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Sophie8 (The Rebel)
Sophie8 (The Rebel)
Haré cualquier cosa para salvarla. Rocco hará cualquier cosa para
destruirla.
Xoxoxo
-Sophie
Playlist Official de The Rebel
ZOE
Ese último parto con un feto muerto fue su muerte. Tuvo una
hemorragia en la camilla. La parte más oscura de mí sospecha que
mi padre retuvo al médico, permitiendo que la vida se frenará de mi
madre como castigo por el hecho de que incluso ese bebé sin
respiración era una niña.
Cuando sólo tenía doce años, ella le envió a los Prince fotografías
mías sentada junto a la piscina en mi traje de baño.
Así que cuando me enteré que Rocco venía a verme, imaginé que
sería guapo y dulce, y que tal vez nos escribiríamos cartas como
amigos por correspondencia.
―No ―dije.
―Eso me imaginaba.
Esta noche se espera que baile con él, que me cuelgue de su brazo
y que lo mire como si estuviéramos enamorados. Es todo un
espectáculo para los invitados.
Soy como esas doncellas que los incas sacrificaban a los dioses:
las vírgenes del sol. Durante todo el año eran alimentadas con
manjares: maíz y carne de llama. Las bañaban y embellecían con
tocados de plumas y collares de conchas exóticas. Y luego las
llevaban a las tumbas en la cima de la montaña, para sellarlas dentro
como una ofrenda a un dios que anhelaba su muerte.
Puedo ver lo nerviosa que está por la fiesta, por tener a todo el
mundo mirándonos. Por suerte para ella, la mayor parte de la
atención se dirigirá en mi dirección. Y no tiene que preocuparse de
que la obliguen a contraer un odioso contrato de matrimonio, al
menos aún no. Eso fue parte de mi acuerdo con mi padre: Cat no
tiene que casarse hasta que se gradúe en la universidad, y yo
tampoco.
Fue la primera vez que viví lejos de mi padre. El alivio que sentí,
sola en mi pequeña habitación, no se parecía a nada que hubiera
experimentado. Cuando asistía a mis clases, era libre de estudiar y
aprender, e incluso de hacer amigos sin juicios constantes, sin
críticas constantes.
El alivio que sentí fue doloroso, porque sabía que no podía durar.
Me sentí culpable por dejar a Cat sola, sé que fue un año difícil
para ella, puedo verlo cuando se sienta en el borde de mi cama.
Tiene una reacción de sobresalto al ruido que ha empeorado desde
que me fui.
Cuanto más se aleje de nuestro mundo, mejor será para ella. Tal
vez se escape por completo, de alguna manera o de alguna forma.
―Te ves impresionante ―me dice Cat, con los ojos muy abiertos e
impresionada.
Pero lo que había sido una operación local entre los unidos clanes
gallegos se convirtió en una empresa internacional. Los clanes
comenzaron a enemistarse, los resentimientos arraigados volvieron a
surgir y esta vez con fuerza exponencial.
―Toma otra copa, por qué no ―me dice Daniela―. Para los
nervios.
Los Prince parecen tan regios como su nombre, Dieter podría ser
un Káiser con su bigote negro inmaculadamente recortado y su
esmoquin de estilo militar. Gisela es rubia y pálida,
significativamente más joven que su esposo. Rocco se encuentra
entre ellos, con el pelo negro peinado hacia atrás, la cara delgada y
pálida y bien afeitada, las mejillas, tan hundidas que una sombra
oscura le recorre desde la oreja hasta la mandíbula.
Los músicos están tocando Asturias, pero tan pronto como Rocco
me tiene en la pista, chasquea los dedos, ordenando que cambien al
tango en su lugar.
Rocco no me ha soltado.
―Hasta el fondo ―dice Rocco, con sus ojos azules clavados en los
míos.
No me ve.
Odio mentir, soy una persona honesta, el engaño nunca sabe bien
en mi boca sin importar la razón para ello. La forma en que me
obligan a esconderme y ocultar, por Rocco y por mi padre y
madrastra, me enferma el alma.
Cat está aún más asustada, aprieta los dientes con rigidez para no
castañear.
Entramos en su estudio, que es oscuro y opresivo, con las
paredes forradas de estanterías del suelo al techo de madera de
ébano, la mayoría de sus espacios llenos de fósiles en lugar de libros.
Mi padre está inmensamente orgulloso de su colección, que incluye
varias libélulas conservadas en piedra caliza, la pelvis de un
rinoceronte lanudo y un archaeopteryx completo.
¿Intenta que abandone los estudios? No. Rocco todavía tiene dos
años más en Kingmakers. Me quiere ahí donde pueda vigilarme,
estoy segura.
―¿Qué? ―digo.
―Cat asistirá a Kingmakers contigo.
―¿Perdón? ―dice.
MILES
Pedí todos los favores que tenía para conseguir que The Shakers
hiciera el set de apertura. Eso es crucial para traer invitados de
primera fila y para dar la impresión de que Iggy es aún más famoso
que la banda más popular de Chicago.
Por mucho que quiera que parezca una bacanal fuera de control,
todo tiene que ir bien esta noche. Iggy está a punto de firmar un
contrato de siete cifras con un sello discográfico de Los Ángeles.
―Declan Poe no pasa por esta puerta ―le digo a mi chico Anders,
señalando con la cabeza las puertas dobles de acero de la entrada―.
Si lo ves, me llamas, no esperes a que cause problemas.
Anders asiente. Beckett y Anders están construidos como
refrigeradores gemelos, podrían manejar un pequeño ejército ellos
solos.
―Oh, por favor. ―Se echa el pelo largo y oscuro por encima del
hombro―. Estás dejando entrar a cualquiera aquí. Ese tipo le regaló
tres home runs a los Sox el jueves.
―¿Por qué?
―Porque no quiero que el tío Nero me corte la puta cabeza.
―¿Hablas en serio?
―¡Miles!
Poe se presentó con tres tipos, pero lo mandé a la mierda. Creo que se ha
ido.
Disecado y muerto
Continuamente subo
Y chupo la lima...
―¡Lo hago todo por él! ―Poe raspa, indignado―. ¿Quién ayudó a
pagar el alquiler de su madre después de la muerte de su padre?
¿Quién compró sus regalos de Navidad?
―Les dabas cincuenta dólares aquí y allá para poder usar su casa
para esconder tus drogas ―resoplo―. Y la única Navidad que
recuerdo haberte visto es aquella en la que tenías un monitor de
tobillo y necesitabas una dirección permanente para tu oficial de la
condicional.
Poe estrecha los ojos hacia mí, con el dedo curvado alrededor del
gatillo de su pistola. No me gusta que lo sostenga de esa manera,
está lo suficientemente nervioso como para dispararme por
accidente.
―Iggy y yo acabábamos de empezar a fumar hierba. Creo que
teníamos catorce, quince años tal vez. Teníamos que encontrar un
lugar donde esconder su alijo para que su madre no nos echara la
bronca. Acabamos desmontando el conducto de ventilación y
metiendo nuestra bolsita en los conductos, aunque es curioso... no
éramos los primeros en esconder algo ahí...
