Está en la página 1de 31

SOCIOLOGIA EN GENERAL

La sociología: surgimiento y características

La sociología, particularmente, es una ciencia inherentemente crítica, por que trata temas que tienen que ver con el
funcionamiento y cambio de nuestras sociedades

Después de todo, ¿qué es la sociología?

Vamos a comenzar con una afirmación aparentemente simple. La sociología es el estudio sistemático, riguroso y
científico de la sociedad. ¿Por qué está definición no es tan simple como parece? No es tan simple porque tenemos
que definir el método de estudio y qué quiere decir que sea sistemático, riguroso y científico. Pero, además, todavía
no sabemos qué es eso que denominamos sociedad.

Primera aproximación a la sociología

Una de las primeras tareas de la sociología es “desnaturalizar” el sentido común. Esto quiere decir: indagar y
cuestionar aquellas cosas que aceptamos como dadas. Se trata, en un principio, de interrogarnos acerca de la idea
de que somos absolutamente libres en nuestras decisiones para luego comenzar a ver cómo determinadas
relaciones sociales influyen en nuestras prácticas.

Durkheim se propuso analizar las relaciones entre una acción aparentemente individual, como el suicidio, y las
características sociales.

Intentaba demostrar cómo podía explicarse sociológicamente el hecho de que una persona decidiera quitarse la vida

Cuestiones epistemológicas básicas. Sociología y sentido común. Ruptura con el


sentido común
¿Por qué la Sociología?

Muchos son los argumentos que dan sentido a esta disciplina. Entre otros, podemos mencionar los siguientes:

1) Es una forma de pensar críticamente: cuestionamos las formas sociales de hacer las cosas (trabajar, casarse, ir al
colegio, explicaciones sobre la desigualdad, etc.).

2) Nos permite conocer mejor las oportunidades y obstáculos. Nos hace ver cómo opera el mundo de lo social.

3) Nos convierte en miembros activos. Si desconocemos cómo opera la sociedad, seguramente aceptaremos las
cosas tal cual se nos presentan.

La sociología, como ciencia social, tiene algunos problemas o más bien desafíos que constantemente debe resolver:

1) Es parte de un mundo en constante transformación; por lo tanto, el objeto de estudio cambia constantemente. Es
decir, no hay un objeto de estudio que sea fijo e inmutable.

2) Los sociólogos son miembros de una sociedad, son parte del objeto de estudio. Esto implica una gran diferencia
con respecto a las ciencias naturales. Como parte del mundo social, los sociólogos y los demás cientistas sociales
contribuyen no solo al estudio de la sociedad, sino que también son parte de la misma.

3) El conocimiento sociológico es parte de la sociedad. Esto quiere decir que muchas veces el lenguaje sociológico
ingresa en el lenguaje de la vida cotidiana y viceversa. Por lo tanto, existe una retroalimentación y cambio
permanente entre los dos mundos.

¿Cuándo comienza la reflexión sociológica?

Diversos autores coinciden en que el nacimiento de la reflexión de lo que hoy conocemos como sociología sucedió
en el contexto de los cambios que crearon el mundo moderno, cuyo núcleo se sitúa en las dos grandes revoluciones,
en primer lugar, la Revolución Francesa en 1789, símbolo de una transformación política. En segundo lugar, la
Revolución Industria la fines del siglo 18 y comienzos del 19, que tuvo como epicentro Inglaterra y que en el plano de
la tecnología produjo una serie de innovaciones técnicas.

Como consecuencia de estas dos grandes revoluciones y para entender lo que le estaba sucediendo a esas
sociedades, surge la sociología. Es por esta razón que frecuentemente se la denomina una “ciencia de la crisis”.

Según Giddens (1994), la sociología fue el fruto de esas dos inmensas transformaciones que “disolvieron las formas
de organización social bajo las que los hombres habían vivido durante milenios”(p.4)

Las enormes transformaciones sociales que tuvieron lugar en Europa en los siglos XVIII y XIX explican el nacimiento
de la disciplina. Karl Marx, Max Weber y Emile Durkheim fueron los tres padres fundadores de la Sociología y
tuvieron tres visiones diferentes del nuevo orden social naciente.

Tres procesos fueron relevantes en estas grandes transformaciones (Macionis y Plumer, 2014):

1) Una nueva economía industrial:

Durante la Edad Media la mayoría de la gente se dedicaba al cultivo de la tierra o la manufactura a pequeña escala.
Posteriormente, y debido al desarrollo de la mecánica hidráulica y la invención de la máquina de vapor, fue posible
diseñar grandes máquinas que dieron origen a la producción en gran escala. Empezó, entonces, a existir un enorme
ejército industrial de trabajadores. Esto impactó en la estructura familiar y las tradiciones bajo las cuales se había
vivido durante siglos.

2) Crecimiento de las ciudades.

Las fábricas, que comenzaron a multiplicarse, empezaron a ser un polo de atracción de las personas que estaban
buscando trabajo. Así, miles de campesinos abandonaron el campo para trasladarse a los centros industriales en
busca de trabajo. Los pequeños núcleos urbanos se fueron transformando en grandes ciudades.

3) Cambios políticos.

El paso de la Edad Media a la Modernidad. Antiguamente, se pensaba que la sociedad era el reflejo de la voluntad de
Dios y que las personas formaban parte de un plan divino. Pero, con el desarrollo económico y el crecimiento de las
ciudades se produce también un cambio en el pensamiento político: ya no se apela a la obligación moral y religiosa
de los súbditos a ser leales a sus gobernantes; se empieza a abandonar la idea de que la sociedad es producto de un
plan divino y se la entiende como producto de los hombres, como el resultado de acciones humanas.

Orígenes de la sociología
Aunque ya existían reflexiones sobre la sociedad desde los orígenes de la historia de la humanidad, la sociología es
una disciplina bastante reciente. Fue en 1883 cuando el pensador Augusto Comte acuñó el término para describir
una nueva forma de reflexionar sobre el mundo. Sin embargo, no fue sino hasta el siglo XIX, y gracias a Emile
Durkheim, que se abordó el estudio de la sociedad desde una perspectiva puramente científica.

¿Qué es lo diferencial de la sociología? Los filósofos y teólogos se limitaban a describir o imaginar cómo debía ser la
sociedad. Ninguno intentaba analizar la sociedad tal cual era. Tanto Comte como Durkheim, en cambio, se
propusieron el objetivo de entender y explicar cómo era y cómo funcionaba la sociedad. Para conseguir este objetivo
debía aplicarse el método científico que tantos resultados había dado en otras disciplinas.

Según Comte (1844), puede dividirse la historia de la humanidad en tres fases o estadios, según el modo en que los
hombres han intentado explicar el mundo:

1) La primera fase, que abarca la Edad Media, fue denominada por Comte como teológica. En esta fase se interpretó
y explicó la sociedad en términos teológicos.

2) Durante el Renacimiento, las explicaciones teológicas dieron paso a otras perspectivas de tipo metafísico. En esta
fase las personas dejaron de entender la sociedad en términos sobrenaturales, o según la intervención de fuerzas
divinas, y pasaron a entenderla en función de ideas o principios metafísicos.
3) Finalmente, se intentó explicar la naturaleza en sus propios términos, sin recurrir a los principios que rigieron las
etapas anteriores, imposibles de contrastar empíricamente

Marx–considerado en la actualidad como uno de los padres fundadores–, en cambio, tenía otros objetivos: intentaba
provocar el quiebre de ese nuevo orden social naciente. Al respecto, Bottomore (1988) señala que durante mucho
tiempo ha habido una estrecha, incómoda y polémica relación entre marxismo y sociología. Estrecha, porque la
teoría de Marx, al igual que la sociología, aspiraba a ser una ciencia general de la sociedad y estaba orientada a
comprender los cambios sociales resultantes del capitalismo industrial y de las revoluciones políticas del siglo XVIII.
De hecho, si profundizamos en la historia del marxismo, vemos que los alcances y ambiciones eran los mismos que
los de los sistemas sociológicos pensados por Comte o Spencer. En cuanto a la incomodidad y la polémica, surgieron
por el hecho de que la sociología y el marxismo se desarrollaron históricamente en esferas en gran medida aisladas,
así como de conflicto directo. El debate gravitó en torno al siguiente eje: el marxismo debía considerarse una entre
varias teorías sociológicas, o bien un cuerpo de pensamiento único y singular, un mundo intelectual completo en sí
mismo, una alternativa radical frente a cualquier clase de sociología como medio de comprender el mundo social

Teorías sociológicas: ¿cómo funciona la sociología?

Uno de los componentes centrales de la sociología son las teorías sociológicas. Como dijimos, la sociología hace un
esfuerzo por explicar el mundo social de manera diferente a la del sentido común. Para cumplir con este objetivo
estudia de manera sistemática, rigurosa y científica la sociedad. La primera tarea es, entonces, comprender y tener
en cuenta teorías sociológicas sobre el funcionamiento del mundo social.

En primer lugar, estableceremos la diferencia entre una teoría y un paradigma. La teoría es un enunciado que
expresa cómo y por qué unos determinados hechos están relacionados. Un paradigma es una imagen básica de la
sociedad que guía no sólo la investigación, sino también las reflexiones teóricas del investigador.

En el caso de la teoría sociológica, la misma se propone buscar algún sentido a los hechos y observaciones aisladas.
Por lo tanto, una dimensión teórica explica cómo hacemos las cosas.

Para validar la teoría en su coherencia interna, recurrimos al análisis lógico de sus argumentos. Para comprobar su
coherencia externa, en sociología se trabaja con métodos de investigación que contrastan y comprueban
empíricamente los presupuestos teóricos. Esta comprobación empírica puede ser a través de datos estadísticos, de
análisis de textos, de entrevistas, etcétera, por ejemplo.

Cuando se genera una teoría, los ejes principales son: ¿qué dimensiones vamos a comenzar a investigar?, ¿cómo
relacionar los hechos?

Karl Marx, Emile Durkheim y Max Weber entendían los cambios de una forma muy diferente, y esas bases se
mantienen hasta ahora. Es decir, no hay unanimidad entre los sociólogos acerca de qué cosas hay que estudiar y
cómo. Inclusive, si coinciden, se buscarán temas de investigación distintos, obteniendo respuestas diferentes.

Esencialmente, y a pesar de que existen profundos cambios y metamorfosis en las teorías existentes, hay tres
grandes paradigmas principales y que discutiremos con mayor profundidad:

El funcionalismo (inspirado en los trabajos de Emile Durkheim).

La sociología con inspiración en los trabajos de Karl Marx.

La sociología con inspiración en los trabajos de Max Weber.

Queremos enfatizar que estos enfoques son relevantes (y por eso los estudiamos) porque la sociología se estructuró
en función de los “padres fundadores” y sus ideas siguen siendo fuente de inspiración para comprender la realidad
contemporánea. El sociólogo Alexander (1990) llamó a esto: la “centralidad de los clásicos”, donde el discurso
sociológico abarca formas de debate más generalizadas que las discusiones científicas ordinarias. Es decir, mientras
que las ciencias naturales se apoyan en evidencias empíricas específicas y en la lógica inductiva-deductiva, el
discurso de las ciencias sociales se centra en los procesos de razonamientos más que en los resultados de la
experiencia inmediata.
Propuestas de los autores clásicos en sociología
Posiciones teóricas frente a la sociedad
¿Cuál es la visión de la sociedad que tenían los clásicos?
Dentro del amplio espectro de los sociólogos que toman como inspiración los trabajos de Karl Marx, se encuentran
aquellos que priorizan los siguientes temas de investigación: la desigualdad, el conflicto, el cambio social.
Dedicaremos esta sección a describir de manera sintética las principales líneas argumentales del autor.

Karl Marx

Karl Marx (1818-1883) veía el gran crecimiento económico como producto de la revolución industrial, y que en la
sociedad naciente solamente un reducido número de personas se beneficiaba de esto.

La idea central era el conflicto social entre clases sociales: la burguesía y el proletariado. La burguesía como la clase
de los capitalistas, modernos propietarios de los medios de producción que emplean a trabajadores asalariados. El
proletariado, que constituían la clase de los trabajadores que, privados de medios de producción propios, se veía
obligado a vender su fuerza de trabajo para poder sobrevivir. El objetivo del capitalista, entonces, era obtener
beneficios económicos vendiendo los productos a bajo costo, mientras que los proletarios obtenían un salario a
cambio de su fuerza de trabajo.

Los capitalistas quieren maximizar sus beneficios reduciendo el costo de los salarios. Los trabajadores, en cambio,
pretenden que sus salarios sean cada vez más redituables. Pero como el aumento de salarios implica una reducción
de beneficios para los propietarios, existe un conflicto de intereses. Este conflicto, por lo tanto, según Marx, solo
puede superarse reemplazando el sistema capitalista por otro socialista.

