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en contextos
culturales
diversos
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Índice
Objetivos....................................................................................................... 5
4. Técnica ilustrativa............................................................................. 28
4.1. La intervención en un caso de inmigración: María .................... 28
4.1.1. Cuestiones ...................................................................... 30
Bibliografía................................................................................................. 31
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Objetivos
2) Se cree que los individuos construyen su visión del mundo por medio de
complejos procesos sociales, identificándose con las influencias y modas do-
minantes en la sociedad en ese momento.
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Ejemplo
Ejemplo
Ejemplo
Los progenitores –sin trabajo en la mayor parte de las ocasiones– caen, en el peor de
los casos, en el alcoholismo o la delincuencia, y esto provoca separaciones familiares
por procesos jurídicos o internamientos por salud; en el mejor de los casos, dependen
de subsidios sociales, con el consiguiente seguimiento por parte de las instituciones y la
sensación de control y miedo (a perder las becas, subvenciones, etc.) que continuamente
les afecta. Los niños tienen que espabilarse para sobrevivir, hecho que no facilita en nada
su asistencia a la escuela. Su formación en el ámbito cultural y profesional es baja, de
manera que también lo tienen difícil a la hora de encontrar un trabajo que les permita
salir de las condiciones de vida que tienen. Además, los grupos de apoyo son los de
la calle, es decir, los que proporcionan el contacto con el mundo de las drogas y de la
delincuencia juvenil.
Ejemplo
Reflexión
¿Qué significa en nuestra sociedad ser pobre? Lo primero que nos imaginamos es a al-
guien sin casa (o en una barraca) que vive en condiciones infrahumanas. Ahora bien,
también debemos considerar a aquellas personas que sobreviven gracias, básicamente, a
subsidios que reciben de los servicios sociales.
© FUOC • PID_00274992 11 Intervención en contextos culturales diversos
Ante todo lo que acabamos de exponer, el primer problema que podemos de-
tectar como profesionales de la salud mental se presenta en la forma� frag-
mentada en que intervienen algunas de las diferentes instituciones que tra-
bajan en el "caso". Esta fragmentación conlleva una falta de coordinación y
una comunicación deficiente entre los distintos servicios de atención social.
Pensemos que estas familias o individuos, cuyo ritmo de vida cotidiana está
marcado por las condiciones antes descritas, suelen habitar en una frontera
relacional con diferentes instituciones y sistemas que resultan esenciales en su
existencia del día a día. De hecho, una vez entren en relación con esta red de
instituciones, los individuos o las familias dejarán de narrar su historia y será
la sociedad, por medio de sus instituciones, la encargada de narrarla por ellos.
Se convierten, pues, en un "caso" en el que cada institución narra su versión
sobre él. Estas instituciones (el sistema escolar, los juzgados, la policía, los ser-
vicios sociales, etc.) tienen el poder para tomar decisiones sobre sus vidas que
pueden acarrear consecuencias de larga duración para los miembros de estas
familias. Muchas veces, ni siquiera comprenden demasiado bien las funciones,
modos de operar, derechos y áreas de responsabilidad de tales instituciones.
Asimismo, suelen desconocer sus propios derechos y formas de acceso a otros
sistemas de los que se encuentran marginados.
Por ello, si bien es cierto que la violencia es una realidad palpable en la vida de
estas personas y de estas familias, también lo es que sufren dos tipos de vio-
lencia: la de dentro�de�la�misma�familia y la que acarrean ciertas�interven-
ciones�profesionales. La primera tiene que ver con la pobreza, la impotencia
y la desesperación que ya son existenciales para ellos y están arraigadas en los
ciclos familiares de esta población. El segundo tipo, en cambio, deriva de la
intromisión y del poder casi absoluto que tiene la sociedad cuando ejerce fun-
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ciones de control. Con esto no queremos decir que las intervenciones sociales
no�sean�necesarias, pero sí presentan el riesgo de no reconocer las estructuras
familiares y la individualidad.
En realidad, estas familias pueden parecer caóticas. Las personas van y vienen,
y los individuos parecen desconectados entre sí. Esa inestabilidad es, en parte,
un estilo de vida en medio de la pobreza, las drogas y la violencia, pero tam-
bién es el resultado de ciertas intervenciones sociales. Los niños son separados
de sus progenitores para su posterior recolocación en hogares sustitutos, los
miembros son encarcelados u hospitalizados. Estas intervenciones, la mayoría
de las veces necesarias, desarticulan las estructuras familiares; se llevan a cabo
sin tomar en cuenta los vínculos emocionales positivos y anulan los recursos
potenciales.
