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Examinando la Trinidad, parte 3: La

existencia de la Palabra o Logos refuta la


Trinidad

En mi último video sobre la Trinidad, examinamos el papel


del Espíritu Santo y determinamos que no importando lo
que sea en la realidad, no es una persona, por lo que no
podría ser la tercera pata de nuestro taburete trinitario. 
Tengo varios defensores acérrimos de la doctrina de la
Trinidad atacando mi razonamiento y los textos bíblicos. 

Hubo una acusación común que encontré reveladora. 


Frecuentemente se me acusa de no comprender la doctrina
de la Trinidad.  Parecían sentir que estaba creando un
argumento de hombre de paja, pero que si realmente
entendía la Trinidad, entonces vería la falla en mi
razonamiento. 

Lo que encuentro interesante es que esta acusación nunca


va acompañada de una explicación clara y concisa de lo
que realmente es la Trinidad.  La doctrina de la Trinidad es
una “variable” conocida.  Su definición ha sido un asunto de
dominio público durante 1640 años, por lo que solo puedo
concluir que tienen su propia definición personal de la
Trinidad que difiere de la oficial publicada por primera vez
por los obispos de Roma casi 400 años después que Cristo
anduvo sobre la tierra. 

Es eso, o, incapaces de derrotar el razonamiento,


simplemente están recurriendo a la discusión por el simple
afán de discutir.

Cuando decidí por primera vez hacer esta serie de videos


sobre la doctrina de la Trinidad, fue con la intención de
ayudar a los cristianos a ver que están siendo engañados
por una enseñanza falsa.  El haber pasado la mayor parte
de mi vida siguiendo las enseñanzas del Cuerpo
Gobernante de los Testigos de Jehová, solo para darme
cuenta en mi vejez de que había sido engañado, me ha
dado una poderosa motivación para desenmascarar la
falsedad dondequiera que la encuentre.  Sé por experiencia
personal lo hirientes que pueden ser esas mentiras.

Sin embargo, cuando supe que cuatro de cada cinco


evangélicos estadounidenses creen que “Jesús fue el
primer y más grande ser creado por Dios el Padre” y que 6
de cada 10 piensan que el Espíritu Santo es una fuerza y
no una persona, comencé a pensar que tal vez estaba
golpeando a un saco de boxeo.  Después de todo, Jesús
no puede ser un ser creado y también ser completamente
Dios, y si el Espíritu Santo no es una persona, entonces no
hay una trinidad de tres personas en un solo dios.

El darme cuenta de que la mayoría de los cristianos


pueden estar etiquetándose a sí mismos como trinitarios
para ser aceptados por otros miembros de su
denominación particular, mientras que al mismo tiempo no
aceptan los principios básicos del trinitarismo, me llevó a la
realización de que se requiere un enfoque diferente.

Me gustaría pensar que muchos cristianos comparten mi


deseo de conocer de manera completa y precisa a nuestro
Padre Celestial.  Por supuesto, esa es la meta de toda una
vida, una vida eterna basada en lo que nos dice Juan 17: 3,
“y la vida eterna consiste en que te conozcan a ti, el único
Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien tú enviaste.” (Juan
17:3 Dios Habla Hoy DHH) Sin embargo, queremos
comenzar bien, y eso significa comenzar sobre una base
sólida de verdad.
Entonces, todavía estaré consultando las Escrituras que los
trinitarios incondicionales usan para apoyar sus creencias,
pero no solo con el fin de mostrar la falla en su
razonamiento, sino más que eso, con el fin de ayudarnos a
comprender mejor la verdadera relación entre el Padre, el
Hijo y el Espíritu Santo.

Si vamos a hacer esto, hagámoslo bien.  Comencemos con


un fundamento en el que todos podamos estar de acuerdo,
uno que se ajuste a los hechos de las Escrituras y la
naturaleza.

Para hacer eso, tenemos que deshacernos de todos


nuestros prejuicios e ideas preconcebidas.  Empecemos
por los términos “monoteísmo”, “henoteísmo” y “politeísmo”.
Un trinitario se considerará monoteísta porque cree en un
solo Dios, aunque sea un Dios compuesto por tres
personas.  Alegará que la nación de Israel también era
monoteísta.  A sus ojos, el monoteísmo es bueno, mientras
que el henoteísmo y el politeísmo son malos.

