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Staff
Moderadora:
Perpi27 Daniela aa.tesares Mary Warner
Liillyana Agrafojo becky_abc2
Mar Winston Christicki

Traductoras:
Liillyana Clara Markov Nora Maddox
Val_17 Prim Janira
Jadasa Annie D Fany Keaton
Youngblood florbarbero Mire
MaJo Villa Sandry Miry GPE
Alessandra Wilde Daniela Agrafojo Diana
Mary Warner Christicki aa.tesares
Mae perpi27 Jasiel Odair
Vane hearts becky_abc2 Amélie
Alex Phai Vani

Correctoras:
Melii florbarbero Victoria
Miry GPE Zafiro Val_17
itxi Mire Jasiel Odair
AriannysG Alessandra Wilde SammyD
Anakaren Laurita PI Dannygonzal
Michelle♡ Daniela Agrafojo
Eli Hart

Lectura final:
Juli

Diseño:
July
Índice
Sinopsis
Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Epílogo
The Certainty of Violet & Luke
Sobre la Autora
Sinopsis
Luke Price y Violet Hayes no se han visto en un par de meses,
desde el día que descubrieron la conexión de la madre de Luke con el
asesinato de los padres de Viotet. Pero cuando Luke se mete en algunos
problemas de juego con la gente equivocada, el destino decide
juntarlos y se dirigen a las Vegas para tratar de salvar la deuda.
Mientras Violet pasa tiempo con Luke, ella no se decide si debería
estar con él. No puede negar que su vida es mejor cuando está con
Luke y empieza a preguntarse si volver con Preston fue un error.
Las cosas parecen ir bien mientras Viotet se abre más a Luke, pero
luego recibe una llamada del detective, no solo para dar información
sobre unos mensajes de textos amenazantes que ha estado recibiendo.
La información no solo es chocante, sino que hace cuestionar a Violet
con qué tipo de personas estaban sus padres y, si ella será capaz de
confiar en alguien alguna vez.
The Coincidence, #4
Prólogo
Traducido por Liillyana
Corregido por Melii

Luke
Quién habría sabido que una maldita llamada podría ser tan
complicada. Debería haber sido un pedazo de pastel para mí. Todos
estos años de pasar odiando a mi madre; esto es lo que he estado
esperando.
Por fin, obtendría algún tipo de venganza por todos los años de
tormento, inyecciones de drogas, los malditos juegos mentales que le
encantaban tener conmigo, y todas las otras mierdas que componen
mi infancia. Al día de hoy, todavía no he empezado siquiera a aceptar
totalmente ni admitir todas las cosas que me hizo. Este debería ser el
momento en que lo dejo ir todo. En que sigo adelante. En que empiezo
de nuevo. Pero me siento culpable, como si fuera un niño haciendo
algo mal.
Me siento mal del estómago.
Todo torcido por dentro.
Y sé que es por su culpa. Todo lo que ella ha arraigado en mi
cabeza está saliendo a la superficie, todas las cosas que me dijo en
secreto cuando yo era un niño. La vergüenza. La vergüenza, no solo
porque es mi madre, sino por mí mismo; debido a lo que me convirtió
ella.
—Siempre debes escucharme, Lukey —solía decir mi madre—. Yo
sé, más que nadie, lo que es mejor para ti. Siempre tienes que hacer lo
que digo, de lo contrario no vas a sobrevivir esta vida. Y no le puedes
decir a nadie lo que hacemos en nuestra casa. No es un asunto de
nadie más. —Se detuvo y acarició mi cabeza como si yo fuera su
perro—. Además, si se enteraran de las cosas que has hecho, estarías en
un montón de problemas tú también.
Yo tenía unos ocho años la primera vez que ella me dijo esto y
aun así no se sentía bien. Las cosas que me hizo hacer... La forma en
que me sostenía durante horas, murmurando frases incoherentes de
canciones y jodidas baladas, pasando su mano sobre mi cabeza,
besando mi mejilla, rogándome que la inyectara de nuevo. Mal. Se
sentía mal y asqueroso. Pero cuanto más ella me decía que era mi
culpa, más parecía que tal vez era cierto. ¿Cómo podría no serlo? Ella
era mi madre, después de todo, se supone que las madres no mienten a
sus hijos.
Así que la escuché. Día tras día, mantuve mis labios sellados. A
veces trat aba de huir de la casa, porque no podía soportarlo más. Pero
ella siempre me encontraba y empecé a preguntarme si era ella quién
me necesitaba para sobrevivir. Al final, encontré una forma de hacerle
frente. Beber y el sexo, eso me ayudó a olvidar y tener el control que
ansiaba sobre mi vida.
Suspiro con el teléfono en la mano, pensando, pensando y
pensando. Sí, ya sé que mi mamá está loca, que arruinó mi infancia,
que jodió mi cabeza. Por lo que entregarla a la policía debería ser más
fácil, y estoy enojado conmigo mismo por qué no lo es.
Pero aun así, al final, imagino a Violet, sus hermosos ojos verdes,
labios carnosos, largas ondas de pelo rojo y negro, un cuerpo tatuado
atractivo, un diamante en su nariz, y la tristeza y el dolor en su expresión
la última vez que la sostuve mis brazos. Eso es lo que me ayuda a marcar
a la estación de policía.
—Hola, Departamento de Policía del Condado de Albany —
responde la secretaria. Cuando dudo, añade—: ¿Hay alguien ahí?
Me aclaro la garganta estrecha una y otra vez, pero me obligo a
ser fuerte y luchar para superar mis nervios, cada uno conectado a algo
que me pasó cuando yo era más joven. —Sí, me gustaría reportar una
información sobre el asesinato de los Hayes.
Tan pronto como las palabras salen de mis labios, me siento veinte
veces mejor, la culpa volviéndose más luminosa. Ojalá al hacer esto se
borrara el pasado, pero no es así. No hay nada que pueda hacer para
recuperar a Violet. Lo hecho, hecho está y no puedo nunca cambiarlo.
Violet
Vida. La odio, Más que nunca. Y el destino, se puede ir al infierno.
Odio el destino, maldita sea.
Con sus manos callosas en mí, sintiendo mi piel, haciéndome
temblar internamente, deseo nunca haber conocido a ese bastardo
conocido como destino. Entonces tal vez yo nunca habría conseguido
una probada por el otro lado de la vida, el lado bueno. Entonces, tal
vez est o no sería tan difícil.
Aunque estoy entrando en pánico por dentro, en el exterior soy la
calmada y serena Violet. La que puede simular una sonrisa en un abrir y
cerrar de ojos. La que puede encantar a cualquiera. Incluso cuando
viene el dolor, cuando mis piernas chocan lado de la cama al verme
obligada a ponerme de rodillas, ni siquiera me estremezco. Estoy muerta
en el exterior, mientras que en el interior mi corazón se acelera, me
siento mareada y aturdida. Todo se mueve tan rápido, tan borroso, que
no puedo ordenar mis emociones. Lo cual es algo bueno. Esto hace que
me sea imposible decir lo que estoy sintiendo, y que este momento sea
más llevadero, menos doloroso, menos vergonzoso.
Aun así, unas manos continúan vagando por mi cuerpo, y susurros
de est o es por arruinarlo, est e es el cost o, soy t odo lo que t ienes llenan
mis oídos y mata mi alma, poco a poco, pieza por pieza. Cuando mi
cabeza es forzada a bajarse, me encuentro deseando que hubiera un
botón de pausa en el que pudiera congelar el tiempo, salir de este lugar
y borrar lo que va a pasarme.
Sí, hay un montón de momentos en mi vida que me gustaría
poder volver a hacer. Esa vez que yo no estudié para mi examen de
cálculo, porque Preston me necesitaba por primera vez. La vez que bajé
las escaleras en el medio de la noche y mis padres fueron asesinados,
mientras que yo sobreviví. La noche que huí de Luke. Ésta vez.
Cada momento ha tenido consecuencias, unos más graves que
otros. Y, por desgracia, yo aprendí dolorosamente que las segundas
oportunidades no existen, por lo menos no donde tú puedes borrar el
pasado y empezar de nuevo. Y en su mayor parte, con la exclusión de
la muerte de mis padres, nunca he pensado demasiado en segundas
oportunidades, colocando la mayor parte de la culpa en el festival de
mierda conocida como mi vida en el destino.
Pero ya han pasado dos meses desde que abandoné a Luke y al
apartamento que sentí como un hogar más que a cualquier otro sitio. Y
a pesar de que aún me hace sentir mal el pensar en cómo se enredaron
nuestros pasados, mucho antes de que siquiera nos conociéramos,
parte de mí desea que las cosas hubieran ido de forma diferente. Dos
meses de puro infierno con momentos llenos de amenazas susurradas y
manos callosas donde perdí la pista de Violet Hayes, la versión que trajo
Luke Price. Ella murió al instante en que optó volver a la casa de Preston,
porque estaba dolida y no podía pensar en ningún otro lugar a donde
ir. Y no estoy segura de si alguna vez ella va a volver a vivir.
Esta vez no puedo culpar al destino por lo que me está pasando.
Solo a mi orgullo, mi corazón herido, y la elección que tomé y me llevó a
un sinnúmero de malas decisiones, las cuales no pueden ser borradas.
Nada de esto puede serlo.
1
Traducido por Val_17
Corregido por Miry GPE

Violet
Estoy a punto de perder el conocimiento, desvaneciéndome
mientras dos meses de malas decisiones me abruman y me hunden más
profundo en el agua. Todo mi cuerpo está empapado, mis pulmones
cerca de la combustión, sin embargo, no me levanto en busca de aire.
Acepto libremente la ausencia de vida dentro de mí, y me permito
permanecer allí, yendo más y más lejos, hasta que me siento ligera e
ingrávida. Uno o dos segundos más. Eso es todo lo que necesito. Puedo
hacerlo. Sentir el consuelo por solo un momento más antes de tener que
regresar a la dolorosa realidad de mi vida y lo que soy.
Solo un segundo más.
Aguant a la respiración.
Mant enla dent ro.
Engaña al dolor.
Ahógalo.
No pienses.
Respira.
No vivas.
A veces me pregunto qué pasaría si diera un paso demasiado
lejos. Quedarme bajo el agua con una respiración por un tiempo largo.
Avanzar un paso demasiado cerca del borde. Conducir un poco
demasiado rápido por la carretera. Morir. ¿Dolería? ¿O sería liviano?
¿Liberador? ¿Sería mejor que la vida? ¿Por fin sería capaz, después de
todo, de volver a respirar libremente? La única manera en que alguna
vez lo sabré es llegando hasta el final: caer de ese borde. Ir demasiado
rápido. Hundirme hasta el fondo y nunca levantarme a buscar aire. Me
encuentro tan cerca de averiguarlo, pero aun no estoy lista para sellar
totalmente mi destino.
Así que agarrando el borde de la bañera, me impulso fuera del
agua, jadeando por aire, con mis agradecidos pulmones doloridos. Me
siento, mitad dentro, mitad fuera del agua, inhalando, exhalando, la
sangre corriendo por mis venas y mezclándose con la adrenalina. Mis
emociones siguen entumecidas y me concentro en tener esa próxima
bocanada de aire. Pero mientras más tiempo respiro, se vuelve más
fácil, y comienza a despertar mi mente otra vez. Surgen los sentimientos,
pensamientos de la muerte de mis padres, apuñalando mi corazón. Sus
asesinatos. Y lo que casi me mata cada vez que pienso en eso. Cada
minuto. Cada segundo. Cada maldito día; me consume.
Luke Price. El único chico —la única persona— que dejé entrar. La
única persona con la que me sentí segura. Y ahora todo se ha ido, él se
ha ido. Fue alejado —arrebatado— por el enfermo y retorcido humor
del destino. Dejando que nos encontráramos la primera vez, luego
permitiéndonos descubrir que est uvimos conectados el uno al otro
desde mucho antes de que nos conociéramos. Revelando que su
madre fue una de las personas responsables del asesinato de mis
padres. Que a la larga, nunca podríamos terminar juntos. A pesar que el
destino nos dejó creer que estaba predestinado desde el momento en
que caí de esa ventana y lo pat eé en la cara.
Y ahora me siento peor de lo que jamás me sent í en toda mi vida.
Antes de Luke, no sabía lo que era tener a alguien que se preocupara
por mí, entender cómo se siente preocuparse por alguien más, y estoy
aprendiendo muy rápido que es difícil apagar mis emociones cuando
conozco las cosas increíbles que puedo sentir.
Pero sigo tratando de avanzar, por si hay algo más que ver al final
de esto. Para por fin ver a alguien pagar por la muerte de mis padres.
Pero podría ser imposible, ya que aún hay otra persona involucrada,
otra persona que sigue desconocida. Odio no saberlo, pero al mismo
tiempo, detesto saber quién es uno de ellos, especialmente porque aún
no se ha hecho justicia. Odio que eso arruinara mi oportunidad de ser
feliz y me desprecio por pensar de esa manera. Se siente egoísta. Mis
padres están muertos y debería pensar en darles justicia, pero no puedo
dejar de pensar en cómo Luke me hizo sentir. Satisfecha y feliz, algo que
no t uve desde los cinco años. Lo quiero de vuelta, casi tanto como
quiero justicia para mis padres. Y se siente mal, me hace sentir como si
mis padres me odiarían si aún estuvieran aquí. Y tal vez lo hacen. Tal vez
me odian desde las tumbas que jamás he visitado, simplemente porque
no me atrevo a ir allí.
—¿¡Violet, qué demonios haces ahí dentro!? —Preston, el último
padre adoptivo que tuve desde los quince hasta que cumplí los
dieciocho y me convertí en adulta, golpea la puerta. Él es ocho años
mayor que yo, pero no le importa la diferencia de edad, la utiliza a su
favor todo el tiempo. No solía estar tan interesado en mí, bueno, no en
este extremo. Pero luego su esposa lo dejó y ahora todo lo que parece
ver es a mí. Hace que se me revuelva el estómago el solo escuchar el
sonido de su voz, porque me recuerda todo lo que ha pasado en los
últimos dos meses que he vivido aquí. La renta no es gratis y Preston no
aceptará dinero. Así que trato de pagar la renta y luego mi cuerpo
paga por cualquier error que cometa en el camino.
Me odio, por dejar que la desesperación me mat e lo suficient e
para permit ir que pasen est as cosas.
—Tomo un baño —contesto, pasando las manos por mi cabello
húmedo, dejando que mi cabeza caiga contra el borde de la bañera
mientras el vómito quema la parte trasera de mi garganta cuando
recuerdo la noche… sus manos callosas…
—Bueno, si no sales pronto, voy a tener que forzar la cerradura,
entrar y hacerte salir —dice a través de la puerta con tono divertido. Y
deseo. Lujuria. Necesidad…
Lo odio.
Lo necesit o.
Me gust aría est ar en algún ot ro lugar.
—Saldré en un rato —le grito de vuelta, viendo el goteo del grifo y
la ondulación del agua. Pongo mi pie en el borde de la bañera, me
quedo mirando los moretones amarillentos cubriendo mi tibia y ese
punto desde la rodilla hasta el muslo. Pero a medida que las imágenes
surgen de donde vienen, sacudo la cabeza y pongo mi pared de
nuevo. Me niego a pensar en ellos. Tengo que sobrevivir sin importar lo
que pase, al igual que lo hice durante la mayor parte de mi vida, dentro
y fuera de los hogares de acogida. Después de todo, he tenido peores.
—Deberías vestirte aquí afuera —me dice; el sonido de su voz
hace que piquen los moretones en mi piel—. Podría ser otro reembolso
por ese octavo que perdiste la semana pasada.
Me estremezco ante su recordatorio. La semana pasada lo
estropeé bastante. Me distraje sabiendo que el semestre empezaría en
unos pocos días, y que Luke y yo tendríamos que vernos de nuevo en los
pasillos y, tal vez, en clases. Terminé dándole a un tipo un octavo sin
recoger el dinero primero y se lo llevó sin pagar, totalmente lo jodí para
mí.
—Pensé que iba a vender para ti el sábado y domingo para cubrir
eso. —No me molesto en mencionar que ya hice algo más para
compensarlo, solo porque temo que vomitaré si lo digo en voz alta. Me
dejo caer de vuelta y miro al techo, obligándome a que no me afect en
sus palabras, ni la repugnante sensación manifestándose en la boca de
mi estómago. El vómito quema en la parte posterior de mi garganta,
pero me niego a soltarlo.
—Te estás convirtiendo en una verdadera decepción, Violet
Hayes —dice—. La vida sería mucho más fácil si solo te relajaras e
hicieras lo que te digo.
—Ya hago eso —contesto con los dientes apretados. Nunca he
sido fanática de escuchar mi apellido, o incluso decírselo a la gente. Me
recuerda mucho a mis padres y cómo murieron. La única persona que
lo dijo y nunca me molestó fue Luke. Por lo general, regañaría a Preston
por usarlo, pero he estado demasiado agotada emocionalmente para
dar una buena pelea.
Solo respiro libremente cuando escucho a Preston alejarse de la
puerta. Entonces salgo de la bañera y seco mi piel arrugada con una
toalla antes de ponerme una camiseta púrpura sin mangas, un chaleco
negro y pantalones a juego. Revuelvo mi cabello con un poco de gel,
me pongo brillo labial y algo de delineador, entonces salgo del baño,
sintiéndome un poco drogada por la descarga de adrenalina que
conseguí por casi ahogarme en la bañera.
Agarro unas galletas de la alacena y una botella de agua de la
nevera, esperando que Preston sea cooperativo cuando le pida un
aventón a la escuela. Por favor, sé cooperat ivo.
Pero no se encuentra en su habitación, lo que debe significar que
está abajo de la casa en el semi-sótano, donde mantiene las drogas. La
entrada siempre se halla cerrada, pero no bajaría ahí de todos modos.
La última cosa que quiero hacer es bajar a un espeluznante, pequeño y
estrecho espacio por debajo de la casa, sola con él. Así que entro en la
sala de estar y me pongo las botas, tomándome mi tiempo mientras
espero que salga.
El tráiler en que vivimos se encuentra bastante limpio, aunque
huele a humo de cigarrillo y hierba. Aun así, no hay basura tirada por ahí
y todo está organizado y en su lugar. He vivido en hogares de acogida
donde la limpieza era inexistente, y la suciedad, la basura y el polvo lo
recubrían todo. No era perfecto.
—Así que, ¿qué tramas para hoy? —pregunta Preston mientras
entra en la casa, poniéndose una chaqueta a cuadros con capucha y
luego quitándose un poco de tierra del pelo.
Mi mano tirita con este doloroso impulso de empuñarla y golpear
la indiferencia de su rostro. Pero entierro el impulso y cierro la cremallera
de mi bota hasta la rodilla, luego me levanto, alcanzando mi bolso. —En
realidad necesito un aventón a clases, a menos que quieras prestarme
tu auto todo el día. —Por favor, simplement e di que sí sin condiciones.
—Sabes que odio hacer eso a menos que sea para traficar —
dice, apoyándose contra el marco de la puerta y cruzando los brazos,
dándome esa mirada: la que viene antes de que me pida hacer algo
por él—. Después me quedo atrapado aquí sin un vehículo.
Coloco el asa del bolso sobre mi hombro. —Bueno, ¿puedes
darme un aventón entonces? De esa manera aún tendrás tu auto. —La
escuela empezó solo hace un par de días y ya se está convirtiendo en
un dolor en el culo llegar allí. Debí haber conseguido una habitación en
la residencia, pero estúpidamente esperé demasiado tiempo, creyendo
que iba a vivir en el apartamento con Luke, Seth y Greyson, pero ese
brillante plan se fue a la mierda.
Preston se despeina el cabello mientras cruza la habitación y se
detiene frente a mí, demasiado cerca y puedo olerlo, odio su olor. —
Odio hacer eso porque entonces tengo que esperar ahí un par de horas
para recogerte.
—¿No tienes nada que hacer en la ciudad? —Me inclino lejos de
él sutilmente, su esencia volviéndose demasiado nauseabunda.
Niega con la cabeza. —En realidad no. —Alcanza las llaves del
auto de la mesa de café—. Pero tengo mierda que hacer en el lugar de
Dan.
Mi humor se desploma. —¿Dan, el pervertido?
Se encoge de hombros con indiferencia, balanceando el llavero
alrededor de su dedo. —Tú le dices pervertido. Yo digo que es un tipo al
que solo le gusta divertirse. —Me guiña el ojo—. Al igual que yo.
—Él le paga a las mujeres a cambio de sexo. —Lo digo como si
eso cambiara algo, cuando claramente no lo hace.
—Dinero, comida, un techo sobre sus cabezas, un montón de
gente comercia cosas por sexo. —Hay acusación en sus ojos.
Por favor, alguien sáqueme de una put a vez de est e maldit o
lugar.
Noto cuán rojos están sus ojos, lo que significa que es muy
probable que se encuentre drogado y que cualquier tipo de discusión
con él sea causa perdida. Suspiro, rindiéndome, y me dirijo a la puerta.
—Bien, solo pararé a alguien para pedirle un aventón. —Amo y odio la
idea de hacer eso. Lo amo debido a la emoción. Y lo odio porque amo
hacer cosas así; amar el peligro es todo lo que me queda. Los riesgos.
Bueno, en realidad ya no son riesgos porque, ¿qué tengo que perder?
Preston rueda los ojos. —No seas tan dramática. Te llevaré a la
escuela, pero estás por tu cuenta durante el día porque tengo mierda
que hacer.
Encontrar mi propio viaje en cualquier otro lugar probablemente
significa pedir aventón, ya que no tengo amigos, excepto tal vez por
Greyson, con quien hablo en el trabajo y paso el rato a veces, pero no
creo que tenga ninguna clase hoy y odio pedirle favores a la gente, ya
es bastante malo tener que pedírselos a Preston.
—Suena como un plan para mí. —Fuerzo un tono alegre mientras
me dirijo hacia la puerta, lista para comenzar el día.
El mes pasado fue muy intenso, especialmente con el caso de mis
padres siendo altamente investigado debido a que Luke se present ó y
les dio información sobre Mira Price, su mamá. No he hablado con Luke
sobre ello porque apenas puedo mirarlo tal como se hallan las cosas, sin
sentir dolor y algo más que no creo haber sentido antes. El caso aún no
va a ninguna parte. Mira Price fue interrogada y el detective Stephner,
quién está a cargo de la investigación, trata de obtener las pruebas
suficientes para conseguir una orden de registro para su casa. Cuando
le pregunté por qué Luke y yo no podíamos testificar, dijo que no estaba
seguro si una canción convencería a la corte; ellos necesitaban más.
Una prueba de ADN o algo mejor. Me pregunto qué demonios quedaría
en su casa después de tantos años —estoy segura que ella destruyó
toda la evidencia— así que soy pesimista ante la idea de que alguna
vez se haga un arresto. Sin embargo, el caso desencadenó toneladas
de atención de los medios, lo cual volvió mi vida un infierno, personas
como Stan, el reportero que me acosaba a través de llamadas
telefónicas, aparecía en todas partes. Es espantoso, sobre todo porque
algún mensaje podría ser del verdadero asesino, ya que hay dos
personas afuera en el mundo que lo hicieron y podrían seguir por ahí,
vigilándome.
¿Y si finalment e vienen a buscarme?
Durante un breve colapso semi-intoxicada, le dije a Preston mis
miedos acerca de eso, lo que me llevó a divulgar estúpidamente más
de lo que pretendía, como lo que pasó entre Luke y yo, lo cual utiliza en
mi contra. Así que no solo estoy constantemente mirando por encima
de mi hombro, sino que tengo a Preston recordándome lo que me
quedará si lo dejo: absolutamente nada. Aun así, a veces quiero tomar
la nada.
Sin embargo, trato de no pensar demasiado en ello mientras me
dirijo hacia la puerta principal con Preston detrás de mí. Cuando llego a
su viejo Cadillac gris, estacionado en el camino de entrada, rodea el
auto y abre la puerta, manteniéndola abierta como un verdadero
caballero, pero no lo es. Algo que me demuestra con su siguiente
movimiento, cuando giro a su alrededor para entrar al auto, agarra mi
cadera y me jala contra él.
Trato de imaginarme de pie en la cima del edificio más alto y
saltando con mis brazos extendidos a los lados mientras él se presiona
contra mí y me besa en la nuca.
—Pensaba que tal vez mañana podríamos hacer algo divertido
por tu cumpleaños —dice, sus dedos vagan hacia abajo hasta el hueso
inferior de mi cadera, hormigueos y pinchazos comienzan a apuñalar mi
piel.
—Mi cumpleaños fue hace más de un mes —digo rotundamente.
Cállat e. Cállat e—. Y honestamente no quiero celebrar el día que v ine a
este mundo.
—Dios, qué diablos está mal contigo. Siempre estás tan deprimida.
—Mete sus labios en mi oído y mordisquea mi lóbulo—. ¿No lo hago
todo por ti… no te doy todo lo que quieres? —Sus dedos se deslizan por
debajo de la cintura de mis pantalones y frot a mi piel—. Déjame hacer
algo especial para ti o mejor aún, vamos a hacer algo juntos.
—No estoy de humor para sentarme y drogarme mientras tú me
manoseas. —Quiero correr. Alejarme por la carretera y nunca parar.
Correr más rápido que lo que sient o por dentro. La confusión. El disgusto
por esto y el último par de meses. La obligación, algo que sé que
Preston me recordará si le digo que deje de tocarme.
Sus dedos se clavan en mi piel, su ánimo coqueto cambia a ira;
dije algo incorrecto. —¿Por qué no puedes ser más agradecida? Jesús,
a veces pienso que sería mejor si simplemente te echara. Dejarte ir a
vivir a la calle. Podrías ser una puta y ganar dinero de esa manera.
—Tal vez debería hacerlo. —Me muerdo el labio tan pronto como
lo digo porque no quiero estar sin casa en estos momentos, no con todo
lo que sucede—. Bien, si quieres hacer algo por mi cumpleaños,
podemos hacerlo. —Intento limpiar el desastre que hice mientras me
concentro en imaginar cómo sería llegar al final de la caída y
estrellarme. ¿Se sentiría como si estuviera volando por un momento? ¿O
solo caería? ¿Sentiría el dolor cuando golpeara el suelo? ¿Mis huesos
rompiéndose? ¿O me desmayaría incluso antes de estrellarme?
—Buena chica —dice—. Siempre eres tan buena haciendo lo que
dices. —Entonces besa mi cuello, chupándolo antes de alejarse y mi
corazón se acelera rápidamente, pero permanezco muerta en el
exterior y dejo que las imágenes de mí estrellándome en el suelo se
hagan cargo por completo y me consuman, pero luego cambian a
algo más, lo que ocurre a veces. Mi mente pasa de estar en ese borde,
a caer en los brazos de Luke.
A salvo.
Sería mucho más fácil si ese sentimiento se hubiera quedado, pero
sé muy bien que nada bueno permanece.
2
Traducido por Jadasa & MaJo Villa
Corregido por Itxi

Luke
Siempre hay dos cosas en mi cabeza. La bebida y el dinero. O la
bebida y el juego. Es todo en lo que puedo concentrarme, porque en el
momento en que me detengo y dejo que mi mente se ponga al día con
la vida, es el momento en que pienso en ella. Violet Hayes. La única
chica que me arruinó de la mejor forma posible cuando me apartó, me
hizo pensar solo en ella, me hizo desearla solo a ella. Pero luego se fue.
O me fue arrebatada por lo que hizo mi madre. Debería haber sabido
que no podía escapar de mi pasado, que irme a la universidad no fue
suficiente para escapar de la locura que es mi madre. Que ella
encontraría una manera de tener el control de mi vida, como solía
hacerlo cuando era un niño. Debería haber sabido que aún no había
terminado.
Después de que Violet se mudó del apartamento hace dos
meses, llamé a la policía y denuncié los hechos que sabía sobre los
asesinatos. Fue poco, pero sabía que le debía al menos eso. Pero por
desgracia, la llamada telefónica no sirvió de mucho. La policía no halló
evidencias para detener a mi madre, pero lo intentan y mantengo mis
dedos cruzados todos los días para que algo suceda.
Creo que una parte de mí esperaba que al contarle a la policía,
Violet volvería conmigo. Pero no lo hizo. Y cuanto más tiempo pasa,
menos creo que alguna vez lo hará. Si fuera más fuerte, iría a la casa de
mi madre y buscaría las pruebas yo mismo, a pesar de que no tengo ni
idea de por dónde empezar. Pero me pregunto qué podría estar
escondido en el caos de aquella casa. Esa casa perfectamente limpia
de arriba, cubre los años de mierda que mantiene apilada en el sótano.
Pero la idea de ir ahí y ver a esa mujer… sintiendo este tipo de rabia con
ella ahí… me asusta lo que podría hacerle. Sin embargo, el muro sigue
entre Violet y yo, en cada momento se vuelve más y más alto mientras
cada día muero un poquito más.
Trato de ayudarme todos los días, diciéndome que finalmente
superaré a Violet, porque el tiempo cura todas las heridas o alguna
mierda estúpida como esa, pero parece que el tiempo tiene el efecto
contrario en mí. Las heridas se han infectado, filtrándose a través de mi
cuerpo y pudriéndome desde el interior. Para añadir más mierda, tengo
una copia del diario que mi hermana Amy tenía antes suicidarse a los
dieciséis años. No pedí el diario, pero mi madre lo encontró en una de
sus cajas y me lo envió por azar, jugando sus habituales juegos mentales,
intentando romperme al recordarme la muerte de mi hermana.
—Recuerdas cómo tu hermana me dejó —dijo mi madre cuando
la llamé después de que recibí por correo el diario, preguntándome qué
demonios era—. Lukey, debes regresar conmigo. No me dejes, no seas
como Amy.
—¡Vete al infierno! —grité y le colgué, sintiendo un fuego tan
potente en mi pecho, que terminé destrozando mi habitación solo para
tranquilizarme.
No planeaba leer el diario, ya que todo lo que venía de mi
madre, nunca traía algo bueno. Pero teniendo demasiado tiempo libre
en mis manos, la maldita cosa comenzó a obsesionarme y finalmente lo
abrí. La primera cosa que descubrí es que no había manera en que mi
madre incluso se tomara el tiempo para leerlo antes de enviármelo, y
debería haberlo hecho. Las cosas en las páginas pintan una imagen
terrible, en gran medida del tipo de persona enferma y desquiciada
que es mi madre. Cada vez que leo una página o dos, aprendo más y
más sobre las muchas cosas que ocurrió entre Amy y mi madre que no
entendía cuando vivía con ellas. Por ejemplo, la vez que mi madre
intento prostituir a Amy a uno de sus vendedores de drogas para
pagarle.
Tengo doce años y mi madre me pide que haga algo que suena
t an mal para mi edad. Para est ar con un t ipo... como que... no sé qué
hacer. Pero dice que ayudará a pagar las cuent as y ot ras cosas. No
est oy segura de lo que son las ot ras cosas, pero supongo que t iene que
ver con esa mierda que sigue haciendo que mi hermano le inyect e en
sus venas, lo cual sé que no es medicament o para la diabet es como
dice mi madre. No soy est úpida. Sé que se droga.
Pero me pregunt o, si me puedo acost ar con est e t ipo a quién le
debe dinero... ent regar mi virginidad para salvar a la familia de ser
expulsada a las calles, si finalment e mi madre me dará las gracias por
ayudarla y que quizá, simplement e quizá, me dirá que me quiere.
Cada palabra que leo aumenta mi odio por mi madre y amplía la
rabia en mi pecho. Muy pronto voy a estar lleno de tanto odio, que me
voy a ahogar en él. Así que hago lo único que puedo hacer para
enfrentarlo.
Me ahogo en otras cosas, al igual que lo hago para ocultar el
dolor relacionado con perder a Violet.
Por el último par de meses, mis noches han estado llenas de
alcohol, juego, fiestas y peleas, algunas de las cuales voy a buscar y
otras son arrojadas hacia mí cuando me atrapan haciendo trampa
durante un juego. Sé que debería parar, no porque no es saludable, sino
porque soy diabético, y uno de estos días voy a enojar a la persona
equivocada o a beber demasiado. Pero me importa una mierda. Vivir o
morir. Es lo mismo para mí.
Dormir se ha convertido en un concepto extraño, junto con comer
y beber cualquier cosa que no venga en forma líquida y me arda
después de que adormece mi corazón, alma y mente. Cuando me las
arreglo para cerrar mis ojos, mi pasado me acecha. Se está volviendo
imposible escapar, así que intento no dormir tanto como me sea
posible. Creo que comienza a notarse, al menos eso es lo que me
pregunto cuando entro a la sala de estar. Seth está sentado sobre el
sofá, bostezando, con su mirada sombría de no dormir.
Con una mirada de disgusto en su rostro, levanta su mirada de la
computadora portátil cuando me ve. —Hombre, no te ofendas, pero te
ves como la mierda —dice, cerrando el ordenador mientras observa mis
ojos hundidos y la contusión curándose sobre mi mejilla, restos del último
fin de semana peleando después de que me acusaron de hacer
trampas en Denny. Afortunadamente, los tipos que pasan el rato ahí,
son un montón de cobardes así que salí con rasguños mínimos y di otros
pocos. Lamentablemente no puedo volver nunca más a jugar ahí, así
que voy a tener que buscar otro sitio para hacer algo de dinero.
—Cierra la boca —le gruño a Seth, pasando mi mano por encima
de mi desordenado cabello castaño. Está un poco desaliñado, ya que
por un tiempo no me lo he cortado. Pero no me preocupa lo suficiente
como para ir a hacerlo.
Seth me saca el dedo del miedo, luego rueda los ojos. —Debes
terminar con esta mierda. En serio. Va a matarte.
—¿Terminar qué? —Me hago del tonto.
Hace rodar de nuevo sus ojos. —Te lo diría, pero no me atrevo a
decir su nombre porque me darás esa mirada herida de Bambi y luego
me arrancarás la cabeza.
—No soy un Bambi herido. —Hablo con dureza, pero tengo que
tragar el bulto que se forma en mi garganta. Agarro mi chaqueta del
mostrador, antes de ir hacia el refrigerador—. ¿A dónde diablos se fue la
botella de Jack Daniels? ¿Y el vodka? —pregunto.
Seth deja a un lado su ordenador portátil, se levanta del sofá, y se
acerca al mostrador. —Anoche los terminaste antes de ir a donde sea
que hayas ido. —Hace una pausa como si estuviera esperando a que se
lo cuente, pero no lo hago porque apenas puedo recordar lo que hice
hace cinco minutos, mucho menos hace cinco horas.
Golpeo la puerta del refrigerador y abro el armario de al lado,
donde Greyson, el novio de Seth, y mi amigo y compañero de piso,
mantiene su escondite de Cherry Vodka. —¿Crees que le molestará si
bebo un poco de esto? —le pregunto a Seth, extendiendo mi mano por
la botella, la cual tiene solo una cuarta parte.
Seth se encoge de hombros y se apoya contra el mostrador. —No
creo que vaya a molestarse, ya que apenas bebe. —Titubea—. Pero
creo que le molestará que t ú est és bebiendo.
Agarro la botella, deseando, necesit ando meter algo en mi
sistema. Comienzo a temblar solo de pensarlo; pienso demasiado,
maldita sea. —Siempre bebo.
—Sí, pero... —Se detiene, masajeando su nuca tensamente.
Frunzo el ceño hacia él. —¿Pero qué? Termina lo que sea que vas
a decir.
Suspira, dejando caer su brazo a su costado. —Mira, entiendo
todo el asunto de beber. Un montón, pero Greyson y yo hemos estado
hablando y parece que… —Mueve su cuerpo, al parecer incómodo—.
Últimamente, lo has estado haciendo demasiado, sobre todo el último
mes o más.
—Quieres decir desde que se fue Violet. —Ignoro el cuchillo que
corta en mi pecho y es más fácil con el vodka en mi mano.
Asiente renuentemente. —Sí, prácticamente. —Deja escapar un
suspiro, pasando sus dedos por su cabello rubio—. Mira, no sé lo que
ocurrió entre tú y Vio… —Se calla cuando alcanza a ver mi cara—…
ella. Pero es obvio que tienes dificultades para lidiar con ello y es
posible... es posible que desees pensar en tomarlo con calma, con los
tragos y lo que sea que haces durante toda la noche. —Le da una
mirada apremiante a mis sucios pantalones vaqueros y mi camisa a
cuadros arrugada, entonces a mi cara—. Está empezando a notarse. En
serio, todo el tiempo pareces un muerto viviente. Ni siquiera sé cómo
demonios te las arreglas para ir a la universidad. ¿Y qué hay sobre la
práctica de fútbol? ¿El inicio de temporada no es en un par de
semanas? ¿No deberías estar poniéndote en forma o lo que hagan los
tipos atléticos para estar listos para la temporada de juego?
Me dice cosas que ya sé, y que no me importan, así que lo ignoro
y comienzo a desenroscar la tapa del vodka. —Estoy bien. No hago
nada que no pueda manejar. Y me ejercito todo el tiempo. —Mentira.
He estado holgazaneando, algo que mi mejor amigo Kayden señaló el
otro día cuando no me present é a los entrenamientos. Pero no basta
con que pierda un montón de masa muscular o cualquier cosa y, la
verdad, tengo dificultades para encontrar la fuerza de voluntad para ir,
lo cual es extraño para mí. Mi necesidad normal de organizar y ordenar
todo está jodida, lo único en este momento que va según lo planeado
es la universidad.
Seth sacude la cabeza. —Eso es el mayor montón de mierda que
escuché viniendo de tu boca. No estás bien, nada está bien contigo.
De hecho, creo que estás a dos segundos de caerte a pedazos.
Inclino la cabeza hacia atrás para tomar un trago, el dulce líquido
ardiente cubre al instante mi boca y me siento veinte veces mejor. Tomo
un largo trago, ignorando el sabor suave de la cereza, luego bajo de mi
boca la botella. —¿Desde cuándo te preocupas tanto por mi vida? —
Limpio mis labios con el dorso de la mano.
Sacude la cabeza, decepcionado. —Desde que es obvio que
dejaste de cuidarte a ti mismo.
Dejo caer la botella de vodka en mi bolso, balanceándolo por
encima del hombro, y rozándolo al dirigirme a la puerta principal. —Me
preocupo por mi vida. —Mentira—. Si no, no me levantaría todos los días
e iría a clases. —Otra mentira. La única razón por la que hago es a)
Porque tengo un problema raro con la necesidad de organizar, y la
universidad es lo único que ahora me lo da y b) Es el único lugar donde
puedo ver a Violet ; verla constantemente la semana pasada ha valido
la pena el dolor en el culo que he pasado por levantarme para ir. Y a
pesar de que duele muchísimo cada vez que la veo, debo disfrutar el
auto infligirme dolor porque aun así quiero verla.
Seth abre la boca para discutir, pero me alejo de él y salgo por la
puerta. Afortunadamente, la universidad queda cerca, de lo contrario
tendrían que pedirle a Seth que me dé un aventón. Es un día pasable e
intento centrarme en ese hecho mientras me dirijo a la universidad. Pero
entonces suena mi teléfono desde el interior de mi bolsillo, una melodía
familiar, y la posibilidad de tener un buen día disminuye. A pesar de que
no quiero contestarle ni hablarle, quiero escuchar lo que tiene que
decir, siempre lo quiero, pero solo porque tengo la esperanza de que
por fin dejará escapar algo que ayudará a la investigación a llevarla a
su arresto.
—¿Qué quieres? —digo bruscamente en el receptor después de
que suene tres veces mientras tropiezo en la acera.
—Hola, Luke —dice mi mamá de forma cantarina, o delirando o
drogada, ya es difícil notarlo—. ¿Cómo se encuentra mi pequeño?
—No soy tu pequeño. —Me dirijo a cruzar la calle, en el proceso,
tropezando con la acera—. Así que deja de llamarme así.
—Oh, siempre serás mi pequeño —responde mientras me acerco
al otro lado de la calle y camino por la acera—. ¿Cuándo vienes a
casa?
La rabia arde en mi interior, un fuego violento en mi pecho,
cuando pienso en todo lo que alguna vez me hizo en ese infierno que
ella llama hogar. Cómo siempre actuó como si no significara nada todo
los que nos hizo a mi hermana, Amy, y a mí. Cómo se las arregló para
arruinar mi vida, incluso cuando no vivía en casa. Cómo pudo asesinar a
alguien, maldición, o al menos ser parte de ello. Todo el daño que ha
hecho. Todas las vidas que ha arruinado.
—Nunca volveré a casa —le digo bruscamente, haciendo que un
chico camine por la calle para esquivarme y ponga espacio entre
nosotros, como si fuera el loco—. Ahora tengo una vida. Aquí. Lejos de ti,
de todo lo que hiciste y haces.
—¿Qué se supone que significa eso? —Suena herida, como el día
en que me llamó y me preguntó por qué le había dicho a la policía que
ella podría haber formado parte de un asesinato que ocurrió hace casi
catorce años. Le dije la verdad, que sabía lo que hizo y que yo los llamé.
A pesar de que la vi, lo negó todo, la canción, la noche en que llegó a
casa con sangre sobre su ropa. Y en nuestra siguiente llamada, ya
negaba que le hubiera contado algo a la policía. Como creyendo que
si finge que no ocurrió, entonces no sucedió. Pero ocurrió. Arruinó una
vida. Robó vidas. Hizo cosas por la que debe pagar y yo siempre, en
consecuencia, pagaré por ser su hijo.
—Sabes lo que significa —digo—, así que deja de actuar como
una estúpida.
—No, no lo sé —miente. O tal vez no. O todo esto es un juego
para ella. Quizás está enferma. Necesita ayuda. Honestamente, no lo
sé, pero me lo he preguntado la mayor parte de mi vida. Si tal vez hay
algo malo en su cabeza. En cualquier caso, necesita estar encerrada en
algún lugar, donde no pueda hacerle daño a nadie.
—¿Has hablado últimamente con la policía? —Acorté al atravesar
el césped frente a la casa de alguien y sin delicadeza, salt é la cerca,
tomando un atajo por un callejón estrecho.
—No, no desde la noche en que te llamé hace una semana...
¿por qué?
—Simplemente me preguntaba si todavía estabas en problemas
—digo de forma monótona, agarrando una cerca cuando arremeto
violentamente y el mundo comienza a girar—. O si finalmente admitiste
lo que hiciste.
—Nunca estuve en problemas. Ellos me dijeron que tenían a la
persona equivocada, que todo terminó, y que la persona que llamó
nunca volvió a hacerlo. —Hace una pausa—. Lukey, por favor regresa a
casa. Me siento sola. Recuerda cómo Amy me dejó, cómo nos dejó. Te
necesito. No seas como ella, no me dejes.
—Nunca volveré a casa. —Cuando llego al final del callejón,
corro por la calle hasta el patio del campus, lleno de árboles, pasto
verde, y de personas yendo y viniendo del estacionamiento.
—Tienes que hacerlo —gime ella—. No puedo soportar esta casa
vacía por más tiempo… estar sola… me hace pensar en realizar cosas
malas.
Me detengo en la acera justo antes de entrar en el césped, el
miedo y la ira explotando en mí porque está haciendo esto de nuevo.
—Cállate de una puta vez, mamá.
—Tienes que volver a casa antes de que ocurra algo malo.
La odio aún más. No creí que fuera posible, pero aparentemente
lo era, sintiendo la ira hirviendo dentro de mí, poseyéndome. —Nunca
volveré a casa. ¡Ahí es donde sucede toda la mierda!
—¡Sí, vas a regresar! ¡Lo vas a hacer! —Empieza a llorar de manera
histérica y con cada sollozo mi odio por ella se expande y crece con
aún más furia hasta que me estoy ahogando, luchando por encima del
rojo que me ciega. Finalmente no lo puedo soportar más y le cuelgo el
teléfono. Pero el enojo todavía arde dentro de mi piel, a fuego lento,
pudriendo, matándome.
Tomo una respiración profunda, luego otra y finalmente alcanzo
mi mochila para sacar el vodka. Bebo el resto de la botella, sabiendo
que voy a forzar mi cuerpo hasta el límite de su capacidad, pero
necesito el adormecimiento más que al aire. Tengo que borrar todo este
odio revolviéndose dentro de mí.
Después de terminármelo, desecho la botella vacía en un bote de
basura cercano y tomo un atajo por el césped del patio del campus,
chocando con la gente, sacándola de mi camino, algunas veces por
accidente y otras intencionalmente, pero ninguna de ellas pronuncia ni
una palabra. Para el momento en que llego a la entrada principal del
campus, los árboles y los edificios de ladrillo empiezan a verse borrosos y
todo lo que puedo ver es rojo. Ira. Rojo. Odio. Más ira. En serio, casi me
doy vuelta para caminar de regreso a casa, decidiendo que he
exagerado y que tal vez será mejor solo regresar y dejar desmayarme.
Entonces veo algo que me detiene en seco. Un intimidante Cadillac gris
deteniéndose en la acera justo en frente del edificio principal.
Violet .
Esto estará bien —en efecto, lo agradecía— salvo por el hecho de
que Preston, el maldito imbécil, la está dejando. El tipo es un viejo
espeluznante y pervertido, que vende drogas y también tiene a Violet
vendiéndolas para él. Sin mencionar que la ha golpeado antes. Todavía
no puedo creer que ella regresara cuando ya se había ido. Solo pensar
en ellos bajo el mismo techo hace que mi piel se erice como si estuviera
llena de heridas infectadas. Traté de localizarla cuando me enteré de
que se había vuelto a mudar con él, pero nunca contestó su teléfono ni
respondió mis mensajes. Cuando finalmente la volví a ver en mi primer
día de escuela, pretendió que no existía y ha continuado siendo de esa
forma cada maldito día.
Me detengo cerca de los árboles y la observo mientras se sube al
auto. Está usando pantalones negros ajustados, un chaleco y una
camisa púrpura que es lo suficientemente corta para que pueda ver un
poco de su costado que sé que está cubierto por un tatuaje, patrones
de curvas y flores entintando su caja torácica. Su cabello negro con rojo
lo lleva suelto y no puedo dejar de recordar las pocas veces en que
pasé mis dedos a través de él y lo jalé mientras que ella gemía en
respuesta.
Dios, la forma en la que gemía era increíble. Lo que daría por
escuchar eso de nuevo. Tocarla otra vez… mis dedos duelen solo de
pensarlo. Pero en cambio estoy atrapado a la distancia, viéndola
mientras cierra la puerta del auto y gira por la entrada de la escuela.
Entonces, por alguna razón Preston también sale y cuando le dice algo,
ella se detiene, parando cerca del borde de la acera. No se da la
vuelta, solo se queda mirando al frente hacia el edificio de ladrillo
mientras que él rodea la parte de atrás del auto y se dirige hacia ella. Si
no los conociera mejor pensaría que eran una pareja, por la manera en
la que él se mueve detrás de ella, colocando sus manos sobre sus
caderas, e inclinándose sobre su hombro, acercándosele y presionando
su cuerpo contra el suyo.
Veo un destello brillante de color rojo. Siento el fuego en mi pecho
encendiendo y quemando cada parte de mi cuerpo. Quiero caminar
hacia allí y cerrar de golpe mi puño en su cara repetidamente, ver lo
mucho que puedo herirlo, especialmente cuando susurra algo en su
oído. Entonces añade más leña al fuego que abrasa violentamente mi
interior cuando toma su mano y la mete en el bolsillo trasero de Violet,
ya sea para tocarla o para colocar algo dentro. De cualquier manera,
es molesto y el impulso de ir a decirle que ella es mía casi me consume.
Aun así, me encuentro demasiado borracho y estoy perdiendo el
control de mis pensamientos y acciones. Doy un paso hacia ellos y otro,
saliendo de las sombras de los árboles —Dios sabe lo que voy a hacer—
pero luego me paro en seco cuando Violet se da la vuelta y deja que
Preston se incline y la bese.
El enrojecimiento en mi visión se disipa. Todo a mi alrededor se
desenfoca y ya nada tiene sentido. Me siento frío por dentro y me
pregunto si habré muerto hasta que dolorosamente me doy cuenta de
que en el último mes, mientras he estado obsesionado con Violet y con
lo que teníamos, ella lo superó. Siguió adelante. Cuando yo he estado
atascado en el pasado, incapaz de escapar sin importar lo que haga.
Violet
No puedo creer lo que acaba de suceder. Preston me besó en
público. De todos los lugares en los que pudo haberlo hecho. Una cosa
es que lo haga en su casa, donde puedo cerrar mis ojos y encerrarme
en mí misma, pero afuera en la intemperie, en frente de la gente,
parece demasiado real. Tan retorcido y tan mal. Me hace sentir tan
asquerosa.
Quería tirarlo hacia atrás, pero colocó demasiada hierba dentro
de mi bolsillo que si me atrapan probablemente voy a estar arruinada,
luego procedió a decirme que debía venderla para el final del día o de
lo contrario estaría fuera de la casa, y recordé todo lo que perdería. Sé
que no es mucho, pero es todo lo que tengo por el momento.
Luego de que se va, me quedo ahí, débil y patética, odiándome
a mí misma por esto. Para el momento en que llego a la puerta de mi
primera clase del día, estoy sufriendo todo tipo de emociones y tengo
un impulso muy irresistible de darle la espalda a la puerta del salón,
saltarme la clase, y en su lugar ir a buscar algo imprudente para hacer.
El problema es que nunca falt o a clase. Es el único objetivo en mi vida;
mi único logro.
Mientras me dirijo hacia el salón, estoy un poco distraída, y
reacciono lentamente cuando alguien entra en la puerta al mismo
tiempo. Nuestros hombros chocan y doy un paso atrás, la enojada
Violet asciende y está lista para desquitarse con alguien.
—¿En dónde has aprendido a caminar? —digo fríamente. Al
segundo de haber hablado atrapo el aroma a vodka, cigarrillos y
colonia; un olor al que estoy muy familiarizada. Echo un vistazo hacia
arriba y soy recibida por unos intensos ojos marrones, una mandíbula sin
afeitar, cabello marrón revuelto, y una expresión de dolor que estoy
segura que concuerda con la mía—. Luke. —No quise decirlo en voz
alta pero se me escapó. Luce terrible de cerca, con una mejilla
amoratada, y círculos oscuros debajo de sus exhaustos ojos, por lo que
una aterradora sensación se forma en mi estómago mientras me
pregunto si es mi culpa que se vea así. Quiero preguntarle qué pasó,
pero las emociones me golpean, llenas de invisibles hojas de afeitar,
agujas y fuego, tan potentes y dolorosas que apenas puedo respirar.
Quiero tocarlo con tantas ganas. Besarlo. Sentir su lengua deslizándose
sobre la mía. Desesperadamente quiero todo lo que tuvimos hace un
par de meses atrás. Las sonrisas. Los arcoíris. La luz del sol e incluso las
ridículas citas cursis y el coqueteo a pesar de que normalmente no
puedo soportarlos. Pero con Luke las cosas eran diferentes. Estaría más
que complacida con todo eso en estos momentos si eso significara que
podía deshacerme de cómo me he estado sintiendo.
Pero no se puede; nada puede borrar el pasado, y a pesar de mi
deseo por él, solo el estar cerca me recuerda a mis padres. Y cómo hui
de él por eso y lo que hice con Preston. Me debería alejar, pero no me
atrevo a hacerlo, ya que por fin me siento viva por primera vez en dos
meses. Odio admitirlo, pero es la verdad. He sido un zombi, un cascarón
vacío, como fui por tantos años, pero no en este momento. Y al parecer
él tampoco puede alejarse. Así que terminamos ahí de pie, mirándonos
el uno al otro, estancados en algún lugar entre la realidad y la tierra
ficticia que desearíamos existiera; en la que los monstruos nunca
aparecían por la noche en mi casa y en la que su mamá no era uno de
ellos. Una tierra en la pudiéramos tocarnos el uno al otro sin tener que
pensar. Un lugar donde pudiéramos estar juntos y no lastimados. El sitio
que teníamos antes de enterarnos de la verdad.
Es la primera vez que hemos estado tan cerca desde que la
verdad fue descubierta y es más poderoso y potente de lo que jamás
imaginé. No hablamos, ni nos movemos, ni respiramos, incluso mientras
las personas entran y salen por la puerta entre nosotros. Nuestros ojos
están bloqueados, nuestras respiraciones son irregulares. Cuanto más
tiempo nos miramos el uno al otro, más confundido luce él y más
perdida me siento porque no me estoy apartando. En vez de eso es
como si estuviera siendo empujada hacia él, o tal vez es más bien una
caída. No estoy segura. Y no quiero estarlo. Lo que deseo es que el
tiempo se detenga, justo en este momento, para no tener que alejarnos
de nuevo.
Pero entonces sus labios se abren, y se descongela todo a mi
alrededor. No tengo ni idea de lo que va a salir de su boca. Si lo odiaré.
Si me gustará. Si lo querré; tal vez. Y tal vez me lo merezca.
Sin embargo, nunca llego a saberlo, porque el profesor pasa entre
nosotros y rompe el momento como el vidrio, mientras las piezas afiladas
explotan y se dispersan alrededor nuestro. Los dos recordamos de forma
abrupta que la ficción es solo eso y que realmente no existe, a menos
que vivas en un cuento de hadas.
3
Traducido por Alessandra Wilde & Mary Warner
Corregido por AriannysG

