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son exclusivamente didácticos. Prohibida su reproducción parcial o total sin permiso escrito de la editorial correspondiente.

David Downes y Paul Rock


DE LA DESVIACIÓN
SOCIOLOGÍA
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CULTURA Y SUBCULTURA
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Introducción

Los intentos de explicar y comprender la desviación social, y en


particular la delincuencia juvenil, en términos de la adhesión o no
a patrones culturales particulares fueron habituales en las décadas
de 1960 y 1970, aunque al principio se consideró que el solo he-
cho de vincular esos dos conceptos era algo novedoso. También se
consideró que era científico, en la medida en que los sociólogos, en
una muestra de respeto hacia la antropología, procuraron dividir a
la población según sus culturas originarias de clases, variedades de
subculturas y contraculturas incipientes, cada una con sus normas,
valores y creencias particulares, cada una con relaciones definidas
con los demás, todas dotadas de tal grado de claridad que relegaban
al margen cualquier duda que pudiese haber acerca de la realidad de
toda esta atribución cultural. En retrospectiva es muy fácil ver este
cuerpo de investigación como un intento algo mecánico de compren-
der lo incomprensible: las culturas tal como son vividas. No obstante
hubo verdaderos logros, en especial el establecer la proposición de
que la mayoría de las formas aparentemente sin sentido y sin signifi-
cado de la delincuencia agresiva podían ser consideradas inteligibles
y racionales si se tomaban en cuenta las «definiciones de la situa-
ción» que daban sus autores y si se concebía que la delincuencia era
una solución, más que un problema, con respecto a los dilemas que
éstos enfrentaban.
Afirmaremos que las teorías subculturales de la delincuencia de
este periodo fueron excesivamente esquemáticas. Se sostenía que la
sociedad, ya sea estadounidense, como en los trabajos de Albert Co-
hen, Cloward y Ohlin y Miller, o británica, como en los trabajos
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de Mays, Downes y Hargreaves, podía estratificarse y categorizar- de bandas en comparación con aquellos que no pertenecían a nin-
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se claramente en clases, sectores, grupos etarios y roles de género.1 guna banda más bien las complementaba perfectamente.3 Aun así,
En general, especialmente en el influyente trabajo de Cohen, se vis- la última fase del trabajo, en la línea cultural y subcultural, viró en
lumbra en estable ascenso la cultura «dominante»: la cultura blanca la década de 1970 hacia teorías y métodos notablemente diferentes
protestante anglosajona, el estilo de vida ascético, orientado a los Después de 1967, la teoría subcultural decayó. Durante aproxi-
madamente cinco años no apareció ningún trabajo importante que se
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logros, altamente competitivo, de clase media. Todos fueron arras-


trados hacia este centro de gravedad cultural: ninguno pudo escapar derivase de sus principios centrales o que desarrollase sus principales
a sus sujeciones aunque, según el modelo subyacente a la teoría de la proposiciones. Sus similitudes con la teoría de la anomia se volvieron
anomia de Merton, quienes más enredados estaban en las imperfec- sutilmente más obvias. La exposición crítica de los defectos de la
ciones del sistema más posibilidades tenían de patalear contra éste de teoría de la anomia se extendió a la teoría subcultural. Ambas se ba-
varias maneras. Las subculturas desviadas podían originarse como saban en el supuesto de que la conducta desviada se originaba en una
una reacción contra él: una vez que cobraban existencia, se conver- «presión» o «tensión» inducida socialmente. A esa «presión» sub-
tían en una forma de limitación en sí mismas. Los delincuentes repre- yacía la imagen de una sociedad básicamente estable y consensual,
sentaban subculturas delictivas: el verdadero problema analítico era aunque aquejada de desigualdades de oportunidades remediables.
teorizar en primer lugar por qué podían generarse tales soluciones Esta imagen resultaba poco atractiva tanto para los teóricos de la ro-
desviadas. El sociólogo, en suma, era el observador desapasionado tulación, que se manifestaban a favor de un modelo de sociedad más
y analítico de la conducta desviada, aunque concebía a esa conducta pluralista, a la manera de un mosaico de mundos sociales dispares,
como una versión de la racionalidad, de la solución colectiva de pro- como para los sociólogos de la desviación más radicales, que bus-
caban basar sus teorías en el supuesto central de la lucha de clases.
blemas y del proceso grupal.
Recién en 1972 surgió una perspectiva capaz de alojar corrientes tan
La ruptura con esas variaciones del tema de la «subcultura de-
diversas. El análisis de Phil Cohen de las culturas de la juventud de
lictiva» llegó con el trabajo de Matza.2 Se trató de una ruptura par-
la clase trabajadora del este de Londres enfatizó el último abordaje
cial pues, como veremos, Matza retuvo ciertas características de esas
hasta tal punto, que se convirtió en la base de un importante trabajo
teorías en su propio trabajo. Pero ayudó a abrir, junto con los ex-
del Birmingham Centre for Cultural Studies sobre la desviación y el
ponentes de la teoría de la rotulación, una caja de Pandora cuyo
control, bajo la dirección de Stuart Hall.4 Este trabajo se concentró
contenido -el énfasis en el libre albedrío, el argumento de que todas
en general en el interjuego entre el conflicto de clases, la rebelión
las teorías anteriores habían «sobrepronosticado» la delincuencia, el
de la juventud y las representaciones de los medios, y no involucró
rechazo del intento de diferenciar a los desviados de los no desvia-
etnografías de primera mano. El trabajo de Paul Willis en ese centro
dos como un modo fructífero de investigación- tornó borrosas las
de estudios fue algo excepcional. Se abocó a las complejidades del
nítidas fronteras que existían entre las subculturas, lo que constituía
trabajo de campo, no a la manera tradicional del teórico que sale
el sello distintivo de los abordajes existentes. En modo alguno todo
para probar o para refutar una teoría, sino en la forma que Jules
esto era incompatible con las teorías que estaban siendo atacadas.
Henry denominó «etnografía apasionada».5 Intentó (con escaso éxi-
Por ejemplo, el énfasis de la teoría de la rotulación en variables tales
to) describir y analizar el despliegue subjetivo de «contradicciones y
como el prejuicio de la policía contra los jóvenes que formaban parte

