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Para encauzar y demostrar que estos contextos están presentes en el arte de este periodo
artístico del siglo XIII hasta el siglo XVIII, analizaremos la siguiente obra de
Delacroix, La Muerte De Sardanápalo. Esto será posible si se hace un recorrido por la
historia y vemos en qué momento cada cualidad se hizo presente en el arte.
La historia del arte se pretende como casillas donde los artistas produjeron las más
grandes invenciones estéticas de su época, casillas inamovibles que no se permean las
unas con las otras; aunque esta mención ha sido creída, las obras de arte reflejan lo
contrario, lo cual demuestra que los artistas se relacionaban con las cosas que sucedían
en su entorno así mismo se relacionaron las cualidades estéticas propias del periodo ya
mencionado que corresponde del renacimiento hasta el romanticismo. Se podría decir
que Michelangelo Buonarroti era en esencia artísta del manierismo y que nada tuvo que
ver con el renacimiento, tal como se podría creer de R. Sanzio, o cualquier otro que se
encasillen en las jaulas forzadas de la historia; cierto es que ningún momento artístico es
estático como la vida de los hombres tampoco lo es, el arte de este periodo se vio metido
en un viaje sin cesar de técnicas y aún más impresionantes estilos, que se liberaron de
las ataduras del tiempo y fueron de un lado a otro.
El Renacimiento empezó a colarse en Italia entre el siglo XII y XIII y pronto extenderse
en otras regiones de Europa. Los patrocinadores monetarios como familias poderosas y
las rutas comerciales en ultramar, hizo posible las grandes obras de arquitectura y
demás artes, las riquezas obtenidas de los saqueos a las indias occidentales (América en
especial las Antillas) y orientales (islas del océano índico y pacífico en Asia) fueron el
motor que impulsó las nuevas estéticas que se habían basado en los descubrimientos de
Roma clásica, estudios del arquitecto Andrea Palladio, búsquedas de la representación
como las de Paolo Uccello, entre otros. Que dieron como resultado el uso de la
perspectiva. Además del término en sí de Artista, ya que es desde este momento que
aparece la firma en las obras de arte y reconocimiento a su hacedor, pues este ya no es
un simple artesano ahora es un “creador”.
La Mimesis y la idealización, A partir de Aristóteles se denomina así a la imitación de
la naturaleza como fin esencial del arte elevando al artista a ser un “hacedor” sobrepasar
la “teoría” y hacerse creador. En él encontramos que todas las artes son imitación de
hechos “verosímiles” (que podrían ser reales), una imitación de las cosas reales según
distintos medios (pintura, palabra, etc.)
Siendo La Mimesis y El Naturalismo las primeras condiciones estéticas que vamos
encontrando en este recorrido del arte hasta llegar al momento de La Muerte De
Sardanápalo en el romanticismo.
La transición del Manierismo hacia el Barroco en los siglos XV-XVI donde el Barroco
pondrá sus bases más firmes, pone en manifiesto los grandes cambios que suceden en
Europa, es a este momento cuando empieza la conquista y colonización de América, y
La Reforma Protestante ha alcanzado gran influencia en los países del norte, pues en
España como formato para frenar la expansión musulmana los reyes católicos
impulsaron La Contrarreforma, mecanismo que aliado con la iglesia católica de Roma,
para este momento España se había convertido en el imperio más grande visto hasta
ahora, ya que poseía territorios en los océanos y la península Itálica también estaba en
su posesión tal era: el reino de Nápoles. Esto desarrolló en el arte un estilo católico un
estilo de la iglesia, adornado, extravagante que generó una estética del gusto por la
ruina, por lo que produce placer, esta categoría la veremos repetida en las obras de arte
anterior y posterior pero que solo hasta aquí nos dimos cuenta de su importancia, Lo
Pintoresco.
La palabra, en sí misma, alude a aquello que concierne a la pintura. Con ese sentido fue
utilizada frecuentemente en el curso del siglo XVIII y era aplicada particularmente al
análisis de jardines y parques; la idea que sugiere es que existe una analogía entre la
pintura de paisajes y el diseño de jardines, y que parques o jardines deben ser
concebidos como una suma de imágenes.
A partir de este ámbito temático, hacia mediados de siglo Lo Pintoresco se consolida
como un concepto de teoría del arte. Su punto de brío fueron los escritos de Gilpin
(1792), y hacia las últimas décadas del siglo pasó a ser identificada como una categoría
estética situada entre Lo Bello y Lo Sublime.
