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Créditos
Moderadoras: Kath
Traductoras Correctoras
Abby Galines
Lvic15
Chivisil Clau
Clau Maria_clio88
Cjuli2516zc Caronin84
Magdys83 Fatima85
Mona
Nanis
3 Aurose
Kath
Snow Q
Srta. Ocst
Maria_Clio88
Gigi
Mimi
Pancrasia123
Crys
Nelshia
Kath

Revisión final: Nanis


Diseño: Dabria Rose
Indice
Sinopsis 15
1 16
2 17
3 18
4 19
5 20
4
6 21
7 22
8 23
9 24
10 25
11 26
12 27
13 Epílogo
14
Sinopsis
Kenzie
Soy una chica dice sí. No pienses en vulgaridades; no estoy hablando de sexo.
Estoy hablando de decir sí a lo que sea que venga en mi camino en la vida. Así que
cuando tuve la oportunidad de mudarme a Europa después de la universidad, dije,
sí. Cuando tuve la oportunidad de abrir mi propia línea de lencería, dije, sí. Y cuando
mi hermanastra fue diagnosticada con cáncer y necesito que fuera y la ayudara a
educar a su hija, dije, sí. Esa soy yo, Kenzie… ¡La chica que dice sí! En toda área de
mi vida excepto una; el amor. Siempre la primera en dejar una relación. ¿Sería capaz
de decir sí al amor; a Kane; de ser feliz? ¿O simplemente terminaría deshecha y seria
despojada por completo?
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Kane
¡No dejen que Kenzie los engañe! Es una maestra escondiéndose detrás de una
risa y una sonrisa. Siendo un abogado, prefiero los hechos. La historia no es tan feliz
y brillante como mi chica del sí te habrá hecho creer. Ninguna risa puede endulzar
lo que estamos enfrentando: He perdido todo. Sé lo que es ser dejado ser en carne
viva. Pero algunas veces esa es la única forma de encontrar el amor. Desnudándote,
dejando que la otra persona vea toda tu mierda, y esperar que te amen de todas
formas.
Prólogo
Kane
Quitándome el anillo de oro, lo deslizo entre mis dedos pulgar e índice,
pensando en todos los sentimientos envueltos en un pedazo de metal. Sólo quiero lo
que tuve, pero sé que eso no va a pasar.
Se acabó.
No soy un cobarde, y nunca antes había fallado en mi vida. Hice lo mejor que
pude para que funcionara, pero mi mejor esfuerzo no fue lo suficientemente bueno
en esta ocasión, y no hubo nada más que pudiera hacer. Eso no lo hacía más fácil y
no significaba que no tuviera remordimientos. Los tengo, y grandes. Es difícil dejar
ir el pasado, aún más difícil dejar ir lo que podría haber sido, lo que debería haber
sido. Esa es la cosa con el arrepentimiento. Nunca muere, nunca se va. Se traga todo
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y culpa a tu mejor amiga. Pero estoy cansado de ello. Sé que siempre vivirá en mí,
pero es momento de alejarlo. Ya no puedo alimentar a ese lobo. Sólo espero que lo
pueda domar.
Nunca pensé que llegaría a este punto. Tenía una carrera, casa, coche, dinero,
pero lo cambiaría todo por algo que sí valga. Sujetando el anillo sobre la basura, me
doy cuenta de que el tiempo para el comercio se ha terminado. Es el momento de
dejarlo ir, de dejarla ir. Miro al anillo entre mis dedos, la luz que ilumina el oro, se
desliza en mi rostro, cegándome. Estaba tan ciego. Estaba viviendo un sueño, y
pensé que ella era demasiado. Mis dedos se separan, y el anillo cae en la basura,
encima de una servilleta sucia al lado de periódico de ayer. Por un segundo, me
congelo, luego cierro la tapa.
Lo tenía todo, hasta que mi mundo se detuvo.
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Kenzie
Puta no es una palabra que usaría normalmente. Odio todos esos eufemismos
coloridos utilizados para criticar a las mujeres: puta, bicha, vagabunda, perra, zorra,
culo, coño. Creo que los hombres crearon estas palabras para intentar hacernos
sentir mal, pero la palabra puta es totalmente apropiada en este caso.
Mi nombre es Kenzie Scott, y soy una puta total por los zapatos.
Es lo primero que debes saber sobre mí. Botines, tacones, plataformas, no me
importa. ¡Me encantan todos!
Usar mis tacones favoritos de gamuza color camello de Christian Louboutin
para mi debut en la televisión hoy puede parecer extraño para algunos, teniendo en
7 cuenta que mis pies no deberían ser siquiera mostrados, pero me hacen sentir bien.
A esta hora intempestiva, también me dan un pequeño impulso extra, especialmente
cuando mi café no está ayudando. Esa es la segunda cosa que debes saber sobre mí.
No soy una persona mañanera, así que, llegar a las seis de la mañana es amarrar mi
habitual actitud feliz con un lazo.
Muy temprano en la mañana recibí una llamada, estoy agradecida por esta
oportunidad. Mi nueva línea de ropa podría verse beneficiada. Y estaré al aire en
breve, probablemente en el tercer segmento. Eso me da suficiente tiempo para pulir
mi tono. Preparación es igual a confianza. El anfitrión probablemente preguntará
qué hace que mi ropa interior sea diferente, si está disponible en internet y en tiendas
locales en Dallas, qué me inspiró a crear esta línea, y si es conveniente para las
mujeres de todas las formas y tamaños, para responder todas esas preguntas estoy
preparada. No hay nada de qué preocuparse, tengo esto. Y si me trabo y me quemo,
se acabará pronto. Revisando mis notas en mi teléfono, me dirijo por un pasillo, con
la esperanza de encontrar un baño de mujeres. Necesito un retoque.
―Entonces, follé a esta chica tan duro ayer por la noche ―dijo una voz desde
dentro de una puerta abierta de una oficina―, que realmente rompimos la cama.
Sé que no debería espiar, pero esa frase es suficiente para detenerme en mi
camino. Además, reconozco esa voz en cualquier lugar, Deacon Barnes, uno de los
anfitriones del programa de la mañana, espero que no sea él quien vaya a
entrevistarme. Sería mucho más fácil hablar de ropa interior de chicas con una
anfitriona.
―¿Estuviste en un futón1? Esos no son demasiado difíciles de romper ―dice
otro hombre.
Me muerdo mi lengua para no reír y mirar dentro, necesito saber a quién le
pertenece esa listilla y sexy voz y espero que sea tan sexy como suena. Por desgracia,
sólo puedo ver su gran y musculoso brazo, enseñando un lindo Rolex.
―Cállate ―dice Deacon―. Tengo que alistarme para entrevistar a una chica
que piensa que diseñar ropa interior femenina va a cambiar el mundo.
Mierda, él me hará la entrevista.
―De seguro saldrá bien ―dice la voz sexy―. Ya que te gusta mostrar todo en
esa mierda de hamaca de banana que parece hilo dental de mujer.
Esta vez no pude evitarlo y suelto la risa. Cuando escucho una silla raspar el
piso, me doy cuenta de que me escucharon. Mierda, ¡es hora de correr! Me apresuro
por el pasillo, haciendo malabares con mi cartera, el teléfono y la taza de café
chapoteando hacia un lado y unas cuantas gotas caen en mis zapatos. ¡Mis zapatos!
¡Mis zapatos favoritos! ¡Qué horror! ¡No puedo salir en vivo con manchas de café en
8 mis botines!
La gente siempre dice que los diamantes son el mejor amigo de una chica, pero
ese no es mi caso. Tomaría los zapatos sobre la joyería siempre, ¡y estos son los
mejores zapatos! Pasé demasiado tiempo con ellos después de mi ruptura con
Charles. Escuché “These Boots Are Made for Walking2 en la radio y pensé que el
universo ―o tal vez incluso Dios― me decía que eran el par correcto de zapatos que
haría todo mejor, y así fue. Esto es un desastre. No tiene sentido hacer de multi-tarea
―parada y bebiendo, mucho menos corriendo― a esta hora intempestiva. Ahora
estoy despierta.
¿Cómo voy a tratar con Deacon Barnes y vender mi línea de productos si no
puedo incluso espiar y disfrutar al mismo tiempo?
Me lanzo hacia la sala verde, buscando en mi cartera una servilleta, un pañuelo,
algo para limpiar el café antes de salir al aire y, más importante aún, antes de que
arruine mis zapatos, pero no hay nada. Veo una revista en el fregadero junto a mí y
arranco una página antes de frotarla frenéticamente sobre las gotas, lo que no hace

1 Futón: Estilo de cama tradicional japonesa consistente en un colchón y una funda unidas y
suficientemente plegables como para poder ser almacenado durante el día y permitir otros usos en
la habitación, además de como dormitorio.
2 These Boots Are Made For Walking: Estas botas están hechas para caminar.
absolutamente nada. Oigo a alguien llamar mi nombre. Es hora de empezar. El
estado triste de mis hermosos botines tendría que esperar.

Kane
Mi cabeza se voltea y mi polla presta atención mientras la más hermosa e
infecciosa voz hace eco desde el pasillo. Necesito ver a esta mujer. Si su risa me pudo
poner duro, ella debe ser sexy como la mierda. Levantándome de mi silla, inclino mi
cabeza y tomo sólo un vistazo a través de la puerta, suela roja, hermosos zapatos, un
perfecto y largo cabello castaño oscuro. Pero eso es todo. Tengo que verla mejor. No
he tenido este tipo de reacción instantánea hacia una mujer desde que conocí a mi
ex esposa. Pero alzar mi cuello no lo hará. La tensión en mi pantalón ya es bastante
mala.
―Espera un segundo ―dice Deacon, estirándose a su escritorio―. Casi se me
olvida. Necesito que hagas algo para mí.
Él saca un grueso fajo de multas arrugadas. Hojeo rápidamente la pila.
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―¿Esto era lo tan urgente? ¿Por ésta razón estoy aquí a las seis de la mañana?
¡Algunas de estas son de más de un año!
―Cierto ―dice Deacon―. No quería perder más tiempo.
Dios, dame paciencia. Mi hermanastro puede ser un idiota. Es decir, siempre
nos hemos llevado bien. Como adolescentes, consolidamos nuestro mutuo amor por
las niñas. Yo lo superé, pero Deacon todavía persigue una falda, y tiene un montón
de oportunidades o alrededor de la estación de noticias o en alguna aparición
pública o actuación. Deacon vive la vida rápida, lo que a menudo significa mucho
trabajo para mí.
Pero Deacon es familia, y la familia es lo más importante para mí. Mi padre
murió cuando era muy joven, obligando a mi madre a tomar varios trabajos para
mantenerse a sí misma y a mí, un hecho que nunca me ha dejado olvidar. Para
escuchar su cuento, estábamos al borde de la indigencia cuando tuvo la suerte de
casarse con el hombre más elegible de Dallas, el propietario de una estación de
noticias locales y varios otros negocios. Mi padrastro, James, la amaba
incondicionalmente y me apoyó emocionalmente y financieramente, asegurándose
de que tuviera la mejor educación que el dinero podía comprar.
Estoy agradecido por su ayuda, estoy bastante seguro que no estaría donde
estoy hoy sin él, trabajando para la firma de abogados más exitosa en Texas. El único
inconveniente de James era que llegó como parte de un paquete que incluía a su hijo,
y me sentí obligado a ayudarlo.
―Está bien, Deacon, me encargaré de las multas ―digo.
Me palmea la espalda.
―Eres el mejor, Kane.
―Mira, tengo que irme. Tengo que terminar de escoger un jurado esta mañana.
―Realmente aprecio esto, hombre ―dice Deacon, aplicándose más
maquillaje―. Siempre puedo contar contigo.
Salí de su oficina, necesitando encontrar a la mujer detrás de la risa, necesito
verla, pero mi teléfono suena. Por supuesto, es mi oficina. Mi trabajo siempre es
ininterrumpido, saboteando mis planes. Mientras camino, escucho a mi secretario
hablar de algunas supuestas actualizaciones para la corte, que ya sé. Estoy
totalmente preparado hoy para seleccionar el jurado. Siempre lo estoy. Mirando de
arriba abajo por el pasillo, mis ojos buscando a la mujer. ¿Dónde estará?
Los pasillos están silenciosos, sin risa, ningunos sexys zapatos se escuchan.
Que maldita suerte. Y por primera vez, el trabajo no era el culpable. Sólo no estaba
destinado a ser, supongo. Esa es la manera en que las cosas han estado yendo para
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mí últimamente fuera de la sala de audiencias, y no voy a mentir, era una mierda.
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Kenzie
Tomo un asiento en el escenario, tratando de no estremecerme mientras una
joven mujer desliza un micrófono a través de mi ajustado vestido y la abrocha en el
cuello en V. La entrevista comienza justo después de una pausa publicitaria. Mi
pulso se acelera y mi corazón está latiendo tan fuerte que puedo sentirlo en mi
cabeza. Espero que no se esté retransmitiendo a todo el mundo en el canal de
noticias. Miro mi vestido, un brillante azul marino, el color que siempre he querido
que mis ordinarios ojos marrones tengan.
Aliso el vestido, esperando que cubriera, si no halagara, las partes de mis
piernas y culo que odio. Hace tiempo, dejé de pelearme con mis piernas ―y por dejar
de pelearme, quiero decir aceptar algo que no puedo cambiar― pero mi culo es otra
11 cosa. No soy obesa, pero sí, tengo un complejo con mi trasero. Trabajar en Europa
los últimos años para diseñadores de la lencería más exclusiva, y estar rodeada de
mujeres delgadas como palillos con un dos por ciento de grasa corporal no ayuda.
Por supuesto, salir con un idiota como Charles no ayudaba, tampoco.
Hubo un tiempo en que traté de todo para deshacerme de mi trasero
―comiendo bien, nadando, cabalgando, comprando y usando ridículos aparatos―
pero nada parecía ayudar. Al final, llegué a mi límite y simplemente dejé de tratar
de perder mi culo. Nunca me voy a ver como una modelo europea y decidí que había
acabado de disculparme por ello. ¡Quiero decir, sin contar cómo me siento por ello,
no se va a ir a ningún lado! Prácticamente necesita su propio código postal. Aun así
no puedo evitar la ansiedad que siento sobre cómo me veo bajo todas estas luces
brillantes. Espero que los rumores sobre las cámaras añadiendo cinco kilos no sean
verdad.
La voz sexy del chico misterioso vuela en mi mente. ¡Concéntrate! No puedo
distraerme por nada ahora, especialmente por hombres. La última cosa que necesito
es otro hombre causando estragos en mi vida. Sólo pensar en ello me pone nerviosa,
y ya estoy suficientemente nerviosa sobre estar en vivo en la televisión en cuestión
de minutos. Además, el mercado de citas está cerrado para mí y lo ha estado por casi
dos años. Caí fuerte de ese jodido caballo, y no voy a subirme de nuevo. Es el
momento de concentrarme en la tarea en mano, clavar esta entrevista, no clavar al
chico con la voz ronca sexy.
Deacon se desliza por el escenario durante la pausa comercial, su cabello negro
azabache tirado hacia atrás como si se hubiera bañado en un campo de petróleo de
Texas.
―¿MacKenzie Scott?
―Kenzie ―corrijo, sacudiendo la mano de Deacon y mirando sus ojos
deslizarse por mi escote mientras la asistente de producción vuelve a mirarme,
ajustando mi micrófono y ofreciéndome un espejo y una botella de agua. Cuando
Deacon se deja caer en su silla, comienza a retocar su maquillaje, pero la aparta.
―Así que ―dice Deacon―. ¿Diseñadora de bragas?
―Lencería.
―Me encantaría ver tu lencería alguna vez.
Este hombre es todo un jugador, exactamente como se anuncia. ¿Se piensa que
soy estúpida? ¿En serio las mujeres se derriten por esta mierda? ¿Se está follando a
la chica del micrófono? Decido que probablemente sí, pero dejaría que la especie
humana muriera antes de dejar que me tocara. Le doy mi catálogo, esperando que
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tome la pista.
―Aquí está mi lencería. Siéntete libre de mirar todo lo que quieras.
Deacon tira el catálogo en una mesa y se inclina adelante, tocando mi rodilla.
―¿Llevas tus propios diseños?
¿Qué le hace pensar que puede poner sus manos sobre mí? ¡Cerdo! Golpeo su
mano fuerte, y la aparta, picado, justo mientras un productor en algún lado detrás
de las cámaras grita:
―En vivo en diez, nueve, ocho…
Deacon ajusta su postura, pasa una mano por su cabello y se desliza dentro de
su personaje, deslumbrando con su sonrisa de presentador de noticias mientras
comienza a leer la introducción del apuntador de texto. ¿Cómo puede hacer eso?
¿Sólo deslizarse dentro y fuera del modo trabajo tan fácil?
Esto obviamente es un juego para él. Sabe cuándo poner el encanto, justo como
las expresiones faciales correctas que hacer para atraer a los espectadores. Me
enferma, pero no voy a dejar que me desoriente o se lleve lo mejor de mí. Esto tiene
que ir bien. Puse cada gramo de mi pequeño nido de huevos en Kenzie Lingerie,
ahorrando cada centavo desde la universidad con la esperanza de hacer mi sueño
realidad. Estaré jodida si dejo que algún malcriado y narcisista mujeriego lo arruine.
Poniendo mi mejor sonrisa, estoy preparada cuando se gira y me presenta.
―Has diseñado para algunas compañías de élite ―dice―. ¿Qué hace que
Kenzie Lingerie sea diferente?
―Primero que todo, todo se hace a medida para cada mujer individual
―digo―. Y segundo, las mujeres normales, yo incluida…
―Ahora, no te vendas mal ―interrumpe Deacon con una sonrisa.
¿Está coqueteando conmigo? Es difícil de decir. Probablemente está enfadado
porque golpeé su mano. Le ofrezco una firme sonrisa, lo cual parece ser una
respuesta segura. Es difícil creer que este treintañero tenga unas calificaciones tan
increíbles. Probablemente es mejor hablar por encima de él. Aclarando mi garganta,
comienzo de nuevo.
―La mujer normal, incluyéndome, no puede pagar por lencería francesa o
italiana. Trato de hacer que sentirse sexy sea barato sin sacrificar la calidad.
―Hace un momento, dijiste a medida. ¿Puedes explicar eso?
―Conozco a cada mujer individualmente ya sea en una cita en persona o por
Skype. Es importante tener relaciones con mis clientes. Cada mujer es tratada como
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un individuo y creo una prenda diseñada justo para ella. Así que, mujeres que
pueden ser más pequeñas o más grandes arriba, o con más curvas en la cintura,
siempre pueden conseguir que sus necesidades específicas se cumplan. Ser sexy no
tiene que ver con la talla en la etiqueta o el número en la báscula. La idea es que cada
mujer, sin importar sus problemas con su cuerpo, tiene el derecho de sentirse sexy,
guapa, confiada y apoyada en su lencería.
Deacon asiente como si coincidiera totalmente, pero estoy segura que no le
importa una mierda nada de lo que acabo de decir. No hay manera de que estuviera
escuchando. Probablemente está pensando en mis pechos, o en lo que va a hacer
entre bambalinas con la chica de los micrófonos durante la próxima pausa comercial.
Coge el catalogo y lo sostiene a la cámara.
―Veo mujeres de todas las formas y tamaños en el catálogo. ¿Por qué no
utilizas modelos profesionales?
¿Acaba de arrugar su nariz? ¿Ha captado eso la cámara? Alcanzo mi agua y
tomo un pequeño sorbo antes de responder, recordándome mantenerme calmada y
abogar por las mujeres reales. Kenzie Lingerie es sobre celebrar los cuerpos de las
mujeres reales, no cuerpos de Mattel (más plástico que carne y sangre).
―Ocasionalmente uso modelos profesionales, pero no maquillo a nadie.
Utilizamos buenas luces, buen cabello y equipos de maquillaje, pero no Photoshop.
Dado que diseño mi lencería para cuerpos de mujeres reales, prefiero usar mujeres
que no son modelos profesionales en mi catálogo.
Sostiene una página en particular, su nariz definitivamente se ha arrugado esta
vez.
―¿Quién es esta mujer calva?
Es el momento de bajarle un poco los humos a este hombre.
―La mujer calva tiene cáncer de mama, Deacon. Tuvo una doble mastectomía
y no se estaba sintiendo muy guapa. Algunas mujeres no son candidatas para la
reconstrucción o simplemente eligen no ir por esa ruta. No hay razón por la que las
supervivientes de cáncer no puedan sentirse sexys y hermosas. Sé que la sesión de
fotos ayudó a esa mujer.
―Eso suena fantástico, muy noble ―dice Deacon y rápidamente cierra el
catálogo―. ¿Pero no se supone que la lencería sea sobre fantasía, no la dura realidad
de la vida?
―Puede ser un escape y debería ser divertida y coqueta, algo que cada mujer
se merece, sin importar lo que ha pasado a través de su vida. Espero que Kenzie
Lingerie pueda ayudar a cualquier mujer a sentirse sexy. Esa es mi meta.
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―Es una gran meta ―dice―. Sabes, creo que muchos de nuestros espectadores
esta mañana se están preguntando si Kenzie Lingerie te ha ayudado a ti a sentirte
sexy.
Mis ojos se abren. ¿Qué acaba de decir? Miro detrás de las cámaras, esperando
que alguien intervenga y cierre esto, pero todo lo que veo es un ejército de
productores moviendo sus manos, urgiéndome a continuar.
―Deacon, ¿es realmente eso lo que los espectadores se están preguntando esta
mañana?
―Oh, ¡creo que sí! Conozco a mis espectadores. Tenemos una relación especial.
Es por eso que nuestro programa matinal ha sido número uno en el mercado de
Dallas cada año durante la pasada década y no he encontrado una mujer que no
tuviera algún tipo de problema con su cuerpo. ―Se inclina adelante en su silla―.
Así que me estoy preguntando si tu lencería te ha ayudado a ti personalmente.
Dios, ¡espero que esté a punto de acabar! ¿Cuánto queda? Si dice o hace algo
grosero, craso o desagradable otra vez, voy a acabar con él. Pongo mi cabello detrás
de mi oreja y pongo mi cara de juego, urgiéndome a mantenerme calmada sólo por
unos pocos minutos más.
―No mentiré. Algunas mañanas me levanto teniendo un “día gordo” total, así
que ponerme unas bragas y un sujetador bonitos pueden hacerme sentir un poco
mejor.
―Es bueno saberlo ―dice Deacon―. Es bueno saber que tu lencería funciona.
―Espero que todo el mundo que se ponga una pieza de Kenzie Lingerie se
siente mejor, sin importar el tipo de día que están teniendo o qué tipo de cuerpo
tiene, qué talla son, qué edad, si han perdido sus pechos por cáncer o llevan una
bolsa de colostomía.
Deacon coge el catálogo de nuevo.
―Ahora, Kenzie, mencionaste talla, y nos has dicho que la mayoría de las
mujeres en tu catálogo no son modelos. Me he dado cuenta de que algunas de las
mujeres son, bueno, obviamente tienen un poco de sobrepeso, o son gordas, por usar
tu palabra.
―¿Qué? ¡No he llamado gorda a nadie!
―Esa fue tu palabra hace un momento.
―¡No es mi palabra! ―grito, la presión de mi sangre elevándose.
15 ―La has usado.
―¡Hablando de mí, no de mis modelos! ―Con la cara roja, miro a los
productores, pero no están ayudando. De nuevo.
―¿Así que no le estás dando glamur a la obesidad?
―¿Hablas en serio? ¡Estas mujeres no son obesas! ¡Son mujeres normales de
cada día! ¡Y mi catálogo les da glamur a ellas! ―Pienso en alcanzar mi micrófono y
desconectarme de esta tontería, pero me siento obligada a quedarme y defender a
las mujeres en mi catálogo, y quizás a las mujeres del mundo. Si Kenzie Lingerie
tuviera una declaración de objetivos sería la cita de Madeleine Albright, “Hay un
lugar especial en el infierno para las mujeres que no ayudan a otras mujeres”.
¡Quiero decir, todas tenemos que ayudarnos, especialmente contra idiotas como
Deacon Barnes!
―Ya veo ―dice Deacon, ahora rascándose la barbilla como si fuera un
presentador de noticias serio―. Creo que lo entiendo ahora. Es sólo que tuvimos
toda esta serie la semana pasada sobre obesidad y los peligros que alberga. Está
todavía fresco en mi mente. Fue muy poderoso.
―Debí perdérmelo.
―Está en nuestra página web si quieres verlo ―dice antes de volverse a la
cámara―. Lo mismo para todos ustedes ahí fuera, si van a nuestra web, podrían
mirar las series. Tuvimos un tremendo número de respuestas positivas sobre esa
serie, tantos correos, llamadas, cartas. Creo que ayudamos a mucha gente. Estamos
muy orgullosos aquí en el programa.
Miré hacia abajo por un momento, esperando no añadir vómito a mis zapatos
ya manchados. He tenido suficiente. Mi paciencia se ha acabado y no estoy segura
de por qué estoy aquí todavía. Elevando mi cabeza, miro a Deacon directo a sus ojos.
―Quizás la próxima semana puedas hacer una serie sobre cuál es tu problema
con las mujeres de tallas grandes. Seguro que miraré eso. Estoy segura de que
muchas mujeres lo harán.
Deacon se ríe nerviosamente.
―¿Qué? ¡No tengo un problema con las mujeres de tallas grandes! Puedes
preguntarle a cualquiera de nuestros espectadores…
―No necesito preguntarles. Es obvio. Cuando tengas esas series sobre cuán
grosero y desagradable es que los aspirantes a periodista sientan que está bien
criticar a las mujeres que tienen dificultades con su peso, por favor ponlo en tu
página web. Estaré contenta de ver la serie una y otra vez.
―¿Cómo te atreves…?
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―¿Cómo me atrevo?
―¡Sí, tú!
Levantándome, alcanzo mi micrófono mientras el ejército de productores se
abalanza sobre el escenario.
―¡Cómo te atreves a tratarme así! ¡Obviamente tienes un problema con las
mujeres que tienen un poco de carne en sus huesos, a pesar de que ciertamente no
evitó que hablaras de mis pechos cuando nos presentaron!
―¡No lo tengo! ¡No lo hice!
―¿Las mujeres con curvas hacen que tu polla de lápiz parezca todavía más
pequeña que normalmente?
―Tú, pequeña…
El productor gritó frenético anunciando una pausa comercial.

Kane
He hecho esto cientos de veces antes. Es lo que se me da bien, lo que hago
mejor. En realidad, es la única razón por la que estoy en una corte en Texas hoy,
sentado en esta dura silla de madera en la mesa del consejo, escuchando al fiscal
interrogando a potenciales jurados. Éste ni siquiera es mi caso. Mis compañeros de
leyes me han llamado específicamente para ayudar a escoger al jurado, un jurado
ganador porque nunca escojo mal. Puedo hacer todo el resto de cosas de leyes:
escribir reportes, discusiones orales, tratar casos, pero aquí es donde realmente me
luzco.
Tengo un don para leer jurados, para ver cosas. No siempre funciona en mi
vida personal, pero no me pierdo un detalle aquí. Mirando a través de la mesa del
jurado, noto que un jurado potencial es un fumador. Lo puedo ver por las arrugas
sobre sus labios, la manera en que sostienes sus dedos, cuantas miradas le da al reloj.
Claramente necesita un cigarro. Otra mujer no es tan rica como quiere ser. Todo
desde sus zapatos a su bolso es falso. Definitivamente tienes algunas aspiraciones
en cuanto a diseñadores.
Después está este hombre mayor: servicio militar, la imagen del héroe
americano, sin mujer ni hijos. Es su turno en la picota, y puedo decir que el fiscal lo
quiere, pensando que será empático con el gobierno. Pero lo conozco más. Este
17 hombre probablemente sea gay, hay un pequeño arcoíris prendido de la correa de
atrás de su bolsa, probablemente forzado dentro del armario durante muchos años
mientras servía a su país. Espero que el fiscal le escoja. El hombre no le hará favores
al gobierno. No le ha atendido.
Pero no tendré mi respuesta hoy. Miro al Rolex clásico de mi padre, el que
mamá salvo para mí, el que me dio cuando me gradué de la escuela de leyes. Es casi
hora de comer. El juez llamará para un receso en cualquier momento. Desearía que
continuáramos durante la comida y la cena, también, si es necesario, pero los
potenciales jurados tienen vidas. No hay nada esperándome en casa, nada excepto
una cena congelada o mi menú para llevar en mi fría y vacía casa. Esta casa es sólo
otro recordatorio de la vida que no tengo.
Mi teléfono vibra en mi bolsillo y lo ignoro. No hay manera más rápida de
ponerte en el lado malo de un juez que sacar tu teléfono en la corte. Pero continúa
vibrando una y otra vez. Miro alrededor, asegurándome que la costa está limpia y
suavemente lo deslizo fuera de mi bolsillo para mirar rápidamente a la pantalla.
¡Deacon! Todo lo que dice es “emergencia”, estoy seguro que no es una emergencia
real. Deacon es un poco dramático. Mi hermanastro parece tener la mejor vida, sin
embargo aparentemente se ha metido en algún tipo de lío otra vez y claramente soy
yo quien lo tiene que arreglar, como siempre.
3
Kenzie
¿Qué acaba de pasar? Me dejo caer en mi apartamento de mierda, en la parte
trasera de mi tiendita. Todo el lugar es pequeño, un poco desordenado, en medio de
la nada. Es lo mejor que puedo hacer dado que estoy empezando. Normalmente, no
me importa cómo se ve ―nadie lo ve porque mi negocio es por teléfono o por
Internet― pero me está molestando ahora. Se ve peor que nunca y sólo quiero
esconderme.
Me pongo shorts de correr y una camiseta y salgo de mi pequeño apartamento
para ir a mi lugar habitual, mi mesa de diseño. Mi cabeza cae encima con un golpe.
No tengo ninguna cita para hoy, y Dios sabe que no empezaré a tener clientes
aleatorios apareciendo, no después de lo que acaba de pasar. Quizás sólo cerraré y
18 pasaré el día comiendo toda una caja de helado y lo que sea en lo que pueda meter
mis manos.
Mi carrera se acaba de ir a la mierda delante de todo el mundo. Gracias, Deacon
Barnes.
Me permito unos minutos para revolcarme, pero eso es todo, unos pocos
minutos. La gente depende de mí. No puedo darme por vencida. Nunca lo hago. No
soy ese tipo de chica. Mi madre solía llamarme su pequeña chica que dice sí. Soy del
tipo que empuja. Me recuerdo eso. Es difícil convencerme ahora, pero lo estoy
tratando muy duro. A medio camino entre mi charla motivacional, el teléfono suena.
―Deja que lo coja el contestador ―dice mi hermanastra, saliendo de la
habitación de atrás con mi sobrina bebé cogida a su pecho.
Miro a la cabeza calva del bebé, un pequeño lazo rosa metido entre los pocos
cabellos rubios que tiene. Después miro la cabeza calva de mi hermana.
―Lo siento, Tessa. Hizo un movimiento sobre mí antes de que empezara la
entrevista y después fue tan desagradable y cuando sacó tu fotografía…
Tessa me da un abrazo de lado.
―Verte jugar con las pelotas de Deacon Barnes ha hecho mi año entero, además
de dar a luz a Zoe, por supuesto.
―Estoy añadiendo a Deacon a mi lista de hombres que odio. ―Estoy en una
seria fase de odia hombres y no sólo Charles o mi propio padre, que nos abandonó
hace tiempo a mi madre y a mí. No, va más allá de eso. Me estoy preguntado la
motivación de la mayoría de los hombres en cada continente. Y tengo una larga lista,
como dos páginas ya llenas, con espaciado simple, por delante y detrás.
―No todos los hombres son malos ―dice Tessa, haciéndole cosquillas a su
niña de siete meses mientras el teléfono suena de nuevo―. Al contestador otra vez.
―No sé cómo tú, de todas las personas, puede decir eso ―digo―. Brando te
dejó mientras estabas embarazada y luchando contra el cáncer.
―Sabes que hay más en ello que eso ―dice Tessa.
Ruedo mis ojos, pero sé que lo hay. Aun así, no puedo soportar escuchar a
Tessa defender a Brando, quien está bastante arriba en mi lista.
―Mira, no puedo lidiar con esto ahora. ¿Cuán malo es? ¿Cuántos pedidos han
sido cancelados esta mañana? Sólo dímelo. ―Enciendo mi ordenador para
comprobarlo.
Tessa sonríe.
―¿Estás bromeando? El teléfono no ha dejado de sonar. Estamos consiguiendo
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un montón de pedidos por Internet también. Los pedidos están llegando de todos
los sitios.
―¿Qué? ―Jadeo mientras el teléfono suena de nuevo.
―¡Tu entrevista se ha hecho viral! ¡Las mujeres están llamando desde Nueva
York a California! ¡Los medios nacionales han recogido la historia! ¡Kenzie Lingerie
acaba de explotar!
Estoy conmocionada. El teléfono continúa sonando toda la mañana. ¡Nunca
pensé que estaría agradecida de que un hombre se comportara como un idiota total,
pero gracias, Deacon Barnes!
Respondo tantas llamadas como es humanamente posible y dejo que las otras
se vayan al contestador. Tessa ayuda tanto como puede, pero a efectos prácticos,
Kenzie Lingerie soy sólo yo. No tengo un equipo y casi no puedo seguir los pedidos
en una semana normal. Tan bueno como esto es, estoy comenzando a entrar un poco
en pánico y me estoy sintiendo sobrepasada. Mi espalda también duele de
inclinarme sobre mi mesa de diseñar, escribiendo pedido tras pedido y
monitoreando la actividad por Internet, pero no me quejo ni un poco.
Miro al reloj. He estado despierta por una eternidad, pero la mañana ya ha
pasado. Mentalmente estoy calculando cuánta tela necesitaré para acabar con mi
pedido más reciente cuando la puerta detrás de mí se abre de repente, y me giro
para encontrar un intenso par de ojos azul marino mirándome. El hombre es
totalmente sexy, alto, moreno y musculoso, con un cabello negro y grueso y vestido
con un traje que probablemente cuesta varios miles de dólares. ¿Qué pasa con los
hombres vestidos con trajes bien hechos? Vi un meme una vez que decía que un traje
era para una mujer lo que la lencería para un hombre, y mirando a este tipo, tengo
que decir que concuerdo.
Mi boca se abre, y antes de babear, la cierro rápidamente. Necesito decir algo,
saludar al hombre de alguna manera, pero no puedo pensar en una sola palabra en
español porque mi mente y mi corazón están acelerando. La única cosa que me viene
a la mente es el anuncio de M&M’s. Sabes, ese en el que el pequeño tipo de caramelo
dice ¿existen?
Porque los hombres que se ven como este hombre no existen.
Pasa su pulgar por su labio inferior. ¡Dios, eso es tan sexy! Estoy segura que
estoy babeando ahora. ¿Cómo no he visto esos labios antes? ¿Quién es esta bestia de
hombre tan sexy? ¿Qué está haciendo aquí? ¿Es un cliente? Y lo más importante, ¿he
visto alguna vez a alguien tan hermoso? Espero que no sea algún loco que me vio
en la televisión esta mañana y decidió perseguirme o algo. Sería tan decepcionante
si estuviera loco. No puede estarlo. Es demasiado guapo.
20
En verdad…
¿Es malo que no esté segura de si me importa que esté loco? Es así de sexy.
El teléfono suena, sacándome de mi estupor inducido por el deseo.
―¿Puedo ayudarte? ―pregunto.
―Creo que me he perdido ―dice.
―Me lo imaginé ―digo. Su voz suena familiar, pero no sé de dónde―. No te
ves como nuestros clientes habituales.
―¿Tienes que coger el teléfono?
―Mi hermanastra lo cogerá atrás, o el contestador. Está bien ―digo―. ¿A
dónde ibas?
Sus ojos caen por un momento.
―Al Bar y Asador de Fleming.
Soy tan mala para dar direcciones como para despertarme al amanecer, pero
intentaré lo mejor que pueda por este hombre. En realidad, creo que haría casi todo
por este hombre, ponerme de espaldas, sobre mis rodillas, sobre mi estómago, sobre
mi cabeza. ¡Concéntrate!
Sé que he visto el lugar del que está hablando una docena de veces. Empiezo a
explicar dónde creo que está después me doy cuenta que estoy diciendo direcciones
con mis brazos moviéndose alrededor como un chimpancé en celo.
Una vez que controlo mis brazos de mono, me doy cuenta que no le estoy
dando las direcciones correctas. No tengo ningún sentido de la orientación y no
tengo ni idea de lo que estoy hablando. Sólo estoy balbuceando. Le miro, segura de
que estoy sonrojada y le encuentro sonriéndome con su cabeza inclinada un poco.
Parece divertido, quizás.
―En realidad no he vivido en Dallas por mucho tiempo. Déjame dibujarte un
pequeño mapa. Soy diseñadora. Soy mejor dibujando las cosas.
―Lo que te vaya mejor a ti.
Tomo un lápiz y empiezo a dibujar líneas y puntos de referencia. Ah, eso es
mejor. Me pierdo en mi dibujo por un segundo pero me preocupa no dirigirle en la
dirección correcta. ¡Sólo entiérrame ahora! Estoy poniéndome en ridículo.
Ofreciéndole una sonrisa de disculpa, digo:
―Lo siento, no creo que pueda ayudarte. Ha sido una mañana realmente loca.
Y obviamente soy terrible con las direcciones.
21 ―No tienes que disculparte. Se me ocurre ―dice, sacando su teléfono―, que
puedo simplemente utilizar esto.
Nos miramos fijamente. El calor saliendo de él está haciendo que todo mi
cuerpo tiemble, ¿y me atrevo a admitir que mis bragas están mojadas? Espero que
no pueda saber el efecto que está teniendo en mí. Si puede hacerme eso sólo con sus
ojos, no puedo imaginar lo que podría hacer con su boca, o su… El teléfono suena
de nuevo. Me recuerdo que guapo y rico no funcionó bien la última vez.
―¿El teléfono? ―pregunta.
―No, ha estado sonando toda la mañana.
Escucho movimientos en la entrada del apartamento y veo mientras Tessa
entra con Zoe en su pequeña bolsa. Los ojos del visitante van hacia la cabeza calva
de Tessa. Rápidamente los aparta, pero estoy segura de que puede ver cuán enferma
está. Está increíblemente delgada. Desearía que la cabeza calva fuera una opción
suya, pero no lo es.
―Tessa ―digo―, este caballero está tratando de encontrar Fleming’s.
―Por favor, mi nombre es Kane ―dice, sonriendo―. No estoy seguro de ser
un caballero, al menos no todo el tiempo.
¡Dios, espero que no!
―Soy Kenzie. Ésta es mi hermana, Tessa. Ella puede darte las direcciones.
―¿A Fleming’s? ―pregunta Tessa―. ¿En serio?
Le doy a Tessa mi mapa del mundo.
―Estaba tratando de ayudarle.
―¡Kenzie, le estabas enviando a Oklahoma! ―Tessa sacude su cabeza―. Kane,
sales por la puerta, giras a la derecha, y está justo girando por la manzana.
―¿En serio? ―pregunto en voz alta―. ¿Ahí es donde está?
―Gracias, Tessa. Y Kenzie, gracias por intentarlo ―dice Kane―. Supongo que
me iré ahora.
Una punzada de decepción se queda en mi pecho, a pesar de que sé que no
debería. No tengo tiempo para citas o para salir con alguien, no con el trabajo, no
con el cáncer asolando a Tessa, no con la pequeña Zoe en el panorama. No estoy
segura de querer salir con nadie igualmente. He sido quemada por demasiados
hombres. Siempre soy la que da más de lo que toma en la relación. No puedo volver
a hacer eso. Ni tampoco mi corazón. Aun así, ha sido divertido coquetear un poco.
Su voz suena tan familiar. Sé que la he escuchado en algún lugar antes.
22 Desearía que continuara hablando para darme más tiempo para situarla, pero se está
girando ahora. Oh bueno, al final se me ocurrirá. Justo cuando Kane se va hacia la
puerta, Zoe va hacia él y deja salir algún sonido raro de bebé, medio humano, medio
extraterrestre.
Kane se gira y le sonríe.
―Ey, Hoyuelos, supongo que debería presentarme a ti, también. ―Le da la
mano y Zoe coge su grueso dedo.
Tessa me eleva una ceja. Sé lo que está pensando. Es demasiado bueno para ser
verdad. Zoe se mete su dedo en su boca.
―¡Oh Dios! ¡Lo siento tanto! ―grita Tessa.
―Está bien ―dice Kane, dejando que la bebé babee sobre él―. ¿Cuál es su
nombre?
―Zoe. ―En el momento que digo el nombre, todo su cuerpo se tensa por un
segundo. Probablemente está completamente disgustado por la saliva del bebé,
ahora cayendo por su mano hasta el puño de su camisa de vestir de diseñador.
―¿Qué tal si te llamo Hoyuelos? ―pregunta, y Zoe gorjea en respuesta.
¡No puedo creer que Kane esté dejando que mi sobrina le babee! ¿De dónde ha
salido este chico? Sostengo un pañuelo y él saca su mano de la boca de Zoe, sus
dedos acariciando mi mano. Mis rodillas se debilitan, y todo mi cuerpo tiembla. ¿Él
también lo ha sentido?
Un silencio extraño llena la habitación antes que el teléfono suene de nuevo.
Kane aclara su garganta después nos mira a las tres por un momento.
―Sé que están ocupadas hoy chicas. Gracias por las direcciones. ―Nos da a
Tessa y a mí una última sonrisa impresionante antes de salir por la puerta.
―¿Crees que me follaría como mi último deseo antes de morir? ―pregunta
Tessa.
―No bromees así ―digo.
―Le tendría que haber preguntado. Perdí la oportunidad. No debería hacer
eso. Quiero decir, ¿quién sabe cuánto tiempo más tengo?
No voy a responder a eso. Odio cuando Tessa habla sobre morir. No me he
dado por vencida, ni lo haré. Y no quiero discutirlo. Nunca lo hago.
―Pensándolo mejor ―dice Tessa―, probablemente tú deberías tomarlo,
Kenzie.
―Un hombre como él no estaría interesado en mí.
23 ―Todos los hombres están interesados en el sexo.
―Oh, ¿para eso solamente es que sería buena?
―Parcialmente ―bromea Tessa.
―Tengo un vibrador para eso. ―Los ojos de mi hermanastra se abren hasta el
tamaño de pelotas de golf. En realidad, quizás más grandes que esas. También
parecen estar creciendo―. ¿Qué? ¿Realmente te sorprende tanto? ¿Que tenga un
vibrador?
Las pelotas de golf se convierten en pelotas de tenis. Obviamente he enviado a
Tessa en una especie de conmoción horrible. Cuando Tessa cierra sus ojos y deja caer
su cabeza, de repente me siento como que soy la que va a recibir una sorpresa. Oigo
a un hombre despejar su garganta detrás de mí.
¿Hay un agujero en el que pueda meterme? Vergüenza total y absoluta me
llena. Articulo un “¡Oh, Dios mío!” a Tessa y siento mi cara ruborizarse. Lentamente
me giro para encontrar a Kane de pie en mi tienda con una enorme sonrisa en su
rostro.
―Kenzie, ¿puedo llevarte a almorzar a Fleming? ―pregunta―. Sería una
lástima si no sabes cómo llegar allí.
¿Qué? No puedo hablar. Acabo de hablar sobre mi vibrador. Los vibradores
son pequeños secretos sucios de las mujeres. No se supone que los hombres sepan
que realmente los tenemos. Las palabras me fallan, y él todavía me está sonriendo.
El pie de Tessa aterriza en mi trasero, pero lo único que se me ocurre hacer es alisar
mi cabello. Tal vez eso hará que mi cerebro se ponga en marcha. Mis ojos se arrastran
sobre mi ropa de entrenamiento. Casi no estoy vestida para salir con un chico que
está usando un traje.
Él da un pequeño paso adelante.
―Te ves perfecta.
Tessa me empuja hacia él, y de alguna manera mis piernas comienzan a
moverse. Agarro una sudadera con capucha y la envuelvo alrededor de mi cintura.
Kane abre la puerta para mí y giro hacia la izquierda.
―Es la otra derecha ―dice y captura mi mano.
Por supuesto que lo es. Eso es lo que acaba de decir Tessa. ¿Por qué gire a la
izquierda? Maldita sea, mi sentido de orientación es terrible. Su pulgar se extiende
ligeramente sobre mis nudillos y levanto mis dedos para liberar su mano, pero él
sujeta la mía un poco más fuerte.
―¿Puedo preguntar el apellido del hombre que no soltará mi mano?
―Hunter ―dice, continuando por la calle―. Kane Hunter.
24
―¿Estás interesado en mi apellido? ―pregunto.
Se detiene y me mira, pareciendo un poco perdido.
―¿Es Kenzie tu verdadero nombre?
―MacKenzie. Pero siempre me han dicho Kenzie. Nunca Mac.
Él me lleva alrededor de la esquina.
―Está bien, ¿Kenzie, nunca Mac, cuál es tu apellido?
―Scott.
―Parece que Tessa nos indicó la dirección correcta.
―Tu voz suena tan familiar ―digo―. ¿Estás en la radio o algo así?
―No, soy abogado ―dice, señalando un aviso arriba―. Ya llegamos.
Este lugar está tan cerca de mi tienda, debe pensar que soy una tonta por no
saber dónde está. Soltando mi mano, él abre la puerta, y yo mentalmente le concedo
puntos de bonificación por ser un caballero. Asomo mi cabeza con cautela. El lugar
parece un bar de motoristas, oscuro y lleno de humo con televisores en cada pared,
mesas de billar en la esquina y ni una mujer a la vista. Se adapta perfectamente a mi
barrio de mierda.
Su mano va a la parte baja de mi espalda, guiándome dentro y un anciano grita
que podemos sentarnos nosotros mismos. Kane me lleva a una cabina y oigo el
chasquido de cáscara de maní bajo nuestros pies. Espera a que me siente, se quita el
abrigo y se sienta frente a mí.
―Dijiste que eres diseñadora ―dice―. ¿Qué es lo que diseñas?
―Ropa interior. ―Siempre odio decir eso a chicos nuevos. Parecen imaginarse
inmediatamente lo que tengo debajo de mi ropa, ¡Deacon!, o asumen que me hace
algún tipo de experta en el sexo, lo que no soy.
―Eso es…
―¿Sí? ―digo, viendo su pulgar deslizarse lentamente por su labio inferior de
nuevo. Quiero tomar un vídeo de eso, para poder verlo en cámara lenta una y otra
y otra vez, con mi vibrador, por supuesto.
―Aquí está la cosa ―dice―. No puedes decirle a un hombre “ropa interior”
sin que quiera saber de qué color son tus bragas.
Comienzo a reír. Es un hombre típico, pero al menos lo admite.
―Honesto. Me gusta honesto.
25 Se extiende a través de la mesa por mi mano.
―Tienes la risita más sexy. ―Dejo de reír―. ¿Demasiado honesto?
No soy la mejor aceptando cumplidos. Sé esto acerca de mí misma. Lanzando
mi mirada hacia abajo, veo la delatadora tira de piel blanca en el dedo anular
izquierdo e inmediatamente tiro mi mano hacia atrás.
―¿Estás casado?
―Estoy divorciado ―dice, frotando su dedo anular―. Estuve casado durante
diez años, sin hijos.
―¿Diez años? ¿Cuántos años tienes?
―Nos casamos muy jóvenes. Tengo treinta y tres. ¿Tú?
―Veintiséis. Nunca me he casado. ―Desato mi sudadera y me la pongo.
―¿Tienes frío? ―pregunta Kane y le hace señas al camarero―. Voy a hacer
que apaguen el aire.
Él es dulce y protector, ¿y además guapo? Tiene que haber una trampa.
―Está bien.
―¿Dijiste que no has vivido mucho en Dallas?
―Crecí aquí, pero fui a la universidad en Rodhes en Memphis y pasé los
últimos años desde la graduación trabajando en Europa. Luego volví para empezar
mi propia empresa.
El camarero trae un poco de agua, toma nuestros pedidos y rápidamente
desaparece. Seguimos hablando casualmente, y creo que las cosas van bien. Es fácil
hablar con él, agradable a la vista y parece realmente interesado cuando hablo. Me
encuentro a gusto con él. Es raro que eso suceda la primera vez que conoces a
alguien, pero hay una soltura entre nosotros que nunca he sentido antes.
―Hay algo más que necesito saber ―dice Kane.
―No te diré el color de mis bragas.
―Planeo averiguarlo por mi cuenta.
―¿En serio?
―Absolutamente ―dice, sonriendo―. ¿Pero necesito saber si todavía eres fan
de los Cowboys?
―Nunca he sido un fan de los Cowboys. The Saints es mi equipo.
Me mira como si estuviera loca.
26 ―Vives en Dallas. Tienes que ser fan de los Cowboys. ―Juguetonamente niego
con mi cabeza―. ¡Tienes que estar bromeando! Nada es más americano que los
Cowboys.
―Los Cowboys son los snobs de la NFL.
Agacha su cabeza a la mesa.
―Esto es tan decepcionante.
―Entonces, eso es todo ―bromeo y me pongo de pie―. Supongo que hemos
terminado. Supongo que ya no te importa de qué color son mis bragas.
Rápidamente se pone de pie y juguetonamente pone sus manos en mi cintura.
Me tira cerca de su cuerpo y la alegría se sustituye con intensidad. Me muevo para
sacar un mechón de cabello de mi cara, pero él lo hace por mí. Algo acerca de un
hombre tocando tu cara, rozando tu mejilla, se siente tan íntimo.
―¿Baño? ―pregunto y él apunta a una puerta detrás de mí.
Dedicándole una sonrisa de agradecimiento, me giro hacia el cuarto de baño,
esperando y rezando que no esté mirando mi culo mientras me alejo de él. Por favor,
¡no estés mirando mi culo, Kane! Y si lo estás, por favor, culo, ¡no te zarandees!
Sí, a veces hablo con mi culo. Te dije que tengo un complejo con el culo. No me
juzgues.
Salpico un poco de agua en mi cara para calmarme, no puedo creer todo lo que
ha ocurrido hoy. ¿Es incluso mediodía? Ha sido un día de locos. Pero todo el mundo
necesita un poco de locura, ¿verdad? Me merezco sentirme bien y tener un poco de
diversión. Kane es completamente inesperado. Tessa querría que siguiera con esto.
¿Es posible que mi fase odia a los hombres pudiera terminar? Probablemente no,
¿pero tal vez podría tomar unas cortas vacaciones?
Salgo del baño y mi sonrisa se desvanece rápidamente. En varios televisores,
un clip de mi entrevista con Deacon está reproduciéndose en un programa de
entrevistas, en el que las mujeres se sientan y se sacan los ojos entre sí por todo,
desde política hasta la crianza de los hijos. Pero no van la una sobre la otra esta
mañana. Ellas me están alabando como la “próxima gran feminista” en Estados
Unidos, promocionándome como la “ruda de la ropa interior” y la “picante fierecilla
pelirroja”.
Kane está de pie en la barra, mirando todo el asunto. Se gira hacia mí, y camino
hacia ahí.
―Te dije que tenía una mañana de locos.
Me da una inclinación de cabeza y coloca su mano en la parte baja de mi
27 espalda, llevándome de nuevo a la cabina.
―Tendré que ver toda la entrevista después ―dice―, pero debes estar
orgullosa de la forma en que te comportaste.
―Ese tipo Deacon es un tremendo…
―Lo sé ―dice―. Es mi hermanastro.
¡Ahí está la trampa! Mi mundo entero comienza a girar.
―¿Qué?
―No estaba perdido cuando llegué a tu tienda. Estaba yendo a verte.
―¿Qué? ―Las cosas caen en su lugar. Alcanzo la manga de su camisa y tiro
hacia arriba, encontrando tanto el Rolex como el bronceado, en el musculoso
antebrazo que estaba espiando esta mañana―. Tú estabas hablando con Deacon
antes de mi entrevista.
―Está enojado por lo sucedido esta mañana.
―¿Lo está?
―Deacon me envió para hablar contigo ―dice―, para que emitas una disculpa
pública.
Por segunda vez en el día, es tiempo de sacar unas bolas grandes.
―¿Una disculpa? ¿Él te envió para asustarme? Bueno, en caso de que no
aprendiera esta mañana, ¡puedes decirle a Deacon que no me asusto fácilmente!
―Rápidamente me levanto y me dirijo a la puerta, mi fase odia a los hombres vuelve
furiosamente. Kane puede entrar en mi lista, también.
Él captura mi codo.
―Espera, por favor. ―Me detengo y de un tirón alejo mi brazo―. Sólo escucha
durante un minuto. Estoy tratando de jugar limpio aquí.
―¿Jugar limpio? Entonces no pidas direcciones para un lugar al que estoy
segura de que sabías cómo llegar.
―Lamento haber hecho eso.
―Ya sabías que diseñaba ropa interior. Ya sabías mi nombre. ¡Wow! Esta cosa
entera ha sido una gran farsa.
―Eso no es cierto ―dice―. Quiero decir, por supuesto, sabía tu nombre y lo
que haces. Pero el resto…
―¿Este fue algún tipo de plan que tramaste con Deacon para llegar a mí?
―No ―dice, haciendo un gesto para que me siente, pero no lo hago―. Te
28 escuché esta mañana, también. No estaba allí para tu entrevista, pero oí tu risa desde
afuera de la oficina de Deacon. También alcancé a ver tu cabello y piernas.
Me encojo de hombros.
―¿Qué tiene eso que ver con esto?
―Yo… ―hace una pausa por un segundo y luego me mira directamente a los
ojos―. Esta mañana cuando te oí reír, sentí algo que no he sentido en mucho tiempo.
Tan pronto como entré en tu tienda, sabía que eras tú, y Deacon era una mierda
desafortunada.
Su honestidad me golpea tan fuerte que exhalo. No esperaba eso. Si se tratara
de cualquier otro tipo, probablemente estaría fuera de la puerta para este momento,
pero Kane parece ser diferente. No son sólo sus ojos azules brillantes o su cuerpo
sexy, sin embargo eso sin duda ayuda, pero puedo ver que está siendo abierto
conmigo y realmente luce tan decepcionado.
―Por favor ―dice, tocando mi mano por sólo un segundo―, no te vayas.
―Siempre es mejor irme antes de que me lastime. ―Sus ojos se cierran. Es casi
como si le lastimara pensar que me ha herido. Eso sería una primera vez.
―Sólo dame la oportunidad de explicar ―dice.
Es hora de la verdad, quedarse o irse. Oigo la voz de Tessa en mi cabeza,
diciéndome que le dé una oportunidad. Está siendo honesto cuando no tiene por
qué serlo. Podría haber mantenido la farsa. Pero va a tomar más que su cuerpo sexy
y sus atractivos ojos. He dejado entrar a muchos hombres en mi corazón antes, sólo
para ser abandonada. Me prometí que no permitiría que eso ocurriera de nuevo, que
me alejaría antes de dejar que cualquier hombre me hiciera daño de nuevo. Eso es
quizás lo más importante que debes saber acerca de mí, soy una corredora. No en el
tipo de maratón, obviamente. No, siempre soy la primera en dejar una relación. Es
mejor dejar que ser dejado. No siempre he sido así, pero cuando has sido
abandonada, engañada y francamente humillada por los hombres, tiendes a
aprender las señales de que las cosas van al sur y cortar por lo sano. Y esto es una
gran señal de advertencia intermitente de neón, tiempo de ruptura.
―¡Tú y tu hermano pueden irse al infierno!

29
4
Kane
Bueno, jódanme por detrás sin lubricante. ¿Podría haberla cagado todavía
más? Mi primera vez con una mujer desde mi divorcio y fue un fracaso épico. Kenzie
merecía la verdad; lo correcto era confesar. No estoy seguro de porqué le mentí en
primer lugar, más allá de estar impactado por encontrar a una mujer con una risa
inductora de erecciones, y olvidar totalmente que el propósito de mi visita era
limpiar el desorden que dejó mi hermanastro. Odiaba estar allí bajo falsas
pretensiones, de todas maneras. Y obviamente, lo último que Kenzie o su hermana
necesitaban, era escuchar cualquier mierda legal.
Me gusta esta mujer. Lamento muchas cosas en mi vida, y el que me guste no
va a ser una de ellas. De ninguna manera voy dejar que ocurra. Nada más tengo que
30 tratar de enderezar las cosas con Kenzie. Puede seguir odiándome. Dios, espero que
no. De verdad necesito saber a qué sabe, cómo besa, cómo son sus gemidos, sus
olores, sus movimientos. ¡Aguanta! Te estás adelantando. Todo este fiasco comenzó
con Deacon, así que él tiene que ayudarme a arreglarlo.
Para este momento no sé qué está pasando con mi hermanastro porque he
estado encerrado en la corte. Tal vez Deacon estaba al borde de la muerte,
desangrándose en una esquina, o tal vez sólo consiguió otra multa de
estacionamiento. Fuera lo que fuese, tenía que ver cómo estaba. En estos días, he
estado tratando de hacer un mejor trabajo poniendo a la familia en primer lugar, en
vez de al trabajo. Así que me excusé de la corte y dejé que mis compañeros
terminaran de seleccionar al jurado.
La "emergencia" de Deacon era una entrevista horrible, y un comentario infame
de que tenía una “polla de lápiz” que lo había afectado de manera equivocada.
Difamación, dijo, tratando de sonar como si tuviera dos dedos de frente. Le dije que
no había demanda por difamación cuando algo era verdad, pero no lo encontró
divertido en absoluto. Yo, por el contrario, pensaba que era hilarante.
Al escucharlo zumbar, quise gritar, enojado por haber dejado la selección de
jurado por esta mierda. Para esto no fue que acudí a la escuela de leyes. Tenía
mejores cosas que hacer, más jurados que elegir, más casos que ganar. En momentos
como estos odiaba ser el abogado de la familia, odiaba estar emparentado con
Deacon Barnes. No me lo tomen mal, mi hermano podía ser un buen tipo, pero sus
metidas de pata parecían llegar rápidas y furiosas en estos días. Y no las dejaba
pasar. Era obvio que su ego estaba magullado y alguien tenía que pagar por ello. Él
quería la cabeza de Kenzie en una bandeja de plata, o una disculpa pública de parte
de ella. Se suponía que debía hacer de nuevo mi labor de hermano.
Así que voy a ver a Kenzie, y me alegro de haberlo hecho. Estoy tan contento
que la invito a almorzar. De no hacerlo, me arrepentiría toda la vida. Ya tengo
suficientes arrepentimientos. No necesito otro, así que tengo que arreglar esto.
Como cualquier buen abogado, primero tengo que revisar los hechos: mirar la
entrevista que mojó las pantaletas de Deacon. Así que la vi varias veces en línea
desde mi oficina y no puedo decir si Deacon está tratando de ser un cretino o si
simplemente no puede evitarlo. En cualquier caso, mi pecho se hincha cada vez que
Kenzie va tras él. Estoy orgulloso de ella, de esa mujer que apenas conozco, esa
mujer que arrasa con mi hermanastro en televisión.
Ignoré unos cuantos mensajes de texto de Deacon y decidí llamarlo, esperando
que estuviera jodidamente más calmado esta mañana, pero no tuve tanta suerte.
Contestó gruñendo preguntas ante el teléfono: que si me reuní con Kenzie, y por qué
no había seguido con él.
31
―Mi vida no gira a tu alrededor ―le recordé, pero no estaba escuchando. No
es que importara. En la mente de Deacon, él es el centro del universo. Las preguntas
siguieron llegando: si ella se va a disculpar, si debemos entablar una demanda en
un tribunal estatal o federal. Si no lo amara y conociera, lo habría ingresado en un
asilo para enfermos mentales.
Es difícil de imaginarse a Deacon en TV, pero consigue buena sintonía y eso es
lo que realmente importa. ¿Tal vez debería colgarle? Pero sé que no haría ningún
bien simplemente llamaría o enviaría otro mensaje de texto. Lo mejor es dejarlo
continuar la diatriba. Como a un niño inquieto en la clase de preescolar,
eventualmente se callaría.
Efectivamente, lo hace. Ahora está calmado, y sé cómo asegurarme que se
mantenga de esa manera. Si existe alguna manera de llegar a Deacon, es a través de
su ego.
―Tal vez esto sea bueno para el programa ―sugiero―. ¿Toda la prensa
nacional? ¿Podría ser buena para tu carrera? ¿Abrir algunas oportunidades?
Como era de esperarse, le gustan esas ideas, así que continuo hablándole
calmadamente, diciéndole que no tiene nada de qué preocuparse con Kenzie, que
más bien debería considerar cómo convertir lo que ha pasado en algo bueno, para
él, por supuesto. Eventualmente, hay silencio al otro lado de la línea. Debe estar
pensando. ¿Se desconectó la llamada? Nunca está tan calmado. Debe estar haciendo
mucho esfuerzo pensando.
―Te la follaste, ¿verdad? ―pregunta.
―¿Qué? ―Me ahogo―. ¿De qué hablas?
―Puedo decir que algo está pasando ―dice.
―No sabes una mierda ―le digo.
―Te gusta, ¿no es así? ―pregunta.
Ahora, soy yo quien se queda en silencio.
―La llevé a almorzar.
―Sabía que algo pasaba. ¿La llevaste a almorzar antes o después de azotarle el
culo?
―¡No tuvimos sexo! ¡Jesús! ¿Qué te pasa?
―¡No me pasa nada! ―dice, y se reenfoca―. Has estado fuera de juego por
mucho tiempo. Así es como se hace ahora.
―¿Entonces me estás diciendo que esa mujer quiere un revolcón de una noche
32 conmigo?
―Eso funciona para mí. Pisa y corre es el único camino a seguir. ―Deacon se
detiene por un segundo―. ¿A menos que realmente te guste?
―Me gusta. ―Seguido de un largo silencio―. Deacon, ¿qué estás pensando?
―Haz una maldita conjetura ―dice.
―Que no vas a conseguir tu disculpa ―digo, esperando que me ame lo
suficiente como para dejarlo pasar. De otra manera, lo voy a aplastar. Ambos lo
sabemos
―Maldito tonto ―dice Deacon―. ¡Me la debes!
―Bien, pero necesito un favor.