1
A. Cohen: Delinquent Boys; R. Cloward y L. Ohlin: Delinquency and Oppor-
3
tunity; W. Miller: «Lower class culture as a generating milieu of gang delinquency», Véase, por ejemplo, I. Piliavin y S. Briar: «Police encounters with juveniles»,
págs. 5-19; j. Mays: Growing Up in the City; D. Downes, The Delinquent Solution; págs. 206-214; también C. Werthman e I. Piliavin: «Gang members and the police».
4
D. Hargreaves: Social Relations in a Secondary School. P. Cohen: «Working class youth cultures in east London».
5
2
D. Matza: Delinquency and Drift. J. Henry: Culture Against Man, pág. 3.
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problemas» a medida que «sobrevivían a desenlaces particulares».6 más que en términos subculturales. La proliferación de etnografías
El resultado fue una serie de recreaciones de «culturas» (significati- culturales recientes analizadas por Muncie (1999) plantea la pregun-
vamente, Willis no usó el término subcultura en ningún momento, ta de si es posible que, en una sociedad que cambia rápidamente,
y prefirió el término «culturas subordinadas») que difícilmente ha- culturas y subculturas evanescentes promovidas por los medios se
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brían podido tener lugar si Willis se hubiese interesado por la puesta cristalicen durante el tiempo suficiente como para que pueda reali-
a prueba formal de la teoría. Con todo, su trabajo tiene una verdade- zarse un trazado adecuado.
ra significación para las teorías de la cultura y la subcultura.
En la década de 1970, apareció en Gran Bretaña una oleada de
trabajos que se centraron en la necesidad de «capturar» significados Perspectivas teóricas
culturales, pero contextualizando la fuente de tales significados en la
estructura social más amplia, generalmente en términos de sus con- Las teorías de la tensión fueron las primeras en hacer un uso ver-
tradicciones. Los trabajos de Murdock, Pearson, Corrigan, Cohen y daderamente sistemático de los conceptos de cultura y subcultura.
Robins, Hebdige, Brake y Pryce compartieron esta perspectiva am- Esto ocurrió en la explicación de la delincuencia en el trabajo que
plia. Excepciones importantes, como Parker, Gill y Marsh, se apoyan proporcionó Albert Cohen. El problema, tal como él lo planteó,
más ampliamente en la teoría de la rotulación y en los primeros abor- era que las teorías previas habían hecho un uso apenas limitado y
dajes sociológicos y subculturales, a la vez que logran considerables en gran medida circular de esos conceptos. La afirmación de que la
registros observacionales.7 También son excepcionales los estudios delincuencia juvenil es «parte de» una cultura o que «se transmite
que conservan el interés del etnógrafo de Chicago en la organización culturalmente» no condujo muy lejos. Lo que se necesitaba era una
social y la transmisión de creencias y conocimientos en un medio teoría de los orígenes de esa cultura. Otra vez, la delincuencia juvenil
urbano. Por sobre todas las cosas, la prioridad que se concedía a que se había teorizado previamente era por lo general de tipo ad-
la evaluación formal de la teoría retrocedió ante el entusiasmo sin quisitivo, comparable a las formas adultas de robo y hurto. Sin em-
precedentes por llevar a cabo exploraciones más extensas de diver- bargo, las formas más desconcertantes de delincuencia juvenil eran
sos mundos sociales.8 El material reunido en el proceso aumentó las fundamentalmente de carácter expresivo. Las teorías existentes deja-
posibilidades de que las teorías culturales y subculturales se desa- ban de lado actividades como la violencia, el vandalismo o el robo
rrollasen en forma menos restringida que en el pasado. Ahora existe de autos por diversión (aunque Cohen hizo poca referencia al trabajo
una tendencia a expresar las teorías en términos de «capital cultural» de Thrasher sobre el tema). Cohen sostuvo que una teoría adecuada
6 debía abocarse tanto a la naturaleza como a la distribución social de
P. Willis: Profane Culture, pág. 1. Véase también su Learning to Labour.
7
G. Murdock y R. McCron: «Youth and class; the career of a confusion»; G. las formas más serias de delincuencia juvenil; y que también debía
Pearson: «"Paki-Bashing" in a north east Lancashire cotton town»; P. Corrigan: emplear el concepto de cultura en formas que especificaran las fun-
Schooling the Smash Street Kids; P. Cohen y D. Robins: Knuckle Sandwich: Grow- ciones que desempeña y los problemas que resuelve, para los grupos
ing up in the Working Class City; R. Hebdige: Subculture: The Meaning of Style; sobre cuya conducta supuestamente influye con tanta fuerza.
M. Brake: The Sociology of Youth Culture and Youth Subcultures; K. Pryce: Endless
Pressure: A Study of West Indian Lifestyles in Bristol; H. Parker: The View From the
Esta concepción de la cultura es típicamente funcionalista. La cul-
Boys; O. Gill: Luke Street; P. Marsh y otros: The Rules of Disorder. tura les permite a las personas resolver los problemas que la estructu-
8
Esto no ha sido así en el caso de la criminología tradicional, o en los Estados ra social crea para ellas. La cultura consiste en «formas tradicionales
Unidos. Véanse por ejemplo D. West: Present Conduct and Future Delinquency; D. de resolver problemas» o en «soluciones a problemas aprendidos»
West y D. Farrington: Who Becomes Delinquent? y The Delinquent Way of Life; que son transmitidos a través de los procesos de socialización de los
también Hindelang: «The social versus solitary nature of delinquent involvements»,
págs. 167-175 y D. Elliott y H. Voss: Delinquency and Dropouts. niños. Cohen estaba interesado en abordar el problema de por qué,
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si las culturas proveen esa base fuerte para la conformidad, debería to de la mera juerga (por ejemplo, el vandalismo aparentemente sin
haber alguna posibilidad de innovación. La respuesta que da recuer- sentido que acompañaba a algunos atracos); (c) negativismo: buena
da la teoría de la anomia de Merton y consiste en aceptar que, en parte de la conducta delictiva parecía ser no sólo incompatible con
ciertos puntos del sistema social, el conflicto normativo es posible. los valores respetables, sino que parecía su opuesto; (d) hedonismo a
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La estructura y la cultura hacen demandas incompatibles y es en es- corto plazo: el culto de la gratificación instantánea «alcanzó su flore-
tos puntos de presión donde las subculturas han evolucionado para cimiento más refinado» en la banda de delincuentes; (e) versatilidad:
«resolver» los problemas que surgen. Por lo general, las subculturas las actividades de la banda incluían una amplia gama que iba desde
toman elementos prestados de la cultura más amplia y los retrabajan el robo, el vandalismo y la agresión hasta la provocación gratuita de
de diferentes formas. Estos elementos (la violencia y el hedonismo, disturbios (en contraste, la delincuencia en las muchachas parecía
por ejemplo) están al alcance de todos, pero no todos son portadores más relacionada con sus expectativas en cuanto a su rol de género,
de una subcultura que les asigne una preponderancia especial. «La como podía observarse en delitos tales como el robo de prendas y
condición esencial para el surgimiento de nuevas formas culturales es cosméticos de las tiendas); (f) autonomía grupal: la lealtad a la banda
la existencia, en interacción mutua efectiva, de una serie de actores era lo primero, todas las otras lealtades estaban subordinadas a ella.
con problemas similares de adaptación.»9 Cohen describió vivida- Este perfil de la subcultura delictiva no apuntaba a ser un catálogo
mente el campo de acción necesario para que las subculturas parti- exhaustivo de toda la delincuencia, sino un inventario de las formas
culares surgieran como soluciones a los problemas que se les plan- más graves que asumía la delincuencia grupal. También debería en-
teaban a los diferentes grupos. «Cada edad, sexo, categoría racial y fatizarse que Cohen acentuaba tendencias que ocasionalmente se ha-
étnica, cada ocupación, estrato económico y clase social, está confor- cían «realidad», más que un conjunto de actividades cotidianas. Las
mado por personas a quienes su sociedad ha equipado con marcos críticas de las teorías que la caricaturizan por invocar la imagen de
de referencia y ha enfrentado con situaciones que no son igualmente una guerra incesante entre la juventud y el mundo adulto a menudo
características de otros roles.»10 La tarea era teorizar acerca del «rol ignoran su naturaleza «ideal-típica».
de la estructura social y el medio social inmediato para determinar la Cohen buscó la explicación de esa delincuencia en términos de la
creación y selección de soluciones» de una manera que fuese aplica- conformidad inicial de la juventud con el orden cultural establecido.
ble a la delincuencia de las bandas juveniles.11 En el caso de los grupos subordinados en una sociedad estratificada
El principal puntal de la teoría de Cohen fue su caracterización de acuerdo con clases sociales, el proceso mismo de adherir a los va-
de la delincuencia de bandas juveniles y su suposición de que ésta lores de la cultura dominante contribuye a la creación de problemas
era equivalente al «estilo de vida» propio de los barrios pobres y más que a su resolución. El fundamento de la conducta en apariencia
marginados de las ciudades. Este patrón de delincuencia podría re- inmotivada y sin sentido de las bandas de delincuentes debe buscar-
sumirse en las seis siguientes características: (a) no utilitarismo: aun se en los problemas que enfrenta el sector de la sociedad aparente-
en el caso de los hurtos, la racionalidad económica no parecía lo más mente más involucrado: los adolescentes varones de las clases bajas
habitual, ya que los objetos eran robados por diversión y regalados, urbanas. Para Cohen, éstos habitualmente experimentan una gran
tirados y destruidos, y no consumidos o vendidos; (b) malicia: la tensión y presión a la hora de manejar la naturaleza paradójica de
delincuencia estaba atravesada por una trama de destructividad que la escolaridad democrática, según la cual son-muchos-los-llamados-
parecía bastante diferente del daño ocasionado como un subproduc- pero-pocos-los-elegidos. Las escuelas existen para hacer que los ni-
ños se preocupen por el estatus social y los logros académicos, pero
9
A. Cohen: Delinquent Boys, pág. 59. de tal manera que éstos efectivamente les son negados a todos salvo
10
Ibíd.: pág. 54. a una minoría de la clase trabajadora. Enfrentados a un «problema
11
Ibíd.: pág. 55. de adaptación» común ocasionado por el fracaso escolar, los recha-
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zados encuentran en la banda de delincuentes un medio tanto para prevalecían eran las bandas de choque. Los jóvenes que no lograban
adquirir estatus en forma más accesible como para devolverle el gol- triunfar ya sea legal o ilegalmente en ningún contexto escapaban a
pe al sistema que los rotuló como fracasados. La banda toma las este «doble fracaso» recurriendo a las drogas y a la venta de favores
reglas de la sociedad respetable y las da vuelta: la «venganza del nivel sexuales. La causa principal de la emergencia original de subculturas
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D».* La teoría está elaborada prolijamente a medida para explicar delincuentes no era tanto la escuela -en gran medida irrelevante para
las tasas mucho más bajas de esta delincuencia en la clase media (es la juventud callejera del centro de las ciudades- como la búsqueda
mucho más probable que alcancen el éxito por medio de los carriles del «éxito monetario» que Merton había enfatizado en su teoría de la
convencionales), entre las muchachas (que valoran mucho más el ca- anomia y que Cloward y Ohlin reinstalaron como la principal fuente
samiento con un hombre exitoso en su trabajo que su propio éxito de frustración amarga en los barrios marginados metropolitanos. En
laboral) y en las áreas no urbanas (donde la escuela tiene menos algunas áreas de los guetos, el desempleo de los jóvenes llegaba al
influencia en cuanto vía hacia artes y oficios honrados). Parecía ajus- 40 ó 50 por ciento y, aunque Cloward y Ohlin no consideraron que
tarse a los hechos extremadamente bien: ayudaba tanto a explicar la etnia fuese una variable causal significativa, su abordaje de algún
como a comprender la naturaleza grupal de la mayor parte de los modo establecía que «el homicidio es la principal causa de muerte
delincuentes juveniles e iba más allá de las teorías previas, rescatando entre los jóvenes negros de sexo masculino de los Estados Unidos».13
a la vez sus observaciones más valiosas. Los estudios empíricos basados en la comprobación de estas dos
La teoría rápidamente estimuló la aparición de variantes de lo que teorías se convirtieron en un importante factor de desarrollo de la cri-
en gran medida era el mismo modelo y de una plétora de intentos minología a fines de la década de 1950 y mediados de la de 1960.
de comprobación empírica. El trabajo más cercano al de Cohen fue Las principales conclusiones que surgieron del más meticuloso de estos
el estudio de Cloward y Ohlin, dedicado, significativamente, a Ro- proyectos, el de Short y Strodtheck en Chicago,14 coincidieron con la
bert Merton, el padre de la versión estadounidense de la teoría de la caracterización más generalizada de Cohen de la delincuencia de ban-
anomia, y a Edwin Sutherland, el padre en Chicago de la teoría de das, pero rechazaron su énfasis en el carácter oposicionista de los va-
la asociación diferencial.12 Estos autores propusieron un modelo de lores subculturales que la sostenían. Se reconocieron elementos situa-
causación de la delincuencia generado estructuralmente de manera cionales: el motivo precipitante de las luchas entre bandas, aportado
similar a la de Cohen, pero sostuvieron que éste había subestimado por el hecho de que las amenazas al estatus del líder se vislumbraban
gravemente el grado de especialización que existía y sobrevalorado en mayor medida en la calle que en la teoría; el papel que desempeña-
gravemente el rol de la escuela como crisol de la delincuencia. Discer- ba la pura contingencia para llevar a la pelea a grandes números de lo
nieron tres tipos de subculturas delictivas que surgían en diferentes que de otro modo no eran más que jóvenes delincuentes marginales; y
tipos de vecindarios: la criminal (bandas que practicaban formas de la capacidad desconcertante para albergar «sistemas de valores» apa-
robo y hurto bastante utilitarias); la de choque (bandas de combate) rentemente bastante contradictorios defendidos por los integrantes de
y la retraída (bandas consumidoras de drogas). La principal fuente las bandas, quienes apoyaban los valores favorables a la delincuencia
de variación era la presencia o ausencia de reclutamiento estable para en mayor grado que los jóvenes que no pertenecían a ninguna banda,
las actividades criminales en la comunidad local: donde tales patro- sin por ello desafiliarse significativamente de los valores de la sociedad
nes existían, predominaban las bandas criminales; donde no, las que convencional. Un problema fundamental en todo esto era la dificultad
para verificar más que unas pocas facetas de las teorías de una forma
* En inglés, «D stream's revenge». En las escuelas británicas, stream es el nivel de que no fuese de algún modo mecánica: pero los datos señalaban la
habilidad dentro de un grupo de alumnos de la misma edad, y el D stream (el nivel
D) es el nivel de habilidad más bajo. [N. de la T.] 13
12 V. Fuchs: Wbo Shall Live? Health, Economics and Social Choice, pág. 40.
R. Cloward y L. Ohlin: Delinquency and Opportunity. 14
J. Short y F. Strodtheck: Group Process and Gang Delinquency.
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ineludible conclusión de que la delincuencia era mucho más autónoma sión de ellos. Las «técnicas de neutralización» resuelven el problema
y contingente de lo que las teorías anteriores habían admitido. de los escrúpulos morales: «No fue mi intención», «Se lo tenían mere-
El trabajo de David Matza logró un impacto bastante mayor al cido», «Todos lo hacen», «Nadie salió lastimado» y «Sólo lo hice por
lograr una ruptura crítica parcial con los supuestos subyacentes de mis amigos» son justificaciones comunes de la desviación, más que
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la teoría de la tensión y al proponer una teoría alternativa de la de- el peculiar terreno exclusivo de los delincuentes. De manera similar,
lincuencia. Su teoría no es presentada como un todo coherente, sino la delincuencia se vuelve atractiva, no por la adhesión a una moral
que debe ensamblarse, pese a algunas inconsistencias, a partir de va- bizarra exclusiva de los delincuentes jóvenes, sino por su exagerada
rias fuentes.15 Condena de manera rotunda a los teóricos de la ten- estima de valores «subterráneos» de amplia circulación: la búsqueda
sión (junto con prácticamente todos los trabajos anteriores) por «so- de excitación, el desprecio por el trabajo rutinario y la ecuación que
brepronosticar» la delincuencia, por explicar de ella mucho más que iguala dureza y masculinidad. Esta combinación alienta a los varo-
lo que existe. Al mismo tiempo, rescata algunos rasgos centrales de nes a ingresar al «limbo» de la adolescencia para fabricar diversión
la teoría de la tensión, especialmente la presión sobre el proceso gru- mediante la violación de la ley. El proceso de deriva ayuda a explicar
pal, y -con su afirmación de que la «preparación» y un sentido de la el carácter episódico y en general «mundano» de la delincuencia. La
«desesperación» son preludios para la delincuencia en ciertas áreas- cercanía de los valores delictivos con los de la sociedad convencional
evoca una implicación de la tensión comparable a la que podía ha- ayuda a entender la relativa facilidad con la cual la salida de la delin-
llarse entre los primeros teóricos subculturales. El principal logro de cuencia coincide con el comienzo de la adultez y el desempeño más es-
Matza es el haber construido su teoría en torno al axioma de que la tructurado de roles en el trabajo y la vida familiar. Lamentablemente,
delincuencia es una conducta deliberada, en general «intermitente» y al disponerse a subsanar teorías que según él «sobrepronosticaban»
«mundana» y a la vez sujeta a una marcada disminución con el co- la delincuencia, Matza corrige en exceso, por cuanto su propia teoría
mienzo de la adultez. La idea de que la delincuencia provenía de un subpronostica tanto su escala como, en particular, sus formas más
compromiso profundamente arraigado con un conjunto de valores violentas. En su discusión de la violencia, Matza recurre a la idea de
oposicionistas insertos en las subculturas delictivas no podía explicar «desesperación», pero el tema queda relativamente sin explicar. «El
estos patrones. En cambio, sostuvo que habitualmente la delincuen- delincuente a la deriva no es menos problemático que el compulsivo
cia está precedida por un estado de deriva. La deriva implica una o el comprometido, aunque es mucho menos probable que se con-
disminución de los controles, y la delincuencia es tan sólo un posible vierta en un criminal adulto. Aunque su periodo de ejercicio es breve,
resultado de ello. «El delincuente existe transitoriamente en un limbo hay legiones que lo reemplazarán.»17 Es como si, en ciertos aspectos
entre la convención y el delito [...] posponiendo el compromiso, eva- fundamentales, Matza abordara un problema diferente del que abor-
diendo la decisión.»16 Sin embargo, la delincuencia no se desarrolla daron los primeros teóricos, quienes se centraban en el delincuente
en el vacío. Es facilitada por una «subcultura de la delincuencia» «comprometido» más que en el «mundano». Las nociones de delin-
conformada por un conjunto de preceptos que libera al delincuente cuencia «compulsiva» y «comprometida» rescatan los vínculos con el
de las limitaciones de la ley y las costumbres y a la vez caricaturiza los positivismo que Matza ha repudiado con vigor.
valores comúnmente defendidos, en lugar de representar una inver- En realidad Matza dedicó bastante poco espacio al examen de la
evidencia existente sobre las tasas de delincuencia. Lo que sabemos
15
El trabajo de David Matza sobre la delincuencia y la desviación surgió cro- no apoya completamente la forma en que él retrata al delincuente a
nológicamente de la siguiente manera: con G. Sykes: «Techniques of neutraliza- la deriva y episódico. Por ejemplo, casi todos los jóvenes británicos
tion», 1957; «Subterranean traditions of youth», 1961; con G. Sykes: «Delinquency que participaron en los estudios de autoinformes de West y Farring-
and subterranean », 1961; Delinquency and Drift, 1964; Becoming Deviant,
1969. 17
16 Ibíd.:pág. 30.
D. Matza: Delinquency and Drift, pág. 28.
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ton y Belson habían estado involucrados en el delito. Sin duda, bue- incluyendo los delitos no registrados, sugiere que el comportamiento
na parte de esa criminalidad era insignificante, pero también había simplemente puede pasar desde formas más azarosas y expuestas de
violencia. Hacia sus 28 años, aproximadamente el 30 por ciento de delinquir a otras más circunspectas. El trabajo de Janet Foster, del
los hombres en Inglaterra y Gales han comparecido ante los tribu- que nos ocuparemos más adelante, muestra que los delincuentes no
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nales.18 Mientras que la mayoría de los que infringen las normas necesariamente dejan de violar las normas en forma definitiva al al-
no son delincuentes serios o comprometidos (siguiendo la descrip- canzar la madurez, sino que en cambio en algunos casos comienzan a
ción de Matza de los «delincuentes episódicos»), existe una peque- violar las normas de forma más discreta. Dejan las calles, donde son
ña minoría de aproximadamente el 6 por ciento que sí delinquen los perpetradores altamente visibles de delitos contra el orden públi-
repetidamente y, según se estima, son responsables de alrededor de co y delitos típicamente juveniles,* para ingresar en el mundo menos
los dos tercios del número total de delitos.19 La «deriva» no es de visible de la economía informal. En suma, la escala o la duración
mucha ayuda para explicarlos. Nuevamente, los delincuentes no del crimen y la delincuencia en Occidente no debe subestimarse. Así
siempre dejan el delito cuando alcanzan cierta edad, como señalan como tampoco algunas características de los delitos de tipo menor
los criminólogos. En cambio, el análisis cuantitativo de cohortes de deben confundirse con la totalidad.
delincuentes registrados, con todas sus limitaciones, sugiere que los Más recientemente, Elijah Anderson logró adentrarnos un poco
agrupamientos estadísticamente definidos se comportan de manera más y sacarnos de este impasse. Su Code of the Street [Código calle-
muy diferente a lo largo del tiempo.20 Existen marcadas variaciones jero] es una descripción etnográfica magistral de la vida de los negros
en las formas en que comienzan y cesan de ponerse en situaciones en Filadelfia. Sostiene que existe un espectro de adhesión a la ley. En
de riesgo de arresto y condena (aunque ésa no es una característica un polo, predominan las familias religiosas, que a menudo cuentan
que los analistas de cohortes consideren con tanta atención como con un padre que tiene un empleo legal, que aspira a una existencia
deberían). Más importante, porque se trata de un estudio de autoin- segura, respetuosa de la ley, y que se esfuerza por ejercer el control
forme, es una encuesta muy reciente y considerable de 10.000 perso- sobre sus hijos. La mayoría de las personas de su estudio les confe-
nas en Inglaterra y Gales. La Encuesta sobre Delito y Justicia (Crime rían autoridad moral a este tipo de familias, aunque muchas asegu-
and Justice Survey) mostró que aproximadamente el 60 por ciento raban que el estilo de vida de éstas no era realmente practicable para
de los delincuentes activos eran menores de 25 años y muchos de ellas mismas. En el otro polo estaban aquellos que lograban un éxito
los que habían «desistido» tenían carreras criminales relativamente monetario conspicuo a través del delito, principalmente a través de la
cortas,21 pero sin embargo el 40 por ciento de los delincuentes tenían venta de drogas. Las calles son peligrosas para quienes crecen en los
más de 25 años. Y el análisis cualitativo de la comisión de delitos, barrios pobres y negros del centro de Filadelfia: éstos están signados
por la siempre presente amenaza de violencia, robo y explotación.
18
Véase Home Office Statistical Bulletin, págs. 7-85. Alguien puede comprar seguridad sólo si tiene fama de poseer fuerza
19
Véase M. Wolfgang y otros: Delinquency in a Birth Cohort y D. West y D. física y pertenecer a un grupo de otros jóvenes que, llegado el caso, lo
Farrington: Who Becomes Delinquent?
20 defenderán o vengarán. No pertenecer a ningún grupo es peligroso.
Véase, por ejemplo, M. Ezell y L. Cohen: Desisting from Crime: Continuity
and Change in Long-term Crime Patterns of Serious Chronic Offenders. El trabajo Especialmente los muchachos deben trabajar para ganarse el ingreso
es una revisión secundaria y un análisis original estadísticamente sofisticado de los a los grupos territoriales, y lo hacen probándose a sí mismos que son
patrones de delincuencia juvenil. Lo que deja sin examinar, sin embargo, es la utili- duros y tienen la sabiduría de la calle. El dilema para los hijos de las
dad de los datos de antecedentes judiciales como medida de la criminalidad. Después
de todo, sólo el 3 por ciento de los delitos en Inglaterra y Gales desembocan en una
condena, y la gran mayoría de los delitos queda sin registrar. * En inglés, status offences, conductas que no son punibles cuando son realiza-
21
T. Budd y C. Sharp: Offending in England and Wales: first results from the das por adultos pero sí cuando son realizadas por niños o jóvenes, como el vagabun-
2003 Crime and Justice Survey, pág. 8. deo o fugarse de la casa. [N. de la T.]
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familias que cumplen las normas y tienen aspiraciones es que si se éxito o el fracaso individual era mucho más moderada; en segundo
aventuran a las calles quedan en peligro: o bien deben permanecer lugar, había una ausencia relativa de lealtades de grupos minoritarios
prisioneros en sus casas (como los hijos fuertemente custodiados de basados en la etnia que atravesaran las lealtades de clase en un grado
Harriet Wilson) o adquirir algunas de las modalidades propias de la significativo; y en tercer lugar, la prosperidad de posguerra se combi-
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calle. En efecto, pueden convertirse en los habitantes de dos mundos naba con un empleo relativamente pleno y estable.
que tienen una vinculación: la familia respetuosa de la ley y el grupo Estas diferencias perdieron buena parte de su fuerza durante las
callejero que viola la ley, pueden hablar dos idiomas y aparentemente dos últimas décadas, y hubo cambios concomitantes en el crimen y
suscribir dos culturas. Enfrentan dificultades recurrentes de traspasar la delincuencia que en cierta medida pueden atribuirse a este proce-
las fronteras y negociar las contradicciones que existen entre ellos. En so. Los «delitos de adquisición» registrados oficialmente subieron en
este sentido, el lamento de una madre: «siempre fue un buen niño» Inglaterra y Gales en un 28 por ciento,24 para comenzar a caer nueva-
puede tener considerable validez, pero la bondad de ese niño era ne- mente a mediados de la década de 1990.25 De hecho, Simón Field, de
cesariamente contingente. En el caso de las muchachas es diferente. la Unidad de Investigación y Planeamiento del Ministerio del Interior
Una de sus principales dificultades es que a menudo están obligadas del Reino Unido, trazó una correlación negativa más amplia entre el
a alcanzar el éxito social y económico uniéndose a hombres sexual- volumen de delitos contra la propiedad y los patrones generales de
mente predadores que en apariencia tienen seguridad financiera pero consumo durante gran parte del mismo periodo: «Cuando las perso-
que en realidad no la tienen, o que aseguran ser fieles y contenedores nas aumentan muy poco su gasto -o incluso cuando lo reducen-»,
pero que en realidad no lo son. escribió, «los delitos contra la propiedad tienden a crecer con relativa
Una virtud de las teorías subculturales era que parecían prestarse rapidez, mientras que durante los años en que las personas aumentan
bien al trabajo comparativo. Las causas de delincuencia que especi- rápidamente su gasto, los delitos contra la propiedad tienden a crecer
ficaban no eran privativas de los Estados Unidos. En grados diver- más lentamente o incluso a disminuir».26 Por cierto, la interpretación
sos, existen en todas las sociedades industriales y urbanas que tienen de estos registros oficiales requiere cierta cautela. Gran parte de la
instituciones políticas democráticas. Por ejemplo, aun si se incluyen tasa relativamente alta de delitos contra la propiedad registrados en
corno homicidios todas las muertes atribuibles a la situación política Inglaterra y Gales pudo ser explicada hasta hace poco tiempo por
de Irlanda del Norte, la tasa de asesinatos de Gran Bretaña es sor- una mayor propensión de las víctimas a denunciar más que por una
prendentemente más baja que la de los Estados Unidos. Esto puede mayor propensión de los delincuentes a delinquir.27
explicarse en parte por la disponibilidad diferencial de armas de fue- La identidad de clase como una variable que disminuía la tenden-
go (aunque Suiza, con su Ejército ciudadano y la amplia difusión de cia a la anomia estuvo presente en las observaciones de Downes de la
armas de fuego, tiene la tasa más baja de todas).22 Con las posibles delincuencia en un pequeño número de varones adolescentes del este
excepciones de Glasgow y algunos grupos de fanáticos de fútbol,23
24
en Gran Bretaña no surgió el fenómeno de la banda violenta. Lo P. Mayhew y N. Maung: Research Findings No. 2, Home Office Research and
que puede ayudar a explicar esta particularidad son tres diferencias Statistics Department, pág. 4.
25
La caída del delito oficialmente registrado comenzó en 1992 en Inglaterra y
estructurales y culturales fundamentales, todas las cuales pueden a su
Gales y prosiguió luego. La caída del delito registrada por la Encuesta Británica so-
vez estar relacionadas con las lealtades de clase aparentemente más bre Delincuencia comenzó más tarde, en 1995, y continuó luego, lo que sugiere que
fuertes que existen en Gran Bretaña en comparación con los Estados la discrepancia se debió en cierta medida a los cambios en las acciones de registro
Unidos. En primer lugar, en Gran Bretaña la adhesión al tema del de la policía.
26
S. Field: Trends in Crime and their Interpretation, pág. 5.
27
22
Véase M. Clinard: Cities with Little Crime. Véase P. Mayhew: Residential Burglary: A Comparison of the United States,
23
Véase D. Robins: We Hate Humans; J. Patrick: A Glasgow Gang Observed. Canada and England and Wales.
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de Londres en la década de 1960 y se repitió en aspectos similares actividad delictiva consistía en armar alboroto en los cines y clubes,
en el estudio que Wilmott reaiizó en Bethnal Green prácticamente al en mantener un mal comportamiento sexual y en beber en público.
mismo tiempo.28 La «frustración por el estatus», la «alienación», la Ello era interpretado como parte de la oposición estructurada entre
«subcultura delictiva» eran conceptos que no parecían ajustarse a las la respetabilidad organizada y su contrapartida simbólica, la mala
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descripciones de los muchachos involucrados intermitentemente en la reputación organizada. Elias y Scotson afirmaban que la respetabi-
clase de delitos que incluyen pelea, robos de automóviles por diversión, lidad del área residencial generaba la desviación del complejo de vi-
hurto o vandalismo. En general, no eran miembros de bandas delicti- viendas como parte de la «peculiar guerra de guerrillas que se libraba
vas estructuradas, con un marcado sentido del territorio, el liderazgo, casi incesantemente entre los sectores establecidos [...] y los grupos
la jerarquía y la pertenencia grupal. La delincuencia era un hecho de foráneos generados socialmente, en este caso grupos foráneos de la
la vida, pero no una forma de vida. Desde el punto de vista educacio- generación más joven».30
nal, su descripción de la escuela daba cuenta de la existencia de una Lo que resta en el contexto británico es dar cuenta de la delin-
disociación respecto de sus valores más que de un resentimiento por el cuencia en sí misma, dada la correspondencia aproximada que pa-
fracaso académico. Desde el punto de vista laboral, las aspiraciones y recía existir entre las aspiraciones y las expectativas (aunque debe
expectativas eran, de modo realista, bajas, acordes con su experiencia señalarse que el trabajo etnográfico estadounidense indica la misma
de una sucesión de empleos «sin salida». El casamiento temprano y correspondencia en ciertas áreas de los barrios bajos, con las mis-
la idea de «establecerse» ya estaban en sus mentes. En un sentido ne- mas consecuencias que Downes y Hargreaves discernieron).31 En este
gativo, sin embargo, las teorías podían tenerse por validadas ya que punto la teoría de Matza parece tener mucho para ofrecer. La razón
las condiciones que éstas consideraban esenciales para el surgimiento más frecuente que los muchachos daban para explicar su actividad
de la delincuencia de bandas en gran medida estaban ausentes. En un delictiva era el aburrimiento, una palabra que adquiere un significa-
estudio realizado dentro de una escuela en un área comparable de ba- do adicional cuando se la usa con referencia al ocio, el área en el cual
rrios marginados de la ciudad, Hargreaves halló que los muchachos de tienen la oportunidad de expresar su carácter a través de la acción.
los niveles C y D tenían conductas análogas a las descritas por Albert Debido a que su fatalismo en relación con la escuela y el trabajo está
Cohen, pero de naturaleza «delincuescente» más moderada. Copiarse, tan arraigado, el ocio asume una significación enorme, en especial
hacer trampa, involucrarse en situaciones inmorales, armar alboroto, cuando la expectativa de la acción se encuentra con la realidad del
eran lo contrario del ideal del «alumno», pero en general estaban lejos «no pasa nada». Lo que queda fuera de su respuesta a este impasse
de la delincuencia en su estado más desarrollado.29 es que no sólo buena parte de la delincuencia, sino también los esti-
Elias y Scotson, en un libro extrañamente ignorado, escrito casi los sucesivos de cultura joven surgieron especialmente desde que el
en el mismo periodo, unen el tema de Downes de la delincuencia auge del empleo para los trabajadores jóvenes en el periodo de pos-
como una respuesta hedonista a las presiones anémicas de la tedio- guerra hizo que los intereses comerciales desarrollasen el lucrativo
sa vida inglesa con el tema de Hargreaves de la delincuencia como «mercado adolescente». Aun así, para los adolescentes de la clase
oposicionista y diacrítica. Los delincuentes estudiados eran outsiders trabajadora en particular, el ocio es muy a menudo la contrapartida
[foráneos], miembros más jóvenes del complejo de viviendas esca- del trabajo: concurrir a un bar aburrido, no tener adonde ir, dema-
samente estructurado y desacreditado que lindaba con el área resi- siado poco dinero para los «buenos momentos». En este contexto,
dencial más cohesiva, establecida y virtuosa de «Winston Parva». Su la delincuencia es un repertorio de posibilidades para la exhibición
28 30
D. Downes: The Delinquent Solution; P. Wilmott: Adolescent Boys in East N. Elias y J. Scotson: The Established and the Outsiders, pág. 112.
31
London. Véase M. Sullivan: «Getting Paid»: Youth Crime and Work in the Inner City,
29
D. Hargreaves: Social Relations in a Secondary School. pág. 116.
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de dureza, osadía y gallardía. Las calles, los partidos de fútbol, la del trabajo etnográfico que Sullivan realizó en los Estados Unidos.37
ley misma proveen el escenario y la materia prima para la acción: la Muchos desviados modifican con el tiempo el tipo de delitos que
delincuencia es «algo que ocurre». Los significados y las formas son cometen, a medida que van perdiendo agilidad y fuerza. Finalmente,
inmensamente variados: desde «ideas extrañas» que surgen por pa- quizá, se ralentizan tanto que ni pueden disfrutar de las proezas fí-
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sar el tiempo «haciendo nada», hasta enfrentamientos entre grupos sicas del delito ni pueden seguir el ritmo de sus colegas más jóvenes
con estilos expresivos diferentes, por ejemplo, los mods* contra los y ágiles.38
roqueros, los skinheads contra los greasers,** hasta otras empre- Un punto en común con la teoría de la tensión es que la diversión
sas más ambiciosas. «Hay que sacar todas las tapas de las ruedas tiende a ser una meta que «se da por sentada» entre los adolescentes
de todos los automóviles aparcados en un estacionamiento, hay que varones. Los teóricos de la tensión suelen suponer que esto es así sólo
esperar hasta el último momento posible antes de dejar caer un ob- en los momentos de ocio porque otras metas valoradas les han sido
jeto de un puente ferroviario, hay que pintar un eslogan en la pared negadas en la escuela y el trabajo. Con el aumento de las formas de
opuesta del túnel del subterráneo.»32 Hasta el momento hay al menos desviación entre los grupos jóvenes relativamente privilegiados en la
tres relaciones entre la delincuencia y la diversión. La delincuencia es década de 1960, tales como el consumo de drogas entre los hippies
el medio de conseguir diversión (los muchachos de la Round Hou- de clase media y la «violencia» estudiantil en las universidades y las
se compraban buenos momentos -bares, muchachas, coches, mari- escuelas técnicas, estas teorías perdieron parte de su fuerza. La teoría
huana- con lo que obtenían de la venta de radios de automóviles de la rotulación adquirió mayor plausibilidad.
robadas),33 la delincuencia es la materia prima de la diversión (según Los teóricos de la rotulación39 no se abocan particularmente a las
la visión de Matza y Cusson)34 y la delincuencia es un derivado de la «causas» de la delincuencia, ya que están mucho más preocupados
búsqueda de actividades emocionantes en sí mismas (el ejemplo que por desarrollar una dimensión ausente en la teorización previa: el
da Corrigan es reventar botellas de leche).35 No parece haber una ra- impacto de las reacciones sociales sobre la desviación. La tradición
zón particular para considerar que éstas son alternativas excluyentes: de la que surgió la teoría de la rotulación, el interaccionismo sim-
en diferentes momentos y lugares, una opción puede ser preferible bólico, realizó una serie de puntualizaciones que sin duda podrían
a la otra. De hecho, Light y sus colegas, al estudiar a cien jóvenes enriquecer el análisis.
ladrones de automóviles ingleses, afirmaron que la profesión de los Becker, Lemert, Cicourel y otros teóricos de la tradición de la
«amigos de lo ajeno» comenzaba habitualmente con el hedonismo rotulación, concebida en términos amplios, fueron los primeros en
de robar y manejar rápido, pero evolucionaba en el tiempo hacia el abordar la reacción social a la conducta desviada como una variable,
robo para obtener ganancias, y entonces los automóviles se robaban no como una constante. Afirmaron que las relaciones que se desarro-
para ser vendidos enteros o en partes.36 Existen evidencias similares llan entre los desviados y los controladores sociales son en sí mismas
influencias importantes que ayudan a configurar y transformar los
* Véase nota 28 del Cap. 2. [N. de la T.] fenómenos desviados.40 En los modelos de la desviación y el control
* * Subcultura joven de la clase trabajadora surgida en la década de 1950 en los
que partían de esta perspectiva las analogías desempeñaron un papel
Estados Unidos, caracterizada por la formación de bandas callejeras no violentas y
por su particular estilo para vestirse y peinarse. [N. de la T.] fundamental: el proceso de convertirse en desviado era concebido en
32
S. Cohen: «Directions for research on adolescent group violence and vandal-
37
ism», pág. 337. Véase M. Sullivan: «Getting Paid»: Yonth Crime and Work in the Inner City,
33
H. Parker: The View From the Boys. pág. 117.
34 38
M. Cusson: Why Delinquency? Véase N. Shover: Aging Criminals.
35 39
P. Corrigan: Schooling the Smash Street Kids. Véase el Cap. 7.
36 40
R. Light, C. Nee y H. Ingham: Car Theft: The Offender's Perspective. Para más referencias, véase el Cap. 7. Para un análisis global del trabajo de
estos autores, véase R. Ericson: Criminal Reactions.
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términos de la construcción gradual de un rol y una identidad que re- cidad. Incluso los acontecimientos que eran anunciados y finalmen-
producía las carreras convencionales. El énfasis inicial estaba puesto te quedaban en la nada eran noticia: las pequeñas ciudades «conte-
en el potencial amplificador que el control social tenía para la desvia- nían su respiración» ante la inminencia de invasiones que luego no
ción: las agencias del Estado podían crear mucha más desviación de se concretaban. Cohen sostiene que el tratamiento sensacionalista
Este material es para uso de los estudiantes de la Universidad Nacional de Quilmes, sus fines