Luke
Estoy faltando a la escuela. Hoy no puedo soportarlo, caminar en
el mismo edificio, verla, con ganas de tocarla, besarla, follarla, hacer lo
que quiera con ella. Nos encontrábamos tan cerca y todo ese deseo y
necesidad rasgaba a través de mí, a pesar de que acababa de verla
besando a otro chico hace cinco minutos. La quería más que a nada.
Allí mismo, en el pasillo, delante de todos. Y me encontraba lo bastante
ebrio como para intentarlo. Pero entonces el profesor pasó, y rompió
nuestro pequeño momento. Y te juro por Dios, que también me rompió.
Me siento en la fila de atrás y la observo tomar notas durante toda
la clase y es una auténtica tortura. Finalmente, decido que necesito salir
de aquí en este jodido momento, así que en vez de dirigirme a mi
siguiente clase, dejo el campus. Pienso en llamar a mi mejor amigo,
Kayden Owens, y ver lo que se trae entre manos, pero no tengo ganas
de tener compañía. Tengo ganas de hacer algo que me distraiga. Algo
imprudente. Peligroso. Algo que venga con riesgos, posibles problemas,
peleas.
Vuelvo a mi apartamento y agarro mi alijo de dinero en efectivo
que guardo en mi cajón de los calcetines. Tengo hasta tres mil dólares y
me estoy llevando la mitad, pero luego me llevo toda la maldita cosa.
Meto el alijo en el bolsillo y me dirijo a la puerta, pero me detengo
cuando veo que olvidé guardar la copia del diario de Amy. Está abierto
en la página que iba leyendo, antes de tener que dejar de leerlo;
aquella en la que comienza a deprimirse, justo después de que Caleb la
violara. Si solo hubiéramos encontrado esto antes, entonces tal vez ella
podría haber conseguido un poco de ayuda.
No puedo vivir más así. No puedo sent irme de est a manera. Solo
quiero sent irme como una persona normal de nuevo, no t an enferma y
mal en el int erior. Quiero sent irme como Amy ot ra vez.
Cerré el cuaderno y lo metí debajo de la almohada, la idea ronda
mi mente mientras me tambaleo hacia los condominios en la calle 5 y
Grove, sabiendo que a pesar de la apariencia cálida y acogedora de
la zona, me voy a un lugar muy peligroso. He oído historias sobre dónde
voy, las cosas de las que los chicos son parte, las consecuencias que
vienen con joder a gente como esa. Pero no tengo la voluntad como
para que me importe una mierda.
Mientras me dirijo a la puerta de entrada, mi teléfono empieza a
sonar dentro de mi bolsillo y el nombre de Kayden parpadea en la
pantalla. Sé que si respondo, me va a preguntar por qué me perdí la
clase y si voy al entrenamiento. Cuando diga que no, va a empezar a
interrogarme y tuve bastantes preguntas de Seth esta mañana. Así que
lo envío al correo de voz y termino el viaje a la puerta. Antes de entrar
en el vestíbulo, le doy una llamada a Toverson —mi contacto— el tipo
que me invitó a un juego aquí hace un par de semanas.
Contesta después de cuatro timbres. —¿Qué hay?
—Hola, es Luke. —Protejo mis ojos del sol con la mano mientras me
apoyo en la puerta de cristal en la entrada—. Creo que quiero acept ar
tu oferta e ir a un juego.
—¿Dónde estás? —pregunta. Puedo oír voces en el fondo, sonidos
de fichas de póquer tintineando juntas, música a todo volumen. Ansío
estar allí, anhelo la soledad que me dará como solía hacerlo el follar
mujeres antes de conocer a Violet.
—En realidad estoy en la planta baja, justo fuera del vestíbulo. —
Echo un vistazo a través de la puerta hacia la persona de seguridad
sentada detrás del escritorio, mirándome como un halcón.
—Sabes que la tarifa de entrada es costosa, ¿no? —pregunta, el
ruido en el fondo amortiguándose—. Es algo más que cien como lo es
en Denny.
—Sí, lo sé. He traído tres mil conmigo.
Hace una pausa y segundos más tarde, oigo una puerta al
cerrarse. Los ruidos de fondo se desvanecen por completo.
—Sin ánimo de ofender, pero ¿de dónde sacaste ese tipo de
dinero en efectivo?
—He estado ahorrando. —No me molesto en decirle que es todo
lo que tengo, ya que no es de su incumbencia.
—Muy bien, entonces, les diré que te hagan subir —dice, pero
luego se detiene—. Pero solo una advertencia: estos chicos aquí no
pierden el tiempo como lo hacen en Denny así que ten cuidado. Te
pillan haciendo algo que no les gusta y no van a dejarte ir con solo una
palmada en la mano.
—Entiendo —le digo. Sutilmente, me adviert e: no hagas trampa o
estás jodido.
No obstante, siempre hago trampa, y no tengo planes de parar
ahora. Eso le quita la emoción a las cosas y necesito la emoción. Aun
así, hago una pausa por un momento, el alcohol en mi sistema se
desvanece solo lo suficiente para ver a través de la bruma y casi me
acobardo, decidiendo que podría estar haciendo algo más allá de
estúpido cuando veo a un tipo tres veces mi tamaño abrir la puerta y
agitar su mano hacia mí. Pero entonces el alcohol empieza a quemar
en mis venas nuevamente, por lo que lo sigo hasta el segundo piso.
Cuando se abre la puerta y me deja entrar, me siento mucho mejor.
Mesas y fichas de color negro, rojo, blanco y azul. El humo. El alcohol.
Las mujeres por todas partes. Peligro. Riesgos. De repente me siento muy
contento en el interior. Todas mis distracciones —mis adicciones— están
justo en frente de mí y las quiero.
Violet
La escuela pasa más lento que de costumbre. Tal vez debido a mi
encuentro con Luke. O tal vez es solo porque sé que voy a ir de pesca
cuando acabe; voy a pescar un chico, que conoce a un montón de
chicos, que les gusta drogarse. Había estado molesta cuando Preston
me pidió que hiciera esto un lunes, pero decidí después de mi raro
encuentro con Luke, que tal vez necesitaba un descanso de la realidad
de estar atrapada en mi propia cabeza. Tal vez tenía que ser esa chica
otra vez, la que se vestía, cumplía con su rol, y no le importaba una
mierda nadie ni nada.
Después de mi última clase, encuentro el cuarto de baño y me
deslizo en el atuendo que tengo en mi bolsa para ocasiones como
estas. Un vestido negro corto que muestra las piernas y por si fuera poco
con lápiz labial rojo y zapatos de tacón brillantes. Me veo como una
prostitut a, pero como que ese es el punto. Seducción. Voy a pasar por
ello. Voy a ser esa chica de nuevo.
—Puedo hacer esto —le murmuro a mi reflejo mientras me miro en
el espejo. Pero esa chica no parece convencida. Tomando un pequeño
descanso, me doy la vuelta y me apoyo en el fregadero para hacer
una llamada telefónica que trato de hacer al menos una vez por
semana.
—Hola, habla el detective Stephner —responde después de dos
timbres.
—Es Violet —digo, cerrando los ojos y cruzando los dedos para
que quizás este sea el momento en que me dé una buena noticia—.
Violet Hayes. Solo estaba... comprobando como iban las cosas.
Tan pronto como suspira, sé que nada ha cambiado. —Violet, sé
que quieres saber, y créeme que nosotros también, pero estas cosas
llevan su tiempo.
—Han pasado casi dos meses.
—Lo sé. Todavía estamos trabajando en lograr que se apruebe la
orden de registro.
—¿No pueden moverse más rápido? —digo con más dureza de la
que había planeado—. Lo siento, es solo que me está volviendo loca.
—Lo sé —responde—. Y créeme, tampoco voy a descansar hasta
que sea resuelto. Pero también necesito que me permitas llamarte
cuando haya alguna novedad, en lugar de que me llames para
comprobar.
—Lo siento por molestarlo —murmuro, abriendo mis ojos.
—No me estás molestando en absoluto. Solo quiero que dejes de
estresarte por esto y trates de vivir una vida normal —dice—. Y ya que
estamos en el teléfono. ¿Qué pasó con los mensajes de texto de ese
periodista? ¿Se detuvo?
—Sí, lo hizo —le digo, de pie con la espalda recta luego de
recoger la bolsa del suelo—. Gracias por conseguir esa orden de
restricción contra él.
—En cualquier momento. —Hay otra pausa y sé lo que viene antes
de que lo diga—. ¿Qué pasa con el hijo de Mira Price? ¿Has hablado
con él desde que lo traje para interrogarlo?
—En realidad no. —Mi pecho se empieza a apretar, mis pulmones
cerrándose y quitándome el aire. Bast a. Det enlo.
—Creo que eso es lo mejor —dice—. Al menos por ahora.
Entiendo lo que dice, pero se siente tan mal. ¿Lo mejor? Si esto lo
mejor, entonces ¿por qué duele tanto?
—Me tengo que ir —le digo—. Es hora de mi siguiente clase.
—Está bien —dice—. Y recuerda, llámame si necesitas algo.
Pero está claro que quiere decir: llámame si necesitas algo que no
tenga que ver con el registro.
Luego de colgar, me compongo y salgo del baño con confianza,
lista para pasar de la conversación e ir a pescar: una distracción. Pero al
instante en que entro en el estanque, me siento desinflada, pensando
en lo mucho que preferiría estar tratando de ahogarme en lugar de
estar en el patio del campus, en busca de un imbécil. Cuanto más
tiempo busco en la multitud, más quiero retirarme y hacerle frente a
cualquier castigo que Preston me va a dar. No me siento de humor y
estoy a punto de darme por vencida cuando mi teléfono vibra en mi
bolsillo.
Lo saco y desbloqueo la pantalla. Un mensaje de texto de un
número desconocido. No es de extrañar. Ahora sucede todo el tiempo.
Desconocido: Sé lo que pasó con t us padres.
Y que empiecen los juegos. Sacudo la cabeza, pensando en Stan,
y algunas de las otras llamadas y mensajes que he recibido desde que
la noticia se hizo pública. Considero que lo debería responder.
Yo: Sí, creo que t odo el mundo sabe más que t ú, idiot a. Fueron
asesinados. Sin embargo, gracias por recordármelo. Eso est uvo bien.
Intento guardar mi teléfono pero zumba en mi mano. Suspirando,
abro el mensaje entrante.
Desconocido: Pero sé quién lo hizo.
Dejo de respirar mientras lo leo una y otra vez y por un breve
momento, muy ingenuo de mi parte me pregunto si en realidad esta
persona podría saber algo, como tal vez sobre Mira o la otra persona
que estuvo allí esa noche. Pero al final de mi análisis, decido que es
probable que sea solo un maldito idiota, como Stan el reportero, y
algunos otros de forma esporádica que he conocido durante mis pocos
viajes a la estación de policía. Incluso recibí una llamada telefónica de
alguien intentando sobornarme con su información a cambio de un par
de detalles escabrosos de lo que vi esa noche. No era tan estúpida
como para creer que un reportero supiera más que la policía y yo, así
que le dije que podía irse a la mierda.
Estoy a punto de responderle y mandarlo al infierno cuando oigo
a alguien decir—: ¿Eres Violet?
Hay un tipo de pie frente a mí y todo mi cuerpo se tensa mientras
un millón de pensamientos diferentes corren por mi mente sobre quién
podría ser. Un reportero. La policía. La otra persona que se encontraba
allí esa noche en que murieron mis padres, a pesar de que se ve
demasiado joven para ser lo segundo.
Lleva una camisa a rayas con las mangas arremangadas, junto
con un par de pantalones de marca, y zapatos más brillantes que mi
brillo labial. —Eres Violet, ¿verdad?
A pesar de mi alarma, no pierdo el ritmo, aunque mi corazón sí lo
hace. —¿Por qué? ¿Qué te importa?
Sus labios se extienden a una lenta sonrisa cuando saca la mano
para que la sacuda. —Soy Roy. Preston me dijo que probablemente
podía encontrarte aquí y que podrías engancharnos a algunos de mis
colegas y a mí.
—Eso dijo, ¿eh? —le digo, relajándome. Preston sabe mi rutina
demasiado bien, supongo. Aún no aprecio la emboscada sin previo
aviso—. Sí, soy ella.
Su sonrisa se amplía, pero sus cejas se fruncen cuando no voy a
darle la mano. —Bueno, ven conmigo.
No me moví de debajo del árbol. —Sí, voy a tener que consultar
con Preston antes de ir a cualquier parte con un tipo al azar que parece
que podría ser un abogado y podría estar tendiéndome una trampa.
Su sonrisa tambalea, pero luego se relaja y asiente. —Sí. Claro.
Entiendo.
—Dame un segundo. —Me alejo de él, marcando el número de
Preston cuando alcanzo rango fuera de la audiencia.
—Hola, hermosa. —Preston suena como que podría estar drogado
y teniendo una fiesta con todo el ruido de fondo—. Estaba esperando tu
llamada.
—¿Por qué? ¿Debido a que enviaste a algún chico rico aquí sin
decírmelo? —le digo, mirando hacia atrás a Roy, quien ha centrado su
atención en una chica con falda agachándose para recoger un papel
que cayó y que está mostrándole sus partes a toda la escuela.
—Te ponía a prueba —dice simplemente—. Quiero asegurarme
de que no contaremos con más cagadas en nuestro futuro.
Pongo los ojos en blanco. —¿Así que aprobé o no?
—Aprobaste —dice y puedo oír la sonrisa en su voz—. Lo que
significa que solo habrá buenos castigos para ti esta noche.
Mi corazón se marchita un poco más, pronto ya no quedará nada
de ello. —Si está bien contigo, y si la prueba ya ha terminado, voy a
volver a la pesca.
—No, Violet, tienes que ir con Roy —dice, hablando en voz alta
sobre la música.
Presiono mi dedo en mi oído para poder oír mejor. —¿Por qué?
¿Pensé que era una prueba?
—Una prueba sí, pero Roy tiene una conexión con este lugar
subterráneo donde juegan póquer en uno de los extremos más altos de
Laramie y si podemos impresionarlo, nos podría hacer sus distribuidores
permanentes. Lo cual es algo bueno. Confía en mí. Estamos yendo con
los peces gordos.
Trato de no congelarme ante la mención de póquer subterráneo,
porque sé que a Luke le gusta pasar el rato en ese tipo de lugares y los
peces gordos son muy diferentes a los chicos idiotas de la universidad
que piensan con sus penes. —No estoy segura de si quiero hacer este
acuerdo.
—Violet, no me jodas esto —dice; la ira surge en su voz—. Esta es
una gran oportunidad y si actúas como lo haces normalmente, sé que
puedes deslumbrarlos, maldición. Solo asegúrate de darles lo que sea
que quieran.
—No soy una puta —le digo, cabreándome—. No voy a follar a
nadie.
—Nunca dije que tenías que hacerlo, pero creo que eres capaz, si
tuvieras que hacerlo —me dice. Estoy a punto de gritarle, justo en frente
de Roy, cuando añade—: Mira, estoy seguro de que nadie espera que
te los folles, les des una mamada o algo así. Solo sonríe y muéstrales tu
escote, y seguro que mi producto sellará el trato. Puedes guardar las
folladas y mamadas para mí más tarde. De hecho, preferiría que me
hicieras eso.
Cierro mis ojos e intento bloquear todo. No sient as nada.
—Bien, lo haré, pero te juro por Dios que si alguien dice que tú les
dijiste que yo iba a ocuparme de ellos, te patearé las bolas cuando
llegue a casa.
—Me gusta cuando me hablas sucio —dice con una profunda
risa—. Ahora ve allá y hazme feliz, luego regresa a mí. Estoy empezando
a extrañarte.
Siento que voy a vomitar justo aquí en frente de todo el mundo.
Sacudo la cabeza, molesta, pero aun así le digo que está bien, porque
no tengo opción. Luego cuelgo y regreso a Roy, sonriendo tan dulce
como puedo. —Muy bien, Roy, ¿a dónde vamos?
—A la Quinta y Grove —dice con una sonrisa mientras su mirada
me recorre perezosamente.
Empezamos a caminar por el patio del campus. Hay silencio entre
ambos y estoy muy contenta con ello, pero al parecer Roy no, porque
dice—: ¿Entonces, te gusta jugar a Texas Hold’em?
Me encojo de hombros, tratando de pensar en la última vez que
jugué Texas Hold’em con Luke mientras él usaba una toalla. —Está bien,
supongo.
Se detiene frente a un Mercedes negro con vidrios polarizados.
Apunta las llaves hacia él y se oye un pitido, las luces destellan y las
puertas se desbloquean. —Bien, si fuera tú, fingiría que me encanta por
esta noche.
Asient o, pillando su significado. —Entiendo.
Subimos al auto y enciende el motor. Luego pone la calefacción
cuando nota que estoy temblando un poco por el frío de afuera.
—Deberías tener una chaqueta o algo —remarca al tiempo que
se abrocha el cinturón de seguridad.
Bajo la mirada a la piel de gallina en mis piernas. —Una chaqueta
no es parte de mi uniforme —le digo, balanceando mis rodillas de arriba
abajo, tratando de calentarme.
—Oh, claro —dice mientras empuja la palanca de cambios en
reversa—. Hay algo de Vodka debajo del asiento si quieres un trago. —
Retrocede el auto y endereza la rueda, luego me muestra una sonrisa—.
Podría calentarte.
Estoy a punto de declinar, porque no soy una fan de beber —me
pone demasiado loca y emocional— pero luego recuerdo lo que se
supone que debo ser. Y que si hago un desastre, entonces arruinaré la
pequeña vida que tengo. Así que pongo mi sonrisa deslumbrante, la
falsa que no he usado en un rato, luego alcanzo debajo del asiento,
para tomar un trago, pretendiendo estar bien, pretendiendo que no me
estoy ahogando en un mar de dolor. Pretendiendo que estoy bien con
estar aquí, cuando no es así.
Solía ser mucho más fácil hacer esto, flotar alrededor en la vida,
desprendida de todo el mundo, incluyendo de mí misma. Pero eso fue
antes de que conociera a Luke y descubriera lo que era ser feliz. Y la
peor parte de esto es saber que nunca lo tendré de nuevo.
4
Traducido por Mae & Amélie
Corregido por Anakaren

Luke
Estoy hundido en mierda, pero todavía trato de averiguar si me
importa. Una canción de estilo pop suena desde el estéreo con sonido
envolvente, vasos vacíos cubren la mesa, y he duplicado mi dinero,
principalmente porque estoy haciendo trampa y de manera muy
descuidada. Tal vez debería ser más cauteloso, pero continúo ganando,
bebiendo trago tras trago con una curvilínea morena en mi regazo. He
conseguido todo lo que buscaba cuando llegué aquí y me siento bien
en su mayor parte, a excepción de ese maldito lugar en mi corazón que
está gritando que me detenga. Que hay algo mejor ahí fuera para mí.
Pero lo que mi maldito corazón no entiende es que ella no me quiere.
Hay otros tres chicos sentados en la mesa, Geraldson, el dueño de
la casa, un tipo grande y voluminoso, otros dos de la misma estatura y
peso que yo, Carson y creo que Dougford, que no confía en mí. Son
mayores y más rudos que la multitud habitual con la que juego. Creo
que hasta vi una pistola metida en la parte de atrás de los pantalones
de Geraldson cuando me acerqué a la mesa. Toverson está fuera en la
terraza, hablando con alguien por teléfono, pero sigue mirando por la
puerta en dirección a mí, dándome una mirada de advertencia.
—¿Estás dentro o no? —pregunta Carson, esparciendo sus fichas,
mientras trata de descubrir mi trampa.
Echo un vistazo al ocho de corazones y la reina de espadas en mi
mano y luego a las cuatro cartas sobre la mesa; cinco, siete, nueve y un
jack. Estoy a punto de retirarme, pero luego la morena se inclina hacia
adelante y aprieta sus tetas contra mi barbilla, y me muestra todo el
escot e.
—Solo tienes que ir por ello —susurra en mi oído, recorriendo su
dedo por mi nuca—. Es tan sexy cuando los chicos toman riesgos como
ese.
Estoy a punto de decirle que se vaya a la mierda, meter la mano
en mi bolsillo y sacar una de las tarjetas que he escondido allí, pero
Dougford mira todos mis movimientos desde el otro lado de la mesa, así
que lanzo las fichas, pensando que si pierdo una mano, mis triunfos
parecerán más de fiar. —Estoy dentro —digo, siendo arrogante sin
razón.
Carson me da una sonrisa arrogante a cambio, pero creo que él
está fingiendo que tiene algo cuando no es así. Me relajo en la silla y
toqueteo las caderas de la morena mientras que el repartidor voltea la
última carta antes de comenzar las apuestas. Es un dos. Mierda. No
tengo absolutamente nada. Normalmente, doblaría o cambiaria mis
cartas, pero me recuerdo que debo perder una mano y hacer la
apuesta.
Sonríe como un idiota mientras pone sus cartas sobre la mesa y
revela que tiene un par de reinas. Sé que las probabilidades de eso son
bastante bajas, por lo que pienso que podría estar haciendo trampa así
que decido no ser cauteloso en el juego, haré trampa con cada mano
que pueda a partir de ahora.
Hago un gran esfuerzo por no empujar a la morena de mi regazo
e inclinarme y borrar esa sonrisa de su cara. Para calmarme, me sirvo
otro trago de la botella de tequila en la mesa. Apenas siento el ardor,
apenas siento algo en realidad.
Es el turno de Geraldson, por lo que recoge las cartas mientras
Dougford saca un par de puros de una caja de madera que está junto
a él. Huele uno de ellos, entonces le da a Geraldson y uno a Carson.
—¿Fumas? —me pregunta con su voz ronca.
Me encojo de hombros y tomo el puro que está ofreciéndome,
pensando que podría contenerme hasta que pueda salir a fumar. La
gente es tan rara a veces. No fuman cigarrillos dentro de la casa, pero
con los puros están perfectamente de acuerdo.
Enciendo y aspiro, pero no es suficiente para calmar el hambre
dentro de mí, así que solo lo dejo en el cenicero después de tres
caladas.
—¿Qué? ¿No es suficiente para ti? —pregunta Carson, separando
sus fichas por colores.
Tomo las cartas que Gerard me dio. —No, es solo que no suelo
fumar. —Mi tensión comienza a desmoronarse cuando veo el as en mi
mano. He estado esperando que el maldito as aparezca así podía usar
el que tengo en mi manga. As de bolsillo.
Estoy tratando de no sonreír mientras me preparo para que el
juego inicie, cuando se abre la puerta del frente y un chico de mi edad
usando ropa de muy buen gusto y una sonrisa arrogante entra a la
habitación.
—Roy, hombre. ¿Qué pasa? —dice Geraldson, dejando sus cartas
boca abajo sobre la mesa mientras se levanta de su silla para darle al
hombre un abrazo con una sola mano.
—No mucho —dice Roy mientras se hace a un lado para dejar
que entre la otra persona detrás de él y de repente cada movimiento y
ruido a mi alrededor se desvanece.
Violet jodida Hayes.
Ella se ve demasiado increíble, con un vestido corto negro que
muestra sus interminables piernas y esos tacones... mierda lo que haría
por follarla solo con esos tacones. Estoy poniéndome duro de pensar en
ello, lo cual estaría muy bien excepto que la morena en mi regazo debe
sentirlo presionando contra su culo y ella tiene esa mirada en sus ojos
cuando piensa que es por ella y está considerando la posibilidad de
actuar. De repente soy muy consciente de que ella está en mi regazo. A
través de la neblina en mi mente, me debato si me importa o no. Violet
y yo hemos terminado. No debería importarme, pero me importa. Me
importa tanto que me apresuro a empujar a la morena de mi regazo,
antes de que Violet me vea.
Pero me muevo tarde y sus ojos me encuentran, como si fueran
imanes y yo metal, mientras empujo a la mujer. Hay un destello de
envidia en los ojos de Violet cuando mira a la mujer que está agarrando
mis hombros para equilibrarse, y tan inquietante como es, me encanta
verlo en sus ojos. Que todavía le importo lo suficiente como para sentir
celos.
¿Qué diablos est á mal conmigo?
Violet aparta la mirada cuando Roy le dice algo y la mujer que
estaba en mi regazo me da una mirada desagradable antes de dirigirse
a la cocina para tomar un trago. Violet extiende la mano para
estrechar la de Geraldson, y dedicarle una falsa sonrisa; la conozco lo
bastante bien como para saber que no es una verdadera. Geraldson no
tiene ninguna oportunidad en contra de lo que ella tiene en la manga,
cual sea la razón por la que está aquí. Se dicen algo en voz baja y me
vuelvo muy consciente de por qué está aquí. Negociación. Mierda, esto
no es bueno. No aquí con estos chicos. Esto no es lo mismo que sus
pequeños problemas con muchachos de fraternidad de la universidad.
Estos son corredores de apuestas fuertes y, supongo, que grandes
traficantes.
—Siéntate. Toma una copa y juega con nosotros —le dice
Geraldson a Roy, haciendo un gesto hacia la mesa. Luego gira hacia
Violet y arquea la ceja—. ¿Te gusta ver a los hombres jugar al Texas
Hold'em, dulzura?
Ella me mira discretamente por el rabillo del ojo con una expresión
en su cara que me dice que está reprimiendo una réplica sarcástica
sobre el comentario sexista de Geraldson. —Claro —dice con fuerza.
—Bueno, adelante, siéntate, toma una copa, y vamos a charlar.
—Geraldson sonríe y gesticula para que se siente en una silla vacía, justo
la que está a mi lado de todos los lugares. Violet parece tensa, pero aun
así se acerca y mientras está caminando, Geraldson mira su culo todo el
tiempo.
Espero que Violet vacile pero siendo la profesional que es, se las
arregla para tomar asiento, sin ni siquiera un instante de duda. Sin
embargo, no me mira, ni cuando su pierna roza la mía debajo de la
mesa, pero causa que mi aliento se atasque en mi garganta. Supongo
que est oy perdiendo en el mano a mano, de quien desea a quien.
—Violet, este es Dougford, Carson. —Gerald comienza con las
presentaciones mientras se sienta en la mesa y luego cada individuo
extiende la mano sobre la mesa para estrechar la de Violet. Luego a
mí—. Y este es Luke.
Violet voltea la cabeza hacia mí, con los ojos brillantes. Si no la
conociera, diría que disfrutaba est o. Pero ¿cómo iba a ser eso posible
cuando ella apenas podía mirarme en clase? —Es un placer conocerte,
Luke. —Levanta las cejas ligeramente, entonces extiende la mano para
que la sacuda.
Supongo que fingiremos que no nos conocemos. —Lo mismo digo,
Violet . —Exhalo mientras tomo su mano. Nuestra piel entra en contacto,
por primera vez en dos meses. Creo que me estoy quedando sordo.
Ciego. O tal vez ella está tomando el control de todos mis sentidos. Mis
pensamientos se arremolinan tan rápido que mi pulso comienza a latir
con fuerza y entre eso y la cantidad de alcohol en mí, creo que podría
desmayarme.
—Respira. —Juro por Dios que susurra entre sus labios, pero no
estoy seguro si es para sí misma o para mí. Entonces se estremece,
quitando su atención de mí, y tira con calma su mano de la mía.
Roy se acerca a la zona del bar y le sirve un trago a Violet. Whisky,
creo, por el líquido color ámbar en la copa, luego se sienta. Violet
olfat ea casualmente la bebida, luego toma un largo trago, antes de
dejar la copa. Al instante se sienta sin ni siquiera una mirada en mi
dirección mientras se reparten las cartas, hablando con Geraldson
sobre cantidades y otra mierda que me pone tan furioso que me
distraigo y descuido más con cada mano. No estoy siendo tan
cuidadoso como debería.
Cont rólat e. Pero es difícil cuando está charlando sobre drogas
con un hombre con una pistola escondida en la parte trasera de sus
pantalones.
—¿Así que, cuánto crees que te gustaría de manera regular? —
pregunta Violet a Geraldson. Me pregunto si Violet planea engañarlo
como a algunos de sus clientes. Si es así, tengo que detenerla. Este no es
el tipo de personas a la cual deba hacerle eso.
—Una onza de una cuarta parte —dice Geraldson mientras
estudia las cartas en su mano con atención.
La mandíbula de Violet se aprieta mientras yo me tenso. Es una
gran cantidad, sin duda no esas pequeñas bolsitas que generalmente
carga. Alcanza rápidamente el vaso de whisky para terminar de ocultar
su nerviosismo y me pregunto si sabe en lo que se está metiendo.
Después de unos grandes tragos, Violet deja el vaso en el
posavasos y recupera el control. —¿Le mencionaste la cantidad a
Preston? —pregunta con frialdad.
Geraldson asiente, haciendo una mueca hacia el distribuidor
para que entregue la carta final. —Sí, él dijo que hoy traerías algunas
muestras.
Violet inclina la cabeza, pareciendo calmada en el exterior, pero
la conozco mejor. Está incómoda, fuera de su elemento, mientras mete
la mano en su sujetador, saca una bolsa de hierba, y la arroja sobre la
mesa en la parte superior de la pila de fichas.
—Genial —dice Roy, mirando sus pechos y la hierba mientras
Dougford asiente.
Geraldson pone sus cartas boca abajo, recoge la bolsa, la abre, y
huele el interior de la misma con una mirada de aprobación en su cara.
—¿Te importa si enciendo un poco? —le pregunta a Violet —. ¿Solo para
probar la calidad?
—Es para eso —responde ella, comenzando a mover con nervios
las manos debajo de la mesa.
Geraldson se levanta para conseguir una pipa y Violet mira
alrededor de la habit ación como si estuviera buscando una vía de
escape. —¿Podría uno de ustedes, señalarme el aseo de damas?
Asintiendo, Roy se pone de pie con entusiasmo. —Sí, deja que te
enseñe. —Hay una mirada emocionada en su rostro, como un chico
que va a conseguir una mamada, mientras salen juntos de la sala y ese
estúpido fuego entra en erupción dentro de mi pecho de nuevo, y no
estoy seguro de cómo apagarlo. O si incluso debería.
Violet
Quiero golpear mi cabeza contra la pared. —Maldita sea, Preston.
Esa es mucha hierba para no tener graves consecuencias. —Esto hace
preguntarme quién coño son estos chicos exactamente para necesitar
tanta hierba. Uno de ellos lleva un arma. Sí, soy fuerte y he visto todo y
no es como si me aterrara. De hecho, el peligro añade adrenalina. Pero
la idea de ir a la cárcel no es atractiva, ni siquiera para una adicta a la
adrenalina.
Después de entrar en el cuarto de baño, ignorando el comentario
de Roy de lo perfecta que mi boca se vería en su polla, me encierro
dentro y trato de decidir qué hacer. Quiero escapar, no solo de este
lugar, sino de este estilo de vida, pero ¿cómo puedo escapar de lo
único que conozco?
—Las cosas eran mucho más fáciles cuando estaba con Luke —
murmuro en voz baja, agarrando el borde de la repisa del baño cuando
la verdad casi me manda al suelo—. Maldita sea, esto es malo. —Apoyo
la cabeza contra el espejo detrás de mí, pensando en cómo Luke está
aquí y cómo el destino es una verdadera perra, juntándonos así otra
vez. Pero en el fondo sé que no es el destino. La probabilidad de que
acabemos juntos de esta manera, bajo el mismo techo, siempre ha sido
alta, ya que ambos vivimos los mismos estilos de vida riesgosos en el
mismo maldito pueblo. Ojalá la probabilidad de que funcionáramos
fuese mayor—. ¿Qué diablos voy a hacer? —murmuro.
Toc. Toc. Toc.
—¡Vete, Roy! —grito, sabiendo que estoy siendo poco profesional,
pero sin preocuparme por el momento—. No te daré una mamada.
Hay una pausa. —Violet , abre. —La voz de Luke flota desde el otro
lado de la puerta—. Soy yo... Luke. —Como si tuviera que decir su
nombre, su maldita voz hermosa está marcada en mi mente para toda
la eternidad.
Levanto la cabeza y frunzo el ceño a la puerta. —Vete, Luke.
—No... Oye, entiendo que no quieres tener nada que ver
conmigo, de verdad lo sé, pero estás descontrolada.
Me inclino sobre a la puerta y coloco mi mano en ella, cerrando
los ojos e imaginándolo al otro lado haciendo lo mismo, aunque estoy
segura de que no es cierto. Pero lo puedo ver en mi mente, los más
intensos ojos marrones que he visto nunca. Sus labios que sé son los más
gentiles y suaves que he besado. Sus brazos delgados que me hicieron
sentir segura una vez. Y está bien imaginar esto, siempre y cuando,
tengamos una barrera entre nosotros como la puerta. —¿No crees que
lo sé? Sé que estoy hundida en la mierda. Créeme. Lo supe desde el
momento en que entré.
Tarda un segundo en responder. —Creo que podrías pensar que
lo sabes, pero no te irás así que... quiero ayudarte.
—No quiero tu ayuda. —Abro los ojos cuando él no responde y
tomo el pomo de la puerta, pensando que hizo lo que le pedí y decidió
dejarme en paz, ya que él ha estado de acuerdo en darme espacio.
Pero cuando abro la puerta, continúa de pie al otro lado y se acerca sin
previo aviso, me empuja de nuevo en el baño y luego cierra la puerta
detrás de nosotros y la bloquea.
Está jadeando, como histérico mientras se inclina contra la puerta
y me queda mirando de la manera más desconcertante que me pone
inquieta. Hay muy poco espacio entre nosotros... muy poco espacio
para respirar... necesito respirar... Tengo que rasgar su ropa... Creo que
el whisky que bebí antes ha quemado mi racionalidad.
Alejo el último pensamiento de mi cabeza. —¿Qué quieres? —le
pregunto al final en un tono cortante, cruzando los brazos y negándome
a apartar la mirada de él, aunque quiero hacerlo con desesperación—.
¿Por qué me miras de esa manera?
Sacude un poco la cabeza, murmurando algo entre dientes antes
de pararse con la espalda recta. —¿Por qué estás aquí?
Lo miro boquiabierta. —Yo estaba aquí primero. Tú eres el que me
siguió aquí y luego entró por la fuerza.
Él vacila luego avanza tentativo hacia mí, obligándome a dar un
paso atrás hacia el estante de las toallas. —Me refiero a la casa de
Geraldson —dice—. No quieres jugar con estas personas, Violet. —Mira a
la puerta cerrada y luego dirige su mirada a mí—. No es como estafar a
los chicos de fraternidad.
—¿Crees que no lo sé? —siseo—. Pero no tengo elección, ¿no?
Vivo con Preston y esta es la forma de pagarle.
—¿Pagarle? —Deja escapar una risa estupefacta al tiempo que
extiende sus manos a un lado y da un paso hacia mí, un poco inestable,
lo que significa que está borracho—. El tipo es un maldito idiota. No le
debes nada... ni siquiera deberías estar con él.
Doy un paso atrás y luego otro hasta que choco con la pared y el
toallero se presiona contra mi costado. No tengo a donde ir aparte de
la ducha o salir por la ventana. Estar en este limitado espacio y con el
whisky elevándose en mi sistema hace que el aire vibre eléctricamente
y mi cerebro se confunda. Tengo que salir... pero como que no quiero
irme. —Bueno, pero no tengo elección, ¿verdad? —digo—. Dado que
no tengo otro lugar donde vivir en este momento, además de las calles.
Sus cara palidece y luego estira la mano para tocarme, como
para tranquilizarme, pero inclino la cabeza lo más lejos que puedo. Él se
queda quieto, pareciendo horrorizado. —¿Por qué me tienes tanto
miedo? —pregunta, bajando la mano sin vida a su lado—. Nunca te
haría daño. Al menos no a propósito.
—Lo sé, pero aun así me duele. —Estamos hablando en código y
me dan ganas de llorar, pero hago que esas malditas lágrimas traidoras
permanezcan en mis ojos. Nunca lloro. Solo una vez, cuando me enteré
de lo de la madre de Luke y me prometí que nunca más lo haría; soy
más fuerte que eso—. Y, además, tengo miedo de mí misma cuando
est oy cerca de ti, no al revés. —Y me gustaría agradecer a la bebida
por el último comentario.
Él traga. —Lo siento. —Su voz es apenas audible, y hay tanta
agonía en sus ojos que me sumerge. Se ve como yo me siento y quiero
hacer que los dos nos sintamos mejor.
Ni siquiera sé que es lo que me vence, sí es él, yo, las emociones
poderosas y lujuriosas entre nosotros, la necesidad de arrancar su ropa,
o el alcohol ardiendo en mis venas, pero me encuentro dando un paso
hacia él. No he olvidado ni superado lo que ocurrió, pero dejo de tener
cuidado por un breve segundo, permitiendo que mis paredes bajen lo
suficiente para que pueda poner una mano sobre su pecho. Él aspira y
yo respiro fuerte por el contacto; su rit mo cardíaco se acelera al instante
debajo de mi palma.
—Joder —pronuncia, entonces está inclinándose y creo que va a
besarme, pero en lugar de eso, descansa su frente contra la mía. Su
respiración entrecortada, dentro y fuera, dentro y fuera, su pecho solido
choca con mis senos. Espero a que me toque, pero no lo hace. Espero
que haga algo, pero no lo hace. Está inmóvil, como si me estuviera
dando la oportunidad para alejarme. Debería alejarme. Solo tengo que
rodearlo y salir por la puerta. Nunca mirar hacia atrás. Pero tenerlo tan
cerca hace que recuerdos intensos inunden mi cuerpo, me recuerda
que ser tocada por un hombre no tiene que sentirse mal o sucio. Que se
puede sentir bien. Pasó una vez con Luke y yo, egoístamente, lo quería
de nuevo.
Me poseen emociones reprimidas, el alcohol, y un hambre que
nunca había sentido, y de repente estoy chocando mis labios contra los
suyos. Él inhala con asombro, inclinándose un poco hacia atrás como si
se fuera a alejar, pero luego está agarrándome por las caderas y me
jala hacia él cerrando su boca con la mía. Su calor… su sabor… es tan
potente… tan malo… tan bueno… tan confuso.
—Puedo parar —susurra contra mi boca, separando mis labios
con su lengua, acunando la parte trasera de mi cabeza con su mano y
enredándola en mi cabello. Él sabe a vodka y cereza, huele a cigarrillos
y colonia. Delicioso y peligroso, por muchas diferentes razones.
Me pregunto si él en realidad se detendría si yo se lo dijera. Sin
embargo no lo quiero saber. Ahora no. Así que arqueo mi espalda hacia
él y presiono mi pecho al suyo, mientras profundizo el beso, pasando mis
dedos a lo largo de la desaliñada línea de su mandíbula, siendo suave
en dónde está el moretón. Estoy recordando todo lo que pasó entre
nosotros… Dios, me acuerdo… y se siente t an increíble y dichosamente
bueno. Cada roce de sus labios y el frote de sus dedos se sienten como
si borraran cada toque indeseado en el último par de meses, como si
Luke tuviera súper habilidades para eliminar lo malo.
Sus manos encuentran mis caderas, y clava sus uñas en mi piel,
forzándome a acercarme mientras él retrocede, sin romper el beso. Está
moviéndonos a algún lugar… al mostrador. Me inclina hacia atrás, el
borde se clava en mi espalda, antes que me levante y me deje encima,
posicionándose entre mis piernas mientras nuestras caderas se mueven
juntas.
—Oh Dios… —Dejo salir un gemido digno de una estrella porno,
pero estoy totalmente desinhibida mientras trato de rasgar su camisa,
pero no funciona como en las películas y termino estirándola hacia
afuera.
Él deja escapar una risa suave por mi intento fallido, pero el ruido
se at asca en su garganta. —Sabes mucho mejor de lo que recordaba
—dice con voz ronca antes de chupar a propósito mi labio inferior,
causando que un fuego se construya dentro de mí, que solo aumenta
cuando sus manos vagan hasta la parte delantera de mis muslos y por
debajo de mi vestido. Necesitando tocar más de él, deslizo mis dedos
hasta la parte delantera de su camisa y siento sus músculos flexionarse
bajo mis manos. Su aliento t itubea como si estuviera volviéndose loco. Es
diferente, de alguna manera, desde la última vez que estuvimos juntos,
como si se hubiera vuelto más vulnerable.
—No quiero dejarte ir —dice entre besos mientras sus dedos rozan
el borde de mi ropa interior, sus movimientos bruscos y descuidados,
construidos con la desesperación.
De repente recuerdo por qué no nos hemos tocado en dos
meses, qué es lo que he estado haciendo con Preston durante ese
tiempo, y por qué yo debería alejarme. Si yo fuera una persona buena,
lo haría. Pondría a mis padres por encima de mi calentura y le diría a
Luke lo que dejo que me haga Preston, cómo dejo que él me toque. Sé
que eso haría que se detuviera, pero supongo que no soy una buena
persona. En realidad nunca lo he sido. Y la adrenalina vibrante a través
de mi cuerpo, impulsada por el tacto y los besos de Luke, tampoco es
de ayuda.
Manteniendo esos pensamientos para mí, me inclino contra el
espejo detrás de mí, sorprendiéndolo al principio cuando nuestros labios
se separan. Sus parpados se abren y parece preocupado de que yo
detenga esto, pero agarro la parte delantera de su camisa y lo atraigo
hacia mí hasta que nuestros labios se juntan. Entonces nos besamos con
intensidad, nuestras lenguas enredadas, sus dedos deslizándose dentro
de mi ropa interior y dentro de mí, y muerdo su labio inferior mientras su
toque me da placer, no dolor y vergüenza como pensé que sería, como
me siento con Preston.
En algún momento, Luke retrocede, mirándome mientras pierdo el
control, yendo lejos de la realidad que cada día me despierto odiando,
e instantes después caigo en sus brazos, apoyándome en él. Hay una
pausa mientras la bruma y el calor salen de mi cuerpo y mente, y puedo
notar que él cree que voy a echarme para atrás; puedo verlo en sus
ojos. No tengo intenciones de hacerlo así que me inclino y lo beso de
nuevo. Pero justo cuando nuestros labios se rozan, somos interrumpidos
por un golpe en la puerta.
—Luke, sal de ahí. —Otro golpe fuerte y la puerta se sacude—.
Tenemos que discutir un gran puto problema.
Siento los músculos de Luke ponerse rígidos mientras se aparta y
mira la puerta, tratando de entender algo mientras se rasca la cabeza.
El entendimiento se nota lentamente en su rostro y se aleja de la puerta,
tanteando los bolsillos traseros de su pantalón. —Mierda, estoy jodido. —
Acaricia el bolsillo de la camisa a cuadros y deja escapar un suspiro de
frustración.
Salto del mostrador y acomodo mi vestido sobre mis piernas. —
¿Qué pasa?
Él sacude rápidamente la cabeza. —No es nada. —Sin mirarme,
suspira—. Tienes que irte. —Su mirada por fin cae en mí y, a través de su
ebrio aturdimiento, detecto una pizca de miedo—. Sal de aquí, vete de
esta jodida casa, y no vuelvas.
Alguien golpea la puerta otra vez. —Luke, si no sales ahora, tendré
que tirar abajo la maldita puerta y eso solo enfurecerá más a Geraldson.
Niego con la cabeza, metiendo mechones salvajes de mi cabello
detrás de mis orejas. —No me voy hasta que me digas lo que hiciste —le
digo a Luke, pero dos segundos más tarde sumo dos más dos—. ¿Hiciste
trampa?
Él pone un dedo en su labio, instándome a quedarme callada. —
Siempre lo hago —susurra.
—¡Encontramos el puto as que se cayó de tu bolsillo! —grita el
chico desde el otro lado. Hay una explosión ensordecedora de cómo,
seguramente, él choca contra la puerta—. ¡Te advertí que no hicieras
eso, hombre!
—Mierda, tenemos que sacarte de aquí… —Él examina el baño,
buscando otra salida, aparte de la puerta para escapar de la ira de un
muy enojado y muy grande hombre que quizá tiene un arma.
Creo que debería estar más preocupada de lo que estoy, pero
esto no es nada nuevo para mí. Ya he sido perseguida por gente que
estafé, en más de una ocasión; así es como conocí a Luke. Sé que hay
más peligro teniendo en cuenta quienes son las personas, pero al mismo
tiempo, esa adicción enferma que tengo se está manifestando y me
dice que disfrute de ella porque borraran las emociones que tratan de
meterse en mí. Emociones que trajeron los dedos y labios de Luke.
Aun así, busco otra forma de salir del cuarto de baño y luego
recuerdo que hay una ventana cerca de la ducha. —Bingo —digo
mientras me acerco a la ducha, doy un paso dentro, y subo la ventana.
Una suave brisa sopla mientras bajo la mirada a la caída de tres pisos.
No está mal. Realizable, tal vez.
—Maldición, ¿estás loca? —Luke me mira alucinado mientras tiro
la cubierta, dejándola caer al suelo y luego asomo la cabeza para
calcular a qué me enfrento. No hay vallas. Hay coches allí abajo, pero
bueno, no sería la primera vez que tuve que aterrizar en un coche—.
Estamos en el tercer piso, por el amor de Dios.
—Sí, pero... podría ser... factible… —Echo un vistazo por encima
de mi hombro hacia él y estoy alarmada por el miedo en sus ojos. Pero
entonces pienso en su hermana y cómo ella se suicidó de una forma
parecida a esto y me siento un poco mal. Pero la otra alternativa no es
tan buena—. Voy a ir primero si quieres que lo haga.
Sacudiendo la cabeza, agarra mi muñeca. —No quiero que
vayas a ninguna parte fuera de la ventana. Joder, lo digo en serio,
Violet .
Suspirando, asomo mi cabeza, haciendo caso omiso a su fuerte
agarre en mi brazo mientras busco otras opciones y, más tarde, hallo
una. —Hay una escalera de incendios justo en la esquina... y la cornisa
es bastante gruesa. Podemos caminar sobre ella y luego bajar por la
escalera de incendios.
—No. —Su voz es firme, igual que su agarre—. No haré…
Es cortado por el sonido de la puerta estrellándose de nuevo, esta
vez hasta el punto donde las bisagras empiezan a ceder. Mientras que
él está distraído, deslizo mi brazo de su mano con prisa y trepo con
rapidez. Vaya, qué adrenalina. Aseguro mis manos y espalda contra la
pared mientras el viento golpea contra mis mejillas y cabello.
Luke maldice, alcanzando mi tobillo mientras me balanceo en la
cornisa. Mi corazón se ret uerce, emocionado, nervioso y aterrorizado.
Esto es todo lo que necesito en este momento y, tranquilamente, me
agacho y extiendo mi mano hacia Luke.
—Vamos —digo, tan tranquila que es aterrador, cómo el pavor
puede calmarme—. No es tan malo. Te lo prometo.
Empieza a protestar pero los golpes se hacen más fuertes y sin más
vacilación, él está agarrando mi mano y saliendo; su cuerpo t iembla, ya
sea del miedo a las alturas o el hecho que hay un tipo con un arma a
punto de romper la puerta.
Luke trabaja por recuperar el aliento mientras se pone a mi lado,
mirando a la altura de tres pisos, con los ojos muy abiertos. —Mierda,
esto es intenso… Odio las alturas.
Sin soltarle su mano, me muevo apenas por la cornisa con mi
espalda presionada contra el del edificio, guiándolo conmigo. —Actúas
como si nunca hubieras tenido que escapar por una ventana. —Echo
un vistazo curioso en su dirección, sintiendo de alguna manera paz con
la situación, pero no puedo evitarlo. Esto es lo que me calma, lo que me
distrae, lo que silencia al dolor de estar cerca de él.
Él tiene un fuerte agarre en mi mano mientras se mueve conmigo,
dando continuamente una mirada al suelo mientras sus palmas se
vuelven sudorosas. —Pareces demasiado calmada con esto —señala,
echándome un vistazo—. Si no lo supiera bien, diría que lo disfrutas.
Me encojo de hombros, incapaz de negarlo. —Creo que me
conoces lo suficiente para saber que no le tengo miedo a las alturas.
Hace una pausa, buscando mis ojos, y de repente me siento
como si fuera un bicho raro porque, juro por Dios, que él ve mi secret ito
sucio escondido dentro de mí. —No, no es la falta de miedo... pero la
presencia de excitación me parece un poco fuera lugar.
Trato de pensar en algo que decir, pero estoy en blanco. Por
suerte llegamos a la escalera de incendios y pongo toda mi atención en
conseguir llegar abajo. Libero su mano, me acerco a la barra y salto
hacia abajo a la escalera rallada. Justo en el momento que Luke se une
a mí, un tipo grande se asoma por la ventana, luciendo tan enojado
como un padre adoptivo que tuve cuando yo tenía doce años durante
dos breves semanas.
—¡Maldita sea, Luke! —Golpea el alféizar de la ventana con su
puño, debatiendo si trepar y perseguirnos o intentar interceptarnos en la
parte inferior.
—Ve, ve, ve —me insta Luke con un suave empujón cuando el
chico mete la cabeza.
Corremos por la escalera, que se sacude con nuestro peso. En el
fondo, entiendo la gravedad del problema, pero mi lado oscuro está
prosperando, alimentada por el peligro. Al instante en que llegamos a la
parte inferior, estoy casi mareada por la adrenalina. Parece como si
Luke puede verlo en mi cara, porque me agarra del brazo y me ayuda
a mantener el equilibrio mientras corremos por el estacionamiento hacia
una subdivisión cerca del complejo de condominios.
—¿Dónde está tu camioneta? —pregunto sin aliento mientras
giramos la esquina, mirando hacia atrás a los condominios.
Gotas de sudor bajan por su frente, a pesar que no hace calor
afuera, bajo las nubes y los truenos en el cielo. —Caminé hasta aquí. —
Hace una pausa cerca de la acera, mirando de izquierda a derecha y
luego detrás de nosotros—. Necesito llevarte a un lugar seguro... lejos de
ellos... y luego me iré... los alejaré…
—Iré contigo. —¿Qué demonios est oy haciendo?
Él parece pensar en lo mismo. —¿Quieres venir conmigo?
Asiento, sabiendo que es tan malo porque la razón principal por la
que concuerdo con esto es porque quiero que el entumecimiento se
quede dentro de mí, al menos eso es lo que me digo a mí misma, sin
querer admitir todavía la verdadera razón. —Sí.
—No puedo... no puedo meterte en esto... no está bien.
—Demasiado tarde. Ya lo estoy. Y lo hice yo misma.
Frunce el ceño y creo que va a seguir discutiendo, a pesar de que
ya debería saber a estas alturas que no va a ganar, pero luego se rinde
y corremos juntos calle arriba, de cara a lo desconocido.
5
Traducido por Vane hearts, Alex Phai & Clara Markov
Corregido por Michelle♡