―Me temo que no ―digo en voz baja―. Por supuesto que no sabía
qué era esa pistola en ese momento ni de dónde venía, pero cuando
empezaste a exigir que Iggy te pagara una comisión del cuarenta por
ciento... desenterré el archivo de tu viejo caso. Comprobé el calibre
de la bala que sacaron del cuello de la cajera y recordé lo que
encontramos aquella Navidad. Sólo me llevó una hora visitar la casa
de Iggy y comprobar el respiradero de nuevo.
―¡Cuidado! ―grito.
―Lo siento ―gruñe Anders. Le arranca la pistola de la mano a
Poe y la utiliza para golpearlo en la mandíbula. Un diente sale
volando de la boca de Poe y aterriza junto al zapato de Sabrina.
―Yo no voy a hacer nada ―le digo―. Tengo que terminar esta
fiesta. Tú y Anders llévenlo. Salgan por ahí ―le digo a Anders,
señalando con la cabeza hacia la puerta con candado―. No quiero
que ningún invitado lo vea.
―¿Y los otros tres? ―dice Anders, mirando a los imbéciles
semiinconscientes que gimen.
Pero Poe se negó a hacer un trato, así que tiene que pagar las
consecuencias.
Victor Kane me envía una foto del contrato de Iggy con su firma
garabateada en tinta en la parte inferior.
―Tú eres el talento ―le digo―. Sólo tenía que iluminarte con un
foco.
―Lo haré ―digo―. Pero todavía no, tengo dos años más de
estudios.
―¿Por qué?
―Me llevé una buena comisión por el trato ―le digo, cogiendo
otra rodaja de manzana.
―Sé por qué lo hiciste ―responde mi madre. Me mira como
siempre, como si fuera la mejor persona del mundo. Como si no
pudiera evitar sonreír sólo con verme.
―Más o menos.
Porque soy una cosa salvaje, como lo fue mi madre una vez.
Quiero cazar.
CAT
Catalina Romero,
Sinceramente,
Luther Hugo
Se ríe.
―Ohh ―dice Perry, con las cejas levantadas―. ¡Bien por ti! Yo soy
Contable.
El aire lleva el familiar sabor salado del mar, pero también olores
más agudos y fríos: pino y piedra. Humo y hierro.
―He oído que al menos cinco estudiantes mueren cada año ―dice
una chica asiática delgada.
Excepto yo.
Luego estoy yo, estoy ahí como un cordero entre los lobos, una
colegiala en el centro de una banda de moteros.
―Soy Saul Turner ―dice nuestro guía con pereza―. Les mostraré
el Sótano.
―Dos por habitación ―dice Saul―. Sólo los del centro están
vacíos, porque los estudiantes de cursos superiores reclamaron todo
lo que está cerca del baño y de las escaleras.
Caminamos por el pasillo, con precaución en la tenue luz de la
lámpara.
Las puertas desnudas del centro son las que están en juego.
ZOE
Sé que sólo la quiere aquí para poder utilizar a Cat como palanca
contra mí, un arma más en su arsenal. Sólo puedo imaginar el nuevo
tormento que está soñando. Eso es lo peor de él: la inquietud
constante, como saber que hay una víbora en tu casa sin poder verla.
Oírla deslizarse por el interior de tus paredes. No poder descansar
nunca por si sale de debajo de tu silla y te muerde en el tobillo.
Mis dos mejores amigas están al final del pasillo. Anna y Chay se
llevan bastante bien, excepto cuando Chay tiene un sueño
interesante y decide despertar a Anna en mitad de la noche para
contárselo.
―Estas son Anna Wilk y Chay Wagner ―le digo a Cat mientras se
sienta a mi lado.
Al otro lado de mí, noto que Cat se tensa como si fuera su pierna
la que está agarrada. Sus ojos están grandes y redondos, y creo que
tiene miedo incluso de respirar, atrapada en medio de este repentino
conflicto que ha llegado como un huracán.
Los dedos de Rocco aprietan aún más, hasta que apenas puedo
evitar gritar. Entonces suelta bruscamente mi pierna.
Sabe tan bien como yo que enemistarse con Rocco podría tener
consecuencias a largo plazo para mí. No es que pueda irritarlo para
que cancele nuestro compromiso. Se alimenta de mi resistencia, lo
que le lleva a comportarse peor.
Anna no deja de fruncir el ceño hasta que Leo Gallo se deja caer a
su lado y le pasa el brazo por los hombros. Anna y Leo son, en
efecto, primos, como ha señalado Rocco, pero sólo lo son por
matrimonio, no por sangre. Después de un tumultuoso primer año
de escuela juntos, los dos han decidido ser amantes además de
mejores amigos, y ahora están saliendo abiertamente. O al menos,
tan abiertamente como se puede ser en Kingmakers, donde
técnicamente no se supone que salgan.
Ver a Anna con Leo es como ver una flor abrirse bajo la luz del
sol. Ella se relaja instantáneamente contra él, el estrés abandona su
cuerpo como un suspiro. Su cara se ilumina y se vuelve el doble de
habladora.
Parece tan abatida ya, sólo por un encuentro con Rocco y unas
leves burlas de amigos, mi estómago se hunde más que nunca.
Realmente no sé cómo va a sobrevivir Cat aquí. Es su primer día de
clases y las cosas están a punto de empeorar. Tiene Sigilo e
Infiltración, Contrainteligencia y Combate, y todo eso es antes de la
cena.
―Lo vas a hacer muy bien hoy ―le digo―. Será mejor que me
vaya, no quiero llegar tarde con profesor Graves o me dará un
portazo en la cara.
―Eso es porque eres una buena chica ¿no? ―dice Miles, con ese
tono insultante en su voz―. Nunca molestarías a ese pedazo de
mierda pomposo ¿verdad? No dejas de sonreír y de ser educada, por
muy imbécil que sea.
Rocco y Jasper.
Mierda.
Me doy la vuelta para correr por donde vine, pero ahora Wade
Dyer está de pie, sonriendo con su encantadora sonrisa con
hoyuelos.
É
Él dice en serio cada palabra.
―¡Para! ―grito.
―¿Estás seguro?
Me coge los pechos con las dos manos, los levanta y los deja caer.
Se me revuelve el estómago. Nunca me he sentido más humillada.
―Maldita sea ―respira―. Te vas a divertir mucho con esto, Rocco.
MILES
―¡Para!
Es dura, lo reconozco.
Debería alejarme.
Eso es lo que pienso hasta que Rocco arremete contra Zoe, y ella
se gira y salta por encima de la pared.
Me recuerda a mi madre.
Estoy demasiado lejos para ayudar a Zoe, pero corro hacia ella,
extendiendo la mano desesperadamente, aunque sé que es
demasiado tarde.
Es Jasper quien la salva, la agarra el tobillo con ambas manos. La
fuerza de la caída de Zoe lo empuja hacia delante y casi se cae
también por la pared, hasta que lo agarro por la cintura y lo arrastro
hacia atrás.
―No está sola ―me dice el doctor Cross bajo unas cejas grises y
desgreñadas, gruesas como orugas.
Esos ojos verdes se nublan una vez más, esta vez con ira en lugar
de confusión.
―Zoe... ―digo, con una sonrisa tirando de mis labios―. ¿Me estás
acosando?
Vuelvo a ver ese fuego en sus ojos, esa chispa de rebeldía que la
llevó a saltar de un acantilado antes que dejar que Rocco le pusiera
las manos encima.
