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Símbolos recurrentes de la obra de Borges

Algunos símbolos aparecen en forma reiterada en la obra de Borges.

Uno de ellos es el espejo. El espejo es un elemento que convoca el infinito, ya que permite la
repetición de multiplicidad de planos. Además, ataca la consistencia del mundo e incluso la
identidad humana, porque desdobla la realidad, la repite e invita a cuestionarse cuál es la verdad y
cuál la imitación.

A modo de ejemplo, puede leerse el poema Los espejos.

Otro símbolo frecuente son las bibliotecas, en general, enormes, inabarcables, incomprensibles...

Estas representan el conocimiento universal, meta y móvil del hombre, siempre inalcanzable para
la razón humana. De esto trata el cuento La biblioteca de Babel.

También es frecuente encontrar referencias a laberintos, palacios enormes, mansiones llenas de


recovecos...

Ficciones Símbolos, Alegoría y Motivos

Los espejos (Motivo)

Los espejos son un motivo que se repite a lo largo de toda la obra de Borges y están cargados de
diversos sentidos. La imagen especular que refleja al sujeto que mira siempre llenó de asombro al
escritor, quien así lo ha manifestado en muchos de sus textos. El espejo tiene la potencia de
multiplicar el mundo y a los hombres, y es esta cualidad la que lo transforma en símbolo de otros
elementos.

En toda su obra, los espejos vehiculizan la idea de diversos planos que refleja y en los que se
refleja la realidad. La literatura, por ejemplo, es espejo de la realidad en tanto que otorga al lector
una visión particular del mundo. El hombre también es un espejo de la divinidad (para el
cristianismo, Dios hizo al hombre a su "imagen y semejanza"). Los sueños también son imágenes
especulares de ciertos aspectos de la vida, y el universo puede ser el espejo de una creación divina
tanto como un hombre puede serlo de todos los hombres. En este sentido, el espejo abre el juego
a la idea del reflejo, de la variación y la inversión de planos de significados muy diversos.

En "Tlön, Uqbar, Orbis Tertius", por ejemplo, todo el argumento se desprende de la contemplación
de un espejo y una frase proferida por Bioy Casares: "Los espejos y la cópula son abominables,
porque multiplican el número de hombres" (p. 14). Borges juega con la idea de la multiplicación
que propone a partir de este juego e inventa una enciclopedia (la de Tlön), que es un reflejo
alterado de la Enciclopedia Anglo Americana, que es a su vez un reflejo mínimamente alterado de
la Enciclopedia Británica. Este juego se repite en el plano ficcionado de Tlön, donde existen los
Hrönir, objetos que nacen a partir del recuerdo que se tiene de un objeto ideal. Las copias de los
Hrönir repiten un objeto base pero con alteraciones.

Así, el espejo siempre se carga, en Borges, de un halo misterioso: no es pura reflexión de una
imagen, sino que siempre incluye una variación, un elemento que genera incomodidad, que lo
hace "abominable", como se menciona en el relato mencionado.

Los laberintos (Motivo)

El concepto del laberinto también es central a la obra de Borges y está cargado de sentidos. No
solo se trata de una obra arquitectónica hecha para perder a los hombres, sino que se transforma
en una metáfora de la búsqueda de sentidos y de la incapacidad de obtenerlos en el mundo.

En su famoso cuento "La casa de Asterión", Borges vuelve sobre el mito de Teseo y el Minotauro
desde la perspectiva de este último, y plantea allí que, para la criatura mitológica, el extraño
palacio en que vive no es un laberinto, sino que el laberinto es el mundo (y los hombres con sus
"caras planas" que lo contemplan como a un monstruo). Esta idea es fundamental para
comprender la noción de laberinto en Borges: la vastedad inabarcable del mundo es la que pierde
a los hombres.

