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Problemas de somnolencia diurna (sueño diurno y facilidad para dormir sentado/parado)
asociado a insomnio de la 3ª hora.
La concentración y la tolerancia al estudio o al trabajo disminuyen
considerablemente. Aparece una actitud de hastío, enfado, irritabilidad, desidia e
hiperactividad neuronal. Es común la sensación de que el trabajo o el estudio no se
pueden realizar. La corteza pre-frontal adapta un proceso de toma de decisiones rápidas
para impedir el colapso conductual, la motivación de lo rápido –aunque no sea correcto,
aparece-. En general, en las primaras 48 h, aparece un cuadro semejante a la depresión:
disminuye la capacidad de alegrase, la sensación de tiempo cambia (el tiempo pasa
lentamente), cambia el apetito y se asocia a la añoranza de que el periodo reciente-
pasado ha sido extraordinario.
A nivel de organización, resulta complicado organizar una agenda, acuerdos o citas.
Se inicia un proceso de posponer reuniones laborales/estudio. Los retrasos son evidentes
para llegar a citas, escuela o trabajo. En algunos casos es común trabajo pospuesto que
resulta más complicado llevar a cabo después del regreso vacacional. De tal manera que
es común la actividad límbica del cerebro: enojo, enfado y molestia a punto de estallar a
la menor provocación, el resultado es un mal humor o enojo sin objetivo real, que incluso
puede llegar a la violencia verbal o física.
Una liberación de adrenalina es constante, la sensación de terminar todo rápido, de
hablar fuerte para llamar la atención o la necesidad de salir para reorientar los
pensamientos son comunes. La falta de los factores dopaminérgicos hacen que el cerebro
demande las fuentes de dopamina que hace poco nos mantenían felices: el despertar
tarde, el tiempo de sobra para elegir actividades, el dormir, descansar o visitar lugares
nuevos, las comidas ricas o diversas. Al no existir, semejan un corto pero efectivo
síndrome de abstinencia.
Es común la sensación de que falta algo, aunque no se es objetivo, explica en mucho
la inquietud e inseguridad para iniciar de nuevo las actividades. Esto se asocia a la falsa
percepción de que las cosas no funcionan. El desconcierto, la sensación de sorpresa
embargan los primeros 2 días al regreso a la oficina o la escuela. La probabilidad de
fracasos financieros, negocios, exámenes o nuevos contratos es más alta que en cualquier
época del año.
Existen algunas situaciones o estados que predisponen a padecer este síndrome:
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¿Cómo se relaciona el reloj interno con el proceso que da lugar al
desarrollo del síndrome postvacacional?
El remedio, como ocurre muchas veces, está en prevenir su aparición. En este sentido se
pueden intentar diversas medidas.
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El periodo vacacional permite una libertad que no se tiene en otros periodos del año.
Ahora bien, mantener un horario nos permitirá que sigamos con un cierto biorritmo. A
medida que se acerca el fin de las vacaciones, una vuelta progresiva, aunque no sea
completa, a la rutina habitual puede favorecer que ese cambio no resulte dramático ni
catastrófico.
Evitar una motivación personal excesivamente centrada en las vacaciones. No se
puede estar deseando las vacaciones durante una mitad del año y lamentarse de que se
hayan acabado durante la otra mitad. Para ello, es conveniente mantener determinadas
aficiones. Puede haber aficiones que se hayan iniciado durante las vacaciones, que sea
recomendable mantener a lo largo del año. Evidentemente, no deben ser aficiones muy
unidas al periodo del año en el que se encuentre cada persona.
En relación a todo lo anterior, la división del periodo vacacional en varias partes
puede ayudar de forma importante a cumplir esos objetivos. Evitará que exista una
sensación de saturación respecto a las vacaciones y a la vuelta nos ayudará saber que
todavía nos quedan.
Si a la vuelta de las vacaciones se produce un enfrentamiento a un trabajo acumulado
durante el periodo estival, se pueden seguir algunas recomendaciones. En primer lugar
ordenar la mesa de trabajo evitando los montones caóticos. Se debe hacer un esfuerzo
por intentar organizar la agenda, estableciéndose un plan de lucha real que intente
afrontar las tareas pendientes con un orden de prioridades.
Si a pesar de todo lo anterior se presenta este problema, el apoyo de un especialista
puede ser muy importante. Aportará la ayuda necesaria que en ocasiones podrá ser
farmacológica, sobre todo si se presentan problemas de ansiedad o de insomnio. En otros
momentos podrá ser recomendable el empleo de antidepresivos.
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