CAT
―No estés tan segura ―le dijo Lyman Landry―. Los de primer
año sí ganaron el año pasado, por primera vez.
Rakel me mira una vez más, con puro odio en sus ojos, sin
ningún indicio de remordimiento. Parece tan asesina que casi quiero
disculparme por haberla metido en problemas, pero aplasto ese
pensamiento.
―¡Adelante!
―Barcelona. ―Asiento.
―Romero ―respondo.
Él lo considera.
―Es una Heredera ―le dice a Claire―. Zoe lo es, quiero decir.
―No quiero ofender a ninguna de las dos ―dice Claire con su voz
clara y encantadora―. Es una pena que una chica tan guapa tenga
que casarse con Rocco Prince, estoy segura de que estás de acuerdo
en que es repugnante.
Siento que voy a vomitar. Con cada palabra que dice Claire, el
peso se asienta sobre mis hombros. Cada sílaba es otro ladrillo que
se añade a la pila.
Zoe ha sabido todo el tiempo sobre Rocco Prince. Sabía que era
un psicópata en toda regla, sólo que no me lo dijo para protegerme,
porque soy demasiado débil para soportarlo.
ZOE
Nunca quise echarle esto encima a Cat, pero parece que no puedo
parar. Lloro y lloro como si mis entrañas se licuaran y se derramaran
por mis conductos lagrimales.
Esto es algo que hice por ella muchas veces cuando estaba
enferma o triste. Sobre todo después de la muerte de nuestra madre.
―De acuerdo ―dice Cat con dudas, pareciendo más nerviosa que
contenta ante esta perspectiva. Luego, volviendo al tema que más le
preocupa, dice―: Cuando intentaste saltar de la pared... ¿Jasper
Webb te agarró?
Ha mejorado desde nuestro primer año. Creo que Leo y Ares son
una buena influencia para él, porque ninguno de los dos puede
mantener el mal humor durante mucho tiempo.
Pero ahora mismo Hedeon está de tan mal humor como nunca lo
he visto. Él y su hermano Silas se pelearon en el desayuno por la
última magdalena de arándanos de la cesta.
Anna cree que Silas está amargado porque sus padres nombraron
Heredero a Hedeon. Si eso es cierto, no sé por qué Hedeon está tan
enojado.
Hedeon se lleva la peor parte en sus peleas, pero nunca se echa
atrás. Es como una costra que no puede dejar de picar.
―Dame un poco de esa agua ―le exige a Anna. Ella tiene una
petaca llena de la preciosa agua fría y mineralizada que se puede
extraer del pozo que hay junto al comedor.
―No sé por qué estás tomando el sol ―le dice a Anna―. Nunca te
he visto tomar un bronceado más oscuro que la tiza.
Entonces dice:
―No.
Una vez más encuentro nuestras miradas fijas, y parece que entre
nosotros fluye mucha más intención que las simples palabras de esa
frase.
―Por cierto, bonito traje ―dice Miles, con esa sonrisa lenta y
perezosa que asoma por el lado derecho de su boca, mostrando los
dientes blancos contra su piel morena.
Cuando le digo:
Pero hay una cosa extraña sobre hacer amigos. No se siente bien
mentirles.
Siempre he guardado mis sentimientos bajo llave. Poco a poco,
Anna, Chay, Leo y Miles me están devolviendo la honestidad.
Incluso he sido más abierta con Cat.
Digo:
―¿Lo haces?
―¿Por qué?
―Su prima segunda, o algo así. ―Se ríe la señorita Robin―. Pero
sí, hay nepotismo en juego. Es muy amable conmigo, aparte de la
vaga descripción del trabajo. Fue una sorpresa llegar aquí y darme
cuenta de que... bueno, que algunos de mis parientes probablemente
no eran importadores-exportadores después de todo―. Sacude la
cabeza con pesar.
Se ríe.
―¿Te imaginas ser tan rico como para poder comprar yates o jets
o lo que quieras?
Le devuelvo la sonrisa.
MILES
Esta mañana tengo que lidiar con Rocco Prince, Jasper Webb,
Dax Volker y Wade Dyer, que aparentemente han decidido que
están dispuestos a poner en peligro su acceso al mercado negro de la
escuela en favor de ventilar sus quejas contra mí.
―No seas tímido ―le digo―. ¿O necesitas que lo sujete por ti?
Ozzy dice:
―Wade, no eres el tipo más tonto del mundo, pero más vale que
no se muera.
Por otro lado, Rocco es una puta mierda y cuanto más conozco a
Zoe, más me parece trágico que sea el juguete de este lunático.
Wade termina de recoger sus provisiones, con los brazos aún más
cargados que los de Ozzy. Camina lenta y deliberadamente. Al pasar
junto a Ozzy, deja caer un vaso abierto de líquido transparente sobre
el antebrazo desnudo de Ozzy.
―Se tropezó ―dice Dax desde detrás de mí―. Miles sacó el pie a
propósito. Lo vi todo.
Él sonríe.
―Ni siquiera me van a castigar. Son cuatro contra dos que sólo
soy torpe.
Estoy diez veces más enojado porque Wade atacó a Ozzy que si
me hubiera tirado esa mierda a mí. Estoy seguro de que lo hizo por
eso: no proteger a tus soldados es un grave insulto en nuestro
mundo. Ozzy no es realmente mi soldado, él mismo es un Heredero,
el único hijo de los Duncan, con el control exclusivo de la actividad
criminal dentro de Tasmania, pero en el campus, yo hago los planes
y él ayuda a ejecutarlos. Como con cualquier grupo de mejores
amigos, uno de nosotros tiene que tomar la iniciativa.
Lo digo por lo bajo, porque que se joda Wade si cree que estoy
hablando en serio. Va a pagar por esto, tanto si la escuela lo castiga
como si no.
―Sí ―dice―. Aunque sólo tengo un brazo, así que tendrás que
hacer el trabajo pesado.
―Menos mal que nunca le has gustado a ninguna chica, así que
has tenido mucho tiempo para practicar.
Se ríe.
―No debería gustarles, pero por alguna razón lo hacen. Las
chicas simplemente no saben lo que es bueno para ellas.
Le sacudo la cabeza.
―Tal vez folle contigo por pena ahora que eres un lisiado.
―¿Tú crees? ―Ozzy dice con esperanza.
―Muy bien ―le digo a Ozzy―. Estoy listo para empezar a cortar.
¿Tienes las gafas de seguridad?
―Por supuesto que sí. Leo puede tragarse una ponchera entera él
solo.
―Lo pagaré ―dice Leo―. Pero sólo porque el pobre Ozzy está
teniendo una semana de mierda. Se lo merece.
―Dime a quién tengo que matar para ir a esa versión del infierno
―dice, mirándola de arriba abajo.
Chay sonríe.
―Si ocupas toda la acera con tus amigos y caminas muy despacio
y no puedo pasar... tormento eterno. Si mezclas demasiado el
guacamole para que quede blando... horca, justo en el culo.
―¡Qué demonios! ―me dice Leo por encima del hombro, todavía
al alcance de esta hipocresía.
―¿Ah, sí?
―¿Lo tienes?
y Ozzy dice:
―Deja que te consiga una bebida ―le digo a Zoe, como excusa
para tenerla a mi lado.
