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La flecha del tiempo en Psicología Analítica

Reseña de:
M.-L. von Franz, Sobre adivinación y sincronicidad. La psicología de las casualidades
significativas. Trad. Alicia Sánchez Millet. Toledo: Sirena de los vientos, 2022. 191
págs., 16 esquemas/ilustraciones.
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Muchos años después de la desaparición de la colección junguiana de la


editorial Paidós en Argentina, le toma el relevo en España la editorial Sirena de los
Vientos con la colección “JUNG despertar conciencia”. El más reciente título
publicado, Sobre adivinación y sincronicidad, hace ya el número 13 de esta serie, o
bien el 11, si no metemos en la cuenta los dos libros del psicólogo junguiano Javier
Castillo Colomer publicados también con el sello de dicha colección, pero incluidos
en la página web de la editorial ahora en la nueva sección “CLÍNICA Y
PSICOANÁLISIS”. Mas el sello junguiano se aplica a los libros de Javier Castillo por
derecho propio.
Prologa este nuevo título de la colección junguiana de Sirena de los vientos la
psiquiatra, psicoterapeuta y analista junguiana Magaly Villalobos, que como ella
misma dice da unas “breves pinceladas”, sustanciosas y pertinentes, que sirven de
puerta de entrada al grueso del texto, al texto de von Franz. Pero antes del prólogo,
Enrique Galán Santamaría abre esta publicación con su estudio introductorio «El
lugar de Marie-Louise von Franz en la psicología analítica». Enrique, para el que
sobran las presentaciones, ya que todos los que tenemos cierta experiencia en el
mundo junguiano le conocemos desde hace años -en primer lugar por sus brillantes
introducciones a los primeros volúmenes de la Obra completa de Jung que
aparecieron en nuestro idioma-, continúa en este estudio introductorio haciendo
gala de su buen hacer y sabiduría redondeando textos y ofreciendo información
detallada acerca del tema que se propone tratar, esta vez una breve introducción a
la vida y obra de M.-L. von Franz. Mientras que en la edición de Paidós de Sobre
adivinación y sincronicidad se mencionaba como revisora técnica a Natalia Idelsohn,
junto al nombre de la traductora Alicia Sánchez Millet, la misma traductora -no por
casualidad- del libro que presenta Sirena de los vientos, ahora en la versión de esta
última editorial se menciona a Enrique Galán como revisor del texto en español.
En la introducción a uno de los volúmenes de la Obra completa de Jung a la
que antes hacíamos referencia, el volumen más científico de Jung -con permiso del
2-, el volumen 8, Enrique señalaba que para entender el concepto de sincronicidad
“correspondencia es la palabra clave”, correspondencia entre los
procesos/imágenes mentales-psíquicos y los acontecimientos del mundo exterior;
también podríamos decir entonces que la clave de la sincronicidad es el
acontecimiento psíquico-físico, un Acontecimiento en el Unus mundus, en el mundo
en el que no existen distinciones entre la materia y la psique.

