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Breve guía para abordar el texto “Prácticas científicas y procesos sociales. Una
genealogía de las relaciones entre ciencias naturales, ciencias sociales y tecnologías.
Capítulo I” de Susana Murillo.

El texto que aquí les introducimos, si bien se ubica en la primera Unidad del
programa de la materia, es un texto de gran importancia para los temas que trataremos
en el correr del año y durante todo el dictado de la asignatura. Por ello, ahora vamos a
hacer algunos señalamientos sobre cómo abordarlo para los temas que nos ocupan aquí
en la primera unidad, y podemos luego retomarlo para puntualizar otros temas. Iremos
haciendo mención de otros textos de la Unidad de modo que podamos darles vías de
entrada a temáticas más generales que aquí abordamos.
En primer lugar, como decíamos previamente, el texto nos sirve para entrar en
los temas de la Unidad I que se titula, como pueden ver en el programa, “El surgimiento
de la ciencia moderna”. Para poder entrar en este tema, tenemos que primeramente
introducirnos en los lineamientos centrales acerca de la
Modernidad como proceso histórico y en sus basamentos filosóficos, para luego poder
relacionarlo con el surgimiento de la ciencia moderna y las particularidades de esta,
tema que abordaremos luego.
Detenernos en el análisis de la Modernidad resulta central no sólo para que
puedan comprender los temas que trataremos en la materia, sino también para
adentrarse luego en los contenidos que verán en otras asignaturas, tales como Teoría
Sociológica Clásica, Fundamentos Sociológicos del Trabajo Social, por nombrar algunas.
Asimismo, es importante porque la Modernidad constituye un proceso histórico,
filosófico, ideológico, sociológico, político y cultural que modificó fuertemente la vida
humana en numerosos aspectos que llegan hasta nuestros días y donde se gestaron
formaciones histórico-sociales centrales para nuestra vida como, por ejemplo, ni más ni
menos que el capitalismo.
Entonces, en primer lugar, para abordar el texto es importante situar
históricamente la Modernidad. En tanto período histórico, la Modernidad refiere al
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período posterior a la Edad Media, comenzando a fines del Siglo XV. Más precisamente,
suele datarse su inicio en 1492 con la denomina “conquista” de América1.
Es por esto por lo que van a poder encontrar que en el texto la autora va
mostrando lo que significó el pasaje de un período a otro, caracterizando cada uno y
analizando las transiciones que se fueron dando entre ellos, con sus rupturas y
continuidades 2. Es interesante poder ir incorporando esta lógica de lectura y
comprensión de los procesos sociales, enfatizando en que las transformaciones sociales
y los cambios históricos no son de un día para el otro, esto es, no se suceden como
cuando damos vuelta la página de un libro, sino que se gestan en modo de procesos.
Tampoco pasan para todos y todas en el mundo de modo uniforme, sino que las distintas
sociedades se hacen carne de estos procesos de un modo diferente. Asimismo, y por
todo esto, no carecen de conflictos, sino que la historia -y el presente- de la humanidad
están plagados de disputas y contradicciones sobre los modos de ver, hacer, pensar,
entender, sentir.
En esa clave de lectura, la autora les propone abordar la transición del
feudalismo al capitalismo, los modos de producción característicos de cada período
(Edad Media y Modernidad respectivamente). Para esto, caracteriza primero al
feudalismo. Lo que nos interesa en este punto del texto, es que puedan ir balizando e
incorporando aquello que la autora señala respecto de la forma de organizar la
producción y la economía (la centralidad de la tierra y la producción agraria); los actores
sociales centrales, sus roles y relaciones recíprocas y las relaciones de poder entre estos
actores.
Señalaremos ahora tres aspectos que consideramos claves y centrales en este proceso
de transición de la Edad Media a la Modernidad:
*El surgimiento de las ciudades: En los pasajes siguientes Murillo (2012) va a ir
reflejando el modo de organización en las ciudades medievales. Si bien hemos