El modo de producción: “estructura” y “superestructura”

Una de las ideas clave en el pensamiento de Marx es que la estructura económica influye en gran medida sobre las
otras esferas de la vida social

El modo de producción es definido por Marx como el modo como los hombres producen sus medios de vida. La
estructura material se conforma por las fuerzas productivas y las relaciones de producción, mientras que en la
superestructura ideológica encontramos las formas de conciencia social y el Estado.

Veamos entonces los elementos de esta estructura material.

Por una parte, las fuerzas productivas son los elementos que están implicados en el proceso de trabajo: las fuerzas
de trabajo, es decir, el trabajo humano, el trabajo vivo; los objetos de trabajo, que podemos entender como los
recursos, la materia prima; y, finalmente, los medios de trabajo, como las maquinarias, las herramientas y todo
instrumento que potencie la fuerza de trabajo.

Por otra parte, las relaciones sociales de producción son las relaciones sociales que establecen los sujetos para
producir, en este caso, bajo un modelo capitalista. Dentro de las relaciones de producción podemos mencionar la
propiedad (entre ellas la propiedad privada), la división del trabajo (estrechamente vinculada a la propiedad) y la
cooperación.

Dentro de la superestructura ideológica se incluyen dos elementos:

Por una parte, las formas de conciencia social, que podemos definir como ciertas representaciones manifestadas
en forma de conciencia jurídica, moral, religión, arte, ciencia, y que, según Marx, están condicionadas por las
relaciones de desigualdad dadas a nivel estructural.

Por otra parte, el Estado, entendido como relaciones jurídico-políticas, cuyo poder habría sido hegemonizado por
la burguesía.

Max Weber

Sobre la sociedad

Weber no clasificaba a las sociedades según el tipo de tecnología que habían desarrollado, sino que prefería
distinguir a las sociedades a partir de las visiones del mundo que poseían sus miembros.

Así clasificó Weber varios tipos de acción social (1922):

Acto racional respecto de un fin: el actor concibe claramente un fin y combina los medios para alcanzarlos. Es el
acto de un ingeniero que quiere construir un puente, por ejemplo.

Acto racional respecto de un valor: es el caso de una persona que acepta un duelo. El actor actúa racionalmente al
aceptar todos los riesgos de una acción, no para obtener un resultado particular, sino para permanecer fiel a una
idea que tiene que ver con el honor.

Acto afectivo o emocional: es el que está dictado por el estado de conciencia o por el humor del sujeto. Se define
la acción no por referencia a un fin o a un sistema de valores, sino por la reacción emocional del actor colocado en
circunstancias dadas.

Acto tradicional: el actor no necesita representarse un fin, ni concebir un valor, ni sentirse agitado por una
emoción, sino que obedece a reflejos afirmados por una prolongada práctica. El actuar es dictado por los hábitos, las
costumbres y las creencias.

El capitalismo: ¿es un sistema económico racional?

Para Weber el capitalismo expresa la racionalidad, ya que el capitalista toma decisiones según el cálculo de costos-
beneficios. Para Marx, por el contrario, dicho sistema es la antítesis de la racionalidad.

Racionalidad y desencantamiento del mundo

Los problemas que preocupaban a Marx y a Weber eran diferentes. Sin embargo, Weber planteaba algo parecido a
lo que señalamos en Marx como “alienación”. Según Weber, la sociedad moderna e industrial estaba neutralizando
la dimensión creativa, innovadora de las personas, cuyas vidas eran cada vez más rutinarias y domesticadas por la
burocracia. Por tratarse de una sociedad racional, la era moderna era estaba desencantada, anquilosada y de
hombres dóciles. La organización moderna era un vasto sistema de reglamentos, procedimientos y ordenanzas que
sofocaban el espíritu humano.

Resulta necesario aquí profundizar sobre el concepto de burocracia. La burocracia, entendida desde la perspectiva
teórica de Weber, no tiene la connotación negativa que habitualmente le asignamos en nuestra vida cotidiana. Por el
contrario, Weber define a la burocracia como un “tipo ideal” de organización racional de dominación legal.

Para comprender este concepto, haremos referencia primero a los tipos ideales de dominación que Weber
construye para explicar la forma en la que resulta posible encontrar obediencia dentro de un grupo en relación con
mandatos específicos. Para encontrar obediencia resulta necesario, primero, fomentar la creencia de que el
mandato es legítimo.
Weber propone tres tipos de dominación legítima: la de carácter tradicional, la de carácter carismático y la de
carácter racional. La primera descansa en la creencia en la santidad de las tradiciones; por lo tanto, aquellos a
quienes la tradición designa como jefes adquieren una autoridad legítima. La segunda forma de dominación se
otorga a un jefe o santo en función de sus actos heroicos, fuera de los comunes. Y la tercera forma de dominación es
aquella que descansa en la creencia en la legalidad de ordenaciones estatuidas y de los derechos de mando de los
que ejercen la autoridad.

El tipo más puro de dominación legal es el que se ejerce por medio de un cuadro administrativo burocrático. La
totalidad del cuadro burocrático se compone de funcionarios individuales que se manejan sobre la base de estas
pautas:

Los funcionarios se deben a los deberes de su cargo.

Se respeta una jerarquía administrativa rigurosa.

Cada cargo exige ciertas competencias a desempeñar.

La calificación profesional fundamenta el nombramiento del funcionario.

El sueldo se gradúa en relación al rango jerárquico y responsabilidades.

La comunicación mantenida es de tipo formal.

Crítica al paradigma de la acción

Al preguntarse acerca de cómo las personas le dan significado al mundo que las rodea, el paradigma de la acción
busca la comprensión de la realidad. Sin embargo, se cuestiona que, al enfocarse en esto, se pierden de vista las
estructuras y los condicionamientos que estas ejercen sobre la acción social.

Emile Durkheim (1858-1917) y el funcionalismo

A modo de introducción situaremos el contexto del pensamiento de Durkheim en el marco del paradigma
funcionalista y en relación a otros pensadores alineados al mismo. Entre los precursores del paradigma funcionalista,
es menester mencionar a Augusto Comte (1868), cuya preocupación principal radicaba en encontrar mecanismos de
integración social y a Herbert Spencer (1904) quien fue un estudioso del cuerpo humano y la sociedad (Macionis y
Plummer, 2014).

Spencer mantenía que había fuertes paralelismos entre ambos: la sociedad era entendida como un cuerpo social,
que al igual que el cuerpo humano, analizado a partir de conceptos biológicos, tenía sus partes y funciones. Estos
presupuestos sientan las bases del funcionalismo en el cual se enmarca Durkheim.

Entendiendo de esta forma a la sociedad, Durkheim se preguntaba cómo ésta se mantenía unida. Durkheim entendía
que la sociedad era un sistema complejo de partes interrelacionadas entre sí, las cuales producían equilibrio y
estabilidad social. Es decir, las estructuras sociales eran entendidas en términos de funciones sociales para la
organización de la sociedad.

De acuerdo a este paradigma, la sociedad es un todo comprensible, ordenado y estable. Por lo tanto, la pregunta
básica es cómo funciona la sociedad, y no cómo cambia.

En términos simples, sus ideas nucleares son la siguientes: los agregados sociales humanos incluyen unidades
diferenciadas, que son interdependientes; estas unidades pueden consistir en individuos, familias y estructuras
analíticas, como por ejemplo categorías de edad y sexo o grupos estamentales más vastos (Moore, 1988).

En relación con sus elementos esenciales, Durkheim pensaba que la sociedad era más que la suma de los individuos
que la componían. La sociedad, desde este punto de vista, tiene una vida y existencia propia que va más allá de las
experiencias personales. Es decir, la sociedad existe antes de que nosotros estemos en el mundo, ejerce su influencia
durante toda nuestra vida y seguirá existiendo aún después de que muramos. Para explicar esto, Durkheim propuso
el concepto de hecho social, que se refiere a hechos colectivos, caracterizados como: supraindividuales, porque
están por encima del individuo, y coercitivos, porque se imponen a este. Según Durkheim, la sociología debía
estudiar estos hechos sociales como cosas y explicar las causas de un hecho social a partir de otro hecho social. La
afirmación de que los hechos sociales debían ser tratados como “cosas”, causó gran controversia. Sin embargo,
Durkheim aclaró que su aseveración se refería a un postulado metodológico sobre el análisis del mundo social.

El libro El Suicidio fue escrito por Émile Durkheim en el año 1897. Dos son las particularidades que nos llevan a
destacar esta obra y a ofrecérsela al lector como un claro ejemplo del método y perspectiva adoptados por dicho
autor. En primer lugar, el intento de explicar el suicidio a partir de variables sociales, y no sólo a partir de cuestiones
individuales del sujeto, da cuenta del método sociológico que adopta y emplea: la explicación de un hecho social a
partir de otro u otros hechos sociales. En este caso explicó el hecho social “suicidio” a partir de dos hechos sociales
más: la “integración” y la “regulación”. En segundo lugar, para la realización de este estudio Durkheim adoptó la
utilización de métodos estadísticos, que hoy nos resultan familiares pero que no lo eran en la época en la que los
empleó. Esto le permitió la medición de las variables que él consideraba que intervenían en el fenómeno suicidio.

Personalidad: la sociedad en los individuos

La sociedad tiene una existencia aparte de los individuos, está “afuera” de los individuos, pero también está
“dentro”. Es decir, los miembros de una sociedad interiorizan y hacen suyos los valores y las normas de esa sociedad
y organizan sus vidas en consonancia con ellos.

La sociedad, según Durkheim, regula los comportamientos de los individuos mediante la impresión de una disciplina
moral: la sociedad pone límites y restricciones morales a nuestros deseos.

Modernidad y anomia

Las sociedades modernas imponen menos restricciones sobre los individuos, pero esto puede producir anomia. Esto
ocurre cuando a consecuencia de un mayor grado de tolerancia y libertad, los individuos

División del trabajo

En las sociedades preindustriales la tradición servía para dar estabilidad a una sociedad y mantenerla unida. Estas
sociedades tenían un tipo de “solidaridad mecánica”, es decir, lazos sociales basados en una visión común del
mundo, una moral común, que mantenía unidos a los miembros de la sociedad

Pero al evolucionar la sociedad se generó un menor grado de solidaridad mecánica, una conciencia colectiva más
frágil. Esto no implica que una sociedad se haya disuelto, sino que aparecieron otros mecanismos: mecanismos
propios de la solidaridad orgánica, la cual se refiere a los lazos y vínculos sociales basados en la especialización y
división del trabajo que unen a los miembros de una sociedad industrial.

Aunque en esta nueva organización las personas adquirieron independencia, el industrial continuaba necesitando
del agricultor y el agricultor del comerciante. Nadie era autosuficiente. La necesidad de contar con otras personas
especializadas en otros saberes creaba lazos de interdependencia entre los miembros de cada sociedad.

La dimensión fundamental de esta relación estaba en la división del trabajo, o la especialización en la producción o la
actividad económica.

BUSCAR CUADRO COMPARATIVO


Métodos y técnicas de la investigación social

Metodología cuantitativa
La metodología cuantitativa parte de la premisa de que los fenómenos sociales pueden explicarse, y se utiliza
principalmente información que sea cuantificable y medible.

Existen dos tipos de realidades: la primera es interna y consiste en las creencias, presuposiciones y experiencias
subjetivas, la cuales varían: desde ser muy vagas o generales (intuiciones) hasta creencias bien organizadas y
desarrolladas lógicamente a través de teorías formales. La segunda realidad es objetiva, externa al sujeto e
independiente de las creencias que tengamos sobre ella (por ejemplo: una ley, mensajes televisivos, una edificación,
etc.; es decir, hechos que constituyen una realidad a pesar de lo que pensemos de ella).
La metodología cuantitativa intenta capturar y estudiar lo que ocurre en la realidad externa. Se parte del supuesto
de que esta realidad objetiva puede conocerse y de que resulta posible investigarla.

Características:

La estructura de la investigación, a diferencia de la cualitativa, generalmente sigue un patrón estructurado: después


de plantear el problema de estudio, el investigador deriva hacia una hipótesis (algo sobre lo que va a examinar si es
cierto o no) y la somete a prueba mediante el empleo de diseños de investigación. Si los resultados corroboran las
hipótesis, se aporta evidencia empírica a su favor. Si por el contrario, los resultados refundan las hipótesis, estas se
descartan en busca de mejores explicaciones. Frecuentemente, las conjeturas se establecen antes de recolectar los
datos.

Los análisis cuantitativos se interpretan a la luz de las predicciones iniciales (hipótesis) y de estudios previos (teorías).

Los estudios cuantitativos siguen un patrón predecible y estructurado (el proceso) y se debe tener presente que las
decisiones críticas se efectúan antes de recolectar los datos. En este tipo de investigación se pretende generalizar los
resultados encontrados en un grupo o segmento (muestra) a una colectividad mayor (universo o población).

A estas alturas, ya tendrás claro que se utiliza un razonamiento lógico deductivo. Es decir, se comienza con la teoría y
de ésta se derivan expresiones lógicas denominadas hipótesis, las cuales el investigador busca someter a prueba; se
pretende identificar patrones de regularidad y causales.

