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Eni Snow Q Jessy
Aileen Björk Michelle ♡ Zöe…
Dey Kastély
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Sinopsis Capítulo 22
Capítulo 1 Capítulo 23
Capítulo 2 Capítulo 24
Capítulo 3 Capítulo 25
Capítulo 4 Capítulo 26
Capítulo 5 Capítulo 27
Capítulo 6 Capítulo 28
Capítulo 7 Capítulo 29
Capítulo 8 Capítulo 30
Capítulo 9 Capítulo 31
Capítulo 10 Capítulo 32
Capítulo 11 Capítulo 33
Capítulo 12 Capítulo 34
Capítulo 13 Capítulo 35
Capítulo 14 Capítulo 36
Capítulo 15 Capítulo 37
Capítulo 16 Capítulo 38
Capítulo 17 Capítulo 39
Capítulo 18 Capítulo 40
Capítulo 19 Epílogo
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Traducido por Eni
Corregido por Key
que sea que necesitaran que hiciera. Era bien sabido que apestaba en la parte de
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empleada doméstica de ese arreglo, pero parecía funcionar para todos nosotros.
Había estado trabajando para ellos por dos años, e íbamos fortaleciéndonos.
Beverly y Jerry eran exes disfuncionales y padres maravillosos que se habían
convertido en mis amigos más cercanos y dos de mis personas favoritas en el
planeta.
Estaba toda desaliñada, vestida con un short negro demasiado corto y un
suéter gris descolorido de la UNLV, mi cabello lacio recogido en una apretada
cola de caballo, y no llevaba ni un poco de maquillaje, pero fui a encontrarme
con el recién llegado de todos modos. Mis cinco animales favoritos en el planeta
persiguieron mis pasos cuando me dirigí al pasillo.
La espalda de Jerry estaba hacia mí cuando giré en la esquina del pasillo
y entré en el recibidor empedrado, el extraño mirándome de frente. A simple
vista, me di cuenta que era joven, sexy como el infierno, y definitivamente
Problemas con P mayúscula.
Reconocía el problema cuando lo veía, ha sido un viejo amigo mío. El
problema para mí era esa pequeña racha autodestructiva que nunca había sido
capaz de quitarme de encima. Incluso una canción se reprodujo en mi cabeza
cuando sentí la enorme P acercarse. FourKicks era esa canción, y el volumen se
subió al máximo ante mi primera vista de él.
Era alto, y construido como un defensa, musculoso y masivo en partes
iguales. Usaba una apretada camiseta negra que mostraba cada centímetro
duramente musculoso de su pecho. Sus brazos tatuados estaban cruzados sobre
su pecho en una atenta postura casual, pero su presencia dominaba en la
habitación.
Su rostro era hermoso, con rasgos limpios, los cuales eran dominados por
pálidos ojos dorados. Tenía una barra recta por nariz, con una punta
redondeada que le habría dado un aire de niño bonito si no fuera tan
condenadamente grande, y labios carnosos en una boca amplia de donde
surgían hoyuelos matadores que se levantaron juguetonamente. Esos hoyuelos
eran grandes P. Tenía el cabello negro muy corto, con un rastrojo oscuro que
cubría su mandíbula. Su fácil sonrisa era juguetona, pero se las arreglaba para
ser siniestra. Era una combinación embriagadora para alguien cuyo nombre
comenzaba con una gran T1.
Jerry se volteó para ver de lo que se estaba riendo el otro hombre. Él era
un hombre de mediana edad, bajito y calvo, de constitución menuda. Su rostro
estaba lejos de ser guapo, con ojos muy juntos y una nariz grande, pero pensaba
que tenía una de las mejores sonrisas del mundo.
—Danika —dijo Jerry con una sonrisa de clase mundial—. Este es mi
amigo, Tristan. Va a quedarse a dormir en el sof{ por unos días. Él est{… uh…
sin casa.
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1Trouble significa Problemas en español y comienza con “ T” al igual que el nombre de Tristan.
Gemí mentalmente. Bev iba a matarlo. Una mirada a Tristan y sabía que
no era solo un amigo. Jerry tenía una historia irregular con ayudar lo que
siempre pensaba que era la última estrella en ascenso. Tenía grandes sueños de
manejar la siguiente gran banda de rock, y llevaba esos sueños hasta los
extremos. Él y Bev eran técnicamente abogados, pero ella era la única abogada
que podía llamarse empleada. Jerry estaba demasiado ocupado recogiendo
bandas independientes para practicar la abogacía.
Le di a Jerry una mirada mordaz. —Bev va a colgarte. Dijo que si traías
de nuevo a casa a un músico sin trabajo, iba a echarte, y entonces yo conseguiría
pasar a una habitación más grande.
Hizo una mueca. —Vamos, no saques conclusiones. Tristan tiene un
trabajo. Mira, ni siquiera lleva una guitarra.
Miré a Tristan. —¿Cuál trabajo?
Jerry respondió por él, lo que me dejó saber que estaba muy enterado. —
Es promotor de un club.
Rodé los ojos. —¿Es lo mejor que puedes hacer? Ese es el código de las
Vegas para los desempleados, Jerry. Mi ex novio marihuanero se llama a sí mismo
promotor de club, y no creo que alguna vez salga de su casa. Tienes que
inventar algo mejor antes que Bev llegue a casa.
Tristan se rió, sin parecer ni un poco ofendido por nuestro intercambio.
—Soy promotor de un club, y también estoy en una banda —dijo con una sexy
voz baja.
Oh Dios, pensé, FourKicks de Kings of Leon reproduciéndose a todo
volumen en mi cabeza mientras oía su voz tan cerca. Y traté de pretender que
no había escuchado esa risa tan sexy como el infierno. Sabía que íbamos a ser
una combinación peligrosa. Pasarían cosas malas si pasábamos mucho tiempo
alrededor del otro.
—No dejes que Bev te oiga diciendo eso —le advertí. Realmente estaba
tratando de ayudar a Jerry. No quería que se metiera en problemas con Bev otra
vez, y él nunca parecía tener una idea de lo que la enojaría, a pesar de que
siempre era muy obvio para mí.
Suspiré, sabiendo que esto no sería fácil de arreglar. Me tensé cuando oí
abrirse la ruidosa puerta del garaje a través de la casa. La casa de Bev era
enorme, llena de rincones y recovecos, una casa estilo rancho, pero la puerta del
garaje era tan ruidosa que siempre anunciaba su presencia.
Le di a Jerry una mirada severa, a veces sintiéndome como su madre, a
pesar de que él tenía cuarenta y cinco años y yo apenas veintiún años. Lo
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señalé. —Sé lo que tenemos que hacer, pero me lo vas a deber. Odio mentirle a
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—¡Jugar! —gritó. No sabía si era Mat, o tener seis, pero el chico tenía un
grave problema de control de volumen. Solo me hizo reír.
—Bien. Apuesto a que serás capaz de olerlas cuando estén listas.
—¡Sí! —gritó más fuerte, luego se fue a su habitación.
Ivan se enderezó, mirando a todos los adultos y frunció los labios. Él
tenía el cabello castaño claro, era alto para su edad, y tenía suaves ojos
marrones como su padre. Era un niño divertido. Tenía momentos de ser un
mocoso descarado, pero al igual muchos momentos de encanto absoluto. —
Quiero jugar también, Danika, pero te ayudaré si realmente, realmente me
necesitas.
Le sonreí. —Tengo todo cubierto, amigo. Ve a jugar.
Se fue, sin decirle una palabra a su papá o a Tristan. Típico chico de ocho
años, solo prestan atención a la que hace las galletas.
Beverly y yo compartimos una mirada. Se rió, poniendo los ojos en
blanco antes de dirigirse por el mismo camino por donde se fueron sus hijos,
hacia su habitación. Apenas le dio un vistazo a Tristan. No era una buena señal.
—Jerry, tenemos que hablar —dijo, todavía moviéndose hacia su
habitación. No era un buen augurio.
Él maldijo en voz baja, pero la siguió.
Me dirigí a la cocina. Sentí a Tristan siguiéndome.
La casa fue construida en una planta abierta. Era enorme, pero la
entrada, la sala, el comedor, la cocina y la zona familiar, compartían un enorme
espacio, así que fui directo a la cocina una vez que rodeé la gran L en forma de
sofá que dominaba la sala de estar.
La casa era una extraña combinación de elegante decoración antigua,
inclinándose más en la dirección antigua. Beverly tenía mucho éxito como
abogada de compensación al trabajador, y venía de una familia rica, así que el
dinero no era un problema cuando se trataba de la casa. Era colosal, y estaba en
uno de los barrios privados más bonitos de Las Vegas, pero la casa estaba llena
de alfombras al aire libre y los muebles necesitaban desesperadamente una
remodelación. Lo único que salvaba la casa eran las espectaculares obras de arte
que ella coleccionaba. Las palabras no podían expresar lo mucho que apreciaba
su buen ojo para los nuevos artistas, pero eran lo único que salvaba la casa
cuando se trataba de estética.
Entendía el por qué no actualizaba muchas cosas. La nueva alfombra
estaría arruinada en solo algunas semanas después por sus perros revoltosos y
sus niños locos, y el oscuro cuero verde del sofá tendría todo el espaldar roído.
No podía imaginar que un nuevo sofá no recibiría el mismo trato.
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Tuve que abrir el pestillo que había instalado en un lado de la nevera
antes de abrirla. A Mango le gustaba comerse las barras de mantequilla cuando
no estaba puesto el pestillo…
Saqué un tubo de plástico que estaba lleno de masa de galletas de chispas
de chocolate. Oí un claro gruñido de decepción detrás de mí.
Me volví hacia Tristan, arqueando una ceja. —¿Qué? No te gustan las
chispas de chocolate.
Sacudió la cabeza, presumiendo un peligroso hoyuelo en una media
sonrisa. Realmente deseaba que alejara esos hoyuelos. Eran contraproducentes
para mi paz mental.
—Estás bromeando, ¿cierto? —preguntó enfáticamente.
No tenía idea de lo que estaba hablando. —Um, ¿sobre qué?
—¿Masa de galletas en un tubo de plástico? ¿Ya hecha?
Me encogí de hombros. —Es más fácil y rápido, y sabe bien.
Sacudió la cabeza otra vez. —Muéstrame tus suministros para hornear.
No puedo quedarme aquí y ver esto.
Le fruncí el ceño. —Eres mandón para ser un invitado desempleado —
dije.
—Tengo un trabajo. Varios en realidad. Pero sí, soy mandón. Ahora
muéstrame tu harina.
Seguí con el ceño fruncido, pero estaba caminando de la cocina hacia la
despensa mientras lo hacía. Agité la mano hacia el área que mantenía los
suministros para hornear. La despensa estaba muy desorganizada, por lo que
probablemente tendría que cavar para conseguir todo lo que necesitaba para las
galletas.
Se lo dejé a él, regresé a la cocina para precalentar el horno y engrasar
una bandeja. Saqué un tazón grande para mezclar, tazas para medir, y otras
cosas que pensé que podría necesitar para hornear. Era lo menos que podía
hacer si él realmente iba a hornear.
Me encogí quitándome el suéter, de repente caliente. Hacía cuarenta y
tres grados afuera, pero nunca se sabía por la manera en que normalmente me
congelaba adentro por el aire acondicionado de la casa de muerte. No era
normal para mí sentirme tan cálida dentro sin ninguna razón en absoluto.
Estaba usando un top blanco y me encontraba sentada en el mostrador
cuando Tristan entró a la cocina con los brazos llenos de suministros para
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hornear.
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Los puso sobre la isla cerca del tazón de mezclar, alineándolos
perfectamente. Sus bíceps se hinchaban con el más mínimo movimiento. Era
fascinante.
—¿La sal? —me preguntó, levantando su ceja.
Parpadeé, tratando de procesar lo que dijo.
Señalé detrás de mi espalda después de un incómodo momento.
Se movió hacia mi sin decir una palabra, y entonces me di cuenta de mi
estupidez. La alacena que señalé estaba directamente detrás de mí. Debí haberla
cogido por él. Tuvo que levantar el brazo, por lo que su cadera rozó la cara
interna de mi muslo mientras se movía descaradamente entre mis piernas para
acercarse.
Jadeé.
—Lo siento —dijo, retrocediendo, la sal en su mano. Lo vi recorrer sus
ojos rápidamente por mi cuerpo antes de darse la vuelta, poniendo la sal al lado
de los otros ingredientes—. Así que, eres la niñera, ¿eh? No eres lo que me
imaginé cuando Jerry dijo que tenía una niñera.
Le eché un vistazo a su espalda. —¿Qué te imaginaste?
—Realmente no lo sé. No tenía una imagen clara en mi cabeza. Solo que
no esperaba a alguien como tú. —Volteó su cabeza para darme otra mirada
ilegible.
Le di una mirada de pocos amigos, ofendida, y un poco herida. —¿Qué
se supone que significa eso?
—Nada malo. Deja de mirarme así. Generalmente, las niñeras no lucen
como tú. Eres lo que Hollywood escogería como niñera para darle atractivo
sexual a la película. Eres sexy. Realmente sexy. No te hagas la tímida. Sabes que
eres hermosa.