Las mejillas de Zoe se sonrojan un tono más claro que sus labios,
y digo:
Zoe me mira fijamente con esos ojos verde claro, que siempre
parecen tener una tormenta detrás.
Ella lo piensa.
Se ríe.
CAT
―Que se joda ―dijo Zoe con frialdad―. Y que se jodan sus cartas.
Le hice las alas. Apenas había tenido tiempo para hacer algo
artístico desde que llegué a Kingmakers, y lo echaba más de menos
que cualquier cosa de casa. Corté las plumas con un bisturí robado
del laboratorio de química.
También era la primera vez que robaba algo. Kingmakers está
lleno de primeras veces para mí. El corazón se me aceleró tanto que
creí que iba a vomitar, pero igualmente me metí el bisturí en la
manga, con las manos sudadas, pensando que el profesor me iba a
atrapar mientras me apresuraba a ir a mi siguiente clase.
―Miles Griffin.
No había necesidad de dar más explicaciones. Todo el mundo en
el campus conoce a Miles.
Rakel y yo no nos hemos hecho más amigas en los casi dos meses
que llevamos compartiendo habitación. El centro de nuestro
dormitorio es un Muro de Berlín invisible que no se me permite
cruzar, y nunca caminamos juntas, ni siquiera cuando salimos del
Sótano para ir a la misma clase a la misma hora.
Ares no es tan llamativo como Leo o Miles. Viste con las ropas
más sencillas y baratas, y su pelo oscuro y desgreñado siempre
parece que hay que cortarlo. Es reservado y discreto, pero tiene una
fuerza silenciosa que no deja de ser poderosa. A menudo me
encuentro mirándolo, sin ninguna razón en particular. Cuando
habla, su voz es profunda y resonante. El tipo de voz que vibra en
los huesos.
Chay se siente atraída por él como una mariposa por una flor. No
puedo decir si Ares gusta de ella a su vez. Me parece que es alguien
que controla muy bien sus emociones en todo momento.
ZOE
Incluso en las épocas más frías del invierno, hace mucho calor
aquí, especialmente cuando todo el mundo empieza a bailar. Las
luces rojas proyectan sombras demoníacas de los cuerpos que giran
y de las pilas de muebles viejos que se amontonan en el extremo del
espacio.
Encuentro a las dos chicas con Cat entre ellas, y a Leo, Ares,
Hedeon y Matteo Ragusa completando el círculo.
Miles repasa canción tras canción, cada una mejor que la anterior.
Ares nos da otra ronda de ponche a todos. Estamos acalorados,
sudorosos y achispados, pero ninguno de nosotros quiere parar.
―Yo no diría eso ―gruñe Miles, con su cara muy cerca de la mía,
mis dedos envueltos en los suyos, nuestros cuerpos apretados―. Yo
diría que nadie en esta pista de baile es mejor que tú.
Cat está tan agotada que apenas puede caminar erguida. Sus
clases son duras para ella, no está acostumbrada a este nivel de
actividad diaria. Además de las clases de Combate, Sigilo y
Adaptación al Medio Ambiente, que pueden ser extremadamente
físicas, las clases de acondicionamiento requieren que hagamos
largas carreras a campo traviesa por los fondos del río, así como
agotadores entrenamientos en el gimnasio. Incluso las clases de tiro
son agotadoras: me duelen las manos y los brazos después de una
larga sesión de tiro.
Me da vergüenza, de repente.
―¿Las has hecho tú? ―Señala mis alas de papel, compuestas por
cientos de plumas cortadas individualmente, cada una con un
diseño único, como un copo de nieve.
―Ni hablar ―le digo―. Eso fue todo de Cat, es muy artística, se
suponía que iba a ir a la escuela de arte este año, antes de que yo lo
jodiera.
―Para Lita era lo contrario: quería ver los lugares que nunca iba a
visitar, como Nueva York u Oklahoma.
―Sí. Íbamos a verla todas las semanas, Cat y yo. Luego murió mi
abuelito y mi padre ya no tuvo que enviarnos ahí. Eran los padres de
mi madre. Mientras Tito estaba vivo, podía presionar a mi padre
para que nos dejara visitarlos. Una vez que se fue... no había nada
que Lita pudiera hacer. ―Trago con fuerza―. Ella murió el año
pasado, no la vi los últimos cuatro años que estuvo viva.
―Lo siento ―dice Miles. Puedo oír en su voz que lo dice en serio.
―No debería haberte tenido aquí fuera tanto tiempo ―dice Miles,
mirando mis brazos desnudos―. Debes tener frío.
Me separo de Miles.
―No lo haré.
―Lo harás ―dice. Sus ojos grises están más brillantes que nunca,
fijos en los míos con una intensidad que nunca había visto en Miles.
Actúa como si no le importara nada, pero siempre supe que eso no
podía ser cierto, porque es lo más alejado de la pereza. Siempre se
esfuerza, siempre trabaja en un ángulo.
MILES
―¿Con qué?
―Ya lo creo.
Me dirijo a las duchas antes de tener que escuchar más sobre los
poderes mágicos del coño de Chay.
―En eso te equivocas ―dice Rocco en voz baja, con sus ojos
brillantes fijos en mí―. Veo las cualidades de Zoe. Si fuera débil, si
estuviera dispuesta, entonces no habría ninguna diversión en ello. Es
el reto de romperla. La alegría de desarmarla pieza por pieza, y
luego reconstruirla como quiero que sea. Reformarla como un cristal
fundido. Por supuesto, siempre existe la posibilidad de que el cristal
se rompa... pero si no, la haré exactamente como quiero.
Se enoja.
Si Rocco cree que no voy a jugar sucio, tiene otra cosa viniendo
hacia él.
Es sangre en el agua.
Es tan salvaje como yo, tal vez incluso más. Se deja llevar, total y
completamente, quizá por primera vez en su vida. Me muerde el
cuello con sus afilados dientes y me clava las uñas en la espalda a
través de la fina tela de la camisa.
Zoe está pegada a la pared, levantada con sus piernas sobre mis
hombros. Mi cara se aprieta con fuerza contra ella. Y le como el coño
como si estuviera hambriento.
―Yo... yo... nunca… nunca había sentido algo así ―balbucea, con
los dientes todavía castañeando y escalofríos recorriendo su cuerpo
en oleadas.
―Aun así ―dice Zoe, con la cara rosada―. Ojalá tuviera una bolsa
de papel para ponerme en la cabeza.
―Vamos ―digo, tomando su mano―. La distraeré mientras tú te
escabulles.
Mientras está ocupada, Zoe pasa a toda prisa, silenciosa con sus
zapatos planos sobre la gruesa alfombra. Tengo la sensación de que
la señorita Robin puede oír a Zoe de todos modos porque pasa un
tiempo anormalmente largo encorvada sobre la caja, fingiendo que
busca en la pila de objetos, bien organizada y fácil de encontrar.
CAT
Todavía escocidos por el disgusto del año anterior, está claro que
los de arriba planean jugar sucio. Desde el momento en que el
profesor Howell dispara su pistola al aire y todos salimos
disparados de la línea de salida, los de tercero y cuarto no tienen
ningún problema en tirar a los estudiantes más jóvenes de las
paredes y patearnos en el barro. Esperaba que su antipatía se
dirigiera a la clase de segundo año de Leo, pero parecen igual de
decididos a asegurarse de que los estudiantes de primer año se
queden dónde deben estar: en el último lugar.