1
Encomillamos “conquista” porque ese acontecimiento histórico se denominó de manera hegemónica y
por la historia oficial así, pero esa idea es cuestionada desde diferentes posiciones que plantean que más
que una conquista fue un exterminio y un genocidio de la población originaria latinoamericana.
2
Si bien Susana Murillo va a señalar muchos de los procesos históricos centrales para poder caracterizar
tanto la Edad Media como la Edad Moderna, en caso de que necesiten profundizar estos temas para
entenderlos mejor, pueden leer el texto de Susana Bianchi “Historia Social del mundo occidental. Del
feudalismo a la Sociedad contemporánea” que tienen en la bibliografía complementaria de la materia.
Quienes hicieron el cursillo de ingreso quizá ya tuvieron oportunidad de leerlo.
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marcamos la centralidad de la tierra y la vida agraria en el mundo feudal, las ciudades


fueron paulatinamente creciendo y en ese crecimiento, fueron adquiriendo una
fisonomía propia y diferenciada: actores sociales propios -los burgueses- y distintas
formas de relaciones sociales y actividades económicas específicas. Es interesante que
puedan tomar nota de estos señalamientos, en la medida en que nos permiten ver cómo
coexisten en un mismo momento histórico modos diversos de organización de la vida
social y cómo en esa coexistencia vamos viendo emerger formas de organización que se
irán tornando predominantes con el devenir del tiempo y los hechos. Y a su vez,
coexisten con formas anteriores.
A lo largo del texto, podrán leer los cambios históricos, económicos y sociales
que se fueron dando y que originaron modificaciones sustanciales en ambos escenarios,
tanto en la vida agraria como en la vida urbana. Dinamizados por conflictos económicos,
se van modificando las formas de concentración de la riqueza, los espacios de
asentamiento de hombres y mujeres, el modo de organizar las relaciones sociales, etc.
Esto nos va permitiendo a su vez relevar la gesta de algunas de las formaciones
histórico-sociales que continúan hasta nuestros días. Como mencionamos previamente
en la exposición de la autora podemos ver el modo en que se fue conformando el modo
de producción capitalista, con la modificación radical que esto implicó, desde un modo
de producción ligado al autoconsumo y la reproducción de la vida, hacia un modo de
producción atado a la producción de mercancías, es decir a la producción de bienes que
sirven pura y exclusivamente para el intercambio y no para la satisfacción de las
necesidades vitales. Esto, podrán leer, viene de la mano de toda una trasformación de
las relaciones sociales en la medida en que acontecieron cercamientos de tierras
comunitarias, expulsión de poblaciones del campo a las ciudades en búsqueda de
trabajo, los conflictos sociales que esto acarreó y las formas de control social que se
implementaron para contenerlo y sofocarlo.
¿Por qué es clave pensar en el proceso de emergencia de las ciudades como
espacio? Porque veremos que la discusión y el surgimiento “lo social” como ámbito
diferenciado encuentra como escenario de referencia a las ciudades y al proceso de
urbanización como aquel que plantea nuevos dilemas e interrogantes respecto de la
posibilidad de lo común, de los lazos y las interrelaciones sociales.
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*Surgimiento de los Estados Modernos territoriales: en línea con lo que veníamos


viendo, es relevante resaltar junto con Susana Murillo, la conformación de los Estados
Modernos, formas centralizadas y territoriales de poder. Como plantea Murillo (2012),
el Estado fue una respuesta a la creciente complejidad social y política que trajo
aparejado el pasaje del feudalismo al capitalismo. Esta nueva y fundamental formación
histórico social fue absorbiendo cada vez una mayor cantidad de funciones económicas,
bélicas y de paz, así como aquellas ligadas al reaseguro de la seguridad interior, la
protección de la propiedad privada y el control social y la administración moral,
orientándolas hacia las necesidades de la nueva sociedad de mercado que se gestaba.
Junto con esa centralización y territorialización del poder del Estado, para la consecución
de las diversas funciones enumeradas, se conformaron palatinamente cuerpos de
funcionarios y ejércitos especializados y un sistema tributario general a todos los
súbditos del Estado que permita sostenerlo.
Con relación a lo que veremos a continuación relativo al proceso de secularización
propio de la Modernidad, es interesante resaltar junto a la autora, que estos nuevos
Estados europeos adquirieron una justificación no sólo religiosa tradicional, sino
también una legitimación laica, de la mano de las distintas teorías políticas de la
soberanía, temas que abordarán más adelante.