Dejé de mirarlo, pero era cautelosa con los elogios.
—Relájate, ¿de acuerdo? —dijo, estudiando mi rostro—. No estoy
ligando contigo, y no lo haré. ¿Cuántos tienes, dieciocho? Demasiado joven
para mí. Solo estoy señalando los hechos. Normalmente, las mujeres no
aprecian a otras mujeres tan calientes como tú bajo su techo.
Lo estaba mirando otra vez. —Tengo veintiún años, y Bev es mi mejor
amiga. He trabajado para ellos durante dos años.
Levantó las manos, dándome una sonrisa de disculpa. —Lo siento. No
estoy tratando de ser un idiota. Solo me sorprendió que fueras la niñera de la
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que Jerry me estaba hablando. No me dio ningún indicio de que eras, bueno,
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caliente.
—¿Cuántos años tienes tú? —le pregunté, aún dolida por el comentario
de que era muy joven.
—Veintiséis.
—No eres tan viejo —dije.
—Lo sé. Solo que demasiado viejo para salir con chicas de dieciocho, o
incluso de veintiún años. Aunque francamente, me va mal con las mujeres de
mi edad también, cuando se trata de relaciones, es por eso que no las tengo.
No pude evitarlo. Tenía que preguntar. —Entonces, ¿qué haces?
—Encuentros. Breves, encuentros casuales. ¿Y tú?
Negué, frunciendo los labios, no podía creer que ya habíamos saltado a
esto. Debía tener cuidado con este hombre, eso era seguro. —Tengo relaciones.
Nunca en mi vida he tenido encuentros casuales.
Suspiró, midiendo un poco de harina en el tazón. —Bueno, supongo que
hace las cosas menos complicadas. Entonces, seremos amigos. —Me lanzó una
sonrisa de soslayo que era francamente irresistible. Pensé que esa fue una de las
conversaciones más extrañas que había tenido, sobre todo porque acabábamos
de conocernos. Solo que no se sentía como si acabáramos de conocernos. Me
hablaba como si me conociera de toda la vida, y era difícil negarme a cualquier
cosa que me dijera con esa baja voz suya.
Asentí, dándole mi propia sonrisa recelosa. —Está bien, amigos, ya que
estaremos viviendo bajo el mismo techo por una semana.
—Bien, entonces. Mi primer trabajo como tu amigo será mostrarte como
hacer las mejores galletas con chispas de chocolate del mundo.
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Página
Traducido por AileenBjork
Corregido por Chio West
cola, sin gruñirle por estar muy cerca de mí y todo ello. ¿Qué mierda?
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2Manos Jazz es una sacudida de manos que hacemos para llamar la atención a algo.
Hizo un gesto desechándolo. —No te preocupes por eso. Puedes
permanecer el tiempo que gustes, Tristan. Cualquier amigo de Danika es amigo
mío. Entonces, ¿dónde y cómo exactamente se conocieron?
—Tuvimos una clase juntos —respondí, echándole a Tristan un vistazo.
—¿Qué clase? —preguntó, tan persistente como esperarías de un
abogado.
—Psicología —arrojé.
—Inglés —dijo Tristan, al mismo tiempo.
Le lancé una mirada de pocos amigos por contradecirme.
Le sonrió a Bev, totalmente imperturbable. —Las dos cosas. Teníamos
dos clases juntas, en realidad. Danika era bastante agradable al compartir sus
apuntes conmigo.
Bev me lanzó una mirada. —Es muy meticulosa.
Devolví la sonrisa, prometiéndome a mí misma que nunca más le
mentiría otra vez, no importase la razón. Maldito Jerry.
—Solo trataba de conseguir que Danika venga a un club conmigo esta
noche —le dijo Tristan a Bev.
Parpadeé, preguntándome qué demonios estaba haciendo.
—Parece pensar que pasear a los perros es un boleto de diversión a la
edad de veintiuno. Creo que tiene que salir más. ¿Me ayudarías a convencerla?
Bev me miró, frunciendo el ceño. —Sabes, Danika, no puedo recordar la
última vez que saliste. Tristan tiene un punto. Tienes veintiuno. Deberías
conseguir un poco de diversión.
Si las miradas mataran, Tristan habría caído muerto en el acto. Se las
había arreglado para conseguir que mi Bev estuviera de su lado en menos de un
minuto. No podía creerlo.
Solo me sonrió, imperturbable ante mi mirada de muerte. —Está
decidido entonces. Vamos a salir esta noche. Hay un nuevo club en el casino
Cavendish. Es muy bueno. Te va a encantar.
Lo miré por un serio minuto antes de hablar. —Lo único que quieres es
que conduzca tu lamentable trasero a casa. Es probable que ni siquiera tengas
un coche.
Me sentí un poco tonta ya que Tristan y Bev se echaron a reír.
—Parecen conocerse muy bien —jadeó Bev—.¿Cómo nunca antes había
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maldito buen trabajo con ello, pero tienes que comer una galleta.
—¿Quién podría rechazar eso?—preguntó Bev.
¿Quién en verdad? Pensé rencorosa.
Era muy mandón para mi gusto, o por lo menos, me dije eso.
—Entonces, ¿qué tarea necesitamos hacer primero? —preguntó Tristan
mientras deslizaba unas galletas todavía calientes de la bandeja a un plato.
—Los perros —dije con aire ausente, todavía distraída por su habilidad
en la cocina.
Asintió extendiéndonos el plato. —Las galletas se enfriaran lo suficiente
para comer en un minuto. Comerás una y luego iremos a pasear a los perros.
Cogí una galleta completamente seducida por el olor. Por lo general me
encontraba satisfecha acerca de mi dieta ya que tenía que mantener mi figura
para bailar, pero no pude resistirme a la tentación del divino olor de sus
galletas.
Golpeó con fuerza mi mano. —Dije un minuto, Danika.
Lo miré durante un sólido minuto.
Se limitó a sonreír. Le ofreció el plato a Bev primero. Tomó una, dándole
las gracias.
Crucé los brazos sobre mi pecho, y solo lo miré. Estaba tratando
duramente de convencerme a mí misma de negarme a comer una galleta, solo
para molestarlo, jodido mandón.
Me sonrió, mostrándome un hoyuelo, sus ojos dorados llenos de gozo y
tuvo el descaro absoluto de agarrar una con su propia mano y sostenerla hasta
mis labios.
Tomó un bocado, el olor y su encanto eran irresistible para mí. Cerré los
ojos, gimiendo mientras masticaba.
Oí a Bev hacer un ruido similar. El hombre no era pura charla. Sus
galletas eran tan buenas como afirmaba. Era la combinación perfecta del sabor
salado y dulce, la textura era perfecta, no demasiado pegajosa, pero se deshacía
en la boca de lo suave que era. Apenas tuve que masticar.
Finalmente, después de tomar mi tiempo con el primer bocado, abrí los
ojos para mirarlo. Seguía sonriéndome, con su mano todavía sosteniendo la
galleta hacia mi boca para otro bocado, pero había fuego en sus ojos ahora.
Agarré la galleta de su mano, tomando otro bocado. Atrapó una para sí
mismo, tomando un gran bocado. Lo vi masticar, paralizada por la dura línea
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centro del barrio. Los residentes pueden alquilar puestos. La mayoría de los
puestos se utilizan para los caballos, pero esta señora los utiliza para sus
preciados pollos.
Arqueó una ceja. Tenía una forma que me era tan difícil de resistir,
especialmente por la manera en que me dio hasta la última gota de su atención
para enfocarse solamente en mí. Me empapé de su atención como si estuviera
muriendo de sed por ello.
Realmente necesitaba salir más.
—¿Preciados pollos?—Me preguntó.
—Sí. Tiene sus preciados pollos. Vive justo al lado de los establos y por lo
que puedo decir, pasa la mayor parte del maldito día allí. Los deja vagar por los
establos mientras que está allí, así que está sueltos una gran parte del tiempo…
Totalmente desprotegidos.
Se echó a reír de nuevo. —Oh, no —dijo, al ver hacia dónde se dirigía la
historia.
Asentí. —Oh, sí. Lo cronometré. Coffeecup puede llegar a los establos en
menos de dos minutos y atrapar a un pollo apenas unos segundos después de
eso. Ha llegado a tomar tres de sus pollos esta semana él solo.
—¿A tomar?
Asentí. —Se los come. Les quiebra el cuello antes de que pueda llegar y
eso que soy una corredora rápida.
—Eso está muy mal.
—Sí, lo sé. Esa es la razón por la que tenemos problemas. La señora loca
de los pollos se enfurece conmigo cuando pierde uno. Bev tiene que pagar
cincuenta dólares cada vez que sucede, pero eso no es consuelo para la loca
señora de los pollos, ya que los malditos pollos son su vida.
Empezamos a caminar de nuevo, pero los dos est{bamos sonriendo…
—Bueno, si se suelta mientras esté aquí, lo atraparé antes de que pueda
matar a cualquier pollo. Lo prometo.
—Es muy rápido—le advertí, sin creer por un segundo que podría
atrapar al loco perro si se soltara.
—Yo también.
Sacudí la cabeza, riendo.
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Página
Traducido por Gabriela♡
Corregido por Itxi
como uno que había usado varias veces antes. Uno de sus favoritos. Era una
blusa, unida a las caderas. Me lo probé para divertirme una vez, y sabía que era
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halagador, de hecho, era precioso, aunque tal vez demasiado elegante para un
club de noche con un chico que apenas conocía.
Aun así, he codiciado ese vestido.
Me mordí el labio, y me dio una “mirada”.
—Si te pones esto, te daré un pase libre a todo lo que quieras en mi
armario en una fecha futura de tu elección —me dijo.
Así de sencillo, me compró. Su armario era alucinante, y muy por encima
de mi escala salarial.
—Gracias —dije.
Sonrió y me guiñó un ojo, claramente satisfecha con nuestro acuerdo.
Me duché, y arreglé mi cabello y maquillaje primero, dejando que el
vapor del baño suavizara las pequeñas arrugas del vestido. La parte superior
era de seda pura, sostenida en el cuello por cristales de Swarovski. La falda
ajustada era de un material de seda, pero tenía un elástico por lo que se podía
estirar y todavía bailar con ella, lo cual era necesario. No quería ir a bailar en los
clubes, pero aun así amaba bailar.
Miré el vestido mientras me alisaba el cabello, dejándolo caer recto en
una cascada negra por mi espalda. Negro siempre fue una buena apuesta para
mí. Resaltaba mi piel marfil y ojos grises pálidos. Mi madre era mitad rusa,
mitad japonesa, y suponía que mis rasgos eran una mezcla de ambos. Eso era
solo un juego de adivinanzas, ya que nunca supe en lo que consistía el otro lado
de la ecuación.
Pinté mis ojos cuidadosamente de negro, y esparcí una ahumada sombra
gris oscura sobre mis párpados. Era liberal con la máscara de pestañas, y utilicé
un labial marrón oscuro, pero eso era todo. Mi tono de piel no lo necesitaba, así
que no podía manejar demasiado maquillaje.
Todavía llevaba solo una toalla cuando Bev entró al baño conmigo. Ella y
yo no habíamos tenido límites privados durante años, y solo la sonreí cuando
irrumpió después de un golpe superficial.
Comencé a sacudir mi cabeza tan pronto como vi la caja de joyería en su
mano. Ella no tenía ninguna bisutería barata, y estaría aterrada si me prestara
algo caro y luego lo perdiera. La triste realidad era que nunca podría
permitirme el lujo de sustituir incluso el más barato pedazo de joyería.
Ignoró por completo el movimiento de cabeza, abriendo la caja para
mostrarme un par de aretes. Eran enormes, con forma de pera y de diamantes,
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dos quilates por lo menos. —Se aferran firmemente, Danika. No hay manera de
que pierdas uno, y ese vestido suplica por los diamantes.
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—No puedo, Bev. Simplemente no puedo. Y creo que voy demasiado
elegante. De todos modos, Tristan probablemente solo lleve una camiseta y
vaqueros.
—Estás equivocada. Lo vi. Ya está listo, y parece elegante.
Sonreí. Amaba cuando se ponía toda estricta conmigo. —¿Afilado3? ¿Al
igual que un lápiz?
—Elegante, como vestido elegantemente, listilla.
—¿Qué es lo que lleva?
—Pantalones negros y una chaqueta sobre una camiseta negra.
—Suena un poco cliché de Las Vegas. La camiseta con un traje, quiero
decir. ¿No hace un poco de calor para eso?
Se encogió de hombros. —Espera a que lo veas. Llámalo como quieras,
pero luce comestible.
Me eché a reír. —No puedo creer que estés animándome a salir con él.
Lucy se divertirá acosándote al respecto. Demonios, nos acosará a ambas.
Bev apretó los labios, y yo sonreí, sabiendo que iba a entrar en modo
Lucy. Hizo una imitación exacta de nuestra amiga psiquiatra, Lucy.
—Saltar de una relación y directamente a otra es un síntoma de tu
adicción al amor, Danika —dijo, con un tono bajo de voz.
Suspiré. —Realmente es solo un amigo, nada divertido en absoluto, pero
dudo que ella lo crea si lo ve.
