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SINCRONICIDAD

SOBRE PSICOLOGÍA Y RELIGIÓN

(G. G. Jung y otros)

FRAGMENTOS SELECCIONADOS POR JOSÉ MEDINA

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SINCRONICIDAD

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"Sincronicidad. Este fenómeno consiste en una imagen simbólica constelada en
el mundo psíquico interno, un sueño, por ejemplo, o una visión de vigilia, o una
corazonada súbita de origen inconsciente, que coincide de forma `milagrosa’,
no de forma causal o racionalmente explicable, con un evento de significado
similar en el mundo externo."

(Marie-Louise von Franz, Number and Time)

“Hay personas –siempre las ha habido- a las que les resulta imposible no tomar
consciencia de que el mundo y la experiencia del mundo poseen una
naturaleza metafórica y constituyen en realidad el reflejo de algo que yace
oculto en las profundidades más íntimas del sujeto, en la propia realidad
transubjetiva.”

(C. G. Jung, Comentario psicológico al Bardo Todol; en: Acerca de la psicología


de la religión occidental y de la religión oriental)

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1. POR EJEMPLO

“En ocasiones, un inesperado encuentro con un niño, un animal, un objeto, o la


visión de un paisaje, una hoja que cae, una escena de todos los días, o
cualquier otro incidente, pueden reflejar el acontecimiento interno en la forma
más precisa, y hasta pueden repetir una imagen vista en un sueño. Estas
experiencias contemplativas de la significativa equivalencia del interior y
exterior están basadas, de la misma manera, en la sincronicidad.”

(Aniela Jaffé, De la vida y la obra de C. G. Jung)

“Un ilustrativo ejemplo de este enfoque autocrítico y compensatorio de la


sincronicidad en la propia vida de Jung es el que cuenta Henry Fierz a
propósito de un encuentro con Jung en la década de 1950. Fierz había ido a
ver a Jung para analizar con él la conveniencia de publicar un manuscrito de un
científico recientemente fallecido. A la hora acordada para la cita, las cinco en
punto, llegó Firz y la discusión comenzó:

`Jung había leído el libro y pensaba que no debía publicarse, pero yo


discrepaba y estaba a favor de la publicación. Nuestra discusión se tornó
bastante áspera y Jung miró su reloj, pensando, obviamente, que ya había
perdido demasiado tiempo en ese asunto y que podía dar por terminada la
reunión. Mirando su reloj, dijo: “¿A qué hora vino usted?”. “A las cinco, como
habíamos acordado”, respondí. Jung: “¡Qué extraño! Esta mañana me
entregaron el reloj después de una revisión a fondo, y ahora marca las 5.05.
Pero seguramente usted ha estado mucho más tiempo aquí. ¿Qué hora
tiene?”. “Las 5.35.” A lo que Jung comentó: “Así que el que tiene la hora
correcta es usted y no yo. Volvamos a discutir la cuestión”. Esa vez pude
convencer a Jung de que el libro debía publicarse’.”

(Richard Tarnas, Cosmos y Psique)

“Lo mismo se puede decir incluso de los sueños premonitorios. El otro día un
amigo mío me explicaba que hace muchos años, cuando él hacía mucho
montañismo, tuvo un sueño, antes de emprender una expedición, en el que una
avalancha de piedras terminaba con su vida. Al despertarse por la mañana

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estaba muy preocupado y se cuestionaba si debía partir, pero entonces creyó
que si no iba se sentiría como un cobarde y se avergonzaría de sí mismo.
Probablemente también le picara la curiosidad de descubrir si aquello
sucedería o no. De modo que decidió ir, pero contrató a un segundo guía, que
no era necesario en absoluto, como pronto podrán ver, pero esa era su idea de
tomar precauciones. Se fue a hacer el ascenso y no sucedió nada, salvo que
en el camino de vuelta hubo una avalancha de piedras y no les tocó de milagro.
El segundo guía no les hubiera servido de nada y todos habrían muerto. El
inconsciente no pudo predecir con precisión lo que iba a pasar, pero sí predijo
un accidente en las montañas y entonces se produjo una pequeña historia
única en un lugar u otro que no se podía prever. En el sueño sólo se predijo
una probabilidad.