En caso de que no tengamos claro el significado de estos


términos: El monoteísmo se define como “la doctrina o
creencia de que hay un solo Dios”.

El henoteísmo se define como “la adoración de un dios sin


negar la existencia de otros dioses”.

Y finalmente, el politeísmo se define como “la creencia o la


adoración de más de un dios”.

Quiero que descartemos estos términos.  Deshazte de


ellos.  ¿Por qué?  Simplemente porque si encasillamos
nuestra posición incluso antes de comenzar nuestra
investigación, estaremos cerrando nuestra mente a la
posibilidad de que haya algo más allá afuera, algo que
ninguno de estos términos abarque adecuadamente. 
¿Cómo podemos estar seguros de que cualquiera de estos
términos describe con precisión la verdadera naturaleza y
adoración de Dios?  Quizás ninguno de ellos lo haga. 
Quizás todos no abarcan la totalidad de la realidad. Quizás,
cuando terminemos nuestra investigación, tendremos que
inventar un término completamente nuevo para representar
con precisión nuestros hallazgos.

Comencemos con un borrón y cuenta nueva, porque


ingresar a cualquier investigación con una idea
preconcebida nos expone al peligro de un “sesgo de
confirmación”.  Fácilmente, incluso sin darnos cuenta,
podríamos pasar por alto la evidencia que contradice
nuestra idea preconcebida y darle un peso indebido a la
evidencia que parece apoyarla. 

Al hacerlo, bien podríamos perdernos de encontrar una


verdad mayor que hasta ahora ni siquiera habíamos
considerado.

Bien, aquí vamos.  ¿Por dónde deberíamos empezar? 


Probablemente piense que un buen punto de partida es el
principio, en este caso, el principio del universo.

El primer libro de la Biblia comienza con esta declaración:


“En el comienzo de todo, Dios creó el cielo y la tierra”. 
(Génesis 1:1 DHH).

Sin embargo, hay un lugar mejor para comenzar.  Si vamos


a entender algo de la naturaleza o esencia de Dios,
tendremos que viajar hacia antes del principio.
Le voy a decir algo ahora, y lo que le voy a decir es falso. 
Vea si puede identificar el erro

Parece una oración perfectamente lógica, ¿verdad? Pero


no lo es y este es el motivo.  El tiempo es una parte tan
intrínseca de la vida que pensamos poco o nada en su
naturaleza.  Simplemente lo es.  Pero, ¿qué es
exactamente el tiempo? 
Para nosotros, el tiempo es una constante, un amo de
esclavos que nos impulsa implacablemente hacia
adelante.  Somos como objetos flotando en un río,
arrastrados río abajo a la velocidad de la corriente,
incapaces de frenarla o acelerarla. 

Todos existimos en un momento determinado en el


tiempo.  El “yo” que existe ahora cuando pronuncio cada
palabra deja de existir con cada momento que pasa para
ser reemplazado por el presente “yo”.  El “yo” que existía al
comienzo de este video se ha ido para nunca ser
reemplazado.  No podemos retroceder en el tiempo, sino
que avanzamos con el movimiento del tiempo. 

Todos existimos de un momento a otro, solo en un


instante.  Creemos que todos estamos atrapados en la
misma corriente de tiempo.  Que cada segundo que pasa
por mí es el mismo que pasa por ti.
Ni tanto.

El famoso científico, Alberto Einstein, llegó y sugirió que el


tiempo no era algo inmutable.  Teorizó que tanto la
gravedad como la velocidad pueden hacer que el tiempo
transcurra más lentamente; que si un hombre hiciera un
viaje a la estrella más cercana y regresara viajando muy
cerca de la velocidad de la luz, el tiempo prácticamente se
paralizaría para él.  El tiempo continuaría para todos los
que dejó atrás y envejecerían varios años, pero el viajero
volvería habiendo envejecido solo unas pocas semanas o
meses dependiendo de la velocidad de este viaje.

Sé que parece demasiado extraño para ser verdad, pero


desde entonces los científicos han realizado experimentos
para confirmar que el tiempo sí se puede llegar a hacer
lento o cuasi-paralizar en función de la atracción
gravitacional y que tan cerca se mueve un objeto a la
velocidad de la luz. 