Bev asintió. —Te creo, pero tengo la sensación de que ella tendrá algo
que decir al respecto.
Empecé a vestirme, completamente imperturbable por la presencia de
Bev.
Oí un gran suspiro detrás de mí, mientras deslizaba el vestido por
encima de mi cabeza.
—Daría cualquier cosa por tener tetas como esas de nuevo. Para ser
sincera, tuve que vendar las mías para usar ese vestido.
Me eché a reír. —Lo recuerdo. Te ayudé con la cinta. Te veías fabulosa,
sin embargo, que es lo que cuenta.
Hizo una mueca. —Me acuerdo de mis días sin sujetador, sin embargo.
Eso sí que es divertido. Eres más inteligente que yo. Rara vez permaneces sin
un sostén. Yo ni siquiera era dueña de uno hasta los treinta y tantos años.
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3Juego de palabras con la palabra Sharp que puede significar elegante y afilado.
Me encogí de hombros. Solo tenía una pequeña copa C, pero no me
sentía cómoda sin un sostén. La única vez que estuve sin uno fue cuando un
vestido así lo exigía, y que rara vez ha pasado, ya que casi nunca me vestía
elegante.
Ajusté el vestido alrededor de mis caderas, luego enderecé el cuello. Era
uno de esos vestidos que se sentían bien, y se veían mejor.
—Los zapatos rojos —dijo Bev.
Asentí, sabiendo a cuales zapatos se refería. Me los dio después de
usarlos en cuatro eventos diferentes. Eran de dedos descubiertos, tacón de aguja
de diez centímetros. Los amaba, y aunque no eran cómodos, eran calientes, y
podía bailar bien en ellos, lo cual era lo único que importaba.
Bev intentó convencerme de los pendientes, pero me mantuve firme. Esta
no era la fiesta de graduación, y ya estaba adornada.
Me sentí sexy mientras me dirigía a la sala de estar, pero me detuve en
seco cuando tuve una visión de Tristan. Si yo lucía caliente, él lucía abrasador.
La peor parte era, y apostaría todo mi dinero, a que solo le había llevado unos
minutos lucir de esa manera.
Sus pantalones y chaqueta eran bonitos. No sabía nada de trajes pero
parecía caro para mí, y le encajaba a la perfección, abrazando su cuerpo por lo
que nadie podía dudar de que fuera musculoso. Parecía un traje a medida,
sobre todo teniendo en cuenta su tamaño, aunque no hubiera podido decirlo a
ciencia cierta, y me pareció poco probable, ya que él era un “promotor del
club”. Estaba bastante segura de que era uno de esos trabajos que nunca
tuvieron un cheque de pago real.
Negro era su color, sin lugar a dudas. Resaltaba su piel bronceada, bellas
facciones y sus ojos dorados. No se había afeitado, pero de alguna manera el
rastrojo negro en su mandíbula y su cabello corto negro quedaba bien con el
traje. Se veía siniestro y guapísimo.
Sonrió cuando me vio, y traté con todas mis fuerzas dejar de echarle un
vistazo. Él ya sabía que se veía bien. Solo quería avergonzarme por comérmelo
con los ojos.
—Me gustaría decir varias cosas —comenzó—, pero ya que estamos
apenas siendo amigables, puedo simplemente decir que te ves muy bien.
—Gracias —dije, todavía intentando dejar de mirarlo. Se movió,
metiendo las manos en sus bolsillos, y mis ojos fueron a su pecho, fascinada por
la forma en que el material se ajustaba allí—. Te ves muy bien, también.
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—¿Tienes un apodo?
—Tristan es el único nombre que contesto —dijo.
Kenny le lanzó una mirada con los ojos abiertos. —Los chicos lo llaman
Tryst, al igual que con una Y, pero lo odia.
—Eso es adorable —dije, al instante gustándome la forma en que lo hizo
lanzar una mirada furiosa. Él era demasiado sonriente, la mayor parte del
tiempo—. Tryst. Una buena manera de llamar a un gigoló. Me gusta.
Tristan se giró en su asiento para mirarme. —No estás autorizada a
llamarme así.
Me encogí de hombros con una sonrisa. —¿Cómo diablos podrías
detenerme?
Sonrió de vuelta. —Confía en mí, ya se me ocurrirá algo.
Por supuesto que eso solo me hizo ponerme curiosa acerca de lo que iba
a hacer. —Claro que sí, Tryst —dije.
Negó. —No me hagas salir de mi asiento.
—¿Qué vas a hacer?
Lo pensó. —Déjame intentarlo de nuevo. Esas amenazas, obviamente
solo te animan. Si puedes abstenerte de llamarme así, voy a cocinarte el
desayuno.
—No me gustan los panqueques —le advertí.
—Te voy a hacer lo que quieras. Considérame tu cocinero a corto plazo.
—¿Esta es oferta para un solo desayuno?
—Te voy a hacer lo que quieras, cada mañana que me quede en la casa.
—De acuerdo —dije rápidamente. Después de probar sus galletas, quería
todo lo que cocinaba—. Pero soy muy exigente. Tendrás una dura tarea por
delante en la mañana.
Se limitó a sonreír. —Lo espero con ansias. Voy a volar tu mente.
Crucé mis piernas, mirando hacia otro lado, mi mente desviándose de la
idea de la comida.
—¿Así que ustedes dos no est{n… saliendo? —le preguntó Kenny a
Tristan, disparándole una mirada.
—No lo estamos, pero no te hagas ilusiones. A ninguno de ustedes
idiotas se les permite estar cerca de ella. Corre la voz.
—¿Qué clase de razonamiento cavernícola es ese? —dije, agitada. Desde
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luego, no tenía ninguna intención de salir con uno de sus amigos, obviamente
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inmaduros, pero era seguro como el infierno que no creía que él debería tener
voz ni voto en ello.
Me mostró esos malditos hoyuelos, tan encantadores que quería
golpearlo en la cabeza con el bolso. —Basta con ver a mi amigo. Tú eres del tipo
que busca una relación. Ninguno de los chicos que vas a conocer lo están. Estoy
ahorrándote un dolor de cabeza en el camino.
—Qué dulce —murmuré, preguntándome qué hacía yo con esta gente—.
¿Vamos a conocer a todos esos encantos esta noche?
—No sé quién estará ahí —dijo Tristan, mirando a Kenny.
Kenny se encogió de hombros. —¿Quién sabe? Cory está trabajando en el
bar, así que creo que hará una aparición. No muchos de nuestros amigos
rechazarían bebidas gratis en uno de los clubes más populares de la ciudad,
pero Jared es el único que sé con certeza que estará allí.
—Bien —dijo Tristan, sonando complacido—. Jared es mi hermanito. Lo
amarás. Todo el mundo lo hace. ¿Tienes hermanos o hermanas?
Un puñal se clavó en mi corazón ante la pregunta. No lo esperaba, y era
un tema que mi mente tendía a rehuir—. Tengo una hermana.
—¿Más joven o mayor?
—Es dos años menor que yo.
—¿Vive en la ciudad?
Me mordí el labio. —No lo sé. No he sabido nada de ella desde hace
años.
—¿Por qué no? Hay que estar en contacto con la familia.
Si tan solo fuera así de simple. —En realidad, me odia. No podría
conseguir que me hablara aunque lo intentara.
—¿Por qué?
—Porque soy una mala hermana mayor. ¿Hemos terminado con el
interrogatorio?
—Mi culpa. No fue mi intención ser entrometido.
—Pues no lo seas. Déjalo ya. —Me sentí como una perra, pero ser una
perra era mejor que entrar en un viejo recuerdo doloroso solo para apaciguar su
curiosidad.
Puso sus manos en el aire para señalar que se detendría.
Incluso agitada, no podía dejar de estudiar esas manos grandes y sexys.
—Lo siento —dijo en tono sincero—. De verdad. Voy a dejarlo. Para
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compensar por ser tan grosero, voy a pagar tu cuenta de esta noche.
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Traducido por Zöe..
Corregido por Laurita PI
atención.
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Rodé los ojos, bajando mi vaso para otra ronda. —Apuesto a que has
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de inmediato que él estaba flirteando más esta vez, moviéndose más cerca, su
mano en la parte baja de mi espalda.
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Negué, dándole una mirada con los ojos abiertos e inocentes. —Solo
estoy bailando, cariño.
Fue una competencia después de eso. Acarició mi cadera. Contraataqué
eso con una vuelta y una arqueada extra de mi espalda, solo rozándome contra
él. Maldijo en voz alta, pero seguimos bailando.
En realidad estaba riéndome nerviosamente cuando por fin me llevó de
vuelta al salón. No podía recordar la última vez que me reí tontamente.
—Me retiro, pero solo porque creo que tú seguirás hasta que ambos
cayésemos, solo para demostrar tu punto—dijo Tristán mientras caminábamos.
—Todo lo que estoy escuchando es un bla, bla, bla, Danika gana.
distancia.
Tuvieron una corta y silenciosa conversación antes de volver con
nosotros. La cara de Tristan estaba pálida pero la de Jared estaba ligeramente
enrojecida, tal vez con enfado.
—¿Así que estas en la banda en la que Tristan dice que está? —pregunté a
Kenny.
Kenny me sonrió. —Sí, lo estoy. Los cuatro estamos, además de uno de
nuestros amigos que no está aquí esta noche.
—¿Qué tipo de música tocan?
—Rock.
No me veía invirtiendo mis dos centavos en eso. —En todo lo que pienso
cuando oigo promotor de clubs es en traficantes de droga, o desempleado.
Jared hizo una mueca.
Tristan se echó a reír. —Vendrás a la próxima fiesta del club en la que sea
el anfitrión—dijo, señalándome.
Me encogí de hombros, dándole una mirada descarada. —No me
amenaces con pasar un rato agradable…
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Los cuatro parecían encontrarlo hilarante. Me sonrojé de placer. Podría
acostúmbrame a este tipo de atención, sobre todo porque venía de cuatro chicos
calientes.
—Danika trabaja para Jerry —les dijo Tristan.
—Habría conjeturado que fueras una bailarina —me dijo Tristan, como si
no acabara de mandar a Cory a la mierda. Típico de chicos.
Señalé a Tristan. —Esta ronda va por Tristan. Soy una estudiante de
tiempo completo, y una niñera, pero soy una aspirante a bailarina, no es que
siquiera tenga tiempo.—Le devolví la sonrisa, completamente cautivada por
ella—. La cosa de la modelo es muy halagadora chicos, pero soy un poco bajita
para eso.
—No para modelar en las Vegas —señaló Jared.
Supe antes de que incluso abriera mis ojos que tenía una resaca pavorosa.
No podías ir de casi nunca beber, a perder la cuenta de tus bebidas en una sola
noche, y no sufrir las consecuencias, y Señor yo las sufría.
Miré el reloj y gemí en voz alta cuando vi que eran las siete de la
mañana. Así fue como supe que mi resaca era verdaderamente atroz; me
despertó después de solo tres horas de sueño.
Me senté alcanzando el vaso de agua que mantenía en mi mesa de noche.
Bebí toda el agua, incluso aunque beber era la última cosa que quería hacer,
porque sabía que rehidratarse era la mejor manera de recuperarse de la resaca.
Dot, que dormía en su propia cama de perro al pie de la mía, se colocó a
mis pies. Puso su cabeza sobre sus patas, y me miró. No podía decidir si me
daba una mirada de simpatía o una condescendiente.
Mi puerta se abrió, y Mat asomó su cabeza en el interior, sonriendo. —
Buenos días, boo —dijo, usando el apodo que me dio cuando tenía cuatro años.
—Buenos días, peeka4—le respondí, usando mi propio apodo para él.
Mat siempre era el primero en despertarse, pero todos los demás lo
seguían rápidamente, por lo general debido al ruido que conseguía hacer. —
Todo el mundo sigue durmiendo —dijo en un susurro que se las arregló para
que fuera más fuerte que hablando directamente.
—Lo imaginé —dije con una sonrisa triste. Siempre me despertaba
primero, ya que yo preparaba el desayuno—. ¿Qué quieres desayunar?
—Panqueques de arándanos, ¡por favor! —Casi gritó.
Hice una mueca y levanté una mano. —En seguida, pero voy a necesitar
que permanezcas agradable y silencioso esta mañana, ¿de acuerdo?
—¡Gracias! —dijo en voz un poco más tranquila. —¿Pondrás las
caricaturas mientras espero mi comida?
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4Juego con bebés, que consiste en esconderse de la vista de un bebé y aparecer sorpresivamente
diciendo: Peek a Boo.
—Por supuesto, amigo. Sólo necesito ir al baño, luego estaré lista.
Usé el baño y me dirigí a la sala de estar, Dot siguiendo mis pasos.
Mat se hallaba sentado en su sofá para niños en el suelo, Pupcake en su
regazo. Miraba confundido a través de la habitación, y cuando entré en ella, vi
el por qué.
Crucé en silencio la habitación, encendí la televisión y encontré un canal
con algunos dibujos animados. Mat se concentró en la televisión, y caminé
tranquilamente hacia el pedazo de hombre sin camisa que se encontraba
tumbado en el sofá. Mi cabeza estaba tan confusa que olvidé que él incluso
había terminado aquí.
