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Este modesto escrito pretende plasmar los aprendizajes adquiridos del diplomado “Inteligencia
Emocional” organizado por la TyT CECITEL, Pontifical Catholic University of American y la
Fundación Das Bien.
Por otro lado, los estudios de Benet (1905) cuestionaron que solo la herencia fuese un factor
determinante para la inteligencia.
Más adelante, a mediados del S. XX la inteligencia fue predominantemente conductista. Esta fue
entendida como una asociación entre estímulos y respuestas (Watson).
Más cerca en el tiempo, Gadner (1995) señala que la inteligencia es desarrollable, y la cual no se
reduce a lo meramente académico. Nos parece importante señalar esta idea pues en la actualidad se
considera “inteligente” a quien tiene un cúmulo importante de saberes librescos. Para referirse a
quienes son buenos para las artes o deportes, se habla de talentosos. En la actualidad, la inteligencia
emocional no logra ser comprendida por la sociedad.
Gadner nos demuestra que hay inteligencias múltiples, y no una sola como solemos pensar. Cada
persona puede tener en mayor o menor medida los distintos tipos, pero todas son desarrollables.
Debemos entender que toda emoción lleva implícita una tendencia a la acción, de tal modo, la
manera en como uno logra reconocer y contralar las propias como reconocer e influir en las
emociones de otros, es lo que debemos comprender para desarrollar la Inteligencia Emocional. Un
ejemplo, es lo que nos enseñaron nuestros padres cuando se referían a “decir las palabras mágicas”
(saludar, despedirse, agradecer, pedir permiso, etc.) una linda manera de influir en el estado de ánimo
del otro.
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Entre las emocionas más frecuentes podemos mencionar la ira, el miedo, la tristeza, el amor, la
felicidad, todas ellas las experimentamos y por lo tanto son momentos que debemos transitar de la
mejor manera. ¿Qué sería de nosotros sino tuviésemos emociones? La inteligencia emocional no
trata de ahogar o erradicar las emociones sino saber canalizarlas, estas nos constituyen como
personas, son parte de nosotros en nuestra interacción con los demás y debemos llevarnos con ellas
de la mejor manera.
Autoconciencia, entendida como la capacidad que cada persona tiene para poder reconocer
sus emociones, sensaciones, estados y recursos internos. Reconocer este componente es
fundamental para desarrollar cambios permanentes de nuestras conductas.
Autorregulación, entendida como la capacidad de control y gestión de los pensamientos,
emociones y acciones de uno.
Automotivación, entendido como un proceso psicológico que comprende la habilidad de
dirigir nuestros estados de emocionales hacia una meta u objetivo, siempre pensando con un
foco positivo y mucha energía.
Conciencia social, entendida como el conocimiento que una persona tiene sobre el estado de
las demás personas de su ámbito. Esto está vinculado a practicar la empatía, es decir, ponerse
en el lugar del otro, entenderlo y no ser prejuicioso, mantener una escucha activa.
Habilidades sociales, entendida como el conjunto de estrategias de conducta y las
capacidades para aplicar dichas conductas que nos ayuden a enfrentar una situación de
manera efectiva, es decir, aceptable para el propio sujeto y para el contexto social en el que
esta.
Para finalizar, observamos que a lo largo del tiempo el concepto de inteligencia fue cambiando, a
comienzos del S XX era entendido como una cuestión genética, luego se incluyeron otros factores
para su desarrollo, y a fines del S XX se sostuvo la existencia de múltiples inteligencias, todas ellas
desarrollables, teoría que hoy está vigente. Hemos nombrado los beneficios que nos brinda practicar
la inteligencia emocional, tanto para uno mismo como para las personas de nuestro entorno. La
convivencia en los grandes conglomerados urbanos advierten violencia, inseguridad, desigualdades,
y muchas otras problemáticas que necesitan ser abordadas desde distintas ópticas, desde políticas
públicas a pequeños cambios que cada uno como ciudadano debemos promover, así la práctica y
desarrollo de la inteligencia emocional se nos presenta como una oportunidad para que en nuestra
vida cotidiana hagamos de esta sociedad, mas empática, tolerable y justa.
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Bibliografía consultada: Viktor Badillo Barrientos (2021) “Manual de Inteligencia Emocional”, T y
T CECITEL, CIEP.