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Atrevidas hipótesis estas –atrevidas sobre todo para “los rigurosos hábitos
de algunos oídos”–, las que envuelven al concepto de la sincronicidad, que sin
embargo tienen suelo firme en la experiencia concreta del hecho sincronístico cada
vez que sucede: pensamos en un amigo y en ese mismo momento el amigo nos llama
por teléfono, soñamos con algo que sucede al día siguiente, nos ocupamos de cierto
asunto y empezamos a recibir informaciones relacionadas con él, etc. Todos
podemos comprobar que las sincronicidades son hechos reales y verdaderos que
con cierta frecuencia nos acaecen; no se trata pues la sincronicidad de ninguna
teoría, sino de la captación del hecho empírico, de su registro, de la toma de
consciencia de algo que efectivamente ocurre, siempre que no esquivemos el bulto
recurriendo al conocido subterfugio de no estar más que ante la presencia de una a-
significativa coincidencia, una casualidad. Por lo demás, la casualidad, a pesar de que
a veces se nos intente hacer creer en ello, nunca ha sido una explicación de nada, y
menos aún una explicación científica.
Como es sabido, la sincronicidad no es en su fondo un descubrimiento
junguiano sino el reconocimiento de un principio agente en la naturaleza que había
ocupado ya desde mucho antes, en diversos modos, cierto lugar en la historia de las
ideas. En Occidente, afirma Jung que a partir Heráclito el principio sincronístico
desaparece de las sucesivas cosmovisiones filosóficas occidentales manteniéndose
únicamente de manera más o menos residual “entre los claroscuros de la
especulación astrológica” (OC 15), hasta llegar a Leibniz, que con su idea de la
“armonía preestablecida” retoma la correspondencia absoluta entre los sucesos
psíquicos y físicos (OC 8). El mismo Heráclito, que muestra en sus fragmentos una
afinidad más que notable con el pensamiento oriental (en Oriente la sincronicidad
se incorpora en el concepto de “Tao”), desdeña sin embargo -si es que lo conocía- la
captación que hace la mente oriental del principio sincronístico.
Jung llama sincronicidad al Tao (OC 18/1 §142-144), pero el concepto de
Jung, incluso en su formulación definitiva de 1952 (OC 8) es muy pobre frente a la
idea del Tao, como el mismo fundador de la psicología analítica nos indica en su
conferencia de 1935 (OC 18/1), de lo que surge una fuente importante de
malentendidos acerca de las diferencias entre la concepción psicológica junguiana
de la sincronicidad y las ideas místicas y religiosas relativas al Tao y a otros
conceptos afines no estrictamente psicológicos. Cierto es que mantener el concepto
de sincronicidad dentro de unos límites exclusivamente psicológicos sería toda una
hazaña.
Ha sido el psicólogo junguiano José Zavala quien ha dado con el concepto de
sincronicidad más cercano a la psicología de acuerdo con C. G. Jung. En su
formulación, Zavala, que estudió en Suiza con la autora del libro que ahora reedita
Sirena de los vientos, exige que sea el sentimiento subjetivo que produce la
sincronicidad en el propio sujeto que la experimenta lo que de hecho defina
cualquier sincronicidad como tal, es decir, que sea una percepción psicológica, en
este caso un sentimiento o una sensación determinada, lo que dictamine si una
sincronicidad efectivamente lo es:
“José [Zavala] escribió mucho sobre el fenómeno de la sincronicidad, por ejemplo en
su trabajo Número y Eros dice: «El encuentro de un acontecimiento sincronístico nos

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proporciona infaliblemente una idea de una existencia profunda, que está más allá
de la psique y la materia. (…) La manifestación de un acontecimiento sincronístico
se caracteriza debido a una reacción de sentimiento que surge en el observador. Así
que es el sentimiento del observador el factor crucial que decide si se trata de una
sincronicidad o no»” (Contribuciones a la psicología de Carl Gustav Jung y Marie-
Louise von Franz. Homenaje a José Zavala).

