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LLORAR NOS HACE HUMANOS

Llorar es una protesta neuronal, asocia dolor, vulnerabilidad y a veces alegría. Es un


mensaje que los humanos entendemos y solemos respetar. Un código de rendición. Suele
decir más una lágrima que miles de palabras, el llanto humano, es una expresión de
nuestro cerebro.

Llorar activa el metabolismo del cerebro

Normalmente, el cerebro necesita de un litro de sangre por minuto, el 25% del volumen
que el corazón expulsa por latido. Cuando lloramos, el cerebro pide más sangre. Ninguna
emoción (reír, enojarnos, asco, miedo, etcétera) exige un incremento del metabolismo
cerebral. Cuando lloramos elevamos las necesidades de glucosa y oxígeno de la corteza
cerebral y el sistema límbico hasta en un 32%, ésta es la explicación de que cuando
lloramos incrementamos la respiración en el sollozo y nos cansamos. Por eso, es la única
emoción que más rápido se autolimita, por lo que lloramos en episodios y no podemos
mantener el gasto de energía al llorar con lágrimas, tensionados y carentes de lógica por
más de 10 minutos. Después de llorar podemos dormir para procurar reparar la tensión.
Además, después de llorar es posible tener hambre.

Llorar en la vida

Llorar es una de las conductas iniciales del cerebro. Es un proceso innato que evoluciona
en los primeros meses de vida para asociar señales de alarma, dolor o hambre. Después,
en forma gradual, llorar se convierte en una expresión emocional, que después de los 6
meses de vida, el cerebro aprende a manipular. El llanto es un requisito para el binomio
madre-hijo. Sin él, el proceso de atención sería muy débil. Paradójicamente, los primates
jóvenes (incluyendo el humano) que pierden contacto con la madre en la infancia
reducen su capacidad de llanto como adultos.
El repertorio sonoro del llanto se divide en 2 procesos los cuales pueden ser variados
en su acústica, pero generalmente son universales: el llanto de vocalizaciones cortas y el
llanto de grandes inspiraciones-espiraciones. A cada persona la distingue su llanto, no hay
llantos iguales. Asimismo, no lloramos de la misma forma nunca. Interviene el
componente social y psicológico. La memoria y las asociaciones de diversos eventos
cambian el detonante de nuestro llanto.

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La fisiología del llanto

El ciclo biológico indica que llorar por la tarde es más relajante que antes de mediodía.
Llorar tiene un componente consciente y uno inconsciente. Este último es el que
mantiene la emoción, inicia el reflejo de influjo de sangre al cerebro y procesa
condicionamientos y reforzamientos, es decir, sin saberlo, aprendemos de lo malo,
evitamos la culpa/vergüenza y procesamos conductas de defensa, la atención solemos
llevarla al iniciador de nuestro llanto; nos tardamos 300 milisegundos en entender el
contexto y sólo de 2 a 8 segundos en sacar de nuestros ojos las primeras lágrimas. En
cambio, el llanto consciente es razonado, acompañado de recuerdos y en muchos casos,
es la catarsis de la tristeza o el proceso controlado de la emoción, podemos llorar cuando
queremos, si el medio lo favorece, pero a través del proceso consciente también
manejamos a nuestro favor ciertas condiciones sociales e incluso psicológicas.
Quien ve nuestro llanto, activa sus neuronas en espejo, disminuyendo su agresión, el
enojo y enfado, activa más su hemisferio derecho. Comúnmente, si el agresor ve
nuestras lágrimas, se tranquiliza, a su vez incrementa aún más la actividad neuronal para
liberar oxitocina, la hormona del apego. Una adecuada salud mental, hace que una
persona al ver llorar a otra procure ayudar o al menos respetar las causas de la tristeza.
Los sociópatas, neuróticos u obsesivos/compulsivos no ven las señales del llanto y no
paran en su agresión o violencia ante las lágrimas de sus víctimas.

Anatomía y neuroquímica del llanto

El llanto en el cerebro se inicia con un proceso de atención, activa el tallo cerebral,


cerebelo, los núcleos de los pares craneales III, IV, V y VII, incrementa la función
reticular ascendente, activa las amígdalas cerebrales, el hipotálamo, el hipocampo, la
ínsula, el giro del cíngulo y finalmente la corteza cerebral temporal izquierda, en especial
la corteza prefrontal.
Llorar tiene un componente neuroquímico cerebral: libera adrenalina, GABA, opioides,
anandamida, vasopresina y oxitocina. Nos tranquiliza, pero bajo ciertas condiciones, el
llanto y la tristeza pueden generar cierta adicción fisiológica que en ocasiones buscan una
ganancia secundaria psicológica o social. Cuando asociamos llorar con dolor físico, el
cerebro busca a través de las lágrimas disminuir la tensión otorgando el mensaje de
vulnerabilidad.
Las hormonas femeninas, en especial los estrógenos, favorecen la actividad de la
amígdala cerebral izquierda, por lo que hace más fuerte el llanto en el proceso de
inspiración. La progesterona favorece el llanto cerca del ciclo menstrual, por lo que esta

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hormona las hace más vulnerables emocionalmente. En contraste, el llanto en los
varones, al tener testosterona, disminuye su origen y su duración; a un varón joven suele
costarle más tiempo parar de llorar.
Llorar es un proceso activo fisiológico, no es exclusivo de los seres humanos. Sin
embargo, somos la única especie que asocia el llanto con la proyección de tristeza y
modificar su actitud social. Relacionamos el llanto a dolor moral, con la pérdida
irreconciliable y el abandono o ante el dolor físico. El cerebro humano asocia la aflicción
y la emoción, la proyecta para reducir la amenaza. Llorar es una emoción que ayuda,
inhibirlo puede asociar eventualmente trastornos emocionales. Llorar es una
manifestación de vulnerabilidad, un código que bien interpretado, nos hace sentir
humanos, para quien otorga el llanto y para quien interpreta las lágrimas.