Mi punto en todo esto es que, al contrario de lo que


consideraríamos “sentido común”, el tiempo no es una
constante del universo.  El tiempo es mutable o alterable. 
La velocidad a la que se mueve puede cambiar.  Esto
indica que el tiempo, la masa y la velocidad están
interrelacionados.  Todos son relativos entre sí, de ahí el
nombre de la teoría de Einstein de la Relatividad. 

Todos hemos oído hablar del continuo espacio-tiempo. 


Para decirlo de otra manera: no hay universo físico, no hay
tiempo.  El tiempo es una cosa creada, así como la materia
es una cosa creada.

Entonces, cuando dije, “Dios existió en un momento en el


tiempo antes de que el universo llegara a existir”, establecí
una premisa falsa.  No existía el tiempo antes del universo,
porque el flujo del tiempo es parte del universo.  No está
separado del universo.  Fuera del universo no hay materia
y no hay tiempo. Fuera del Universo únicamente está Dios.

Tú y yo existimos dentro del tiempo.  No podemos existir


fuera del tiempo.  Estamos atados por él.  Los ángeles
también existen dentro de las restricciones del tiempo.  Son
diferentes de nosotros en formas que no entendemos, pero
parece que también son parte de la creación del universo,
que el universo físico es solo una parte de la creación, la
parte que podemos percibir, y que están limitados por el
tiempo y el espacio también. 

En Daniel 10:13 leemos acerca de un ángel enviado en


respuesta a la oración de Daniel.  Llegó a Daniel desde
donde estaba, pero fue retenido durante 21 días por un
ángel opositor, y solo fue liberado cuando Miguel, uno de
los ángeles más importantes, acudió en su ayuda.
Entonces, las leyes del universo creado gobiernan todas
las cosas creadas que fueron creadas en el principio al que
se refiere Génesis 1: 1.

Dios, por otro lado, existe fuera del universo, fuera del
tiempo, fuera de todas las cosas. Dios no puede estar
sujeto a las leyes que Él mismo ha establecido. Él no está
sujeto a nada ni a nadie, pero todas las cosas están sujetas
a él.  No puede estar sujeto a su propia creación. Cuando
decimos que Dios existe, no estamos hablando de vivir
para siempre en el tiempo.  Nos referimos a un estado del
ser.  Dios … simplemente … es.  Él es Él.  El existe.  Él no
existe de un momento a otro como tú y yo.  Simplemente y
complejamente es.

Es posible que tenga dificultades para comprender como


Dios puede existir fuera del tiempo, pero no es necesario
comprenderlo.  Aceptar el hecho es todo lo que se
requiere.  Como dije en el video anterior de esta serie,
somos como un ciego de nacimiento que nunca ha visto un
rayo de luz.  ¿Cómo puede un ciego así entender que hay
colores como el rojo, el amarillo y el azul?  Él no puede
entenderlos, ni podemos describir a él los colores de
ninguna manera que le permita captar su realidad. 
Simplemente debe confiar en nuestra palabra de que
existen.

¿Qué nombre tomaría para sí un ser o entidad que existe


fuera del espacio-tiempo?  ¿Qué nombre sería lo
suficientemente único como para que ninguna otra
inteligencia tuviera derecho a un nombre tan grandioso y
magnífico?  Dios mismo nos da la respuesta. 

Vaya por favor a Éxodo 3:13-15.  Leeré de Biblia Reina


Valera 1960:
13. Dijo Moisés a Dios: He aquí que llego yo a los hijos de
Israel, y les digo: El Dios de vuestros padres me ha
enviado a vosotros. Si ellos me preguntaren: ¿Cuál es su
nombre?, ¿qué les responderé?
14. Y respondió Dios a Moisés: YO SOY EL QUE SOY. Y
dijo: Así dirás a los hijos de Israel: YO SOY me envió a
vosotros.
15. Además dijo Dios a Moisés: Así dirás a los hijos de
Israel: Jehová, el Dios de vuestros padres, el Dios de
Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob, me ha enviado a
vosotros. Este es mi nombre para siempre; con él se me
recordará por todos los siglos.

Dios aquí da su nombre dos veces.  El primero es “Yo soy”,


que es ehyeh en hebreo para “Yo existo” o “Yo soy”.  Luego
le dice a Moisés que sus antepasados lo conocieron por el
Nombre YHWH, que traducimos como “Yavé” o “Jehová”. 
Ambas palabras en hebreo son verbos y se expresan como
tiempos verbales.