Ejemplo
Se dice que las personas que dependen de las drogas están tan desconectadas de la reali-
dad que no pueden formar vínculos de afecto; por lo tanto, las madres pueden descui-
dar a sus hijos. Esto sólo es verdad parcialmente. Así, algunos padres sustitutivos, muy
observadores, comentan que los niños a quienes cuidan aman a su madre biológica y
quieren estar con ella, incluso los que han sido golpeados o descuidados. Esto es ilógico
de no ser por unos lazos afectivos profundos que superan la ambivalencia emocional de
los malostratos o los abandonos.
Señalamos como las principales�dificultades del terapeuta que tiene que in-
tervenir en un contexto de pobreza las siguientes:
Estas tres dificultades pueden hacer que el terapeuta sufra el síndrome� del
burnout, que consiste en "quemarse" profesionalmente, lo cual le hace distan-
ciarse en su trabajo e implicarse poco, y sentir desesperación.
Bibliografía
En esta obra se describe el trabajo sistémico con las familias e instituciones implicadas
en un barrio marginal de Nueva York. Salvador Minuchin ya había realizado un trabajo
pionero en situaciones de pobreza en la misma zona en los años sesenta. Pensamos que
es uno de los pocos enfoques que ha mostrado alguna utilidad en estos contextos tan
desfavorecidos.
Con el mismo modelo sistémico, en esta obra se exponen las bases para el trabajo con
familias multiproblemáticas y se describe la aplicación del modelo en una experiencia en
Ciutat Vella, en la ciudad de Barcelona. La proximidad geográfica y conceptual de este
trabajo lo hace especialmente útil y recomendable.
Lo importante para nosotros es que los estereotipos se ven reforzados por me-
dio de cualquier acción que realice uno de los miembros del grupo pertene-
ciente a esa categoría, si dicha acción coincide con las expectativas que tiene
la sociedad receptora con respecto al estereotipo. De esta forma, romper el
círculo vicioso y salir de la marginalidad que supone pertenecer a un grupo
social determinado resulta, como mínimo, complejo.
Ejemplo
En EE.UU., los hispanos son vistos por la sociedad "culta y normalizada" como penden-
cieros, delincuentes, perezosos, etc., afirmaciones todas ellas que son confirmadas cada
vez que un miembro de dicho grupo hace algo que lo sitúa en la posición que se espera
que ocupe, aunque para él su acción signifique rebelarse contra un sistema que no lo
tiene en cuenta.
3)� La� cultura� y� la� integración� en� una� nueva� sociedad. Pensemos que se
mueven en una cuerda floja. Por una parte, adaptarse a las nuevas normas
sociales significa ahorrarse muchos problemas de incomprensión y margina-
lidad; por otra, amoldarse a la nueva cultura implica una pérdida de identidad
importante y de desarraigo histórico. La consecuencia de todo esto es colocar-
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Por otro lado, ¿qué dificultades nos encontramos los profesionales? Aparte
de las ya comentadas con respecto a la pobreza de falta�de�comunicación�y
fragmentación entre las instituciones que intervienen en las diversas facetas
biopsicosociales que ofrece un individuo o familia, nos hallamos con otras
idiosincrásicas propias de la inmigración:
• Otra dificultad, relacionada con la anterior, tiene que ver con que los as-
pectos de índole�cultural pueden afectar a la comprensión de la proble-
mática de los clientes. Pensemos que la concepción del mundo y, con ella,
las normas sociales y religiosas pueden estar muy alejadas de las nuestras,
por lo que puede resultar complejo comprender cuáles son los circuitos de
funcionamiento social y las implicaciones a escala emocional. Esta con-
cepción del mundo diferente también influye en la visión de la salud y de
la enfermedad, que condicionan, sin duda, el acceso y el seguimiento de
cualquier tipo de intervención que podamos proponer.
Ejemplo
Reflexión
Claro que estos problemas sólo tendrán lugar en caso de que los individuos o familias en
tratamiento provengan de culturas con poco prestigio en nuestra sociedad; si, en cambio,
su país de origen es afín a nuestra cultura (y además, rico), ¿presentaríamos la misma
actitud?
