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ENSAYO PODER CONSTITUYENTE

PRESENTADO POR:
GERALDIN OSUNA
JUAN DAVID HERRERA
TANIA RIVERO
OSCAR IVÁN RESTREPO

DERECHO CONSTITUCIONAL I

FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIAS POLITICAS

PREGRADO DE DERECHO
SEMESTRE II

UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA
SECCIONAL BAJO CAUCA

2021
¿Qué definición puede otorgar al concepto de poder constituyente en el marco de las
reformas a la Carta de 1886?

En el ámbito constitucional de la carta política de 1886, carta que rigió desde finales del
siglo XIX hasta finales del siglo XX, esta misma se había proclamado El 10 de septiembre de
1885, por el presidente Núñez, quien convocó al Consejo Nacional de Delegatarios para
que deliberara sobre los términos en los cuales debería procederse a la reforma
constitucional y para deliberar acerca de los términos en que debía procederse a expedir
la nueva constitución. Sus integrantes, designados por Núñez, no fueron elegidos
popularmente. Se autorizó a los estados soberanos para que designaran, por cada uno,
dos delegatarios: uno liberal independiente y otro conservador, para expedir la reforma
constitucional.
Finalmente, el 11 de noviembre de 1885, se instaló el Consejo Nacional de Delegatarios,
integrado por dieciocho representantes principales a razón de dos por cada Estado, más
los suplentes numerados, atendiendo, como se dijo, la paridad política entre
conservadores y liberales.
El presidente Núñez, conocido también como “el hombre del cabrero”, pronunció un
sentido discurso, “considerado como el documento más interesante y digno de fama de
cuantos han pronunciado nuestros presidentes, desde que desapareció el Libertador". En
ellas quiso hacer notar a la existencia de un nuevo pacto institucional para poner clausura
al período anterior, que, según él, había “dejando tras de sí prolongada estela de
desgracias”. Lo anterior dado que en esos más de veinte años, tanto el comercio de armas
y de municiones, la incesante guerra civil entre las regiones, así como los asesinatos y las
masacres colectivas, deberían llegar a su fin, lo mismo que el uso indiscriminado de la
imprenta, que debería ser antorcha de cordialidad y no de terror y calumnia. Teniendo
esto como producto la constitución política de 1886.
Por otro lado en cuanto al concepto de poder constituyente ninguna manifestación de la
cultura puede prescindir de un creador. La sola presencia de la Constitución Política,
configuradora del Estado y del Derecho, nos hace presumir la existencia de una fuerza
capaz de haberla estructurado. A esa maravillosa potencia generadora de la Carta
Fundamental, la denominamos Poder Constituyente. Se trata pues de esa capacidad
extraordinaria que tiene el pueblo, para darse una Constitución y, con ella, instaurar el
Estado, las leyes, las autoridades y el gobierno que convenga a sus intereses. Hablamos de
capacidad extraordinaria, en directa alusión a la carencia de limitaciones de la sociedad
pre estatal, para decidir, por sí sola, y sin injerencia extraña, el destino presente y futuro
de sus habitantes, de sus recursos y de sus potencialidades de desarrollo. Entiendo en
cuanto al acto constituyente que todo acto es una manifestación de voluntad que crea,
modifica o extingue derechos y obligaciones. El acto constituyente es la más trascendente
expresión de la voluntad de los miembros de una sociedad pre estatal, quienes deciden, a
partir de ese momento, articularse en una unidad política y jurídica.
Antes del acto constituyente, había solamente hombres aislados, multitudes espontáneas,
hordas salvajes unidas por despiadadas jefaturas, reinos sojuzgados por la omnipotente
voluntad de reyes tiranos, imperios sometidos por la fuerza de las armas, en fin,
sociedades gobernadas por la arbitrariedad, la injusticia, la desigualdad y el despotismo.
Después del acto constituyente, empezó el cambio. Los hombres interconectaron sus
intereses particulares, los agrupamientos humanos organizaron los servicios comunes, la
igualdad, la libertad, el bienestar general y la justicia se convirtieron en valores anhelados
por la colectividad. Dentro de un ambiente de autodeterminación e independencia, el
orden dejó de depender la voluntad del más fuerte. Se dividió el poder político.
Los gobernantes en general, empezaron a ser elegidos y controlados por los ciudadanos,
teniendo como referentes fiscalizadores la Constitución y las leyes. Con este epígrafe
aludimos al conjunto de etapas o pasos secuenciados, a través de los que se ejerce el
poder constituyente. Comienza por la convocatoria a elecciones para designar a los
representantes del pueblo, quienes tendrán el encargo de redactar el proyecto de
Constitución Política. Estos representantes, se reúnen y forman el cuerpo legislativo
extraordinario, llamado asamblea constituyente, este cuerpo constituyente se da su
propio reglamento y empieza sus trabajos legislativos. Luego de organizarse para cumplir
esta magna función, se dedican a elaborar el proyecto de Constitución que el pueblo les
ha encargado. Terminado este trabajo, el proyecto es sometido a consulta popular. Si la
mayoría de los ciudadanos lo aprueba en referéndum, entonces puede decirse que ya
nació la Constitución. Lo demás es simple trámite administrativo. La máxima autoridad
existente en la sociedad preconstitucional, la promulga y manda publicarla, luego entra en
vigencia.
Producto constituyente. Con este nombre estamos refiriéndonos a la Constitución Política
del Estado, es decir al conjunto de normas supremas que, en adelante, regirán el
comportamiento de la unidad política que surgió en el mismo momento en que se produjo
el acto constituyente. Como todo, la Constitución es el producto de un largo y complejo
proceso en el que se compatibilizan los intereses económicos, las posiciones políticas, las
concepciones sociales, religiosas, culturales, etc.