En Ficciones, la idea del laberinto también trasciende la mera noción de una obra arquitectónica
hecha para perder a los hombres. En "La biblioteca de Babel", los infinitos tomos que contienen
toda la información del universo terminan siendo un laberinto por el que los hombres vagan en
busca de conocimiento y se pierden irrevocablemente. en "El jardín de los senderos que se
bifurcan", el sabio Ts'ui Pên se propone dos objetivos en su vida: escribir una novela infinita y
construir un laberinto. Años después, el sinólogo Albert Stephen comprende que esos dos
objetivos son en verdad uno: una novela que postula la existencia de múltiples líneas temporales
ramificándose desde un punto concreto de la realidad. Así, el tiempo es otro laberinto de infinitas
posibilidades en el que los hombres se pierden. Como motivo, el laberinto en Borges es
polisémico: en su imagen se concentran muchos significados, todos en relación a la idea de
confusión, pérdida y exploración inútil.

Los libros (Motivo)


Los libros también aparecen en toda la obra de Borges, ya sea como objetos particulares o como
citas cultas a autores y obras publicadas. Como los espejos, los libros devuelven un reflejo
particular del mundo. En "La Biblioteca de Babel", los libros contienen todas las posibilidades del
universo; son el universo.

A su vez, el libro representa, en la obra de Borges, la literatura y la cultura letrada; es una de las
formas del conocimiento y de la experiencia humana, definitivamente la más querida por el autor.

La loteria de Babilonia (Alegoría)

"La lotería en Babilonia" es un relato que propone una gran alegoría a las formas de gobierno. En
Babilonia, la vida en sociedad se rige por un enorme, constante e infinito sorteo organizado por un
misterioso grupo, "La Compañía". Tal es el azar que rige el sorteo, que muchos aventuran que La
Compañía en verdad no existe, o dejó de existir hace mucho tiempo, y son personas comunes las
que siguen haciendo del azar la lógica imperante.

Muchos han leído en este relato una crítica a las sociedades democráticas, otros a las dictaduras.
Lo que es cierto es que esta lotería caótica que rige las vidas de las personas se burla
implícitamente de los aparatos burocráticos estatales superdimensionados.

La Biblioteca de Babel (Alegoría)

"La Biblioteca de Babel" es un cuento que propone la existencia de una biblioteca infinita como
alegoría del universo. En esta biblioteca, los libros contienen todo lo que pasó, pasa y pasará.
Incluso todas las versiones y ramificaciones posibles de la historia están contenidas en esos
innumerables volúmenes. Los humanos que la habitan buscan en aquellas páginas una explicación
para el universo, para Dios o para sus vidas. Sin embargo, como sucede en el universo mismo, los
hombres no son capaces de encontrar lo que buscan en el caos que organiza la biblioteca. El
conocimiento está allí, pero es inaccesible a las posibilidades humanas.

El puñal (Motivo)

El puñal, el cuchillo o la daga atraviesan toda la obra de Borges. Están asociados, en primer lugar,
al compadrito criollo y al gaucho. Son los objetos utilizados para matar y, como tales, simbolizan la
muerte, pero también la valentía, el coraje y hasta el destino. Como motivo, forman parte de un
rito que se inscribe en la mitología que Borges reserva a Buenos Aires y a la Argentina: la del duelo
a cuchillo. Tanto en sus poemas como en sus cuentos, los compadritos se baten a duelo para
demostrar su coraje y su "hombría".

El puñal también es un nexo al pasado histórico de Argentina y de todos los hombres. La hoja
filosa que se usa para dar muerte es cifra de todas las guerras y todas las violencias cometidas por
el hombre hacia el hombre desde el inicio de los tiempos.

El Nombre de Dios (Motivo)

El nombre de Dios, según la tradición judía de la Cábala, es una palabra de Poder que encierra el
conocimiento sobre el mundo y la divinidad. Quienes lo descubran y lo pronuncien gozarán, al
mismo tiempo, de ese poder superior y de una maldición. En la cábala, al nombre de Dios se lo
llama "Tetragrámaton" (porque está compuesto de 4 letras, YHVH) y se esconde en la lectura en
clave del Antiguo Testamento.

Borges utiliza la idea de un nombre secreto y poderoso tanto en sus argumentos policiales como
en los puramente filosóficos. Un ejemplo de ello está en "La muerte y la brújula", otro en "El
milagro secreto".

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