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TITULO III

NOVACIÓN
Definición
Artículo 1277.- Por la novación se sustituye una obligación por otra.
Para que exista novación es preciso que la voluntad de novar se manifieste indubitable­
mente en la nueva obligación, o que la existencia de la anterior sea incompatible con la
nueva.
Concordancias:
C.C. arts. 1278, 1280, 1281f 1282; C.P.C. art. 339; C. de C. art. 5Ó5

Manuel Muro Rojo

El artículo 1277 define la figura de la novación con un enunciado general e insuficiente:


la novación consiste en la sustitución de una obligación por otra. Seguidamente, algunas de
las notas distintivas de dicho acto se van desprendiendo de esta y de las demás disposiciones
del Título III (artículos 1277 al 1287) que lo regulan.

La definición no es pues completa, habida cuenta que la novación no se caracteriza por


un mero fenómeno de transformación o de cambio, sino que lo más relevante en ella es su
efecto extintivo (generador a la vez), por lo que sería más exacto decir que la novación es la
extinción de una obligación mediante su reemplazo o sustitución por otra nueva obligación
(MOISSET, p. 216).

Debido a esta característica especial, León Barandiarán (En torno..., p. 689) se refería a la
novación como un instituto jurídico que puede ser considerado como de “carácter difórmico”,
en sentido figurado, pues al mismo tiempo que extingue una obligación genera una nueva.

Cabe precisar que la novación no equivale al pago, es una forma distinta a este de extin­
guir obligaciones, de modo que quien nova no paga, no cumple en sentido efectivo y estricto
con la obligación asumida.

Por otro lado, se ha debatido respecto de la utilidad de mantener esta figura en los Códi­
gos modernos, considerando que ha perdido su importancia en razón de que por medio de
otras figuras más dinámicas se pueden obtener resultados similares que con la novación. Así,
si se trata de que el titular de la obligación sea un nuevo acreedor, este puede llegar a serlo en
virtud de una cesión de derechos en la que no se requiere intervención del deudor, o de una
cesión de posición contractual que ofrece otras ventajas, como mantener las garantías otor­
gadas por el propio deudor. Si se trata de que un nuevo deudor asuma la obligación, bastaría
la cesión de la deuda, aunque lo más frecuente es que el acreedor no libere al deudor original
(vid. LEON BARANDIARAN, Tratado ..., p. 475); y si se trata de cambiar el objeto de la
prestación bastaría celebrar un pacto modificatorio sin necesidad de extinguir la obligación
y crear una nueva; esta es la posición del Código alemán, por ejemplo, que no contempla la
novación y que deja en libertad a las partes para que regulen su propia relación jurídica de la
forma que más les convenga.

En relación a esta última modalidad (novación por cambio de objeto), se ha llegado


inclusive a discutir su confusión con la dación en pago, al punto de sostenerse que esta última
figura absorbe a la primera, por lo que algunos Códigos no se ocupan de regularla. En el
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NOVACIÓN ART. 1277

marco de este debate sobre la autonomía de la figura bajo estudio, se ha defendido -creemos
que con éxito- la distinción que hay respecto de la dación en pago. En esta última no exis­
ten dos obligaciones, una antigua y una nueva; se trata de la misma obligación, solo que para
efectos de su pago opera un cambio en el objeto de la prestación, de manera que el deudor
“cumple” la obligación entregando un bien distinto al originalmente pactado; la obligación
desaparece, el vínculo se extingue.

No obstante, la teoría que insiste en ver en la dación en pago una novación o viceversa,
se basa en que cuando las partes convienen en cambiar el objeto con el cual se efectuará el
pago, en realidad han extinguido la obligación y han creado una nueva que inmediatamente
será pagada; pero advierte Diez-Picazo (p. 224) que esa no es la intención de las partes, sino
solo insertar en la misma obligación el convenio relativo a la manera como se efectuará el
cumplimiento. En este sentido, resulta ociosa la elucubración que propone desdoblar el acto
de la dación en pago en dos operaciones jurídicas, siendo que tal desdoblamiento no pasa de
ser una construcción intelectual verificable solo dialécticamente (vid. LEON BARANDIA-
RÁN, Tratado ..., pp. 475-476). En conclusión, el pacto en que consiste la dación en pago y
su ejecución, constituyen un solo acto jurídico.