Por consiguiente, parece como si el conocimiento absoluto de las capas más


profundas de la psique no pudiera predecir los acontecimientos sincrónicos o
los de otra índole con bastante precisión, sino que tan sólo pudiera bosquejar
de un modo más o menos claro una imagen de las posibilidades. Esto es
también lo que intentan las técnicas de adivinación: no definen o predicen el
posible acontecimiento sincrónico, porque este en realidad es impredecible,
sino que sólo bosquejan, con la ayuda de la ordenación acausal, la cualidad de
un momento en el tiempo. De modo que podemos decir que si pasa algo
recaerá en el área de este campo cualitativo.

Por ejemplo, “accidente en la montaña” en el caso anterior habría sido el lema


general y por lo tanto no sería probable que significara un maravilloso
encuentro con una gamuza, sino que sucedería algún accidente dentro del
contexto de la montaña. La expectativa inconsciente se dirigió a esa zona, pero
el hecho real y la forma en que tendría lugar realmente no se podía predecir.
Esto es lo que sucede con todas las técnicas de adivinación.”

(Marie-Louise Von Franz, Sobre adivinación y sincronicidad)

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2. SINCRONICIDAD COMO PRINCIPIO DE CONEXIONES ACAUSALES

“Los acontecimientos físicos pueden ser contemplados desde dos puntos de


vista: el mecanicista y el energético.

La visión mecanicista es puramente causal y concibe el acontecimiento como


consecuencia de una causa, de tal manera que las substancias invariables
cambian sus relaciones mutuas en virtud de unas leyes fijas.

La visión energética, por el contrario, es esencialmente finalista y concibe el


acontecimiento partiendo de la consecuencia hacia la causa, de tal modo que
una energía sirve de base a los cambios de los fenómenos, se mantiene
constante precisamente en esos cambios y, por último, provoca entrópicamente
un estado de equilibrio general (…)

Ambos puntos de vista son indispensables para comprender el acontecimiento


físico.”

(C. G. Jung, Sobre la energética del alma; en: La dinámica de lo inconsciente)

“La sincronicidad supone la simultaneidad de determinado estado psíquico con


uno o varios sucesos externos cuyo sentido parece paralelo al estado subjetivo
momentáneo”.
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“El fenómeno de la sincronicidad
ncronicidad consta pues de dos factores:

1º Una imagen inconsciente. (…)

2º Con ese contenido coincide una situación objetiva”.

“La sincronicidad en sentido estricto sólo es un caso especial de un orden


general acausal, concretamente, la homogeneidad de los procesos psíquicos y
físicos”.

“Los arquetipos no aparecen única y exclusivamente en el ámbito psíquico,


también pueden hacerlo en circunstancias no psíquicas. (Homogeneidad de un
proceso físico exterior con uno psíquico)”.

(C. G. Jung, Sincronicidad


Sincronicida como principio
incipio de conexiones acausales;
acausales en: La
dinámica de lo inconsciente)
inconsciente

“Cuando un contenido psíquico rebasa el umbral de la consciencia,


desaparecen sus fenómenos marginales sincronísticos.”

(C. G. Jung, Consideraciones teóricas acerca de la esencia


esencia de lo psíquico;
psíquico en:
La dinámica de lo inconsciente)
inconsciente

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3. ACERCA DE LA SINCRONICIDAD

“Un ordenamiento arquetípico `aparece’ o llega a ser `visible’ en el suceso


sincronístico; no lo causa.”