Metodología cualitativa
El investigador que se posiciona desde el enfoque cualitativo entiende que la realidad se construye a partir de la
interacción de los individuos, quienes asignan sentido a sus acciones, y esta metodología busca comprender e
interpretar estos sentidos. Cabe aclarar que la metodología cualitativa no se propone la medición de variables
predefinidas, sino más bien la generación de nuevos conceptos, tipologías y teorías que permitan comprender y
caracterizar el fenómeno investigado.

Características:

En primer lugar, está fundada en una posición filosófica interpretativa, por lo cual podemos relacionarla con el
enfoque del paradigma de la acción que hemos desarrollado al comenzar este módulo. De esta manera, el
investigador cualitativo entiende que “el mundo social es ‘interpretado, comprendido, experimentado y producido.
En segundo lugar, utiliza métodos que permiten comprender la complejidad, el detalle y el contexto de un
determinado fenómeno. En tercer lugar, permite una relación cercana entre el investigador y los sujetos observados.
Finalmente, lejos de buscar una imagen de la realidad estática y externa respecto del actor social, busca la imagen
que el mismo ha construido, por lo cual debe utilizar métodos que le permitan aproximarse a su subjetividad y
comprender los significados que el individuo atribuye a su acción.
Síntesis de las diferencias entre las metodologías

MODULO 2
Integración y cultura
Reflexión y estudio sobre la cultura en la sociedad para los autores que hemos denominado “clásicos”:

MARX:

Planteamos la relación propuesta por él mismo entre la estructura y la superestructura, en donde esta última –
compuesta por los elementos ideológicos de una sociedad– está condicionada por las relaciones presentes en un
modo de producción dado, de tal forma que la posición social de los individuos define su conciencia. De esta
manera, las instituciones ideológicas de una determinada sociedad (religiosas, políticas, legales, educativas)
posibilitarían la reproducción de las relaciones de explotación de una clase sobre otra.

DURKHEIM:

Nos hemos referido a elementos culturales cuando hablamos del nivel de integración y regulación social que
mantiene la cohesión social, según lo plantea en la obra El suicidio. Coherentemente con esta mirada, el paradigma
funcionalista observa la cultura en su función de consolidar las pautas de conductas que son necesarias para el
mantenimiento de esa sociedad.

WEBER:

Desarrollamos la explicación ofrecida por él mismo acerca del espíritu del capitalismo y su relación con la esfera
cultural religiosa: la ética protestante. Debe resaltarse el papel atribuido por Weber a las ideas, los valores y las
creencias, como motor de cambio. A raíz de esto es que sus explicaciones de la modernidad se refieren a una nueva
forma de ver el mundo, ya no basada en los valores tradicionales, sino en la racionalidad. Incluso al explicar el poder
y la dominación, Weber insiste en la cultura como constructo explicativo, ya que de acuerdo a su propuesta son las
creencias las que legitiman el ejercicio del poder
Cultura. La cultura en el discurso común

A partir de este distanciamiento entre la cultura y sus funciones iniciales se constituye el campo cultural como un
ámbito especializado y autónomo. Es importante destacar cómo se separa el tiempo destinado al ocio y la actividad
cultural del tiempo de trabajo destinado a “ocupaciones serias”. Lo más notable de este proceso es la forma en la
que se impone la perspectiva de que la cultura sólo puede ser obra de una minoría que no sólo puede disponer del
tiempo, sino además que posee cierto gusto particular que le distingue del resto.

La autonomización de la cultura

La autonomización de la cultura es un proceso que merece nuestra reflexión por lo siguiente:

por una parte, la cultura se aleja de sus funciones iniciales que le otorgaban sentido;

por otra, se separa de las esferas política, económica y científica, las cuales se vinculan a la noción de civilización;

finalmente, se impone la idea de que la cultura sólo puede ser obra de una elite.

De acuerdo al análisis de Hugues de Varin (1976 en Giménez, 2005) que la cultura autonomizada ha ido pasando por
diferentes fases, a saber: la codificación, la institucionalización y la mercantilización.

La codificación de la cultura

El objetivo de esta etapa era el de fijar y jerarquizar valores culturales. Así, se definen estratos, tal como en el caso
de las clases sociales, que de manera completamente jerárquica poseen los bienes culturales considerados “válidos”

La Institucionalización de la cultura

La segunda fase se da, según el autor, a partir de 1900, época en la cual se observa un esfuerzo por parte del Estado
por lograr el control y la gestión global de la cultura, para lo cual diseña instituciones político-administrativas que le
permiten unificar y centralizar la cultura

Mercantilización de la cultura

En esta fase se observa la subordinación masiva de los bienes culturales a la lógica del valor de cambio. La cultura se
valora como factor de “crecimiento económico” y es convertida en mercancía, es decir, se somete a la ley de
maximización de beneficios.

La mercantilización de la cultura provoca, por una parte, la desmoralización de los creadores y reveladores de la
cultura, que se convierten en meros “operarios” de una fábrica de objetos culturales.

Por otra parte, y por esta misma concepción fabril de la cultura, genera la estandarización de todas las culturas a
escala internacional.

La cultura en la tradición marxista

La tradición marxista tiende a homologar la cultura a la ideología, ubicándola en el nivel superestructural. Los
autores enmarcados en la línea marxista abordan la cultura en función de su contribución a la dinámica de la lucha
de clases (desde una perspectiva políticamente valorativa).

Los aportes de Lenin a la comprensión de la cultura

Pensaba que en la etapa prerrevolucionaria la tarea cultural debía subordinarse a la instancia política, pero que en la
fase posrevolucionaria la revolución cultural debía pasar a primer plano.

Para Lenin, una cultura era superior a otra en la medida en que permitía una mayor liberación de la servidumbre de
la naturaleza.

El aporte fundamental de Lenin en cuanto al tema que estamos tratando fue plantear la relación de dominación, que
mencionamos anteriormente, en el terreno de la cultura. Si bien Marx se había referido a tal relación de
condicionamiento al hablar de la conciencia, no había profundizado en la magnitud de su importancia. Lenin, bajo el
concepto de dirección, ubicado en la esfera de la sociedad política (Portelli, 1998), instala la idea de hegemonía, que
luego retomará Gramsci para explicar el consenso generado por la sociedad civil mediante el control cultural del
bloque ideológico.

Ideología, estructura y material ideológico en Antonio Gramsci

La pregunta que Gramsci se propuso en el siglo XX fue: ¿Cómo opera la superestructura para sostener el orden
capitalista? Para dar respuesta a este interrogante, desarrolló dos conceptos a los que llamó funciones de la
superestructura: la sociedad política y la sociedad civil. Según él, la sociedad política está constituida por el Estado;
pero no hace referencia a los gobernantes, sino al Estado como fuerza, único autorizado a utilizar la violencia
legítima (ejército, policía, etc.)

Por otra parte, bajo el concepto de sociedad civil, Gramsci incluye los fenómenos puramente ideológicos que tienen
lugar en instituciones tales como las escuelas, las bibliotecas, iglesia, etcétera, y que ejercen la función de consenso

La posición de la clase subalterna o dominante determina, según Gramsci, una gradación de niveles jerarquizados en
el ámbito de la cultura. De tal modo, podemos hablar de formas elaboradas, sistemáticas y políticamente
organizadas de cultura, tales como la filosofía o la religión, y de formas menos elaboradas y refinadas, tales como el
sentido común o el folklore. Gramsci toma una posición a favor de la elaboración de la cultura, de la transformación
cualitativa de las subculturas folklóricas a partir de una reforma intelectual y moral, pero insiste en la necesidad de
constituir un bloque intelectual moral, una gran cultura nacional-popular de contenido crítico y sistemático. Para
Gramsci, la revolución se debe pensar a partir de la superestructura. Esta es la diferencia fundamental con Marx.

Raymond Williams y los estudios culturales

La perspectiva "marxista culturalista" es uno de sus mayores aportes a la línea crítica, puesto que pone en evidencia
las implicaciones de la cultura en los procesos históricos y el cambio social

Desde el punto de vista de Raymond Williams, el motor de cambio social está relacionado a la acción orientada por
valores, por lo cual la cultura está en su eje de análisis. Williams retoma entonces los aportes de Gramsci y entiende
la cultura bajo la idea de consenso, propuesta por aquel autor, y se refiriere a la hegemonía en términos de “una
cultura en el más estricto sentido, pero también entendida como vívida dominación y subordinación de clases
particulares” (Williams, 1980, p. 110).

De acuerdo con el axioma que maneja Williams, afirma que la cultura popular, es decir, los modos de vida de las
clases subalternas, es un aspecto decisivo para entender las relaciones sociales.

Los estudios culturales latinoamericanos

La colonialidad y la interculturalidad son, entre otras, problemáticas particulares de Latinoamérica que no pueden
perderse de vista nineutralizarse. Por ello, el desafío estaría en demostrar cómo la incorporación de las experiencias
históricamente excluidas es fundamental para lograr un conocimiento objetivo de los procesos culturales.

Para sintetizar, diremos que el enfoque de los estudios culturales se caracteriza por:

plantear estudios “no eurocéntricos”;

dar importancia al análisis histórico local;

estimar los valores asociados con las realizaciones tecnológicas y su relación con otros valores.

Concepción simbólica de la cultura


La definición de cultura que proponemos, luego de recorrer las diferentes concepciones, es la siguiente: “es la
organización social del sentido interiorizado por los sujetos y objetivado en formas simbólicas, todo ello en contextos
históricamente específicos y socialmente estructurados”
La cultura como proceso simbólico
La cultura se entiende, entonces, como procesos simbólicos de la sociedad. Dentro de dichos procesos, podemos
mencionar tres problemáticas, a saber: de los códigos sociales, de la producción del sentido y de la interpretación o
del reconocimiento de dicho sentido.

¿Cuáles son las particularidades de la cultura en su esencia sígnica?


Con la ambición de continuar avanzando en la comprensión de la noción de cultura, puntualizaremos aquí algunos
de los elementos que constituyen la especificidad de la cultura en su esencia sígnica:

Es artificial, no innata.

Es convencional, no natural ni absoluta.

Tiene la capacidad de condensar la experiencia humana, pero no es un estado originario de la naturaleza humana

Formas interiorizadas y formas objetivadas de la cultura

El habitus: Pierre Bourdieu

La teoría propuesta por Pierre Bourdieu intenta dar respuesta al porqué de los comportamientos sociales, superando
la separación entre objetividad y subjetividad; es decir, por un lado, reconoce que las estructuras objetivas tienen
una importancia decisiva en la explicación de las acciones, pero al mismo tiempo acepta que la propia estructura
está construida por las prácticas sociales. La sociedad es, entonces, por una parte, un conjunto de obras, producto
de la acción de los hombres, que se denomina lo social hecho cosa; pero, al mismo tiempo, lo social está en los
cuerpos porque es como una segunda naturaleza añadida a la naturaleza biológica

¿Cómo analizar la cultura desde este paradigma?

Por una parte, las condiciones objetivas del individuo inciden en la construcción de las representaciones a partir de
la cuales luego este actúa. Es decir, no solo estamos hablando de las condiciones socioeconómicas del individuo, sino
también de las ideas que circulan en su entorno, las costumbres que observa e internaliza, los valores propios de su
ámbito; en definitiva, su cultura (siempre ligada a la posición que ocupa en la sociedad). Esta cultura internalizada,
que se configura en disposiciones para actuar, percibir, sentir, valorar, Bourdieu la denomina habitus, lo social hecho
cuerpo. El habitus, como disposiciones durables y transferibles, funciona como principios generadores y
organizadores de representaciones y de prácticas sociales.

La teoría de las representaciones sociales: Serge Moscovici

Moscovici sostiene que las cosas materiales llegan a ser importantes realmente para las personas –incluso al punto
de condicionar su acción– cuando se han convertido en ideas o creencias. De allí su interés en estudiar estas ideas y
creencias. Para Moscovici, las representaciones sociales cumplen la función de elaboración de los comportamientos
y de comunicación entre los individuos.

Socialización, desviación y control social


Socialización

Comprenderemos el concepto de socialización como el proceso de incorporación de la cultura por parte de los
sujetos a partir de su experiencia. La socialización comienza a partir de los primeros días de vida y se desarrolla dura
toda la vida, pero los primeros años del sujeto son fundamentales. A este proceso inicial de socialización se lo
denomina socialización primaria y es trascendental para la constitución de la personalidad del individuo.