2.3.1. Introducción
Sexo Género
1) Biológico. 1) Cultural.
2) Categoría femenina o masculina. 2) Significados culturales de las categorías
3) Intercambio sexual. hombre y mujer.
4) Diferencias fisiológicas entre hombres y 3) Relación hombres-mujeres compleja.
mujeres. 4) Diferencias en normas, rasgos, actitudes,
etc. culturales sobre hombres y mujeres.
Ejemplo
Generalmente, el sexo masculino tiene una masa muscular más desarrollada que el sexo
femenino. La construcción social de esto es que el hombre es más fuerte que la mujer. Una
de las consecuencias por lo que respecta al funcionamiento social es que la proporción
de hombres que se dedican a profesiones que requieren el uso de la fuerza (construcción,
carga y descarga) es más elevada que la de las mujeres.
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Morbilidad proporcional
Hombres Mujeres
Desórdenes�depresivos 34,02 42
Patrón epidemiológico de algunos trastornos mentales dependiendo del género (Almenar y Gómez Beneyto, 1988).
Evidentemente, para entender estos datos lo primero que tenemos que hacer
es encuadrarlos históricamente. El auge de la psiquiatría y el incipiente inicio
del psicoanálisis en el siglo XIX ayudaron a vincular locura con carácter feme-
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nino, terreno que antes era básicamente masculino. Por un lado, la mayoría de
las teorías psicoanalíticas clásicas, en el mejor de los casos, ahogan el desarro-
llo de la personalidad de la mujer en el seno del desarrollo falocéntrico mas-
culino; y en el peor de los casos, ofrece un modelo de inferioridad y deficiencia
para el desarrollo de la mujer. Si a esto le sumamos, por otro lado, las normas
sociales vigentes (era la época victoriana) que atenazaban la vida de las muje-
res en todos los ámbitos y remarcaban el poder del hombre sobre la mujer, se
asociaran rasgos femeninos con inferioridad biológica y psicológica, y se ob-
vió el sentido contextual que pudieran estar transmitiendo los síntomas. Por
ejemplo, el trastorno más presente en esa época en las mujeres es la histeria.
Las reglas victorianas con respecto a la sexualidad prescribían la castidad y la
no expresión del placer –sobre todo en las mujeres– como signo de educación,
cultura y, especialmente, de control. Ante tal panorama no es de extrañar el
contenido erótico del inconsciente femenino.
Ejemplo
Recordemos brevemente, por ejemplo, el síndrome� del� nido� vacío ante el duelo que
presentan las madres en el periodo de transición en que sus hijos abandonan el hogar
para independizarse; o el síndrome del ama de casa, en el caso de presentar síntomas de
apatía, tristeza o baja autoestima ante un trabajo sin remuneración ni valoración familiar;
o el síndrome�de�la�superwoman, cuando presentan estrés ante la cuádruple jornada
laboral –trabajar fuera de casa, trabajar en casa, ejercer de madre y esforzarse por ser un
esposa excepcional.
Diferentes estudios demuestran que las mujeres presentan una mayor tenden-
cia a padecer trastornos� afectivos, agorafobias, pánico, trastornos� de� so-
matización, trastornos�alimentarios y trastornos�límite�de�personalidad;
mientras que los hombres, en cambio, tienen tasas más elevadas en suicidios,
delincuencia, alcoholismo y esquizofrenia (teniendo en cuenta que, en este
trastorno, la sintomatología también es más grave en los hombres).
Estos sesgos tienen que ver con los aspectos que presentamos a continuación:
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De todos modos, es socialmente más aceptable pedir ayuda para las mujeres.
Así, el estereotipo que se espera de las mujeres es ser más débiles, menos capa-
ces de conseguir lo que quieren por medio de sus acciones y, por consiguiente,
más necesitadas de ayuda y protección. Por otra parte, los hombres de nuestra
cultura están claramente reforzados hacia el logro y la competencia.
Asimismo, hay que tener en cuenta que hombres y mujeres mantienen re-
laciones diferentes con el cuerpo. Así, para los hombres es un instrumento,
mientras que para las mujeres el cuerpo delimita su identidad personal y, en
este sentido, los hombres hacen menos caso a los mensajes sintomáticos que
les envía su cuerpo, mientras que las mujeres los atienden con bastante más
celeridad.
