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Cómo superar las decepciones y

salir reforzado de ellas


5 claves para salir reforzado psicológicamente
tras una decepción.

Esther Cabezas Gutiérrez

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¿Quién no ha experimentado ese nudo en el estómago al sentir que una


persona en quien confiábamos nos ha decepcionado? ¿Por qué muchas
personas acaban por encerrarse y no creer en la gente? ¿Es cierto que no se
puede confiar en nadie?

Para que suceda una decepción, previamente hemos de haber construido una
expectativa. “No esperaba esto de ti”, “creí que harías esto por mí”, etc.

Valoramos el comportamiento de la gente en la medida en la que encaja


con nuestras creencias sobre cómo tiene que comportarse alguien dentro de
ese rol: nuestra madre tiene que ser cariñosa y comprensiva, nuestro padre
protector y fuerte, nuestra pareja sólo puede tener ojos para nosotros y
nuestros amigos siempre tienen que “estar ahí”. Si dicho comportamiento se
sale de lo que consideramos adecuado nos enfadamos, nos decepcionamos,
nos entristecemos e incluso nos llega la sensación de que no conocemos a la
persona que tenemos delante.
¿Por qué? Porque no nos relacionamos con las personas tal y como son,
sino tal y como creemos que son, o peor aún, tal y como queremos que sean.
Idealizamos, proyectamos, devaluamos y por lo tanto no nos relacionamos de
manera real, sino fantaseada. Sin embargo, hay estrategias útiles para superar
las decepciones del mejor modo posible.

Controlando las expectativas


El primer paso para protegernos de la desagradable sensación de sentirnos
decepcionados es no generar demasiadas expectativas respecto a las personas
con las que nos relacionamos. El no esperar demasiado de la gente no tiene
que ver con la ideación pesimista de que “todo el mundo nos va a fallar”, sino
con el tratar de ver a la persona como es y no como queremos que sea, y
aceptar que ciertas decisiones o comportamientos que adopte como persona
libre que es, puede que no nos gusten.

En segundo lugar debemos evitar las proyecciones y sobregeneralizaciones


respecto a nuestras vivencias pasadas. Los desengaños y rupturas de
confianza que hayamos sufrido tiempo atrás nada tienen que ver con nuestra
realidad presente, y ponernos un muro como mecanismo defensivo de cara a
futuras decepciones solo servirá para alejarnos de la sociedad y en
consecuencia sentirnos solos y vivir a través del miedo.

Aun así, es probable que a lo largo de nuestra vida suframos por la traición, la
mentira o el daño producido por un ser querido o una persona que
considerábamos de confianza. ¿Qué hacer si nos encontramos en esta
situación?

1. Regular las emociones que surjan a raíz del


desengaño
Ante una decepción aparecen emociones relacionadas con la tristeza, el
miedo, la rabia o la frustración. Es importante aprender a identificarlas,
vivenciarlas, y regularlas de manera saludable para que no se cronifiquen o se
vuelvan en nuestra contra. También es necesario darnos nuestro espacio
para llorar y liberar la rabia que se haya producido ante la situación
inesperada.

2. Hablar sobre nuestros sentimientos


También debemos verbalizar nuestros sentimientos ante una persona de
confianza, y si es necesario, con la persona que ha realizado la “ofensa” para
que comprenda nuestras emociones.

Hemos de valorar y sopesar si queremos que esa persona continúe formando


parte de nuestra vida, o si por el contrario preferimos seguir nuestro camino
sin ella. Tanto en una como en otra opción es importante trabajar el
perdón para que la emoción no derive en un rencor que sólo nos envenene.

3. Empezar a ver la decepción como un aprendizaje


Una vez haya pasado el torbellino de emociones que hayamos sentido por el
desengaño, es importante que realicemos un autoexamen o introspección
para vigilar si la imagen que habíamos construido de esa persona estaba
distorsionada, y si tenemos tendencia a idealizar nuestras relaciones
interpersonales.

La decepción también nos recuerda que las relaciones están en continuo


cambio y que tenemos que aceptar la incontrolabilidad de las mismas, así
como del comportamiento de quienes nos rodean.

4. Volver a confiar en las personas


Hay decepciones que nos resultan tan dolorosas que tenemos la sensación de
que nunca podremos volver a depositar nuestra confianza en nadie, y como
protección corremos el riesgo de volvernos inaccesibles, desconfiados,
paranoicos o injustos con las personas que nos rodean.

Nadie nos puede asegurar que nuestros seres queridos no nos “fallarán”, pero
aceptar la posibilidad y disfrutar de la relación en el presente es la opción más
inteligente.

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