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Clase 1 viernes 8 de Septiembre.

La GRACIA.

El apóstol Pablo pregunta ¿qué es pues la LEY? No es prevenir el pecado, sino


descubre el pecado, lo deja en evidencia, es un modelo para caminar rectamente,
pero no es el camino a la vida, la ley es subsidiaria de la Gracia, la ley fue
añadida por ira, para revelar el castigo del pecado, para engendrar servidumbre y
muerte, para hacerle ver al hombre que era esclavo y condenado.

¿A qué se debe esta salvación tan asombrosa? La Biblia tiene sus paréntesis
interesantes y uno de ellos nos ayuda a responder esta pregunta. Se encuentra
en la carta de Pablo a los efesios: «aun cuando estábamos muertos en nuestros
delitos, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia ustedes han sido
salvados)» (efesios 2:5). ¿Puedes ver de qué se trata? El apóstol Pablo está
explicando la decisión gloriosa de Dios de darnos vida espiritual, indicando que
todo esto es por «gracia». SIN EMBARGO LA GRACIA ES PARA LA
GLORIFICACION DE SU NOMBRE.

¿Cómo poder comprender la Gracia?

La gracia de Dios se ha definido con frecuencia como un favor que se recibe pero
que no se merece. No es el resultado de algún trabajo realizado, sino que es un
favor realizado por el que entrega el obsequio. Piensa, por ejemplo, en un regalo
que recibes pero por el cual no trabajaste o que no buscaste. Hace poco, unos
amigos nos regalaron una tostadora. Cuando les agradecimos el gesto y
preguntamos por qué lo hicieron, la respuesta de ellos fue concisa: «Porque
quisimos». No fue porque lo pedimos o porque seamos buenas personas. Su
regalo fue movido por gracia y eso nos llenó de gratitud hacia ellos.

La gracia de Dios es infinitamente mayor, pues merecemos todo lo opuesto a lo


que Él nos entrega. ¡Ciertamente no una tostadora! Merecemos condenación
pero recibimos salvación. Ese es el mensaje de la Gracia y la respuesta a este
favor en el cristiano es un sometimiento incondicional a la Palabra de Dios. Ya no
vive para revolcarse esclavizado en el pecado, sino solo para la gloria de Dios en
gratitud.
Pero para poder hablar de GRACIA debemos primero comprender algunos
conceptos que nos dan mayor comprensión del Valor de la GRACIA y el lugar que
nos pertenece

¿Para quién es la GRACIA?

La depravación total, querían decir que el pecado—su poder, su influencia, su


inclinación—afecta a toda la persona. Nuestros cuerpos están caídos, nuestros
corazones están caídos, y nuestras mentes están caídas. No hay parte de
nosotros que escape a los estragos de la naturaleza humana pecaminosa. El
pecado afecta nuestro comportamiento, nuestros pensamientos, e incluso
nuestras conversaciones. La persona en su totalidad está caída. Esa es la
verdadera medida de nuestra pecaminosidad cuando se juzga por el estándar y la
norma de la perfección y la santidad de Dios.

Cuando entendemos la naturaleza pecaminosa del hombre, el efecto del pecado


en su vida y la brecha insalvable que el pecado provoca entre el hombre
corruptible y su Creador, magnificamos la relevancia que tiene el sacrificio de
Jesucristo.

Éramos pecadores por naturaleza y condición, corruptos por el pecado que


moraba en nosotros hasta el punto de destrucción. Quebrantábamos la ley de
Dios diariamente. Éramos criminales sin excusa delante de la justicia de Dios.

“Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y


pecados, en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este
mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera
en los hijos de desobediencia, entre los cuales también todos nosotros vivimos
en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y
de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los
demás”, Efesios 2:1-3.

No merecíamos nada más que la muerte y la condenación eterna. Pero aun así
cuando no había nada en nosotros que por voluntad propia buscara a Dios, el
Creador del cielo y la tierra, por amor, nos dio vida a través del sacrificio de su
hijo Jesucristo. Por gracia y solamente por gracia somos salvos.

Cuando éramos pecadores sin esperanza y enemigos de Dios, merecedores del


castigo eterno, Dios nos mostró su misericordia, entregando a Jesucristo a morir
por aquellos que le rechazaban.
“Más Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores,
Cristo murió por nosotros”, Romanos 5:8.

“Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun
estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo”,
Efesios 2:4.

A través de Jesucristo y su sacrificio, ahora tenemos acceso a Dios. A través de


Jesucristo y su sangre derramada somos redimidos y nuestras transgresiones
olvidadas por medio de las riquezas inmensurables de su gracia.

“En quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las
riquezas de su gracia”, Efesios 1:7.

A través de Jesucristo y su sacrificio somos salvos del pecado que nos separaba
de Dios y nos conducía a la condenación eterna. Este precioso acto de amor nos
reconcilió con nuestro Creador y nos permite una relación con nuestro Padre
celestial como sus hijos

Este acto de GRACIA contempla:

Redención: es el acto de regresar de la esclavitud teniendo como subsidiario la


sangre de CRISTO, pagando ese alto costo por el rescate logrado, redención es
un cambio de estado además de un cambio de dueño.

La redención fue alcanzada por SUSTITUCIÓN, el hombre no podía expiar sus


propios pecados, fue entonces cuando el Padre envió a su hijo en lugar del
pecador, el cargo con todo el peso del Pecado, el propósito esencial de la
Redención fue despertar al pecador y dirigirlo para regresar a Cristo, la
obediencia de Cristo fue la condición para la obtención de la vida Eterna.

Esta redención implica un cambio de dueño, en el caso de la iglesia fue comprada


por la sangre de cristo y tiene un estado celestial, es la novia del cordero, ya no
es esclava de satanás existe una gran diferencia entre un comprado y entre un
redimido el que es solo comprado no cambia de estado solo de dueño, el redimido
cambia de dueño y es transformado por la sangre de CRISTO.
La SUSTITUCIÓN y la PROPICIACIÓN van de la mano, son inseparables, la
sustitución es el acto de trasferencia de culpa del oferente al cordero (CRISTO) y
las VIRTUDES DE CRISTO al oferente, sustitución en palabras simples es “
OTRO OCUPO MI LUGAR” y responde por mi , Cristo fue hecho maldición a
causa de nuestros pecados.

JUSTIFICACIÓN: la justificación es la declaración de un tribunal competente que


declara absuelto al que ha sido juzgado, al ser justificado, librándonos del vaso de
IRA de su Padre. La muerte de Cristo es un acto de Justicia como base de
nuestra justificación. Al llevar Cristo el pecado en la Cruz DIOS nos declaró justos
y aceptos ante ÉL en su Justicia.

La muerte de CRISTO fue un verdadero sacrificio y propiciación para con DIOS,


satisfizo las sanciones penales de la ley, favoreciéndonos. Éramos enemigos y
fuimos reconciliados con DIOS por la muerte de Cristo.

La Gracia se manifiesta a los hombres trayendo salvación, instruyéndonos que


renunciemos a la impiedad , los deseos mundanales y que vivamos justa y
sobriamente, con piedad, en esta época presente aguardando la esperanza
bienaventurada y el pronto aparecimiento en GLORIA del gran DIOS y Salvador,
Jesucristo quien se entregó en la cruz para redimir así de toda inequidad.

¿Y ahora qué?

Por todo lo anterior podríamos pensar que por la GRACIA no tenemos ninguna
obligación, pero es deber para con Dios presentar nuestros cuerpos como
sacrificio vivo, santo y aceptable a DIOS, la SALVACIÓN siendo por GRACIA nos
obliga a comportarnos como salvados a través de la SANTIFICACIÓN, morir cada
día para parecernos a nuestro SALVADOR.

El buen uso de un instrumento hace espacio para el próximo. La fe solicita el


amor, el amor la obediencia, y la obediencia la perseverancia; una Gracia hace
espacio para la otra. Hay hombres diestros en producir riquezas y grandes
empresas, su buen plan sigue a otro, y a otro; de la misma manera la Gracia
crece cada vez mejor y con más fuerza en el alma. Un buen día la Gracia puso en
nuestras mentes el deseo de buscar de Dios, nos puso a oír el Evangelio,
creímos, confesamos la fe, y luego testificamos con el bautismo; esos frutos de
Gracia la misma Gracia los limpió para que lleven más fruto. En el comer es así:
Experimentamos hambre, deseo de comer, luego comemos, se nutre el cuerpo,
se sostiene la vida. En la vida cristiana es semejante, con una diferencia: con el
cuerpo da lo que necesitamos, en la Gracia hace crecer lo que ya tenemos.
Amén.