Fue una incursión audaz por mi parte, ya que hasta ese momento
estaba bastante segura de que Rakel no me prestaría su dióxido de
carbono, y mucho menos su libro favorito.
Había estado leyendo la autobiografía de Benjamin Franklin
como parte de mi clase de Líderes, Gobernantes y Dictadores cuando
me encontré con esta cita:
―¿Qué te pareció?
Se encoge de hombros.
ZOE
No hemos tenido sexo. Ambos sabemos que eso sería cruzar una
línea seria. Mi contrato de matrimonio establece que llegaré virgen a
mi noche de bodas, y no creo que los Prince sean indulgentes en ese
punto. Así que bailamos en torno a ello, besándonos y tocándonos,
con Miles repitiendo a menudo lo que me hizo en la biblioteca, a
veces tres o cuatro veces, hasta que todo mi cuerpo retumba como
una nota musical, hasta que incluso el aire contra mi piel se siente
tan orgásmico como su lengua entre mis piernas.
No es sólo algo físico: cuanto más nos escabullimos juntos, más
adicta me vuelvo a su compañía.
Es una historia. Sólo que está escrita como una obra de teatro,
con diálogos. También hay largos pasajes descriptivos. Se trata de
una chica que ve el futuro, pero no puede cambiar el resultado de los
acontecimientos, por mucho que lo intente.
―No es una tontería ―dijo Miles, mirándome con sus claros ojos
grises―. Es fascinante. Tienes talento, Zoe.
―Quiero decir que... tiene que haber alguna intención para que
sea una película.
―Debería ser una película ―dijo Miles―. Yo la vería.
Hubo una breve tregua al comienzo del año escolar. Pensé que
tal vez Dean se dio cuenta de que había ido demasiado lejos tratando
de ahogar a Leo, incluso pensé que podría tener algún sentimiento
de gratitud porque Leo no había avisado a las autoridades escolares.
Si Dean sentía alguna obligación en ese sentido, se desvaneció en
cuanto tuvo que ver cómo Anna y Leo salían abiertamente.
Cada semana está de peor humor y arremete contra todos los que
le rodean. Su pequeño grupo de amigos, entre los que se encuentran
Bram Van Der Berg y Valon Hoxha, se ha vuelto casi tan temido
como Rocco y sus amigos. Son despiadados sin razón, intimidan a
cualquiera que les desagrade y como eso incluye sobre todo a
cualquiera que sea amigo de Leo, ha llevado a Dean y a Leo a un
conflicto casi constante.
Dean le acecha con una gracia fácil que sería hermosa si no fuera
tan cruel. Siempre me ha llamado la atención lo parecidos que son
Dean y Anna, ambos pálidos y rubios con la delicadeza de una
bailarina. Dean es lo que Anna sería si hubiera nacido hombre,
despojado de toda su bondad y humor.
―No hemos terminado ―le dice Dean a Matteo, con los ojos
entrecerrados―. Tenemos dos asaltos más.
―Yo lo haré entonces ―dice Leo, devolviéndole la mirada.
Dean golpea a Ares en el cuerpo una y otra vez, cada golpe fuerte
y distintivo en el gimnasio casi silencioso. La mandíbula de Ares está
tensa, su rostro rígido. Con cada golpe que recibe, las manchas de
color en las mejillas de Ares se vuelven más y más oscuras. Tengo la
extraña sensación de que está permitiendo que Dean lo golpee, pero
cada vez que Dean lo hace, algo se acumula dentro de Ares. Algo
muy parecido a la furia.
Ares suelta los puños, con el pecho agitado por una fuerte
respiración. Me recuerda a Hércules, enloquecido por un momento,
sacudiendo la cabeza al volver en sí. Parece sorprendido y un poco
horrorizado. Asustado, también, por haber perdido el control.
Yo he notado lo mismo.
Por suerte para mí, la única familia que me interesa ver está aquí
en la escuela conmigo. Cat y yo pasamos horas juntas haciendo
tarjetas de Navidad para nuestros amigos.
―Necesito verte esta noche ―dice―. Tengo una sorpresa para ti.
Miles echa una rápida mirada al pasillo y me besa tan rápido que
apenas tengo tiempo de sentir su boca antes de que se vaya. Los
labios me arden igualmente, durante mucho tiempo.
Miles tiene un marcado sentido del estilo, así que espero que le
guste, o al menos que no se sienta obligado a llevarla si no le gusta.
Sé que no lo hará.
Espero a Miles detrás del Solar, vestida con una falda y unos
tacones que me ha prestado Chay, una blusa que me ha prestado
Anna y mi propia chaqueta de la academia por encima. Hace frío
esta noche sin viento y con un aire duro y helado. La hierba está
crujiente y brilla bajo mis pies.
―Por aquí ―dice, con una sonrisa que brilla a la luz de las
estrellas.
Casi espero que Anna nos esté esperando dentro. Ella es la que
viene aquí más a menudo; es su lugar favorito para practicar ballet.
No estoy segura de por qué Miles me trajo aquí. Hasta que veo
que ha arrastrado el sofá de terciopelo verde de los establos, el que
reposaba en el despacho del Rector hasta su ignominiosa retirada a
la pila de muebles desechados, archivos y cajas amontonados en el
extremo más alejado de los establos.
Me río.
Trago saliva.
―No sé si deberíamos...
Estoy hipnotizada por su mirada. Siento que son sus manos las
que lo hacen, como si no actuara por voluntad propia, sino
puramente según su voluntad.
Voy bajando los botones uno a uno, luego abro la blusa y dejo
que el sedoso material se deslice por mis brazos y caiga al suelo.
Oigo crujir los antiguos muelles del sofá cuando Miles cambia de
posición.
Despacio, deslizo la falda por mi trasero, inclinándome
ligeramente cuando también cae hasta encharcarse alrededor de mis
pies. Me quito la falda.
Le miro por encima del hombro. Sus ojos brillan en la pálida luz.
Se apoya en los cojines, con los brazos apoyados en el respaldo del
sofá. Parece un rey observando a su concubina. Lejos de sentirme
degradada por esto, siento una oleada de calor entre mis piernas.
Me quito el sujetador.
Paso la lengua desde la base hasta la punta, igual que hice con los
dedos. Esta vez se estremece aún más. Su piel es como un té caliente,
lo más caliente que puede estar sin quemarme la lengua.
Cierro la boca sobre la cabeza, y su polla llena el espacio
perfectamente, como si los dos estuvieran hechos el uno para el otro.
La cabeza se apoya en mi lengua, llenando el arco del paladar. La
saliva entra a raudales, y puedo deslizar mis labios unos centímetros
hacia arriba y hacia abajo del eje.
Por fin mi trasero llega hasta sus muslos y él está dentro de mí.
Me siento llena de una manera indescriptible. Me siento entera y
completa.
―Sí. ―Asiento.
Miles levanta sus grandes manos y me rodea la garganta. Lo hace
con suavidad, aplicando una presión ligera y uniforme. Aun así, mi
cabeza empieza a nadar.
―¿Qué...? ―gimoteo.
―¿Te gustó? ―pregunta Miles.
―Fue increíble.
Sacudo la cabeza.
Le miro a la cara.
―Infinitas ―dice.
