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Introducción a la antropología sociocultural. Sheila García Puga.

COMENTARIO DEL FRAGMENTO DE CRUCE DE CULTURAS Y MESTIZAJE


CULTURAL (TZVETAN TODOROV).

Pero juzgar culturas extranjeras, ¿no es, en sí, reprensible? Ese parece ser, en todos los
casos, el consenso de nuestros contemporáneos ilustrados (en cuanto a los otros, evitan
expresarse en público). Leo, por ejemplo, en Le français dans le monde, revista de los
profesores de francés, en un número dedicado, en l983, a nuestro propio tema (y titulado
De una cultura a la otra), en un autor cuyas buenas intenciones son indudables, este
ataque contra la comparación entre culturas:

La comparación como ángulo de análisis de culturas implica cierto número de


riesgos y de peligros, especialmente de jerarquización de las culturas. (...) Teórica y
metodológicamente, la comparación es peligrosa. En efecto, tratar de establecer un
paralelo, querer hallar en cada cultura los mismos elementos pero en formas diferentes o
grados de madurez diferentes, implican la creencia en la existencia de un esquema cultural
universal a partir del cual se ordenarían todas las culturas. Ahora bien, es sabido que cada
cual reduce lo universal a sí mismo (núm. 81, p. 41).

El acercamiento es peligroso porque conduce al juicio comparativo y a la


jerarquía: esto vale más que aquello; ahora bien, tales gestos son forzosamente
egocéntricos. Pero eso es ver a los seres humanos a imagen de las partículas físicas o, en
el mejor de los casos, de las ratas de laboratorio. Los humanos, sin duda alguna, son
determinados por su biografía, por su condición material, por su pertenencia étnica; pero
¿lo son al punto de no poder emanciparse nunca de esa determinación? ¿Qué se ha hecho
de la conciencia y la libertad humanas? ¿Y qué hacer de todas las aspiraciones de la
humanidad a la universalidad, de las que hay ejemplos conocidos tan lejos en el tiempo
como la memoria pueda remontarse?: ¿no han sido sino las manifestaciones más o menos
hábilmente enmascaradas del etnocentrismo? Semejante discurso hiperdeterminista no
carece de consecuencias políticas: si se les hace creer a los hombres que son esclavos,
acaban por volverse esclavos. He ahí cómo, detrás de la exigencia «teórica y
metodológica», se revelan decisiones ideológicas relativistas que nada justifica —y que
muchos hechos contradicen.
1. RESUMEN-ESQUEMA

1. Constatación de un consenso entre intelectuales ilustrados de la crítica a la comparación


intercultural por sus riesgos.

1.1- La comparación intercultural lleva a la jerarquización de las culturas.

1.2- La comparación intercultural conduce a la existencia de un esquema cultural


universal.

1.3- Constatación de la visión relativista que afirma la universalidad de cada cultura.

2. Distanciación de la tesis de los relativistas y advertencia de los problemas asociados a


su aplicación.

2.1- Cuestionamiento de las tesis relativistas que conciben al ser humano como
determinado por su cultura.

2.2- La concepción del ser humano como irremediablemente determinado por su cultura
anula su libertad y conciencia.

3. Introducción de un nuevo enfoque del relativismo cultural.

3.1- Presentación de la posibilidad del ser humano de pensar más allá de los esquemas de
su cultura.

3.2- Exposición del peligro del hiperdeterminismo humano por sus implicaciones
políticas y morales.

2. TEMA-RESUMEN

El tema es la crítica al uso dogmático del relativismo cultural por sus consecuencias de
tipo moral y político. En el texto, Todorov comienza alertando de los riesgos de la
comparación entre culturas, pero también señala que una perspectiva no comparativista
(propia de los relativistas) desemboca en un determinismo que somete al individuo a su
cultura. Finaliza presentando un nuevo método de aplicación del relativismo cultural que
tenga en cuenta la posibilidad del individuo de salir de su cultura: el uso crítico-heurístico.
La estructura del texto es sintetizante, pues presenta dos ideas secundarias
sucesivas (idea 1 y la idea 2) para concluir con una idea principal: la idea 3, en la que
recoge todos los conceptos mencionados anteriormente para reflejar sus principales
argumentos y defender su posición acerca del tema.

3. COMENTARIO DE TEXTO.

Este texto pertenece a la obra Cruce de culturas y mestizaje cultural, de Tzvetan Todorov.
En él, el autor realiza una doble crítica: al evolucionismo, citando a los relativistas, pero
también a los propios relativistas, mostrando cómo un uso dogmático del relativismo
cultural se convierte en un discurso ideológico con consecuencias políticas.

Este texto comienza constatando la existencia de un consenso general entre los


“contemporáneos ilustrados” de la crítica a la comparación entre culturas. Para ello,
Todorov hace una cita de un periódico francés de 1983. La referencia a “la comparación
como perspectiva para el análisis de culturas” se corresponde con la metodología del
paradigma evolucionista. Para comprender esto, cabe aclarar el concepto de paradigma
como aquel punto de partida compuesto por supuestos del que parten los profesionales a
la hora de estudiar un tema. En la antropología, el evolucionismo fue el primer gran
paradigma que intentó explicar la diversidad cultural. En el texto a comentar, se presentan
los riesgos de este, pues al estar basado en la idea de progreso, se clasifican las culturas
en “grados de madurez distintos”, implicando automáticamente la “existencia de un
esquema cultural universal”. Este esquema universal es la cultura propia del individuo, el
cual está juzgando a las otras aplicando sus propios valores culturales, de manera que,
según estos relativistas, el paradigma evolucionista es una manifestación del
etnocentrismo, representado por las culturas occidentales.