(Marie-Louise von Franz, Psyche and matter, `A contribution to the discussion’)

“Jung describió tres tipos de sincronicidad: En la primera categoría, hay una


coincidencia entre el contenido mental (que puede ser un pensamiento o un
sentimiento) y el acontecimiento externo ... En el segundo grupo de
acontecimientos sincronísticos, una persona tiene un sueño o una visión que
coincide con un acontecimiento que está sucediendo lejos de allí (y que
ulteriormente se comprueba) … En la tercera categoría sincronística, una
persona tiene una imagen (como un sueño, una visión o una premonición)
acerca de algo que acontecerá en el futuro, y en su momento sucede.”

(Jean Shinoda Bolen, El Tao de la psicología)

“No hay ni un solo espíritu, ni un solo pedazo de materia que exista


individualmente.”

“Von Franz comprendió que todos los fenómenos mentales y físicos son
aspectos complementarios de una misma realidad unitaria transcendental. En
su propia raíz, existen ciertas formas dinámicas fundamentales denominadas
“arquetipos”. Cada proceso específico, ya sea físico o mental, es una
representación particular de algunos de estos arquetipos.”

“El concepto de “significado” es, de hecho, el punto focal de la sincronicidad,


dado que un acontecimiento sincrónico adquiría sentido solo en la medida en
que quien lo experimenta percibe un significado inmediato.”

“La sincronicidad no es más que un espejo de los proceso de nuestra psique, y


en ella se verifican los paralelismos entre estos estados interiores y los

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acontecimientos externos. Se trata de un mecanismo que tiene lugar por
analogía, y su matriz se encuentra fuera del tiempo y del espacio.”

(Massimo Teodorani, Sincronicidad)

“El suceso sincronístico no es un “signo” que nos diga qué tenemos que hacer,
como un semáforo que indica que podemos cruzar la calle. La sincronicidad es
más bien un conjunto de símbolos que no siempre implica una respuesta literal
al impulso que provoca.

El sentido de un símbolo sincronístico no está, pues, bien determinado en su


forma. Se concreta gracias a la experiencia que resulta del encuentro y en la
problemática inconsciente que intenta después desarrollar. El sentido de un
símbolo nos incita a movernos, a cuestionarnos y a orientarnos, pero sin
mostrarnos el destino o el lugar donde se encuentra la respuesta.”

(Jean-François Vézina, Las coincidencias necesarias)

“En último análisis, es la conciencia la que crea el conflicto entre lo interno y lo


externo, al proyectar uno de los términos como materialmente real y el otro
como psicológicamente real, porque no conocemos la diferencia entre la
realidad material y la psique. De hecho, si lo consideramos de un modo
imparcial, nos encontramos con algo desconocido que a veces se aparece
como materia y a veces como psique, y la forma en que los dos se relacionan
no la conocemos todavía.”

(Marie-Louise von Franz, Alquimia)

“El nuevo paradigma de Sheldrake de los `campos morfogenéticos’ también


debe ser mencionado aquí, este `campo’ es similar a lo que Jung entendía por
arquetipo.”

(Marie-Louise von Franz, Psyche and matter, `A contribution to the discussion’)

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“Es como si la formación de patrones dentro del inconsciente fuese
acompañada de patrones físicos en el mundo exterior. Principalmente, cuando
los patrones psíquicos están a punto de alcanzar la conciencia, las
sincronicidades llegan a su apogeo; por otra parte, tienden a desaparecer
cuando el individuo conscientemente se da cuenta de una nueva alineación de
fuerzas dentro de su personalidad.

Es por ello que las sincronicidades a menudo se relacionan con periodos de


transformación; por ejemplo, nacimientos, muertes, el enamoramiento, la
psicoterapia, la obra creadora intensa e incluso un cambio de profesión. Es
como si esta reestructuración interna produjese resonancias externas o como si
una explosión de “energía mental” se propagase hacia afuera en el mundo
físico. El crujido de la estantería de Jung es un claro ejemplo de tal
exteriorización. Arnold Mindel ofrece el ejemplo de un paciente psicópata que
declaró que era Jesús, el creador y destructor de la luz. En ese mismo instante
la instalación de luz cayó del techo dejando sin conocimiento al hombre.”