Teniendo en cuenta lo explorado anteriormente nace la problemática de ¿qué definición


puede otorgar al concepto de poder constituyente en el marco de las reformas a la Carta
de 1886? Partiendo del contexto de la carta de 1886 y de la definición que aceptamos de
poder constituyente y su acto encontramos múltiples puntos de choque entre ambas
partes al no coincidir el proceso de la carta de 1886 con el concepto de poder
constituyente ambos mencionados anteriormente. Por lo cual podemos concluir de que
en ese marco se puede definir el poder constituyente como un la definición de un poder
limitado y además parcial, toda vez que no habría en sentido estricto poder constituyente,
pues no emanaría directamente del constituyente primario sino de manera indirecta en la
representación del pueblo en cabeza del congreso por cómo se dieron las cosas en aquel
entonces al igual que también podemos afirmar que en ese marco era imposible un
llamado a una asamblea nacional constituyente, dado que esa constitución no tenía como
posibles mecanismos de reforma, esa solución debido se vivía un poder autoritario y
dictatorial, lo cual no permitía una participación popular en cuanto a las decisiones
constitucionales sino más bien regía en cuanto al interés del partido político al mando. La
carta política de 1886 marcaría entonces una época de presidencialismo exacerbado
teniendo en cuenta que no se dio bajo las condiciones válidas y que se podría considerar
que fue un arma empuñada por el partido que la diseñó debido a que aunque dividió el
poder en 3 ramas judicial, legislativo y ejecutivo no había un contra peso entre ellos que
determinara una jerarquía en el poder añadiendo también que el presidente asumía
funciones legislativas. Y es que Núñez expresó que el régimen constitucional de 1863
debía reformarse para terminar con la discordia que éste había producido. Sin embargo, la
historia hizo evidente que el régimen de discordia entre los partidos políticos no terminó
con la Constitución de 1886; por el contrario, durante el período de 1886 a 1909 la
discordia entre el partido político mayoritario y la minoría política fue por eso que debido
al Hostigamiento y discriminación por parte del gobierno en contra de la minoría política
se presentaron 2 guerras civiles iniciadas por el partido liberal en contra del gobierno (la
primera en 1895 y la segunda en 1899, esta última conocida como la guerra de los Mil
Días).
No fue sino hasta 1910 que la historia de Colombia dio un vuelco hacia la concordia. Como
se demostrará, fue en ese año que la Constitución dejó de ser el arma empuñada por el
partido que la diseñó, para ser una Constitución nacional. Fue en esta época cuando se
gestó una conciencia en torno a la necesidad de reformar el régimen constitucional de
1886 como un requisito para mantener la República. De hecho, la reforma constitucional,
y más exactamente el reconocimiento de la supremacía constitucional, fue la herencia que
nos legó la Unión Republicana. Para que esto ocurriera tuvieron que confluir dos
situaciones en la historia de Colombia. La primera, que debido a los gobiernos opresivos
de Miguel Antonio Caro y Rafael Reyes, los liberales y conservadores históricos tomaron la
determinación de unirse como una sola fuerza política. Y, la segunda, que los liberales y
los conservadores, reunidos en la Unión Republicana, coincidieran en la necesidad de
reformar la Constitución de 1886 en 1910, constitución que fue expedida por una
asamblea nacional constituyente y legislativa siendo esta el ejercicio de un poder
constituyente ilimitado y soberano.
Bibliografía:
María José, M. C. (2012). Discordia, reforma constitucional y Excepción de
Inconstitucionalidad. Revista de Estudios Sociales, (42), 118-128.
Correa Noriega, P. L. (2016). Derecho constitucional general.
Atehortua, C. (1985). Vigencia de la Constitución de 1886 Hoy. Revista Estudios de
Derecho. 5, (17). 150-163

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