Cuando por fin se publique este importante escrito de José Zavala, Número y
Eros, lo que al parecer va a suceder pronto como parte de un volumen en el que se
recogerán diversos escritos de este importante autor acerca de la sincronicidad y el
Unus mundus1, estaremos en condiciones de conocer más sobre el modo en que
Zavala abordaba estas cuestiones. Sí podemos decir ya que esta preeminencia dada
al sentimiento psicológico subjetivo -en forma de emoción-, como quiere Zavala,
para la definición rigurosa del concepto de sincronicidad puede encontrarse
también en el mismo Jung:
“Jung se refiere a la sincronicidad como una coincidencia significativa o
correspondencia de dos acontecimientos, que no están causalmente conectados. O,
en otras palabras, como una coincidencia de hechos subjetivos y objetivos que no se
puede explicar causalmente, pero que transmite la sensación de que existe un
significado latente. Sabi Tauber cita a Jung en su diario: La sincronicidad «no
funciona causalmente, sino significativamente, y solo cuando hay una emoción
profunda involucrada» (Encounters with C. G. Jung. ed. Daimon Verlag, 2021, p. 18).
Pero, recordemos, el concepto de sincronicidad es muy pobre frente a la idea
del Tao. En una conferencia a la que asistí hace muchos años un experto filólogo
alemán, que tuvo a bien dar su conferencia en castellano, disertaba acerca de una
serie de escritores antiguos, acerca de algunas de sus obras, entonces de entre los
oyentes una profesora de filología clásica preguntó a qué género literario podría
pertenecer la obra que en ese momento el experto estaba comentando, él sonrió,
como también lo hizo otro profesor entre el público, y le respondió: “se escribe para
la vida”. De la misma manera, si los hechos acerca de los que habla Jung deben ser
entendidos al modo de la psicología, de la filosofía o de la religión o de cualquier otro
modo no es una pregunta esencial, quizá es incluso una pregunta sin respuesta
posible, se nos está hablando de la vida, y mi recomendación personal es que cada
quien que experimente el fenómeno de la sincronicidad lo atienda de acuerdo con
sus propios pensamientos, sentimientos, intuiciones y sensaciones, evitando toda la
paranoia que un tratamiento no adecuado del fenómeno puede producir pero
también sin dejarse llevar por lo que otros nos dicen que es y que no es la
sincronicidad, teniendo en cuenta por su puesto las lecturas de aquellos que han
tratado acerca de este fenómeno adecuadamente. En cualquier caso, el concepto es
junguiano, si atendemos a que la sincronicidad es en primer lugar y ante todo un
hecho. Jung llegó incluso a plantear la existencia de sincronicidades de las que ni
siquiera somos conscientes (carta a Erich Neumann, 10 de marzo de 1959).

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Este volumen y otros dos de la OC de Zavala podrían publicarse en diciembre de este mismo año 2022.
Y más adelante un libro homenaje a Dieter Baumann, uno de los nietos de Jung que formaba parte del
grupo de Zavala

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El tratamiento que Jung dio a la sincronicidad, desde sus primeras
consideraciones sobre ella hasta su escrito “definitivo” de 1952, no fue siempre
unívoco y coherente. El psiquiatra junguiano Víctor Rodríguez Pérez lo ha puesto así
de manifiesto en una reciente conferencia de la SEPA (2022), en la que tratando
acerca de la sincronicidad y su historia dentro de la obra de Jung recomendó el libro
C. G. Jung´s psychology of religion and synchronicity, de Robert Aziz. En este libro Aziz
hace una crítica, no del todo justa a mi modo de ver, a cierto aspecto de la noción de
sincronicidad de José Zavala, pero efectivamente Aziz ha escrito de principio a fin
un libro que cualquier estudioso de la sincronicidad debería tener presente para
comprender el difícil concepto de Jung que tantas implicaciones multidisciplinares
lleva consigo. Personalmente, recomendaría también el libro de Ira Progoff Jung,
synchronicity, and human destiny.
Aunque el principio sincronístico no ha recibido entre nosotros los
occidentales tanta atención como en el Oriente, los más variados métodos mánticos,
también occidentales, se basan en él. Un ejemplo lo encontramos en las Sortes
Astrampsychi, el Oráculo de Astrámpsico, que gozó de una gran popularidad en la
Antigüedad Tardía y en la Edad Media, pudiéndose datar su origen en el siglo II a. C.
Este oráculo es “un sistema de adivinación a través de números”, como se cuenta en
introducción que nos ha llegado al texto: el consultante elige una de las 92 preguntas
posibles de un primer listado, que lleva cada una de ellas un número asociado (del
12 al 103), el adivino le pide entonces a su cliente que piense en un número del 1 al
10 y lo suma al número que la pregunta que ha elegido lleva asociado. Esta suma se
busca en un segundo listado, la “tabla de correspondencias”, en la que junto a los
números del 13 al 115 encontramos otros números -13)20, 14)101, 15)44, etc.-, así
si por ejemplo la suma del número fijo asociado a una pregunta más el número
elegido por el consultante fuera 13 (12+1), este segundo listado nos indicaría que
en el tercer listado -el “catálogo de las décadas”, que contiene 103 décadas de 10
respuestas cada una- tenemos que buscar la década 20, para posteriormente elegir
una de las 10 respuestas allí ofrecidas, en este caso la 1, que sería el “número de la
suerte” que el consultante ha elegido. Con el paso del tiempo se modificó el oráculo
introduciéndose en él nuevas preguntas como la de “¿seré obispo?” (no sin razón
señala von Franz al comienzo de Sobre adivinación y sincronicidad que “en la
antigüedad la adivinación siempre se practicaba en las iglesias”, p. 29). El texto
original del oráculo no ha llegado a nuestros días. Obviamente, se predicen
probabilidades; en algunas de las respuestas del Oráculo de Astrámpsico incluso se
invita al consultante a que actúe de manera que contrarreste la predicción, pudiendo
ser alterada esta por tanto de manera radical. Recientemente ha editado este
interesante texto en español Roberto Losada Maestre, un profesor de Ciencia
Política de la Universidad Carlos III de Madrid.
Esta especial relación entre el número y la predicción, entre el número y el
tiempo no es un tema secundario ni baladí, y las ramificaciones de esta relación y
problema se extienden hasta los más abstrusos dominios de la física. El brillante
insight de Oswald Spengler en el capítulo «El sentido de los números» de su obra La
decadencia de Occidente que distingue entre Historia y Naturaleza como los dos
modos posibles de tomar consciencia de la totalidad de la Realidad, encuentra su
formulación dentro de las ciencias físicas en la a menudo denominada “paradoja de