Luke
—Estoy en un gran maldito problema —anuncio lo obvio mientras
cierro y aseguro la puerta de mi apartamento detrás de nosotros. Sin
saber a dónde más ir, había corrido aquí con una muy dispuesta Violet
acompañándome. No tengo ni puta idea de cómo sucedió esto; no me
refiero a la situación con Geraldson, ya que siempre había sabido que
al final mi suerte se acabaría, sino a Violet estando aquí. Conmigo. En el
lugar que solía ser nuestra casa.
Las emociones se agitan dentro de mí mientras me apoyo contra
la puerta y la observo mientras camina alrededor de la sala, captando
la comida en la encimera y en la mesa de café, los libros de texto sobre
el suelo; la desorganización general de la habitación que nunca estuvo
aquí cuando ella vivía con nosotros.
—Está más desordenado que cuando yo vivía aquí —señala,
trazando con sus dedos a lo largo de un par de botellas de cerveza
vacías en la encimera de la cocina y luego a través de una capa de
polvo en el centro de entretenimiento. Hace una pausa, metiendo un
mechón de su pelo con reflejos rojos detrás de su oreja, teniendo en
cuenta algo antes de darse la vuelta y cruzar los brazos sobre el pecho.
La emoción que había en sus ojos verdes hace unos pocos minutos
cuando estábamos en la cornisa ha desaparecido, y me alegro porque
como que me asustaba demasiado, porque creo que era debido al
peligro.
—¿Estás bien? —le pregunto, queriendo cruzar la habitación y
besarla de nuevo, como en el baño, pero soy sensato. Lo que pasó
antes en lo de Geraldson, fue porque quedamos atrapados en el calor
del momento, por la cercanía, por estar juntos y solos por primera vez en
meses.
Se encoge de hombros. —No sé. —Extiende sus brazos y golpetea
con sus dedos los lados de sus piernas mientras mira alrededor de la sala
de estar, a todos lados menos a mí—. ¿Qué vas a hacer?
Me enderezo desde la puerta y me atrevo a dar uno o dos pasos
más cerca de ella, notando que se tensa ligeramente, pero por suerte
no retrocede. —La verdad, no tengo idea de lo que voy a hacer —
digo—. Digo, me han descubierto haciendo trampa, pero nunca tipos
como estos. —Dejo salir un suspiro mientras la realidad choca contra mí
en una gigante y muy poderosa ola. He recobrado la sobriedad desde
que salimos del apartamento y estoy viendo demasiado claro para mi
gusto—. Creo que voy a pasar desapercibido durante un tiempo para
esperar que esto termine.
—¿Crees que terminará? —pregunta, dudosa—. Porque no soy
tan optimista.
No lo creo. En lo más mínimo, pero no tiene por qué saberlo. —Es
todo lo que puedo hacer por ahora, al menos hasta crear otro plan. —
Doy otro paso o dos, reduciendo el espacio entre ambos, observando
cómo se estremece mientras me acerco a ella, como si temiera que
fuera a tocarla de nuevo. Deseo tanto hacerlo, pero sé que no está
bien y claramente no es ansiado de su parte, así que camino alrededor
suyo y me dirijo a la habitación para empacar mis cosas, sabiendo que
cuanto más tiempo me quede por aquí, más probabilidades hay de
que aparezca Geraldson.
Suponía que Violet se iba a ir, pero después de un minuto o dos,
viene deambulando a mi habitación, una habitación que solía ser la de
ella también. —¿A dónde vas? —Se apoya en el marco de la puerta y
sus ojos observan el diario de Amy que sobresale por debajo de mi
almohada, y me encuentro recogiéndolo y tirándolo en la bolsa de
lona.
Me encojo de hombros, agarrando algunas camisas y pantalones
vaqueros de la cómoda, y rellenando la bolsa con ellos. —No sé... tal
vez solo voy a conducir por ahí, alojarme en hoteles por una semana o
algo así. —Hago una pausa, tratando de pensar en donde podría
ocultarme que no incluya estar con mi madre o mi padre, ya que juré
que nunca le pediría ayuda de nuevo después de la última vez que lo
hice y me rechazó. Solo hay un miembro de la familia que en realidad
conozco, mi tío Cole, el hermano de mi papá que vive en Las Vegas y
que le enseñó a apostar a mi padre. Lo he visto dos veces: una cuando
tenía cinco años, cuando mi padre fue en un viajecito de apuestas y
me llevó con él; y otra cuando tenía dieciocho años, cuando pasé una
semana en Las Vegas, mientras que mi padre estaba de vacaciones allí
y quería que yo fuera de visita. Pero necesitando mi espacio, terminé
pasando más tiempo con mi tío Cole que con él. No he hablado con
Cole desde entonces, a excepción de una o dos llamadas telefónicas y
no estoy seguro de si mi tío me deje quedarme allí o no. No es un mal
t ipo, simplemente no es la clase de persona a la que vas para pedirle
favores y ayuda, ya que es más como un adolescente que un adulto.
Además, ni siquiera tengo su número de teléfono. Hay una manera de
conseguirlo, pero todavía no estoy seguro de si quiero ir allí.
Piensa en ot ra cosa.
Violet se sienta en mi cama mientras voy de un lado a otro por la
habitación, agarrando mi colonia, además de otras cosas para guardar
en la bolsa, al tiempo que trat o de ignorar su mirada implacable que
hace un seguimiento de cada uno de mis movimientos. Ella est á aquí.
En mi habit ación, como he est ado soñando durant e los últ imos dos
meses. Pero est a no es la forma en que quería que sucedieran las cosas.
No en est as circunst ancias.
Mientras me dirijo fuera de la habitación al baño para conseguir
mi cepillo de dientes, su teléfono vibra en su bolsillo. En el momento en
que vuelvo, está pálida, como si estuviera a punto de vomitar. Abro la
boca para preguntarle qué sucede, pero habla antes de que tenga la
oportunidad.
—Solo te vas por una semana, ¿verdad? ¿A dónde quiera que
vayas? ¿Y luego vas a volver aquí? —pregunta, jugueteando con una
pulsera de cuero en su muñeca mientras mira fijamente un punto en el
suelo entre nuestros pies.
—No estoy seguro… —Subo la cremallera de mi bolsa y la cuelgo
por encima de mi hombro, frotando mi rostro con la mano—. Esto está
muy mal, ¿no es así? Solo tengo que salir rápidamente de aquí. Huir a
alguna parte.
—No puedes huir de esto para siempre, Luke. —Hay un significado
subyacente en su t ono, su mirada se entrelaza con la mía y su pecho
sube y baja mientras lucha por mantenerse respirando.
—No, no puedo. —Hago una pausa, dejando caer mi bolsa en el
suelo y recuperando mi teléfono del bolsillo para hacer algo que no
quiero. Le envío un mensaje de texto a Toverson, el tipo que me metió
en el juego. Necesito saber qué tan malo es esto.
Yo: Met í la pat a.
Suponía que le iba a tomar tiempo el responderme, pero se tarda
unos segundos.
Toverson: Lo sé. Y, maldición, t e advert í. Maldit a sea, Luke. ¿Qué
mierda st abas pensado?
Yo: No pensé. Ese era el problema.
Toverson: ¿Dónde st ás ahora? ¿Tu casa?
Yo: No puedo decirt . No hast a que sepa cuan met ido est oy en
est a mierda.
Toverson: Luke, lo sient o, pero no puedo sacart de est e lío. Y
cuidado, Geraldson sabe dónde vives.
Un escalofrío recorre mi espalda mientras leo el mensaje de texto
y, momentos después, hay un golpe en mi puerta. Bueno, más como un
golpeteo con puños.
—Maldita sea —maldigo, metiendo el celular en el bolsillo trasero.
Empiezo a caminar de un lado a otro en frente de la cama, tratando de
averiguar qué diablos hacer, pero no veo otra alternativa. Estoy
atrapado. Violet está atrapada conmigo. Esto es tan malo.
Otro golpe fuerte. Luego un golpe incluso más fuerte.
—¿Quién es? —pregunta Violet, poniéndose de pie—. Espera.
¿Son ellos?
Dejo de caminar y la miro. Después de todo este tiempo que pasé
suspirando para que ella esté en mi habitación de nuevo, ahora estoy
deseando que no lo esté. Metí la pata a lo grande y ahora van a haber
graves consecuencias. —Quédate aquí —ordeno, luego entro en la sala
de estar para observar por la mirilla. Efectivamente, Geraldson y un tipo
grande con cabeza rapada que se ve al menos el doble de mi tamaño,
están parados ahí afuera. Ambos llevan pistolas metidas en su cinturón,
y nudillos de acero en la mano del tipo grande. Mi cabeza se desploma
contra la puerta, y una secuencia de maldiciones fluye de mis labios
mientras golpeo mi puño contra la pared hasta que las planchas de
yeso se agrietan.
—¿Qué vamos a hacer? —Violet viene detrás de mí—. Y deja de
golpear la pared. No hará nada por ti.
Elevo mi cabeza y me giro hacia ella. —Nosot ros no vamos a
hacer nada. —Doy pasos largos a través del cuarto y la llevo hacia el
dormitorio—. Tú te vas a quedar aquí y te esconderás mientras hablo
con ellos.
Violet planta sus pies firmemente en el suelo y aprieta sus manos
contra mi pecho, negándose a moverse. —En primer lugar, dudo mucho
que estén aquí para hablar. Y en segundo lugar, no necesito que me
protejas de esto. Confía en mí, he tenido mi parte justa de locuras.
—Lo sé. —Le doy un suave empujón hacia el dormitorio mientras
escucho a alguien moviendo el pomo de la puerta. Apuesto a que
tratan de forzar la cerradura—. Pero eso no significa que mis metidas de
pata tienen que ser añadidas a esa lista. —Empiezo a empujarla hacia
el dormitorio de nuevo cuando la puerta se abre de golpe, haciendo
que el pomo de la puerta se estrelle contra la pared detrás de ésta y
deje un agujero.
—Joder. —Me coloco estratégicamente frente a Violet, cabreado
conmigo mismo por tomar malas decisiones e involucrarla a ella. Me
importa una mierda lo que me pase, pero ella... Bueno, me siento,
literalmente, enfermo solo de pensar en que ellos la toquen.
—Luke Price —dice de forma amenazante Geraldson, analizando
mi pequeño apartamento al entrar. El tipo grande se pasea justo detrás
de él, cerrando la puerta y acercándose a nosotros—. Me debes algo
de dinero.
Apretando los dientes, meto la mano en mi bolsillo y saco mil
quinientos que gané hoy. —Ahí tienes. —Lanzo el pequeño montón de
dinero en efectivo en el suelo entre nosotros, sabiendo que va a ser más
que eso.
Geraldson se agacha y lo recoge, contando rápidamente el fajo
de billetes. —¿Crees que esto va a ser suficiente?
—Tal vez no —le digo secamente—. Pero es lo que gané.
Deja escapar una risa baja, entregando el dinero al tipo grande
que lo mete en su bolsillo trasero. —Me robas —Golpea su dedo contra
su pecho—, y piensas que estamos a mano, porque me devolviste las
ganancias. —Chasquea sus nudillos—. ¿Con quién diablos crees que
estás tratando?
Mil palabras hacen cosquillas en mi lengua, pero las reprimo,
sabiendo que va a empeorar las cosas. Si estuviera solo, sin embargo,
sería completamente otra historia. —¿Cuánto es?
Sonríe. —Nueve mil.
—No tengo esa cantidad de dinero —espet o—. Y eso es como
seis veces más de lo que gané hoy.
—Es el precio que se paga por ser un maldito tramposo —suelta
en respuesta, dando un paso a un lado para dejar que el tipo grande
dé un paso al frente. Mis músculos se enmarañan en nudos, porque sé lo
que viene—. Fueron advertidos de no joder conmigo —dice Geraldson
mientras el tipo grande hace tronar su cuello y luego extiende sus dedos
con los nudillos de acero.
Podría correr, pero me perseguirían. Y lanzar un puñetazo significa
recibir más en respuesta. Y conociendo a Violet, tratará de intervenir,
como lo hizo esa vez en el bar cuando me metí en un lío. No quiero que
esté más involucrada, por lo que aprieto mis músculos y me quedo
quieto mientras el tipo grande golpea mi costilla con su puño derecho.
El impacto y el metal me dejan sin aliento mientras mi cuerpo pelea
para encorvarse hacia adelante, pero me niego a eso, obligándome a
erguirme. Desde detrás de mí, oigo a Violet retener el aliento, luego su
mano toca mi espalda, haciendo que mis músculos se contraigan.
—Tienes cinco días para conseguir el dinero —me dice Geraldson
mientras él y el tipo grande se encaminan a la puerta principal—. Y si no
lo haces, no huirás de esto. —Su tono amenazante me hace querer
golpearlo en la cara. Luchar, es lo que hago. Está arraigado en cada
parte de mí, me ayuda a tranquilizarme, me calma cuando hay una
tormenta en mi interior. Pero no me atrevo a hacerlo, no con ella a
pocos centímetros de distancia.
—Y tú —Geraldson se inclina hacia un lado y mira a Violet , por lo
que tengo que apuñalar mis uñas en mis palmas solo para mantener mis
manos quietas—, dile a Preston que no voy a hacer negocios con él.
Violet no dice nada, pero le muestra su dedo medio mientras él se
desplaza fuera del apartamento con el tipo grande que acaba de
darme un puñetazo en el estómago. Cuando se han ido y la puerta está
cerrada, me giro hacia Violet y sus ojos examinan frenéticamente mi
cuerpo. —¿Estás bien? Te golpeó muy fuerte. —Empieza a levantar la
mano como si me fuera a tocar, pero luego decide no hacerlo.
Asiento, permitiéndome hundir mis hombros mientras me caigo
sobre el sofá más cercano. —Súper —digo entre dientes mientras acuno
mi lado palpitante.
—Qué imbécil y cabrón por golpearte así. —Se arrodilla frente a
mí, sacudiendo su cabello hacia un lado mientras baja la cabeza para
inspeccionar el área que estoy sosteniendo—. ¿Rompió alguna costilla?
Lucho contra la compulsión de cerrar los ojos y respirar su aroma,
en su lugar, agito mi mano para que se retire. —Estoy bien. Solo un
pequeño moretón. —Le doy una sonrisa rígida—. Nada que no pueda
soportar.
—¿Quieres que te traiga un poco de hielo? —pregunta,
echándose hacia atrás y sentándose sobre sus talones—. ¿O algunos
analgésicos?
—Tengo analgésicos en mi habitación y los conseguiré yo. —Me
pongo de pie, moviéndome lentamente a través del dolor—. Y no hay
tiempo para el hielo. Tengo que irme. —Ahora más que antes, a un lugar
que no quiero ir. Pero sé que si no pago, voy a estar jodiiiido. Y me sirve
bien. Fui allí en busca de problemas; me dieron exactamente lo que
quería.
—¿A dónde vas? —pregunta Violet, siguiéndome mientras cojeo
hasta mi habitación.
Quiero preguntarle por qué sigue aquí conmigo. Por qué no está
huyendo como lo ha hecho antes, pero me temo que preguntarle la
hará recordar. —Voy a ir a apostar y ver si puedo conseguir nueve de
los grandes.
Sus ojos se abren mientras un suspiro sale de sus labios. —¿Cómo
diablos planeas hacer eso? Quiero decir, podrías terminar perdiendo
todo tu dinero en el proceso y estar aún más jodido.
Me detengo en la puerta de mi habitación, conociendo la única
opción en el momento que puede ayudarme a salir de este lío. —Tengo
que hacer una llamada telefónica —le digo a Violet, con la voz tensa.
Pero me quito esa sensación y agarro mi teléfono del bolsillo trasero—.
¿Puedes darme un minuto? —pregunto y luego regreso a la cocina
para hacer una llamada que no quiero hacer. Pero mientras estoy allí,
tratando de marcar el número de mi padre, me demuestra que es más
difícil de lo que pensé. Aun así, es preguntarle o lograr que me golpeen
hasta la muerte, por lo que empujo todo mi orgullo a un lado y lo hago.
Él responde después de un par de timbrazos. —Luke, me alegra
tanto que hayas llamado —dice antes de que pueda pronunciar un
saludo, sonando tan aliviado que estoy hablando con él de nuevo—.
Ha pasado mucho tiempo, pero esperaba que llames como dijiste la
última vez que hablamos... No quería ser demasiado insistente otra vez.
—No he llamado para hablar —le digo, cerrando los ojos y
apretando mis dedos hasta el borde de la nariz, sintiendo que se acerca
un fuerte dolor de cabeza—. Yo... necesito un favor.
—Oh. —La decepción en su voz me hace sentir mal, pero al
mismo tiempo, la rabia estalla dent ro de mí por sentirme culpable—.
¿Qué necesitas?
Abro los ojos y me desplomo en uno de los taburetes. —Necesito
el número del tío Cole. Yo tenía su número, pero lo he borrado de mi
teléfono hace un rato.
—Oh. Bueno. Yo te lo puedo dar. —Hace una pausa—. Pero,
¿puedo preguntarte para qué lo necesitas?
—No.
—Luke, yo... ¿Necesitas ayuda con algo?
—No. —Sé que estoy siendo un idiota, pero me parece que no
puedo detenerme. Lo que él me quit ó cuando me abandonó de niño,
lo único con lo que me dejó, y lo que le hizo a mi vida: me robó todo lo
que significaba, todavía me duele como una herida sin cicatrizar. Tengo
tanta rabia dentro de mí, me carcome, poco a poco, porque parece
que no puedo olvidarlo y dejar que sane la maldita herida—. Solamente
necesito su número.
—Si necesitas ayuda... deja que te ayude. Quiero compensar las
cosas, Luke.
—Entonces dame el número de teléfono de Cole. Eso es lo que
me va a ayudar.
Queda de nuevo en silencio y creo que va a hacer esto más
complicado, pero luego me sorprende y me da el número. —¿Estás
seguro de que no necesitas nada más? —pregunta cuando termina.
—Nop. De ti no. —Ese comentario roe en mi pecho y abro la boca
para murmurar una disculpa, pero habla primero.
—Está bien. —Ahora suena como Bambi herido—. Si necesitas
algo, siempre puedes llamarme. Siempre estoy aquí.
—Gracias —murmuro, a continuación, pulso finalizar. En el fondo,
sé que mi vida sería más fácil si olvido las cosas que pasaron entre mi
padre y yo, pero es difícil, sobre todo cuando apenas lo entiendo. Digo,
entiendo por qué dejo a mi mamá, porque tenía que encontrarse a sí
mismo. Auto-descubrirse. Y él es feliz ahora con Trevor, su marido, o al
menos eso parece. Puedo entender la necesidad de ser feliz, pero ¿por
qué tenía que dejarnos a Amy y a mí? ¿No podía haber hecho todo eso
con nosotros?
—¿Estás bien? —El tono de Violet carga precaución.
Asiento, volviéndome hacia ella, y obligándome a quitarme de
encima lo que estoy sintiendo. —Sí, estoy bien... Voy a tratar de llamar a
mi tío y ver si puedo ir a Las Vegas y quedarme con él durante una
semana.
Ella permanece en la puerta. —¿Tienes un tío que vive en Las
Vegas?
Asiento. —Pero apenas lo conozco. Solo estoy esperando que él
pueda hacerme un favor —digo, para después marcar su número.
Después de llamarle y tener una conversación de cinco minutos
que se centra principalmente en los juegos de azar, me dice—: Claro,
ven de una puta vez aquí. Podemos sacarle todo a unos pocos juegos
subterráneos y ver a lo que podemos llegar —dice como si entendiera,
aunque probablemente entiende, ya que es muy parecido a mí, solo
quince años mayor. Así que me levanto para ir a empacar, mientras
que Violet se encuentra en la puerta sin decir una palabra, pero la
preocupación en sus ojos dicen mucho.
—¿Qué pasa con la escuela? —pregunta finalmente.
Mi necesidad obsesiva intenta contralarme otra vez, pero le digo
que se calle de una puta vez. —Puedo perder una semana. No es gran
cosa. —Agrego mi contenedor, que transporta los medicamentos para
mi diabetes, en mi bolsa.
—Siempre lo hacías parecer importante —dice, dejándose caer
sobre el colchón al lado de mi bolsa—. Y confía en mí, si alguien lo
entiende, soy yo.
—Lo sé —le digo, ambos amamos y odiamos que tengamos tanto
en común; amo lo mucho que quiero estar con ella y odio lo mucho
que quiero estar con ella.
—Las Vegas está muy lejos —dice—. ¿No puedes hacer las
apuestas aquí?
—No. —Mantengo mi cabeza hacia abajo, sabiendo que si alzo la
mirada y la veo en la cama, voy a perderme en ella, y tengo que
enfocarme—. Solo tengo que salir y conseguir un poco de dinero donde
nadie conoce mi reputación. Y no quiero estar pasando el rato aquí con
Seth y Greyson, mientras voy a limpiar este desastre. Este es mi lío, no el
de ellos. —Recojo mi bolso desde el suelo y lo cuelgo por encima de mi
hombro—. Y es la única opción que tengo en este momento.
Ella muerde su uña, claramente nerviosa. —¿Por cuánto tiempo?
Me encojo de hombros, consiguiendo un par de analgésicos de la
cómoda y tragándolos con mi saliva. Si no entran en acción pronto, voy
a estar con un dolor grave. —Durante el tiempo que sea necesario.
—¿Pero no es un poco arriesgado? Quiero decir, podrías perder t u
dinero y ¿quieres estar jugando este tipo de cosas en Las Vegas? ¿No es
todo muy intenso ahí?
—En todas partes es intenso cuando lo piensas. Y es la única
opción que tengo en este momento. Además, mi tío sabe lo que está
haciendo.
Ella se queda callada mientras voy a mi armario para tomar mi
chaqueta. Oigo su teléfono en su bolsillo de nuevo y cuando me doy la
vuelta, está mordiéndose el labio inferior con la incertidumbre escrita
por toda la cara mientras lee el mensaje.
Sacudiendo la cabeza, mete el teléfono en el bolsillo. —¿Quieres
un poco de compañía? En la carretera o lo que sea. —Ella se encoge
de hombros, indiferente, indiferente en el exterior, pero puedo notar que
está escondiendo algo en el interior.
—¿Quieres venir conmigo? ¿En serio? —Algo muy malo debe estar
pasando si ella opt a por estar cerca de mí.
Hay tant o miedo y dolor en sus ojos que quiero abrazarla y nunca
déjala ir. La mirada es un cambio total de cuando ella estaba en la
cornisa del edificio y se veía drogada. Por un momento pensé que lo
estaba, pero creo que podría haber sido una rara especie de descarga
de adrenalina. —Me vendría bien el descanso. —Ella se encoge de
hombros y me pregunto quién envió un mensaje hace unos minutos y si
tiene algo que ver con su repentina decisión de estar cerca de mí.
Supongo que era Preston y él está enojado porque acaba de perder a
uno de sus clientes. Idiota de mierda. Probablemente la amenazó.
—¿Pensé que odiabas faltar a clases? —Excluyendo el grado de
riesgo de su partida, todavía estoy renuente. Es como si no pudiera
superar el hecho de que en realidad no parece querer necesariamente
ir conmigo, más bien como si quisiera escapar de algo. Y la idea de
estar en la carretera con ella, durmiendo bajo el mismo techo, cuando
ella no quiere estar conmigo, no parece como algo que puedo soportar
sin enloquecer. Y yo no puedo hacer eso ahora; debo esforzarme para
recomponerme y conseguir un poco de dinero en efectivo.
Ella aprieta los labios y de repente se levanta. —Sí, tienes razón. Ni
siquiera sé por qué lo sugiero. —Se apresura a la puerta, pero la tomo
del brazo, deteniéndola.
—Solo me preguntaba por qué quieres ir conmigo después de —
hago un gesto entre nosotros dos, tratando de encontrar las palabras
adecuadas—, todo lo que ha pasado en el último par de meses.
—Necesito un escape. No puedo... yo no... —Resopla frustrada,
por fin haciendo contacto conmigo y es abrumador hasta el punto de
que mis piernas casi se doblan—. Mira, si no quieres que vaya contigo,
entonces no lo haré.
Quiero preguntarle de que tiene que escapar, pero ella se cerró y
la conozco muy bien para saber que no va a decirme, ahora no. —Sí
quiero que vengas —digo, aflojando el agarre en su brazo—. Pero no
quiero que te metas aún más en este lío.
—Este desastre es mucho mejor que mi alternativa —murmura en
voz baja—. Confía en mí.
—Violet, yo... —Mi voz se apaga, al darme cuenta de que puedo
presionarla todo lo que quiera, pero ella no va a abrirse a mí como solía
hacerlo. Casi puedo ver el muro a su alrededor, el que tenía antes de
que estuviéramos juntos. Solo que es veinte veces más grueso y más
resistente en esta ocasión—. Ven conmigo.... quiero que vengas.
—Está bien, si eso es lo que quieres —dice con indiferencia, pero
con un destello de esa actitud que dice “he ganado” y me da un breve
vistazo de la Violet que me hizo querer cambiar todo sobre mí mismo;
t ratar de ser una buena persona.
—Está bien, entonces —le digo y es como si hubiéramos hecho
una especie de acuerdo tácito en nuestro intercambio, pero aún no he
leído la letra pequeña—. ¿Estás lista para irnos? No, es probable que
tengas que pasar por... tu casa, ¿no? Quiero decir, para la ropa y esas
cosas. —Estoy divagando, nervioso, como un idiota que nunca ha
pasado tiempo con una mujer.
—Supongo que sí —afirma rotundamente—. Digo, sí. Tengo que
ir... a la casa para sacar mis cosas.
Frunzo el ceño, sintiendo la rabia dentro de mi pecho más
caliente que un maldito incendio forestal cuando presiento que está
tratando de ocultar algo. —¿Está pasando algo con ese maldito idiota...
él no ha... ¿él no te ha golpeado ni nada? Porque voy golpearlo si lo ha
hecho.
—No, estamos bien. Todo está bien. —Ella desliza su brazo de mi
mano—. Tenemos que irnos ya si vamos a hacer esto. Voy a llamar a
Greyson en el camino y ver si puede cubrir mis turnos en el restaurante.
—Se encoge como si la idea la pondría incómoda.
Suspiro y la sigo mientras sale de mi habitación, sabiendo que
estoy metido en un lío enorme y debo tratar de arreglarlo. Pero no
puedo hallar la voluntad para detenerlo, así que camino en línea recta
hacia el choque de trenes.
Violet
Estoy acabada. Yo sabía de esto incluso antes de que llegara el
mensaje de Preston. El mensaje solo lo confirmó.
Preston: Acabo de recibir un mensaje de Roy. Maldición, Violet,
vas a pagarme por hacerme perder un cliente como este. Y va a ser
peor que la última vez. Lo juro por Dios, me vas a deber por el resto de tu
vida.
Repito el mensaje en mi cabeza una y otra vez mientras trato de
tener el coraje para salir de la camioneta e ir a la casa remolque para
recoger mis cosas. No quiero ser una cobarde, pero no puedo dejar de
pensar en la forma en que he estado “pagando” los últimos dos meses;
las contusiones en mi pierna marcan mi pago y mi penitencia.
Es la puesta de sol, las estrellas están a la vista, la luz del pórtico de
la casa remolque está encendida. Hay una fiesta, los coches recubren
el camino a la entrada, la gente está de pie en la terraza y vagando en
el patio. Hará que sea más fácil entrar de forma desapercibida, pero
peor si Preston se topa conmigo. Él probablemente estará drogado y
menos controlable.
—Voy a ir contigo —me dice Luke, apagando el motor y
desabrochando el cinturón de seguridad.
Quiero discutir, porque no quiero depender de él de esta manera,
pero maldita sea, necesito a alguien en este momento, así que asiento y
luego salgo de la camioneta. Al llegar a la part e delantera, no me alejo
de él, y dejo que su cercanía me calme. No soy estúpida. Sé que pronto
voy a tener que enfrentar todo esto, sobre todo cuando estemos en la
carretera y lo tácito entre nosotros, se derrame. Pero en este momento
solo quiero fingir que él me hace sentir segura de nuevo, que no huyo,
que no convertí en un desastre, que su madre no ayudó a matar a mis
padres.
Cuando llego a la parte superior de las escaleras, me abro paso
entre la gente borracha que bloquea nuestro camino, y me detengo
delante de la puerta mosquitera. Encuentro a Preston en la sala de
estar, hablando animadamente con sus amigos drogadictos y con un
porro en la mano. Suena música desde el estéreo y hay botellas de licor
vacías por todas las encimeras de la cocina.
—Tal vez debería ir yo sola —le digo a Luke, pero son solo palabras
que no tienen verdadero significado.
Sin decir nada, él toma mi mano en la suya, abre la puerta, y
entramos en la casa. Preston no mira en nuestra dirección al principio,
envuelto en una conversación, pero cuando dirijo a Luke a través de la
multitud hacia el pasillo, me nota. Me da una mirada oscura mezclada
con lujuria que hace que el vómito me queme la parte posterior de mi
garganta. Entonces se da cuenta de Luke y la lujuria se convierte en ira.
—¿Qué diablos está pasando? —pregunta y de pronto, toda la
habitación nos está mirando. El humo me rodea, una serpiente potente
que pica mis fosas nasales con olores a hierba, sudor y varios alcoholes
diferentes.
No soy de las que se alejan, pero me encuentro más tensa que de
costumbre, una reacción ligada a la razón por la que hay moretones
cubriendo mi pierna. —Vine a recoger mis cosas. —Sorprendentemente,
sin embargo, mi voz suena fuerte.
Preston deja escapar una risa, y le entrega el cigarrillo a un tipo
alto y desgarbado junto a él, antes de cruzar la habitación hacia mí,
empujando a la gente de su camino, que se ven casi tan aturdidos y
confusos, como es posible. —¿Qué? ¿Vas a dejar la casa de nuevo? —
Su fría mirada cae sobre Luke—. ¿Con este imbécil? —A Preston no le
gusta Luke, considerando que éste último le dio una paliza una vez.
—Todavía no sé si me voy a mudar —digo mientras los dedos de
Luke vagan por mi muñeca, acariciando suavemente mi piel, enviando
una calma a través de mi cuerpo que nunca antes he sentido—. Pero
necesito un descanso de ti y toda esta mierda. —Levanto la barbilla, y
hablo con voz fuerte, a pesar de mi nerviosismo interior. Siempre he sido
buena en fingir cuando es necesario. Puedo estar tranquila en un
instante incluso cuando no es así. Pretendo que no me importa cuando
en verdad es lo contrario. Actúo como si no sintiera una maldita cosa
por alguien, cuando en realidad siento t odo esa persona.
Preston está frente a mí y puedo ver esa mirada de nuevo, la que
apareció antes de los moretones en mis piernas. —Estás cometiendo un
gran error. —Su voz es baja y lleva una advertencia, como siempre que
me está amenazando.
Debería haber luchado más.
Debería haberlo golpeado más fuert e.
Debí hacerlo. Podría hacerlo. Tendría que hacerlo.
—Solo necesito un descanso —repito. Mant ent e firme
—¿Un descanso de qué? ¿De t ener un techo sobre la cabeza?
¿Comida en tu plato? ¿Un aventón? —Se detiene, su mirada se mueve
en la dirección de Luke, luego se inclina hacia mi cara, tan cerca que
puedo sentir su aliento caliente en la mejilla—. O ser la put ita que eres
cada día. Jodida zorra. Me usaste; usaste tu jodida boquit a y cuerpo
para obtener lo que quieres.
De repente la mano de Luke deja mi brazo y empuja rudamente a
Preston, provocando que se tropezara con sus pies y casi cayera. —
Aléjate —advierte—. O te obligaré.
Puedo encargarme de est o. No t e necesit o, quiero decir, pero
apenas puedo respirar, mucho menos hablar. Todos me miran, en
medio de mi debilidad, a punto de colapsar. Necesit o algo. Necesit o
algo...
—Inclínat e —dijo Prest on, empujándome hacia la cama—.
Vamos, V, inclínat e y t ómalo como t e gust a.
—Lo que quiero hacer es dart e un rodillazo en las bolas, Prest on —
le cont est é—. Y si me vuelves a t ocar. Podría...
Cogió con su puño mi cabello y jaló fuert e. —¿Podrías qué? —
Ot ro t irón, pero me negaba a hacer un gest o de dolor. Demost rarlo. Soy
la jodida calma ant es de la t orment a. Soy int ocable. Nadie puede
dañarme—. Vamos, chica dura, déjame oír t odas las cosas t erribles que
me harás.
Quería decirle t odo, lo ridículo que est aba siendo, que quit ara sus
manos de mí, que se jodiera, pero luego recordé cómo la últ ima vez
que lo hice, me obligó a mudarme y cómo en est e moment o no t endría
a Luke para salvar mi lament able t rasero. Por lo que en su lugar me
forcé a relajarme a medida que él me empujaba sobre mis rodillas, las
cuales t erminaron golpeando el lado de la cama. Ent onces caminó
delant e de mí, empujándome un poco más y desabrochó sus
pant alones...
—Me vo...voy por una semana más o menos —balbuceo, luego
esquivo a Preston, detestando lo inestable que me siento, tambaleante,
como si caminara por una cuerda floja, a punto de caer ciegamente
hacia lo desconocido.
—¡Te vas y, esta vez, no aceptaré que regreses! —grita a mi
espalda, con ira quemando su tono y golpeándome desde atrás—. ¡Me
necesitas, Violet Hayes! ¡Soy todo lo que tienes!
—¡Vete a la mierda! —Me quiebro con veneno, dando la vuelta y
mostrándole el dedo medio—. Odio estar aquí y te odio. —Mierda. Oh,
Dios. Oh, mierda. No.
—Pequeña perra desagradecida —espeta, viniendo detrás de mí,
más enojado de lo que lo he visto, lo que me hace preguntarme cuán
fuerte me golpeará si se acerca lo suficiente, pero nunca lo descubro
porque Luke lo vuelve a empujar y Preston se golpea contra la pared,
aturdido.
—Déjala en paz —le advierte Luke al tiempo que me sigue a
través de la multitud con su puño levantado—. Ella está muchísimo
mejor en otro lugar, merece lo mejor, y tú la dejarás ir o si no voy a tener
que obligarte a hacerlo, enfermo hijo de puta.
Preston se ríe agudamente y hay algo casi psicópata en eso, tan
irracional. Sé lo que viene incluso antes de que lo diga. —Piensas que
ella es mejor que yo. —Se ríe de nuevo, su voz siguiéndome en lo que
corro por el pasillo—. ¿Quieres saber por qué la llamo puta? Pregúntale
cómo me paga la deuda que tiene conmigo y ella puede tratar de
decirte que no le gustaba, pero por los gemidos puedo decir que sí.
Me cubro las orejas y voy corriendo a la habitación, sin querer ver
ni escuchar la reacción de Luke a lo que Preston le dice a continuación,
sin querer sentir la vergüenza en el interior. Cuando llego al cuarto, me
dirijo hacia el armario para conseguir mi bolso, pero enseguida me doy
cuenta de que Luke puede no querer que me vaya con él, ahora que
Preston le ha dicho la verdad.
—Maldito imbécil —maldigo por lo bajo mientras me paro en la
oscuridad de la habitación, insegura de qué hacer. Quiero tomar una
hoja de afeitar y cortarme las venas, pero ¿estoy lista para ir tan lejos?
Finalmente, me siento en el piso, traigo mis piernas al pecho, y
descanso mi cabeza en las rodillas. —¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué
nunca me puedo enfrentar a él? Soy agresiva con todos los demás,
pero con él, soy tan débil.
—No es tu culpa. —El sonido de la voz de Luke me tensa. Genial,
me escuchó en un momento de debilidad. Tan débil—. Él abusa de su
poder de padre y te hace sentir impotente.
Aprieto mis labios y alzo la cabeza para verlo. Es solo una sombra
en la oscuridad, ilegible y escondo mis emociones, queriendo también
serlo. —¿Hablas por experiencia?
—Sí —dice simplemente, moviéndose por la habitación, hacia
mí—. Mi madre abusó mucho de su poder.
Es algo que me ha perseguido desde el día en que abandoné el
departamento, que me alejé de él. Luke odiaba a su mamá, algo que
aprendí desde que lo conocí. Me contó unas cuantas historias vagas
acerca de cómo lo obligaba a inyectarle heroína. Sé con seguridad
que apenas tocaba la superficie de los problemas que la mujer le causó
y parte de mí se sintió mal por culparlo de algo que hizo ella. No es
culpa de Luke que mis padres murieran, pero lamentablemente me
recordó lo que pasó, todavía me lo recuerda.
—Quizá no debería ir contigo —digo con el corazón pesado—. Tal
vez no fue una buena idea... tú y... —Ignoro el pensamiento de mi
cabeza, porque lo quiero demasiado. Es mejor si no voy, aunque, en
realidad ya no tengo donde vivir a menos que esté dispuesta a
sacrificar mi dignidad y mucho más.
Hace una pausa, luego retrocede al interruptor de la luz y la
prende. Parpadeo contra el brillo de esta en tanto busca algo en mi
rostro, no tengo idea qué, luego dice—: No, vendrás conmigo. Es
imposible que te deje aquí. —Mira sobre su hombro, a la puerta—. Con
él. No es saludable, la manera en que te trata y mira. —Su mirada
choca con la mía y una pizca de seguridad se levanta en mi interior,
pero solo me hace sufrir más—. Debes alejarte de él, Violet. Mereces
algo mejor que esto. —Sus labios bajan a mi boca, pero ocurre tan
rápido que mi cerebro apenas puede registrarlo antes de hablar otra
vez—. Mucho, mucho mejor.
Quiero discutir, no solo sobre lo que dijo sino sobre lo malo que es
que me vaya con él. Luke y yo ni siquiera hemos empezado a afrontar lo
más importante que nos destrozó hace dos meses, así que sacarlo sin
enfrentarlo parece algo impulsivo y potencialment e desastroso. Pero
prefiero tratar con Luke antes que con Preston. Vivir con él ha sido una
pesadilla y necesito respirar sin sentir que mis pulmones me destruyen,
aunque solo sea por un momento. Así que me levanto y empaco mis
cosas, sabiendo que nada más huyo de mis problemas y evito los que se
ubican frente a mí. Y con el tiempo sé que me aplastaran.
Siempre lo hacen.
6
Traducido por Prim & Annie D
Corregido por florbarbero