Reflexión
¿Creéis que la valoración que realiza un profesional de una depresión de una mujer es
igual que la que hace en un hombre? ¿A cuál de las dos se la inviste de más importan-
cia, se ve como más invalidante, más grave? ¿Tiene para la sociedad el mismo valor un
trastorno sufrido por una mujer que por un hombre? Se ha comprobado que distintos
profesionales de la salud mental emitían diferentes diagnósticos ante un mismo caso de
trastorno de personalidad presentado con género masculino o femenino. En el caso del
género femenino, se diagnosticaba trastorno histriónico de la personalidad, y en el del
género masculino, trastorno narcisista de la personalidad. ¿Estamos, pues, libres de este-
reotipos?
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Podemos utilizar tres hipótesis para abordar las diferencias en el ámbito del
género en salud mental:
Ejemplo
En los trastornos afectivos, esta hipótesis apunta a que los hombres con síntomas depre-
sivos expresan síntomas más apropiados con el rol sexual, como problemas relacionados
con el trabajo. En la ansiedad, también los hombres muestran más dificultades para ex-
plicitar sus problemas y parece que utilizan el alcohol para canalizar sus miedos y ade-
cuarse a su rol; de manera que, en el caso de la fobia social, si un chico va a una discoteca
a ligar y eso le produce miedo porque se siente poco hábil, un recurso muy común que
utilizan para permitirse hacer lo que no harían de otro modo es el alcohol.
Ejemplo
Con respecto a la ansiedad, se barajan hipótesis en las que se expone que la mayor pre-
valencia de ansiedad en las mujeres se debe a los cambios endocrinos que sufren en la
fase menstrual. Popularmente, son conocidos los cambios de humor de las mujeres en
los días previos a la llegada del ciclo menstrual, así como la ansiedad que las aborda y
que pagan comiendo más o discutiendo.
Ejemplo
Sugieren que una tasa desproporcionada de depresión en la mujer tiene que ver con su
nivel social inferior, ya que las mujeres están sometidas a presiones crónicas (su estilo de
vida y las cargas familiares que conlleva olvidarse de las propias necesidades en pro de
las necesidades de los demás), mientras que los hombres experimentan más situaciones
de estrés agudo. Además, al parecer los hombres y las mujeres experimentan el estrés de
forma diferente: su umbral de percepción es más bajo o son más vulnerables a sufrirlo. Por
otra parte, las mujeres sufren más trastornos de ansiedad (en sus diferentes formatos de
presentación sintomatológica: agorafobia, fobia específica, pánico, fobia social, ansiedad
generalizada, etc.). De hecho, la agorafobia se ha considerado un síndrome femenino.
Con respecto a esta última sintomatología, la perspectiva psicosocial propugna que la
agorafobia de la mujer casada expresa metafóricamente las ansiedades de sus maridos
ante su capacidad de control del hogar y los niveles más elevados de independencia y
posición que poco a poco van logrando las mujeres.
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Ninguno de estos tres tipos de hipótesis son concluyentes, pero, sin lugar a
dudas, las tres pueden hacernos reflexionar sobre el hecho de que no hay una
explicación sencilla en el tema del género y la salud mental.
Reflexión
Un ejecutivo de una gran empresa llega a terapia con una fuerte crisis existencial que
se expresa en sintomatología ansiosa y depresiva. Comenta que está cansado, que no
puede más, que quiere dejarlo todo e irse a un pueblo a dedicarse a la agricultura o a
la ganadería. Quiere una vida sencilla. ¿Se nos ocurrirá pensar que huye? Si esto ocurre,
¿qué modelo tenemos nosotros de salud? Conviene que nos lo planteemos.
Ejemplo
Un señor de 60 años, prejubilado, acude a sesión porque padece ataques de pánico des-
de hace unos meses. Se presenta muy defensivo, quitándole importancia a su sintoma-
tología y relacionándola con el cansancio acumulado por tantos años de vida laboral.
Le cuesta mucho pedir ayuda y aceptar que desde que sufre de ansiedad su vida no es
tan activa. Huye de la etiqueta de débil y necesita reafirmar que lo que le sucede no es
algo psicológico, sino simplemente físico y de fácil resolución. Le asusta ser etiquetado
de enfermo mental.