la que podía existir al criminalizar las actividades moralmente per- de los acontecimientos tenía, en los adolescentes que estaban en los
turbadoras (por ejemplo, ciertas formas de consumo de drogas), al márgenes de la escena de los mods y los roqueros, un efecto mucho
movilizar prejuicios y castigos indebidamente severos contra grupos más sensibilizador respecto de una forma novedosa de acción que
inferiores en términos de poder y estatus, al atribuir rasgos bastan- una cobertura periodística más modesta y realista. Ese énfasis en el
te espurios y estigmatizadores a grupos desviados, y demás. Como impacto de la mirada incomprensiva del outsider fue reanimado en
señaló Young, los medios en particular podían ser acusados de pro- gran medida recientemente por Katz y sus colegas, quienes afirmaron
mover imágenes estereotipadas de los desviados, que entonces pasan que las «bandas» (en los Estados Unidos) son con frecuencia una
a ser comparadas con una imagen de la «normalidad» que es exce- descripción demasiado vaga y equívoca impuesta por criminólogos
sivamente típica.41 El resultado es que la sociedad se polariza en una que fracasaron sistemáticamente a la hora de considerar las implica-
mayoría adaptada y una minoría desviada, un proceso dinámico que ciones de sus argumentos. Afirmaron que es demasiado fácil invocar
ayuda a crear una profecía autocumplida, ya que aquellos a quienes la idea de las bandas cuando están operando procesos más complejos
se atribuye la desviación quedan más expuestos al riesgo tanto ob- y nebulosos.45
jetiva como subjetivamente: quedan sujetos a formas de exclusión Esta perspectiva de trabajo que tuvo lugar en la década de 1970
(del empleo, la vivienda, la recreación)42 que empeoran su situación y tendió a aliarse con las teorías del conflicto de clases y el conflicto de
tienen la presión de coincidir con la visión mayoritaria según la cual culturas,46 o con abordajes funcionales.47 Todos enfatizan la inadecua-
son desviados «por esencia».43 ción de la teoría de la rotulación para explicar los fenómenos involu-
Los sociólogos británicos han contribuido en gran medida a esta crados, pero consideran (como originalmente lo hizo Becker) que abor-
perspectiva. En el estudio de Stan Cohen del «pánico moral» indu- da una dimensión esencial que estaba ausente en la teorización previa.
cido por los conflictos entre los mods y los roqueros a mediados de Así, el interés de Gill se centra en rastrear el surgimiento de Luke Street
la década de 1960, tenemos un repertorio de los matices del con- como un área delictiva a partir de la política inicial que repartió un
trol social de al menos un momento de la historia británica.44 Las conglomerado de casas más grandes que el promedio, de propiedad
asociaciones entre jóvenes basadas a grandes rasgos en un determi- del Estado, en un vecindario pequeño de familias que ya habían sido
nado estilo fueron transformadas metafóricamente por los medios calificadas de «problemáticas». Estas familias enfrentaban considera-
en bandas unidas por lazos estrechos. Se crearon los «folk devils»* bles dificultades debido a su gran tamaño, sus bajos ingresos y su alto
ideales típicos: el joven que ofrecía pagar su multa con un cheque era desempleo. La rotulación adversa repercutía en las vidas de un número
una parodia de la opulencia, el desafío y la indiferencia juvenil a la relativamente grande de adolescentes, que en este contexto alcanzaron
autoridad. Su verdadera incapacidad para pagar atraía menos publi- la mayoría de edad, de varias formas que se sumaban. Al provenir de la
«peor» área de Liverpool, ni siquiera tenían acceso a los empleos «sin
41
J. Young: «Mass media, drugs and deviance», pág. 241. salida»; los episodios de delincuencia callejera tenían amplia cobertura
42
Véase G. Marx: Under Cover, págs. 126-127. periodística, lo que reforzaba el estereotipo; los clubes locales frecuen-
43
D. Matza: Becoming Deviant, pág. 179.
44
S. Cohen: Folk Devils and Moral Panics. 45
J. Katz y C. Jackson-Jacobs: «The criminologists' gang».
* Literalmente, «demonios populares», denominación que en la década de 1960 46
S. Hall y otros: Policing the Crisis; O. Gill: Luke Street.
dieron los medios a las subculturas mods y roqueras, por considerarlas elementos 47
P. Marsh y otros: The Rules of Disorder.
sociales peligrosos y causantes de una pérdida de valores y de moral. [N. de la T.]
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tados por jóvenes les prohibían la entrada; sentían que estaban sujetos periencia de primera mano de la policía y los tribunales); con la teo-
a una persecución policial inusualmente feroz. Esta gran exclusión ali- ría del control (el involucramiento «callejero» en problemas desde la
mentó un sentimiento de territorialidad local que en un episodio, en temprana infancia y la eventual decisión de que los costos superen
Bonfire Night, llegó a convertirse en una prolongada batalla con la po- los beneficios); y las teorías del conflicto (la «jaula de acero» que en
Este material es para uso de los estudiantes de la Universidad Nacional de Quilmes, sus fines