Luke
Dejamos la casa de Violet luego de una pequeña confrontación
con Preston, pero puedo notar que es un cobarde, retrocediendo cada
vez que lo reto porque sabe que en una pelea rompería su trasero. Me
enferma ver cómo la trata, usando el que no tenga familia como un
arma contra ella. Es como una obsesión, un horrible obsesión como la
de mi madre al controlarme.
Pero intento no pensar en eso en tanto salimos de la ciudad y
conducimos hacia la autopista. Es tarde, la luna brilla en el cielo
mientras viajamos a Las Vegas, en lo que serán alrededor de veinte
horas conduciendo desde Laramie. Violet está a mi lado, sentada en
silencio. Bien, sentada en la misma camioneta que yo pero poniendo
toda la distancia posible, inclinándose hacia la puerta. Espacio. Parece
que hay mucho entre nosotros, aunque podría alzar la mano y tocarla.
Por un tiempo, pienso que se ha quedado dormida; su cabeza
descansa contra la ventana, su peso sobre la puerta, su pecho sube y
baja a compás de su suave respiración. Estoy por cambiar la música de
la radio cuando ella se incorpora, luciendo demasiado despierta.
—Entonces, ¿qué fue exact amente lo que te dijo? —pregunta,
girando hacia mí y apoyando una pierna en el asiento.
Coloco mi mano en el volante. —No estoy seguro de lo que
hablas. —Sin embargo, sí lo sé, pero no quiero hablar de eso… ni siquiera
pensar en eso.
—Preston. —Su voz es plana, sin emociones, como cuando nos
conocimos y me mata por dentro volver a oírla así—. En la sala de estar,
cuando me fui, ¿te dijo lo que he estado haciendo los dos meses que
viví con él? —Intenta sonar indiferente, pero en la última parte, su voz se
quiebra, rebelando cuanto le duele, lo que me da ganas de lastimar a
Preston más que cualquier cosa.
—No me importa lo que dice —digo tomando con fuerza el
volante y concentrándome en la carretera en vez de la furia que se
engendra dentro de mí—. Solo me importa lo que tú digas. —Hago una
pausa, esperando a que me conteste. No es como si eso fuera una
revelación. Los vi besándose en el estacionamiento hoy temprano, pero
parece que hay mucho más que eso, o tal vez soy yo siendo estúpido e
ingenuo, algo que nunca pensé de mí—. ¿Quieres hablar de ello?
Niega con la cabeza. —No.
Dios, es tan difícil entenderla cuando se cierra. —¿Quieres hablar
de algo? —Parece haber un gran elefante entre nosotros, ocupando la
mayor parte del espacio. ¿Estamos listos para llegar allí?
Considera lo que dije, sus ojos vagando en el cielo nocturno. —
¿Sigues t eniendo aquí ese video sexual?
¿Qué demonios? —Video sexual… nunca me filmé teniendo sexo.
—Eso es mentira. Lo hice una vez a los dieciocho con una chica que era
perversa. Pero Violet no debería saberlo.
Me mira, pero está demasiado oscuro como para interpretar su
expresión. —Me estás mintiendo, sí hiciste uno. —Su tono es suave y
curioso—. Me gustaría decir que estoy sorprendida, pero la verdad es
que no.
Me relajo un poco cuando emerge su viveza. —De acuerdo, estoy
intentando decidir si eso me ofende o no. Que pienses que soy como un
hombrezuelo. —Lo que soy/era. Ya no más, sin embargo.
—No tienes porqué ofenderte —dice con un toque de diversión
en su voz—. Aparte, estoy segura de que era un video fenomenal.
Dios, lo que daría por ver la expresión en su cara cuando se
acomoda en su asiento, sentándose sobre sus piernas, cubiertas por un
fino vestido que me hace querer deslizarme sobre ella y terminar lo que
empezamos en el baño de Geraldson.
No es moment o de pensar en eso.
—Y, además, no estoy hablando de un video sexual de verdad —
continúa—. Era esa cinta de música que encontré una vez aquí y se
etiquetaba como “fóllame” o algo así.
Escucharla decir “fóllame” hace que mi polla endurezca. Pero ya
no hay confianza entre nosotros, no hay forma de que quiera tocarme,
no hay nada además de mi anhelo por romper su inquebrantable
pared para no tener un severo caso de bolas azules.
Intento acomodarme discretamente. —Oh, creo que aún está
abajo del asiento desde… —Desde nuestra primera cita. Mi pecho se
comprime, el aire me sofoca y todo lo que quiero hacer es tomar hasta
no sentir mi cuerpo.
Violet se inclina y mete la mano debajo del asiento. Rebusca
hasta encontrarlo. —Sip, justo donde lo tiraste. —Se vuelve a sentar y lee
la etiqueta—. “Mi Cinta de Follar”. —Lo pasea entre sus manos, y una
sonrisa asoma en sus labios—. Es gracioso que tengas un video de estos.
Ya casi nadie sabe lo que son.
—Mi camioneta venía con reproductor de videocaseteras y soy lo
bastante tacaño como para no ponerle un estéreo nuevo —explico—.
Supongo que algún día lo cambiaré.
Asiente mientras introduce la cinta. —No lo hagas, esto le da
personalidad. —Presiona un botón y se sienta esperando que la canción
comience. Mal por mí, no recuerdo que diablos había allí.
Segundos después, me encojo cuando la primera canción suena
en los altavoces. Al instant e, Violet reprime una carcajada poniéndose
una mano sobre la boca. Permanece de esa manera escuchando las
letras, hasta que finalmente la saca. —Entonces… ¿es así como llamas a
tu parte masculina especial? —pregunta, volviendo a poner la mano.
Sacudo la cabeza y le golpeo juguetonamente el brazo, sabiendo
que ahora estoy coqueteando con ella, pero oigan, ella empezó. —
Incluso aunque mi polla tuviera un nombre, juro que soy muchísimo
mejor que eso.
Sus hombros se sacuden por su risa, con una mano sobre la boca,
mientras usa su mano libre para devolverme el golpe.
—No puedo creer que hayas tenido sexo con esta canción.
—Oye, nunca dije que lo haya hecho —protesto aún sin tener
pruebas de que eso es verdad. Intento no sonreír, porque nunca pensé
que volvería a pasar esto, que las cosas estén tan livianas entre nosotros
dos, y no quiero entusiasmarme, porque sé que en cualquier momento
esto se podría romper—. Y no son malas. Son bastante buenas. —Me
inclino y paso la siguiente canción. Viene “Closer” de Nine Inch Nails, y
lo dejo andar, relajándome.
Ella baja sus manos hasta su regazo y se deja absorber por la
canción. Supongo que si no fuera tan buena ocultando sus emociones
estaría sonrojada, pero no es su estilo. Me acuerdo cuando me dijo que
era virgen, justo antes de tomar su virginidad. Lo dijo tan francamente,
tan desvergonzada que terminé escupiendo mi trago de la sorpresa. La
única vez que la vi emocionada fue la única vez que tuvimos sexo.
También fue la primera vez que no intenté contener mis emociones, lo
que hizo el momento perfecto hasta unas horas después cuando todo
se destruyó. Ot ro lugar, ot ro moment o, donde ojalá pudiera vivir
siempre, porque era un momento perfecto, pero solo fue la calma ant es
de la t orment a.
—Bueno, esta no es tan mala —dice mientras deja caer su cabeza
en el asiento, con los labios separados, relajada—. De hecho, ahora
creo que follar con esta canción sería algo bueno.
Dios, lo que daría para t ener sexo con ella en est e momento. Justo
aquí. Con est a misma canción.
Podría hacer algo al respecto, pero no lo hago, intentando ser el
chico decente que ella me hizo hace un par de meses. El que se cuida,
el que no toma demasiado y el que ya no se enoja tanto.
Mientras lucho por mantener mi calentura a raya por la hora que
sigue, una extraña tensión sexual se construye entre nosotros mientras
ella insiste con la cinta. “Change” de Deftones, “Something in Your
Mouth,” de Nickelback’s, “Addicted” de Saving Abel. La lista de música
sigue y sigue, calentando el ambiente con cada canción. Cada vez me
hace acordar más a la única vez en la que Violet y yo lo hicimos. Dios, la
quiero de vuelta. En serio, ¿de quién fue esta idea? Está tan caliente la
cabina de la camioneta que tengo que abrir la ventana pretendiendo
que voy a fumar cuando en realidad es para enfriarme, de lo contrario
voy a acabar teniendo un orgasmo mientras conduzco.
Estoy saturando a mis pulmones de nicotina cuando finalmente
Violet se inclina y baja el volumen a la música. —Tienes una mente muy
sucia, Luke Price. En serio. ¿Dónde encontraste estas canciones?
Me encojo de hombros. —Un día me encontraba aburrido e hice
la cinta. Tomó un tiempo, pero me sentía bastante orgulloso.
Sus ojos se clavan en mí y brillan maliciosamente bajo la luz de la
luna. —¿Cuántas veces follaste con estas canciones?
Me remuevo incómodo en el asiento mientras tiro el humo del
cigarrillo por la ventana. —Me siento un poco incómodo hablando de
esto contigo —admito.
—Bueno, es mucho más fácil hablar de esto que de todas las
cosas que no hablamos, ¿no lo crees? —Suspira ligeramente, dejándose
caer contra el asiento.
—Podríamos hablarlo… —Tomo una gran calada de mi cigarrillo y
dejo salir el humo lentamente, girando enfrente mío—… si quieres.
Niega con la cabeza, mirando por su ventana. —Aún no estoy
lista —dice tranquilamente—. Quiero jugar un poco más.
Dios, nunca sentí mi corazón romperse por nadie como pasa en
este momento. Quiero salir de la camioneta, rodearla con mis brazos, y
simplemente sostenerla. Pero no es eso lo que ella me está pidiendo,
¿no es así?
En lugar de eso, saco la cinta y la pongo en el costado. —Tengo
tres más de est as en la guantera.
Una sonrisa asoma en sus labios mientras se inclina y saca las
cintas, volviendo a jugar a que crea que todo está bien, cuando en
realidad no es así.
Violet
Me duermo alrededor de las dos de la mañana y entro en un
mundo de pesadillas. Una en la que estoy en el sótano escuchando lo
que creo que son fuegos artificiales, pero que cuando me vuelvo son
mis padres muertos. Las pesadillas cambiaron hace dos semanas en
algo que no me gusta.
Luke.
Él es el único que está en el sótano esa noche, siendo un chico de
mi edad, pero no está allí para lastimar a nadie. Él quiere ayudarme,
siempre intenta ayudarme.
—Toma mi mano —dice, parado en el medio del sót ano,
mirándome direct ament e escondida en la esquina, rodeada de cajas y
juguet es. No sé cómo hace para verme, ni para not ar que est oy
asust ada, pero lo not a—. No t e preocupes. No t e last imaré, t e
prot egeré.
Niego con mi cabeza, sin animarme a moverme. —No puedo.
—Sí, puedes —me anima, dando un paso hacia mí—. Todo est ará
bien.
—Pero t engo mucho miedo —susurro con horror mient ras desde la
casa llegan sonidos de dolor y dest rucción.
Se arrodilla enfrent e de mí aún t endiendo su mano. —Yo t ambién
t engo miedo, pero si est amos junt os t al vez no sea t an t errorífico.
Vacilo, pero finalmente tomo su mano y me arrast ro de la esquina.
Hay un moment o en que me sient o segura con él, pero luego escucho
el disparo. Ent onces ret rocedo, mis dedos abandonando los suyos y la
seguridad perdiéndose. Robada por su madre mient ras cant aba esa
est úpida canción que arruinó mi vida.

***

Mis parpados se abren mientras tomo una profunda bocanada


de aire, luchando con mis pulmones para seguir respirando, y mi cuerpo
aún adormecido, cuando me siento en el borde del asiento.
—Violet, respira —dice Luke a mi lado. La camioneta está quieta y
el sol se alza en el brillante cielo celeste, por lo que puedo ver la
preocupación en su rostro. Él extiende sus brazos para cubrirme en un
abrazo, pero no puedo dejarlo, no cuando el horror de mis pesadillas
continúa bajo mi piel.
—Estoy bien —digo con la voz rasposa, apoyándome en la puerta
y recuperando el aliento—. Fue solo una pesadilla.
Luke es la única persona en el mundo que sabe de qué se tratan
mis pesadillas y sé que le resulta difícil no hablar de eso, pero cont iene
sus pensamientos y abre la puerta para salir del auto.
—La camioneta necesita gas —murmura, tratando que no ponga
más negativas contra él—. ¿Por qué no entras y consigues algo para
comer?
Asiento y bajo del auto por mi cuenta. Aún tengo el vestido y los
tacones de ayer, lo que es bastante incomodo, así que tomo mi bolso
que está en la parte de atrás de la camioneta, agarro algo de ropa
cómoda y voy a los baños de la gasolinera para cambiarme. Me pongo
mi remera de Nirvana y un par de vaqueros, me calzo unas sandalias y
hago un moño con mi cabello. No me preocupo por mi maquillaje pero
sí me pongo un poco de desodorante antes de salir.
Paso por el pasillo mientras reviso mis mensajes antes de decidir si
llamar a Greyson para que me cubra en el trabajo, por más que no
quiera, porque sería pedirle un favor. Pero ahora no tengo otra opción.
Contesta después de cuatro tonos, obviamente acabándose de
despertar porque puedo escuchar el cansancio en su voz.
—¿Qué hay? —pregunta con un bostezo.
—Necesito que tomes mis turnos en el restaurante durante toda la
semana —digo tomando una bolsa de bocadillos del mostrador.
—¿Por qué? ¿Qué pasa?
También agarro un paquete de chocolates antes de ir hacia la
sección de bebidas. —Nada. Necesito una semana de descanso.
Él duda, entonces dice con firmeza—: No, no voy a hacerlo.
Me encuentro abriendo la puerta para buscar una bebida, pero
me congelo. Greyson usualmente no es así de grosero conmigo. Eso es
más cosa de Seth e incluso él le ha bajado el tono desde que nos
conocimos así que estoy un poco desconcertada. —¿Por qué no?
—Porque no me vas a decir la verdadera razón.
—No hay ninguna razón real. —Agarro dos refrescos, luego dejo
cerrarse la puerta en tanto me dirijo hacia la caja registradora—. Solo
necesito un descanso. Ya te dije eso.
—Me doy cuenta cuando estás mintiendo, Violet —dice y me
hace encogerme. Nunca he sido alguien que permite a las personas
conocerme lo suficiente para entenderme, pero al parecer Greyson sí
puede—. Ahora, si quieres decirme la verdadera razón, entonces estaría
más que feliz en reemplazarte. Pero si no, entonces supongo que te veré
esta noche en el restaurante.
—Está bien. —Hago una mueca—. No puedo llegar al trabajo
porque estoy en un pequeño viaje por carretera.
—¿Con quién?
—Con alguien...
—Violet.
—Oh, diablos. —Dejo la comida y refrescos en el mostrador,
ignorando la mirada asesina que la cajera, de cincuenta años, me da
por mi lenguaje—. Estoy en la carretera con Luke, bien… dirigiéndonos a
Las Vegas.
—¿Qué? —Se sorprende y no lo culpo. Durante una de nuestras
pequeñas sesiones “de beber después del trabajo” que hemos estado
teniendo, accidentalmente se me escapó lo que pasó entre Luke y yo,
bueno algo. Normalmente soy buena manteniendo los secretos para mí
misma, pero aparentemente tener amigos significaba convertirse en
una chica habladora que no puede mantener su boca cerrada o sus
problemas para sí misma—. ¿Cómo diablos terminó pasando eso?
—Un extraño accidente, causado por el destino una vez más —
digo mientras coloco un billete de diez dólares sobre el mostrador—.
Mira, no quiero dar más detalles porque realmente no son míos para
darlos. Pero puedes llamar a Luke y ver si quiere decirte lo que está
pasando. —La cajera me da mi cambio y la bolsa con mis cosas
mientras pongo el dinero en mi bolsillo.
—Está bien —suspira Greyson—. Voy a reemplazarte, pero tarde o
temprano tendrás que darme los detalles de cómo sucedió est o y lo
que pasa en tanto estás en la carretera.
—Está bien, es un trato. —Empujo la puerta y me dirijo a la
camioneta, notando que Luke no está allí. Él debe estar adentro, en el
baño o algo así.
—¿Y Violet?
—¿Sí?
—Si necesitas algo, puedes llamarme cuando sea, ¿de acuerdo?
—dice Greyson—. De hecho, prométeme que te reportaras.
Tengo mi mano en el pomo de la puerta de la camioneta a punto
de subir cuando lo dice, pero me detengo. Nunca he tenido a nadie
que me diga eso. Nunca he tenido a nadie que se preocupe por mí lo
suficiente como para decirlo, bueno además de Luke. No desde que
murieron mis padres. Me hace sentir incómoda, fuera de mi elemento,
expuesta, y estoy a punto de romperme como una especie de tonta.
Dios, ¿qué me est á pasando? Solía ser t an fuert e.
Aclaro mi garganta varias veces antes de hablar de nuevo. —Está
bien, lo haré.
—Bueno. Y ten cuidado... Y trata de mantenerte lejos de los
problemas.
—Suenas como un padre. —Pongo mis ojos en blanco mientras
arrojo la bolsa de comida a la camioneta y salto dentro.
—Eso es porque me preocupo por ti —dice mientras cierro la
puerta—. Y te cuido.
No estoy segura de cómo responder y comienzo a ahogarme de
nuevo, así que evito decir algo. —Te llamaré más tarde, de acuerdo —
digo rápidamente, después cuelgo, y mis manos t iemblan un poco
cuando pongo mi teléfono en el bolsillo. Luego bajo la ventana,
dejando entrar un poco de aire fresco, y reposo mi cabeza, tratando de
averiguar cuando con Greyson nos hicimos amigos. Todavía no le he
dicho muchas cosas sobre mí, como las cosas que han estado pasando
con Preston, mi tráfico de drogas, mi adicción a la adrenalina, pero al
parecer hemos cruzado algún tipo de línea donde se preocupa por mí y
donde yo acuerdo a tratar y aliviar esa preocupación al reportarme—.
Eso es nuevo —murmuro.
Momentos más tarde mi teléfono vibra de mi bolsillo. Creo que es
Greyson otra vez, queriendo saber las horas y los días que trabajo
porque olvidé decirle. Pero cuando saco el teléfono y veo que el
mensaje es de un número desconocido, un escalofrío sube por mi
columna vertebral y todas las buenas sensaciones que tenía en mí, se
desvanecen.
Desconocido: Así que est oy suponiendo por t u silencio que no
quieres saber quién lo hizo.
Quiero responder que ya lo sé, pero además no confío en la
persona en la otra línea. Tiene que ser otro periodista aburrido, tratando
de conseguir una historia.
Desconocido: Dime Violet , cuán asquerosa t e hace sent ir, saber
que t e has acost ado con su hijo.
Mi corazón se detiene, muere dentro de mi pecho. Me olvido de
respirar. Tienen que estar hablando de Luke en referencia al ser el hijo
de Mira. Pero ¿cómo saben sobre él? Nadie lo sabe fuera de la policía,
Greyson, y yo. Y la policía no sabe que me he acostado con el hijo de
Mira, solo que lo conozco, ni creen totalmente que ella sea culpable, así
que ¿por qué me escribirían un mensaje como este? ¿Por qué alguien
me escribiría así?
Mi corazón comienza a martillear dentro de mi pecho, la sangre
gritando en mis oídos.
Había alguien más allí.
Había alguien más allí.
Había alguien más allí.
Ellos saben.
Ellos saben.
Ellos saben.
Mi respiración se quiebra mientras escribo en respuesta.
Yo: ¿Quién carajo eres t ú?
Desconocido: ¿No lo has averiguado t odavía? Supongo que no
me sorprende, considerando quienes eran t us padres. Siempre les
t omaba un t iempo descifrar las cosas t ambién.
Me pongo a temblar con rabia y arrojo el teléfono sin pensar. Se
termina yendo por la ventana y cuando golpea el suelo, el reverso se
sale y la batería sale volando a un charco.
—Maldita sea. —Abro la puerta y salto de la camioneta. Entonces
recojo mi teléfono y miro la batería en el charco. Es inútil ahora. Y
también lo es mi teléfono por el momento.
—¿Está todo bien? —pregunta Luke, caminando detrás de mí.
Sacudo la cabeza. —En realidad no. —Una parte de mí está
aliviada de que ya no puedan encontrarme pero la otra parte, sigue
frustrada, preocupada de que sepan algo y ahora he arruinado mi
forma de descubrirlo. Necesito llamar al detective Stephner y al menos
decirle, pero su número de teléfono está guardado en mis contactos.
Suspirando, me doy la vuelta y me enfrento a Luke para mostrarle
mi teléfono, luego señalo a la batería en el suelo detrás de mí. —Creo
que está roto... voy a tener que encontrar una manera de conseguir
uno nuevo tan pronto como lleguemos a Las Vegas. —Volteo el
teléfono sobre mi mano, tratando de averiguar si todavía va a funcionar
con una batería nueva. Hay un rayón o dos, pero eso es todo—.
Aunque, tal vez solo una batería nueva.
—Eso está bien, pero... —Frunce el ceño—. ¿Qué pasó? ¿Se te
cayó?
Sacudo la cabeza. —No, lo tiré por la ventana.
Lucha para no preguntar por qué, cruzando sus brazos, con una
bebida energética apretada en su mano. —¿Puedo preguntar por qué?
Tan educado. —Porque recibí un mensaje de texto que me hizo
enojar.
Quiere bombardearme con preguntas, puedo verlo en su rostro.
Pero no lo hace. —¿Deberíamos ir a la carret era? Todavía tenemos un
par de horas más por recorrer y me gustaría llegar antes de la hora del
almuerzo.
Se ha cambiado su camiseta, pero todavía tiene el mismo par de
vaqueros puestos. Hay bolsas debajo de sus ojos, sus labios se ven
agrietados, su piel pálida, y está como encorvándose hacia la
izquierda, tal vez porque le duele donde el chico lo golpeó. —¿Quieres
que conduzca yo? —ofrezco—. Te ves cansado. Y adolorido.
Sacude la cabeza y levanta la bebida energética. —No, estoy
bien. Solo tengo que beber esto y... revisar mi azúcar en la sangre...
podría necesitar una inyección... entonces estoy listo para salir. —Incluso
su voz suena cansada.
Extiendo mi mano. —Déjenme conducir, así puedes descansar un
poco.
Duda, luego mete su mano en el bolsillo y saca sus llaves. Cuando
me las entrega, sus nudillos rozan mi palma y me encuentro temblando
a pesar de que no tengo el más mínimo de frío. Es obvio para él por la
mirada que me da, pero no dice nada sobre eso en tanto me meto en
la camioneta y él agarra algo de su bolsa. Cuando se sube a la
camioneta, tiene este pequeño estuche de cuero en su mano. Saca el
objeto con forma de bolígrafo que comprueba su azúcar en la sangre y
pincha su piel, recordándome la noche cuando lo encontré en el bar y
tuve que hacerlo por él. Revisa la pantalla luego sacude su cabeza,
claramente molesto mientras saca otro objeto de la bolsa que tiene una
aguja en el extremo. Saca la tapa, levanta la camisa, pero luego vacila,
echándome un vistazo con un montón de cautela en sus ojos. Medio
esperaba que dijera que apartara la mirada. Casi quiero hacerlo, pero
parece que no puedo romper el contacto visual, nuestras miradas de
alguna forma soldadas juntas.
Termina cerrando sus ojos como un niño asustado con miedo a las
agujas. Sus manos t iemblan mientras pone la aguja en su abdomen y se
inyecta. Hay algo extrañamente íntimo en el momento; ni siquiera
puedo explicarlo. Como si nadie jamás lo ha visto hacerse esto a sí
mismo y tiene miedo de dejarme verlo, pero también tiene miedo de
estar solo. Recuerdo como me dijo que su madre lo hizo inyectarla con
heroína. Hacer esto tiene que ser duro para él, doloroso, punzante, y no
solo físicamente.
Esta burbuja comienza a formarse a nuestro alrededor. La realidad
se escapa. Me encuentro a la deriva hacia él, queriendo sostener su
mano, queriendo consolarlo, pero de repente lo ha hecho y justo como
así la burbuja se revienta y la realidad viene corriendo hacia mí y me
aplasta una vez más.
7
Traducido por florbarbero & Sandry
Corregido por Zafiro

Luke
—Los nombres de los edificios son divertidos —dice Violet, bajando
la mirada a un mapa que tenía en mi bolso de Las Vegas. Estamos
aparcados en una gasolinera a las afueras de la bulliciosa ciudad,
tratando de averiguar a dónde ir. Es medio día, el calor es sofocante, y
la camioneta no tiene aire acondicionado, así que prácticamente
estamos derritiéndonos—. Oh, me quiero quedar en el Caesar’s Palace
—dice rebotando en el asiento del conductor como un niño en una
tienda de dulces. Levanta la mirada hacia mí y la emoción en sus ojos
me hace sonreír un poco, a pesar de lo cansado que estoy—. Ese es el
de la película ¿Que Pasó Ayer?, ¿no?
Asiento, mirando por la avenida a la distancia. —Pero no
podemos quedarnos ahí.
Hace pucheros. Realmente hace sobresalir su labio y realiza
pucheros. Nunca ha hecho eso antes y la verdad es que estoy un poco
contento de que sea así porque es como un arma secreta que hace
que sea muy difícil decirle que no. —¿Por qué?
Me deslizo en el asiento hacia ella, asegurándome de no inv adir
demasiado su espacio. —¿Ves todos estos edificios impresionantes aquí?
—pregunto, trazando una línea hasta la calle principal en el mapa—.
Son Casinos y debes tener veintiuno para permanecer en ellos.
—Sin embargo tienes una identificación falsa —dice—. ¿Por qué
no la usas?
—Es demasiado arriesgado —le digo, respirando su dulce aroma
y con la esperanza de estar haciéndolo discretamente—. Tenemos que
tener cuidado. Y, además, quiero ahorrar tanto dinero como sea
posible.
Continúa haciendo un mohín mientras pliega el mapa y me lo
regresa. —Entonces, ¿dónde vamos a quedarnos?
Coloco el mapa en la guantera. —Con mi tío. —Alcanzo la manija
de la puerta, encogiéndome internamente. Nunca le mencioné a mi tío
que Violet venía conmigo, porque honestamente pensé que no había
manera de que sucediera. Así que ahora me estoy poniendo nervioso
por traerla conmigo, no solo porque mi tío podría no estar demasiado
emocionado con ello, sino debido al entorno. ¿Qué carajo pensaba,
t rayéndola aquí? Pensé egoíst ament e, eso es lo que hacía.
—¿Por qué pareces nervioso? —pregunta al bajar la ventana
completamente.
Me encojo de hombros. —Por lo que estamos haciendo...
apostando... viniendo aquí con el hermano de mi papá... —Casi
inconsciente, estiro mi brazo sobre el asiento det rás de ella, en tanto mi
pecho se oprime—. Debido al ambiente en el que vamos a estar.
Me da una mirada simpática, porque sabe de mi difícil relación
con mi padre, ella incluso me vio mientras enloquecía durante una
conversación telefónica con él. —¿Y supongo que por tu mirada
cautelosa, estarás jugando en lugares como el de Geraldson? —
pregunta.
—Más o menos. —Vacilo—. Y el lugar donde me voy a quedar
también es un poco como el de Geraldson, al menos lo que era hace
un par de años.
—Eso parece un poco peligroso. —Una mirada extraña cruza su
rostro como si darse cuenta de esto la interesara algo, como si la idea
de que sea peligroso estuviera casi... excitándola o emocionándola.
Maldición. Es como si estuviéramos de vuelta en la cornisa y empiezo a
preguntarme cuán frecuentemente hace esto, ponerse a sí misma en
este tipo de situaciones intencionalmente y por qué nunca antes me di
cuenta. O tal vez no lo hacía cuando estuvimos juntos por primera vez.
—No es t an peligroso en su casa —le aseguro, pero se siente
como una mentira. Como un jugador, mi tío Cole se pasa su vida
engañando. Pero los tiempos desesperados requieren medidas
desesperadas o lo que sea y parecía lo suficientemente agradable la
última vez que lo visité aquí.
—Permít eme manejar —le digo a Violet, dándole un empujoncito
en el costado—. Es más fácil que darte instrucciones.
Cambiamos lugares, ella escalando por encima de mi regazo, lo
que envía a mi cuerpo en un loco frenesí de necesidad y deseo,
haciendo que mi polla se ponga dura. Pero me controlo y conduzco por
la carretera, primero a la tienda para que pueda conseguir una batería
para su teléfono. Luego nos dirigimos a la casa de mi tío que está en las
afueras de la ciudad, alejada del caos de las calles llena de turistas, las
luces de neón, las personas a medio vestir. Las ventanas de la
camioneta están bajadas, y remolinos de aire caliente atraviesan la
cabina. Eventualmente Violet toma su gorrita y abanica su cara con la
mano.
—Santo infierno, hace calor aquí —comenta, tomando sus gafas
de sol de su bolso.
—Se pone mucho peor en el verano —digo en tanto abandono la
carretera por un camino lateral bordeado de casas de estuco que
lucen iguales, patios floreciendo con césped verde, vecinos charlando
y sonriendo. El barrio perfecto.
—Estoy tan confundida —dice Violet colocándose sus gafas de sol
y observando los alrededores—. ¿Por qué estamos en los suburbios?
—Mi tío vive aquí —explico, parando frente a la casa de dos pisos
en el extremo de la calle sin salida. Estaciono la camioneta, luego,
empujo el freno antes de apagar el motor y guardar las llaves en mi
bolsillo.
—Es tan raro —dice Violet con un ceño fruncido—. Y no es lo que
esperaba.
Abro la puerta para salir. —Este es el lado normal de su vida, más
o menos. Supongo que no va a ser así cuando entremos.
Vacilante, baja de la camioneta y me sigue, mirando a su
alrededor, a los canteros de flores al lado del camino, el paisaje
arreglado con esmero, todo para encubrir lo que hay detrás de la
puerta principal.
—¿Bienvenido a casa? —Luce aún más perpleja cuando lee la
alfombra delante de la puerta. Levanta sus gafas de sol un poco y me
da una mirada suspicaz—. Sabes, estoy empezando a no creerme
esto…
La puerta se abre y alguien deja escapar una risa. —Mierda —
dice mi tío Cole desde la entrada. Lleva una camiseta, pantalones
cortos negros, y no usa zapatos. Se parece a mi papá, solo que él tiene
unos treinta, diez años más joven que mi padre, y es más duro, con
tatuajes, expansores en las orejas y pelo enmarañado—. Pensé que
vendrías aquí mucho más tarde, cuando llamaste para decir que te
encontrabas en la carretera.
—Ya nos hallábamos a mitad de camino —le explico en tono de
disculpa—. Lo siento por olvidar mencionarlo.
—No tienes que disculparte —dice, con la mirada parpadeando
en dirección de Violet—. De todos modos, nunca me gustó lo poco que
te veíamos, gracias a la loca de tu madre que te mantenía lejos.
Una oleada de ira se dispara por mi espalda, no hacia él, sino
hacia la mención de mi madre. También Violet se estremece, así que
hundo el sent imiento y me apresuro a desviar la conversación.
—Esta es Violet, por cierto —dije señalándola con la cabeza—.
Violet, este es mi tío Cole.
—¿Es tu novia? —pregunt a arqueando sus cejas mientras se
inclina contra el marco de la puerta con los brazos cruzados. La última
vez que se encontró conmigo, dejé bastante claro lo que sentía por las
mujeres y le dije que nunca tuve una novia, solo las follaba. Así que el
que aparezca con Violet lo confunde. Además, no es la persona más
confiada con los extraños, teniendo en cuenta lo que hace para
ganarse la vida.
—Solo una amiga —le dice Violet, siendo muy displicente con
todo el asunto. Duele, a pesar de que sabía que era verdad—. Y su
socia en el crimen.
Parece divertido, pero no lo culpo; puede ser muy encantadora
cuando quiere. Con una leve sonrisa, Cole se endereza y extiende su
puño. —Bueno, es un placer, Violet, también conocida como la socia
en el crimen de Luke.
—Igualmente. —Choca su puño con él, entonces mi tío se aparta
y nos hace señas para que entremos. Es más fresco en el interior, gracias
a Dios, con el aire acondicionado encendido y los ventiladores en
marcha haciendo circular el humo del cigarrillo que hay en el aire. Las
cortinas están cerradas, así que la luz del sol apenas puede entrar. Hay
un poco de música reproduciéndose en la cocina y puedo oír algunas
voces, lo que significa que tiene compañía. Y probablemente no de la
clase familiar.
—Tengo algunas visitas —nos dice Cole abriendo el camino a
través del vestíbulo hacia la cocina, pateando hacia un lado un bolso
que está bloqueando la puerta—. Y mi hijo est á quedándose conmigo
por un tiempo. Te acuerdas de Ryler, ¿verdad?
Asiento, pero la verdad es que no lo recuerdo muy bien. Creo que
me encontré con el chico una vez cuando me alojé aquí y todo lo que
puedo recordar es que tiene mi edad (mi tío embarazó a una chica
cuando tenía dieciséis años y más o menos no se hizo cargo de su
familia hasta hace poco, supongo que es cosa de familia), y que no
habla. Los detalles de por qué está mudo nunca se divulgaron
claramente, excepto que hubo algún tipo de incidente cuando tenía
unos ocho años.
—Él se volvió un gran jugador de cartas —me comenta mi tío,
como un papá orgulloso, a medida que avanzamos en la pequeña
cocina llena del humo producido por los cuatro chicos sentados
alrededor de la mesa, fumando cigarrillos. El sonido de las fichas
tintineando juntas, el sabor de la nicotina en el aire, el alcohol en las
copas, la intensidad que rodea la mesa hace que mi pulso se acelere
como si fuera un adicto a las drogas mirando crack.
—Ryler —le grita a uno de los chicos por encima de la música,
entonces se acerca a un iPod en la mesada y lo apaga—. Tu primo Luke
está aquí. —Nos señala con el dedo a Violet y mí.
Un chico de mi edad levanta la mirada de sus cartas y luego
toma un sorbo de su bebida. Luce tan intenso como cuando lo vi hace
casi dos años. Vaqueros agujereados, cejas y labio perforados, una
manga de calaveras y cruces en sus brazos. Su cabello es negro
azabache y parece como si estuviera usando delineador negro, pero
no lo creo, sus ojos solo se ven de esa manera. Y tiene una expresión de
“yo he atravesado cosas difíciles”.
Me da un asentimiento con la barbilla antes de que su mirada se
desplace a Violet, luego se vuelve hacia mi tío y le hace una seña.
—¿Es sordo? —pregunta Violet en voz baja parándose a mi lado.
Niego con la cabeza mientras Ryler le lanza una mirada a Violet,
habiéndola escuchado claramente, y mi tío interviene—: No, él no
puede hablar —le dice a Violet —. Pero su audición funciona muy bien.
Violet no hace preguntas, lo que no es sorprendente, pero lo que
hace a continuación me deja sorprendido. Levanta la mano y hace uno
de esos movimientos con la mano, claramente haciendo señas a Ryler.
Eso lo hace sonreír; la oscuridad en su expresión se ilumina con
brevedad mientras señala algo a cambio, haciendo que Violet ría en
voz baja y luego se encoja de hombros.
—No las sé todas —le dice—. Pero sí algunas.
Quiero preguntarle cómo sabe el lenguaje de señas, pero Violet
ha tenido una educación muy diferente de la mayoría de las personas,
viviendo con Dios sabe cuántas familias así que supongo que lo
aprendió en algún lugar a lo largo de la línea. Lo que no me gusta, es
cómo Ryler está mirando a Violet, en la forma en que solía mirar a las
mujeres cuando se presentaban en los juegos, con la intención de
atraerlas a mi regazo para estar dentro de ellas más tarde.
—Est a es Violet —le digo, ni siquiera seguro de si ya se habían
presentado. Casualmente pongo mi mano sobre su espalda, con la
esperanza de que no me empuje lejos, tan incomodo en mi propia piel
que me pongo inquieto. Quiero añadir, “mi novia”, pero eso podría dar
como resultado que yo me lleve una patada en las bolas de parte de
Violet .
—Es un placer conocerte, Ryler —dice Violet y me relajo por la
falta de interés en su tono. Solo está siendo amable.
Ryler le hace una seña de algo a su papá y mi tío responde—: En
realidad vamos llevar a Luke a El Depósito esta noche. —Va a la nevera,
toma tres cervezas, y nos ofrece una a Violet y a mí.
La acepto porque soy de los que nunca rechazan una bebida,
pero estoy sorprendido cuando Violet toma la bebida que le ofrecen.
También estaba bebiendo en lo de Geraldson y me preocupa que tal
vez esté empezando a adquirir el hábito, pero mencionarlo sería algo
hipócrita, por lo que mantengo los labios cerrados, preguntándome
cuánto tiempo puede seguir la evasión entre nosotros.
Violet
Su primo, Ryler, estaba jodiéndome con la mirada en la cocina,
pero no tengo ningún interés en él. El chico es ardiente y todo, en una
manera gótica. Los tatuajes cubriendo sus brazos, las perforaciones, el
pelo negro colgando sobre sus ojos, y sus pestañas son tan gruesas que
casi parece que estuviera usando delineador de ojos. Pero lo último que
necesito es un enganche al azar para después sentirme como una
mierda. Por no hablar del drama que vendría entre Luke y yo, y no me
gusta el drama de telenovela.
Luego me enteré de que es mudo y no pude evitarlo. Por mucho
que me encanta mantener mi pasado oculto, no podía dejar de utilizar
el lenguaje de señas, lo poco que aprendí cuando me quedé con una
de las familias un tanto normales que tenían un hijo sordo. Durante los
cuatro meses que estuve con él, me enseñó un poco, y aún recuerdo
casi todo.
Después de las presentaciones, el t ío de Luke nos lleva hasta una
habitación de invitados, que por supuesto tiene una cama matrimonial,
porque el destino ha estado en una buena racha últimamente. Luego
Cole nos deja para que nos instalemos, cerrando la puerta detrás de él.
Mientras estoy tratando de descubrir los arreglos para dormir y si
incluso me importan, Luke se vuelve a mí con las manos metidas en los
bolsillos de sus vaqueros. —Así que... ¿dónde aprendiste el lenguaje de
señas? —pregunta.
Me encojo de hombros. —Una de mis familias de acogida tenía
un niñit o que era sordo. —Dejo caer mi bolso en la cama—. Él me
enseñó un poco.
—¿Por qué dejaste esa familia? —Tan pronto como lo dice,
parece que se muerde la lengua—. No importa. No tienes que
responder eso.
Tampoco quiero, pero me encuent ro haciéndolo de todos modos,
demostrando una vez más lo cómoda que estoy con Luke. —Él se
enfermó... el niño y con las visitas al hospital y los gastos médicos, no
había espacio para una niña de catorce años que tenía un montón de
equipaje emocional.
Ahora parece que está mordiéndose la lengua, tan fuerte que tal
vez esté sangrando. —Lo siento mucho, Violet.
Me encojo de hombros como si no fuera nada, fingiendo buscar
en mi bolsa para evitar mirarlo, asustada de que pueda ver más allá de
mis mentiras. —Est á bien. Fue hace mucho tiempo... y ya lo superé. —
Aguant o la respiración, sintiéndolo moverse detrás de mí, como si
quisiera tocarme o abrazarme, pero no puedo hacer eso con él en este
momento. Tontear es una cosa, pero un abrazo lleva las cosas a un
terreno demasiado emocional—. Así que hay una sola cama.
—Dormiré en el suelo. —Luke pone su bolsa en el suelo y libera un
aliento ensordecedor antes de terminar su cerveza y tirar lejos la botella
vacía—. Lo siento por esto, por todo.
—No tienes que disculpart e —digo, colocando la mitad de mi
cerveza sobre la cómoda y luego agachándome para abrir mi bolsa y
sacar la batería que compré para mi teléfono—. Prácticamente te
obligué a dejarme venir contigo. —No me molesto en señalar su otra
disculpa. Me siento mal por él, disculpándose por algo que no podía
controlar. Lo que su madre hizo, no fue su culpa y un día espero poder
decírselo.
—No hubo obligación. Créeme. Quería que vinieras conmigo más
de lo debido —dice, hundiéndose en la cama, con la cabeza caída
hacia delante en sus manos—. Porque soy egoísta.
—No eres egoísta. —Me levanto y abro el paquete de la batería.
La pongo en mi teléfono, cruzando los dedos para que funcione—. Eres
todo lo contrario.
Eleva la cabeza, con los ojos ardiendo con tanta intensidad que
casi retrocedo. —¿Cómo diablos sabes eso?
Pulso el botón para hablar, encogiéndome de hombros, mientras
espero a ver si mi teléfono se reinicia. —Me diste mi espacio cuando me
fui... cuando te dije que no quería verte. Me diste lo que te pedí y eso no
es egoísta.
Hace un gesto hacia los dos, boquiabierto. —Estamos aquí ahora.
—Elegí estar aquí. —Me relajo cuando la pantalla del teléfono se
enciende, pero cualquier euforia se desploma cuando veo que tengo
cinco mensajes nuevos.
Desconocido: ¿Así qué ya no est amos hablando?
Desconocido: ¿Te he asust ado t ant o?
Desconocido: Deja de ser una maldit a zorra y respóndeme.
Greyson: Solo quería saber cómo t e encont rabas.
Desconocido: Sabes, debería habert e mat ado cuando t uve la
oport unidad.
Los mareos me superan cuando leo el último y tengo que tocar la
cama para apoyarme, pero termino tropezando y agarrándome del
hombro de Luke.
—Cariño, ¿qué pasa? —pregunta preocupado, agarrando mi
cadera con su mano para mantenerme en posición vertical.
Niego con la cabeza, mirando sobre su hombro a la pared,
incapaz de mirarlo a los ojos. —No es nada. —Mi voz es áspera mientras
me aferro al teléfono y a su hombro.
La mano de Luke se desliza hacia arriba por mi costado, a mi
cuello, y luego finalmente acuna mi barbilla en su mano y me hace
mirarlo. —¿Que había en tu teléfono?
—Nada. —Estoy luchando por respirar, las imágenes de esa noche
destellan a través de mi mente. ¿Es su madre? ¿O la otra persona? ¿El
hombre? ¿El que nunca vi?
Luke traga saliva, luchando contra una especie de rabia interior.
—¿Es Preston? Porque no voy a dejar que te haga nada. Lo prometo.
—No es Preston —le digo, por fin desplomándome en la cama
junto a él y frunciendo el ceño a mi teléfono—. ¿Te acuerdas de aquel
tipo, Stan, el periodista?
Asiente, escuchando atentamente. —¿Te ha estado molestando
otra vez?
—No creo que sea él —digo, sin saber qué más decir. Digo,
¿cómo diablos se supone que hable sobre el asesino y las muertes de
mis padres, cuando su madre fue parte de ello? Y cuando ella podría
est ar enviando los mensajes—. En serio, no creo que sea un periodista,
teniendo en cuenta las cosas que está diciendo.
—¿Qué tipo de cosas? —Su mano encuentra mi muslo y sus dedos
rozan arriba y abajo, no de una forma sexual, sino reconfortante.
Cierro los ojos y le doy el teléfono. —Desplázate por los mensajes
del número desconocido. —Me quedo sentada, con los ojos cerrados,
escuchando el aumento de ritmo en su respiración.
—Joder —dice en voz baja y abro mis ojos, regresando a la furia
en sus ojos marrones, la mandíbula tensa, y con las manos en puños,
apretando mi teléfono—. ¿No tienes ni idea de quién te envió esto?
¿Para nada?
Meneo la cabeza. —He estado recibiendo cositas de vez en
cuando de los periodistas desde que el caso fue reabierto, pero est o
lleva las cosas a un nivel completamente nuevo.
—¿Cuánto tiempo ha estado sucediendo esto? —Se esfuerza por
mantener su voz uniforme y su ira bajo control. Estoy algo preocupada
de que vaya a tirar mi teléfono, por lo fuerte que está agarrándolo.
—Comenzaron ayer, antes de ir a lo de Geraldson —le digo—.
Tengo que llamar al detective Stephner y reportarlo. —Me detengo,
reacia a preguntar, pero necesito hacerlo—. Luke —trago saliva—, no
crees que podría ser tu... tu madre, ¿verdad? —Finalmente, el gran
elefante que ha estado entre nosotros ha sido reconocido. Pero agrava
más la tensión entre nosotros, si eso es posible, sobre todo cuando Luke
se mantiene en silencio por lo que parece una eternidad. Sus nudillos se
vuelven blancos por sostener mi teléfono con tanta fuerza y juro que va
a triturar todos sus dientes por lo fuerte que aprieta la mandíbula.
—Quiero decir que no, pero la verdad, no tengo ni idea —dice al
final entre dientes mientras me devuelve el teléfono—. Maldición, está
loca y no me extrañaría que hiciera algo como esto. —Se pasa su mano
libre por su rostro y luego se inclina hacia adelante para alcanzar sus
cigarrillos en la bolsa. Saca uno del paquete, lo pone en su boca y lo
enciende, pero su mano t iembla mientras aprieta el encendedor. Luego
de una larga calada, parece clamarse, pero las siguientes palabras que
pronuncia están lejos de ser calmas.
—Voy a matarla si te toca —dice, flexionando los dedos como si
estuviera luchando contra el deseo de golpear algo, como hizo con la
pared en el apart amento.
No sé qué decir. Sé que está mal, toda la cosa del ojo por ojo,
pero una parte de mí desea que su madre est é muerta. Pero no por la
mano de Lucas. No hay forma de que alguna vez quiera que lleve ese
tipo de carga o sufra las consecuencias de hacerlo.
—Oye. —Pongo una mano en su brazo, y sus magros músculos se
flexionan bajo mi toque—. Relájate. Ni siquiera estoy segura de si es ella,
¿de acuerdo? Así que déjame llamar al Detective Stephner y ver lo que
puede hacer al respecto.
Su mirada se mantiene fija en la mía. —Siento que esto t uviera que
pasarte a ti. —La sinceridad brota de sus ojos, como un líquido caliente
tratando de ahogarme.
Genial, ahora quiero llorar. Jesús, ¿qué demonios me pasa estos
últimos días? Debo estar preparándome para comenzar mi periodo o
algo así.
Incapaz de hablar, me pongo de pie y llamo al Detective. Me
envía a su correo de voz, así que dejo un mensaje diciéndole que me
llame tan pronto como pueda, ya que he estado recibiendo mensajes
amenazantes. Cuando cuelgo, Luke está fumando su cigarrillo y me
observa con una mirada inquisitiva.
—¿Qué puedo hacer? —dice mientras pongo mi teléfono en el
bolsillo—. ¿Debería llevarte a casa? Por favor, dime cómo puedo
ayudar en esto.
—Ir a casa no va a ayudar. —Alcanzo mi cerveza y tomo un largo
trago antes de hablar de nuevo—. Si un asqueroso está acechándome,
es mejor que no esté allí.
—Bueno, entonces, ¿qué quieres que haga? —Se levanta de la
cama y se mueve hacia mí, deteniéndose en frente y sosteniendo el
cigarrillo a un cost ado—. Dime y lo haremos.
—Vamos a ir a conseguir tu dinero —digo persistentemente con
mis manos en las caderas—. Eso es lo que quiero hacer.
Titubea con inquietud, esparciendo cenizas por toda la alfombra,
pero su tío no parece ser de los que se preocupan, ya que había un
poco por todo el piso de la cocina. —Preferiría que no vinieras conmigo.
Es demasiado turbio adónde vamos.
Ruedo los ojos. —¿Sabes lo que es turbio? Ir a una casa de crack
en busca de tu madre adoptiva cuando tienes catorce años, porque
ella está tan elevada como una cometa y apenas puede caminar, pero
está lo bastante sobria para amenazarte con lanzarte en las calles si no
lo haces. Personalmente, creo que ella no quería arriesgarse a ser
atrapada —digo. Sus labios comienzan a separarse, pero antes de que
pueda hablar, lo interrumpo—. Y no lo dije para que sintieras lástima por
mí. Solo tienes que entender que no soy una chica despistada que es
ajena al lado oscuro de la vida. No necesito tu protección. Lo he visto
todo. —Trazo un dedo por mi brazo—. Y tengo la piel de acero, cariño.
Con su mirada fija en la mía, se lleva el cigarrillo a los labios,
aspira, y a cuando lo aleja, el humo serpentea de sus labios. —Entiendo
eso, pero no significa que quiera protegerte menos. —Se inclina y roza
sus labios contra mi mejilla, oliendo a cigarrillos, colonia y cerveza, todas
las cosas que son Luke y por un momento, todo en lo que puedo pensar
es en casa. Quiero ir casa para estar con él de nuevo. El contacto
provoca que me arda la piel y el anhelo aument e dentro de mí. Es muy
breve, apenas un aleteo de piel contra piel, pero es suficiente para que
recuerde cuan abrumadoramente bien se sentía estar con él—. Iré a
hablar con mi tío y ver a qué hora nos vamos. Si quieres ir, entonces
estate lista cuando regrese.
Asiento, luchando por mantener el equilibrio y seguir de pie,
mientras las emociones cosquillean en mi piel. Solo cuando él sale por la
puerta, puedo respirar libremente otra vez.
8
Traducido por Daniela Agrafojo
Corregido por Mire