―Hay una turba de mujeres ―grita Deacon―. No hay una maldita manera
de que entre allí. Van a poner mis bolas en un cabestrillo.
―No seas marica ―digo, rodeando la zona de estacionamiento enfrente de la
pequeña tienda de Kenzie. El estacionamiento está lleno, con una línea de mujeres
extendiéndose fuera de la entrada principal. La bofetada de perra que le dio Deacon
la ha catapultado al estrellato repentino. Me estaciono de manera ilegal. ¿Qué es una
multa más en la pila de Deacon? Tan pronto como vamos hacia la tienda, las mujeres
comienzan a gritar el nombre de Deacon. Tomamos nuestro lugar en la parte
posterior de la fila, pero algunas manos hacen señas a la izquierda y derecha de
Deacon.
Entonces la veo. Kenzie sale por la puerta principal con Tessa a su lado,
claramente queriendo ver de qué se trata tanto alboroto.
―Vámonos ―se queja Deacon―. Estas mujeres están locas.
No dejo de mirar a Kenzie, quien se acerca rápidamente.
―Haz lo que te dije ―le digo a Deacon, quien comienza a dirigirse hacia la
entrada principal haciendo todo lo posible para evitar a Kenzie, que está pisoteando
todo el camino hacia mí.
―¿Simplemente eres terco o…? ―deja salir echando humo.
―Esto no se trata de ti ―le digo, señalando con la cabeza hacia Deacon, ahora
parado delante de Tessa―. No eres tú quien tiene que disculparse aquí. Es él. Vi la
entrevista. Vi su reacción a la foto de Tessa. Sé que fue eso lo que te motivó.
Ella mira hacia su hermana, que se secaba los ojos.
33
―¿Lo trajiste aquí para que se disculpara con Tessa?
Me encojo de hombros y creo que la veo suavizarse un poco.
―No debí haber mentido esta mañana. Esa no es forma de empezar una
relación.
―Entonces, ¿por qué lo hiciste?
Tomo su mano y la atraigo hacia un callejón a un costado de la tienda. No
estoy a punto de tener esta conversación frente a una turba de mujeres emocionales.
―Porque sabía que me encargaría de Deacon, y conseguiría que diera marcha
atrás. Y…
―¿Y?
Le sonrío y me doy cuenta que es mejor ser honesto.
―Porque luces mucho mejor que Deacon, y quiero llegar a conocerte. ―Se
sonroja, de un tono rojo brillante. No puede negar que le gusto, incluso si no quiere
que le guste.
Tal vez las cosas pueden volver a la pista después de todo el fiasco con Deacon.
Pero sé que no tengo mucho tiempo. El trabajo está esperando. Echo un vistazo a mi
reloj.
―No se ven muchos relojes así ―dice.
―Fue de mi padre. Lo heredó de mi abuelo. No estoy seguro de cuán viejo es
en verdad. Mi padre murió cuando yo era muy joven.
―Perdí a mi madre cuando yo era joven ―dice Kenzie.
―Lo siento ―digo, dándole una pequeña sonrisa―. Mi mamá guardó el reloj
para mí. Incluso cuando el dinero era escaso, no lo vendió. Me lo dio cuando terminé
la escuela de leyes. Es realmente lo único que me queda de él. Pero tengo un gran
padrastro ahora, y Deacon no es tan malo una vez que llegas a conocerlo. ―Ella
levanta las cejas. Mi teléfono empieza a sonar en el bolsillo―. Lo siento.
―Está bien ―dice―. Puedes contestar. Es un día de trabajo. Mi teléfono
también ha estado sonando todo el día.
Miro mi teléfono luego vuelvo la mirada a sus ojos. Esta es una decisión fácil.
El teléfono va directo a mi bolsillo de nuevo.
―Es mi secretaria. Tengo una reunión muy pronto. Estoy seguro de que me
llama para recordármelo.
―¿Estás seguro?
34 ―Algunas cosas son más importantes que el trabajo. ―Su sonrisa le llega hasta
el fondo de sus ojos, y sé que la he conquistado. Los miembros del jurado a veces
tienen la misma mirada. Es la forma de saber cuando has conectado con ellos.
―Bueno, dado que llamé a tu hermanastro “polla de lápiz” en televisión en
vivo, llamémoslo así ―dice riendo. Me encanta la facilidad con que se ríe. Extraño
eso… reír.
Mi estómago dio volteretas. Había olvidado qué tan pesado podía ser el tema
de las citas, qué tan mal podía hacer sentir a tu estómago, y qué tan ligero podía
hacer sentir a tu corazón. Kenzie mete un mechón de cabello detrás de su oreja. La
he visto hacerlo varias veces, su pequeño tic nervioso. Probablemente tampoco ha
tenido una cita en mucho tiempo. Eso es bueno porque estoy muy fuera de práctica
con todo el jodido proceso.
El sol destaca los reflejos en su cabello castaño rojizo oscuro. Atrapo mis dedos
con los suyos, mientras me robo una mirada a la curva de su trasero.
―Mejor voy a salvar a Deacon de esa turba de mujeres enfadadas. Te
acompaño de vuelta. No quiero que te pierdas.
Se ríe de nuevo.
―Ya estás descubriendo todos mis pequeños secretos.
―Dime otro secreto ―digo.
―¿Momento de confesiones? ―Kenzie se detiene y se frota los labios―. No
soy madrugadora.
―Oh, voy a verte…
―¡Kane! ―dice Deacon en voz alta mientras pasa por la esquina del callejón.
―¿Creo que te tienes que ir? ―pregunta Kenzie.
―Todavía no. ―Le hago señas a Deacon para que me dé cinco minutos más y
luego la jalo acercándola, absorbiéndola, su cabello castaño rojizo, piernas perfectas,
ojos marrón oscuro, pechos empujando contra su camiseta de tirantes. Podría
mirarla todo el día―. Cuando tenía quince años, fui a mi primera cita. Acompañé a
la chica hasta la puerta, pero estaba demasiado asustado para besarla. Estaba tan
molesto conmigo mismo esa noche. Me prometí que nunca haría eso de nuevo. ―Me
muevo un poco más cerca, mis ojos en sus labios carnosos―. Me prometí que si
alguna vez realmente quería besar a una mujer, lo haría.
La miro a los ojos, y luego a la boca, luego a los ojos de nuevo, pidiendo
permiso, y cuando sus ojos se cierran, sé que lo tengo. Su boca se abre ligeramente,
y, como una pluma, rozo mis labios contra los suyos. Tal vez debería parar, pero no
lo hago, no puedo. En el momento en que mi lengua toca la suya, todas las apuestas
35 están puestas, de ninguna manera puedo conformarme con apenas un besito. Pero
tanto como quiero levantar sus piernas hasta mi cintura y follarla contra la pared, la
conozco y sé que merece algo mejor. Con mi pene gritándome que estoy tomando la
decisión equivocada, doy un pequeño paso atrás y sus ojos se abren lentamente.
Kenzie endereza su postura y destella una sonrisa linda, tímida.
―Cuando tenía dieciséis años, fui a mi primera cita. El muchacho me dejó en
casa y no me besó. Pasé toda la noche preguntándose por qué. Me prometí que si
alguna vez realmente quería besar a un hombre, lo haría.
Pone su mano sobre mi pecho, y me gusta hacia dónde va esto. Si esta es la
forma en que funcionan las citas ahora, está bien para mí. Me puedo acostumbrar a
eso. Me encanta la sensación de su mano en mi pecho. Mi secretaria, mi trabajo,
Deacon, todo lo demás puede esperar.
Me toca suavemente la barbilla para que incline la cabeza hacia abajo. Nunca
he estado tan impaciente por cualquier cosa en mi vida más que por sentir sus labios
de nuevo. Me acerca, haciendo de mi aliento su aliento. Apenas cuando sus labios
rozan los míos, gira la cabeza y me besa firmemente en la mejilla.
No puedo evitar sonreír, completamente batido por ella. ¿Puede ser más
adorable?
―Más tarde ―susurro, pero suena más como una promesa, una promesa que
tengo la intención de mantener.

Después del día de trabajo más improductivo de toda mi vida, es el momento


de retirarme. Por lo general no me importa trabajar hasta tarde. De hecho, se ha
convertido en la norma para mí, pero no puedo conseguir terminar el trabajo el día
de hoy. De hecho, sólo facturo un par de horas, lo que puedo decir con seguridad es
culpa de Kenzie. Ella tiene toda mi atención sin siquiera intentarlo. Lo único en lo
que puedo pensar es en su cuerpo sexy, la descarga de electricidad cada vez que la
tocaba, cómo se veía cuando le oí hablar de su vibrador.
Llego a la tienda de Kenzie como atraído por alguna clase de fuerza mística.
Eso es mentira. La fuerza no es tan mística. De hecho, mide veinte centímetros de
largo y está duro como una roca.
Pero está oscuro y todo tranquilo fuera de la tienda ahora. ¿Tal vez sigue
trabajando dentro? Probablemente debería haber llamado primero, darle alguna
36 clase de aviso. Pero ya estoy aquí. ¿Qué demonios? ¿Por qué no? Llamo.
La adrenalina corre a través de mi cuerpo, sin saber si esta es la decisión
correcta o no. Pero nadie atiende. Estoy a punto de marcharme cuando veo a Kenzie
mirando a través de las persianas y soltándolas rápidamente. No está abriendo la
puerta. ¡Estoy parado aquí como un idiota!
La escucho murmurar dentro. No estoy seguro de si está hablando conmigo o
consigo misma, así que me apoyo y pego mi oreja a la puerta. Está hablando consigo
misma, preguntándose qué estoy haciendo aquí a esta hora, quejándose de que está
hecha un lío de nuevo, y que no puedo seguir viéndola así.
Pero ya la vi a través de las persianas, y Kenzie lucía hermosa para mí. Voy a
darle otra oportunidad. Llamo de nuevo. Después de un momento o dos, abre la
puerta sólo un poco y saca la cabeza.
―Tenía la esperanza de que todavía estuvieras aquí ―digo, sonriendo como
un tonto.
―Estoy trabajando.
―¿Qué tal un descanso? ―pregunto, poniendo mi mano en la puerta.
―Bueno, eh… ―Se muerde el labio, pero abre la puerta, así que entro―.
Cuando dijiste “más tarde”, no pensé que querías decir esta noche. No esperaba a
nadie.
―Creo que debería haber llamado ―digo, ya que ella lleva puesto lo que creo
que es un pijama―. ¿También vives aquí?
Se vuelve de color rojo brillante, pero no estoy seguro de porqué está
incómoda.
―Es temporal. Hay un pequeño apartamento en la parte de atrás. He estado
aquí un par de meses. Me ahorro el alquiler.
―Tiene sentido ―digo, tratando de alcanzar su mano―. ¿Cómo te fue con la
fila de clientes?
Me cuenta que la fila fue constante durante todo el día, y tuvo que seguir con
la tienda abierta hasta que los atendió a todos, no queriendo rechazar a nadie,
clientes haciendo nuevos pedidos de ropa interior de Kenzie y otros que se
presentaron sólo para tomarse una foto con la chica que puso a Deacon Barnes en su
lugar.
―¿Tessa se quedó a ayudarte? ―pregunto.
―La envié a casa con Zoe a media tarde. Ambas estaban exhaustas. No quiero
sobrecargar a Tessa.
Al parecer, nunca antes había tenido este volumen de trabajo, más de cien
37
nuevos pedidos que procesar. Y puedo decir que no está segura de cómo va a
manejarlo todo. Claramente está estresada al respecto, y espero que esté
considerando contratar alguna ayuda a tiempo parcial. Toma una respiración
profunda a través de su sonrisa, pero es claro el peso de todo esto.
―Es impresionante que hayas hecho todo esto sola ―digo, tirando de ella un
poco más cerca.
Pone su mano en mi pecho de nuevo, pero esta vez para que me detenga.
―¿Deacon? Es agradable se disculpó con Tessa, pero…
―Mira, no tienes que preocuparte por nada. Sabe que te invité a almorzar.
―¿Y eso simplemente lo hizo retroceder?
―No he tenido una cita con nadie desde mi divorcio, así que creo que estaba
contento por mí y no quería arruinarlo.
―Eso, en realidad es un poco dulce.
―Tiene sus momentos ―digo―. Quería preguntarte algo. Vi la entrevista en
línea esta tarde. Cuando comenzó la entrevista, antes de que Deacon te hiciera una
pregunta, incluso antes de decir una palabra, había una expresión extraña en tus
ojos. Sonreías, pero algo desviaba tu mirada. ¿Estabas sólo nerviosa o era algo más?
―¿Podía notarse?
―Estoy entrenado para escoger jurados. Es mi trabajo notar cosas ―le digo―.
¿Qué pasaba afuera?
―Deacon me hizo un pase. Pasó su mano por mi rodilla y muslo mientras
estaba frente a mí. Le golpeé la mano como cinco segundos antes de que saliéramos
al aire. Todos en la sala, productores, camarógrafos, estoy bastante segura que todos
lo vieron o escucharon.
―Deacon nunca me contó esa parte. Lamento que lo hiciera ―digo y empiezo
a pensar en formas creativas de matar a mi hermanastro―. ¿Me muestras los
alrededores?
―Mi lugar no es mucho ―dice señalando a su catálogo de ropa interior―. Las
cosas aquí dentro están muy bien.
Paso algunas páginas.
―Tessa se ve hermosa en esas fotos.
Kenzie asiente.
―Estaba tan excitada que parecía que tenía escote.
―Puedo ver por qué estabas enojada con Deacon ―digo―. ¿Qué tan malo es?
38 ―Etapa cuatro de cáncer de mama, veintinueve años de edad.
―Tan joven. ¿Es tu única hermana?
―Tengo un hermanastro, Sawyer. Te agradaría. Sawyer siempre está haciendo
chistes, bromeando, haciendo el tonto.
―¿Cuál es el pronóstico?
―No voy a renunciar ―dice Kenzie.
Y la forma en que lo dice me hace pensar que no hay nada que esta mujer no
pueda hacer.
―¿Tessa ha pasado por diferentes tratamientos?
―Un par de rondas de quimioterapia. Y hace poco se hizo una doble
mastectomía, pero no le ha hecho ningún bien ―dice―. Hablemos de otra cosa.
Los ojos de Kenzie se bajan más cerca del suelo. No llegan lágrimas, pero sé
que toqué un punto sensible.
―Lo lamento. No era mi intención molestarte. Sé que has tenido un largo día.
―Está bien ―dice Kenzie, trazando con un dedo la foto de Tessa―. Es difícil
hablarlo. A pesar de que es mi hermanastra, la amo como si fuera la cosa real.
Siempre ha sido tan hermosa: reina del baile, capitana de las animadoras.
―Creo que tú eres hermosa ―le digo, y rápidamente rueda sus ojos―. ¿No lo
crees?
―Siempre he sido la que quieres para que sea tu niñera ―dice―. Soy la chica
buena, muy responsable, del tipo de la chica de al lado.
¿Debo decirle que tomé la virginidad de la chica de al lado? Probablemente
no.
―Creo que eres más que eso ―digo, dando un paso más cerca de ella. Esa no
es una línea prefabricada. Lo digo en serio. Y no estaría aquí si no lo creyera.
Me acerco unos centímetros, pero ella luce confundida, un poco como si
quisiera que la besara, un poco como si quisiera que me enredara con ella, pero la
mayor parte como si quisiera que no hiciera nada más. No puedo culparla; apenas
nos conocimos hace unas horas. Deacon está equivocado respecto al revolcón de una
noche. Esta mujer no está buscando un enganche. Yo tampoco. Una noche con ella
no sería suficiente. Así que doy un paso atrás, los puños apretados a los costados
para redirigir mi energía.
―Ese fue mi primer catálogo ―explica Kenzie―. Mi plan es hacer dos al año.
―Toma un cuaderno de dibujo de su mesa de trabajo―. En esto es que estoy
39 trabajando para la siguiente colección. Muy pronto tomaremos las fotografías. La
línea está inspirada en ropa de hombres, muy uniforme a rayas y…
Ella sigue hablando de los diferentes tejidos, colores y texturas que planea usar.
No tengo ni idea de qué está diciendo, pero me maravillo con lo que veo: corsés y
corpiños, chalecos con ligueros, sujetadores y tangas. Me encanta que estas ideas,
estas fantasías, salieran de su mente. Ella es mucho más de lo que cree, mucho más
que la chica de al lado.
Kenzie cambia a otro boceto, éste de un sujetador azul marino a juego con una
panty con medias y tacones. Eso se verá perfecto en ella, especialmente si está
inclinada sobre mi escritorio. Mi polla palpita, tomo una respiración profunda y
trato de concentrarme en lo que está diciendo Kenzie. Mis ojos buscan en las páginas
del catálogo cualquier cosa que me distraiga.
―¿Qué es esto?
―Puños ―dice―. Como en las camisas de vestir de hombre. Pero estos dos
son esposas.
Está bien, eso es todo. El espectáculo de artes y oficios está oficialmente
volviéndome loco. Mi pene está duro como piedra ahora, y no puedo aguantar más.
La jalo hacia mis brazos, la levanto sobre su mesa de trabajo, acomodando mis
caderas contra ella y reclamo su boca. No dudo esta vez, ni me pregunto cuán lejos
puedo ir. Sé lo lejos que quiero llegar y no estaré satisfecho hasta tener mis bolas
profundamente en ella. Le doy un pequeño tirón a su cabello y flexiona su cabeza
hacia atrás, concediéndome el acceso a la suave piel de su cuello. Deja escapar un
pequeño gemido dulce mientras engancha sus piernas alrededor de mi cintura.
Agarrando su trasero, la jalo con más fuerza contra mí. El calor entre sus piernas está
rogando por mí, y un gemido bajo, profundo, se le escapa. Quiero más, todo de ella.
Mi mano se desliza bajo la parte posterior de su camisa de pijama y dibuja a lo
largo de su piel sedosa. Ella se siente increíblemente caliente, fundiéndose en mi
toque. Tomo su camisa para sacarla por encima de su cabeza, pero Kenzie me
empuja un poco y bloquea sus ojos conmigo, sus manos en la parte inferior
sosteniéndola en su lugar. No me equivoqué la primera vez. Esta chica no está
interesada en ser solo un desahogo. Deacon demuestra una vez más que es un
completo idiota.
―Um ―dice―, tal vez sea una mala idea que veamos la ropa interior juntos.
―Correcto ―digo, deseando que mi polla se calme―. Muéstrame el resto de
tu hogar.
Toma mi mano y me lleva fuera del área de trabajo y a través de un pequeño
pasillo. Miro hacia nuestras manos unidas. Es la primera vez que intenta agarrarme
40 la mano, y mientras desearía que todavía estuviésemos sobre ese escritorio, su gesto
simple significa mucho, y mi corazón se agrieta abriéndose por completo. Todo el
dolor y la porquería que he estado cargando los últimos años, cae a un lado. Es hora
de empujar todo eso. Creo que en verdad estoy listo para algo nuevo. Empuja una
puerta para abrirla y me lleva dentro de lo que debe ser el más pequeño apartamento
tipo estudio en todo el mundo. Y para mi suerte, la cama es el punto focal de la
habitación. ¡Va a ser una larga noche!
Varios bastidores de ropa y cajas de zapatos se alinean en una de las paredes.
Hay una silla, una mesita de noche, y un pequeño televisor que descansa sobre un
soporte. También hay un pequeño parque infantil en un rincón para el bebé. En la
cocina, sólo hay una estufa de dos quemadores, refrigerador y microondas. Empuja
otra puerta hacia un cuarto de baño, que solo tiene ducha, no bañera.
―Agradable ―le digo.
―Me gusta la honestidad, ¿recuerdas?
―Está bien, es un vertedero deprimente ―digo, riendo.
―Lo sé, pero sólo es temporal ―dice, riendo―. Kenzie Lingerie está creciendo.
Sólo sé que lo hace.
―Lo creo ―digo y camino hacia la pared con las cajas de zapatos, filas y filas
de ellas apiladas hasta dos metros de altura, cada caja con una foto del zapato en la
parte frontal.
―Me gustan los zapatos.
―¿Todos están clasificados por color?
―Es más fácil de esa manera.
Miro hacia abajo a sus dedos de los pies perfectamente cuidados. Me pregunto
¿cómo se afeita? No es que realmente importe. Sólo un pequeño consejo, señoras. A
los hombres realmente no les importa un carajo cómo están afeitadas. Si estilo “pista
de aterrizaje” o “completamente desnuda”, de ninguna manera romperá el trato. Por
supuesto, todos los hombres tienen una preferencia. ¿La mía? Totalmente desnudo.
No puedo quedarme pegado pensando cómo puede o no estar depilada, pero
prácticamente no puedo resistir la tentación. Mi ex mujer se dejaba crecer de forma
bastante laxa en esa zona. No me molestaba pero no he visto a una mujer totalmente
depilada en lo que parece una eternidad.
―¿Qué estás pensando? ―pregunta, viendo que mi mente estaba a un millón
de kilómetros de distancia.
―Nada. Yo, eh, estaba esperando que tuvieras una colección de lencería, no
una colección de zapatos. ―¡Esa fue una buena salvada!
―También la tengo ―dice―. Pero la única cosa parecida a la ropa interior
41 agradable son los zapatos. Ningún otro elemento de vestuario puede cambiar por
completo la actitud de una mujer como el sostén correcto o los tacones de aguja
perfectos.
―Así que cuando estás de mal humor, te sugiero pantys y tacones ―le digo.
―Exactamente.
―Ahora, como tu abogado, tengo que hacerte una pregunta personal.
―¿Es algo que haces con todos tus nuevos clientes?
―No con todos. ―Miro el cuadrado de sus ojos, como si estuviese haciéndole
examinación cruzada a un testigo en una demanda por un millón de dólares―.
¿Mantienes tu vibrador en el baño o aquí en el dormitorio?
―¡Oh Dios mío! Kane! ―Kenzie me golpea suavemente el hombro antes de
ocultar su rostro en sus manos―. ¡No puedo creer que me escuchaste decir eso!
Es divertido burlarse de ella. Se pone tan roja, y casi había olvidado lo divertido
que podía ser coquetear. Cayendo de rodillas, miro en broma debajo de la cama.
―¡No hay muchos lugares donde ocultarlo!
―¡Kane!
Suelto nuevamente:
―¿Lo tienes en una caja, o tal vez mezclado con tus zapatos?
―¡Mis labios están sellados!
―¿Me puedes dar una pista? ¿De qué color es? ―Paso la mano sobre unas
cuantas cajas y abro algunas otras―. ¿Hay una foto de él en el frente de una caja?
―¡Estás loco! ¡Nunca haría eso! ¡Nunca lo encontrarás!
Froto mi barbilla y mis ojos caen en la mesita de noche junto a la cama, el lugar
más obvio en el cual guardarlo.
Kenzie salta delante de ella.
―¡No te atrevas!
Doy un paso hacia ella, presionando mi cuerpo al suyo.
―Necesitas un mejor escondite.
―Ningún hombre ha estado aquí antes.
¡Y planeo asegurarme de que ningún otro lo haga jamás!

42
Kenzie
No importa lo tarde que es. Lo único que sé es que no quiero que mi tiempo
con Kane se termine. Reír, coquetear, besar, la forma en que sus ojos azules se
iluminan cuando me está mirando, es adictivo. Y juro que no me ha quitado los ojos
de encima. Incluso cuando estoy de espaldas a él, todavía lo puedo sentir
mirándome. Es sexy y protector, pero hay algo más detrás de la forma en que me
mira; es como si tuviese miedo de perder algo.
―Creo que es muy valiente lo que estás haciendo, comenzar tu propio negocio,
salir en la televisión, manejar tantos clientes ―dice.
―Entonces, ¿por qué estoy tan locamente asustada? ―Oh, Dios mío, ¿por qué
lo admití? Necesito incrementar mi filtro.
Coloca sus brazos a mi alrededor.
―Creo que eso es perfectamente normal. El tema es cómo lo manejas.
Simplemente, no le demuestres a tus clientes que estás asustada. No lo mostraste
esta mañana en la TV.
Lo olfateo y exhalo. No es que realmente tenga algún olor, pero su cuerpo es
cálido, y encajo perfectamente en el rincón de su costado, como si perteneciera allí.
―No es justo. No importa cuán lejos llegue una mujer en el mundo, n importa
cuánto feminismo hay, una chica siempre quiere que un hombre sea hombre.
Cuando nos sentimos pequeñas y asustadas, los brazos de un hombre siempre nos
hacen sentir mejor, protegidas. ¿Cómo hacen eso? Quiero decir, ¡ni siquiera te
conozco!
―¿Qué quieres saber? Te diré cualquier cosa.
―Hmm, sabes que tengo un terrible sentido de la orientación y que no soy una
persona mañanera. Cuéntame alguno de tus pequeños vicios, algún defecto. Más
allá del hecho de que eres fanático de los Cowboys.
―¿No es lo común que la gente trate de ocultar sus defectos en la primera cita?
―Solo los amateurs ―digo. Tengo la esperanza de que él no esté lleno de sí
mismo como para no poder pensar en nada.
Se muerde el labio inferior.
―Cristo, me podría tardar toda la vida tratando de enumerarlos todos.
―Al menos uno solo.
―Mi auto. No me gusta que nadie, excepto yo, lo conduzca. Ni siquiera dejo
43 que los empleados de los estacionamientos lo estacionen.
―¿Qué clase de auto usas?
―Un Porsche SUV.
―Elegante. ―Está bien, es un poco obsesivo con las cosas que ama. Puedo
lidiar con eso. Soy igual que él. Simplemente mira mis zapatos―. Cuéntame de tu
familia.
―Mi padre murió cuando yo era pequeño ―dice Kane―, y mi madre tenía
dos o tres trabajos para poder mantenernos. La primera vez que me presentó a
James, mi padrastro, me dijo que esto tenía que salir bien y tener mi mejor
comportamiento. Él era rico, y si bien había amado a mi padre, no se casaría de
nuevo por amor. Era extraño escucharla decir eso. Gracias a Dios, James es
grandioso, pero siempre supe que no quería arruinar las cosas para mi mamá. Así
que fui educado, bien portado, conseguí las mejores calificaciones.
―¿Cómo lo tomó Deacon?
―Lo odiaba.
―Apuesto que sí. Cómo diablos consiguió trabajo en la televisión, ¡no tengo ni
idea!
―La estación de TV es de su padre.
―¿Tu padrastro es dueño de una estación de televisión? ¡No lo sabía!
―Por más de treinta años ―dice―. Háblame de tu familia. Ya conocí a Tessa,
y mencionaste a Sawyer…
―Mi papá abandonó a mi mamá justo antes de que yo naciera. Solo lo he visto
un par de veces en toda mi vida. Mi padrastro está bien, supongo. Mi mamá y él se
casaron cuando yo tenía unos diez años. Tessa tenía doce en ese momento, y de
inmediato nos volvimos mejores amigas. Sawyer tenía unos cinco años.
―Sé que también perdiste a tu mamá cuando eran jóvenes.
―Cuando tenía quince ―digo―. Un atracador la mató, y nunca lo atraparon.
Tessa y Sawyer perdieron a su madre por cáncer de mama; fue duro para ellos.
Nadie debería perder a una mamá, y ellos perdieron dos. Y mi padrastro, Michael,
perdió a los dos amores de su vida. Cuando mi madre murió, recuerdo quedarme
despierta en la noche, preocupada de si sería enviada a una casa adoptiva porque
ellos no eran mi verdadera familia. Una parte de mí tenía miedo de que si era mala,
me enviarían lejos.
―¿Por qué pensarías eso?
―Michael nunca me lo dijo a la cara, pero lo escuché hablar con su abogado
44 pocas semanas después de que mi madre murió. Estaba preguntando si mi padre
me podía llevar. Creo que Michael estaba abrumado por el momento, siendo de
repente padre soltero tratando de criar a sus propios hijos, Tessa y Sawyer.
―¿Alguna vez viviste con tu padre biológico?
―No. ―Nunca debí dejar salir eso. Kane me da un pequeño apretón―. De
todos modos, no quería ser una carga o darle a Michael ninguna razón para echarme,
por lo que siempre me porté bien y di lo mejor de mí.
―Me suena familiar ―digo.
Seguimos hablando de cualquier cosa y todo, nuestros gustos y disgustos. En
algún lugar entre contarle a Kane que mi comida favorita es la china y balbucear
sobre el tiempo en el que Tessa y yo salíamos a escondidas de la casa de Michael y
no dirigíamos a la frontera de Texas-Arkansas sólo por decir que lo hicimos, nos
relajamos en mi cama. Mi cabeza se apoyó en su pecho duro y un pequeño bostezo
se me escapa. Trato de detenerlo. No quiero que la noche termine, pero sé que tiene
que hacerlo. Tengo trabajo en la mañana, y lo mismo ocurre con él.
―Debería irme ―dice―. Es tarde. ―Inclina mi cabeza elevando mi barbilla, y
me besa con ternura, separando sus labios, su lengua rodeando la mía. Este hombre
se toma su tiempo, no tiene prisa. Él no es, obviamente, del tipo de "follar y correr".
Mi cuerpo se relaja, y deslizo mi mano debajo de su camisa. Los músculos tibios de
su espalda ondulan bajo mis dedos, y mis piernas se abren ligeramente. Lo toma
como una invitación, una que sinceramente, no tenía la intención de enviar.
―Me puedo quedar ―susurra y llega debajo de mi camisa.
Rápidamente, me incorporo y aplano mi camisa.
―¡No hago esto! ¡Nos acabamos de conocer hoy! ¡No soy una chica que hace
esto, así!
―En realidad nos conocimos ayer ―dice, sonriendo―. Ya es más de
medianoche. ―Le doy mi mejor rodada de ojos mientras lo empujo a sus pies y lo
hago caminar hacia la puerta principal―. Hazme un favor ―dice―. Asegúrate de
cerrar la puerta después de que me vaya.
―Lo haré ―digo.
Pone mi cabello detrás de mis orejas y me da un beso largo y lento.
―Un favor más: deja a tu pequeño amigo en esa gaveta.
―¿Celoso?
―Absolutamente.

45
5
Kenzie
Como todos los demás, comienzo esta mañana haciendo tres llamadas: la
primera al director de un ensayo clínico de cáncer de mama, la segunda a un
especialista en Nueva York, y la tercera a una clínica en Suiza. Y como todos los
demás, cada llamada termina de la misma manera: rechazo. Ha sido la misma rutina
durante muchos meses.
Pero lo seguiré mañana por la mañana, y al día siguiente a ese. Seguiré
llamando hasta que alguien me dé la respuesta correcta. Renunciar no está en mi
ADN, y he visto demasiado de ello antes. Mi padre renunció a mi madre; Brandon
renunció a Tessa; mi padrastro y ex-novio no son mejores.
Me pongo mis audífonos y empiezo a coser. "Baby Got Back", de Sir Mix-a-Lot
46
empieza a sonar. Me encanta, pero sé que no tengo esa canción en mi iPod. Claro,
tengo "All About That Bass" de Meghan Trainor ―es mi canción― pero ¿qué pasa
con la que está sonando? Miro hacia abajo, viendo que una nueva lista de
reproducción ha sido creada. ¡Tessa! Son todas canciones sobre traseros:
"Bootylicious" de Destiny’s Child, "Back Dat Ass Up" de Juvenile, "Thong Song" de
Sisqo. Hay por lo menos veinte más. Me parto de risa. Sólo Tessa haría algo como
esto.
Así que sacudiendo mi trasero, comienzo el día. Vamos, culo, es el momento de
ponerse a trabajar.
Hay órdenes para procesar y más en camino. Siento que estoy tres meses
atrasada, pero la sonrisa en mi cara compensa el estrés. Puse mi mejor acento texano
para cantar "Honky Tonk Badonkadonk" de Trace Adkins. A pesar del peso en mis
hombros y la falta de sueño de anoche, siento que puedo correr un maratón. Un
chico sexy tiene una forma de sacar eso en una chica.
Mi piel se calienta pensando en Kane, cómo hablamos y hablamos, cómo su
cuerpo se sintió cuando me acercó, lo sexy que es. No sé a dónde va esto, o lo que
Kane tiene en mente, pero todo el asunto fue excesivamente sexy: apareciendo en mi
casa después del trabajo, apoyándome en mi mesa de trabajo, y besándome como si
nunca pudiera conseguir otra oportunidad.
Dejo que mis dedos se deslicen a través de la mesa de trabajo. ¿Alguna vez lo
miraré igual? ¿Tal vez debería haber dejado que se saliera con la suya conmigo?
Niego con mi cabeza a mí misma. Este no es el momento adecuado para ponerse
serios o tener alguna aventura al azar. ¿Va Kane ―después de una semana o dos―
siquiera querer seguir tratando con mi drama? Él es un abogado exitoso, apuesto
que puede conseguir a cualquier chica que quiera.
Pero por alguna razón, parece realmente interesado en mí. Tengo que darle
una oportunidad a esto. Realmente no tengo opción en el asunto. Todo lo que puedo
pensar es en la forma en que pasaba su dedo por su labio inferior. La imagen
repitiéndose en mi mente, me hace coser más rápidamente que nunca, mis manos
tratando de seguir el ritmo de mi corazón.
―¿Kenzie? ―grita Tessa, tirando de uno de mis audífonos―. ¿Te gustan mis
selecciones de música? ―Niego con mi cabeza riendo―. Siento llegar tarde ―dice.
Saco el otro auricular y observo a mi hermanastra, que parece más frágil que
nunca, como si hubiera perdido cinco kilos durante la noche.
―¿Qué ocurre? ¿Dónde está Zoe?
―La dejé con papá. Solo estoy cansada.
47 ―Entonces vete a casa y descansa. ¿Por qué has venido?
―Necesitas mi ayuda ―dice Tessa, comenzando a empaquetar algunos
artículos para enviar―. Esto me ayuda a mantenerme ocupada. No voy a sentarme
y esperar a morir.
―Sabes que odio cuando hablas así.
Tessa exhala.
―¿Has oído de Kane de nuevo?
―En realidad, vino anoche.
―¿Echaste un polvo?
―No ―le digo, riendo―. Pero estuvo aquí hasta muy tarde.
―¿Y no conseguiste nada?
―Lo intentó, pero no.
―Estoy tan celosa.
―Hablamos, también ―digo―. Ya sabes ¿esas conversaciones que duran y
duran, y nadie quiere que terminen?
―Me acuerdo de esas ―dice Tessa melancólicamente―. Estás enamorándote
de él. Esta por toda tu cara.
―¡Lo sé! ¡Es ridículo! Es decir, ¡acabo de conocer al hombre!
―Estoy feliz por ti. Esto es justo lo que necesita tu corazón.
―Espero que sí ―digo―, pero no quiero que se rompa.
―Eso siempre es el riesgo. O bien consigues para siempre el amor de tu vida,
o tu corazón se destroza. ―El teléfono suena, y Tessa contesta luego cubre el
receptor―. ¿Adivina quién?
¡Él llamó! Agarro el teléfono y ahuyento a Tessa.
―Hola, Kane. Estoy un poco ocupada, pero probablemente puedo almorzar.
―Tessa empieza a rebotar arriba y abajo, asintiendo―. ¿Tu oficina? ―Camino a la
puerta principal y miro hacia afuera―. ¿Enviaste un auto por mí? ¡Mi sentido de
orientación no es tan malo!
―¡Sí, lo es! ―grita Tessa.
Miro hacia abajo a mis vaqueros cortos y camiseta sin hombros. Hago un medio
giro y miro mi trasero. Parece que se contiene a sí mismo, por ahora.
―Kane, no estoy realmente vestida para tu oficina. He estado cosiendo toda la
mañana. ―Escucho unos momentos más, notando que la única cosa decente de mi
48 atuendo son mis zapatillas de ballet azul cobalto de Tieks―. De acuerdo. Estoy
saliendo por la puerta ahora. ―Cuelgo y agarro mi bolso.
―Tienes que decirme qué te dijo para convencerte ―dice Tessa.
―Dijo: “Cada minuto que pasas cambiándote de ropa es un minuto menos que
consigo verte".

Jugueteando con la correa de mi bolso, entro en el vestíbulo de la firma,


mirando alrededor a los muebles y escalera de caracol, y a todos los abogados que
van y vienen, maletines de cuero en la mano, el sonido de mocasines y stilettos
resonando en el suelo de mármol.
Tan pronto como me siento, una mujer mayor con el cabello rojo ardiente viene
girando la esquina. Está vestida de punta en blanco y me ofrece una enorme sonrisa.
―¿Kenzie Scott? ―Me pongo de pie y doy un pequeño saludo―. Soy la
secretaria del Sr. Hunter, Mona. Dijo que debería enviarla directamente.
―¿Está ocupado? ―pregunto―. Quiero decir, puedo esperar aquí.
―No, cariño. No vas a esperar en el vestíbulo. El Sr. Hunter dejó en claro que
no debes ser puesta en espera. Te llevaré a su oficina. Está terminando una
conferencia telefónica.
Mona me conduce a través de un laberinto de pasillos, y siento algunas cejas
levantadas a lo largo del camino. Francamente no culpo a nadie por ello. Mi atuendo
es más apropiado para un picnic o un paseo por la playa, no la oficina de un socio
en el bufete. ¡Cinco minutos para cambiarme de ropa no me habrían matado! El auto
que Kane envió habría esperado.
Llegamos a una parada al final de un pasillo fuera de las puertas dobles de
madera. Mona golpea y los abre suavemente, haciéndome un gesto para que ingrese.
Me asomo y encuentro a Kane al teléfono en su escritorio, de espaldas a la puerta,
frente a las ventanas de piso a techo que muestran la ciudad de Dallas. Se gira y me
saluda con la mano luego sostiene un dedo de disculpa que necesita un minuto.
Suavemente cierro la puerta. Su oficina es tan grande como mi apartamento e
impresionante por todas partes. Hay pisos de madera y alfombras orientales,
enormes ventanas a lo largo de dos paredes, estanterías con diplomas y premios, un
sofá y una mesa de café. Ciertamente parece el lugar ideal para sostener reuniones
con clientes y sesiones de estrategia.
49
Hay un nuevo ordenador brillante entre pilas de papeles y archivos y libretas
amarillas repartidas por todo su escritorio. Parece un interminable flujo de trabajo.
Extrañamente, no hay ni una sola foto familiar o souvenir o recuerdo en cualquier
lugar a la vista.
Me pregunto si eso tiene algo que ver con su divorcio. Tal vez su ex quemó
todo, o lo llevó a la tintorería o… Sacudiendo mi cabeza, empujo su divorcio fuera
de mi mente. Prefiero centrarme en su sexy, imponente voz.
Su intensidad, su franqueza, es sorprendente, recordándome a mi ex novio y
enviando unos desagradables escalofríos por mi espina dorsal. Los escalofríos
rápidamente se convierten en un cosquilleo agradable cuando Kane me da un
pequeño guiño y extiende su mano para que vaya a él. Me acerco y tomo su mano.
Me da un beso tranquilo en la mejilla y rápidamente termina la llamada.
Sus dedos se deslizan por mi cuello y debajo de la correa de mi sujetador negro
asomándose de mi camiseta.
―¿Es este uno de tus diseños?
―Por supuesto ―digo―. Pruebo todos mis diseños primero.
―¿Los corsés? ―pregunta―. ¿Esas esposas?
―Todos ellos ―digo, y sale sin aliento y necesitado.
―Cristo ―gime.
Sus labios encuentran ese lugar perfecto en mi cuello, el que encontró anoche,
el que hace que mi ropa interior se empape. Su mano enrolla mi cola de caballo,
tirándolo ligeramente hacia atrás. Todo lo que puedo hacer es gemir mientras su
lengua trabaja la delicada carne de mi cuello. Eso es todo lo que necesita para
conseguir que mis piernas se aprieten juntas, mi corazón se acelere. El hombre
apenas me toca, sus manos ni siquiera están vagando, y ya estoy jadeando. ¿Por qué
prometí dejar mi vibrador en el cajón?
―¿Sr. Hunter? ―dice Mona por el altavoz―. El almuerzo está aquí.
Kane me da una sonrisa torcida y luego desaparece por un momento,
volviendo con unas cuantas bolsas y pateando la puerta para cerrarla. Pone las
bolsas en la mesa.
―Dijiste que te gustaba la comida china, así que pedí un par de cosas
diferentes. Espero haber conseguido algo que te guste.
―Desafortunadamente, como casi cualquier cosa.
―Eso es algo bueno ―dice y saca unos palillos y un par de cajas de cartón.
―¡Dile eso a mi culo! ―Santa mierda, eso no acaba de salir de mi boca. Tengo
50
que recordar que no estoy hablando con Tessa. Claramente, mi cerebro todavía no
funciona después de ese beso.
Se congela. Sus ojos se bloquean con los míos y su voz se endurece.
―No deberías hablar de ti misma de esa manera.
―Cada chica tiene un "día gordo” de vez en cuando.
―Dijiste lo mismo en tu entrevista.
Me olvide de eso. Supongo que lo hice.
―Bueno, es normal para una chica sentirse…
―No debería serlo ―dice rápidamente.
―¿Cómo lo sabes tú? ―bromeo, tratando de aligerar su estado de ánimo.
―No dejarías que nadie te hablara así, por lo que no deberías hablar de ti
misma así.
Es un buen abogado y tiene un buen punto.
―Tienes razón.
―Por favor, dite a ti misma cosas buenas ―dice, dando un paso más cerca de
mí―. Recuérdate esa risita sexy tuya, tus hermosos ojos marrones…
―Por favor, para ―ruego.
―¡Pero no he terminado! ¡Estaba guardando lo mejor para el final! ―Kane
ahueca mi culo con las dos manos y me tira hacia él―. Esto es todo en lo que he
estado pensando. ―Bajo mi cara a su hombro―. Y lo amaré aún más cuando este
encima de mí.
―¡Oh, Dios mío! ―grito.
―Sólo estoy siendo honesto ―dice, sonriendo abiertamente―. Pensé que eso
es lo que querías.
―¡Esta cosa de la honestidad puede ir demasiado lejos!
Se ríe entre dientes mientras saca el resto de las cajas de cartón y termina de
acomodar nuestro almuerzo. Es raro conseguir un periodo de cumplidos, pero
aceptarlos de un hombre que es un dios del sexo andante vivo y respirando, es aún
más difícil. Me tomará algún tiempo acostumbrarme. Se sienta, me tira a su regazo,
y me da de comer un bocado. Agarro un par de palillos y le devuelvo el favor.
―Así que esta noche ―dice―, tenía la esperanza de que pudiera llevarte a una
buena cena o… ―Con mi boca llena, niego con mi cabeza un poco y luego veo sus
labios fruncirse. ¡Está decepcionado ante la idea de no verme! No debería, pero me
51 hace tan condenadamente feliz, incluso más feliz que un par de zapatos nuevos―.
¿A menos que tengas planes?
Ansiosa de explicar, rápidamente mastico y trago.
―Se supone que debo ir a cabalgar después del trabajo, y rara vez voy a montar
ya. Así que…
―¿Estaría bien si nos encontramos ahí? ―ofrece Kane―. Podemos hacer algo
después.
Mi corazón da un vuelco, y una sonrisa cubre mi rostro. Está interesado en todo
de mí, no sólo sus propios deseos y necesidades. Ni siquiera preguntó dónde está el
establo, y tengo la sensación de que no le importa cuán lejos está. Creo que sólo
quiere estar dondequiera que esté. Le digo dónde encontrar los establos y que sólo
puede aparecer siempre que haya terminado de trabajar, lo que, a partir de las pilas
de carpetas y papeles en su escritorio, probablemente no será dentro de poco.
―Sr. Hunter ―dice Mona sobre el altavoz―, su llamada de la una en punto
está en la línea.
Kane mira su reloj y deja escapar un suspiro. Acaricia mis caderas, y nos
levantamos. Caminando hacia su escritorio, golpea un botón en su teléfono.
―Mona, ella esta adelantada veinte minutos. Por favor, dile que la llamaré de
nuevo en…
Niego con mi cabeza y articulo:
―No, te veré más tarde.
―¿Estás segura? ―articula de vuelta, y yo asiento―. Mona, borra eso. Tomaré
la llamada ahora. ¿Está el coche enfrente para Kenzie?
―Sí, señor.
Kane llega hacia mí.
―Te acompañaré abajo.
―Está bien ―digo―. Estoy contenta de que conseguí verte un ratito. Toma tu
llamada. También tengo trabajo que hacer.
Kane me acompaña a la puerta y me da un azote juguetón en mi trasero.
―Esta noche.

52
6
Kane
Estoy tarde para salir de la oficina, alrededor de una hora más tarde de lo
previsto. Parece que mis días se están volviendo más y más largos. Es exactamente
lo opuesto de lo que he estado esperando que pase, y por mi vida, no puedo entender
por qué lo estoy haciendo. Durante mucho tiempo, lo hice para proporcionar a mi
ex esposa un cierto estilo de vida, y luego para evitar la tristeza y la pérdida de mi
matrimonio.
Pero en este punto, no hay una buena razón del porqué trabajo tanto. Seguro,
el negocio es bueno, pero no me mataría trabajar una o dos horas facturables menos
al día. Mis clientes todavía estarían bien representados, y estoy seguro que me las
arreglaría para sobrevivir muy bien en mis quinientos dólares de tarifa por hora. Sí,
53 sé que la tarifa es obscena, pero es lo que todas las firmas similares a la mía cobran
en el mercado de Dallas. Y soy afortunado de que tengo una larga lista de clientes
listos, dispuestos, y capaces de pagarlo.
Me detengo en los establos. Si me perdí a Kenzie, voy a estar tan enojado
conmigo mismo. Ya era lo suficientemente malo que mi ex esposa interrumpió el
almuerzo con ella hoy. Me puso enfermo que Lily, mi antigua vida, estaba
estrellándose en mi nueva, la que estoy empezando. Camino rápidamente a la pista
de equitación y veo en la distancia a un grupo de mujeres cabalgando en sus usuales
trajes ecuestres, sus caballos sujetados en un tradicional estilo de montar inglés.
Cada mujer parece estar lista para tomar el té con la reina, pero hay una que
destaca. Su pantalón de equitación es tan apretado que parece pintado. Su cabello
suelto debajo de su casco vuela alrededor mientras sale disparada alrededor de la
pista, volando sobre cada obstáculo, apareciendo por un momento suspendida en el
aire. Kenzie es genial montando a caballo. Se ve valiente y libre, cruda y desinhibida,
como una completa niña salvaje. Esas otras mujeres no tienen nada de Kenzie.
Después de algunos saltos finales, Kenzie lleva a su caballo en un trote lento,
luego se inclina hacia adelante y acaricia al caballo varias veces antes de envolver
sus brazos alrededor de su cuello en un pequeño agradecimiento. Cuando ella
levanta la cabeza, sus ojos me encuentran contra la cerca. Se quita el casco, me
destella una sonrisa, y galopa hacia mí. ¿Alguna vez has visto a una mujer y sabes
lo afortunado que eres?
Paso la cerca para plantar un pequeño beso en sus labios:
―Ponte de nuevo el casco ―digo.
―Relájate ―dice y salta hacia abajo. Saca al caballo de la pista, y la sigo detrás,
alcanzándolos en un parche de pasto―. Su nombre es Mystic. Le queda, creo, con
su color gris. Ella es un caballo árabe.
Kenzie se agacha y se mueve nerviosamente con sus botas de montar, sin dejar
de hablar sobre el caballo. Pero no estoy escuchando. ¿Cómo podría escuchar una
palabra saliendo de su boca con ese pantalón resaltando cada una de sus curvas? En
cambio, la estoy imaginando usando nada más que las botas y empuñando una
fusta. No estoy en toda la cosa sadomasoquista ―nunca podría golpear a una mujer,
aun si una quisiera que lo hiciera― pero podríamos pasar un buen rato con ella en
ese pequeño traje pervertido. Esa sería una buena idea para una futura línea de
lencería. Maldición, se vería increíble.
―¿Kane?
―¿Mmm?
54
Ella chasquea los dedos:
―¿Estás mirando fijamente mi culo?
―Me atrapaste.
―Bueno, detente.
―Bueno, deja de contonearte delante de mí.
―No me estoy contoneando. Lo hace por su cuenta.
―¿Tu culo tiene mente propia ahora?
―¡Sí! ¡Ahora deja de mirarme! Admira a Mystic en su lugar.
Me río entre dientes:
―¿Es tuya?
―No, pertenece a mi padrastro. Le encanta montar tanto como a mí. A Tessa y
Sawyer nunca les gustó montar. Es lo único que Michael y yo realmente tenemos en
común.
―Yo solía montar―digo―. Mis abuelos tenían caballos, pero nunca tuve
lecciones o algo así.
―Tendré que llevarte de nuevo a la silla ―dice coquetamente y toma mi mano.
―Lo siento por llegar tarde. ―He estado diciendo eso durante años. Es algo
que solía decirle a Lily todo el tiempo, y no me gusta estar diciéndolo ahora. Tengo
que tratar esta relación de manera diferente.
―Me alegra que hayas venido ―dice Kenzie.
―No llegaré tarde de nuevo ―digo y envuelvo mis brazos alrededor de su
cintura.
Ella me empuja suavemente:
―No, huelo como un caballo.
La atraigo de nuevo. Esta chica es una experta en menospreciarse:
―Si tengo que esperar hasta que creas que te ves y hueles perfecta, estaré
esperando para siempre.
―¡Eso no es verdad! ―dice y hace un mohín con su labio.
―¿De verdad? Estabas avergonzada el día que nos conocimos porque tenías
ropa de entrenamiento.
―¡Tú estabas en un traje costoso!
―No parabas de moverte en tu apartamento la otra noche porque estabas en
55
tu pijama.
―¡Estabas tratando de quitarme la ropa!
―No creías que estabas vestida para mi oficina.
―¡No lo estaba!
―Y ahora hueles a caballo.
―Es sólo porque tú…
Doy un paso más cerca:
―¿Sí?
―Porque tienes esos ojos que son tan hermosos. ―Pasa los dedos por mi cara,
una ligera barba incipiente en mi barbilla―. Y ese grueso cabello negro. Y tus brazos
me hacen sentir tan segura, y estás construido como un maldito modelo.
Estallo en carcajadas:
―No seas ridícula.
―¿Ves? Es extraño ser elogiado, ¿verdad?
―No es eso ―digo―. Es sólo que estás tan lejos de mi liga. No tienes idea.
―Ella pone los ojos en blanco―. Está bien, eso es todo. Vamos a volver a tu casa.
Puedes arreglarte el cabello y maquillaje y ponerte lo que sea que te haga sentir bien
contigo misma. Luego vamos a ir a cenar.

Tal vez no fue una buena idea. He estado esperando durante una hora por ella,
solo inclinado sobre su mesa y hojeando sus bocetos. Una hora no es realmente tanto
para una mujer para pasar alistándose, considerando cuánto tiempo solía tomar Lily.
Eran horas y horas. Me volvía loco.
La secadora de cabello se apagó al menos hace diez minutos; tal vez debería
revisar a Kenzie. Ella es tan condenadamente hermosa, ¿qué podría tomar tanto
tiempo? Camino a su apartamento en la parte posterior. Apoyándome en el marco
de la puerta, puedo ver directo en su pequeño baño. Ella pasa sus dedos por su
cabello largo y luego mete la mano en su botiquín por un pequeño paquete de
píldoras. No debería estar espiando, y sé que las píldoras de control de natalidad no
significan que vamos a tener sexo esta noche, pero un hombre puede tener
esperanzas.

56 Ella se inclina un poco más, su vestido negro subiendo lo suficiente para


molestar la mierda de mí. ¿Qué está usando debajo? ¿Una tanga? ¿Hilo dental? ¿A
la cadera? ¿Bikinis? ¿Bóxers? Dos días saliendo con una diseñadora de lencería, y ya
tengo la jerga. Se da la vuelta y me atrapa mirando, y me encuentro con ella en la
puerta del baño.
―Sólo necesito ponerme un poco de maquillaje .dice.
Una larga y lenta mirada arriba y debajo de su cuerpo normalmente hace
sonrojar su piel pálida. ¡Jodidamente me encanta eso!
―Te ves preciosa ―digo y la jalo cerca―. Y también hueles bien.
Exhala y me agradece, viéndose como si el peso del mundo se acabara de
levantar de ella. Alcanzando su labial dice:
―Entonces, ¿a dónde vamos?
Pero no contesto. En su lugar, tomo su mano y la dirijo hacia la puerta:
―Espera, no estoy lista.
―No necesitas ninguna de esas cosas.
Ella suelta mi mano, agarrando su bolsa de maquillaje:
―Sólo un poco de labial.
Detengo su mano:
―Ninguna compañía cosmética puede hacer un tono mejor que tu color
natural ―digo.
―Eres imposible ―dice, sonriendo.
Paso mi pulgar sobre su labio inferior, mis ojos siguiendo el camino que hice:
―Tus labios son esta perfecta clase de color rojo caramelo, como si acabaras de
comer una fresa. ―Me agacho y la beso suavemente.
Sus ojos se posan en mis labios mientras me alejo. Puedo ver su latido a través
del vestido, sentir sus piernas debilitarse junto a mí, y se ruboriza. Esa es una de las
cosas más adictivas sobre ella. Tan pronto como la toco, su piel se calienta y su
respiración cambia. Es muy fácil de leer. La mayoría de las personas lo son; sólo se
requiere que prestes un poco más de atención.
Paso suavemente los dedos por la curva de su cara, y sus ojos se cierran ante
mi toque. Sería tan fácil perderse en este sentimiento, perderse en ella. La jalo más
cerca, y sus ojos brillan abiertos, sin duda sintiendo mi polla dura como la roca
clavándose.
―Me encanta cómo tus ojos se superponen con marrones y dorados.
Pasando los dedos a lo largo de sus brazos, siento mi corazón golpear
57
salvajemente en mi pecho. Y una parte de mí se siente sorprendido, de estarme
sintiendo de esta forma de nuevo, en un punto de inflexión en mi vida, en un
momento en que menos lo esperaba.
Vuelvo su cara al espejo y apoyo mi mejilla junto a la suya. Mantengo sus ojos
en el espejo:
―Eres tú a la que quiero, a la verdadera tú.
7
Kenzie
Desde que Tessa y yo nos conocimos, el domingo ha sido nuestro día juntas.
Lo llamamos “Domingo de Hermanas”. Incluso cuando estábamos en la universidad
o yo estaba en Europa, pasábamos los domingos al teléfono o hablando por Skype.
Nada se interponía; ni el trabajo, ni limpiar la casa, ni los chicos. Eso todavía es
cierto.
El hecho de que haya estado viendo a Kane unas cuantas semanas no importa,
y el hecho que Tessa esté enferma tampoco importa. El domingo es mi día con mi
hermanastra. Hacemos lo que sea que Tessa quiera, lo que por lo general no es
mucho, tal vez sólo almorzar y chismear. Pero hoy, Tessa está extrañamente feliz e
insiste en que salgamos de compras.
58
―Vamos a celebrar ―dice Tessa, estirando la mano para abrir la puerta de la
tienda.
Agarro la puerta.
―¿Buenas noticias del doctor?
―No, ¡por tu nuevo chico juguete! ¡Necesitas ropa nueva para las citas
ardientes!
―Esperaba que compráramos para ti ―gruño―. Sabes que odio comprar para
mí.
―Jamás he entendido eso ―dice Tessa―. Eres una diseñadora. ¡No puedes
odiar comprar!
―Las cosas simplemente no me quedan bien. ¿Podemos al menos comprar
zapatos?
―Ropa primero ―dice Tessa―. Después podemos ver algunas botas en Frye.
Te compraré un par.
―Tessa, no tienes que hacerlo. ¡Cuestan como quinientos dólares!
―Voy a comprarlas para mi hermanita.
―¡Son demasiado! ―grito, pero Tessa me ignora y toma un par de jeans de
diseñador―. Jeans no. Esos son los peores. Por cierto, ¿quién cuida a Zoe?
―Está en el parque con papá ―dice, agarrando un par más―. Así que
cuéntame algo jugoso de Kane.
Siento mis mejillas sonrojarse mientras la pongo al día con las últimas semanas.
Es demasiado pronto para sentir tantas cosas por Kane, demasiado pronto para que
mi corazón se comprometa. Pero parece que no puedo evitarlo. Ningún hombre me
ha hablado de la forma en que él lo hace. Ningún hombre jamás me ha mirado como
él. Y estoy segura que ningún hombre, jamás ha amado a mi verdadero yo; la
imperfecta, con el trasero grande, gruñona en la mañana, obsesionada con los
zapatos, y con mal sentido de orientación; yo.
Pero por alguna razón, a Kane parece gustarle todo eso; o al menos no se ha
espantado. Eso dice mucho. Aun así, es un tipo, y me han engañado muchas veces.
Sigo hablando mientras caminamos por el largo pasillo hacia un vestidor al final,
entrando juntas.
―Deberías ver tu rostro ahora mismo ―dice Tessa―. Te ves peor que cuando
el doctor me dijo que tenía cáncer.
59 ―Claro que no.
―Te ves muerta de miedo. Así no eres tú, Kenz. Jamás has estado asustada de
nada.
―Supongo que, no quiero empezar a contar con Kane ―digo.
―No tienes que contar con él ahora. Sólo estar abierta a lo que sea que pueda
pasar.
Sé que Tessa tiene razón. Sé que Kane es un buen hombre que se merece el
beneficio de la duda. Puede que merezca la pena, si me puedo liberar de todo.
―Sólo estoy indecisa. De verdad me gusta, pero muchos…
―No lo compares con el resto.
Exhalo y me pongo el primer par de jeans, subiendo el cierre y cerrando el
botón antes de verme en el espejo. Me muero un poco por dentro cada vez que me
pongo jean.
―Esos se ven geniales ―dice Tessa―. Te quedan perfectos.
―Excepto en la cintura.
―Debe ser terrible tener una cintura tan pequeña.
―¡Lo es cuando tienes un gran culo! Son como cualquier otro par de jeans. Si
encajan mi trasero y mis muslos, son muy grandes en la cintura.
―Eso es lo que se llama “problemas de chicas con culo grande” ―dice.
―¿Problemas de chicas con culo grande? ―Me río y luego me pruebo una camisa
que Tessa eligió―. Hablando de problemas, voy a hablar de nuevo con ese
especialista en Chicago mañana.
Su frustración está escrita en todo su rostro.
―¿Qué te dijo el especialista la última vez?
―No cree que pueda ayudar, pero sé que puedo hacer que cambie de opinión.
Y si sigue rechazándome, siempre hay una prueba clínica en Houston donde…
―¿No te dijeron que no soy candidata?
―Sí, pero podríamos ir a Suiz…
―Kenzie, no quiero pasar el tiempo que me queda persiguiendo caminos sin
salida, llevando a Zoe de aquí para allá a todos lados; por todo el mundo.
―Bien. Europa no, pero voy a seguir intentándolo. De hecho acabo de leer este
artículo que…
Tessa se cubre los oídos.
―¡No vamos a hablar más de esto! ¡Estoy sacando el rango de hermana mayor
60
aquí! Y vamos a hablar de ti y de Kane. Tienes que dejar de pensar en que todos los
hombres van a dejarte.
―Todos lo hacen.
―Hasta el que no lo haga ―dice Tessa―. No estés tan asustada en perderlo,
que te pierdas el amarlo.
―¿Pero y si me permito amarlo con todo lo que tengo y aun así se va?
―Amar a alguien jamás es un error ―dice Tessa―. Una de las partes más
hermosas de amar a alguien es por cómo te cambia; no cómo los cambias a ellos.

Zoe se ríe mientras muevo las manos frenéticamente frente a mi rostro.