14
MILES
Rocco sabe que estoy viendo a Zoe, por mucho que intentemos
ocultarlo. Lo sabe, y su incapacidad para evitarlo le hace enojarse
cada vez más.
Sostiene la manta que su madre tejió para él, una que ha tenido
toda su vida, hecha pedazos y empapada de orina.
Hace falta mucho para hacer enfadar a Ozzy, pero una vez que lo
haces, tiene un temperamento infernal enterrado bajo las bromas y la
sonrisa.
―Puedo alojarme en otro sitio hasta que todo esto se calme ―le
digo a Ozzy, sintiéndome culpable por haberlo hecho caer en esto.
Me da una idea de cómo sería la propia Zoe, sin tener que estar
asustada a las amenazas ni a los espías ni a las represalias.
―En la muerte.
―Lo sé.
Sonrío.
―No puedo dejar que hagas eso, has trabajado mucho todos estos
años. Es tu sueño...
Los ojos de Zoe se abren de par en par, por primera vez veo un
claro parecido con su hermana Cat, parece sorprendida y asustada.
―¿Sí? ―dice.
Hago memoria.
―¿Desde cuándo?
―Te amo, Miles ―dice, mirándome a los ojos―. Siempre tú, sólo
tú.
―¡Lo necesito!
Parece que esto es para mí, pero no lo es. Es para Zoe. Le estoy
dando permiso para pedir lo que quiere, incluso para suplicar. Y por
supuesto, como sabía que sucedería, la lleva al límite. Le gusta
suplicar y le gusta obedecerme.
―Porque nunca haces nada por la vía fácil, Miles. Nunca quieres
lo sencillo, te encantan los retos.
Puedo oír la exasperación de mi madre mezclada con algo más.
Algo parecido a la comprensión y tal vez incluso orgullo.
―No hay 'pero'. Sólo ten cuidado, cariño. Ahora estás entrando
en el mundo real. Hay cosas que están en juego. Consecuencias
reales. El amor te desespera. Te hace arriesgar... todo.
No puedo.
CAT
Veo a Leo agonizar sobre qué tres luchadores presentará para los
de Segundo. La elección obvia es Dean Yenin. Para crédito de Leo, lo
admite de inmediato, haciendo la petición a Dean durante la hora
del almuerzo en el comedor.
Dean entrecierra los ojos ante Leo, pareciendo más ofendido que
halagado.
―Obviamente ―dice.
―Es el primo de Leo ―dijo Zoe―. Pero se odian, sus familias son
enemigas, llegaron a la escuela con ganas de matarse mutuamente.
Luego ambos se enamoraron de Anna.
Eso era tan intrigante que tenía que saber más. Como yo misma
estaba enamorada de Anna, podía imaginarme perfectamente el tipo
de rivalidad obsesiva que podría inspirar.
Entonces observo a Dean y a Leo desde una mesa más allá, con
cuidado de no mirar de forma demasiado evidente.
Leo lanza una rápida mirada hacia mi mesa, mirando a Ares que
come tranquilamente una ensalada de pollo tres asientos más abajo
que yo. Fijo mi mirada en mi propia comida a medio comer, sin
querer que me atrapen espiando.
Por encima del estruendo del comedor, apenas puedo oír la voz
baja de Leo diciendo:
―No sé si querría.
―¿Lo hará?
Ares hace una pausa, con los ojos aún fijos en la página. Sin
levantar la vista dice:
―Lo intenté ayer ―le digo―. Pero no encuentro ningún libro que
tenga réplicas de las cartas de Shimizu Jirocho.
―No están en un libro ―dice Rakel, con esa vieja nota de 'por qué
eres tan jodidamente tonta' que vuelve a aparecer en su voz―. Están
en los archivos, pídele a la señorita Robin que te los consiga, o a
Saul, que es ayudante de biblioteca. Está autorizado a bajar ahí.
―Igual que mucha gente ―dice Leo, desde el otro lado de Anna―.
No le eches en cara eso. Si odias a todos los que me odian, no te
quedarán muchos amigos.
Zoe se ríe. Puede que Leo tenga enemigos, pero sigue siendo uno
de los alumnos más populares de nuestra escuela.
―¿Quiénes son los otros dos? ―Asiento con la cabeza hacia los
dos últimos luchadores que están calentando al borde del ring. Uno
es un tipo negro alto con un físico desgarrado y la cabeza afeitada. El
otro tiene un tamaño bestial, pero parece más gordo que musculoso.
Dean y Zeke son tan rápidos que apenas puedo seguirles la pista
mientras se atacan mutuamente con rápidas e intrincadas
combinaciones. Esta es la diferencia entre los entrenados y los
altamente entrenados, los boxeadores frente a los pendencieros. El
público contiene la respiración, ya que los golpes llegan demasiado
rápido incluso para los vítores.
―¿Por qué crees que ha hecho eso? ―dice Zoe en voz baja, a mi
lado.
―¿Dónde has estado? ―dice Zoe, con las mejillas sonrosadas sólo
por ver a Miles.
―Sólo para Zoe ―replica Miles, sacando una botella de cristal fría
de debajo de su camisa y arrancando la tapa de papel.
―Zoe. Te pagaré quinientos dólares por esa leche ―dice Leo, con
los ojos fijos en la botella―. Haré todos tus deberes durante un año.
Por favor. Lo necesito.
Esta vez Jasper tiene cuidado de evitar los golpes de Silas. Baila y
esquiva con una velocidad casi cercana a la de Dean. Silas es
ferozmente fuerte. Cuando golpea a Jasper, aunque sea de refilón, el
impacto es brutal. Jasper empieza a sangrar por la nariz, el labio y la
ceja.
―Ni siquiera sabía que era tan buen luchador ―dice Leo.
―Yo sí ―responde Miles, sin sonreír―. Lo he visto en la clase de
Combate.
Me mira con ojos azules afilados bajo las rectas y oscuras barras
de sus cejas. Su voz es tranquila, pero oigo el filo oculto debajo,
como una hoja de afeitar enterrada en una magdalena.
Dejo de caminar.
Es cierto, no sé nada.
ZOE
Anna se ríe.
É
―Él me ha robado las palabras de la boca ―gruñe Miles,
deslizando su brazo alrededor de mi cintura―. ¿Qué puedo decirte
ahora? ¿Qué es mejor que la perfección?
―¿Ah, sí?
Miles asiente.
―El tío Seb luchó contra Alexei Yenin y lo mató. Fue una
venganza, porque Alexei ya había matado al abuelo Enzo. También
intentó matar al resto de mis tíos. Seb y el tío Miko, el padre Anna,
ya lo conocen...
Chay asiente.
―Quiero que lo veas ―me dice ahora Miles―. quiero que veas las
uvas y la casa del lago. Quiero que conozcas a mi familia.
―¿Lo hiciste?
―Me gustaría verlo ―dice Chay en voz baja. Se mira las manos
cuando lo dice, y luego echa una rápida mirada a Ozzy.
Pero no siento nada más que pura felicidad. Miles es una droga,
sus efectos son un abandono temerario.
No tengo que pedírselo dos veces. Miles pone su cara entre mis
muslos, separando mis rodillas con sus manos para abrir mi coño
como a él le gusta. Me lame por todas partes, asegurándose de que
estoy húmeda y palpitante y preparada para él. Nunca se cansa de
comerme el coño, lo disfruta incluso más que yo, si es que eso es
posible: lo desea siempre.