licía. Es improbable que alguna cultura joven más amplia haya tenido última instancia pone freno a sus horizontes y a sus oportunidades
mucho que ver con la delincuencia en Luke Street. de vida). Dado que los matices de significado están tan bien trans-
Pese a todos sus esfuerzos por evitarlo, el estudio de Gill de todos mitidos, «capturar» esa cultura parece una superfluidad escolástica.
modos transmite una sensación de determinismo. Es como si el desti- Sin embargo, en diferentes estudios sobre muchachos involucra-
no de Luke Street se hubiese sellado en el momento en que la Direc- dos en formas alternativas de problemas se repiten ciertos temas que
ción de Viviendas decidió repartir una cantidad importante de casas parecen reafirmar la realidad de la subcultura. En su estudio del van-
a familias pobres numerosas. La prensa, la policía y las autoridades dalismo en el fútbol, Marsh y sus colegas sostienen que este compor-
en general se fueron silenciando progresivamente con el tiempo. La tamiento es básicamente una forma ritualizada de agresión (pelea)
violencia era el único recurso de los muchachos, aparte de hundirse que sólo contingentemente pasaría a convertirse en una violencia real
pasivamente en la apatía. En otro estudio de Liverpool sobre una for- si no fuera por la interferencia de procesos controlados de mane-
ma contrastante de delincuencia «en ascenso», el robo de radios de ra grupal por agencias externas, en especial la policía. En una eva-
los automóviles, podría decirse que Parker demuestra más claramen- luación especialmente perspicaz de la dinámica de este vandalismo,
te el problema de utilizar los conceptos de «cultura» y «subcultura» explican las descripciones en apariencia «esquizoides» que dan los
en la explicación de la delincuencia.48 Ello surge sobre todo debido fanáticos de su comportamiento en términos de una «conspiración».
a los puntos fuertes de su trabajo de observación. La «cultura de la Los fanáticos afirman que aquellos a quienes se oponen «se hacen
conversación» de los muchachos es descrita con inmensa sensibilidad patear la cabeza»: pero milagrosamente los muchachos que se hacen
y destreza. La relación que Parker estableció le permitió sostener su patear «de todos modos generalmente están bien».49
rol durante tres años. Observó tanto los cambios más importantes
como los más insignificantes en los puntos de vista de los muchachos Al conspirar para construir una realidad que parece oponerse a su
sobre ellos mismos y sobre el mundo. Sin embargo, no aparece un conocimiento tácito de la acción ordenada y regida por las reglas, los
fanáticos participan en la creación activa de diversión. Para los fanáti-
cuadro definido de su «cultura», porque su «cultura» no es definida.
cos, la regularidad y la seguridad son cosas a evitar [...]. Lo que ofrecen
Los métodos de Parker son los del interaccionismo. Está alerta a las tribunas de fútbol es una oportunidad de escapar de la monotonía
las cualidades de la improvisación, la negociación y la «emergencia» del mundo diario del trabajo o la escuela hacia algo que es aventurado
genuina de nuevas formas de definir la situación y de pasar a for- y estimulante. Pero para lograr el contraste es necesario interpretar, al
mas diferentes de abordarla. Pero la autonomía de los muchachos menos en un nivel, las tribunas de fútbol como radicalmente diferentes
estaba limitada por las reglas de la sociedad más amplia y eventual- del mundo de todos los días.50
mente accedían a ese poder, luego de una evaluación calculada de
los riesgos digna de Bentham. En cuanto a la perspectiva teórica, el Los medios actúan en connivencia con la conspiración. La policía
estudio muestra afinidades con la teoría de la tensión (los «buenos desempeña un papel más complicado, ya que los fanáticos los ma-
momentos» deben serle arrancados a una sociedad mezquina); con nipulan para que aplaquen una situación sin quedar en ridículo ante
la teoría de la rotulación (el pasaje subjetivo desde un sentimiento de sí mismos. Cualquier exceso o defecto de la policía en su reacción
apartamiento hacia un sentimiento de alienación proviene de la ex- 49
P. Marsh y otros: The Rules of Disorder, pág. 82.
50
48 Ibíd.: pág. 97.
H. Parker: The View from the Boys.
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haría que, por consiguiente, las cosas salieran mal. Esto combina muy
roso en pelear como en obtener buenas calificaciones. En la escuela, lo
bien con la noción de Matza de delincuencia como «fabricación de
que constituía la base de su autoridad era su potencial para la violencia
diversión». En el caso del vandalismo en el fútbol, sin embargo, la de-
más que su violencia real».52 Para quienes son reacios al combate físico,
lincuencia es principalmente una cuestión de simbolización y fantasía
la adrenalina puede buscarse en otras escenas y actividades de ocio, por
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regida por las normas. Como enfatiza Armstrong (1998) en su des-


no decir ociosas. Andrew Wilson (1999) exploró la experiencia de los
cripción antropológica de «los Blades», los sedicentes simpatizantes
que participaron en la escena de la década de 1970 de Northern Soul
vandálicos de Sheffield United, la denominación está tomada de los
y la abandonaron. Dos décadas más tarde, las entrevistas con antiguos
vínculos del club y la ciudad con la fabricación de acero, no con el uso
seguidores de esa escena dan fe de que ésta ya ha entrado en la edad
de cuchillos, que ellos ven como el recurso de los cobardes.* En los
adulta. El cóctel embriagador de música, baile, drogas y lo que Sho-
aspectos clave, acuerda con el análisis de Marsh: «los dramas de los
ver denominó «la vida como una fiesta», en su mayoría, no afectó sus
vándalos son contextúales, negociados e improvisados [...]. Para la
oportunidades de vida. Pasaron a convertirse en asalariados y a formar
mayoría de las personas en Gran Bretaña hoy no existe la épica de la
familias. Pero la «escena» seguía siendo el eje de experiencias intensas,
pobreza o la guerra, pues la vida es relativamente segura [...]. El estilo
una vida grupal y una interacción fluida. Para una minoría, eso era de-
de vida del consumidor moderno carece cada vez más de todo sentido
masiado bueno como para perderlo: se las ingeniaban para mantenerse
del peligro o de las experiencias difíciles, y el problema entonces pasa
involucrados en la escena cambiante hasta bien entrados en los cuaren-
a ser cómo trascender la monotonía».51 La «sociedad de riesgos» ha
ta. Para una minoría de la minoría, la cosa era más fatídica: ya enreda-
dejado de ser riesgosa y el vandalismo de alguna manera restituye el
dos en entornos familiares problemáticos, la «escena» era su camino
equilibrio, creando un contexto ritualizado y por lo tanto en gran
hacia el delito, la cárcel y, en algunos casos, la muerte temprana. Lo que
medida no violento para la exhibición de los aún valorados atributos
aparece es que, si este seguimiento extraño puede proporcionar alguna
masculinos de osadía, proeza y gallardía. Resulta interesante seña-
guía, la participación en subculturas jóvenes es inmensamente variada
lar que Tuchman (1979) mostró cómo las guerras medievales tenían
en su carácter y sus consecuencias, ni demasiado efímera ni -para todos
muchas de las mismas cualidades. Lo último que muchos soldados y
excepto para unos pocos- con consecuencias trágicas.
mercenarios querían era que los hirieran o los mataran, y lo primero
Las teorías de conflicto de culturas se basan en la idea de que la
era conseguir el botín y la afirmación del carácter. En consecuencia,
colisión de normas de conducta desempeña un papel central en la ex-
gran parte de las maniobras militares en realidad consistían en que los
plicación del delito. Esta visión fue presentada en forma sucinta por
ejércitos dieran vueltas tratando de evitarse mutuamente.
Thorsten Sellin: «Si las normas de conducta de un grupo son, con refe-
De manera similar, y en una etnografía fina de grupos de jóvenes y
rencia a una situación de vida dada, inconsistentes, o si dos grupos po-
estilos culturales en Hastings, un pueblo de la costa sur de Gran Breta-
seen normas inconsistentes, podemos suponer que los miembros de es-
ña, Shane Blackman (1995) muestra cómo la masculinidad violenta es tos varios grupos reflejarán individualmente esas actitudes grupales».53
mucho más contenida y simbólica, y raras veces se manifiesta en el com- Los conflictos de conducta más obvios surgieron en el proceso
bate real. «La procesión de solidaridad masculina de los mods estaba
de migración a los Estados Unidos de personas provenientes de una
relacionada más significativamente con las respuestas territoriales como
inmensa variedad de entornos culturales. A medida que el proceso de
un estilo cultural joven, que con una expresión de la resistencia social de
aculturación se desarrollaba, el interés criminológico pasaba a cen-
clase. Su "comportamiento duro" en ningún sentido se convirtió en un
trarse en los conflictos culturales que surgían de fuentes estructurales
antiintelectualismo: los muchachos mods ponían un empeño tan rigu-
52
S. Blackman: Youth: Positions and Oppositions, pág. 254.
* Blade significa «cuchilla», «hoja (de cuchillo)», «filo». [N. de la T.] 53
T. Sellin: «Culture conflict and crime», en M. Wolfgang y otros (comps.): The
51
G. Armstrong: Football Hooligans: Knowing the Score, págs. 233, 296. Sociology of Crime and Delinquency, pág. 228.
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sociales y a apartarse de la cuestión de los orígenes geográficos di- código legal está rubricado por los valores de la clase media. La banda
versos. El modelo podría ser adaptado para explicar la delincuencia delictiva intensifica ese compromiso, ya que es probable que sus miem-
agresiva invocando la simple magnitud de las diferencias culturales bros se socialicen en hogares conducidos por mujeres en los que hay
que existen entre las clases media y trabajadora (sin que ello impli- poca confianza en la estabilidad y el poder del varón para ganar dinero.
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que sugerir que existe un antagonismo intrínseco necesario, como lo La banda ayuda a resolver los problemas relacionados con el rol sexual
hacen las teorías del conflicto de clases, y sin que ello implique su- al proveer un medio para alcanzar estatus y confianza masculinos. Mi-
gerir que los adolescentes de la clase trabajadora están influenciados ller aporta mucho apoyo empírico para su teoría, especialmente la alta
de manera significativa por la cultura de clase media, como lo hacen proporción de actos agresivos en los grupos callejeros, que son la for-
-algunos- de los que defienden la teoría de la tensión). Al igual que ma intragrupal y verbal de expresar sus «temas» centrales, y rara vez
los defensores de la teoría del control, definen la sociedad dominante son dirigidos contra la clase media o incluso contra objetivos adultos:
como incapaz de encontrar un asidero efectivo en «los corazones y señal de que la ambivalencia respecto del estatus en esos términos es
las mentes» de la clase trabajadora. Sostienen que la cultura de la cla- insignificante. La mayor parte de la delincuencia juvenil es no violenta.
se trabajadora está profundamente asentada (en palabras de Miller) Hay una proporción mucho más alta de robos que de cualquier tipo de
en un «proceso antiguo de acomodamiento de generaciones» nacido agresión: este tipo de actos delictivos, sin embargo, son raros en sí mis-
de la industrialización y la urbanización. Hasta el momento no se ha mos. La violencia, cuando tiene lugar, es una respuesta a insultos perci-
visto muy afectado por los cambios y las reformas que tan a menudo bidos y/o al rechazo por parte de otros específicos, no una emanación
se anuncian como las promotoras de la desaparición de las clases,54 azarosa de agresión sin sentido. Es una fuente de cohesión grupal y una
como el «Estado de bienestar», la «sociedad opulenta» y otros su- afirmación de valores grupales, más que un trampolín para manifestar
puestos desvíos de una conciencia de clase peculiar. hostilidad contra la «sociedad», el «mundo adulto» o los «valores de
La teoría de Miller (en muchos sentidos la heredera de la des- la clase media».
cripción que Thrasher hace de la banda) simplemente afirma que la Una explicación similar puede hallarse en el concepto de Osear Lewis
delincuencia grupal de las clases bajas, lejos de representar una «con- de la cultura de la pobreza. Generada por la experiencia de la pobreza,
tracultura», es la expresión directa, intensificada, del patrón cultural esta cultura asume prácticamente la misma forma en cualquier contex-
dominante de la comunidad de clase baja: «una tradición antigua, to nacional o estructural.55 Ya sea que se la estudie en Buenos Aires,
con un patrón singular y una integridad propia». Esta cultura incluye Glasgow o Nueva York, la combinación de valores que se observa es la
seis «temas centrales» hacia cuyas polaridades cada individuo (en misma: incluye, entre otros, una negativa -rayana en la incapacidad- a
general masculino, pero en ocasiones también femenino) puede, en diferir la gratificación, un énfasis en el machismo o en la primacía con-
principio, orientarse de manera algo idiosincrásica. Ellas son: proble- ferida a la destreza sexual del varón y un profundo fatalismo respecto
ma (la tensión entre la conducta respetuosa de la ley y la violatoria de 55
O. Lewis: Five Families: Mexican Case Studies in the Culture of Poverty; tam-
la ley); dureza (masculinidad-amaneramiento); agudeza (perspicacia-
bién The Children of Sánchez y La Vida: A Puerto Rican Family in the Culture of
torpeza); diversión (actividad-pasividad); destino (tener suerte-tener Poverty. En su introducción a La Vida, dejó claro que la pobreza y la «cultura de
mala suerte); autonomía (independencia-dependencia). Para Miller, la pobreza» no son términos mutuamente incluyentes. Por ejemplo, los judíos de
la participación en estos «temas» tiende a involucrar a adolescentes Europa del Este eran muy pobres, pero su nivel cultural y su religión los aislaba de
de clase baja en un choque frontal con una sociedad dominante cuyo la cultura de la pobreza. Sin embargo, pese a una serie de negativas de ambas partes,
la cultura de la pobreza corresponde estrechamente a las observaciones de Liebow
54 de un grupo de pobres urbanos de los Estados Unidos (E. Liebow: Tally's Corner:
W. Miller: «Lower class culture» y en M. Wolfgang y otros (comps.): The
Negro Street-corner Men in Washington, D. C.). Para una discusión, véase C. Valen-
Sociology of Crime and Delinquency, págs. 267-276 y (con otros) «Aggression in a
tine: Culture and Poverty. Para una perspectiva criminológica de una posición muy
boys' street-corner group».
similar, véase M. Wolfgang y F. Ferracutti: The Subculture of Violence.
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del cuestionamiento de la masculinidad y el honor, encuentra terreno fértil micidios y de portación de armas en Gran Bretaña puede significar
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en estos valores. La sola adhesión a esta cultura viciaría cualquier


