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¿Cómo podemos explicar la Trinidad?

Si eres de los que dice “Me cuesta entender y explicar la doctrina de la


Trinidad a otras personas”, entonces tengo una buena noticia para ti:
¡Eres una persona normal! Así es. No existe ninguna persona sobre esta tierra
que pueda decir que entiende a cabalidad ese gran misterio que se llama la
Trinidad.
Sin embargo, en la tarea de satisfacer las inquietudes naturales que como seres
humanos tenemos, se hace necesario explicar en qué consiste esta fundamental
doctrina de la fe cristiana.
Quizá una buena forma de comenzar sea explicar qué no es la doctrina.
Primero, la Trinidad no es la creencia en tres dioses.

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La Biblia enseña con claridad, tanto en el Antiguo como en el Nuevo
Testamento, que Dios es uno (Deut. 6:4) y que hay un solo Dios (1 Tim. 2:5).
Jesús nunca proclamó ser “otro” Dios, sino que dijo que él y el Padre eran uno
(Juan 10:30).
Segundo, el cristianismo no cree que las tres personas son sólo distintos roles de la
misma persona, convirtiéndose a veces en el Padre, a veces en el Hijo y a veces en
el Espíritu Santo, como si la Divinidad sufriera de múltiple personalidad.
Tercero, tampoco cree la iglesia cristiana en un Dios que creó a Cristo como un
dios menor, tal y como enseñan algunos grupos sectarios.

La doctrina de la Trinidad sí es la creencia en un solo Dios en tres


personas eternas e iguales, aunque distintas en personalidad.
Esta doctrina es sustentada por algunos indicios en el Antiguo Testamento y
abundantes pruebas en el Nuevo Testamento.
Como lo hemos visto antes que la Biblia enseña claramente que Dios es uno y que
hay un solo Dios.

Sin embargo, el Antiguo Testamento presenta algunos indicios de la


pluralidad de la Divinidad.
En primer lugar, hay varios pasajes en los que Dios parece hablar consigo mismo
en plural: “Hagamos al hombre” (Gén. 1:26); “descendamos y confundamos
allí su lengua” (Gén. 11:7).
En segundo lugar, hay textos que parecen presentar a Jehová hablando con otro
personaje que también es Jehová (Zac. 3:1-2).
El Nuevo Testamento presenta con gran claridad que Jesucristo es Dios (Juan 1:1;
Rom. 9:5; Tito 2:13; Fil. 2:5-6; Col. 2:9; 1 Tim. 3:16; 1 Juan 5:20; Ap. 1:8,11-13).
Además, la Biblia afirma que el Espíritu Santo posee características, atributos y
derechos que sólo corresponden a Dios (conoce lo profundo de Dios, 1 Cor. 2:10;
imparte vida, Rom. 8:11; es creador, Job 33:4; es omnipresente, Sal. 139:7).
Por último, se debe señalar la existencia de pasajes bíblicos que presentan a
las tres personas en alguna actividad conjunta: Mr. 1:10-11 en el bautismo de
Jesús; Mt. 28:19 en la fórmula que se debe usar en el bautismo, en la que, de
paso, puede verse la existencia de un solo nombre para las tres Personas; 2
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Cor. 13:14 en una salutación del apóstol Pablo, quien los pone a los tres como
dignos de derramar bendiciones sobre los lectores de esa carta.

Como puedes ver, la Trinidad no es la invención de algún teólogo


“desvelado”, sino que es una enseñanza clara de la Palabra de Dios.
En el pasado, ha habido intentos de muchos cristianos por explicar la doctrina de la
Trinidad, diciendo que es posible encontrar otros ejemplos de cosas que son “tres
en uno”.
Algunos de esos ejemplos los puedes leer a continuación:
1) El agua (la misma agua, pero en sus tres estados, sólido, líquido y gaseoso); 2)
las dimensiones de las cosas (largo, ancho, profundidad), son tres, pero es la
misma cosa; 3) Los árboles, ya que tienen raíz, tronco y ramas, pero es el mismo
árbol; 4) El hombre que es, a la vez, esposo, padre e hijo; 5) El trébol que tiene tres
hojas, pero es el mismo trébol; 6) la electricidad que impulsa un motor, que da luz
por medio de una lámpara y que hace funcionar una plancha (son tres clases de
aparatos, pero es la misma electricidad); 7) El triángulo que tiene tres lados
iguales, pero es un solo triángulo; etc.
La verdad es que ninguno de estos ejemplos—y ningún otro—pueden ilustrar a la
perfección una verdad tan profunda e infinita como la de la Trinidad.
De hecho, recuerda que la mente humana es finita, limitada e imperfecta.
Por lo tanto, ¿crees tú que una mente tan pequeña como la mía, la tuya o la de
algún maestro de ciencias puede explorar la naturaleza infinita de Dios?
Para ser sinceros, si alguien puede llegar a entender el misterio de la Trinidad, esa
persona tendría que ser Dios mismo (1 Cor. 2:11).
De esta manera, ¡más bien hay que dar gracias a Dios porque no podemos
ilustrar cómo es él! ¿Te das cuenta?
Si pudiéramos comparar al Señor con alguna cosa que hay en la naturaleza, ese
Dios sería pequeñísimo; del tamaño del entendimiento de cualquier ser humano.
No valdría la pena confiar en él, ya que no sería Todopoderoso, infinito u
omnipresente.

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Debido a nuestra incapacidad para llegar a entender a la Persona de Dios, es que Él
tomó la iniciativa y decidió hacerse como uno de nosotros, en la persona de
Jesucristo, para que pudiéramos apreciar cómo es Él.

Por eso es que Jesús pudo decir que quien lo había visto a él había visto al Padre
(Juan 14:9) y es por ello que se puede decir que Jesús vino para dar a conocer a
Dios (Juan 1:18).

Lo más que podemos llegar a afirmar es que Dios es uno solo, pero se manifiesta
en Padre, Hijo y Espíritu Santo. Aunque cada una de estas tres Personas tiene
existencia propia, distinta de la de los otros dos, es el único y eterno Dios en el que
creemos.

Si alguien quiere burlarse ti debido a esa creencia, puedes contestar que, el hecho
de que no podamos entender algo, no significa que no sea real. Di que esa es la
enseñanza que el mismo Dios nos ha revelado y que prefieres confiar en lo que
Dios te ha dicho que en lo que cualquier ser humano diga.

Aunque mi mente no puede comprenderlo, todo mi ser lo acepta como la verdad


que el Señor mismo nos quiso comunicar. ¡Gloria a su nombre!

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