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de la Sociología
Epistemología
de la Sociología
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La autonomía científica de la
Sociología
En el marco de esta problematización que venimos realizando en relación
con el estatus epistemológico de las ciencias sociales, debemos
preguntarnos ahora por la autonomía epistemológica de la sociología
específicamente. Para ello, debemos repasar qué entendemos por esta
disciplina y cuál sería su objeto de estudio. En primer lugar, si se aborda
cualquier manual de sociología, como el de Macionis y Plummer (1999), nos
encontrarnos con aquella diáfana y célebre definición donde se determina
formalmente que la sociología es “el estudio sistemático, riguroso y
científico de la sociedad” (p. 4).
Dubet (2013) plantea que para definir la sociología lo más sencillo es decir
que esta ciencia estudia la sociedad. El mismo autor aclara que “esta
definición es legítima porque designa un objeto y, habida cuenta de que toda
ciencia tiene un objeto, la sociología puede ser entonces una ciencia”
(Dubet, 2013, p. 19). Podemos nombrar a Berger (1976) quien dice que “el
sociólogo es una persona que se interesa por comprender la sociedad de una
manera disciplinada. La naturaleza de esta disciplina es científica” (p. 32).
También es el caso de Giddens (2001) que plantea como tarea primaria de
la sociología “la explicación de la producción y reproducción de la sociedad
como el resultado logrado de un obrar humano” (p. 19).
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Por su lado, Giddens propone que
Norbert Elías (1999) complejiza esto para decirnos que “la comprensión de
las tareas de la sociología, del que usualmente se designa como su
«objeto»… [se da] por el concepto de «sociedad» y la relación de uno mismo
con la «sociedad»” (p. 15). Goulner (1979), en la misma línea, nos dice que
si para el sociólogo la “tarea principal es investigar al hombre en la sociedad,
¿no debería entonces verse y referirse a sí mismo de la sociedad?” (p. 31).
Así, podemos establecer que la sociología contemporánea sigue
distinguiendo como objeto específico y preciso de la sociología a la sociedad.
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Incluso en su invitación a la sociología, Berger (1976) nos dirá que el primer
enunciado de la sociología es que “las cosas no son lo que parecen” (p. 16).
Como Macionis y Plummer (1999) recalcan, la perspectiva sociológica se
funda en el cuestionamiento de una voluntad autónoma y autoconsciente
de los individuos de decidir hacer lo que hacen. De este modo, parece del
todo aceptado que, finalmente, aprender a pensar sociológicamente
significa cultivar la imaginación. Giddens (2010) define como imaginación a
la tarea propia de un pensar sociológico. Por lo tanto, se llega a acordar que
el trabajo sociológico depende de lo que el autor norteamericano Wright
Mills (1997) denominó con la célebre expresión de imaginación sociológica.
Así, nos dirá que:
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siguiente modo, por ejemplo, toda una serie de preguntas fundantes de la
disciplina con su eje puesto en la sociedad:
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evidente bajo el sentimiento de verse inmerso en una permanente crisis
indefinida de la sociedad industrial y salarial, del movimiento obrero y de las
identidades populares, de las instituciones y de las culturas. La idea de
sociedad, si sobrevive, ya no existe más que bajo la forma de la nostalgia de
un pasado, por lo que el mundo contemporáneo acaba por ser “descripto en
términos de una unidad perdida, bajo el ángulo de un mundo que se deshace
y del cual nadie percibe el sentido” (Dubet y Martuccelli, 1999, p. 53).
Por su parte, como bien lo plantea Pablo de Marinis (2005), “las sociologías
actuales suelen ser bastante modestas, es decir, solo toman por ambición
realizar su tarea refinando sus procedimientos y sus teorías, construyendo
nuevos campos de indagación e identificando con claridad los sujetos de
investigación, evitando caer en las viejas y tramposas cuestiones de la
totalidad, la causalidad, la determinación o la verdad” (p. 2). Sin embargo, a
diferencia de ellas,
Como afirma Ipola (1992), actuaron “no tanto para dar a lo social
consistencia teórica, sino más bien para deplorar su evanescencia empírica”
(p. 100).
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lo social, como si acaso la sociedad moderna de aquellos sociólogos no
hubiera sido siempre un eje problemático para pensar en tanto
configuración desgarrada por la lucha de clases y la explotación, afectada
por diversas patologías sociales como la anomia, la despersonalización o el
individualismo. La sociedad no era un arreglo que daba sentido al mundo,
sino una interrogación pensada en la oscuridad u opacidad:
Por ello, tal como veremos a lo largo de las próximas lecturas, analizaremos
el recorrido histórico y el mapa de la sociología actual de cómo se ha ido
construyendo y reconstruyendo esta pregunta por la sociedad y sus diversos,
plurales y críticos modos de abordarlo.
Referencias bibliográficas
7
Aronson, P. (2011). La sociología interrogada. De las certezas clásicas a las
ambivalencias contemporáneas. Buenos Aires, AR: Biblos.