Aparentemente cree que es gracioso que esté a punto de morir en el proceso de
cambiarla. Para una niña tan pequeñita, Zoe hace popo como una campeona.
Aseguro el pañal, la levanto y beso su barriguita.
―Kane está por venir ―le digo, y deja salir un fuerte chillido.
Kane no lo sabe todavía, pero tengo que cuidar a Zoe esta noche. Nuestro plan
para esta noche, ordenar a domicilio mientras me pongo al día con mi trabajo, lo cual
no era una cita ideal para empezar, sólo se puso peor. Espero que esté de acuerdo
con el cambio. Siempre es bueno con Zoe pero se irá de la ciudad en unos días, y la
última cosa que puede querer es ayudarme a cuidarla esta noche. Debemos tener
una seria conversación. Sé que es el momento. Si nuestra relación avanza más, tiene
que saber lo que se viene. Es lo justo.
Pero lo primero es lo primero. Necesito alimentar a Zoe antes que Kane venga,
así que la pongo en su corral y pongo algo de música.
―¿Bien, qué vamos a comer? ―le pregunto y luego veo mi pantalón de yoga
y camiseta. Aparte de conseguirle algo de comida, debo cambiarme y probablemente
hacer algo con mi cabello, el cual parece vivir en una cola de caballo o en un moño
desordenado. Soy la chica del poster desordenadamente sexy últimamente.
Zoe está empezando a hacer puchero. No le gusta que la suelten. Tessa casi
nunca baja a Zoe, así que tiende a molestarse cuando no la cargan. Las lágrimas de
cocodrilo ya vienen. Sé que no voy a conseguir hacer nada si Zoe se pone como loca,
así que tomo una rápida decisión y hago lo que cualquier buena tía haría.
Comienzo a moverme con la música, moviendo los brazos y sacudiendo las
caderas, haciendo mi mejor “Dougie” y “Stanky Legg”, exagerándolo para Zoe. Ella
61 gorgotea y se ríe conmigo; o tal vez de mí. No estoy segura de cuál y tampoco me
importa. Mis encantos están funcionando. Zoe aparta sus ojos de mí y deja salir otra
sonrisa, esta vez más grande.
Sigo sus ojos y veo a Kane mirándome desde la puerta, con una pequeña
sonrisa formándose en sus labios. Otro día, en otro momento podría haberme
derretido de la vergüenza, porque la verdad es que soy una terrible bailarina. Pero
esta noche no me importa. Subo un poco el nivel y hago el “The Whip” y el “Nae”.
Kane estalla en carcajadas, sin duda ya acostumbrado a que, en este momento, actúe
como una tonta.
No se desencanta por mis movimientos de baile/convulsiones. En cambio,
levanta a Zoe y procede a hacer el “Gangnam Style” con ella. Dios, es el mejor, y por
supuesto, de verdad sabe moverse. Incluso hace que ese bailecito se vea sexy, incluso
más sosteniendo a la pequeña Zoe. Tengo una cosa por un chico bailando con una
niña, o un padre bailando con su hija. Hay algo en ello que es muy dulce, muy
conmovedor. Siempre me derrite el corazón. Tal vez sea porque nunca tuve ese
momento con mi propio padre.
Aun así, estoy dispuesta a tomarle el pelo a Kane. Lo golpeo con mi trasero.
―Sal de mi pista de baile ―digo―. Bailo sola.
Envuelve su brazo libre a mi alrededor.
―Jamás bailarás sola de nuevo.
Ahora mi corazón es un charco en el piso. Me acerca más a él, como si no
pudiera tener suficiente de mí. Una cosa que he aprendido sobre Kane, es que va
con todo lo que tiene. Por supuesto, eso significa que es un adicto al trabajo, pero es
más que eso. Cuando me sostiene, me aprieta con fuerza justo antes de soltarme.
Cuando me besa, siempre es por un poco más de tiempo, más profundo de lo que
estoy esperando. Incluso cuando me mira, sus ojos azules jamás titubean.
Su lengua encuentra la mía, y un gemido se me escapa. Mi cuerpo se eleva. No
puedo controlarlo. Zoe me golpea juguetonamente en la mejilla, y Kane se aparta
ligeramente. Mi pequeña sobrina es como un buen método de planificación. Alza su
mano una vez más, y la atrapo esta vez. Beso su mano, la recibo de Kane, y apago la
música.
―Zoe tiene un resfriado ―digo y limpio su nariz con un pañuelo.
Kane frota la cabeza calva de la bebé.
―Se ve bien.
―Sí, pero Tessa no puede… ―Me detengo y cierro los ojos con fuerza―. El
sistema inmunológico de Tessa está muy débil, así que… ―Mis ojos van a los suyos.
No lloraré. ¡Contrólate!―. Necesito uno de esos abrazos especiales masculinos ahora.
62 Kane me lleva a sus brazos.
―Estoy aquí ―dice y acaricia mi cabello.
―Como sea, Tessa no puede estar cerca de ella ahora, así que tengo que
cuidarla esta noche ―digo, abriendo los ojos―. Voy a tener que posponer mis citas
por Skype y cancelar lo de salir por comida para llevar. Lo siento. La familia es
primero. También tengo mucho trabajo que hacer.
Kane toma a Zoe y le limpia la nariz.
―Tú trabaja; o haz lo que sea que necesites. Pasaré el rato con Hoyuelos. ―Zoe
reacciona a las noticias metiéndose el dedo de Kane a la boca y comenzando a
roerlo―. Debería llamarte mordelona.
―No puedo pedirte que hagas eso ―digo.
―Está bien ―dice Kane, encontrando un juguete y dándoselo a Zoe para
morder. Entonces besa la cima de mi cabeza―. Tú trabaja. Hoyuelo y yo haremos la
cena.
―Has trabajado todo el día ―comento―. No tienes que hacerlo.
―Ve a trabajar así puede tenerte para mí cuando Hoyuelos vaya a dormir
―responde, sonriendo.
Me gusta su forma de pensar y, de repente, estoy ansiosa por acabar mi trabajo
rápidamente. Dirigiéndome a mi zona de trabajo, me giro, viendo a Kane
rebuscando en mi pequeña cocina, buscando una cosa y otra, todo con Zoe sobre su
cadera.
Kane abre los armarios de mi cocina.
―Nosotros nos encargamos, ¿no es así? ―le pregunta a Zoe. La bebé le da una
mirada en blanco, luego le pega en la cabeza con el sonajero.
Parece no tener ni idea de lo que está haciendo, pero aprecio el esfuerzo, que
sea flexible, que se preocupe por mí. Espero que se preocupe lo suficiente por mí
como para quedarse después de escuchar lo que viene.

Golpeando la mesa con el bolígrafo miro el reloj, mi mente vaga al dulce


hombre excitante en la habitación de al lado. Mi siguiente cita de Skype puede
esperar. Camino por el pasillo de puntillas y me apoyo contra la puerta de mi
apartamento. Oh Dios mío, desearía tener una cámara.
63 Kane tiene a Zoe sobre la mesa frente a él y se están dando de comer
panqueques el uno al otro. Bueno, Kane está dándole de comer a Zoe; y Zoe le está
frotando sirope de arce y panqueque aplastado por todo su rostro. Ella se inclina
hacia adelante, con la boca abierta y aterriza en su mejilla, su intento de beso. ¡Mi
sobrina se está enamorando de mi hombre a lo grande! Es el intercambio más dulce
que he visto nunca. Si Kane echa a correr, sé que Zoe lo echará de menos.
Me sonríe con sus magníficos ojos azules y congelo ese momento en mi mente,
este momento perfecto de felicidad.
―Hicimos panqueques ―comenta con cierto sentido de orgullo.
―Vamos a limpiarlos. ―Entro en la cocina, tomo a Zoe y la limpio, luego veo
a Kane sacarse trozos de panqueque del cabello, pongo a Zoe en el corral y me subo
al mostrador para estar al nivel de sus ojos―. Permíteme ―le pido.
Mueve las manos hacia mis caderas, instándome a que me mueva en el
mostrador, hasta que lo rodeo con las piernas. Ha pasado una eternidad desde que
he tenido a un hombre entre las piernas y se me tensan los músculos. Claramente,
mi cuerpo sabe lo que quiere, desearía que mi cabeza y corazón estuvieran igual de
seguros. Pone suavemente los labios sobre los míos y el sabor dulce del sirope me
toca la lengua.
―Necesito saber cómo sabes ―dice.
¡Vaya, eso es directo! Supongo que la mayoría de los abogados lo son, pero no
creo que jamás me acostumbraré a que me hable de ese modo. Aun así, me gustan
sus ideas. Pero Zoe está aquí, muy despierta, y mi trabajo está esperando.
―Tengo unos cuantos clientes más. Lo siento mucho. Sé que tienes…
―Esperaré.
―¿Esperarás? Um, puede que me lleve un tiempo y…
―Tengo a Hoyuelos para que me haga compañía.
No puedo creer a este tipo. No está interesado únicamente en el sexo. Es feliz
con sólo estar conmigo. Alza a Zoe y me sigue a la zona de trabajo. La bebé parece
agotada, tiene la mirada vidriosa, como si los panqueques fueran algún tipo de
sedante. La sostiene contra el pecho y la balancea ligeramente por la habitación,
mientras hablo con algunos clientes.
No pasa mucho hasta que levanto la mirada del ordenador y encuentro a Kane
estirado en el sofá, con Zoe aparentemente dormida sobre su pecho. Ni siquiera
puedo recordar un momento en que su padre, Brandon, la sostuviese. Es dulce lo
que Kane está haciendo por ella, por mí. ¿Tal vez Zoe se está acercando mucho
demasiado rápido? ¿Tal vez yo también?
64
Termino con mis citas y se la quito de los brazos. Es mi turno para sentir el
pecho de él, para estar en sus brazos. Me sigue, silenciosamente, de regreso a mi
apartamento y pongo a Zoe en el corral. Kane se tumba en mi cama y abre los brazos
para que vaya a él. Empiezo a acurrucarme a su lado, pero me lleva sobre él.
Con la mano en mi nuca, me lleva a sus labios. Honestamente, no es una gran
lucha. Su beso me quita el aliento. Siempre lo hace, todas y cada una de las veces.
Hemos estado saliendo unas cuantas semanas y besarnos es lo único que hemos
hecho. Kane no se ha quejado, pero obviamente, su mente está decidida a cosas más
grandes y mejores esta noche. La mía también lo está. Estoy contenta de que no
hayamos corrido a la cama. Es refrescante que Kane sea paciente y no un puto.
Además, ahora mismo mi vida es demasiado complicada para cometer un gran
error. Tengo que ser cuidadosa. Mi corazón no es el único que está en juego, también
lo está el de la pequeña Zoe. Pero definitivamente estoy preparada para hacer más
que besar. Me levanta la camiseta y pasa las manos por mi espalda. No puedo evitar
el pequeño gemido que se me escapa.
―Me encanta ese sonido ―susurra, explorando lentamente mi cuello con su
boca―. Quiero escuchar ese sonido toda la noche. ―Levanta la mano y alcanza el
gancho de mi sujetador.
De repente suena un llanto. ¡Ahora no, Zoe! Me levanto apresuradamente de la
cama, la tomo del corral y la llevo a la cama, abrazándola apretadamente. No puedo
soportar mirar a Kane. Debe estar frustrado y molesto, probablemente preparándose
para salir por la puerta de mi casa de locos.
―¿Está bien? ―pregunta Kane, frotando suavemente nuestras espaldas.
―Está bien, pero duerme con Tessa todas las noches ―explico―. No está
acostumbrada al corral. Puede ser difícil cuando duerme aquí.
Kane toma algunos cojines de la cama y los alinea a los lados y al fondo de la
cama.
―Ahora puede dormir en la cama y no se golpeará con nada ni se caerá.
―Estoy sin palabras. Estaba segura que estaría haciendo pucheros o huyendo a toda
prisa―. ¿Qué? ―cuestiona.
―La mayoría de los hombres no seguirían aquí.
―¿Por qué no?
―Porque es lo que hacen los hombres. Se marchan cuando las cosas se ponen
difíciles.
―Me gustan las cosas difíciles ―asegura―. No huyo de ellas. Es lo que hago;
casos difíciles, juicios con jurado. Los gano.
65 Difícilmente es lo mismo. ¿Realmente está comparando esto con un caso? Tal
vez, no se da cuenta de lo mal que son las cosas en realidad. No me gusta hablar al
respecto y, verdaderamente, estoy un poco asustada más bien por como acabarán
las cosas entre nosotros.
―No hay nada que ganar. No sabes…
―Me imaginé algunas cosas ―interrumpe Kane―. ¿Qué le pasó al marido de
Tessa?
―Brandon se marchó porque eligió a Zoe por encima del tratamiento.
―¿Qué quieres con eligió?
―Tessa fue diagnosticada cuando estaba embarazada de pocos meses
―explico―. Brandon quería que abortara.
Kane niega un poco.
―Él no quería perder a su… ―Se detiene y luego empieza de nuevo―. Es una
situación imposible de enfrentar.
―Brandon insistió a Tessa a que recibiese todo tipo de tratamiento, incluso los
más agresivos, aunque ambos sabían que el embarazo no podría soportarlos.
Ignorando el consejo del médico, rechazó cualquier tratamiento. No quería arriesgar
el embarazo. Brandon dijo que Tessa se había autoimpuesto una condena de muerte
y que no iba a quedarse ahí a observar. Así que se marchó antes que Zoe naciera. Es
un imbécil egoísta.
―Desde que dio a luz, ¿Tessa ha tenido algún tratamiento?
―Tuvo una doble mastectomía y muchas rondas de quimioterapia, pero no
han servido de nada. Ahora el cáncer está en fase cuatro.
―Tiene que haber algo.
―Llamo a algunos centros de tratamiento todos los días. Hay algunos ensayos
aquí en Estados Unidos, algunas cosas experimentales en Suiza. Normalmente
consigo evasivas. E incluso si encuentro algo, Tessa no está interesada en seguirlo.
Sólo quiere centrarse en Zoe, durante el tiempo que le quede.
―Tal vez deberías dejarla.
―Aún no.
―¿Cuánto tiempo tiene?
―Unos cuantos meses, tal vez.
Veo a Kane tomar una apenada bocanada de aire. Solo puedo imaginar lo que
está pensando. Esto es mucho que asimilar, pero es mi historia, mi vida, mi familia.
66 Bien puedo contárselo todo ahora.
―Le prometí a Tessa que me ocuparía de Zoe. Voy a tener que criarla y
asegurarme que conoce todo sobre Tessa, mantenerla y…
Baja a mirada al suelo, escuchando mis palabras, asintiendo. No dice nada
durante un tiempo. No estoy segura de si está esperando que acabe de divagar o si
está a mitad de intentar comprender lo que estoy diciendo. Más bien parece que está
planeando su estrategia de huida, tramando una forma de escaparse del fuerte de
cojines que colocó en la cama.
―Estaré aquí ―asegura―. Te ayudaré.
―¿Por qué harías eso? ¿Por qué te conformarías con esto?
―¿Conformarme? ―cuestiona, me toma el rostro entre las manos, su mirada
azul se suaviza―. Jamás te esperé, Kenzie. Nunca pensé que me volvería a sentir de
este modo. No quiero perder esto. No puedo.
8
Kane
Me apoyo sobre mi codo, con una pequeña sonrisa en mi rostro, y paso
suavemente un dedo a lo largo de la mejilla de Kenzie. Ha estado envuelta en mis
brazos toda la noche. Kenzie se mueve ligeramente. No quiero despertarla. No es
una persona madrugadora, pero no puedo resistirme a tocarla, sintiendo su cálida
piel.
Desde mi divorcio, no estuve seguro que despertaría así de nuevo. Seguro,
pude haber tenido alguna mujer al azar en mi cama, pero eso no es para mí. Esto es
mucho mejor. Esto es de lo que se trata la vida; compartirla con alguien. Nada parece
real a menos que lo comparta con Kenzie.
Alzando mi cabeza, encuentro a Hoyuelos todavía dormida en la cama, con un
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poco de baba en su mejilla. Mi corazón se contrae un poco. Son un paquete. Me lo
imaginaba, y Kenzie lo confirmó anoche. Quizás hubiera sido algo para romper el
trato hace diez años, pero no hace diferencia ahora. Seguro, las cosas serán más
complicadas. Significará más responsabilidad y tendría menos tiempo a solas con
Kenzie. Pero también significa más bailes en la cocina, más masa de panqueques.
Esta es mi segunda oportunidad, algo que la mayoría de las personas no entiende.
Tienes suerte si encuentras el amor una vez en la vida, así que no voy a desperdiciar
esta oportunidad de ser feliz.
―¡Oh Dios! ―Un grito agudo viene desde la puerta.
Saltó de la cama, viendo a Tessa dándose vuelta rápidamente para irse.
¡Mierda! La sigo fuera del apartamento y hacia el taller.
―¡Lo siento! ¡Mira, estoy vestido y todo!
Tessa frunce el ceño.
―¿Qué?
―Estoy vestido ―digo, apuntando a mi ropa―. Kenzie estaba trabajando
hasta tarde, así que la ayudé con la bebé. Sucede que nos quedamos dormidos. No
quiero que pienses que no la estábamos cuidando. Estábamos haciéndolo.
―¿Crees que estoy molesta?
Me rasco mi cabello desordenado por la cama.
―Bueno, ¿no lo estás?
―Tengo otras cosas por las que estar enojada, aparte de que mi hermana
menor esté teniendo sexo con mi hija alrededor.
―No lo hicimos. Por favor no te molestes con Kenzie.
―Estoy muriendo, Kane ―dice Tessa―. No paso mi tiempo molestándome
por otras cosas aparte de esa.
―Kenzie me dijo ―digo y saco una silla para ella.
―¿Te contó? Se niega a hablar conmigo de eso ―dice Tessa―. Conmigo,
prefiere pretender que todo estará bien. Sabes, fue dulce verlos a los tres en la cama,
juntos de esa forma. Desearía poder darle eso. Jamás tuve eso.
―Kenzie también me contó sobre Brandon.
―Kenzie lo odia.
―¿Tú no?
―No, creo que se necesita demasiada energía odiar a alguien. ¿Alguna vez lo
notaste? Me estoy muriendo, así que no tengo el tiempo ni la energía para mucho
68
más ―dice Tessa y luego se tambalea un poco mientras se sienta―. Sabes, estás
apareciendo en su vida en el momento más loco posible. Está desesperada por hacer
que éste negocio sea exitoso, estoy enferma, y todavía está recuperándose de su
última ruptura.
―No me dijo sobre una ruptura.
―No estoy segura de qué pasó ―dice Tessa―. Lo único que sé es que fue malo.
No me contó demasiado. Ella y Charles estuvieron juntos unos cuantos años. Al
principio pensé que era su Modos Operandi de siempre, pero…
―¿Qué quieres decir?
―Kenzie ha sido abandonada mucho en su vida y en algún punto en su vida;
en la universidad, creo, simplemente decidió que no podía ser abandonada de
nuevo. Así que a la primera señal de problema, tiende a irse. Pensé que eso fue lo
que pasó con Charles, pero…
Kenzie entra con su sobrina y se aclara la garganta. Obviamente, Tessa está
rompiendo alguna clase de código de hermanas. Tessa toma a la bebé de brazos de
Kenzie sin hacer contacto visual.
―Sólo iré a alimentar a Zoe en la parte de atrás ―dice.
Kenzie inclina su cabeza sobre su mesa de trabajo. Se ve completamente
miserable al estar despierta. Acaricio ligeramente su cabello. Suspira un poco y
reajusta su cabeza, tratando de acomodarse.
―¿No dormiste bien? ―pregunto.
―De hecho, fue el mejor sueño que he tenido en mucho tiempo ―dice Kenzie,
escapándosele un gran bostezo.
―¿Podemos hacerlo de nuevo?
―¿Tal vez en tu casa? Me gustaría ver dónde vives.
No quiero llevarla a mi casa. Me las he arreglado para evitarlo hasta ahora.
―Hablemos sobre dónde después ―digo―. Debo de ir al trabajo.
Hace un puchero y acaricia mi rostro.
―No te afeites. Me gusta la sombra de barba. ―Sonriendo, me pongo de pie,
pero ella aparta la mirada, la preocupación aparece en sus ojos―. ¿Vas a
preguntarme por mi ex?
―¿Por qué querría hacer eso?
―No lo sé. Tal vez Tessa te metió curiosidad o algo.
69
―Esa es la última cosa en mi cabeza ―digo. Sus ojos bajan a mi mano, la línea
desvanecida de mi anillo ahora completamente perdida―. ¿Te molesta que sea
divorciado?
―No, pero es diferente. Jamás he salido con alguien que estuviera casado
antes. ―Tiene curiosidad, lo cual es natural. Levanto su mano a mis labios y la beso
con suavidad―. ¿Cuánto tiempo ha pasado desde tu divorcio?
―Ella firmó hace como un año. No fue desastroso. Fue declarado hace como
nueve meses más o menos.
―¿Ella te dejó? ―pregunta Kenzie, con sorpresa en su voz. Asiento en
respuesta, pero puedo decir que está esperando más que eso―. ¿Estaba teniendo un
romance?
Mis ojos van a los de ella.
―No.
―¿Tú lo estabas?
―No ―digo―. No hubo infidelidad. Te dije que no había tenido citas.
―Citas y sexo son cosas diferentes ―dice Kenzie.
―No para mí.
―Tampoco para mí. No he tenido citas en casi dos años.
―¿La ruptura fue mala? ―Kenzie responde con un ligero asentimiento―.
Mira, no tenemos que compartir nuestras tristes historias.
―Sí, sí tenemos ―dice―. Tienes que saber de dónde vengo, y tengo que saber
de dónde vienes. De lo contrario, no podemos ir a ningún lado.
―Bien, ¿pero debemos hacer esto con Tessa en el otro cuarto?
―No, y tampoco tenemos que compartir todo de inmediato. No estoy lista para
contarte lo estúpida que fui.
―No eres estúpida ―digo y la acerco para un pequeño beso. Lo que sea que
sucedió, su ex hizo una gran mella en ella―. Anoche fue divertido. Desearía no tener
que salir de la ciudad mañana.
Tessa llega limpiando la nariz de su hija.
―¿A dónde vas?
―California, por trabajo.
―Siempre he querido ir a California ―dice Tessa.
―Hay un gran oncólogo allá ―dice Kenzie―. Podemos ir hoy.
70
―Silencio ―dice Tessa―. Tengo una idea. Kane, deberías ir a la casa de mi
papá mañana en la noche para cenar. Nuestro hermano, Sawyer, acaba de conseguir
esta gran pasantía en Austin, y vamos a celebrar.
―¡Tessa! ―grita Kenzie.
―¿Qué? ―dice Tessa, ignorando a su hermana―. Papá y Sawyer quieren
conocer a Kane.

Es hora de conocer los otros hombres en la vida de Kenzie. Siempre son los más
difíciles de tratar, y ya estoy muy seguro que no le voy a caer bien al padrastro de
Kenzie, Michael. Por lo que Kenzie me contó, el hombre la trata como la oveja negra
de la familia. Eso no va a salir bien conmigo. El hermanastro, Sawyer, es más que un
desconocido. No estoy seguro de porqué Tessa quiere que vaya a su fiesta de
despedida. Algo en mis entrañas me dice que ésta noche es más que sobre conocer
a la familia, pero no creo que Kenzie se haya dado cuenta de ello.
Dando vuelta en el vecindario de su padrastro, tomo la mano de Kenzie para
que deje de juguetear con todos los botones de mi Porsche. Cada vez que salimos,
constantemente juega con la pantalla táctil del monitor. Cambia el sistema de sonido
de rap, a música clásica, a música country en un segundo y el sistema de Bluetooth
parece fascinarle. Fue un error configurarlo para que reconociera su voz. Le ordena
al azar que llame a su teléfono sólo para divertirse. Es como una niña en Navidad.
Pero el verdadero niño soy yo. Adoro por completo a mi auto, y Kenzie lo sabe.
Me sonríe ligeramente.
―Los chicos y sus juguetes.
―Las mujeres y sus juguetes ―bromeo, un pequeño recordatorio de que no he
olvidado sobre el vibrador escondido en su mesa de noche.
Me golpea juguetonamente.
―Estoy segura que está cubierto de pelusa en este momento.
―Será mejor que lo esté ―digo, estacionando en la entrada de su padrastro.
Se ve increíble, su cabello castaño rojizo suelto y una blusa holgada y shorts
mostrando su suave piel. Más que nada, quiero envolverme alrededor de ella y
hacerla gemir. Aprieta mi mano, como si me asegurara, y a sí misma, que las cosas
van a salir bien esta noche. Avanzamos hacia la casa, un rancho de una sola planta.
De repente se detiene cuando llegamos al frente.
71 ―Hay algo que deberías saber antes que entremos ―dice―. Debí habértelo
dicho antes…
La puerta se abre, y sale un hombre, de mediana edad con cabello rubio, con
los brazos abiertos ampliamente, vestido con una camiseta de Drew Brees3.
―Hola, Michael ―dice Kenzie suavemente y camina a sus brazos.
Él tira de su camiseta.
―¿Recuerdas que me conseguiste esto? Me encanta. Por lo general sólo la uso
cuando hay ocasiones especiales como ésta, y por supuesto en los juegos. ―Michael
acuna su rostro en sus manos y se echa hacia atrás para mirarla bien―. ¡Estás
trabajando demasiado! ¡Has perdido peso!
―No tengo tal suerte, me temo ―dice. Odio cuando habla de esa manera. Pero
no puedo demostrarlo ahora―. Kane, él es mi padrastro, Michael.
―Es un placer conocerlo, señor ―digo y estrecho su mano.
Michael frunce el ceño hacia su hijastra.
―¿Por qué tuve que escuchar de Kane por parte de Tessa?
―Está avergonzada de mí porque soy un fanático de los Cowboys.

3 Drew Brees: Jugador de fútbol americano.


Michael se ríe con fuerza.
―También yo, pero Brees es un chico de Texas.
―Buen punto ―digo.
Michael envuelve un brazo alrededor de Kenzie y nos guía hacia el interior. El
rancho no es nada espectacular, pero se ve y se siente como un hogar, incluso sin un
toque femenino desde hace años. Hay fotos familiares por todas partes, todas las
fotos de los niños cuelgan orgullosamente de las paredes y sobre las mesas. Kenzie
era una bebé preciosa y sorprendente en la secundaria y la universidad. Veo una
foto de la nueva tienda de Kenzie y un aviso enmarcado, promocionando la ropa
interior de Kenzie. Michael parece tener cosas de Kenzie por todas partes.
Ciertamente no parece que piense menos de ella que de sus propios hijos.
Tessa aparece cargando a su hija, quien está agitando sus brazos y estirándose
hacia Michael. La bebé sabe cómo hacer una entrada.
―Ven con el abuelo ―dice Michael.
Tessa sonríe suavemente a Kenzie y luego se deja caer en una silla, su pecho
sube y baja, su pequeño cuerpo está cubierto en un ligero suéter, haciendo que las
bolsas bajo sus ojos se vean incluso más grandes.
72
―Zoe se está poniendo muy pesada.
Kenzie se inclina y le hace cosquillas a la bebé en el muslo.
―¿A qué edad los rollitos y los hoyuelos dejan de ser atractivos?
―No olvides la cabeza calva ―dice Tessa, frotando la suya.
―Tessa, a ti te queda genial la cabeza calva ―dice Kenzie y luego se gira hacia
Michael―. ¿Qué vamos a comer para la cena? Estoy muriéndome de hambre.
―No lo sé ―dice Michael―. ¿Se suponía que debía cocinar? No sabía que
íbamos a cenar. Eso sería agradable. Puedo inventarme algo.
―Tessa dijo que íbamos a tener una cena de despedida para Sawyer ―dice
Kenzie.
Michael mira a Tessa.
―No le dijiste, ¿verdad?
―No habría venido ―dice Tessa.
―¿Qué pasa? ―pregunta Kenzie.
―¡Hola! ―dice un tipo alto y delgado, entrado a través de un pequeño pasillo.
―¡Sawyer! ―dice Kenzie, mientras él envuelve sus brazos alrededor de ella.
―Qué bueno verte ―le dice Sawyer justo cuando su teléfono suena, y la voz
de Kenzie canta. ¡Pene lápiz! ¡Pene lápiz! ¡Pene lápiz!
―¿Ese es tu tono? ―pregunta Kenzie, riéndose.
―Sí, corté esa parte de la entrevista ―dice Sawyer, rechazando la llamada―.
Estoy orgulloso de mi hermana.
―Bueno, es muy dulce de tu parte usarme como tono de llamada ―dice
Kenzie, añadiendo―: Supongo.
Sawyer se gira hacia mí.
―¡Supongo que eres el tipo súper sexy del que Tessa ha estado hablando sin
parar!
―Puede que esté saliendo con la hermana equivocada ―bromeo.
―Completamente ―dice Tessa―. Calva y sin pechos, está muy de moda estos
días.
―Él es mío ―dice Kenzie y se estira por mi mano.
Sawyer frunce sus labios.
―¿Hay alguna oportunidad de que seas bisexual, Kane?
73
Kenzie oculta su rostro mientras me río.
―Me temo que no.
―Qué mal ―dice Sawyer.
―Kane, iba a decirte antes que entráramos ―dice Kenzie―, Sawyer es gay.
―No necesitaba una advertencia ―digo.
―¡Que forma de lanzar la bomba de la verdad para él enfrente de toda tu
familia, Kenzie! ―dice Sawyer―. Kane, por cierto, si de casualidad sabes de algunos
tipos sexys, házmelo saber. Estoy soltero.
―Miraré en la oficina ―digo sin expresión.
―Bueno, pasó la prueba gay. Kane, no puedo decirte la cantidad de novios que
he asustado.
―Ha sido insoportable desde que salió del closet ―dice Tessa.
―Es cierto ―dice Michael―. Ha atormentado a sus hermanas desde el
principio.
―No es cierto ―dice Sawyer.
―Cierto ―dicen Tessa y Kenzie a la vez.
―Desde que salió del closet ―dice Michael―. Sawyer, ¿puedo contarle a Kane
como lo hiciste? ¿Te parece bien?
Sawyer le lanza una mirada a su padre indicándole que puede contarle a todo
mundo.
―No me importa.
―Bien, entonces Sawyer entra a ésta misma habitación y pregunta si puede
colgar una foto de un desnudo en la pared ―dice Michael―. Le digo que no sabía
cómo se sentirían sus hermanas al respecto. Él desenvuelve la foto y dice que cree
que les va a gustar. ―Michael sacude su cabeza, recordándolo como si fuera ayer―.
Era un hombre.
―¿Qué dijiste? ―pregunto.
Michael mira a su hijo.
―Algo estúpido. Le dije que no era gay porque era demasiado bueno en los
deportes y tenía demasiados amigos, y muchos eran chicas. Fue estúpido, ridículo.
Pero no estaba pensando muy claramente. Toda la cosa fue una sorpresa. Sawyer
salió como un tornado de la casa y se quedó fuera toda la noche. Me senté en esta
silla y pensé en él, en su madre, su madrastra, y lo valiente que fue al decirme.
74
―Cuando volví a casa ―dice Sawyer―, la imagen estaba colgada en mi cuarto.
Ese es un buen padre, un buen hombre. No estoy seguro de cuál es el problema
de Kenzie con él.
Kenzie se aclara la garganta.
―¿Podemos volver a mi pregunta? Si no estamos aquí porque Sawyer se vaya
a ir, ¿por qué estamos aquí?
―Para planear mi funeral ―dice Tessa.
―¿Qué? ¡No! ¡No voy a hacer eso! ―grita Kenzie y mira alrededor del cuarto,
aunque parece ser la única sorprendida―. Michael, Sawyer, ¿sabían sobre esto?
¿Están de acuerdo con esto? Hay pruebas clínicas y tratamientos experimentales y…
―Estoy muriéndome Kenzie ―dice Tessa―. Me cansé de pelear.
―No digas eso.
―Estoy muy cansada. Es una lucha todos los días.
―Lo sé ―dice Kenzie―, pero debes seguir luchando por…
―Estoy muriendo. ―Los ojos de Tessa penetran en Kenzie―. ¿Escuchaste lo
que dije? Estoy muriendo. Lo he aceptado. Me he rendido a esto, y es hora de que tú
también lo hagas.
Tessa es tan directa, tan firme con sus palabras, pero supongo que no hay forma
de endulzar la verdad. Aun así, sé que es la última cosa que Kenzie quiere escuchar.
Desearía que hubiera algo que pudiera decirle a Kenzie para suavizar el golpe, pero
no me corresponde decir ni una maldita palabra en esta casa, esta noche. Hago lo
único que sé hacer y envuelvo un brazo alrededor de Kenzie, pero ella me aparta.
Reconozco la mirada en sus ojos, la misma que le lanzó a Deacon en televisión
nacional. Este no es el momento de meterse con ella.
―Si tengo que ser una perra terca para mantenerte en este mundo, entonces
que así sea ―dice Kenzie―. Tengo mucha energía para luchar dentro de mí.
Tessa se para de su silla y se arrodilla frente a Kenzie.
―Siempre te he considerado una hermana de verdad. Y siempre eres tan
fuerte, tan enérgica. Eso es lo que necesito de ti ahora. Estoy contando contigo.
Se miran entre sí durante unos momentos, en alguna conversación en silencio
que sólo las hermanas pueden entender. Al final, Kenzie da un pequeño
asentimiento.
―Bien, estoy escuchando.
Tessa vuelve a sentarse.
75
―Cuando el momento llegue ―dice―. Sólo quiero a papá en el cuarto
conmigo.
―¿Por qué? ―grita Kenzie.
―Es una tontería ―dice Sawyer.
―Estuvo ahí cuando nací, y debería estarlo cuando muera.
―¿Qué hay del resto de nosotros? ―pregunta Kenzie.
―Por favor, Kenzie, esto es lo que quiero ―dice Tessa y se gira hacia su
hermano―. Sawyer, estarás en Austin. No quiero que vengas aquí corriendo.
―Podría tomar un avión y estar aquí en una hora más o menos ―dice
Sawyer―. No es un problema. Me gustaría estar aquí.
―Lo sé ―dice Tessa―, pero quiero que vivas tu vida. Es lo único que quiero.
Kenzie, necesito que estés con Zoe. Y no la quiero cerca cuando me vaya.
―Tessa, quiero estar aquí ―dice Kenzie―. Zoe no tendría que…
―Cuando suceda, quiero que tú y Kane lleven a Zoe al zoológico.
―¿Al zoológico? ―pregunta Kenzie―. ¿Es en serio?
―Dale un helado por primera vez. Quiero saber que ella está viviendo, que es
feliz. ―Tessa se detiene por un momento. Kenzie está a punto de llorar, pero toma
aire profundamente, manteniendo las lágrimas a raya―. ¿Puedes hacer eso por mí?
Esto es mucho para procesar, y no estoy seguro de cómo Kenzie va a
mantenerlo bajo control. Claramente no le gusta mostrar sus emociones. Me inclino
más cerca de Kenzie, dejando que su cuerpo descanse sobre el mío, y sé que es hora
de hablar.
―¿Podemos hacerlo, verdad Kenzie?
Mete su cabello detrás de su oreja.
―Sí, al zoológico.
―Gracias ―dice Tessa y toma a la pequeña niña, sentándola sobre su regazo―.
Algo bueno siempre resulta de algo malo.
Kenzie se sienta en silencio mientras Tessa continua con los arreglos del
funeral, sus ojos fijos en mis dedos enlazados con los de ella. Escuchamos sobre
flores, música, el vestido para el funeral, un ataúd abierto o cerrado. Sé que Kenzie
preferiría estar hablando sobre tratamientos, milagros, sanadores y terapias
alternativas. Ocasionalmente entierra sus uñas en mi piel y me sonríe ligeramente.
76 Eso es lo que hace; usar sus sonrisas y risas para luchar con las lágrimas. La acerco
un poco más y susurro, “Te tengo; durante cada paso del camino”. Su cuerpo se
relaja en mi pecho. ¡Finalmente! Tal vez se está dando cuenta que no tengo
intenciones de irme.
―Ahora en cuanto a Brandon ―dice Tessa.
Kenzie salta, su cuerpo se tensa como una tabla.
―¡Será mejor que no piense en mostrar su trasero cobarde cerca de Zoe!
―Es su padre ―dice Tessa.
―¡Te dejó y a ella!
―Lo sé ―dice Tessa.
―¡No puedo creer que incluso hayas mencionado su nombre después de lo
que hizo!
―Kenzie, es suficiente ―dice Michael―. Brandon es la familia de Zoe. Sin
importar qué, es su sangre.
Kenzie entrecierra sus ojos hacia el hombre, lista para explotar. No creo que
Michael quiera decir algo con la palabra, pero a Kenzie no le importa. Lo toma como
una ofensa. Kenzie me mira con sus grandes ojos marrones.
―Kane, por favor llévame a casa.
Miro a Tessa buscando permiso, y ella asiente levemente. Muestro una tensa
sonrisa al resto de la familia, agradeciéndoles por invitarme, luego tomo a Kenzie
de la mano y la llevo afuera. Hay muchas cosas de las cuales hablar, pero no va a
suceder ahora.

77
9
Kenzie
Tan pronto como la puerta se cierra, me hundo en el porche. El recuerdo de las
palabras de Michael diciendo que no soy “sangre” asegura que sepa mi lugar, que
de hecho, no estoy relacionada con ninguno de ellos. Estoy en segundo lugar para
todos, o tal vez incluso en tercero o cuarto, y siempre lo estaré. Brandon, ese imbécil
holgazán, es más parte de la familia que yo. Cierro los ojos con fuerza, conteniendo
mis lágrimas. No puedo lidiar con esto ahora mismo, con ninguna de las cosas
horribles que acabo de escuchar.
Kane se agacha a mi lado y roza mi mejilla. Tengo que calmarme. No dejo que
nadie me vea así. Siempre tengo mi mierda junta, con alguna clase de plan, un
enfoque, una unidad. No puedo perder el control justo frente a sus ojos. Kane me
78 alza en brazos y me lleva hacia el auto. Una parte de mí se sorprende de que, de
hecho, me puede levantar, espero no parecer pesada para él, y otra parte quiere
morir porque me está viendo de esta manera.
Me coloca en el interior, abrochándome el cinturón antes de acogerme en sus
brazos. Se siente increíble pero aterrador:
―Estoy bien ―susurro.
Sus manos van a mis mejillas, sus ojos enfocados en los míos:
―Está bien no estar bien, Kenzie.
Eso casi lo hace. Casi cedo a mis emociones, pero la verdad es que tengo que
estar bien. No tengo otra opción, y realmente nunca la tendré. Mi papá se fue, y mi
mamá tuvo que criarme sola, tenía que estar bien. Cuando murió, tuve que estar
bien o Dios sabe qué habría hecho Michael. Ahora, tengo que estar bien por mi
hermana y por Zoe. Desmoronarme no es una opción. ¿Quién estará allí para recoger
los pedazos si lo hago? ¿Kane? Ningún hombre ha hecho eso antes. Ellos quieren la
felicidad, risas, a la Kenzie con-su-mierda-junta, no a la chica del-rímel-corrido y
como-charco-en-el-piso. ¿Quién querría eso? Ha sido bastante difícil encontrar a
alguien que quiera estar conmigo en mi mejor día. ¿Quién querría estar conmigo en
el peor?
―Estoy aquí ―dice―. Te llevaré a tu casa.
―No ―digo―. ¿Podemos ir a tu casa?
―¿No crees que estarás más cómoda en la tuya?
―Es triste y deprimente, y allí solo voy a trabajar. Quiero una cama de verdad
con una cocina de verdad y una bañera y…
―Está bien ―me interrumpe―. Mi casa.
Kane entra en el coche y se aleja. Veo que la casa de Michael se hace más y más
pequeña en el espejo retrovisor. A pesar de que no piensa en mí como suya, todavía
es difícil ver la casa desaparecer en la oscuridad. Ese fue el último lugar en que vivió
mi mamá, y la mayoría de mis recuerdos de ella son en esa casa, cuando todos
éramos una familia. Apoyo la cabeza contra la ventana del auto, agradecida por el
cristal frío contra mi mejilla enrojecida, y miro el paisaje de Dallas pasar rodando
como algo sacado de una postal.
Es tranquilo por un largo tiempo. ¿Qué debe estar pensando Kane? Tal vez
debería preguntar, pero tengo miedo de su respuesta. Acaba de conseguir un asiento
en primera fila para lo que estoy enfrentando. Las cosas están pasando demasiado
rápido. No estoy dispuesta a perder a mi hermanastra, perder a alguien más que me
ama, otra persona que amo.
79 ―¿Por qué no lucha? ―pregunto.
―Lo hace ―dice Kane y acaricia mi muslo.
―Se rindió.
―Está cansada, Kenzie. ¿Cuándo fue la última vez que realmente la viste? Está
agotada, y tiene mucho por pelear. Le tomó todo de lo que tenía haber llevado a
Hoyuelos y dar a luz. Y ahora no hay tratamiento que funcione. ―Frota mi pierna
un poco más―. Solo le queda un poco de fuerza, y la está utilizando para asegurarse
de que su hija está feliz y atendida.
―Quiere que diga que está bien que muera, y no puedo.
―Sabe que va a morir, lo aceptes o no. Simplemente quiere hacerlo sabiendo
que tú estás en paz.
―¡No estoy en paz en absoluto!
―Sabe lo duro que estás tratando de aferrarte a ella. Sabe que su muerte te va
a doler mucho más si no te permites decir adiós mientras tengas la oportunidad.
―Se encoge de hombros―. Tal vez quiere que me asegure de ayudarte de alguna
manera.
―Al menos por fin veré tu casa ―digo y me vuelvo de nuevo hacia la
ventana―. ¿Cuánto falta?
―Es aquí, en Highland Park. Crecí en esta área. ―Da un par vueltas, y los
majestuosos robles y las casas de millones de dólares aparecen a la vista. Me inclino
hacia delante, mis manos en el salpicadero, boca abierta, tomando cada una. Se
detiene en un camino de baldosas que conduce a una mansión de estilo georgiano
con gruesas columnas blancas, persianas negras en las ventanas y una señal de “en
venta” enfrente.
―Podrías estar durmiendo aquí en lugar de metido en mi pequeña cama.
―Hay un montón de ventajas en una cama pequeña ―provoca.
Siento una pequeña sonrisa en mis labios, la primera en lo que parecen horas:
―¿Por qué la estás vendiendo? ―pregunto, luego rápidamente me arrepiento.
Ya sé la respuesta. Es el motivo de que no me haya traído antes aquí―. No tienes
que decir nada.
―Lily y yo la compramos hace algunos años ―dice―. No ha vivido aquí en
un tiempo.
―¿Ese es su nombre? ¿Lily?
Kane asiente:
80 ―La casa no es el mejor de los recuerdos. No era lo que esperaba que sucediera,
un montón de mala mierda. Si te sientes rara estando aquí, entonces…
―Estoy bien. Quiero decir, pedí venir ―digo, mi estómago se aprieta un
poco―. Pero si el que yo esté aquí te hace sentir raro, entonces…
―No tiene nada que ver contigo ―dice.
Kane se vuelve para abrir la puerta. ¿Es una buena idea venir a la antigua casa
de Lily, sobre todo cuando no sé nada de ella? ¿Cómo se ve, quién es, si trabaja, por
qué se casó y divorció de Kane, dónde vive ahora? Esto podría explotarme en la cara,
y ya he tenido suficiente por esta noche.
Kane me lleva dentro, pasando habitación por habitación a través de la planta
baja. Siempre es tan refinado; el experto y sexy abogado, pero ahora no. Es
precavido, nervioso, inseguro y no dice nada durante el recorrido salvo el nombre
de cada habitación:
―Cocina… sala de estar… biblioteca. ―No veo fotos personales, nada que
indique que una mujer ha vivido aquí.
Abre otra puerta y rápidamente se detiene:
―Dormitorio principal y baño.
―¿Qué hay arriba? ―pregunto.
―Solo más dormitorios ―dice Kane y me lleva hacia un conjunto de puertas
francesas que recubren la parte posterior de la casa. Enciende un interruptor, y las
luces caen en cascada sobre una piscina y un jacuzzi con paisajes lujosos por todas
partes. Doy un paso al exterior, la brisa nocturna soplando en mi cabello―. ¿Te
gustaría nadar?
―Me sentiría un poco rara ―le digo―. Esta es tu casa con Lily. Es su piscina.
Siento como si estuviera invadiendo…
―Pero dijiste que…
―Ahora que estoy aquí, se siente mal, como si fuera la otra mujer o algo así.
―No quiero que te sientas de esa forma. Puedo llevarte a casa ―dice―. Pero
solo para que lo sepas, Lily nunca entró en la piscina, ni una vez. No sabe nadar.
―Entonces, ¿por qué compraste una casa con piscina?
―Pensó que era agradable a la vista.
Paso la mano por su brazo.
―Lo siento por no ser yo. Ha sido una noche difícil. Tal vez podríamos usar tu
piscina en otra ocasión. Por favor, llévame a casa.
81 Kane besa mi frente.
―Voy a coger mis llaves.
Vago alrededor de la orilla del agua, agradecida de que Kane no parece
molesto porque me quiero ir, y localizo una casa de piscina en el lado opuesto.
Apuesto a que tiene una televisión enorme allí, algunos muebles de sala geniales, tal
vez un bar también. Este sería un lugar de reunión genial en un abrasador día en
Texas. Pego la nariz en la ventana pero no puedo ver nada. Está oscuro dentro. Doy
la vuelta y trato con la puerta. Se abre.
Alcanzo la luz, mis ojos se ensanchan, y mi pulso se acelera. Miro detrás de mí
para comprobar si Kane está volviendo. No hay señal de nada pero las luces bailan
en el agua. Tal vez debería apagarlas, cerrar la puerta, y caminar de regreso a la
piscina. Otro día, otro momento, podría haber hecho eso. Pero ahora estoy
extrañamente atraída por lo que veo en el interior, cajas y cajas de marcos y
recuerdos que sostienen la vida de Kane, su matrimonio.
Paso la mano por unas cuantas cajas, y mis ojos son atraídos por un marco
grande apoyado contra la pared, un retrato de Kane besando a Lily en su boda. Es
hermosa, delgada, sexy, como una de las modelos de lencería europea con las que
solía trabajar. Es más guapa de lo que yo seré alguna vez, y Kane se ve
completamente enamorado de ella. Conozco esa mirada. La veo cada vez que me
mira. Verlo mirándola de esa forma es una patada en el estómago y duele a pesar de
que no debería. Estaba casado con ella. Sé que la amaba, pero eso no detiene el dolor
en mi corazón.
―¿Kenzie?
Mi dolor se vuelve temblor. Estoy atrapada. No debería haber husmeado en la
casa de la piscina. Me doy la vuelta, encontrando a Kane sosteniendo las llaves. No
se ve molesto.
―Lo siento por venir aquí.
―Lily no ha tenido una oportunidad para revisar estas cosas todavía. Es por
eso que aún están aquí. De otra manera, lo habría incendiado hace mucho tiempo.
―Es muy bonita ―digo, mi voz temblando.
―Partes de ella.
―Te ves tan enamorado.
―Hace tiempo, lo estaba ―dice, y en un paso, está justo frente a mí―. Pero ya
no lo estoy.

82
10
Kane
Las reuniones de socios son aburridas. Me cubro la boca con una mano para
ahogar un bostezo. No sé por qué me molesto en ocultarlo. Traigo más dinero que
cualquiera de estos tipos, pero todavía tengo que sufrir estas reuniones una vez al
mes. Y esta mañana la reunión está siendo particularmente larga, como si mis socios
creyeran que es mejor pasar el rato hablando de la facturación de los clientes que
sobre los estados financieros y felicitándose entre sí.
¿Por qué diablos dejé a Kenzie sola en la cama para esto? Miro mi reloj, ansioso
por llamarla. La noche nos desgastó, y no pude soportar despertarla antes de irme.
Finalmente se veía tranquila, pacífica, por lo que le dejé una nota en la almohada.
Buenos días, preciosa. Todavía quiero llamarla y ver cómo está antes de irme a
83 California. El momento de mi viaje no podría ser peor. Sé que Kenzie me necesita en
este momento, incluso si intenta ocultarlo.
Cuando termina la reunión, me dirijo a mi oficina y mi secretaria me saluda
con una serie de mensajes telefónicos y una moción de oposición de emergencia que
debe hacerse antes del cierre de operaciones. ¡Mierda! Me prometí que no dejaría
que el trabajo se interpusiera entre una mujer y yo. Hago una llamada rápida a
Kenzie, pero me envía directamente al buzón de voz. Tal vez aún está dormida o
entretenida con el trabajo. Ella también está ocupada.
Hundido en mi silla, me mantengo ocupado devolviendo las llamadas y paso
el resto del día con el escrito de oposición. Toma cada segundo de mi día terminar
mi trabajo. Es tarde, más allá de la hora de la cena. Esto tiene que parar. Apago el
ordenador y reviso el escritorio. Hay libros y archivos en todos lados, pero todo
puede esperar a que regrese de California.
Llamaré a Kenzie mientras me dirijo al aeropuerto. Extraño su voz. Solo tengo
que agarrar mi maletín y salir de aquí. Mona asoma la cabeza.
―Sr. Hunter, sé que me pidió que no lo molestara, pero hay una mujer joven
en el vestíbulo que quiere verlo.
Inmediatamente sonrío. Tal vez Kenzie me sorprenda con un pequeño regalo
de despedida, uno de sus atractivos pequeños diseños. Debería haber limpiado el
escritorio para poder inclinarla sobre él…
―Dice ser la hermana de Kenzie.
―¿Tessa está aquí? ―digo empujando la puerta y caminando hacia el
vestíbulo.
―Lamento molestarte en el trabajo ―dice Tessa, luchando por ponerse de pie.
―No te levantes ―digo―. No es una molestia. ¿Cuánto tiempo has estado
aquí?
―No mucho. Le dije a tu secretaria que esperaría hasta que estuvieras libre.
No hice una cita ni nada.
―No debes quedarte esperando para verme, igual que Kenzie. ―Tomo asiento
a su lado―. ¿Qué está pasando?
―Kenzie me contó lo bien que te portaste con ella anoche después de que se
fue toda molesta. Quería agradecerte por ayudarla, decírtelo en persona.
―Seguro, no hay problema.
84 ―Kenzie es la persona más fuerte que he conocido ―dice Tessa.
―Ella no lo cree así.
Tessa pone una sonrisa de orgullo.
―Lo piensa porque tiene miedo, no es difícil. Pero no es el miedo lo que nos
hace débiles. Es cómo respondemos. Algunas personas dejan que el miedo los
paralice, o huyen de él. Mi esposo es el ejemplo perfecto, pero no Kenzie. Ella ve el
miedo y se hace cargo como un matador. ¿De qué otra manera puedes explicar que
se haya mudado a Europa sola a los veintidós años? Cuando me enteré que estaba
enferma y que Brandon se había ido, la llamé toda histérica y la hice prometer que
criaría a Zoe. En las siguientes cuarenta y ocho horas, dejó su trabajo, hizo sus
maletas y voló de vuelta a casa.
―Te quiere ―digo―. Eres su familia.
―Dejó pasar grandes oportunidades de trabajo por mí ―dice Tessa―. Pero
eso no la detuvo. Para el momento en que se bajó del avión, la “Lencería de Kenzie”
era un modelo de negocio, puso en su compañía todas sus fuerzas sin ni siquiera
darse un respiro… ―Tessa se detuvo y sostuvo mi mirada―. Hasta ti.
―Bueno, ha hecho lo mismo por mí. He pasado la mayor parte de mi edad
adulta enterrado bajo el papeleo.
―No tengo mucho tiempo Kane y estoy preocupada por Kenzie. Cuando
muera, la va a destrozar, incluso si trata de aceptarlo y de alguna manera encontrar
paz. Va a ser lo más duro para ella.
―Estaré ahí.
Tessa niega con la cabeza.
―Estoy pensando en justo ahora, estas próximas semanas, quizás meses, si
tengo suerte. ―Toma mis manos entre las suyas. Su piel fina como el papel se siente
como si pudiera evaporarse. El cáncer es un hijo de puta―. Haz de estas semanas,
estos meses, lo mejor para ella, porque después de eso, los días y las noches van a
ser horribles. Y no estoy segura de cuánto duren. ¿Puedes hacer eso por mí? ¿Puedes
hacer tanto tiempo para ella como sea posible? Quiero verla mareada de la
excitación.
Durante mucho tiempo, he vivido mi vida por el reloj, por la hora facturable.
Todo mi mundo es una entrada a lo grande. Quiero dejar la rutina, o al menos
reducir la velocidad. Y ahora tengo a una paciente de cáncer sentada a mi lado, que
me dice que haga precisamente eso. Está pidiendo mi tiempo, no por ella, sino por
su hermanastra, una hermosa chica que ha robado mi corazón. ¿Cómo decir que no,
85 incluso si quisiera? Que no lo hago. Tessa no lo sabe, pero me ha dado la excusa que
necesito.
―Tal vez pueda tomar un poco de tiempo libre, tratar de ayudarla a tener las
cosas en orden ―le digo―. Dios sabe que tengo un montón de tiempo de vacaciones
almacenado.
―Gracias.
―Va a ser difícil conseguir que deje de trabajar tanto, sin embargo ―digo.
―Lo sé, y le dije esta mañana que no puedo ayudar más. Necesito enfocar toda
mi atención en Zoe, y no quiero que Kenzie me vea marchitando. Realmente necesita
a alguien que la ayude, con sus libros, por lo menos. Es casi tan buena en el
mantenimiento de registros como lo es con las direcciones. Le dije que contratara a
un interno. Quiero que se organice y luego, se divierta, pero no me escucha.
―No estoy seguro de que me escuche a mí tampoco.
―Te escuchará ―Tessa dice con firmeza―. Además, ¿no es cierto que eres un
gran abogado? Estoy segura de que puedes convencerla.
Me río, mi mente a la deriva pensando en las distintas y deliciosas maneras en
las que puedo tratar de persuadir a Kenzie.
―Haré lo mejor que pueda.
Tessa mira hacia abajo, presionando sus labios.
―Por favor, no la dejes Kane.
―Tessa, no lo haría…
Levanta su mano.
―Ha sido dejada demasiadas veces. Su padre, madre, novios, ahora yo.
―Así que hay algo que la asusta ―digo.
―Antes de enfermar, solo puedo recordarla asustada una vez. Fue poco
después de que su madre muriera. La encontré sobre sus manos y rodillas en la
cocina con diminutos rasguños por todas partes. Había derribado la jarra de cerveza
favorita de mi padre. Él solía mantenerla en el congelador. De cualquier manera,
estaba llorando, se veía absolutamente petrificada mientras trataba de recoger todas
las pequeñas piezas para pegarlas de nuevo.
―¿Sobre el vidrio?
―Nunca olvidaré lo que dijo. Fue la cosa más extraña. Dijo: “Por supuesto,
nadie me quiere”.
―¿Qué fue eso? ―pregunto, pero sospecho que lo sé.
Tessa se encoge de hombros.
86
―La escuché llorar toda la noche, pero se negó a hablar de ello, jamás. Terminé
diciéndole a papá que yo la rompí, y no le importo, por supuesto. Esa fue la única
vez en mi vida que he visto a Kenzie mostrar algún tipo de temor.
―Creo que lo pudo haber aprendido de ti ―le digo, pensando en lo audaz que
se veía Kenzie montando a Mystic en la pista.
―A veces, en los momentos en los que tenemos más miedo es cuando ponemos
nuestra cara más valiente ―dice Tessa mientras se pone de pie. Envuelve sus
pequeños brazos alrededor de mí―. Eres una oración contestada, Kane Hunter.

Entre todo lo que sucedió anoche y lo que me acaba de decir Tessa, tengo que
hablar con Kenzie antes de salir de la ciudad. Nuestra última conversación no puede
ser sobre Tessa muriéndose y mi divorcio. Espero en mi coche y marco su número.
Responde en el cuarto tono.
―Oye, ¿suenas agitada?
―Estaba en la ducha. Pensé que estarías en el aeropuerto.
―Estoy en camino ―le digo―. Espera, ¿acabas de salir de la ducha?
―Sí.
¡Jesús! ¡Está empapada! Echo un vistazo a mi reloj. Mi cabeza me dice que vaya
al aeropuerto. Mi pene me está diciendo algo totalmente diferente. Por suerte para
mí, mi corazón está de acuerdo con mi pene. Dos contra uno. ¡A la mierda! Llegar al
aeropuerto con dos horas de antelación es absurdo, de todos modos. Tengo un
montón de tiempo hasta que salga mi vuelo. Hago un giro en U y dirijo mi coche
hacia su casa.
―No hagas nada ―le digo―. Voy para allá. No te importa, ¿verdad?
―Para nada. Quería darte un beso de despedida de todos modos.
Cuelgo y corro a través del tráfico de Dallas. Estoy conduciendo como un loco,
sobrepasando a los otros coches, tomando tantos atajos como puedo. Sabía que mi
Porsche era rápido, pero nunca lo había presionado así antes. Si me detuvieran por
exceso de velocidad, pagaría la multa en el lugar, siempre y cuando el policía lo
emita rápidamente. Si me da una boleta por pasar esas luces rojas, también lo voy a
pagar. No me importa. Todo lo que importa es llegar a Kenzie y ahorrarme unos
cuantos minutos aquí y allá, minutos que puedo pasar con o encima de ella.
Mi mano golpea la manija de la puerta de su tienda. ¡Mejor que no tenga ropa
87 encima!
―Kenzie ―digo en voz alta, cerrando la puerta detrás de mí. Espero que esté
todavía mojada. Aparece por la esquina de su apartamento y viene hacia mí. Está
vestida solo con un albornoz, el cabello recogido en la parte superior de su cabeza.
Kenzie alcanza su cabello―. No eches a perder lo increíblemente sexy que te ves.
―Doy un paso hacia ella, viendo sus pezones a través de la fina capa de tela. Mis
manos se deslizan alrededor de su cintura, mi cuerpo presionando contra su suave
piel―. Te echaré de menos ―susurro.
―¿Has vuelto para decirme eso? ―susurra de vuelta―. Eres tan dulce.
―Tenía que verte antes de irme.
―¿Tienes que ir?
―Sí. ―Tengo tantas cosas que decirle, pero ahora no es el momento. Hace un
puchero. Lo beso y le digo―: No pensemos en eso ahora.
Sus ojos mirando los míos.
―Finalmente estamos solos.
Casi no puedo creerlo. Estoy tan acostumbrado a Tessa y el bebé o algún cliente
dando vueltas. Siento a Kenzie estremecerse bajo mi mirada. Esta lista. Y yo la quiero
ahora. La he estado esperando. La he querido desde que oí su risa, desde que vi por
primera vez sus piernas, pero tuve que contenerme las últimas semanas. Sabía que
no debía precipitarme, no llevar las cosas demasiado rápido. Sabía que no estaba
preparada. Pero eso estaba todo fuera de la ventana ahora. Ahora es el momento
adecuado. Estar con ella se siente demasiado bien como para parar.
Mis labios chocan con los suyos y su cuerpo se eleva hasta encontrarse con el
mío. Mis manos se deslizan bajo la bata, sobre su suave piel. Tomo su culo en mis
manos, apretándolo suavemente. Es malditamente cercana a la perfección. Es hora
de que sepa lo sexy que es. Mis manos se mueven a sus redondos y suaves pechos,
trazando con mis dedos sus pezones, luego voy bajando, más allá de su ombligo y
hacia abajo de la cintura. No voy a darle tiempo a protestar o que se sienta insegura.
Deslizo un dedo dentro, encontrándola húmeda y más que lista para mí.
―Dios ―gime.
Clavada contra la pared, no tiene a dónde ir. Deslizo mi dedo dentro y fuera,
encontrando su punto dulce con la palma de mi mano y quitándole la bata con la
otra. Se tensa por un segundo y alcanza su bata, tratando de cubrirse.
―No te escondas de mí, Kenzie ―digo, aunque sale más como un gruñido.
Empujo hacia ella otra vez, y su boca se abre en ese momento. Reacciona
perfectamente a mi tacto―. Eres tan hermosa ―susurro―. Especialmente así.
88 Sus labios chocan contra los míos, nuestras lenguas luchan entre sí, frenéticas
por más. Agarro su culo y tiro con fuerza hacia mí. Estoy tan jodidamente duro en
este momento. Nunca he querido a una mujer más de lo que quiero a Kenzie. No
tengo ni idea de porqué tiene obsesiones sobre su cuerpo. Sus tetas son de una forma
y un tamaño perfecto, y su estrecha cintura conduce a ese increíble y sexy culo. Es
increíble desnuda y cruda, empujando con fuerza contra mí, aflojándose, finalmente
perdiendo sus inhibiciones.
Y está cerca. Su cuerpo comienza a temblar y una ráfaga de calor y rubor pasa
sobre su piel.
―Déjalo ir, Kenzie. Déjame escucharlo todo.
―¡Kane! ―grita mientras explota alrededor de mi mano, todo su cuerpo
temblando.
Ese es el mejor sonido, una mujer sexy gritando tu nombre. Kenzie se ve
exhausta inclinada contra la pared, pero necesito oírla gritar de nuevo. Así que
mantengo mi dedo dentro de ella, sintiendo su humedad y acariciándola
ligeramente. Cuando estoy seguro de que tiene pleno uso de sus piernas, la dirijo
hasta su dormitorio, con mi dedo aún dentro, nuestros ojos se encontrándose.
―Te necesito en la cama ―digo―. Necesito saber que no te vas a caer cuando
te haga venir de nuevo.
Sus ojos se abren.
―¿De nuevo?
La pongo sobre la cama y me inclino sobre ella, acechando a su cuerpo.
―Sí, de nuevo. Dime que te vendrás de nuevo por mí. ―Asiente―. Buena
chica ―le digo, dándole una pequeña sonrisa y dirigiendo mi cabeza a sus tetas,
rodeando sus pezones con la lengua. Me tomo mi tiempo, chupando,
mordisqueando, y acariciando uno y después el otro. Luego, suavemente, ligero
como una pluma, deslizo mi dedo sobre sus pliegues. Se extiende abierta, dándome
una clara invitación. Esto es una tortura―. Sé que me quieres dentro de ti ―le digo.
Mi pene sin duda está listo, duro, palpitante, en el borde de la explosión. Pero no
quiero que nuestra primera vez sea demasiado rápida, conmigo teniendo que salir
por la puerta, como el típico estereotipo. No voy a hacerle eso a Kenzie. Deslizó un
dedo dentro de ella, y luego otro, y presiono profundamente dentro―. Pronto
―prometo.
Arquea la espalda.
―¿Qué me estás haciendo?
Mi otra mano se mueve a su culo, acariciándolo y luego empujando arriba y
89 abajo, animándola a empujar contra mis dedos. Lo hace exactamente como quiero.
Estoy en un apartamento de mierda en Dallas, pero nunca he visto un espectáculo
tan hermoso.
―Date la vuelta ―le digo, deslizando mis dedos fuera de ella. Su cabeza se
sacude en una pequeña protesta. Me apoyo sobre su cuerpo y digo―: Déjame
hacerte sentir bien. Gírate.