Concluido este punto, es pertinente describir los requisitos de la novación en general;


debiendo precisar que no todos estos están expresamente indicados en el artículo 1277, pero
fluyen de él. La doctrina señala que tales requisitos son los siguientes:

a) Preexistencia de una obligación.- Es evidente que si por la novación se extingue


una obligación, esta debe previamente existir; con la precisión de que tal obliga­
ción debe ser válida al tiempo de celebrarse el acuerdo novatorio. Si la obligación
que se pretende novar es nula no puede haber novación, en cambio si es solo anu-
lable la novación es posible si las partes, conociendo el vicio, asumen la nueva obli­
gación (artículo 1286).
No se exige, como es lógico, que la obligación materia de novación sea eficaz al
tiempo de celebrarse el acuerdo novatorio, desde que los efectos pueden haberse
diferido o suspendido por voluntad de las partes, y en todo caso es irrelevante esa
exigencia en la medida que el destino de la obligación es su extinción. Desde luego,
es claro que la obligación a novar puede estar en proceso de ejecución, que es lo más
frecuente, pero de ninguna manera debe estar totalmente ejecutada, de lo contra­
rio no sería jurídicamente posible la novación.

b) Creación de una nueva obligación.- Es el efecto intrínseco propio de la nova­


ción como instituto de “carácter difórmico”. La doctrina ha dejado expresado que
para que se dé la novación debe producirse un cambio sustancial en la obligación,
pues de ser accesorio el cambio, no habría novación (vid. artículo 1279 del Código
vigente). Esto último resulta un poco confuso, ya que el artículo 1277 bajo comen­
tario no establece dicha exigencia, bastando la voluntad de novar o la incompatibi­
lidad entre ambas obligaciones; de modo que aparecería como irrelevante la natu­
raleza y magnitud del cambio. En ese sentido, la regla del artículo 1279 (de que
los cambios accesorios no producen novación) solo se aplicaría si en el acuerdo las
partes no han expresado su voluntad de novar o no se produce la incompatibilidad
a que se refiere el artículo in fine.

Cabe agregar, que si obligación creada en virtud de la novación es declarada nula o


es anulable, la primitiva obligación recobra sus efectos, vuelve a tener validez, pero
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ART. 1277 DERECHO DE OBLIGACIONES

no así las garantías otorgadas por terceros, las mismas que el acreedor no puede
invocar (se entiende que el acreedor sí puede valerse de las garantías que en la obli­
gación primitiva había otorgado el propio deudor) (artículo 1287).

c) La voluntad de novar (animus novandi).- Considerando que la novación supone


la extinción de una obligación y la consecuente creación de una nueva, no cabe
duda de que es requisito necesario que las partes dejen constancia de su voluntad
de novar.

El cumplimiento de esta exigencia es fundamental para producir los efectos extin-


tivos-creadores de la novación; en caso contrario, como manifiestan Osterling y
Castillo (p. 261), puede ocurrir que la ausencia del animus novandi ocasione que
la novación no se produzca y, en consecuencia, que eventualmente coexistan dos
obligaciones simultáneamente (la original y la nueva, siempre que no sean incom­
patibles), de manera que el deudor estaría obligado al cumplimiento de ambas.

La regla del artículo 1277 es clara en exigir la voluntad de novar, en tal sentido la
novación no puede darse por presunción. Osterling y Castillo (p. 262) aclaran res­
pecto de este punto, que la voluntad de novar no necesariamente debe ser manifes­
tada en forma expresa, y tienen razón en esto, habida cuenta que aquí han de apli­
carse las normas generales sobre la manifestación de voluntad en los actos jurídicos
(artículo 141 del Código Civil); por lo demás, el artículo 1277 indica que el ani­
mus novandi se manifieste indubitablemente, sin duda alguna, inequívocamente; y
esto puede ocurrir tanto en caso de manifestación expresa como de manifestación
tácita.

Por lo demás, la norma admite que la novación se produce cuando la obligación


primitiva y la nueva son incompatibles entre sí; de manera que no puedan coexis­
tir ambas a la vez. Así, por ejemplo, si “A” vende a “B” un inmueble “X”, y luego
ambas partes acuerdan que el mismo será solo cedido a título de alquiler, es claro
que las dos obligaciones no pueden subsistir coetáneamente, dado que es incom­
patible que el mismo inmueble sea objeto de compraventa y de arrendamiento a la
vez.

Finalmente sobre este punto, cabe mencionar que el requisito de la voluntad de


novar de las partes intervinientes en la novación, tiene como excepciones el caso
de la novación subjetiva por cambio de deudor en la modalidad de expromisión
(artículo 1282) y la novación que opera por imperio de la ley.

DOCTRINA
DÍEZ-PICAZO, Luis y GULLÓN, Antonio. Sistema de Derecho Civil, Vol. II. Editorial Tecnos, Madrid,
1980; LEÓN BARANDIARÁN, José. Tratado de Derecho Civil, Tomo III, Vol. II. WG Editor, Lima, 1992;
LEÓN BARANDIARÁN, José. En torno a la novación objetiva. En Libro Homenaje al Dr. Mario Alza-
mora Valdez. Cultural Cuzco, Lima, 1988; MOISSET DE ESPANES, Luis. Curso de Obligaciones. Advoca-
tus, Córdoba, 1993; OSTERLING PARODI, Felipe y CASTILLO FREYRE, Mario. Tratado de las Obliga­
ciones. Biblioteca para leer el Código Civil, Vol. XVI, Primera Parte, Tomo VIII, Fondo Editorial de la Pon­
tificia Universidad Católica del Perú, Lima, 2003; SALVAT, Raymundo. Tratado de Derecho Civil argentino,
Tomo III. Buenos Aires, 1947.

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