una inversión de esa tendencia.
perspectiva de mejoramiento.
Naturalmente, se han dirigido varias críticas contra la concepción
Hay varias contrapartidas de estas teorías. De hecho, el tema de
de la cultura de la clase trabajadora propuesta por Miller y otros.
la conciencia masculina como una legitimación del crimen y la de-
Algunos sostuvieron que es altamente cuestionable atribuir la dureza
lincuencia es recurrente desde el trabajo de la Escuela de Chicago en
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y el desafío a la autoridad que se observa entre las comunidades más


adelante. Las ideas de John Mays en Liverpool son comparables a
«toscas» a la clase trabajadora en general. No obstante, debe recor-
las de Miller. John McVicar describe los «valores machistas crudos»
darse que parte de esa crítica puede provenir de una mala lectura de
como centrales para su niñez. Afirma que lo que lo atrajo hacia la
Miller. Éste escribió sobre la «cultura de la clase baja» y, en el discur-
subcultura delictiva no fueron los bienes materiales sino la destreza.56
so estadounidense y posiblemente en la sociología estadounidense, la
De manera similar, Paul Willis discierne, en la cultura de los mucha-
clase baja no es igual a la clase trabajadora, sino un segmento peque-
chos motorizados, un interés por la elaboración de la imagen mascu-
ño, lumpenproletario, principalmente negro, de ella.
lina, una imagen que «no le debía nada a la noción convencional de
Lambién existe un elemento tautológico al leer la conducta cultu-
vida masculina saludable [...]. Los principios valorados de este códi-
ralmente (Barbara Wootton se refirió a ella en cierta ocasión como la
go [...] tales como la imprudencia ante la autoridad, la dominación
tesis de que una forma de vida puede ser explicada por una forma de
de las mujeres, la humillación del más débil, la agresión al diferente,
vida). Sin embargo, por más insatisfactorios que sean desde el punto
serían aborrecibles para los defensores tradicionales del honor y se-
de vista científico, estos abordajes «resuenan» con algunos aspectos
rían calificados de criminales por los agentes del control social».57
de las formas más graves de violencia de una manera que las teorías
En el primer rock and roll, encontraron una forma musical que co-
mertonianas más abstractas no lo hacen.
rrespondía perfectamente a la imagen que tenían de sí mismos. De la
Las teorías del conflicto de clases básicamente aplican casi el mis-
motocicleta, más que hacer un uso mecánico, se habían apropiado
mo conjunto de ideas a la explicación del crimen y la delincuencia
culturalmente. Phillipe Bourgois (1996) empleó el tema para explicar
que otros teóricos; pero lo hacen dentro de un marco marxista amplio
la violencia doméstica en la ciudad de Nueva York, afirmando que
cuyo axioma es que el conflicto de clases es inevitable en las socieda-
los hombres latinos estaban resentidos porque las mujeres latinas,
des capitalistas y que la dinámica de ese conflicto debe ser puesta en
más exitosas social y económicamente, los habían empequeñecido,
relación con cuestiones propias de la desviación y el control. Esto no
y recurrían a la violencia de modo crudo para reafirmar su superio-
significa necesariamente que la delincuencia sea sólo «decodificada»
ridad y poner a las mujeres en su lugar. Y Ken Polk (1994), en su
como un síntoma de la guerra de clases, o que se considere que los
análisis del homicidio en Australia, afirmó que el insulto, el respeto
delincuentes luchan contra «el sistema», aunque en forma regresiva.
y la reputación eran dimensiones clave de una cultura violenta del
Pero significa que se buscan conexiones entre las «contradicciones»
honor entre los varones de clase baja. Resulta interesante observar
estructurales de las sociedades capitalistas y las formas que asumen la
que el argumento de Elias (1982) de que el honor en gran medida
desviación y el control.
fue desplazado por la vergüenza en Occidente le permitió tanto a él
Phil Cohen, por ejemplo, aplicó el concepto de subcultura a las
como a otros, como Leyton (1995), explicar el descenso de las tasas
innovaciones en la cultura joven.58 Observó que esas innovaciones
de homicidio a lo largo de los últimos doscientos años. Aunque aún
emergen allí donde las contradicciones de la economía política ca-
56
J. Mays: Growing Up in the City; J. McVicar: McVicar by Himself.
pitalista ejercen sus principales efectos: en los barrios marginados
57
P. Willis: Profane Culture, págs. 29-30.
58
P. Cohen: «Working class youth cultures in East London».
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de la clase trabajadora. Los cambios acaecidos en la posguerra en debilitamiento de las restricciones comenzó dentro de la clase
las áreas de vivienda, transporte y tecnología, pese a que implicaron dominante. Luego fue transformado y lleva-do a una dimensión
ciertos beneficios en términos de poder adquisitivo, tuvieron el efecto expresiva, tanto en el movimiento hippie comoen el de protesta
de fragmentar a la comunidad de la clase trabajadora. El costo del estudiantil. Así instalado, fue percibido como unaamenaza para
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resquebrajamiento de la maquinaria de la prosperidad en las décadas el orden social. Los autores son conscientes del peligro
de 1970 y 1980 recayó de manera bastante desproporcionada sobre de hacer una lectura demasiado ideológica de los estilos juveniles, ya
la juventud de la clase trabajadora y sobre las minorías inmigrantes. que la «desafiliación» es con frecuencia de corta duración y algunos
La incapacidad de la clase trabajadora «progenitora» para lidiar con fenómenos son tan efímeros que es necesario hacer un esfuerzo de
estos problemas significa que éstos fueron refractados hacia los jóve- credibilidad para investirlos con alguna significación simbólica. Si
nes, cargados ya con asociaciones de derrota de clase. Su respuesta bien la toma de conciencia de esa situación no constituye más que un
a las tensiones familiares, la comunidad fragmentada y la inseguri- paréntesis y los abordajes del conflicto de clases son tan proclives a
dad económica resultantes fue necesariamente simbólica. Fue crear «sobrepronosticar», como las teorías de la tensión y el conflicto de
una sucesión de estilos subculturales que «expresan y resuelven, si culturas, hay algunas salvaguardas en el trabajo etnográfico desarro-
bien "mágicamente", las contradicciones que permanecen ocultas o llado por la Escuela de Birmingham.
sin resolver en la cultura progenitora». Así, por ejemplo, el estilo En su estudio acerca de «cómo los niños de la clase trabajadora
mod podría interpretarse como un «intento de efectivizar, aunque en obtienen empleos de la clase trabajadora», Willis abordó un tema
una relación imaginaria, las condiciones de existencia del trabajador casi gastado por la repetición sociológica de la observación de que
de cuello blanco con movilidad social. Mientras que su argot y sus estos jóvenes perciben la escolaridad como algo completamente irre-
formas rituales enfatizaban muchos de los valores de sus padres [es levante. Su trabajo obtuvo una gran cantidad de conocimientos al
decir, la clase trabajadora], su vestimenta y su música reflejaban la combinar entrevistas y observaciones de un pequeño grupo de mu-
imagen hedonista del consumidor próspero».59 El estilo skinbead fue chachos en una típica escuela pública integrada de nivel secundario""
un intento de recuperar y afirmar los rasgos asociados con los tra- durante su último año en la escuela y su primer año en el trabajo. Lo
bajos forzados bajo la amenaza del cambio tecnológico. Y si existe que estos muchachos revelaron sobre todo fue su clara percepción
cierto patrón uniforme para el surgimiento y la desaparición de esti- de sus limitadas oportunidades de vida en la división industrial del
los sucesivos -teds, mods, roqueros, skinheads, punks-, ello se debe trabajo y la incidencia que tenía esa percepción en su resistencia a
a que las rebeliones de estilo (según la frase de Melly)60 no pueden la escolaridad. Su propio programa de estudios oculto incluía eludir
más que retranscribir, y nunca resolver en ningún sentido estructural, las responsabilidades, «matar el tiempo» y reírse sarcásticamente de
el conjunto de contradicciones que les dan origen. todo, todas ellas formas de escape del tedio de la vida cotidiana.
Stuart Hall y sus colegas han aplicado prácticamente el mismo Su cultura enfatizaba los temas perennes de la violencia simbólica
modelo a la cuestión de la delincuencia en general y a los movimien- y física, la presencia ruda y la presión de cierto tipo de masculini-
tos expresivos de clase media en particular producidos desde la gue- dad.62 El «sexismo» y el «racismo» eran parte del precio que debía
rra.61 El surgimiento de la «contracultura» hippie es atribuido a la pagarse por cumplir con una imagen masculina que volvía atractiva
creciente incompatibilidad entre la ética puritana tradicional y la la perspectiva del trabajo manual rutinario y que situaba al principal
nueva prosperidad y consumismo de la clase media en expansión. El
* En inglés, comprebensive school, modelo de escuela pública secundaria im-
59
Ibíd.-.págs. 23-24. puesto por el partido laborista a mediados del siglo xx que agrupa a los alumnos de
60
G. Melly: Revolt into Style. 12 a 16 años sin hacer ninguna diferencia en cuanto a su capacidad, nivel, interés
61
S. Hall y otros (comps.): Resistance through Ritual. o integración social y que cuenta con un programa educativo único. [N. de la T.]
62
P. Willis: Learning to Labour, pág. 36.
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grupo alternativo de la escuela, los «lelos» destinados a los trabajos siquiera colisionaban, con la ideología burguesa. La crítica indepen-
manuales o técnicos superiores, como conformistas pusilánimes. Wi- diente que hacían del sistema -el mayor valor atribuido al trabajo
llis rebajó la condena moral de la cultura de estos jóvenes al hacer la manual en particular- tenía una lógica por la cual eventualmente
observación aguda de que lo único que salvaba a la sociedad liberal quedaban atrapados en el trabajo. El sistema ganaba, aunque era
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del trabajo forzado era una decidida apropiación del trabajo. posible dejar a salvo cierta autonomía en el nivel cultural.
Willis utiliza los términos «cultura» y «contracultura» en un Corrigan agrega una dimensión histórica a la aparente parado-
sentido mucho más «dialéctico» que el que puede encontrarse en ja por la cual la larga lucha por el derecho de los niños de la clase
el trabajo de la mayoría de los otros teóricos del conflicto de cla- trabajadora a la escolaridad es ampliamente desperdiciada por los
ses. Su principal interés es transmitir la «creatividad profana» de las supuestos beneficiarios. Afirma que no deberíamos sorprendernos
culturas subordinadas como la «única vía para un cambio cultural demasiado por el resultado, teniendo en cuenta que lo que se ganó
radical».63 Por consiguiente, los primeros abordajes definen las cul- fue el derecho a una forma de escolaridad originalmente impuesta a
turas como «simplemente capas de relleno entre los seres humanos y la clase trabajadora (el término que usó Forster era «domar a las ma-
las situaciones desagradables».64 La apropiación activa y la remode- sas») en una lucha que les robó sus propias instituciones educativas
lación de los elementos culturales que el fetichismo de la mercancía incipientes. Corrigan también propuso una interpretación diferente
propio del capitalismo descarta pueden proveer los materiales para de la idea de Matza de que gran parte de la delincuencia callejera es
que sea posible hacer al menos cuestionamientos temporales a la do- «fabricación de diversión» en un contexto de «no pasa nada». La
minación cultural de la burguesía. El análisis de Willis de las culturas elaboración de «ideas extrañas» como un rasgo de aparentemente
de los muchachos motorizados y los hippies así como el que Hebdige «no hacer nada» implica romper las reglas con frecuencia. Pero las
realiza respecto de los punks comparten una visión que concibe la «reglas no se rompen específicamente porque son reglas; las reglas
cultura profana como un rechazo a ser silenciado por fuerzas cul- se rompen en su mayor parte como consecuencia del flujo de acti-
turales superiores.65 En su estudio de la contracultura escolar y las vidad en el que se embarcan los muchachos».68 El trabajo de Corri-
culturas de los trabajadores de base, Willis va más allá. Reconoce gan es comparable a la fenomenología de Jack Katz de delincuencia
que «sería erróneo imputar a los muchachos individualmente cual- callejera en los Estados Unidos y al último análisis de Cusson de
quier crítica o motivación analítica», aunque «su cultura colectiva las motivaciones delictivas en Canadá. Para Katz, el crimen violento
muestra sensibilidad hacia el carácter único del poder del trabajo tiene su propia estética hedonista y sensual centrada en la diversión.
humano y a la vez constituye un intento de poner en tela de juicio Los skinheads, por ejemplo, consideran que la violencia tiene «una
cierta definición ideológica de éste».66 Pese a que se cuida de utilizar significación [...] seductoramente gloriosa [...]. Estar en este mundo
el término «alienación»,67 aplica el uso original que hace Marx de de experiencia no es simplemente cuestión de detallar la postura y
ese término al ámbito de la producción cultural. El capitalismo, en usar la violencia para erigir el fantasma del terror. También es una
última instancia, determina las condiciones por las cuales las «pene- participación sensual contingente».69 Lo mismo sucede con los suje-
traciones» limitadas que los muchachos hacen colectivamente en los tos de Cusson. La dedicación al delito, según él, parece estar vincu-
misterios de la ideología burguesa se convierten en un arma de su lada a cuatro conjuntos amplios de objetivos: los relacionados con
propia subordinación voluntaria. En ningún sentido cooperaban, ni la acción (que incluyen juego y diversión), apropiación, agresión y
dominación. La acción misma «es la comisión de delitos para gastar
63
P. Willis: Profane Culture, pág. 1.
64
P. Willis: Learning to Labour, pág. 52. 68
P. Corrigan: Schooling the Smash Street Kids, pág. 140.
65
P. Hebdige: Subculture: The Meaning of Style. 69
J. Katz: Seductions of Crime, págs. 128-139.
66
P. Willis: Learning to Labour, pág. 132.
67
Ibíd.: pág. 143, n. 22.
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energía y para obtener la sensación de vivir intensamente».70 Pero en violación de las normas en los escenarios urbanos. La desviación no
todos los casos, el contexto de clase limita la autonomía tanto como necesariamente es considerada un signo enérgico o semienérgico de
la subvierte. rechazo, frustración o cólera hacia el capitalismo y sus privaciones
El desarrollo más reciente en este sentido, el trabajo de los auto- estructuradas. Por el contrario, es parte de la trama de la vida dia-
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denominados «criminólogos culturales», aborda estos temas desde ria, y se transmite imperturbablemente como una tradición en ciertas
otro lugar. Keith Hayward sostiene que el «hiperconsumismo [...] comunidades de la clase trabajadora (aunque debe decirse que esa
está contribuyendo al problema del delito en formas que son nuevas tradición no deja de presentar problemas para las víctimas y otros
y cualitativamente diferentes de las expresadas en la teoría clásica que viven en las cercanías). Bottoms, Mawby y Xanthos describieron
de la tensión» (2004, pág. 86). Se observa una dependencia exce- cómo en un complejo habitacional de la clase trabajadora de Sheffield
siva del consumo más que de la producción dado que el sentido de
[...] la criminalidad estaba íntimamente enlazada con la vida social
identidad de los jóvenes en particular promueve expectativas de rei-
del complejo. Los rasgos predominantes de la vida social del complejo
vindicaciones de bienes simbólicos clave. El mercado cada vez más [...] eran los inquilinatos habitualmente prolongados; el hecho de que
«subvierte el Estado» e inunda todos los valores contrapuestos con muchos habían crecido en el complejo y habían interiorizado ese estilo
su propio credo de «consumismo hedonista» alimentado a la fuer- de vida; y las redes familiares estrechamente entrelazadas, en especial en
za. Esto es perfectamente compatible con los estudios de Elizabeth el sudeste de Gardenia. Donde, como en el sudeste del complejo, existe
Burney (1990) y Simón Hallsworth (2005) sobre jóvenes que parti- una proporción particularmente alta de familias «rudas», este grupo de
cipaban en robos callejeros, no como un medio de supervivencia, ni rasgos sociales produce un modo de vida particular que está relacionado
siquiera de enriquecerse, sino para obtener dinero para comprar los con la cultura dominante de la clase trabajadora, aunque en cierto punto
difiere de ella: en suma, una subcultura [...]. [Un] rasgo de la subcultura
accesorios de última moda con los logos más caros, algo que era vi-
era que la criminalidad era tolerada en ciertas circunstancias, de manera
tal para tener «credibilidad callejera». Los símbolos de la desviación que muchos o la mayoría de los miembros de la subcultura (incluyendo
son introducidos en el marketing, incluso en los videos publicita- las mujeres) eran delincuentes ocasionales; algunos eran criminales de ca-
rios convencionales, que comercian con imágenes transgresoras de rrera, que buscaban de manera regular oportunidades para [...] obtener
violencia, saqueo y consumo de drogas (véase también Blackman, ganancias materiales a través de actividades criminales; y todos aceptaban
2004). Más aún, cercados por la «hiperbanalización» de la sobre- que algunas actividades (como que papá «arreglase» el medidor de electri-
rregulación, excluidos de las franjas de espacios públicos y privados cidad o que mamá comprase una alfombra «muy barata» a alguien en un
cada vez más grandes (desde las tiendas de departamentos hasta las pub) eran parte del patrón normal de vida.71
escuelas), los jóvenes más integralmente demonizados son incitados
Algunos estudios etnográficos han arrojado luz sobre los procesos
a fabricar diversión mediante la creación de «carnavales del crimen»
que sirven de soporte a ese «patrón normal de vida». Considérese el
(Presdee, 2000). Estos análisis, sean cuales fueren sus aseveraciones,
estudio de Walklate y Evans (1999) sobre un área estable con una alta
no rompen con las teorías de la tensión y los abordajes aliados, sino
tasa delictiva, en Salford, al norte de Inglaterra, donde la criminalidad
que buscan relacionarlos nuevamente con las condiciones sociales y
imponía una organización a las relaciones sociales y donde la gente del
económicas modificadas de la modernidad tardía.
lugar afirmaba que se sentía protegida, menos temerosa, porque cono-
Otros estudios británicos se centran en la reproducción subcultu-
cían a los delincuentes locales y no sufrían sus depredaciones. Considé-
ral del crimen y la desviación, pero recurren a una fundamentación
rese también el libro de Janet Foster, Villains [Villanos], que comenzó
muy diferente de la teoría, que recuerda más a la Escuela de Chica-
go por su énfasis en el grado de arraigo y normalidad que tiene la 71
A. Bottoms, R. Mawby y P. Xanthos: «A tale of two estates», en D. Downes
70
(comp.): Crime and the City, pág. 57.
M. Cusson: Why Delinquency?, pág. 32.
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como un estudio de un vecindario común del sudeste de Londres que De hecho, tal vez no eran muy diferentes de los estafadores o los em-
no era especialmente notorio por su criminalidad. Foster terminó cen- baucadores y ladrones de la Londres isabelina o jacobina. Sin duda,
trándose en los «adolescentes callejeros [que] no eran criminales pro- Ben Jonson habría reconocido a los personajes lastimeros, astutos,
fesionales sino delincuentes mundanos y de pequeña escala, cuya "gra- instrumentales e ingeniosos que poblaban las páginas de Dick Hobbs.
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duación" consistía en pasar de una vida pública callejera y juvenil con


