Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
PUNTOS CLAVE
•L
os síntomas somáticos y trastornos relacionados constituyen una nueva
entidad de clasificación en el DSM-5, habiéndose aparcado el término de
trastornos somatomorfos, vigente en anteriores versiones del DSM.
•L
os trastornos somatomorfos se caracterizan por una atención centrada en
preocupaciones físicas que no se explican por completo con una condición
orgánica. El malestar es real y/o conlleva un beneficio primario.
•E
xiste una elevada comorbilidad con otras entidades psiquiátricas, como la
ansiedad, la depresión o el trastorno obsesivo compulsivo.
•L
os pacientes demandan continua atención médica, y son reticentes a la
perspectiva de padecer una dolencia mental. El manejo se propone como un
reto y la frustración es compartida por médico y paciente.
2. EPIDEMIOLOGÍA
La somatización, entendida como síntomas físicos que el paciente atribuye a una causa no
psiquiátrica y no pueden ser explicados médicamente, es frecuente en la población general.
Los porcentajes varían entre un 17-50%, según los criterios de inclusión en los estudios y las
características sociodemográficas concretas.
0.2 | CLÍNICA PSIQUIÁTRICA | ÁREA TRASTORNOS NEURÓTICOS
32. TRASTORNOS SOMATOMORFOS
3. ETIOPATOGENIA
Existe controversia sobre si estos trastornos han de ser considerados como puramente
psiquiátricos, o bien como un síndrome multisintomático que complica la presentación de
una entidad médica.
Se considera que influyen la vulnerabilidad genética en ciertos individuos, factores personales,
contextos experienciales, sociales y familiares. Existen diversos estudios, muchos de ellos
poco consistentes. Reunimos los datos relevantes a continuación:
• La agregación familiar: si existe, se correlaciona de tal modo que en los familiares de
primer grado de sexo femenino predomina el trastorno por síntomas somáticos, y en los
varones es más frecuente el abuso de alcohol y trastorno antisocial de la personalidad.
• La crianza: niños que han presenciado la somatización en el ámbito familiar pueden
mimetizar este modelo. Los traumas y carencias afectivas tempranas pueden producir
un mayor riesgo de somatizar en edad adulta.
• Dificultad para expresar emociones verbalmente: puede corresponderse con una
tendencia a la comunicación corporal de las mismas.
• Factores biológicos: aspectos como un menor umbral para la sensibilidad táctil y
termoalgésica, menores niveles séricos de triptófano que en controles sanos, o la
hiperactividad del locus caeruleus, pueden favorecer la aparición de este trastorno.
Una vez la somatización se ha establecido, se añade una nueva dimensión en el rol de enfermo.
Este puede aportar beneficios económicos, soporte social, evitación de obligaciones y
compromiso con los conflictos internos.
•N
eurológicos: síncopes, pseudoconvulsiones, amnesia, debilidad muscular, disfagia,
ataxia, sordera, disfonía.
• Sexuales: dismenorrea, dispareunia, quemazón en órganos sexuales.
Existe una preocupación desproporcionada por los síntomas, que lleva al paciente a consultas
médicas frecuentes en busca de diagnósticos y tratamientos que satisfagan su malestar físico
y psicológico. En ocasiones, sufre una limitación funcional que invade sus actividades casi
por completo, llegando a depender de terceras personas para su cuidado.
Por lo general la duración es mayor a 6 meses, aunque el conjunto de síntomas específicos
puede variar en este periodo.
Se consideran factores de riesgo para padecer el trastorno, tener antecedentes de ansiedad o
depresión, presentar o estar en recuperación de una dolencia orgánica, tener historia familiar
de una enfermedad grave y experiencias traumáticas tempranas.
Los criterios que exige el DSM-5 son los siguientes:
•U
no o más síntomas somáticos que causan malestar o dan lugar a problemas
significativos en la vida diaria.
•P
ensamientos, sentimientos o comportamientos excesivos relacionados con los
síntomas somáticos o asociados a la preocupación por la salud.
•A
unque algún síntoma somático puede no estar continuamente presente, el trastorno
sintomático es persistente (generalmente, durante más de 6 meses).
•L
a preocupación está presente al menos 6 meses, pero la enfermedad específica temida
puede variar en ese periodo de tiempo.
• La preocupación no se explica mejor por otro trastorno mental.
Aunque el diagnóstico exige un mínimo de 6 meses de duración, el curso tiende a ser crónico
y fluctuante, empeorando con la edad y, sobre todo, en situaciones de estrés.