Luke
Nunca quise meterme en una pelea tanto como ahora. Que
alguien amenace así a Violet , está desgarrándome en pedazos. Peor,
está ésta estúpida voz persistente en el fondo de mi cabeza diciéndome
que podría ser mi madre. Está tan loca como para hacerlo si se entera
de Violet.
Trato de llamarla un par de veces mientras espero que mi tío nos
lleve a El Depósito, pero por supuesto, la loca mujer no responde su
teléfono. Claro, puede llamarme a cada maldita hora del día, pero
cuando en realidad necesit o hablar con ella, no responde.
—Dame como media hora y luego saldremos —dice mi tío Cole
mientras me siento en la mesa de la cocina, bebiendo otra cerveza con
Ryler, deseando algo más fuerte, pero también queriendo una mente
clara para lo que estoy a punto de hacer. Ryler tiene un cuaderno y un
bolígrafo frente a él, para nuestra comunicación, justo como la última
vez que nos encontramos—. Tienes dinero, ¿cierto?
Asiento, palmeando mi bolsillo. —Sí, cerca de tres mil.
Asintiendo, comienza a subir las escaleras, pero luego se detiene
en el pasillo. —Luke, ¿sabe tu padre que estás aquí?
Sacudo la cabeza. —No. Es decir, lo llamé para tener tu número,
pero no le dije la razón. Y apreciaría si no se lo dices.
—Bueno, no creo que eso sea un problema ya que me repudia
bastante —dice Cole—. Incluso desde que fue en una racha de hacer
el bien hace un tiempo.
—Eso nos hace dos. —Elevo la cerveza a mis labios y tomo un
largo trago. Sí, definit ivament e voy a necesit ar algo más fuert e.
Cole parece tan incómodo como yo. Normalmente no digo ese
tipo de mierda en voz alta. ¿Qué demonios está mal conmigo? Estoy
fuera de mi juego. —Um… sí… Luke, lamento eso. Sabes que ha tratado
de verte algunas veces, ¿no?
—Sí, lo sé —digo, sacando la etiqueta de mi botella de cerveza—.
Mira, olvida que dije algo.
Él asiente, dejándolo ir fácilmente. —Voy a cambiarme rápido
antes de irnos.
¿Irá t u chica? Escribe Ryler, luego se inclina hacia atrás para
lanzar su botella de cerveza vacía a la basura.
Debería corregirlo ya que Violet no es mía, pero hasta donde le
importa, lo es. —Supongo. No me agrada traerla, pero es bastante
obstinada.
El bolígrafo garabatea por el papel otra vez. Parece bast ant e
dura, escribe Ryler. Est oy seguro de que est ará bien.
Sus palabras se meten bajo mi piel, probablemente porque la ha
notado y ha hecho suposiciones sobre ella solamente basado en su
apariencia. Sí, Violet podrá parecer dura y te dirá lo mismo, pero la he
visto desmoronarse en mis brazos.
Pero lo ignoro y subo las escaleras para ver si Violet está lista, sin
embargo, cuando entro a la habitación, al instante deseo nunca haber
venido aquí. Está solo con una toalla envuelta a su alrededor, la puerta
del baño abierta, haciendo que el aire sea vaporoso. Tiene su atención
puesta en su bolso, su cabello húmedo, su piel rociada con agua. Mi
fantasía por los últimos dos meses justo frente a mí.
Verla me hace querer arrancar la toalla y lamer cada centímetro
de su piel, pero me oculto detrás de la puerta con mis puños apretados
a mis costados, diciéndome mentalmente que debo calmarme. —Nos
iremos en treinta minutos —digo, con voz tensa.
Asiente, sin levantar la mirada. —¿Qué usa uno cuando va a —
alza la mirada hacia mí—, asumo que a un juego ilegal de póker?
Le ofrezco una sonrisa tensa. —Lo que quieras. Puedes usar esos
vaqueros y la camiseta que llevabas más temprano. —Ese conjunt o que
t e cubre.
Su nariz se arruga mientras baja la mirada a su bolso. —Nah, hace
demasiado calor para eso. —Se inclina y esa maldita toalla se sube por
sus muslos tan alto que si estuviera detrás de ella, sé que sería capaz de
obtener un vistazo de su culo perfecto—. ¿Asumo que la mayoría de las
chicas irán vestidas como putas? —Me mira de nuevo—. Es decir, ese es
el tema general en esas cosas, ¿cierto?
—Sí, pero preferiría que no lo hicieras —le digo, teniendo las bolas
para entrar a la habitación y cerrar la puerta. Eleva su ceja con
especulación. Suspirando, cruzo el cuarto y me agacho frente a ella,
tratando de ignorar su cercana desnudez y su olor flotando, algo frutal
que me hace querer probarla—. ¿Cuáles son tus opciones?
—Bueno, tengo ese vestido que me puse ayer. —Busca dentro de
su bolso—. Pero como que huele un poco mal. —Hace una pausa,
sonriendo mientras toma un pedazo de tela—. Oh, espera, tengo esto.
—Saca un corto vestido negro que es completamente translúcido.
Frunzo el ceño. —Se puede ver a través de toda la cosa. —Ni
siquiera estoy seguro de por qué estoy siendo tan territorial. No está en
mi naturaleza, pero el hecho de que no es mía y que la quiero más de lo
que he querido algo en toda mi vida, me hace querer asegurarme que
nadie más pueda tenerla. Lo culpo por mi necesidad de control. Violet
nunca ha sido alguien que me deje controlarla, lo que es parte de lo
que me atrae de ella. Sin embargo, todavía me gusta controlarla en
algunas maneras.
Toma otra prenda de ropa, un vestido incluso más corto, pero no
puedo ver a través de él. —Me pondré esto debajo.
—Aun así, creo que deberías ir con pantalones y camiseta. —
Enderezo mis piernas y me levanto, diciéndome que tome un calmante.
—Estoy segura que sí —comenta mientras se levanta, y la toalla se
atasca en su muslo, por lo que está aún más expuesta.
Espero que me pida que salga para que pueda vestirse, pero en
lugar de eso, solo me mira fijamente, mordisqueando su labio mientras
sostiene la parte superior de su toalla, como si estuviera debatiéndose
algo más profundo.
—¿Quieres que salga? —Debería hacerlo, pero no quiero, así que
necesito que ella me haga hacerlo.
Su mirada recorre deliberadamente por mi cuerpo. —No lo sé.
Sé un maldit o buen chico por una vez y dat e la vuelt a. —Tal vez
debería irme.
—Tal vez.
—Violet…
Afloja su agarre sobre la toalla, un suspiro inestable escapa de sus
labios mientras cae de su cuerpo y sobre el piso. —Ni siquiera sé qué
estoy haciendo —dice, casi horrorizada—. Solo que quiero hacerlo.
Estoy luchando por respirar con normalidad ante su imagen; las
piernas largas, piel lisa, ese tatuaje sexy que se curvea por su costado, la
manera en que su cabello húmedo gotea agua por su cuerpo, gotas
que ruedan por su piel y a través de sus pezones. No he estado con
nadie en dos meses y con ella frente a mí, lo pierdo. Estallo. Me quiebro.
Tantas cosas diferentes que nunca he sentido antes.
Sin siquiera procesar lo que estoy haciendo, me acerco, robando
cada espacio que queda entre nosotros. Sus labios se separan mientras
me alcanza, pensando que voy a besarla, pero en su lugar, caigo sobre
mis rodillas frente a ella y presiono mi labio en su pecho, succionando su
pezón en mi boca. Ni siquiera sé qué me supera. El juego previo nunca
era lo mío. Yo tomo, no doy, pero demasiada gente había robado de
Violet lo que quiero darle. Le daría todo si pudiera.
Medio espero que se apart e, pero en cambio, sus dedos hallan mi
cabello y deja salir un gemido, causando que mi polla se ponga dura
de inmediato. Tengo que luchar contra el instinto de empujarla a la
cama y follarla duro, en lugar de eso, mordisqueo y deslizo mis dientes a
lo largo de su piel, haciendo un camino hacia su otro pecho. Trazo
lentos círculos alrededor de su pezón con mi lengua, mirando su cara,
mientras mis dedos vagan por la parte trasera de sus muslos para tomar
su culo. Me sorprendo cuando descubro que está mirándome, en tanto
se muerde el labio, con sus ojos brillando de puro éxtasis.
—Eso se siente tan bien —jadea, sus dedos corriendo a través de
mi cabello, acercando más mi cara.
Buen Dios… ni siquiera estoy seguro de qué hacer conmigo
mismo. Nunca estuve de rodillas delante de una chica. Siempre me
gustó follar, pero ver esa mirada en su cara, esa por la que he estado
desesperado los últimos dos meses, me hace querer sacarla más.
Mis instintos se apoderan de mí, unos que no sabía que tenía, y
moviendo una de mis manos a su estómago, suavemente la empujo
hacia atrás, hasta que está recostada contra la pared, luego tomo su
muslo y elevo su pierna sobre mi hombro, metiendo mi cara entre sus
piernas.
Sé que Violet no es muy experimentada sexualmente y eso me
hace preguntarme si alguna vez ha hecho esto. Seguro que yo no lo he
hecho, el único sexo oral que he tenido es en el lado receptor. La parte
retorcida en mí espera que no lo haya hecho, porque eso significa que
es una experiencia más que solo ha compartido conmigo.
Dios, quiero tanto que sea mía que es casi una tortura.
Solo deseo que cuando todo termine, todavía pueda tenerla.
Violet
Ha habido muchas veces en que he estado en algún momento y
me pregunto cómo demonios me metí allí. Como si ni siquiera pudiera
retroceder al segundo en que tomé la decisión que me trajo aquí.
Fue como si en un momento me encontraba de pie con la toalla,
delirando sobre la vida, y cómo tengo que encontrar una manera de
establecerme. Hay un montón de edificios altos en Las Vegas y me
preguntaba cuán difícil sería llegar a la cima de alguno de ellos, pero
luego Luke entró al cuarto y me miraba con tal hambre en sus ojos que
me hace sentir querida en lugar de asqueada como con la mayoría de
los chicos. Me sorprendí pensando en cómo el último tipo que me tocó
fue Preston, cómo me hizo caer sobre mis rodillas, empujándome tan
fuerte que me golpeé la pierna con el lado de la cama. Luego agarró
mi cabello y me hizo chupar su pene. Quiero borrar el recuerdo, no
dejar que esté tan fresco en mi mente, así que dejé caer la toalla,
esperando por… bueno, no estaba segura, pero definitivamente nada
tan increíble como esto.
La cara de Luke está entre mis muslos, con una de mis piernas
enganchada sobre su hombro, su boca lamiendo, succionando y
mordisqueando, haciendo cosquillas y disparando un calor abrazador a
t ravés de mi cuerpo. Nunca un hombre me tocó así, los chicos que he
conocido siempre son de los que toman. Luke parecía ser uno de esos
hombres la primera vez que lo vi, pero aprendí rápidamente que su rudo
exterior era muy engañoso. No es el chico que todos piensan que es, al
menos cuando está conmigo.
Me dejo llevar, relajándome contra la pared, mientras él continúa
haciéndome maravillas con su boca, clavando sus dedos en mis muslos,
presionando mis moretones, pero no siento dolor. Todo lo que siento es
esa maravillosa sensación de libertad mientras el calor se construye
dentro de mí, y me agarro de Luke cuando caigo en el centro de todo.
Termino jalando su cabello con fuerza, pero me encuentro demasiado
incoherente para relajar mi agarre. Aunque no parece molestarle
mientras su lengua y su boca continúan llevándome al final del camino,
hasta que me estoy viniendo y respirando profusamente. Empieza a
alejarse, pero se detiene, y sus dedos tocan uno de los moretones en mi
rodilla.
—¿Qué pasó aquí? —pregunta, su voz tan baja y ronca que
causa vibraciones en mi piel, casi al punto de pensar que estoy
teniendo un orgasmo de nuevo.
—Me caí —miento, bajando mi pierna de su hombro, sintiéndome
mal por no decirle la verdad, pero la verdad solo va a herirnos a los dos
y hemos compartido demasiado dolor para toda una vida.
Me atrapa mientras comienzo a alejarme, en seguida traza con
delicadeza el moretón en mi piel. —Sabes, me doy cuenta cuando me
mient es.
—Por favor, no arruines esto —digo suavemente—. Por favor, solo
déjalo… no puedo decirte… no ahora. —Dios, cuán mal sería eso. Justo
después de que me da sexo oral por primera vez, digo: oh, oye, por
ciert o, le di a Prest on una mamada, t an recient ement e que t odavía
t engo los moret ones.
Quiere discutir conmigo, porque eso es lo que hacemos —discutir,
hacernos bromas, y la mayoría de las veces lo disfruto— pero en su
lugar, se levanta, sus labios aún húmedos por mí mientras se inclina para
besarme, dándome el escape que necesito tan desesperadamente de
la malicia de toda la cosa.
Su lengua se desliza profundamente en mi boca y se enreda
brevemente con la mía antes de que se aleje. Mete una hebra de mi
cabello mojado detrás de mi oreja y me mira directamente a los ojos,
como si estuviera a punto de decir algo importante.
—Si alguna vez descubro que él te lastima, va a pagarlo —dice
firmement e. No tengo que preguntar quién es él. Sé de quién habla al
igual que sabe de dónde vinieron los moretones —bueno, de Preston, tal
vez no la parte de la mamada— a pesar que no se lo dije. Me hace
mirarlo con perspicacia. Es decir, ant es de irme, solo nos conocíamos
por cerca de un par de meses y apenas estuvimos juntos por un par de
semanas. Solo vi este lado protector dos veces. Una vez con Preston, y
otra vez con el reportero, Stan. Sin embargo, estoy aprendiendo que
puede ser lo suyo y yo amo y odio eso. Lo odio porque no quiero confiar
en que alguien me proteja de esa manera. Soy demasiado fuerte para
eso, y confiar en las personas solo me rompe y me hace débil cuando
se vuelven poco confiables. Y lo amo, bueno, porque nunca he tenido a
nadie que haga eso por mí.
Siempre he sido yo contra el mundo, pero parte de mí se
pregunta, si alguna vez podría, posiblemente, tal vez, dejar ir el pasado
lo suficiente para estar con Luke, si podemos ser él y yo contra el
mundo.
Pero eso puede ser solo yo queriendo quedarme en el país de los
sueños.
9
Traducido por Christicki
Corregido por Niki

Luke
Perfecto. Perfecto. Perfecto. La noche comenzó de esa manera,
pero el momento de euforia de estar con Violet rápidamente se disipa
al momento en que dejamos esa habitación y me doy cuenta que no
estoy lo bastante bebido para lo que viene por la noche. Antes de salir
al Depósito, mi tío Cole me lleva aparte para recordarme las reglas, lo
que me recuerda los riesgos que estoy tomando. Es un poco estúpido
cuando lo pienso. Me jodí por hacer trampa mientras jugaba y ahora
tengo que hacer trampa de nuevo para compensarlo. Si me equivoco,
voy a estar de vuelta desde donde empecé solo que le deberé dinero a
dos idiotas.
Por esta misma razón, trato de mantener a Violet fuera del circuito
y de cuáles son los planes, pero el problema es que la chica conoce su
mierda.
Son casi las ocho, pero el cielo sigue siendo brillante, el sol a todo
lo alto emanando calor sobre la ciudad y el desierto de la tierra que lo
rodea. Nos trasladamos con las ventanillas bajadas, pero no ayuda con
el sudor, y parte de eso podría ser porque estoy en el asiento trasero con
Violet, tratando de no estar tan condenadamente nervioso por toda la
situación.
—Entonces, ¿qué pasa con este lugar, El Depósito? —pregunta
Violet desde el asiento trasero de Cole 1970 Dodge Challenger. Ella lleva
el vestido corto que yo no quería que usara y se abraza a su cuerpo
perfectamente, dejando poco a la imaginación—. Porque suena como
un lugar donde la mafia esconde cadáveres.
Cole le lanza una mirada por el espejo retrovisor con curiosidad
mientras Ryler sonríe, bajando su ventana hasta el fondo. —Bueno, si lo
fuera, creo que sería un poco preocupante que nos estemos dirigiendo
allí, ¿no es así? —bromea mi tío mientras se agarra un paquete de
cigarrillos desde el tablero.
—Se podría pensar que sí —dice Violet divertida, la brisa caliente
que fluye a través de la cabina sopla mechones de su cabello en la
cara—. Pero si ustedes están en la mafia, no son muy atemorizantes, ni
están guardando un arma, por lo que una fuga es posible.
—¿Y cómo sabes que no guardamos armas? —le pregunta Cole,
con su mirada en mí y puedo notar que él aprueba a Violet, lo que sería
genial, excepto que ella no me aprueba.
—Bueno, ambos están vistiendo camisetas de tirantes y no hay
lugar para esconderlas. Ninguno de sus pantalones cortos o bolsillos se
ven voluminosos y me hice una nota mental de que ninguno de los dos
tenía una en la parte de atrás de sus pantalones. —Se relaja hacia atrás
en el asiento, cruzando los brazos, reprimiendo una sonrisa.
—Chica inteligente —comenta Cole mientras frena el coche en
un semáforo. Las aceras ocupadas están zumbando con el entusiasmo,
las luces de neón parpadean en cada edificio, y prácticamente puedo
oler las máquinas tragamonedas en el interior de ellos—. Luke, me gusta
esta. Debes mantenerla contigo.
A mí t ambién, quiero decirle, pero en cambio digo—: Sí, ella no es
tan mala, supongo. —Le doy un codazo en el costado para que sepa
que es broma.
—¿Qué puedo decir? Me gusta prepararme —dice Violet , y no se
aleja cuando descanso mi hombro contra el de ella—. Uno nunca sabe
qué tipo de locos hay.
Mi cuerpo se pone rígido y me pregunt o si lo decía tan en serio
como me lo tomé. Pero parece tranquila y contenta, así que supongo
que habla y no piensa gran parte de ello. Aun así, me recuerda que con
uno de los “locos” se está refiriendo a mi madre y lo que una de las
“locuras” a las que se refiere fue el asesinato de sus padres, lo que la
llevó a pasar la mayor parte de su infancia en hogares de acogida, que
la llevó a Preston y su mal estado de vida. Todo por culpa de mi madre y
de un tipo desconocido.
Ryler gira en su asiento para mirarnos y le hace señas de algo a
Violet, algo divertido supongo con la forma en que se ríe ella.
Violet se encoge de hombros. —Los cuchillos no dan miedo.
Puedes correr.
Las cejas de Ryler se arquean mientras descansa su brazo en el
respaldo del asiento, haciendo señas.
—Suena como que está hablando la experiencia, ¿eh? —Violet le
hace guiños a Ryler. Entonces se encoge de hombros otra vez, sin estar
dispuesta a divulgar cualquier cosa de su pasado, algo a lo que estoy
acostumbrado. Pero sé lo suficiente sobre ella y que tuvo una infancia
de mierda, así que no me sorprendería si saliera corriendo de alguien
con un cuchillo. Joder, ¿y si fuera mi madre? Nunca supe los detalles de
lo sucedido exactamente esa noche.
—Eres una chica bastante dura —comenta Cole y luego me
mira—. Ya sabes, podríamos usarla esta noche…
—No —le digo bruscamente—. Ella no está aquí para participar en
esto.
—Bueno, está aquí —dice Cole, un poco molesto—. Así que,
técnicamente ya está involucrada.
—Está aquí solo para ver —reafirmo, cerrando mis manos en
puños—. Ninguna otra cosa.
Los ojos de Violet están en mí, no es necesariamente evidente,
pero no se ve feliz. —¿Qué pasa contigo y el asunto de protección? —
dice en voz baja, pero Ryler todavía la escucha y detecta una pelea,
así que se da vuelta en su asiento y procede a fumar.
—Es que no quiero que te lastimes —le digo con un encogimiento
de hombros—. No es que esto sea una jodida nueva revelación. Era
igual cuando estábamos... —Quiero decir saliendo, pero ¿salíamos
oficialmente? Sí, salimos en una o dos citas, pero nuestra relación fue
muy breve, demasiado breve.
—No necesito protección —dice en un tono firme—. Y si hay
alguna manera de que pueda ayudar, entonces quiero. Confía en mí,
la manipulación es mi don.
—No quiero ser el Preston en tu vida —enuncio en voz tan baja
que apenas se oye. Ella inhala lentamente, mientras que su mano se
pasea de forma distraída a los moretones en sus piernas, casi
confirmando mis sospechas de que el hijo de puta fue el causante. Me
hace enfurecer nuevamente como cuando Preston la besó en el
estacionamiento de la universidad, mi ira me ciega hasta el punto de
que si Preston estuviera cerca, haría algo irracional y probablemente
irreversible y ni siquiera lo pensaría dos veces. Recuerdo cuando mi
mejor amigo Kayden Owens golpeó a este tipo Cameron —el mismo
hombre que violó a mi hermana, Amy, justo antes de que se suicidara
saltando de un tejado—, porque él había herido a su novia, Callie, quizá
en la misma forma en que lastimó a mi hermana. En ese momento, en
cierto modo entendí por qué lo hizo, proteger a las personas que te
importan. Pero él solo había estado con Callie por un tiempo así que
todavía había algo de confusión de cómo podría ser tan apasionado
en defenderla. Pero lo entiendo ahora, lo que hizo, cómo la rabia
puede consumir hasta el punto que no se puede ver o pensar con
claridad, si te importa mucho alguien. Golpearía a Cameron hasta
dejarlo como un saco de mierda también, si alguna vez lo encontrara;
por Amy. Y me molesta Preston, igual o más por lo que le ha hecho a
Violet. Porque me importa mucho Violet, de una manera que arruinaría
mi propia vida si eso significara que tendría que llevar el dolor para que
ella no lo llevara.
Siento una revelación en ese momento, una que no vi venir y no
sé si estoy listo para aceptarlo. Se estrella contra mí como un camión,
me deja sin aliento, y hace que me duela el corazón de una manera
muy poco familiar.
Me preocupo por Violet más que por mí mismo.
Tal vez incluso... ¿la amo?
Joder, ¿est oy enamorado? No, no hay manera. Ni siquiera sé qué
es el amor.
—No eres como Preston. —Violet interrumpe mis pensamientos en
pánico, y su mano cubre la contusión en su pierna—. Quiero ayudar si
hay una manera. No me estás obligando a hacer nada, estoy eligiendo
hacerlo.
Quiero preguntarle qué la obligó a hacer para provocarle esos
moretones, pero incluso si fuera a abrirse y me lo dijera, no quiero que
sea en el coche con Ryler y mi tío fingiendo que no están escuchando
mientras me vuelvo loco y probablemente pierda el control en la peor
manera posible.
—Ella podría ser una buena distracción, Luke —interrumpe Cole
mientras hace un giro a la derecha de la autopista, hasta una rampa
de salida—. Es una chica hermosa, y lo digo en el buen sentido, sin
flirteo. —Eso me molesta demasiado en este momento y sé que él lo
puede notar, pero no le importa.
—¿Qué es lo que estás pensando? —Violet se escabulle hacia
adelante y cruza los brazos sobre el respaldo del asiento. Su cabello se
mueve así que puedo ver su nuca y el dragón, junto con los tatuajes de
estrellas, los que representan la muerte de su padre. No sé por qué lo
hago, pero me encuentro poniendo mi dedo en uno de ellos y trazo el
patrón. Ella salta por el contacto, pero no dice nada.
—Hay un chico, Catterson, que es un imbécil total cuando se trata
de mujeres, pero bueno con las cart as —explica Cole mientras pone la
luz intermitente—. Si te sientas cerca de él y tratas de conseguir que sus
apuestas sean altas, podría ayudar a terminar el juego más rápido y nos
dará una mejor oportunidad de salir de allí sin ningún problema.
—¿Qué tan peligroso es esto? —pregunta con cautela—. Quiero
decir, ¿de qué problemas estás hablando? ¿Cómo el tipo de problemas
de “no vuelvas aquí si te pillamos haciendo trampa” o el tipo de “no vas
a salir de aquí si te pillamos haciendo trampa”?
—Tal vez deberías preguntárselo a Luke —dice Cole, mirándome
por encima del hombro.
Violet me enfrenta, mordiéndose el labio inferior, que se halla
manchado con lápiz labial rojo, lo suficiente tentador como para
morder. —¿Qué tan malo es este lugar? ¿Es peor o mejor que donde
Geraldson?
Suavemente trazo su nuca. —Es peor —respondo, y su cuerpo se
pone rígido.
Pero ella sacude rápidamente su malestar, poniendo sus manos
sobre mis hombros y la boca al lado de mi oreja. —¿Estás seguro de que
quieres hacer esto? —susurra en mi oído—. Todavía tengo algo de la
hierba de Preston conmigo. No es de nueve mil dólares pero vale la
pena; podría ser un comienzo.
—No, nada de tráfico de drogas. —Mi mano encuentra su cintura
y mis dedos se envuelven a su alrededor mientras la acerco más, casi
cerrando los ojos al sentir su calor. A pesar de la mierda con mi madre,
aun así soy malo para ella. Tenerla aquí, lista para ayudar con esto, es
estúpido, soy estúpido—. Dios, desearía que nos hubiéramos reunido en
circunstancias diferentes... Te echo de menos, pero sé que no puedo
tenerte... —No quise decir la última parte en voz alta, de alguna manera
simplemente se me escapó y no hay forma de retractarme.
Espero que ella se aparte pero, sorprendentemente, no lo hace.
En cambio, presiona un suave beso en la punta del lóbulo de mi oreja.
—Voy a ayudar —dice, a continuación, se da la vuelta en el asiento,
lista para ponerse en peligro, todo por culpa de mi idiotez—. Entonces,
¿qué debo saber acerca de este tipo Catterson?
10
Traducido por Vane hearts & perpi27
Corregido por Laurita PI