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EL ENOJO EN EL CEREBRO

El enojo y la pelea
El reloj despertador no sonó a la hora habitual, se te hace tarde ante un tráfico terrible. El
auto que viene al lado intempestivamente se mete a tu carril y te rebasa, eres tú el que
tiene que esperar en el crucero por un semáforo en rojo, de no ser por ese auto, tú ya
habrías avanzado. Al llegar a tu trabajo te das cuenta que olvidaste los documentos a
partir de los cuales se van a tomar decisiones sumamente importantes. Tú cerebro no
soporta más, estallas, gritas, te sientes vulnerable y además crees que nadie entiende:
estás enojado. El siguiente evento en serie es inmediato, se busca un culpable, puede
iniciar una confrontación, se trata de encontrar una justificación: es muy fácil empezar
una pelea.

¿Qué nos hace enojar?


Solemos enojarnos cuando nos sentimos engañados, excluidos, si somos agredidos
emocional o físicamente, al sentir rechazo, cuando se nos acusa, al sentir una
humillación, ante la frustración de no lograr lo deseado o no recibir lo que consideramos
justo.
El enojo como reacción inmediata no es malo, nos hace competitivos, nos permite
adaptarnos a las circunstancias y buscar alternativas. El problema es que enojarnos puede
inducir decisiones inmediatas, discusiones banales, llevarnos a la impulsividad y a tomar
riesgos innecesarios. En otras palabras a violentar nuestra cotidianidad. Cuando el enojo
se repite continuamente, o es detonado por situaciones pequeñas, podemos convertirnos
en agresivos crónicos, es así, que el enojo en nuestra vida atraerá solo consecuencias
negativas.

¿Qué define el enojo?


El enojo es el cambio de ánimo que se caracteriza por la aparición de ira, irritabilidad o
molestia, asociado a cambios cardiovasculares y respiratorios, los cuales procuran
encontrar una solución inmediata, iniciar una discusión o huir de la condición real o
imaginaria. El enojo es el iniciador de peleas físicas, verbales, psicológicas o sociales de
las cuales, en su gran mayoría, nos arrepentimos a corto o mediano plazo.

Generalidades del enojo

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La reacción del enojo puede ser mayor cuando entendemos que alguien trata de
aprovecharse de una situación o se siente superior a nosotros. Pero también el enojo
puede ser una condición para conseguir lo que se desea, una expresión de inmadurez
psicológica ante una intolerancia al fracaso. Es el enojo una de las máscaras más
comunes de la inseguridad, la molestia ante la demanda de situaciones nuevas o la
expresión oculta de una autoestima lesionada.
El enojo es un saboteador de las mejores experiencias de la vida, disminuye el
desempeño laboral, reduce la expresión de sentimientos en la familia y en el ámbito
social. Enojarnos comúnmente condiciona resentimientos, favorece alejamientos
personales y paradójicamente genera injusticias en la evaluación de los hechos, muchas
veces puede hacer que personas inocentes sean agredidas, enjuiciadas o señaladas.

El cerebro enojado
El cerebro entiende en 300 milisegundos que algo no es correcto. Nos enojamos muy
rápido sin saber cuánto tiempo vamos a durar con el resentimiento y las consecuencias
de nuestra pelea. La corteza cerebral es el módulo más inteligente de nuestro cerebro,
específicamente la corteza prefrontal la cual inhibe la actividad del sistema límbico.
Todos los días, en el cerebro se da una lucha constante entre lo que queremos y lo que
debemos hacer. El sistema límbico formado por la amígdala cerebral, hipotálamo,
hipocampo, ganglios basales y giro del cíngulo son responsables de nuestros deseos,
memorias, emociones, conductas y la toma de decisiones más arbitrarias que tenemos en
la vida. Es la actividad límbica a través de la cual nos enamoramos, odiamos, deseamos y
discutimos. La corteza cerebral tiene la función de controlar, tomar con madurez la
experiencia de la vida y elegir las mejores decisiones, es el sitio anatómico en donde se
encuentran las funciones cerebrales superiores: análisis matemático, objetivos de la vida,
proyección del tiempo, lenguaje y comportamiento social.
Cuando nos enojamos el hipocampo recuerda, asocia y distingue lo que nos molesta,
los ganglios basales brindan una información recurrente, haciéndonos tener pensamientos
e ideas constantes y obsesivas, la amígdala cerebral genera la emoción, las malas
palabras, la impulsividad y la gesticulación de la cara, es el sitio comando del enojo, la
magnitud de nuestra ira depende directamente y en forma proporcional de la actividad de
esta estructura. El giro del cíngulo interpreta la emoción, la cara y la proyección de la
persona con la que estamos discutiendo. Si la actividad del cíngulo es muy grande, en
una discusión podemos sentir emociones encontradas como dolor, náusea y proyección
de emociones con quien estamos discutiendo. El hipotálamo se activa durante una
discusión, cambiando la organización hormonal de nuestro cuerpo la cual se preparara
para determinar si huimos o peleamos.

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