Lo Pintoresco es aquel estímulo visual que aporta una sensación tal de singularidad que
pensamos que debería ser inmortalizado en un cuadro. Así pues, se puede definir como
un tipo de representación artística basada en unas determinadas cualidades como serían
la singularidad, irregularidad, extravagancia, originalidad o la forma graciosa o
caprichosa de determinados objetos, paisajes o cosas susceptibles de ser representadas
pictóricamente. También se puede considerar, una escena que llama la atención por unas
extrañas cualidades que hacen que sea llamativa, bien porque expresan temas de corte
novelesco o porque muestran escenas idílicas o emotivas, generalmente ligadas a
ambientes exóticos o bucólicos (escenas con pastores, pescadores, gitanos, etc.). Lo
Pintoresco provoca asociaciones de ideas de índole caprichosa y evocadora,
produciendo un sentimiento estético entre la relajada y armoniosa visión de la belleza y
la sobrecogedora grandeza de lo sublime, esto influenció la pintura paisajística, que
mostraría inclinación por la naturaleza ruda, por las ruinas, los ambientes nocturnos o
tormentosos, las cascadas, los puentes sobre ríos, cabañas en el bosque, etc. La
composición pintoresca suele tener un plano profundo con contrastes efectistas,
mostrando paisajes o grupos de personas revestidas de un notable interés plástico.
En contraposición está Lo Grutesco que es un estilo extravagante (se definían sus
motivos como ridículos, burdos, vulgares o absurdos) se extendió el uso del término
Grutesco como sinónimo de tales adjetivos, incluso de lo irregular, grosero y de mal
gusto. También se denomina así lo relativo a las cuevas artificiales. La decoración con
rocalla o rocaille (en jardinería e interiores respectivamente) que se considera propia de
estilos posteriores (el Rococó del siglo XVIII). Muy anterior es la utilización de
monstruos en el arte medieval (gárgolas, canecillos); mientras que la fase final del
Renacimiento, el Manierismo, tiene algunos ejemplos destacados de ello (Parque de los
monstruos de Bomarzo). Lo Grotesco terminó por definir una categoría estética
diferenciada de la idea clásica de belleza, en oposición a la categoría de Lo Sublime.
El Barroco también propulsó estilos como El Tenebrismo que basa su representación en
Lo Claro y en Lo Oscuro, s e caracteriza por el violento contraste de luces y sombras
mediante una forzada iluminación (de forma muy evidente cuando se hace llegar un
foco de luz marcando una diagonal en la pared del fondo, como la que proviene de un
tragaluz en un sótano -es habitual referirse a este recurso como luz de sótano o luz de
bodega (Ansuategui, 2008, p.82). La palabra proviene del latín tenĕbrae ("tinieblas")
(bonet, 1996).
Se contrapuso el Rococó que fue un estilo que se caracterizó por tener una estética
pintoresca pero en contrario a lo tenebrista en el Barroco este fue lleno de luz y
vivacidad, donde predominó el uso de colores claros.
El Academicismo huye, asimismo, del realismo naturalista, esto es, de los aspectos más
desagradables de la realidad. Se utilizan los mismos patrones repetidamente, ya que no
se busca una belleza ideal partiendo de las bellezas reales, como es propio del
Clasicismo, que resulta ser un Idealismo con base en la realidad por su suma de
experiencia. El Academicismo basa su estética en cánones establecidos y en la didáctica
de éstos.
El gusto una de los principales principios del Arte Romántico, el gusto por lo exótico, lo
sobrenatural, lo inesperado, lo sutil, lo inexplicable, lo oculto, lo infinito, lo imposible,
etc. Hizo que estas categorías tuviesen su desarrollo particular. Lo Bello se hizo una
tranquila contemplación, un acto reposado, todo aquello que me crea ilusión y me
proporciona placer, lo que excita mis emociones o me lleva al deleite espiritual, lo que
me motiva o me impulsa a crear. O simplemente es aquello que me sirve de regocijo y
alegría. Lo bello es lo que me gusta, a mí, según mi propio criterio subjetivo.
"El Gusto es la facultad de juzgar un objeto o modo de representación por un agrado o
desagrado ajeno a todo interés. El objeto de semejante agrado, se califica de bello."
Lo Bello es lo que, sin conceptos, se representa como objeto de un placer universal. Esta
definición de lo bello puede deducirse de su anterior definición como objeto de un
placer ajeno a todo interés.
Según Kant: Lo Bello tiene de común con Lo Sublime que ambos placen por sí mismos.
Además, ninguno de los dos presupone un juicio sensible determinante, ni un juicio
lógico, sino un juicio de reflexión. En lo bello intervienen tanto la imaginación como el
entendimiento y en lo sublime intervienen la imaginación y la razón. La diferencia más
importante e interna entre Lo Bello y Lo Sublime es que en Lo Sublime la naturaleza
violenta la imaginación, haciendo que ésta, la imaginación, imagine lo que no ve. Lo
Sublime conmueve y Lo Bello encanta.
La Muerte De Sardanápalo
Eugène Delacroix
Óleo sobre lienzo
3,92 m x 4,96 m
1827
Ilustración 1 la muerte de Sardanápalo
Descripción: la Muerte de Sardanápalo, cuando los esclavos matan a las concubinas del
sátrapa antes de iniciar el suicidio colectivo para evitar el saqueo por parte de las tropas
que ocupan la ciudad, escena que es contemplada por Sardanápalo desde su lecho. Esta
obra viene definida por el movimiento, dando la impresión de ser una imagen barroca
surgida de la imaginación de Rubens. Los escorzos, las diagonales, los fuertes contrastes
de luz, las tonalidades oscuras contrastando con la claridad de los cuerpos desnudos o
las expresiones de las figuras protagonizan una escena en la que la violencia
generalizada choca con la tranquilidad del sátrapa. Los detalles de las joyas y las
calidades de las telas resaltan esta obra maestra.