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la flecha del tiempo”. De acuerdo con esta paradoja, si bien los individuos, y por
extensión el mundo de la cultura y la historia, somos perfectamente capaces de
distinguir, por ejemplo, cuándo una película se proyecta de forma rebobinada de
cuando no, las leyes naturales que dictan el comportamiento de las partículas sin
embargo nunca son capaces de detectar tal diferencia, para las leyes de la física entre
una película rebobinándose y una transcurriendo en el orden habitual no hay
diferencia alguna, dicho con otro ejemplo: jamás asistimos, en tanto que individuos,
a la autorrecomposición de un jarrón a partir de los añicos en los que ha quedado
roto tras caer al suelo, semejante cosa jamás ha ocurrido en la Historia, a pesar de
que de acuerdo con las leyes de la física, de la Naturaleza, esto es perfectamente
posible, y de hecho tales leyes por otro lado describen perfectamente los fenómenos
naturales cotidianos con una precisión extraordinaria. Naturaleza e Historia
permiten captar el Cosmos de distintas formas. Una muy extraña paradoja.
He extraído los ejemplos anteriores de uno de los volúmenes de la magnífica
colección Un paseo por el cosmos, el volumen titulado: La flecha del tiempo, en el que
también se nos advierte de que “la paradoja de la flecha del tiempo se interroga
acerca de la arquitectura y la historia del universo”, revelándose así una vez más la
íntima conexión entre Ser y Tiempo.
A despecho de los partidarios del castellano refrán “zapatero a tus zapatos”,
el estudio del tiempo desde el punto de vista de la psicología analítica, es decir el
estudio de la sincronicidad, requiere saber manejarse –aunque no necesariamente
siempre a nivel de experto, tal cosa no es posible– tanto en el campo de la psicología
(profunda) como en el de la física. Marie-Louise von Franz lo sabía perfectamente y
así lo demuestra ampliamente en sus obras.
Por otro lado, una “ciencia de la sincronicidad” todavía nos queda muy lejos.
Hoy por hoy no es posible abordar la sincronicidad con el método científico. Como
afirma von Franz en un libro de Edhasa injustamente descatalogado: “con la
matemática estadística tal como se la practica hoy no hay manera de abordar la
sincronicidad, según lo hizo notar justamente Hubert Reeves. Si el hecho
sincronístico se da por azar, ¡eso no demuestra otra cosa que la independencia del
principio de sincronicidad!”.
Esta serie de conferencias de M. L. von Franz publicadas originalmente en
1990, traducidas al español en 1999 y que ahora felizmente se reeditan, puede servir
como una adecuada introducción a sus trabajos mayores y a sus otros escritos
acerca de los mismos temas, así como una buena introducción a lo que múltiples
autores modernos han escrito y escribirán acerca de la sincronicidad, en gran parte
una repetición y examen del planteamiento junguiano. Lamentablemente la edición
de Sirena de los vientos carece del índice analítico en las páginas finales del que sí
disponía la edición de Paidós, un índice que ocupaba 9 páginas, pero mantiene las
16 figuras/esquemas de la edición española original, a un tamaño mayor. Por cierto,
en la figura 10 la edición de Sirena corrige con “campo platónico” donde la edición
de Paidós dice -erróneamente- “campo aristotélico”.
El ejemplar de la nueva edición que he adquirido recientemente, uno de los
primeros a la venta, ha sido encuadernado boca abajo, por lo que hay que darle la