Este es un estudio muy interesante y merece su atención,


sin embargo, otros han hecho un excelente trabajo al
explicar esto, así que no intentaré descubrir el hilo negro
aquí.  En su lugar, pondré un vínculo en la descripción de
este video a dos videos que le proporcionarán la
información que necesita para comprender mejor el
significado del nombre de Dios.

(Si no entiende el inglés, tendría que usar los subtítulos.)


Baste decir que para nuestros propósitos de hoy, solo Dios
puede tener el nombre, “yo existo” o “yo soy”.  ¿Qué
derecho tiene cualquier humano a tal nombre? 
Job dice: “El hombre, nacido de mujer,
tiene una vida corta y llena de problemas.
Brota como una flor y luego se marchita;
huye como una sombra y desaparece”.
(Job 14: 1,2 TNM).

Nuestra existencia es demasiado efímera para justificar ese


nombre.  Solo Dios siempre ha existido y siempre existirá. 
Solo Dios existe más allá del tiempo.

Como comentario al margen, permítanme decir que yo


utilizo el nombre Jehová para referirme a YHWH.  Otras
dicen que Yavé es preferible, pero entonces, en aras de la
coherencia, deberían utilizar a Yeshua en vez de Jesús, ya
que su nombre contiene el nombre divino en la forma de
una abreviatura. 

En cualquier caso, no creo que la pronunciación precisa


sea un problema.  Hay quienes levantan un gran escándalo
por la pronunciación correcta, pero en mi opinión, muchas
de esas personas realmente están tratando de que no
usemos el nombre en absoluto y discutir sobre la
pronunciación es una artimaña.  Después de todo, incluso
si supiéramos la pronunciación exacta en hebreo antiguo,
la gran mayoría de la población mundial no podría usarla. 

Mi nombre es Eric pero cuando voy a un país


latinoamericano, pocas son las personas que pueden
pronunciarlo correctamente.  El sonido “C” final se elimina
o, a veces, se sustituye por un sonido “S”.  Se escucharía
algo así como “Erí” o “Erís”.  Es una tontería pensar que la
pronunciación correcta es lo que realmente le importa a
Dios.  Lo que le importa es que entendamos lo que
representa el nombre.  Todos los nombres en hebreo
tienen significado.
Ahora quiero hacer una pausa por un momento.  Puede
pensar que toda esta charla sobre el tiempo, los nombres y
la existencia es académica y no es realmente fundamental
para su salvación.  Sugeriría lo contrario.  A veces, la
verdad más profunda se oculta a plena vista.  Ha estado allí
todo el tiempo, a la vista, pero nunca lo entendimos por lo
que realmente era.  A eso es a lo que nos enfrentamos
aquí.

Lo explicaré reafirmando los principios que acabamos de


discutir en forma puntual:
1. Jehová es eterno.
2. Jehová no tiene principio.
3. Jehová existe antes del tiempo y fuera del tiempo.
4. Los cielos y la tierra de Génesis 1: 1 tuvieron un
comienzo.
5. El tiempo fue parte de la creación de los cielos y la
tierra.
6. Todas las cosas están sujetas a Dios.
7. Dios no puede estar sujeto a nada, ni siquiera al
tiempo. Dios no puede sujetarse a lo que Él ha creado.
¿Estaría usted de acuerdo con estas siete afirmaciones?
¿Las consideraría axiomáticas, es decir, verdades
evidentes e incuestionables?

Si así es, entonces tiene todo lo que necesita para


descartar la doctrina de la Trinidad como falsa.  También
tiene todo lo que necesita para descartar la enseñanza de
que Jesús no pre-existió.  Dado que estas siete
declaraciones son axiomas, Dios no puede existir como
una Trinidad ni podemos decir que Jesucristo solo nació en
el vientre de María como lo hacen algunos.

¿Cómo puedo decir que aceptar esos siete axiomas elimina


la posibilidad de esas enseñanzas generalizadas?  Estoy
seguro de que los trinitarios aceptarán los axiomas que
acabamos de enunciar y, al mismo tiempo, dirán que de
ninguna manera impactan a la Deidad tal como la ven.
Siendo lo suficientemente justo: el que afirma está obligado
a probar. 
He hecho una afirmación, así que ahora necesito probarla. 
Comencemos con la implicación completa del punto 7:
“Dios no puede estar sujeto a nada, incluido el tiempo”.