(F. David Peat, Sincronicidad : puente entre mente y materia)

“El espacio-tiempo y la causalidad llegan a ser así características de la


estructura y función del yo y no de la actividad del arquetipo (…)

Podemos esperar que las sincronicidades aparezcan más claramente en el


análisis con pacientes menos integrados o psicóticos, o si una o más de las
condiciones para un buen análisis no son satisfechas. Por ejemplo, si tenemos
dificultades con la contratransferencia, podrían llegar a manifestarse. (…)

Balint afirma [en: Notes on para-psychology and para-psychological healing,


1955] que esta clase de experiencia sucede cuando el analista está pre-
ocupado con asuntos ajenos al análisis y no revela su pre-ocupación al
paciente aunque debería hacerlo.”

(Michael Fordham, Explorations into the self)

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4. TIEMPO Y MUERTE

“Después de sopesar crítica y detenidamente muchas experiencias y


argumentaciones he terminado por aceptar la existencia de estratos anímicos
profundos que no pueden ser descritos adecuadamente por medio de nuestro
concepto ordinario de tiempo.

Por consiguiente, la muerte del individuo particular tampoco tiene el significado


ordinario en estos estratos, los cuales apuntan siempre más allá de la vida
personal.

Al carecer de conceptos apropiados, estas regiones anímicas son


representadas por medio de símbolos.”

(Carta de Wolfgang Pauli a Carl G. Jung [23]; en: Carl A. Meier, Wolfgang Pauli
y Carl G. Jung : un intercambio epistolar 1932-1958)

5. SINCRONICIDAD, DIOS, TAO

"Jung llama 'Dios' a lo que la mayoría de la gente llama casualidad o accidente.


(…)

Todas las vicisitudes de la vida interior y exterior tienen un significado y son


expresiones de patrones y poderes transpersonales (...)

Tanto para el hombre conectado con el Sí-mismo [= Self], como para el niño y
el primitivo, el azar no existe (...)

Emerson expresó la misma idea, a saber, que la ley se encuentra detrás de


toda aparente casualidad: `El secreto del mundo es el lazo entre la persona y el
evento... el alma contiene el evento que ha de venir... El evento es la impresión
de tu forma". "

(Edward F. Edinger, Ego and archetype)

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“According to the main argument of this book, it appears that matter and psyche
form merely the inner and outer aspects of the same transcendental reality. We
ventured this conclusion because the ultimate constituents of matter present
themselves to our observing consciousness in forms similar to those forms
representing the ultimate foundations of the inner factor, the collective
unconscious. This transcendental unitary reality (unus mundus) calls forth the
hypothesis of animate matter.

We know that at death the material part of man dissolves into inorganic material
constituents, into something, therefore, which modern physics would define as
an electromagnetic field, whose excited points represent particles. The old
religious texts referred to, which aim, as it were, at an introspective perception
of the same process, describe death as an ascension into the realm of the
gods, i.e., into the archetypal field of the collective unconscious (…)

During one’s lifetime this tendency to consciousness must construct a subtle


body round itself, a body of a spiritual kind which now in death supports it (…)

The psychic kernel of the soul, which has become conscious, and its
surrounding field of energy thus also seem in some way able to retain an
individual identity after death within the psychophysical unus mundus.

Speaking psychologically, this would mean that the Self, as a psychophysical


monad or ultimate nucleus of the personality, does not merely engender the ego
consciousness emanating from it a birth and during the growth of the
individual’s personality. At death it also draws the ego back into itself and
contracts, just as the sap in a tree produces budding leaves in the spring and
then sinks back into the trunk in the autumn, while the leaves produced by it are
cast off and wither away.”

(Marie-Louise von Franz, Number and time)

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SOBRE PSICOLOGÍA Y
RELIGIÓN

“El mundo entero es Dios, y Dios está en el mundo entero desde el principio.”

(C. G. Jung, Respuesta a Job; en: Acerca de la psicología de la religión


occidental y de la religión oriental, parágrafo 631)

1. EL SELF (= EL SÍ-MISMO)

“Los cinco primeros años de vida constituyen el periodo de mayor actividad


para el sí-mismo [= self]. En este breve segmento del arco vital se ponen los
cimientos que determinarán la estructura futura de la personalidad.

