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El siguiente trabajo propone leer “El papel amarillo”, de Charlotte Perkins Gilman
(1892), a partir de la relación que se establece entre la locura que termina por poseer a la
protagonista y la violencia que se le ejerce como causa de esta. Es decir, se propone
evidenciar cómo a lo largo del relato, a través de mecanismos de prohibición y silenciamiento
que se le adjudican a un tratamiento médico, se reprime y marginaliza a la protagonista
llevándola a un estado de locura.
Ese lugar de la razón en el que se ubica a John, quien representa la institución del
matrimonio y la institución médica a la vez, deriva en una serie de prácticas del
silenciamiento sobre la creatividad de la mujer. Es así como la condición de mujer pensante
figura penalizada, característica de una monstruosidad que la posee -lo opuesto a la
racionalidad del hombre; por tanto ocurre una patologización de la mujer intelectual. Se
contradice, por tanto, el doble discurso médico constante, ya que por un lado se desmerece la
cuestión de la salud mental como un problema real de salud al no formar parte del mundo de
lo tangible y racional del hombre, pero al mismo tiempo le adjudica esa creatividad o
inteligencia peligrosa a la misma enfermedad que supuestamente no existe. “Dice que con mi
poder de imaginación y mi costumbre de fantasear, una debilidad nerviosa como la mía
seguramente conducirá a toda suerte de ideas excitantes, y que debo valerme de la voluntad y
Apellido, Nombre: Bernal, Candela Mariel
Dirección electrónica: candumb@hotmail.com
DNI: 40785183
Docente de prácticos: Jacovkis, Vera
Fecha: 20/09/2021
del buen sentido para frenar esta tendencia.” (Perkins Gilman, 1992: pág. 85). La prohibición
en el ámbito doméstico se legitima a través de la institución médica, y dentro de este tortuoso
tratamiento que solo le permite hacer tareas del hogar adjudicadas tradicionalmente a la
mujer y además en una especie de aislamiento. Se la aísla, también, para silenciarla, reprimir
esa monstruosidad. Piñero Gil plantea que esta reclusión opresora se manifiesta a su vez
como una forma de privar a la mujer de su identidad: “El resultado es que esta serie de
imposiciones generan en su estado, ya de por sí delicado, una suerte de angustia vital y su
paulatina desaparición como persona.” (Piñero Gil, 2013: pág. 82).
Sin embargo, la violencia del discurso médico represor de John que la termina por
arrastrar a la locura está siempre justificado con el argumento de amarla y querer cuidarla,
argumento que ella misma presenta y defiende. Es tal la manipulación que se le ejerce, que
ella misma siente culpa por desobedecer y ejercer su creatividad escribiendo o incluso nunca
llega a permitirse enojarse, por más que la casa no le guste, por más que el empapelado le
parezca horrendo, por más que quiera salir y no se la deje hacerlo. Pero lo que más cabe
destacar, es la culpa que ella siente y manifiesta durante todo el relato; la culpa de estar
enferma, o de hacer de ese “nerviosismo”, como lo describe John algo más de lo que es.
BIBLIOGRAFÍA
Perkins Gilman, C. (1992). “El papel amarillo”. Trad. David William Forster. Plural.
N° 252, septiembre de 1992; pp. 84-90.