*La era de la razón y el proceso de secularización: Finalmente, y como algo central para
esta materia, es importante que puedan ir observando, relevando e incorporando los
basamentos filosóficos e ideológicos que trajo consigo la Modernidad. Como les muestra
Susana Murillo (2012), la Modernidad suele ser denominada “la era de la razón”. Figuras
como René Descartes, filósofo y matemático, expresan y se erigen como símbolo de esta
era que coloca la razón en el centro de la escena. El hombre se instituye en centro y
fundamento de todo conocimiento, despegándose de la noción que primaba en la Edad
Media que colocaba a Dios como fuente de todo saber, separándose así del yugo
religioso que controlaba el conocimiento. Es por esto también que se presenta a la
Modernidad como un período de una fuerte y profunda secularización.
Al colocarse como centro del saber, el hombre se ubica también como eje y
motor de la historia. Como está planteado en otro texto de la materia, de José Pablo
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Feinmann (2008), la Edad Media es una “edad de la espera”, porque el hombre se


encuentra aguardando el cumplimiento de la promesa divina, esperando el Reino de los
Cielos y, con ello, la historia se ralentiza porque la iniciativa se deposita en Dios. Por ello,
en la Modernidad, con la acción humana de desplazar a Dios y colocar al hombre en la
escena, los hombres y mujeres deciden hacerse cargo de la historia. Es este el gesto que
rescata de Descartes cuando pronuncia su famosa frase “pienso luego existo”. Allí, dirá
Feinmann (2008), Descartes desplaza a Dios y coloca a la razón en el centro y es este un
verdadero gesto revolucionario.
Es este gesto, este cambio en la concepción de la relación del hombre y el saber
y la razón, como veremos en profundidad más adelante, el que permitió y dinamizó el
conocimiento técnico y científico y permitió que el método científico se erija como modo
universal para abordar el conocimiento del mundo humano y natural. El conocimiento
científico, al permitirnos abordar -e intentar controlar-el mundo humano y natural, se
une a otras de las nociones filosóficas fuertes que imperan en la modernidad: el
Progreso. Nace también aquí la creencia que a través del saber y el dominio de la razón,
la humanidad será capaz de controlar el mundo en su beneficio, para conseguir mayores
niveles de bienestar encaminándose a una vida de progreso indefinido.

*Surgimiento del capitalismo: Ahora bien, como hemos señalado previamente y como
nos muestran autores de la materia como Susana Murillo (2012) y José Pablo Feinmann
(2008), la historia humana nunca tiene un solo aspecto ni está exenta de conflictos. El
hacerse cargo de la historia por parte de la humanidad estuvo unido al surgimiento del
capitalismo. Y este surgir, como expresamos antes, no fue un proceso pacífico, sino que
el capitalismo está íntimamente ligado a la conquista: la conquista de América, la de los
territorios de Asia y África, la conquista de las tierras comunales y la conquista de
cuerpos humanos que fueron doblegados para convertirse en fuerza de trabajo.
Asimismo, como podrán leer en el texto de Murillo, el desarrollo del conocimiento
científico y técnico fue crucial para poder lograr este despliegue, no sólo en los aspectos
científicos y técnicos que permitieron conocer y controlar el medio natural, sino también
en el despliegue de las ciencias sociales que aportaron herramientas para conducir a la
humanidad. Además, la lógica del Progreso se aplicó también a poblaciones y zonas del
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mundo que pasaron a considerarse más o menos ‘desarrolladas’, dando origen a la


división entre pueblos ‘civilizados’ y los pueblos ‘bárbaros’ que debían ser insertos en el
camino del progreso, un camino que se entendía lineal y único.

Como cierre de esta clase de inicio, nos parece importante remarcarles que entender y
poder poner en relieve estas tensiones, no implica que debamos renegar y desechar el
conocimiento científico, o que debamos o podamos, luego de estudiarla, calificar a la
Modernidad como ‘buena’ o ‘mala’. Apuntamos, junto con las lecturas que les
proponemos, con esta Unidad y a lo largo de la materia, a poder poner de relieve el
modo en que el conocimiento se liga a sus condiciones históricas de emergencia y que,
por ello, no es neutral, no está separado de los valores, sino que se encuentra
profundamente unido a las relaciones de lucha y de poder que se dan en la historia
humana, porque la ciencia y el conocimiento no es nada más ni nada menos que una
creación humana.

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