De todos los programas arquetípicos que se activan en esta etapa de la vida, el


apego mediador a la madre es el más decisivo. El carácter satisfactorio o
insatisfactorio de esta relación primordial influirá en todas las relaciones
posteriores con las personas, la sociedad y el mundo.”

(Anthony Stevens, Jung o la búsqueda de la identidad)

“La atención empática y brindadora de cuidados provee al infante de un espejo,


por decirlo así, en el cual puede gradualmente llegar a reconocerse y
experimentarse como un ser completo, como self [ = sí mismo].

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La figura de la madre que lleva a cabo esta función de reflejo empático es
denominada por Kohut `objeto de self´. Él usa este término paradójico para
designar a las personas del medio ambiente del bebé que son experimentadas
por él como si fueran partes de su propio self.

Esto se da naturalmente en la temprana infancia, cuando `yo y tú’, self y objeto,


no pueden ser discriminados ni cognitiva ni emocionalmente. En este sentido la
designación `objeto de self’ parecería ser bastante apropiada (…)

Desde el punto de vista científico el self es una hipótesis, cuya existencia no


puede ser probada. Pero se hace notar a través de sus efectos sobre la
experiencia psíquica, de la cual Jung da algunos llamativos ejemplos en sus
memorias.

El self también se manifiesta con gran poder en una amplia gama de símbolos
de la divinidad. Esto proporciona la base para la psicología de la religión de
Jung, la cual ocupa un lugar central en su obra, ya que desde un punto de vista
empírico ciertos símbolos del self no pueden ser distinguidos de la imagen de
Dios (…)

Como hemos dicho, el self se manifiesta a través de símbolos del más alto
valor, por ejemplo, la imagen de un tesoro difícil de encontrar, la rama dorada,
la perla, o el oro filosófico de los alquimistas. El self puede expresarse en
símbolos que representan estructuras de orden, tales como el mándala o la
cuaternidad. También puede ser personificado por figuras dotadas de
cualidades sobrehumanas. Las imágenes religiosas de dioses que han tomado
forma humana y la creencia cristiana en Dios como padre y Cristo como hijo
son representaciones simbólicas del self.

El self posee una fuerte carga afectiva que, cuando toma expresión en tales
símbolos, se siente como algo numinoso.”

(Mario Jacoby, Individuation and narcissism)

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“Detrás de tus pensamientos y sentimientos, hermano mío, se encuentra un
soberano poderoso, un sabio desconocido – llámase sí-mismo [Self]. En tu
cuerpo habita, es tu cuerpo.”

(F. Nietzsche, Así habló Zaratustra, `De los despreciadores del cuerpo’)

“El self es por definición la totalidad de todos los hechos y contenidos psíquicos
(…)

El yo es el self visible. Por su puesto, en el yo el self sólo llega a ser


tenuemente visible (…)

Una deidad es simplemente una visión proyectada del self (…)

Por lo tanto, el término self a menudo se mezcla con la idea de Dios (…)

Por esto, deberíamos reservar el término `Dios’ para una deidad remota a la
que se le supone como característica la absoluta unidad de todas las
singularidades.

El self sería la etapa anterior, un ser que es más que un hombre y que
definitivamente se manifiesta; éste es el pensador de nuestros pensamientos,
el hacedor de nuestros actos, el fabricante de nuestras vidas, sin embargo está
todavía dentro del alcance de la experiencia humana (…)

El self contiene todos los arquetipos: se podría decir que una experiencia
arquetípica es una experiencia del self (…)

Es como si el self estuviera intentando manifestarse en el espacio y el tiempo


(…)

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El self consiste, entonces, por un lado en las más recientes adquisiciones del
yo consciente, por otro lado en material arcaico (…)

Zaratustra es el arquetipo del anciano sabio, el `nous’ o el `pneuma’ (…)

Zaratustra representa el self.”