La santificación no es algo sobre lo que nos recostamos, sino más bien algo hacia
lo cual nos inclinamos. En vez de ser una acción que solo Dios puede hacer, por
Sí solo (como son la justificación y la adopción), la santificación es un esfuerzo
que Él hace en plena cooperación y sociedad con nosotros. Requiere que
ejerzamos lo que uno podría llamar “esfuerzo impulsado por la Gracia”: hecho
posible, por supuesto, solo por la misericordiosa iniciativa de Dios y, al mismo
tiempo, empleando en el proceso nuestro cerebro, músculos y partes del cuerpo
humano. […]

La santificación está compuesta, para decirlo brevemente, de estos dos


elementos: vivificación y mortificación.

¿Qué es…?

La vivificación

Probablemente tú no hayas visto ni usado esta palabra en una oración hace poco
(o tal vez nunca), pero en resumen significa apresurarse o animar, traer a la vida.
Una palabra relacionada con ese término sería vívido, como las imágenes
visuales de alta definición. Según Colosenses 3,

Colosenses 3: 1-4

Reina-Valera 1960

1 Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está
Cristo sentado a la diestra de Dios. 2 Poned la mira en las cosas de arriba, no en
las de la tierra. 3 Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo
en Dios. 4 Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también
seréis manifestados con él en gloria.)

Eso es lo que comienza a sucedernos en el ámbito espiritual cuando “buscamos”


o “ponemos la mira” en esas cosas “de arriba no en las de la tierra”, cuando
pasamos un tiempo reflexionando en el hecho de que nuestras mismas almas, en
este preciso minuto, están “escondidas con Cristo en Dios”
La Biblia dice que tú recibiste la autoridad para poner tus pensamientos “en
cautiverio” (2 Cor. 10:5), para supervisar lo que piensas, de forma que en lugar de
ser “adaptados a este mundo” con su amplia selección de variedades de pecado y
valores miopes, tu vida pueda ser de verdad “transformada mediante la
renovación de tu mente” (Rom. 12:2). En vez de creer mentiras, en vez de
alimentar distorsiones, puede elegir morar en las verdades del evangelio, las
cuales siempre van a trascender cualquier tendencia que haya en las redes
sociales esta tarde. Puedes estar seguro de eso.

La vivificación implica llenarnos de una manera de pensar renovada


basados, en realidades últimas, aquellas cosas que provocan nuestro amor
gratitud y afecto por Jesucristo; al tiempo que desenchufamos la mente de la
combinación de sonidos impertinentes, ruidosos, malos consejos, rumores,
cuentos de viejas, trivialidades, opiniones de otras personas, acusaciones
diabólicas, noticias de último minuto y todas las influencias impías que permitimos
que repiqueteen alrededor de nuestro cerebro todo el día, desde comerciales de
cerveza y avances de películas, a preocupaciones temporales y toda una gama
de deseos codiciosos.

Es por eso que la Palabra de Dios es tan esencial en la vida diaria de un creyente.
Porque desde el mismo momento en que tú cierras la Biblia por la mañana, entras
en un mundo que lucha, en cada giro, contra toda verdad y la enseñanza que ella
representa. Si no tienes el mensaje de Dios dentro, donde puedes meditar en
él, regresar a él y recordarlo con frecuencia, no podrás discernir lo que es
verdad de lo que podría ser realmente intrigante, seductor, convincente,
pero falso. Y muy contraproducente.

Cualquier pensamiento entre un millón puede hacer que te pierdas si lo sigues


hasta sus lógicas conclusiones. Pero solo la mente capacitada en Jesús te va a
llevar a casa.

La mortificación

Si puedes pensar en la vivificación como el alimento fertilizante que da vida


a las plantas que tienes en tu jardín, la mortificación es el proceso agotador
de arrancar la mala hierba. Lo que debe quedar claro es que no puedes hacer
uno sin lo otro. Porque si lo único que haces es echarle agua a tu suelo espiritual
con más lecturas bíblicas y notas de sermones, pero no limpios de manera activa
las actitudes y conductas espinosas y densas que no deberían estar ahí;
entonces, lo único que logras es dejar el suelo abarrotado de más cosas de las
que puede soportar secando todos los nutrientes. En resumen, garantizando que
nunca vas a estar contento con lo que crece ahí.