Ejemplo
3. Características de la intervención en la
multiculturalidad
Ejemplo
Ejemplo
Éste sería el caso de un psicólogo que trabaja en Servicios Sociales y, cada vez que le
llega un caso, no se detiene a ver cómo puede activar los recursos de la persona o familia
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en cuestión, sino que directamente acude a los estamentos políticos del distrito para
facilitarle las cosas a esa persona o familia.
Ejemplo
Una terapeuta llega a supervisión con un caso por el que se siente fuertemente atraída.
Se trata de una mujer que está siendo maltratada psicológica y físicamente por el marido.
Quiere dejarlo, pero no puede. Pide ayuda a la terapeuta, que le ofrece mil y un recursos
y que la llama cuando se queda preocupada al acabar la sesión. Sin embargo, esta mujer
sigue sin moverse de su casa. Pone más esfuerzo e interés la terapeuta que ella para que
cambie su situación.
• las manchas ciegas que usualmente tenemos hacia nuestra propia posición
cultural;
6) El terapeuta trabaja para descubrir los puntos fuertes y los recursos de las
personas más que para descubrir patologías y efectuar diagnósticos rígidos.
4. Técnica ilustrativa
María tiene 50 años. Se presenta en la consulta porque padece desde hace dos
días ataques de pánico asociados a sintomatología agorafóbica. Llega en estado
agudo, con claros síntomas de ansiedad durante toda la visita.
María dice que a su hijo siempre le ha faltado un padre. Ella siempre ha hecho
lo que ha podido, pero no ha sabido ponerle límites y hacerse respetar. Reco-
noce que su hijo no le gusta. No lo acepta, ya que no es nada de lo que espe-
raba de él: no le gusta la cultura, no es respetuoso, no se dedica a la familia.
Sabe que tendría que aceptarlo, pero no puede. Además, su hijo no se lo pone
fácil, puesto que siempre está confrontándose con ella. No sabe qué hacer. El
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En la actualidad, María convive con su hijo Omar, con una sobrina que llegó
de Colombia y con su hermano (el penúltimo) que está aquí desde hace cinco
meses. De hecho, en su casa siempre hay alguien. Han pasado por allí: otro
hermano que estuvo un año hasta que consiguió instalarse por su cuenta, una
hermana que ahora vive en Madrid y multitud de colombianos que vienen en
busca de trabajo y bienestar y, mientras no tienen un puesto laboral y un piso,
se quedan en su casa. Esto no es algo anormal, sino que es casi una norma en-
tre los inmigrantes sudamericanos: acoger a los compatriotas cuando llegan al
país. Sin embargo, a María esto no le molesta, sino que lo agradece porque así
tiene compañía. No le gusta estar sola, aunque le suponga una carga econó-
mica muy alta. En su casa sólo trabaja ella, que es la que paga todos los gastos.
Para Omar, esta situación es desagradable, dado que se siente invadido y no
soporta que su madre preste atención a otras personas que no sean él mismo.
También se lamenta de que tiene su sueldo en una cuerda floja, puesto que
es la avaladora de un crédito de su hermana de Madrid, de un curso de inglés
de su sobrina y, además, todavía paga un curso que Omar no acabó. Esto la
agobia mucho y la lleva a probar suerte con los juegos de azar: juega a la lotería,
a la ONCE, etc. Pero su problema más grave está en el bingo, donde se deja
el dinero que no tiene. Va casi a diario. Dice que la relaja, que le ayuda a
desconectarse y a olvidar sus problemas. Se ha llegado a gastar 180 € en un día.
No obstante, dice con orgullo que una vez le tocaron 18.000 € en la ONCE, de
los que no se quedó ni un duro porque se lo dio a su hermana mayor para que
se comprara una casa en Colombia –aunque ella viva de alquiler en Barcelona.
Ahora está saliendo con Luis, un señor 20 años mayor que ella, de quien no
está enamorada, pero le hace compañía. Tiene miedo a utilizarlo, pues sólo
acude a él cuando necesita algo.
Tiene muchas amigas, pero ellas llevan una vida muy diferente a la suya, ya
que están solteras y sin compromisos. Para ella Omar es una gran carga.
© FUOC • PID_00274992 30 Intervención en contextos culturales diversos
4.1.1. Cuestiones
4) Sugerencias de intervención:
Bibliografía
Bibliografía complementaria
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Bibliografía consultada
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