(C. G. Jung, Sobre el Zaratustra de Nietzsche, vol. II, 22 de enero y 12, 19 de


febrero de 1936, 25 de enero de 1939)

“Esta frase sólo es aceptable si uno asume que Zaratustra representaba el


Superhombre como sí-mismo [self] de cualquier persona. (…)

Bien, en la medida en que Zaratustra es el Superhombre de Nietzsche, o el sí-


mismo de Nietzsche, y en la medida en que aceptemos la idea de que el ser
humano tiene un sí-mismo y que `Zaratustra’ es una expresión apta para el sí-
mismo, podemos decir que `Zaratustra’ podría simbolizar el sí-mismo de
cualquier persona. (…) Podemos decir que es el Dios de cualquier persona.”

(C. G. Jung, Sobre el Zaratustra de Nietzsche, vol. I, 19 de junio de 1935)

"Más específicamente, el término imagen de Dios es sinónimo de un aspecto


particular del Sí-mismo [= Self] que podríamos llamar el Sí-mismo colectivo. En
otras palabras, es un centro transpersonal compartido por todo un cuerpo de la
humanidad y puede tener más de una referencia individual.”

(Edward F. Edinger, The new God-image)

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2. LA RELIGIÓN

“Las representaciones simbólicas de todas las religiones son modos de


conformar de una forma típica, universalmente vinculante, los procesos
inconscientes (…)

Las formas que brotan de lo inconsciente del fundador son declaradas


universalmente válidas y de ese modo sustituyen a las fantasías individuales de
los demás (…)

La forma en que Cristo presentó al mundo el contenido de su inconsciente fue


aceptada y declarada vinculante para todos. Con ello quedaron condenadas a
la falta de vigencia y de valor todas las fantasías individuales, y fueron
perseguidas como heréticas, como lo muestra el destino del movimiento
gnóstico y de todos los herejes posteriores”.

(C. G. Jung, Tipos psicológicos)

“Tomemos la eucaristía. Un dios es asesinado, atravesado con una lanza,


desmembrado y comido. Hasta el día de hoy, pinchar un pedazo de pan con
una lanza de plata es un ritual de la Iglesia griega. En los ritos aztecas,
Huitzilopochtli es asesinado y atravesado con una lanza. Su cuerpo está hecho
de una pasta compuesta por semillas de plantas, al igual que la hostia está
hecha de harina blanca, y los pedazos son distribuidos y comidos. La divinidad
unida y dividida. Piense en el uso que se hacía de la cruz en Yucatán. Es la
misma cruz que nosotros adoramos. O el mito de Dioniso. (Jung dio varios
ejemplos más.)

Los psiquiatras, al tratar sus casos, saben que estas cosas ocurren dentro del
alma de sus pacientes. Hay infinitas ideas, imágenes de lo inconsciente, que se
han comparado a conceptos mitológicos, pues se probó que eran idénticas”.

(Encuentros con Jung, William McGuire y R.F.C. Hull -eds.)

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“Hay que tener en cuenta que yo me ocupo de los fenómenos psíquicos que
son (como se puede demostrar empíricamente) las bases de los conceptos
metafísicos y que, cuando digo por ejemplo “Dios”, no puedo referirme a otra
cosa que a unos hechos psíquicos constatables y que por cierto poseen una
realidad estremecedora. A quien esto le parezca increíble le recomiendo que se
dé una vuelta por un manicomio (…) La tarea de una ciencia empírica no es
averiguar si ese contenido anímico está causado y determinado por la
existencia de una divinidad metafísica. Eso es asunto de la teología, de la
revelación y de la fe. Mi crítico parece no ser consciente de que, cuando habla
de Dios, está hablando primero desde su consciencia y después desde su
presupuesto inconsciente (…) No pongo en cuestión su convicción de estar en
relación viva con un tú divino, pero pienso que esta relación se refiere en
primer lugar a un contenido anímico autónomo que Buber define de una
manera y el Papa de otra”.