Los dos jadeamos y sudamos con la brisa fresca. Odio tener que
volver a vestirme, porque preferiría estar en sus brazos toda la
noche.
―No ―dice.
―Por favor, dime que esto no era una cita doble, Chay ―se
burla―. Follar con este sucio degenerado es una cosa, pero salir con
él... di que no es así.
Grito:
Miles está tan enfurecido que salta sobre Wade, golpeándolo una
y otra vez.
―¡No! ―grito.
Chay tiene los ojos muy abiertos, con las dos manos tapándose la
boca.
MILES
Mañana morirá.
CAT
Yo no quiero ir.
El Rector señala con la cabeza las puertas dobles del final del
pasillo. El profesor Holland y el profesor Knox abandonan sus
posiciones militares para abrirlas.
Se me revuelve el estómago.
Al pasar por la puerta del baño de los chicos, oigo un sonido que
rompe la niebla.
Tal vez no estoy aquí para consolarlo. Tal vez quiera consolarme
a mí misma.
Su cara está mojada por las lágrimas. Sabe que lo veo. Sabe que le
he oído llorar.
ZOE
Ni Miles ni yo lo creemos.
Es nuestra culpa.
Chay está devastada por lo que le pasó a Ozzy, y aún más infeliz
de que se haya ido. Le rogó que se quedara en la escuela, o que al
menos volviera en otoño, pero él se negó.
―No puedo dejar que hagas eso ―dice Miles en voz baja.
MILES
―Él no sabía...
Sé todas estas cosas, así que sé que era una buena mujer la que
murió. Sé lo que Ozzy y su padre han perdido.
Observé cómo tomaba la cara de Ozzy entre sus manos con
ternura, sin dudar ni un segundo mientras ofrecía su vida en lugar
de la de él.
―Ella dijo Te amo, bub, ni más violencia por esto, sigue feliz y fuerte.
―Ozzy hace una pausa para tragar―. Ella no quería que intentara
vengarme, pero no sé si puedo hacerlo. En cinco años, diez... cuando
parezca que no tiene relación, cuando nadie se acuerde más que yo...
quiero matarlos. A Rocco, Jasper y Dax.
Finalmente, aceptan.
Ahora, tengo dos problemas más que resolver, y creo que una
sola persona podría ayudarme.
Tengo que encontrar a mi nuevo mejor amigo, Ares Cirillo.
―Claro.
Ares estrecha esos ojos azules de bebé hacia mí. Es una especie de
Boy Scout, así que no creo que le guste la siguiente parte.
―Ares, sabes que lo sé todo, así que corta el rollo. Tu padre está
inactivo, pero no es ajeno. Sé que puede conseguirme ese número,
tengo un teléfono aquí mismo para que lo llames, ni siquiera tienes
que esperar al domingo.
―No lo sabes. Lo que sea que pienses, ellos son diez veces peor.
No tienen honor, ninguno en absoluto. Los esquemas que usarán
están varios niveles de alcantarilla por debajo de lo que podrías
imaginar.
―Sólo van a formar una parte limitada en el plan, he considerado
los riesgos, gracias por tu preocupación ―le digo a Ares, con
firmeza.
Tengo que usar la Malina, no hay otra opción. Así que no tiene
sentido discutirlo, son los únicos perfectamente situados para todo
lo que necesito.
Finalmente responde.
―¿Qué favor?
Las olas chocan contra las rocas. Se podría pensar que no hay
salida por ese lado; después de todo, la barquichuela tiene que dar la
vuelta a sotavento de la isla para entrar en el puerto protegido. Pero
el barco del Rector no es un velero, sino un yate deportivo con forma
de bala que puede atravesar casi cualquier oleaje.
Le lanzo las llaves. Ares las coge con facilidad, con la mano
izquierda.
―Ves. Ese es el tipo de reflejos con los que cuento para atravesar
las corrientes.
―Relájate ―le digo―. Nunca has visto salir al Rector ninguna otra
noche. ¿Por qué debería vernos alguien?
Pensé que esta sería la parte más difícil, navegar por el estrecho
pasillo de piedra.
Pero una vez que estamos en aguas abiertas, es mucho peor. Las
olas nos golpean por todos lados, sin ritmo ni razón, como si
quisieran levantarnos y aplastarnos contra las rocas como si el yate
fuera una piñata y el océano una pandilla de juerguistas.
No ayuda que sea una noche negra y sin luna. Varias veces las
rocas parecen salir del agua como monstruos marinos. Ares las
esquiva por escasos metros.
Quita los ojos del agua por un momento para fruncir el ceño.
―Siento decepcionarte.
―Explícate ―dice.
Compruebo mi reloj.
―Este camino es mejor ―dice ella, en voz baja―. Más dinero, más
aliados, sin contrato matrimonial.
―Que así sea ―dice el señor Prince―. Rocco es joven, tiene mucho
tiempo para encontrar a otra persona.
―¿Preocupado o esperanzado?
―Definitivamente preocupado.
Me río.
CAT
Zoe suena febril, no la había visto tan contenta en... quizá toda la
vida.
―Tendré que darle las gracias a Miles ―le digo a Zoe―. Aunque
no sé cómo se le puede agradecer a alguien algo así.
―Hola, Catalina.
―Hola, padre.
―Me dijo que hiciste un nuevo trato con los Prince. Un acuerdo
más ventajoso.
Una semana antes del desafío final del Quartum Bellum, estudio
en la biblioteca. Aunque suelo disfrutar de este lugar, estoy
deseando estar al aire libre, donde los azahares están en plena
floración, el sol brilla y la hierba es fragante. El tiempo es totalmente
cálido ahora. Ya nadie lleva suéteres ni chaquetas, ni siquiera
medias. Las chicas se acuestan en el césped con las faldas subidas
para dar color a sus piernas y los chicos andan por ahí lanzando
pelotas de fútbol y de béisbol, fingiendo que no miran.
―Ella cree que ha ganado, cree que puede pavonearse con él,
riéndose en mi cara.
―Tú no tuviste que luchar contra esa montaña móvil primero ―le
replica Jasper―. De todas formas ¿qué diablos sabes tú de eso? No
estabas en ese ring, ni siquiera boxeas.
Por mucho que haya cambiado este año, ese reflejo del vómito es
lo único que no puedo controlar.
Sin esperar a que Rocco acepte con algo parecido a la gracia, Dax
recoge sus libros. Rocco y Jasper lo siguen.
ZOE
―Lo sé ―dice Cat, mirándome con sus enormes ojos oscuros que
parecen ocupar la mitad de su cara.
―Buena suerte con eso ―dice Miles―. Hoy has empezado bien;
no creo que sea tan difícil vencer a los de Tercero.
MILES
Jodidamente lo odio.
Silas Gray no escucha con tanta atención. Cuando Leo les grita
que tiren hacia la izquierda, tira de la red en dirección contraria,
ejerciendo una fuerza inesperada sobre la sección que sostiene Dean.
Leo suelta la red para venir a mirar y hace una mueca ante el
brazo colgante.
Suspiro.
CAT
Por eso tiene que ocurrir durante el desafío final del Quartum
Bellum.
Cosas como:
Sé lo que hiciste.
Tengo pruebas.
Te expondré.