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vuelta para leerlo, además su lectura se realiza forzosamente en el sentido inverso
al habitual, de derecha a izquierda, como los mangas japoneses, debido al defecto de
encuadernación, pero después de los enormes esfuerzos tanto personales como
económicos que esta emprendedora editorial lleva realizando desde hace años,
bienvenido sea este nuevo título también en esta forma, lo que no es óbice para que
los defectos sean subsanados en el futuro.
De la «Nota del editor» (pág. 27 de Sirena de los vientos, pág. 9 de Paidós)
editorial Sirena omite: “la autora y el editor agradecen a la señorita Thomas su
cuidadosa preparación de la versión original. (…) El índice fue recopilado por Daryl
Sharp”. Se conservan las notas del traductor de la edición de Paidós, aunque alguna
se elimina, como la de la pág. 113, y se añade una nota de la editora de Sirena en la
pág. 133, que sustituye a la nota eliminada que acabo de mencionar; al no
especificarse suficientemente la diferencia entre editores cabe la confusión de esta
nota de la editora de Sirena con las notas del editor que se han mantenido de la
edición de Paidós. Las notas con referencias a la obra de Jung y a otros libros se
trasladan en ocasiones con retoques estéticos de la edición de Paidós a la de Sirena,
así “párr.”/“párrafos” se convierte en “§”, y los números romanos indicadores de
volumen pasan a ser arábigos, no siempre; con algún error ocasional, como el de la
página 46, que en lugar de indicar vol. 9/1, § 384 y ss. da la ubicación errónea: “9/I,
8 y ss”. Los títulos en inglés de escritos de la OC de Jung se han traducido al español.
El concepto “Sí-mismo”, como es habitual en esta editorial, se encuentra con
mayúscula.
La gran obra en la que von Franz desarrolla las últimas ideas de Jung acerca
de la sincronicidad es sin duda Número y Tiempo, José Zavala es el traductor
autorizado -por la misma Marie-Louise von Franz- de este libro del que a buen
seguro –crucemos los dedos– podremos gozar dentro de relativamente poco tiempo
también en nuestro idioma, cuando cierta Fundación por fin dé su visto bueno.
Aunque Enrique Galán menciona al final de su estudio introductorio que Número y
tiempo se publicó en 2019 por la editorial Bubok en realidad aquí parece haberse
hecho eco de un rumor que finalmente no tuvo confirmación. Número y tiempo
todavía no se ha publicado en español. La traducción de Zavala, revisada, que tiene
ya cierta historia a sus espaldas, con toda su fuerza, será el siguiente paso para
adentrarnos en el complejo mundo de la sincronicidad ¿o deberíamos llamarlo - el
mundo del Tao?
Mientras esperamos a que las difíciles cuestiones referentes a experiencias
tan sencillas y relativamente habituales como son las experiencias con la
sincronicidad se esclarezcan, solo podemos seguir haciéndonos preguntas, como se
las hacían el propio Jung y el premio Nobel de física Wolfgang Pauli en su interesante
correspondencia ¿Y si esencialmente la flecha del tiempo no condujera del pasado
al futuro ni respondiera siquiera a ninguna única orientación temporal concreta? ¿Y
si el tiempo dependiera en realidad de la psique inconsciente tal como se la describe
desde la psicología profunda? El lector deberá hacer sus propias averiguaciones.

José Medina

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