(C. G. Jung, La vida simbólica, O.C. vol. 18/2, “Religión y psicología” : una
respuesta a Martin Buber)

“`Dios’ es una de las experiencias primigenias del hombre, y desde tiempo


inmemorial la humanidad ha hecho inimaginables esfuerzos por conferir una
representación a esa experiencia inaprehensible, asimilársela por medio de la
interpretación, la especulación y el dogma, o renegar definitivamente de ella.

Y una y otra vez ha sucedido y sigue sucediendo que, de esta suerte, terminan
sabiéndose demasiadas cosas del `buen’ Dios, y conociéndosele demasiado
bien, hasta el punto de que uno acaba confundiéndolo con las propias ideas y
figurándose que estas últimas serían sagradas por el sólo hecho de haber
perdurado durante milenios.”

(C. G. Jung, Hermano Klaus; en: Acerca de la psicología de la religión


occidental y de la religión oriental)

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3. DIOSES (IMÁGENES) Y EMOCIONES

“Nuestros afectos son la manifestación interna de Yahvé (…) pero es muy difícil
captarlo, porque nos identificamos con nuestros afectos. Incluso les llamamos
nuestros –`mi afecto’, `mi cólera’, `mi amor’. Sería más exacto quitar el
posesivo.

Tendemos a identificarnos con nuestros afectos (…)

Si caigo en cólera o en una pasión de alguna clase, en los términos de este


libro que estamos estudiando, estos fenómenos son manifestaciones de Yahvé.
Esto no sería difícil de aceptar para ti una vez que aceptes otra ecuación, a
saber, Yahvé es igual al inconsciente.

No te sería difícil aceptar que los afectos son productos de lo inconsciente.


Nosotros no los generamos –ellos nos suceden. Yahvé = lo inconsciente. Para
el propósito de Respuesta a Job, esta es la ecuación que hay que tener en
mente.”

(Edward F. Edinger, Transformation of the God-image)

“Los antiguos dioses eran emociones personificadas puestas en el exterior.”

(C. G. Jung, Analytical Psychology, 11 de mayo de 1925)

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4. TRANSFORMACIONES DEL SELF/SÍ-MISMO (= DE DIOS)

“Si nosotros cambiamos, el mundo cambia.”

(C. G. Jung, Visiones, vol. I, 3 de diciembre de 1930)

“Ciertas tendencias inconscientes delatan su presencia por medio de símbolos,


lo que ocurre principalmente en sueños pero también en fantasías de la vigilia y
acciones simbólicas.”

(C. G. Jung, Mysterium coniunctionis)

“Los cambios de actitud esenciales suponen renovaciones psíquicas, que, casi


por regla general, van acompañadas de símbolos de renacimiento en los
sueños y en las fantasías.”

(C. G. Jung, Sincronicidad como principio de conexiones acausales; en: La


dinámica de lo inconsciente)

“Dr. Jung: Ella asoció la reencarnación de su padre [en el sueño] con su propio
renacimiento y renovación. Esta es una idea arquetípica en los sueños.

En el presente sueño de nuestro paciente nos encontramos con un caso


similar. Una deidad es una personificación de un factor autónomo. ¿Qué podría
ser cuando la reduces a hecho psicológico?

Dr. Binger: Creo que es la propia alma del hombre, una suerte de ánima. (…)

Dr. Jung: Pero no es una mujer.

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Dr Binger: Puede ser el self [sí-mismo] renovado.

Dr. Jung: Seguramente alguna parte de su psicología, pero presentada como


un dios, como un niño.

Dr. Schlegel: Algo que pertenece a su futuro. Es más joven que el soñante, un
self más joven.

Dr. Jung: Sí, una parte futura de él mismo representada como un niño. (…)

Puedes ver qué clase de deidad es ésta, un nuevo pensamiento, un nuevo


espíritu.