Kenzie
Poco a poco comienzo a darme la vuelta. Oh Dios, no puedo creer que vaya a
dejarle ver mi culo desnudo con todas las luces encendidas. Interruptores, ¡por
favor!
Sus dedos se arrastran por mi espalda, empujando mi cabello por encima del
hombro. Me apoyo en mi codo, mirando a sus ojos deslizándose por mi cuerpo. Si
se burla de la vista de mi trasero, será mi culpa por estar mirando. Pero no puedo
evitarlo. Se ve tan intenso, pero sus manos se mueven tan suavemente. Sus ojos se
conectan con los míos mientras sus labios besan suavemente mi nalga. Oh, Dios mío.
¡No acaba de hacer eso! Hay hoyuelos y… Santa mierda, su lengua se desliza a través
de mi nalga, sus manos masajeando mi culo. Se siente… Buen Dios, el masaje está
causando que mi vagina se relaje y se contraiga, mi clítoris rozándose ligeramente
con el colchón. Y está chupando y besando y lamiendo mi culo tan suavemente que
mi cabeza empieza a girar. ¿Por qué nadie me dijo que mi trasero es una zona
erógena? ¡Lo que me he estado perdiendo!
Su dedo se desliza dentro de mí, ¡ahh! Mis caderas comienzan a moverse. Estoy
básicamente follando la cama, pero me importa un comino. Me está llevando a un
lugar en el que nunca he estado antes, un lugar en el que no me importa cómo me
veo, lo que piensan de mí. Solo me importa venirme contra sus dedos, y me da la
sensación de que a él solo le preocupa la misma cosa.
―Mierda, bebé ―se queja―. Podría venirme simplemente mirándote.
Eso es todo lo que necesito para gritar su nombre. Apoya su cabeza sobre mi
espalda, sus dedos todavía rozando ligeramente mi culo.
―Esto nunca ha pasado ―le digo―. Por lo general no soy tan fácil de
complacer.
―Te tengo en la palma de mi mano, bebé ―dice, dándole a mi trasero un golpe
juguetón. Entierro mi cabeza, riendo―. Cristo, tu risa lo hace por mí todo lo puto
90 tiempo.
―Quédate ―susurró, mirándolo por encima de mi hombro.
―Realmente quiero quedarme ―dice, acomodándose. Obviamente, su
erección quiere que se quede―. Pero no puedo. Si no me voy ahora, voy a perder el
vuelo. Desearía no tener que irme.
―Yo también.
―Vuelvo en dos días. Voy a estar muy ocupado trabajando en California, pero
voy a estar pensando en ti.
―Voy a pensar en ti, también.
La cama se desplaza mientras se levanta, y echo mano a la sábana. De un solo
golpe, me la arranca, sus dientes hundiéndose en mi nalga.
―¡Oh! ―Doy un ligero salto. No dolía, pero me sorprendió como el infierno.
Me doy la vuelta, y lo veo sonriéndome―. ¡Sé bueno! ―Me mira a los ojos y sus
labios se separan. Pero no salen palabras.
¡Dos orgasmos! Pateo mis piernas en la cama como una colegiala. Todavía no
puedo creerlo. Eso nunca ha pasado antes. Sonrío a la puerta por donde salió,
recordando sus palabras, su tacto, sus ojos azules tan vivos y llenos de deseo. Estoy
indefensa ante lo que estoy sintiendo. Ha pasado mucho tiempo desde que un
hombre me ha tocado, mucho tiempo que no tenía un orgasmo. No iba a aguantar
más.
Pero nunca tuve la oportunidad de tocarlo. ¿Qué fue eso? Nunca llegué a verlo
desnudo. Quería tocarlo. ¿Debería haberlo tocado de todas formas? ¿Quería que yo
tomara el control para decirle que no se fuera? No se negaría, ¿verdad? Recuerdo
como se veía su cara, más específicamente, la forma en que sus labios se veían. Era
como si quisiera decirme algo, pero no lo hizo. Tal vez estaba esperando que yo
correspondiera. Espero que no haberlo arruinado. Me doy un golpe en la frente. Me
vuelvo loca a mí misma algunas veces. Déjate llevar. Confía.
Es solo que todo el asunto es diferente a cualquier cosa que haya
experimentado antes. Por lo general, el tipo se baja y me deja colgando, pero no fue
así con Kane. Fue todo sobre mí. Nunca he sido capaz de mirar a un hombre a los
ojos mientras estoy desnuda, pero Kane me hace sentir tan especial. Me encanta la
forma en que se niega a dejar que me esconda, mi cuerpo o mi alma. Por primera
91 vez en la historia, estaba totalmente desnuda, expuesta ante un hombre. Fue
maravilloso estar en sus brazos. Me miro, todavía desnuda en la cama, con sus dedos
cubriendo mi piel. No estaba desnuda. Estaba cubierta de Kane, y nunca había
querido estar vestida con algo diferente.
11
Kenzie
Los siguientes dos días son interminables, pero soy capaz de derrotar una gran
cantidad de trabajo, ponerme al día con citas, y mi sesión de fotos para el próximo
catálogo está lista para ir. Pero cuando he terminado, el silencio, la quietud de mi
apartamento me molesta. ¿Es una especie de preparación para mí, darme una idea
de lo que está por venir, un momento en que Tessa no estará más por aquí, un
momento en que tal vez Kane no estará, tampoco?
En serio, tengo que dejar de llenar mi mente con basura. No sé por qué dejo
que los pensamientos malos se metan y superen a los buenos. Supongo que todos
hacen eso a veces, pero odio cuando sucede. La verdad es que, no tengo ninguna
razón para regodearme en este momento. Nada malo está sucediendo hoy. Es decir,
92 Kane va a volver tarde esta noche, y es domingo, mi día con Tessa. Ella viene a cenar.
Tengo mucho que esperar.
No pasa mucho antes que la dulce voz de mi hermanastra llene mi
apartamento. Corto algunas verduras mientras Tessa se inclina sobre una olla que
he empezado en mi estufa.
―¿Qué estás cocinando? ―pregunta, su nariz se arrugó como si acabara de
oler uno de los pañales sucios de Zoe.
―Es una “cena vertedero” ―digo―. Como mi mamá solía hacer, ¿recuerdas?
Tessa se estremece.
―No creo que la comida deba ser referida como “vertedero”. Papá llama a ir
al baño “ir al vertedero”.
Le doy mi mejor rodada de ojos y arrojo dentro las verduras.
―Se llama así porque viertes todo en la olla para cocinar. Juro que tu mente
está siempre en la cuneta.
―Únete a mí en la cuneta ―dice Tessa y me tira hacia la cama―. Dime todo
sobre Kane.
―Oh, no lo sé, Tessa. ¿Podemos tener la cena primero?
―No tengo mucho apetito, Kenzie.
―No puedo comer todo esto yo sola. Mi culo nunca me perdonará. ―Le doy
un golpecito a mi trasero―. ¿Lo harás, culo?
―Es tan raro que le hables.
―No siempre escucha.
Tessa mira alrededor de mi apartamento.
―¿Recuerdas que decíamos que íbamos a vivir juntas, conseguir nuestro
propio lugar?
―Desearía que lo hubiéramos hecho.
―Tú tenías que mudarte a Europa.
―Y tú tenías que casarte.
Tessa toma mis dos manos entre las suyas.
―Voy a mudarme de nuevo con papá muy pronto.
―¿Qué? ¿Por qué?
―Todas las habitaciones están arriba en mi casa ―dice Tessa―. Se está
haciendo demasiado difícil de subir y bajar.
93 ―Puedo mudarme contigo y ayudar ―ofrezco.
―¡Entonces tendría que escucharlos a ti y Kane chocando y moliendo toda la
noche! ―Tessa me mira de arriba hacia abajo. Ella puede ver siempre a través de
mí―. ¡Oh! ¡Totalmente tuviste sexo con él!
―No, no lo hicimos.
―¡Sí lo hiciste! ¡No me mientas!
―No estoy mintiendo.
―Está bien. Entonces ¿por qué diablos no? ¡Para de retrasar, y follate al
hombre!
―Te mantendré informada.
―En serio, ustedes están enamorados el uno del otro.
―No estoy segura de cómo se siente él.
―El hombre prácticamente cae a tus pies cuando entras en la habitación.
―No lo hace.
―Lo hace ―dice Tessa―. ¿Has hecho pis delante de él?
―¡Asqueroso! No, no he hecho pis delante de él. ¿Por qué habría de hacer eso?
―¿Él ha hecho pis delante de ti?
―No, en realidad no he visto su… ―Hago una pausa y agito mis brazos
alrededor, tratando de hacer aparecer las palabras.
―¡Kenzie, eres tan mojigata!
―No lo soy ―digo―. Hemos hecho algunas cosas.
―¡Obviamente no lo suficiente! ―dice Tessa y se sienta con la espalda recta―.
Mira, aquí está mi prueba para saber si un hombre es serio contigo. Si puedes orinar
delante de él y no se asusta, entonces él está en ello para largo plazo.
―Tessa, nunca he hecho pis delante de un hombre en toda mi vida.
―Confía en mí, no puedes casarte con alguien y nunca orinar delante de él. No
sucede.
―Gracias por eso, Tessa. ¿Algún otro consejo de relaciones que te importe
pasar?
―Desde que Brandon y yo fuimos tan exitosos, probablemente no soy la mejor
para preguntar ―dice―. Pero en serio, disfruta de él. Quiero decir, realmente
diviértete con él. No dejes que el mundo exterior estropee lo que tienes. Mantenlo
sagrado, o lo suficientemente pronto, te encontraras solo teniendo sexo de
mantenimiento para evitar que él te acose sobre ello.
94
Ligeramente golpeo a Tessa con una almohada.
―¿El cáncer te convierte en una pervertida o algo?
―Cuando Brandon y yo solíamos pelear, era tan sexy. Teníamos este loco sexo
furioso después. Luego algún tiempo alrededor de cuatro años, creo, peleábamos, y
yo iba a fregar el piso.
―Eso es simplemente triste.
―Tarde o temprano, el sexo furioso se convierte en tareas domésticas furiosas.
―Eso debería ser una etiqueta de advertencia.
―No dejes que te suceda a ti.

Me enjabono, limpiando cada centímetro de mi cuerpo. Kane estará aquí


pronto, y quiero oler bien cuando pase. Fue dulce que enviara un mensaje para
preguntar si podía pasar, que sólo no lo asumió. No puedo esperar para verlo. Parece
una eternidad. Extraño el calor de su cuerpo, la sensación de su aliento, el empuje
de su excitación por la mañana en contra de mi culo.
Me enjuago y salgo de la ducha, ansiosa por oír su sexy voz. Amo su voz. Fue
la primera cosa que noté en él, y no la he escuchado en días. No hemos hablado
mientras que él ha estado lejos, algunos textos, pero eso fue todo. Me pregunto por
qué. Probablemente estaba ocupado, como dijo. O tal vez está enojado que no hice
lo mismo.
―¿Kenzie? ―dice en voz alta desde mi tienda. Salto un poco y trato de alcanzar
una toalla para cubrirme―. ¿Kenzie? ―Su voz es más fuerte esta vez. Se está
acercando, entrando a mi apartamento―. ¡Te extrañé tan malditamente tanto! ¡Ven
aquí!
¡A la mierda! No voy a tener miedo nunca más. Tomo una respiración
profunda, tiro la toalla al suelo, abro la puerta del baño, y lo saludo usando nada
más que una sonrisa. Su boca cae al suelo. Desliza el pulgar por su labio inferior, y
en dos zancadas estoy envuelta en sus brazos. Me levanta en el aire y me tumba en
la cama, tirando de mi boca a la suya, agarrando un puñado de mi cabello,
forzándome más fuerte hacia él. Tiro y aflojo su ropa, pero estoy distraída por su
cálida lengua deslizándose a través de mi cuello, su mano ahora ahuecando mi
pecho, mi pezón entre sus dedos, todo el placer disparando justo entre mis piernas.
De repente se sienta y fija sus ojos en los míos.
95
―Quiero continuar donde lo dejamos.
―Sí. ―Jadeo, ansiosa para que haga lo que quiera de mí.
Mueve un dedo lentamente por mi cuello, por debajo de la curva de mis
pechos. Es un maestro en el arte de la burla, y me encanta. Sube mi pierna y sostiene
firmemente mi muslo y luego llega debajo de mí para apretar mi culo. Sus ojos dejan
los míos por un momento, y baja la cabeza, dejando que su aliento cálido cosquillee
en mi pezón.
―Eres tan sensible ―dice, moviendo sus dedos más abajo―. Me dan ganas de
sumergirme dentro de ti. ―Mis piernas se abren invitándole―. Jesús, bebé, estoy
tratando de tomar mi tiempo.
―Por favor ―ruego.
Kane mece sus caderas contra las mías.
―¿Quieres que te haga correr?
―¡Sí!
Baja su boca de mi pecho a mi cintura y luego rodea mi ombligo con su lengua.
―¿Quieres que te haga gritar?
―¡Dios, sí!
Besa su camino por mi cuerpo, haciendo que mi corazón se acelere y gira la
cabeza mientras corro una mano por su cabello. Estoy tan lista para que él ponga su
boca sobre mí. Necesito su boca sobre mí. Y entonces lo siento. Mis músculos se
tensan mientras corre ligeramente su lengua sobre mis pliegues, saboreándome,
poniéndome más húmeda de lo que ya estoy. Mi cuerpo está rogando por él,
deseándolo dentro de mí.
―No me voy a apresurar ―promete en un susurro―. Voy a trabajarte tanto,
que vas correrte tan duro para mí. ―Mi espalda se arquea ante el pensamiento, y él
sonríe, viendo mi cuerpo moverse. Luego entierra su cabeza de nuevo, lamiéndome
un poco más, todavía muy lentamente, antes de levantar sus ojos azules hacia mí,
sosteniendo mi culo, todavía provocándome con su lengua.
Comienzo a moverme contra su lengua, pidiéndole que me folle con su boca.
Él suelta una risita traviesa y desliza su lengua dentro. Empuja dentro y fuera, y yo
aprieto mis músculos alrededor de él, con fuerza. Me siento en el borde.
―No te detengas. Oh, Dios, por favor, no te detengas. Estoy casi allí. ―Agarro
las sábanas de la cama con todas mis fuerzas y exploto sobre su boca―. ¡Kane!
―Pensé que los orgasmos hace dos días fueron los mejores de la historia, pero este
sólo les superó tanto por un kilómetro.
96
Mi cuerpo temblando de las réplicas, Kane se mueve hacia arriba a mi lado y
me envuelve en sus brazos.
―No he pensado en otra cosa estos últimos dos días ―dice―, más que darte
placer, haciéndote correr de esa manera.
―Mi turno ―digo y alejo algunos mechones de cabello de mi cara y luego
deslizo un dedo en la cintura del pantalón.
Toma mis manos y las clava sobre mi cabeza.
―No he terminado contigo todavía ―dice y baja su boca a mi cuello.
Una profunda decepción se instala en mi pecho. Kane debe haberlo sentido,
también, porque levanta su cabeza de mi cuello.
―¿Qué he hecho? ―pregunta.
―No he hecho nada para ti.
―¿Es por eso que estás molesta? ―pregunta. Asiento un poco, y me acaricia la
mejilla―. No es una carrera o un concurso. Nadie lleva el marcador.
Sorbo un poco y junto un poco de coraje.
―¿Es porque no te excito?
―¿Es una broma? ―Toma mi mano y la pone en el bulto duro como una roca
en su pantalón―. ¿Se siente como si no estuviera excitado por ti? Me estaba
poniendo a prueba a mí mismo.
―¿Por qué?
―Es la forma en que sé…
―¿Sabes qué?
Toma un gran aliento.
―Como sé que amo a una mujer. ―Dejo de respirar. Estoy sorprendida. No
esperaba que dijera eso. Creo que Tessa estaba en lo cierto―. Cuando puedo ser
totalmente desinteresado, cuando puedo estar satisfecho de que ella está satisfecha,
cuando su felicidad viene antes que la mía. ―Se pasa los dedos por su cabello―.
Dios, espero que no sea demasiado pronto para decírtelo.
Comienzo a respirar de nuevo, pero apenas y puedo contenerme. No estoy
segura si mi corazón se está derritiendo o está por estallar. ¡Me está poniendo a mí
primero… y al amor! ¡Esto es mejor que cualquier orgasmo! Y es lindo que esté tan
nervioso diciéndomelo, como si tuviera miedo de que no le correspondiera, como si
eso fuera posible. ¿Qué es no amar?
97
―Por favor di algo ―dice.
Le ofrezco una sonrisa sexy y tomo su mano.
―¿Cuánto dura esta fase de prueba?
―Se acabó.
―Gracias a Dios. ―Rápidamente ruedo encima de él, montándolo a horcajas
e inclinándome, dejando que mis senos se empujen contra su pecho. Coloca sus
dedos en mi cabello, y puedo sentir su cuerpo tensarse bajo el mío, claramente
necesitando liberarse. Obviamente ha estado esperando hace días por esto. Bajo mi
boca a su cuello, pensando en cómo Kane me había chupado a mí, cómo me había
tentado con su charla sucia, excitándome, poniéndome más necesitada que nunca.
Es hora de regresarle el favor, o el tormento.
―¿Quieres que te haga venir? ―susurro.
La comisura de su boca se eleva en un traviesa sonrisa, y se sienta derecho,
tirando de mis piernas con fuerza alrededor de su cintura y agarrando mi trasero.
―Lo quiero todo, Kenzie.
―Oh.
―¿Quieres jugar? ―pregunta, en voz baja. Asiento y pasa un dedo por la curva
de mi cuello, bajando por mi brazo, y hasta mis dedos enlazándolos con los míos―.
Quiero que me toques.
Todo mi cuerpo se estremece, e imploro:
―Quiero tocarte.
Suelta mi mano y acaricia mi labio inferior con su pulgar.
―Entonces quiero saber cómo tu aliento, tu lengua y esos perfectos labios rojo
cereza se sentirán deslizándose sobre mi polla. ―Lentamente me paso la lengua por
los labios―. ¿Quieres saber cuál es mi sabor?
―Sí ―digo, jadeando―. Por favor. ―Cómo es que me tiene rogándole por
darle una mamada, ¡jamás lo sabré! Y no me importa. Lo empujo sobre la cama,
pasando mi lengua por la V en su estómago. Coloco mis dedos sobre su cierre,
mientras él estira sus piernas.
―Dios, he extrañado tanto esto.
Mi mano se detiene. Algo sobre esas palabras, tan inofensivas, me congela.
¡Olvídalo! No quiso decir nada. Pero no puedo seguir. No puedo evitarlo. Sus palabras
me hacen pensar en su ex esposa, su historial de citas. ¿Cuánto tiempo ha pasado
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para él? ¿Fue su ex esposa la última en darle placer así? ¿O fue alguien antes de mí?
Sé que dijo que no ha salido con nadie desde su ex esposa, y que el sexo y las citas
le daban lo mismo. ¿Pero este tipo sexy y rico no había tenido ninguna clase de sexo
en casi un año? Eso no es posible. No tiene sentido. Me odio por el bombardeo de
dudas con su pene a centímetros de distancia, pero me odiaría aún más si no
obtuviera respuestas.
―¿Cuánto tiempo ha pasado? ―pregunto.
―Mucho ―dice, agarrando mi cabello, claramente queriendo mi boca.
Aparto mi mano del cierre y levanto la cabeza.
―Hablo en serio. ¿Cuánto tiempo?
Murmura un montón de maldiciones en voz baja y se levanta en la cama.
―¿Me estás preguntando eso ahora mismo? ―pregunta apuntando a su
pantalón.
―Sé que es un mal momento. ―Tiro de las mantas sobre mi cuerpo―. Pero no
sé mucho sobre tu pasado, y me está carcomiendo ahora mismo. Lo siento.
―Te dije que no ha habido nadie desde mi ex esposa.
―Simplemente es difícil creer… quiero decir, eres tan… ―Apunto con mi
mano su cuerpo―. Las mujeres deben estar tras de ti todo el tiempo.
―Sólo quiero que una mujer me quiera ―dice y me besa suavemente en los
labios.
Sonrío cuando su boca va a mi cuello.
―Entonces ha pasado casi un año desde que tú… ―Me detengo cuando todo
su cuerpo se tensa―. ¿Qué?
―Menos tiempo de un año.
Lo aparto de mi cuello.
―Pero dijiste que no has estado con nadie desde tu ex esposa y has estado
divorciado desde hace casi un año, entonces…
Kane suelta un profundo suspiro.
―¿Nunca has caído en viejos hábitos con un ex?
¿Su ex esposa? ¡Oh, claro que no!, sacudo la cabeza.
―Cuando termino, termino.
―Hubo un breve periodo de tiempo cuando, mmm… no puedo explicarlo
bien. No fue bueno para ninguno de los dos. Mira, te he extrañado estos últimos
días. Por favor no hablemos de esto. ¿Podemos volver a donde estábamos hace dos
99
minutos?
―¿Todavía te acuestas con ella? ―presiono.
―¡Claro que no!
―Y sólo para que lo sepas, con “acostarse” me refiero a orales, dedos,
juguetes…
―¡Dios, Kenzie, no me he acostado con ella desde que te conocí! ―Hay una
urgencia en su voz, como si estuviera claramente preocupado por esto, por cómo me
hace sentir, por cómo se ve―. Han pasado varios meses. Estoy siendo honesto. No
te mentiría.
Kane abre sus brazos hacia mí, pero no voy. Solo me quedo a su lado. Voy a
mantener mi guardia un poco en alto; al menos por unas horas. Deja caer sus brazos,
y con sus labios en una línea. Las cosas comenzaron tan bien esta noche; había dicho
esencialmente que me amaba; pero entonces todo se fue al carajo. Miro mis pies
descalzos, sintiendo a Kane estudiarme.
Inclina mi barbilla hacia arriba.
―No quiero que las cosas se queden así. ¿Podemos por favor salvar la noche?
―Medio me encojo de hombros con un pequeño asentimiento. Me gusta que quiera
intentarlo, y que no solo se vaya―. Casi lo olvido ―dice―. Te traje un regalo.
―Eso es dulce ―digo―. ¿Tuviste tiempo de comprar entre reuniones?
―No te emociones mucho. Es del aeropuerto. Está en mi auto. Ya vuelvo.
Tomo la oportunidad para ponerme ropa. No puedo estar desnuda con él
ahora mismo, no después de que escuchar que había estado con su ex esposa. No
importa cuándo o que haya terminado. Sucedió, y no puedo sacarlo de mi cabeza.
¡Agárrate y deja de buscar razones para huir! Kane y Lily estuvieron juntos mucho
tiempo, y no es el fin del mundo para ex esposos tener un último revolcón en el heno;
incluso más de uno. Kane no ha sido nada más que honesto conmigo. Es lo que
quiero de él. No sería justo de mi parte castigarlo por eso. Alzo la mirada y lo veo
de pie en la entrada con una caja
Kane camina hacia mí la coloca enfrente.
―No tuve tiempo de envolverlo.
―No puedo creer que pensaras en comprarme un regalo. ¿Son zapatos?
―Comienzo a aplaudir emocionada―. ¡Siempre puedes comprarme zapatos! Talla
ocho.
Se ríe.
―Lo recordaré. Ábrelo.
100
Paso mis dedos por la caja, sintiendo mi estómago retorcerse. Me recuerdo que
el regalo no es de Charles. No viene con condiciones. Levantando la tapa, suelto una
carcajada.
―¡No lo hiciste!
Kane saca una camiseta de los Dallas Cowboys y la sostiene para mí.
―No puedo estar enamorado de una seguidora de los Saints.
Dejo de reír y lo miro completamente maravillada. Dijo “amor” de nuevo,
incluso después de que le rompí las pelotas con lo de su ex esposa.
Deja la camiseta sobre la cama y toma mis manos.
―Te amo, Kenzie.
―Este es el peor momento para amarme ―digo―. Mi vida es un desastre.
Estoy totalmente abrumada. Tengo problemas de trabajo, problemas familiares,
obsesiones personales, las cuales puedes ver claramente, y…
―Es el momento perfecto para que te ame ―dice.
Aparto la mirada por un momento y vuelvo a mirar a Kane. Es precioso. Me
quiere. Es honesto conmigo. Me ama. No hay nada más que pudiera querer, y lo sé.
Pero estoy asustada. Me he quemado muchas veces antes, por muchos hombres
diferentes. Tomo aire profundamente. No puedo… no lo dejaré… que todos esos
tipos me arruinen lo que está frente a mí. Es hora de que la chica del sí diga sí. Quiero
decir, no tengo opción, no con esos ojos azul marino mirándome.
Me pongo la camiseta, y me queda perfecta.
―También te amo.

El sonido del agua me despierta. Gruñendo, tiro de las mantas sobre mi cabeza.
Kane es tan molesto en la mañana, se levanta muy temprano, ya está en mi ducha.
Siempre me toma un poco más de tiempo recibir el día, pero él se levanta listo para
todo. Es su mayor defecto.
El sonido sigue y sigue. Me están dando ganas de hacer pis. Si cerrara la llave
de la ducha probablemente sería capaz de dormir otra vez, pero no está pasando. La
ducha está durando una eternidad.
¿Qué está haciendo ahí que le toma tanto tiempo? ¡Será mejor que no se esté
masturbando en mi ducha! No, no estaría haciendo eso. Me quito las sábanas y
101 aprieto las piernas juntas. No puedo aguantarlo más. Tengo que ir al baño antes de
orinarme.
Salgo de la cama y toco la puerta.
―¿Kane, ya casi acabas? ―Cuando no responde, aprieto las piernas un poco
más y recuerdo las palabras de sabiduría de Tessa sobre el tiempo en el baño. Tal
vez esto es una especie de prueba para mí, una prueba de fortaleza para nuestra
relación. No estoy segura. No puedo pensar bien. Lo único que sé es que necesito
orinar. Todo lo demás en el mundo es secundario.
Lentamente abro un poco la puerta del baño, una nube de vapor me golpea en
la cara.
―¿Kane?
Saca la cabeza de la ducha, con el agua goteando por su cabello. Se ve adorable,
y su dulce sonrisa es suficiente para despertarme.
―¿Sí?
―¿Casi acabas?
―En unos minutos. ¿Quieres unírteme?
―Nop ―digo, apretando mis rodillas juntas, y haciendo un par de cuclillas.
―Tal vez a la próxima ―dice y desaparece detrás de la cortina de la ducha.
Fuera del baño, bailo un poco alrededor. Kane parece no estar para nada
acelerado. ¿Debería decirle que debo orinar? ¿Por qué tengo que vivir en este
apartamento de mierda con un baño? No tengo opción ahora; debo de entrar. La
amenaza es nivel rojo. Me muevo dentro, caminando en puntitas como un cauteloso
ninja.
Llego hasta allí sin ser detectada y me bajo las bragas, manteniendo un ojo en
la cortina de la ducha, buscando cualquier movimiento. Respiro profundamente y
empiezo a orinar seriamente. ¡Ah! Estoy muy aliviada de que probablemente la
ducha está ahogando el sonido de mi pis. Estoy muy segura que de lo contrario haría
eco en las paredes.
Aun así, no puedo bajar la guardia. No estoy cerca de terminar, y mantengo un
ojo en la cortina de la ducha. ¡Por favor, quédate ahí, Kane! Por lo general se siente muy
bien, incluso mágico, hacer pis en la mañana, pero ahora solo hay ansiedad.
A mitad de la meada, cierra la ducha. Aprieto mis músculos y dejo de orinar.
Gracias a Dios por los ejercicios de Kegel.
Trato de apurarme, arrancando papel higiénico, pero mis movimientos ninjas
no son tan rápidos. La cortina de la ducha se abre, y no hay dónde esconderse. Así
102 que bajo la cabeza a mis manos, roja como un tomate, derrotada, deseando estar en
cualquier otro lado en el mundo.
Kane se inclina y me besa la cima de la cabeza.
―Buenos días, bebé.
Lentamente alzo la mirada, encontrando a Kane con solo una toalla en su
cintura, pasándose los dedos por el cabello. Se ve jodidamente bien, bronceado con
perfectos abdominales cincelados. ¿Acaba de besarme? No puedo disfrutar su beso
o ver su cuerpo, no mientras estoy sentada en el sanitario. Mi estómago se aprieta
un poco, sin duda por mi posición y por no conseguir vaciar mi vejiga. A la mierda
esto. Me permito hacer pis de nuevo.
Kane ni siquiera se inmuta.
―Debemos irnos a las diez para el juego ―dice y luego busca su cepillo de
dientes.
¿De verdad me está hablando ahora? ¡Eso parece! Sonrío ampliamente… mi
hermanastra es bastante lista; luego me tomo un momento para limpiarme. Kane es
el tipo de hombre con el que una chica quiere estar, el tipo de hombre que puede
manera cualquier cosa que la vida le lance; con pis y todo.
103
12
Kane
―Tienes que estar impresionado con el estadio AT&T ―digo, dándole
nuestras entradas para la suite a uno de los empleados del estadio―. Los Cowboys
juegan en uno de los estadios más modernos…
―No hables de arquitectura antes de un partido ―bromea Kenzie―. Esto es
fútbol, o un museo de arte. Quiero decir, ¿qué pasa con todas esas esculturas? El
Superdome, ahora eso sí que es un estadio de fútbol.
―No diría eso en voz demasiado alta aquí.
―Este equipo es muy de estirados. De todas formas, ¿quién los eligió como el
Equipo de América?
104 ―No lo entiendo. Eres de Dallas. Vives en Dallas. ¿Por qué eres una fan de los
Saints?
―¡Drew Brees es muy guapo! ―Ruedo mis ojos―. Además, mi mamá era de
Nueva Orleans. ―Mete su dedo en el pequeño agujero de la manga de mi
camiseta―. ¿Cuántos años tiene esto?
―No lo sé, tiene como diez o así ―digo―. Da suerte.
―No veo cómo. Los Cowboys no han jugado demasiado bien durante la última
década. Quizás tu camiseta es una maldición. Los Saints ganaron un Super Bowl
hace poco.
Escaneo y miró su cuerpo de escándalo, sus tejanos abrazando su curvas, su
camiseta acentuado su escote.
―Bueno, te ves bien con tu camiseta de los Cowboys.
―No puedo creer que esté llevando esto ―dice, tirando de ella un poco―. Me
debes una en serio. Siento que necesito un baño, o una confesión.
Nos dirigimos en ascensor y a una escalera mecánica para ir al nivel del palco,
lejos de los cientos de miles de fans sentados tanto arriba como más abajo. No me
entiendan mal. Me gusta sentarme con la multitud, sentir esa energía, vivir y morir
con cada jugada, pero es divertido estar en el palco de mi familia también. La
comida, las vistas, las bebidas, todas son buenas. Y sobre la gente, bueno, eso es una
cosa más complicada.
Giramos por un par de estrechos pasillos, y un grupo de fans de los Cowboys
se dirige en nuestra dirección. Kenzie les grita: “¡Who Dat!”, después se ríe ante la
mirada malvada que le dirigen. ¡No puede hablar de esa manera a fanáticos de los
Cowboys! ¡Va a hacer que nos maten!
Pero no puedo evitar sonreír. Esta hermosa e inteligente chica ―y sí, un poco
loca también― se está divirtiendo. Amo hacerla feliz. Esto es exactamente lo que
quiere Tessa, y lo que necesito, también. La vida es sobre esto, sobre lo que significa
amar a alguien, en la alegría de provocar a los fans de los Cowboys y en el dolor de
planificar un funeral. Espero que Kenzie sepa que es así como me siento. Los
tradicionales votos matrimoniales tienen razón, debes amar a alguien y serle fiel en
las buenas y en las malas. Debería haber sabido que Lily y yo no duraríamos cuando
insistió en que escribiéramos nuestros propios votos.
Continuamos adelante hacia el palco cuando escucho que me llaman desde
atrás. Kenzie se para y me mira.
―¿Ese es Deacon? ―pregunta―. Por favor dime que no es él. ―Miro hacia
105 atrás para ver que mi hermanastro se dirige hacia nosotros.
Kenzie se pone un poco detrás de mí, claramente esperando evitar este
momento, y no la culpo. Estoy seguro de que esto apesta para ella, incluso si mi
desventurado hermanastro la ayudó a poner en marcha Kenzie Lingerie. Pero tiene
que hablar con Deacon en algún momento. Para bien o para mal, es de mi familia.
―No esperaba verte aquí ―dice Deacon.
―Acabo de llegar a la ciudad ―digo.
―¿Cómo va el trabajo? ―pregunta Deacon―. ¿Cómo le va a Lily?
¡Mierda! ¿Por qué mencionaría a mi ex mujer? ¡Voy a matarle! Es tan
malditamente tonto, ¡sin filtro ni sentido común! Le fulmino con la mirada, mientras
Kenzie sale de detrás de mí y se para a mi lado, mirándome con su grandes y
hermosos ojos. Envuelvo con mi brazo su cintura.
―Lo siento ―dice Deacon, mirando a Kenzie―. No te vi ahí.
Aparte de la tensa sonrisa que le dirige, Kenzie no responde. Los tres
continuamos por el pasillo, con Deacon hablando de qué jugadas deberían hacer los
Cowboys para comenzar el partido, después continuando con su descripción de
algunos segmentos ridículos que planea poner en directo en las noticias de la
mañana de la semana que viene. Está totalmente serio mientras las describe; para él
no son para nada ridículas. Sólo estoy escuchando a medias, como mucho, ante sus
estupideces.
Mi mente está en Kenzie, y lo qué hay detrás de esos ojos. No creo que esté
enfadada porque Deacon mencionara a Lily, lo cual es un alivio. Creo que está más
nerviosa por ver a Deacon de nuevo. Quizás le debería haber advertido de que
estaría aquí, pero no quería estresarla por ello. Deacon realmente es inofensivo. De
hecho, es más probable que sea él quien esté asustado de Kenzie.
Llegamos a la suite juntos, y Kenzie aprieta mi mano, fuerte.
―Te veremos dentro en unos minutos ―le digo a Deacon. Él me sonríe y
después desaparece dentro. Claramente, piensa que es divertido que Kenzie se
encuentre nerviosa.
―¿Tengo que pasar todo el partido con Deacon? ―pregunta.
―El palco es para unas cincuenta personas ―digo―. No será un gran
problema. Además, esperaba que te acostumbraras a Deacon, y quiero que vengas a
conocer a mi madre. Ella está allí dentro con mi padrastro.
―¿Qué? ¿Por qué no me dijiste esto antes? Pensé que sólo iba a tener que
soportar a los Cowboys. ―Kenzie respira profundamente y toca el cabello de su
106 coleta―. ¿Crees que Deacon hizo eso a propósito?
―¿Hizo el qué?
―¿Preguntar sobre Lily?
―No me haría eso a mí ―digo―. Si de verdad fuera malo, le mantendría
apartado de ti, y no querría tener nada que ver con él. ―Sé que Kenzie no está ni
medio convencida―. Al chico le han dado todo durante toda su vida. Es un mocoso
malcriado y un mujeriego que no lidia bien con los rechazos.
Kenzie se detiene por un momento, considerando la posibilidad.
―Bueno, si tú lo dices.
Beso su frente.
―No gritaría “Who Dat” en esta habitación ―le provoco y la dirijo adentro del
palco, que es verdaderamente otro mundo. Con su rico color caoba y sus elegantes
espejos, sofás de cuero, televisiones de pantalla plana, minibar, camareros y un
montón de comida, la habitación está muy lejos de ser un estacionamiento de
camiones sirviendo comida. Además, hay cerca de treinta sitios en la cornisa para
ver el partido.
La mayoría de los hombres llevan abrigos y corbatas, y las mujeres llevan
elegante ropa de color azul de un tipo o de otro, con mucha joyería y con elegantes
peinados y mucho maquillaje. Es una forma completamente enfermiza de vestirse
para un partido de fútbol. Pero en realidad no están vestidos para el partido, están
vestidos para los demás.
Atraigo a Kenzie a mi lado a través de la multitud bien vestida, saludando
algunas caras familiares por el camino, y después mirando al campo. Queda como
una hora hasta el inicio, y los jugadores están saliendo para estirar. Miro a Kenzie y
sé que está incómoda, sus ojos en sus tejanos y camiseta y en sus zapatillas.
―Te ves hermosa, bebé ―le digo, dándole una pequeña palmada en su culo
antes de enlazar mis dedos con los suyos.
Su piel se sonroja, pero su cuerpo se relaja. Esas pequeñas palabras que le he
dicho parecen significar mucho para ella. Los hombres deberían recordar eso.
Puedes alegrarle el día a una mujer simplemente prestándole atención o palmeando
su culo, cualquiera de los dos parece funcionar.
Le damos la espalda al campo y nos dirigimos de nuevo adentro del palco.
Toda la atención se dirige a una alta y delgada mujer, una mujer que posee la
habitación en la que está, que lleva un vestido blanco con zapatos de tacón azules.
―Mira sus zapatos ―susurra Kenzie―. Tengo mucha envidia de esos zapatos.
107 ―Mi madre ama los zapatos como…
―¿Tu madre? ¿Esa es tu madre? ¡Podría ser una modelo!
―Lo era. Así es como conoció a mi padrastro. Después de que mi padre murió,
solía hacer esos trabajos de modelo en los espectáculos de coches.
―Estás bromeando.
―No le digas que te lo he contado. No querría que eso se supiera por la alta
sociedad de aquí ―digo―. Pero era la modelo con el bikini sobre el capó.
Mi madre debe haberme sentido hablar sobre ella porque pone sus brazos a mi
alrededor un poco después.
―Bebé, no creía que fuera a verte hoy. ―Mi madre da un paso atrás y ahueca
mi cara―. California debe haber ido bien. Se te ve feliz.
―No es por California, mamá. Me gustaría que conocieras a…
―Kenzie Scott ―interrumpe mi madre y se gira hacia Kenzie―. Soy Elise
Barnes. Es un placer conocer finalmente a la mujer que puso a Deacon en su lugar y
sacó a Kane de su letargo.
¡Oh, infiernos! Kenzie no necesitaba escuchar eso.
―Hablé con Deacon. Ahora todo está bien.
―Hasta la próxima cosa ―comenta mi madre, alcanzando la mano de Kenzie
y dándole un ligero apretón―. Estoy feliz de que pudieses venir hoy. He estado
esperando conocerte, pero Kane me pidió que esperase.
―¡Porque querías ir a pedir bragas y sujetadores, mamá!
Kenzie me da un golpe juguetón, luego me da un pequeño beso frente a todos,
recordándome que amo cómo es, sin importar dónde estemos o con quién.
―¿Has estado rechazando negocios?
―Solo por mi madre ―protesto, luchando contra la bilis en mi garganta―. Eso
es algo asqueroso sobre lo que pensar.
Mi padrastro se acerca y le da un beso en la mejilla a mamá antes de
estrecharme la mano.
―James, esta es Kenzie Scott ―presenta mi madre.
―Entonces, Kenzie, ¿eres una fan de los Cowboys? ―pregunta James.
Rodeo al hombre con un brazo. Lo está intentando con una conversación
segura, pero es un error épico.
―James, vayamos por algo de comer y beber ―indico―. No quieres que
108 Kenzie comience.
Mi padrastro y yo nos alejamos y escucho a Kenzie burlarse a nuestra espalda:
―¿Cowgirls?

Abro una cerveza y me reclino contra el bar, recordando lo cerca que era mi
madre, y aún está de Lily. Llama a Lily la hija que nunca tuvo, así que es un poco
extraño ver a mi madre charlando con Kenzie. Aunque ambas parecen estar pasando
un buen momento. Eso es un alivio. No estaba muy seguro de que mi madre estaría
abierta a alguien nuevo en mi vida.
―Ella es lo completamente opuesto a Lily ―señala James.
―No puedes compararlas a las dos ―respondo.
―Es difícil, ya que es la primera mujer que has traído desde el divorcio.
―Papá tiene razón ―asegura James, uniéndose a nosotros―. Primero, Kenzie
es una mujer de carrera. Además, no se parecen en nada. Por no mencionar que Lily
jamás hubiese sido atrapada entrando aquí vestida de forma casual. De nuevo, mira
cómo estás vestido.
―Kenzie no está atrapada por la escena social ―explico―. Esa es una de las
cosas que amo de ella.
―¿Amas? ¿No te he enseñado nada? ―cuestiona Deacon.
James pone una mano sobre mi hombro.
―Todos estamos felices por ti. Ella parece una chica maravillosa.
―¡Amigo, necesitas reducir la marcha! ―exclama Deacon.
―Hijo ―reproche James.
―Solo digo lo que tú y Elise han estado diciendo, papá.
Paso la mirada a mi padrastro. Odio que mi vida amorosa vuelva a ser el tema
de conversación. Fue suficiente los pasados años.
―¿Mamá está preocupada? ―pregunto.
―Solo le preocupa que estás haciendo las cosas con rapidez ―contesta
James―. Yo también.
―Lily y yo hemos estado divorciados casi un año ―protesto y miro hacia
Kenzie―. Espero que mamá no esté compartiendo sus “preocupaciones” allí.

109 ―Estoy seguro de que no ―dice James―. Es solo que realmente pensamos que
Lily y tú deberían resolver las cosas.
Casi me atraganto con la cerveza.
―¿Qué te hace pensar eso?
―Todos sabemos que aún la estabas viendo ―contesta James.
―En realidad no era un secreto ―añade Deacon.
―No vine aquí para discutir esto ―reclamo―. De todos modos, no es de su
maldita incumbencia.
―No quería molestarte ―se disculpa James―. Tu madre y yo somos padres.
Nos preocupamos. Tal vez no deberíamos decirte que nos preocupamos. Kenzie
parece genial, simplemente no queremos que vuelvas a salir herido de nuevo.
―Kane, creo que lo que papá está intentando decir ―interviene Deacon―, es
que simplemente no huyas y te cases con ella o la dejes embarazada y todo estará
bien.
―No es exactamente lo que quería decir ―menciona James―. Pero no es un
mal consejo.
Deacon me rodea los hombros con el brazo.
―Siempre te cuido la espalda, Kane.
Me relajo un poco y le doy una ligera sonrisa.
―¿Por qué nadie está preocupado de que aún no te hayas casado, Deacon?
―También nos preocupamos de eso ―señala James con una risa―. Tu madre
y yo nos preocupamos mucho por Deacon. Nos da mucho por lo que preocuparnos.
―De nada ―dice Deacon.
James pone los ojos en blanco.
―Mira Kane, te amamos y sé que, si amas a Kenzie, nosotros también lo
haremos. Supongo que solo estamos siendo precavidos. Lo que tú y Lily atravesaron
fue doloroso para todos.

No puedo alejarme de esa conversación lo suficientemente rápido. Pasan diez


minutos hasta que comienza y me siento con Kenzie. En realidad planea ver el
partido mientras las otras mujeres están bebiendo en el bar o arreglándose el
maquillaje. Miro hacia ella, encontrando que tiene los hombros ligeramente girados
110 lejos de mí, las piernas cruzadas en la misma dirección. Está claro que pasa algo.
Será mejor que mi madre no le haya dicho nada a Kenzie sobre sus preocupaciones.
―Parece que tú y mi madre se llevan bien ―comento.
―Es agradable. Tu padrastro también ―indica Kenzie.
―¿Qué más?
―Nada.
―Dime.
―Nada.
Alcanzo su muñeca y la inclino hacia mí.
―Kenzie, ¿qué más?
―No es justo que puedas leerme con tanta facilidad.
―Te tengo en la palma de la mano ―comento y se sonroja con fuerza―. Así
que, ¿qué sucedió con mi madre?
―Nada ―responde―. Simplemente tu familia parece muy formal.
―Están en público ―explico―. Son diferentes en casa.
―No puedo imaginar a tu madre vistiendo un pantalón de yoga o un vaquero.
―Lo hace, pero solo después de que realmente conoce a alguien. James y mi
madre tienen cierta imagen que proyectar. Para ellos solo es parte del juego.
―Sé todo sobre eso ―menciona Kenzie―. Me pregunto si piensan que tal vez
no soy lo suficientemente buena para ti.
―No piensan eso. Para ellos no se trata de la posición social o la ropa ―afirmo
y tomo su mano―. Puedo asegurar que ya les gustas. Pueden estar tensos, pero una
vez que realmente los conozcas se relajarán. Creciendo, Deacon y yo siempre
actuábamos de un modo en público y de otra forma en privado. Había veces que
pasábamos las vacaciones con los asociados de James y sabíamos que era momento
de etiquetas y ciertas ropas, pero cuando llegábamos a casa mamá nos permitiría
actuar como pequeños diablos. Todos sabíamos que era un juego, uno que James
necesita jugar para mantener sus negocios. ¿Por qué crees que compramos el palco
e invitamos a toda esta gente?
―¿Le pertenece? ¡Nunca me dijiste eso!
―Se me olvidó. No es algo en lo que pienso. Ya no juego el juego.
―¿Pero solías hacerlo? ¿Con Lily?
―No empezamos así. Lily tenía dinero, pero teníamos un apartamento de
111 mierda y comíamos fideos ramen. ―Intento evitar sonreír ante los recuerdos―. Era
una profesora de preescolar y yo estaba estudiando derecho. James me pagaba la
matrícula, pero estábamos determinados a no tomar nada más de nuestras familias.
Queríamos mantenernos solos. Fuimos muy pobres.
―¿Pero fueron felices?
―Lo fuimos entonces, pero las cosas cambiaron de algún modo. Empecé a
hacerlo bien en la firma y ella dejó de trabajar. Compramos una gran casa. Bastante
pronto, todo se trataba de la liga infantil y algún evento de caridad o público al que
ir. Lily sentía mucha presión por aparentar y actuar de cierta manera. No me
preocupaba de esas cosas, pero le seguía la corriente porque era importante para
ella. Pensé que la estaba haciendo feliz cuando, en realidad, todo la estaba haciendo
miserable. Hizo mella en ella… y nuestra relación.
―Conozco el sentimiento.
―¿Tu ex?
―Conocí a Charles unos días después de llegar a Europa. Era rico, mayor. Yo
tenía veintidós y el cuarenta.
―¡Podría haber sido tu padre!
―Estaba bien relacionado, de clase alta. El mundo giraba alrededor de Charles
y ese era el modo en que le gustaba. Al principio, era excitante ser parte de todo ello,
las fiestas, la gente elegante. Pero después, se sentía como si estuviese en una
exposición, como si solo fuese su juguete o…
Puedo afirmar que no está cómoda hablando de ello y no me siento como si
necesitase conocer todos los detalles. El hombre le hizo daño y eso era todo lo que
necesitaba saber.
―No tenemos que hablar de esto. Quiero decir, tenemos mucho… ―Antes de
que pueda terminar, Kenzie me pone la mano sobre los ojos―. ¿Qué estás haciendo?
―pregunto, riendo.
―Las porristas se están preparando para presentarse.
Aparto sus manos lejos.
―¡Vamos! ¡Esa es la mejor parte del juego! Los Dallas tienen las porristas más
sexys de la NFL.
―Hacen que las mujeres normales quedemos mal.
―Creo que te ves bastante sexy en esa ropa.
―Entonces necesitas que te revisen los ojos.
La beso en los labios.
112
―No hables así. ―Mi teléfono suena, y bajo la mirada a la pantalla. Necesito
tomar esto en privado―. Ya regreso. No serán más que unos minutos.
―Apúrate ―dice―. El inicio ya viene.

Kenzie
¿Dónde está? Se ha perdido la patada inicial. Me doy vuelta para mirar dentro
del cuarto privado buscando por Kane, pero sólo veo a Elise viniendo por el pasillo.
Rápidamente enderezo mi postura mientras ella toma el asiento que Kane dejó.
―¿Cuál es la puntuación, Kenzie?
―Apenas empezó. No hay puntos todavía.
―La verdad nunca le he prestado atención a estas cosas ―dice Elise―. Voy a
tratar de ponerme un poco al día hoy.
―Puedes quedarte ahí hasta que Kane vuelva.
―Creo que lo haré ―dice―. Por cierto, Kane me contó sobre tu hermana.
¿Cómo está? Perdí a una amiga muy querida por cáncer de mama hace cinco años.
―Tessa va tan bien como se puede esperar.
―Espero que pueda conocerla en algún momento; y a la pequeña Zoe,
también.
―Bueno, Zoe tiene un enamoramiento por Kane, así que estoy segura de que
la conocerás.
Vemos un par de jugadas, y hay un silencio entre nosotras. No es un silencio
incomodo, pero mantengo mi guardia en alto. Después de todo, esta es la madre de
mi novio. ¿Dónde está Kane? ¿Qué le está tomando tanto tiempo? Dijo sólo se iría
por unos minutos.
―Kenzie, admiro a las mujeres como tú ―dice Elise―. Comenzar un negocio,
cuidar de Tessa y Zoe.
―Es muy amable de su parte decirlo. Sé que ha hecho mucho por su cuenta.
Kane me contó que solía tener tres trabajos para mantener a su familia.
Elise sube la mano en el aire.
―¡Eso fue supervivencia! Pero tú estás forjando tu propio camino, creando y
diseñando tu vida.
113 ―Algunas veces siento que sólo estoy tratando de sobrevivir, también.
―Es más que eso, cariño. Lo que estás haciendo, lo estás haciendo con estilo
―dice―. ¡Mira lo que estás usando ahora! Es una bonita camiseta. Sé que Kane la
compró para ti.
―¿Te cuenta todo?
Elise se ríe y sacude su cabeza.
―¡De hecho deseo poder usar una camiseta así por una vez; quitarme esta faja
y estar cómoda! Creo que podría hacerlo el próximo juego.
―Puedes empezar hoy ―digo―. ¡Quítate esas Badgley Mischkas! Estoy
segura de que están matándote.
―¿Sabes de zapatos?
―Amo los zapatos ―digo―. Le tengo el ojo puesto al par de zapatos de
plataforma más hermosos de Tory Burch.
Elise se quita los zapatos y mueve sus pies y sus dedos.
―Debemos hacer un día de compras de zapatos.
―Me encantaría ―digo, relajándome. Todavía, no puedo ponerme muy
cómoda. Debo de permanecer en mi juego, así que me digo no reír cuando los
Cowboys cometen una falta y reciben una penalidad de quince yardas en jugadas
consecutivas. Es glorioso de ver, pero no puedo permitirme hacer o decir algo
estúpido en este momento―. Me pregunto por qué se tarda tanto Kane. No puedo
creer que se esté perdiendo el juego.
―Es algo de la casa ―dice Elise―. Espero que el comprador no se esté
retractando.
―Oh, ¿Kane aceptó una oferta?
―Sí, se las arregló para hacer que Lily viniera a California, pero no está muy
contenta al respecto.
Mi cabeza se gira con tanta rapidez que estoy segura que necesitaré un aparato
para el cuello.
―¿Lily está en California?
―Sí ―dice Elise―. Pensé que Kane te había dicho. Está en…
―Discúlpame ―digo y me paro del asiento. ¿Qué demonios? ¿Por qué Kane no
me lo dijo? ¡Pensé que estaba en California por trabajo! ¿Está acostándose con Lily de nuevo?
¡Esto es tan típico de los hombres en mi vida! Paso como un tornado por la habitación y
no veo a Kane. Está bien. No quiero verlo de todos modos. Lo único que me importa
es salir de este palco y del estadio.
114
Me dirijo a la puerta y miro por el corredor, a la izquierda y luego a la derecha.
¡No puedo recordar por cuál camino ir! ¡Maldito sentido de orientación! ¿Por cuál
lado? ¿Izquierda? Sí, la izquierda parece bien. Con suerte me encontraré con un
ayudante del estadio que podría ayudarme a salir de aquí. Este lugar es un maldito
laberinto. No puedo creer que esto esté pasando con Kane. Pensé que él y yo
teníamos algo muy bueno sucediendo. Y su mamá y yo teníamos algo bueno
también. ¡Quemada de nuevo!
Aumento el paso, necesitando salir. Tal vez debería haber ido a la derecha por
el corredor. Paso por una entrada al frente, esperando que lleve a un elevador, una
escalera, una salida. Pero no es así. En un área de estar con ventanas de vidrio.
Presiono los frenos. Kane está en la sala con su teléfono en la oreja, sonriendo
brillantemente. Sus ojos me ven, pero sólo por un segundo antes de que gire la
cabeza en otra dirección.
―¿Kenzie? ―dice, y me congelo. Sé lo que estás pensando; que debería hablar
con él y no saltar a conclusiones. Y sí te advertí desde antes que soy de las que huyen.
Mi respuesta natural es irme antes de salir lastimada; antes de ser abandonada; y la
verdad no quiero verlo ahora mismo―. ¿Kenzie? ―No estoy respondiendo ni
mirándolo. Pero tampoco estoy huyendo; estoy congelada en el punto. Kane me
toma del codo―. ¿Estabas buscándome?
―¿Dónde hay una salida?
―¿Qué pasa?
―¿Con quién estabas hablando?
Da un paso atrás.
―Con Lily.
―Imagínate ―digo―. ¿Te la cogiste cuando fuiste a California?
―¡Claro que no! No haría eso.
―¡Pero la viste! Es por eso que fuiste, ¿verdad? No fue en absoluto por trabajo,
¿no es así?
Kane se pasa la mano por el cabello. Se ve nervioso. Espero que lo esté. Espero
que se sienta con ganas de vomitar. Sé que yo podría.
―¿De dónde viene todo esto?
―¡Viajaste al otro lado del país para ver a tu ex esposa y no me lo dijiste! ¡De
ahí es de donde viene!
―Viajé por trabajo ―dice―. Te dije eso. Consulté con un jurado seleccionado
115 para el caso de una farmacéutica en la corte estatal. Te puedo dar el número de
registro del caso, y puedes buscarlo si quieres. Durante un descanso del caso, recibí
una llamada de nuestro agente de bienes raíces por una oferta para la casa. Así que,
ya que estaba cerca, decidí ir a hablar con Lily de eso. Pensé que sería mejor vernos
cara a cara, ya que necesitaba convencerla de firmar los papeles de la casa y…
―¿Y no te molestaste en decirme esa parte?
―No fue planeado. Debes de confiar en mí cuando te digo que nada pasó.
―Lo hiciste difícil cuando me lo ocultaste.
―No lo oculté ―dice y toma mi mano―. De hecho le conté a Lily sobre ti.
―Sí, claro.
―Le dije que necesitaba vender la casa, ser libre de mi pasado, para poder
concentrarme en mi futuro… contigo.
Me derretí un poco.
―¿Y no te asesinó?
―Lily y yo no somos personas divorciadas amargadas. Estoy seguro de que
fue extraño para ella escuchar de ti, pero necesitaba saber. Y necesitaba oírlo de mí.
―¿Está viendo a alguien?
―No ―dice Kane.
―Bueno, no me gusta que la veas, que la visites, o lo que sea, sea planeado o
no. Tal vez eso me hace una inmadura, una celosa o una paranoica, pero no me gusta.
―Suelto su mano y aparto la mirada, hacia el corredor vacío―. No me llamaste en
todo el tiempo en que te fuiste, ¡pero tuviste tiempo para visitarla!
―Suena terrible cuando lo piensas de esa forma ―dice―. Dios, cariño, lo
siento. Trabajé veinticuatro/siete cuando estuve allá. Supongo que una llamada
rápido hubiera sido mejor que nada en absoluto. Sólo no quiero sentir que me estoy
apresurando contigo o distrayendo. Y ver a Lily fue una terrible confusión, nada
más.
―Ni siquiera me dijiste que vivía allá. Eso es lo que más me molesta de todo
esto.
―En realidad no vive allá.
―¿Qué?
―Quiero decir, ella… ―Kane se detiene, el ruido ensordecedor de una
multitud llena el corredor―. Kenzie, esto es algo privado. Si de verdad tienes que
saberlo, puedo decírtelo después cuando no estemos alrededor de cientos de
personas.
116