Violet
Que comience la jodida adicción a la adrenalina.
Podía asegurar que Luke no quería que me involucrara, pero
después de estar con él como estuvimos en la habitación, tengo una
necesidad desesperada de algún tiempo sin emociones, ya que las
navajas y púas llegan en oleadas mientras lucho para mantener a raya
mis emociones hacia Luke. Por lo que aprovecho la oportunidad para
distraerme con Catterson, que resulta ser un viejo pervertido de treinta y
tanto años, a quien le gustan las camisetas y huele a marihuana. Jesús,
¿qué me pasa con este tipo de hombres? Es como si los atrajera hacia
mí, como una llama atrae a una polilla.
Aun así, como si fuera una profesional, le consigo un par de copas
y termino sentada junto a él en El Depósito, que resulta ser exactamente
lo que parece, un depósito lleno de cajas, pero qué contienen no tengo
ni idea. Hay cinco mesas que tienen cinco jugadores en cada una, en
su mayoría hombres, aunque hay un par de mujeres jugando. Se oye
suavemente algo de rock clásico, el dinero es desechado a diestra y
siniestra, el humo circula en el aire, y se distribuyen bebidas, muchas de
ellas consumidas por mí. Ni siquiera estoy segura de por qué bebo. Solo
planeé tener una pero luego me sentí relajada y una se convirtió en otra
y otra y bien… ya se habrán hecho una imagen.
—Entonces, ¿qué piensas, cariño? —Catterson coloca una mano
sobre mi rodilla descubierta justo en la cima de uno de los moretones y
tengo que luchar contra el impulso de empujarlo y abofetear su rostro—.
Debería ir a lo grande o jugar a lo seguro.
Lo deslumbro con mi sonrisa que dice: “no soy tan bonita e
inocente”. —¿Cuál es ese dicho... hazlo a lo grande o no lo hagas?
—Me gusta tu forma de pensar. —Me guiña un ojo, mientras
realiza su ridícula apuesta y me obligo a reír mientras giro un mechón de
mi cabello alrededor de mi dedo. Mientras espera a que el resto se
retire, haga una apuesta igual, o la aumente, se inclina hacia mí y dice
en voz baja—: Eres legal, ¿no es así?
Maldit o idiot a. —Por supuesto —digo con otra risita—. ¿En serio
parezco tan joven para ti?
Se inclina hacia atrás y deja que sus ojos pervertidos se desplacen
perezosamente por mi cuerpo, deteniéndose un largo tiempo donde mi
vestido empieza a cubrir mis piernas. —Te ves tan bien como el infierno
—lo dice como si fuera un cumplido, como si el infierno fuera un buen
lugar y eso me hará una chica tonta que se desfallece en sus brazos; y
una que usa la palabra desfallecimiento.
—Gracias —digo como una cabeza hueca. Jesús, todo lo que
necesito es un chicle y estoy a un paso de ser una chica sin cerebro.
Empuja mi bebida a medio consumir en mi dirección, un vodka
con arándanos. —Bebe, hermosa.
Sé que piensa que me voy a poner muy borracha, ir a casa con
él, y enloquecer. Ya estoy llegando a la parte de emborracharme, por
lo que mi malicia empieza a salir, con garras y todo... oh, garras... y la
piel de Luke... Sacudo la neblina en mi cabeza. Concént rat e. Violet . Y
deja de beber t ant o.
Catterson me continúa sonriendo y debo obligarme a devolverle
la sonrisa. No hay manera de que me vaya casa con este tipo. Tengo
mis ojos puestos en el sexy chico fumador sentado al otro lado de la
mesa, con intensos ojos marrones, cabello suave, que huele de forma
familiar y es todo lo que deseo tener, pero me asusta tomarlo, debido a
lo que significará: enfrentar mis emociones. Pero en serio, si no hubiera
tanta maldita gente alrededor en este momento, me arrastraría sobre la
mesa y lo atacaría... rasgaría su ropa y lo mordería, lo lamería, le haría
todo t ipo de cosas malas...
Esa idea me hace bajar la mirada a mi vaso, preguntándome
cuánto he bebido. Está vacío. Mierda, no puedo ni siquiera recordar
terminarlo... y es mi quinto, sexto... ¿octavo? Maldita sea, esto es malo.
La Violet borracha es imprudente, salvaje, impulsiva. Puede salirse de
control fácilmente, peor que la Violet sobria. Debería levantarme e ir a
dormir en el coche... sí, haré eso, justo después de tomarme otro trago
con como sea que se llame.
—Hasta el fondo —dice mientras me entrega un v aso lleno de un
líquido negro con aroma a alcohol, tal vez licor. Entonces levanta su
vaso y bebe toda la cosa de un solo trago.
Pongo el borde del vaso en mi boca y bebo de un solo trago,
lamiendo mis labios y dejando el vaso vacío sobre la mesa como si fuera
algún tipo de fantástica bebedora. Pero no lo soy y me arrepiento al
instante cuando se me revuelve el estómago. El vómito quema en la
parte posterior de mi garganta... Creo que voy a vomitar. No, no hagas
eso. Trágalo.
—¿Vas a estar bien? —pregunta Catterson, poniendo su mano en
mi hombro para estabilizarme mientras empiezo a inclinarme hacia un
lado en la silla.
Hago que mis malditos labios se curven hacia arriba, forzándome
a tragarlo; sé fuert e Violet . Sé esa que vende drogas y deslumbra a los
clientes. —Estoy bien —le digo, tratando de sonreír de nuevo, a lo que él
corresponde con gusto.
—Un poco fuerte para ti, ¿eh? —pregunta y luego no espera mi
respuesta—. Está bien. Te conseguiremos una de esas bebidas frutales —
dice y tengo que resistir la tentación de dejar libre a mi boca listilla.
Sonriendo, se gira hacia sus cartas, perdiendo la mano y maldiciendo
en voz baja, pero cuando me mira, simplemente dice—: A veces se
gana, a veces se pierde.
—Tengo la sensación de que vas a tener suerte en la próxima
mano. —Le guiño un ojo y dejo que mis dedos se desvíen al escote de
mi camisa. Dios, soy buena, pienso al ver el bulto en sus pantalones
—Eso espero —dice, ajustándose a sí mismo mientras recoge sus
cartas recién repartidas y las observa con una mirada seria.
Aprovecho la oportunidad para echar otro vist azo a Luke sentado
frente a mí. Su tío y su primo están esparcidos en diferentes mesas. En el
coche explicaron que no tenía sentido jugar uno contra el otro, sobre
todo cuando todos están haciendo trampa. Evidentemente, el engaño
es una cosa de familia o algo así, por lo menos en el lado de su padre.
Aunque Ryler no parecía estar a gusto. De hecho, se comportaba como
si estuviera aquí solo por su padre.
Luke ha estado tranquilo durante el juego, bebiendo a sorbos de
su ron y fumando sus cigarrillos, con bastante frecuencia. Lo conozco lo
suficientemente bien como para saber que está haciendo trampa, pero
no sé con que manos está engañando, lo cual es quizás algo bueno.
Mientras continúo mirándolo abiertamente, evalúa sus cartas en
tanto las ofertas se realizan en la mesa. Cuando es su turno, pone cerca
de doscientas fichas, luego se acomoda en su silla, pareciendo relajado
mientras el distribuidor da vuelta una carta. Manteniendo sus cartas en
una mano, toma un largo sorbo de su bebida, luego una calada a su
cigarrillo, al parecer ajeno a mis excesivas miradas embobadas. O al
menos eso es lo que creo hasta que me mira por encima de sus cartas,
sus labios se arquean mientras me guiña un ojo, y me pregunto si era él
consciente todo el tiempo. Eso hace que pequeñas mariposas bailen en
mi estómago, lo que nunca ha sucedido antes. Por otra parte, podría ser
que el licor y el vodka lo estén haciendo, no las mariposas. Oh, a quién
demonios le importa cuál sea. Lo quiero. Ni siquiera me importa estar
borracha. Necesito hacer algo imprudente esta noche para calmar
toda esta energía dentro de mí y ahora quiero que sea algo con él,
después de todo es la causa de la energía.
Que el juego t ermine pronto, por favor. Mis muslos est án ardiendo.
Aprieto las piernas y trato de ser tan paciente como es posible,
mientras miro cómo los jugadores disminuyen alrededor de la mesa, sin
dejar de ser encantadora con Catterson. Finalmente, la maldita partida
llega a su fin, Luke gana más de nueve mil dólares, mientras que su tío y
Ryler pierden todo su dinero. Bueno, al menos eso es lo que parece.
Pero los escuché en el coche. Cole y Ryler perderían para no hacerlo
parecer tan sospechoso y a cambio Luke le da a cada uno un tercio,
por lo que técnicamente solo tiene tres mil dólares. Me pregunto si será
capaz de hacer lo suficiente y que le pasaría si no es así. Siendo realista
y conociendo algo sobre el mundo de Geraldson, tengo dos buenas
ideas: 1) Luke conseguirá que lo golpeen, bastante mal. No estoy segura
de si lo matarán, pero de solo pensarlo me duele el estómago. O 2) Luke
terminará no volviendo a Laramie, decidiendo que es mejor mantenerse
alejado que regresar al riesgo. Esa opción, sorprendentemente, hace
que también me duela el estómago.
—¿A dónde te diriges ahora, chica hermosa y sexy? —pregunta
Catterson, el sonido de su voz me regresa a la fuerza a la realidad. Me di
cuenta de que perdí un poco de tiempo mientras estaba en las nubes.
Todo el mundo ha comenzado a retirarse y Cat terson me está mirando,
expectante, como si estuviera a punto de follarlo aquí mismo—. ¿Te vas
a ir o quieres ir al cuarto de atrás conmigo? Porque me encantaría ver
ese buen culo tuyo en mis manos.
Hay tantas cosas que quiero decirle a este tipo. Para empezar,
preguntarle si esa frase ridícula ha funcionado alguna vez. Pero sé que
tengo que mantener la boca cerrada y decir lo correcto, de lo contrario
seré arrestada.
No conozco que es el cuarto de atrás, pero tengo algunas ideas.
Recordando la época en que vivía en las calles, terminé colándome en
un club de striptease con un tipo que dijo que podíamos conseguir
algunas cervezas en el cuarto de atrás, porque era accesible sin que
fuéramos vistos. Resultó que el cuarto de atrás no tenía cerveza, sino
mujeres desnudas dando mamadas y bailes de regazo. Sí, que manera
de despertar a mi sexualidad.
—Ella en realidad consiguió un avent ón con nosot ros. —Ryler
aparece a mi lado y pone causalmente un brazo a mi alrededor, como
un caballero con armadura brillante, mientras habla con el lenguaje de
señas—. Debo asegurarme de que llegue a casa a salvo.
Catterson mira desde Ryler hacia mí y le doy mi mejor sonrisa,
como diciendo: “lo siento mucho, pero esta vez no”. —¿Qué dice? —
pregunta confundido.
—Dice que debe llevarme a casa a salvo —le digo, dándole mi
mejor mirada que expresa: “lo siento mucho pero no podemos follar”.
—¿Eres familiar de ella? —le pregunta a Ryler con una mirada
dudosa, como si no pudiera ver el parecido familiar.
—Primos —articula Ryler, dándome est e extraño abrazo de lado
antes de llevarme con él a través del cuarto, más allá de las mesas, y
hacia las puertas de salida, despidiéndose de Catterson con la mano
antes de abrir la puerta y luego salir.
—Asombroso, gracias, primo —digo con una sonrisa sarcástica al
tiempo que salgo al oscuro estacionamiento y al sobrecalentado aire
del desierto. La calle está un poco lejos, pero bastante vacía, la ciudad
en la distancia es un grupo de brillantes luces que baila contra la noche.
Ryler sonríe mientras deja que la puerta se cierre detrás, luego
mueve sus manos frente a él, haciendo señas: —Oye, era mejor que
dejar que le des una explicación de por qué coquet east e con él t oda la
noche, pero no vas a dejar que t e folle en el cuart o de at rás.
—Oye, tal vez quería que me folle en el cuarto de atrás —declaro,
elevando las cejas mientras camino hacia atrás, enfrentándolo. Me
estoy poniendo más enérgica por segundo y crece la necesidad de
que Luke salga aquí pronto, de lo contrario voy a terminar haciendo
algo estúpido.
Ryler se detiene en la mitad del estacionamiento; la confusión
enmascara su rostro mientras comienza a jugar con su piercing en la
ceja. ¿No est ás con Luke?
Me detengo y pongo mis manos en las caderas. —¿Parece que
estoy con Luke? —Estoy muy locuaz, porque todo lo que quiero hacer
ahora es estar con Luke.
—No t engo ni idea. —Masajea su nuca. De alguna manera, me
recuerda a Luke, un poco inquieto cuando soy cortante, pero no tanto
como para dejar el tema. También es de aspecto duro como Luke,
sobre todo por los ojos, y el piercing y los tatuajes le añaden a la
intensidad. Pero si es para hacerse notar o no, quién sabe—. Pero
pareciera que sí. —Hace una pausa, esperando mi respuesta, pero
todavía no tengo una para darle porque estoy tratando de averiguarla
yo misma.
—¿Dónde está Luke? —Examino el estacionamiento, y mis ojos
aterrizan en el Dodge Challenger de color púrpura oscuro en el que
vinimos, estacionado en la parte trasera, completamente vacío por el
momento. La situación podría ser peligrosa, una chica y un chico que
parece muy fuerte, solos, sin nadie que pueda escucharla gritar. Sin
embargo, mi enferma obsesión de caminar por la línea entre la vida y la
muerte me impulsa hacia adelante, en lugar de regresar hacia la luz
que viene desde El Depósito.
Ryler comienza a ir al coche conmigo, balanceando las llaves del
auto alrededor de su dedo. —Fue a conseguir dinero en efect ivo. —
Libera el cerrojo de la puerta, la abre, luego tira el asiento hacia
adelante para que yo pueda entrar en la parte de atrás—. Mi papá fue
con él solo para asegurarse de que no haya ningún problema.
Lo apunto con un dedo y bajo mi cabeza para entrar al coche. —
Una vez más, parece muy de mafiosos. —Salto al asiento trasero, con
poca gracia y sin refinamiento, probablemente dándole un destello al
primo de Luke de mis partes femeninas dado que olvidé empacar ropa
interior, por lo que estoy sin ella. Me importaría, pero estoy demasiado
borracha para que me preocupe, y si Ryler vio, es suficiente caballero
para no decir nada, y colocar silenciosamente el asiento del conductor
en su lugar, antes de sentarse allí con la puerta abierta, y con los pies
apoyados fuera, en el suelo.
Acerca un cigarrillo a su boca y lo prende, inhalando hondo al
tiempo que arranca el motor. Enciende el equipo de música y “Red
Light Pledge” de Silverstein fluye desde los altavoces. Pareces una chica
muy int eresant e. Pasa el pulgar por el extremo del cigarrillo y pequeñas
piezas de ceniza danzan a través del aire.
—¿Interesante? —Apoyo mis brazos en la parte trasera del asiento
mientras él se sienta y se posa en el volante para mirarme—. Esa es una
buena manera de decir que soy un bicho raro. Pero está bien. Me han
dicho cosas peores.
—Y mejor un bicho raro que ordinario, ¿no?
—Exact o. —Inclino mi cabeza hacia un lado y lo evalúo más.
Parece ser el tipo de persona con el que podría potencialmente follar y
en el pasado, estando así de borracha y aburrida, podría haberle dado
una oportunidad. Puede ser más fácil que meterme con Luke, lo que va
a pasar si todo va como quiero, pero incluso a través del vodka y licor,
las emociones que he estado tratando de no reconocer toda la noche,
puedo sentirlas yendo hacia Luke. Y es terrible pensar en lo que podrían
significar.
—¿Te importa si me das uno? —Asiento hacia el cigarrillo en su
mano.
Su ceja se levanta. —¿Fumas? —Cuestiona, tal vez porque he
estado alrededor de fumadores toda la noche y no he fumado uno
solo.
Y generalmente no fumo, pero esta noche voy a ser alguien
diferente. —Sí. —Hola, mundo, conoce a la borracha y fumadora Violet.
Se encoge de hombros, luego toma el paquete de su bolsillo y me
da un cigarrillo y el encendedor. Lo enciendo, sin ahogarme con el
humo porque he fumado en el pasado, en circunstancias muy extrañas
donde alguien que se hizo cargo de mí un t iempo me hacía encenderlo
por ella cuando estaba haciendo cosas como cocinar y no tenía manos
libres.
—¿Qué tan bien conoces a Luke? —pregunto con curiosidad en
tanto tomo una calada y el humo llena mis pulmones.
Ryler sacude su cigarrillo, haciendo que las cenizas cayeran sobre
la grava cercana. —No muy bien. Lo conocí cuando se quedó con mi
papá hace un par de veranos, pero eso es t odo. La verdad, apenas he
vist o a mi papá, hast a hace un par de años. —Pone el cigarrillo en sus
labios y aspira hondo, tratando de ocultar su malestar con el tema. ¿Y
t ú?, articula, con humo saliendo de sus labios.
—¿Qué tan bien conozco a Luke? —pregunto y asiente. Vacilo, sin
saber cómo responder porque parece que conozco bien a Luke, pero
al mismo tiempo no—. Todavía estoy t ratando de descifrar eso —digo
sinceramente.
—¿Y t ú?
—¿Yo qué? —¿No ha hecho ya esa pregunt a? O est oy perdiendo
la noción del t iempo de nuevo.
—Apenas t e conozco. —Su actitud se está dirigiendo hacia la
coquetería, lo que estaría bien si no fuera por Luke. Jesús, ¿por qué los
chicos y chicas no pueden ser solo amigos?
—Soy una persona bastante aburrida —digo, y luego me inclino
hacia delante sobre el asiento con una mirada sarcástica en mi cara—.
Y si te dijera algo sobre mí, entonces tendría que matarte.
Me da una mirada en blanco, tratando de no reírse. —Como he
dicho, int eresant e.
Me siento y tomo una bocanada de mi cigarrillo. —E iba a decir lo
mismo de ti, hasta que empezaste a coquetear conmigo.
—Oye, no se puede culpar a un hombre por int ent arlo. —Presiona
su mano sobre su corazón y se sienta con la espalda derecha en el
asiento—. Además, si t an solo hubieras dicho que est abas con Luke,
ent onces t e habría dejado en paz.
Oh, lo entiendo ahora. Está tratando de conseguir que lo admita.
Estoy a punto de admitirlo; está en la punta de mi lengua, aunque no sé
si es la verdad, pero entonces Luke y Cole aparecen y me interrumpen
antes de que pueda decirlo. Pero la revelación en sí eleva el pánico en
mi pecho y la necesidad de hacer algo loco presiona mis pulmones y
me ahoga.
—Salvada por el cuest ionable novio. —Ryler me da un guiño,
luego sale del asiento del conductor y pasa por el frente del carro hacia
el puesto del pasajero, mientras que Cole voltea el asiento hacia
adelante y Luke sube a mi lado
Tan pronto como se acomoda, le da una mirada al cigarrillo en mi
mano y frunce el ceño. —¿Qué demonios estás haciendo?
Pestañeo inocentemente y le extiendo el cigarrillo. —Lo encendí
solo para ti.
Me mira con escepticismo. —Sí, claro. Y fumaste la mitad. —Lo
alcanza para ponerme a prueba, pero muevo mi mano a un lado.
—De ninguna manera. —Pongo el resto en mi boca y dejo que el
humo sofoque mis pulmones—. Es mío ahora. Vas a tener que luchar
contra mí para conseguirlo —digo mientras Cole arranca el auto y luego
sale del estacionamiento.
Luke le da una mirada a Cole, después a Ryler, y luego niega con
la cabeza, conteniendo una carcajada. —¿Cuánto tomaste? —me
pregunta en voz baja.
Me encojo de hombros, mirando a los borrones de colores pasar
volando por la ventana mientras conducimos por la carretera hacia la
autopista que nos llevará de vuelta a la ciudad. —Cinco, ocho, once. —
Levanto mis dedos, tratando de mostrar la cantidad, pero once resulta
ser un problema—. Oye, solo hacía mi trabajo. No fue mi culpa que el
chico Catterson siguiera ofreciéndome bebidas.
—Hiciste un buen trabajo —comenta Cole, haciendo un giro
hacia la autopista—. Pero vamos a tener que hallar un nuevo trabajo
para ti mañana, para lo que los jefes no te pesquen.
—Bueno, al principio bromeaba sobre la mafia, pero ahora tengo
que saber. —Me inclino hacia delante para sacar la mano por la
ventana y botar la ceniza del cigarrillo.
—No hay mafiosos, solo apostadores difíciles que no aceptan la
mierda de nadie —dice Cole, poniendo un cigarrillo entre sus labios y
ahuecando la mano a su alrededor para encenderlo.
Después de ese comentario, él y su hijo comienzan a tener una
conversación sobre el juego, Ryler hace señas todo el tiempo y parece
muy molesto con su padre por algo. Me distraigo lo suficiente para
enfocar toda mi atención en Luke mientras una oscuridad en mi pecho
comienza a moverse, y una borracha Violet está cada vez más inquieta.
Siempre buscando problemas, es una de las cosas que solía decir mi
madre adoptiva. Incont rolable. Podría no haber t enido razón en ese
momento, pero ahora sí. Supongo que resulté ser exactamente como
ella pensaba; como todos pensaban. Pero eso no es en lo que quiero
concentrarme. Algo bueno. Quiero centrarme en algo bueno que está
sentado a mi lado.
Luke está mirando hacia el frente, con los brazos cruzados y sus
músculos tensos, con la cara pensativa, como si estuviera meditando
alguna teoría complicada de la naturaleza humana y cómo llegamos a
ser de la manera que somos, qué nos forja en las personas que somos.
Niego. Dios, creo que pienso algunas cosas ext rañas cuando
est oy borracha.
Luke. Concént rat e en Luke.
Está sentado cerca de mí, pero no lo suficiente, por lo que me
aproximo y él sacude la cabeza, en tanto sus labios amenazan con
levantarse. —Tienes esa mirada en tu cara —dice, girando su cabeza
hacia mí—. Sé que es la que tienes cuando deseas problemas.
—Tú me conoces mejor de lo que pensaba —digo francamente,
sin ser capaz de ver muy claramente mientras que el alcohol hace girar
mi cerebro.
Su mirada busca la mía confusamente. —¿Yo?
Asiento deliberadamente, y un fuego se enciende en mi pecho
basado en la lujuria. —Y apuesto que puedes adivinar lo que pienso
ahora. —Muevo la mano por el frente de mi cuerpo, mordiéndome el
labio mientras me toco.
Aspira lentament e y poco a poco exhala, pronunciando las
palabras: ¡Guau! Pero no habla en voz alta, solo envuelve sus dedos
alrededor de mi muñeca, trae mi mano a su boca, y pone sus labios
alrededor del cigarrillo que estoy sosteniendo. Me hace pensar en su
lengua y lo bien que se sentía cuando me lamió más temprano en el
dormitorio.
Después de darle una calada de mi cigarrillo, me deja tenerlo de
nuevo, entonces dice—: Estás pensando en lo maravilloso que soy por
haber ganado tres de los grandes esta noche.
—A pesar de que es impresionante, no estoy pensando en eso. —
Niego, sintiendo la electricidad en el aire, fuera de control, como a mí
me gusta. Entonces pongo el cigarrillo en mis labios, no porque quiero
fumar, sino porque quiero tomarle el pelo como lo hizo conmigo. Le doy
una buena y larga chupada, sintiendo un destello de pánico cuando
imagino la cara de Preston, el aspecto que tenía just o antes de que me
empujara, poniéndome de rodillas, cachondo no solo por conseguir una
mamada, sino también por el dolor y la falta de deseo en mi expresión.
Pero rápidamente alejo esas imágenes mentales que son absorbidas
por el vodka que arden en mis venas, nublando mi mente y juicio—.
Adivina una vez más —le digo mientras exhalo una nube de humo.
Los ojos de Luke se oscurecen, sombras bajo la luz que fluye de las
farolas, casinos y el paisaje de afuera. Se acerca, presionando su rodilla
contra mi pierna mientras acuna mi mejilla con su mano y sumerge sus
labios a mi oído. La calidez de su aliento a ron acaricia mi piel y envía
calor a todo mi cuerpo. Segura. Sient o esa seguridad de nuevo.
—Pensabas en lo que te hice en el cuarto hace unas horas —dice
en mi oído, con voz baja y llena de deseo, su aliento caliente contra mi
piel. Muerta de calor… t engo mucho calor y no es por el desierto—. Y en
cuánto quieres que te lo haga otra vez, tal vez más lento esta vez y más
duradero... tomarme mi tiempo... —Tiene que estar borracho también y
dos cerebros borrachos en un Challenger toman decisiones ocasionales
sin ni siquiera pensar una vez en las consecuencias. Y provoca que el
adicto a la adrenalina casi caiga en un estado de euforia.
Una calma me vence y se instala en el interior de mi pecho, por lo
que dejo que mis manos vayan a la deriva hacia los vaqueros de Luke,
apoyándolas directamente encima de su polla. Ahí mismo, en el asiento
trasero del coche con su tío y su primo al alcance del oído. Y a cambio,
Luke suelta un gemido ronco que me da ganas de arrancarle la ropa y
arañarlo, como imaginaba haciéndolo en la mesa.
Pero cuando mis dedos comienzan a vagar encima de la camisa
de Luke y mis uñas rasguñan suavemente contra sus músculos magros,
su tío rompe el momento. —Está bien, ustedes dos, vamos a esperar
hasta que volvamos a la casa —dice, divertido—. Les prometo que no
está tan lejos.
No soy de las que se avergüenza, pero mis mejillas arden o el aire
se vuelve aún más caliente. Luke, sin embargo, se ve completamente
despreocupado mientras se recuesta en el asiento, poniendo sus manos
encima de las mías, así que están atrapadas debajo de su camisa, mis
palmas presionadas contra sus músculos y piel caliente. Entonces me
mira como si tuviera toda la intención de continuar esto al instante en
que entremos al cuarto. Solo espero que pueda estar lo suficientemente
borracha, que pueda llegar hasta el final de forma impasible, de lo
contrario voy a tener que encontrar otra alternativa para resolver las
emociones enterradas en mi interior, las que quieren salirse de mí, tanto
las viejas como las nuevas. Y me temo que una vez que las deje salir, no
voy a ser capaz de regresarlas.
11
Traducido por becky_abc2
Corregido por Daniela Agrafojo

Luke
¿Chico bueno? ¿Chico malo? ¿Qué clase de chico soy? Hace
unos meses, sabía la respuesta y me sentía bien. Mejor entenderse a sí
mismo que luego estar totalmente desorientado. No saberlo es difícil y
en este momento soy el más grande despistado idiota que hay. Porque
quiero follar a Violet . Quiero follarla duro hasta que grite mi nombre y
entierre sus uñas en mi piel, como lo hizo en el coche... Dios, eso hizo
que casi me viniera en mis pantalones, ahí mismo en la parte trasera del
coche.
La quiero más que a nada y necesito tomarla más que a nada.
Eso es lo que el diablo en mi hombro está susurrando. Pero en el hombro
opuesto, hay un angelito, bueno eso es lo que supongo, pero no puedo
estar seguro ya que nunca lo he oído antes. Pero me está diciendo que
Violet está borracha y herida, que casi parece que estuviera tratando
de ocultar su dolor al hacer cosas imprudentes que no necesariamente
haría cuando estaba sobria. Como venir conmigo aquí, estar conmigo,
deseándome. Me duele pensar en eso de esta manera, pero puedo
verlo en sus ojos, el mismo aspecto que tenía cuando corríamos de
Geraldson. Solo que esta vez yo soy su plataforma, su peligro.
Voy de un lado a otro todo el camino y llego a la decisión de ser
un buen chico, pero ella lo hace muy complicado cuando volvemos,
tropezamos en el dormitorio juntos y comienza a despojarse de su ropa
antes de que pueda llegar a cerrar la puerta. Está lo suficientemente
borracha para estar inestable sobre sus pies y descuidada con sus
movimientos, pero la forma en que sus ojos se mantienen enfocados en
mí es muy sexy. Primero el vestido, luego la prenda que lleva debajo del
vestido... y oh infiernos, no lleva ropa interior. Pero antes de que pueda
asimilarlo todo, se quita el sujetador. Juguetonamente, lo tira hacia mí y
termina golpeándome la cara. Lo atrapo, sacudiendo la cabeza, y una
sonrisa comienza a emerger, pero la visión de su cuerpo desnudo frente
a mí me hace tener que morderme el labio para reprimir un gemido.
—Estás borracha. —Dejo caer el sujetador al suelo, incapaz de
apartar los ojos de sus largas y delgadas piernas, su tatuado y plano
estómago, sus pezones turgentes.
—¿Y qué? Tú también lo estás. —Camina hacia atrás hasta que
sus piernas rozan la cama, y luego se deja caer sobre el colchón,
doblando un dedo para que la siga, esperando que vaya con ella. Y
deseo hacerlo, pero tengo que ser una buena persona, incluso si es solo
una vez en mi vida.
—Siempre estoy borracho —admito sinceramente, mientras cruzo
despacio la habitación hacia ella—. Por otro lado, por lo general tú no
lo estás. —Me detengo justo delante de la cama, donde cuelgan sus
piernas—. De hecho, solo te he visto borracha una vez.
Me da una mirada en blanco. —¿Me puedes decir en serio que
nunca has dormido con una chica que estaba borracha antes?
Sacudo la cabeza. —Pero tú eres diferente. —Extiendo la mano y
la pongo sobre su mejilla, tan intoxicado para que no me importe una
mierda lo emocional que estoy siendo—. Y no quiero dormir contigo solo
porque estás borracha y dolida por algo... quiero que signifique algo...
para los dos. —Suspiro; mi pene está muy enojado conmigo—. Pero si
quieres hablar, podemos hacerlo. De hecho, me gustaría eso.
Ella deja escapar una risa aguda. —No quiero hablar. —Se aleja
de mi mano, su expresión se endurece y se llena de pánico—. ¿Por qué
estás tratando de ser todo caballeroso, cuando hace unas horas te
encontrabas listo para follarme?
—Porque, más temprano, me vi envuelto en el momento —le
digo, dejando que mi mano caiga a mi lado—. Y no estoy diciendo que
no te deseo. Créeme, te quiero, pero he estado pensando —tomo una
respiración profunda y la dejo escapar lentamente antes de sentarme
en la cama junto a ella—, en cómo en realidad no hemos hablado de
nada. Y sé que no quieres hacerlo, lo cual está bien, pero no creo que
debamos dormir juntos. No hasta que hayamos enfrentado las cosas
entre nosotros. —Dios, est o es una primicia para mí. Una chica desnuda
frente a mí, con las piernas abiertas, y no estoy dispuesto a empujar mi
polla dentro de ella.
Espero que se enoje conmigo, pero en lugar de eso, comienza a
respirar pesadamente, como si estuviera luchando para conseguir que
entre aire a sus pulmones y su mirada barre la sala, como si buscara una
forma de salir, y ese frenesí de pánico se apodera del aspecto borracho
en sus ojos. No estoy seguro de dónde salió de esa manera tan abrupta,
pero sé lo suficiente sobre ataques de pánico para reconocer que está
a punto de tener uno.
—Violet, relájate. —Pongo una mano en su rodilla, tratando de
conseguir que me vea—. No voy a ninguna parte y no voy a hacer que
hables de nada que no deseas.
Aún respirando erráticamente, baja la mirada hacia mi mano en
su rodilla y luego arranca su pierna lejos de mí. —No me toques. —Salta
de la cama y toma la ropa sobre el suelo, tirando de ella por encima de
su cabeza. Luego camina hacia la puerta, list a para irse. Me levanto
para agarrarla, aunque sé que no es una buena idea tocarla cuando
está en este estado. Pero no voy a dejar que se vaya por ahí con ese
pedazo de tela que apenas cubre su culo y muestra el contorno de sus
pezones.
—Por favor, cálmate. —Me detengo cuando sus ojos se centran
en mí, y un pánico salvaje fluye de ellos. Pongo mis manos en alto,
haciéndole saber que no voy a tocarla—. Creo que estás teniendo un
ataque de pánico.
—No, claro que no. —Terror llena su expresión mientras mira de mí
hacia la puerta y luego su mirada aterriza en la ventana. Sin decir una
palabra, va rápidamente hacia allí y la abre, dejando entrar una brisa
caliente.
—Maldita sea, Violet, detente. —Corro hacia ella, enganchando
su brazo antes de que pueda saltar por la ventana, entrando en pánico
al pensar en Amy. Estamos en el segundo piso y aunque podría estar
bien si salta, no voy a correr ese riesgo—. Si te vistes, entonces voy a
dejarte ir por la puerta... Simplemente no quiero que salgas vestida de
esa manera.
—Déjame ir. —Aleja su brazo de mí, mirándome—. No se trata de
eso. —Luego balancea sus piernas por la ventana, pero agarro la parte
de atrás de su vestido y la jalo hacia mí. Lucha, moviendo sus brazos y
piernas, retorciendo su cuerpo mientras la rodeo con mis brazos y la jalo
contra mi cuerpo—. Déjame ir... déjame ir... —jadea, empujándome.
La meso hacia adelante y atrás, y beso su cabeza. —No, no hasta
que me digas lo que está pasando.
—Hay demasiado... —Su voz se quiebra y aunque no puedo ver su
cara, creo que está llorando—. Tengo que apagarlo... —Comienza a
masajear su pecho como si estuviera sensible—. Duele... —Otro jadeo,
luego otro.
La abrazo contra mí, tratando de averiguar qué acabo de
presenciar y cómo calmarla. No estoy seguro de si en serio iba a saltar o
si solo pensaba en ello, pero Jesús, ¿y si lo hacía? ¿Qué pasa si las cosas
están tan mal que está lista para soport ar el dolor ante todo lo demás?
—Por favor, déjame ir... —pide entre jadeos, rasgando mi corazón
por la mitad con la agonía en su voz—. Solo necesito sentarme en la
ventana por un momento... verlo... y voy a estar bien... —Trata de aspirar
el aire en sus pulmones, pero la ansiedad es demasiado grande y noto
que no está respirando muy bien.
Va a tener un colapso y sé que debo calmarla de alguna forma,
pero, sinceramente, no tengo idea de cómo. Cuando yo me ponía así,
bebía, jugaba temerariamente, o empezaba peleas. No quiero nada
de eso para ella, así que en vez de eso le doy la vuelta para que me
vea. Esta demasiado débil para luchar contra mí, demasiado centrada
en tratar de respirar. Las lágrimas manchan sus ojos verdes y su cara,
dejando rímel por sus mejillas mientras se niega a mirarme a los ojos.
—Violet, mírame —digo en voz baja pero firme. Estoy bastante
seguro de que nunca, nunca he usado ese tono. Acuno su cara con
una mano, mientras apoyo su peso en la otra. Cuando niega con la
cabeza, más lágrimas corren por su rostro, así que lo intento de nuevo
con la voz más suave que puedo convocar—. Bebé, mírame.
Sus párpados se agitan mientras levanta la cabeza, reflejando la
luz en sus pupilas brillantes. Pero hace contacto visual conmigo, lo que
es sorprendentemente intenso, teniendo en cuenta lo agotada que se
ve.
—No me quiero sentir así —susurra, mientras las lágrimas ruedan
por sus mejillas—. Quiero sentir algo más... no esto... no todo este dolor...
Ni siquiera sé de dónde vino. Un minuto estaba borracha y luego me
rechazaste y yo... —Su voz se desvanece, inhalando.
—Lo siento mucho, Violet. Por causarte dolor. —Dios, mátame.
Esto es demasiado. Demasiado insoportable, verla así.
—Deja de disculparte... Ni siquiera tu culpa... es de tu mamá... es
de Preston por obligarme a hacer todas esas cosas... Es mi maldita
culpa por no luchar más contra él... por volver... por no ser capaz de
dejar pasar las cosas... —Empieza a sollozar, lágrimas de borracha y me
pregunto si será capaz de recordar algo de esto en la mañana. Una
cosa es cierta, estoy seguro que yo lo haré, más que nada la parte
sobre Preston—. Si me hubieras dejado cerca de la ventana... —Inhala,
haciendo que el oxígeno entre en sus pulmones mientras abre los ojos
para mirarme de nuevo—. Solo déjame calmarme... eso será lo mejor. —
Su discurso es un poco confuso por el alcohol y parece que est uviera
luchando contra el agotamiento, tal vez debido al ataque de pánico.
Supongo que si se sintiera más alerta y sobria, entonces no me admitiría
esto abiertamente.
—¿Querías saltar por la ventana para sentirte mejor? —Me ahogo
con la idea de Violet haciéndose daño.
Niega con la cabeza. —No, solo quiero pensar en eso... Necesito
sentir la emoción, no esto. —Pone una mano en su pecho y presiona su
corazón como si est uviera dolorido—. Por favor, Luke, solo déjame ir y
todo estará bien.
Niego con la cabeza. —No, no puedo hacer eso... nunca... —Mi
voz sale forzada mientras nos pongo de pie a los dos y sostengo la
mayor parte de su peso. Luego, sin decir nada, la levanto y camino de
vuelta a la ventana, sin soltarla cuando la dejo en el suelo; ni siquiera
cuando se sube en el alféizar de la ventana y deja que sus piernas
cuelguen por el otro lado.
Comienza a tener sentido, poco a poco, pieza por pieza, cómo
Violet nunca parece comprender el peligro, al menos eso es lo que yo
pensaba. Pero ahora, sé que lo entiende, pero le da la bienvenida. De
hecho, parece tranquilizarla al igual que el alcohol y los juegos de azar
me tranquilizan a mí.
Después de lo que parece un millón de respiraciones profundas,
ella finalmente se relaja contra mí.
—No es lo mismo contigo sosteniéndome —murmura, pero no
trata de salirse de mis brazos ni decirme que la deje ir. Solo inclina su
cabeza contra mi pecho y yo apoyo mi mentón encima, abrazándola
fuerte, y rogando a Dios que no nos caigamos.
12
Traducido por Vani, Nora Maddox & Janira
Corregido por Eli Hart

Violet
Lo primero que viene a mi mente cuando me despierto es que
puedo recordar mi ataque de nervios. Justo en frente de Luke. Me
hallaba tan borracha que no me importó una mierda, incluso cuando
parecía que lo asustaba de muerte. Pero cuando llega la mañana, es
otra historia.
Cuando abro los ojos y siento el gran peso a mi lado, me doy
cuenta que es el brazo de Luke y que estamos acurrucados en la cama,
con nuestros cuerpos tan cerca uno del otro que no hay espacio para
nada más. Estoy presionada contra su parte más varonil, lo que me
honra con su erección mañanera. Tiene su cara pegada a mi nuca, su
cálido aliento acaricia mi piel y nuestras piernas están enredadas, el
bóxers que llevo puesto está muy arriba así que estoy apenas cubierta y
su mano descansa suavemente en mi costado. Su olor me abruma y lo
único que puedo pensar es: Por favor, congela est e moment o aquí y
nunca me dejes ir adelant e ni at rás.
Me sorprende lo feliz que me siento, sobre todo luego del drama
de anoche. Pero tal vez es la negación. No quiero admitir que estuve
tan destrozada que colapsé y él descubrió mi sucio secret it o. Dios sabe
todo lo que le dije... Me acuerdo de algunas cosas sobre el dolor... y
Preston... Demonios ¿le conté sobre los moretones y la mamada?
Pienso en levantar su brazo y escaparme antes de averiguarlo.
Encontrar la parada de autobús más cercana y volver a casa para
evitar una confrontación. Pero técnicamente no tengo casa, por lo que
solo sería remontarme a Laramie y tratar de encontrar un banco para
dormir hasta que pueda llegar a una situación de vida alternativa.
—¿Cómo te sientes? —La voz de Luke hace cosquillas a mi nuca
cuando presiona un suave beso en mi cuello, donde están mis tatuajes,
sorprendiéndome.
Mi cuerpo se retuerce cuando aleja mi cabello del hombro y
comienza a trazar suaves círculos con el dedo. —Bien, supongo —le
digo—. Tengo un poco de dolor de cabeza, pero nada que no curen un
par de analgésicos. —Me fuerzo a poner un tono ligero, esperando que
vaya a seguir el juego y finja, dejándome en mi tierra de simulaciones.
—¿Qué hay con las otras cosas? —Su mano se desliza lentamente
por mi hombro, por mi lado, entonces descansa en el lado de mi pierna,
tocándonos con la piel desnuda, su palma justo sobre los moretones.
Cierro los ojos y respiro hondo varias veces antes de que pueda
hablar. —No estoy segura de qué decir... Lo siento.
Su mano se tensa en mi pierna. —¿Por qué?
Abro los ojos y me quedo mirando la pared. —Por volverme toda
psicótica contigo ayer.
—No te volviste toda psicópata. Tuviste un maldito ataque de
pánico, lo que entiendo totalmente. Confía en mí. He tenido mi parte
justa de ellos. —Una pausa, y luego su mano se desliza de vuelta a mi
cuerpo y mi cuello, residiendo en la línea de mi mandíbula. Rueda mi
cabeza hacia él, obligándome a girar mi cuerpo, para que lo mire. Se
ve tan desgastado, los círculos bajo sus ojos aún más definidos y su piel
más pálida que de costumbre. Está sin camisa, la manta solo cubre su
mitad inferior para que pueda ver su pecho desnudo. Sigue en forma,
pero parece haber perdido algo de peso. Empieza a preocuparme,
como si tal vez no se estuviera cuidando lo suficiente con su diabetes
pero, ¿cómo puedo sacar el tema?—. Quiero que me digas lo que pasó
con Preston.
Niego con la cabeza, y mis labios t iemblan mientras los aprieto
con fuerza, débil con solo la mención de su nombre. —No puedo.
—Sé que es difícil —dice, extendiendo sus dedos por mi mejilla—.
Pero necesito que me digas... si te hizo daño entonces yo...
Cubro su boca con mi mano. —No quiero que lo lastimes —
declaro firmemente—. Y no porque me preocupe por él, sino porque no
quiero que t e lastimen. —Espero un minuto y luego bajo mi mano.
Aprieta los dientes con frustración. —Si te prometiera que no le
haría daño, ¿me dirías? —Parece que necesita una gran cantidad de
auto-control para decirlo.
¿Quiere que hable voluntariamente sobre mis problemas? Eso es
nuevo. —No me gusta hablar de las cosas en voz alta —admito—. ¿No
crees que sea mucho más fácil solo mantener las cosas reprimidas?
¿Sobre todo cuando eres la razón por la que ocurrió? Quiero decir, sería
bastante patético quejarme sobre lo ocurrido cuando fui directamente
a ello.
Considera lo que dije, y luego me aturde cuando veo un destello
de ira parpadear en sus ojos. —Solía pensar que era mejor mantener las
cosas reprimidas —dice—. Pero ya no estoy tan seguro. No desde que te
conocí... Y que corrieras, hacia Preston, eso no fue tu culpa. Sí, ojalá te
hubieras quedado... pero entiendo por qué te fuiste.
—Debería haber regresado después de que llamaste a la policía y
entregaste a tu mamá... las cosas habrían sido menos horribles en ese
caso —murmuro, luego trago duramente, mientras mi mente da vueltas
con cada mala decisión que he tomado—. No fue como si luchara o
algo. Era nuestro trato mientras estuve allí. —Inhala, exhala. Respira—.
Me da un techo y en cambio tengo que tocarlo... al menos eso así era
al principio. Pero luego hace una semana, metí la pata en una apuesta
tonta y se enojó mucho y me obligó a arrodillarme para… —Hago un
gesto con mi mano—. Bueno, ya sabes. Y de ahí vienen los moretones.
Me golpeé las piernas con la cama cuando él me forzó a ponerme de
rodillas —digo. El rostro de Luke se vuelve de pálido a rojo, su respiración
se acelera, sus dedos se ponen rígidos en mi mejilla, como si estuviera
luchando contra el impulso de golpear algo. Siento la necesidad de
añadir algo—: No puedes estar enojado con él. De hecho, debes estar
enojado conmigo. Nunca debí haber vuelto con él. Habría sido mejor ir
a vivir en las calles, pero tenía demasiado miedo para hacer eso otra
vez y, la verdad, por alguna razón, no quería estar completamente sola
en el mundo y Preston todavía es la única familia que tengo, sin importar
lo jodido que está eso. Fui débil y sé que no debí hacerlo. —Me encojo
de hombros y sigo—: Las cosas que me pasan a mí, los líos en que me he
metido, son mi culpa. De hecho, es como lo mío. No me preocupo y no
estudio las cosas detenidamente y me ha traído aquí. Sin hogar, sin
familia. Y ahora estoy pagando por mis errores.
—¿Lo dices como si lo merecieras? —Está desconcertado, y su ira
desaparece de golpe.
—A veces no lo creo —admito por primera vez en voz alta—.
Pienso en todas las veces que me mudé de casa en casa. Siempre fingí
que no importaba, que eran ellos, no yo. Pero creo que se trata más de
un mecanismo de defensa que cualquier otra cosa... Podría haberme
esforzado más para ser una mejor hija, pero era demasiado terca y
quería rebelarme.
Me mira fijamente, con una expresión indescifrable, una mano en
mi cadera y la otra en mi cara. Puedo sentir su pulso palpitante a través
de sus dedos. Parece como si buscara las palabras correctas, pero no
quiero que diga nada. No quiero oír cómo cree que no es cierto, cómo
soy mejor que eso, la forma en que fue culpa de todos, no mía.
—No quiero una fiesta de compasión —digo—, solo decía mis
pensamientos en voz alta.
—No iba a dártela —responde, recordándome la razón por la que
me sentí atraída por él—. Iba a decir que cuando volvamos a Laramie,
quiero que te quedes con nosotros. —Cuando empiezo a abrir la boca
para decir, bueno, no estoy segura, él habla por encima de mí—: Voy a
dormir en el sofá y puedes tener el dormitorio. Seth y Grayson estarán
completamente de acuerdo. De hecho, Seth llegó a decir algo sobre
extrañarte el otro día, pero no le digas que te dije eso. —Hace una
pausa como si esperara que yo estuviera de acuerdo, pero no estoy
segura de estar lista para eso—. Y si quieres, podemos llegar a algún tipo
de horario en el que no tenemos que estar en la casa al mismo tiempo,
salvo cuando durmamos.
Es increíble lo fácil que es huir de tus problemas. Correr hacia
Preston se sintió más fácil que volver con Luke. Sí, tiene que ver en parte
con quién es su madre, pero creo que siempre hubo más que eso. Creo
que era más fácil huir, porque significaba huir de lo que sentía. Esa
noche que me dijo quién era su madre, dolió tanto que supe que me
estaba enamorando de él. Intensamente. Nunca tuve esas emociones
fuertes hacia alguien y eso me asustó.
—¿Qué pasa con est o con tu... madre? —pregunto, haciendo
una mueca cuando me acuerdo de la primera y única noche que vi a
su madre, lo loca que parecía mientras cantaba esa canción con la
sangre de mi padre en la ropa—. ¿Y si pasa algo, como que la arresten?
¿No haría las cosas raras? ¿Más raras de lo que ya son?
Se ve desconcertado, boquiabierto y los ojos muy amplios. —
Espero que la arresten, maldita sea. De hecho, he esperado eso toda mi
vida.
El silencio se extiende entre nosotros cuando él se sumerge en sus
pensamientos y rueda sobre su espalda, con la mirada hacia el techo
mientras examino su expresión, tratando de averiguar lo que podía estar
pensando.
—¿Qué tan malo fue? —Me atrevo a preguntar. He escuchado
algunas historias, historias horribles, pero supongo que hay más, aún más
de lo que me ha dicho—. Con tu mamá, quiero decir... ¿era solo el
asunto de las drogas? ¿O había algo más?
Su aliento queda at ascado en su garganta, sus ojos pegados al
techo mientras lucha con algo internamente. Estoy a punto de decirle
que no importa, que no tiene por qué hablar de ello si no quiere, pero
luego empieza a hacerlo. —Le gustaba jugar a cosas —dice, con la voz
entrecortada—. Unos juegos a los que uno nunca ganaba, pero en los
que había que intentarlo o pagarlo. Una vez destrozó toda la casa y
luego me dijo que debía limpiarla, colocando todo en el lugar correcto,
de lo contrario tendría que pasar tiempo con ella... días... Debe sonar
divertido pero su idea de pasar tiempo juntos, no era la relación normal
de madre-hijo. Era más como una mascota... solo que a ella le gustaba
demasiado la mascota... —Aprieta los ojos y me pregunto si intenta
contener las lágrimas—. Sabes lo horrible que es eso. Así que yo la dejé
hacerme esas cosas, ¿y todo porque le tenía miedo?
—Eras solo un niño —digo—. No fue tu culpa.
—Aun así. Sabía que lo que hacía era malo, pero no hice nada
para tratar de detenerlo, porque le tenía miedo, todavía lo tengo a
veces. Un hombre adulto y solo el sonido de su voz me hace sentir tan
enojado e impotente.
Just o lo que me hace Prest on. Dios, tenemos mucho en común. Si
tan solo no estuviera esa cosa, entonces tal vez podríamos tener algo
bueno.
Se queda inmóvil durante un rato, mientras me pregunto lo que
trata de decir, leer en líneas. Su madre lo hirió, pero parece que hay
mucho más que eso, mucho, mucho más. Cosas oscuras. Cosas que yo
debería saber. Las cosas que la gente hace a puertas cerradas, he visto
un montón de esa jodida mierda. Pero creo que Luke podría haber visto
más, lo cual es tan triste que hiere, literalmente, mi corazón.
Cuando abre sus ojos de nuevo, se vuelve hacia mí y comienza a
pasar su dedo por mi mejilla. —Lo siento. No debí hablar contigo acerca
de esto. Has pasado por tu propia mierda y lo último que necesitas es
que me ponga a balbucear de mis problemas.
—Está bien. Yo pregunté —digo, luchando por mantener mi voz.
Demasiadas emociones, maldit a sea, no puedo seguir haciendo est o.
Hago una pausa, inhalando y exhalando con fuerza, a punto de decir
algo que nunca pensé que diría en voz alta—. Luke...
Su mano deja de moverse en mi mejilla, su pulgar traza una línea
por debajo de mi ojo. —¿Sí? —Cuando no digo nada de inmediato,
añade—: Puedes decirme lo que quieras, bueno o malo. Lo merezco.
—Creo que me equivoqué al dejarte ese día. —Las palabras salen
de mis labios y caen a la tierra como un cristal frágil. A lo largo de los
últimos dos meses, lo pensé muchas veces. Cada vez que despert aba
sola de mis pesadillas. Cada vez que veía un lugar en que Luke y yo
compartimos una especie de momento juntos. Cada vez que Preston
me tocaba... ahí era cuando más me arrepentía de mi decisión. Pero
admitir y dejar salir todo para volver al lugar en que me encontraba
antes de dejar a Luke, siempre parecía fuera de alcance. Pero ¿qué
pasa si está aquí, delante de mí?
Solo dejarlo salir.
La idea suena como la voz de mi padre, pero la cosa es que, no
lo conocía lo suficiente como para saber si él sería el tipo de persona
que querría que yo guardara rencor o lo dejara. Yo era muy joven
cuando murió él, apenas llegué a conocerlo junto con mi madre. Sin
embargo, quiero creer, que eran buenas personas, a pesar de lo que
digan los demás.
—Tenías todo el derecho a irte. —Para, contemplando algo, luego
de repente se sienta, llevando su calor con él. Pasa una mano por su
pelo—. ¿Sabes qué? Creo que voy a tratar de ayudarlos. Después que
volvamos, creo que voy a hacerle una pequeña visita.
—No creo que sea una buena idea. —Me apresuro a sentarme,
estirándome, con mis piernas todavía metidas debajo de la manta—.
No quiero que estés cerca de ella.
—Yo t ampoco quiero estar cerca de ella —dice con voz tensa—.
Y tal vez si podemos ponerla detrás de las rejas, nunca t endré que
hacerlo de nuevo.
La idea de su madre estando en la cárcel me hace sentir mejor,
pero aun así, no soy tan optimista, por lo que el concepto de que vaya
a suceder parece fuera del alcance. —¿Qué pasa con el otro tipo?
¿Crees que ella nunca dirá quién es?
Gira en la cama, con sus rodillas debajo de la manta. Solo lleva
bóxers y puedo ver casi todo de él, incluyendo el hematoma masivo en
su caja torácica, donde el guardaespaldas de Geraldson, o lo que sea
que fuera el grandote, lo golpeó. Luke pone el brazo en su pierna y se
inclina cerca de mí. —No estoy seguro, pero vamos a resolver esto. Voy
a hacer todo lo que pueda, pero por favor dime que vas a venir a casa
conmigo.
¿Casa? Esa es una palabra extraña.
No estoy de acuerdo; todavía no estoy lista. Pero me gusta y eso
tiene que ser algo. Aún hay mucho entre nosotros que no se ha dicho. Y
podría seguir corriendo y no tener que hablar de eso, pero la verdad es
que no quiero eso. Estoy cansada de huir de todo y de todos. He estado
haciéndolo durante casi catorce años y tal vez es hora de tomar un
descanso.