Yacía sobre su espalda, una almohada colocada sobre su cara, y otra
cubriendo su regazo. Pateó completamente su delgada manta. Sólo pude
distinguir que por lo menos usaba bóxers, lo cual era bueno, pero el resto de él
era piel toda bronceada, desnuda y tatuada.
No es bueno, pensé, teniéndolo así. No tenía dudas de que luciría bien
desnudo, y ciertamente no necesitaba ver qué tan bien.
Incluso en reposo, pude ver las crestas duras en su abdomen. Y sus
brazos. Jesús. Sus brazos eran enormes, lo cual era una especie de cosa que yo
tenía. Pensé que podrían ser más grandes que mi cintura, y por razones
puramente perversas, quería medirlos para ver si tenía razón. Y los tatuajes...
Dios, los tatuajes. No tenía algo por la tinta, pero me encantaban los suyos. No
tenía completamente cubiertos sus brazos, como su hermano, pero no se hallaba
demasiado lejos. Sus brazos estaban cubiertos con diseños intrincados, y no era
todo negro, tampoco. Me encantó todo el color. Destacó sorprendentemente
contra el otro de tinta negra, como si el negro estuviera ahí sólo para enmarcar
el color.
Me dije que era totalmente necesario mientras extendí la mano y le toqué
el hombro desnudo. Le di un empujón, y sí, me gustó la sensación de su carne
muscular, ¿cuál era el problema?
—Tristan —dije en voz baja, dándole un empujón de nuevo. Mi mano
permaneció ahí, y traté de sacudirlo un poco, pero era demasiado grande para
eso...
Despertó, quitando la almohada de sus ojos y parpadeó hacia mí. —
Joder, Danika, es temprano.
—¡Dijo una mala palabra, boo! —gritó Mat, claramente ofendido.
—Joder, lo siento —dijo Tristan, luego hizo una mueca.
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No pude reprimir una sonrisa. —Puedes usar mi cama para dormir la
resaca. Esta sala de estar se convertirá en una zona de guerra, y tengo que hacer
algunos panqueques de arándanos.
—¿Es eso lo que quieres para el desayuno? —preguntó, sentándose.
Retrocedí como si él estuviera en llamas. Lo cual como que lo estaba...
—¿Eh? —pregunté, totalmente distraída por la vista de aquel cuerpo
perfecto, prácticamente desnudo, y moviéndose. Iba al gimnasio a menudo, y
me encontraba en buena forma, pero no creo que alguna vez haya visto un
cuerpo tan perfecto en mi vida.
Se puso de pie, y di otro paso atrás. Empezó a alejarse del sofá, y algo
que él hacía, finalmente me sacó de mi trance.
—¿Por qué sigues sosteniendo una almohada sobre tu regazo? —
pregunté.
Me envió una sonrisa torcida, inclinándose para recoger su bolsa de lona,
la cual había puesto detrás del sofá. —¿No lo adivinas? Te daré una pista; la
segunda palabra es mañanera, y la primera rima con acción.
Me sonrojé, sintiéndome estúpida. —Oh... bueno, puedes usar mi baño, y
puedes guardar tu bolsa ahí, por lo que no estorbará.
—Está bien. Gracias. Sólo dame cinco minutos, y prepararé el desayuno
para todo el mundo.
Sacudí mi mano. —Vuelve a la cama. Yo lo hago. Sé que debes sentirte
algo embotado.
Me envió una mirada bastante severa. —Dame cinco minutos. Dije que
cocino para ti. Estoy cocinando. Y tienes que sentirte igual de embotada.
—Estoy bien. Yo me encargo.
Me señaló. —No vayas cerca de la cocina hasta que vuelva. —Se alejó, y
le hice una mueca a su espalda en retirada, aunque me encontraba secretamente
complacida, y todavía descaradamente le eché un vistazo. Vi lo que podía hacer
con galletas. Quería más.
Normalmente sólo tomaba un yogur griego para el desayuno, pero con
resaca y hambre, me hallaba pensando en consentirme.
Me senté en el sofá cuando escuché la ducha en mi baño encendiéndose.
Tenía muchas cosas que necesitaba hacer, pero simplemente me senté ahí por
cinco sólidos minutos, mi mente con Tristan en la ducha.
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cualquier cosa.
Página
—Bev tiene este delantal realmente genial con volantes color rosa —
dije—. ¿Qué tendría que hacer para que lo uses mientras cocinas para mí?
—Ni siquiera quieres saber, boo—, dijo.
Eso me calló con efectividad de nuevo.
A los diez minutos, tenía la cocina oliendo divino. Gemí cuando el aroma
del tocino friéndose me alcanzó.
Su mirada se dirigió hacia mí entonces rápidamente. —Provocadora —
murmuró.
Hiso los panqueques en primer lugar, preparó un plato rebosante para
Mat.
—Te das cuenta que tiene seis años, ¿no? —pregunté, mirando el enorme
plato.
—¿Le gusta el tocino? —preguntó, haciendo caso omiso de mi
comentario.
—¡Sí! —gritó Mat desde la sala de estar.
Tristan me entregó el plato, y se lo llevé a Mat a la sala de estar. A Bev no
le importaba si comían en sus pequeños sofás. Los perros siempre recogían los
trozos que ellos dejaban atrás.
En el momento en que regresé a la cocina, Tristan tenía un sándwich de
biscocho de desayuno esperándome. Me lo entregó con una servilleta de papel,
y luego tomó un gran bocado del suyo.
El olor de los huevos y el tocino me hizo agua la boca, y mordí el
sándwich. Tuve que cerrar los ojos con el primer bocado, masticando muy
despacio para saborear cada segundo de él.
—¿Qué le haces a la comida para que sepa tan bien? —Gemí.
Abrí mis ojos cuando no me respondió. Me miraba con algo en sus ojos
que hizo que mis dedos de los pies empezaran a rizarse.
Dejó la mitad de su sándwich sin comer, caminó hacia fuera de la cocina.
—¿A dónde vas?—le grité.
—Vuelvo en cinco minutos —gritó en respuesta.
No estaba segura de sí me hallaba contenta u horrorizada cuando
escuché mi ducha encenderse.
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Página
Traducido por Lorena
Corregido por Amélie.
cinco horas bailando con una chica con la que sabía a ciencia cierta que no me
acostaría.
Página
Acaricié mi polla dura como la roca, pensando en su boca rosa, y sus
centelleantes ojos grises. Y su pequeño cuerpo bien proporcionado. Su cintura
era tan pequeña que podía rodearla con mis manos, pero tenía las curvas más
sexis… y la forma en la que caminaba. Podría haber adivinado que era bailarina
sólo por la forma en la que balanceaba las caderas mientras se movía. Incluso su
voz me ponía duro. Tenía una voz firme y suave, un tono uniforme, mientras
me molestaba por lo que ella desease.
Apreté fuertemente mi polla, acariciándola, una, dos, tres veces, antes de
venirme con fuerza en el aire.
Habría sido vergonzoso lo rápido que me corrí, si hubiese habido alguien
más para presenciarlo.
Pensé que había conseguido sacarlo de mi sistema hasta que volví al
salón y la vi agachada en esos malditos shorts. Jódeme, estaba en problemas…
No terminamos teniendo que hacer turnos para tomar siestas, ya que Bev
se llevó a los chicos fuera a pasar la tarde. Ambos dormimos por tres horas, yo
en el sofá, y Danika en su cama.
Terminé cocinando enchiladas para todos para cenar, solo para ver la
cara de Danika mientras las probaba.
Cuando me di cuenta de que no podía mudarme a mi nuevo
apartamento durante unas pocas semanas, incluso aunque el arrendamiento en
mi apartamento viejo ya estaba, no sabía que las cosas serían así. Aun así, no me
quejaba. No podía recordar un momento en el que hubiese tenido más
diversión.
Llevaba una camisa con cuello oscuro y vaqueros para nuestra noche
fuera. Pocos clubs eran tan estrictos con su código de vestimenta como el
Cavendish resort, y Cory no estaba trabajando, así que no podíamos
permitirnos ir a Decadence.
Danika salió con unos diminutos pantalones de satén negro, y una blusa
de color carmesí que abrazaba sus pechos de una forma que me hacía la boca
agua. Llevaba los mismos tacones fóllame de la noche anterior, y era oficial—
tenía piernas asesinas.
—Jodida A —dije, sin preocuparme por mi lenguaje, ya que los niños ya
estaban en la cama.
—Tú no estás tan mal —dijo ella, sacudiendo su pelo mientras me daba
una sonrisa descarada—. ¿Es Kenny nuestro chofer de nuevo?
Asentí. —Vamos a esperarle fuera. Si tiene que llamar al timbre, podría
51
Fue un desafío salir por la puerta principal sin que se escapasen los
perros, pero Danika era una profesional.
—¿Así que no tienes casa, o coche? —preguntó ella, mientras íbamos hacia
la acera para esperar a Kenny.
Sonreí. Ella no tiraba golpes, eso es seguro. —Tengo un coche. Se lo
presté a un colega, quien necesitaba conducir a L.A. por unos días.
—Fue amable por tu parte —dijo ella.
Me encogí de hombros. —No es para tanto, sobre todo porque tengo
amigos como Kenny, quienes me llevan.
—Kenny es un amor —dijo ella, sonando como si lo pensase.
Sentí mi mandíbula apretarse, aunque sabía que no era razonable estar
celoso.
—Es un tipo en una banda. No confíes en ninguno de nosotros —advertí,
mi voz más dura de lo que pretendía.
Ella se encogió de hombros. —Me parecen lo suficientemente seguros,
siempre y cuando no sea tan estúpida como para salir con alguno de ustedes.
Sentí una oleada de alivio ante su tono desdeñoso. —Exactamente.
Terminamos yendo a un club que irónicamente se llamaba Tryst 5. Le
disparé a Danika una mirada de advertencia cuando Kenny nos dijo dónde
íbamos. La mirada decía “di una palabra, y no volveré a hacerte el desayuno”.
Ella pareció entenderlo, pero su sonrisa era exasperante.
—¿Vas a conseguirnos bebidas gratis en este lugar? —preguntó ella.
—Sí —respondió Kenny—. Nuestro colega Doug trabaja en una de las
barras esta noche.
—¿Tienes conexiones en todos los clubes de la ciudad? —preguntó ella.
—Casi —admitió Kenny—. Cuando intentas ascender una banda local,
tiendes a conocer a mucha de la gente trabajando en los clubes.
—Estoy segura de que no viene mal el que parezca que salen todas las
noches, también. —Espetó ella.
Tryst estaba lleno. Sin embargo, el guardia de la puerta nos reconoció a
primera vista, y nos dejó entrar con un pequeño gesto. Entrar era siempre la
mitad de la batalla.
Me hacía sentir menos solo, y tan conectado a ella de formas que no podía
recordar estar conectado a nadie aparte de mi familia.
Página
—No es de extrañar que nos llevemos tan bien —respondí finalmente—.
Tenemos más en común de lo que habíamos pensado. ¿Tú madre también está
en las Vegas?
Se encogió de hombros, un lado de su boca tirando hacia abajo. —No
estoy exactamente segura. Nunca nos hemos llevado bien. No mantenemos
contacto.
Aprendí la lección cuando pregunté por su hermana, así que no le
pregunté por qué no sabía dónde estaba su madre, aunque estaba tan curioso
como el infierno por saberlo.
—Entonces, ¿cuál es un buen día para que vengas a conocer a mi madre?
Ella sonrió, las nubes en sus ojos de plata aclarándose. —¿Así que no
estás preguntándome, sino diciéndome, que voy a conocer a tu madre?
Le di una sonrisa arrepentida. —Al menos te dejo que elijas el día. No
tienes nada de lo que preocuparte. Se van a amar.
—Si ella es cualquier cosa como tú y Jared, no puedo imaginar que no
nos llevemos bien.
Eso llevó mi mente a mi hermanito. No importaba que él fuese un adulto,
él siempre sería mi hermano pequeño. Habría hecho cualquier cosa por él,
cualquiera, pero sé que estaba un poco enfadado por decirle que no podía
pedirle una cita a Danika. Teníamos reglas muy estrictas de hermanos sobre
salir con la misma mujer, pero como no estaba saliendo con ella, pensó que era
injusto que le hubiese advertido. Aun así, lo entendiese o no, pensaba que
respetaría mis deseos.
La camarera trajo nuestra botella, y vi los ojos de Danika ensancharse.
Hice una nota mental de que le debía a Doug un gran momento.
—Estoy impresionada. Servicio de botella Grey Goose6. Tienes buenas
conexiones, para ser un sin techo.
Me reí, mezclando martinis sucios para nosotros.
—¿Cómo de sucio lo quieres? —pregunté, moviendo las cejas
sugestivamente.
Eso sacó una risa sorprendida de ella, y pensé que era mi sonido favorito.
Era muy inusual en ella, y amaba ser la causa.
—Lo tomaré tan sucio como puedas servirlo.
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Página
Grey Goose es un vodka de primera calidad producida en Francia. Originalmente fue fundada
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Mis ojos se abrieron. —¿Ni siquiera habéis roto hace un mes? —No podía
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Página
Traducido por Katita
Corregido por Aimetz Volkov
piscina.