Quedamos atorados en el tráfico por gran parte del viaje a casa, durante el cual
Kane escucha el programa de radio después del juego, compadeciéndose con el
locutor y los que llaman por cómo el juego terminó, culpando la derrota en una serie
de malos saques, todos estando de acuerdo en que los Cowboys de seguro hubieran
ganado si no es porque los árbitros conspiraron contra ellos.
En cualquier otro día, habría estado disfrutando las quejas tontas y tal vez
incluso llamando al programa yo misma, sólo para arrojar un poco de sal a la herida.
Pero tengo otras cosas en mi mente ahora, y por gran rato, me siento en silencio hasta
que llegamos a mi tienda. Kane me lleva hasta la puerta.
―Buenas noches ―digo, sin darme vuelta, deslizando la llave en la cerradura.
―Espera un minuto ―dice―. ¿Podemos hablar?
―Nos sentamos en el auto por como dos horas. Podríamos haber hablado
entonces.
Descansa su cabeza en la cima de mi hombro.
―Podrías haberme hecho una pregunta o dos, en lugar de ponerme a hacer
una prueba que no sabía que estaba tomando.
Rápidamente me doy vuelta.
―Bien. ¿Quieres hablar? Hablemos. ―Abro la puerta, y caminamos por la
tienda hasta mi apartamento, tomando asiento en mi cama. Arrojo mis zapatillas
deportivas a un lado; debería haber estado en tacones de aguja, lista para patear
algunos traseros. Alzo la mirada hacia él, esperando a que diga algo, pero no dice ni
una palabra. Simplemente me está mirando. Parece nervioso de nuevo―. Pensé que
querías hablar ―digo, entrecerrando los ojos hacia él.
Él aparta la mirada de mí y juguetea con mis sábanas. ¿Qué está pasando? ¿Qué
está escondiendo; una consciencia culpable? ¿Por qué los tipos son tan malos para
comunicarse? La verdad sea dicha, no estoy de humor ahora para hablar. Estoy
cansada del juego, de la escena social, el drama, el camino a casa.
―Kane, si no vas a decir nada, tal vez lo mejor es que te vayas por hoy.
―No quiero irme ―dice.
―¡Entonces di algo! ―digo―. Tal vez empieza explicando por qué estás
hablando por teléfono con tu ex esposa durante el partido de fútbol, sonriendo como
si no tuvieras ni una sola preocupación en el mundo. ―Alza la mirada. Claramente
di en el punto. ¡Bien!
117 ―Estaba sonriendo porque Lily logró su meta de peso ―dice.
―¿Estás feliz porque tu ex perdió peso?
―No, ganó peso.
―¿Por qué te importa?
Kane baja su cabeza y dice, su voz es apenas un susurro:
―Lily está en California porque está en un centro de rehabilitación para
desórdenes alimenticios.
Mi estómago se hunde.
―No tenía idea. Eso es terrible.
―Tiene bulimia ―dice. Algo en la forma en que dice “bulimia” me hace
preguntarme si alguna vez lo ha dicho en voz alta―. Entró en tratamiento hace
nueve meses.
―¿Se volvió bulímica después del divorcio?
―No.
―¿Te divorciaste por su bulimia?
―No ayudó. No admitía que tenía un problema. Estaba muy, muy enferma.
―¿Entonces te divorciaste de ella?
Sus ojos van disparados a los míos.
―No es lo que crees, que las cosas se pusieron difíciles y tensas. No dejé a Lily.
Ella me pidió el divorcio.
―¿Entonces como terminó en tratamiento?
―Insistí en que se metiera a uno como parte del acuerdo de divorcio.
―¿Un astuto truco de abogado?
―De hecho no. Creo que le di la excusa que necesitaba para ir. Estuvo bastante
molesta por un mes más o menos, pero una vez que llegó allá y comenzó algo de
terapia, entendió por qué lo hice.
―¿Porque la amabas?
―Lo hacía; incluso mientras tramitábamos el divorcio. Pero ya no. Es sólo una
amiga ahora.
―¿Entonces ahora está ganando peso, poniéndose mejor?
―Sí, finalmente. Me preocupa que decaiga, sin embargo. Quise decirle sobre
nosotros mientras todavía estaba en tratamiento, sólo en caso de que provocara
problemas. No es algo que quería decirle por teléfono.
118
Eso tiene sentido. No debería haber saltado a conclusiones. Tristemente, soy
una experta en esperar lo peor de los hombres. Puedo ver ahora que Kane tiene un
pasado complicado y un presente; también yo.
―Otra cosa ―dice―, estoy pagando por el tratamiento.
―Lo supuse.
―¿Estás bien con eso?
―Puedes gastar tu dinero como quieras ―digo―. Me siento mal por Lily. Odio
cuando las mujeres abusan de sí mismas por un par de kilos extrañas. Me vuelve
loca.
―Es por eso que odio tanto cuando te quejas por tu talla, tu figura, o lo que
sea.
Acuno su rostro.
―Intentaré recordarlo. No tenía ni idea de que estabas lidiando con algo como
esto. ¿Cuánto tiempo ha sido Lily de esa forma?
―Desde la universidad, supongo. No sabía lo que estaba haciendo al principio.
Para cuando me di cuenta, estábamos casados. Lo escondió de mí por mucho tiempo,
pero llegó al punto donde no pudo controlar más las cosas.
―¿Qué tan seguido la visitas?
―No fue una visita planeada esta vez. De hecho no la había visto en meses
―dice Kane―. Cuando se fue por primera vez allá, fui como después de un mes
para ver cómo le estaba yendo, y luego algunas veces terminaba yendo cada fin de
semana. Decía que me necesitaba, y dejaba lo que estaba haciendo por ir. Resultó
que eso era demasiado.
―Y durante esas visitas, tú y Lily terminaban, mmm….
―No estoy orgulloso de eso, Kenzie ―dice, sus ojos caen al suelo de nuevo―.
Estábamos usándonos, ambos necesitábamos algo de confort, supongo. No
estábamos regresando. Era malo para los dos. Lily comenzó a purgarse más, a perder
más peso, así que dejé de ir tanto.
―Sólo házmelo saber la próxima vez que vayas.
―No tengo planes de hacerlo ―dice, tomando mi mano―. Seguiremos en
contacto por teléfono por la venta de la casa, pero nada más que eso. ―Se acerca un
poco más a mí y susurra―: Lo siento.
Deslizando mis brazos alrededor de su cintura, los duros músculos de su pecho
y espalda se relajan.
―También lo siento.
119
Besa la cima de mi cabeza.
―¿Sabes qué? Tú y yo deberíamos tomarnos unas vacaciones; alejarnos de la
vida por un rato.
―Me gustaría eso ―dijo antes de que la realidad aparezca―. ¿Pero y si algo le
sucede a Tessa?
―No pensé en eso ―dice antes de que su rostro se ilumine―. ¿Qué tal esto?
¿Qué tal si me tomo algo de tiempo libre y lo paso aquí contigo? Puedo ayudarte
con la tienda, con la sesiones de fotos para el catálogo de la próxima semana. Y si
alguna vez tenemos descanso, podemos escaparnos para ir al cine, o podrías
enseñarme a montar caballo, o lo que sea que quieras hacer.
¿Ha perdido la cabeza? ¡Esas no son vacaciones!
―¿Quieres pasar las vacaciones de tu trabajo conmigo? ¿Y pasando el rato en
Dallas?
―Quiero pasar tiempo contigo. No me importa dónde estamos o qué hacemos.
¿Suena bien? ―Asiento y comienzo a decir que sí, cuando Kane rápidamente me
baja sobre él y jala de mis caderas contra las suyas―. Déjame corregir eso ―dice y
frota su pulgar a lo largo de su labio inferior―. De hecho sí me importa mucho lo
que hagamos.
13
Kane
Los siguientes días los paso organizando mis casos, atrasando algunas fechas
de sesiones informativas y programando a otros abogados para que me cubran. Mi
secretaria me ayuda en cada paso del proceso, como si supiese que necesito el tiempo
de descanso. O tal vez solo está emocionada de que me vaya y pueda tener un poco
de paz y tranquilidad en la firma.
Está amaneciendo, estaciono frente a la tienda de Kenzie y miro hacia mi
pequeña maleta. Está apoyada en el asiento delantero como un tipo de prueba. No
me estoy mudando oficialmente. En realidad, nunca hemos hablado sobre que deje
cosas en su apartamento. Pero ahora que van a comenzar mis vacaciones y ya que
probablemente me quedaré con ella todas las noches, necesito ropa y otras cosas.
120 Simplemente no me gusta la forma en que se ve la maleta, increíblemente
presuntuoso.
Pero ahora es demasiado tarde. Tomo la maleta y salgo del auto. No hay forma
de que Kenzie esté despierta a esta hora. Estuvo levantada gran parte de la noche
terminando los planes para la sesión fotográfica para el catálogo de hoy. Este será
un día estresante para ella, así que está funcionando perfectamente que mis
vacaciones estén diseñadas para ayudarla. Está pensado para días como este.
Desbloqueo la puerta y entro silenciosamente a la tienda. Las luces están
apagadas excepto la lámpara de su mesa de costura. Dejo la maleta en el suelo y
encuentro una nota escrita a mano bajo la lámpara. Se me forma una gran sonrisa
mientras leo cada palabra.
Yo, Kenzie Scott, estando en pleno uso de facultades, le doy permiso a Kane Hunter de
que me despierte temprano esta mañana; pero solo esta mañana. Juro solemnemente no
gimotear y farfullarle, o lanzarle algo a la cabeza, o hundir la mía bajo la almohada. Prometo
ser dulce con él. También prometo cepillarme los dientes al instante. Sostengo que este
documento es leal y verdadero, justo como mi amor por ti.
Kenzie.
PD: El café hará esto muchísimo más fácil…
Kenzie es tan dulce, tan creativa. El hecho de que se tomase el tiempo para
preparar la nota cuando tenía tanto trabajo, significa mucho para mí. Y me encanta
que usase algo de jerga legal, la mierda que diría un abogado, sin duda solo por mí.
Tomo la maleta y voy de puntillas hacia su apartamento.
Inclinándome contra el marco de la puerta, observo dormir a Kenzie. Tiene el
cabello caoba suelto, la boca ligeramente abierta y las sábanas están revueltas a su
alrededor. La mujer parecía un total y completo lío. Y me parecía absolutamente
hermosa.
Dejo la maleta, pongo el café y vuelvo a su cama. Me arrodillo a su lado y
escucho su respiración y dulces gemidos, probablemente en medio de un buen
sueño. Cuando le aparto suavemente unos cuantos mechones del rostro, abre
lentamente sus hermosos ojos marrones, pero no sonríe.
―Tengo tu nota ―susurro. Me da un breve asentimiento muy triste antes de
rodearme el cuello con los brazos, intentando volver a dormir y queriendo meterme
en la cama. Me pongo a su lado y la sostengo contra mi pecho, sintiendo su puchero
por lo temprano de la mañana―. Hora de levantarse. Hoy es el gran día.
Kenzie vuelve a asentir y lentamente se sienta, y deja salir un gran bostezo.
121 ―Te haré el desayuno ―digo y le doy un beso en la cima de la cabeza. Hago
algunas tostadas y me pregunto qué la poseyó para prometer despertarse feliz. Estoy
seguro de que anoche parecía una idea muy dulce, pero tendría que haber estado
delirando, o bebiendo. Ahora se está arrepintiendo. Estoy poniendo las tostadas en
un plato y sirviéndole un poco de café cuando la veo acercándose a mí―. Buenos
días ―saludo.
Toma la taza y me lo agradece con una pequeña sonrisa y otro bostezo. Se lleva
el café hacia la nariz, probablemente esperando a que la ayude a despertarse. Luego
posa la mirada en mi maleta.
―¿Dónde están el resto de tus cosas? ―pregunta―. ¿En el auto?
―No. Eso es todo ―contesto, aliviado de que estemos en la misma página―.
En realidad, planeo estar desnudo todo lo posible.
Deja la taza y me rodea el cuello con los brazos.
―Desearía que pudiésemos comenzar así las vacaciones.
―¿Podemos? ―cuestiono, sujetándole el trasero con ambas manos y
acercándola a mis caderas.
Pasa los dedos por la barba en mi rostro.
―Me gusta esto.
Encuentro el punto en su cuello que la hace gemir, pero pone una mano en mi
pecho.
―Tengo que ir a prepararme.
―¿Debería ir contigo?
―Preferiría que no estuvieses alrededor mirando a otras mujeres medio
desnudas.
―¿Qué hay de bueno en tener citas con una diseñadora de lencería si no
consigues ir a las sesiones fotográficas?
―Oh, no lo sé ―debate, alcanzando la mesita de noche y sacando unas esposas
diseñadas como puños de camisa―. Se me ocurren unas cuantas cosas.
La tumbo sobre la cama. Su cabello se extiende como un abanico y su risa llena
toda la habitación. Amo muchísimo a esta mujer. Me pone una esposa en la muñeca
y me sonríe.
―¿Tal vez debería desnudarte, esposarte a mi cama y mantenerte aquí todas
las vacaciones?
Me tumbo sobre la espalda y alzo las manos.
122 ―Estoy aquí para servirte. ―Se ríe, me siento y la tomo entre los brazos―. En
serio, ¿cómo puedo ayudarte?
Sonríe y me pasa una lista de tareas. Durante la siguiente media hora, Kenzie
es un tornado de energía, arrollando por la tienda, contando fundas negras de ropa
con sus diseños, confirmando que ha empacado los accesorios y otras cosas que no
sé nombrar. Hago mi mejor esfuerzo en no retrasarme, comprobando las cosas
mientras ella se mueve. Y cuando viene en mi dirección, meto un trozo de tostada
en su boca.
Después de que la lista esté más que comprobada, cargo su auto y meto las
direcciones en su teléfono así no consigue perderse. Le aseguro que está preparada,
que la sesión irá bien y que estaré esperando aquí cuando vuelva. Me despido de
ella con un beso en los labios, luego la observo alejarse. Es extraño ser el que se
queda. Cuando estaba casado, era el que se marchaba a trabajar, con Lily
quedándose para ocuparse de la casa.
Vuelvo a interior y echo un vistazo alrededor. Estoy seguro de que ella sabe
dónde está todo, pero parece un completo desastre. Necesita algún tipo de
estanterías para organizar todos los materiales. Cuanto más miro alrededor, más me
doy cuenta de que el lugar es demasiado pequeño para todo el trabajo que ella
necesita hacer, lo rápido que está creciendo Kenzie Lingerie.
Enciendo su ordenador portátil para buscar opciones de arrendamiento. El
primer criterio es salir de este vecindario de mierda. Me preocupa su seguridad
cuando no estoy aquí. Hay un montón de opciones en y alrededor de Dallas, así que
va a llevar algún tiempo. Saco un taburete para sentarme y cae una funda negra de
ropa al suelo. ¡Mierda!

Puedo escuchar la música incluso antes de abrir la puerta. Suena como un club
nocturno, no un estudio de fotografía. Con la funda de ropa en la mano, abro la
puerta y entro, cegado por pechos, traseros y corpiños por todas partes, mujeres de
todos los colores, figuras y tallas; algunas en peluquería y maquillaje, otras hablando
y bailando. ¿Cómo se supone que encuentre a Kenzie en medio de un océano de
carne? Una mejor pregunta, ¿cómo evito mirar?
Pero entonces escucho una risa sobre la música, su risa, y diviso a Kenzie
mirando hacia una imagen en la pantalla de una cámara. Señala algo en la pantalla
y una modelo ajusta su postura solo un poco. Kenzie señala y les indica algo a las
otras modelos y hacen lo que les pide. Claramente, Kenzie es la jefa, pero también
123 asegurándose de que todo el mundo está relajado y cómodo. Puede tener un horrible
sentido de dirección, pero su sentido de mujer está encendido. Sabe exactamente
cómo hacerlas sentir confiadas y hermosas.
Me dirijo en su dirección pero me detengo cuando un tipo aparece a su lado.
Kenzie y el chico se inclinan para observar algunas imágenes en la pantalla y él pone
una mano sobre su espalda baja. ¡Bastardo! ¡Probablemente el tipo solo es el
fotógrafo, pero aun así no tiene por qué tocar a Kenzie! Terminan con las imágenes
y Kenzie libera una risa, la misma que me da a mí.
Kenzie da cinco minutos de descanso y la música se detiene.
―¿Kenzie? ―la llamo, pero no me escucha, o al menos no responde.
Demasiado ocupada con ese imbécil, que ahora le está tocando el hombro con los
dedos. ¿Qué demonios está pasando? Me apresuro hacia ella, sin permitir que este
imbécil continúe tocándola mientras ella se ríe, ¡esa es mi risa! Me pongo al lado de
ella y se sobresalta ligeramente.
―¡Kane, que sorpresa! ¿Qué estás haciendo aquí? ―chilla, sorprendida,
mientras la piel de gallina le recubre la pálida piel. No puedo soportarlo y le tomo
la mano.
―Parece que llego justo a tiempo ―comento y le lanzo una mirada
amenazadora al fotógrafo, que rápidamente se excusa.
Ella me suelta la mano.
―¿Qué demonios fue eso? ¿Estás intentando avergonzarme?
―Te estaba imaginando con lencería pervertida.
―No lo hacía.
―Tenía las manos sobre ti.
―¡Buen Dios, no tenía las manos sobre mí! No te conviertas en un celoso obseso
del control. Ya he estado ahí y pasado por eso.
―Creo que tengo razón en estar celoso cuando…
―No me gusta.
―Estoy siendo protector contigo… con nosotros.
Suspira profundamente.
―Lo aprecio, pero este es mi negocio. No puedes interferir así. ¿Está bien?
Doy un asentimiento poco entusiasta y le entrego la funda de ropa.
―Dejaste esto.
―¡Oh, Dios mío! ¡No sé cómo pasó! Muchas gracias por traerlo.
124
―Necesitas un espacio mayor, una habitación mayor para organizarte
―menciono―. Puedo preparar algunos sitios para que los mires.
―Las cosas se están volviendo locas en este momento. Hay muchas cosas
sucediendo. No estoy segura de que mover mi negocio, mi apartamento, sea algo
que debería estar haciendo.
―Mirar no hace daño ―comento―. Puede ser divertido.
Kenzie me da un asentimiento, mientras alguien grita que el descanso está a
punto de terminar.
―Lo siento. Tengo que ir. Vamos a volver a empezar.
Miro al fotógrafo preparando la siguiente fotografía.
―Creo que me quedaré un poco.
―No estaba ligando conmigo, Kane. E incluso si lo hiciese, puedo manejarlo
―asegura―. En realidad es un chico agradable. Puedes buscarlo en Google si
quieres. Su hermana tiene una bolsa de colostomía por un cáncer de colon, así que
es particularmente sensible hacia las mujeres con problemas corporales. Ese es el
porqué lo uso para mi catálogo. Ve la belleza en todo tipo de cuerpos.
―Mientras sepa que la belleza de tu cuerpo es toda mía.
―Nadie puede hacerme sentir tan hermosa como haces tú.
El primer día de mis vacaciones y me he demostrado que soy un completo
imbécil. Sé que se puede confiar en Kenzie, pero no es ella quien me preocupa. Son
los tipos como mi hermanastro, Deacon, lo que me preocupa. Odio mostrarme,
aunque sea un poco, como un imbécil posesivo, como su ex novio.
Es momento de distraerme y no voy a hacerlo al comprobar mi correo
electrónico, el correo de voz o hundirme directamente en el trabajo. Eso es lo que
haría normalmente, pero estas son mis vacaciones y ahora el trabajo no sería
satisfactorio, no es que ni siquiera lo sea realmente. Además, estoy aquí para ayudar
a Kenzie a que se organice, así que elaboro un plan de ataque. No soy un maestro
carpintero, pero soy capaz de hacer las cosas básicas. Y los vídeos instructivos de
YouTube también ayudan.
Hago un viaje a la tienda de bricolaje y vuelvo al apartamento de Kenzie
preparado para trabajar. Atándome un cinturón de trabajo a la cintura, paso la tarde
midiendo las paredes, perforando y martilleando, pintando las estanterías,
limpiando y colocando las cosas. Doy un paso atrás y miro lo que he hecho. Nadie
125 sospecharía que un abogado defensor lo había hecho. La mayoría de los abogados
no sabe qué destornillador usar, pero esto parece bastante impresionante. Hay
mucho más que hacer durante los siguientes días, pero este parece un buen
comienzo.
Me dirijo al lavabo para limpiarme. Se está haciendo bastante tarde y espero
que las cosas le estén saliendo bien y que no esté molesta por lo que sucedió antes.
Un fuerte sonido en la tienda me hace girar la cabeza. Será mejor que esas malditas
estanterías no se hayan caído. Giro la esquina esperando ver un desastre, pero en
cambio, encuentro a Kenzie de pie en medio de la habitación, con muchas bolsas a
sus pies. Se gira lentamente, pasando la mirada por las estanterías pintadas, el
equipamiento debidamente colocado, las telas colgadas y organizadas por colores,
como sus zapatos.
―No puedo creer que hayas hecho todo esto ―susurra―. Has gastado todo el
día en mí, para ayudarme. Debes estar agotado.
Hace cinco minutos, estaba cansado, pero la forma en la que me mira renueva
mis energías.
―¿También estás cansada?
Niega y me rodea el cuello con los brazos, pasando los dedos por la barba
incipiente de mi rostro y pasándolos por mi cabello.
―Eres un hombre increíble. ―Me besa suavemente en los labios y desabrocha
el cinturón de herramientas, dejándolo sobre su mesa de diseño. Tiene esa mirada
en los ojos, un deseo ardiente. Ahora sé que dije que no era una carrera o un concurso
y sé que hice ese gran discurso sobre que sus necesidades estaban antes que las mías,
pero tengo necesidades y ha pasado mucho tiempo desde que una mujer las conoció.
¡Espero que esto vaya a donde pienso! Se gira y se arquea, presionando su trasero
contra mí.
Sé lo sensible que es sobre su cuerpo, especialmente su trasero y estoy contento
de que ya no esté preocupada por ello conmigo. Estoy contento de que sepa lo
mucho que me gusta. Deslizo la mano bajo su camiseta y la subo lentamente.
―Mmmm ―gime cundo envuelvo lo dedos alrededor de su pecho. Mueve el
trasero arriba y abajo contra mí, frotándome a la perfección. Alcanza el final de su
camiseta y se la quita por la cabeza.
Por mucho que me guste mi polla frotándose contra su trasero, tengo que verla.
La giro y la apoyo contra la pared, le hecho el cabello detrás de los hombros y la
tomo por completo. Levanto la mano hacia su mejilla y ella se inclina en la palma de
mi mano. Chica sucia, sé exactamente lo que está pensando. Me da una malvada
sonrisa y me da un suave beso en la palma, antes de cambiar de tema, empujándome
126 sobre la mesa hasta que estoy apoyado sobre la espalda.
―Te quiero en la palma de mi mano… ahora ―indica, alcanzando entre mis
piernas. Me acaricia con suavidad y gimo por el contacto, acercándola a mi boca,
besándola con fuerza. Tira de mi ropa y me la quita, excepto el bóxer, luego se mueve
para ponerse a horcajadas sobre mí en la mesa. Pasa los dedos por mis abdominales,
haciendo círculos en mi ombligo y jugueteando suavemente con el rastro de vello
que desaparece bajo la cinturilla. Se sienta y me quita la última pieza de ropa.
Mi erección salta. Ha pasado mucho tiempo, y seamos honestos, la mano de un
hombre es un pobre sustituto de cualquier parte de una mujer. Poniendo las manos
en sus caderas para animarla, no puedo esperar a sentir su mano, su boca, sus
pechos, su trasero, su coño. Pero simplemente me está mirando. Bajo la mirada a mi
polla y luego a sus ojos marrones. No sé cuál es el retraso.
Quiero estar en su interior, en cualquier parte; pero parece congelada,
mirándome. ¿Qué la hizo detenerse esta vez? Le aprieto la cadera y su mirada se
encuentra con la mía. Vuelve a bajarse y me sujeta. Su mano es suave, tersa, firme.
Empieza a moverla arriba y abajo, enrollo una mano en su cabello y con la otra le
agarro el trasero. Aumenta el ritmo y sé que estoy a punto de perderlo.
De repente, se detiene y abro los ojos de golpe. ¿Se está deteniendo? Me da una
pequeña sonrisa, una pequeña caricia y un breve beso.
―Solo quiero tomarme mi tiempo ―comenta, serpenteando su cuerpo sobre
el mío.
Dios, espero que esto vaya a donde pienso.
Su aliento caliente baja por mi pecho, deslizando la lengua por mis
abdominales, trazando mi estómago con los dedos. Se está tomando su tiempo y me
está volviendo loco. Es como mirar una gran película, estando emocionando por el
inminente final, pero no queriendo que acabe. Quiero que me tome en su boca, por
completo. No hay nada más que quiera. Incluso lamento burlarme de ella en la cama,
me gana por mucho.
Tiemblo cuando alcanza la base de mi polla con la lengua luego lame arriba y
abajo antes de lamer por la punta. Mi cuerpo está vivo y paralizado al mismo tiempo.
Apenas puedo contenerme. Ha pasado mucho tiempo. Me tiene a punto de suplicar
por deslizarme entre sus lujuriosos labios hasta tocar el fondo de su garganta. Estoy
a punto de suplicar cuando desliza la punta en su boca.
―Mmm ―gime y la vibración se siente increíble.
Pasa la mano por mis abdominales, hacia mi pecho y me toma en la boca,
centímetro a centímetro, dolorosamente, solo un poco a la vez. Todo mientras mueve
127 la lengua, haciendo círculos, acariciándome, hasta que toco el fondo de su garganta.
―Joder, sí ―farfullo, alzando la cabeza y observándola deslizándome dentro
y fuera. No hay nada más sexy que ver tu polla entrar y salir entre los labios de una
mujer, la brillante humedad de su boca abrillantando tu polla. La única sensación
que lo mejora será hundirme entre sus piernas.
Me mira con sus ojos marrones y sonríe. Cristo, soy un hombre con suerte. Baja
las manos y toma mis pelotas con suavidad.
―Maldita sea, eso se siente bien ―mascullo. Me vuelve a dar un golpe con la
lengua y me siento intensificándome, rápidamente. Desearía poder contenerme más,
pero ahora mismo es imposible. Ha pasado una eternidad y ella es la mujer más
excitante del mundo. Empieza a chuparme con fuerza, tirando más. Voy a
explotar―. Nena, voy a…
No se detiene. Simplemente sigue chupando, lamiendo, gimiendo, tirando,
acariciando. Cierro los ojos, esperando que me libere de su boca, pero no lo hace.
Nunca antes me he corrido en la boca de una mujer, pero no puedo esperar un
segundo más. Es demasiado buena. Me vuelve a temblar el cuerpo y empujo un par
de veces, bajando la mirada hacia ella con asombro mientras toma hasta la última
gota de mí.
Me está latiendo el corazón con fuerza y echo una mano sobre la cabeza,
jadeando. ¡Joder, eso fue increíble! ¿Pero debería disculparme? Le di un aviso
suficiente, pero aun así debería disculparme. Me golpea la mano y me la aparta del
rostro. Veo su sonrisa y sus ojos brillar. Claramente no se necesita una disculpa. Se
apoya sobre el codo, pasando los dedos por mi pecho. Veo sus ojos estudiar los
bordes de mis músculos.
―¿Kenzie?
―¿Mmmm?
―Nena, ¿está todo bien?
―Solo estoy admirando lo lindo que eres.
―No soy lindo. Eso es algo horrible que decir.
―Guapo, entonces. Debería diseñar ropa interior para hombres y puedes
modelar para mí.
Dejo salir una risa y la pongo debajo de mí. Me encanta esta vista, ella debajo
de mí. Por supuesto, también me encanta la vista de ella sobre mí. Da lo mismo. Se
me endurece la polla de nuevo, intentando decidir cómo necesito tenerla primero.
―Kane ―susurra.
Bajando la vista a sus ojos, puedo ver la vulnerabilidad brillando. Esta es una
128 hermosa vista, no Kenzie estando nerviosa o asustada, sino que soy el tipo que logra
verlo. No muestra esta parte de ella muy a menudo. No la comparte con todo el
mundo. Le acaricio los brazos. La tengo.
―¿Qué pasa, nena?
―No he hecho esto en mucho tiempo.
―Yo tampoco ―indico.
―¿También estás nervioso?
¿Está de broma?
―No, nena. No puedo esperar a estar en tu interior, saber qué sonidos haces,
sentir tu cuerpo temblando contra el mío, tenerte clavándome las uñas en la espalda.
―Se sonroja un momento y me echo un poco hacia atrás. ¿Tal vez no está lista?―.
Podemos detenernos ―le aseguro. Y lo digo en serio.
―No quiero detenerme ―comenta. Y me mira directamente a los ojos, se sienta
y se desabrocha la falda. Esto está pasando de verdad. No puedo esperar a verla,
todo de ella. Salgo de la mesa y le quito la falda, hasta que la única cosa que nos
separa es la seda de sus bragas.
Difícilmente sé por dónde empezar con ella. Es como mirar un menú de tus
cosas favoritas y no saber qué pedir. Se sienta en la mesa y deslizo las manos bajo
sus bragas. Dios, tiene el culo más perfecto. Pero no puedo olvidarme de sus dulces
tetas y me inclino para chupar su pezón hasta que se estira. Pero entonces, están sus
labios, tan llenos y suaves con esa mágica lengua suya. Y estos son los aperitivos.
Ahora mismo, pienso que simplemente saltaré al plato principal. Me rodea la cintura
con una pierna y me acerca a su cuerpo, frotando sus caderas contra las mías.
Alcanzo sus bragas, a punto de quitárselas cuando suena el teléfono. ¿Qué
demonios? ¡Ahora no! Me acerca a ella, claramente intentando ignorar el teléfono.
¡Gracias a Dios!
El contestador se pone en marcha:
―Kenzie, soy Michael. Estoy en la ambulancia con Tessa.

129
14
Kenzie
La casa de Tessa esta oscura y silenciosa, mientras me apoyo en la cuna y
acaricio la espalda de Zoe. Parece que la bebé esta finalmente quedándose dormida.
Al menos espero que eso signifique su suave y rítmica respiración. Estoy lista para
caer dormida. Rezo a Dios porque Zoe se duerma pronto y también hago un montón
de oraciones por Tessa, que está de vuelta en el hospital, con un horrible sonido
procedente de su pecho. Como si el cáncer de mama no fuera suficiente, ahora está
por todos sus pulmones, su hígado, sus huesos.
Cuando visité a Tessa en el hospital, no podía soportar verla sufrir. Con cada
pitido y parpadeo de luz de la máquina, quería pasar mi mano a través de la maldita
pared. Hice mi mejor esfuerzo por tratar de mantener sus ánimos arriba, que fue un
130 trabajo difícil en medio del sudor y escalofríos. Cuando el doctor sugirió un hospicio,
quise matarlo. Había como cinco cosas diferentes en el cuarto con las que pude
matarlo. No la voy a dejar ir.
Lo único que salvo al doctor fue el guiño de Tessa cuando dijo que hoy no era
el día de ir al zoológico. Me gustó escuchar eso. Tal vez, después de todo, Tessa no
se está rindiendo. Tal vez va a cambiar de opinión. Me quedé con Tessa hasta que
me echaron y pude sentir a Kane conmigo todo el tiempo, como si estuviera a mi
lado, cuando en realidad estaba sentado fuera de la habitación, ayudando cuando
era necesario, pero por lo general dándonos a Tessa y a mí espacio.
Y puedo sentirlo conmigo ahora, en casa de Tessa, apoyado en la puerta del
cuarto de niños de Zoe. Mis ojos lo encuentran en la oscuridad, y él camina en
silencio hacia mí. Acaricia mi espalda mientras yo continuo calmando a Zoe,
rezando porque sus ojos permanezcan cerrados. Kane desliza su mano alrededor de
mi cintura e inclina su cabeza, asegurándome que Zoe está dormida. Me lleva por el
pasillo hasta el cuarto de invitados y al baño contiguo. Este será nuestro cuarto hasta
que Tessa mejore. Empuja la puerta del baño y jadeo. El baño está iluminado con
velas, la bañera llena de burbujas.
No puedo creer que hiciera esto, incluso que se le ocurriera. Sin decir una
palabra, levanta mi camiseta sobre mi cabeza y desliza mi short hacia abajo. Toma
mi cabello en sus manos y lo levanta haciendo una cola de caballo desarreglada. Es
obvio que jamás ha hecho una cola de caballo en su vida, sus dedos van a tientas,
mechones de cabello suelto sobresalen por todos lados. Pero su dulce gesto me hace
sonreír.
Si siente divino, mientras me hundo en el agua caliente y cierro los ojos,
dejando que las burbujas estén sobre mí. Una imagen de Tessa conectada a cables,
máquinas y tubos parpadea delante de mí. Abro los ojos rápidamente y veo a Kane
sosteniendo una copa de vino.
―Realmente no debería de beber ―digo―. Necesito ser capaz de atender a
Zoe.
Kane se sienta en el piso.
―Es solo una copa.
Tiene razón. Tengo los nervios de punta. Tomo un pequeño sorbo.
―No es exactamente como creías que pasaríamos el día ―le digo mientras
descanso mi cabeza sobre el borde de la bañera.
―Pensé que lo pasaría amándote, y es exactamente lo que estoy haciendo
―dice y acaricia mi mejilla suavemente―. Tessa estará en casa en pocos días.
131 ―No quiero pensar en eso. Háblame sobre cualquier otra cosa, algo feliz.
Se sirve una copa de vino.
―Bueno, podemos hablar sobre lo increíble que fue hoy temprano.
―No lo hagamos ―dije y cubrí mi cara.
―Dijiste que habláramos sobre algo feliz. Eso me hizo muy, muy feliz.
―Dime algo más sobre ti, algo que nadie más sepa, algo privado.
―Esta tarde fue algo realmente un poco nuevo para mí.
―¿Qué? Tú nunca hiciste…
―Claro que sí hice. Dije un poco nuevo.
―Oh, esto se está poniendo bueno. ¿Qué quieres decir?
Menea la cabeza, y si no lo conociera mejor, diría que mi atractivo y confiado
abogado se está sonrojando.
―Yo nunca ―dice y después se detiene.
―¿Nunca qué?
―No puedo creer que vaya a admitir esto ―dice―. Deacon tendría un día de
campo si supiera esto.
―¿Saber qué?
―Nunca antes me había venido en la boca de una mujer.
―¿De verdad? Entonces Lily nunca…
Kane menea su cabeza.
―Calorías vacías.
―¡Ella no dijo eso!
―Lo juro.
―¡No puede ser! ¿Y antes de Lily?
―Simplemente nunca pasó. Lily y yo estuvimos juntos como desde los veinte
años. Antes de eso, una chica no se ofrecía para eso, o no lo hacía en el momento.
Creo que de todas formas estaba más interesado en el acto sexual.
―¡Esta conversación es muy rara! ―grito―. ¡Tal vez deberíamos haber
hablado sobre Tessa!
―No, tienes razón. Esto es mejor ―dijo y tomo un largo sobo de vino―. Dime
algo privado sobre ti, algo que nadie más sepa.
Sonrío y me deslizo hacia arriba en la bañera, me muevo cerca de él, justo al
lado de su oreja, como si no quisiera que nadie más en el mundo escuchara.
132
―Esta tarde…
―¿Sí?
―Fue la primera vez que me lo tragué.
―Cristo, trate de advertirte antes de tiempo. Estoy…
―No ―digo y pongo un dedo sobre sus labios―. Esta vez contigo, necesitaba
hacerlo.

Zoe no tiene permitido visitar a Tessa en el hospital, y no hay mucho espacio


en mi casa para que ella juegue, por lo que Kane se ofreció a llevarla a su casa
mientras yo visito a mi hermana. Al menos allí, tendrá un patio y espacio para
gatear. Así que después de las horas de visita, me dirijo a su casa para reunirme con
ellos.
Todavía es raro ir a su casa. Se siente como su lugar, pero está siendo de ayuda
con Zoe, así que no voy a quejarme. Afortunadamente, cuando salgo a su patio,
cualquier sensación extraña que siento se desvanece.
Kane está en la piscina, flotando en una balsa, sin camisa con Zoe en su pecho.
¡Desearía que Tessa pudiera ver esto! Kane no me ha visto aún. Una mano en el agua,
moviéndola suavemente por la balsa, y la otra frotaba la espalda de Zoe. Ella está
llevando nada más un pañal de natación y un sombrero. Debe de haber parado y
comprado un pañal de natación porque estoy segura que eso no estaba en la
pañalera que le di.
Se inclina y besa la parte superior de la cabeza de Zoe. Es material de papá por
completo, a diferencia del donante de esperma de Zoe, Brandon. La balsa se gira lo
suficiente para que me vea espiándolo en su pequeño momento.
―Está durmiendo ―susurra.
Me acerco, me quito los zapatos y meto los pies. Mueve la balsa al borde y
alcanza mi pie, frotándolo suavemente.
―¿Te ha dado algún problema?
―No ―dijo―. Le di de comer la comida de bebé que empacaste, hizo un gran
desastre y decidí que la piscina era la manera más fácil de limpiarla.
―Lo bueno es que aún está caliente ―digo. En la mayoría de los lugares, a
mediados de agosto sería un clima frío otoñal, pero no en Dallas, por lo menos no
este año.
133
Apunta con la cabeza hacia el borde de la piscina.
―No te preocupes, la bañé en protector solar. Como en SPF 1000 o algo así.
¿Cómo está Tessa?
―Un poco mejor. Estará en casa en unos días.
―Eso es bueno ―dice, mientras Zoe se agita despierta. Lloriquea un poco
luego levanta la cabeza, mirando la sonrisa de Kane. Se ríe y después apoya la cabeza
de vuelta en su pecho. Mi bebé sabe que un lugar es cómodo cuando lo encuentra―.
Metete con nosotros. A Hoyuelos le gusta el agua.
―No tengo traje de baño.
―Desnuda funciona ―dice, doy una patada, causando que el agua salpique
sobre su traje de baño.
―Mierda ―dice―. Joder, me congelaste las pelotas.
Incapaz de controlarme, comienzo a reírme, diciendo en voz alta:
―Testículos congelados. ―Lo siguiente que sé, un enorme chorro de agua cae
directamente en mi pecho. Con la boca abierta y empapada, me quito la ropa
quedando solo con mi sujetador y las bragas, y me sumerjo. Tomando a Zoe de su
pecho, comienzo a salpicar el agua con su pequeña maño―. Contra él, Zoe
Zoe chilla en risas, distrayendo a Kane lo suficiente para que yo pueda levantar
mi pierna, golpear el fondo de la balsa y tirarlo. Esta vez soy yo la que chilla en risas.
Kane sale del agua, sacudiéndose el cabello y capturándonos en sus brazos.
―Estás en muchos problemas. ―Sostengo a Zoe entre nosotros. La levanto
usándola como escudo humano―. Ahh, jugada barata ―dice, besando la barriga de
Zoe.
―Te amo ―le digo, en voz baja.
―Te amo ―dice, dándonos vueltas en el agua―. Y también te amo, Hoyuelos.
Mi respiración se detiene. Nunca lo había escuchado decir que amaba a Zoe
antes. Es un bebé adorable, entonces por qué no amarla, aun así, me llego al corazón,
muy fuerte.
―¿Sabes, va a empezar a pensar que su nombre es Hoyuelos? Nunca la llamas
Zoe.
Empuja sus labios entre sus dientes, sus ojos mirando el segundo piso de la
casa.
―Me gusta Hoyuelos.
Hago una media vuelta y froto mi trasero.
134 ―Algo bueno, porque tengo un montón de ellos.
―Eso es todo. ―Me roba a Zoe de los brazos y me salpica con tanta agua que
parezco una rata ahogada.
De alguna forma, a pesar de todo, con mi hermana en el hospital, Kane se las
arregla para darnos a Zoe y a mí el mejor día. Pasamos horas en la piscina y luego
en el establo, dejando que Zoe toqué a los caballos y los alimente con manzanas y
zanahorias. Y al final de todo, hacemos la cena en casa de Tessa y acostamos a Zoe,
entonces nos enrollamos juntos en la cama del cuarto de huéspedes. ¿Es esta una
imagen de cómo mi vida pronto podría parecerse, una familia? Parece que no me
haré cargo de Zoe yo sola, como siempre pensé que lo haría. Sería una bendición
tener algo de ayuda, finalmente tener la protección de un hombre, alguien con quien
puedo contar no importa qué.

Toma unos cuantos días para que la neumonía desaparezca y que Tessa sea
dada de alta del hospital. El plan es que se quede en casa de Michael a partir de
ahora. Aun así, Tessa está lista para volver con Zoe, y Kane y yo no luchamos contra
eso. La bebé es el mejor tipo de medicina para ella. Además, será agradable para
Kane y para mí tener un poco de tiempo a solas.
Kane y yo empacamos algunas de las cosas favoritas de Zoe y las llevamos a
casa de Michael. Entro con Zoe en brazos, mientras Kane me sigue con todo lo
demás, toda una tienda de bebés en sus brazos. Echó un vistazo hacia él. Se ve
completamente comestible en ese traje azul marino y esa camisa blanca sin corbata,
con los primeros botones desabrochados, dándome un pequeño vistazo de su pecho.
Cuando me vuelvo hacia la sala, la realidad me golpea fuerte. Tessa está en el
sofá cubierta en mantas, con la cabeza envuelta en un pañuelo.
―¡Ma ma! ―chilla Zoe y extiende su pequeña mano.
Las mejillas hundidas de Tessa se tornan color rosa mientras agarra a Zoe y
cubre a la bebé de besos. Mira hacia nosotros y sonríe.
―Gracias por cuidar de ella. ―Tessa inclina la cabeza―. Te ves muy bonita
Kenzie. ¿Vas a un lugar especial? ―Miro hacia abajo a mi falda floreada hasta la
rodilla y a mis sexys zapatillas abiertas de Prada. Al menos me hacen sentir un poco
atractiva. Juro que el par de zapatos indicado hace que las piernas de cualquier
mujer se vean bien.
―La fiesta de aniversario de la estación es hoy ―dice Kane―. Así que tenemos
que hacer acto de presencia.
135 Me muevo inquieta, nerviosa por ver a su familia otra vez. Nos llevamos
bastante bien en el juego de los Cowboys, pero esta fiesta parece ser diferente, en
algún sentido más formal. Lo más probable es que habrá un montón de empresarios
allí y por supuesto, Deacon. Espero que la conversación sea fácil. Tal vez mis
zapatillas abiertas de Prada sean un buen tema de conversación para empezar con
la mamá de Kane, que sé es una puta de los zapatos como yo.
―¿Tienen que salir justo ahora? ―pregunta Tessa
―Todavía no ―dice Kane―. No tengo prisa en llegar allí. ―Su teléfono vibra,
y lo ignora.
―Quiero pedirles otro favor ―dice Tessa, moviéndose para sentarse derecha
en el sofá―. No va a tomar mucho tiempo.
―Cualquier cosa ―le digo y ayudo a sentarse.
―Halloween se acerca, y me preguntaba, Kenzie, si tú y Kane podrían llevar a
Zoe a pedir dulces conmigo y papá.
―Por supuesto ―digo, luego veo hacia Kane, que asiente.
―Simplemente no creo que tenga la energía suficiente para ir a una gran
cantidad de casas, y no quiero que Zoe se lo pierda. Papá está siendo raro conmigo
quedándome sola, así que va a querer regresar conmigo aquí cuando esté cansada.
Michael entra en la habitación.
―Tessa, no creo que debas salir con este clima.
―Papá, no me lo voy a perder.
―Todo lo que digo es que podría estar frío afuera ―dice Michael.
―No me importa.
―Es sólo que no quiero. . .
Doy un paso hacia adelante.
―Creo que Tessa debe salir a pedir dulces con Zoe, por lo que Kane y yo vamos
a ayudar. ―Vuelvo mi atención a mi sobrina―. ¿De qué te vas a disfrazar, bebé?
―Oh, ¡pedí el traje más lindo en línea para ella! ―dice Tessa y empieza a
describirlo. Miro a Michael, la preocupación escrita en su rostro.
―Ese disfraz suena adorable ―digo―. Vamos a pasárnosla genial.
―Voy a consultar con el médico primero ―dice Michael.
―Al diablo con eso ―dice Tessa, y la habitación se queda en silencio. De hecho,
creo que también todo Dallas está en silencio ahora.
136 ―Cariño, solo. . .
―Papá, hay cosas sobre ser una mujer, una madre, que simplemente no puedes
entender. Así que no me importa una mierda si te gusta o no, o si el médico lo
aprueba o no, pero yo voy a salir a pedir dulces con mi hija. Y no me importa si eso
te molesta o cualquier otra cosa.
Michael se vuelve hacia mí.
―¿Me puedes ayudar aquí, Kenzie? Estoy tratando de velar por Tessa.
―Yo también ―digo con firmeza.
―Jesucristo, Kenzie, por una vez no puedes simplemente. . .
―¡Papá, no lo tomes contra ella! ―espeta Tessa―. ¡Todo lo que hace es velar
por mí!
Miro a Kane. Estoy segura de que preferiría estar en otro sitio, tal vez incluso
en la presumida fiesta de su familia. Probablemente piense que son más normales
que mi familia. Es decir, ¿por qué exactamente estamos peleando aquí? Por el truco
o trato, ¡de todas las cosas! ¡Estamos locos!
Michael toma una respiración profunda y cierra los ojos por un momento. Él
no tiene ni idea de lo obstinadas que podemos ser Tessa y yo, o qué tan ferozmente
nos amamos. Cuando abre los ojos, están llenos de lágrimas.
―Tessa, no lo estoy tomando contra Kenzie ―dice Michael, con la voz
quebrada―. Sólo estoy tratando de protegerte. Soy tu padre. Necesito hacer algo.
¡Sólo quiero intentarlo! Pero parece ser que no hay nada que pueda hacer. No hay
nada que pueda hacer para detenerlo, o incluso para reducir la velocidad.
Ahora me siento como una mierda. No siempre me he visto cara a cara con
Michael, pero él está sufriendo ahora, y vertiendo su corazón para nosotros. Todo
esto no tiene nada que ver con Halloween. No me gusta ver a nadie sufriendo. El
teléfono de Kane zumba una vez más, y vuelve a ignorarlo.
―Es un sentimiento de impotencia para un padre no ser capaz de ayudar a su
hija, sobre todo cuando se está muriendo. Tal vez eso es algo difícil para ti de
entender, Tessa, lo difícil que es para mí, no ser capaz de ayudarte, lo difícil que es
cuando no puedo ni intentarlo. ―Michael se da la vuelta y sale, limpiándose la cara
con las manos.
Me siento al lado de Tessa, y Kane se mueve a la puerta.
―Tal vez debería esperar…
―No ―dice Tessa―. Él no quiso decir nada con todo eso. Está, bueno, muy
emocional. Tú lo viste. Me necesita cerca, así que me quedará aquí ahora. Pero no
137 voy a ser una prisionera. ―Tessa toma Zoe en sus brazos―. Kenzie, ¿por qué no te
mudas a mi casa? Es mejor que tu asqueroso apartamento.
―Eh, gracias, pero. . .
―Está vacío, y de esa manera cuando tengas a Zoe, será más fácil. Ella tendrá
su propia habitación, sus propias cosas.
―Haré eso eventualmente para que sea más fácil para Zoe ―digo―. Pero no
puedo en este momento. Se siente como si. . .
―¿Cómo si estuviera tratando de dejar todo en orden? ―pregunta Tessa, y yo
asiento―. Si estuviera tratando de hacer eso, le diría a Kane que se mudara a mi casa
contigo.
―¿Tessa? ―No puedo creer que acabara de decir eso en voz alta con Kane a
un metro de distancia. Miro hacia él, y levanta una ceja hacia mí.
―Eso realmente no es una mala idea ―dice Tessa―. Los dos deberían de
mudarse a mi casa. Eso sí, no vayan a tener sexo en mi cama.
―¡No acabas de decir eso! ―grito―. No la escuches, Kane.
―¿Por qué no? ―pregunta Tessa―. Doy buenos consejos.
―Tessa, no tienes que preocuparte ―dice Kane―. Tengo mis propios planes.
¿Él tiene planes? Lo miró, encontrándolo sonriéndome.
―¿Debo irme para que ustedes dos puedan conspirar juntos?
―Kane, ¡deberíamos hacer eso! ―dice Tessa―. ¡Almorcemos pronto y
planifiquemos el resto de la vida de Kenzie!

138
15
Kane
Mientras agarro la puerta hacia el club actual de Dallas, mi teléfono vibra por
millonésima vez. Sé quién es, de nuevo. Kenzie se dirige dentro y rápidamente saco
el celular. Estoy casi listo para tirarlo a la basura. Tal vez debí haberlo contestado
una vez esta mañana. Ignorando que Lily obviamente no está trabajando. Por suerte,
Kenzie no sabe que sigue llamando, al menos no creo que lo haga. Antes de que eso
suceda, antes de que Kenzie me atrape, necesito hablar con Lily.
Sin embargo, ahora no es el momento. Hay gente en todos lados, reunidos
alrededor de la pista de baile, bares abiertos, mesas de comida. Mi madre y padrastro
rentaron todo el lugar para la fiesta de aniversario. Sé que es solo otra oportunidad
para que mis padres se codeen con ciertos socios de negocios y sus supuestos
139 amigos, pero los empleados de la estación, parecen apasionarse con ello.
―¿Vas a decirme qué estás sosteniendo? ―le pregunto a Kenzie.
―Solo una pequeña cosa para Deacon ―dice―. Sin embargo, estoy
dudándolo.
Deacon aparece de la nada y me da una palmada en la espalda.
―Ustedes chicos, me trajeron un regalo, ¿no es así? ―Le agradece a Kenzie con
un beso respetuoso en la mejilla y toma el regalo antes de que ella pueda objetar.
Kenzie me mira, pánico en sus ojos. Intenta quitarle el regalo, pero él lo levanta en
el aire como un hermano burlándose de su hermana pequeña. Yo podría tomarlo
fácilmente, o golpearlo en el rostro, pero me da curiosidad qué hay en su interior.
Rompe el papel y el moño, entonces levanta la tapa de la caja. Rápidamente, se
inclina riendo a carcajadas.
―¡Es el mejor regalo que he recibido!
―¿Qué es? ―pregunto y Kenzie levanta las cejas.
Aún riendo, Deacon se levanta de nuevo y alza la tapa para mostrarme.
―Alrededor de mil lápices ―dice.
Le sonrío a mi chica y se encoge un poco de hombros. Me encanta que haya
hecho esto, que esté enterrando el hacha de guerra con Deacon y aun así
arreglándoselas para romperle las bolas de nuevo.
―Kenzie, deberíamos reconciliarnos oficialmente ―dice Deacon y se va detrás
del bar, agarrando varios tragos de vodka de una bandeja. Toma uno para él, me
desliza uno y le tiende otro a Kenzie.
―¿Tomando un trago juntos? ―pregunta Kenzie.
―Sí, solo hay dos cosas que hago con las mujeres ―dice―. Beber con ellas o
follarlas y ya has puesto la follada fuera de la mesa.
―Muy lindo, Deacon ―digo―. Tú…
Kenzie me da un apretón en la mano, diciéndome que se hará cargo de esto,
que debería calmarme. Toma el trago de su mano y dice:
―Pensaría que beber te lleva a follar.
―Pero no con la chica de mi hermano. Nunca haría eso. Estás fuera de los
límites ahora y siempre.
―Beberé por eso ―digo y tomo el trago.
140 ―Creo que pasaré ―dice ella y deja el trago en el bar―. Necesito mantener mi
cabeza recta esta noche por Elise y James.
Deacon termina su trago y el de ella, luego cierra los ojos de golpe, el dolor del
alcohol golpeándolo con fuerza.
―Kenzie, no te preocupes por Elise ―dice―. No te preocupes si ella no es muy
amistosa hoy. Está trabajando, como en el partido de fútbol. Es la esposa de mi papá.
Este es su trabajo. ―Le hace señas al camarero por otro trago.
Ondeo mi mano alejando al camarero.
―Cálmate, Deacon.
―Aguafiestas ―dice, sentándose en un taburete y jugueteando con su
regalo―. Solo déjenme sentarme aquí y jugar con mis lápices de penes.
Bajo la mirada hacia Kenzie y veo sus labios apretados en una línea tensa, sus
ojos arrugándose. Está tratando lo mejor que puede no reír, pero simplemente no
puede evitarlo. Su dulce risa rápidamente llega, y luego, Deacon empieza a reír
también, me refiero a realmente reír fuerte. Choca los puños con Kenzie, como si
ahora fueran mejores amigos.
James y mamá se aproximan a nosotros y Kenzie deja de reír.
―¿Qué es tan gracioso por aquí?
―Un regalo de Kenzie ―dice Deacon y se lo muestra.
―James quizás no piense que es gracioso ―me susurra Kenzie―. Quiero decir,
es su estación. ―Pero sé que no tiene nada por lo que preocuparse. James se da un
golpe en la rodilla y comienza a reír a carcajadas.
Atraigo a Kenzie y susurro:
―Te amo.
James le muestra a mamá la caja.
―Inteligente ―dice y le sonríe a Kenzie, luego besa su mejilla―. Kane, cariño,
necesito robarte un minuto.

Sigo a mi madre por la multitud. Obviamente algo sucede. No me dice nada.


Ni siquiera me está mirando. ¿Hice algo mal? Probablemente. Sin embargo, no estoy
seguro de qué puede ser. Siento que tengo doce años de nuevo. Mi madre abre la
puerta del patio y echa un vistazo dentro antes de decirme que la cierre.
141 ―¿Qué sucede, mamá?
―¿Has olvidado qué día es hoy?
Echo un vistazo dentro.
―La estación…
―No tiene nada que ver con la estación. ¿Cómo puedes olvidar que día es hoy?
Puedo escuchar que se le rompe el corazón por su tono y los recuerdos
regresan. Kilos de culpa se instala en mi pecho.
―¿Mamá?
Se seca la mejilla.
―Estoy bien. Es solo que hoy es tan…
―Lo sé, mamá ―digo―. Entonces, ¿hablaste con Lily hoy?
―Sí. Le envié flores también.
―¿Cómo estaba?
―Un desastre.
―Sigue llamándome ―digo―. No le he contestado.
―Me dijo que estás evitándola.
―Estoy tratando de seguir adelante, ¡ser feliz! No quiero vivir en el pasado.
―El pasado no está siempre en el pasado ―dice.
―Mira, deberías tratar de ser feliz también, mamá. Tú y James tienen esta gran
fiesta en marcha, con toda esta gente aquí.
―Lo sé ―dice―. Es solo que tenías tanto que hacer y aún lo tienes. Quizás
necesitas hacer una pequeña pausa.
Paso mis dedos por mi cabello.
―Mamá…
Levanta una mano y me callo.
―Lo sé, eres un hombre adulto. Pero estoy preocupada por ti. Si no puedes
calmarte por tu propio bien, quizás puedas hacerlo por Kenzie.
―¿Qué se supone que significa eso?
Coloca una mano sobre mi hombro.
―Significa que Lily no está totalmente fuera de tu vida y Kenzie podría
terminar herida si no tienes cuidado. Y odiaría ver que eso suceda. Creo que es
buena para ti.
142
Me da un beso en la mejilla.
Solo en el patio, siento un gran dolor de cabeza en camino. Amo a mi madre y
sé que tiene buenas intenciones, pero no estoy seguro de la razón por la que está tan
preocupada. Jamás heriría a Kenzie, o dejaría que mi pasado hiera a Kenzie. Mi
mamá solo está siendo sobreprotectora.
Aun así, no puedo sacar sus palabras, su preocupación, fuera de mi cabeza.
Echo un vistazo dentro y veo a Kenzie riendo, pasándola bien. No estoy listo para
regresar. No quiero arruinar su alegría. Frotando mis sienes, miro hacia el cielo,
esperando que algo me distraiga.
Pero no hay estrellas esta noche, no hay luna tampoco. Solo está la nada negra
y vacía. Es la forma que debería ser, supongo. Después de todo, este es el día en que
mi vida se destruyó y la de Lily. No importa qué, compartimos el dolor. Lo llevamos
juntos.
Saco mi celular del bolsillo y lo miro. Soy un idiota por no contestar antes. Todo
esto podría haber sido evitado. Coloco el celular en mi frente, debatiéndome y
echando un vistazo dentro. Kenzie sigue riendo. Mi mente y corazón tienen ese
sonido memorizado.
Es el sonido de mi futuro y estoy listo. Pero necesito reconocer este día también.
Es lo correcto.
Lily responde entre lágrimas, su voz es ronca y sé que no es por estar llorando.
Es porque paso el día inclinada sobre el inodoro. La escucho sollozar sobre el día,
sobre vender la casa.
―Lily, dime cómo puedo ayudar.
Lo decía en serio cuando pregunté, pero ahora está insistiendo que vaya a
nuestra casa. Entiendo lo importante que es para ella, pero no voy a dejar todo y
correr hacia ella como quiere.
A Lily no le gusta mi dubitación, por lo que empieza a gritarme. Si le corto la
llamada, va a volver a llamarme o vomitar de nuevo. Esa es la última cosa que
necesito en mi conciencia, pero necesito terminar esta llamada. Lily finalmente se
calma un poco, y le aseguro que iré a la casa pronto.
Miro adentro de nuevo, y los ojos marrones de Kenzie se encuentran con los
míos. Su sonrisa se desvanece. Creo que soy bueno leyendo personas, pero Kenzie
se está convirtiendo en una experta conmigo. Empieza a caminar hacia mí con
Deacon detrás.
Trato de finalizar rápidamente.
―Lily, deberías saber que es en serio lo de Kenzie… Sí, quiero… Lily, por
143 favor, no llores… Sé que quieres que sea feliz… Sé que es duro… Mira, tengo que
irme. ―Cuelgo y deslizo mi celular en mi bolsillo.
―¿Todo está bien? ―pregunta Kenzie, dando un pequeño paso dentro del
patio.
Deacon trastabilla detrás de ella.
―No lo creo. ¿Ves esa mirada en su rostro de idiota depresivo?
―Danos un minuto ―le digo a Deacon, que asiente y regresa dentro.
―¿Kane? ―pregunta Kenzie. El sonido de mi nombre tan dulce saliendo de
sus labios, nunca se sintió tan inmerecido. Bajo la cabeza y cierro los ojos.
―Olvide que hoy… ―Las palabras quedan atrapadas en mi pecho―. Esa era
Lily en el teléfono. Está molesta y necesita hablar.
―¿Qué sucede?
―Quiere que vaya a la casa y tomar unas fotos, y enviárselas. Quiere verla de
nuevo. Teme que no pueda regresar a tiempo.
―Debe realmente amar esa casa ―dice―. O, ¿está buscando excusas para estar
en contacto contigo?
―No es eso. Pero necesito hacer esto por ella mañana. Es importante.
―Está bien ―dice Kenzie.
Dios. Su voz suena tan suave.
―No estoy eligiendo a Lily sobre ti. ―Sé que no me cree. La mirada en los ojos
de Kenzie, como si no la estuviera poniendo a ella en primer lugar, malditamente
casi me mata.
―¿Cuándo regresa Lily?
―No estoy realmente seguro.
Deacon asoma la cabeza por la puerta del patio. Tiene una copa en cada mano.
―¿Ya terminaron de esconderse? Necesito que regresen dentro. ¡Esta fiesta es
la mierda más jodidamente aburrida! ¡No puedo creer que me rasuré las bolas por
esto! ¡No hay ni una sola mujer de menos de sesenta!