alta exposición a la explotación privada, institucionalizada, a puntos
de venta de la economía negra como adultos».72 Una de sus principales El delito y el mercado laboral: la tesis de la «nueva subclase»
conclusiones fue hasta qué punto la delincuencia de esos adolescentes y después
podía llegar a ser mundana, ordenada y convencional. Encajaba en la
estructura de la vida local. Los miembros de cada generación parecían La década de 1980 en Gran Bretaña y los Estados Unidos demos-
progresar bastante fluidamente desde la delincuencia pública y expre- tró ser la década de la «Nueva Derecha», que alcanzó su punto culmi-
siva hacia una participación más segura, discreta y lucrativa en la eco- nante con la caída de los regímenes socialistas de la Unión Soviética y
nomía informal. Los miembros de cada generación tenían una actitud Europa del este. Una versión local de esa caída en Gran Bretaña fue
ambivalente hacia la desviación de las personas más jóvenes que ellos el retraimiento de las organizaciones sindicales y la marcada dismi-
mismos, en la medida en que no sólo perdonaban a sus delincuentes nución del poder de las autoridades locales de izquierda. El regreso a
(después de todo, decían, habían hecho prácticamente lo mismo cuan- una economía de «libre mercado» dio impulso a la ya fuerte tendencia
do eran jóvenes), sino que también los sometían a una crítica mode- de lo que se ha dado en llamar un «crecimiento sin empleo» nacido
rada (no era como si esas actividades fuesen realmente encomiables). de las nuevas tecnologías de la información. El desempleo, especial-
La ambivalencia se enmarcaba en una especie de consenso trabajador mente de los varones, pasó en Gran Bretaña de aproximadamente el
respecto de los límites de la delincuencia tolerables (la violencia gro- 5 por ciento en 1979 al 14 por ciento en 1983. Para las mujeres, ese
sera, por ejemplo, se consideraba inadmisible) y en consecuencia la aumento fue menos drástico, del 3 por ciento a un poco menos del 6
delincuencia era confinada y regulada de manera informal. por ciento, lo que reflejó el aumento estable de la participación de las
Doing the Business73 [Haciendo negocios] de Dick Hobbs abor- mujeres en la fuerza de trabajo en comparación con la de los hom-
dó un tema similar al explorar las conexiones que existen dentro del bres, especialmente en los empleos de medio tiempo.74 El desempleo
mundo individualista, empresarial, de la clase trabajadora en la eco- prolongado entre los hombres surgió como un rasgo central de esta
nomía informal del este de Londres. Los sujetos de Hobbs estaban tendencia. En las áreas más golpeadas, las tasas de desempleo entre
siempre esquivando problemas, «haciéndose humo», metidos en «co- los varones jóvenes llegaron al 80 y el 90 por ciento.
sas raras», en los límites de la legalidad, a la pesca del buen negocio, En términos de las teorías subculturales del crimen y la delincuen-
la oportunidad de mercado y la maniobra artera. La suya era también cia, ésta era una receta para la anomia, y lo demostró, aunque en
una tradición criminal que operaba en las sombras y que tenía cierta forma despareja en el tiempo y el espacio. En los vecindarios más
antigüedad, una tradición que daba cuenta de la provisión de bienes afectados, se observó una «crisis de masculinidad» (Campbell, 1993)
y servicios personales que desde hacía muchos años realizaba el Este en la que los jóvenes sin esperanza aparente de adquirir hombría a
a la ciudad de Londres, yendo en dirección al oeste, y que no estaba través del rol tradicional de sostén de la familia buscaban su reali-
imbuida con un espíritu de resistencia, rechazo o frustración marcado. zación mediante la «fabricación de diversión». Surgieron formas de
72 delincuencia que trascendían lo intermitente y lo mundano: el robo
J. Foster: Villains: Crime and Community in the Inner City, pág. 2.
73
D. Hobbs: Doing the Business: Entrepreneurship, the Working Class and De- 74
tectives in East London. J. Hills: The Future of Welfare: A Guide to the Debate, págs. 32-33.
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«en patota», que utilizaba la fuerza del número para robar a la gente cional: la «anomia de la ausencia de padre» más que el desempleo,76 y
en la calle y a las tiendas; el robo de automóviles para luego correr plantearon la siguiente pregunta: «¿Qué exponente de la concepción
carreras en los alrededores de los complejos locales, que implicaba de que el desempleo mismo es una causa fundamental de los niveles
un despliegue de arrojo; y el robo estrellando los coches contra los delictivos contemporáneos estaría preparado para sostener [...] que
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escaparates de las tiendas o contra las casas, que era un método para si la tasa de desempleo cayese al nivel de la década de 1960, la tasa
lograr una irrupción forzada. Las tasas delictivas oficiales se dupli- delictiva caería también al nivel de la década de 1960?».77
caron entre 1979 y 1992, y aumentaron drásticamente en un 40 por En esta mescolanza de argumentos y contraargumentos, el rasgo
ciento en los tres años comprendidos entre 1989 y 1992, aunque más llamativo es la exclusividad del énfasis en el empleo o en las fami-
los hallazgos de las encuestas de víctimas de hogares reducirían a la lias integradas por uno solo de los padres. En un intento excepcional
mitad esa tasa de incremento, para reflejar una caída desde la última por repensar las cuestiones complejas y la evidencia que se ponían en
mitad de la década de 1990 en adelante. No ha de sorprender que la juego, Elliott Currie (1985) sostuvo que las falsas antítesis entorpe-
angustia pública se elevase y declinase a causa de ello. cían el análisis. En primer lugar, las tendencias y las desigualdades
El análisis más convincente del vínculo que existe entre el desem- económicas no sólo afectan las oportunidades de empleo sino que
pleo y el delito, especialmente el delito contra la propiedad, fue el que también desestabilizan a las comunidades y las familias. En segundo
presentaron Wells y Dickinson. Teniendo en cuenta el desfase que tie- lugar, el subempleo puede ser un poco mejor que el desempleo como
ne lugar entre los movimientos que se producen en el ciclo comercial fuente de sustento suficiente para mantener a una familia y para ex-
y los cambios en la tasa delictiva, estos autores demostraron con gran perimentar un sentimiento activo de pertenencia a la nación. Dennis
éxito que los delitos contra la propiedad disminuyen durante los años y Erdos responderían, sin dudas, que en el periodo de entreguerras
de recuperación económica y aumentan durante la recesión.75 Tal vez las altas tasas de desempleo dejaron los marcos familiares y comu-
lo más sorprendente es que, aunque con fundamentos bastante acor- nitarios relativamente intactos. Cualquier trabajo era considerado
des con sus creencias acerca de la responsabilidad moral individual, mejor que nada. Sin embargo, aunque es verdad que las tasas delic-
los sucesivos Gobiernos conservadores se opusieron a la concepción tivas fueron mucho más bajas en ese periodo que en la actualidad,
que conecta las tendencias delictivas y de desempleo. La falta de mo- duplicaron las de las décadas de 1920 y 1930. Como destacó Currie,
ral personal, la disciplina inadecuada en el hogar y en la escuela y la tasa delictiva sin duda habría sido más alta en los Estados Unidos
el aumento de las oportunidades eran citados oficialmente como las de no haber sido por los esquemas de creación de empleos en obras
razones del aumento del delito. Murray (1984) propuso en los Esta- públicas del New Deal, un factor que olvidan aquellos que miran la
dos Unidos una teoría más pronunciada sobre cómo estos atributos década de 1930 como una prueba de que la depresión económica y el
derivan de una nueva subclase nacida de la dependencia de la asisten- delito no necesariamente están vinculados. Más aún, un componente
cia pública. Wilson (1987) replicó que las raíces de la subclase deben básico de la teoría de la anomia, la prolongada revolución de las
buscarse en las desigualdades económicas, más marcadamente entre expectativas crecientes, interactúa con el significado cambiante de la
las poblaciones negras de los barrios pobres. En Inglaterra, Dennis y falta de empleo a fines del siglo xx para producir un nuevo cálculo
Erdos, argumentando desde dentro del «socialismo ético», objetaron moral. En la década de 1930, por más cicatrices que haya dejado la
la tesis de la subclase y afirmaron que la creciente falta de normas experiencia del desempleo, la esperanza compartida era que los em-
sólo era explicable en términos de la declinación de la familia tradi- pleos estaban siendo retenidos y reaparecerían cuando los tiempos y