Traducido por Vani
Corregido por Clara Markov
carrera hacia el final fue más rápida de lo que podía imaginar. Apenas me
dejaba ir a un punto culminante cuando alguien llamó a la puerta de mi
Página
dormitorio. Me tensé.
—¿Danika? —llamó Tristan.
Cerré los ojos, dejando que esa voz profunda me inundara.
—¿Sí? —contesté sin aliento.
—¿Vienes?
—Sí —casi gemí.
—¿Por qué tardas tanto tiempo? —cuestionó.
—Ya casi estoy —jadeé.
Hubo una larga pausa al otro lado de la puerta. —¿Qué haces? —
preguntó, con la voz más áspera ahora.
No respondí, algo sobre ese tono áspero disparándome. Agarré la orilla
de mi manta, mordiéndola para sofocar mis gemidos en lo que me venía.
—¿Puedo pasar? —preguntó.
Oí que intentó abrir la puerta.
—Necesito un momento —dije, simplemente tumbada allí, mi corazón
aún acelerado.
—De acuerdo —dijo, casi demasiado tranquilo.
Lucía bastante decente pero nerviosa cuando finalmente abrí la puerta.
Tristan se encontraba allí parado, las manos en las caderas, los ojos en el
suelo. Levantó la mirada, y luego estiró el cuello para mirar mi habitación.
—¿Todo va bien? —preguntó.
—Sí —dije, en su mayoría. Me sentía más relajada de lo que parecía.
—¿Vamos a hacer ejercicio?
—Claro. Deja que me ate el cabello, y agarre mis zapatillas. Te veré en un
minuto.
Me sorprendió inclinando mi barbilla con el dedo.
Parpadeé hacia él.
—Te ves diferente.
—¿Qué quieres decir?
Tarareó bajo en su garganta, y casi lo pierdo. Era el ruido más sexy que
había escuchado jamás. —Mierda, Danika. Conozco esa mirada. ¿Tomabas tu
propia versión de "ducha" allí?
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rojas, pero era demasiado terca para no mirarlo a los ojos de frente. Forcé mi
mandíbula, alejándome de su mano. —¿Y qué si lo hacía? ¿Crees que eres el
único que necesita una "ducha" de vez en cuando?
Parecía sorprendido por eso. —No. No lo pensaba… no lo creo. Lo
siento, solamente me tomó por sorpresa. Eso es... demasiado malditamente
caliente. Disculpa. —Se dio la vuelta y comenzó a caminar por el pasillo.
—¿Aún vamos a entrenar? —grité a su espalda.
—Diablos, sí —gritó como respuesta.
Sonreí.
Corrí en la cinta durante unos cuarenta minutos antes que él dijera otra
palabra.
Dejó de hacer una larga ronda de dominadas que yo pretendía no contar.
Se acercó a la parte delantera de mi máquina, estudiándome el rostro.
—Así que, um —habló finalmente, aclarándose la garganta—, ¿con qué
frecuencia necesitas, eh, tomar una "ducha"?
Le envié una mirada juguetona, pero mi corazón latía más fuerte ante su
pregunta. —¿Es esta una conversación amistosa? —pregunté, respirando con
dificultad, por el entrenamiento y la pregunta.
Sonrió con su sonrisa más problemática. —Somos amigos, ¿cierto? Por
supuesto que es amistosa.
—¿Nada raro?
—Nada en absoluto. Sólo pretende que soy una de las chicas.
Sin quererlo, mi mirada recorrió su cuerpo. Por pura fuerza de voluntad,
regresé los ojos a su rostro. Una de las chicas, mi trasero...
—No tengo que hacerlo a menudo —admití—. No tanto como tú lo
necesitas. Pasan semanas para que lo necesite. Demonios, a veces hasta meses.
Hizo una mueca. —Eso no puede ser sano.
Me encogí de hombros, manteniendo mi ritmo constante.
—¿Algo en particular hizo que necesitaras una “ducha” hoy? —
preguntó, mirándome de cerca.
Lo observé. —Esa no es una pregunta amistosa.
Suspiró profundamente, girándose. —Mi error —murmuró, dirigiéndose
a las pesas libres.
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unos sesenta años. Llevaba un plato con sus famosas galletas de mantequilla de
Página
a Bev cuando llegaba a casa del trabajo, pero todo o la mayoría del tiempo
regresaban a mí.
—Me parece bien —dije. Me senté en el sofá de dos plazas con Bev y le di
un gran trago a mi martini.
Todas se sentaron. Había un montón de asientos, con puestos para seis
en el sillón articulado, el sofá de dos plazas y dos sillones reclinables extra. El
salón no era bonito, pero era cómodo. Los perros descansaban alrededor de la
habitación, como si hicieran parte en la discusión.
Candy fue la única que no se sentó, moviendo una pantufla de gatito, su
mano en la cadera.
—Está bien, aquí va —comenzó—. Estoy frustrada… no, saben qué, estoy
enojada, ¡con George! Simplemente no creo que incluso intente entenderme, y, a
veces, muchas veces, siento como si solo me llevara la contraria, como si
estuviera buscando razones para cortarme.
La frente de Lucy se frunció mientras estudiaba a la otra mujer. —Está
bien, estás frustrada porque tu pareja no entiende de dónde vienes—
—Creo que ni siquiera intenta entender —soltó Candy.
Lucy asintió con calma. —Puedo ver cómo eso sería frustrante. Creo que
todas podemos relacionarnos con eso, en algún nivel, pero, ¿puedes darnos
algunos ejemplos específicos de por qué te sientes de esta manera?
Candy bebió su martini, y Bev recogió la copa para rellenarla antes de
continuar. —Bueno... todas saben que soy bisexual. George lo sabe. Lo ha
sabido desde el principio, pero no me deja estar con otras mujeres. De hecho,
tuvo el descaro de decir que me iba a dejar si enganchaba con alguien más,
¡incluso si se trataba de una mujer!
—¿Todavía son monógamos? —preguntó Lucy, su tono muy neutro.
Candy dejó escapar un suspiro de frustración. —Sí. Vivimos juntos ahora,
pero me gusta estar con hombres y mujeres. George está hablando de
matrimonio, y una parte de mí está emocionada por eso, pero otra parte de mí
no puede imaginar no tener relaciones sexuales con una mujer por el resto de
mi vida. No es justo que me pida eso.
—Bueno, puedes solo tener que elegir, Candy.
—Pero eso no es justo. Me atraen los hombres y las mujeres.
—Entiendo. Y eso está bien. Sólo tú puedes decidir lo que quieres hacer y
cómo quieres dar prioridad a tus relaciones. Estuviste de acuerdo con la
monogamia con George. Si mal no recuerdo, fue tu idea. Lo que él te pide, no
tener relaciones sexuales con otras personas, no es diferente de lo que
74
de tu deseo sexual, pero creo que te puedo decir por qué de repente ha
empeorado. A pesar de que él puede tener pistas sobre el hecho de que no te
está gustando tener sexo con él, es muy probable que empieces a resentirte con
él por ello. ¿Has pensado en decirle cómo te sientes?
—No sé cómo. Temo que lo haga enojar, o incluso herir sus sentimientos,
si le digo que básicamente he sufrido por sus insinuaciones por tanto tiempo.
—Hmm. Tal vez no le digas todo. Y, ciertamente, no empieces con eso.
Puedes empezar diciéndole que tu deseo sexual ha desaparecido. Cómo
siempre abres la comunicación, sin embargo, el punto es que empieces a hablar
de estas cosas. La comunicación es un componente importante para todo tipo
de intimidad, incluso del tipo físico.
Jen asintió, respiró hondo, y luego sonrió. —Voy a darle una
oportunidad. Voto que es hora del cóctel número dos.
Secundé eso.
Comimos, bebimos y hablamos durante horas. A medida que la sesión de
terapia terminó, la conversación se volvió tonta, como solía serlo.
—Jodido. Ingeniero. Caliente —dijo Sandra, en referencia al dueño del
casino Cavendish, y la galería en la que trabajaba. Parecía que se sentía bastante
terrible—. Él entró en la galería hace unos días, y casi tengo un ataque al
corazón.
—Es hermoso —dijo Candy, brindando con su copa en el aire.
—No —dijo Sandra—. No entiendes. Se ve hermoso en las fotos, pero en
la vida real, quedas con la boca abierta. Una vez que has visto esos ojos de cerca,
nunca puedes volver atrás.
—Debes hacer un paso hacia él —dijo Candy.
—Yo haría un movimiento hacia él —dijo Harriet—. De hecho, no
aceptaría un no por respuesta.
Sandra sacudió la cabeza. —Él sólo sale con supermodelos con piernas
que suben a sus tetas, o modelos de playboy con tetas que van hasta la barbilla.
—Sólo tienes que ir por ello —dijo Harriet—. ¿Qué tienes que perder?
—Um, su trabajo —dije, rodando los ojos.
Harriet y Candy eran divertidas como el infierno, pero no de quienes se
debería seguir un consejo. Su marca de extravagancia no funcionaba para todo
el mundo. Se volvía contra ellas la mitad del tiempo.
—Salir con el jefe rara vez sale bien —señaló Lucy razonablemente.
—No estaba diciendo que debías salir con él —se defendió Harriet—.
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—Me siento atraída por él, y me encanta estar cerca de él, pero tengo
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80
Página
Traducido por Beatrix
Corregido por Amélie.
9Peep show: es un término inglés con el que nos referimos a cierto tipo de espectáculos
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maliciosos o picarescos, de esos con contenido sexual caliente pero que no tienen por qué
terminar en sexo explícito.
Todas levantaron sus manos ansiosas al aire a excepción de Bev y Lucy,
al parecer, las únicas que me cubrían la espalda.
Continué, aun sabiendo que había perdido. No estaba en mi naturaleza
darme por vencida. —¿Quién vota que dejemos nuestra noche de chicas como
Dios lo quiso, sólo chicas?
Bev, Lucy y yo levantamos las manos. No sabía si quería reír o patearlo
cuando vi que Tristan estaba levantando una mano. Él sabía que tenía los votos
suficientes, incluso si votaba conmigo, bastardo engreído.
Y entonces se quedó, charlando con las chicas hasta casi las tres de la
mañana.
Dejando de lado el resquemor de perder la apuesta, disfruté muchísimo
con él allí.
Era divertido, y encantador y por alguna razón, evitó suavemente los
intentos sutiles y no tan sutiles de Candy y luego de Harriet.
Lucy me lanzó algunas miradas preocupadas al principio, pero al final,
incluso ella quedó prendada de la personalidad juguetona de Tristan.
—Sabes, por lo general terminamos a las diez, once como máximo —Le
dije a Tristan, mientras me ayudaba a limpiar después de que todas las mujeres
se marcharon. Incluso había logrado mandar a Bev a la cama, sin dejarla
ayudar con la limpieza. Ella había tenido suficientes de sus propios tragos
fuertes como para tomar la oferta con gratitud.
—¿Corrompí a tus amigas? —preguntó con una sonrisa descarada.
Una esquina de mi boca se levantó con arrepentimiento. —No tanto
como me estás corrompiendo. No soy del tipo de la sucia escena de club de Las
Vegas.
—Creo que te entiendo un poco mejor ahora, después de conocer a tus
amigas. Eres como de cuarenta y cinco años, atrapada dentro de un cuerpo
caliente de veintiuno. Esa podría ser la razón por la que nunca puedes
desinhibirte y dejarte ir.
Me ofendí por eso. —Me desinhibo todo el tiempo. Hemos salido a
bailar todas las noches esta semana. ¿Cómo le llamas a eso?
Frunció los labios, lo que atrajo a mis traidores ojos, incluso con un poco
de resentimiento.
—Es cierto que puedes bailar. Dios, puedes bailar. Y eres sin duda capaz
de salir y pasar un buen rato, pero simplemente no es lo mismo que dejarte ir.
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Incluso borracha hasta que te sientes alegre, pareces estar en control cada
segundo. Todavía tengo que verte tener un momento de veintiún años.
Página
—Bueno, perdón por no ser una completa zorra que duerme con todos,
como la mitad de la muchedumbre de veinteañeros en Las Vegas.
—Probablemente son muchos más de la mitad... —reflexionó.
—Bueno, esa no soy yo. Si esa es tu idea de dejarte ir, creo que estoy bien
como estoy.
—No estaba tratando de ofenderte —dijo en su tono más conciliador—.
Y definitivamente no quiero decir que debes estar durmiendo con gente. No sé
cómo ponerlo en palabras, pero a veces sólo quisiera verte actuar sin
preocupaciones.
Me inquieté un poco sobre eso mientras terminábamos la limpieza.
Tal vez él tiene un punto, pensé.
Había tenido una especie de existencia sin rumbo mientras crecía. Mi
madre, una esclava de la enfermedad de la adicción, sólo había vivido en el
presente, lo que, se supone, fue por lo cual puse mi ojo determinadamente en el
futuro, que no era el típico estado de ánimo para alguien de veintiún años.
Mi hermana y yo habíamos sido rechazadas sin piedad en todas partes, a
modo inconstante de la vida de nuestra madre. Ella había sido tan negligente
que, en nuestra adolescencia, cuando desapareció durante dos sólidas semanas,
los servicios sociales fueron alertados, lo que dio lugar a un desafortunado giro
de los acontecimientos. Había sido tan impotente, en aquel entonces.