Desviación y control social

Cuando se habla de control social, se hace referencia a “una forma de presión social informal y difusa que tiene
como objetivo evitar la conducta desviada” (Macionis y Plummer, 1999, p. 207). Desde las alabanzas o críticas de un
grupo sobre los comportamientos de sus miembros hasta una condena penal, todos estos aspectos forman parte de
los mecanismos de control de una sociedad.
Mediante el control social se procura la obediencia a ciertas normas y regulaciones, explícitas o implícitas, aceptadas
en una sociedad y que posibilitan el mantenimiento del orden de los individuos y su vida organizada. La transgresión
de dichas normas es llamada desviación, y la más extrema es el delito, debido a que implica que la norma
transgredida posee el carácter de ley

La idea de orden social en Norbert Elías

El autor identificó tres tipos de control que se valoran como indicadores de desarrollo (y, por ende, de civilización)
de las sociedades: por un lado, el control de la naturaleza por parte de los hombres, lo cual resulta posible a partir de
la tecnología; por otro lado, el control de las relaciones entre las personas, posibilitado por la organización formal; y,
finalmente, el control que el individuo ejerce sobre sí mismo, cuidando, por ejemplo, el modo de expresar las
emociones y restringiendo la violencia

El orden social, desde el punto de vista de Elías, tendría así un carácter no intencional y sería independiente de las
voluntades, intenciones y conciencia de los individuos que componen la sociedad. “Este punto de vista supone
postular una especie de carácter alienado del orden en relación con las conciencias individuales

El sistema de control social

Se denomina sistema de control social a las instituciones encargadas de dar una respuesta formal al delito (como la
policía, los tribunales, los correccionales y las cárceles) o a aquellas encargadas de prevenirlo o evitarlo (como las
redes de trabajo social y psiquiátrico).

MODULO 3
Desigualdades y estratificación social

Para analizar la desigualdad social, discutiremos tres grandes perspectivas:

A) el análisis propuesto por el funcionalismo;

B) el análisis de clases inspirado en los trabajos de Karl Marx;

C) el análisis de clases inspirado en los trabajos de Max Weber.

Para analizar la desigualdad global presentaremos dos perspectivas:

a) la teoría de la modernización;

b) la teoría de la dependencia.

En todas las sociedades existe algún tipo de desigualdad, es decir, un sistema de estratificación social que hace
posible que categorías enteras de personas se ubiquen en diferentes posiciones en la estructura social y que, como
consecuencia de esto, obtengan dinero, poder o prestigio. También debemos agregar que toda estructura de
desigualdad tiene algún tipo de sistema simbólico que explica por qué hay una distribución asimétrica de los
recursos sociales.

Para hablar de este tipo de desigualdad, los sociólogos Macionis y Plumer (2007) se refieren a la estratificación social
como la clasificación o jerarquización de los individuos según la categoría a la que pertenecen (o se les asigna). Para
Crompton (1997), la expresión de estratificación social es un concepto general que describe estas estructuras de
desigualdad.

La naturalidad implicaba que provenían de una estructura establecida por algún orden divino. Sin embargo, como
señala Crompton (1997), progresivamente los cambios operados por las revoluciones industriales y la llegada de la
Modernidad implicaron una crítica a los sistemas tradicionales de creencias que habían explicado y legitimado las
desigualdades materiales. Frente a la idea de que los seres humanos son desiguales por naturaleza o por alguna
causa divina, se desarrolló el argumento de que los seres humanos son iguales, no desiguales. Este es precisamente
el punto de partida de la reflexión sociológica sobre la desigualdad.
Los procesos de expansión de los mercados y las transformaciones de los procesos de producción también
implicaron la erosión de los derechos consuetudinarios en el dominio del comercio y la manufactura. Es decir, los
cambios políticos que crearon al individuo formalmente libre también dieron paso al trabajador sin tierra que tenía
el derecho de vender lo único que poseía: su fuerza de trabajo. El trabajo, en este contexto, se transformó en una
mercancía.

La importancia de las revoluciones inglesa y francesa fue central y de una magnitud considerable, ya que aquellas
provocaron la transición al capitalismo industrial. Esa es la nueva sociedad que estaba emergiendo con sus nuevas
desigualdades y que los primeros sociólogos intentaron explicar.

Marx consideraba el desarrollo de la historia humana como una consecuencia de los conflictos económicos y no
solamente políticos. La desigualdad era el resultado del acceso diferencial a los medios de producción y a lo que se
producía. A diferencia de los teóricos del contrato social, para Marx el Estado era inseparable del poder económico,
y el individuo soberano era tan solo una condición necesaria del modo de producción capitalista para poder
perdurar; es decir, coexistían la igualdad política (todos, normativamente, eran considerados como iguales) con las
desigualdades materiales. En este contexto, el hecho de que hayan existido diferentes retribuciones, producto de un
sistema dominante de producción, era un hecho no político, solo económico.

Macionis y Plumer (2014) señalan que hay cuatro características esenciales de la estratificación:

a) La estratificación social es una característica de la sociedad en su conjunto, y no de algunos de sus miembros


considerados individualmente.

b) El sistema de estratificación social (desigualdades) se perpetúa de generación en generación. En todas las


sociedades, existe la probabilidad (alta o baja, dependiendo de la sociedad en cuestión y del momento histórico) de
que los padres transmitan a sus hijos la posición social que ocupan, aunque en las sociedades modernas existe
movilidad social.

c) El estudio de la movilidad social de las personas es un tema con una gran tradición en la sociología. En su
definición más simple, podemos decir que la movilidad social es un cambio en la posición que el individuo ocupa en
la estructura social.

d) La estratificación es una constante histórica, pero sus especificidades varían de una sociedad a otra. Es decir, en
todas las sociedades existió siempre algún tipo de diferenciación, pero el sentido y el grado han sido diferentes.
Pensemos en el ejemplo de las sociedades primitivas, donde un factor de desigualdad podía ser el sexo o la edad de
sus miembros. Con el surgimiento del capitalismo y en la era moderna asistimos a una complejización de los factores
de desigualdad.

e) La estratificación social no es solo una cuestión de desigualdad, sino también de cultura social, y está relacionada
con el sistema de creencias de los individuos.

Esclavitud

Es una forma de diferenciación y desigualdad que se basa en el derecho de propiedad que un grupo de individuos
ejerce sobre otro grupo

Podemos acordar con Giddens (2010) que la esclavitud es la forma más extrema de desigualdad, donde unos
individuos son propietarios de otros.

Sistema de castas

Es una forma de estratificación social basada en características “adscriptivas” de las personas.

El sistema de castas es característico de la India y deriva del hinduismo. Allí, el lugar que ocupan las personas en el
espacio social está organizado en función del lugar en donde nacen y de su ocupación. En el escalón más bajo, se
encuentran los dalits (conocidos como los intocables); en el nivel más alto, los brahames (conocidos como los
sacerdotes).
Crompton (1997) señala que las desigualdades sociales en este sistema se derivan de una estructura de la sociedad
establecida por la divinidad. Aquí, el lugar en la jerarquía social está ligado a la pureza religiosa. El argumento es que
las castas inferiores contaminan a las superiores, y por eso hay una serie de restricciones que se aplican a los
individuos de las castas bajas y a sus familias. En esta situación, el sistema de castas se superpone (aunque no
totalmente) con la estructura de la desigualdad

Hay cuatro características principales del sistema de castas:

a) Las castas suelen ir asociadas a una ocupación específica, de modo que los hijos generalmente desempeñan el
mismo trabajo que sus padres.

b) El matrimonio con individuos de otra casta es prácticamente impensable (matrimonios endogámicos).

c) La pertenencia a una casta determina la vida cotidiana en la medida en que los individuos solo se relacionan con
otros de su propia casta. Esto está amparado bajo ciertas creencias religiosas que establecen que el contacto con
castas inferiores, por ejemplo, “contamina” a las castas superiores.

d) Por último, y como cuestión más importante, los sistemas de castas se apoyan en fuertes creencias culturales.
Según la cultura y las tradiciones, se entiende que es un mandato moral aceptar la posición social que a uno le ha
tocado.

Sociedad de clases

El sistema capitalista erosionó los sistemas feudales y de esclavitud y provocó su transformación en un sistema de
clases. En teoría, este último sistema se basa en las capacidades y logros personales.

Giddens (2010) señala cuatro elementos centrales que distinguen este sistema de estratificación de los otros:

a) A diferencia de los otros sistemas de desigualdad, las clases sociales no se establecen por disposiciones jurídicas o
religiosas, y la pertenencia a ellas no se basa en una posición heredada, que se haya determinado legalmente o por
la costumbre. Lo habitual es que los sistemas de clase sean más fluidos que los restantes tipos de estratificación, y
que los límites entre las clases no estén nunca claros. Además, no hay restricciones formales aplicadas al matrimonio
entre personas de distintas clases.

b) En teoría, la clase a la que pertenece un individuo es en parte adquirida, es decir, no está totalmente determinada
por el nacimiento, como es común en otros tipos de estratificación. Sin embargo, nosotros preguntamos: ¿hasta qué
punto la clase puede modificarse en el transcurso de vida de un individuo?

c) Las clases se basan en las diferencias económicas que existen entre los grupos de individuos y en las desigualdades
en la posesión y control de los recursos materiales. En los otros sistemas de estratificación, los factores no
económicos, tales como la influencia de la religión en las castas indias, suelen ser mucho más importantes.

d) En los otros sistemas de estratificación, las desigualdades se expresan principalmente en relaciones personales
basadas en el deber o la obligación, ya sea entre siervo y señor, esclavo y amo, o individuos de una casta inferior o
superior. Por el contrario, los sistemas de clases operan principalmente mediante conexiones impersonales a gran
escala.

La ideología como justificación de los sistemas de estratificación

La ideología es definida como un conjunto de creencias culturales que sirven para justificar la estratificación social,
entre otras cosas. Las creencias que refuerzan la dominación de una minoría privilegiada sobre la mayoría de la
población son ideologías

Según Wright (2005), existen básicamente tres perspectivas para analizar la desigualdad en las sociedades
capitalistas:

a) La perspectiva centrada en el individuo. Bajo este enfoque, la posición económica del individuo es analizada como
el resultado del nivel de éxito personal (algo que es un fenómeno puramente individual). Este “éxito” de los
individuos está determinado por factores como: educación, trasfondo familiar, motivaciones, conexiones personales
(capital social).
b) y c) El análisis de clases a partir de otras dos tradiciones: weberiana y marxista1, adopta, en cambio, una versión
diferente para entender la desigualdad social. En vez de analizar y focalizar la atención sobre el proceso por el cual
los individuos están ordenados en posiciones, el análisis de clases analiza las relaciones entre las posiciones. Es decir,
ambas tradiciones tienen en cuenta los patrones de desigualdad como resultado de conexiones causales entre las
posiciones. En el análisis marxista, la relación de interdependencia es pensada también en términos de explotación,
como un mecanismo causal que genera desigualdad.

ENFOQUES CLASICOS
Enfoques clásicos para el estudio de la estratificación social y de las clases sociales

El análisis propuesto por el funcionalismo

Una de las perspectivas gradacionales tradicionales es la del funcionalismo. Dentro del funcionalismo se entiende
que la desigualdad social juega un papel crucial para el correcto funcionamiento de las sociedades

Para Davis y Moore, hay una división social del trabajo, y esta es una “necesidad funcional” para el correcto
funcionamiento de la sociedad.

Como señala Laurin-Frenette (1976), esta perspectiva postula que la estratificación se define como un sistema de
desigualdades o de diferencias de prestigio y de estimación entre los miembros de un sistema social.

El sistema de distribución de las recompensas forma parte del sistema social (sociedad): las recompensas que tienen
los individuos están vinculadas a las diferentes posiciones que ocupan en relación a títulos, requisitos previos y
privilegios necesarios para el cumplimiento de las tareas correspondientes a esa posición. Esto está en
correspondencia con la satisfacción y la motivación del individuo que ocupa dicha posición.

Las recompensas que percibe el individuo en cada posición son de tres tipos:

1) las que contribuyen al confort y al bienestar del individuo;

2) las que contribuyen a su placer y a su entretenimiento;

3) las que acrecientan el respeto y la estima que tiene de sí mismo.

Para Davis y Moore (1942; 1945), el salario o los ingresos que corresponden a una posición social no son la fuente
del estatus de esa posición, sino que, por el contrario, son el estatus o el prestigio de la posición los que implican
unos ingresos determinados.

El corolario de este argumento es el siguiente: las ocupaciones que requieren una mayor calificación son las más
necesarias para mantener viable una sociedad y, por lo tanto, se necesita recompensar de alguna forma a aquellos
que parecen dispuestos a invertir tiempo y dinero en adquirir los conocimientos necesarios para ejercer esas
profesiones

La tesis de estos sociólogos se basa, entonces, en la meritocracia, idea que postula que solo puede haber
desigualdades en función de los esfuerzos y méritos dispares de las personas. Así, se premia el desarrollo del talento
individual, y la sociedad debe garantizar la igualdad de oportunidades procurando que los beneficios y recompensas
no se distribuyan de modo uniforme.

Análisis de clase

El análisis de clases se basa en una concepción relacional de la sociedad. Este tipo de análisis se inspira en los
trabajos de Karl Marx y Max Weber.