76
75
Véanse J. Wells: «Crime and unemployment» y Dickinson: Crime and Unem- N. Dennis y G. Erdos: Families without Fatherhood, pág. 102.
77
ployment. Ibíd.: pág. 88.
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los Gobiernos cambiasen.78 Uno de los estandartes más celebrados za policial integrada), el estado anímico de los negros de Detroit era:
de las marchas contra el hambre de la década de 1930 transmitía
muy bien el sentimiento comunitario de ultraje: «Jarrow, el pueblo [...] de desesperación más que de esperanza [...]. Los disturbios de
asesinado». Como resultado de la automatización, la perspectiva de 1967 nacieron de la esperanza, no de la desesperación, la esperanza de
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«crecimiento sin trabajo» parecía negar incluso esa esperanza. Como que luego de los desórdenes en las calles sobrevendría algo mejor; [...] la
afirmaron Lea y Young: «La primera revolución industrial implicó «ineludible realidad», escribió Barbara Stanton, era que había «mucha
más destrucción y violencia en Detroit en 1987 que en 1967 [...]- Era
la explotación de la mano de obra por parte del capital. La segunda
como si los disturbios nunca hubieran terminado, sino que continuaban
revolución industrial implica la emancipación del capital respecto de en cámara lenta. En lugar de una sola gran explosión, hay una corrosión
la mano de obra».79 Las crecientes aspiraciones de consumo combi- estable, inexorable».81
nadas con las cada vez menores expectativas de empleo productivo
conducen a un sentimiento de exclusión particularmente corrosivo.80 La evidencia en Gran Bretaña y los Estados Unidos tiende a apoyar
La llamativa metáfora de Young para describir esta intensificación de el nuevo análisis que realiza Currie de las tendencias del delito y el des-
inclusión cultural y exclusión estructural es la de «cultura bulímica»: empleo. Al creciente desempleo entre los jóvenes en las áreas más mar-
un proceso de ingestión forzada seguido por una expulsión compul- ginadas de Gran Bretaña a principios de la década de 1980 le siguió la
siva (2002). propagación del uso de drogas «duras». En un estudio clave realizado
El destino de Detroit durante las últimas tres décadas muestra la en Inglaterra en un área de Merseyside, se identificó la participación
escala y la complejidad de los problemas involucrados. Fine afirmó: de un grupo «nuevo en el delito» en tasas mucho más altas de delitos
contra la propiedad para financiar su consumo de drogas.82 Las ta-
La decreciente economía tuvo su efecto sobre la calidad de vida en sas de uso de opiáceos mostraron una fuerte correlación con las tasas
la ciudad [...]. Desde 1987, Detroit tuvo la segunda tasa más alta de
de desempleo. Pearson (1987) describió la vida de los consumidores
mortalidad infantil en el país, aproximadamente el 65 por ciento de sus
familias estaban conformadas por uno solo de los padres [...]. El crimen de heroína como una forma de llenar el vacío creado por la falta de
violento era una preocupación especial para los habitantes de Detroit, la trabajo. Algunos estudios estadounidenses importantes examinaron
tasa de homicidio per cápita era tres veces mayor en 1987 que en 1967 cómo la calidad del trabajo y el subempleo compiten con el desempleo
y más alta que en cualquier otra ciudad [...]. El retorno de la Detroit de como progenitores del delito. En un extraño estudio que utilizó ambas
fines de la década de 1980 a las condiciones imperantes en la ciudad en variables,83 se halló que el desempleo estaba muy fuertemente asociado
1967 [...] sería aclamado como un logro notable y feliz. Y sin embargo, con las altas tasas de arresto juvenil (14-17), pero el subempleo (medi-
fue en 1967, no en 1987, cuando Detroit experimentó sus grandes dis- do de acuerdo con la mala remuneración y la cantidad de horas) con
turbios. ¿Cómo se explica esta aparente anomalía?
las altas tasas de arresto de adultos-jóvenes (18-24). Contra la concep-
ción de que las tasas de arresto reflejan las cifras policiales más que la
La respuesta de Fine es que, a pesar de algunos cambios positivos (el
actividad criminal,84 un estudio basado en datos tomados de encuestas
surgimiento de un liderazgo negro en el gobierno de la ciudad y una fuer-
a víctimas de delitos halló que la probabilidad de victimización por
robo en casas y a personas aumentaba significativamente con las tasas
78
Véase H. Mannheim: Crime between the Wars.
79 81
J. Lea y J. Young: Wkat is to be Done about Law and Order? S. Fine: Violence in the Modern City, págs. 459, 461, 462-463.
80 82
Es interesante notar que, en un estudio etnográfico de jóvenes estadounidenses H. Parker, K. Batx y R. Newcombe: Living with Heroin.
83
varones, McLeod halló que los negros participaban en menor grado en la delincuen- E. Alian y D. Steffensmeier: «Youth, underemployment and property crime:
cia, en parte porque se percibían a sí mismos en una curva ascendente de prosperidad, differential effects of job availability and job quality on juvenile and young adult
mientras que los blancos participaban en más actividades delictivas porque se pen- arrest rates».
84
saban a sí mismos en decadencia como grupo. Véase J. McLeod: Ain't no Makin'It. R. Carr-Hill y N. Stern: Crime, the Police and Criminal Statistics.
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de desempleo local.85 Se comprobó que las exigencias de la vida en la el noreste de Inglaterra muestra el aumento del delito «empresarial»
calle aumentan drásticamente la participación de los jóvenes que han junto con el delito menor artesanal y tradicional que aún subsiste,
dejado la escuela y que no tienen hogar en los delitos contra la propie- donde la masculinidad se asocia con la función de los «gorilas» de
dad.86 Un impactante estudio etnográfico en tres barrios contrastan- los clubes nocturnos, y no con la construcción de embarcaciones.
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tes de Brooklyn estableció los vínculos que existían entre el acceso a En Bouncers: Violence and Governance in the Night-time Economy
empleos primarios del mercado laboral y la delincuencia menor y de [«Gorilas»: violencia y control en la economía de la noche] (2003),
corta duración, por un lado, y la falta de acceso a las redes secundarias Hobbs, Hadfield, Lister y Winlow presentan un análisis consumado de
del mercado laboral y la delincuencia más grave, por otro.87 A fines de cómo los cambios en la economía política se conectan con las tenden-
la década de 1990 y principios de 2000, a medida que el desempleo cias aparentemente dispares de la violencia y el desorden en las calles.
volvió a disminuir en el Reino Unido y en los Estados Unidos y en este Como efecto de la desindustrialización, las autoridades locales de las
último país comenzó una tendencia al encarcelamiento masivo que ciudades y los pueblos más afectados recibieron poca ayuda del Go-
aceleró la caída formalmente registrada del desempleo, las tasas delic- bierno central para compensar la pérdida de ingresos provenientes de
tivas mismas comenzaron a caer otra vez. la actividad industrial. Cuando la economía de día basada en la pro-
En gran parte, ello se atribuyó a los cambios en las políticas y en ducción fracasó, se los alentó a explotar la economía nocturna basada
las modas de consumo de drogas, pero es tentador suponer simple- en el consumo. Las tendencias hermanas de «marketización» y « desre-
mente que el trabajo es un antídoto contra la delincuencia juvenil. gulación», iniciadas por los Gobiernos conservadores de las décadas de
Por otro lado, como sostuvo Wilkinson (2000), la disminución 1980 y 1990, fueron proseguidas en el siglo xx por el nuevo laborismo.
del delito podría resultar demasiado efímera si los extremos de des-
igualdad persisten o aumentan: Luego de una década de rápida expansión dentro de su infraestructura
del ocio [...] el centro de la ciudad de Manchester atrae hoy a multitudes
En el mundo desarrollado, nada más y nada menos que la mitad de la va- de hasta 100.000 personas los viernes y sábados por la noche. Una estima-
riación en la salud de la población, en las tasas de homicidio y en la cohesión ción generosa es que aproximadamente treinta o cuarenta oficiales [de la
social parecen deberse sólo a la desigualdad en los ingresos [...]. Tampoco policía] cuidan el orden público en esas ocasiones, mientras que las gran-
este cuadro se basa en un contraste irrealista entre los niveles de desigualdad des multitudes son controladas simultáneamente por alrededor de 1.000
comunes en las sociedades modernas y cierto nivel inalcanzable de igualdad «gorilas» que trabajan cada noche. En pueblos y ciudades de todo el Rei-
absoluta. Más bien, el cuadro refleja la importancia de las diferencias relativa- no Unido pueden hacerse comparaciones similares. [...] Este efecto «tarro
mente pequeñas que existen en la desigualdad entre los estados de los Estados de miel» facilita la creación de entornos sociales en los que el hedonismo
Unidos o entre las democracias de mercado desarrolladas (pág. 64). agresivo y los disturbios se convierten en la norma. De esta manera, la
destrucción de la diversidad inducida por el mercado sirve para alimentar
El trabajo de McAuley (2000) sobre un lóbrego complejo de vi- la atrofia gradual del espacio público nocturno «democráticamente accesi-
viendas en Midlands muestra cómo el nexo delito-drogas llena el va- ble» [...]. En la economía de la noche, los lugares que son «malos» para el
cío creado por la desindustrialización. Y el estudio de Winlow (2001) delito y los disturbios son invariablemente «buenos» para los negocios. 88
sobre las estructuras cambiantes de las oportunidades delictivas en
La nueva «infraestructura del ocio», lejos de ser una panoplia de
85
R. Sampson y J. Woolredge: «Linking the micro and macro levels of lifestyle diversos servicios recreativos, implicó que pubs, cafés y restaurantes
-routine activity and opportunity models of predatory victimization». tradicionales fueran desplazados por cuasi-pubs y clubes nuevos, a
86
J. Hagan y B. McCarthy: «Streetlife and delinquency». menudo enormes, cuyas ganancias provienen de un culto a la ingesta
87
R. McGahey: «Economic conditions, neighborhood organization and urban
crime», en A. Reiss y M. Tonry (comps.): Communities and Crime; M. Sullivan: 88
D. Hobbs, P. Hadfield, L. Lister y S. Winlow: Bouncers: Violence and Gover-
«Getting Paid»: Youth Crime and Work in the Inner City.
nance in the Night-time Economy, págs. 43, 247-248.
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rápida y «vertical» de alcohol vendido con asiduidad. Actualmente, acentuadas, con la venta de drogas ilícitas, el crimen organizado y la
en el Reino Unido, la preocupación por los disturbios causados por «protección», y si bien los «gorilas» son sometidos cada vez más fre-
la ingesta de alcohol gira en torno a la legalización de los horarios de cuentemente a formas de entrenamiento profesionalizado y habilita-
expendio de 24 horas. Sin embargo, la tendencia a abrir la frontera ción, su crecimiento como forma de algo que se asemeja a la vigilancia
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del horario nocturno a una licencia-para-todo ya había tenido lugar. policial pero que no rinde cuentas a nadie implica renunciar a un as-
pecto importante de la definición weberiana del estado de derecho en
Recientemente se produjo una profunda transformación en la forma las sociedades modernas: la monopolización por parte del Estado de
en que los magistrados consideran las nuevas solicitudes de licencia para la violencia legítima. Aunque muchos clubes y «gorilas» operan para
la venta de alcohol. Luego de la publicación de Good Practice Guide regular la desviación más que para propagarla (véase, en este punto
[Guía de la buena práctica] (1999) de la Sociedad de Funcionarios de en particular, Silverstone, de próxima aparición), su atmósfera igual-
la Justicia, los jueces cuentan con nuevas pautas que recomiendan la mente está pensada para propiciar un aura de transgresión, en la que
abolición de la necesidad/demanda como un criterio relevante para el
las muestras de prestigio, respeto y los perfiles masculinos más acordes
otorgamiento de licencias [...]. El reciente abandono del criterio de la
«necesidad» [...] desempeñó un papel clave para facilitar el reciente cre-
al macho * constituyen una receta para el descenso a la violencia. Esto
cimiento de los circuitos de bebida del centro de la ciudad.89 convierte al proceso de desregulación de la economía nocturna en un
drenaje demasiado costoso de capital social, así como en una vía hacia
Desde entonces, la función de otorgar licencias fue transferida a la versión moderna tardía de El callejón de la ginebra de Hogarth, y
las autoridades locales, ellas mismas copartícipes del debilitamien- posiblemente ahora esté acercándose a los límites de lo que en un pun-
to de las restricciones contra cualquier expansión que el «mercado» to parecía ser una lógica inexorable de crecimiento. Uno de los autores
produzca. Predecir más violencia y disturbios desde este punto es de Bouncers [Gorilas], Phil Hadfield (2006), estuvo en los entretelones
«[...] apenas una cuestión de "astronáutica" [...]. Cuando los nive- de la economía nocturna para documentar cómo los establecimientos
les de actividad de una base de consumidores nocturnos intoxica- nocturnos estaban diseñados y administrados no sólo para maximizar
dos aumentan, [...] se generarán más delitos y más disturbios en las la venta de alcohol, sino también para regular los hábitos de consumo
calles y en los lugares públicos de nuestras zonas de esparcimiento de alcohol, cómo la policía y los observadores autorizados acudían a
nocturno».90 tiempo para aseverar que esas concentraciones no conducían al orden
En la medida en que las ciudades compiten por el mercadeo de público y cómo comenzaban a cuestionar las solicitudes de licencia.
congresos y turismo corporativos, esa elevación de violencia y dis- Sus conclusiones son moderadamente pesimistas, y quienes defienden
turbios encontrará una vigilancia más dura y más condenas puniti- la desregulación triunfan sobre la policía y los comités, aunque es ne-
vas. Sin embargo, como queda claro a partir del análisis precedente, cesario señalar que actualmente están surgiendo cuestionamientos.
la policía puede quedar desesperadamente empantanada en las ho- Algunos de estos nuevos estudios retomaron, ampliaron y for-
ras pico y el déficit de la vigilancia democrática es «emparchado» talecieron el abordaje de las «oportunidades bloqueadas» asociado
con un número cada vez mayor de «gorilas», sin los cuales los clu- muy claramente con la teoría subcultural de Cloward y Ohlin. Debe
bes y los pubs de las zonas clave de esparcimiento simplemente no destacarse que estas teorías no vinculan el delito con la mera mar-
podrían funcionar, sin hablar de obtener y renovar licencias para ginación o la cultura de la clase trabajadora o, de hecho, con una
vender alcohol. Si bien Hobbs y otros procuran evitar tomar a los «subclase». Consideran que las formas más graves y extendidas de cri-
«gorilas» como chivos expiatorios para sus asociaciones, a menudo men y delincuencia son consecuencia de una combinación de comple-
jas experiencias nacidas de la marginación relativa en un orden social
89
Ibíd.: págs. 248-249, las itálicas son nuestras.
90
Ibíd.:pág.41. * En castellano en el original. [N. de la T.]
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altamente competitivo y cada vez más fragmentado (véase Karmen, clase trabajadora) nunca se diferenciaron causalmente con éxito de la
2000, para un análisis del impacto variable de los factores económicos opción delictiva. La pregunta: «¿Por qué jóvenes en situaciones simi-
y de empleo sobre la criminalidad, y sobre el asesinato en particular, lares a veces eligen la delincuencia y a veces eligen las alternativas?»
en la población altamente diferenciada de la ciudad de Nueva York). quedó abierta, de manera que la teoría subcultural se volvió dema-
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Quienes corren más riesgos de convertirse en lo que Cohen y Robins siado vulnerable a la crítica de Matza de que «sobrepronosticaba» la
(1978) denominaron «delincuentes de carrera» son los jóvenes política delincuencia al explicar mucho más que lo que en realidad existía. Las
y económicamente marginados, desvinculados de las instituciones cen- teorías subculturales posteriores, pertenecientes a la escuela marxista,
trales de la familia, la escuela y el trabajo y de las formas comunes de están abiertas a la misma crítica: aunque el propio abordaje de Matza,
ocio. Sin embargo, como lo han mostrado una serie de proyectos, no que caracteriza la mayor parte de la delincuencia como «mundana» y
están fuera de alcance y posiblemente una de las intervenciones clave «periódica» vira hacia el error opuesto de «subpronosticar».
haya sido el crecimiento de la educación posescolar y superior, que ha Un problema relacionado en la evaluación de la teoría gira en tor-
tenido implicaciones culturales, económicas y reguladoras para jóve- no a su dependencia de las estadísticas delictivas oficiales. Numerosos
nes que alguna vez pudieron considerarse en riesgo (véase Karmen, estudios de autoinforme arrojaron serias dudas sobre la identificación,
2000, Cap. 6, y de modo más general, el Cap. 12 de este volumen). Lo por parte de las teorías subculturales, de las formas más serias de de-
que sigue siendo difícil de encontrar es la voluntad política de financiar lincuencia con adolescentes urbanos varones de clase baja. Los estu-
recursos comunitarios básicos a los que respondan de una manera que dios más sofisticados, tales como el de Martin Gold, estrecharon las
pueda demostrarse. Sin embargo, las mismas tendencias a la anomia diferencias entre varones-mujeres y clase baja-clase media hacia algo
que los teóricos de la tensión aseguran que subyacen a su delincuencia que se acercaba a una unidad.91 Más aún, a lo largo de la década de
también proporcionan los motivos para la polarización social, la bús- 1960, varias formas de desviación social tales como el consumo de
queda de la riqueza y los «delitos de los poderosos». drogas y la violencia instrumental pasaron a asociarse precisamente
con aquellos grupos que en teoría eran inmunes a la delincuencia: los
«muchachos universitarios» de clase media. Daba la impresión de que
Crítica las teorías subculturales abordaban un «no problema» y eran incapa-
ces de abordar los problemas que efectivamente estaban apareciendo.
La promesa de la teoría subcultural era que sería mejor que cual- Una tercera dificultad era que las teorías siempre se habían apoyado
quier otra para «hacer encajar los hechos» del problema que debía fuertemente en la imputación analítica. Se afirmaba que las subcultu-
explicar. Esos «hechos» se agrupaban en torno a un supuesto central: ras surgían en situaciones de «tensión» socialmente estructurada o, se-
que las formas más graves de delincuencia se encuentran altamente lo- gún la versión marxista, en situaciones en que se experimentaban más
calizadas en un sector del sistema social, el de los adolescentes urbanos intensamente las «contradicciones del capitalismo». Esta búsqueda de
varones de clase baja. Un problema básico que se presentaba desde el correspondencias entre los «problemas» y las «soluciones» podría llevar
comienzo era que la prevalencia de la delincuencia distaba mucho de demasiado fácilmente a la circularidad de la explicación ya familiar para
ser general, incluso en este sector. Los problemas que supuestamente los estudiantes de la escuela de la «desorganización social» y la «fun-
encontraban los miembros de esta categoría conducían sólo a una mi- cionalista». Lo que redimía a las primeras teorías subculturales era su
noría a una delincuencia grave y solo a una minoría de una minoría a insistencia en la evidencia de que los adeptos a una subcultura debían ser
una delincuencia grave de bandas. No obstante, las otras opciones que conscientes, no importa qué tan débilmente, de los problemas a los cuales
tenían estos muchachos, las «adaptaciones» universitaria (que impli-
caba movilidad social) y del «muchacho de la esquina» (respetable, de 91
Para una revisión integral de estos estudios, véanse S. Box: Deviance, Reality
and Society y M. Gold: Delinquent Behavior in an American City.
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ella constituía una respuesta y de los valores de los cuales obtenía su co- el análisis de lo que Hebdige denominó «subculturas espectaculares»
herencia. En las últimas teorías subculturales, esta salvaguarda se eclipsó de la adolescencia que surgían periódicamente en Gran Bretaña como
con demasiada frecuencia debido a la metodología de «decodificar» el símbolos ostensibles de la rebeldía juvenil: los teds, los mods, los ro-
estilo subcultural en lo que se suponía eran sus propiedades inmanentes. queros, los skinheads, los punks. La introducción de una dinámica
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Los intentos de resolver el problema de la imputación analítica nueva, los desarrollos en el conflicto de clases en la Gran Bretaña de
-esto es, de establecer si los sistemas particulares de significación de posguerra, prometía un medio de explicar, desde una distancia consi-
las diversas subculturas son verdaderamente los que se les imputan derable, la forma que asumían estas subculturas. Se emplearon nuevos
o no- adoptaron formas sucesivas complicadas. En el primer trabajo métodos, en particular la semiótica, para captar los matices de cada
clásico de David Maurer, la subcultura se infería a partir del vocabu- estilo sucesivo como una mélange de signos, o un bricolage, tal como
lario lingüístico peculiar que utilizaban los carteristas y ladrones de lo denominó Lévi-Strauss: pero, en el proceso, los problemas de la
viviendas.92 La homología entre el lenguaje y las prácticas era comple- imputación se han vuelto más, y no menos, evidentes.
ta. Se describía un estilo de vida encerrado en sí mismo, relativamente En una crítica inquisitiva del trabajo de los «nuevos» teóricos
inalterable y antiguo. Esta unidad nunca se estableció en los ejemplos subculturales, Stan Cohen aborda el problema de la imputación en
más abigarrados de la delincuencia expresiva.93 Los primeros teóricos tres niveles de análisis: estructura, cultura y biografía.95 En el nivel
culturales buscaron vincular conjuntos particulares de normas, valo- de la estructura la principal innovación ha sido la apelación a la
res y creencias con tipos supuestamente particulares de la subcultura historia. En el trabajo de teóricos como Phil Cohen, Corrigan y Pear-
delictiva. El trabajo de Cloward y Ohlin es un buen ejemplo. En este son, la delincuencia de la clase trabajadora es situada en el contexto
trabajo, la relación entre la cultura originaria y las subculturas des- de la lucha de clases. Esta perspectiva le permite al teórico volver
viadas era esencialmente estática. La única fuente de cambio era la a analizar tanto la continuidad como el cambio. Las víctimas dia-
inestabilidad en apariencia creciente de los barrios marginados. Así, rias de la delincuencia rutinaria (que puede denominarse subcultura
era apropiado procurar «atrapar» normas subculturales por medio de «no espectacular») pueden relacionarse con la reproducción del or-
técnicas clásicas de entrevistas y métodos de encuestas. La teoría de den por medios represivos: en términos de Gouldner, la «represión
la rotulación introdujo una nueva fuente de cambio, la naturaleza de normalizada». Las innovaciones de las «subculturas espectaculares»
la reacción social. Se proveyó cierto dinamismo a la concepción algo pueden relacionarse con los «momentos» o las «coyunturas» crucia-
estática de la subcultura, pero el beneficio fue limitado. La reacción les en la lucha de clases. Por ejemplo, el estilo skinhead surgió como
social podría reforzar la cohesión subcultural, como en la descripción un intento de recuperar símbolos tradicionales de la cohesión de la
que hace Young del impacto que tenía la persecución policial sobre clase trabajadora, devaluados por la opulencia de la posguerra. El
los consumidores de drogas.94 Este trabajo tendió a complementar los problema, no obstante, es que ese abordaje favorece «una tendencia
abordajes anteriores, aunque el método preferido de los teóricos de la demasiado superficial hacia el historicismo [...]. En cada caso las
rotulación, la observación participante, podía enriquecer las descrip- conexiones suenan plausibles. Pero en cada caso, se escoge una ten-
ciones disponibles de los significados culturales. Con todo, estos mé- dencia única y unidireccional -la comercialización, la represión, el
todos aún no lograban explicar suficientemente las fuentes de cambio aburguesamiento, la destrucción de la comunidad, la erosión de los
en la delincuencia. Esta deficiencia fue especialmente pronunciada en valores del ocio- y luego se la proyecta hacia un presente que (a me-
nudo, como lo reconocen los propios sociólogos) es más complicada,
92
D. Maurer: Whiz Mob: A Correlation of the Technical Argot of Pick-pockets contradictoria o ambigua».96
with their Behavior Pattern.
93
Aunque Willis establece una considerable simetría en las relaciones entre los
95
estilos de vida y las formas musicales en sus estudios de las «culturas profanas». En la Introducción de la edición revisada de su Folk Devils and Moral Panics.
94 96
J. Young: «The role of the police as amplifiers of deviancy». Ibíd.: págs. viii-ix.
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En el nivel de la cultura, estos nuevos abordajes: estilo».100 En este punto, el método se acerca a la producción de un
freudismo cultural.101
[...] son ejercicios masivos de decodificación, lectura, desciframiento En el nivel de la biografía, se repiten varios de los mismos pro-
e interrogación. Estos fenómenos deben de estar diciéndonos algo; ¡si blemas, de una manera similar a lo que ocurría en la anterior teoría
Este material es para uso de los estudiantes de la Universidad Nacional de Quilmes, sus fines

