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“El hecho de contar historias tiene una función muy importante. El proceso de contar historias
en sí es un proceso sanador, en parte porque hay unas personas que están dedicando su
tiempo a contarte una historia que tiene mucho significado para ellos. Están dedicando su
tiempo a hacerlo porque tú puedes necesitar ayuda, pero no quieren inmiscuirse en tu vida y
limitarse a aconsejarte. Quieren darte un consejo que sea inseparable de tu Ser. Eso es lo que
hacen las historias. Las historias se diferencian de los consejos en que, una vez las has
recibido, pasan a formar parte de tu alma. POR ESO PUEDEN SANRTE”.
Alice Walker, 1990.
“No es una tarea fácil para el occidental contemporáneo aceptar la validez del mundo mítico.
Estamos tan acostumbrados a considerar los mitos como una fantasía, que a menudo
denigramos a personas para las cuales el mito es y ha sido una parte integrante de la vida.
Tenemos tendencia a considerar a esas personas ignorantes e infantiles, sin una comprensión
del mundo físico.
Para los antiguos griegos, los dioses eran reales. Un griego que veía un rayo recordaba a
Zeus, y por lo tanto recordaba otro sistema simultáneo a la realidad. ¡Como contraste, cuando
nosotros vemos un rayo, vemos un patrón meteorológico y probablemente recordamos que
deberíamos mirar las noticias de las nueve para saber qué dice el hombre del tiempo!
Esta visión afecta a todos los aspectos de la vida. Los pueblos tribales, al experimentar la
sequía, en lo primero que piensan es en hacer un llamamiento a las fuerzas de la naturaleza
por medio de rezos al Dios o Diosa de la lluvia, que probablemente vive en las nubes.
Nosotros, en cambio, podríamos dirigir una avioneta hacia el cielo, fumigar las nubes y
provocar que llueva. Los pueblos tribales, utilizarán todo el poder que puedan para efectuar el
cambio a un nivel inconsciente. La gente de hoy en día evitará completamente el inconsciente,
porque éste no es “real” para ellos. Como resultado, tendemos a hacer cambios que son
convenientes aunque no necesariamente prudentes. Debido a que solamente consideramos
nuestras necesidades inmediatas y no las necesidades del sistema entero, no tenemos ni idea
de cuáles son las fuerzas inconscientes que ponemos en marcha y cuáles serán las
consecuencias a largo plazo de nuestras acciones.
Para remediar este error, debemos volver a traer el mito al terreno de los temas aptos para la
consideración adulta. Debemos aprender a conceder al mundo interno descrito en el mito, el
mismo respeto que concedemos al mundo externo descrito por la ciencia. Cuando seamos
capaces de comprender y aceptar el mito como un cuadro vivo de nuestro mundo interno,
esteremos en el camino hacia la realización de un auténtico cambio”.
Robert A. Jonson. Extasis. Madrid. 1987
Los diversos cuentos de hadas ofrecen esbozos generales de las diferentes fases de esta
experiencia. Algunos hacen más hincapié en los estadios iniciales relativos a la
integración de la sombra, y no ofrecen más que una pequeña aproximación de lo que
acontecerá. Otros se extienden en la experiencia del ánimus o del ánima, así como en las
imágenes del padre y de la madre que constituyen su trasfondo, y se deslizan tanto sobre
los problemas precedentes relativos a la sombra como sobre la continuación. Aun otros
desarrollarán el tema del tesoro inaccesible o imposible de obtener y otras experiencias
centrales del mismo orden. No hay diferencia cualitativa entre estos cuentos, ya que en el
campo de lo arquetípico no hay escala de valores, por la simple razón de que cada
arquetipo es, en esencia, uno de los aspectos del inconsciente colectivo al tiempo que
representa siempre su totalidad.
El hombre y su sombra
Si bien en un último análisis casi todos los cuentos de hadas giran alrededor de un
símbolo del Sí-mismo o están <<ordenados>> por él, se encuentran también en ellos
motivos que remiten a los conceptos junguianos de sombra, de ánimus y de ánima. Me
propongo, en las páginas que siguen, interpretar ejemplos que ilustren cada uno de estos
temas. Una vez más, deberá tenerse bien presente que tratamos con subestructuras
objetivas e impersonales de la psique humana y no con aspectos individuales.
Contemplada en sí misma, la sombra procede a la vez del inconsciente personal y del
inconsciente colectivo. En los cuentos de hadas, sólo puede manifestarse el aspecto
colectivo, como ocurre, por ejemplo, con la figura que representa la sombra del héroe.
Ésta aparece como un héroe sombrío, más primitivo y más instintivo que el héroe
propiamente dicho, sin que necesariamente le sea por ello moralmente inferior. En
algunos cuentos, al héroe (o a la heroína) no les acompaña una sombra, sino que reúne
en sí mismo rasgos positivos y negativos, e incluso a veces demoníacos. Podemos
también preguntarnos cuáles son las circunstancias psicológicas que conducen a la
escisión de la imagen del héroe en una figura luminosa y su compañero oscuro. Una
división de esta clase se produce a menudo en los sueños en el momento que una figura
desconocida aparece por vez primera. Ésta escisión indica que el contenido que se está
acercando al yo es sólo parcialmente aceptable por la conciencia. Hacerse consciente de
algo presupone una elección por parte del yo. En general, tan solo un aspecto del
contenido inconsciente puede ser retenido a la vez, siendo rechazados los otros: la
sombra del héroe es pues este aspecto del arquetipo que ha sido rechazado por el
consciente colectivo.