144
16
Kane
Abro la puerta de conductor de mi Porsche SUV y cuelgo las llaves delante de
Kenzie. Sus ojos están brillantes, tan excitados. Agarra las llaves y salta dentro,
rebotando un poco en el asiento. Se siente bien verla feliz, porque sé que no lo es,
hago este favor por Lily. ¿Tal vez dejar que conduzca mi auto me anotará algunos
puntos? Los necesito después de esto, así que le prometí a Kenzie que podría
dejarme en mi casa y entonces conducir mi auto al domingo de hermanas con Tessa.
Es una penitencia buena. Me inclino y la beso dulcemente sobre la mejilla.
―Ningún exceso de velocidad.
―Sí, sí.
145 ―Y puse la dirección en el GPS.
―Lo tengo
―¿Vas a recoger a Tessa y pasear alrededor con mi auto, verdad?
Ella me dispara una sonrisa.
―Quizás.
La empujo contra el asiento y le sonrío.
―Solo ten cuidado.
―¿Qué cuerpo te preocupa? ¿El mío o el del auto?
Me inclino más cerca, mis ojos fijos en su boca.
―Tuyo. He montado al auto. No he montado…
Juguetonamente golpea mi hombro. La beso dulcemente y cierro la puerta,
mirando mientras conduce lejos. Mi pecho se aprieta un poco. Miro atrás hacia mi
casa, sabiendo los fantasmas que esperan adentro, sabiendo lo que tengo hacer,
sabiendo lo que le prometí a Lily. Y sabiendo que finalmente tengo que contarle todo
a Kenzie.
Kenzie
Me hundo en el asiento de cuero. Rodeándome de Kane. El auto huele como
él, fresco y limpio. Conduzco tan rápido como puedo, ansiosa por recoger a Tessa.
Nos encantaba pasear alrededor cuando éramos adolecentes, bebiendo las bebidas
saborizadas de Sonic, con la música a todo volumen y las ventanas abajo, aunque,
en ese entonces, nosotras andábamos en la vieja camioneta de Michael. Tessa va a
enloquecer cuando me vea en el Porsche de Kane. Me empujo a través de la puerta
principal, emocionada por recoger a mi hermana mayor para una explosión de
pasado. Pero me encuentro con Michael en la entrada con una Zoe quejándose.
―Tessa está arriba, ahora puede no ser un buen momento ―dice.
―Pero es nuestro día ―digo―. ¿No se siente bien?
―Se estaba cambiando y Zoe empezó a llorar. No pudo hacer que parara.
Piensa que Zoe le tiene miedo.
Beso la pequeña mano de Zoe.
―Es solo un bebe, no le tendría miedo a su propia madre.
146
―Tal vez tú tengas mejor suerte con Tessa de la que tuve yo ―dice―. Me llevo
a Zoe a un paseo. Para tranquilizarla.
Espero hasta que se van y entonces camino a la habitación donde está Tessa.
Es la habitación que compartíamos cuando niñas, todavía pintada de púrpura
brillante con acentos de rosa fuerte. Toco ligeramente la puerta, entonces asomo mi
cabeza. Tessa está de pie en medio de la habitación en su albornoz.
―Hola, hermanita.
―Hoy no Kenzie.
Camino adentro.
―Nada se interpone en el domingo de hermanas.
―La muerte lo hace.
―No estás muerta.
―Mi hija me tiene miedo. ¿Está bien? ¡Jodidamente no hoy!
―Sí, Jodidamente hoy.
Tessa se quita el albornoz de su cuerpo.
―Mírame Kenzie. ¡Maldita sea, mírame!
No me estremezco. Seguro, veo el esqueleto de huesos de mi hermana,
enormes cicatrices en donde sus pechos solían estar. Pero, veo mucho más que eso.
No voy a esperar y dejar que Tessa se defina por sus cicatrices, por su cáncer. Ella
no es el cáncer.
―Bueno. Al menos eres delgada.
Sus labios se aprietan juntos. Y sus ojos comienzan a humedecerse por tratar
de contener su risa. Sonrío y amabas irrumpimos en un ataque de risa.
Tessa se desliza el albornoz de nuevo y me abraza fuertemente.
―Zoe me vio y empezó a llorar, no se detuvo.
La siento en la cama conmigo y mantengo mis brazos a su alrededor.
―Solo vio a su hermosa madre. Probablemente le está saliendo un diento o
algo.
―¿Crees eso?
Aprieto a mi hermana con cuidado. Sintiendo que sus huesos se romperán
―Estoy segura.
―Ella no tendrá ningún recuerdo de mí. Ni uno
147
―Su corazón recordara el amor de su madre ―digo. Volteando su cabeza hacia
mí―. Y yo llenaré el resto. Le contaré sobre el tiempo en el que te enrollabas con
Tommy Shaw debajo de las gradas en la escuela secundaria y sobre cuando tu
sujetador de agua pushup explotó. Y cuando te tiraste un gas durante…
Tessa me pega con su codo fuerte.
―Más te vale que no.
―Oh, lo haré ―digo―. Y le contaré lo valiente que fuiste cuando la levantabas.
Como sostuve tu mano en la sala de parto y ambas sollozábamos.
―Prométeme que estarás ahí para llevarla a comprar su vestido de novia. Y no
dejes que se compre esos horrendos vestidos sirena.
―Lo prometo.
―Y prométeme que le darás mi collar y pendientes de perla cuando cumpla
dieciséis. Porque sabes que es de mala suerte comprar perlas por ti misma.
―Lo haré.
―Y mis pendientes de diamantes cuando cumpla dieciocho.
―Lo tengo.
―Y mi cruz de oro cuando… Te haré una lista.
―Está bien.
Toma una profunda respiración, apretando mi mano.
―Bien, así que ¿cómo fue la fiesta de la estación?
―Buena.
―Acabas de verme desnuda. Me puedes dar más que una palabra de
respuesta.
―Simplemente no quiero volver a ser estúpida e ignorar las molestas
advertencias en mi cabeza.
―¿Cuándo hiciste eso Kenzie?
―Con Charles ―digo―. Había banderas rojas por todas partes y las ignoré
por completo. No quiero hacer eso con Kane.
―¿Qué tipo de banderas rojas? ―pregunta―. ¿Finalmente me contarás lo que
pasó?
―Me perdí por un tiempo. Me prometí cuando me mudé a Europa que
abrazaría mi nueva vida. Que dejaría de correr de cada relación. Que intentaría algo
nuevo.
148
―Eso es algo bueno.
―No funcionó de esa manera. Era joven e inexperta y él mucho más viejo y
mundano. Me fui perdiendo en él y no lo vi. Yo misma me había cegado.
―Continua.
―No lo entiendes Tessa. Estás acostumbrada a que todas las cabezas giren
cuando entras a la habitación. Los hombres siempre caen a sus pies por ti,
Incluyendo Michael y Sawyer.
―Lo que sea, solo dime.
―Tienes que entender. Él me adoraba. Siempre queriéndome junto a él. Nunca
tuve eso de cualquier hombre en mi vida antes, por lo que ignoré a la vocecita en mi
cabeza, las señales de advertencia. Nunca había estado enamorada. Él podía
manipularme tan fácilmente para obtener lo que quería. Era joven, débil y estúpida.
―Pudiste haber sido joven, pero no débil ni estúpida.
―Me sentí tan halagada por la forma en la que me perseguía. No podía
imaginar un hombre como él queriéndome.
―Eso es ridículo. Eres un bombón.
―Caí rápido y duro. Era como un torbellino. De repente, estaba viviendo en
esta gran mansión, viajando a todas partes con él. Mi vida era trabajar y estar
dondequiera que él estuviera. Al principio era fantástico. Me compró ropa. Tenía un
cocinero, chofer y un entrenador personal.
―Suena fabuloso.
―Eso fue al principio. Él me cuido realmente bien. Ningún hombre había
hecho eso antes. Pero lo que no comprendí era que esto era control. Él controlaba el
menú, mis entrenamientos, lo que vestía, dónde íbamos, qué método
anticonceptivos usar. Pero fue todo bajo el pretexto de amar y cuidar de mí. Para
cuando comprendí lo que pasaba, era demasiado tarde.
―¿Lo amabas?
―En ese entonces, pensé que lo hacía. Estaba confundida. Las cosas estaban
bien por un tiempo, pero cuando comencé a diversificarme, o quise salir con gente
del trabajo, él se molestaba.
―Molesto ¿cómo?
―Todo era siempre sobre él, sus necesidades, lo que él quería. ―Alzo la vista
a los ojos de mi hermana―. Cuando crees que amas a alguien, quieres que sea feliz.
Él se aprovechó de eso. Todo se trataba de complacerlo.
―Kenzie, me estás asustando.
149
―Cuando él estaba en el control de mí, cuando hacía exactamente todo de la
manera que él quería, las cosas eran geniales, pero cuando no lo hacía…
―¿Te lastimaba?
―Solía decir que me jodería hasta que viera las cosas a su manera.
―¿Qué significa eso?
―Al principio, pensé que era gracioso, una manera linda de terminar un
desacuerdo. Ya sabes, él me sujetaba y me hacía cosquillas y decía que podría
hacerme ver las cosas a su manera. No me di cuenta de cuán serio era hasta el
momento cuando quise tomar unos tragos después del trabajo con unos amigos. No
quiso que fuera. Me quería en casa con él. Me rehusé, e intentó su táctica habitual.
―¿Qué pasó?
―Le dije que yo iba a joderlo hasta que él viera las cosas a mi manera ―digo,
sacudiendo mi cabeza―. Realmente pensé que esto era un juego.
―¿No lo era?
―No. Se enojó mucho cuando me rehusé a que me tocara. Dijo que ninguna
mujer le había dicho que no antes. Eso realmente lo molesto.
―¿Saliste esa noche?
―Sí y el apareció en el bar una hora después, actuando como el novio perfecto.
―Controlando.
―Era como si creyera que podía hacerme cualquier cosa mientras cuidara de
mí después. Eso me confundió, iba de sentirme sin valor a apreciada en dos minutos.
Pero, después de esa noche algo en mi cambió. Me volví desafiante
―La verdadera Kenzie apareció.
―Empezamos a pelear mucho más, realmente discutir. Yo había estado en
Europa cerca de dos años y casi no tenía amigos. Había sido ascendida en mi trabajo
y quería tener mi propia vida. Lo que causó mucha tensión con Charles. Una noche,
se suponía que íbamos a una función y el compró un nuevo vestido para que usara.
Siempre elegía lo que vestía y pedía por mí en los restaurants. De todos modos, esa
noche, el vestido que él consiguió era corto y sin espalda. Pensé que me daría frío,
así que me puse otra cosa.
―¿Qué paso?
―Estaba harta de no poder decir nada en mi vida, comenzamos una gran
discusión que terminó cuando él me abofeteó.
―¿Te golpeo? ―Tessa lloró―. Nunca me dijiste nada de esto.
150
―Volé a través del cuarto y me golpeé la cabeza con el tocador. ―Sostengo mi
rostro―. Ningún hombre me había golpeado alguna vez antes. Ni siquiera lloré.
Estaba conmocionada, creo. Cuando finalmente me levanté, Charles se había ido, a
la fiesta. Solo me dejo en el suelo, sangrando.
―Maldito hijo de puta.
―Estoy bien, Tessa.
―¿Qué hiciste?
―Me levanté y tiré las pocas cosas que Charles no me había comprado en un
bolso.
―¿Te fuiste?
―Iba a hacerlo ―digo―, pero quería que viese mi rostro cuando me fuera.
Supongo que quería herirlo como él me hirió a mí.
―¿Le hiciste daño?
Miro por la ventana.
―Esperé por horas y horas en nuestra habitación. Finalmente escuché que la
puerta se abría. Creo que una parte de mí estaba esperando que se disculpara, que
rogara por mi perdón.
―¿No lo hizo?
―No, Charles no dice que lo siente y definitivamente no me rogaría para que
me quedara.
―¿Entonces, que sucedió cuando llegó a casa?
―Trajo a otra mujer con él. ―Agacho la cabeza en completa vergüenza―.
Significaba tan poco para él justo como para cualquier otro hombre en mi vida, ellos
pueden tomarme o dejarme, no importaba.
―Me gustaría rasgar sus pelotas ―se quejó Tessa.
―No te preocupes ―digo―. Mis últimas palabras para él fueron, “Pensarás en
mí cuando te acuestes con ella”.
―Bien por ti ―anima―. ¿Lo volviste a ver alguna vez?
―No, volví unos días más tarde para conseguir algunas cosas que había
dejado. Fotos, libros, ese tipo de cosas. Esperé hasta que supe que él estaba en el
trabajo. Cuando llegué allí, todas mis cosas habían desaparecido. Ya se había librado
de todo. Supongo que las tiró. ―Muevo la cabeza―. Estuve con él por dos años y él
me borró en dos días.
151 ―¿Por qué no presentaste cargos?
―Charles me habría destruido. Además, no quería que nadie supiera lo
estúpida que era.
―¿Y crees que estás cometiendo el mismo error con Kane?
―¡No! ―digo―. Kane no está controlándome ni nada por el estilo. Pero parece
que no puedo sacudir esta voz en mi cabeza de que él finalmente me dejara. Y ahora
está fuera haciendo algunos recados tontos para su ex esposa y me pregunto si…
―Kane te ama a ti, no a ella.
―¿Cómo puedes estar tan segura?
―El momento en el que entró a tu tienda ese día solo lo supe. Podía sentirlo a
través del cuarto, la energía entre ustedes dos. Eso no se puede fingir.
―Pero él sigue…
―¿Le dijiste que no la ayudara? ¿Le dijiste que eso te hacía sentir insegura?
―No, ¿por qué debería admitir eso?
―Porque cuando amas a alguien, dejas que vean tus inseguridades.
―Él conoce mis inseguridades ―digo, golpeando mi trasero―. Es decir, se
despierta con ello cada mañana.
Tessa se ríe, colocando su mano en mi corazón.
―Estoy hablando de los de aquí. ―Me da una pequeña sonrisa―. Ve con él.
Dile cómo te sientes.

¡Tessa siempre tiene razón! Lanzo sus llaves del auto sobre la mesa del
vestíbulo.
―Kane ―grito una y otra vez. Reviso en el piso de abajo, pero no puedo
encontrarlo en ninguna parte. Pongo mi mano en la barandilla de la escalera,
mirando hacia arriba. Kane dijo que no había nada allí, pero no puedo encontrarlo
en otra parte. ¿Tal vez está arriba? Tengo que comprobar. Empiezo a subir por las
escaleras en la oscuridad. Cuando llego al escalón superior, una pequeña luz
asomándose por debajo de una puerta por el pasillo captura mis ojos. Camino hacia
la luz, algo atrayéndome.
―¿Kane? ―Empujando la puerta, mi mano vuela a mi boca mientras camino
hacia el medio de la habitación. No puedo creer lo que estoy viendo.
152 Detrás de mí, Kane dice mi nombre. Nunca he oído su voz sonar así antes. Por
lo general, es profunda, sexy, pero ahora parece inestable e incierto. Giro, viéndolo
de pie en la entrada.
―Kenzie ―dice otra vez.
―Esto es muy dulce ―digo, pasando mi mano a través de la cuna de bebé
blanca con ropa de cama rosada. Hago una vuelta lenta, admirando el cuarto de
niños a medio terminar―. No puedo creer que hicieras esto.
―Kenzie, no estoy seguro de lo que piensas, pero…
―¿Esto no es para Zoe? ―pregunto. Sus ojos se cierran fuertemente. La
habitación comienza a girar y todo el aire ha sido aspirado fuera de ella. Le escucho
decir que el cuarto no es para Zoe, pero suena como un lejano eco. Mis ojos se
mueven alrededor de la habitación―. Necesito salir de aquí.
De repente, él está justo enfrente de mí, bloqueando la salida. Se ve frenético.
―Kenzie, déjame explicarte.
―Me siento enferma. Tengo que ir a casa. ―Empujo más allá de él, bajando las
escaleras. Necesito aire. Tengo que salir.
―Está bien, te llevo ―dice. Lo escucho agarrar sus llaves. Sus pasos
acercándose a mí―. Por favor, para.
Salgo volando por la puerta principal, tratando de escapar de la verdad que
me está persiguiendo. No puedo hacer esto. No puedo creerlo. Me paseo alrededor
de la calzada. Estoy atrapada. No tengo un cauto y tomar un taxi demorará mucho.
¿Dónde está mi teléfono? ¿Dónde está mi bolso? No tengo más remedio que dejar
que me lleve. Camino a su auto, no le doy la oportunidad de abrirme la puerta y
salto dentro. Kane entra y bloquea las puertas. Estoy atrapada con la verdad.
―Oh, Dios mío, tienes un hijo. ¡Tienes un bebé!

153
17
Kane
¡Estoy tan jodido! ¡Mierda! Miro a Kenzie en el asiento del pasajero. Está tan
cerca de hiperventilar, y no la culpo. ¿Por qué demonios tuvo que ir por las
escaleras?
―Kenzie, por favor…
―Ahora no ―dice―. Y conduce cinco kilómetros sobre el límite de velocidad.
Necesito llegar a casa. No creas que vas a dar un paseo.
Acelero, pero no voy a quedarme en silencio los próximos treinta minutos.
Conduciré en círculos hasta que me escuche. Tiene un horrible sentido de la
dirección, dudo que se dé cuenta. Cuando llegamos a la interestatal, empiezo mi
154 defensa. Necesito asegurarme que no salga corriendo del auto en un semáforo.
―¿Kenzie? ―Estiro mi mano hacia la de ella, pero la aparta. Está temblando,
erizándose la piel de sus brazos. Deja escapar un pequeño gemido y cubre su boca.
―Oh, Dios, ¿Lily está embarazada? Todavía seguías durmiendo con ella
después del divorcio. ¡Está embarazada!
Giro el auto a un lado de la carretera y enciendo la baliza.
―Jesús, Kenzie. ¿Qué clase de hombre crees que soy?
Me mira con los ojos entrecerrados.
―¿No está embarazada?
―No, claro que no.
―Si no está embarazada, y no es para Zoe, entonces, ¿por qué tienes una
habitación para bebé a medio terminar?
―El bebé… ―Tomo una profunda respiración y miro fijamente la carreta.
Nunca lo dije en voz alta antes―. El bebé nació muerto. ―Falta aire en el auto, y los
ojos de Kenzie se quedan fijamente en mí―. Es solo que no puedo empacar todo de
esa habitación. ―Ella levanta mi barbilla, sus ojos marrones son redondos y suaves.
Se quita el cinturón de seguridad y se desliza sobre mi regazo, pasando sus brazos
alrededor de mí con fuerza. La atraigo más y colocó mi nariz en su cabello.
―Lo siento tanto, por el bebé, por la forma en que actué. De verdad lo lamento.
―No te alejes de mí ―digo, mis brazos envolviéndola con fuerza alrededor de
su cintura―. No puedo perderte a ti también.
―Oh, Kane ―dice, apretándome más fuerte―. ¿Está es la razón por la que te
divorciaste?
―No pudimos hacer que el matrimonio funcionara después de eso.
―Entiendo.
―Ella nació a las veintidós semanas.
―¿Ella?
Asiento.
―Íbamos a llamarla Zoe.
―¿Cuándo pasó esto?
―Hace dos años ―susurro―. Intentamos seguir. Tuvimos asesoramiento,
pero no funcionó.
―Creo que eso separaría a muchas parejas.
155 ―No dejaría que nada te aleje de mí ―digo.
Sus ojos se suavizan, y planta un suave beso en mis labios.
―Ningún hombre ha tenido miedo de perderme antes.
―Promételo ―digo―. Promételo que no te perderé.
―Estoy justo aquí, bebé. Lo prometo. ―Sostiene mi rostro entre sus manos―.
¿Cómo sucedió?
―Parto prematuro. ―Inclino mi cabeza hacia atrás y cierro los ojos―. Lily
sufrió un paro cardíaco después de tener a Zoe.
―¿Paro cardíaco?
―Nunca olvidaré la mirada del médico ―digo en voz baja―. Fui rápidamente
hacia el hospital desde la oficina. Sabía que era demasiado pronto. Se suponía que
debía estar en la habitación con Lily cuando diera a luz. Ese era nuestro plan de
parto, pero su condición era demasiada crítica. El médico salió y dijo que nuestro
bebé nació muerto, que el corazón de Lily se había detenido, y un especialista
cardíaco estaba revisándola.
―¡Dios! ―Me acaricia el cabello, pasando la punta de sus dedos por mi rostro.
―Él me llevó a la habitación y me dejo cargar a Zoe mientras esperábamos
noticias de Lily.
―Apuesto que era hermosa ―dice Kenzie.
Trago con fuerza y asiento.
―No sé de qué color eran sus ojos.
―Azules como los tuyos, seguro ―dice Kenzie, y suena tan segura.
―Eso espero ―digo. Mi cuerpo se llena de culpa. Una parte de mí quiere
mantener cerca ese recuerdo, la única vez que cargué a mi bebé. Pero, otra parte de
mí quiere olvidarlo, no recordar lo pequeña que era que podía sostenerla con una
mano―. Me senté allí, cargando el pequeño cuerpo de mi hija muerta por casi una
hora antes de que el médico finalmente entrara y diera que Lily estaba a estable.
―Gracias a Dios ―dice Kenzie―. ¿Tuvo la oportunidad de ver al bebé?
―No ―digo―. Es la razón por la que quería fotografías de la casa… de la
habitación.
―Tiene sentido, supongo, pero, ¿por qué quiere fotografías ahora?
―La noche de la fiesta de estación fue el aniversario de la muerte de nuestro
bebé. Eso junto a la venta de la casa ha afectado mucho a Lily.
―Es mucho para ti, también.
156
―Iba a contarte. Es duro hablar sobre esto.
―Lily es tan joven para perder un bebé de esa forma. Nunca he oído sobre algo
tan terrible.
―Bulimia ―susurro, por el pequeño secreto terrible que es.
―¿Qué? ¿Lo hacía mientras estaba embarazada?
―Lo estuvo haciendo todo el tiempo mientras estuvimos casados ―digo―.
Solo que no me di cuenta, no hasta ese día. Solo seguía preguntándole al médico
cómo pudo haber sucedido esto. Me miró con tanta confusión, como si debería haber
sabido. Ahí me enteré. El embarazo en realidad le dio una buena coartada. Ella me
seguía diciendo que estaba descompuesta por las mañanas.
―Kane, no hay manera que hubieses sabido la diferencia.
Me aparto un poco.
―Me pagan para que sepa estas cosas… para darme cuenta sobre cosas de la
gente. Debería haber sabido que mi esposa estaba lentamente matándose a sí misma.
Supongo que dejé de prestar atención, o no quería verlo, o estaba trabajando mucho.
No lo sé.
―No puedes pensar de esa forma.
―Debería haber sabido ―grito, pero Kenzie ni siquiera se encoge.
―¿Lily te culpa?
―No, pero no admite que tuvo algún problema, incluso después de la muerte
del bebé. Pero, dijo que puede ver dolor en mis ojos cada vez me miraba, y esa es la
razón por la que pidió el divorcio. Pensó que la culpaba.
―¿Lo hacías?
―No, me culpo a mí mismo. Era mi esposa. Juré cuidar de ella y fallé.
Ella acuna mi rostro.
―Dime. ―Levanto la mirada hacia ella y niego con la cabeza un poco―. Dime
cuánto duele. ―Admito que estoy asustado como la muerte. Se siente como si
abriera esas puertas, nunca las cerraré de nuevo. Kenzie me besa suavemente―.
Supongo que la atención estaba en Lily después que esto sucediera y se ha
mantenido de esa forma. Supongo que nunca dijiste cómo te afectó esto. ¿Cuánto de
dolió?
Tiene razón, por supuesto. Nunca he abierto mi corazón a este dolor enfrente
de nadie. Ser un hombre significa ser fuerte. Significa nunca perder el control…
siempre estar calmado. Pero duele malditamente tanto. Tiene que salir, conozco mi
corazón, mi dolor está a salvo con Kenzie.
157
―Ella…
―¿Lily?
Muerdo el interior de mi boca, tratando de redirigir el dolor.
―Se daba atracones y luego vomitaba. Luego, comía pequeños porciones de
fruta así el bebé no moría de hombre. Esa era su lógica, así es como alimentaba a
nuestra hija. ―Mi cabeza colapsa en su hombro, unas cuantas lágrimas cayendo
sobre su camiseta. Nunca jamás vi a Kenzie llorar. Maldita sea, soy un cobarde, pero
no puedo evitarlo. Ya no puedo guardarme esto. Me aferro a ella como si fuera mi
única opción de vida. Podría ser la única razón por la que no estoy perdiendo
totalmente mi cabeza de mierda en este momento―. No me dijo eso hasta hace unos
meses.
―Me alegro que la estés ayudando. Me alegro que finalmente se esté
recuperando.
―Yo también ―susurro―. Lily yo intentamos buscar otro hijo por tanto
tiempo. No me di cuenta que estábamos teniendo problemas debido a que ella estaba
tan enferma, su cuerpo tan desnutrido. Estaba tan feliz cuando nos enteramos. Y
quería una niña desde el principio. Parecía perfecto.
―No para Lily, supongo.
―No, los doctores piensan que el embarazo lo empeoró. Pensar que no podía
controlar su propio cuerpo, su propio peso.
―Estoy seguro que era escalofriante para ella.
―¿Por qué no lo vi, Kenzie? Dios, ¿quizás si no hubiese estado trabajando
tanto?
―La amabas, Kane. Es más duro ver cosas cuando amamos a alguien.
―No seré así contigo, Kenzie ―digo suavemente―. Lo prometo. Siempre
prestaré atención.
―Sé eso. Nadie jamás me ha amado como tú me amas.
Inclino mi frente sobre la de ella.
―Eso es lo que sucede cuando pierdes a alguien. Aprendes a amar como si
estuvieras por perderlos… como si pudieran apartarse de ti en un segundo.
―No vas a perderme.
―Podría, así que no voy a tomar nada por hecho. Ni un beso, ni un abrazo.
Estoy tan arrepentido, así que no voy a perder ni un momento contigo porque todo
puede desaparecer. Me pueden arrebatar todo.
158
Mantiene mi rostro entre sus manos de nuevo, sus ojos húmedos con lágrimas.
Pero, por el dolor, las lágrimas, mantiene el contacto visual y promete:
―Amor sin remordimientos.
―Amor sin remordimientos ―prometo.
18
Kane
Por primera vez, Kenzie despierta antes que yo. Jamás duermo
profundamente, pero después de ayer, después de contarle todo, necesitaba dormir.
Siempre creí que necesitaba contener todo eso dentro, y tal vez con Lily, tuve que
hacerlo. Tuve que ser fuerte para ella, pero mantener toda esa mierda encerrada no
me hizo sentir mejor. Sólo tomó demasiada energía contenerlo; cargar el pesado peso
en mi pecho. Pero anoche cuando subí a la cama, y Kenzie apoyó su cabeza en mi
pecho, el peso fue completamente diferente. Desearía no haber dejado salir esas
lágrimas, pero no me importa ni un carajo eso. Se siente muy bien sacar todo eso de
mi pecho, haberlo compartido con Kenzie; despertar esta mañana por primera vez
en dos años y de verdad tener un verdadero comienzo en un día nuevo, sin cargar
159 el dolor de días y años atrás.
Hora de sólo mirar adelante. Me vestí y encontré a Kenzie mirando
aplicaciones de becarios, y posibles propiedades de reubicación. Ha estado
agonizando con eso desde hace días. Recojo algunos de los listados de reportes de
bienes raíces.
―Deberíamos ver estos tres. Puedo organizarlo. ―Asiente levemente y luego
cambia su atención a las hojas de vida de los becarios. Sé a cuales habría
entrevistado, pero no quiero sobrepasarme. Además, Kenzie tiene un gran instinto
para las personas y la verdad no necesita mis consejos. Tomo mis llaves, Y Kenzie
me mira.
―Diviértete en tu cita ―dice.
―Ah, demonios ―gruño―. ¿Tessa y tú se cuentan todo?
Me sonríe.
―Casi.
Sacudo la cabeza, la beso en la mejilla, y salgo. Corro por la ciudad, sin querer
llegar tarde; sin querer dejarla esperando. Abriendo la puerta del café, mis ojos la
encuentran de inmediato. Le hago señas para que no se pare, y me siento.
―Justo a tiempo ―dice Tessa, llevándose la taza de té a los labios―. ¿Todo
bien? Estuve sorprendida cuando me llamaste. Estaba bromeando cuando dije que
deberíamos planear el resto de la vida de Kenzie.
―Bueno, te dije que tenía planes para mí. Espero que encontrarnos aquí esté
bien. Podría haber ido a la casa de Michael.
―Esto es perfecto. Tiene a Zoe en un grupo de juego en la iglesia cruzando la
calle. Ya no puedo hacer los ejercicios con ella, e iba a dejarme sola en casa, así que
funcionó bien.
―Bien ―digo, juntando mis manos.
Tessa inclina su cabeza de un lado a otro.
―¿Kenzie está molesta conmigo o algo? Pareces diferente.
―Kenzie está… ―Sé que estoy sonriendo. Pensar en ella simplemente me hace
eso―. Ella está…
―¡Oh, Dios mío! Está embarazada ―grita Tessa.
Las personas de hasta cuatro mesas de distancia miran hacia nosotros. No
puedo creer que ella hiciera eso. Alzo mis manos.
160 ―¡Shh! No, no está embarazada.
―Bueno, demonios, Zoe necesita un primo.
―Creo que Kenzie y yo tendremos las manos llenas con Zoe… ―Tessa aparta
la mirada de mí, mirando por la ventana afuera. ¿Podría haber dicho algo más
idiota?―. Tessa, eso salió mal.
―No es eso. ―Vuelve sus ojos a mí―. Significa mucho para mí que quieras
tanto a Zoe.
Alcanzo su mano.
―Kenzie y yo la amaremos como si fuera nuestra, te lo prometo, pero nos
aseguraremos de que sepa quién es su madre.
Tessa sacude su cabeza ligeramente y se lleva su taza a los labios.
―No es por esto que querías hablar conmigo.
―Más o menos ―digo―. Quiero tu permiso para casarme con Kenzie. ―Tessa
sostiene la taza congelada frente a su cara, los segundos lentamente pasan. Sus ojos
no están revelando nada―. Sé que se supone que le pregunte a Michael, pero
significaría más para Kenzie que te preguntara a ti. ―Estiro la mano y suavemente
bajo la taza, la gran sonrisa de Kenzie aparece a la vista.
―Ya era hora ―dice, estirándose y envolviendo sus brazos alrededor de mi
cuello.
Me río.
―Creo que todo el mundo va a decir que es muy pronto.
―A la mierda todo el mundo ―dice Tessa―. ¿Por qué perder el tiempo? Nadie
tiene el mañana prometido.

Kenzie
Miró por sobre mi máquina de coser, mirando a Kane teclear en la
computadora. Ha estado en eso desde hace horas, desde que llegó de su cita
misteriosa con Tessa. Seguramente no iban en serio sobre planear el resto de mi vida.
Es hora de sacarle algo de información. Probablemente debería decirle que descanse,
considerando todo lo que compartió conmigo sobre Lily y su bebé. Me rompe el
corazón pensar en lo que ellos pasaron. Pero explica mucho, también; explica el
corazón de Kane; la forma en que ama con todo lo que es. No conoce otra forma. Su
161
pasado lo ha hecho incapaz de amar menos. Es aterrador para una chica como yo,
una chica que nunca ha tenido a un hombre que la ame así. Si lo pierdo, sé que jamás
me recuperaría. Su amor me ha arruinado para todos los demás. Es lo que me
sostiene. Y Kane tampoco podría sobrevivir otra perdida. Así que supongo que será
que nos aferremos.
Y sé a qué partes quiero aferrarme. Además, él necesita un descanso; sus ojos
están inyectados en sangre, y su cabello es un desastre.
―Qué tal si…
―¡Shh! Dame un minuto ―dice Kane, alzando su dedo. Mete un lápiz a su
boca y escribe un poco más. Luego una sonrisa aparece. Se quita el lápiz y lo arroja
a la mesa―. Maldición.
―¿Qué?
―He estado mirando tus libros.
―Oh, Dios, ¿son malos?
―Ven aquí ―dice y apunta a la pantalla―. Mira aquí. Estos son tus ingresos
proyectados por el año. ¿Ves eso?
―¿Hiciste algo mal? ―digo, comenzando a revisar los números por mi cuenta.
De ninguna manera esto está bien.
―Doblé y tripliqué.
Trató de recoger mi mandíbula del suelo mientras miro la pantalla. Sé que
Kane hace el doble, incluso cuadriplica ese número, pero eso es mucho dinero para
mí. Eso significar seguridad para mí y mi familia.
―Puedo darle a Zoe todo lo que necesita.
―Jamás dudé eso. Lo único que necesita es tu amor.
Juro que me sentí más liviana. Fue como si perdiera veinte kilos, el peso que se
levantó.
―De verdad lo hice.
―Lo hiciste, cariño ―dice Kane―. Las ventas desde la entrevista de Deacon
han subido hasta el tope. Y no hay razón para pensar que no vas a seguir creciendo
cada año.
―Puedo enviarla a una escuela privada y la universidad y a clases de baile y…
Kane me toma en sus brazos.
―Y tal vez salir de este agujero que llamas apartamento.
Me río con fuerza.
162
―Y tal vez contratar a un interno para tener más tiempo juntos una vez que
vuelvas a tu trabajo de verdad.
―Estoy muy orgulloso de ti.
Abrazándolo con fuerza, presiono mi cuerpo contra el suyo y él agarra mi
trasero con ambas manos. Inclino mi cabeza contra su pecho, escuchando el ritmo
de su corazón. Jamás imaginé que mi pequeña empresa lo lograría. Jamás me
imaginé que tendría con quien compartirlo. Jamás imaginé que un novio se sentiría
orgulloso de mí, o lo mucho que eso significaría para mí. Lo beso suavemente en la
boca, tomo su mano, y lo llevo hacia mi apartamento, a mi cama.
El sexo es como montar en bicicleta, ¿verdad? Los nervios afloran en mi
estómago. Ha pasado mucho tiempo desde que tuve sexo, pero finalmente estoy
lista. Y sé que Kane ha estado listo desde hace semanas, pero no iba a permitir que
nuestra primera vez fuera durante la siesta de Zoe. Sostengo su mirada, sus ojos
normalmente brillantes se oscurecen y su pulgar pasa sobre su labio inferior.
Cuando estira la mano y toma mi mejilla en su palma, mis nervios se calman y
alcanzo los botones de su camisa, pasándola sobre su cabeza, la piel bronceada de
sus marcadas abdominales sale a la vista.
Sus ojos miran el camino de mis dedos por sobre los músculos de su pecho y
su estómago. Su lengua se desliza a lo largo de su labio inferior, la esquina de su
boca se eleva. No hay nada más sexy que un hombre deseándote, sabiendo lo mucho
que te desea. Todos conocemos esa mirada; la mirada que un hombre da antes de
besarte o hacerte el amor. Es toda intensa, pero también dulce. Es la diferencia de
estar con un hombre que te ama y con hombres que sólo quieren acostarse contigo.
Puedes verlo en una sola pequeña mirada.
Levanta mi camisa sobre mi cabeza y luego da un pequeño paso atrás. Sus
dedos pasan bajo las tiras de mi sostén, acariciándome, obligando a mis pechos a
erguirse. Mi aliento se atora cuando su boca cubre mi pezón, succionando y
mordiéndolo ligeramente entre sus dientes.
―¡Oh, Dios! ―Estiro la mano y desabrocho mi sostén, dándole acceso. Lo
siento sonreír y enredo mis dedos en su cabello, queriendo que succiones con más
fuerza. Su mano se desliza a mi otro pecho, su dedo gentilmente juega con mi otro
pezón. El placer se dispara justo entre mis piernas. Siento la humedad en mis bragas,
el calor aumentando.
Me baja sobre la cama, besándome suavemente, y siento mi cuerpo suavizarse
bajo su experta lengua. Traza un camino de besos hacia abajo, su lengua rodea mi
ombligo, besando mi cintura. Sus ojos se fijan en los míos, y miro mientras desliza
mi pantalón, besando mis caderas y los muslos internos.
163
La seda marfil de mis bragas debe de haberlo llamado porque se entierra entre
mis piernas, dejando que su aliento me lleve al borde. Sé que puede saborear lo
mojada que me está poniendo, lo abierta que estoy. Toma mis bragas entre sus
dientes y tira de ellas. Levanto mis caderas para dejar que las baje.
Lo empujo sobre la cama, quitándole el resto de su ropa, y lo deslizo
profundamente en mi boca. Cuando su mano se desliza a mi cadera y me guía sobre
él, mis ojos se abren sorprendidos. Estoy montando su boca. Con el primer
movimiento de su lengua, cualquier vergüenza sale por la ventana. En segundos,
me encuentro moviendo mis caderas, llevando su lengua dentro y fuera de mí. Casi
me olvido de lo que supone que debía estar haciendo, se siente increíble.
Si esto es una competencia, no estoy segura de que quién está ganando. Me
inclino y lo succiono profundamente en mi boca que juro que está tocando el fondo
de mi garganta. Continúo deslizando mi lengua sobre él, pero es difícil concentrarse
cuando su lengua está deslizándose dentro y fuera de mí. Muevo mis caderas sobre
su boca, sin estar avergonzada por mi placer, sin ser ya consciente de mi cuerpo con
él. Lleva sus manos a mi trasero, animándome a usar su boca para llevarme hasta
allí. Dejo de succionarlo, dejo de lamerlo, y comienzo a jadear. Comienzo a gritar.
Mis caderas bajan ligeramente, empujando contra su boca, y mis piernas se tensan.
―¡Oh, Dios!
Mi cabeza cae sobre su muslo superior cuando colapso. Me recuesto allí
jadeando por unos segundos, mientras Kane pasa su mano a lo largo de mi culo
puesto sobre su pecho. Ruedo.
―Lo siento mucho.
Kane se ríe.
―¿Por qué?
―Por sofocarte de esa forma ―digo―. Y por dejarte colgado así.
Kane se sube sobre mí.
―Sofócame cuando quieras, y sobre dejarme colgado, no he terminado contigo
todavía. ―Su pene tira entre mis piernas, y sonrío. Estiro la mano y deslizo su punta
dentro de mí. Sus ojos se cierran con fuerza―. Dios, estás apretada.
Agarro su espalda y tomo aire profundamente. No había esperado este dolor;
un delicioso y suave ardor mientras me llena del todo. Kane pasa su mano sobre mi
mejilla, llevando mis ojos a los suyos. Mis músculos se relajan, y me derrito
alrededor de él. Se desliza profundamente dentro, manteniendo sus ojos en los míos.
Mi boca cae abierta por el placer, pero no se mueve. Sé que está memorizando este
momento, quemándolo en su cerebro, sin querer tomarme o el hacerme el amor por
164
sentado. Su boca encuentra la mía, su lengua lentamente separa mis labios. Nuestras
lenguas se encuentran, y presiona más hondo dentro de mí. Me aprieto alrededor de
él, y él lleva mis manos sobre mi cabeza.
―Quieta ―dice―. Quiero mirarte. Quiero sentirte temblando dentro de mí
mientras te vienes. ―Se desliza dentro y fuera lentamente, mi cuerpo pulsa con cada
empuje.
Gimo un poco, desesperada por venirme de nuevo.
―Estoy muy cerca.
―No me detendré hasta que te vengas ―promete.
Y sé que eso es cierto. Sé que mi placer es más importante para él que el propio.
Por primera vez, soy lo más importante en la vida de un hombre.

Riéndome, trato de quitarle la sábana a Kane, pero él la aparta. No hay espacio


para ser tímida con él. Simplemente no lo aceptará, y honestamente, el tiempo para
ser tímida ya se acabó. No estoy segura de cuánto tiempo llevamos desnudos en mi
cama. Hubo sexo maravilloso, después la siesta desnudos, luego más sexo, luego
comimos desnudos, sexo de nuevo, y ahora hemos estado hablando y riendo,
recostados desnudos uno al otro del otro por horas.
Me estiro de nuevo por la sábana.
―Tengo frío. ―Me acerca a su pecho, tirando la sábana al piso, y me río―.
¿Podemos quedarnos así para siempre? ―pregunto. Me besa estando de acuerdo―.
Prométeme que siempre será así.
―Lo prometo.
―Bien, está decidido. Nos quedaremos aquí para siempre.
Kane se inclina sobre su codo, y aparta una hebra de cabello de mi cara.
―De hecho, he estado pensando… mi casa se venderá pronto, y necesitas un
lugar más grande…
Sé que todavía está hablando, pero lo único que puedo oír es el golpeteo de mi
corazón. Mudarme con Charles había sido un gran error. No quiero cometer otro
error.
―Sé que es rápido, pero te amo. Por mucho tiempo, estuve pasando por la
vida, pero sin vivirla realmente. Tu risa ese día fue mi alarma despertadora, y no
165 quiero perderte, perder esta sensación.
Acaricio la sombra de barba en su rostro.
―Tampoco yo, pero tengo que pensar en Zoe y en Tessa.
―Lo sé ―dice Kane―. Estoy pensando en ellas. Es una de las razones por las
que estoy haciendo esto ahora y no estoy esperando. A Tessa le encantaría ver
nuestro día de bodas.
Mi boca cae abierta. ¿Qué acababa de decir? En un recoveco de mi mente estaba
esperando esta propuesta.
―¿Día de boda? ¿Pensé que estabas pidiéndome que me mudara contigo?
―También. Como mi esposa. ―Estira la mano y saco algo de su maletín. La
caja es demasiado grande para ser un anillo. La desliza frente a mí y me hace señas
para que la abra.
Lentamente quito la tapa, un par de tacones azul menta están dentro. Me
conoce tan bien.
―¿Talla ocho?
Se ríe y apunta al talón, un gran anillo de diamantes cuelga de este.
―Espero haber conseguido la talla del anillo también. ―Se pone de rodillas en
la cama, completamente desnudo―. Me dijiste una vez que puedes decir mucho de
una mujer por sus zapatos, así que espero que estos digan “novia”. ¿Kenzie Scott,
me harías el gran honor de usar estos zapatos y caminar por el altar para convertirte
en mi esposa?

166
19
Kane
Se siente como si el tiempo se hubiera detenido mientras espero a que responda
a la pregunta más grande de nuestras vidas. Extiende la mano hacia la caja, con
suerte para ponerse ambos, el anillo y los zapatos. Pero levanta la tapa y la pone de
nuevo sobre la caja.
―Lo siento, pero no puedo, Kane.
¿Qué mierda acaba de pasar? Miro a la caja, con mi pecho tenso. No puedo
creer que en realidad me haya rechazado. Quiero decir, sabía que esto era un
riesgo… uno grande, pero pensé que al menos se lo pensaría más de cinco segundos.
Sus dedos levantan mi barbilla.
167 ―Esto fue perfecto. Exactamente lo que habría deseado.
―Entonces, ¿por qué dices que no?
Se levanta, poniéndose mi camisa, y empieza a pasearse por su pequeño
apartamento.
―Porque es demasiado rápido. Nunca hablamos sobre esto antes. Porque mi
hermana está muriendo. Porque tengo que pensar en Zoe. Porque antes me perdí en
un hombre, y si no soy cuidadosa, lo haré de nuevo. Porque…
―Kenzie, no permitiré que suceda. Te amo por quien eres. Ese es el punto.
―Lo sé, por eso quiero asegurarme de quedarme como estoy.
Me mira y veo cuán asustada está y sé que no tiene nada que ver conmigo.
También sé exactamente de qué está hablando cuando dice que se perdió a sí misma.
Lily diría lo mismo. Lily se había perdido conmigo. Mi vida había dominado la suya,
hasta que no era nada más que la cáscara de una mujer moviéndose de evento social
en evento social, haciendo cosas que pensaba que se esperaban de ella en lugar de
hacer lo que quería. Capturo la mano de Kenzie y empujo la caja en su dirección.
―Cuando estés preparada, póntelos y lo sabré.
Kenzie pone sus manos sobre la caja.
―No sé cuándo o cuánto tiempo…
Me inclino hacia delante y la beso con suavidad.
―No importa porque no voy a ir a ninguna parte. Mi proposición no tiene
fecha de expiración porque mi amor por ti no lo tiene.
―Lo siento.
La sostengo cerca de mí y la siento temblar. De verdad está asustada de que
vaya a dejarla.
―Oye, nada de eso. Sabía que esto era arriesgado. ―Acarició su nariz con la
mía gentilmente―. Estamos bien, nena.
―¿Pero cómo?
Me encojo de hombros.
―Amor. Sé por qué me rechazaste y sé que no tiene nada que ver con lo que
sientes por mí o lo que siento por ti.
―Te amo tanto ―susurra Kenzie.
―Lo sé. ―Esbozo una sonrisa―. Recuerda, te tengo en la palma de mi mano.
―Kenzie empieza a reírse y mi cuerpo presta atención. Por mi vida que no puedo
comprender cómo su risa puede darme una erección, pero lo hace… cada jodida vez.
168

Bostezo y estiro mis brazos sobre mi cabeza, golpeando la pared del pequeño
apartamento de Kenzie. Tenemos que conseguirle un nuevo lugar. Gimiendo, mis
ojos intentan acostumbrarse a la luz. La caja de la proposición se ve con claridad.
Kenzie la ha colocado encima de la televisión, el lugar más prominente en la
habitación. Si tuviera una repisa, estoy seguro que la caja se encontraría allí. Oigo
voces procedentes de la zona de trabajo. Es demasiado pronto para los clientes. Es
realmente demasiado pronto para que Kenzie incluso esté despierta, mucho menos
llevando una conversación. Normalmente, le toma una buena media hora antes de
ser coherente. Empiezo a dirigirme hacia el pasillo y me congelo. Son Tessa y Kenzie,
y están hablando de la noche anterior.
―No pude dormir para nada anoche. Simplemente me tumbé despierta
mirando la caja ―dice Kenzie―. ¿Hice lo correcto?
―No. ―Tessa se ríe débilmente―. Totalmente lo jodiste. No puedo creer que
lo rechazaras.
Oigo a Kenzie gemir.
―Tal vez el sexo increíble me volvió estúpida.
―Espera, ¿te preguntó después del sexo? ―pregunta Tessa―. No dijiste esa
parte. Detalles, por favor.
Sólo puedo imaginar cuán sonrojada está Kenzie en este momento.
―No voy a darte detalles. Pero, Dios, Tessa, él es tan…
Intento escuchar con más fuerza. No me importa que chismorreen si va a
presumir de mis habilidades.
―Así de bueno, ¿eh? ―dice Tessa―. Te odio.
―No se trató sólo de lo increíblemente bueno que fue. Él fue… no sé cómo
describirlo más que diciendo generoso. Juro que no pensó en sí mismo ni por un
segundo. Fue como si sólo se preocupara acerca de cuán bien me estaba sintiendo.
―Y después de este increíble y generoso sexo, el hombre se propuso, ¿y le
dijiste no?
―Te dije que el sexo me volvió estúpida.
―El sexo tiende a volver a las mujeres estúpidas ―comenta Tessa―. Pero los
hombres piensan más claramente después de correrse.
―No lo hacen ―dice Kenzie.
169
―Sí, lo hacen ―insiste Tessa―. Piensa en cuán enfocado puede estar un
hombre cachondo. Pero después de terminar, pueden centrarse en otras cosas. En
realidad, leí un estudio sobre eso… las endorfinas liberadas en el cerebro masculino
o algo. Incluso tiene un nombre. Se llama claridad post orgasmo.
Me muerdo el labio con fuerza para evitar reírme. Tessa es divertidísima. Va a
dejar este mundo demasiado pronto. Oigo a Kenzie empezar a reír también.
―Estoy segura que nunca me preguntará de nuevo, sin importar cuántas veces
tenga sexo con él.
―Todavía está aquí. Se quedó. Parece que todavía va a preguntar.
―¿Qué se supone que haga? ¿Sólo ponerme los zapatos y el anillo casualmente
una mañana?
―Sí, eso es exactamente lo que se supone que hagas ―dice Tessa―. Sabes, no
siempre voy a estar por aquí para estas crisis de hermanas en mitad de la noche.
―Tienes que estar ―dice Kenzie.
―Prometo que estaré escuchando.
Oigo la voz de Kenzie romperse. Es imposible que me esconda por más tiempo.
Me necesita. Salgo. Tessa está ahora en una silla con ruedas y se están abrazando
con Zoe metida entre ellas, suena dormida. La espalda de Kenzie está hacia mí, así
que mis ojos captan los de Tessa primero. Nunca he estado cerca de nadie con una
enfermedad terminal, pero literalmente se está consumiendo. Me inclino y atraigo a
Kenzie hacia mis brazos. Entierra su cabeza en mi cuello.
―Sólo para que lo sepas, creo que Kenzie es una idiota ―dice Tessa.
La cabeza de Kenzie se levanta de golpe.
―¡Tessa!
―¿Qué? Estoy a las puertas de la muerte aquí. No tengo tiempo para perderlo.
―Tessa, lo juro, si tuvieras un cabello, te lo arrancaría.

No estoy seguro de porqué me molesté en traer el cochecito en mi paseo con


Zoe. La pequeña prefiere ser llevada en brazos. No sé por qué lucho contra ello. Es
demasiado linda para negarse, de todos modos. Pero sostenerla mientras empujo un
cochecito por las aceras de Dallas no es una hazaña fácil. Gracias a Dios, casi estamos
de regreso en la tienda de Kenzie. Tessa se veía tan cansada esta mañana que Kenzie
170 se ofreció a cuidar a Zoe por el día. Y ya que Kenzie está intentando trabajar, Zoe y
yo hemos estado pasando el rato.
―¿Crees que Kenzie se pondrá los zapatos en algún momento pronto? ―le
pregunto a Zoe. Hace algunas burbujas con su baba y suelta una risita. Le hago una
trompetilla en la mejilla y su chillido es muy alto. Juro que sólo los perros pueden
oírlo.
Había esperado ser un hombre comprometido esta mañana. Las cosas no
resultaron de esa manera, pero sé que Kenzie sólo necesita un poco de tiempo. Su
conversación con Tessa esta mañana lo prueba mucho.
―Podemos ser pacientes, ¿verdad?
Zoe hace una mueca… una que aprendí a reconocer realmente rápido. La
expresión de caca, como Kenzie la llama… aspecto centrado, serio, casi severo. Por
qué le toma tanta concentración a esta pequeña niña cagar, no tengo ni idea. Pero de
repente, tengo mucha prisa. No traje la bolsa de pañales conmigo.
Me doy prisa, empujando el cochecito, apartando a todos de mi camino.
Entonces lo escucho. Suena como las trompetillas que le hago a Zoe, sólo que estas
vienen del pañal y puedo sentir la vibración contra mi mano. ¡Mierda! Me detengo
justo fuera de la puerta de la tienda de Kenzie y Zoe se ríe. Si no lo supiera mejor,
pensaría que la pequeña niña me engañó. Fue sólo gas… fétido, asqueroso, asesino
de cualquier cosa viviente, pero al menos, no fue una explosión de diarrea de bebé.
Abro la puerta, entonces la pateo ligeramente con mi pie, intentando pasar el
cochecito. Kenzie viene en mi rescate con los ojos amplios.
―Hoyuelos prefiere ser llevada en brazos para… ―Entonces mis ojos se posan
en el rostro de mi mamá―. ¿Mamá?
Kenzie levanta sus cejas y sonríe.
―Tu madre acaba de venir.
Miro a mi madre, preguntándome qué provocó la visita. Sus ojos están
lagrimeando.
―Mamá, ¿está todo bien?
Mueve la cabeza ligeramente.
―Lo siento. Es sólo que nunca te he visto sostener… ―Baja la cabeza y limpia
sus ojos. Kenzie toma a Zoe y le doy a mi madre un abrazo―. Lo siento ―dice,
tocando sus ojos y echando un vistazo a Kenzie.
―Todo está bien ―dice Kenzie―. Kane me contó. Lo siento mucho por tu
pérdida.
―Gracias, fue lo más horrible… No hay palabras.
171
La abrazo de nuevo y siento su postura enderezarse.
―No me dijiste que ibas a venir.
―Necesito hablar contigo.
―Está bien ―digo, haciendo un poco de cosquillas a Zoe.
―Quizá este no es el mejor momento.
―Puedo llevar a Zoe atrás ―ofrece Kenzie.
Tomo a Kenzie de la mano.
―Quédate. ¿Qué pasa, mamá?
―Lily me llamó ―dice mi madre con calma.
―De acuerdo, sé que todavía hablan ―digo―. ¿Qué es tan importante?
―Me llamó desde tu casa.
Mi cabeza se alza de golpe.
―Se marchó y voló de regreso a Dallas anoche.
Kenzie aparta su mano de la mía, pero la tomo de nuevo de inmediato.
―¿Y está en la casa?
―No tenía sus llaves y me llamó para que la dejara entrar.
―¿Lo hiciste?
―Por supuesto, todavía es su casa ―dice mamá―. ¿De verdad no tenías ni
idea?
Niego y miro a Kenzie.
―Juro que no lo sabía.
―Estaba molesta por la venta de la casa… el cuarto del bebé.
―Lo sé ―digo―. Le envié algunas fotos.
―Bien, no fue lo bastante bueno porque ahora ha vuelto y no parecía estar lo
suficientemente bien para salir del tratamiento ―dice mi madre―. Hay marcas
recientes de dientes en sus manos por hacerse vomitar.
Siento la tensión en todo mi cuerpo.
―¿Dijo algo más? ―le pregunto a mi madre.
―Quería saber si Kenzie y tú estaban comprometidos. ―Mi madre mira la
mano de Kenzie―. Dijo que le contaste que querías casarte con Kenzie.
―Ella preguntó. ¿Debería haberle mentido?
172 ―Supongo que no, pero está frágil.
Deslizo mi mano alrededor de la cintura de Kenzie.
―Gracias por decirme sobre Lily.
Asiente y se acerca a Kenzie.
―Lo siento. ―Me besa en la mejilla y sale por la puerta.
Me siento como si la alfombra acabara de ser apartada de debajo de mí. Kenzie
me da unos golpecitos en la mano.
―Déjame poner a Zoe en su corralito. Volveré enseguida.
Me inclino y bajo mi cabeza a mis manos. ¡Qué puto desastre! Los dedos de
Kenzie pasan por mi cabello y vuelvo mis ojos hacia ella.
―Lo siento por todo esto. ―Me levanto y respiro profundamente.
Kenzie da un paso lejos.
―Adelante. Ve a tu casa.
―No ―digo.
―No te calmarás hasta que la veas ―dice Kenzie―. Ve a asegurarte de que
está bien.
No sé qué hacer. Kenzie tiene razón. Necesito ir a hablar con Lily para
averiguar qué demonios está pasando, pero sé que Kenzie realmente no quiere que
me vaya. Sé que está intentando ser valiente.
―¿Qué hay de ti?
―Estoy bien ―dice Kenzie, entonces se encoge de hombros―. En realidad, no
estoy bien sobre que vayas a verla. Pero necesitas ir, así que estoy intentando hacer
lo mejor que puedo.
Envuelvo mis brazos a su alrededor y beso la punta de su nariz.
―No me iré por mucho tiempo. Voy a volver aquí contigo.

173
20
Kenzie
El maldito reloj hace tic tac alegremente, como si no me estuviera volviendo
loca por completo. Son casi las dos de la mañana. Kane se ha ido mucho más tiempo
de lo que dijo. Me envió un mensaje una vez para decir que se retrasaría más de lo
que pensó, pero eso fue todo. Y eso fue hace horas y horas. Sé que no va a volver.
Está pasando la noche en esa casa con su ex esposa. Es hora de prepararme para el
adiós. Estoy muy familiarizada con este final. Es la única cosa que conozco.
Es hora de empezar a coser. No hay nada más que hacer que trabajar. Pero
parece que no puedo enhebrar la aguja, el agua en mis ojos me ciega. Cierro mis ojos
con fuerza, limpiando mis lágrimas, las vuelvo a colocar dentro de la caja en la que
pertenecen. Hay demasiado que hacer para permitir que me quede atascada
174 llorando por un hombre.
Unos segundos más tarde, escucho su llave golpeando la puerta de mi tienda.
Puedo decir que está tratando de ser silencioso, sin querer despertarme, sin querer
que sepa lo tarde que llega. Miro hacia abajo a mi aguja e hilo, con la esperanza de
que mi cabello, colgando sobre mi rostro, sea suficiente para esconderme de él.
Presiono mis ojos una vez más mientras escucho la puerta cerrarse suavemente.
―¿Me esperaste despierta? ―pregunta.
―Estaba trabajando ―digo, esperando que no se dé cuenta que ninguna pieza
está terminada.
―¿Zoe sigue aquí?
―No, Michael la vino a buscar. ―Intento enhebrar la maldita aguja otra vez,
necesitando parecer ocupada, queriendo sumergirme en algo más.
Kane desliza sus brazos alrededor de mí desde atrás.
―Bien, vamos a la cama.
Tiene que estar bromeando. No puedo contener la risa sarcástica que se me
escapa.
―Adelántate.
―Kenzie, nena ―dice Kane dulcemente―. Me dijiste que fuera, no te puedes
enojar conmigo ahora.
―Sí, sí puedo ―grito―. Eso fue hace diez horas. Pasaste toda la noche con tu
ex. Ciertamente puedo estas enojada por eso.
―¿De verdad quieres pelear por eso ahora?
―Creo que merezco alguna explicación, una llamada, algo. No sólo un
estúpido mensaje de texto.
―Creía que te habías ido a dormir. No quería despertarte.
―Por favor, ¿pensaste que sería capaz de dormir mientras tú estabas con otra
mujer?
―No estaba con otra mujer ―dice―. Lily ni siquiera estaba allí cuando llegué
a la casa, así que la esperé. No llegó hasta hace unas horas.
―¿Y?
―Y, se está comportando mal, tuvimos una gran discusión ―dice Kane―. No
estoy seguro de lo que se supone que tengo que hacer.
―¿Qué es lo que quieres hacer? ―le pregunto
175
―Quiero que retome su tratamiento. Pero no puedo hacer que lo haga. Llamé
a la terapeuta de Lily mientras la esperaba, me dijo que tengo que dejar que Lily se
autodestruya.
―¿Puedes hacer eso?
Toma mi mano.
―No estoy seguro de si Lily se quedará en la casa hasta que empiece la
escritura de venta, o si se va a ir con sus padres. Pero de cualquier manera, no pasaré
una noche allí. No voy a faltarte el respeto. Empaqué mis cosas. Están en mi coche.
Es por eso que llegué tarde. Tengo un montón de basura.
Alivio inunda mi corazón.
―¿Volviste a casa conmigo?
―Por supuesto ―dice―. ¿Puedo quedarme?
Me lanzo a sus brazos, besándolo con fuerza en la boca. De repente, no me
preocupa nada de esto. Lo único que importa es que me eligió a mí.
No sé cuántos viajes hizo Kane de ida y vuelta entre su SUV y mi apartamento,
pero por fin tenemos la mayor parte de sus cosas. Luce como si fuéramos
acumuladores, el lugar está tan lleno. Y Kane está poniendo un montón de cosas en
la bodega también, pero el resto está amontonado hasta el techo. Creo que es
momento de empezar a buscar un nuevo espacio. Kane tiene razón sobre eso.
Pero por ahora, me alegra que esté aquí. Me hace sentir segura, protegida y
querida, pero sé que es temporal. Bueno, puede que no sea temporal, porque no
puedo dejar de pensar en lo que hay en esa caja de zapatos en la parte superior de
mi televisión. Todas las mañanas, me levanto y lucho conmigo misma acerca de si
ponerme o no los zapatos. Algo me detiene cada vez, pero sé que uno de estos días,
mi corazón va a golpear a mi cabeza y voy a ser lo suficientemente valiente para
confiar en lo que Kane y yo tenemos. Pero por ahora, sólo voy a ser feliz.
Escucho a Kane gritar y alzo la vista de mi máquina de coser. Asoma su cabeza
desde la parte trasera del apartamento y articula:
―Lo siento. ―Me levanto y camino hacia él, su mano alcanza la mía mientras
sigue gritando a su teléfono.
―No, no iré. Estoy de vacaciones… No me importa si todavía estoy en Dallas…
176 Está bien. Haz lo que tengas que hacer. ―Golpea el teléfono sobre la mesa―.
Malditos, piensan que les pertenezco.
―¿Te necesitan en la oficina? ―pregunto y Kane asiente―. Me ayudaste a
ponerme al día la semana pasada. ¿Por qué no vas un par de horas? Después puedes
encontrarte conmigo en casa de Michael para Halloween. ―Kane me lanza a la
cama, y me río―. ¿Qué estás haciendo?
Me arranca la camisa y desliza mis shorts hacia abajo.
―Siguiendo tu consejo. Voy a irme por unas horas.
Comienzo a reír fuerte, y Kane se quita la ropa. Mis ojos pasan sobre los
músculos ondulados de su pecho y estómago, abajo por el camino de vello que
conduce a su pene, preparado y esperándome. Es asombroso cómo una mirada
lujuriosa de él puede hacer que todas mis inseguridades vuelen por la ventana.
Lo empujó sobre la cama y me subo a horcajadas sobre él. Sus ojos azul marino
se oscurecen, y sus manos van a mis caderas. Siento su pene contraerse debajo de
mí, se inclina hacia adelante, deslizándose dentro. Sus ojos se cierran cuando me
siente, su cuerpo tensándose con necesidad. Me inclino y mordisqueo sutilmente su
labio inferior, y me tira más fuerte hacia su boca, luchando con mi lengua, su
longitud latiendo dentro de mí, pero no me muevo. Me inclino un poco hacia atrás,
mi cabello cayendo sobre su atractivo rostro, mis pechos empujando ligeramente
contra su pecho.
―Horas ―susurro―. Me prometiste horas.
La esquina de su boca se convierte en una sexy media sonrisa.
―Soy todo tuyo ―dice con voz profunda―. Córrete, bebé. Haz lo que tengas
que hacer.
Sin siquiera darme cuenta, empiezo a moverme. Todo sobre el hombre es
embriagador, incluso su voz. Sus manos cubren mis pechos, acercándolos a su boca,
su lengua hace círculos en mi pezón, chupándolo y mordiéndolo gentilmente. Me
siento completamente, empujando con fuerza.
―Así es, nena. Monta mi polla. ―Sujeta mis caderas mientras salto arriba y
abajo sobre él. Nunca aparta sus ojos de mí. No me importa si mi cabello está
volando por todas partes o si mis pechos se sacuden en diferentes direcciones. Es
imposible preocuparse de ello cuando está mirándome así. Lo aprieto más fuerte.
―Oh, Dios ―gimo.
―Mierda, llega allí, Kenzie ―gruñe Kane. Desliza una mano, presionando su
dedo dentro de mí, rodeándome―. Córrete para mí.
Mis piernas se tensan, mi boca se abre.
177 ―¡Kane! ―grito, mis músculos vibrando alrededor de él. No puedo sentir mis
piernas, están débiles por el orgasmo que rasga a través de mí. Pero no estoy cerca
de detenerme. Miro a Kane, sus ojos azules están clavados en mí. Empujo duro, más
profundo, queriendo hacer que se corra de esta manera, con ganas de saber que
tengo la misma clase de poder sobre su cuerpo como el que tiene sobre el mío. Sus
dedos se clavan en mi culo, su pecho y su cabeza se arquean. Libera su calor dentro
de mí. Me arrastra hacia su duro pecho, envolviendo sus brazos a mi alrededor. Nos
quedamos allí jadeando, esperando a que nuestra respiración vuelva a la
normalidad, a que el ritmo de los latidos de nuestros corazones se normalicen. Sus
dedos rozan mi cabello.
Alzo la vista, pero no me está mirando. Sus ojos están fijos en la caja de su
proposición. Me descubre mirando y rápidamente me da la vuelta.
―Creo que te prometí horas, nena.

Tessa y yo le ponemos su traje a Zoe, riendo incontrolablemente mientras


tratamos de unir la docena de hebras de cabello dentro del hueso de su traje de
Pebbles. Incluso Michael se ríe ante la escena. Ponemos a Zoe en su coche, pensando
que será más fácil entrar y salir con Zoe, y con la esperanza de que nadie tendrá que
llevarla todo el tiempo.
El timbre suena, y Tessa contesta. Estalla en un ataque de risa.
―Kenzie, tenemos nuestro primer trato o truco.
Agarro el cubo de caramelos y me dirijo hacia la puerta principal. Tan pronto
como el porche está a la vista, mi mano vuela hacia mi boca. Me río tan fuerte que
casi me hago pis en el pantalón.
―Me encanta que hayas hecho esto ―digo mientras Kane entra, lleva una
túnica de color naranja con puntos negros. Una enorme corbata azul y un palo de
madera falso encima de su hombro, completan su disfraz de Pedro Picapiedra.
―Yabba Dabba Doo ―dice, haciendo reír a Zoe.
Niego con la cabeza hacia él, mi sexy pedazo de caramelo de hombre ahora
vestido como un hombre de las cavernas.
―Estás loco.
Saca algo detrás de su espalda.
―Para ti.
178
―No lo hiciste ―grito, bajando el cubo de caramelos.
Kane sostiene el vestido blanco de un hombro con bordes gastados hacia mí.
―Es genial ―grita Tessa―. El color de tu cabello más o menos funciona.
Podemos hacerte un moño, una perfecta Wilma Picapiedra.
Kane hace sonar el disfraz.
―No olvides el collar de piedras blancas.
Me río.
―Me veré tan ridícula como tú.
Me golpea con fuerza en el trasero con su palo de hombre de las cavernas.
―Mi sensual mujer de las cavernas.
―Gracias, Kane ―dice Tessa―, el primer Halloween de Zoe será memorable.
―Espera un minuto ―dice Kane, abre la puerta principal y sale al exterior―.
No pensaste que estarías fuera de este lío, ¿verdad? ―Saca un vestido azul con un
cinturón hecho de huesos y una peluca de color marrón―. Wilma necesita a su mejor
amiga. ―Los ojos de Tessa se posan sobre el traje de Betty Mármol, ella alcanza mi
mano. Él tiene razón. Tessa es mi mejor amiga―. Además, siempre he creído que
Pedro, Wilma y Betty tenían algo a espaldas de Pablo ―dice.
Tessa y yo reímos y abrazamos a Kane como un sándwich. Él me golpea con
su palo otra vez.
―Ve a prepararte. No puedo esperar para verte en ese pequeño vestido corto.
―Creo que estás disfrutando esto del hombre de las cavernas un poco
demasiado ―digo, guiñándole un ojo.
Tessa me empuja hacia el cuarto de baño.
―Ustedes dos pueden jugar al hombre y mujer de las cavernas más tarde.
Vamos a prepararnos.