El paradigma que sucedió al evolucionismo fue el particularismo histórico,


encabezado por Boas. Este cambio se dio en un nuevo contexto intelectual que nació en
los años de tránsito al siglo XX, en los cuales tuvo lugar la primera gran crisis de la idea
de progreso y se introdujeron nuevas cuestiones en la antropología, incluyendo el
relativismo cultural. Este paradigma presentó la necesidad de un estudio particular y
minucioso de cada cultura en sí misma, en contraposición con el evolucionismo.
Así, Todorov muestra cómo sus “contemporáneos ilustrados” criticaron el método
comparativo propio del paradigma evolucionista porque llevaba a la jerarquización entre
culturas, ya que se posicionaba a una cultura como la superior, la más desarrollada, que
debía ser imitada por todas las demás, las menos desarrolladas (“primitivas”, como dirían
los evolucionistas). Este etnocentrismo es el que critican los relativistas, de ahí que
Todorov diga que no cabe dudar de las “buenas intenciones” del autor del artículo que
citó. El relativismo cultural es el principio del que parten estos intelectuales, cuya
principal tesis es que “cada cultura es universal en sí misma”. Siguiendo este presupuesto,
los patrones de comportamiento de una cultura no deben ser juzgados con los patrones de
otra, si no considerando el contexto, descartando la existencia de valores universales
válidos. También cabe mencionar la referencia que hace a los “otros” que “evitan
manifestarse en público”. Estos “otros” son los conservadores, los que siguen aceptando
el paradigma evolucionista. De esta manera, se podría entender que Todorov está
defendiendo la posición de estos relativistas por su defensa de las culturas, principio
propio del progresismo.

Sin embargo, Todorov lleva a cabo un giro argumental en el segundo párrafo,


mencionando que este relativismo trata a los individuos como “ratas de laboratorio”, los
cuales (según la perspectiva relativista vista anteriormente) “están determinados (…)
hasta el punto de jamás liberarse”. Aquí, el autor impugna lo que en antropología se
denomina un “uso dogmático del relativismo cultural”. En el campo gnoseológico, este
uso del relativismo cuestiona la capacidad de la ciencia y de la antropología ofrecer un
conocimiento “válido” de otras culturas, ya que no existen valores universales válidos
como tal. Así, en el campo axiológico, este uso del relativismo que todas las prácticas
culturales deben ser aceptadas. Esto implica un determinismo que considera que los
individuos en sociedad no pueden salirse y pensar desde esquemas universales que estén
más allá de su cultura. En la misma línea, pregunta: “¿Y qué hacer de todas las
aspiraciones de la humanidad a la universalidad (…) no han sido más que manifestaciones
(…) del etnocentrismo?”

En el párrafo mencionado, el autor presenta dos principios: la posibilidad de un


diálogo intercultural y la necesidad de un mínimo criterio universal válido. Así, Todorov
introduce una nueva manera de usar el relativismo, el cual se denomina en la antropología
como un uso “crítico-heurístico”. Este método acepta la capacidad de una racionalidad
intercultural y permite descubrir el sentido que tienen los fenómenos culturales teniendo
en cuenta sus contextos. La diferencia que tiene con el uso dogmático del relativismo es
que no considera que el ser humano esté tan determinado por su cultura, pues afirma que
es posible la adquisición de una visión crítica desde la distancia por parte del individuo,
de manera que este sea sometido a un diálogo intercultural. En este sentido, el autor
reafirma “la conciencia y libertad de los hombres”, factor que no se tiene en cuenta entre
los relativistas dogmáticos. Además, critica la justificación dogmática de todos los
fenómenos culturales, proponiendo la existencia de un criterio universal válido para el
estudio de las culturas, de ahí que Todorov cuestione que las aspiraciones a la
universalidad no sean más que manifestaciones del etnocentrismo, justificándose en que
la tendencia a la búsqueda de universalidad fue común entre todas las sociedades, no sólo
en la occidental.

Finalmente, una vez expuesta su verdadera posición acerca del tema, Todorov
hace una impugnación de las consecuencias negativas que tiene el uso dogmático del
relativismo cultural. Estas consecuencias son de tipo político y moral. Según él “tras la
exigencia teórica y metodológica” se esconde una ideología, es decir, el relativismo
dogmático tiene como fin legitimar las acciones de un determinado grupo ideológico. Si
no nos molestamos en analizar ninguna práctica cultural ajena a la nuestra, estamos
legitimando numerosas injusticias o actos que puedan tener repercusiones negativas en
otros seres humanos. Si aceptamos la legitimidad de todos los valores posibles, estamos
aceptando el dominio y la violencia intercultural, siendo esta una de las numerosas
manifestaciones del racismo.

En conclusión, Todorov rompe con las teorías relativistas consideradas como


“progresistas”, mostrando los problemas internos que conlleva su uso dogmático. El autor
realiza una crítica sobre la crítica, mostrando que hasta los paradigmas más
(aparentemente) progresistas pueden contener un trasfondo negativo. En este caso, el uso
dogmático del relativismo hace peligrar a la libertad y conciencia humanas. Todorov
cuestiona esto, presentando la capacidad del ser humano de adquirir un juicio de
racionalidad intercultural. Bajo mi punto de vista, es cierto que, aunque debemos de
respetar otros fenómenos culturales, esto se debe hacer bajo unos mínimos, esto es, bajo
un criterio de universalidad básico que no lleve a una transgresión de los derechos
humanos fundamentales. Debemos confiar en las aptitudes racionales del ser humano y
no subordinarlo a únicamente su contexto cultural.

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