Pero ya no más. Hoy en día, tenía mi propio destino bajo control.
—¿Estás preocupada sobre la apuesta que perdiste? ¿Vas a extrañar tener
esa gran cama suave, toda para ti? Apuesto a que eres una acaparadora de
mantas.
Rodé los ojos hacia él, pero no pude contener mi sonrisa. Sabía que
tendría que haber estado más preocupada por el hecho de que íbamos a
compartir cama, pero no lo estaba. Era extraño para mí, sobre todo teniendo en
cuenta que sólo nos habíamos conocido el uno al otro por una semana, pero
confiaba en él.
No era su culpa que yo me sintiera tremendamente atraída hacia él.
—Estoy preocupada por el hecho de que no voy a poder verte en uno de
mis bikinis. —Le respondí.
Se echó a reír. —Siempre existe la siguiente apuesta.
Nos encontramos al lado de la piscina a las cuatro de la mañana,
simplemente descansando y hablando. Pensé que podría haber sido mi parte
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mientras me despertaba.
Página
89
Página
Traducido por Issel
Corregido por Valentine Rose
sobre ello.
Página
97
Página
Traducido por Mary Haynes
Corregido por Anakaren
Desaparecí buscándote.
Página
Estudié su rostro en busca de una mentira, pero por extraño que fuera, le
creí, y me asustó lo aliviada que estaba de que él no se hubiera enrollado. Si me
aliviaba tanto que no lo hubiera hecho, ¿qué tan herida estaría cuando
finalmente lo hiciera? Sabía que estaba por venir. Él me había dado más de una
advertencia razonable.
—Tengo una idea —dijo, moviéndose alrededor de la mesa de la cocina y
hacía el comedor.
Abrió un cajón del escritorio que corría a lo largo de la pared del fondo.
—Eso suena ominoso —dije, siguiéndolo.
—En una escala del uno al diez, ¿cuánto te gustaba la última persona con
la que te acostaste? —preguntó Tristan con una ceja arqueada y una sonrisa
torcida, enseñándome sus hoyuelos. Usaba esas cosas como un arma.
—¿Mi ex? Cinco negativo, ya que me estoy sintiendo generosa en este
momento —dije al instante.
Asintió. —Exactamente. La última chica con la que me enrolle le tiró una
copa a otra chica porque me sonreía, y la anterior a esa me empezó a regañar
sobre mi forma de beber después de que estuvimos juntos una vez. El sexo
convierte a las mujeres en psicópatas que regañan, y convierte a los hombres en
pendejos directos. Ahora, ¿cuánto te gusto?
Arrugué la nariz. —¿En este mismo segundo? Pues bien, este pequeño
discurso es un poco molesto, pero como que me gustas la mayor parte del
tiempo. Te voy a dar un sólido cinco.
Se limitó a sonreír, en absoluto ofendido. Creo que no habría sabido qué
hacer conmigo si no le daba algo de mierda. —Bueno, te doy un diez, lo que
promedia nuestra amistad a un sólido siete, haciéndote una de mis personas
favoritas de todos los tiempos. Me gustaría mantener nuestro promedio, así que
digo que hagamos una lista.
En realidad había conseguido un lápiz y papel, y me aseguré de que me
viera poner los ojos en blanco.
Su sonrisa sólo se ensanchó. —Eso es lo que más me gusta de ti. Nunca
tengo que preguntarme lo que estás pensando. Todo está allí en tu cara bonita.
Mi ceño se profundizó cuando noté lo que estaba escribiendo.
100
Página
Porque me gustas demasiado como para acostarme contigo.
—¿Qué demonios fue ese movimiento que hiciste durante la cena? —le
pregunté más tarde mientras nos llevaba a casa en mi auto chatarra.
—¿Mmm? —Su tono e incluso su mentiroso rostro eran toda inocencia.
—Lo sabes. La mano en mi rodilla. ¿Qué fue todo eso?
Él suspiró, dejando caer el acto. —Joder, lo siento por eso. Sólo verte
comer con esa mirada en tu cara… perdí mi mente por un minuto.
—Estabas incitándome. Te recomendaría que no empieces a jugar ese
juego conmigo.
—¿Es una amenaza? —preguntó, sonando intrigado con la idea.
—Lo es. No empieces una guerra que no puedes ganar, mi amigo. En la
batalla de las burlas, patearía tu puto culo, tú, demonio del sexo.
Se rió tan fuerte que tuvo que detener el auto.
—Sabes que tengo razón —dije, cruzando los brazos sobre mi pecho.
Asintió. —Estoy totalmente de acuerdo, pero ya sabes que no puedo
rechazar un desafío. ¿Es eso lo que estás haciendo? ¿Desafiándome?
Sacudí mi cabeza. —No. Sin desafíos. No hay competencia en absoluto, y
me niego a convertirlo en una apuesta.
Puso el auto de vuelta en la calle, sonriendo y sacudiendo la cabeza. —
Eso es una lástima.
¿Me atrevería a preguntar? —¿Por qué es una lástima?
—Porque me encantaría ganar o perder una apuesta así. Pero tienes
razón. Sería una estupidez.
—Muy estúpido. —Acepté. No dijimos otra palabra más en el viaje a
113
casa, y sólo sabía que los dos pensábamos en lo mucho que queríamos hacer
algo estúpido.
Página
Traducido por Jessy.
Corregido por *Andreina F*
Estuvimos un par de días sin llegar a hacer nada estúpido, pero por
supuesto, eso no estaba destinado a durar. Lo único sorprendente fue que fui la
primera en destapar la maldita cosa estúpida.
Desperté unas mañanas más tarde teniendo el sueño sexual más gráfico
de mi vida.
En el sueño, eran las grandes manos de Tristán las que estaban en mí,
ahuecando mis pechos y amasándolos, bajando por mi vientre, entre mis
piernas.
Nos encontrábamos afuera en la piscina, solos. Como la mayoría de los
sueños, nada tenía sentido. Es decir, ¿por qué nadábamos desnudos en el medio
del día? Aun así, mi mente soñadora iba a eso con entusiasmo.
Me hallaba tendida en el sillón inflable que casi nunca usábamos,
porque tenía la forma de un enorme círculo con el centro cortado y los chicos
siempre encontraban horribles maneras de usarlo, como meter la cabeza de los
demás en el agujero y sumergirlos.
Sin embargo, en mi sueño el agujero era utilizado de una manera
totalmente diferente y equivocada. Tristán llenaba el agujero, con su distractor
torso esparcido en él mientras ponía su boca en mí del modo más distractor.
Nunca antes había tenido a un chico que me besara allí, e incluso en el
sueño, mi imaginación era limitada. Sólo me acarició allí, con las manos, mucho
más que una distracción.
Desperté con mis bragas alrededor de mis rodillas y mi camiseta subida
hasta mi cuello. Tenía una de mis manos en un pecho sensible, amasándolo, y la
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Se había tirado de espaldas a mi lado, con el brazo echado sobre sus ojos.
Su respiración era áspera.
Tragué, con mis ojos moviéndose por su cuerpo. —¿Te, umm…?
Contuvo el aliento. Su voz era baja. —Por favor, no preguntes. No me
había avergonzado a mí mismo tanto desde que era un adolecente.
Eché un vistazo hacia abajo, el estado de sus shorts y sus palabras
diciéndome claramente cuál era la respuesta.
Me recosté de espaldas, tirando de las mantas hasta mi cuello. Me sentía
un poco en shock por lo que acababa de hacer. ¿Qué diablos estaba mal conmigo?
Mis hormonas se habían encendido y me encontraba bastante segura de
que había perdido algunas células cerebrales importantes en el fuego.
—Mierda, ¿qué fue eso? —Jadeó él.
—Eso fue una locura. —Jadeé—. Y estúpido. Especialmente estúpido.
—Si ese fue tu primer intento de ganar la guerra de bromas, no estoy
seguro de si ganaste o perdiste todo en un solo intento.
A pesar de todo, me reí. —No hay guerra de bromas. Saca eso de tu
cabeza. Este no es un concurso. Es un desastre que nunca debe volver a ocurrir.
—Hablando en serio, si me despierto así otra vez, no estoy seguro de lo
que vaya a hacer, Danika.
—No volverá a suceder, así que no preocupes a tu cabecita sobre ello.
—¿Y si… accidentalmente comienzo a masturbarme dormido?
—Detente. Eres incorregible.
—Y tú eres la reina de todas las bromas. Sabes que nunca podré sacar esa
imagen de mi cabeza… Miiierda. ¿Tienes idea de lo mucho que esto me jode?
Suspiré. —Creo que tengo una idea bastante buena, Tristan. ¿Podemos
simplemente… nunca mencionar esto de nuevo?
—Puedo intentarlo, pero eso no significa que no vaya a estar pensando
en eso.
—Sí, lo sé. —No había manera de que fuera a olvidar la mirada en su
rostro cuando me había ayudado a correrme.
—Sólo déjame preguntarte una cosa, antes de que abandone el tema para
siempre.
Soplé mi aliento en un suspiro ruidoso. —Adelante.
117
118
Página
Traducido por Mary Haynes
Corregido por Laurita PI
Agarré una correa del gancho en el pasillo junto a la cocina, metiendo los
Página
pies en un par de zapatos para correr de Bev. Seguí a ese perro loco por la
puerta en menos de treinta segundos.
Por favor, que los pollos estén bloqueados a cal y canto, por favor que los pollos
estén bloqueados a cal y canto, era un mantra en mi cabeza mientras corría a través
del vecindario.
Era una corredora rápida. Hacía un gran esfuerzo para mantenerme en
buena forma, y corría siempre que el clima lo permitía. Y por eso me sorprendió
cuando Tristan corría repentinamente a mi lado, y luego me pasaba.
No estaba segura de cuando dejó la casa, pero estaba segura que fue
después que yo lo hice.
Vi un destello de pelo marrón con manchas en la esquina de mi visión, y
giré sobre mis talones. Todavía estábamos a varias filas de casas lejos de los
establos, lo que significaba que en realidad teníamos una oportunidad de salvar
algunas gallinas.
Coffeecup vaciló ante una casa, olfateando algo, y me abalancé, me
zambullí sobre él. La lluvia hizo a su pelaje resbaladizo y húmedo, y se escurrió
de mis brazos antes de que pudiera colocar la correa en su collar.
Grité maldiciones en su contra mientras gateaba de nuevo para ponerme
de pie, reanudando la persecución.
Casi me alegré cuando Tristan lo interceptó en la zanja lodosa que
conducía directamente a los establos. Se agarró del collar del perro, aullando de
la risa. Compartíamos sonrisas mientras me acercaba, cuando Coffeecup sacó
un movimiento de perro ninja y se deslizó fuera de su collar, lanzándose a los
establos.
Tristan lo derribó, agarrándolo alrededor del pecho para detenerlo.
Encontré su collar en el barro, mirando al estúpido perro mientras lo
apretaba alrededor de su cuello, un orificio más ajustado que la última vez, ya
que al parecer fue lo suficientemente flojo como para que se saliera. Coloqué la
correa, aun recuperando el aliento.
—Parece que no podías decidir si querías luchar en barro, o estar en un
concurso de camisetas mojadas —dijo Tristan con una sonrisa, gritando para
hacerse oír por encima del aguacero.
Miré a mi empapada y fangosa camiseta blanca. Tenía un punto... pero él
no lo había hecho mejor.
Lo señalé. —¡Tú tampoco! Te ves peor, de hecho. ¡No soy la que tuvo su
espalda en el barro!
No debería haber dicho eso. Se parecía demasiado a un reto, y debería
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demente. Por lo que sabía, era una señora loca de los pollos todo el tiempo.
—¡Ese perro es una amenaza! —gritó.
Página
Asentí de nuevo. No podía discutir con eso. No le señalé que si ella no
dejara que sus pollos corrieran sueltos por los establos todo el tiempo, no serían
objetivos fáciles para un sanguinario Coffeecup. Sabía por experiencia que
tratar de formar cualquier tipo de defensa sólo la pondría más loca.
Tristan se acercó justo cuando ella se alejaba furiosa, todavía
murmurando maldiciones a un Coffeecup que lucía irónicamente arrepentido.
—Bueno... —dijo, pasando una mano sobre su cabeza lodosa—. Esto
podría haber ido mejor.
—Has roto tu promesa, sabes —dije, tan pronto como la señora loca de
los pollos estuvo lejos, donde no podía escucharnos.
Levantó una ceja inquisitivamente, tratando inútilmente de secarse con
sus manos.
—Prometiste que si Coffeecup se salía mientras estabas por aquí, lo
atraparías antes de que asesinara a cualquier pollo.
—Um, lo atrapé. Si no lo recuerdas, lo agarré en esa zanja fangosa de allí.
Tú eres la que lo dejó ir otra vez.
Él tenía razón en eso.
—Rompimos la mitad de nuestras reglas en esa zanja —me dijo mientras
nos dirigíamos de regreso a la casa.
—Soy muy consciente.
—Creo que sé cuál es el problema. —Sonaba resignado, y preocupado.
