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En general, cuando un trabajo es bueno para nuestra vida es porque nos sentimos felices
en él. Ser felices en el trabajo se mide en dos aspectos fundamentales:
En el lenguaje cotidiano solemos usar términos para ser cordiales y generar una sonrisa;
nos hacemos empáticos. El contagio emocional se refiere al proceso mediante el cual
interiorizamos emociones similares a las que observamos en otra persona, el cerebro lo
hace todos los días, a través de asociaciones, recuerdos, neuronas en espejo y cambios
neuroquímicos. El fenómeno se produce de diversas maneras. Por un lado, existe la
tendencia humana a imitar las expresiones faciales, los movimientos y las posturas de
aquellos con quienes se interactúa. Por otro, las personas pueden copiar aspectos como
el lenguaje, el tono de voz e incluso experimentar el mismo estado afectivo. Es un
proceso rápido y del que en ocasiones no somos plenamente conscientes. Un cerebro con
adecuada salud mental se pone feliz en un ambiente feliz.
Las emociones positivas son un potente favorecedor de resultados positivos en los
equipos de trabajo. Las actitudes y conductas negativas también se copian, pero tiene
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más reticencia y menor capacidad de aceptación. Generan críticas y son favorecedoras
de división social.
La situación emocional que más poder de contagio tiene es el sentido del humor. Está
comprobado que el uso del humor por parte de los trabajadores incide en la satisfacción,
una mejor comunicación y cohesión de los equipos de trabajo. Del mismo modo, el
humor es un potente amortiguador de las situaciones estresantes, condiciona una
sensación de cooperación y solidaridad para resolver un problema.
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SER FELIZ HACE UN CEREBRO MENOS REFLEXIVO
Las emociones pueden cambiar nuestra percepción de la realidad social. Por ejemplo,
estar contentos nos puede llevar a aceptar aspectos que otro estado de ánimo no lo
permitiría, en especial, tolerar las mentiras. En forma directamente proporcional a un
mayor estado de felicidad solemos aceptar lo más inverosímil o incluso podemos ser
parte de procesos que después pueden generarnos molestia o arrepentimiento. Tener
conductas cercanas a la felicidad contagia socialmente, disminuyen el estrés y la
ansiedad. Ser feliz nos acerca a un mejor estado de salud mental y física pero tiene
algunos efectos que no hay que perder de vista.
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neuroquímico que permite una modificación fisiológica en varias regiones cerebrales. La
dopamina genera inhibición en algunas estructuras neuronales y al mismo tiempo
sobreactiva otros sitios del cerebro. Es decir, este neurotransmisor tiene una actividad
dual: activa regiones del sistema límbico como los ganglios basales, la amígdala cerebral y
el hipocampo, dando como resultado una emoción sublime asociada a atención,
procesamiento de sensaciones que se quieren repetir, que nos hace irreflexivos al grado
de que no cumplir lo deseado nos puede llevar a la ira o la violencia. En paralelo, la
dopamina inhibe la corteza prefrontal: el cerebro se queda sin frenos, se hace ilógico,
impulsivo, cometemos errores o tomamos decisiones intempestivas.
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cliente, se encuentra molesto o triste, se hace más analítico del producto, razona más el
mensaje y la información, ¡es más difícil que compre algo nuevo!
Entre más felices decimos que somos, nuestro cerebro detecta menos las mentiras.
Un pequeño engaño puede ser tolerado, cuando el estado de ánimo se acompaña de
emociones positivas. El proceso es el mismo, nuestra felicidad disminuye el juicio que, en
contraste, molestos nos arrebataría un terrible enojo al descubrir una trampa.
Socialmente los cerebros suelen mentir a favor de ganancias inmediatas. Aceptar engaños
nos puede posicionar en un mejor lugar, favorecer un ingreso o ser aceptado en un
grupo. Sin embargo, esto puede generar molestias psicológicas en uno mismo, detonar en
una autoreflexión negativa, porque la corteza prefrontal inicia el proceso de
arrepentimiento. Sin embargo, en el momento que nos sentimos felices o interpretamos
con agrado los resultados de aceptar la mentira, esto disminuye el estado de autoenfado y
solemos tolerar. De esta manera, también el perdonar se hace más fácil cuando nuestro
estado de ánimo se acompaña de sonrisas.
La filosofía griega indica que un objetivo esencial del hombre en este mundo es ser
feliz. En este contexto, las Neurociencias proponen que ser feliz en la vida cotidiana es
un proceso maravilloso cerebral transitorio que condiciona una disminución de nuestra
inteligencia, para mejorar el papel social del hombre y que paradójicamente ayuda a
capacitarlo.
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