tan sólo pudiéramos saber exactamente qué\ De manera que todo el subcultural. Con la delincuencia, como sucede con otros fenómenos,
conjunto de artefactos culturales, hasta el último alfiler de gancho de los
son muchos los llamados pero pocos los elegidos o autoelegidos. Los
punks, han sido examinados, desarticulados, contextualizados y recon-
textualizados. Las herramientas conceptuales del marxismo, el estructu-
activistas subculturales son mucho menores en número que la mayoría
ralismo y la semiótica, un panteón de la rivera izquierda de Genet, Lévi- conformista, pese a que están expuestos a presiones similares. No se
Strauss, Barthes y Althusser, fueron puestas a funcionar para contribuir ofrecen nuevas indicaciones respecto de qué variables podrían interve-
a esta caza del código secreto.97 nir para diferenciar a ambos. En este sentido, existe una continuidad
con los primeros abordajes culturales -aunque no una mejora signi-
Los temas dominantes de resistencia (a la subordinación) a tra- ficativa de ellos-: que las culturas jóvenes delictivas y problemáticas
vés del ritual (muestras simbólicas de diversos tipos) en general se significan «una reacción (con un mayor o menor grado de compromi-
enfrentan al delicado problema de la victimización intragrupal o de so, conciencia y peso simbólico) al hecho de crecer en una sociedad de
grupos minoritarios mediante la noción de «reconocimiento equi- clases».102
vocado». El verdadero enemigo (los jefes, el Estado o la clase domi- Una crítica final a la teoría subcultural en general se aplica con
nante) permanece indemne. La naturaleza esencialmente «subversi- particular fuerza a los exponentes de diversos abordajes del conflicto
va» de las subculturas puede inferirse a partir de sus estilos. Como de clases. Puede denominarse «magnificación diferencial», el direc-
señaló Hebdige: «De estos "objetos humildes" (bicicletas, ropa, cionamiento de las lentes analíticas en un grado casi exclusivo a las
maquillaje) es posible apropiarse de manera mágica: los grupos «culturas subordinadas», con un descuido correspondiente de las cul-
subordinados pueden "robarlos" y hacer que porten significados turas «dominantes» o «subalternas». En estos trabajos, el mundo de
«secretos» que expresan, en código, una forma de resistencia al or- los maestros, los trabajadores sociales, los policías, los carceleros, los
den que garantiza su subordinación continuada».98 Como expresó empleados e incluso los académicos son tratados con una indiferencia
Stan Cohen, ésta puede ser «una forma imaginativa de leer el estilo, hacia la ambigüedad, la complejidad y las resistencias a la ideología
pero ¿cómo podemos estar seguros de que no es también una forma que (con razón) se cuestionaría si se tratase de la cultura de la clase
imaginaria?».99 En última instancia, este abordaje se ocupa con ele-
100
gancia del problema del propósito. Los símbolos pueden significar S. Blackman: Youth: Positions and Oppositions, págs. 4-5.
101
lo que parecen significar; por exageración o parodia, se los puede Como, por ejemplo, en la afirmación de Hebdige de que «cada vez que la cosa
tomar por su opuesto, como señala Hebdige que debería hacerse se ponía peor, se ocultaba una contradicción, se la pasaba por alto o se la hacía "de-
saparecer"» (Subculture, pág. 60). La tendencia a un idealismo complaciente recuerda
en el caso del uso de la esvástica por parte de los punks; o pueden la explicación freudiana de Zilboorg de por qué los rateros ejercían su oficio en las
representar una intencionalidad latente. La «"etnografía literaria" horcas públicas. «Era su venganza por su propia ejecución vicaria». Como señala
[...] es sustituida por la observación empírica directa como un me- Maurer, Barrington, el famoso ladrón del siglo xviii, dio una explicación más lógica:
dio de obtener evidencia para la teoría», lo que conduce al «proble- «Los ojos de todos estaban puestos en una sola persona y todos miraban hacia arriba»
(D. Maurer, Whiz Mob, págs. 14-16). En este caso, sin embargo, había un objetivo
ma central» de que «enfatiza en exceso la significación política del
bien definido: el robo como una actividad comercial. Las «subculturas espectaculares»
97
no se prestan tan fácilmente a las descripciones instrumentales, de manera que el abor-
Ibíd.: pág. ix. daje de Hebdige es más defendible y en general sus métodos se prestan a un uso más
98
R. Hebdige: Subculture: The Meaning of Style, pág. 18. riguroso de la evidencia de lo que podría parecer por lo indicado más arriba.
99 102
S. Cohen: Folk Devils, pág. xv. S. Cohen: Folk Devils, pág. xxv.
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trabajadora o de la delictiva. Esa sobresimplificación masiva a veces es el surgimiento de una cultura «del apremio» entre los jóvenes afroca-
justificada en términos del método estructuralista: no importa lo que ribeños y el atractivo del autoritarismo extremo entre los adolescen-
piensen que están haciendo, quienes tienen alguna autoridad están con- tes blancos más marginados.107 Puede ser que esas predicciones sean
denados a apoyar al sistema. Esta suposición sólo puede ser apoyada absolutamente posibles sin la ayuda de la teoría subcultural. Pero
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sobre una base historicista. Las limitaciones de esta posición podrían al menos dan sustento a la idea de que tales teorías han explorado
superarse ampliando a estos grupos las formas de investigación hasta muy poco los puntos fuertes así como los puntos débiles, claramente
ahora reservadas a las «culturas subordinadas». La idea de que las manifiestos. Por último, a pesar de los obvios peligros de estirar las
culturas de las clases alta y media implican solamente «estupidización, antenas en exceso, el trabajo de la Escuela de «Estudios Culturales»
reificación y fingimiento»103 merece un examen escéptico. De hecho, ha ha reanimado las posibilidades de hacer una «cultura» más que una
habido, de principio a fin, un lamentable descuido hacia los apremian- sinopsis de los problemas mismos que se dedica a explicar.
tes problemas metodológicos propios de la exploración, la descripción De hecho, la cultura resucitó con el surgimiento de lo que, en
y el análisis de entidades tan complicadas e intangibles como la «cul- un giro novedoso, ahora se denomina «criminología cultural», una
tura» y la «subcultura». Es como si se considerase que la cultura es un mezcla de interaccionismo simbólico, fenomenología, el trabajo de
cuerpo absolutamente claro de creencias monocromáticas establecidas las Escuelas de Chicago y Birmingham y la criminología radical. La
como proposiciones que cualquier observador inteligente podría leer. criminología tiene la costumbre de olvidar su pasado y luego reinven-
Se ha prestado poca atención a la naturaleza situada, heterogénea y tarse, y en ésta, su última forma, celebra como nueva una descripción
cambiante de la creencia; a sus ambigüedades, anomalías y contradic- formulada en términos culturales de fenómenos tales como las carre-
ciones; y a la mera dificultad para precisarla y organizarla como un ras en las calles, los grafitis y la «fantasía masculina e Internet». Al
«sistema». Por el contrario, los teóricos subculturales han emprendido igual que algunos de sus predecesores, está en yuxtaposición con una
su trabajo con el más mínimo de los reconocimientos a la sociología representación algo demonizada y sobresimplificada del trabajo com-
del conocimiento, la antropología cultural y demás. petitivo como positivista (sin reconocer que muchas otras corrientes
Se abordaron tanto el enfoque de la explicación causal como el de la criminología también adoptan una postura interpretativa). Fe-
interpretativo, aunque la atención se limitó casi invariablemente a rrell y sus colegas declaran, por ejemplo, que «la escritura y la inves-
la delincuencia juvenil y a los alborotos causados por los adoles- tigación criminológica tienden a mirar y a sentir de manera diferente
centes.104 A su vez, las críticas a la base fáctica de buena parte de que la "ciencia normal" de la criminología positivista. [...] al elegir
la teorización en esta línea han estado sujetas a muchos ataques, cualquier modalidad de análisis o representación, los criminólogos
cuando menos por su tendencia a exagerar el impacto de las formas culturales permanecen conscientes de las pluralidades de significado
selectivas de vigilancia sobre la construcción de la delincuencia.105 y las posibilidades de percepción alternativa».108 Al igual que sus pre-
Ciertos supuestos básicos han resistido la invalidación.106 Después de decesores y contemporáneos, enfatizan la realidad biográfica y vivida
todo, es posible que la lógica de las teorías subculturales predijeran de los grupos subordinados. Ensayan temas conocidos relacionados
con cierto éxito, aunque de manera imprecisa, desarrollos tales como con la crisis político-económica. Rastrean elementos de ideas vigentes
en otros campos de la sociología teórica: la inseguridad ontológica,
103
P. Willis: Profane Culture, pág. 5. la globalización, el posmodernismo, la mercantilización del ocio, el
104
Una excepción es K. Plummer: Sexual Stigma: An interactionist Account. énfasis creciente en el consumo, la falta de continuidad biográfica a lo
105
A. Reiss, J.: «Inappropriate theories and inadequate methods as policy
plagues» y R. Mawby (comp.): Policing the City. 107
106
M. Brake: The Sociology of Youth. Brake demuestra que existe mayor Véanse, por ejemplo, D. Downes: The Delinquent Solution; S. Cohen: «Di-
acuerdo respecto de las visiones sobre el yo, los otros grupos y la sociedad dentro de rections for research».
108
las subculturas jóvenes de los skinheads y los hippies que entre ellas. J. Ferrell y otros: «Fragments of a manifesto», pág. 6.
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largo del tiempo (descrita como narrativas interrumpidas), la deno- Pese a que quizá no es un punto de partida tan novedoso como
minada fractura de la comunidad, y muchos más. Celebran el crimen algunos de sus defensores sostienen, y pese a que ignora algunas de las
y la desviación como formas de diversión transgresora y, al hacerlo, modificaciones que podría haber introducido la victimología, la crimi-
tienden más bien a olvidar a la víctima, que bien puede no celebrar lo nología cultural es, de todos modos, un retorno bienvenido a un com-
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que se hace y cuyo trabajo cultural no es considerado digno de análi- promiso con las complejidades de la realidad vivida de la desviación.
sis (véase Downes, 2005). Y tienden también a seguir a los miembros Presta un valioso servicio al rastrear las diversas formas de desviación,
de la Escuela de Birmingham cuando describen a aquellos que se opo- con sus motivaciones y descripciones concomitantes, y nos recuerda
nen a los desviados como figuras de cartón carentes de profundidad una vez más la importancia que tienen la voluntad, la gesta y el signi-
o complejidad. En su crítica al trabajo de Ferrell sobre los artistas de ficado para la transgresión.
grafitis, O'Brien señala, por ejemplo, que «en marcado contraste con
la interpretación multidimensional y comprensiva de las actividades,
las afirmaciones y los argumentos de los artistas de grafitis, quienes
hacen campañas «antigrafiti» y las «personas promedio» representan
un código unidimensional de una cultura unidimensional».109 Eviden-
temente, la criminología cultural amplía el derecho a crear y habitar
las redes de significación a algunos pero no a otros.
Es posible que lo verdaderamente nuevo de la criminología cul-
tural sea que centra el análisis en lo que él denominó un «mundo
saturado por los medios» y le añade a éste la inflexión especial que
le da Jack Katz en sus interpretaciones de la diversión seductora de
la gesta criminal. Los ensayos sobre género se centran en la transgre-
sión y la subversión estilizadas como forma de resistencia cultural
a la opresión, especialmente en lo que Brotherton llamó los «Esta-
dos Unidos hiperguetizados».110 Lo siguiente es característico de esta
concepción del mundo:

A medida que las identidades y los significados se vuelven más cam-


biantes y se los cuestiona cada vez más, las poblaciones se vuelven más
efímeras, y los ciudadanos se vuelven más cautos respecto de la interac-
ción cara a cara, y las formas tradicionales de colectivismo, sociabilidad
y comunitarismo parecen fragmentarse y desintegrarse. En este clima de
incertidumbre, las nuevas tecnologías mediáticas constituyen un medio
para alcanzar un sentimiento de identidad, pertenencia y comunidad.111

109
M. O'Brien: «What is Cultural about cultural criminology?», pág. 603.
110
D. Brotherton: «Subversive subcultures».
111
C. Geer: «Crime, media and community», pág. 117.

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