Kane une un brazo conmigo y uno con Tessa, quien sostiene a Zoe en su cadera,
mientras Michael toma una foto de todos nosotros disfrazados para Halloween.
―Sólo una más ―dice Michael.
De repente, siento a Kane girar rápidamente y agarrar a Tessa por ambos
brazos, sosteniéndola a ella y a Zoe.
179 ―¡Tessa! ―jadeo.
―Estoy bien ―dice, agarrando los hombros de Kane, dándole las gracias con
sus ojos. Si no fuera por él, habría dejado caer a su hija al suelo.
―Te dije que esto era una mala idea ―dice Michael, tomando el lugar de Kane
como soporte de Tessa―. Sólo la conmoción de prepararse te ha fatigado.
Los ojos de Tessa bajan al suelo.
―Supongo que sí.
―No ―digo, camino hasta la sala de estar y empujo la silla de ruedas de
Tessa―. Sólo una casa.
―Kenzie, no es el momento para presionar o seguir adelante ―dice Michael,
bajando a Tessa en su silla.
―Ahora es el momento exacto para seguir adelante ―le digo―. Porque esta
noche es lo único que tenemos.
―Tiene razón ―dice Tessa―. No veré ninguna otra festividad. Esto es todo.
―Oírla decir eso me rompe el corazón.
―Podrías empeorar ―dice Michael.
―Iré. Puedo morir mañana y al menos no lamentaré perder esto.
Michael asiente y empuja la silla hacia la puerta. Kane y yo los seguimos, con
Zoe en su coche. Michael elige la casa más cercana, sin escaleras que conduzcan a la
puerta principal porque Tessa insiste en caminar con su hija hacia la puerta. Todos
vemos mientras Tessa y Zoe llaman a la puerta, uno de sus últimos recuerdos
realizándose juntas.
―Di truco o trato ―dice Tessa.
La puerta se abre, y Zoe aplaude.
―Ta ta ta. ―Todos reímos, y Zoe es recompensada con un cubo lleno de dulces
que no puede comer, pero no importa. Cuando Tessa se da la vuelta, sus ojos están
llenos de paz. Camina hacia mí y Kane, y sostiene mi mirada mientras me entrega a
Zoe. Se siente extraño, de alguna manera diferente esta vez. Tessa da un paso atrás
y mira a Kane, Zoe, y a mí. Respira hondo. Algo está mal. Puedo sentirlo.
―Nos aseguraremos que Zoe se divierta ―dice Kane.
Me giro, viendo a Michael desaparecer en la oscuridad con Tessa.
―¿Viste la forma en que nos miraba?
―Nena, no tiene mucho tiempo. ¿Lo sabes, verdad?
180 ―Sin embargo, no se trata de eso. No me está contando algo.
―Pensé lo mismo cuando me encontré con ella para un café ese día ―dice
Kane.
―¿Qué piensas que es?
―Estoy seguro de que tiene muchas cosas pasando por su cabeza.
Niego con la cabeza.
―Normalmente me dice todo.
―Ta ta ta ―chilla Zoe, sacudiendo mi collar de Wilma.
Kane nos besa a ambas en la frente, toma a Zoe en sus brazos y la levanta en el
cielo nocturno. Hoyuelos de bebé aparecen.
―Vamos a conseguir más dulces.
Caminamos por todo el vecindario hasta que el coche está lleno de dulces. Zoe
no puede comer ni un pedazo de estos, pero Kane se come los suficientes por todos
nosotros.
―No sabía que tenías diente dulce ―le digo, tomando asiento en el porche de
Michael. Con Zoe ahora adentro y profundamente dormida, decidimos sentarnos
afuera y repartir los caramelos así el timbre no despertará al bebé o a Tessa.
Kane rasga la envoltura de una barra de chocolate.
―No puedo recordar la última vez que comí dulces. Supongo que lo extrañé.
Me río tontamente y desenvuelvo una paleta de cereza. Apoyo la cabeza en el
hombro de Kane.
―Esta noche ha sido divertida.
Me mira chupando mi regalo.
―Sabes, a veces los estereotipos acerca de ser un chico son simplemente
verdad. ―Me río, sabiendo que está pensando en una sola cosa. Realmente es un
hombre de las cavernas.
Deslizo la paleta de mi boca lentamente y me inclino hacia él, dejando que mis
labios de cereza hagan cosquillas en los suyos.
―Gracias por esta noche. Por hacerla tan especial.
―¿No sabes que esto es lo que quiero? ―susurra―. Tú y yo, una casa, Zoe, y…
Tira su labio entre sus dientes.
―¿Qué?
―Casi dije una familia… bebés.
181 ―¿Bebés? ―pregunto, al ver su rostro serio―. ¿De cuántos estamos hablando?
―No estoy seguro de que pueda hacerlo de nuevo, Kenzie ―dice casi en un
susurro―. ¿Podrías ser feliz si fuéramos sólo nosotros?
―Pensé que querías niños. Dijiste que tú y Lily….
―Lo hago. ―Se levanta del pórtico y mira hacia el cielo―. Pero si algo vuelve
a ocurrir. Si te pasara algo….
―¿Kane? ―Se vuelve hacia mí. No voy a prometerle que nada podría suceder,
mira lo que pasó con Lily, lo que está sucediendo con Tessa. No le daré falsas
garantías. Además, sé que realmente quiere niños algún día. Lo he visto con Zoe―.
Podría feliz sólo contigo, pero creo que no es realmente lo que quieres.
La esquina de su boca se tuerce ligeramente hacia arriba.
―Siempre pensé que tendría una gran familia, cinco o seis niños. Odiaba ser
hijo único. Deacon siempre fue un mocoso, pero me gustaba tener un hermano. Solía
pedirles a mi mamá y a James que tuvieran más hijos.
―No creo que Deacon hubiera podido manejar eso.
Ríe.
―Probablemente por eso no sucedió.
―Cinco o seis niños no van a suceder, tampoco.
Envuelve sus brazos a mi alrededor.
―Si quedas embarazada, sabes que seré un imbécil sobre protector ¿verdad?
No voy a ser capaz de evitarlo.
―Si con sobre protector te refieres a una empleada, un cocinero, y masajes en
los pies todas las noches, puedo manejar eso.
―Y sin hacer ejercicio o…
―Oh, me has convencido.
Se ríe otra vez.
―Y voy a vigilarte como un halcón. Cada pequeño problemita y obtienes una
revisión por parte del médico.
Le doy mi mejor saludo militar.
―No tengo prisa, Kane. Todavía estoy en mis veintes. Tengo un montón de
tiempo. Tú eres el único que está en los treinta y cinco.
Me captura en sus brazos.
―Sin embargo, sigo follando como si estuviera en mis veintes. ―Me rompo en
risas, sintiendo su polla contraerse contra mi estómago.
182
―Más bien como un adolescente. ―Se ríe, y paso mis dedos por su cabello
grueso y oscuro―. Nunca haría nada intencionalmente para hacerme daño a mí
misma, nunca. Especialmente si llevo a tu hijo. Te amo demasiado. Tienes que
confiar en eso.
Planta un pequeño beso en mis labios y susurra:
―Lo hago.
Mi estómago hace una pequeña voltereta. La próxima vez que lo escuche decir
esas palabras será bajo circunstancias diferentes. Lo sé. Quiero eso. Ahora sólo tengo
que averiguar el momento perfecto para hacérselo saber.
21
Kane
―Gran día hoy, nena ―grito a Kenzie saliendo de su baño―. ¿Estás lista?
―Sí ―dice mientras recoge su cabello en una cola de caballo.
Voy a perder esto. Mis pequeñas vacaciones se aproximan a su fin. Es el
momento de enfrentar el mundo real. Prefiero sin duda el mundo de Kenzie al mío,
así que tengo un pequeño plan en marcha y espero que esté tan emocionada sobre
él como yo. Se acerca a sus cajas de zapatos amontonadas, pero sé que sus ojos están
en la caja de zapatos de la proposición encima de la televisión. Contengo la
respiración, esperando. No ha pasado mucho tiempo desde que le pregunté, pero
aun así, la espera me está matando. Pero no necesito presionarla… tener la caja
donde la ve cada vez que entra en la habitación está haciendo el trabajo por mí. Abre
183
una caja y saca un par de zapatillas de correr. ¡Supongo que no será hoy!
Me acerco y la beso en la cima de la cabeza.
―¿Qué dicen esas zapatillas?
―Que tenemos un largo día de caminar por delante.
―¿Estás lista para esto? ―pregunto.
Sé que no está segura de si lo está o no, pero tenemos algunos lugares
programados para que los vea. Es el momento de expandir su negocio. Tiene planes
de contratar a algunos internos, por lo que un gran escaparate en una localización
óptima tiene sentido para un buen negocio. A veces, me pregunto si creo en ella más
de lo que cree en sí misma.
Sostiene mi mano y me mira, sus nervios disparándose.
―Sí, en realidad estoy un poco emocionada.
Pasamos el día conduciendo por todo Dallas, pero los lugares son o demasiado
grandes, o demasiado pequeños, o necesitan demasiado trabajo. El último lugar que
vimos, ni siquiera nos molestamos en entrar. No queríamos despertar al pobre
hombre sin hogar durmiendo en la acera. Debería haber despedido al agente
inmobiliario por siquiera sugerirlo.
Kenzie arroja las hojas de MLS en el tablero de mi Porsche.
―Creo que he terminado.
―Tenemos uno más para ver ―digo―. Tengo un buen presentimiento sobre
este. El agente nos va a encontrar allí. ―Kenzie alcanza las hojas de la inmobiliaria,
buscando el último lugar. Rápidamente intento quitárselas, pero las aleja.
―Kane, ¿miraste el precio? ―jadea―. Y está en venta, no en alquiler. Esto es
inútil
―Pero es perfecto ―digo, entrando en uno de los más acaudalados barrios de
Dallas… Park Cities. Es exactamente donde la tienda de Kenzie tiene que estar.
Encuentro el pequeño edificio. Se ve como algo que encontrarías en París, con el
cristal delantero flanqueado por dos enormes escaparates. El exterior es de un blanco
vintage con delicados detalles arquitectónicos tallados a mano. Al menos, eso es lo
que el agente inmobiliario me vendió. Rápidamente encuentro un sitio para
estacionar y abro la puerta de Kenzie. Su boca está ligeramente abierta, pero sus ojos
me dicen todo lo que necesito saber… se ha enamorado.
Tomo su mano, pero no se mueve.
―No quiero ver esta.
―Pero puedo decir que la amas. Es perfecta.
184
―No el precio perfecto ―dice―. Y no quiero enamorarme de algo que no
puedo tener. Duele demasiado cuando lo pierdes.
Eso es en resumen, la razón por la que no ha aceptado mi proposición. Parece
no haber manera de poder convencerla de que soy suyo y no voy a ir a ninguna
parte. No tengo más opción que seguir demostrándoselo, y esta tienda es una gran
parte de eso. Veo al agente saludándonos desde dentro y tiro de Kenzie hacia
delante.
―Este lugar es nuestro futuro, vamos.
―¿Nuestro futuro? ―pregunta Kenzie, finalmente moviéndose hacia la
puerta―. ¿Planeas venir a trabajar para mí a tiempo completo?
Me río entre dientes.
―No creo que mi ego pudiera manejar ser tu empleado. ―La guío por la
puerta principal y le hago un gesto al agente para que se vaya. Tengo esto. El lugar
básicamente se vende solo. Kenzie camina alrededor de la planta baja en silencio.
Me quedo atrás y simplemente la dejo deambular. Sé que está esbozando el lugar en
su mente… colores, probadores, sofás. No necesita que interfiera en su proceso. Me
inclino hacia atrás y observo el espectáculo… sus ojos brillantes, cómo gira su cabello
castaño, su culo contoneándose mientras camina. Definitivamente tenemos que
estrenar cada centímetro cuadrado de este lugar.
Se da la vuelta y sus ojos atrapan los míos. Mueve la cabeza.
―Tienes razón, la planta baja es perfecta. Pero es demasiado caro y hay todo
un segundo piso que no necesito.
―Pero te encanta, ¿verdad?
―Bueno, sí, pero…
Está bien, esto no va a ninguna parte. Es el momento para mi alegato final.
―Puedo ayudar. Yo…
―No me vas a comprar un edificio ―dice, con sus manos yendo a sus caderas.
―No voy a comprarte un edificio. Voy a comprarme un edificio. ―Me pone los
ojos en blanco―. Solo escucha. Sabes que no soy realmente feliz trabajando en la
firma. Estoy pensando en hacer un cambio. Estoy pensando en ser mi propio jefe.
―¿Qué? ¿Tu propia firma legal? ¿No es eso arriesgado?
―No mi propia firma. En realidad, no quiero litigar más. Me gusta más
asesorar en la selección de jurados y es en lo que ha consistido la mayor parte de mi
trabajo durante varios años. Y soy bueno en eso. Quiero decir, ningún jurado que
haya elegido ha ido nunca contra mi cliente.
185
―¿Nunca?
―Nunca ―digo―. Así que pensé, ¿por qué no empezar mi propia asesoría? El
espacio del piso de arriba es perfecto para eso. Hay una entrada privada, aunque la
mayoría de mis clientes ni siquiera vienen a mí. Normalmente voy a ellos. ―Sus ojos
se alzan. Empieza a subir las escaleras. ¿Tal vez debería decirle que ya vi este lugar?
Sé que funcionará. Sé que esto es lo que quiero. Su silencio me está matando―.
Puedo elegir para quién trabajar y para quién no. Hacer mis propias horas, mi propio
recorrido. Puedo trabajar desde casa. Creo que podría ser útil para criar a Zoe.
―¿De verdad estás en esto conmigo? ―susurra Kenzie.
―Desde el primer día, nena.
―Entonces, ¿compraríamos el edificio juntos? ―pregunta―. ¿Cincuenta-
cincuenta?
―Podemos hacerlo así, si te hace sentir cómoda. O…
Apunta con su dedo a mi rostro y se ríe.
―Sabía que estabas intentando comprarme un edificio.
―Con la venta de mi casa, tengo algo de efectivo extra. ―Me río y pone los
ojos en blanco―. Podemos hacer esto como te haga sentir cómoda, pero no tiene
sentido que pidas un préstamo cuando…
―Kenzie Lingerie es mi negocio y necesito mantenerlo por mi cuenta… tasa
de interés enorme o no. Ya me han aprobado para un préstamo. No permitiré que
mi novio me financie.
Su tono es casi amenazante. Sé que necesito recular.
―Como he dicho, lo que sea que te haga sentir cómoda.
Hace un pequeño giro.
―Me encanta.
―A mí también ―digo―. Pero si hacemos esto, eso te deja sin hogar.
―A ti también ―bromea―. Tessa quiere que me quede en su casa. Creo que
sería lo mejor para Zoe después…
Extiendo la mano y le froto el brazo.
―Ese es un buen plan. Pero como dijiste, eso me deja sin hogar. Así que hay
esta casa en la que pensé…
―¿Una casa?
―Tengo que vivir en alguna parte.
186 ―Es solo… ―Hace una pausa por un segundo―. No creo que vayas a
necesitarla.
―Porque… ―pregunto, esperando que diga lo que pienso que está diciendo.
―Creo que vas a vivir con dos chicas ―dice Kenzie, con una risita.
La levanto y la giro, besándola con fuerza en la boca.
―No será oficial hasta que te pongas los zapatos y el anillo.
―Pronto ―dice Kenzie―. Así que no compres ninguna casa.
―Está bien, ¿tal vez solo un edificio? ―pregunto.
Echa un vistazo alrededor una vez más.
―Estoy lista. Vamos a hacerlo.

El siguiente par de semanas son un torbellino. El propietario del edificio tenía


prisa por deshacerse de la propiedad y su enorme hipoteca, sin duda. Así que Kenzie
y yo nos movimos rápidamente, negociamos el precio un poco por lo bajo y cerramos
el trato en dos semanas. Fue una locura. Y además de empacar, había regresado a
mi trabajo en la firma. Oculté mis planes por las pasadas semanas porque nunca
sabes cómo actuarán los compañeros abogados cuando otro compañero se va. A
veces, son cordiales; otras veces, quieren que te quedes para el final del negocio…
asustados de que vas a intentar robarles clientes. Espero lo primero, pero no puedo
quedarme mucho más tiempo. Tengo que dar la noticia… hoy. En realidad, firmé
los papeles anoche, pero los de la mudanza vienen hoy. Me despedí hace un tiempo.
Mi nueva vida está esperando.

187
22
Kenzie
Nunca pensé que lo diría, pero tengo demasiados zapatos. De acuerdo, estoy
mintiendo. Realmente no lo creo. Pero tengo demasiados pares que empacar. Kane
me rodea con los brazos por detrás, encuentra con los labios ese punto en el cuello
que sabe que me pone increíblemente cachonda. Lo aparto de un empujón.
―Detente o no lograré hacer nada. De todos modos, ¿no tienes que ir a
trabajar?
―Qué te parece si te recojo para comer y podemos celebrar que dejase el
trabajo.
Lo beso, diciéndole que me gusta la idea. En dos semanas, será un hombre libre
188 y comenzará nuestra nueva vida juntos. No puedo esperar. Pero una parte de mí
siempre echará de menos este sitio. Kenzie Lingerie nació aquí. Mirando alrededor,
no tengo ni idea de por dónde empezar a empacar.
―Empieza con esto ―comenta Kane, alcanzando el cajón de la mesilla de
noche y riéndose―. Cristo, es rosa brillante.
Le golpeo en el brazo y alza mi vibrador sobre la cabeza.
―Dámelo.
―¿Lo echas de menos? ―pregunta, acercándose hasta que estoy atrapada
entre la pared y su duro pecho.
―No ―jadeo.
Lo enciende y el zumbido resuena en la habitación. Mi cuerpo reconoce el
sonido y aprieto las piernas.
Pasa la mirada por mi rostro y baja el brazo, deslizando el vibrador por la piel
del exterior de mi muslo.
―Parece que lo echas de menos.
―No, te prefiero a ti.
Esa fue la respuesta correcta, porque se arrodilla al segundo. Las bragas ya
están por los tobillos, levanta la mirada hacia mí con una malvada sonrisa en el
rostro.
―Joder, mírate ―exclama―. Tienes el clítoris muy duro. ―Me da un pequeño
lametón―. Está pulsando.
Y tiene razón. Me pregunto si así es como sienten una erección los hombres.
―Por favor.
―Jamás tienes que suplicar ―dice continuando, su cálido aliento tensándome.
Mi cuerpo sabe lo que puede hacer con esa lengua, esos labios. Siento que pone el
virador en mi mano―. Muéstrame qué haces.
Ha perdido la cabeza. No hay forma de que vaya a hacer eso.
―No, te necesito.
Pero no me toca. Su aliento sigue burlándose de mí, pide:
―Muéstramelo, Kenzie. ¿Lo introduces en tu interior? ¿Lo dejas vibrando
sobre tu clítoris?
Está empujando mi mano en medio de mis piernas, alentándome.
189
―Me gusta estar encima de él ―susurro.
―¿Lo montas? ―pregunta.
―Sí.
―¿Y no lo echas de menos?
Bajo la mirada hacia él.
―¿Echas de menos tu mano?
Me golpea el trasero, duro, acercándome a su boca. ¡Oh Dios, gracias! No hay
ninguna forma para describir cómo me hace sentir Kane. Sí, las cosas que le hace a
mi cuerpo son alucinantes. Pero es como si no se conformase con nada menos que
tenerme totalmente expuesta a él, en cuerpo y alma. Quiere conocer todas las partes
de mí, tanto física como emocionalmente. Y no importa lo mucho que me dé miedo,
no desiste. Rendirme a un hombre no es algo que hago fácilmente. Es darle a otra
persona la munición para hacerte daño, contar todas tus inseguridades y esperar y
rezar que la otra persona no las utilice en tu contra. Pero, ahora mismo, no estoy
pensando en nada de eso.
―¡Kane! ―chillo.
―Te amo ―susurra, pero aún tiene la cabeza entre mis piernas. Es como si le
estuviese hablando a mi vagina. Levanta la mirada y me sonríe, sabiendo lo que
estoy pensando―. Tú le hablas a tu trasero, así que debería ser capaz de hablarle a
tu coño.
Empiezo a reírme con fuerza, una lágrima me baja por la mejilla.
Se levanta y la seca con el dedo, mirándola.
―¿Sabes?, nunca te he visto llorar.
―Nunca jamás me des una razón para hacerlo ―murmuro.
Apoya la frente contra la mía.
―Eso me mataría, nena ―susurra―. Recuerda, amar sin disculpas.
―Amar sin disculpas.
Lentamente lo desvisto, sin importarme que llegue tarde al trabajo, sin
importarme que tenga mucho que empacar. Ahora mismo, solo necesito rendirme a
este hombre. Estoy lista. Y sé qué hacer.

Kane se marcha a trabajar con mi vibrador en el bolsillo del traje.


190
Probablemente ahora mismo lo está lanzando a la basura, lo que está bien. Con él
alrededor, no lo necesitaré de nuevo. Ese es un pensamiento increíble. ¡Nunca volveré
a necesitar un vibrador! Sonriendo, paso las siguientes horas empacando y trabajando,
manteniendo un ojo en el reloj. Luego me ducho, me peino, me maquillo y miro
entre las cosas que aún no he empacado. ¿Qué queda bien con Tiffany Blue?
Levanto la tapa de la caja de zapatos. El anillo de diamantes todavía está
apoyado sobre el tacón, esperando por mí. Río para mí misma, finalmente preparada
para dar el siguiente paso, el mayor paso de mi vida. Es algo bueno. Tengo unos
zapatos fabulosos para comenzar la jornada. Tomo una falda gris con una abertura
y una blusa blanca, luego quito el anillo del tacón y me pongo los zapatos. Quiero
que sea Kane el que me lo ponga en el dedo.
Las manecillas del reloj parecen estar moviéndose muy lentamente. Sentada en
un taburete en mi zona de trabajo, me doy cuenta de que no me verá los zapatos, así
que me inclino hacia la puerta, cruzando las piernas, así los zapatos serán lo primero
que vea cuando entre. No hay forma de que lleguemos a comer.
Entonces, espero. Pasan diez minutos y aún no está aquí. Nunca se retrasa.
Compruebo el teléfono, sin llamadas ni mensajes de texto, nada. Después de treinta
minutos, estoy realmente preocupada. Esto es tan distinto a él. Espero que no pasase
nada malo con sus compañeros. Espero que no lo echasen antes de tiempo. Espero
que no esté muerto en alguna cuneta. Mi ansiosa mente que no deja de dar vueltas
está agradecida cuando suena el teléfono.
―Kenzie, soy Michael. El médico acaba de pedir el hospicio para Tessa.
Le escucho sollozar en el teléfono y bajo la mirada a mis perfectos tacones.
¡Mantente fuerte! Todo el mundo tiene que ser fuerte en este momento.
―Estoy de camino.
―Tessa está con Zoe ―indica―. Quiere un poco de tiempo solo con ella.
―Lo entiendo.
―Deberías venir dentro de un par de horas.
―De acuerdo ―murmuro.
―Una cosa más ―continúa Michael―. Tessa me pidió que te dijese que la vida
es demasiado corta. Ponte los zapatos. ¿Sabes qué significa eso?
―Dile que, esta vez, estoy un paso por delante de ella. Dile que los llevo
puestos.
Cuelgo el teléfono. El corazón me late con rapidez, tengo la piel sudorosa. Un
único pensamiento se me pasa por la cabeza: necesito a Kane. Nunca antes
191
he necesitado a un hombre. Nunca antes he tenido el deseo de correr a los brazos de
un hombre como en este momento. ¡Por favor, contesta! Llamo otra vez, el contestador
de voz. Dejo un mensaje desesperado antes de intentarlo un par de veces más con
su teléfono móvil, luego decido llamar a su oficina. ¿Dónde está?
―Oficina de Kane Hunter ―responde Mona.
―Mona, no estoy segura de si me recuerdas, pero soy Kenzie…
―Por supuesto, señorita Scott. ¿En qué puedo ayudarla?
―Me estaba preguntando si podías ponerme con Kane. No está respondiendo
a su teléfono.
―Lo siento. No está en la oficina.
―¿Dijo a dónde iba?
―A su casa ―contesta Mona―. ¿Puedo ayudarla en algo?
―Si sabes algo de él, por favor dile que me llame. Es una emergencia.
Me levanto de un salto, tomo las llaves y corro hacia el auto. No puedo llegar
a él lo suficientemente rápido. Estoy huyendo del dolor de perder a mi hermana,
pero al menos esta vez estoy corriendo hacia alguien. Frenética, logro hacer más
giros equivocados de los que haría normalmente. Estaciono en la calle de entrada y
tomo una profunda bocanada de aire. Su auto esta justo en el frente. Gracias a Dios,
está aquí. En solo unos minutos estaré rodeada en la seguridad de sus brazos.
Hay agentes de mudanza por todas partes, pero ninguno parece saber dónde
puedo encontrar a Kane. Si hay un sitio en el que le gustaría pasar tiempo, sería en
el cuarto de la bebé. No puedo imaginar lo duro que es para él decirle adiós a esa
habitación. Bajo la mirada a mis zapatos. Hoy se ha convertido completamente en
una mierda. La voz de Tessa me llena la cabeza, diciendo de Zoe que algo bueno
siempre sale de algo malo. Kane es mi algo bueno en este completo desastre.
Camino hacia el cuarto, la luz está encendida y la puerta está abierta de par en
par. Tiene que estar ahí. ¿Tal vez es mejor que lo deje solo? ¿Puede que necesite este
momento? ¿Pero puede que me necesite ahora mismo tanto como yo a él?
Mis tacones Tiffany Blue me llevan hacia Kane, mi futuro. Me detengo en el
umbral de la puerta, como si hubiese alguna barrera invisible. Nunca la he conocido,
pero inmediatamente sé quién es ella. Lily tiene la cabeza apoyada en el hombro de
Kane, él le rodea la cintura con un brazo, mirando la cuna… juntos.
Doy un pequeño paso atrás. Esto es íntimo. Lo siento. Le estoy perdiendo. De
repente, mi miedo es más grande que mi fuerza y me hace añicos el corazón. Añicos
192 que construirán un muro alrededor de mi corazón para no volver a sentirme así de
nuevo. La cuestión de un corazón roto es que, cada vez que te lo rompen, los trozos
se hacen más y más duros, hasta que ya no pueden ser penetrados.
Con los dedos, juguetea con el cabello rubio de Lily.
―Aún te amo ―murmura Lily―. Han pasado demasiadas cosas entre
nosotros como para que no lo haga.
―Yo también te amo ―susurra Kane.
Me llevo la mano a la boca. Es la única forma para evitar ponerme a llorar. Me
quito los zapatos, los dejo en el suelo y alcanzo mi bolso, dejando el anillo en uno de
los zapatos antes de mirar por última vez mientras Kane le da un beso en la frente a
Lily. Luego salto, corriendo por las escaleras con los pies descalzos. Esta vez
simplemente estoy huyendo. No hay nadie hacia quién huir, supongo que nunca lo
hay.

¿Qué le pasó a mi vida las pasadas horas? Me duele muchísimo la cabeza, el


corazón no deja de latirme con fuerza y Kane no deja de llamar. El teléfono suena
cada treinta segundos. Me está volviendo loca. ¡No te vengas abajo! Necesito ser fuerte
ahora mismo, pero mi cuerpo no está escuchando. El maldito teléfono suena de
nuevo.
―Kane, por favor, deja de llamarme.
―Finalmente dijiste que sí. Llevabas puestos los zapatos ―dice Kane, su voz
cediendo.
―Y tú tenías el brazo alrededor de Lily.
―Mierda ―masculla Kane―. No fue nada, Kenzie.
―Lo fue, Kane. Ambos lo sabemos.
―No, joder, no lo fue ―grita―. Necesitamos aclarar esto. ¿Estás en casa de
Tessa?
―Sí.
―Quédate ahí. Estoy llegando. Solo estoy a un par de minutos. Por favor no te
vayas. Tengo que verte.
Salgo al porche de Tessa para esperarle. No hay forma de que vaya a dejarle
entrar en la casa o a mi corazón de nuevo. Me cruzo de brazos, protegiendo mi
interior, mi corazón. Estaciona en el camino de entrada y sale del auto, llevando los
193 zapatos de proposición en la mano. Se acerca, alcanzándome, pero doy un paso
atrás.
―Por favor, vuelve a ponerte los zapatos.
―No puedo ―contesto, tan bajito que apenas me reconozco la voz―. No sería
justo para ninguno de los dos. No prolonguemos esto o nos hagamos daño
mutuamente.
―¿De qué estás hablando?
―Esto ha sido divertido, pero se terminó.
―Nada se ha terminado. No estoy seguro de qué crees que viste o piensas que
sucedió con Lily, pero…
―Aún la amas. Puedo verlo en tus ojos. Te escuché decirlo.
―Por supuesto que la amo, pero no como estás insinuando. Te lo dije.
―¿Por qué estabas con ella?
―Llamó muy molesta sobre recoger el cuarto. Me acerqué, así podíamos
despedirnos juntos.
―Así que, ¿te llamó y tú saliste corriendo?
―Bueno, no realmente. Estaba llorando.
―¿Dónde se suponía que tenías que estar?
Kane bajó la mirada y susurra:
―Comida. Olvidé nuestra comida.
―Y merezco ser lo primero en la vida de un hombre, no lo segundo después
de su trabajo o su ex. No tener que compartir su tiempo.
―Tienes razón ―asegura Kane―. Y lo eres.
―No, no lo soy. ¿Siempre estarás ahí para Lily?
―Está enferma.
―Lo sé ―comento―. ¿Pero qué pasará cuando ella te necesite en mi
cumpleaños o durante el funeral de Tessa? ¿Entonces a quién elegirás? ―Kane abre
la boca pero le interrumpo―: La amas. Dale otra oportunidad a tu matrimonio.
―Eso es una locura ―exclama Kane―. Estás diciendo locuras. Quiero casarme
contigo.
―Pero no puedo jugar un segundo papel por ella y, hasta que esté recuperada,
lo haré. Me conozco demasiado bien para saber que no puedo hacer eso. Por favor,
no me lo pongas más difícil, Kane. Estoy sobrepasada. Pronto seré una madre.
194 Nunca debería haberte pedido que hicieses esto conmigo. Eso no fue justo.
―Kenzie, eso es tu antigua mierda metiéndose en el camino. Lo que viste no
fue nada. No necesitas dejarme antes de que yo te deje. No te voy a dejar. Puedes
depender de mí.
―Puedo depender de mí misma ―protesto, dando un par de pasos de vuelta
a la seguridad de la casa y cerrando la puerta.
Pero no se marcha. Kane golpea la puerta con ambos puños.
―No me apartes de esto, por favor. Solucionemos esto. No quiero pelear.
―Golpea la puerta un par de veces más―. ¿Tessa no te ha enseñado nada?
Abro la puerta de golpe, con las llaves y el bolso en la mano.
―¿Cómo te atreves a usar a mi hermana moribunda para intentar justificar lo
que hiciste?
―No lo hago ―responde Kane―. Pero Tessa me ha enseñado lo importante
que es no malgastar el tiempo, y pelear es una gran pérdida de tiempo. Tiempo que
no podemos recuperar. No quiero perderte, Kenzie, ni un segundo. Ese es el porqué
me estoy cambiando de trabajo, cambiando mi vida. Sé qué es importante.
―Aparentemente, lo es Lily.
―Maldita sea, Kenzie. Lo siento. Siento haberte hecho llorar cuando todo lo
que quiero es escuchar tu risa.
―Tengo que ir junto a Tessa y Zoe.
―No antes de que arreglemos esto. Te amo.
―No quiero pelear contigo ―menciono.
―Kenzie, algunas veces vamos a pelear. No significa que te vaya a dejar. No
estoy cambiando de opinión sobre ti, nosotros o…
Suspiro.
―No tengo la energía para esto, Kane. Tessa está en el hospicio.
Se acerca un poco.
―Jesús, ¿por qué no me lo contaste?
―Te llamé docenas de veces. Te dejé un mensaje. Estabas demasiado ocupado
con Lily.
―Eso no es justo.
―Mira, solo es cuestión de tiempo. Tengo que centrar toda mi energía en Tessa
195 y en Zoe. No puedo tener mi energía dividida ahora mismo; intentando arreglar algo
entre nosotros, preguntándome si aún estás enamorado de tu ex. No tengo el tiempo
o la energía para eso.

¡Ve junto a Tessa! ¡Simplemente ve junto a Tessa! Sigo repitiéndomelo una y otra
vez mentalmente mientras conduzco a casa de Michael. Tengo que estar únicamente
centrada en Tessa y en Zoe. Paso a la enfermera del hospicio que se marcha mientras
entro en la casa. Tessa está en el sofá, sosteniendo débilmente una libreta y un
bolígrafo, sin duda haciéndome una lista de la joyería y cuándo dársela a Zoe.
Incluso sostener el bolígrafo parece una lucha. Dejo el bolso en el suelo.
―¿Tessa?
―¿Kenz? ―Tessa sonríe ligeramente, cerrando la libreta y dejándola a un lado.
No te desmorones. No ayudará el que te vea llorar. Tomo una profunda bocanada
de aire, sabiendo que necesito mantenerme fuerte. Camino hacia mi hermana y me
arrodillo a un lado del sofá.
―Estoy aquí.
―Por última vez ―indica Tessa.
―No ―contesto―. Yo…
―No quiero que me veas peor. Por favor, Kenzie, no quiero que me recuerdes
así.
Me rompe el corazón, pero acepto. Le daré a Tessa cualquier cosa que pida.
Toma mi mano.
―Los domingos de hermanas siempre fueron mi día favorito de la semana.
―También el mío.
―Prométeme que aún hablaremos los domingos ―me pide Tessa.
Me muerdo el labio con tanta fuerza que me saco sangre. Se me llenan los ojos
de lágrimas, pero no las dejo escapar. Pero Tessa me conoce muy bien. Puede ver mi
lucha.
―No hay una forma perfecta para hacer esto, hermana. Puedo verte
intentando ser la perfecta hermana pequeña y decirme adiós justo de la manera
perfecta.
―Tengo que asegurarme…
―No hay alma en la perfección ―señala Tessa―. Simplemente sé tú.
196
―Tengo mucho que decir. Es como un montón de pequeñas bombas estallando
en mi cabeza. No quiero olvidar nada.
―Empieza a hablar ―pide Tessa, pero solo hay silencio.
Tengo este pensamiento loco en la cabeza, que cuanto más lo aguante más
puedo mantener viva a Tessa.
―Yo empezaré. Necesito hablar contigo sobre Brandon.
Está bien, esa es la única cosa que no le daré a Tessa. No pasaré mis últimos
minutos con ella discutiendo sobre ese inútil hijo de puta.
―Ahora no, Tessa.
Suspira débilmente.
―De acuerdo, entonces, ¿cómo van las cosas entre tú y Kane?
―Nosotros solo… ―Se me apaga la voz―. Simplemente rompimos…
Tessa abre los ojos como platos.
―¡Kenzie, no! ¿Por qué?
Hablar de ello es más difícil de lo que pensé que sería, pero, de todos modos,
se lo cuento todo a mi hermana. Si no lo hubiese hecho, Tessa se habría pasado hasta
su último aliento intentando que se lo contase. Y se siente bien hablar con mi
hermana de este modo, una vez más, por última vez.
―Pensé que era tan perfecto ―menciono.
―Todo el mundo está jodido ―explica Tessa―. Simplemente tienes que
averiguar con qué tipo de jodido puedes vivir.
―Voy a echar de menos la gran filósofa que eres.
Tessa sonríe.
―Kane la jodió. Le echaré la bronca por última vez. Pero no te abandonó,
Kenzie.
―Con el tiempo lo habría hecho. Y no puedo permitir que me dejen otra vez.

197
23
Kane
No estoy seguro de cuánto tiempo me quedé en el porche delantero de Tessa,
¿horas? ¿Minutos? El tiempo había parado porque por segunda vez en mi vida, mi
mundo se había estrellado a mi alrededor. Coloco los zapatos en la puerta, donde
no puede no verlos y meto la mano en el bolsillo, sintiendo su anillo de compromiso.
No puedo creer lo que pasó. No ha terminado. No puede ser. Camino hacia mi coche
y lentamente salgo del camino de entrada cuando suena mi teléfono.
―Kane, es Tessa. ―Su voz es suave, dolida.
―Tessa, ¿estás bien?
―Creo que yo soy la que debería preguntarte esto. Hablé con Kenzie.
198 ―Kenzie no me va a escuchar.
―Eres adorable, pero un idiota total.
―Tessa, te lo juro. No sé lo que pasó.
―Te diré lo que pasó. Estabas con tu ex, dijiste que la querías, tenías tus brazos
alrededor de ella y la besabas.
De repente, Tessa no estaba sonando tan débil. Sonaba como si quisiera patear
mi culo.
―En la frente. La besaba en la frente.
―Idiota ―espetó Tessa―. Lo mismo que meterle la lengua a Kenzie.
―Eso es ridículo. Amo a Kenzie.
―Pero dejaste plantada a Kenzie por tu ex-mujer.
―La cual está enferma.
―Aun así la has jodido.
―Lo sé ―digo―. Sin embargo sabes que quiero a tu hermana.
―Lo sé. Pero tengo que reventarte las pelotas un poco. Le hiciste daño.
Froto mi pecho. Me duele como el demonio saber que he herido a Kenzie.
―¿Qué hago ahora?
―Tú eres el abogado de primera. Dime tú.
―Hacer lo que ningún otro hombre ha hecho alguna vez. Luchar por ella.
Mostrarle que es lo primero en mi vida.
―Lo has entendido ―dice Tessa―. Y si eso no funciona, voy a poner en mi
testamento que mi último deseo es para Kenzie parir tus hijos.
―Gracias, Tessa ―digo―. No estoy seguro cómo alguno de nosotros va a
seguir adelante sin ti.
―Felizmente, espero ―dice Tessa en voz baja.
―¿Qué puedo hacer por ti? ―pregunto―. ¿Quiere que vigile a Zoe o llamar a
alguien? ¿Cómo puedo ayudar?
―Estoy bien. No tengo miedo. Es sólo… ―Su voz se rompe―. Zoe. Voy a
perder abrazarla, amarla, ser su madre.
―Tessa, ¿Kenzie alguna vez te ha contado sobre mi Zoe? ―Tessa escucha en
silencio mientras le cuento sobre Lily, nuestro bebé, cómo todo se vino abajo. Estoy
un poco sorprendido porque Kenzie no le había contado, pero supongo que Kenzie
sintió que era demasiado privado para compartir―. Sólo pude sostenerla durante
una hora ―susurro―. Y ella nunca tuvo una madre que la sostuviera.
199
Tessa sorbe en el teléfono.
―La encontraré por ti, te lo prometo. La amaré, abrazaré y besaré. Lo prometo.
―Gracias, Tessa.
―Ahora ve a buscar a Kenzie y arregla esto ―dice Tessa―. Creo que se fue a
montar.
―Está bien ―le digo.
―Entonces, ¿cuál es el plan para recuperar a mi testaruda hermanita?
―No te preocupes, sé exactamente qué hacer. ―Siento mi garganta apretarse,
pero ya no soy el niño que no besa a la chica. Soy un hombre y voy por lo que quiero.
Y quiero a Kenzie.

Veo a Kenzie tan pronto como camino hasta el corral para montar, sólo que no
está montando. Ni siquiera se ha vestido para montar. Mystic está pastando en la
hierba mientras Kenzie está apoyada en ella. Si no la conociera mejor, pensaría que
está llorando. Pero ella no necesita llorar para que yo vea su dolor. Diablos, puedo
sentirlo desde el otro lado del terreno. Ella está haciendo todo lo posible para
contenerlo, para mantenerlo todo dentro, pero es como un campo de fuerza que la
rodea, un campo de fuerza que sé que no puedo penetrar. Pero no va a detenerme
intentar.
No hay nadie más alrededor. El lugar está vacío, lo cual es bueno si ella
comienza a gritarme de nuevo. Su postura se endurece y sé que puede sentir mi
presencia. Me detengo por un segundo. ¿Tal vez debería irme? Pero sé que si me voy
ahora, pensará que estoy renunciando a ella. Eso no es una opción.
―Hablé con Tessa ―digo. Sus ojos se cierran y su cabeza se apoya en el lado
del caballo. Su cabello castaño rojizo se echa suavemente en la capa gris de Mystic.
Me gustaría que se apoyara en mí en su lugar.
―Necesito estar sola ―dice Kenzie.
―Eso es lo contrario de lo que necesitas.
―Esto es exactamente de lo que estoy hablando. No tengo la energía para esto.
Por favor, vete.
―No ―le digo―. No te voy a dejar. No voy a decir una palabra más, pero me
quedo. Nunca estarás sola otra vez.
―A menos que llame Lily ―me grita.
200
No pico el anzuelo. En vez de esto, camino unos pocos metros lejos y me apoyo
en el poste de la cerca. Espacio le puedo dar, pero no soledad. Y mantengo mi
promesa. No le digo otra cosa. Simplemente permanecemos allí, en silencio,
rodeados por el olor a mierda de caballo. Parece adecuado, ya que estamos rodeados
de mierda en la vida real. El pensamiento me hace sonreír. Pienso hacer una broma,
ya que normalmente Kenzie lo encontraría gracioso. Por lo general se ríe tan
fácilmente, pero levanto la mirada y la veo mirando mi sonrisa. Debo parecer un
completo idiota, estando aquí, que sonríe mientras su hermana está muriendo. Mi
sonrisa se desvanece, pero parece que ella aún quiere pegarme. Le dejaría si pensara
que la haría sentirse mejor.
―Me tengo que ir ―dice, agarrando las riendas de Mystic.
―Puedes hacer esto, Kenzie ―digo―. Sé que se sientes como que no puedes,
pero eres fuerte…
―Sé que puedo ―dice―. Y lo haré sola, como siempre.
―Y una mierda lo vas hacer ―espeto, tirando de ella en mis brazos. Mis manos
se enrollan en su cabello mientras sus labios se ciernen cerca de los míos. Su cuerpo
está tenso, pero no se aparta. Sé que todavía me quiere. Sé que mis brazos aún la
hacen sentir mejor―. Déjame hacerte sentir mejor ―le susurro―. Sabes que puedo.
―Su mirada cae en mi boca y esa es la única respuesta que necesito. Le tiro hacia
adelante, asegurándome que mi pene presiona el lugar correcto y su respiración se
entrecorta. Moviendo mis manos a su culo, la empujo en mí.
Un dulce gemido escapa de sus labios.
―¿Se siente mejor?
Me empuja a un lado.
―Mi vibrador puede hacer que me sienta igual de bien ―espeta.
―Esto lo dudo ―digo, tratando de aligerar las cosas―. Además, lo confisqué,
¿recuerdas?
Agarra las riendas de Mystic y me señala diciendo:
―Esto no cambia nada.

Kenzie
Hay mucho que hacer para sentarse y revolcarse por un hombre. Me doy unas
201 cuantas horas más de sueño, pero eso es todo. Si no me levanto ahora, esta tristeza,
esta pérdida y el miedo me tragara por completo. Sólo hay una cosa que hacer. Lo
que siempre hago, me mantengo ocupada.
Es hora de ir a mi tienda y empacar. No estoy segura de qué hacer más allá de
eso. He comprado un inmueble con Kane, pero no quiero mudarme allí. De todos
modos, tengo que salir de mi agujero de mierda actual, así que tengo que terminar
de empacar. Necesito llevar el resto de mi ropa y cosas a la casa de Tessa, de todos
modos.
Abriendo la puerta principal, encuentro los zapatos de Tiffany Blue de la
proposición en el porche delantero. Mi mirada salta hacia arriba en busca de Kane,
pero no está en ninguna parte. Recogiéndolos, se sienten fríos en mis manos. Deben
haber estado aquí toda la noche. Estaba oscuro cuando llegué a casa ayer por la
noche, así que supongo que no los vi. Los limpio con mi manga de camisa y los
abrazo a mi pecho. Son demasiado hermosos para dejar fuera. Y a pesar de que
nunca van a estar de nuevo en mis pies, algo en el perfecto par de zapatos siempre
me consuela. Kane lo sabe.
Me desplomo dentro en la cama. Desempacar puede esperar hasta mañana.
El problema es que llega mañana y apenas puedo echarme fuera de la cama.
Nunca he tenido un problema antes con seguir adelante. Como le dije a Kane,
cuando he terminado, he terminado. Pero incluso vestirme me agota. Abro la puerta
de entrada, determinada en ir a mi tienda. Una caja espera en el porche delantero.
Me agacho y la recojo. No había oído un sonido de fuera mientras estaba
revolcándome y no hay ninguna nota, pero sé quién la dejó. Levanto la tapa,
encontrando un par de zapatos de Brooks dentro con una tarjeta que decía:
Estos zapatos dicen que es hora de dejar de huir.
Sacudo la cabeza, segura que Kane no va a renunciar, pero un par de zapatos
no cambia nada. Pero ¿qué tal con dos pares? A la mañana siguiente, otro paquete
pequeño espera en el porche delantero. Un impresionante par de Manolos color rosa
sexy, esperan dentro con otra tarjeta.
Estos zapatos dicen que no estoy renunciando. Nunca me rendiré
contigo.
Todas las mañanas durante la semana siguiente, un nuevo par de zapatos con
una nota espera en el pórtico. Pongo en línea todos los zapatos encima de la mesa
del comedor. La mayoría de los hombres envían flores o chocolate. Kane envía
zapatos. El hombre sí que me conoce. Recojo las notas, releyéndolas. Me gusta
especialmente la nota que acompaña botas negras de cuero hasta los muslos con
punta y tacón de aguja.
202 Estos zapatos dicen patéame en el culo, pero háblame.
Mientras los zapatos y las notas conmueven, mi corazón está demasiado roto
para juntarse de nuevo a sí mismo en este momento, muy debilitado por Kane y
demasiado roto por mi hermana, que ha rechazado las visitas durante la semana
pasada. La echo de menos ya. Sé que no quiere que la vea luchar, pero me está
negando la oportunidad de amarla y esto duele. Pero esto no depende de mí; es cosa
de ella y tengo que respetar sus deseos.
Mi vida sin mi hermana, mi vida sin Kane… Ni más ocupada, ninguna cantidad de
trabajo jamás será suficiente para llenar el vacío con el que me he quedado.
24
Kane
Una semana de ruego, arrastre, y compras de zapatos no me han llevado a
ninguna parte. Pensé que mi plan era a prueba de fallos, pero hasta ahora, no he
sabido nada de Kenzie. Es una mujer obstinada. No estoy seguro de dónde ir desde
aquí, pero rendirse no es una opción. Mi corazón no me deja; mi cabeza no me deja;
mi alma no me deja. No me importa cuántas veces me cuelga el teléfono, me grita,
me ignora, deja mi corazón sintiéndose como basura al lado de la carretera. No me
rendiré.
Pero está haciendo mi vida un infierno ahora mismo. No me expulsaron del
bufete cuando di aviso en el trabajo, así que tengo una semana para irme. Entonces
había planeado comenzar mi nuevo negocio de consultoría, pero se supone que haga
203 eso desde mi nuevo espacio de oficinas, el que se supone comparto con Kenzie. He
estado moviendo mis cosas allí un poco cada día, mientras superviso algunas
renovaciones menores, pero ella no ha aparecido en absoluto, por lo que mi situación
laboral parece jodida.
Mi situación de vivienda también es jodida. He estado atascado en un cuarto
de hotel solo desde que mi casa se vendió, ya que no tengo una mejor opción.
Definitivamente no estoy corriendo a casa con mi mamá y padrastro. Deacon se
ofreció a dejar que me quede en su casa, pero eso sería peor que el ahogamiento
simulado. Y ni siquiera pienso en conseguir mi propia casa. No voy a renunciar a los
sueños que Kenzie y yo compartimos.
Pero comida para llevar y televisión del hotel es difícilmente una vida. Dios, la
extraño ―todo sobre ella, sobre nosotros― quien soy cuando estoy con ella, cómo
ella me hace sentir. La forma en que era, la forma en que las cosas deberían haber
sido removidas en mi mente. He pasado por mucho en los últimos dos años, pero sé
que nunca superaré a Kenzie alejándose. Nunca he sido de los que permiten mostrar
mis sentimientos, incluso cuando Lily y yo perdimos a nuestro hijo. La fuerza está
en el control. Pero Kenzie cambió eso. La había dejado entrar, la dejé ver mi dolor,
lloré en sus brazos.
Me acerco a la cómoda de hotel y abro el cajón, encontrando el anillo de
compromiso de Kenzie. Deslizándolo en mi meñique, tomo una respiración
profunda. Me pregunto qué está haciendo, ¿cómo esta Tessa, cómo esta Zoe? Le pedí
a Michael que me mantenga informado, pero tiene cosas más importantes en su
mente, por lo que no he tenido noticias de él. Un fuerte golpe en la puerta me
remueve de mi mal humor. Quitándome el anillo, lo coloco seguramente de nuevo
en el cajón.
Los golpes vienen de nuevo, esta vez más fuerte. ¿Tal vez es Kenzie? Abro la
puerta, y Deacon pasa volando directamente más allá de mí.
―Bueno, así que Kenzie era secretamente una total psicópata. Es hora de que
saques tu culo.
―Kenzie no es secretamente una psicópata ―digo, todavía de pie junto a la
puerta abierta, con la esperanza de que Deacon saldría de nuevo por ella.
―¿Era una cosa sexual? ―pregunta Deacon―. ¿Tiene un montón de amantes?
―Cristo, no.
―¿Fuiste tú? ¿Siempre la dejas colgada? Ya sabes, lo peor es un casi-orgasmo.
Cierro de golpe la puerta. Deacon no va a ninguna parte.
―No, no es una cosa sexual.
204 Deacon se apoya contra el escritorio.
―Joder, sabía desde el momento en que la vi que era de las que vuelan tu
mente.
―Estás cruzando la línea de mierda, Deacon. ¿No tienes una inyección de
penicilina que deberías estar recibiendo?
Deacon se ríe.
―Sin guante, no hay amor.
No puedo evitar la pequeña sonrisa en mi cara. Deacon es un total idiota, pero
sé que está tratando de animarme.
―¿O es que Kenzie usa caramelos de zorra 4?
―¿Caramelos de zorra? Amigo, realmente eres un imbécil. No es asunto tuyo.
Deacon inclina su cabeza.
―¿Cómo puedo ayudar?

4 Caramelos de zorra: Pastillas anticonceptivas.


Kenzie
Él ya me ha conseguido botas, zapatillas deportivas, stilettos, cuñas, sandalias,
plataformas, y hasta un par de pantuflas. ¿Qué podría estar esperándome esta
mañana? Realmente no importa, sin embargo, porque no importa qué tipo de
zapatos están esperando, no puedo dejar que me detenga. Es tiempo de
recomponerme por Zoe, tiempo para salir de la casa. No hay otra opción.
Pero cuando abro la puerta, no me encuentro con una caja de zapatos, pero si
con un par de zapatillas de ballet unidos a su ex-esposa. Miro hacia arriba a la cara
perfecta de Lily. ¿Qué hice para merecer esto?
―Esto estaba en tu porche ―dice ella, sonriendo ligeramente y tendiendo una
caja de zapatos.
Lo tomo de ella, viendo costras en lo que parece ser marcas de dientes
curándose.
―Gracias.
Ella juguetea con la correa de su bolso.
205
―Esto era más fácil cuando practiqué. ¿Supongo que sabes quién soy?
―Lily Hunter.
―Lily Page ―corrige―. Volví a mi apellido de soltera. ¿Podemos hablar un
momento? ―Hago un movimiento hacia una pequeña mesa en el porche, y
tomamos asiento―. Kane me dijo…
―No tengo tiempo…
―Me dijo lo mucho que te ama.
―¿Cuándo fue esto?
―Cuando vino a California ―dice Lily.
―¿Lo has visto recientemente?
―Lo vi esta mañana para tomar un café. Fue la primera vez que lo he visto
desde que salió de la casa ese día. ―Extiende su mano hacia mí, pero no me toca―.
No pasó nada entre nosotros, por favor, conoce eso.
―Aprecio que digas eso y vengas aquí, pero…
―Es un desastre. Por favor, habla con él.
―¿Estás aquí para decirme que me reconcilie con tu ex?
―Lo estoy. Voy a volver al tratamiento, con mi dinero esta vez. Quiero ver a
Kane feliz. Lo hice tan triste, pero es diferente contigo.
―Él todavía te ama. Lo escuché decirlo.
―¿Querrías a un hombre que odiase a su ex esposa? ¿Un hombre que podría
convertir el amor al odio en dos segundos? ¡No! Lo amas porque él no es un hombre
que puede hacer eso. No soy una amenaza. No estoy tratando de recuperarlo.
―¿Pero lo amas?
―Por supuesto. Pero lo culpé por lo que pasó durante mucho tiempo, su
abandono, su trabajo. Le pagan para notar cosas sobre la gente, pero él no me notó
vomitando una docena de veces al día. Así que por mucho tiempo cuando lo miré,
lo odié.
―¿Pero ahora no?
―No, esto fue mi culpa, mi enfermedad. Cuando finalmente admití que
necesitaba conseguir ayuda, Kane estuvo allí para mí, pero cuando miro en sus ojos,
todo lo que veo devolviéndome la mirada es dolor. Dolor que causé.
―Tienes una enfermedad. Kane sabe eso.
206 ―Lo tengo, y eso mató a nuestro bebé y nuestro matrimonio. Él hubiera
permanecido casado conmigo para siempre, tratando de resolver las cosas, tratando
de perdonarme. Ese es el tipo de hombre que es. Hicimos lo de la terapia. Kane no
es un desertor, pero no podía soportar ver esa mirada en su rostro. Él y yo
compartimos una historia, pero tú eres su futuro. No soy una amenaza. ―Levanta
sus brazos en el aire―. Mírate, Kenzie. Has hecho un negocio exitoso por tu cuenta.
No he trabajado en años. ¿Te has mirado en el espejo últimamente? Tienes curvas
matadoras. Tu cabello es para morirse. Estoy tan desnutrida, el mío es frágil y se
desprende. Tu piel resplandece. Mis manos tienen cicatrices con las marcas de mis
dientes. Mis dientes son falsos porque los míos se pudrieron.
Ella, obviamente, todavía tiene mucho trabajo por hacer para mejorar.
―Lily, te ves como una maldita modelo.
Lily sonríe.
―Y eres dulce, también. No es de extrañar que Kane te ama.
―Me gustaría que fuera así de simple.
―Lo es ―dice Lily―. Mira, me he apoyado en él demasiado. Eso fue un error
de mi parte, y dañó tu relación. Esa no era mi intención. Y yo no voy a hacer eso
nunca más.
―Todavía fue a ti.
―Porque soy débil ―dice Lily suavemente―. Sólo vino a mí porque me estaba
cayendo a pedazos. Y mi conjetura es, que nunca lo has dejado verte derrumbarte.
―Tomo una respiración profunda―. Déjame darte un pequeño consejo. Amar a
alguien, realmente amar a alguien, significa dejar que ellos vean tus
vulnerabilidades e inseguridades. Dejar que alguien te ame en tus peores y más
oscuros momentos.
Lily se levanta, me da una pequeña sonrisa, y vuelve a su coche. Cuando se ha
ido, levanto la tapa de la caja de zapatos.
Un par de pequeñitos, delicados zapatitos de bebé están acurrucados en papel
de seda con una nota apoyada encima de ellos.
Estos zapatos son una promesa, una promesa del futuro que quiero
contigo.
Mi teléfono suena, y busco a tientas en mi bolso para encontrarlo,
respondiendo sin aliento. El mundo deja de girar.
―Entiendo. Estoy en camino. ―Cuelgo y presiono el número de Kane.