Está claro que han revuelto los archivos, pero no veo ningún
expediente de estudiante. Nunca miré los papeles tan de cerca en
Halloween; puede que haya sido una sugerencia estúpida. Eso, o
Hedeon encontró lo que buscaba y se lo llevó.
―Por supuesto que sí, les daré de comer si eso los ayuda a rendir
mejor.
―¡Ay! ―grito.
―¿Quieres que vaya? ―me pregunta Zoe, con las cejas juntas en
señal de preocupación.
―Lo sé, soy torpe ―digo, con mi mejor voz de bebé triste.
Hedeon se muerde el borde del labio inferior, sin creerme del
todo.
―Eso no puede ser una sorpresa para usted ―digo, dándole una
sonrisa desarmante―. ¿Desde cuándo trabaja aquí?
Mira el reloj.
Gracias a Dios.
―Mi madre era una Umbra ―dice, orgulloso. Cuando percibe que
no sé qué significa eso, añade, impaciente―: fueron una familia
fundadora, chica, por Dios ¿qué te están enseñando ahí?
Veo una forma oscura rota en las rocas de abajo. La bolsa de lona
se ha partido, derramando sus piedras por todas partes.
Miro el reloj.
―Será un placer.
Corro a ayudarle.
―Sujétalo bien.
Me deja ir.
ZOE
―¿Qué tengo que hacer para alejarte de toda esta gente? ―Miles
gruñe, dejándome suavemente en la hierba removida, pero sin
soltarme.
―Creo que está por ahí ―dice Miles, señalando con la cabeza
hacia las gradas, donde los estudiantes descienden aletargados,
uniéndose a la multitud que se dirige de nuevo al castillo.
―Quién sabe por qué los pájaros hacen lo que hacen ―digo.
―Creo que... creo que ha dicho que hay alguien ahí abajo ―dice
Miles.
MILES
―Si no hubiera estado a tu lado todo el día, tal vez pensaría que
lo empujaste... ―se ríe, echándome una mirada de reojo.
Inconvenientemente sospechoso.
―Creo que fueron sobre todo las rocas las que lo hicieron
―digo―. Y un poco la caída.
Sus ojos negros y brillantes son como gemas sin cortar, clavados
profundamente en las cuencas.
―La verdad es tu única oportunidad de piedad ―dice, en voz
baja.
―La verdad te hará libre ―le digo, sin dejar traslucir una pizca de
nerviosismo―. Nunca lo toqué, y no sé quién lo hizo.
Duda.
Entiendo que para estas chicas Rocco era un hombre del saco, un
terror casi tan poderoso en su ausencia como en su presencia.
También era una gran fuente de estrés en mi vida.
Ella tenía toda la razón del mundo para querer a Rocco muerto.
Al igual que yo, ella debe haber albergado la sospecha de que Rocco
todavía era peligroso para Zoe, que no se rendiría tan fácilmente.
CAT
He matado a alguien.
No puedo aplastarlo.
Pero incluso ese hecho sólo sirve para demostrar que realmente
soy una persona malvada.
Miro a los ojos de Dean y veo que tiene mi vida en sus manos.
ZOE
CHICAGO
Incluso el tío de Miles, Dante, ha volado desde París con sus tres
hijos y su esposa supermodelo a la que recuerdo de las revistas y los
carteles de mi juventud. Dante es tan grande que, en comparación,
hace que Silas Gray parezca pequeño, y su hijo mayor, Henry, es su
imagen en el espejo, sólo que un poco más oscuro, con una cara
ligeramente más amable. Mientras que Dante es aterrador, Henry
tiene una suavidad en sus profundos ojos marrones y labios
carnosos que hace que casi tantas miradas femeninas se vuelvan en
su dirección como el rebaño de machos que rodea a Sabrina.
Ahora mismo está bailando con Darío Gallo, el hijo más joven de
Dante, que tiene una complexión más delgada que su padre y su
hermano, y una habilidad nada despreciable para hacer girar a Cat.
Cat tiene las mejillas rosadas y se queda sin aliento, y está muy
guapa con el vestido azul brillante que hemos comprado esta tarde
en la Milla Magnífica.
La luz hace que nuestra piel se vuelva levemente azul y hace que
los ojos de Miles se vean de color topacio. Está extraordinariamente
guapo con su elegante esmoquin, con el cuello blanco y la pajarita
negra resaltando las líneas masculinas de su mandíbula.
―¿Qué? ―jadeo.
Miles se ríe.
Se encoge de hombros.
Yo también quiero eso. Quiero ser tan audaz como Miles, tan
valiente como él. Quiero ir detrás de todo lo que quiero en la vida
sin miedo ni vacilación.
Le digo que Miles quiere que me mude a Los Ángeles con él. Le
digo que estoy pensando en ir.
―Sí tienes que hacerlo. Nunca sabes cuánto tiempo tienes para
hacer las cosas. Ninguno de nosotros lo sabe. No puedes perder
otros dos años haciendo de niñera.
―Pero ¿y si...?
Los ojos de Cat se cruzan con los míos por un momento y luego
bajan a nuestros dedos enlazados mientras se encoge de hombros y
dice:
―Claro. Por supuesto.
ZOE
L.A.
Jamie fue una estrella infantil en los noventa. Tenía el pelo rojo
brillante, grandes ojos azules y un adorable ceceo. Luego se volvió
calvo, barrigón y bajo, y los papeles se agotaron.
Bailamos juntos durante más de una hora, hasta que el cielo está
completamente oscuro y salpicado de estrellas y los asistentes a la
fiesta han pasado de borrachos a locos.
―Estos son los caramelos de LSD que la profesora Lyons nos dio
en Navidad. Nunca probé el mío, estaba demasiado asustada.
No creo que sienta ningún efecto de los dulces, excepto que estoy
cálida y animada, incluso más de lo habitual, y estoy notando lo
hermosas que se ven nuestras lámparas de noche, lo suavemente que
brillan contra la madera pulida de la cubierta y el cielo oscuro y
aterciopelado.
Miles me quita las bragas, abriendo mis muslos para tener acceso
a mi lugar más delicado.
―A veces pienso que lo que hago durante todo el día es solo para
convencerte de que me dejes montarte ―le digo―. Todo lo que
quiero es que te quedes quieto para poder montar esta polla como
una montaña rusa. Eres más grande que yo y más fuerte que yo, así
que no puedo obligarte a hacerlo, pero si puedo persuadirte...
entonces tendré la mejor hora de mi vida.
Miles se ríe.
―Hazlo.
―Siempre.
No sé cuándo me suelta.
Yo sé su secreto...
Mantendré su
secreto... por un
precio.
La pobre, dulce y
tímida Cat nunca
debería haber
venido a Kingmakers. Es un lugar para
monstruos y asesinos. Gente como yo.
[←1]
Marca de relojes.
[←2]
Individual Re rement Account: Plan de pensiones.
[←3]
Así se le conoce al éxtasis.
[←4]
Marca de salchichas.
[←5]
Aparato de tortura.
[←6]
Pe rrojo.
[←7]
Hace referencia al libro conver do en película de Stephen King, Rita Hayworth y la redención
de Shawshank.
[←8]
Technical Knockout.
[←9]
An gua Agencia de inteligencia de la Policía secreta en la Unión Sovié ca.
[←10]
Personaje principal de CSI Miami.