La idea que puede estar nublando nuestra percepción es el


malentendido acerca de lo que es posible para Jehová
Dios.  Solemos pensar que todas las cosas son posibles
para Dios.  Después de todo, ¿no enseña realmente eso la
Biblia?

“Mirándolos a la cara, Jesús les dijo: “Para los hombres


esto es imposible, pero para Dios todo es posible”. (Mateo
19:26).

Sin embargo, en otro lugar, tenemos esta afirmación


aparentemente contradictoria:

“… es imposible que Dios mienta …” (Hebreos 6:18).

Deberíamos alegrarnos de que es imposible que Dios


mienta, porque si puede mentir, también puede hacer otras
cosas malas.  Imagine un Dios todopoderoso que puede
cometer actos inmorales como, oh, no sé, torturar a las
personas quemándolas vivas y luego usar su poder para
mantenerlas con vida mientras las quema una y otra vez,
sin dejarles escapar jamás por los siglos de los siglos. 

¡Que incongruencia!  ¡Que escenario de pesadilla!


Por supuesto, el dios de este mundo, Satanás el Diablo, es
malvado y si fuera todopoderoso, probablemente disfrutaría
de tal escenario, pero ¿Jehová?  De ninguna manera. 
Jehová es justo, recto y bueno. 
Entonces, no puede mentir porque eso lo haría inmoral,
inicuo y perverso.  Dios no puede hacer nada que corrompa
su carácter, que lo limite de alguna manera.  Él no se
someta a nadie ni a nada.  En resumen, Jehová Dios no
puede hacer nada que lo disminuya.

Sin embargo, las palabras de Jesús acerca de que todas


las cosas son posibles para Dios también son ciertas.  Mire
el contexto.  Lo que Jesús está diciendo es que nada de lo
que Dios quiere lograr está más allá de su capacidad. 
Nadie puede ponerle límites a Dios, porque para él todo es
posible.  Por lo tanto, un Dios de amor que quiera estar con
su creación, como lo fue con Adán y Eva, creará un medio
para hacerlo que de ninguna manera limita su naturaleza o
esencia divina al someterlo de ninguna manera a cualquier
cosa.

Así que ahí lo tiene.  La última pieza del rompecabezas ¿Lo


ve ahora?

Yo no lo hice.  Durante muchos años no pude verlo.  Sin


embargo, como tantas verdades universales, es bastante
simple y bastante obvio una vez que se quitan los lentes de
la preconcepción institucional y el sesgo.

La pregunta es: ¿Cómo puede Jehová Dios, que existe


más allá del espacio-tiempo y que no puede estar sujeto a
nada, entrar en su creación y aparentemente, someterse a
la corriente del tiempo?  No puede ser rebajado, humillado
o disminuído, sin embargo, si entra del universo para estar
con sus hijos, entonces, como nosotros, debe existir de
momento a momento, sujeto al mismo tiempo que creó. 

El Dios Todopoderoso no puede estar sujeto a nada.  Por


ejemplo, considere este relato:
“Más tarde, como a la hora del día en que soplaba la brisa,
el hombre y su esposa oyeron la voz de Jehová Dios
cuando él andaba por el jardín. Entonces se escondieron
de la vista de Jehová Dios entre los árboles del jardín”. 
(Génesis 3:8 TNM).
Note: seres humanos oyeron la voz de Dios y se
escondieron de Él.  ¿Cómo puede ser?

Abraham también vio a Jehová, comió con él, habló con él.
“Luego los hombres se marcharon de allí y se dirigieron a
Sodoma, pero Jehová se quedó con Abrahán. Al terminar
de hablar con Abrahán, Jehová se marchó, y Abrahán
regresó a donde estaba su tienda”.  (Génesis 18:22,33
TNM).
Todas las cosas son posibles para Dios, por lo que,
obviamente, Jehová Dios encontró una manera de expresar
su amor por sus hijos estando con ellos y guiándonos sin
limitarse ni sujetarse de ninguna manera.  ¿Cómo logró
eso?
La respuesta se dio en uno de los últimos libros escritos en
la Biblia en un relato paralelo de Génesis 1: 1.  Aquí, el
apóstol Juan amplía el relato del Génesis y revela
conocimientos hasta ahora ocultos.