207
Kane
Mi teléfono vibra contra la madera de mi escritorio, y miro hacia abajo para ver
el nombre de Kenzie destellar a través de la pantalla. ¡Finalmente! No me importa si
está llamando para decirme que me vaya al infierno. Es la primera comunicación de
ella en una semana. Desbloqueo mi teléfono, pero el texto dice sólo una palabra. Mi
corazón se detiene. ¡Zoológico!
Sé lo que eso significa. Tessa está a punto de morir, hoy. Y Kenzie está
cumpliendo el deseo de su hermana. Agarro mis llaves y le mensajeo a Kenzie que
estoy en camino y la encontraré allí.
Esta no es la forma en que quiero volver a verla, pero no voy a defraudar a
Tessa. Y este no es el momento para mencionar algo acerca de mi relación con
Kenzie. Esto no es sobre ella y yo. Hoy no es el día para entrar en todo eso, pero sé
lo difícil que va a ser. Me aplastará no ser capaz de envolver mis brazos alrededor
de ella y prometer amarla a través de ello.
Le gano a Kenzie y Zoe al zoológico y compro las entradas, esperándolas en la
entrada. Es un hermoso día de otoño en Dallas, ni una nube en el cielo, un ligero frío
en el aire. Hay un stand de recuerdos enfrente, y un pequeño oso pardo en un tutú
rosa brillante llama mi atención. A Zoe le va a encantar. Pago por él y camino de ida
y vuelta frente al zoológico hasta que veo a Kenzie empujando un cochecito hacia
mí, con sus ojos en el suelo. Se ve hermosa, pero no voy a decirle. Caería en oídos
sordos, de todos modos. Ella aspira a tomar un cumplido en un buen día, por lo que
rebotaría directamente de ella hoy.
Zoe suelta un chillido ruidoso, agitando sus brazos por mí. Kenzie para el
cochecito, y me agacho y le doy a Zoe mi mano y coloco el oso junto a ella.
―Hola allí, Hoyuelos.
Los ojos de Kenzie se levantan a los míos.
―Gracias por venir.
Asiento ligeramente y me agacho para tomar a Zoe del cochecito. Puede que
no sea capaz de llevar cualquier dolor de Kenzie, pero puedo llevar a su sobrina. Esa
podría ser la única cosa que puedo hacer para aliviar su carga, por lo que llevo a Zoe
y su nuevo oso toda la tarde mientras Kenzie empuja el cochecito detrás de nosotros.
Zoe está sonriendo y riendo, teniendo el mejor momento, mientras que su madre se
está muriendo. Es exactamente lo que quería Tessa, pero el dolor que viene de
Kenzie es palpable. Claro, ella sonríe cuando Zoe la mira, pero sé que apenas está
controlándose. No decimos mucho el uno al otro durante la tarde, pero espero que
208 mi apoyo silencioso sea suficiente. Espero que pueda sentir lo mucho que la amo.
―Helado ―dice Kenzie suavemente―. No podemos olvidar el helado.
Levanto a Zoe alto en el aire y planto una trompetilla en su barriguita mientras
se ríe.
―¿Vainilla o chocolate? ―El bebé chilla―. ¿Qué hay de las dos cosas?
―Lo conseguiré ―dice Kenzie, caminando hacia un pequeño stand.
Me siento a una mesa con una sombrilla brillantemente coloreado y coloco a
Zoe encima de ella, sosteniéndola frente a mí. Ella alza la vista al arcoíris que la
sombrilla está haciendo, extendiendo sus pequeñas manos como si esperara tocarlo.
Kenzie camina de vuelta con un cono con dos bolas y se sienta a mi lado, tan cerca
que su cuerpo está casi apoyado en el mío. Sostiene el cono delante de Zoe,
cosquilleando sus labios con él. Zoe arruga su nariz y sacude su cabeza.
―Vamos, Zoe ―dice Kenzie, con su voz quebrada―. Sólo un poquito, por
mami.
―Déjame intentarlo ―digo, tomando el cono y sosteniéndolo hasta los labios
de Kenzie. Ella está conteniendo una sonrisa, pero toma un enorme, dramático
mordisco para mostrarle a Zoe, que aplaude. Entonces sostengo el cono de nuevo
bajo la boca de la niña, y ella cae hacia adelante, todo su rostro aterrizando en el
cono. Ambos rompemos a reír. Como de costumbre, mi cuerpo reacciona a su risa,
y mi corazón enloquece en mi pecho. Dios, cómo he extrañado ese sonido, tanto así
que es casi doloroso cuando Kenzie presiona sus labios juntos, deteniendo su risa.
―Está bien reírse, Kenzie ―digo suavemente―. Creo que Tessa quería que
compartieras esto con Zoe.
Sus ojos se cierran, resistiendo, y dice:
―Creo que a Zoe le gusta el chocolate. ―La cara de Zoe está cubierto de
helado, y ahora tiene sus dedos clavándose en las bolas―. Así que Lily vino a verme
esta mañana ―susurra Kenzie.
Mi cabeza gira rápidamente.
―¿Qué?
―¿Realmente no lo sabías?
―Jesús, no ―digo, limpiando la cara de Zoe―. Lo siento, Kenzie. No puedo
imaginar por qué haría eso.
―Me dijo que quiere que esté contigo.
―Mierda. ―¿Lily honestamente pensó que eso iba a funcionar? Si lo hace, le
debo una grande, pero algo me dice que Kenzie necesitará más que una visita de mi
209 ex―. Justo lo que buscabas estoy seguro, la bendición de mi ex esposa.
―En realidad, me agrada ―dice Kenzie mientras suena su teléfono.
Lo saca y se aleja. Termino de limpiar a Zoe, mirando los ojos de Kenzie todo
el tiempo. Sé el momento en que escucha que su hermana se ha ido porque sus ojos
marrones se opacan y casi puedo ver el muro alrededor de su corazón hacerse más
grueso. Tiene que hacerlo, para bloquear el dolor. No está lista para sentirlo ahora
mismo. Cuelga el teléfono y se acerca, tomando al bebé en sus brazos y descansando
su cabeza en la parte superior de Zoe.
―Mami se ha ido ―susurra.
―Ma ma ―dice Zoe alegremente.
―Mami se fue, chau-chau, a los ángeles.
―Chau-chau ―dice Zoe.
―Así es. Ma ma, chau-chau.
Eso fue todo para mí. De ninguna manera solo puedo sentarme aquí en
silencio. Envolviendo mis brazos alrededor de mis chicas, susurro:
―Te tengo. Las tengo a las dos. ―Sorprendentemente, Kenzie me permite
abrazarla. Se siente increíble tenerla tan cerca, pero odio que sea bajo estas
circunstancias. No estoy seguro de cuánto tiempo nos quedamos así, pero Zoe
eventualmente comienza a retorcerse, forzándome a liberarlas. La tomo de Kenzie y
me dirijo hacia la salida del zoológico.
Zoe descansa su cabeza en mi hombro, el ritmo de mi zancada arrullándola.
Para el momento en que llegamos al coche de Kenzie, el bebé ha dejado un charco
de baba en mi camisa. Pongo a Zoe en su asiento para bebé, acurrucando su oso
junto a ella, luego cargo el cochecito y abro la puerta del coche para Kenzie. Ella se
desliza dentro, y me arrodillo delante de la puerta abierta del coche, inseguro si ella
está bien para conducir. No hay nada que pueda decir en este momento, nada para
aliviar su dolor.
Ella mira hacia abajo hacia mí, pero no dice una palabra. No necesita hacerlo.
Sé que está muerta de miedo de abrir su boca. Sé que está asustada de que
comenzará a llorar y no será capaz de parar. He estado allí, justo donde ella está.
Toma mi mano y le da un pequeño apretón luego llega a la puerta de su coche. Me
paro, y ella gira la llave de encendido sin tomar otra mirada en mí.
No voy a dejarla. Ella tiene que saber que estoy aquí. La sigo todo el camino a
casa, con la esperanza de que me pueda sentir allí. Con la esperanza de que sepa que
estoy allí. Con la esperanza de que pueda sentir mi apoyo, mi amor empujándola
hacia delante.
210
25
Kenzie
¿Conoces ese sentimiento que tienes cuando no hay un nombre para lo que
estás sintiendo? Esa soy yo en este momento. No sé cómo hacer esto. No sé cómo
enterrar a mi hermana. Tal vez si me quedo en la cama todo el día, no tendré que
hacerlo. Es irracional, lo sé, pero quiero evitar este momento el mayor tiempo
posible. Es por eso que llamé a los médicos y especialistas una y otra vez; queriendo
evitar este día. No quiero hacer frente a un mundo sin Tessa en él.
Escucho un pequeño golpe en la puerta antes de que Michael asome su cabeza.
Trata de sonreírme, pero su boca no cooperará.
―Cariño, ¿todavía no estás vestida? Sawyer está abajo y la niñera acaba de
llegar para cuidar a Zoe. Es hora de ir.
211
Por un segundo, pienso que sólo no iré. No van a enterrarla sin mí. Michael se
sienta en la cama a mi lado, su traje azul marino oscuro arrugándose.
―¿Has dormido en absoluto? ―Sólo sacudo mi cabeza. Zoe durmió bien, así
que ni siquiera puedo echarle la culpa a ella. Michael deja escapar una respiración
profunda―. Necesito que cuides de ti misma, niña. ―Se gana una leve inclinación
de cabeza―. Entre tu ruptura con Kane y Tessa dejándonos, estoy preocupado por
ti… muy preocupado.
―Estoy bien, Michael.
―Desearía que me llamaras papá ―dice―. Solías llamarme así cuando eras
más joven. Sería bueno todavía oír eso de parte de una de mis hijas.
¿Está hablando jodidamente en serio? ¡Va a decirme eso hoy! Lanzo las sábanas
a un lado y salto de la cama. Michael me mira por un segundo, pero no hace intentos
de irse.
―Vamos a llegar tarde ―digo, tratando de echarlo fuera de la habitación.
―Tengo que decirte algo ―dice―. Advertirte sobre algo.
―¿Advertirme? ―Tiene toda mi atención ahora. Mi hermana está muerta.
¿Qué es posiblemente peor que eso?
―Brandon va a venir hoy. Está muy mal y…
―¡No doy una mierda cuán mal está él!
―Era el deseo de Tessa que se le permita asistir ―dice Michael―. Es el padre
de Zoe, así que…
―Por supuesto que tú dirías eso ―digo.
―¿Qué se supone que significa eso?
―Nada.
―Sé que esto es difícil, Kenzie. Pero Brandon tiene el derecho…
―Supongo que sabes todo acerca de los derechos que los padres tienen, ya que
no conseguiste que el mío me llevara. No vas a cometer el mismo error otra vez, ¿eh?
―¿De qué estás hablando? ―pregunta Michael.
―Lo sé, ¿está bien? ―espeto―. Sé que nunca me quisiste después de que
mamá murió. Sé que querías devolverme a mi padre biológico.
―No estoy seguro de porqué dices eso. Nunca ni siquiera consideré eso.
Lanzo mis brazos en el aire.
―No mientas. ¿Podemos dejar de fingir? Te oí. Deja de actuar como si me
212 amaras, como si me quisieras. Sé que no lo haces.
―No sé lo que pensaste que oíste, pero nunca…
―Te oí en el teléfono sólo días después de que mamá murió. Te oí preguntar
“¿Puede su padre llevársela?”. Asumo qué estabas hablando con tu abogado. Sé que
estabas tratando de deshacerte de mí antes de que la tierra sobre la tumba de mamá
estuviera asentada.
Michael levanta sus brazos, tratando de envolverme en su amor, pero
retrocedo.
―Oh, Kenzie, ¿es por eso que te volviste tan distante conmigo?
―Una respuesta bastante normal cuando descubres que el único padre que
jamás has conocido no te quiere.
Inclina su cabeza.
―Es todo lo contrario, niñita. Estaba asustado como la mierda de que tu padre
apareciera y te alejara de mí.
Mi cabeza se sacude ligeramente. Eso no puede ser cierto. Sé lo que oí.
―No, estabas en el teléfono y…
―Me oíste preguntar si tu padre podría llevarte -―dice Michael—, no que
quería que él te llevara. No podía soportar la idea de perderte después de perder a
tu madre tan de repente. Estaba preso del pánico, y quería saber mis derechos.
Necesitaba saber si tenía argumentos en los que apoyarme si tu padre biológico se
presentaba.
Mi respiración se atora. Todo lo que creía mi vida entera está cayendo en un
montón de escombros.
―¿Me querías? ―pregunto, mi voz sonando pequeña y débil. Odio cuando
sueno de esta manera.
Michael camina hacia mí y coloca sus dos manos sobre mis hombros.
―Cualquier hombre estaría contento de llamarte su hija. Ha sido uno de los
mayores privilegios de mi vida el ser tu padre.
Me derrito en sus brazos.
―Papi.

Mirando hacia abajo a mis zapatos negros hundiéndose ligeramente en el suelo


213 todavía húmedo por el rocío de la mañana, decido no volver a usarlos de nuevo.
Porque estos zapatos dicen que estoy enterrando hoy a mi hermana.
El ataúd negro envuelto en rosas está a metros de mí. El sonido de sorbos y
sollozos ahogados llenan el aire. Pero nada de esto se está asimilando. No puedo
absorber ninguna cosa que el ministro dice, o algún consuelo de los muchos amigos
de Tessa y miembros de la familia. No quiero escuchar que Tessa está en un lugar
mejor; la quiero aquí conmigo. No quiero escuchar que al menos no está sufriendo
más. ¿Qué pasa con todo el sufrimiento que Zoe experimentará sin su madre
alrededor? No quiero escuchar que se pondrá más fácil con el tiempo. El tiempo se
ha detenido porque Tessa era el tiempo. Ella era el amor. Ella era la alegría. Ella era
cada minuto, cada segundo, cada fibra de mi alma. Ella era todo.
Que me condenen si me quedo parada aquí y le aseguro a la gente que todo va
a estar bien. Así que estoy de pie, con la mirada fija en el ataúd mientras las personas
pasan. No tengo prisa por volver a la casa de Tessa, de todos modos; para hacer
frente a todas aquellas personas, hacer frente a Brandon. Fue lo suficientemente
malo que apareciera para enterrar a Tessa cuando no tuvo las pelotas para verla
morir. Me alegro de que Zoe esté en casa con una niñera y no sometida a ese tipo de
veneno hipócrita. Si él tiene dos dedos de frente, permanecerá lo más lejos de mi
sobrina hoy.
Doy un paso al ataúd y pongo mi mano sobre la parte superior. Una oleada de
calor se eleva por mi cuerpo, y levantó la vista, esperando ver el espíritu de Tessa,
pero encuentro los ojos azul marino de Kane fijos en mí.

Kane
Dando un pequeño paso hacia el ataúd, meto mis manos en mis bolsillos.
Quiero que Kenzie sepa que estoy aquí, pero sé que esto no es el momento ni el lugar
para forzarme a volver en su vida o exigir alguna conversación sobre nuestro futuro.
No está en su estado mental para nada de eso. Su cuerpo está tan rígido, se ve como
si se romperá en dos en cualquier momento. Y conozco esa expresión en su cara.
Solía verla en el espejo cada mañana; como si al hacer un movimiento en falso, todo
se vendría abajo; el temor de que nunca más serás capaz de recoger los pedazos una
vez que caen. Ahí es donde Kenzie está en este momento. Ella se dejará llevar por la
rutina, sonreirá cortésmente sin saber lo que se dijo. Llevará comida a su boca para
comer, pero no tendrá ningún sabor. Va a conducir, pero sin recordar cómo llegó
allí.
214
Le digo que la amo mil veces en mi mente. ¿Recuerdas cuando bailamos en tu
pequeña cocina, y te dije que nunca bailarías sola? ¿Recuerdas eso, cariño? Bueno, tampoco
harás esto sola. Deseo que pudiera leer mi mente justo ahora, así lo sabría. Pero en
cambio, se gira y camina hacia la línea de limusinas, su cabello castaño meciéndose
en la brisa de otoño. Pongo mi mano sobre el ataúd y bajo la cabeza.
―Cuida de mi Zoe por mí.

Me paso toda la tarde al igual que todos los demás invitados al funeral, sentado
alrededor de la casa de Tessa, intercambiando historias y haciendo alguna pequeña
charla. Viendo a Zoe jugando alegremente en el suelo sin una pista de que nunca
volverá a ver a su madre de nuevo es casi físicamente doloroso. Se está haciendo
tarde y casi todos se han ido, pero no he tenido la oportunidad de decir nada a
Kenzie, y lo necesito. Incluso si es el momento equivocado. Incluso si me grita. Tengo
que decirle que la amo. Prometimos amar sin arrepentimientos, y me arrepentiré de
no decirle esas dos pequeñas palabras. La busco en la planta baja entre los últimos
invitados antes de subir las escaleras. Antes de que mi pie toque el escalón más alto,
escucho a un hombre gritar y a Kenzie gritando de vuelta.
No es asunto mío, pero no voy a dejar que un tipo le grite a la mujer que amo,
incluso si ella es capaz de responderle. Empujo la puerta al cuarto de Zoe, y los ojos
de Kenzie se disparan justo hacia mí. Corre y agarra mi brazo.
―Dile, Kane. Dile.
Alejo su salvaje cabello de la cara.
―¿Qué está pasando?
―Dile que no se va a llevar a Zoe de esta casa. ¡Dile!
Kenzie parece frenética mientras me ruega que la ayude. Nunca he conocido a
Brandon, pero sé instintivamente que es el hombre que me está mirando.
Extendiendo la mano, digo:
―Kane Hunter, el abogado de Kenzie.
Brandon alza sus brazos.
―Cristo, Kenzie. ¿Llamaste a tu abogado? Soy el padre de Zoe.
Kenzie camina hasta estar a un centímetro de su rostro.
―¡No, no lo eres!
215 Simplemente caminé dentro de una tormenta de mierda completa. Tiro hacia
atrás a Kenzie, diciéndole:
―Vamos a hablar de esto por un minuto. Estoy seguro de que todos queremos
lo mejor para Zoe.
―¡Y él no! ―espeta Kenzie.
Brandon mira hacia otro lado.
―Sé lo mucho que me odias, y tienes todo el derecho, pero…
―Elegiste el corazón equivocado para romper ―gruñe Kenzie―, cuando
rompiste el de mi hermana.
―Ella sigue siendo mi hija ―grita Brandon.
Kenzie endereza su espalda.
―¿Qué pensaste que yo haría? ¿Darte a Zoe y desearte lo mejor?
―Eso es exactamente lo que vas a hacer ―dice Brandon, lanzando unos
papeles a Kenzie―. Tessa y yo nunca firmamos los papeles del divorcio. ―Kenzie
me mira, y rápidamente recojo los papeles sin firmar para examinarlos―. Crees que
sabes todo lo que Tessa quería, pero no es así. Tessa y yo pasamos mucho tiempo
juntos los últimos meses. Llevó a Zoe a visitarme, y después de que Tessa se puso
demasiado enferma para viajar, vine aquí para pasar tiempo con Zoe, a veces los
domingos cuando Tessa estaba contigo.
Kenzie sacude la cabeza de un lado a otro.
―No, no. Ella me habría dicho.
Pasando mis ojos sobre los papeles, me doy cuenta de que Kenzie no tiene
argumentos en los que apoyarse. Sí, Brandon es un idiota, pero ningún tribunal va
a quitarle un bebé a su padre.
―Tessa me pidió que fuera tutor de Zoe ―dice ella―. Me mudé aquí para
hacer precisamente eso. Está incluso en su testamento.
―Ese era su plan original, sí, pero nosotros estuvimos hablando, Kenzie. No
podía divorciarse de mí porque yo tenía su seguro de salud, así que eso mantenía
las líneas de comunicación abiertas entre nosotros.
―¿Así que me estás diciendo que te perdonó?
―No, nunca dijo eso ―dice en voz baja.
―Correcto ―ataca Kenzie―. Debido a que abandonaste a tu esposa enferma,
querías que ella…
216 ―¡Jódete, Kenzie!
Interponerme entre Kenzie y Brandon, es todo lo que puedo hacer para no
darle un puñetazo.
―Puedo hacer una llamada telefónica a un juez y obtener la custodia de
emergencia de Zoe dada a Kenzie. Una jodida llamada de teléfono.
Brandon da un paso atrás.
―Yo no quiero que sea así, y tampoco lo querría Tessa.
Me giro hacia Kenzie, y vuela a mis brazos, agarrando mi camisa.
―Por favor, no dejes que se la lleve. Por favor, Kane, por favor.
Inhalo profundamente, tan agradecido de que esté finalmente en mis brazos
otra vez. Sé que esta es mi oportunidad, pero si estropeo esto, Kenzie me va a culpar
para siempre.
―Ve a buscar a Zoe ―digo, acariciando su rostro, pero sus ojos se abren con
miedo―. ¿Confías en mí? ―Asiente―. Ve por Zoe.
Ella mira entre Brandon y yo antes de salir.
―Ahora lo entiendo ―dice Brandon―. Ustedes dos están juntos.
Me reclino contra la cuna de Zoe, con los brazos cruzados. Sé que la ley está de
su lado, pero no hay manera de que esté sacando a Zoe de aquí esta noche. Sólo
tengo que tener cuidado.
―Sí, por lo que conozco a Kenzie mejor que nadie. Esta no es la manera de
manejar esto.
―¿Sabes que tengo todo el derecho a llevármela?
―Lo sé ―le digo―. Y sabes que puedo detenerte. Tal vez no para siempre,
pero por un pequeño lapso, puedo hacer tu vida muy difícil.
Brandon mira hacia la puerta.
―Sabes, Kenzie y yo solíamos llevamos muy bien.
―Entonces, tratemos de volver a eso, porque no importa lo que pase, se
necesitan mutuamente. ¿De verdad crees que sólo puedes tomar a Zoe y no necesitar
ninguna ayuda de Kenzie, nunca?
―No ―dice Brandon―. Mis padres han muerto, y sólo tengo un hermano, y
está en el ejército, viaja todo el tiempo. Sin embargo, Michael y Sawyer ayudarán. Sé
eso.
217 ―¿Así que planeas educar a una niña pequeña sin la ayuda de una mujer?
―Brandon exhala. Parece lo suficiente sensato ahora. Puedo trabajar con eso―. ¿Ha
ido Zoe incluso alguna vez a tu casa? ¿Tienes cuarto de bebé? ¿Zoe ha dormido
alguna vez allí? ¿Has cambiado su pañal? ¿La has alimentado? ¿Le has dado su
medicina? ¿Sabes cuál es su canción favorita? ¿O el sabor de helado?
―Basta ―gruñe Brandon―. Lo entiendo, pero es mi hija, y Tessa me quería
con Zoe. Hablamos de ello.
―Está bien, pero vamos a pensar en Zoe. Su madre no está aquí para arroparla
en la cama esta noche. ¿De verdad crees que deberías llevártela y ponerla en una
cama extraña, en una casa extraña, con un hombre que apenas conoce?
―Ella me conoce ―dice Brandon―. Pero entiendo tu punto. Debemos hacer
de esto una transición calmada y sin problemas.
―Vamos a asegurarnos de que esto es lo que quieres. Que puedes manejarlo.
Vamos a hacerlo más fácil para Zoe.
Kenzie entra cargando a Zoe, que aplaude con entusiasmo por mí. Dios, amo a
esa niña. Pero no puedo hacer esto sobre mí. Tengo que mantener la concentración.
Tomo a Zoe, y ella planta un húmedo beso en mi mejilla.
―Hola, Hoyuelos ―digo, besando su frente.
Brandon nos está mirando fijamente. Míranos largo y tendido, amigo. Esto es lo
que le estás quitando a Zoe.
―¿Puedo sostenerla por un minuto? ―pregunta.
Le entrego Zoe a Kenzie. Esto tiene que ser su decisión. No puedo
sobrepasarme, pero le doy una leve inclinación afirmando que está bien. Kenzie da
dos pasos hacia Brandon.
―Ella se retuerce mucho, así que tienes que sostenerla bien. ―Le pasa a Zoe.
La cara de Zoe se estruja inmediatamente, su labio sobresale, y Kenzie se extiende
para tomarla de nuevo, pero tomo su mano y la traigo a mi lado. Este individuo tiene
que ver exactamente lo difícil que va a ser.
―Es papá ―susurra Brandon, tratando de contener a su hija mientras ella
arquea la espalda.
Él mira hacia mí y Kenzie en busca de apoyo, pero no ofrecemos ninguno. Sé
lo que quiere Zoe. Si él sólo pegara sus nudillos a su boca, estaría súper feliz. Ella
necesita algo para morder. Zoe suelta un grito que te eriza la columna, tratando de
alcanzar a Kenzie, quien rápidamente va hacia ella. Levanto el dedo, y Zoe se acerca,
tan feliz como puede ser.
218 La baba escurre por mi mano, veo a Kenzie lanzarle una sonrisa malvada. Ella
está haciendo mi trabajo aquí mucho más difícil.
―Adiós, Brandon ―resopla.
―Regresaré mañana ―dice―. Ten a mi hija lista.
―¡No! ―grita Kenzie.
―Brandon ―digo con calma―. No estás listo para llevártela mañana.
Él libera una respiración profunda.
―¿Qué tal si vengo mañana y sólo visito a Zoe por unas horas?
Siento a Kenzie a punto de destriparlo verbalmente de nuevo, por lo que
deslizo mi brazo alrededor de su cintura.
―¿Kenzie?
―Me quedaré aquí ―dice Brandon―. Puedes utilizar el tiempo para limpiar,
o puedes verme todo el tiempo. Sólo un par de horas.
―Voy a estar aquí, también ―digo, pero Kenzie nos mira lanzándonos dagas
a ambos. La jalo a un pequeño rincón de la habitación y susurro―: Kenzie, tienes
que permitir que esto suceda.
―¿Por qué?
―Porque incluso si obtienes la custodia de Zoe, ningún juez va a retirarlo por
completo. Él no es un criminal. Tiene derechos, nos guste o no. ―Ella mira a
Brandon―. Se verá mejor si pareces estar cooperando, también, si se llega a una
batalla judicial. ―Contengo la respiración. Sé que estoy jugando a ambos lados aquí,
pero ninguno de ellos está listo para tomar una decisión importante en este
momento.
―¿Vas a estar aquí? ―pregunta Kenzie.
Sonrío, agradecido de que confía en mí para cuidar de ella.
―Por supuesto.
―Y si trata de simplemente llevársela, ¿podrás detenerlo?
―Voy a hacer mi mejor esfuerzo. ―Inclino la barbilla―. Pero no creo que lo
vaya a hacer.
―Mañana, al mediodía ―dice ella, caminando de vuelta.
Brandon se extiende por la mano de su hija, pasando su pulgar a través de la
piel suave del bebé.
―Papi te verá mañana. ―Entonces sale por la puerta.
219 Kenzie abraza a Zoe con más fuerza, sosteniéndola contra su pecho, frotando
su cabeza calva. Doy un paso cauteloso hacia adelante.
―Ella luce cansada. ¿Te gustaría que la meciera mientras ves al resto de los
invitados?
―No.
―¿Qué tal si le consigo su biberón? ¿Y algo de comer para ti también?
Ella niega con la cabeza.
―Sólo quiero abrazarla. ¿Me puede dar unos minutos, por favor?

Michael y Sawyer fueron los últimos en salir. Le tomó a Kenzie media hora
convencerlos de que estaría bien. Michael está claramente preocupado por su otra
hija, y por primera vez en la historia, escuché a Kenzie llamarle papá. Tessa tiene
razón, algo bueno siempre sale de algo malo, porque cualquier dolor y tristeza que
Kenzie sentía por Michael parece haber desaparecido.
Me giro hacia la casa, que es un desastre; tazas, platos, y restos de comida por
todas partes. Pero va a esperar hasta mañana. Desabrocho un par de botones de mi
camisa de vestir y deshago mi corbata, arrojándola en la barandilla, donde había
dejado mi abrigo hace horas. Me dirijo arriba mientras Kenzie sale de la habitación
de Zoe.
Ella levanta su dedo a la boca.
―¡Shh! Finalmente se durmió.
―Todos se han ido ―le susurro.
―Todos, salvo tú ―dice Kenzie en voz baja.
Me encojo de hombros, pero sé las siguientes palabras que salgan de mi boca
podrían morderme el trasero.
―Me quedo —le digo con firmeza. Y para mi sorpresa, no plantea ninguna
objeción―. ¿Has hablado con Michael y Sawyer? ¿Sabían algo de esto?
―Ambos sabían que Tessa seguía hablando con él. Pero no sobre la custodia.
―Brandon parecía pensar que lo ayudarían.
―Ellos lo haría por el bien de Zoe ―dice―. Pero los dos me dijeron que si
tienen que elegir un bando, están en el mío.
―Eso es bueno ―le digo.
220
―Simplemente no puedo creer que Tessa nunca me habló de nada de esto.
―Zoe empieza a llorar, y Kenzie baja la cabeza―. Extraña a Tessa.
―Iré por Zoe. ¿Por qué no intentas descansar?
Me dirijo hacia la habitación de Zoe, y Kenzie captura mi mano.
―Me alegro de que estés aquí. ―Pero igual de fácil, retira su mano de la mía
y se aleja.
Me toma un cuarto de hora mecer a Zoe hasta que deje de llorar y duerma de
nuevo. Esta es la parte complicada, bajarla sin despertarla. Esto debería ser un
deporte olímpico, pero lo logro sin muchos problemas. Una pesadez llena mi pecho,
mirando hacia abajo a su dulce rostro. Alcanzando el pequeño oso del zoológico, lo
coloco junto a Zoe y luego cierro suavemente la puerta detrás de mí.
La puerta de la habitación de invitados, la habitación de Kenzie, está abierta.
Su perfil entra a la vista. Es una mujer fuerte. Camino hacia ella y me arrodillo.
―Si Zoe se levanta, iré por ella. Quiero que duermas.
Kenzie salta.
―No, hay mucho que hacer. Tengo que limpiar la casa y escribir las gracias
y…
¿Realmente cree que pueda sólo mantenerse ocupada a través del dolor de
perder a su hermana? Probablemente sí, hice lo mismo durante mucho tiempo.
―Y yo te ayudaré con todo eso a partir de mañana. En este momento, tienes
que dormir.
―No estoy cansada ―dice Kenzie, con los ojos buscando alrededor de la
habitación algo que hacer―. Todavía no he desempacado completamente.
―¿Necesito abrazarte y mecerte hasta que te duermas también? ―pregunto―.
Porque lo haré.
Un sonrisa muy suave adorna sus labios, pero sólo por un segundo.
―Me encantaron los zapatos que enviaste ―dice Kenzie―. Todos ellos.
―¿Tienes un par favorito? ―pregunto.
―Los Tifanny Blue aún son mis favoritos ―dice Kenzie, presionando sus ojos.
En verdad desearía que no hiciera eso. Se sentiría definitivamente mucho mejor si
sólo dejara todo salir.
Deslizó mi brazo alrededor de ella, diciéndole:
―Lo siento tanto, me perdí cuando los usaste.
221
Ella sale de mis brazos.
―¿Qué le dijiste a Brandon?
―Que estaba manejando esto de la manera incorrecta.
―No debería estar manejando esto de cualquier manera. ―Kenzie chasquea―.
No va a llevarse a Zoe.
―Kenzie, él tiene derechos ―digo con gentileza.
―¿Crees que merece ser su padre, después de lo que hizo?
―Sabes que no ―digo―. Sabes que quiero educarla contigo. Sabes que no
quiero perderla.
―¿Entonces, cómo pelearemos?
Me gusto el sonido de ese nosotros.
―Por ahora, creo que le permitiremos las visitas. Una vez que tenga una
probada de lo que en realidad es ser un padre, puede que cambie de opinión.
―¿Y si no lo hace?
―Entonces haré lo que quieras que haga.
—¿Lo llevaras a la corte?
―Absolutamente, si es lo que quieres.
―¿Pero? ―pregunta Kenzie―. Con honestidad, Kane.
―Pero perderás Kenzie. ―Aleja la mirada―. A menos que haya algún
profundo secreto oscuro, historial criminal, abuso o uso de drogas, no tienes una
oportunidad ―digo suavemente tomando su mano―. Pero haré mi mejor esfuerzo.
―Gracias por decirme la verdad. ―Kenzie mira hacia mí y asiento―. ¿Qué
pasa con la voluntad de Tessa? Si me hace su tutora, ¿no ayuda eso?
―Sí, ayuda, pero no es suficiente para darte la custodia completa.
Kenzie se hunde en la cama.
―¿Y te asegurarás de estar aquí mañana al mediodía?
Coloco mi mano en su rodilla.
―No te voy a dejar esta noche, mañana o el día después.
―¿En verdad?
―No voy a dejarte. ―Creo que veo penetrar mis palabras, al menos una capa
o dos.
―¿No se supone que esta es tu última semana en la firma?
222 ―Lo era, pero lo pospuse cuando Tessa murió.
―¿Lo hiciste?
―Por supuesto. ―Kenzie cierra los ojos y mueve la cabeza―. Duerme un poco.
Te veré en la mañana.
26
Kenzie
Frotando mis ojos, miro el reloj. Es casi la hora del almuerzo, casi la hora de
Brandon. Salgo de la cama con rapidez y trastabillo por las escaleras mientras recojo
mi cabello en la parte de arriba de mi cabeza. Escucho a Kane hablar y a Zoe riendo.
Está tumbado en el sofá, con sus rodillas levantadas, jugando con Zoe, pero tiene su
teléfono en su oreja. Miro alrededor. La casa está totalmente limpia. Debe haber
estado despierto toda la noche.
―Lo hago lo mejor que puedo. Puedo cerrar mis cuentas la semana que viene
―dice y hace cosquillas a Zoe, quien se ríe―. No creo que me estés escuchando. La
hermana de mi novia ha muerto y vamos a cuidar de su hija, así que no me preocupa
la elección del jurado para… ―Sus ojos atrapan los míos―. Estaré la próxima
223 semana.
Me acerco y tomo a Zoe, dándole un pequeño abrazo.
―¿Has dormido algo? La casa está impecable. No tenías que hacer eso.
―Hoyuelos y yo nos levantamos temprano ―dice, haciendo cosquillas en la
barriga de la bebé―. Quería que durmieras. ¿Te sientes mejor?
Asiento que sí, pero ambos sabemos que estoy mintiendo.
―Brandon estará aquí en cualquier momento.
―Lo sé, así que dejé el pañal de Zoe bonito y pesado ―dice Kane, haciéndome
reír. Veo sus ojos encenderse. Supongo que mi risa todavía funciona para él―. Y
acabo de darle un biberón, así que espero que vomite por todo él.
Le hago cosquillas a Zoe en la barriga, haciéndola reír.
―Vamos a revolver las cosas aquí para asegurarnos.
El timbre suena y Kane se levanta para contestar. Echa un vistazo atrás hacia
mí antes de abrir la puerta y dejar que Brandon entre. Brandon camina directo hacia
mí y Zoe, con sus brazos extendidos. No quiero entregarle a Zoe, Brandon sólo se
queda de pie delante de mí como el egoísta y arrogante bastardo que es… como si
tuviera derecho a estar aquí, a tener cualquier tiempo con Zoe.
Kane da un paso a mi lado.
―¿Por qué no la llevas al patio trasero? Le gusta columpiarse ―le dice a
Brandon y no puedo evitar sonreír. Kane es un malvado genio. ―Brandon toma a
Zoe y sale por la puerta de atrás―. ¿Qué tal si comemos algo?
En la cocina, me quedo ante la ventana de atrás, observando a Brandon y Zoe.
No es que piense que vaya a secuestrarla, pero no estoy preparada para estar lejos
de Zoe, es mi última conexión con Tessa. Kane aparece a mi lado, sosteniendo un
plato bajo mi nariz.
―Sobras.
―Gracias ―digo―. Te escuché discutir con tu firma antes.
―No es importante ―dice Kane―. Pero tal vez podamos llevar a Zoe a pasear
más tarde. Necesito recoger algunas cosas. ―Tira de su camisa y pantalón, todavía
vestido del funeral.
―No estoy segura de querer ir a esa casa de nuevo.
―La casa se vendió la semana pasada ―me recuerda Kane.
―Oh, es verdad. ¿Dónde te quedas?
―En un hotel ―dice Kane encogiéndose de hombros―. Era eso o quedarme
224 con Deacon o mi madre y James.
―Lo siento. Supongo que realmente arruiné las cosas para ti ―digo con
culpabilidad.
―Bueno, tal vez puedes solucionarlo ―dice Kane, tomando mi mano. No se la
tomo de vuelta, sin embargo. Simplemente no tengo la energía para meterme en
todo, pero aparentemente él lo hace―. Lily estaba histérica cuando me llamó ese día.
Debería haberte llamado y ponerte sobre aviso, y sé que te hirió verme abrazándola,
pero…
―Te oí decir que la amabas.
Sus ojos azul marino se entrecierran en mí. Nunca ha lucido tan molesto como
hace en este momento.
―Mírame, Kenzie. Mírame a los ojos y dime, en tu corazón, que piensas que
estoy enamorado de Lily y no de ti.
―Creo… ―Hago una pausa―. Creo… ―Lo intento de nuevo―. También te
necesitaba, Kane. Y, una vez más, corriste hacia ella.
―Me necesitabas ―susurra Kane, acunando mi rostro―. Porque Tessa estaba
en el hospicio y estabas a punto de ser madre y tu negocio se está moviendo y tú te
estabas moviendo y fui a Lily cuando me necesitó, pero me necesitabas más.
―Sí.
Kane aparta un mechón de mi cabello de mi rostro.
―Pero te levantas cada mañana y trabajas duro, y olvidé que eso no significa
que no estés aterrorizada. Olvidé que eso no significa que no me necesites. Eres tan
malditamente fuerte todo el tiempo, Kenzie.
―Estaba intentando no permitir que mi mierda te tocara. No quería
sobrecargarte demasiado.
―¿Porque pensabas que me iría?
―Sí, ¿por qué no ibas a hacerlo? Esto es un completo desastre.
―Un hermoso desastre ―dice Kane―. He tenido algo aparentemente perfecto.
Y prefiero a mi diseñadora de lencería con un horrible sentido de la dirección, mal
gusto para los equipos de fútbol, que contonea el culo, obsesionada con los zapatos,
que monta en caballo como una niña salvaje y se sonroja cuando está desnuda.
―Lo siento, Kane ―digo―. Supongo que esperaba que te fueras en algún
punto y entré en pánico.
―Te amo, Kenzie, y siento haberte dado la más pequeña razón para dudar de
eso. ―Se inclina hacia abajo, con sus ojos fijos en los míos.
225 ―¡Mierda! ―grita Brandon, entrando por la puerta trasera, sosteniendo a Zoe
lejos de su cuerpo cubierto de vómito.
Aprieto mis labios, intentando no estallar en carcajadas. Kane me codea
juguetonamente en el costado y recibe a Zoe de Brandon.
―¿Cómo estuvo el tiempo de papi? ―pregunto.
Brandon alza la mirada de su camisa.
―Ya que a papi le vomitaron encima, creo que volveré esta noche y llevaré a
mi hija a cenar.
―Nunca acordamos que Zoe dejaría la casa contigo ―espeto.
Kane termina de limpiar el rostro de Zoe, preguntando:
―¿Tienes un asiento para el auto?
―Bien, compraré uno.
―¿Sabes de qué tipo? ―pregunta Kane.
―Supongo que tú lo sí ―espeta Brandon.
―Sí, así es. ―Kane tira de mí a su lado y sostiene a Zoe en la otra cadera―.
Puedes venir aquí a cenar, alimentar a Zoe, bañarla, llevarla a dormir.
―O puedo llevármela en este momento ―dice Brandon.
―¡No! ―grito, tomando a Zoe en mis brazos―. No puedes llevártela, Brandon.
―Él debe haberte dicho para ahora que no vas a tener la custodia. Sólo estás
alargando esto. Es mi hija.
―¿Por qué siquiera la quieres? ―grito, entrando en todo―. Querías matarla.
Brandon arremete hacia mí.
―¡Perra! ―Kane nos empuja a Zoe y a mí detrás de él, arrojando sus brazos al
cuello de Brandon, forzándolo a retroceder y sujetándolo contra la pared―. Sólo
quería salvar a Tessa ―dice Brandon con lágrimas cayendo por su rostro―. Quería
salvarla. La amaba. ―Kane lo suelta y Brandon se hunde en una silla―. Pensé que
una vez que me fuera, entendería cuán grave era su enfermedad. Pensé que
aceptaría el tratamiento. Podríamos haber tenido otros hijos, pero había solamente
una Tessa.
―Entonces, ¿por qué la dejaste?
Su pecho empieza a jadear y doy un pequeño paso adelante.
―Nunca tuve intención de divorciarme de ella. Pensé que me iría y ella vería
las cosas a mi manera, pero en su lugar, pidió el divorcio. Una vez que me di cuenta
de que no iba a cambiar de opinión, le supliqué que me perdonara. Le supliqué que
226
me dejara volver, pero no me lo permitió. Te tenía a ti. ―Me mira a los ojos―.
Tomaste mi lugar.
―No lo hice…
―La llevaste al doctor. Fuiste a Lamaze. Estuviste en la sala de partos. La
ayudaste a nombrar a mi hija. Y la ayudaste a morir ―espeta. Kane y yo
intercambiamos una mirada. Sé que lo que Brandon dice es verdad. Tomé su
lugar―. Debería haber estado aquí para todo eso. Quería hacerlo, pero Tessa no me
hablaba. La única razón por la que no firmó los papeles del divorcio fue por el
seguro. Ya no me amaba.
Le entrego a Zoe a Kane y me arrodillo frente a él.
―Sí, lo hacía, o no te hubiese dejado acercarte a Zoe.
―Ese fue el mejor día de mi vida ―dice Brandon―. Me llamó
inesperadamente. Lo recuerdo porque fue el día que hiciste ese programa de
televisión con ese imbécil de las noticias de la mañana.
Kane dice:
―Ese es mi hermanastro.
―¿Espera? ¿Ese fue el día que te llamó? ―Miro a Kane―. Fue el día que nos
conocimos.
―Sí, me llamó durante el almuerzo y me preguntó si quería ver a Zoe.
Miro por la ventana, preguntándome qué de ese día había impulsado a Tessa
a llamar a Brandon. Las ventas subieron a pesar de la entrevista. Había conocido a
Kane. Las cosas iban bien. Zoe deja escapar un pequeño chillido y todos la miramos
mordisquear felizmente la barbilla de Kane. Él sólo se encoge de hombros.
―Parece feliz con ustedes dos ―dice Brandon en voz baja―. Eso duele.
―¿Puedes decirme por qué la quieres? ―pregunto.
―Porque era el deseo de Tessa y porque haría cualquier cosa, daría cualquier
cosa, por hacerla feliz, incluso si es demasiado tarde. Pero sobre todo porque la amo.
Quiero una oportunidad de hacerlo mejor de lo que lo hice por Tessa.
―Ven esta noche. Kane y yo saldremos y puedes pasar por su rutina nocturna
con ella, aquí.

Kane
227 Conduzco como loco para llegar a mi hotel rápidamente, sabiendo que Kenzie
no quiere estar fuera mucho tiempo. Ya ha revisado su teléfono quince veces desde
que nos fuimos. Kenzie es una nuez difícil de romper. Me sentí ahogarme al escuchar
el dolor de Brandon, cómo sintió que tenía que elegir entre su esposa y su hija. Nadie
sale ganador en esa situación.
Pero Kenzie no va a ser ni un poco tolerante con él. Si Brandon va a estar en la
vida de Zoe, va a ser en los términos de Kenzie. Desafortunadamente, parece estar
cuestionando sus propios términos.
La tomo de la mano y la llevo al ascensor y subimos a mi habitación. Es una
habitación normal y sólo traje lo que cabría en el armario y la cómoda del hotel. Todo
lo demás está en un depósito. Saco una bolsa de lona y empiezo a meter cosas en
ella. Esto no se parece a lo que había imaginado que sería mi primera vez en una
habitación de hotel con Kenzie. Había esperado que estuviésemos en nuestra luna
de miel en algún lugar exótico.
―¿Y si se la lleva? ―pregunta Kenzie, paseándose por la pequeña habitación,
en pánico.
―Entonces lo acusaremos de secuestro ―digo con rapidez.
―¿Y si ella se ahoga? ¿Crees que aprendió a hacer la reanimación
cardiopulmonar infantil?
―Probablemente no ―digo.
―¿Y si la deja sola en la bañera?
―No creo que sea un idiota.
―¿Y si llora?
―Va a llorar.
―¿Y si enferma?
―Nos llamará.
―¿Y si la pone a dormir sobre su barriga?
―Le enviaré un mensaje y le recordaré que no lo haga.
―¿Y si…?
Sus preguntas no me molestan. Sé que necesita la seguridad, pero no puedo
soportar verla pasearse un segundo más con su culo contoneándose. Ambos nos
hemos disculpado por lo que sucedió, así que supongo que lo hemos solucionado,
pero no se sentirá así hasta que sus labios estén sobre los míos, hasta que mis brazos
la envuelvan, hasta que me diga que todavía me ama. Sin advertencia, le doy la
vuelta y la atraigo contra mí… con fuerza. Con nuestros labios cerca, puedo sentir la
228
calidez de su boca llamándome. Las motas de oro en sus ojos marrones están vivas
con luz y humedece sus labios, esperándome. No pierdo más tiempo, chocando mi
boca contra la suya, abriendo sus suaves labios y acariciando su lengua con la mía.
Mis dedos se enredan en su cabello cuando la aprieto más y un suave gemido
se escapa. Besa mis labios gentilmente unas pocas veces cuando nos separamos. Su
sonrisa alcanza sus ojos, con la promesa de un nuevo comienzo.
―No puedo creer que no te rindieras conmigo. Te amo tanto.
Por primera vez desde que encontré esos zapatos azules fuera del cuarto de mi
hija, mi pecho se relaja y mi estómago se desanuda.
―Pensé que no podría volver a escuchar esas palabras de ti.
―Te prometí que no te dejaría ―dice―. Y nos prometimos amor sin
arrepentimientos. Pero ya tengo arrepentimientos…
―Sin arrepentimientos ―digo―. Los remordimientos son para siempre. Son
las cosas con las que nos castigamos una y otra vez. Como Brandon hará por dejar a
Tessa. Como yo tengo por no reconocer lo que estaba pasando con Lily. El
remordimiento es la más sádica jodida de mente. Así que sin remordimientos para
nosotros.
―Está bien, sin remordimientos. ―Me besa tiernamente en los labios―. ¿Crees
que Zoe está bien?
―Creo que está bien, pero sé que quieres volver ―digo, entrando en el cuarto
de baño―. Sólo déjame tomar algunas cosas. ―Oigo a Kenzie decir algo, pero no
puedo entenderlo, así que saco mi cabeza del baño―. ¿Qué?
Me mira a los ojos.
―Empaca todo. ―Salgo del baño, dedicándole toda mi atención―. Nuestro
plan era vivir juntos. No se suponía que tuvieras tu propio lugar. ¿Te mudas
conmigo? ―Está loca si piensa que voy a ir con eso. La rodeo y abro un cajón de la
cómoda―. ¿Me has oído? ―pregunta.
Remuevo algunas cosas en el cajón.
―Te he oído.
―¿Bien?
―Nuestro plan nunca fue vivir en pareja. ―Me vuelvo y caigo sobre una
rodilla, tendiendo su anillo de compromiso. Dios, espero que no me rechace de
nuevo―. El plan era que te casaras conmigo.
229 Kenzie se pone de rodillas delante de mí.
―Sí. ―Extiende su mano para que le ponga el anillo―. ¿Kane?
Niego, creo que estoy conmocionado.
―¡Has dicho que sí! ―Me río con incredulidad y le pongo el anillo―. Pensé
que tendría que comprarte una docena más de pares de zapatos.
Se ríe en voz alta, alcanzando su teléfono.
―Tengo que llamar… ―Jadea y cubre su rostro con sus manos.
En su felicidad, ha olvidado que su hermana está muerta. Envuelvo mis brazos
a su alrededor y paso mis dedos por su cabello.
―Hola, Tessa ―susurro. Los ojos de Kenzie se abren de golpe―. Finalmente
he conseguido que tu terca hermana diga sí. Tal vez fuiste tú con una pequeña
intervención divina. ―Codeo a Kenzie, pero niega―. Kenzie no está preparada para
hablar ahora. Creo que tiene miedo de empezar a llorar y no poder parar. ―Kenzie
se aferra con más fuerza a mi pecho―. Zoe lo está haciendo bien y no te preocupes
por todo lo de Brandon. Lo solucionaremos. Haremos lo mejor para Zoe. ―Miro
abajo por un segundo―. ¿Cómo está mi Zoe? Espero que la encontraras. Espero que
la estés abrazando.
27
Kenzie
―No sé por qué estuve de acuerdo con esto ―me digo mientras recojo algunos
de los juguetes de Zoe del suelo. Brandon ha visto a Zoe a diario durante los últimos
días, pero esta noche se la llevó a dormir a su casa. No estoy segura si alguno de
nosotros lo hará durante la noche. Brandon es bueno con Zoe, tengo que admitirlo.
Ha recorrido un largo camino en un corto periodo de tiempo, pero sigo creyendo
que Zoe me pertenece y él todavía cree que Zoe le pertenece. Y el pobre Kane está
haciendo todo lo posible para mediar con los dos, no queriendo que la situación se
vuelva más explosiva.
Saco mi anillo de compromiso del bolsillo y lo deslizo de nuevo. Me lo quito
cuando Brandon esta alrededor. No quiero que piense que Kane y yo nos vamos a
230 casar como algún tipo de maniobra para obtener la custodia. Zoe estando fuera de
mi vista no me está sentado bien. Necesito estar cerca de ella. Me mantiene cerca de
Tessa. Subiendo las escaleras, permanezco fuera de la habitación de Tessa, mi mano
en el pomo. Nadie ha entrado en esa habitación desde la muerte de Tessa.
―Kenzie ―dice Kane detrás de mí, sorprendiéndome un poco.
―Creo que voy a empezar a buscar entre sus cosas.
―¿Esta noche? ―pregunta―. Sé que quieres distraerte, pero no estoy seguro
de que sea la mejor idea, esta noche.
―Solo dame unos minutos a solas allí en primer lugar.
Su mano se desliza a mi cintura, inclinándome hacia él.
―Kenzie, entrar en el cuarto de mi bebé después de haberla perdido fue difícil.
Realmente pienso que debes esperar un día o dos más.
Pero no escucho. En su lugar, giro el pomo, sintiendo la mano de Kane
deslizarse de mi cintura mientras paso del umbral. Sé que todavía está allí, pero está
haciendo lo que le pedí y me da unos minutos a solas. El aire se siente rancio,
poniéndome piel de gallina en los brazos. Pero estoy rodeada de mi hermana, su
olor me da vueltas. Quiero envolverme en este sentimiento y permanecer aquí para
siempre. Doy un paso hacia su cama y me quedo de piedra.
―¡Kane!
Está a mi lado al instante y apunto hacia abajo, a su cama, a un cuaderno
apoyado en la almohada. La recuerdo escribiendo en esto la última vez que la vi.
Debe de haberle pedido a Michael ponerlo allí. Es para mí, lo último que Tessa me
dará.
―Es de Tessa. Fue colocado allí.
―¿Lo has abierto? ―pregunta y sacudo mi cabeza―. ¿Quieres que te lo lea?
―¿Lo harías?
Kane lo recoge suavemente y lo abre. Toma mi mano, sentándose en la cama
conmigo, cuando empieza a leerme las últimas palabras que alguna vez escucharé
de mi hermana.
Kenz, mejor tener esos malditos zapatos de la proposición en los pies en este momento,
o voy a perseguirte.
Miro por encima del brazo de Kane, tratando de ver la hoja de papel.
―Ella no comenzó despedirse de mí de esa manera.
Kane voltea la página hacia mí mostrándome que así es exactamente como
231 Tessa lo comenzó después sigue leyendo.
Te amo, Kenzie. Eres la hermana que Sawyer nunca fue.
Estallo en carcajadas.
―¿Qué clase de carta es esta?
―Es típico Tessa. ―Se ríe entonces sigue leyendo.
Me gustaría ser una hermana igual de buena para ti como tú ha sido para mí, pero no
creo que vaya a serlo. Viéndote estos últimos meses con Kane, me di cuenta que eso es lo que
quiero para ti. Quiero que uses esos zapatos y te cases con él. Espero que me cuentes todo
sobre esto. Los detalles jugosos del sexo, también. Especialmente esos.
Miro de nuevo por encima de su brazo a la carta y pongo los ojos en blanco a
mi hermana.
Quiero que sepas que fuiste el gran amor de mi vida, hermana pequeña. ¡Tú y Zoe! Mis
almas gemelas. Los verdaderos amores de mi vida.
Puedo sentir las lágrimas creciendo en mi cuerpo, como un buque a punto de
desbordamiento. Tan pronto como el agua llega a los ojos, no tendrán lugar a donde
ir, no habrá otra opción más que llorar.
Quiero que transformes Lencerías Kenzie en todo lo que quieras que sea. Quiero que
vivas, Kenzie. Vivas por mí. Haz todas las cosas que nunca voy a poder hacer. Quiero que
tengas montones y montones de bebés con ese pedazo de bombón tuyo.
Estallo en carcajadas, escuchando a Kane leer las palabras "pedazo de
bombón".
Déjalo amarte, Kenzie. Sé que te asusta, pero nunca antes has dejado que el miedo se
interponga en tu camino. Supongo que a estas alturas ya sabes que Brandon ha regresado a
mi vida de nuevo. No pude evitarlo, Kenzie. En el momento en que los vi juntos, a Kane y a
ti, lo supe.
Kane hace una pausa, clavándome con los ojos.
Sabía que no podía darte la custodia de Zoe.
―Oh, Dios ―chillo, agarrando la carta de Kane y continuando la lectura por
mí misma.
Por favor, no te enfades conmigo, hermana. He intentado muchas veces hablar contigo
de Brandon, sobre todo esto, pero solo me callabas. Estaba demasiado débil para luchar contra
ti. No soy tan fuerte como tú. Entiende que quiero que tengas tu propia vida, no ser atada a
la mía. Sé que amas a Zoe y que no te importa cuidar de ella, pero no quiero eso para mi
232 hermana pequeña. Deja a Brandon criarla. Ayuda a integrar Zoe en su vida. Él necesita eso.
Le ayudará a sanar. Le ayudará a corregir un error. Y saber que Zoe está con su padre me
hará feliz. Y me hará feliz saber que estás viviendo tu propia vida. Sé lo que te hizo tu padre
al abandonarte, como te afectó. No quiero eso para Zoe. No quiero que crezca sintiéndose
abandonada y no deseada. Sé que tú no quieres eso, tampoco. Tienes que dejarme ir y eso
significa dejar ir la última pieza de mí, Zoe.
Bajo mi brazo temblando. Mi pecho se contrae y mi respiración se acelera
cuando un torrente de lágrimas sale. Estaba equivocada. No es un llanto. Es una
avalancha. Salto de pie y camino alrededor, frenética, tratando de escapar de mis
lágrimas.
―No puedo aguantar este dolor, Kane. Es demasiado. Es demasiado real.
Kane se pone de pie, envolviéndome en sus brazos.
―Necesitas tiempo, Kenzie. Confía en mí, lo sé.
―El tiempo no borrará este dolor. Tessa está en todo lo que me rodea, es
persistente. Nunca superaré perderla. ―Las lágrimas están cayendo sobre mi
camisa, mis brazos, el suelo. Kane solo me sostiene apretando, pero lucho por
soltarme―. No ―le digo―. Todo el mundo me quiere fuerte. Eso es lo que hago, lo
que soy.
―Deja de luchar contra el dolor, bebé. Tienes que sentirlo.
Me doy cuenta que mi corazón latiendo en mi pecho, todo el sentido a mi
alrededor tensionado. Me empujo lejos de él y lucho para secarme el rostro.
―No quiero que me veas así.
―Kenzie, ¿cuándo vas a aprender que soy lo suficientemente fuerte como para
manejar tu dolor, tu ira? Que soy lo suficientemente tenaz para quedarme cuando
me alejas y que te amo lo suficiente como para olvidar todo acerca de mi orgullo.
―No me puedes decir cosas así en este momento ―le grito―. Estoy tratando
de recomponerme.
―Eso es lo que te estoy diciendo. No te recompongas. Al menos no por mí.
―Me toma por los hombros―. ¿No sabes lo mucho que me encanta ver que pierdes
el control? Ya se trate de reír tan fácilmente, o llorar incontrolable, o venirte con
pasión.
Mi temblor se detiene, mi corazón se asienta.
―¿Te gusto de esta manera?
―Prefiero reír o venirte. ―Sonríe―. Pero sí, amo tu dolor también.
―¿Cómo puedes amar esto? Esta… ―Levanto mis brazos hacia arriba―. Esta
233 mierda.
Se encoge de hombros.
―Me encanta tu mierda. ―Me siento sonreír levemente―. Me encanta tu loca
mierda, tu fea mierda, tu mierda enojada. Me encanta todo.
Tessa estaba equivocada esta vez. El verdadero amor no es un hombre que
puede aguantarte al hacer pis. Es un hombre que puede aguantar tu mierda. Me dejo
caer en sus brazos y por primera vez en mi vida, me dejo ir por completo, todos mis
muros cayendo.
―Tessa se ha ido y Zoe se ha ido.
―Pero yo no te dejaré sola ―susurró.

Kane
La cabeza de Kenzie está enterrada en mi pecho, el puño firmemente apretado
en mi camisa. Hemos hablado durante horas sobre cómo manejar esto y al final, no
hay manera que Kenzie negará los deseos de su hermana. Pero eso no hace que el
dolor sea más fácil de manejar. Puedo sentir su cuerpo todavía temblando
ligeramente mientras continúa llorando. Imposible creer que esta es la primera vez
que la he visto llorar en todos estos meses. Claro, la he visto en el borde de las
lágrimas antes, pero siempre las contenía. Me ha tomado mucho tiempo despojar
todas sus capas, para llegar a la mujer en estado puro, la verdadera mujer de debajo,
para que sea capaz de estar física y emocionalmente desnuda conmigo. Pero
finalmente se soltó y confió en mí lo suficiente como para dejarme estar con ella a
través de ello. Los dos hemos aprendido que la verdadera fuerza proviene de la
vulnerabilidad. Y solo siendo vulnerable se puede encontrar el verdadero amor.
Esa es la cosa del amor. Cualquiera puede amar cuando se es joven, hermosa y
la vida es perfecta. Pero el verdadero amor es amar a alguien en su mierda. Cuando
puedes amar a las partes oscuras y feas de alguien, eso es amor verdadero. Cuando
puedes verlos siendo despojados hasta los huesos y los reconstruyes de vuelta, eso
es amor. Claro, el arcoíris y las mariposas están muy bien y sé que Kenzie y yo vamos
a tener un montón de aquellos momentos. Pero no creo que ella realmente hubiese
confiado alguna vez en mi verdadero amor por ella hasta que la vi así, hasta que
tuvo la certeza de que la quería en su tristeza y rabia fea y oscura.
Kenzie se retira un poco atrás y mira hacia arriba, a mis ojos.
―Gracias por amarme a mí y mi mierda. ―Está llorando y sonriendo al mismo
234 tiempo. Se veía hermosa antes, pero nunca ha sido más hermosa que en este
momento, desnuda en estado puro.
Epílogo
Kane
Un año después
Como siempre, Kenzie todavía está dormida. Déjale a ella quedarse dormida
durante su propia entrevista. Está pre grabada, pero aun así. Tuve que reírme
cuando el canal insistió que la entrevista de Kenzie con Deacon fuera pre grabada
después de lo que sucedió la última vez. Incluso James no pudo convencerlos de que
su nuera se comportaría esta vez.
Había esperado que toda la familia pudiera ver la entrevista junta, pero Kenzie
235 rechazó esa idea. Y ha estado tan cansada últimamente que probablemente fue
mejor. Su negocio ha crecido mucho el último año; ha tenido ofertas de todas las
grandes compañías de ropa interior para comprarle, pero se niega. Y ya que solo hay
una Kenzie, la expansión no parece posible tampoco. Si no trabajáramos en el mismo
edificio, no sé si alguna vez la vería. Sigue prometiéndome que va a bajar el ritmo.
Enciendo la televisión para esperar a que el segmento salga al aire cuando el
teléfono suena. Mierda, espero que eso no la despierte.
―¿Dónde demonios está Pookie? ―dice Brandon.
Pookie es el nombre del oso que le compré a Zoe en el zoológico el día que
Tessa murió. Zoe no va a ningún lado sin él. El pobre oso ha tenido dos cirugías de
emergencia y sin importar cuántas veces lo lavemos, la maldita cosa nunca está
limpia. Incluso volví al zoológico para comprar uno exactamente igual, pero Zoe no
lo tocó.
El pánico en la voz de Brandon es evidente. Zoe debe estar al borde de una
explosión nuclear.
―¿Revisaste su bolsa?
Escucho a Brandon rebuscando alrededor.
―Mira Zoe, habla con el tío Kane.
―Ka Ka ―solloza. Mi chica suena muy triste. Sé que tiene grandes lágrimas
de cocodrilo en sus mejillas. Y amo su pequeño sobrenombre para mí. De hecho, es
su nombre para Kenzie y para mí. Supongo que nos ve como un paquete en oferta.
―No llores ―digo―. Te amo.
―Wuv ―resopla en el teléfono―. ¡Pookie! ―grita tan fuerte que tengo que
apartar el teléfono de mi oído, lo cual está bien porque sé que lo ha lanzado al suelo
cuando escucho la línea morir del otro lado. Supongo que Brandon lo encontró.
¡Crisis evitada!
Brandon tiene las manos llenas con la niña, razón por la cual Kenzie y yo
ayudamos tanto como podemos. Kenzie y yo nos quedamos en la casa de Tessa por
unas buenas seis semanas más o menos después de encontrar la carta de Tessa.
Brandon se mudó ahí y los tres ayudamos a facilitar la transición. Y cuando todo el
mundo estuvo listo, Kenzie y yo compramos nuestro propio lugar.
Y amo esta casa. Está cerca de nuestro trabajo y es todo lo opuesto a mi vieja
casa. Amo que Kenzie pueda llamarme desde cualquier cuarto en la habitación y
que pueda escucharla. Hay mucho espacio en el patio para Zoe, una buena piscina,
y más espacio del que necesitamos sin sentirnos muy sofocados y muy apretados.
236 Subo el volumen de la televisión cuando la entrevista comienza. Acabaron de
filmarla ayer, pero no pude ir con Kenzie, así que es mi primera oportunidad de
verla. La primera toma es desde lejos y puedo ver que está usando los tacones azules.
No la he visto usarlos desde que nos casamos hace seis meses. ¿Me pregunto qué
hizo que se los pusiera?
Nuestra boda fue tan pequeña que pudimos tenerla en la vieja tienda de
Kenzie. Estuvo solo la familia; Michael, Sawyer, James, mi mamá, Deacon; a quien
no le permití traer una cita; y Brandon y Zoe. Nos casamos en el patio de mamá y
James. No quería hacer toda la cosa de la gran boda de nuevo, pero estaba
preocupado de que Kenzie sí. Pero no le importó nada de eso, tampoco. Kenzie usó
un simple vestido blanco, con el cabello suelto y esos zapatos. La mejor parte fue
que cuando Kenzie soltó en risas su “sí acepto”. Fue absolutamente perfecto. Su risa
fue el principio de nuestra vida juntos, así que parecía apropiado que se casara
conmigo riéndose.
―¡Kane!
Te lo dije, puedo escucharla desde cualquier parte. Pero es temprano para que
esté levantada. Abro la puerta de nuestro cuarto, encontrándola todavía acurrucada
entre las mantas subidas hasta las orejas.
―Estaba viendo la entrevista.
Saca la mano de las mantas.
―¿Quién llamó?
―Brandon. No podía encontrar a Pookie.
Kenzie pone los ojos en blanco. Intenta de verdad odiar a Brandon, pero todos
sabemos que no lo hace. Fue un difícil camino para ellos, pero Brandon está
intentando de verdad compensar lo que hizo. Cuando nos mudamos, sugirió que
Kenzie tuviera a Zoe los domingos, para mantener la tradición que tenía con Tessa.
Bastante difícil odiar a un tipo que hace algo como eso.
―¿Lo encontró?
Inclinándome a sus labios, digo:
―Sí, está bien. ―El sexo mañanero y Kenzie no se mezclan muy bien, así que
debo de tomar ventaja de raros momentos como estos.
Ella sonríe, gira su cabeza y alcanza la mesa de noche. Sujeto su brazo.
―Pensé que habíamos acordado que no necesitas nada de lo que puedas estar
ocultando en ese cajón.
Me mira con malicia.
―Sí, pero podría haber algo para ti ahí.
237
Intrigado, abro el cajón, esperando que sea una de sus sucias creaciones como
esas esposas. ¡Esas fueron divertidas! Pero no estoy ni cerca. El cajón está vacío con
excepción de un par de zapatitos de bebé que le di durante nuestra ruptura.
―Pensé que debería devolvértelos. Los estaremos necesitando ―dice
sonriendo.
La primera emoción que se dispara a través de mí es miedo. Desearía que no
lo hubiera. Pero más que nada, desearía que Kenzie no lo hubiera visto en mis ojos.
―El doctor dijo que todo está perfecto.
Mi corazón debe comenzar a latir en cualquier segundo.
―Es por eso que has estado tan cansada.
Asiente.
―Solo tengo ocho semanas. Pensé en esperar decírtelo hasta que pasara el
primer trimestre, para que no te preocuparas demasiado, pero…
¿Qué demonios? ¡Pensó en no decirme! Justo entonces, caigo en cuenta sobre
cuán completo idiota estaba siendo. El hecho de que esté asustado como un demonio
no es excusa. No voy a dejar que mi miedo me robe este momento. Además, sé que
ella también debe estar asustada.
―Di las palabras, Kenzie. Necesito escuchar que las dices.
Se levanta más en la cama y coloca sus manos sobre su vientre.
―Estoy embarazada.
Solo toma dos pequeñas palabras para abrir mi pecho a la mitad. Esta vez
sonrío y bajo mi cabeza a su vientre. Sus dedos pasan por mi cabello.
―¿Qué te hizo decidir decirme? ―pregunto.
Su nariz se arruga.
―Vi al doctor ayer. No te preocupes, los bebés están perfectos.
―Desearía que me hubieras dicho porque habría… ¡Espera! ¿Bebés?
Me acerca más, con el rostro húmedo. Es la primera vez que la he visto llorar
de felicidad.
―¡Gemelos!
Nuestras risas y lágrimas se mezclan; así como nuestra alegría y miedo. Y la
próxima emoción me golpea con más fuerza que la primera.
Amor.

238

Fin
Prescott Lane

239 Prescott Lane es la autora de First Position, Perfectly Broken, Quiet Angel y
Wrapped in Lace.
Es originaria de Little Rock, Arkansas, y tiene un título en sociología y un
Master en Trabajo Social de la Universidad de Tulane.
Se casó con su novio de la universidad, y actualmente viven en Nueva Orleans
con sus dos niños y dos perros locos.
Prescott comenzó a escribir a la edad de cinco años, y vendió su primera
historia sobre una tortuga parlante a su padre por un cuarto de dólar. Después
cambió a escribir novelas románticas porque no hay suficientes finales felices en la
vida real.
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