,
Apol., I, 31, 48; 54; Pseudo Clemente, Hom., 1, 6, 4.
16
J. M. Castillo, El reino de Dios, Desclée, Bilbao,
2005, pp. 63-77.
17
J. D. Crossan, El Jesús de la historia, p. 354.
18
Cf. J. Jeremias, Teología del Nuevo Testamento I, p.
240. Más detalladamente y con amplia bibliografía, en R.
Banks, Jesus and the Law in the Synoptic Tradition, Cam-
bridge University, Cambridge, 1975, pp. 39-64.
19
Así lo da a entender J. Gnilka, El evangelio según
san Marcos I, Sígueme, Salamanca, 2005, pp. 143-145.

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