***

Después que hablamos un poco más, sobre cosas más ligeras, me


doy cuenta de que la batería de mi teléfono se acabó anoche, por lo
que busco un cargador y lo enchufo. Hay un mensaje del detective
Stephner, diciéndome que lo llame cuanto antes, pero cuando marco
el número, va directamente a su correo de voz. Le dejo otro mensaje y
permit o que comience el teléfono descompuesto.
Me tomo una siesta mientras espero, porque al parecer entre la
energía que perdí durante el ataque de pánico y la resaca, me siento
agotada. Cuando me despierto, ha caído la noche, y Luke est á vestido
para salir en pantalones vaqueros, una camisa de color negro y botas,
con el pelo arreglado y su rostro recién afeitado.
Se encuentra acostado en la cama junto a mí, por encima del
edredón y tiene los ojos fijos en las páginas de ese cuaderno que lo vi
poner en su bolsa en el apartamento. Lo que haya allí lo tiene nervioso,
con los ojos brillantes y dedos temblorosos mientras voltea la página.
—¿Todo bien? —pregunto, sentándome en la cama y estirando
los brazos por encima de mi cabeza.
Salta y presiona su mano al corazón, sobresaltado. —Jesús, me
diste un susto de muerte.
Miro desde el cuaderno a sus grandes ojos. —Ya veo. —Hago una
pausa, mirando la libreta—. ¿Qué lees?
Sacude la cabeza, cerrando el libro. —Es... era... —Toca la banda
de cuero en su muñeca que siempre lleva, trazando con sus dedos la
palabra Redención—. Mi hermana, el diario de Amy... mi madre... me lo
envió hace unas semanas. —Pone el libro a un lado, sacudiendo la
cabeza—. No tengo idea de por qué lo hizo. Creo que fue otro de sus
juegos para tratar de conseguir que vuelva a casa, como si recordar a
Amy me desgarraría lo suficiente como para que yo necesite est ar con
mi mamá o algo así. —Rueda los ojos—. Pero es estúpida. Ella debería
de leerlo, porque hay un montón de cosas discriminatorias allí de ella
que me da ganas de no volver a verla. —Hace una pausa, en conflicto,
jugueteando con un pequeño agujero en sus vaqueros—. A pesar de
que ella podría haberlo leído pero estaba demasiado loca para ver lo
mal que la hacía ver.
Estoy a punto de decir... bueno, algo, porque parece como si lo
necesitara, pero luego cambia abruptamente de tema. —Me alegro de
que despert aras antes de irme al juego. Quería hablar contigo de algo.
Frunzo el ceño, trayendo mis rodillas por debajo, luego apart o mi
cabello indomable de mi cara. —¿Por qué lo dices así, como si yo no
fuera a ir?
—Porque no irás. —Me ofrece esta media sonrisa sexy de lado,
como si el que me deslumbrara con su encanto fuera a hacer esto más
fácil para él—. Quiero… no, necesito… asegurarme de que estás segura
en la noche.
—No creas que sonriendo vas a salir de esto, señor Estoicamente
Distante —le digo, elevando las cejas hacia él—. Yo quiero ir. Ser útil. No
solo sentarme por aquí y sentir que voy a volverme loca de tranquilidad.
—Algo cambia en su expresión, al tiempo que saca su lengua de la
boca para humedecerse los labios—. ¿Qué pasa? —pregunto, insegura
de si él parece molesto o dolorosamente aliviado, tal vez ambas cosas.
—No es nada. —Sacude la cabeza, con la mirada fija en la mía—.
Es solo que utilizaste mi apodo.
—Y... —Estoy tan confundida.
—Y, yo creía que nunca volvería a escucharlo salir de tu boca, ya
que solo lo usas cuando coqueteas. —Tiene razón. Lo usaba cuando le
tomaba el pelo o trataba de irritarlo porque se ve sexy cuando se siente
frustrado, al borde de enloquecer conmigo—. Lo he echado de menos
—añade, pareciendo que fuera a darme un beso. Y yo lo quiero con
desesperación, no solo porque con cada beso es como si borrara cada
vez más lo besos de Preston, sino porque cuando sus labios están sobre
los míos, son lo único que puedo sentir, mi muy propio reemplazo para
mi adicción de adrenalina.
—¿No vas a besarme? —pregunto finalmente después de que
transcurra un minuto de él mirando mi boca. Me estremezco por la
desesperación en mi voz, casi jadeando.
Sonríe, elevando las cejas. —¿Quieres que te bese?
Permanezco indiferente. —¿Juegas conmigo, señor Estoicamente
Distante?
—Si así fuera, estaría ganando. —Sus labios se curvan, divertido, y
por un momento increíble, se siente como si estuviéramos en el pasado
otra vez, desafiando al otro. No quiero perder, y admitir lo mucho que
quiero besarlo y él tampoco.
Idiot a obst inado. —¿Quieres saber algo? —pregunto rápido, luego
me inclino, mis labios cernidos sobre los de él—. Voy a ganar est o. —Con
eso, presiono mis labios en los suyos y le doy un beso apasionado,
tentándolo a abrir sus labios con mi lengua y hallando la suya cuando
mis brazos lo rodean y mis dedos vagan por su cabello.
—¿Cómo sabes que fuiste tú quién ganó? —pregunta entre besos,
enredando su mano en mi pelo.
Sonrío internamente, casi riendo en voz alta por mi brillantez. —
Porque yo tomé un beso tuyo.
Deja escapar una risa ronca y, de repente, el beso se vuelve
mucho más caliente mientras se inclina hacia mí y me obliga a girar
sobre mi espalda, cubriendo mi cuerpo con el suyo. —Si ese es el caso…
—Sus dedos se deslizan debajo del bóxers que tengo desde anoche,
haciendo un camino por mi pierna, listo para entrar en mí. Sin embargo,
como no queriendo darle la ventaja, muevo mi mano hacia abajo y
alejo sus dedos, a pesar de lo mucho que protesta mi cuerpo.
Él deja escapar un gruñido, pero antes de que pueda acercarse
otra vez, bajo mi mano hasta sus pantalones y empiezo a acariciarlo,
haciéndole jadear. Su cuerpo se pone rígido cuando lo agarro y muevo
mi mano arriba y abajo.
—Maldita sea, Violet —gime en mi oído, mordisqueando mi piel,
perforando la piel con los dientes y haciendo que esas mariposas
revoloteen en mi estómago de nuevo. ¿Eh? Supongo que no era el
vodka.
Con su cuerpo sobre el mío y sus brazos que luchan por mantener
su peso, lo acaricio, ni siquiera segura de qué demonios estoy haciendo,
simplemente lo hago. Sin disgustos. Ni vergüenza. Solo deseo. Lo deseo
tanto.
Creo que está a punto de llegar al clímax y sonrío para mis
adentros porque, técnicamente, gané, por lo menos en mi cabeza.
Pero luego alguien llama a la puerta y mi mano instintivamente hace
una pausa, y Luke deja escapar un gemido de protesta.
—¡Luke, tenemos que irnos! —grita su tío, golpeando la puerta de
nuevo—. O si no vamos a llegar tarde y no nos dejaran entrar esta
noche.
—¡Un segundo! —grita Luke en tono molesto. Sus ojos se cierran y
presiona su rostro contra el hueco de mi cuello mientras agarra la
manta, tratando de calmarse.
—¡Ni un segundo! —Su tío golpea la puerta varias veces—. ¡Ya
estamos tentando nuestra suerte!
Sacudiendo la cabeza, Luke mueve sus caderas contra mi mano
una vez más. —Voy a hacerle daño por esto, maldita sea —murmura.
Luego, con otro gruñido de protesta, se aleja de mí. Mi mano deja sus
vaqueros y él se ajusta cuando se sienta, viéndose como si tuviera
sufriendo.
—¿Estás bien? —Intento no reírme, pero es difícil.
Entrecierra los ojos. —¿Crees que esto es gracioso? —pregunta,
entonces se inclina hacia mí con una mirada oscura, y hambre en su
expresión. Creo que me va a besar, pero luego dice con voz ronca—:
Espera hasta que vuelva. Voy a ganar la siguiente. —Con eso, se para,
toma su billetera de la mesita de noche, y la mete en el bolsillo trasero
de sus vaqueros, pareciendo muy satisfecho de sí mismo.
Ruedo sobre mi estómago y descanso mi barbilla en las manos
mientras me mira fijamente. —¿En serio vas a dejarme aquí?
—Bueno, no tengo más opción —dice, agarrando el pomo de la
puerta cuando Cole continúa llamando del otro lado, regañando a
Luke—. Me tengo que ir ahora, pero quizá no te hubiera dejado ir de
todos modos.
Le doy una mirada sucia. —¿Dejarme ir? ¿En serio? ¿Qué es esto?
¿1950?
—No, solo me preocupo mucho por ti.
Me levanto de la cama y cruzo la habitación hacia él, notando
que se ve un poco pálido de nuevo. Lo vi aplicarse otra inyección esta
mañana, así que espero que le ayude con su palidez y cansancio. No sé
lo suficiente acerca de la diabetes, para saberlo con certeza. Pero
empiezo a preocuparme más y más. Lo he visto tan borracho una vez
que necesitó mi ayuda para comprobar su azúcar en la sangre y darle
píldoras.
—Está bien, voy a dejar que hagas que me quede aquí —le digo,
así que consigo que sonría—. Ahora ve a ganar a lo grande. —Aprieto
mis labios en los suyos, dándole un beso rápido, y después palmeo su
trasero—. Así es como lo hacen en el campo de futbol, ¿no?
Sacude la cabeza, tratando de no reírse. —Por favor, quédate
fuera de los problemas —dice mientras gira el pomo de la puerta.
Rodando mis ojos, yo le doy un saludo. —Sí, jefe.
Una mirada reflexiva surge en su rostro. —Deberías comenzar a
llamarme más así. Me gusta —dice, cuando niego con la cabeza, y en
broma, pellizco su costado. Se ríe y abre la puerta del todo.
Cole está de pie con los brazos cruzados, pareciendo molesto,
enojado y borracho, entre otras cosas. —Sé que parezco genial y todo
—le dice a Luke con severidad—. Pero con esto no. Si te consigo las
conexiones, es mejor que las aproveches o me iré.
Noto que irrita a Luke, y es probable que tenga que morderse la
lengua muy fuerte para mantener la calma. —Bueno, ya estoy listo, por
lo que pongámonos en marcha.
Cole se le queda mirando y, luego, me mira por encima del
hombro. —Ryler se queda si quieres ir abajo con él.
Asiento, mientras Luke le frunce el ceño al Cole. —Me vestiré y
bajaré. —Entonces saludo a Luke y cierro la puerta antes de que pueda
enloquecer más.
Me visto con una camiseta sin mangas y pantalones vaqueros,
deseando haber traído pantalones cortos, pero no pensé que hiciera
tanto calor. Luego me voy abajo a ver si puedo soportar cualquier tipo
de comida. No he tenido demasiadas resacas en mi vida, pero aprendo
rápidamente que me revuelve el estómago.
Cuando llego a la planta baja, Ryler está sentado a la mesa de la
cocina, comiendo un sándwich, y se escucha música en segundo plano
mientras juega al solitario. Parece muy ensimismado, retorciéndose una
de las perforaciones de su ceja, perdido en una profunda reflexión. Al
notarme, se defiende con una sonrisa. —¿Sint iéndot e mejor?
Suspiro y me dirijo a la mesa. —Sí, siento lo de anoche. Me pongo
un poco intensa cuando estoy borracha.
—Est uvist e bien. —Él voltea una tarjeta y luego estudia su próximo
movimiento—. Divert ida más que nada.
—Bueno, me alegro de que pienses así —digo, a continuación,
elije su carta—. ¿Te importa si hago uno para mí?
Asiente, deja las cart as a un lado y se levanta. —Te voy a hacer
uno.
Niego con la cabeza y hago un movimiento para que vuelva a
sentarse. —Gracias, pero estoy bien. —Abro la nevera—. Soy totalmente
autosuficiente.
—Sí, puedo ver algo de eso. —Recoge la baraja, pero luego
parece querer decirme algo cuando saco la mayonesa, carnes frías y
quesos. Por último, pone la baraja de cartas abajo—. Ent onces, ¿Cómo
aprendist e el lenguaje de señas? —Me tenso y tiene que verlo porque,
añade—: No t ienes que decirme si no quieres.
—No, está bien... creo. —Agarro un poco de pan de la mesa y un
plato de papel—. Lo aprendí de uno de mis hermanos adoptivos. —No
lo miro, ya que no quiero ver su cara cuando revelo que no tengo
padres, y mantengo mi atención en la preparación de mi sándwich.
Mayonesa en el pan, carne, queso, más pan y list o. Cuando por fin me
doy la vuelta con el sándwich en la mano, descubro que me está
mirando.
Y luego sus manos se mueven frente a él. —Yo t ambién crecí en
hogares de acogida.
Estoy a medio bocado y es una buena excusa para no responder
de inmediato, pero, en realidad, trat o de reponerme. Este es un tema
pesado, no me gusta hablar del tiempo que pasé entre familias. —
¿Cómo fue? —pregunto después de tragar el bocado y sentarme a la
mesa.
—Mis padres no podían cuidarme. —Hace señas casualmente,
pero puedo ver el dolor que emiten de sus ojos.
—¿Pero ahora estás con tu padre? —Recojo algunas migajas de
la corteza de pan.
—Lo sé, pero él no me quería hast a que cumplí dieciocho años y
pude más o menos cuidarme solo.
Me siento mal por él. Perdí a mis padres y fui forzada a vivir con
otras personas. Los padres de Ryler lo dejaron por elección. —¿Qué hay
de tu madre?
Se encoge de hombros. —Digamos que nunca est uvo list a para
ser mamá... Ot ra vez, sincerament e, yo t odavía no creo que mi padre
est é list o para ser padre en est os moment os. Él act úa como un niño a
veces y es difícil confiar... de vez en cuando parezco el padre. —Hace
una pausa, moviendo la cabeza en sus propios pensamientos—. ¿Qué
pasa cont igo? ¿Dónde est án t us padres?
Dudo. Dios, ¿cómo diablos fue que terminé en esta conversación?
—Murieron cuando tenía cinco años... —Mi voz se quiebra y me aclaro
la garganta.
—Lo sient o mucho.
Lo descarto y busco un cambio de tema, poniéndome enferma
de oír las disculpas. Sé que la gente tiene buenas intenciones, pero eso
no cambia nada. —Me gusta esta canción —digo, asintiendo hacia al
iPod.
Me cuestiona con la mirada, not ando mi necesidad de cambiar
de tema, pero lo deja pasar. —Sí, Taking Back Sunday es una buena
banda. En vivo t ambién es genial.
—Yo los vi una vez hace un par de años —digo y tomo otro
bocado del sándwich—. Fue extremadamente bueno.
Continuamos hablando de nuestras bandas favoritas, pero mis
labios se mueven casi robóticamente, con mis padres ocupando la
mayor parte de mis pensamientos. Sigo pensando en cómo sería si
terminara con ellos de nuevo ¿Cómo Ryler con su papá? Por supuesto
que eso nunca pasará, pero algunas veces es bueno fingir, como lo
hice el primer año de su muerte. En realidad es la primera vez que he
pensado en ellos sin enloquecer. Añade la conversación trivial con Ryler
y las cosas están yendo muy bien. Eso hasta que mi celular comienza a
vibrar en mi bolsillo. Debe haber habido un retraso de cuando la batería
se murió debido a la sarta de mensajes de texto que me comenzaron a
llegar desde algún momento de anoche hasta hace unas horas.
Desconocido: He est ado pensando en t i y en cuant o quiero
last imart e.
Desconocido: Crees que ignorándome me det endrás.
Reconsidéralo.
Desconocido: Est a mierda est á pasando de moda, zorra.
Desconocido: Me das asco, est ando con el hijo de la mujer que
mat ó a t us padres.
Desconocido: Maldit a put a. Cont ést ame.
Desconocido: Jódet e.
Desconocido: Si no me cont est as ahora, algo malo va a pasar.
Desconocido: Sé que est as en Las Vegas. Espero que t e diviert as.
Voy a est ar esperándot e cuando llegues.
Terminan, así nada más. Sin embargo, para mí no terminan, sino
que es el comienzo de un ataqué de pánico si no encuentro la manera
de calmarme. Sabe dónde estoy, pero la pregunta es ¿cómo? Cómo lo
descubrió, cuando casi nadie lo sabe. Las únicas personas que saben
dónde me encuentro son las personas con las que estoy… y Greyson.
—Mierda. —Salto de la silla, interrumpiendo a Ryler.
Me mira con preocupación, articulando —¿Qué ocurre? —Pero
no contesto; marco el número de Greyson. Suena cuatro veces antes
de que vaya directo al correo de voz, así que le dejo un apresurado
mensaje diciendo que me llame de inmediat o. Podría estar trabajando,
¿pero y si no? Qué pasa si algo le pasa… Y si desconocido está con él.
Dios, no quiero volverme loca, pero estoy a punto de hacerlo. Alfileres.
Agujas. Alfileres. Agujas. Se están metiendo intensamente bajo mi piel.
—¿Me disculpas un segundo? —le pregunto a Ryler y cuando
asiente, corro a la habitación de invitados, insegura de qué hacer. Al
principio solo pienso en mí y en las muchas maneras en que podría
herirme, pero luego mis pensamientos van a Greyson. Me preocupo por
él. Yo. Violet Hayes. Preocupada por alguien más aparte de ella misma.
En realidad, me encuentro preocupa por un montón de gente en estos
momentos.
Así que marco el número de Greyson, otra vez, cierro fuertemente
los ojos, y conteniendo el aliento, cruzo los dedos para que conteste. —
Por favor, por favor, Greyson, contesta.
Pero no lo hace, así que termino marcando diez veces, una y otra
vez, volviéndome una acosadora. Finalmente responde, pero, está muy
muy irritado por eso. Me encuentro aliviada de oír su voz.
—¿Qué diablos, Violet? —sisea al teléfono—. Estoy en el trabajo,
reemplazándote. ¿Recuerdas?
—Mierda. Lo siento, pero es muy importante. —Me siento en la
cama y me acuesto de espaldas—. ¿Le dijiste a alguien que vendría a
Las Vegas con Luke?
Hay algo de ruido metálico y golpes de platos en el fondo. —Sí, a
Seth. Pero eso es todo.
—¿Él le dijo a alguien?
—Tal vez. Le dice todo a todo el mundo. —Hace una pausa y oigo
al gerente del restaurante gritando algo en el fondo—. ¿Espera? ¿Se
suponía que no debía decirle nada a nadie?
—No, está bien, pero… —titubeo, preguntándome si debo decirle
lo que está pasando. Odio contarle mis problemas a la gente, pero
parece que no tengo otra opción—. No es un gran problema ni nada.
He recibido mensajes raros, saben que estoy en Las Vegas con Luke, lo
cual es extraño ya que en realidad nadie lo sabe, excepto tú y Seth,
supongo.
—¿Mensajes del periodista, otra vez?
—No lo creo. Quiero decir, podría ser el periodista, pero no lo sé.
—Dejo escapar una ruidosa exhalación—. ¿Podrías hacerme un favor y
llamar a Seth para ver a quién le dijo, solo para que pueda, tal vez,
tener una idea de quién es el imbécil?
—Por supuesto —dice, sin presionar más—. Dame diez minutos, me
tomaré un descanso y lo llamaré. Luego te vuelvo a llamar.
—Gracias —digo, sintiéndome un poco más ligera, los alfileres y
agujas no son tan potentes e intensas. ¿Así que pedir ayuda es así?
Debería hacerlo más seguido, pero otra vez, llegar al punto de pedirla
se siente como pedirle peras al olmo.
—De nada —dice—. Te llamo dentro de un minuto.
Colgamos y trato de relajarme lo más que puedo, v eo pasar los
minutos, pero solo respiro libremente cuando Greyson vuelve a llamar.
—No fue Seth —dice tan pronto como contesto—. Mientras hablaba por
teléfono con él, Benny me escuchó y dijo que un tipo llamó el otro día al
restaurante, preguntando dónde estabas.
Mi boca se abre desaprobatoriamente. —¿Le dijiste a Benny
donde me encontraba?
—Bueno, solo porque yo te reemplazaba. Pero Benny no sabe que
te encuentras con Luke, así que no sé cómo lo descubrieron. Pero Seth
jura que no dijo ni una palabra y puede ser chismoso, pero sin duda
alguna no es mentiroso. En realidad, a veces es lo opuesto, demasiado
honesto.
—Sí, lo sé —suspiro, cansada, preguntándome si desconocido es
quién llamó al restaurante. ¿Y por qué le importa tanto a este tipo como
para rastrearme? ¿Quién podría ser? ¿La ot ra persona que est uvo esa
noche? ¿Podía ser posible? La idea me pone los pelos de punta—.
Gracias por averiguarlo.
—Sin problemas. —Duda y luego pregunta—: ¿Todo va bien?
—Sí, supongo que sí. —Me obligo a derribar el muro, ot ra vez. El
que siempre trato de levantar cuando la gente quiere hablarme—. Sin
embargo, me emborraché anoche.
—Eso no parece propio de ti.
—Lo sé. Fue una decisión impulsiva que me llevó a llorar hasta
dormirme mientras Luke me mimaba… Me siento como una idiota. En
serio. Solía ser dura y ruda, y ahora soy un completo desastre.
—Todo el mundo puede ser un completo desastre a veces.
Créeme.
—Sí, lo sé, pero odio hacer que las personas t engan que
cuidarme.
—Estoy seguro que a Luke no le importó, Violet —asegura
Greyson—. De hecho, quizá lo disfrutó, ya que está enamorado de ti.
—Hemos tenido este tipo conversación muchas veces —le
recuerdo—. Luke no está enamorado de mí. Solo tenemos… bueno, no
sé lo que tenemos, pero sin duda alguna, no es amor.
—¿Estás segura de eso? —pregunta cínicamente—. Porque creo
que no lo quieres admitir, ya que tienes miedo, miedo de dejar que
alguien se sienta de esa manera por ti.
—Sí, me encuentro segura, señor Terapista —digo, despacio—.
Además, ni siquiera sé qué es el amor.
El silencio se extiende entre nosotros, del tipo incómodo. Hemos
hablado mucho, pero por lo general soy bastante cerrada, así que creo
que mi sinceridad lo sorprendió. —Violet, yo…
Lo corto. —Oye ¿puedo llamarte luego? Luke acaba de entrar. —
Mentira, pero no me encuentro lista para tener esta conversación con
Greyson, todavía, y probablemente nunca lo estaré.
—Sí, claro. —Parece herido, como si supiera que lo engaño, lo
cual muestra lo mucho que me conoce—. Llámame, ¿de acuerdo? Me
preocupo por ti.
—Sí, absolutamente —digo y luego cuelgo. Mi corazón late en mi
pecho mientras lucho por recuperar el aliento—. ¿Ni siquiera sé que es el
amor? ¿En serio, Violet? Necesito empezar a cerrar mi maldita boca —
murmuro para mí, sentándome en el borde de la cama y dejando caer
mi cabeza a mis manos. Por un breve instante, trato de recordar qué se
siente ser amada por mis padres, qué se siente ser abrazada, cuidada,
sentir calor en el interior, en lugar de frío y vacío. Sorprendentemente,
mis pensamientos se desvían a Luke, cuando me calmó anoche, justo
en medio de un ataque de pánico. Nadie ha logrado calmarme antes,
o mejor aún, nadie ha tratado de hacerlo.
Mientras estoy acostada allí, tratando de ordenar mis emociones,
sin querer lanzarme por la maldita ventana, mi teléfono vibra en mi
bolsillo. Al principio creo que es mi acosador masajeándome pero luego
me doy cuenta que el teléfono en realidad está sonando. Cuando veo
el nombre del Detective Stephner parpadeando en la pantalla, me
inunda el alivio mientras le respondo.
—Ya era hora, maldición —le digo mientras pongo el teléfono en
mi oreja—. Empezaba a creer que evitaba intencionalmente mis
llamadas.
—Me encontraba ocupado. —Algo en su voz me desconcierta un
poco. No es que est é siendo grosero, más bien suena ansioso.
Me siento derecha —¿Ocupado con qué, exactamente? —
pregunto curiosamente.
—Todavía no te puedo decir, no hasta que sepamos con certeza
—me dice con un dejo de remordimiento—. Pero tan pronto como
pueda, lo haré.
Mi corazón late ensordecedoramente y me empiezo a preocupar
de que salga de mi pecho. —¿Es sobre mis padres? ¿Encontraron
evidencia contra Mira? ¿O encontraron a la otra persona que lo hizo?
—Las palabras salen de mi boca a cien kilómetros por minuto mientras
las posibilidades fluyen por mi cabeza. ¿Ha t erminado? ¿Es el moment o
por el que he est ado esperando? ¿Finalment e se hará just icia después
de t odos est os años?
—Violet, cálmate —dice como si fuera algo tan fácil de hacer—.
Todavía no puedo decir nada oficialmente, pero como dije, tan pronto
como pueda, te llamaré.
—No es justo —me quejo—. No debería haberme llamado hasta
que pudiera decírmelo.
Suspira, cansado. —Te llamé porque tú me llamaste ¿Recuerdas?
Dejaste un mensaje sobre recibir algunos mensajes de texto, otra vez.
—Oh sí. —La adrenalina hace irregular mi voz—. Al principio pensé
que era otro reportero, pero saben cosas sobre mí que un periodista no
sabría a menos que me estén acosando.
—Dame los detalles —dice y empiezo a parlotear lo que ha
estado pasando e incluso le leo todos los mensajes.
—¿Puedes enviármelos? —pregunta cuando termino—. Me
gustaría tener una copia.
—Claro —respondo, enviándolos—. Los recibirá en un segundo.
—También quiero poner un localizador en tu teléfono —dice al
tiempo que pongo el teléfono en alta voz, para seguir escuchándolo, y
trabajar en los mensajes—. Para ver si podemos hacer el seguimiento del
número de donde llegan los mensajes.
—Llegan como desconocido.
—No importa. Todavía puede ser rastreable.
—¿Cuánto tomará algo así?
—Todo depende, pero me pondré a t rabajar en ello tan pronto
como colguemos. Y si recibes más mensajes, llámame de inmediat o. —
Hace una pausa renuente—. Violet, tengo que preguntarte sobre Luke.
¿Est ás con él ahora, como dicen los mensajes?
—Sí… de algún modo simplemente sucedió. —De repente me
siento culpable por ello, especialmente por la forma en que lo dice,
como si estuviese decepcionado—. Pasaron algunas cosas y… mire, sé
quién es su madre y todo, pero él no es una mala persona.
—Nunca dije eso —declara—. Simplemente me preguntaba
dónde se encontraba en caso que necesitemos ponernos en contacto
con él por alguna razón.
—Oh. —Hago otra pausa larga, sabiendo que no tiene sentido el
preguntar, pero no puedo evitarlo—. ¿No puedo tener un pequeño
detalle de lo que pasa?
—Voy a tratar de llamarte en la mañana —dice, haciendo caso
omiso de mi pregunta—. Y asegúrate de estar con alguien en todo
momento. No te quiero deambulando sola hasta que sepamos donde
provienen los mensajes.
—De acuerdo, lo haré —le digo, frustrada porque no soltará la
lengua de nada de lo que está pasando, aunque en el fondo sé que no
puede hacerlo sin meterse en serios problemas.
—Bueno. —Vacila y, luego, añade—: Violet, trata de relajarte.
Tengo el presentimiento que algunas cosas buenas sucederán pronto.
Creo que es su manera de darme una pista, que lo que sea que
está pasando es algo bueno. Al menos así es como elijo tomarlo. Para el
momento en que cuelgo, me siento un poco más ligera, tal vez pronto
seré capaz de respirar de nuevo sin el peso de la vida debilitándome,
por primera vez en casi catorce años.
13
Traducido por Fany Keaton &Mire
Corregido por Victoria

Luke
Las cosas iban bien. Muy, muy bien. Violet y yo finalmente nos
hablábamos y sentía como si realmente se abriera a mí. Pero debí haber
sabido que no iba a durar. Se podría pensar que ya había aprendido mi
lección después de todo este tiempo, pero al parecer soy un estudiante
un poco lento. Atajos. Siempre hay riesgos cuando se trata de ellos.
El buen día estaba cayendo en picada a medida que más horas
pasaban. Empezó cuando leía más del diario de Amy y encontré algo
tan jodido, que no podía procesarlo. La razón por la que Caleb la violó.
Y leerla casi me hizo pedazos.
Se supone que nunca debía ent erarme. Mi hermana, Amy, había
escrito en el papel rayado, la tinta negra con manchas como si hubiera
estado llorando y las lágrimas hubieran goteado sobre las páginas. La
violación se suponía era part e del t rat o. Mi madre t enía una deuda con
él por drogas y me había ofrecido a Caleb en cont ra de mi volunt ad, y
ést e más que agradecido acept ó su ofert a; pero solo si podía t ener sexo
conmigo sin mi consent imient o. Así de sencillo, mi mamá vendió a su
hija, como un proxenet a vende a una prost ituta. Me encont raba en una
fiest a cuando sucedió. Recuerdo que Caleb t uvo sus ojos en mí t odo el
t iempo, a cada lugar que iba esa noche y me molest ó lo suficient e
como para dejar la fiest a t emprano e irme a casa. Conocía su
reput ación, cómo le gust aba ser duro con las chicas, emborracharlas y
t omar vent aja de ellas. También le vendió drogas a mamá; recuerdo
pensar mucho esa noche y lo t rist e que fue porque él era t an joven
como para est ar met ido en eso. Mi mamá, bueno, ella no había sido
siempre así, no hast a que papá se fue y ent onces de algún modo se
cayó al fondo, drogándose t odo el t iempo, su ment e deslizándose más
lejos. Creo que podría haber t enido un t rast orno ment al subyacent e, y
t odo el crack y la heroína la empeoraron. Quizás ese fue el problema de
Caleb, porque ¿por qué iba alguien a querer hacerle eso a ot ra
persona? ¿Por qué iba a querer seguirme por el pasillo y sujet arme por
det rás?... Cuando t rat é de grit ar, me t apó la boca con su mano. Todas
las luces en la casa se hallaban apagadas y la puert a de Luke est aba
cerrada, así que él no podía escuchar mis grit os mient ras me arrast raba
a mi cuart o. Pero mi mamá podía: pudo verme cuando salió del cuart o,
la luz cegadora mient ras miraba al pasillo just o ant es de que Caleb me
met iera al cuart o. Tenía una bat a y una mirada ext raña, alivio, pudo ser.
—Sé silencioso —le dijo a Caleb mient ras amarraba su bat a—. No
quiero que despiert es a su hermano. —Ent onces giró y ent ró a su cuart o,
cerrando la puert a, y dejando que Caleb me met iera en el cuart o,
amordazado y at ándome, luego abusando de mí una y ot ra vez hast a
que cada part e de mí murió en mi int erior.
Mi alma murió esa noche y sigo deseando que mi cuerpo le siga
porque est ar aquí es demasiado difícil… demasiado doloroso.
Me sentía a punto de llorar cuando terminé de leerlo, pero Violet
despertó y me obligué a controlarme. Igual not é la fecha en la entrada
en la esquina cuando cerré la libreta.
Dos días antes que Amy se suicidara porque no le podía hacer
frente a la idea de seguir viviendo en la oscuridad que se había
apoderado de su mente.
Me dieron ganas de vomitar. ¿Cómo mi propia madre pudo
hacerle eso a su hija? Pero lo realmente jodido es que ya no me sentía
tan sorprendido como debería, y me hacía preocuparme en cuantas
más “sorpresas” hay guardadas para mi futuro.
Afortunadamente, a través de todo esto, me las arreglé para
mantener entereza lo suficiente como para salir de la casa y alejarme
de Violet. Salí de la casa, pensando que las cosas no podían empeorar,
hasta que mi tío Cole apareció y decidió, sin avisarme, que también
quería hacer trampa. Los jefes de El Depósito se habían dado cuenta de
lo que hacíamos y supongo que no era la primera vez que pasaba con
Cole.
Fue ahí cuando vinieron y lo arrastraron hasta el cuarto de atrás.
Estoy en el medio de ganar esta mano y así como así, surge toda esta
conmoción. Cole monta una pelea cuando dos tipos sujetan su brazo y
lo llevan a través del almacén. Me pongo de pie, tratando de averiguar
qué hacer, si debo ir tras él. Cuando un tipo más grande, obeso y con
un cuello grueso, vestido de pies a cabeza se me acerca. —Sígueme —
ordena y cuando dudo, añade—: Será peor si no lo haces.
Rechinando mis dientes, dejo mis cartas en la mesa y sigo al tipo
mientras pasa entre las mesas de póker hacia el área escondida detrás
de la pared de metal. Para el momento que llego allí, dos hombres que
arrastraron a mi tío están dándole una paliza, uno sujetándolo por los
brazos mientras el otro golpea su puño en su estómago, cara, brazos; en
todos lados.
—Oye —empiezo a protestar cuando soy empujado de bruces al
suelo por unas manos pesadas y termino golpeando mi cara en el suelo.
El sabor de la sangre llena mi boca y mi mandíbula comienza a palpitar
cuando me voy a levantar pero un pie me mantiene en el suelo. Toman
mi billetera de mi bolsillo, seguro de que tomarán todo el efectivo que
tiene. No es todo, pero es lo suficiente porque estoy en serios problemas.
Sin mencionar que he perdido todo lo que gané est a noche.
—Y si vuelves aquí —le dice a Cole uno de los hombres cuando le
golpea el rostro con su puño derecho; la sangre brotando de su boca
termina en el suelo—, Greford no te dejará salir de aquí.
El pie se mueve de mi espalda, mientras tiran a mi tío al suelo,
incapaz siquiera de levantar su cabeza. Me paro y empiezo a ir hacia él,
cuando uno de los hombres se acerca a mí.
Lo empujó hacia atrás con fuerza. —Ni siquiera lo pienses, joder.
Esto no tiene que ver nada conmigo.
—Oh, crees eso —dice de forma sarcástica. Tiene una cicatriz
peligrosa bajo su ojo y esta mirada enferma mientras se limpia un poco
de sangre de mi tío de su barbilla—. Vienes aquí con un tramposo, eres
considerado un tramposo. Las reglas de juego. —Luego echa su brazo
hacia atrás, y golpea en mi mandíbula, justo en el lado que golpeó el
suelo.
Instintivamente, reacciono con uno de mis puños y lo golpea en el
lado. Lo sorprende un poco, pero de repente soy sujetado y el hombre
con la cicatriz me golpea tres o cuatro veces más antes de dejarme ir.
Me duele todo el cuerpo, pero el dolor es mínimo a la realidad de la
situación. Mi tío está inconsciente, sin dinero, sin manera de pagarle a
Geraldson.
—Ahora saquen sus malditos culos de aquí —dice el chico de la
cicatriz y luego escupe en el suelo frente a mí antes de salir con el resto
de los tipos.
Poniéndome de pie, me tambaleo hacia dónde está mi tío,
magullado, golpeado y roto, list o para rendirse. Cuando le doy la
vuelta, luce muerto: ensangrentado, con la cara hinchada, y la nariz de
un azul violáceo. Pero entonces abre sus ojos y tose. —No hay disculpas.
No hay excusas. No hay nada.
Molesto y adolorido, lo ayudo a levantarse y lo meto en el auto.
Me da la llave, incapaz de conducir de regreso a la casa; mi mente da
vueltas a millones de kilómetros por minutos.
Joder. Est oy jodido. Este el pensamiento que pasa por mi mente
mientras conduzco.
—Debo… ¿Debo llevarte a sala de emergencias? —pregunto al
final, sintiendo la necesidad de mi propio cuerpo de ser curado.
Sacude la cabeza, girándola a la ventana y murmurando—: Hay
una orden de arresto en mi nombre y lo último que quiero es ser
atrapado.
—¿Por qué? —pregunto, entrando a la aut opista.
—Eso no es t u problema. —Descansa su cabeza en la ventana y
se queda en silencio el resto del viaje.
Después de llegar a la casa, lo ayudo a entrar y no puedo evitar
pensar en mi propio futuro y preguntar a donde me dirijo. Veinte años
de edad y he sido pateado en el culo más veces de lo que puedo
recordar por ser atrapado haciendo trampa. Y ahora no tengo dinero
para pagarle a Geraldson. Me pregunto si así es como era Cole. Por lo
que recuerdo, aún cuando tenía cinco años y él, unos veinte, estuvo
jugando, bebiendo, y peleando, tal como ahora.
En el momento en el que entramos en el vestíbulo es tarde, más
de medianoche. Hay una lámpara en la sala, pero el resto de la casa
está oscura, así que camino, con el brazo de Cole en mis hombros,
arrastrando la mayor parte de su peso con mi propio cuerpo lastimado.
—Tranquilo —murmura para mí mientras lo llevo a través de la
puerta hacia el sofá.
Cuando entramos, Ryler, quien se encuentra en el sofá viendo
televisión, nos mira de inmediat o. Deja su cerveza a un lado, sin parecer
sorprendido ante nuestra presencia, simplemente enojado ante la vista
del estado de su padre. Cole luce mucho peor que antes. Todos esos
lugares en donde fue golpeado ahora están el doble de hinchados a
cuando salimos de El Depósito.
—Oye, tú fuiste quien no quiso ir esta noche —se queja Cole a la
vez que se sienta en la silla al lado del sofá y apart a su brazo de mi
hombro—. Sabes que hago estas cosas cuando no estás allí. No lo
puedo evitar.
Ryler mira de mí a su padre y le dice algo con señas, y aunque no
sepa lenguaje de señas, los movimientos de sus brazos son lo suficiente
para decirme que lo que dijo no fue amistoso.
—Oye, Luke me pidió que le ayudara —protesta Cole, tocando su
mejilla hinchada con la yema de sus dedos, y luego hace una mueca.
Hay sangre salpicada por toda su camisa y estoy bastante seguro que
su nariz estás rota—. Eso era lo que traté de hacer. Si no hubiera sido
atrapado, Luke no habría tenido que compartir sus ganancias conmigo
y habría tenido suficiente para pagar su deuda.
—No te pedí que lo hicieras —digo, sin querer ser grosero, pero no
quiero la culpa de esto, ni perder mi dinero y regresar al punto de
partida—. Habría estado bien con jugar una o dos noches más. Ahora
no tengo nada y ningún juego al que ir.
—Voy a buscarnos otro lugar —promete Cole, reclinándose en la
silla y poniendo sus pies sobre la mesa. Perdió sus zapatos en algún lado,
quien sabe donde—. Solo necesito unos pocos días. —Cierra los ojos y
deja su cabeza caer hacia atrás.
—No tengo unos pocos días. —Paso la mano por mi cara y luego
hago una mueca de dolor, olvidando la lesión en mi mejilla—. Estoy muy
jodido.
—Lo resolveremos. No es nada que no haya manejado antes —
murmura Cole, mientras Ryler dispara una mirada feroz a su padre y le
tira la tapa de la cerveza para conseguir que abra los ojos. Cuando lo
hace, Ryler articula algo, pero no puedo captarlo—. Eh, soy bueno en
resolver las cosas bajo presión —le dice Cole a Ryler y luego me mira—.
¿Crees que tal vez podríamos pedirle a tu padre que nos consiguiera
algo de efectivo para poner las cosas en marcha?
Niego y le doy la espalda. —No le pediré nada a mi padre.
Frunce el ceño. —Luke, podría ser nuestra única opción.
Odio la manera en que dice nuest ra opción como si mi problema
se hubiera vuelto suyo. —Tengo suficientes problemas yo solo —digo—,
no necesito más.
—Piénsalo —dice mientras Ryler sacude la cabeza, agraviado,
como si su padre hiciera esto todo el tiempo y estuviera cansado de
ello—. Estoy seguro de que lo haría si se lo pidieras.
Aunque quisiera pedírselo, no estoy seguro de si lo haría o tendría
acceso a esa cantidad de dinero. Pero no quiero ir por ese camino con
mi padre, así que no es una opción. —Me voy mañana en la mañana —
le digo para después salir de la sala.
Me llama por mi nombre, casi entrando en pánico, pero sé que no
es por mí. Es por él. Es un adicto al juego. Puro y sencillo. Mi posible
futuro, si no busco la manera de enderezar mis acciones. Qué llamada
de atención. Aunque, ni siquiera estoy seguro de si es por lo que acaba
de pasar, si tuvo algo que ver con la búsqueda de la verdad en cuanto
a lo que le sucedió a Amy, o si fue porque Violet me dejó entrar y me
hizo querer ser una mejor persona.
Mientras que arrastro, con cansancio, mi adolorido trasero por las
escaleras, trato de recordar como llegué hast a aquí, cómo arruiné tanto
mi vida. Cansado. Abatido. Solo. La última cosa puede no ser cierta. Eso
depende de Violet y si decide en tenerme a su lado otra vez. La verdad,
ella estaría mejor sin mí, por lo menos hasta que pueda arreglar mis
cosas, pero soy demasiado egoísta para alejarme.
Trato de convencerme de no ser eso —egoísta— cuando entro al
cuarto y la veo descansando en la cama, sin las sábanas, vistiendo una
de mis camisas, y con sus largas piernas estiradas, me doy cuenta que la
necesito. En medio de la locura de mi vida, Violet es lo único sensat o
que tengo, incluso cuando nuestra relación es un poco loca.
Dejó una lámpara encendida, por lo que hay un poco de luz en el
pequeño cuarto. Me quito la camisa y me saco las botas a la vez que
camino hasta la cama, deteniéndome para desabotonar mis vaqueros
y quitármelos. Me está dando la espalda, su cabeza descansando en
una almohada, su cabello lacio y largo en su espalda. Me echo hacia
adelante y lo hago a un lado, luego trazo con mis dedos las dos estrellas
en su cuello, su piel suave y familiar, todo lo que quiero.
Apenas puedo recordar la primera vez que tuve sexo y todas las
veces después son borrosas hasta que conocí a Violet. Claro, siempre se
sentía bien, al menos para mí. No muy seguro de las mujeres ya que no
me importaba y tampoco me quedaba como para preguntarlo. Había
algo acerca de tener ese tipo de control sobre otra persona —donde
simplemente podía alejarme antes de que acostumbraran a mí— que
me hacía sentir contento brevemente.
Sin embargo, siempre se desvanecía, encontraría un poco más de
alegría cuando follara a la siguiente y así sucesivamente. En realidad
nunca estuve con alguien más de una vez, incluyendo a Violet, pero no
porque la usara y la echara como al resto de las mujeres con las que
estuve. Ella siempre fue diferente que cualquier otra persona con la que
haya estado. Lo supe desde el primer momento en que, literalmente,
cayó sobre mí. En ese tiempo, no sabía qué la hacía diferente o porque
tuve la repentina necesidad de estar cerca de la misma mujer más de
una hora. Pero ahora lo sé.
Porque estoy enamorado de ella. Pero no puedo decirle eso. Aún
no. No estoy listo y ella tampoco. De hecho, no estoy seguro que algún
día estará lista para eso, al menos conmigo, pero quiero quedarme y
saberlo; estar ahí para ella.
Inhalando hondo por esta revelación, y aterrado, me subo a la
cama y me presiono contra ella, envolviendo mis brazos a su alrededor,
metiendo una mano bajo su nuca para que su cabeza descanse en mi
brazo como una almohada. La siento saltar un poco y casi espero que
despiert e de su pesadilla y entre en pánico, como normalmente. Pero
debió estar despierta todo este tiempo, porque casi no se mueve antes
de relajarse contra mí.
—Hueles a cigarros —murmura ella mientras mis dedos se desvían
hacia arriba y abajo por su lado—. Y cerveza.
La acerco más contra mí y respiro su aroma; algo de vainilla con
un toque de perfume que me hace cerrar los ojos brevemente, y me
pierdo. —Te ves bien con mi camisa —le susurro, abriendo los ojos, luego
aparto su pelo del camino y beso el punto sensible en su cuello, debajo
de la línea de su mandíbula, dejando que mis labios permanezcan allí
para saborear su piel.
—Luke... —Casi suena desgarrada, sus dedos encontrando mi
brazo y clavándose en mi piel. Espero a que se aparte, que nos detenga
de hacer algo, pero entonces su espalda se curva y su trasero se
presiona contra mi polla.
Ese contacto me hace gemir y morder su piel más fuerte de lo
que pretendía. En respuesta, sus uñas se hunden en mi piel, su espalda
se arquea aún más mientras mi rodilla se escabulle entre sus piernas y
deslizo mi mano debajo de su camisa para agarrar su cadera, su cálida
piel.
—Dios, te sientes tan bien... —Dejo de hablar cuando empiezo a
chupar su cuello y a frotar mi rodilla contra ella mientras comienza a
mecer sus caderas con mis movimientos, haciendo que mi polla se
ponga dura. Yo podría contentarme con esto, con solo tocarla, y es
aterrador que no necesite tomar más, a pesar de que lo quiero. La
necesidad es muy diferente al querer. La necesidad es algo impulsado
por una adicción, mientras que el querer es algo que yo quiero hacer.
Quiero. Quiero a Violet.
Sin embargo, ella debe pensar lo contrario, porque de repente se
aparta de mi agarre. Mis ojos se abren cuando se aleja de mí, pero
luego se voltea, subiendo encima de mí y montándome a horcajadas.
Alcanzando el cuello de su camisa, la tira sobre su cabeza y la arroja al
suelo, mechones de su pelo rojo y negro cayendo sobre sus hombros
desnudos. No está usando un sujetador ni bragas, y cuando sus pezones
tocan el aire al instante se ponen duros, lo que hace que mi polla al
instante se ponga más ansiosa.
—Joder, cariño, yo... —Me detengo mientras ella me ayuda a
quitarme mi bóxers y luego vuelve a mi regazo. Nunca he tenido a una
chica que tome el control así. Por lo general, yo soy el que necesita el
control. Y es difícil no agarrarla y voltearla, tomar las cosas, pero me las
arreglo para quedarme debajo de ella y ver a dónde va esto.
Una pequeña sonrisa toca sus labios mientras coloca sus manos
sobre mis hombros y me hunde en el colchón. —Creo que ibas a decir
algo referido a que yo gano. —Entonces agarra mis vaqueros del suelo.
Antes de que pueda preguntarle lo que está haciendo, se sienta y pone
un condón sobre mi pecho.
—¿Cómo sabías que había uno allí? —pregunto, recogiendo el
condón.
Se encoge de hombros, apartándose el pelo de sus ojos. —Solo lo
supuse.
Frunzo el ceño. —Sabes que no he estado con nadie desde ti,
¿verdad?
—No te culparía si lo hubieras hecho —dice—. No estábamos
juntos.
—Bueno, no lo hice. —Y es la verdad. Claro que pensé en perder
el tiempo, tener mi mente libre de cosas, pero pensamientos como esos
eran muy duros y siempre pensar en Violet le ponía un fin antes de que
las cosas incluso llegaran demasiado lejos.
—Supongo que estás un poco privado entonces. —Balancea su
cadera, frotando su humedad contra mi polla. Jesús, juro que sabe
exactamente cómo meterse bajo mi piel, de la mejor jodida manera
posible.
Algo estalla dentro de mí, algo que nunca he sentido. Y me siento
aún más indefenso cuando empieza a bajar sobre mí, deslizando mi
polla dentro de ella. A mitad de camino, no puedo soportarlo más y con
un impulso duro, golpeo mi cadera contra la suya y empujo mi polla
profundamente en su interior. Ella se estremece y se muerde el labio, en
tanto sus músculos se aprietan a mi alrededor. Me congelo, recordando
de pronto que solo tuvo sexo una vez, y eso fue hace dos meses. Sigue
muy estrecha y yo fui brusco. Maldición, muy brusco.
—Mierda, ¿te hice daño? —pregunto, apartando un poco de
cabello de su rostro mientras sus uñas se hunden en mis hombros.
Ella niega, el dolor en su expresión cambiando a placer mientras
balancea su cadera. —No... se siente bien, solo un poco intenso... ha
pasado un tiempo… —Repite el movimiento de balanceo una y otra vez
con su cadera, yendo poco a poco, como si estuviera saboreando las
sensaciones, sus manos yendo a sus hombros y pasa sus dedos por su
cuerpo.
Me está volviendo loco, viendo sus ojos brillar, sus labios abrirse
mientras se presiona hacia abajo, sobre mí, tocándose a sí misma,
totalmente en control. Finalmente, me dejo llevar de nuevo y comienzo
a moverme con ella, levantando mi cadera, buscando su cintura con
mis manos y sosteniéndola. Me muevo lento al principio, pero luego se
vuelve más rápido, más duro, más brusco cuanto más gime. Su agarre
en mí se afloja mientras su cabeza comienza a caer hacia atrás y me
siento, todavía sosteniéndola y moviéndome, para presionar mis labios
en los suyos. Ella me besa brevemente, pero está tan perdida en el
momento, que termina mordiendo mi labio inferior.
—Más duro —jadea, presionándose contra mí mientras empujo
dentro de ella, nuestros movimientos sincronizados perfectamente—. Oh
Dios... por favor... más duro...
Estoy aterrorizado más allá de lo imaginable. En serio. No puedo
pensar en nada más que en ella. Cada parte de mí le pertenece en
este momento. Siento que algo ha cambiado dentro de mí, algo que
me hace querer ser una mejor persona para siempre.
Te amo. Quiero decir. Mis problemas están momentáneamente
olvidados. La vida está momentáneamente olvidada. Y solo puedo
sostenerme y esperar a nunca dejarlo ir.
Violet
Santo infierno, esto es mejor, mucho mejor que la primera vez que
tuve sexo. Menos doloroso. Más intenso. Pero creo que eso podría
deberse a que Luke se está dejando llevar más esta vez en lugar de ser
cuidadoso conmigo.
Estoy encima de él, agarrándome a sus hombros, mientras él se
sienta y me penetra profundamente, al tiempo que el movimiento de mi
cadera iguala al suya. Una de sus manos está sosteniendo mi cintura,
mientras que la otra se apoya en la base de mi cuello, poniendo una
presión suave contra mi piel mientras se aferra a mí y me besa con tanta
pasión que apenas puedo respirar.
Nos mantenemos moviéndonos y moviéndonos, perdiéndonos
más en el otro, en tanto nuestra piel gotea por el sudor mientras nos
quedamos sin aliento, agotados, pero se siente demasiado bien para
parar; nunca quiero que se detenga. Y él parece sentirse de la misma
manera, saboreando todos los besos, agarres, mordidas, cada roce de
nuestra piel y unión de nuestros cuerpos hasta que ambos caemos sin
remedio en la felicidad al mismo tiempo.
Grito en puro placer, el sonido de mi voz es irreconocible mientras
mis dedos se hunden en su piel con desesperación, necesitando
aferrarme a algo. Luke sigue penetrándome unos momentos más antes
de que empiece a detenerse, presionando una última vez dentro de mí
mientras su cabeza se derrumba contra mi pecho.
Él permanece inmóvil durante un rato, respirando fuertemente
contra mi pecho, como si tuviera miedo de moverse. Como que
tampoco quiero que lo haga, porque todo se siente perfecto en este
momento, lo cual es raro para mí, si no existente. Pero eventualmente se
mueve hacia abajo, deslizándose fuera de mí, pero llevándome con él y
tirando de mí mientras yacemos en la cama, cara a cara. Cuando la
lámpara ilumina su mejilla, me doy cuenta de que hay un bulto enorme
allí, en la cima de una contusión preexistente y un poco de sangre seca.
Había estado tan atrapada en el momento íntimo, que no me di cuenta
de que se encontraba allí hasta ahora.
—¿Qué pasó? —pregunto, colocando suavemente mi mano
sobre la lesión—. ¿Te metiste en una pelea?
Se encoge de hombros, sus ojos en los míos mientras se inclina
hacia mi toque, como si mi mano lo calmara. —Una pequeña, pero
nada demasiado importante.
—¿Fuiste atrapado haciendo trampa?
Su aliento vacila en sus labios. —Cole lo hizo, pero no es un gran
problema. No debo ningún dinero ni nada.
Su voz es plana y toda la paz que tuvimos hace unos momentos
se rompe en mil pedazos, por lo que quiero traerla de nuevo a nosotros.
—Se llevaron el dinero, ¿cierto? —pregunto con el ceño fruncido.
Él no responde a mi pregunta, solo pronuncia—: Ya se me ocurrirá
algo. —Exhala un suspiro cansado y luego se frota los ojos, pareciendo
agotado.
—Quiero ayudar —le digo, trazando las líneas de uno de sus
tatuajes en su caja torácica. En realidad, tiene varios tatuajes y una vez
me dijo que pasó por una fase en la que se ponía un tatuaje cada vez
que se sentía una mierda, lo que significa que se sentía bastante así—.
Déjame ayudarte.
—No voy a permitir que trates con drogas para ayudarme —dice
en un tono cortante, sacudiendo la cabeza—. Prefiero conseguir que
me golpeen hasta morir a que hagas eso y le debas a él. —Su expresión
se suaviza un poco mientras pone una mano en mi espalda y pasa su
dedo suavemente hacia arriba y abajo de mi espina dorsal—. Déjame
consultarlo con la almohada. Tal vez tenga una idea, pero debo
descubrir cuan desesperado estoy.
No sé cuál es su idea, pero me preocupa, porque la última vez
que vi esa mirada de pura impotencia en su cara fue la noche en que
me dijo que su madre podía quizá ser la asesina de mis padres.
14
Traducido por Miry GPE
Corregido por Val_17