Todos los viejos dioses fueron hechos psicológicos que más tarde llegaron a
ser ideas. (…)

Todos los contenidos nuevos son al principio contenidos autónomos. (…)

El dios es todavía un complejo autónomo, aún no es una actitud, o una regla de


conducta. (…)

Los paralelos colectivos muestran a este niño conectado siempre con las ideas
correspondientes a la época. En la Edad Media este niño es cristiano, es el
`Bambino’, Jesús. Ellos no sueñan con él llamándolo Tammuz o Dionisos.”

(C. G. Jung, Análisis de sueños, vol. I, 20 de marzo de 1929)

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5. LO INCONSCIENTE COLECTIVO

“El inconsciente colectivo es el Reservorio de nuestra experiencia filogenética,


(…) o de la especie (…), albergando las pautas de nuestros comportamientos y
las matrices o moldes de nuestra conducta, tal y como se condensan en
delicuescentes imágenes de sentidos virtuales (…)

De este modo, el Inconsciente Colectivo representa, frente al Nomos-ley de la


Consciencia Colectiva, la Moira-Destino humano convivido cual destinación
individuada (…)

Inconsciente transpersonal o colectivo, en el que se almacena o solidifica la


experiencia colectiva de la humanidad en sus delineamientos esenciales
(contenidos psíquicos filogenéticos) (…)

Los arquetipos (…) `conformaciones energéticas’ o `configuraciones de la


pulsión´ (…) remiten en nuestro desarticulado mundo a una articulación
profunda, remota y trascendente, pues que representan el reverso sagrado de
lo profano y, viceversa, el anverso profano de lo sacro (…) El arquetipo como
forma (espiritual) del instinto (material), es decir, como protoimagen del sentido
(…)

En general, todos los dioses y héroes arquetipifican una parte de nuestra


psique y su actitud.”

(Andrés Ortiz-Osés, C. G. Jung : arquetipos y sentido)

“Aquí debo aclarar las relaciones entre instintos y arquetipos: lo que


propiamente llamamos instintos son necesidades fisiológicas y son percibidas
por los sentidos. Pero al mismo tiempo también se manifiestan en fantasías y
con frecuencia revelan su presencia sólo por medio de imágenes simbólicas.
Estas manifestaciones son lo que yo llamo arquetipos.”

(C. G. Jung, El hombre y sus símbolos)

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“Los instintos tienen un aspecto dinámico y un aspecto formal. Este último se
expresa, entre otros modos, en imágenes de la fantasía que (como cabía
esperar) presentan una semejanza sorprendente en todos los lugares y en
todas las épocas. Al igual que los impulsos, estas representaciones tienen un
carácter relativamente autónomo; son numinosas, por lo que las encontramos
sobre todo en el ámbito de las representaciones numinosas, es decir,
religiosas. He elegido para este aspecto formal del instinto la denominación
arquetipo”

(C. G. Jung, prólogo al libro de Jolande Jacobi Complejo, arquetipo y símbolo)

APÉNDICE

¿PERO QUÉ ES EL SELF?

“El self de Jung, el gran self, es un constructo o concepto metapsicológico. Se


refiere a la totalidad de la psique e incluye las áreas conscientes e
inconscientes de ésta. Se halla detrás de fenómenos tales como aquellos
símbolos que transmiten la totalidad y lo eterno, y detrás de todos esos
impulsos que buscan fusión y unión. El gran self es el objeto del proceso de
individuación.

El self primario definido por Michael Fordham se encuentra en el bebé al inicio


de la vida. Es una forma primitiva del self, vale decir, una simple totalidad, y
apenas exhibe algún tipo de diferenciación. Es la matriz de todas aquellas
facultades potenciales del organismo que aguardan los procesos de
deintegración y reintegración para hacerse operativas y así actualizarse.

El pequeño self está íntimamente relacionado con lo que Jung ha descrito


como sistema endopsíquico de la conciencia. Se refiere a la experiencia de uno
mismo y a la percatación de nuestra identidad personal. Este self es al que se
refieren psicoanalistas como Kohut y Kernberg.”

(Rosemary Gordon, Puentes : metáfora de los procesos psíquicos)

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