En esta introducción, consideraremos la clase social como una manifestación de la modernidad, es decir, una
característica de los sistemas modernos de estratificación, de las sociedades industriales, en contraposición a
estructuras tradicionales de desigualdad (caracterizadas por la adscripción o el orden “natural”).

Según Marx, existen principalmente dos clases que se pueden diferenciar en función de la posición que ocupan en la
esfera económica: la de los propietarios de los medios de producción y la de los trabajadores (proletarios).
El análisis de clases inspirado en Marx

Según Marx, las clases sociales están determinadas por el proceso de producción. Esto quiere decir que las dos
grandes clases principales están fundadas en las relaciones de los individuos con los medios de producción: los
propietarios de los medios de producción (burgueses) y aquellos individuos que tienen que vender su fuerza de
trabajo para subsistir (proletarios). Esta estructura profunda de la desigualdad es lo que explica gran parte de la
dinámica social.

Como dijimos anteriormente, al tratarse de una perspectiva relacional, se asume que existen relaciones entre las
clases sociales y que estas son de explotación.

Los siervos estaban obligados a dar una cierta parte de su producción al señor feudal o tenían que trabajar un
determinado número de días al mes en las tierras de este. En las sociedades capitalistas modernas, en cambio, la
explotación es más sutil. El argumento clásico de Marx es que en un día de trabajo de los trabajadores producen más
de lo que el empresario necesita para recuperar el salario que les paga. Ese excedente es el origen de las ganancias
que los capitalistas utilizan para aumentar su beneficio.

¿Por qué no ha habido una revolución proletaria en las sociedades capitalistas? De hecho, el sistema capitalista sigue
en pie. Para responder a este interrogante, se pueden argumentar al menos los siguientes fenómenos

1) La fragmentación de la clase capitalista: hace un siglo las propiedades eran solo de unas pocas familias, mientras
que ahora existe el crecimiento de una mayor cantidad de propietarios, como así también el crecimiento de una
clase gerencial.

2) Trabajadores de cuello blanco, azul y rosa: la mayor parte de las personas que constituían la clase obrera cuando
Marx escribió eran trabajadores del campo, cuyas ocupaciones eran de bajo prestigio y solo requerían el uso de
habilidades manuales. Hoy, en cambio, existen empleos de mayor reconocimiento que requieren el desempeño de
habilidades mentales. En algunos países (como Estados Unidos, por ejemplo) un trabajador de “cuello blanco” es una
persona que se dedica a actividades profesionales, gerenciales o administrativas; generalmente, estas se realizan en
oficinas. El trabajador de “cuello azul”, por otra parte, es una persona de clase trabajadora que se encarga de tareas
manuales, como por ejemplo: la minería, el saneamiento, el trabajo de custodios, el campo petrolífero, la
construcción, la mecánica, el mantenimiento, el almacenamiento y otros tipos de trabajos fundamentalmente
físicos. Finalmente, los trabajadores de “cuello rosa” son caracterizados por la interacción con clientes,
entretenimiento, ventas u otros trabajos orientados a servicios.

3) Mejora en las relaciones laborales: se puede argumentar que en la actualidad los trabajadores tienen más
recursos organizativos que lo sque tenían hace un siglo. Para determinados autores, es la propia clase obrera la que
tiene una capacidad de acción que le permite provocar cambios en el sistema capitalista, de manera independiente
del Estado y los partidos políticos. Uno de los grandes cambios en este plano es el surgimiento de los sindicatos. 4)
Mayor protección legal: desde los tiempos de Marx ha habido una mejora en la legislación que protege a los
trabajadores.

Sin embargo, podemos postular como argumentos a favor de Marx que:

1) la riqueza sigue estando concentrada;

2) las ocupaciones de “cuello blanco” apenas ofrecen mejoras a los trabajadores;

3) el progreso sindical requiere luchas sociales;

4) el sistema legal sigue favoreciendo a la gente de altos ingresos.

Análisis de clase inspirado en Max Weber

Según Max Weber (1864-1920), las divisiones de clases sociales no obedecen solo a la esfera de la producción
económica, es decir, al control o no de los medios de producción, como postulaba Marx. Para Weber, existen
factores fundamentales fuera y dentro de la economía, como los valores, por ejemplo, que pueden ser relevantes
para explicar la desigualdad social.
Según Giddens (2010), Weber coincide con Marx en que la clase se basa en condiciones económicas objetivas. Sin
embargo, hay dos diferencias fundamentales: en primer lugar, postula que en su formación también son
importantes otros factores económicos, aparte de los reconocidos por Marx. Por ejemplo, para Weber, las divisiones
de clase se derivan no solo del control o no de los medios de producción, sino también de diferencias que no son
estrictamente económicas. Estas formas de diferenciación son los conocimientos técnicos y las credenciales o las
calificaciones que influyen en el tipo de trabajo que las personas pueden obtener. Es decir, los profesionales y
directivos ganan más y tienen mejores condiciones de trabajo que, por ejemplo, las personas de “cuello azul”; sus
credenciales educativas les otorgan mayor capital en el mercado. A su vez, dentro de la clase de los trabajadores que
realizan tareas manuales, los artesanos calificados pueden asegurarse salarios más altos que los que tienen poca o
ninguna calificación. En segundo lugar, Weber distingue otros dos aspectos básicos de la estratificación, además de
la clase. A uno lo denomina estatus, y al otro, partido

1) desigualdad económica, denominada como posición de clase (esfera económica);

2) desigualdad en relación al prestigio social (esfera social);

3) desigualdad en relación al poder (esfera política).

A su vez, Weber tiene otra visión de la estratificación: una perspectiva multidimensional de la estratificación (Marx,
por el contrario, pensaba que el poder y el prestigio social se derivaban de la posición económica, por lo que no vio
razón para estudiar esas dimensiones por separado).

Estatus
Según Weber, el estatus hace referencia a las diferencias que existen entre dos grupos en cuanto a la reputación o
prestigio que les conceden los demás. Es decir, hay grupos que tienen posiciones privilegiadas y que son reconocidos
por su gran prestigio en una determinada sociedad; los médicos son un ejemplo de estos.

Desde la perspectiva de Duek e Inda (2006), el estatus representa la distribución del poder social. De acuerdo con
esto, el poder social es el cimiento de la formación de estamentos o grupos de estatus jerarquizados, así como el
poder económico lo es de la formación de clases. Las divisiones estamentales de la sociedad no tienen que ver con
diferencias económicas, de posición en los mercados de bienes ni de trabajo, sino que hacen referencia a diferencias
sociales, es decir, de prestigio, estatus u honor. Es así que la distribución del poder social o prestigio en una
comunidad configura un orden estamental.

Giddens (2010), por su parte, señala que aunque la clase está dada de forma objetiva, la posición depende de la
evaluación subjetiva que tengan las personas sobre las diferencias sociales.

Partido
Como señala Giddens (2010), Weber plantea que en las sociedades modernas la formación de partidos es un aspecto
importante del poder y puede influir en la estratificación, con independencia de la clase y de la posición. El partido
define a un grupo de individuos que trabajan conjuntamente porque tienen orígenes, aspiraciones o intereses
comunes.

Como señalamos anteriormente, Marx entendía que la clase social explicaba las diferencias de estatus y la
organización en partidos políticos; Weber, en cambio, argumentaba que ninguno de esos procesos podía reducirse a
las divisiones de clase (aunque claramente se veían influidos por ellas y, a su vez, la posición y la organización de los
partidos podían influir en las circunstancias económicas de los individuos y de los grupos, afectando la clase). De tal
modo, Weber observaba que los partidos podían estar basados en preocupaciones que excedían las diferencias de
clase, como los orígenes religiosos o los ideales nacionalistas.

Coincidimos con Giddens (2010) en que los escritos de Weber sobre la estratificación son importantes porque,
además de la clase, muestran otras dimensiones del fenómeno que tienen una gran influencia en las vidas de las
personas. Algunos sociólogos sostienen que el esquema de Weber ofrece una base más flexible y compleja para el
análisis de la estratificación que el proporcionado por Marx: si se entiende la desigualdad desde esta perspectiva
multidimensional, ya no es posible hablar de una sociedad polarizada en dos clases sociales.
BUSCAR VIDEOS DE LA DIF ENTRE EL ENFOQUE FUNCIONALISTA DE MARX Y WEBER

Los sistemas mundiales. América Latina en el mundo

¿existen diferencias estructurales entre América Latina y el resto del mundo desarrollado, o se trata más bien de
grados de desarrollo? ¿Nuestra situación se debe a que la modernidad (de la que hablamos en el primer módulo) no
se implementó de manera exitosa o a que nuestra modernidad tuvo características específicas?

Una inicial categorización de la ubicación de América Latina en el contexto mundial fue la que propuso el economista
francés, Alfred Sauvey, en 1952. Según él, el concepto de “tercer mundo” designaba a los países que no pertenecían
a ninguno de los bloques enfrentados en la Guerra Fría: el bloque occidental (Estados Unidos, Europa Occidental,
Japón, Canadá, Corea del Sur, Australia y aliados) pertenecía al primer mundo; el bloque comunista (Unión Soviética,
Europa Oriental, China) pertenecía al segundo mundo. Uno de los rasgos esenciales del segundo mundo es que
estaba conformado por sociedades con economías de planificación centralizadas, que concedían un papel pequeño a
la propiedad privada o la competencia entre las empresas

Otra manera de categorizar es aquella que divide a los países en aquellos “en vías de desarrollo” y los “países
desarrollados”, y que considera que los primeros están de alguna manera en una etapa de transición desde un
estado de subdesarrollo a otro de pleno desarrollo económico; por el contrario, hay ciertos países que ya han
alcanzado niveles plenos y óptimos de desarrollo económico.

El Banco Mundial utiliza una clasificación de los países según los ingresos. Esta clasificación se basa en el ingreso
nacional bruto (INB) per cápita. En base a su INB per cápita, cada economía se clasifica como de ingreso bajo, ingreso
mediano (que se subdivide en mediano bajo y mediano alto) o ingreso alto. También se utilizan otros grupos
analíticos que se basan en regiones geográficas.

¿Qué es el Ingreso Nacional Bruto y el Producto Interno Bruto de un país?

El producto nacional bruto de un país se define como el conjunto de bienes y servicios finales producidos por
sus factores de producción y vendidos en el mercado durante un periodo dado, generalmente un año.

El producto bruto interno (PBI)es una magnitud macroeconómica que expresa el valor monetario de la producción
de bienes y servicios de demanda final de un país o región durante un período determinado, normalmente de un
año.

Modernización y dependencia

Teorías de la modernización

La sociología científica tuvo uno de sus mayores exponentes en la teoría de la modernización. Solari y sus
colaboradores (1976) indican que uno de los postulados centrales de la teoría de la modernización es que en la
actualidad la sociedad se encuentra “en transición”, y el proceso de desarrollo económico supone un estado inicial y
un estado final. Por lo tanto, se entiende que culmina con el paso de una sociedad “tradicional” a una
“desarrollada”. El estado final se corresponde empíricamente con el de las sociedades actualmente desarrolladas.

La teoría de la modernización concibe, entonces, al desarrollo como la adopción de pautas de comportamiento,


actitudes y valores identificados con la racionalidad económica moderna, caracterizada por la búsqueda y obtención
de la máxima productividad y ganancia. También identifica los posibles obstáculos que pueden surgir en la plena
implantación de la modernidad y define los instrumentos de intervención capaces de resolver y alcanzar los
resultados deseados en el sentido de aproximar a cada sociedad y nación ese modelo teórico de sociedad.

El rasgo fundamental del tipo de sociedad industrial moderna es el que se considera en el concepto de
secularización, el cual designa un proceso compuesto por tres tipos de cambios continuos (Solari et al., 1976):

1) cambios de la estructura normativa predominante, en términos de que los individuos se ven cada vez menos
constreñidos a actuar según las formas estrictamente preestablecidas, por lo que se multiplican las situaciones en
que pueden optar lícitamente entre diversas alternativas (es el pasaje de la acción prescriptiva a la electiva);
2) paso de la institucionalización de lo tradicional a la institucionalización del cambio: se legitima la innovación,
etcétera;

3) especialización creciente de las instituciones y surgimiento de sistemas valorativos específicos y relativamente


autónomos para cada espera institucional.

Sintetizamos las ideas de Rostow en función de los trabajos de Preston (1999) y Valencia (2005):

1) La situación inicial es la sociedad tradicional. La característica de esta sociedad es la de una estructura con
funciones de producción limitadas y con un desarrollo científico también rudimentario. Esto no significa que la
sociedad tradicional fuese totalmente estática. Sin embargo, la falta de ciencia y tecnología modernas puso límites a
su modo de organización. Rostow caracteriza esta sociedad tradicional en función de su base agrícola, su forma de
gobierno basada en el clan y la mentalidad fatalista.