Pero esta no es la única relación que tiene la obra de Delacroix con las obras de los
periodos anteriores, miremos también propiamente las diversidades:
fijémonos en la ruina, el detalle de los escenarios decaídos, el lugar por donde vienen las
tropas invasoras.
Es oscuro de tonalidades grises y ocres, guarda relación con lo infinito; allí está presente
lo sutil, lo difícil de ser entendido pues son muy pocas las partes iluminadas dentro de
esta escena de la obra.
La pintura yuxtapuesta de los rayos de color que representan una forma únicamente
cuando retrocedemos. El color domina, la luminosidad es brillante. El uso
preferentemente colores cálidos, en particular pigmentos castaños y rojos; de ellos
surgen, poco a poco, colores más claros como el blanco de las telas, de la túnica o de la
piel del caballo, y los amarillos y anaranjados de los cuerpos de las mujeres.
Pongamos detalle en el caballo y de quien lo hala, pues el caballo está lleno de gran
lujo que lo priva de su condición natural, haciéndolo ver exagerado y recargado,
otorgándole aspecto de mal gusto, aùn así es una de las partes del cuadro más
atrayentes.
La obra es toda una sinfonía de color. Sobre una base de colores tostados el cuadro se
puntea de grandes zonas rojas (que refuerzan aún más la diagonal citada), que aún
adquieren más relieve al contraponerse con pequeñas zonas frías (azules, verdes) que
nunca toman la iniciativa pero estallan junto a los cálidos, creando un constante palpitar
cromático. La paleta de colores está basada en una gama terrosa con brillantes colores
rojizos que contrastan con los blancos de las telas y la pálida encarnación de las
féminas. con pinceladas rápidas y certeras sobre todo en la parte del fondo. La luz está
proyectada desde diversos focos plasmando diferentes puntos focales de referencia,
quizás el más destacado de ellos es la diagonal que cruza desde el monarca asirio hasta
la esquina inferior derecha donde una mujer es acuchillada por la espalda por un
mercenario del rey.
las magníficas anatomías (tanto femeninas, siempre curvas, a veces desmayadas como el
magnífico torno muerto que yace a los pies de Sardanápalo; como masculinas, como el
esclavo negro en plena tensión muscular) que insisten en la violencia en plena
efervescencia y sus efectos devastadores.
La tensión entre la vida y muerte, entre lo claro y lo oscuro, lo lleno y lo vacío, el arriba
y el abajo, son muestras de lo sublime, los seres muestran su disposición ante lo que no
entienden, ante el miedo y el terror, pero son cuerpos que parecen denotar placer, pues
la muerte es así misma una virtud.
Este contraste (tan típicamente Barroco) hay que relacionarlo con la visión orientalista
del Romanticismo, que concibe ese supuesto Oriente como un lugar de extremos en
donde convive la más alta civilización con el despotismo y violencias sin cuento.
la pintura tiene un alto contenido sexual (casi sádico) que se encuentra habitualmente
presente en el mundo romántico. Las odaliscas se repiten una y otra vez (como podemos
ver en Fortuny o Ingres) como el deseo oculto masculino de la posesión sexual que esta
vez llega hasta la misma muerte. El cuadro es, además, todo un canto a la belleza que
desaparece. Caballos, odaliscas, delicadas alfombras, ricas vajillas, joyas... Todo lo
bello muere, la historia arrastra y destruye sus creaciones con un impulso que late en el
fondo del pensamiento moderno.
Los placeres ocultos del alma que tiene las gestualidades y los actos llevados a cabo dan
paso a lo funesto, sólo el hombre es capaz de pasar del placer al terror. Aquello que es
malo y que es contrario a lo bueno, como la diestra y siniestra, lo bueno y lo malo, Lo
Bello y Lo Grutesco, porque Lo Grutesco es parte de lo deplorable, que puede dañarnos
o bien que nos produce repulsión, feo lo deforme e inestable. la sensación de espanto
que se adhiere a las cosas conocidas y familiares. Es muy simple, nadie sabe que lo
adverso está ahí, porque no deberíamos verlo, pero lo vemos.
los maleficios, los dobles, lo inanimado que cobra vida, las repeticiones, las
amputaciones y lo fantástico. Todas estas son situaciones que no “deberían” pasar, que
no son normales y por lo tanto no deberíamos verlas. De modo que la sensación
comienza cuando vemos algo que no deberíamos ver, y tiempo después, al encontrarnos
en similar situación reactivamos ese temor que quedó como impreso en nuestra mente
tiempo atrás, pero, para que Lo Aciago se revele como tal, debe de haber sido algo
bello.
Bibliografía
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