“En el principio ya existía el Verbo, y el Verbo estaba con


Dios, y el Verbo era Dios. Él estaba con Dios en el
principio. Por medio de él todas las cosas fueron creadas;
sin él, nada de lo creado llegó a existir”.  (Juan 1:1-3 Nueva
Versión Internacional NVI).

Hay varias traducciones que traducen la última parte del


versículo uno como “el Verbo era un dios”.  También hay
traducciones que lo traducen como “el Verbo era divino”.
Gramaticalmente, hay una justificación válida para cada
interpretación. Cuando hay ambigüedad en cualquier texto,
el verdadero significado se revela al determinar qué
traducción está en armonía con el resto de las Escrituras. 
Entonces, dejemos de lado cualquier disputa sobre
gramática por el momento y centrémonos en la Palabra o
Verbo, que en griego se rinde Logos.

¿Quién es el Verbo o Logos y, de igual importancia, por


qué es el Logos?

El “por qué” se explica en el versículo 18 del mismo


capítulo:
“Nadie ha visto jamás a Dios; el Hijo único, que es Dios y
que vive en íntima comunión con el Padre, es quien nos lo
ha dado a conocer”.  (Juan 1:18 Dios Habla Hoy DHH).

El Logos es un dios engendrado.  Juan 1:18 nos dice que


nadie ha visto jamás a Jehová Dios, que es precisamente
la razón por la que Dios creó el Logos.  El Logos o Verbo
es divino, “existiendo en forma de Dios” como nos dice
Filipenses 2:5, 6.  Es un dios, el dios visible que explica al
Padre. Adán, Eva y Abraham no vieron a Jehová Dios. 
Vieron la Palabra de Dios, el Logos.  El Logos fue creado o
engendrado para que pudiera solucionar el problema
creado por la brecha entre el Dios Todopoderoso y su
creación universal.  El Verbo o Logos puede entrar en la
creación, pero también puede estar con Dios.

Dado que Jehová engendró al Logos antes de la creación


del universo, tanto el universo espiritual como el físico, el
Logos existió antes del tiempo mismo.  Por tanto, es eterno
como Dios. ¿Cómo puede un ser que nace o engendra no
tener un comienzo?  Bueno, sin tiempo no puede haber
principio ni fin.  La eternidad no es lineal.

Para comprender eso, usted y yo tendríamos que


comprender aspectos del tiempo y la ausencia de tiempo
que están más allá de nuestra capacidad de comprender
en este momento.  Una vez más, somos como personas
ciegas que intentan comprender el color.  Hay algunas
cosas que tenemos que aceptar porque están claramente
establecidas en las Escrituras, porque simplemente están
más allá de nuestra pobre capacidad mental para
comprender. 

Jehová nos dice:


“Mis pensamientos y conducta son radicalmente diferentes
a los de ustedes. Porque así como el cielo es más alto que
la tierra, mi conducta y mis pensamientos son más
elevados que los de ustedes. Así como la lluvia y la nieve
descienden del cielo y permanecen en la tierra para
regarla, haciendo que la tierra de grano y produzca semilla
para el sembrador y pan para el hambriento, así es mi
palabra. Yo la envío y siempre produce fruto. Realiza
cuanto yo quiero y prospera en dondequiera la envíe”. 
(Isaías 55:8-11 NVI).

Baste decir que el Logos es eterno, pero fue engendrado


por Dios y, por lo tanto, está subordinado a Dios.  Al tratar
de ayudarnos a comprender lo incomprensible, Jehová
utiliza la analogía de un padre y un hijo, pero el Logos no
nació como nace un bebé humano.  Quizás podríamos
explicarlo de otra manera.  Eva no nació, ni fue creada
como Adán, sino que fue quitada de su carne, de su
naturaleza.  Entonces, ella era carne, la misma naturaleza
que Adán, pero no el mismo ser que Adán. 