2) La segunda etapa del proceso, siguiendo con el argumento esbozado en el trabajo de Preston (1999), tiene que
establecer condiciones previas para el despegue hacia el crecimiento autosostenido. El ejemplo que se da es Europa
Occidental a fines del siglo XVII y comienzos del XVIII, cuando la sociedad medieval se desintegra, la ciencia moderna
crece y el comercio se desarrolla. En tal periodo histórico comienza el proceso de rehacer la sociedad tradicional.

3) La tercera etapa se vuelve “normal”. Rostow sostiene que el despegue implica la superación de los viejos bloques
y resistencias al crecimiento. Hay enclaves limitados de la actividad moderna que finalmente se expanden y llegan a
dominar el conjunto de la sociedad. En una década o dos, la estructura básica de la economía se transforma de tal
manera que hay una tasa constante de crecimiento que puede ser sostenida regularmente. El impulso inicial se
deriva del avance tecnológico y de la formación del capital social fijo. El país que ejemplifica este proceso de
despegue es la Inglaterra de finales del siglo XVIII y principios del XIX. Para Valencia (2005), el despegue de algunos
países de América Latina como Brasil, México, Chile o Argentina puede situarse en este período, porque coincide
(grosso modo) con el proceso de industrialización por sustitución de importaciones que dejó atrás a la vieja
economía primario-exportadora; aunque no la desmanteló, sino que la refuncionalizó en el contexto de la expansión
del capitalismo.

4) En la cuarta etapa, hay un período largo de progreso y, como consecuencia de esto, las industrias avanzan,
maduran y se estabilizan. Este es un momento de buen ajuste a los mecanismos sociales e institucionales: con el
tiempo se establecen una economía y una sociedad maduras que se basan en la absorción de nuevas tecnologías
generadas internamente. Se pasa de una situación donde una proporción del ingreso nacional se invertía en
importaciones a una inversión y la sustitución de estas; esto permite la producción masiva de mercancías destinadas
a la exportación a otros países.

5) La quinta etapa es el período de consumo masivo: los sectores principales se apartan de las industrias pesadas
hacia el abastecimiento de bienes de consumo duraderos y servicios en el mercado de consumo. La sociedad ha
efectuado el tan buscado cambio hacia una modernización.

El denominador común puede sintetizarse en dos postulados que influirán en las ciencias sociales hasta nuestros
días, sobre todo, en la metodología para comparar sociedades industriales desarrolladas y sociedades
subdesarrolladas y dependientes. Los puntos en común son los siguientes:

1) El subdesarrollo es una etapa previa y necesaria para alcanzar un capitalismo pleno. El corolario de esta tesis es
que hay un continuum en un proceso lineal de desarrollo, donde es necesario reunir condiciones de la primera etapa
para poder alcanzar la plenitud.

2) La segunda tesis es de orden metodológico. Se expresa en un conjunto de parámetros formales para medir el
subdesarrollo; se utilizan índices como: alfabetización, nutrición, natalidad y mortalidad, ingreso per cápita, niveles
de pobreza. Estos indicadores expresan el nivel en el que se encuentra una sociedad en relación al continuum
evolutivo

Teoría de la dependencia

Esta perspectiva analítica es una crítica al marco interpretativo de los anteriores modelos explicativos, como la teoría
de la modernización, que ponía énfasis en un supuesto subdesarrollo de las sociedades latinoamericanas. Si bien
aquí hacemos referencia a la teoría de la dependencia como un cuerpo coherente de análisis, en realidad se trata
más bien de un conjunto de autores con ideas que muchas veces no están de acuerdo. Bajo este contexto es más
adecuado hablar de teorías de la dependencia en plural y no en singular.

Es importante entender el contexto de surgimiento de la teoría de la dependencia. Por esta razón, profundizaremos
en el tópico retomando la exposición de Theotonio dos Santos (1998). Para Santos (1998), las ciencias sociales en la
región comenzaron a reflejar una nueva realidad. Como vimos en las secciones anteriores, las ciencia sociales se
habían constituido en el siglo XIX en torno a la explicación de la Revolución Industrial y del surgimiento de la
civilización occidental como un gran proceso social creador de la modernidad que correspondía a un nuevo estadio
civilizatorio, representado a veces como resultado histórico de la acción de las fuerzas económicas y sociales, como
son el mercado y las burguesías nacionales. En otras circunstancias, las ciencias sociales aparecen como el resultado
de un modelo de conducta racional del homo-economicus y del individuo racionalista y utilitario, que serán
expresión última de la naturaleza humana, cuando esta quede liberada de tradiciones y mitos antihumanos. Otras
veces, estas conquistas económicas, políticas y culturales se presentarán como producto de una superioridad racial o
cultural de Europa

Solari y sus colaboradores (1976) señalan que este enfoque latinoamericano, conocido como teoría de la
dependencia, postula:

a) una integración entre las ciencias sociales y la historia;

b) una concepción del desarrollo muy diferente;

c) la consideración de la explicación la inserción de las sociedades latinoamericanas en el sistema capitalista mundial


como elemento esencial;

d) la consideración del problema político y del papel del Estado;

e) la identificación de las situaciones estructurales básicas y de las formas en que se sucedieron en América Latina. El
punto fundamental de la explicación es analizar la inserción de las sociedades latinoamericanas en el sistema
capitalista mundial. Es decir, no existen grados de desarrollo: lo que encontramos son pautas históricas de
explotación de unos países sobre otros y un sistema económico mundial interconectado y desigual.

Hasta aquí, podemos ver las profundas disparidades que existen entre el paradigma de la modernización y el de la
dependencia. Debemos citar, también, dos importantes antecedentes de la teoría de la dependencia (Santos, 1998):

1) El surgimiento de una tradición crítica al eurocentrismo, implícito en la teoría del desarrollo. Se deben incluir, en
este caso, las críticas nacionalistas al imperialismo euro-norte-americano y la crítica a la economía neoclásica de Raúl
Prebisch y de la CEPAL (Comisión Económica para América Latina).

2) El debate latinoamericano sobre el subdesarrollo, que tiene como primer antecedente el debate entre el
marxismo clásico y el neomarxismo, en el cual se destacan las figuras de Paul Baran y Paul Sweezy.

Así, las ideas centrales de la teoría de la dependencia son (Santos, 1998):

1) el subdesarrollo está conectado de manera estrecha con la expansión de los países industrializados;

2) el desarrollo y el subdesarrollo son aspectos diferentes del mismo proceso universal;

3) el subdesarrollo no puede ser considerado como la condición primera para un proceso evolucionista;

4) la dependencia, con todo, no es solamente un fenómeno externo, sino que se manifiesta también en diferentes
formas en la estructura interna (social, ideológica y política).

Una de las características de esta nueva teoría fue la interdisciplinariedad, inspirada de alguna manera en una
extensa tradición intelectual latinoamericana de pensadores que tuvieron al ensayo como principal medio de
comunicación. Estas originales propuestas metodológicas superaban las aplicaciones de teorías, metodologías o
propuestas científicas importadas de los países centrales, y comenzaron a abrir un campo teórico propio, con
metodología propia y una identidad específica.
Sintetizamos los puntos que debe tener la teoría de la dependencia en la actualidad, como escuela de pensamiento
que busque interpretar, ahora, la realidad social latinoamericana:

1) La teoría social se debe desprender de su extrema especialización y retomar la tradición de las grandes teorías
explicativas con el objetivo de reordenar el sistema de interpretación del mundo contemporáneo.

2) Esta reinterpretación debe superar, sobre todo, la idea de que el modo de producción capitalista, surgido en
Europa en el siglo XVIII, es la referencia fundamental de una nueva sociedad mundial. Este fenómeno debe ser visto
como un episodio localizado, parte de un proceso histórico más global que envuelve la integración del conjunto de
las experiencias civilizadoras en una nueva civilización planetaria, pluralista y no exclusivista, basada en la no
subordinación del mundo a ninguna sociedad determinada.

3) La formación y evolución del sistema mundial capitalista debe orientar el análisis de las experiencias nacionales,
regionales y locales, buscando rescatar las dinámicas históricas específicas como parte de un esfuerzo conjunto de la
humanidad por superar la forma explotadora, expropiatoria, concentradora y excluyente en que este sistema
evolucionó.

4) El análisis de este proceso histórico debe rescatar su forma cíclica, procurando situar los aspectos acumulativos en
el interior de sus límites, establecidos por la evolución de las fuerzas productivas, y las relaciones sociales de
producción, la justificación ideológica de estas relaciones y los límites del conocimiento humano.

5) En este sentido, la evolución de la ciencia social debe ser entendida como parte de un proceso más global de la
relación del hombre con la naturaleza: la suya propia, la inmediata, la ambiental y el cosmos, solo aparentemente
ausente de la dinámica de la humanización. Esto es, ella debe ser entendida como un momento de un proceso más
amplio de desarrollo de la subjetividad humana, compuesta de individuos y pueblos que están construyendo el
futuro siempre abierto de estas relaciones. (Santos, 1998, p. 19).

MODULO 4
Conceptos fundamentales en el estudio del cambio social

El cambio social es inherente a toda sociedad. En ocasiones ocurre de manera casi imperceptible y, en otras, como
en el caso de las revoluciones, ocurre intempestivamente. Podemos, además, observar cambios sociales en
diferentes aspectos de una sociedad; a veces se los relaciona con cuestiones económico-políticas, pero también
podemos hablar de cambio cultural cuando las modificaciones sustanciales se observan a nivel éticoidentitario. El
paso de un sistema feudal a uno capitalista, por ejemplo, fue un cambio a nivel económico-político, de gran
envergadura, que consecuentemente trajo aparejado un cambio cultural. Este cambio se presentó paulatinamente y
su consolidación llevó un largo tiempo. En cambio, si observamos los cambios culturales ocurridos a partir del
desarrollo de las nuevas tecnologías durante las últimas décadas, veremos que son abruptos, significativos y que se
presentan con una velocidad que muchas veces nos deja perplejos.

La idea de cambio social será cuestionada a lo largo de este módulo porque, en nuestra búsqueda de romper con el
sentido común, intentaremos poner en cuestión los supuestos relacionados tanto con la connotación positiva del
cambio social, que ve en esta la evolución y adaptación de una sociedad a las necesidades particulares de cada
momento histórico, como con la connotación negativa, que entiende el cambio como un abandono de ciertos
valores y reglas de conducta tradicionalmente aceptados como correctos. En este sentido, los sectores considerados
progresistas y modernistas tenderán a ver el cambio social como algo deseable en pos de buscar nuevas estructuras,
mientras que los sectores denominados conservadores o reaccionarios tenderán a cuestionar los cambios sociales,
que percibirán como nocivos frente a las estructuras tomadas como válidas.

El evolucionismo clásico.

La analogía orgánica

Los teóricos que plantean esta analogía encuentran dos puntos de encuentro fundamentales entre un organismo
biológico y lo que denominan organismo social. Un punto se refiere a la anatomía, es decir, a la construcción interna
que tiene un organismo (biológico o social); otro punto se refiere a la fisiología, es decir, al funcionamiento interno
de dicho organismo
1) En referencia a la anatomía, el organismo biológico y el social se asemejan, porque se trata de elementos
agrupados en unidades más complejas y unidos o integrados por una determinada red de relaciones (denominada
“estructura”).

2) En referencia a la fisiología, la similitud estaría en el hecho de que los elementos orgánicos y sociales realizan
acciones específicas, contribuyendo así a su preservación y continuación. En otras palabras, habría una similitud de
funciones entre los componentes de un organismo vivo y de una sociedad.

Comte y el concepto idealista de la evolución

Cuando hablamos de Auguste Comte, no podemos omitir su planteamiento de la ley de los tres estadios. Estos
estadios que plantea el autor se refieren a formas por medio de las cuales las personas explican los hechos que
ocurren en la realidad

En el estadio teológico, las personas encuentran la explicación para los hechos en poderes sobrenaturales. En
primera instancia, el poder sobrenatural es atribuido a ciertas cosas, lo cual se denomina fetichismo; luego, a varios
dioses (politeísmo); y, finalmente, a un Dios (monoteísmo).

En el estadio metafísico, los sujetos reemplazan a los dioses por causas y esencias abstractas que operan como
principios de la realidad concebidos por la razón. Así, las cuestiones de la realidad se explican a partir de entidades
tales como la soberanía o la ley.

En el último estadio, denominado positivo, para la explicación de los hechos se invocan leyes basadas en la evidencia
empírica (observación, comparación, experimentación). Es la etapa de la ciencia y el industrialismo. De acuerdo a la
postura de Comte, este estadio daría lugar a un desarrollo infinito. Por tanto, para Comte, la evolución es del
conocimiento y el depósito de conocimiento.

Spencer y el concepto naturalista de la evolución

El presupuesto básico de Spencer es que toda realidad (natural o social) es básicamente material. Por tal razón, la
evolución es el principio común a toda realidad. La evolución procede por medio de la diferenciación estructural y
funcional: de la simplicidad a la complejidad; de lo amorfo a la articulación de las partes; de la uniformidad, la
homogeneidad, a la especialización, a la heterogeneidad, y de la fluidez a la estabilidad.