Particularmente no quería oír lo que le hizo sonar tan grave.
—¿Qué somos muy estúpidos y un poco locos? —supuse.
—He sido célibe durante demasiado tiempo, y ahora lo estoy sacando
contigo. Necesito desahogarme un poco, ¿sabes?
Eso dolió. No debería, pero me dolió mucho. Estaba a bordo con la cosa
de los amigos, pero la idea de que esta atracción entre nosotros tenía más que
ver con su propia frustración sexual, y nada que ver con la forma en que se
pudiera sentir por mí, bueno, me hizo querer llorar, y esto me hizo sentir como
una chica particularmente estúpida, y odiaba esa sensación. Me gustaba pensar
que mi cabeza me gobernaba, no mi corazón, y estar alrededor de Tristan había
hecho estragos en esa idea.
—Creo que voy a salir esta noche... yo solo.
Ouch, ouch, ouch, pensé. —Eso tiene sentido —dije—. Tengo que
123
sueño.
Página
Nunca me descuidé ni una vez, nunca le dije que lo odiaba porque iba a
salir sin mí, y sobre todo que odiaba por qué lo hacía. Mantuve mi orgullo, al
menos.
Tristan estaba más allá de dulce, ayudándome a poner a los chicos en la
cama, e incluso en broma insistiendo en arroparme antes de que saliera.
No iba a un lugar con código de vestimenta, me di cuenta, por su remera
negra y jeans. Sin embargo, parecía demasiado hermoso para ser real, y odiaba
que sabía lo fácil que iba a ser para él encontrar una chica al azar para follar.
—No esperes por mí —me dijo con un guiño.
Me aseguré de que me viera rodar mis ojos. —Voy a estar dormida
incluso antes de que Kenny te recoja.
No lloré después de que se fue, pero me preocupaba que tuviera que
esforzarme para no hacerlo. Finalmente, caí en un sueño inquieto.
El sonido de la puerta del baño al cerrarse, y después de la ducha
encendiéndose, me despertaron.
Mis ojos cansados encontraron el reloj. Eran las cuatro de la mañana.
Tristan estaba llegando a casa. De repente estaba completamente despierta.
Esperé en silencio cuando por fin terminó su ducha, y caminó en silencio
a su lado de la cama.
—¿Tuviste suerte? —susurré mientras se acomodaba dentro.
Se quedó paralizado, y entonces me abrazaba por detrás, su voz áspera
en mi oído. —¿Me esperabas, Boo?
—No. Me desperté cuando abriste la puerta. Así que ¿lo hiciste? ¿Tuviste
suerte? —Contuve la respiración mientras esperaba su respuesta.
Suspiró. —Lo hice. Espero poder controlarme ahora. Nuestra amistad
está segura. —Me palmeó la cadera confortablemente mientras lo decía, como si
lo hubiera hecho por mí.
Se había lavado a la otra mujer. O por lo menos, no olía nada de eso en
él. Pero todavía olía el alcohol en su aliento, y había algo en su voz, no
arrastraba las palabras, sino algo más sutil, un cierto sentido de desconexión en
su tono que me hizo pensar que estaba drogado, o al menos muy borracho.
Cerré los ojos con fuerza, maldiciendo las lágrimas que corrían por mis
mejillas.
Tardé una eternidad en llegar a dormir. Sólo me recosté allí por un largo
125
Me desperté con humor negro. Monté un buen show para los chicos,
pero todo lo que quería era enrollarme en una bola, y estar sola por días. El
hecho de que Tristán se quedara en la cama la mayor parte de la mañana no
ayudó.
Me sentía… autodestructiva era la mejor manera de etiquetarlo.
Encontraba casi imposible no hacer algo que me distrajera de sentirme sensible,
y herida. Quería hacer algo fenomenalmente estúpido, como llamar a mi ex.
Por lo que era una horrible sincronización que Jared eligiera esa mañana
para llamarme. Le di mi número, en una especie de forma amistosa, días antes.
Guardé el suyo en mi celular en el momento, así que supe de inmediato quién
me llamaba.
Nos encontrábamos afuera, y los chicos jugaban en su casa del árbol.
Jugaban el típico juego de la casa del árbol, donde Ivan atacaba la casa del árbol
con un arma invisible, y Mat y yo teníamos que defenderlo. Esto usualmente
me incluía sentada en la pequeña estructura de madera apretujada, señalando
la apertura, y disparando mi dedo a un preparado Ivan alrededor de cada tres
minutos, mientras Mat hacía todo el trabajo desde el suelo; básicamente
sacudiéndose exageradamente como si tuviera espasmos, haciendo un círculo
alrededor del árbol.
Usualmente, encuentro esto altamente interesante, ya que los chicos
parecen tener una ridícula cantidad de conocimiento sobre guerra, cortesía de la
tele por cable. Aunque, hoy, sólo los llamaba, apuntando mi dedo, y disparando
en el momento justo con poco entusiasmo. Por suerte, parecía no haber
diferencia para niños de seis y ocho años.
Miré fijamente a mi celular por un largo momento cuando comenzó a
sonar, y vi quién era, queriendo una distracción, incluso una autodestructiva.
Supuse que Jared era una opción mucho mejor que mi ex.
126
Tristan. No debería sentirme tan rota porque él haya dormido con alguna chica
al azar la noche anterior, y no debería sentirme culpable por pasar tiempo con
su hermano. Pero, estrictamente amigos o no, sentía ambas.
—Soy completamente capaz de hacer el desayuno —dije.
—Lo sé, pero aún desearía no haberme quedado a dormir.
Me gusta hacer cosas lindas para ti. Me gusta malcriarte. Me gusta hacer
cualquier cosa por ti, mientras que te haga sonreír.
Bajé mi mirada, fingiendo estudiar mi teléfono, parpadeando para
devolver las lágrimas ridículas.
—¿Qué te gustaría hacer esta noche?—preguntó, moviéndose tan cerca
que podía alcanzarme a través de la apertura de la casa del árbol—. Me
devolverán el auto hoy, así que podemos ir a cualquier lugar. Te dejaré elegir a
ti está vez, y yo conduciré. Iremos a cualquier lugar que quieras y yo me
comportaré.
Tragué. —Tengo planes, en realidad. Tal vez otra noche. —No se sentía
ni de cerca tan bien como pensé que sería rechazarlo.
—¿Ah?—inquirió, aun sonriendo—. ¿Otra noche de chicas tan pronto?
—No, no es eso. Eso no es por un par de días. Voy a salir… con un
amigo.
—¿Un amigo? ¿Sólo uno? Ella puede venir con nosotros, o yo podría
unírmeles.
—Es… no es de ese tipo. Es sólo una cosa para cenar, con un amigo. Sólo
nosotros dos.
Su sonrisa murió, sus cejas uniéndose, aunque su expresión seguía
siendo pura curiosidad. ¿Quién es este amigo?
Me encogí de hombros.
—¿Es éste amigo un chico o una chica? —preguntó, como si pensara que
tenía el derecho.
Aclaré mi garganta. —Es un chico, aunque no es gran cosa. Como dije,
sólo saldremos a cenar.
Él asintió, frotando su mandíbula y mirando sus pies. —No es tu ex,
¿cierto? —preguntó calmadamente, con voz baja.
—No lo es —me apresuré a responder, un poco a la defensiva
porque había considerado esa idea, no obstante brevemente.
128
estrangularlo.
—Perdón. Estoy siendo un idiota. Sólo me siento, no lo sé…
¿sobreprotector? Pensaren ti estando con algún chico extraño me hace…
preocuparme.
—Bueno, no lo hagas. En lo que me concierne, todo el daño ya está hecho.
No queda nada mío para proteger.
Él había empezado a alejarse, pero ante mis palabras, se movió cerca de
nuevo, estudiando mi rostro, con esa enorme mano cálida sobre mi pierna. —
¿Qué en la tierra significa eso?
Parpadeé rápidamente. No podía creer que dije algo como eso, y a él.
Todavía, había simpatía en su voz, suficiente simpatía para hacerme parpadear
regresando lágrimas. Odiaba simpatía, pero de alguna manera siempre era
afectada por ella. —No es nada. Ciertamente nada de lo que quieras escuchar.
—Ciertamente lo hago. Por favor. Quiero saber sólo a qué te referías con
eso. ¿Qué daño ya ha sido hecho?
Todo de ello, pensé. —Nada —dije.
No se lo creyó ni por un segundo. —Somos amigos. Puedes decirme
cualquier cosa.
Reflexioné sobre ello durante un tiempo. ¿Era eso verdad? Estaba de
humor para descubrirlo. —Prométeme que no sentir{s pena por mí… —
susurré, mis ojos en los chicos, asegurándome que estuvieran fuera de
problemas, y lejos para alcanzar a escuchar.
—Lo prometo —susurró, su otra mano llegando dentro de la apertura de
la casa del árbol y tirando de mi hombro para tirarme más afuera. Lo dejé, sin
siquiera protestar cuando tuve mis piernas fuera, su pecho presionando contra
mis rodillas dobladas—. Cuéntame.
Hice una mueca. —No es nada, realmente. Son noticias viejas, y no
siquiera son tanto problema. Sólo que… nunca tienes que ser protector
conmigo. Puedo cuidarme sola, e incluso si no pudiera, sé por experiencia que
sobreviviré a ello, cualquier cosa que sea.
—No me gusta el sonido de ello —dijo suavemente, una de sus manos
adentrándose en mi cabello.
Gentilmente, volvió su cabeza para mirare. —¿Qué diablos significa eso?
¿Te hirió alguien? ¿Estás hablando sobre tu ex? ¿Tengo que ir y lastimarlo a él?
Sacudí mi cabeza. —Él fue un error, un verdadero idiota, pero no, eso no
es a lo que me refería. Aunque no puedes protegerme de los idiotas, tampoco.
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Esa es mi decisión para hacer. A lo que me refiero es que no soy una chica
inocente. No he sido inocente en un gran tiempo, así que no vayas pensando
Página
131
Página
Traducido por sashas4
Corregido por Sofía Belikov
somos amigos, ¿cierto? Aún estamos apegados a esa pequeña lista, ¿verdad?
Página
artista del tatuaje, y está preparando su propio reality show, por lo que será
famosa pronto. Apuesto a que se llevarán bien. Coqueteará contigo, porque eres
espléndida, pero eso es de esperar.
—No creo que sea buena idea. ¿No crees que Tristan se enfadará si se da
cuenta de que estamos pasando el rato? Di rodeos al no decirle con quién iba a
salir esta noche.
Jared se encogió de hombros, indiferente. —¿Quién se lo dirá? Está
trabajando esta noche, así que no va a venir, y puedo garantizarte que Dean no
dirá una palabra. Si nos encontráramos a alguien más, dudo que hagan la
conexión entre tú y él. Así que seguirá quedándose contigo, ¿vale? No me
puedo creer que su apartamento todavía no esté listo…
Eso me hizo detenerme. No que el apartamento no estuviera listo, sino el
hecho de que nunca pensé demasiado en cuánto tiempo llevaba en casa, y
alguna parte de mi cerebro había olvidado que se suponía que se iría pronto.
Originalmente, sólo se iba a quedar por una semana, pero esa semana pasó en
un instante.
—Iremos sólo por un rato —me engatusó—. Está a solo veinte minutos.
Yo conduciré, y te traeré a tu coche cuando quieras. Es una fiesta de piscina.
Podemos nadar. Prometo que será divertido.
De hecho tenía un bañador en el coche, empacado de mi última excursión
a Decadence.
—¿Te importa si vamos solo por una hora o así? —pregunté.
Tomó eso como mi rendición y su sonrisa se ensanchó. —Suena perfecto.
Nos llevó a algún lugar al oeste de la zona. Y lo que él llamaba una
"fiesta en casa", se llevaba a cabo en una finca cerrada que no creía que nadie
pudiera llamar sólo "casa".
—No estoy seguro dónde exactamente, pero alguien me dijo que James
Cavendish tiene una casa por esta calle. Frankie, esa artista del tatuaje que te
mencioné, en realidad es buena amiga suya. El reality show que va a
protagonizar será en su casino.
—¿De verdad? —pregunté, impresionada.
—Sí. Y como te dije, vas a amarla. Es bastante divertida.
—¿Estás seguro de que estamos vestidos para esto? —le pregunté
mientras pasaba con su Mustang negro a través de un juego de intimidantes
puertas.
135
—Oh, sí. La mitad de estas personas estarán llevando trajes de baños, así
que podríamos estar demasiado vestidos.
Página
Eché mi bikini dentro de mi bolso, pero miré sus manos mientras
pasábamos los coches aparcados bastante cerca de un enorme edificio en el
centro de la propiedad. —¿Tú tienes traje?
Sonrió. —Ya lo llevo puesto, debajo de mis vaqueros.
—Tenías todo planeado —observé.
—Tenía mis esperanzas.
El lugar estaba lleno, y la organización me recordaba a una fiesta de
fraternidad más que otra cosa, lo cual me sorprendió, considerando que se
llevaba a cabo en la mansión más grande que había visto alguna vez.
La gente se paseaba en traje de baño, sosteniendo vasos rojos de plástico.