El Verbo es divino porque está hecho de Dios, único en


toda la creación por ser el único engendrado de Dios.  Sin
embargo, como cualquier hijo, es distinto del Padre.  No es
Dios, sino un ser divino en sí mismo.  Una entidad distinta,
un dios, sí, pero el Hijo de Dios Todopoderoso.  Si fuera
Dios mismo, entonces no podría entrar en la creación para
estar con los hijos de los hombres, porque Dios no puede
ser disminuido.
El núcleo del sol irradia a 27 millones de grados de calor. 
Si pudiera teletransportar una pieza del núcleo del tamaño
de una canica a la ciudad de Nueva York, destruiría
instantáneamente la ciudad en kilómetros a la redonda. 
Hay miles de millones de estrellas dentro de miles de
millones de galaxias, y el que los creó a todas es más
grande que todas.  Si llegara al interior del tiempo, lo
arrasaría.  Si entrara al universo, destruiría el universo.
Su solución al problema fue engendrar un Hijo que pueda
manifestarse a los hombres, como lo hizo en la forma de
Jesús.  Podríamos decir entonces que Jehová es el Dios
invisible, mientras que el Logos es el dios visible.  Pero no
son el mismo ser. 

Cuando el Hijo de Dios, el Verbo, habla en nombre de


Dios, es, a todos los efectos, Dios.  Sin embargo, lo
contrario no es cierto.  Cuando el Padre habla, no habla por
el Hijo.  El Padre hace lo que quiere.  El Hijo, sin embargo,
hace lo que el Padre quiere.
“Entonces Jesús afirmó:
—Ciertamente les aseguro que el Hijo no puede hacer
nada por su propia cuenta, sino solamente lo que ve que su
Padre hace, porque cualquier cosa que hace el Padre, la
hace también el Hijo. Pues el Padre ama al Hijo y le
muestra todo lo que hace. Sí, y aun cosas más grandes
que estas le mostrará, que los dejará a ustedes
asombrados. Porque así como el Padre resucita a los
muertos y les da vida, así también el Hijo da vida a quienes
a él le place. Además, el Padre no juzga a nadie, sino que
todo juicio lo ha delegado en el Hijo, para que todos honren
al Hijo como lo honran a él. El que se niega a honrar al Hijo
no honra al Padre que lo envió. Yo no puedo hacer nada
por mi propia cuenta; juzgo solo según lo que oigo, y mi
juicio es justo, pues no busco hacer mi propia voluntad,
sino cumplir la voluntad del que me envió. (Juan 5:19-23,30
Nueva Versión Internacional NVI).
“Unos pasos más adelante, se inclinó sobre su rostro y
comenzó a orar. Y decía: «Padre mío, si es posible, haz
que pase de mí esta copa. Pero que no sea como yo lo
quiero, sino como lo quieres tú»”. (Mateo 26:39 Reina
Valera Contemporánea RVC).

Como individuo, un ser sensible hecho a imagen de Dios, el


Hijo tiene su propia voluntad, pero esa voluntad está
subordinada a la de Dios, así que cuando actúa como la
Palabra de Dios, el Logos, el dios visible enviado por
Jehová, es el.  Él representa la voluntad del padre.
Ese es finalmente el punto de Juan 1:18.

El Logos o Verbo puede estar con Dios porque existe en


forma de Dios.  Eso es algo que no se puede decir de
ningún otro ser sensible.

“Considerad entre vosotros lo que hubo también en Jesús


el Mesías, el cual, existiendo en forma de Dios, no quiso
por usurpación ser igual con Dios, sino que se despojó a sí
mismo tomando forma de siervo, hecho semejante a los
hombres; y hallándose en la condición de hombre, se
humilló a sí mismo al hacerse obediente hasta la muerte, y
muerte de cruz. Por lo cual Dios también lo exaltó hasta lo
sumo, y le dio el nombre que es sobre todo nombre;”
(Filipenses 2:5-9 La Biblia Textual 3a Edicion)

Aquí realmente podemos apreciar la naturaleza


subordinada del Hijo de Dios.  Él estaba con Dios,
existiendo en la eternidad en la forma eterna de Dios o la
esencia eterna de Jehová por falta de un término mejor. (Al
fin habla con palabras y vocabulario humana, no divina.)
Pero el Hijo no puede reclamar el nombre YHWH, “Yo soy”
o “Yo existo”, porque Dios no puede morir ni puede dejar de
existir, pero el Hijo puede y lo hizo, durante tres días. 
Se despojó de sí mismo, convirtiéndose en un ser humano,
sujeto a todas las limitaciones de la humanidad, incluso a la
muerte de cruz.  Jehová Dios no pudo hacer esto.  Dios no
puede morir ni sufrir las humillaciones que sufrió Jesús, sin
dejar de ser Dios, lo cual es imposible.