El mecanismo de la evolución está basado en tres regularidades: primero, hay una inestabilidad inherente de las
poblaciones uniformes, homogéneas; segundo, hay una tendencia a amplificar estas desigualdades, la
especialización de los papeles se profundiza, las disparidades de poder y riquezas crecen; tercero, como la gente de
posición parecida tiende a agruparse (papeles, funciones, prestigio, riqueza), la sociedad empieza a dividirse en
fracciones, clases y grupos según diferenciaciones de clase, de nación y de ocupación

Lewis Morgan y la concepción materialista de la evolución

Para este autor, son las invenciones y los descubrimientos los que transforman la vida de las poblaciones. Desde esta
lógica, las necesidades (materiales) humanas funcionan como motor para el cambio, puesto que, en pos de
satisfacerlas, se desarrollan las invenciones tecnológicas que con el correr del tiempo modifican significativamente la
vida familiar de las personas, su organización, sus modelos económicos y políticos, sus valores culturales y su
cotidianeidad.
En su libro La sociedad primitiva, el autor propone tres fases en la historia de la humanidad, distinguidas en función
de la complejidad tecnológica alcanzada: salvajismo, barbarie y civilización. Desarrollaremos brevemente cada una
en el siguiente cuadro.

Emile Durkheim y el concepto sociologista de evolución

Como hemos afirmado previamente, Durkheim buscaba las causas de todo hecho social en otro hecho social. Por
esta razón, buscó las razones de la evolución social en la división del trabajo. Durkheim afirmaba que la
diferenciación de tareas y de funciones provocaba, a la larga, la evolución de las sociedades, lo que lo habilitaba a
hablar, así, de un tránsito de la sociedad tradicional a la sociedad moderna: la primera, caracterizada por una forma
de solidaridad mecánica, con vínculos fuertes, alto grado de control social y colectivismo; la segunda, con una forma
de solidaridad orgánica, de individuos autónomos, con actividades claramente diferenciadas, en el marco de la
división del trabajo, de lazos de complementariedad y ayuda mutua.

Ahora bien, si la división del trabajo es el elemento que rompe con la sociedad de solidaridad mecánica para dar
paso a una sociedad moderna caracterizada por formas de solidaridad orgánica...

¿Cuál es el motor que genera la división del trabajo?

Durkheim propone el concepto de densidad dinámica para explicar la forma en que se genera esta evolución. La
densidad dinámica está en relación directa con dos variables: la densidad poblacional y el nivel de interacción
existente entre los miembros de una sociedad. Si estas dos variables se articulan, la densidad dinámica posibilita la
constitución de un nuevo tipo de solidaridad.

Ferdinard Tönnies y la evolución sin progreso

Este pasaje de un tipo de sociedad a otra se ha explicado también bajo los términos de comunidad y sociedad,
discusión en la cual Tönnies realiza su aporte; de hecho, él fue el primero en abordar esta cuestión desde una
perspectiva con pretensiones científicas, utilizando directamente los conceptos de comunidad y sociedad

Así, la comunidad se caracteriza por presentar relaciones sociales fuertes a partir de los lazos de parentesco. Por ello,
la institución típica es la familia.

Lester Ward y la evolución de la evolución

La idea central de este autor es que el mecanismo mediante el cual las sociedades evolucionan también evoluciona.
Si en el principio del mundo la evolución se daba de manera natural, en sociedades avanzadas se da a partir de la
planeación de las acciones en la búsqueda de ciertos fines. De esta manera, la evolución se gesta con anticipación y
adoptando la perspectiva de construir el futuro.
SINTETIS

Teorías viejas y nuevas de la modernización

¿Qué entendemos por modernización?

Antes de avanzar, recapitularemos brevemente lo visto en el Módulo 1 acerca de la modernidad. En la primera


lectura, nos hemos referido a dicha etapa como un proceso de transformaciones sociales, políticas, económicas y
culturales que tuvo lugar en occidente a partir del siglo XVI y que alcanzó su esplendor en los siglos XIX y XX. El
desarrollo de la industria provocó un cambio que se extendió a todas las esferas mencionadas. Las migraciones de
campesinos a espacios cercanos a las industrias, en busca de trabajo, dieron lugar a la formación de ciudades. La
sociedad tradicional se reconfiguró bajo formas de pensamiento racional; la burocratización y la democratización
fueron rasgos distintivos de esta nueva sociedad moderna, caracterizada también por el desarrollo del capitalismo y
del pensamiento individual. La crisis surgida a raíz de este gran cambio despertó el interés de los pensadores,
autores clásicos de la sociología, que también desarrollamos en el Módulo 1.

Ahora bien, hablar de teorías de la modernización implica adoptar una postura particular y más restringida en torno
a la forma en la que este proceso ha sido llevado a cabo por ciertas sociedades denominadas subdesarrolladas (por
no haber podido alcanzar un espacio en el centro de la sociedad moderna).

En el transcurso del Módulo 3, desarrollamos lo central de la teoría de la modernización e hicimos referencia a la


estratificación global y a las diferentes propuestas que surgieron para explicar la desigualdad entre los países. En
este cuarto módulo, nos referiremos a las teorías de la modernización para abordar la manera en la cual explican el
cambio social.

Las teorías de la modernización surgen en la etapa posterior a la Segunda Guerra Mundial, momento en el cual el
mundo queda dividido en tres: el primer mundo, integrado por países capitalistas, desarrollados e industriales; el
segundo mundo, socialista y en proceso de industrialización; y el tercero, conformado por las sociedades
poscoloniales y preindustriales, entre las cuales, por supuesto, se contaban los países latinoamericanos

Sztompka, autor cuyo texto constituye la bibliografía básica de esta unidad, considera que las teorías de la
modernización y la de la convergencia, que se ocupan de analizar el contraste entre el primer mundo y tercer mundo
y el contraste entre el primer mundo y el segundo mundo, respectivamente, pueden entenderse como formas de
“reencarnación” (Sztompka, 1993, p. 156) de la orientación evolucionista. ¿Por qué? Porque sus aportes teóricos
están orientados a analizar e interpretar el avance de las sociedades menos desarrolladas hacia sociedades más
desarrolladas. En otras palabras, quienes trabajan desde estas teorías se proponen analizar el desarrollo y las causas
de la ocurrencia (o no) de este.

¿Cómo se entienden los cambios sociales desde esta teoría?

El sesgo evolucionista de dicha teoría mengua a medida que esta avanza a partir de las críticas que recibe. En esta
ocasión, nos enfocaremos en desarrollar el concepto de cambio desde los presupuestos de la teoría de la
modernización, considerando especialmente las producciones iniciales de los años 50 y 60.
Los cambios sociales son unilineales e irreversibles

¿Qué significa que los cambios son unilineales? Significa que hay un único camino a seguir para alcanzar el estado de
desarrollo considerado como deseable, y ese camino es el que han seguido los países industrializados.

Desde este enfoque, el desarrollo se entiende como un cambio inevitable, irreversible, mediante el cual las
sociedades se mueven hacia la modernidad, la cual, según los sociólogos, se evidencia en las características de las
sociedades democráticas, industrializadas y capitalistas de occidente.

Los cambios sociales son graduales y deseables

De acuerdo con los autores enmarcados en la teoría de la modernidad, los cambios no ocurren de manera abrupta
(como podía analizarse, por ejemplo, desde una postura marxista, la revolución); por el contrario, los cambios
ocurren de manera gradual, incremental y pacífica. Por ello, estos pensadores proponían ciertos estadios
insoslayables por los cuales las sociedades debían pasar para alcanzar su desarrollo. El cambio se daría, entonces, en
una secuencia regular de estadios y a partir de un movimiento endógeno.

El cambio hacia la modernización era considerado como necesario, además de irreversible, endógeno, y beneficioso.
Sin embargo, más adelante en el tiempo, empezaron a ver el proceso de modernización ya no como irreversible e
inevitable, o como un proceso evolutivo autosostenido, sino como una forma de emulación de los países
subdesarrollados en relación con los desarrollados, emulación que debía estimularse mediante los andamiajes
necesarios

¿Cuál es, entonces, el motor de cambio para las teorías de la modernización?

Desde una postura darwinista, este cambio puede darse de manera muy lenta, y se asume la existencia de
sociedades más adaptadas que otras; por lo tanto, el desarrollo debería, en este caso, ser movilizado desde arriba, a
partir de una toma de conciencia por parte de las sociedades más avanzadas acerca de las limitaciones de las
subdesarrolladas. Pero también podría movilizarse el cambio a partir de un efecto demostrativo, facilitando el hecho
de que las sociedades menos desarrolladas experimenten los beneficios del desarrollo mediante, por ejemplo, el
turismo, los filmes, etcétera. En este caso, las sociedades desarrolladas desencadenarían el potencial modernizador
de la sociedad (Sztompka, 1993).

Finalmente, la tecnología resulta un motor de movimiento hacia la modernización. A partir de los descubrimientos e
innovaciones, se modifica la forma de organización social, de vida política, de patrones culturales y de vida cotidiana.
Por esto, la adopción global de tecnologías semejantes implica la homogeneización cultural de las sociedades. El
argumento central de esta propuesta radica en que la ascendencia de tecnologías modernas tarde o temprano
provoca la similitud e incluso la uniformidad de las distintas sociedades, y elimina las diferencias locales.

La crítica de la idea de modernización

Empíricamente, se la ha criticado por ser contraria a la evidencia histórica. Es decir, basta con observar la realidad de
los países denominados desarrollados para comprobar que el cambio hacia el desarrollo inevitable del cual hablaban
los teóricos de la teoría de la modernización no ocurrió; por el contrario, la pobreza es cada vez más implacable, la
brecha de desigualdad es mayor y los rasgos culturales completamente lejanos a la idea de modernización (como el
fundamentalismo religioso, por ejemplo) no dejan de emerger.

La postura crítica complejiza la mirada sobre el cambio y hace comprensible, entre otras cuestiones, que en
sociedades tradicionales pueden observarse rasgos beneficiosos, que la modernización acarrea efectos secundarios
que poco tienen que ver con la mejora de la condición humana, que los recorridos hacia la modernización difieren
ampliamente de sociedad en sociedad y que la concepción occidentalista de los fines de la modernización (que toma
como países de referencia a los Estados nación europeos) es profundamente etnocéntrica.
El cambio desde el materialismo histórico

Los rasgos evolucionistas de las propuestas de Marx se observan en los siguientes postulados: por una parte, Marx
creía firmemente en el progreso y compartía el optimismo de los evolucionistas; por otra parte, entendía que el
mecanismo de cambio era inherente a las sociedades, es decir, que los cambios se generaban desde adentro;
finalmente, como los evolucionistas, explicaba los cambios históricos a partir de estadios.

Sztompka (1993) propone comprender la teoría de Marx a partir de la metáfora de los escalones. ¿Qué significa
esto? Se trata de entender que la propuesta de Marx no se reduce a enfocarse en un aspecto particular de la
sociedad, sino que ofrece una mirada compleja y multidimensional de aspectos generales y particulares de las
sociedades analizadas.

Te recomendamos ver ahora el video temático de este módulo, denominado Filosofía y praxis: la dialéctica en el
pensamiento de Marx

¿Por qué materialismo?

Cuando hablamos de materialismo, planteamos una oposición al idealismo hegeliano, del cual Marx parte para
explicar su concepción del mundo. Marx retoma de la propuesta de Hegel la forma dialéctica de entender el mundo.
A riesgo de simplificar en demasía, podemos señalar que Hegel ofrece una postura filosófica en la cual la pregunta
central radica en torno a cómo se genera el saber absoluto, y la respuesta que brinda reside en la dialéctica del
espíritu. Mostrar el origen del saber absoluto lleva a Hegel a desarrollar su Fenomenología del Espíritu

Lo particular de la propuesta de Hegel es que la forma de pasar de un estadio a otro no es lineal, sino dialéctica.
¿Y qué es la dialéctica?

Se entiende la dialéctica como la unión y la superación de los contrarios. El pensamiento aristotélico, la lógica
tradicional, se asienta sobre el principio de la no contradicción; es decir, resulta imposible afirmar y negar una cosa
al mismo tiempo. Por ejemplo: resultaría imposible decir “estoy contento y no estoy contento” al mismo tiempo. Por
el contrario, la lógica dialéctica no solo que permite esta contradicción, sino que además la resuelve a partir de la
síntesis, de la cual se obtiene un conocimiento nuevo. De esta manera, hay una afirmación, la oposición a esta
afirmación y la nueva afirmación que resuelve y supera la contradicción. En términos dialécticos, hablamos de una
tesis, su antítesis y la síntesis final.

En otras palabras, Marx toma la dialéctica del reino de la filosofía, pero la aplica al mundo de las relaciones sociales
que existen en el mundo material.

¿Cuál es el motor de cambio?