Hay cosas que es necesario “considerar muertas” en nosotros (Col. 3:5). Cosas
que hay que sacar y hay que pegarles en la cabeza un par de veces. No
queremos decir con esto que uses la violencia contigo mismo, pero cuando se
trata de cómo lidiamos con los invasores y violadores que se entremeten en
nuestra libertad espiritual, nuestra tendencia es ser demasiado amables y flexibles
con ellos… y sentirnos demasiado confiados en nuestra propia capacidad para
impedir que vuelvan a levantar la cabeza del suelo.

La Biblia es, claro está, tan importante para la mortificación como lo es para la
vivificación. La escritura puede ayudarnos a delinear muchas cosas en nuestra
vida que solo son buenas para ser arrancadas y quemadas en el patio trasero: “la
fornicación, la impureza, las pasiones, los malos deseos, y la avaricia… ira, enojo,
malicia, maledicencia, lenguaje soez de vuestra boca” (Col 3:5,8). Abierto y
cerrado; tema cerrado, blanco y negro.

Pero es posible que tú también encuentres, a medida que maduras en la fe y


creces más en el proceso de la santificación, que el Espíritu de Dios te va a
dar una señal de alerta cada vez más frecuente ante algunas de tus
actividades y entornos, ante algunos hábitos y pasatiempos que, aunque no
son malos desde el punto de vista moral, les hacen daño a tu persona y a tu
propio corazón. Y podrían ser puestos para ser sacrificados.

Por ejemplo, no hay ningún versículo bíblico que prohíba dormir hasta las 10:00
de la mañana los sábados, ni comprar un billete de lotería, ni escuchar música
que te recuerda tu vida desordenada, ni comprar dos bolsas grandes de palitos de
queso cuando están en descuento. Pero por la razón que sea, para ti, esas cosas
de manera evidente te restan tu celo por Cristo cuando las haces, cuando las
miras o cuando juegas cerca de ellas o te acercas a ellas. Puedes sentir un giro
palpable hacia la auto gratificación y la concesión después de que hiciste alguna
de esas cosas. Participar en ellas simplemente enciende viejos sentimientos que
compiten con tu pureza y diluyen tu deseo espiritual.
Por eso, a menudo es sabio mortificar esa distracción en particular, sea cual
fuere, con el fin de mantener el corazón activo en tu comprometida trayectoria
hacia el Señor. Podría parecerles raro los demás. Tal vez crean que eres
demasiado introspectivo o que estás llevando tu fe demasiado lejos. Pero ¿qué
vale más para ti? ¿Mirar un programa de televisión los sábados por la noche o
preparar tu corazón para la adoración del domingo en la mañana? ¿Mantener
rotando de manera habitual uno o dos sitios web o ni siquiera sentirte tentado a
mirar las fotos pornográficas otra vez?

La vivificación y la mortificación son, de forma bastante literal, cuestión de


vida o muerte. Son el equipo para hacer ejercicios que te mantiene
entusiasmado por Cristo mientras te mantiene apagado con respeto todo lo
que aleja tu mirada de Él.

La mortificación del pecado

Sabemos que el que ha muerto en Cristo ha sido liberado de su antiguo señor, el


pecado (Rom. 6, 7). Sin embargo, luchamos contra la carne, y nuestro nuevo
Señor nos llama a matar el pecado que se esconde en lo más profundo de
nosotros. El perfeccionismo no es una opción, porque ninguna porción de la
Escritura enseña que podemos estar sin pecado antes de nuestra glorificación. El
cristianismo carnal tampoco es una opción. Jesús y Sus apóstoles en todas partes
asumen que la gracia de Dios no deja a la gente donde la encuentra; más bien, el
Espíritu obra en nosotros, y nosotros junto con Él, para mortificar nuestro pecado
y santificar nuestras vidas.