Sin un Jesús preexistente como el Logos, sin un Jesús


subordinado, también conocido como la Palabra de Dios en
Apocalipsis 19:13, Dios no podría interactuar con su
creación.  Jesús es el puente que une la eternidad con el
tiempo, con la creación.  Si Jesús solo llegó a existir en el
vientre de María, como algunos sostienen, entonces ¿cómo
interactuó Jehová Dios con su creación, tanto angélica
como humana?  Si Jesús es completamente Dios como
sugieren los trinitarios, entonces estamos de regreso donde
comenzamos con Dios sin poder reducirse a sí mismo al
estado de un ser creado, sujeto al tiempo.

Cuando Isaías 55:11, que acabamos de considerar, dice


que Dios envía su palabra, no está hablando
metafóricamente.  El Jesús preexistente fue y es la
personificación de la palabra de Dios. 

Considere Proverbios 8 para completar nuestro


entendimiento: “El Señor me dio la vida como primicia de
sus obras, mucho antes de sus obras de antaño. Fui
establecida desde la eternidad, desde antes que existiera el
mundo. No existían los grandes mares cuando yo nací; no
había entonces manantiales de abundantes aguas. Nací
antes que fueran formadas las colinas, antes que se
cimentaran las montañas, antes que él creara la tierra y sus
paisajes y el polvo primordial con que hizo el mundo.
Cuando Dios cimentó la bóveda celeste y trazó el horizonte
sobre las aguas, allí estaba yo presente. Cuando estableció
las nubes en los cielos y reforzó las fuentes del mar
profundo; cuando señaló los límites del mar, para que las
aguas obedecieran su mandato; cuando plantó los
fundamentos de la tierra, allí estaba yo, afirmando su obra.
Día tras día me llenaba yo de alegría, siempre disfrutaba de
estar en su presencia; me regocijaba en el mundo que él
creó; ¡en el género humano me deleitaba!”. (Proverbios 8:
22-31 NVI).

La sabiduría es la aplicación práctica del conocimiento. 


Esencialmente, la sabiduría es conocimiento en acción. 
Dios conoce todas las cosas.  Su conocimiento es infinito. 
Pero sólo cuando aplica ese conocimiento hay sabiduría.

Este proverbio no habla de Dios creando sabiduría como si


esa cualidad no existiera en él.  Se trata de crear los
medios por los cuales se aplicó el conocimiento de Dios. 
La aplicación práctica del conocimiento de Dios se logró
mediante su Palabra, el Hijo que engendró a través de
quien, por quien y para quien se realizó la creación del
universo.

Hay varios pasajes en las Escrituras precristianas que


claramente hablan de que Jehová está haciendo algo y
para las cuales encontramos una contraparte en las
Escrituras cristianas donde se habla de Jesús como el
cumplimiento de la profecía.  Esto ha llevado a los
trinitarios a concluir que Jesús es Dios, que el Padre y el
Hijo son dos personas en un solo ser.  Sin embargo, esta
conclusión crea muchos problemas con innumerables otros
pasajes que indican que Jesús está subordinado al Padre. 

Creo que entendiendo el verdadero propósito por el cual el


Dios Todopoderoso engendró un hijo divino, un dios a su
semejanza, pero no a su equivalente; un dios que pudo
atravesar entre el Padre eterno y atemporal y Su creación
temporal nos permite armonizar todos los versículos y
llegar a un entendimiento que sienta un fundamento firme
para nuestro propósito eterno de conocer tanto al Padre
como al Hijo, tal como Juan nos dice:

 “Y la vida eterna consiste en que te conozcan a ti, el único


Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien tú enviaste”.  (Juan
17:3 Dios Habla Hoy DHH).

Solo podemos conocer al Padre a través del Hijo, porque


es el Hijo quien interactúa con nosotros.  No hay necesidad
de considerar al Hijo como equivalente al Padre en todos
los aspectos, para creer en él como plenamente Dios.  De
hecho, tal creencia obstaculiza nuestra comprensión del
Padre.

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