Retomando el tema que nos ocupa en esta lectura, intentaremos dar respuesta a la pregunta acerca de cuál es el
motor de cambio social a partir de esta postura teórica. En primer lugar, y dada la forma dialéctica de entender el
mundo, el origen del cambio estaría en la contradicción. En el mundo material, esta contradicción podría observarse
en el conflicto de intereses que se da entre una clase y otra. Así, en los distintos momentos históricos que Marx
analiza, se registran conflictos entre clases que, llevados al extremo, dan lugar al quiebre del sistema tal como está y
a la constitución de uno nuevo. De este modo, los diferentes sistemas dan cuenta de luchas de intereses entre
clases: amos y esclavos, señores y siervos, burguesía y proletariado.

En segundo lugar, como ya indicamos al principio, dada su raíz evolucionista, el motor de cambio se entiende como
endógeno con respecto a la sociedad. En palabras simples, podríamos decir que resultaría natural que el conflicto se
exacerbe al punto de romper con el sistema y dar lugar a otro sistema.

La metáfora de los escalones

Sztompka (1993) realiza un análisis de la teoría de Marx e indica que esta debe comprenderse como una mirada de
la sociedad desde distintos niveles. Cada escalón representa un nivel, y atravesar los escalones en una u otra
dirección implica comprender a la sociedad desde lo individual hacia lo colectivo, y a la inversa; desde lo empírico
hacia lo abstracto, y a la inversa. Allí radica, de acuerdo con el autor, la complejidad de la propuesta de Marx.

El cambio definitivo para Marx estaría dado por la revolución, la cual permitiría abolir la propiedad privada y, de esta
manera, construir una sociedad sin clases. Sin embargo, dicha revolución solo sería posible a partir de que el
proletariado tomara conciencia de su condición de clase, de su opresión.

La revolución

El abordaje que nos ofrece Sztompka (2003) nos permite analizar la revolución desde el nivel histórico-mundial,
desde el nivel socioestructural y desde el nivel de la acción (es decir, desde lo más general hacia lo más particular).
Así, en el nivel histórico-mundial, las revoluciones significan transformaciones de toda la formación socioeconómica;
mientras que en el nivel socioestructural, las revoluciones implican el reemplazo de la clase dirigente por la clase
contendiente; finalmente, en el nivel de la acción individual la revolución se refiere a las acciones masivas,
colectivas, en las que los intereses, primordialmente económicos, de algunas personas prevalecen sobre los de otras.

La concepción de futuro

El futuro para Marx implicaba la emergencia del comunismo, el que sería posible a partir de la abolición de la
propiedad privada y la disolución del Estado. Esto implicaba, a nivel socioestructural, el establecimiento de una
sociedad sin clases, y a nivel individual… la completa desalienación de los miembros de la sociedad, esto es, el logro
de la libertad completa: la libertad negativa de todas las constricciones estructurales, y la libertad positiva para
modelar la organización social y sus instituciones de acuerdo con la propia voluntad
Nuevas perspectivas en sociología
Crítica a los fundamentos eurocéntricos de las ciencias sociales y la sociología

Para presentar esta cuestión, vamos a hacer referencia a los trabajos de Marx y su análisis del “mundo colonial”, el
“tercer mundo” (aunque, como vimos previamente, esta definición es problemática) o lo que, siguiendo a la teoría
de la dependencia, podemos nombrar como el “mundo periférico”. Es en esos análisis de Marx que podemos
encontrar las tensiones a las que estamos haciendo referencia.

Santiago Castro-Gómez (2005), uno de los referentes en las críticas al eurocentrismo, plantea ciertas incongruencias
en el pensamiento de uno de los padres fundadores de la sociología, Marx. Veamos el argumento del autor.

Según Castro-Gómez, en el Manifiesto del Partido Comunista, Marx y Engels nos dicen que la burguesía es un actor
social clave y que cambia la historia, es decir, que cambia las relaciones sociales. Diversos factores contribuyeron al
ascenso de la burguesía; por ejemplo: el surgimiento de un mercado mundial que permitía comercializar los
productos y el desarrollo de una gran industria como consecuencia de la Revolución Industrial. Sumado a esto, el
“descubrimiento” de América y el intercambio con sus colonias por parte de las naciones europeas hicieron posible
la ruptura de la antigua organización feudal: la creación de nuevos mercados no pudo ser satisfecha con los
productos nacionales y se tuvo que recurrir a la introducción de mercancías provenientes de diversos lugares en el
mundo. Estos nuevos mercados impulsaron el desarrollo de la ciencia, la innovación tecnológica, la navegación a
vapor, el ferrocarril, el telégrafo eléctrico y la maquinaria industrial. Es decir, se produjo una relación recíproca: el
mercado mundial impulsó el surgimiento de la gran industria y esta, a su vez, amplió los límites del mercado
mundial.

El capitalismo, para Marx, es un sistema que se expande desde Europa hacia el resto del mundo, y el colonialismo es
tan solo un “efecto” marginal que ocurre en la construcción de un mercado mundial. Es decir, el colonialismo
(concepto central en los estudios decoloniales) para Marx no tenía alguna incidencia fundamental ni en la
emergencia del capitalismo ni a nivel cultural. Marx nunca estudió sistemáticamente el desarrollo del capitalismo en
América Latina; por ello, intentar traducir la problemática europea al resto del mundo es una tarea al menos
conflictiva.

¿Qué es el eurocentrismo?

Según Samir Amin (1989), en un texto clásico, el eurocentrismo es un “culturalismo”; esto quiere decir que se
supone que no hay variaciones culturales que posibiliten diferentes trayectos históricos a los diferentes pueblos, y
que estos son irreductibles entre si.

El eurocentrismo es un fenómeno específicamente moderno cuyas raíces no van más allá del Renacimiento y que se
difundió en el siglo XIX; es, en este sentido, parte de la cultura y la ideología del mundo capitalista moderno.

Si pensamos en términos de teorías (como lo estuvimos haciendo hasta ahora), el eurocentrismo no es una teoría
social que, por su coherencia global y su aspiración totalizadora, pretenda explicar el conjunto de los problemas que
las teorías sociales proponen dilucidar; es, más bien, una distorsión (Amin, 1989), aunque sistemática e importante,
que la mayoría de las ideologías y las teorías sociales dominantes (por ejemplo, las que vimos) tienen. El
eurocentrismo es un “paradigma subyacente” que funciona de manera espontánea en la vaguedad de las evidencias
aparentes, en el sentido común, y se manifiesta de diferentes maneras.

Para decirlo en términos más simples, el eurocentrismo supone que Europa y su cultura fueron el centro y el motor
de la evolución social; por lo tanto, la historia europea se concibe como la “historia universal”.

Decolonialidad

El pensamiento “descolonial” o “decolonial” puede ser entendido como un conjunto de reflexiones críticas sobre lo
que se llamó el “lado oscuro de la modernidad”, cuyo objetivo es transformar los contenidos, términos y condiciones
en los cuales el eurocentrismo y la colonialidad se han expandido en las ciencias sociales
Seis rasgos principales en los cuales los intelectuales vinculados a este “paradigma”:

1) El primer punto es distinguir colonialismo de colonialidad. Por colonialismo entendemos la dominación política o
militar que garantiza la explotación de las colonias de manera directa. Por colonialidad hacemos referencia a un
fenómeno histórico más complejo, que tiene su origen en el colonialismo. Se trata de un patrón de poder que opera
naturalizando jerarquías territoriales, raciales, culturales y epistémicas.

2) El segundo punto es entender a la colonialidad como el “lado oscuro” de la modernidad.se trata, de que no hay
modernidad sin colonialidad: son dos caras de la misma moneda. Por lo tanto, no hay modernidad sin colonialidad y
no hay colonialidad sin modernidad. Por esta razón, Restrepo y Rojas (2010), explican que bajo esta tradición
generalmente se tiende a escribir modernidad/colonialidad. La barra oblicua “/” indica precisamente que la relación
es de constitución mutua de los dos términos, así como de jerarquización entre ellos.

3) En tercer lugar, problematizar los discursos eurocentrados e intramodernos de la modernidad. La modernidad se


origina en Europa y de allí es exportada o difundida, con mayor o menor eficacia, hacia otros lugares del mundo.

4) En cuarto lugar, pensar en términos de un sistema mundializado de poder. En función de los argumentos
precedentes, esta tradición no analiza los problemas en términos de países, estados o regiones aisladas, sino que el
objetivo es comprender lo que sucede en un país o región en relación con un sistema mundial de poder.

5) En quinto lugar, en vez de pensar en un nuevo paradigma, la inflexión decolonial se considera en sí misma como
un paradigma otro.

6) Finalmente, la inflexión decolonial aspira a consolidar un proyecto decolonial. Las profundas críticas
epistemológicas de esta tradición no solamente tienen como objetivo problematizar la colonialidad del saber sino
que también buscan la articulación práctica (no solo académica) con intervenciones en el mundo social; es decir,
buscan, además, pensar un “proyecto político de descolonización” de la colonialidad del poder, del saber, del ser y
de la naturaleza.

A modo de síntesis, Restrepo y Rojas (2010) afirman que esta perspectiva se caracteriza por una serie de
desplazamientos o problematizaciones de las formas dominantes de comprensión de la modernidad (y esto incluye,
además de la sociología, la historia o la filosofía). Esta tradición se inspira en la idea de Quijano de que a la
colonialidad hay que entenderla en la perspectiva del sistema-mundo y a partir de su patrón de poder global. En este
sistema se jerarquizan y diferencian las poblaciones apelando a un discurso racial.

Como podrás concluir, la modernidad es un punto fundamental en la perspectiva decolonial. Las preguntas y
propuestas teóricas de este enfoque están orientadas a la comprensión de la experiencia de la modernidad. La
inflexión colonial también propone una epistemología, un sujeto y un proyecto político que cuestionan a los modelos
eurocentristas del conocimiento.

Finalmente, se entiende la inflexión decolonial, según Restrepo y Rojas (2010), como una corriente intelectual
definida en torno a una serie de problematizaciones que elabora un sistema más o menos coherente de conceptos
en una narrativa: se busca cuestionar los contenidos, pero también los términos (las condiciones) del sistema mundo
moderno/colonial y sus diversas articulaciones locales. En este orden, podemos identificar la inflexión colonial, en un
sentido amplio, cuando hacemos referencia a un conjunto de pensamientos críticos posicionados desde el lado
subalterno, donde se busca transformar el contenido y los términos a través de los cuales se ha reproducido el
eurocentrismo y la colonialidad en el sistema-mundo. En un sentido restringido, la inflexión colonial hace referencia
a una serie específica de categorías y problemáticas generadas en los últimos años por un conjunto de intelectuales
que buscaban visibilizar el presente de la colonialidad.

Perspectiva de género

Como señala Carapia (2004), el siglo XX fue el marco de grandes transformaciones sociales que provocaron
importantes cambios en la vida de las mujeres y su incorporación al ámbito público, es decir, su entrada en el
“mundo de lo social”. En ese sentido, la Primera y Segunda Guerra Mundial obligaron a las mujeres a incorporarse al
trabajo en las industrias y sustituir a los hombres que estaban en el frente de batalla. Esto, en principio, implicaba
que muchas de ellas, finalizada la guerra, regresaran al ámbito de lo doméstico (su espacio privado). Sin embargo,
durante la segunda posguerra muchas mujeres continuaron con sus actividades remuneradas, lo cual inició una
incorporación masiva del sexo femenino al ámbito laboral.

Destacamos tres elementos fundamentales en el cambio de la condición social de las mujeres en el siglo XX (Carapia,
2004):

1) El primer aspecto, como señalamos anteriormente, fue la incorporación al trabajo remunerado.

2) En segundo lugar, la incorporación masiva de las mujeres a la educación, en particular a la educación superior,
situación que creció en forma acelerada durante la segunda mitad del siglo XX.

3) En tercer lugar, la participación de la mujer en la vida cotidiana: el hecho de identificarse como ciudadana, como
ser social y su derecho participar en las votaciones. Estos procesos explicaron la importancia de este sujeto histórico

Lo que plantea Carapia (2004), en definitiva, es que el proceso de lucha social y política, en el cual inciden las
mujeres, tiene que tener efectos e incidencias en lo macrosocial, y no solo en lo microsocial, que se presenta en una
lucha particular

Etnicidad

¿Qué es la etnicidad?

Según Giddens (2010), la etnicidad hace referencia a las prácticas culturales y perspectivas que distinguen a una
determinada comunidad de personas. Los miembros de los grupos étnicos se ven a sí mismos como culturalmente
diferentes de otros grupos sociales, y son percibidos por los demás de igual manera. Hay diversas características que
pueden servir para distinguir a unos grupos étnicos de otros, pero las más habituales son la lengua, la historia o la
ascendencia (real o imaginada), la religión y las formas de vestirse o adornarse. Las diferencias étnicas son
totalmente aprendidas; esto quiere decir que no existen grupos “nacidos para servir” o para ser “dirigentes”, sino
que se trata de construcciones sociales.

También podría gustarte