Luke
La observo dormir la mayor parte de la noche. Pensando. Mi
cabeza tan desordenada que apenas puedo respirar. Para el momento
en que estoy exhausto, el sol está saliendo y no dormí absolutamente
nada. Ha sido así durante el último par de meses, entre eso y la bebida,
empiezo a sentir los efectos de todo sobre mi cuerpo. Constantemente
cansado, me pregunto cómo sobreviviré la temporada de fútbol si no
logro organizarme.
Organizarme. Parece que tengo mucho que hacer antes de que
alguna vez pueda ser posible, pero mientras me acuesto aquí, mirando
a Violet dormida en mis brazos, quiero hacerlo más que cualquier otra
cosa.
Mientras el sol se eleva más alto e ilumina la habitación, me
decido a dar el primer paso, incluso aunque no quiero. De mala gana,
me levanto de la cama y tomo mi teléfono para hacer una llamada
que nunca pensé que podría hacer ni en un millón de años. Pero la
alternativa, permanecer aquí hasta que pueda pensar en algo más, no
es algo que quiera hacer más.
Aún es temprano en California, pero mi papá contesta después
de tres tonos. —Luke, ¿está todo bien?
Lo juro por Dios, es como si supiera que necesito algo. —En
realidad, no. —Hago una pausa, esperando que diga algo, pero no lo
hace mientras miro por la ventana—. Mira, necesito un favor… necesito
que me prestes algo de dinero. —Si me rechaza de nuevo, creo que
nunca más le pediré algo.
—Está bien. —Ya suena cauteloso—. ¿Cuánto necesitas?
Echo un vistazo por encima del hombro mientras Violet se agita en
la cama, luego me dirijo al cuarto de baño adjunto a la habitación y
entro para así no despertarla. —Nueve de los grandes.
Deja escapar un lento y suave silbido. —Mierda, Luke. Eso es
mucho dinero.
—Lo sé. —Cierro la puerta, me apoyo en ella, y me deslizo hasta el
suelo—. No lo pediría si no fuera una emergencia.
—¿Tienes algún tipo de problema?
—Se podría decir eso. —Dudo, no estoy seguro de querer decirle,
sin querer darle el derecho de conocerme, pero de repente, hay toda
esta presión en mi pecho y explota sin aviso alguno. Todo se vierte fuera
de mí. Y no solo la parte de las apuestas. Le digo lo mucho que bebo. Lo
qué pasó entre Violet y yo. Todo lo que hizo mi mamá. Incluso lo que
encontré en el diario de Amy. Y al final me encuentro llorando, como un
niñit o asustado. Me hace sentir tan patético. Tan débil. Tan fuera de
control, como cuando vivía con mi madre, y parte de mí lo odia, pero la
otra parte se siente aliviada, como si pudiera respirar de nuevo.
—Luke, arreglaremos esto —dice mi papá después de que por fin
dejo de llorar el tiempo suficiente para que él hable de nuevo.
—No lo puedes arreglar —digo, sorbiendo las lágrimas—. No la
mayoría, de todos modos.
—Bueno, arreglaré lo que pueda —me dice calmado. Ni siquiera
sé cómo lo maneja. Acabo de apilar v einte años de equipaje en él y
está tan tranquilo como es posible—. Y el resto lo averiguaremos juntos.
—Hace una pausa como si se estuviera recomponiendo—. Lo primero
que haré es enviarte el dinero. Puedes regresar a Laramie y debe estar
ahí para cuando llegues. Luego le pagarás a este tipo Geraldson.
Limpio las lágrimas de mis ojos con el dorso de la mano. —Y
después, ¿qué?
—Y después quiero que vengas a visitarme —dice, y antes de que
pueda protestar, añade—: Solo por una semana, así podemos hablar y
tal vez llegar a conocernos un poco mejor… me gustaría llegar a
conocer a mi hijo.
—¿Crees que ayudará el hablar? —pregunto escépticamente—.
Porque yo no estoy tan seguro.
—Creo que es un paso… y si me lo permites, me gustaría dar ese
paso contigo y espero que otros pasos más. —Suspira—. Sé que no he
estado ahí para ti y no puedo recuperar el pasado. —Ahora suena
como si estuviera ahogándose—. Pero me gustaría dar lo mejor de mí
para intentarlo. Solo tienes que permitirme intentarlo.
—Tengo práctica de fútbol, empieza en un par de semanas —le
digo—. Y clases. Es difícil para mí ir a algún lugar en este momento.
—¿Puedes tomarte algo de tiempo libre? —pregunta, con
esperanzas—. Solo una semana o menos.
—No me gusta tomar tiempo libre. Y ya perdí más de lo que me
siento cómodo. —Me comporto como un idiota, aún inquieto por todo
el asunto. Bueno, más como asustado. Cuando era más joven, eso era
en todo lo que pensaba todas esas veces durante las agujas, abrazos,
caricias, locura. Que él volvía y me salvaba, pero nunca lo hizo y yo casi
me pudrí hasta la muerte en esa casa. Y ahora, es difícil dejar ir todo
eso.
—Entonces iré a ti —insiste con determinación—. Si dices que está
bien, volaré hacia allá para verte.
Paso la mano sobre mi cabeza, dejando escapar un suspiro
estresado. —¿Cuánto tiempo te quedarías?
—Tanto como tú quieras —responde—. Hasta aceptaría unas
pocas horas.
—Es un vuelo muy largo para un par de horas.
—No, no lo es. —La forma en que lo dice me da ganas de llorar
de nuevo, pero contengo las lágrimas antes que se derramen.
—Está bien, puedes venir si quieres. —Me pongo en pie otra vez—.
Y puedes quedarte por unos días.
Le toma un segundo responder, y cuando lo hace, noto que está
llorando, pero trata de no dejar que lo escuche. —Bueno. Me siento tan
contento. Me siento tan, tan contento.
Se siente tan extraño e increíble, dejar ir cosas que he cargado
por siempre. Solo espero que todo se resuelva, pero por el momento, no
contengo la respiración.
15
Traducido por Diana & Miry GPE
Corregido por Jasiel Odair

Violet
Cuando me despierto, Luke ya se fue de la cama y paso por un
extraño momento donde me entra el pánico, no solo porque Luke no
está junto a mí, sino también por cómo despierto. Mi ritual habitual de
jadeos está ausente, en su lugar simplemente abro los ojos y todo lo que
puedo pensar es: ¿Qué demonios?
Es más aterrador que cualquier cosa. He estado despertando de
esa manera y ahora de repente, ya no. Se siente como si una parte mía
ha desaparecido y no sé qué hacer.
Y entonces un mensaje aparece y empeora las cosas.
Desconocido: ¿Por qué llamast e a la policía? Zorra. Est ás t an
muert a.
Estoy intentando no enloquecer al leer el mensaje, cuando Luke
sale del baño. Sin embargo, lo miro, y el problema se olvida. Sigue en sus
calzoncillos, con el cabello rizado, su barba desaliñada y sus ojos rojos e
hinchados; está drogado o ha estado llorando. Creo que es lo último.
—¿Qué pasa? —Me siento rápidamente, y la manta cae de mi
pecho. Sigo desnuda de anoche y su mirada se desplaza a mi pecho,
pero solo por un instante, luego se frota los ojos y suspira.
—Llamé a mi papá. —Mira hacia el piso, con el ceño fruncido,
confundido—. No pude pensar en nada más que hacer, así que lo llamé
y le pedí el dinero.
—¿Qué dijo? —Sé muy poco de la relación de Luke con su padre,
aparte de que no tienen una y que Luke no tenía ningún interés en tener
una con él debido a la ausencia de éste durante su niñez, así que si le
pidió ayuda es muy importante.
Se rasca la nuca, exhalando antes de mirarme. —Dijo que lo
haría, pero tengo que dejar que me visite.
Coloco el teléfono a un lado, en la mesita de noche y giro las
piernas sobre el borde de la cama. —¿Te chantajeó?
—En realidad no. Dijo que me daría el dinero y que quería venir a
verme y simplemente acepté. —Se sienta en la cama junto a mí—. Esto
es muy raro.
Sin saber qué más hacer, me deslizo más cerca y froto su espalda.
—Lo siento —dije—. Pero me alegro de que te est é ayudando, en vez
de que tú tomes el riesgo nuevamente. —Mis palabras son impactantes.
Normalmente, me encanta el peligro, pero estoy descubriendo que si el
peligro significa que Luke salga herido no es emocionante.
—Sí, supongo que yo también. —Baja la cabeza en sus manos—.
Pero vamos a ver cómo nos va. No estaré esperanzado ni nada. —Se
sienta un rato con la cabeza gacha, respirando suavemente. Creo que
podría estar tratando de no llorar.
Me quedo en silencio y continúo frotando su espalda hasta que al
fin levanta la cabeza, intentando eliminar discretamente las lágrimas de
sus ojos. Despeja la garganta un par de v eces y luego se pone de pie,
agarrando un par de vaqueros de su bolso. —Creo que tenemos que
irnos —dice—. La última cosa que quiero hacer es quedarme aquí con
Cole. El tipo es peor que yo. —Se coloca los pantalones—. Lo cual dice
mucho.
Asiento, luego salgo de la cama y me dirijo a mi bolsa, sus ojos me
siguen todo el camino. —Yo t ambién estoy ansiosa por volver —digo,
tomando un par de pantalones negros y una camisa—. Hablé con el
detective Stephner anoche y aunque no me dijo nada, me di cuenta
que pasaba algo con el caso. —Me coloco los pantalones vaqueros—.
Espero que sea bueno.
—¿Cuándo lo sabrás? —pregunt a, tirando una camisa roja sobre
su cabeza.
Me encojo de hombros, me coloco mi propia camisa y saco mi
cabello del cuello. —No estoy segura. Me dijo que podría llamar esta
mañana pero solo recibí otro mensaje del tipo acosador.
Frunce el ceño. —¿Le dijiste al detective sobre esos?
Asiento. —Está buscando.
Aprieta los labios como si quisiera decir algo, pero luego piensa en
ello y comienza a vagar por la habitación, recogiendo sus cosas y su
bolsa de viaje. Comienzo a empacar, sin molestarme en doblar mi ropa.
En realidad es un hábito que adquirí desde joven. Después de empacar
por quinta vez a la hora de cambiar de casa, me di por vencida y metí
todo. Y no me molest aba en desempacar cuando llegaba a mi nuevo
hogar.
—¿Crees que se trate de mi mamá? —pregunta Luke tan pronto
como me atrapa con la guardia baja y me toma un momento para
responder—. ¿Lo que el detective no puede decirte? ¿Crees que tiene
algo que ver con mi mamá?
Cierro la cremallera mi bolso y lo recojo. —Me pregunto... tal vez.
—Espero que lo sea —dice; hay ira en su tono. Sé que lo dice en
serio, quiere que la encierren tanto como yo. Balancea la bolsa sobre su
hombro y sus músculos se ondulan un poco como si estuviera adolorido.
Luego se acerca a mí y me da un beso suave en la mejilla.
—¿Estás lista? —pregunt a, metiendo un mechón de cabello
detrás de mi oreja y mirándome constantemente a los ojos. Parece que
me está preguntando mucho más que si estoy list a para irme de aquí.
Como si est uviese lista para volver a Laramie. A vivir con él.
Asiento, sin saber a qué pregunta estoy contestando, pero creo
que podría descubrirlo cuando lleguemos allí.

***

El tío de Luke parece muy molesto cuando bajamos para irnos,


discutiendo con su sobrino sobre querer llamar a su padre y pedir dinero
prestado. Luke no dice nada sobre el hecho que ya lo hizo, supongo
que decide dejar que Cole limpie su propio desastre. Furioso, éste se
tropieza con la mesa en la sala de estar mientras bebe media botella
de Vodka. —Para aliviar el dolor de los golpes —dice cuando nos nota
observándolo. Luego se deja caer en el sofá y momentos después se
desmaya.
Ryler parece querer ir con nosotros, solo para salir de la casa,
deteniéndose en el vestíbulo cuando Luke deja caer su bolso en el piso
para darle uno de esos incómodos abrazos que hacen los hombres.
—Puedes venir a pasar el rato con nosotros cuando quieras —le
dice Luke, apartándose y recogiendo su bolso; sus ojos van a la sala
donde Cole está recostado, el brazo colgando sobre el lado del sofá—.
Incluso si es solo por un tiempo.
Ryler sonríe pero no llega a sus ojos mientras levanta sus manos. —
¿Qué diablos haría yo en Wyoming?
Luke me mira esperando la traducción y cuando paso el mensaje,
dice—: La universidad es genial allí.
Alza la ceja perforada, divertido. —¿Ir a la escuela? Es una idea
divert ida. Apenas pasé la escuela secundaria.
—Oye, yo estaba igual. De hecho, casi la abandoné —le digo,
sintiéndome extraña por hablar de mi pasado tan a la ligera—. Y en
realidad me gusta la universidad.
—¿En serio? —Mueve los labios y asiento. Hace una pausa,
mirando hacia su padre que nunca estuvo allí para él cuando creció,
golpeado y desmayado borracho en el sofá y luego articula para mí—:
Tal vez un día.
Asiento, y luego nos da su número de teléfono, y terminamos de
despedirnos. Entonces Luke y yo salimos a la carretera. Es temprano, el
cielo está naranja brillante del amanecer, lo que significa que debemos
llegar allí antes del at ardecer. Son unos días antes de lo que habíamos
planeado, lo que significa que perderemos menos clases y creo que
Luke y yo podemos apreciar ese hecho. Pasamos la mitad del tiempo
escuchando su música y me dijo que va a hacernos nuestra propia
cinta cuando lleguemos a casa. Sigue diciendo “nosotros” y sé que
debo estar agradecida, porque tengo un lugar para vivir con la gente
que se preocupa por mí, pero al mismo tiempo me asusta. Dios, si solo
pudiera t ener un moment o con mis padres para que pudieran decirme
que t odo est á bien. Que est oy haciendo lo correct o.
Cuando tengo este pensamiento, mi teléfono empieza a vibrar
dentro de mi bolsillo. Bajo la música y lo saco, dejando salir un suspiro de
alivio al ver la pantalla. —Es el detective —le digo a Luke y él asiente,
luciendo tan nervioso como yo.
—Por favor, diga que ya puede decirme —le digo mientras coloco
el teléfono en mi oído.
—Sí puedo, pero son buenas y malas noticias —me dice, sonando
un poco desanimado—. La buena noticia es que por fin conseguí esa
orden para registrar la casa de Mira Price. Y hemos encontrado algo
que podría ser potencialmente útil pero todavía tendremos que hacer
algunas pruebas de ADN para confirmar. —Hace una pausa larga—. Y
luego está la mala noticia. Dos malas noticias de hecho.
—Eso ni siquiera es una palabra 1. —Hago una broma para intentar
ocultar mis verdaderos sentimientos. Estoy emocionada y asustada al
mismo tiempo. Tal vez tenga pruebas. Mis padres podrían tener por fin
justicia.
Luke me da una mirada preocupada de reojo mientras dirige el
camión por la autopista. —¿Está todo bien? —susurra.
Me encojo y susurro—: Te haré saber en un minuto.
—Bueno, aplica como una palabra para esta conversación —
dice y luego suspira, perdiendo todo humor—. La primera mala noticia

1
En el original es newes que no es una palabra pero se refiere a noticias en plural.
es que Mira se ha ido y hablé con los vecinos y el casero, ha estado
desaparecida por un tiempo.
Echo un vistazo a Luke, preguntándome si podría saber dónde
está. —¿Qué significa eso exactamente?
—Significa que incluso si podemos detenerla, primero tenemos
que encontrarla.
Quiero golpear algo. Gritar hasta que mis pulmones estallen. ¡Est o
no es just o! Est o no es just o. ¡Maldit a sea! —¿Y cuál es la segunda? —Mi
voz tiembla mientras mi pulso se acelera.
Le toma un segundo o dos responder y cuando lo hace, suena
renuente. —Descubrimos quién ha estado enviándote esos mensajes...
Hemos rastreado las llamadas hacia Preston Parkington, el tipo con el
que vives.
—¿Qué? —exclamo, dispuesta a bombardearlo con preguntas, y
la cabeza de Luke gira en mi dirección—. Pero eso no es posible...
Cómo podría... No lo entiendo... —¿Qué diablos? ¿Este es mi castigo?
¿Por echarlo a perder?
—Es peor —dice el detective Stephner—. Debido al material
amenazante en el mensaje, teníamos el derecho de ir a su casa e
interrogarlo, pero el remolque había sido desocupado cuando llegamos
allí.
—Pero vivía allí hace unos días... Yo estaba allí... Lo vi. —Mi
corazón está golpeando en mi pecho, mi pulso se eleva a millones de
kilómetros por minuto y ahora no me gusta la adrenalina en mí—. Tiene
que estar haciendo esto para vengarse de mí, porque me fui.
—Eso es lo que yo pensaba, pero luego empecé a hacer algunas
investigaciones sobre él, verificando los antecedentes y descubrí un par
de cosas que han traído una gran preocupación.
—¿Cómo qué?
—Como que él tiene un registro. El hecho de que cambió su
nombre hace unos catorce años. Solía llamarse Danny Huntersonly.
—Pero, ¿por qué cambiaría su nombre? —Niego con la cabeza,
intentando ignorar la mirada preocupada de Luke perforando el lado
de mi cabeza—. Y ¿por qué servicios infantiles lo dejaría acogerme?
—Bueno, técnicamente los papeles declaran que su novia te
llevó. Una Kelley Arlingford fue registrada con el estado como padres
adoptivos.
—Kelley fue su esposa. —Agarro la manija de la puerta como
apoyo porque me encuentro casi hiperventilando y siento que me voy a
desmayar—. Cuando me lo presentó, dijo que Preston era su marido y
luego se divorciaron y Preston estaba hablando de cómo un tiempo
después se volvió a casar. —Sin embargo, tan pronto como lo digo, sé
que hay una falla grande. Porque la mayoría de mi información
proviene de Preston, así que hay una posibilidad de que casi todo sea
una mentira.
—Bueno, estuvo mintiéndote y al Estado, al parecer —dice—. En
sus registros, Kelley vivía sola y el Estado ni siquiera sabía de Preston, al
menos en los informes. Es como una falla en el sistema supongo, no
haciendo claro que no había nadie viviendo con ella. Pero cuando los
niños llegan a ser tan grandes... y hay muchos... a veces se deslizan a
través de las grietas.
Me dice cosas que ya sé, ya que viví en esas grietas durante años.
—¿Kelley sabía sobre Preston? Quiero decir, ¿supo sobre su cambio de
nombre y pasado?
—No lo sé, pero vamos a averiguarlo. —Otra pausa—. Hay más.
—Oh Dios. —Mi cabeza cae hacia adelante y la mano de Luke se
desliza a través del asiento para juntar sus dedos con los míos, y me
aferro a él—. No creo que pueda soportarlo.
—Tienes que escuchar esto —dice el detective—. Es necesario
que comprendas la gravedad.
—Bien. —Agarro fuertemente la mano de Luke, tanto que estoy
segura de que le duele—. Adelante.
—¿Sabías que Preston tenía un cuarto secreto debajo de su casa?
—Sí... bueno, no... —Mierda. ¿Qué digo? Sabía que tenía drogas
allí—. Bueno, lo mantuvo cerrado pero sabía que existía.
—Eso pensé, teniendo en cuenta lo que había allí.
—¿Que era?
Otra pausa. Empiezo a odiar el silencio. —Una habitación con
fotos y artículos de ti en toda la pared... incluso algunas de tus padres.
—No entiendo... ¿por qué tendría eso? —Es decir, sé que me
quería y todo, pero parece el comportamiento de un acosador—. ¿Por
qué está haciendo esto? No tiene ningún sentido. Quiero decir, siempre
fue un poco raro y controlador, pero ¿por qué de repente recurriría a
mensajes amenazantes y un cuarto loco lleno de fotos?
Suspira de nuevo y me preparo para otro duro golpe. —Violet, no
estoy seguro de cuánto sabes sobre tus padres, pero en el comienzo del
caso hubo algunas sugerencias que nadie te mencionó, simplemente
porque eras demasiado joven y la verdad, no queríamos que saliera al
público. Mantener ciertos detalles en secreto nos puede ayudar mejor a
condenar a la persona adecuada. Sin embargo, ahora creo que
deberías saber, pero quiero que te prepares para ello.
—Bien, estoy preparada. —Le mentira más grande que he dicho y
no hubiera tenido el valor de decirlo si hubiera sabido lo que iba a decir.
—Durante la primera investigación, el detective a cargo del caso
encontró algunos detalles sobre tus padres, bueno, tu madre de todos
modos, que los conectaba a unos traficantes de drogas locales. Fue
una cosa del pasado, creo que terminó unos años después de que
nacieras cuando tu madre se casó con tu padre.
—No, mi madre se casó con mi padre antes que yo naciera —
digo, pero no tengo idea; apenas sé algo de ellos, habiéndolos perdido
a una edad tan joven.
—No, ella se casó con él cuando tenías como tres años —dice—.
Después de que ella logró estabilizarse y salió de rehabilitación, pero su
pasado aún la perseguía y le debía dinero a la gente equivocada. La
policía nunca fue capaz de localizar a esa gente y todas las pruebas
apuntaban a un robo al azar, pero después de indagar en los registros
anteriores de Preston, descubrí que vivía en el área de Cheyenne en ese
entonces y traficaba con drogas... y algunas de las fotografías que él
tenía de ti... eras más joven.
—No... Mientes, maldita sea. —Niego con la cabeza una y otra
vez hasta que me mareo—. Mientes, mientes, mientes. No viví con el
asesino de mi padre. Eso nunca sucedería. —¿A menos que fuera
hecho a propósit o? Oh por Dios, ¿de alguna manera fue hecho a
propósit o por Prest on?
—No digo que él es su asesino de cualquier manera o forma —
dice con voz suave—. Es más que probable que él pudo desarrollar una
obsesión por ti, ya que la mayor parte de lo que encontramos apunta
hacia el comportamiento acosador, lo cual sucede algunas veces con
casos públicos como estos, pero quiero que sepas los detalles ahora,
por si acaso.
¿Por si acaso qué?
¿Por si acaso qué?
¿Por si acaso qué?
Las palabras resuenan en mi cabeza una y otra vez hasta que de
repente veo el rostro de Preston en un recuerdo, en el que estoy en el
sótano y él le grita a Mira Price mientras ella canta, canta y canta. Tan
claramente. Pero es solo porque lo sugirió o finamente junté las piezas.
—¡No! Mi mamá nunca se drogó... ellos eran buenas personas... —
Y para mí, a los seis años de edad con hermosos sueños, lo eran. Eran
perfectos. Y quiero recordarlos de esa forma. Quiero borrar todo lo que
dijo, olvidar que alguna vez lo escuché, pero no puedo.
—No digo que fueran malos —me dice—. Las personas que se
drogan no necesariamente son malas. Simplemente tomaron algunas
malas decisiones y tu madre modificó sus acciones. Se esforzó por borrar
su pasado.
De tal madre, tal hija.
—Violet, necesito hacerte algunas preguntas más sobre Preston y
lo que ocurrió mientras viviste ahí con él. —Una pausa—. Es importante
para que podamos rastrearlo.
No puedo respirar. No puedo pensar. No puedo ver. Todo da
vueltas, gira, gira y gira. Todo es confuso. Todo está mal. Puedo sentir la
camioneta deteniéndose mientras jadeo en busca de aire. Tan pronto
como se detiene completamente, suelto el teléfono, abro la puerta, y
caigo fuera sobre mis rodillas. La grava raspa mis rodillas y las palmas de
mis manos mientras jadeo en seco en busca de aire, pero mis pulmones
no me lo permiten.
Me sobrecargo de adrenalina. Una que no causé. Pero una que
se siente como si fuera a matarme. Y, sinceramente, me habría gustado
que lo hiciera.
16
Traducido por aa.tesares
Corregido por SammyD

Luke
Ella me está at errando. No habla. Apenas se mueve. Tengo que
levantarla para meterla en el camión. Una vez que la meto y cierro la
puerta, me subo en el lado del conductor y luego cojo su teléfono del
asiento, donde ha sonado desde que lo dejó caer.
—¿Hola? —respondo, moviendo mi brazo alrededor de Violet en
tanto se recuesta sobre el asiento y pone su cabeza en mi regazo.
Agarra mis vaqueros, sigue sin moverse, y apenas parpadea mientras
mira a la nada, como si se hubiera perdido total y absolutamente.
—¿Quién es? —pregunta alguien en el otro extremo de la línea.
—Luke… Price.
—Oh... —Suena incómodo—. Soy el detective Stephner. ¿Se
encuentra Violet allí contigo?
—Sí, pero no puede hablar en este momento —digo, acariciando
su cabeza con mi mano, lo que parece ayudar, ya que su respiración se
calma un poco, pero sus ojos siguen luciendo huecos—. ¿Qué le dijo?
—No tengo la libertad de decírtelo. —Hace una pausa—. ¿Están
de vuelta en Laramie?
Echo un vistazo a la carretera en frente de nosotros. —No, eso
hacíamos pero vamos a mitad de camino... ¿Por qué?
—Bueno, te sugeriría que des la vuelta y lleves a Violet a algún
lugar para que se quede contigo solo unos pocos días —dice—. Hasta
que podamos obtener algunas respuestas acerca de alguien.
Sigo pasando mis dedos de arriba hacia abajo por sus mejillas, y
se acurruca bajo mi tacto. —¿Tiene esto algo que ver con mi madre? —
le pregunto en voz baja.
—Debes hablar con Violet. Eso es todo lo que te voy a decir —
responde en un tono formal—. Dile que me llame tan pronto como se
calme.
—Bien —digo, luego cuelgo, pongo el teléfono en el salpicadero y
bajo la mirada; su cabeza se halla en mi regazo, con los ojos tan llenos
de miedo—. Cariño, ¿quieres hablar de eso? —le pregunto, luchando
para mant ener mi voz nivelada. No quiero insistirle, pero me encuentro
desesperado por saber si esto tiene que ver con mi madre.
Niega con la cabeza y cierra los ojos mientras mis dedos acarician
su cabello. —No, todavía no.
Mi mano se detiene en su cabello. —El detective... dijo que tal vez
sería mejor si te quedas un tiempo lejos de Laramie.
—Bien, me puedes dejar a un lado de la carretera. —No bromea.
De hecho, suena esperanzada de que lo haga.
No estoy seguro de cuánto tiempo me quedo aparcado a un
lado de la autopista, tratando de averiguar qué hacer, dónde llevarla.
¿Volver a Las Vegas? No quiero hacer eso, no quiero volver a ese tipo
de ambiente. Solo hay una otra opción, tengo que tragarme lo poco
que me queda de orgullo, antes de que sacar el teléfono y marcar el
número de mi papá. Contesta después de dos timbrazos y lo digo antes
de arrepentirme.
—Hola, necesito otro favor.
Epílogo
Un día después...

Traducido por Jasiel Odair


Corregido por Dannygonzal

Luke
Mi padre vive en la sección de la ciudad de San Diego, donde las
calles están llenas de altas y delgadas casas adosadas e inclinadas y
llenas de árboles. El aire huele al océano, y al instante en que llegamos
allí, está pasando a la noche siguiente, la puesta de sol, el cielo pintado
de color naranja y rosa.
Violet apenas habló todo el camino y solo se movió cuando salió
para ir al baño. Aproveché esa oportunidad para llamar a Kayden y
obtener el número del entrenador para poder hablar con él acerca de
perderme la primera semana de práctica.
—Sabes que él es raro con esa mierda —había dicho Kayden,
recordándome que podría estar arruinando el programa perfecto por el
que tanto me esforcé para mantener.
—Lo sé —respondí—. Pero es que... no puedo ir allí.
—¿Puedo preguntar por qué?
—¿Recuerdas cuando golpeaste a muerte a Caleb y me dijiste
algo parecido a que lo hacías porque alguien hirió a Callie? ¿Y lo hiciste
sin pensarlo dos veces, incluso si eso significaba que tu propia vida
estaría jodida?
—Sí... —Parecía confundido y un poco incómodo, sobre todo
porque no hablamos de este tipo de cosas.
—Bueno, no voy a golpear a alguien ni nada, pero una persona
me necesita, y en este momento no me importa una mierda el fútbol o
la escuela —dije—. Solamente ella.
Hubo una pausa. —¿Es Violet?
—Sí.
Otra pausa y, dijo—: Dile al entrenador que es una emergencia
familiar. Lo hice una vez y aunque se enojó, lo dejó pasar.
—Gracias, hombre —dije y rápidamente tuve que colgar porque
Violet había vuelt o del baño y no quería que escuchara lo que hice y
tratara de convencerme de lo contrario.
—Compré algunos caramelos —me dijo volviendo a la camioneta
y eso fue lo último que mencionó por las últimas cinco horas, finalmente
conciliando el sueño y sin ni siquiera despertar cuando llegamos a casa
de mi padre, por lo que tuve que entrarla.
—Estoy preocupado por ella —le digo a mi papá cuando regreso
a la cocina después de que he llevado a Violet a la habitación de
invitados y la puse en la cama. No quiero dejarla sola mucho tiempo;
me preocupa que vaya a hacer algo imprudente, como lo intentó en
casa mi tío con el incidente de la ventana.
Estoy de pie en la cocina con mi padre, cansado, desesperado
por la necesidad de un poco de sueño y comida. Llamé a Seth en el
camino y le pregunté si mi padre podría transferir algo de dinero a su
cuenta, y luego si podía retirarlo y dejarlo en el buzón de Geraldson por
un acuerdo que hice con él unos minutos antes.
—Sí, claro. Lo que sea que ayude —contest ó él y luego presionó
para obtener más detalles, por supuesto, le prometí que le diría más
tarde si me hacía el favor.
Era un poco extraño pedirle ayuda a Seth. Hace un año más o
menos le habría pedido a Kayden que lo hiciera, pero supongo que las
cosas cambian. Seth también sabe algo de la mierda que pasa en mi
vida, no todo, pero algo.
—¿Cuánto tiempo ha estado así? —pregunta papá, sentándose
en uno de los taburetes con una taza de café frente a él. Es tan extraño
verlo en persona de nuevo, ya que pasó como un año de la última vez
que lo vi, y esa era la primera vez que lo veía desde que le di ideas
acerca de lo que mi madre nos hizo a Amy y a mí. Incluso hace un año,
parecía como un extraño, pero se ve diferente de lo que recuerdo. Un
poco más viejo, con menos cabello castaño, más arrugas, más gordo
en la cintura, pero más saludable; un extraño que conozco y con quien
me siento incómodo. Por suerte es lo bastante tarde para que Trevor
esté en la cama. No he tenido tiempo de prepararme para reunirme
con mi papá, por no hablar de su marido.
—Desde que habló con el detective —le digo, sentándome a su
lado en un taburete, y sintiendo mis párpados tan pesados que apenas
puedo mantenerlos abiertos. Conduje directamente aquí, haciendo
paradas para poner gasolina en el camión, por lo que estoy listo para
dormir, dormir el resto del día.
—Eso... Eso fue... —Él lucha, mirando con nerviosismo el área de la
cocina, que está decorada con obras de arte, quizá de Trevor—. ¿Fue
sobre Mira?
—No sé —le digo con un encogimiento de hombros—. No me va
a hablar de ello, sea lo que sea. Pero el detective dijo brevemente que
era mejor si me la llevaba a algún lugar lejos de Laramie por un tiempo.
—Bajo mi cabeza sobre la encimera, la frialdad de la superficie se siente
bien contra mi piel caliente—. Jesús, no tengo ni idea de qué hacer. Ella
me está asustando...
Mi padre pone su mano en mi espalda y yo salto, pero no lo
aparto. —Ve a descansar un poco y luego te ayudaré a hablar con ella
por la mañana. Te ayudaré, Luke... estoy aquí para ti...
Hay un millón de cosas que quiero decir en ese momento, algunas
groseras y otras bonitas, pero lo único que digo es—: Gracias —porque
estoy cansado.
Me bajo del taburete y me voy a la habitación de invitados, a
punto de desplomarme en la cama. Pero en cambio veo a Violet de pie
junto a la ventana, mirando hacia la calle, con los brazos cruzados
sobre su pecho. Dejo escapar un suspiro nervioso y cruzo la habitación
hacia ella, vacilando antes de envolver mis brazos a su alrededor.
No lucha, hace lo contrario y se inclina contra mí, como si yo fuera
lo único que la está sosteniendo. —Encontraron evidencia que podría
ayudar a la detención de tu mamá —dice en voz baja—. Pero tienen
que encontrarla a ella primero.
—Espera un minuto. ¿Encontrarla? —Me inclino hacia un lado
para mirarla a los ojos—. ¿No está en la casa?
Sacude la cabeza, negándose a hacer contacto visual conmigo.
—El propietario y los vecinos dijeron que no ha estado allí por un tiempo.
Mis brazos se aprietan a su alrededor, preocupado de que de
repente se vaya a alejar y correr, como lo hizo hace un par de meses. —
La encontraremos —le promet o—. Cueste lo que cueste. —Beso la cima
de su cabeza y ella se acurruca contra mí—. Me aseguraré de ello.
—Hay más. —Su voz suena tan hueca, que la luz de la luna que
refleja el dolor en sus ojos es demasiado abrumadora, casi como si el
dolor la poseyera. Es una mirada que me perseguirá para siempre—. Se
trata de Preston y mis padres... bueno, mi madre.
—Está bien. —No tengo ni idea de a dónde va esto, pero me
preparo para algo muy malo, por la forma en que ella reaccionó en el
coche y la expresión de su cara en este momento.
—Al parecer, ese no es ni siquiera el verdadero nombre de
Preston... y él tenía fotos de mí y de mi familia en ese pequeño sótano
donde yo siempre había pensado que mantenía drogas... y además de
eso, podría haber estado conectado de alguna forma con el traficante
de drogas de mi madre, porque vivía en la misma zona... Algo que no
sabía hasta ahora... —Una lágrima se desliza de su ojo y no se molesta
en limpiarla—. Lo cual no solo significa que mi madre no era quien creí
toda mi vida, sino que Preston podría tener algo que ver con sus
muertes... El detective dijo que puede ser una coincidencia y que él es
más un acosador que un asesino.... Pero joder... ¿Y si es... ¿Y si él t uvo
algo que ver con eso...? —Otra lágrima y luego otra—. Todo el tiempo
que pasé con él... esas cosas que hice... Dios, creo que voy a vomitar. —
Ahí es cuando comienza a llorar, y sus piernas se doblan.
Las lágrimas arden en mis propios ojos. Jesús, la vida es tan injusta.
Tan cruel. Al hacerle pasar por tanto a una persona. Sosteniendo su
peso por ella, la tomo en brazos y la llevo a la cama. Ni siquiera puedo
pensar en nada que decir porque no hay palabras que existan para
momentos como estos. Sinceramente, no puedo ni creer que sea
posible. ¿Cómo puede el mundo de una niña estar tan destrozado? Tan
roto. Tan doloroso. Quiero evitarle todo esto, lo haría en un latido de
corazón si pudiera. Pero en su lugar, tengo que quedarme aquí con ella
en mis brazos y escucharla romperse, así como hice hace un par de
meses, cuando nos enteramos sobre mi madre. Y, al final, mis propios
ojos comienzan a aguarse.
—¿Cómo pueden estar seguros? —pregunto, luchando para
mantener mi voz tranquila—. Me refiero a la policía. Van a averiguar si
t uvo algo que ver con eso o no, ¿verdad?
—Sí. —Entierra su cara en mi pecho—. ¿Y si él es... Y si lo dejé
tocarme de esa forma y todo este tiempo él le quit ó sus vidas... —Sus
manos encuentran el final de mi camisa y se agarra con fuerza—. No
puedo hacer frente a más de esto... —Inhala, y luego, otra vez—. El
dolor. Estoy tan cansada de no tener a nadie... de arruinar todas las
relaciones.
Mis brazos se aprietan su alrededor y la abrazo con cada parte de
mí. —Sin importar lo que pase, voy a estar aquí para ti.
Acerca más su cara a mi pecho, haciéndose un ovillo contra mí.
—Prométeme que nunca me dejarás. —Es difícil oírla a través del llanto,
pero la suavidad de las palabras es suficiente para hacer que un par de
lágrimas escapen de mis ojos. Quiero limpiarlas para que ella no me vea
cayendo a pedazos, pero tampoco quiero dejarla ir.
—Te lo prometo. —Lo digo más en serio que cualquier cosa—. No
importa lo que pase, siempre estaré aquí para ti.
Quiero decirle que la amo, pero sé que no es el momento
adecuado. Así que trato de mostrárselo, sosteniéndola, permitiéndole
llorar, y prometiéndome a mí mismo que voy a tratar de hallar un modo
de quitar un poco de su dolor, sin importar lo que cueste.
The Certainty of Violet & Luke
La vida de Violet Hayes es un desastre. Entre
su acosador, Preston, negándose a dejarla
sola, el caso de sus padres aún sin resolver, y
su retraso en la universidad, siempre siente
que está a punto de perderlo todo. Cuando
una noticia inesperada llega, es superada y
termina haciendo algo que casi le cuesta la
vida. Afortunadamente, sobrevive y se
promete a sí misma reorganizar su vida y
tratar de averiguar exactamente cómo se
siente acerca de Luke Price, la única
persona que siempre está ahí para ella.
Pero como un apostador y alcohólico en
recuperación, Luke tiene sus propios
problemas que superar. Está enamorado de
Violet, pero teme que decirle la verdad, vaya a hacerla correr asustada
o aún peor, no va a corresponder el sentimiento. Además, nunca
parece encontrar el momento adecuado para decírselo, ya que el
caso, Preston, o la vida siempre se encuentran en el medio.
¿Podrán ambos conseguir paz en sus vidas para conquistar sus miedos y
por fin decirse la verdad sobre cómo se sienten?
Sobre la autora
Jessica Sorensen vive con su esposo y tres hijos
en las montañas nevadas de Wyoming, donde
pasa la mayor parte de su tiempo leyendo,
escribiendo y estando con su familia.

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