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15 COSAS QUE PODEMOS HACER PARA MEJORAR EL CEREBRO
Comer helado, chocolate y papas fritas tiene algo en común en el cerebro: incrementar la
dopamina, el neurotransmisor responsable de la felicidad; estos son los alimentos que
más rápido generan adicción. Desde la infancia descubrimos que comerlos nos genera
mucho placer. Sin embargo, después de los 30 años de edad, el metabolismo se hace
lento, tendemos a subir más rápido de peso, aun a pasar de hacer mejores dietas o más
ejercicio. Comer estos alimentos que generan adicción tiene el problema de ganar calorías
fácilmente, y en la etapa adulta subimos más rápido de peso. Por eso, aunque nos den
felicidad, es necesario saber controlar su ingesta, nuestra salud lo agradece.
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Las personas que ríen más tienen una mayor cantidad y calidad de sueño reparador, el
sueño que nos hace descansar. Soñar también contribuye a mejorar la memoria, nos
garantiza aprender más. Reír tiene efectos a corto plazo: una sesión de risas antes de
dormir genera un relajamiento intenso, garantiza entrar más rápido al sueño MOR… es
más fácil llegar a los sueños. Reír por las noches tiene muchos impactos positivos:
disminuir la tensión, cambiar la liberación de sustancias neuroquímicas estresantes y
ayudar a envejecer menos. Además de contribuir a iniciar el siguiente día con mejor
actitud.
Las moléculas denominadas flavonoides son abundantes en el vino, las verduras, las
frutas, el café, chocolate, en las infusiones para preparar té. Estas moléculas capturan
radicales libres, es decir retrasan el envejecimiento. Además de incrementar nuestro
sistema inmunológico en su función y otorgar más sangre al cerebro. Estudios recientes
indican que los flavonoides favorecen la recuperación en procesos de lesiones cerebrales
y mejoran la actividad de memorizar. Un copa de vino, un té o comer arándanos o fresas
tienen efectos benéficos en el cerebro.
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no depende del deseo, depende de hacerlo y estar convencidos de lograrlo. Llegar al éxito
programado tiene necesariamente un cambio cerebral. Las decisiones de bajar de peso,
aprender otro idioma, regresar a los estudios, provocan cambios en las comunicaciones
neuronales, en forma gradual y progresiva. Si hay una retroalimentación positiva el
proceso se favorece, sin embargo, el cansancio, la aparición de otras necesidades, el
olvido o las críticas negativas, hacen olvidar el objetivo inicial. Entre más repiten una
actividad con emoción positiva se conectan más neuronas con mayor eficiencia, después
del día 28, el proceso es irreversible, el hábito se logra. Las redes neuronales funcionan
con eficiencia. Es decir, un hábito depende de un periodo crítico, saberlo llevar permitirá
consolidarlo.
Un proceso que se realiza como leer, analizar y recordar hace que el cerebro siempre esté
conectado. Entre más se ocupan las neuronas, éstas responden conectándose más entre
sí. Aprender 3 cosas al mes garantiza un cerebro muy activo, jovial y dinámico. Un
nuevo reto produce aprendizaje, el cual ya no se pierde. Independientemente de la edad,
el cerebro puede seguir aprendiendo, evidentemente lo realiza más rápido en la infancia,
sin embargo este proceso madura y puede hacerse más eficiente en los adultos. Un
cerebro que aprende difícilmente se enferma. Los viajes, nuevos sabores, conocer
personas, resolver problemas tienen un resultado favorable: conectan mejor al cerebro y
en consecuencia otorgan una capacidad para mejorar sus decisiones.
El cerebro es uno de los órganos que recibe con mayor impacto negativo el efecto del
tabaquismo. Fumar produce un compuesto, la carboxihemoglobina, el cual en la sangre
tiene efectos negativos que repercuten en todo el organismo, sin embargo a nivel
neuronal disminuye la vida de estas células. Fumar de 2 a 3 cigarrillos al día durante un
año es capaz de reducir hasta 10 años la vida del cerebro. El proceso es irreversible.
Todos los días en forma natural perdemos entre 5 a 15 mil neuronas, una persona que
fuma hace que esta pérdida sea de 30 a 70 mil neuronas.
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Abrazar, besar, saludar, tener un orgasmo tienen efectos semejantes en el cerebro: liberar
oxitocina. Esta hormona es la que produce la sensación de apego. La oxitocina disminuye
la ansiedad, el estrés. Tener niveles elevados de oxitocina nos hace decir más la verdad.
Nos hace sociables, nos quita la expresión de irritabilidad. Un hábito necesario en la vida
es abrazar y besar más, nos garantiza una mejor salud mental.
Enojarnos no es malo pero prolongar el enojo, sí. El cerebro está capacitado para
reaccionar con irá ante lo adverso, ante la injusticia o ante una amenaza. Un problema
común que solemos hacer es prolongar el tiempo de nuestra molestia, haciendo un
proceso crónico. Esto modifica nocivamente la neuroquímica cerebral y las conexiones
neuronales que a largo plazo pueden ser perjudiciales. Algunas vías neuronales se
sobreactivan predisponiendo un estado de hipervigilancia, estrés y molestia,
prevaleciendo un estado en que se considera que todo es una amenaza constante. Por lo
tanto, es mejor jerarquizar nuestros problemas, atender lo que sí es necesario y saber
diluir con el tiempo. No todos los problemas en la vida tienen la misma importancia. Es
necesario focalizar lo necesario. Es decir, es preciso escoger nuestras batallas. Un cerebro
maduro y sano sabe cuándo es importante enojarse y cuándo atenuar.
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