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SERMON 7: SOY SALVO POR LA FE EN JESUCRISTO

Base Bíblica: "Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de
vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe". Efesios 2:8-9.

Introducción
Una de las afirmaciones bíblicas más claras que nos presenta la biblia, es que el hombre no puede salvarse
a sí mismo, sino que el único salvador es Jesucristo.

El hombre se afana inútilmente tratando de lograr su propia salvación y acceso a la vida eterna.

Desarrolla experimentos clínicos, viajes a otros planetas buscando vida, sistemas religiosos etc.; pero,
todo eso es en vano.

Por eso, Dios dice en Jeremías 2:22; "Aunque te laves con lejía, y amontones jabón sobre ti, la mancha
de tu pecado permanecerá aún delante de mí, dijo Jehová el Señor".

No hay, pues, méritos humanos que ayuden al hombre a salvarse a sí mismo.

La salvación es por gracia por medio de la fe.

Veamos, pues, qué clase de fe nos pide Dios que tengamos para nuestra salvación.

I. Fe en la eficacia de la sangre de Cristo

A. La sangre de Cristo limpia tu vida de pecado.


La fe en el poder salvífico de Cristo implica, entre otras cosas, creer con toda certeza que su sangre tiene
poder para lavar y purificar nuestro ser de todo pecado.

La Carta a los Hebreos 9:22 (NVI), dice: “De hecho, la ley exige que casi todo sea purificado con sangre,
pues sin derramamiento de sangre no hay perdón”.

Esta sangre que tiene poder para limpiar nuestras manchas de todo pecado, es la que Cristo
derramó en la cruz del calvario.
Es indispensable para nuestra salvación.
Cuando la persona cree de todo corazón en la eficacia de la sangre de Cristo, entonces, esta fe lo
hace buscar a Jesucristo con todas sus fuerzas, plenamente seguro que en él queda libre de la
mancha del pecado, y experimenta la certeza de que ya no existe nada que le estorbe la entrada al
reino de Dios.

B. Te libera de la esclavitud pecaminosa del diablo.


El poder salvífico de la sangre de Cristo implica, también un rescate.
Un pago hecho para que seamos declarados libres.
Los esclavos en la época de Jesús, para ser libres, necesitaban a un redentor, que era aquel que
proporcionaba el pago que costaba su libertad; y regularmente implicaba salvarlo de una muerte
segura, a la que un esclavo se encaminaba, lenta pero seguramente, por su duro trabajo y tiranía
de su amo.
Cristo ya pagó el precio por nuestro rescate. Su sangre preciosa representa ese precio.
El pecado ya no tiene derecho a dominar nuestra vida, emociones ni pensamientos.
En Cristo Jesús somos nuevas criaturas, hechos para vivir una vida nueva liberados de la
esclavitud del pecado, y en comunión con Dios.
C. Tiene poder para justificar.
Otro aspecto importancia del poder de la sangre de Cristo es que ella cancela la lista de delitos y pecados,
y anula la acusación y condena a muerte eterna en el infierno.

Nos declara libres de toda condena.

Nos justifica y nos absuelve de la sentencia de muerte espiritual como paga del pecado.

Así que, pon tu fe en la sangre de Cristo estimado amigo, porque a través de ella Jesucristo te ofrece
esperanza firme y verdadera de vida eterna.

Lavado con la sangre de Cristo, cuando mueras y te presentes ante el tribunal de Dios, no tendrás nada
que temer, porque la sangre de Jesús ya pagó por tus delitos y pecados, por lo tanto, te esperará la vida
abundante.

II. Fe en el nombre de Jesús

A. Él tiene el Nombre que es sobre todo nombre.


La Biblia dice por todos lados el poder que hay en el Nombre de Jesucristo.

Vez tras vez afirma las bendiciones, milagros y salvación que reciben las personas que claman invocando
el Nombre de Jesús.

De hecho, Pablo lo presenta como el Nombre que es sobre todo nombre, y que por eso debe ir
acompañado del título Señor.

Porque él es la suprema y legítima autoridad, proveedor de todas las cosas.

Toda lengua debe de confesar que Jesucristo es el Señor (Fil. 2:11).

Este Nombre le fue otorgado a Jesucristo porque: “… siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a
Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho
semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose
obediente hasta la muerte, y muerte de cruz”.

Este acto de humillación para abrirnos el camino a la redención, llevó también a Jesucristo hombre a la
más grande exaltación: él es el que tiene el Nombre que es sobre todo Nombre, todo idioma debe de
confesar que Jesucristo es el Señor.

Y toda rodilla se debe doblar y adorarle sólo a Él.

Poner tu fe en Jesucristo es garantía de salvación y vida eterna.

Toda potestad visible, o invisible, está bajo su autoridad. ¿Si él es por nosotros, quien contra nosotros?

B. En su Nombre nos dio potestad de ser hechos hijos de Dios.


Que maravillosa verdad y extraordinaria bendición puesta al alcance de nosotros, que a
los que creamos en su Nombre se nos ha dado poder para que seamos hechos hijos de Dios.
Vea como lo dice el apóstol Juan en sus propias palabras: “Mas a todos los que le recibieron, a los que
creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de
sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios” (Jn.1:12).

Cuando crees genuinamente en el Nombre de Jesucristo, el poder de Dios actúa en ti para engendrar una
vida nueva y transformada a la imagen de Dios.

Recibir a Cristo es creer en su Nombre y experimentar un nuevo nacimiento como hijo de Dios.

Pon tu fe en el Nombre de Jesucristo, recibe nueva vida y conviértete en hijo de Dios.

III. Fe en la muerte y resurrección de Jesucristo.


Una de las formas más extraordinarias en que el ser humano declara su fe en el poder salvífico que tiene
la muerte y resurrección de Jesús, es en el acto del bautismo en agua por inmersión, en el Nombre de
Jesucristo.

En este acto, la persona es sepultada totalmente en agua, para luego salir de ella.

Porque de esta manera, con la realización del acto mismo, la persona confiesa públicamente que sólo la
muerte y resurrección de Jesús, pueden darle perdón de pecados, hacerlo hijo de Dios y darle promesa de
vida eterna.

Además de lo anterior, el creyente debe bautizarse por inmersión en agua, porque de esta forma el agua
alude al poder salvífico de la sangre de Cristo, derramada en la muerte de Jesús en la cruz del calvario.

El agua en la cual es sumergida la persona, representa esa sangre que nos limpia de todo pecado.
Por otro lado, el creyente tiene que ser sumergido en agua, invocándose el poderoso Nombre de
Jesucristo, porque sólo en su Nombre, el poder del pecado, de la muerte y de todo principado que habían
tomado dominio y derecho sobre la persona, quedan
cancelados, derrotados y expulsados de la vida del creyente.

Ya que, sólo en el Nombre de Jesús se aplican a la vida del creyente, todos los beneficios de su sangre, de
su muerte y resurrección.

Aplicación
Estimado amigo, cualquier otro medio que el ser humano quiera utilizar buscando salvación y vida eterna
es inútil, porque el único que la otorga es Jesucristo.

Hechos 4:11-12, lo dice así: "Este Jesús es la piedra reprobada por vosotros los edificadores, la cual ha
venido a ser cabeza del ángulo. Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo,
dado a los hombres, en que podamos ser salvos".

¿Podrás poner tu fe en Cristo hoy? Te invitamos a hacer una oración, donde le entregues tu vida a
Jesucristo.

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