Luchamos contra la carne y sus deseos pecaminosos que batallan contra nuestra
nueva naturaleza y contra el Espíritu que busca llevarnos a una mayor santidad.
En esta batalla estamos llamados a hacer morir (mortificar) las obras de la carnes,
y perseguir la santidad personal sin la cual nadie verá al Señor. Estamos llamados
a morir diariamente, a golpear nuestros cuerpos, y aun más radicalmente, a
amputar aquellas cosas de nuestra vida que nos es causa de tropiezo. Estamos
llamados a saturar nuestras vidas con la Palabra de Dios, a renovar nuestras
mentes de modo que podamos ser capaces de discernir aquellas cosas que
agradan al Señor y a rechazar aquellas que Él aborrece. Estamos llamados a ser
llenos del Espíritu y a caminar en novedad de vida, siempre sensibles a Su
voluntad y dirección. Finalmente estamos llamados a hacer estas cosas en un
mundo que odia a Dios, es endurecido a Su verdad y se opone a todas las
virtudes y piedades

La GRACIA ES EXCLUISIVA DE LA FE CRISTIANA.

Si hay algo exclusivo de la Fe Cristiana es la GRACIA, en el judaísmo, islam,


catolicismo, los hombres alcanzan la condición de justos por el cumplimiento de
obras. En el Cristianismo se alcanza esta Gracia por los méritos de Cristo.
La Gracia es un regalo INMERECIDO. La gracia presenta una nueva esfera, de
muerte a vida, Saulo de tarso era un asesino, DIOS lo perdonó y más aún lo
elevó a líder de su iglesia, John newton escribió SUBLIME GRACIA, Gracia del
SEÑOR que a un infeliz salvo, esta es una descripción perfecta y grafica del
concepto de GRACIA. El autor de este notable himno compraba esclavos en
África para venderlos como animales, más tarde fue pastor, ¿cómo podía ser la
misma persona?.

¿Como DIOS podría perdonar a gente tan perversa? No te suena conocida o


familiar esa pregunta, bueno eso es GRACIA.

La Gracia la podemos comprender también como la benignidad de un amor


paternal que se proyecta en la SALVACIÓN del hombre.

La GRACIA es la máxima expresión de sus atributos, los cielos destilan


GRACIA cada vez que un pecador de arrepiente, cada vez que un vil como tú
y yo somos perdonados.

La Gracia es un acto que deja en manifiesto el carácter de DIOS, revelando


su esencia.

. ¿Suena muy sorprendente, verdad, el que fuera posible de que todo un Dios
Santo, justificara a una persona impía? Según la natural lealtad de nuestro
corazón, estamos hablando siempre de nuestra propia bondad y nuestros méritos,
tenazmente apegados a la idea de que debe haber algo bueno en nosotros para
merecer que Dios se ocupe de nuestras personas. Pero Dios que bien conoce
todos nuestros engaños, sabe que no hay bondad ninguna en nosotros y declara
que «no hay justo ni aun uno» (Rom.3:10). El sabe que «todas nuestras justicias
son como trapos de inmundicia» (Isa.64:6); y por lo mismo el Señor Jesús no
vino al mundo para buscar bondad y justicia para entregárselas a las personas
que carecían de ellas. No vino porque éramos justos, sino para hacernos justos,
justificando al impío.

Presentándose el abogado ante el tribunal, si es persona honrada, desea


defender al inocente, justificándole de todo lo que falsamente se le imputa. El
objeto del defensor debe ser la justificación del inocente y no encubrir al culpable.
Tal milagro está reservado para el Señor únicamente. Dios, el Soberano
infinitamente justo, sabe que en toda la tierra no hay un justo alguien que haga
bien y no peque; y por lo mismo en la Soberanía infinita de su naturaleza divina y
en el esplendor de su amor maravilloso. El emprende la obra, no tanto de justificar
al justo cuanto de justificar al impío. Dios ha ideado maneras y medios de
presentar delante de si al impío justamente aceptable; ha concebido un plan
mediante el cual puede, en justicia perfecta, tratar al culpable, como si siempre
hubiera vivido libre de ofensa; sí, tratarle como si fuera del todo libre de pecado.
El justifica al impío. Jesucristo vino al mundo para salvar a los pecadores. Esto es
cosa sorprendente; cosa maravillosa especialmente para los que disfrutan de
ella.

Vino para ti y para mí porque no tenías oportunidad, porque estábamos muertos.

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