Existe como entidad separada el trastorno facticio aplicado a otro (antes trastorno facticio
del prójimo), donde un individuo presenta a otro como enfermo, manteniendo el resto de
características previamente descritas. El diagnóstico se aplica al autor, y no a la víctima.
5. DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL
•E
nfermedades orgánicas: son el principal diagnóstico diferencial. Se deben solicitar
pruebas complementarias específicas cuando exista sospecha clínica, para descartar
enfermedades sistémicas, neurológicas, endocrinopatías... El mayor reto surge en el
trastorno conversivo; en este grupo de pacientes, un 25-50% han sido diagnosticados
de alguna enfermedad, generalmente, neurológica.
•T
rastornos psiquiátricos: la mayoría de estos pacientes padece una dolencia mental
(ansiedad, depresión, trastorno obsesivo compulsivo...). Para diagnosticar los síndromes
expuestos, deben predominar los síntomas que se han descrito. Asimismo, se debe
descartar un proceso psicótico.
6. TRATAMIENTOS
6.1. FARMACOTERAPIA
Apenas existen en la bibliografía estudios fiables, controlados y aleatorizados, acerca de
la farmacoterapia óptima en estos pacientes. Especificaremos una serie de puntos guía
generales para su abordaje:
6.2. PSICOTERAPIA
Se debe considerar la psicoterapia para el tratamiento de la somatización, especialmente la
terapia cognitivo conductual, que es la que posee mayor número de estudios de eficacia. Otras
psicoterapias efectivas incluyen la terapia familiar, la psicoeducación, la terapia de apoyo, el
control del estrés, la psicoterapia psicodinámica y las terapias de tercera generación (como
mindfulness y la terapia de aceptación y compromiso). Todas ellas se pueden proporcionar
individualmente o en formato de grupo.
En la terapia cognitivo conductual se abordan las cogniciones disfuncionales mediante
reestructuración cognitiva, modificando la atribución de los síntomas hacia causas psicológicas
0.2 | CLÍNICA PSIQUIÁTRICA | ÁREA TRASTORNOS NEURÓTICOS
32. TRASTORNOS SOMATOMORFOS
BIBLIOGRAFÍA RECOMENDADA
• American
Psychiatric Association. Diagnostic and statistical manual of mental disorders. 5ª ed.
(DSM-5). American Psychiatric Association: Arlington;2013.
• Barsky
AJ, Ettner SL, Horsky J, Bates DW. Resource utilization of patients with hypochondriacal
health anxiety and somatization. Med Care 2001; 39:705-15.
• Barsky
AJ, Geringer E, Wool CA. A cognitive-educational treatment for hypochondriasis. Gen Hosp
Psychiatry 1988; 10:322-7.
• Carson
A, Stone J, Hibberd C et al. Disability, distress and unemployment in neurology outpatients
with symptoms ‘unexplained by organic disease’. J Neurol Neurosurg Psychiatry 2011; 82:810-3.
• Creed
F, Barsky A. A systematic review of the epidemiology of somatisation disorder and
hypochondriasis. J Psychosom Res 2004; 56:391-408.
• Fehnel
CR, Brewer EJ. Munchausen’s syndrome with 20-year follow-up. Am J Psychiatry 2006;
163:547.
• Gelauff
J, Stone J, Edwards M, Carson A. The prognosis of functional (psychogenic) motor symptoms:
a systematic review. J Neurol Neurosurg Psychiatry 2014; 85:220-6.
• Greeven
A, van Balkom AJ, Visser S et al. Cognitive behavior therapy and paroxetine in the treatment
of hypochondriasis: a randomized controlled trial. Am J Psychiatry 2007; 164:91-9.
• Groves
MS, Muskin PR. Psychological responses to illness. En: The American Psychiatric Publishing
Textbook of Psychosomatic Medicine: Psychiatric Care of the Medically Ill. 2ª ed. Levenson JL. (Ed),
American Psychiatric Publishing, Inc, Washington, DC 2011. p.45.
• Hellman
CJ, Budd M, Borysenko J et al. A study of the effectiveness of two group behavioral medicine
interventions for patients with psychosomatic complaints. Behav Med 1990; 16:165-73.
• Henningsen
P, Zipfel S, Herzog W. Management of functional somatic syndromes. Lancet 2007;
369:946-55.
• Huffman
JC, Stern TA. The diagnosis and treatment of Munchausen’s syndrome. Gen Hosp Psychiatry
2003; 25:358-63.
• Schindler BA. Stress, affective disorders, and immune function. Med Clin North Am 1985; 69:585-97.