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Gimena Perret.

La teoría antropológica y el estudio de la técnica.


Una aproximación crítica

Juan Esteban Triviño Pérez / Universidad Distrital Francisco José de Caldas

La implementación de la técnica es, sin lugar a duda, el medio con el cual el hombre logró
“amaestrar” la naturaleza; un recurso práctico que ayudó a la humanidad a crear artefactos e idear
estrategias que redujeran las evidentes falencias físicas con las que siempre hemos contado y, en
últimas, resumida y concretamente, el arma que utiliza la especie humana para hacerse con
cualquier propósito. A partir de esta apreciación crítica con la cual podemos referirnos al concepto
de técnica, podemos entonces traer a discusión el texto de La teoría antropológica y el estudio de la
técnica. Una aproximación crítica, escrito por Gimena Perret (profesional en Ciencias
Antropológicas). En su obra literaria, la autora menciona dos corrientes ideológicas, desarrolladas
entre el siglo XIX y XX, con el fin de dar a conocer los principios que fundamentaron el
asentamiento de la antropología como una ciencia, amén de los principales factores que
intervinieron – según estas dos corrientes antropológicas – en el desarrollo sociocultural que
tuvieron las comunidades a lo largo de la historia de la humanidad.

Así pues, como ya se había anticipado anteriormente, Perret desarrolla el texto a partir de tres
grandes momentos. Primero, se mencionan los pilares que fundamentaron la teoría del
evolucionismo (que fetichiza la implementación de la técnica por sobre las mismas sociedades);
luego, a modo de contraposición, los cimientos que dieron lugar a la creación del funcionalismo
(que fetichiza los grupos sociales y prácticas culturales por sobre el uso de la técnica); por último
(haciendo uso de la dialéctica, y con el propósito de construir una visión mucho más objetiva acerca
de los factores que contribuyeron a la “evolución” sociocultural por la que atravesó el hombre) la
escritora intenta condensar los postulados que plantean estas dos ideologías dentro de una misma
perspectiva – antropología postmoderna –.

Según la primera parte del texto de Perret, el evolucionismo, desarrollado entre 1860 y 1890,
impulsado por Lewis H. Morgan y Edward B. Tylor, considera la diversificación de culturas como
nada más que el proceso evolutivo – y, por tanto, permanentemente cambiante – de una misma
cultura, que con el paso de los años se modificará y dará lugar a muchas más. Es bajo este marco en
el que estos dos autores deciden categorizar a las sociedades en tres grandes grupos (Salvajismo,
Barbarie y Civilización) anteponiendo el uso de la técnica – erróneamente – como el principal
criterio para lograr diferenciar una comunidad de otra. El evolucionismo, además, propone que los
artefactos que se crean dentro de un determinado grupo de personas hablaban por sí mismos – sin
importar el contexto cultural en el que eran fabricados – del desarrollo sociocultural que tenía esta
comunidad. De hecho, en pro de la defensa de esta premisa, se compara el uso de la flecha con una
ballesta. De manera que, desde un punto de vista técnico, según Morgan, la utilización de una
ballesta por parte de los integrantes de una sociedad daría muestra clara de que esta se encuentra
más desarrollada que la que aún hace uso de un arco. En contra de esta corriente, advierto, tengo
que aclarar, en primer lugar, que el uso de la técnica no fundamentó, fundamenta o fundamentará
los distintos “grados de desarrollo cultural” que categoriza las sociedades; tampoco, continuo, nos
da un punto del cual partir para diferenciar a una comunidad de otra en términos de “civilización”.
De hecho, desde mi punto de vista, Morgan Y Taylor quizás debieron fundamentar su hipótesis
desde una perspectiva de relación técnica-poder, en lugar de hacerlo desde la relación técnica-
civilización.

Ahora bien, continuando con el segundo momento del texto de Gimena Perret, la autora trae a
colación los principios y pilares que fundamentaron la teoría del funcionalismo – ideología con la
que más encuentro afinidades –, desarrollada a inicios del siglo XX, cuyo principal defensor fue
Bronislaw Malinowski. En resumidas cuentas, el funcionalismo, a diferencia del evolucionismo,
rechaza la idea de que los objetos por si solos puedan tener algún tipo de influencia en el desarrollo
sociocultural de la humanidad y, partiendo de este hecho, propone que precisamente son los
contextos culturales y sociales por los que atraviesa una comunidad, los que conllevan a este grupo
de personas a crear objetos para ciertos usos que los ayuden a cumplir con ciertos propósitos. Al
igual que la ideología expuesta anteriormente, el funcionalismo intenta dar validez a sus argumentos
haciendo uso de buen ejemplo. En este caso, se afirma que una canoa, por sí sola, solo podría
analizarse a partir de su aspecto y características físicas. Sin embargo, no podría establecerse una
postura etnográfica si no se estudian los aspectos culturales y sociales por los que atravesaban este
grupo de individuos y, por lo tanto, no lograría esclarecerse la razón por la cual se creó este objeto.

Finalmente, a modo de conclusión, Gimena Perret nos adentra a los principios que (desde 1926, e
impulsado por André Leroi- Gourhan y la escuela francesa) rigen la antropología postmoderna. En
este apartado del texto la autora retoma las ideologías que expuso en los dos momentos iniciales de
su trabajo y, apoyada de las premisas planteadas por Gourhan, nos muestra el cambio sociocultural
de las comunidades desde una perspectiva diferente (en donde, tanto la técnica como los
acontecimientos sociales y practicas culturales cobran el mismo valor). Según Perret, en la
antropología post moderna, aquello que rodea al hombre (la naturaleza, medios y objetos que
impulsan la implementación de la técnica) sumado a lo que sabe (sus costumbres, historia y cultura)
fundamentan lo que Leroi Gourhan denomina el medio técnico. En términos más simples, los
pilares que hoy fundamentan el estudio de la antropología consideran que los medios con los que
contaba el hombre – la técnica – son tan importantes como los conocimientos previos que
caracterizaban una comunidad – su contexto social y cultural –.

Para finalizar, desde mi punto de vista, La teoría antropológica y el estudio de la técnica. Una
aproximación crítica es un texto interesante y de fácil comprensión. A diferencia de muchos otros
autores, Gimena Perret no abusa de la implementación de aquel léxico complicado que convierte en
“ladrilluda” una buena obra literaria. Por el contrario, hace una muy buena elección de las palabras
con las que plantea sus argumentos. Por otro lado, considero que fue preciso abordar las ideas del
escrito haciendo uso de la dialéctica como metodología. Adicionalmente a esto, pienso que, al
retomar dos teorías tan sumamente contradictorias entre sí, el texto de Gimena Perret, así como la
conclusión a la que llega, adquieren un cierto grado de “neutralidad” y “objetividad”. Por tal
motivo, los argumentos de la autora obtienen una mayor validez.

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