Al instante me sentí más a gusto. Mi primera impresión del lugar fue
intimidante, pero podía lidiar con vasos de plástico y una fiesta en la piscina,
sin importar la ostentosa localización. Aun así, era difícil incluso pasar una
habitación, ya que había mucha gente.
—¿Cómo encontrarás a alguien en este lio? —le pregunté a Jared,
teniendo que inclinarme hacia él y hablarle directamente en la oreja para ser
oída.
Se encogió de hombros. —Vamos a la piscina. Bien los veremos o no.
Nos tomó algún tiempo de búsqueda, pero Jared me encontró una
habitación vacía para cambiarme. Por suerte, mi pequeño conjunto cabía dentro
de mi bolso. Me debatía sobre donde esconderlo cuando Jared abrió la puerta
un poco, mostrando su cabeza. —¿Quieres dejar tu bolso en mi camioneta?
Podemos bordear la casa para llegar a la piscina, así no tendremos que pasar
por la multitud de personas dos veces.
—Buena idea —dije, siguiéndole a la parte de atrás de la casa
Cogió mi mano mientras nos guiaba por la multitud.
Tristan sostenía mi mano todo el tiempo, pero por alguna razón, me
sentía como si no debería dejar a Jared hacerlo. No protesté, diciéndome que
estaba siendo tonta.
Dejamos mi bolso en su camioneta, regresando a la parte trasera de la
casa por el camino pavimentado.
Me sorprendí cuando Jared nos paró al lado de la casa, poniéndome en
un hueco oscuro. Me tiró cerca, y no protesté, cerrando los ojos e inclinando la
cabeza hacia atrás.
136
—No.
—Cuidado con eso. Sé que no est{n saliendo, pero se siente… desastroso
Página
para mí. Esos dos son cercanos. Sería una lástima causar una brecha entre ellos.
Suspiré. —Lo sé. Pensé en salir con Jared, pero esta noche he decidido
que eso no va a pasar. Solo se siente mal. No quiero meterme entre ellos, y no
quiero animar a Jared.
—¿Le has dicho eso a Jared? Parece que tiene un enamoramiento.
—Le dije. Fue raro, pero fue muy amable con eso.
—Es el chico más amable del mundo, pero me preocupo por él.
Eso me sorprendió, pero antes de siquiera preguntar, sabía a lo que se
refería.
—¿Por qué?
—Me preocupo por los dos hermanos Vega, pero especialmente por
Jared. Es demasiado abierto a todo, ¿sabes? No parece tener un botón para
ralentizar cuando se refiere a drogas o alcohol. Ninguno de ellos, pero Tristán al
menos sobresale en la bebida. No creo que haya nada que Jared no haya
probado, y en algún punto, no puedes solo llamarlo experimentar.
—¿Tristán lo sabe?
Frankie suspiró, pareciendo una madre preocupada a pesar de su edad.
—Lo sabe. Sería el primero en decir que es normal probar las cosas.
Cuando fumas marihuana con tu madre antes de los doce, es difícil tener una
perspectiva de eso.
Hice una mueca. —Fui a cenar a su casa, y vi algo de eso. Soy totalmente
mojigata sobre las drogas, y sé que ahora son mayores, pero eso levantó algunas
banderas rojas para mí.
—No me malentiendas, amo a esa mujer a muerte, pero eso es jodido, y
ni siquiera es la mitad de ello.
—Dean le dio a Jared una bolsita de algo al segundo en que apareció —
dije, mi voz baja, ya que Jared se acercaba a la piscina.
—Ves, esa es la mierda que me preocupa. Dean le dará lo que sea que
quiera, sin pensar en lo que es bueno para él. Y puedo garantizar que no solo
fue una bolsita de hierba.
Dejamos el asunto mientras Jared se nos unía en la piscina, y Frankie fue
sobre cada pieza de tinta que había hecho en su piel, que era considerable.
—Niño de mamá —lo provoqué gentilmente cuando señaló un tatuaje
que se había hecho en el pecho por su mamá.
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Era un ancla con la palabra madre grabada dentro. Pensé que decía
mucho que hubiera elegido un ancla para representar a su mamá, aunque para
Página
mí decía algo muy diferente de lo que él pensaba que hacía. Lucy me había
entrenado para ver signos de codependencia, y marcar permanentemente tu
cuerpo con el hecho de que alguien te arrastraba hacia abajo era casi demasiado
obvio.
—Absolutamente. Hasta el día que muera, seré en niño de mamá. Es mi
mejor amiga.
A pesar de mis reservas, un pequeño “aww” se me escapó ante tan
dulces palabras viniendo de un hombre crecido.
—Tristán también es un niño de mamá, pero no tanto como este —me
dijo Frankie, mientras pasaba sus manos por los abdominales de Jared,
trazando el dragón a escala que hizo.
Mi ceño se frunció mientras estudiaba el intrincado dragón. Era dorado,
y tan elaborado que tuve que estudiarlo cuidadosamente para atrapar cada
detalle. Era muy parecido a uno que le había hecho a Tristán en el hombro, pero
el de Jared tenía una peculiaridad extra que me hizo rodar los ojos.
—¿Es un dragón fumando marihuana, o un cigarro? —pregunté, mi tono
seco.
—Adivina —dijo juguetonamente Jared.
—Bueno, la mitad está en el agua —reclamé.
—Aquí. —Saltó de la piscina, posicionándose en la orilla para que
tuviera una mejor vista.
Me acerqué, poniéndome entre sus piernas para estudiar al dragón
fumador.
—No puedo creer que pusieras un dragón fumando marihuana en su
estómago —le dije a Frankie, mi tono acusador, cuando vi que ciertamente lo
era.
—Intenté hablar con él para quitar la marihuana. Pero insistió. También
hay una hoja de mariguana en su cadera, aunque esa no fui yo. Le expliqué que
la gente casi siempre se arrepiente de los tatuajes de drogas. Cuando sea mayor
con hijos propios, nunca será capaz de decirles que le digan no a las drogas sin
parecer hipócrita.
—No les diría que dijeran que no. Sería un padre muy genial.
—Ves, todos dicen eso, hasta que tienen hijos —explicó Frankie—. Tus
prioridades cambiarán, te lo garantizo.
Levanté la mirada a Jared cuando no hubo respuesta a la declaración de
ella.
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Sabía quién era antes de girarme para ver. Mis manos cayeron del
estómago de Jared, donde habían estado trazando inocentemente el tatuaje.
—Miiiiiiierda, va a matarme —dijo Jared suavemente.
Tristán había llegado, y se acercaba a nosotros con una mirada en su
rostro que nunca antes había visto.
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Página
Traducido por Sofía Belikov&Vani
Corregido por Paltonika
Tristan ni siquiera me dio una mirada, los fríos ojos fijos en su hermano.
El color dorado nunca lució tan frío.
Apenas se detuvo cuando nos alcanzó.
—Necesito hablar contigo —dijo a secas, pasándonos.
Jared se pasó una mano por el húmedo y oscuro cabello, su expresión
tensa. —Deséenme suerte, señoritas —murmuró suavemente, antes de seguir a
su hermano.
—Esta es una desafortunada noticia —dijo Frankie, observando a los
hermanos alejarse.
—No se suponía que vendría —me defendí.
—Tienes razón. Me pregunto cómo descubrió que estarían aquí.
—¿Crees que vino porque alguien le dijo?
—Tenía la apertura de un club, ¿no? Algo lo trajo aquí, y tú y Jared
presentándose juntos es lo único que se me ocurre.
—Pero ni siquiera conozco a alguien aquí. ¿Quién le habría dicho?
—Parece que Dean y yo somos las únicas posibilidades, y yo no fui.
Recibiré un infierno por ello más tarde.
—Maldito Dean —dije oscuramente.
—Maldito Dean —estuvo de acuerdo Frankie—. Todos han sido amigos
desde que eran niños, pero no puedo soportar a Dean. Siempre me ha caído
mal. Es demasiado lame botas. Ya verás que desaparece antes de que pase la
tormenta.
Pasaron unos cuantos minutos antes de que Tristan se nos acercara
nuevamente, y esta vez, sin Jared.
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liberar mi mano.
—Demostrando lo que le haré a tu clítoris. ¿Alguna objeción?
No podía pensar en una.
Hizo una promesa bastante espectacular, pero no comenzó allí.
Comenzó inocentemente, las manos masajeando los costados de mis
piernas. Por supuesto, sus ojos no eran inocentes. Mi bikini permanecía
doblado, los triángulos todavía a un lado para revelar la mayor parte de cada
pecho, mientras sus ojos estaban bebiéndome.
Movió una mano a la cara interna de mi muslo, moviéndose para que
pudiera interponerse entre mis piernas mientras las enormes manos trabajaban
en mi muslo.
—Tienes buenas manos —dije.
—Estoy aquí en cualquier momento que necesites un masaje —me
tranquilizó.
—Necesito un masaje.
Agarró mis caderas, moviendo las suyas entre mis muslos. Tiró hasta que
su dureza se acurrucó contra mi zona perfectamente. Entre mi bikini, y su traje
de baño, la posición no dejaba nada a la imaginación.
Gemí ante el contacto.
Literalmente, podía sentir su reacción a medida que su erección se
retorció en mí.
—¿Vas a estar quejándote conmigo por bolas azules más tarde? —
pregunté mientras comenzó a frotar mis hombros.
—No me quejaré de nada de esto, mano de Dios. De hecho, hacerte esto
ha estado en mi lista de cosas por un par de semanas.
—Seguro que tu lista de deseos está llena de chicas que quieres hacer
llegar.
Había trabajado un brazo y ahora masajeaba mi mano. Nunca me había
dado cuenta de la cantidad de tensión que llevaba allí hasta que lo frotaba,
desvaneciéndose. Mis ojos casi daban vuelta mi cabeza, se sentía tan bien.
—No. Obtener mis manos en ti era el único acto sexual en la lista.
—¿Qué más hay en la lista?
—Te lo diré más tarde. Ahora no es el mejor momento.
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Vi lo que quería decir mientras pasaba sus manos sobre mis costillas y
hacia abajo, a mi ombligo.
Página
—Tienes los más sexy abdominales de mierda que he visto nunca —dijo,
lo que hizo correr un escalofrío de placer a través de mí. Me habían felicitado
muchos hombres, pero Tristan siempre me hizo sentir eso.
Mis párpados pesados fueron a su paquete de seis. Estaba mojado y
apretado. —Debes hablar.
Me mostró un hoyuelo brevemente antes de que me besara. Ninguno de
los dos habló mucho después de eso.
Fue el bombardeo más surrealista de sensaciones, con el sol en mi frente
mientras flotaba en el agua, Tristan moviendo su boca caliente sobre mí, las
manos masajeando en todas partes.
Sus caderas empujaron en mí mientras besaba mi cuello.
Me estremecí, lanzando mis brazos alrededor de los duros hombros,
tratando de mantenerlo allí.
No cooperó, moviendo los labios para tocar mi clavícula, deslizándose
por mi cuerpo lo suficiente como para desalojar mi mitad inferior, y traer mis
caderas hacia atrás por encima del agua.
Murmuré una protesta.
—Cariño, no soy un santo —dijo sobre mi piel, las palabras haciendo
deliciosas pequeñas bocanadas contra mi piel con cada palabra—. Si mi pene se
queda allí por mucho tiempo, va a tratar de encontrar la manera de entrar.
Acarició entre mis pechos, mi parte superior del bikini desapareciendo
como por arte de magia. Solo se esfumó, ni un rastro de él en cualquier lugar al
que mirara.
Aspiró con una punta de dolor, su mano moviéndose de un lado a otro
con firmeza.
Todo mi cuerpo temblaba de anticipación al momento en que lo hizo
hasta mi vientre bajo. Cualquier tipo de autocontrol que pude haber poseído se
había evaporado.
Traté de empujar la cabeza aún más, traté de conseguir su lengua más
cerca de donde dijo que iría, pero no se movió ni un centímetro.
Intenté otra táctica.
—Por favor —dije en voz baja.
Se rió contra mi cadera, acariciando allí. —El por favor no te ayudará en
este momento, Señorita pensadora-excesiva. No se trata de permitirte tener el
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control. Se trata de hacerte perder la cabeza. Sólo cuando estés lista, y tengo la
intención de tomarme mi tiempo para llegar allí.
Página
Tragué saliva y lamí mis labios, mirando su lento movimiento como la
melaza, progresar al sur. —Nadie ha ido abajo en mí antes. Serás el primero.
—Lo sé, y tengo la intención de hacer que sea bueno para ti. He estado
pensando...
—Bueno, ¿podríamos hacerlo en algún momento de hoy?
—Pedir es una idea aún peor que la mendicidad —murmuró en mi piel.
Sentí mis dientes rechinar por la frustración, pero eso no duró mucho. Su
boca se movió a la cara interna de mi muslo, por lo que mi mandíbula se aflojó.
Aspiró con fuerza en el lugar entre mi muslo y mi ingle y casi grité. Parecía
tener una idea de todos los nervios sensibles de mi cuerpo.
Removió mi bikini con los dientes, tirando de cada nudo lenta y
tortuosamente.
En el momento en que su boca llegó a mi sexo, me hallaba más excitada
de lo que jamás había estado. Literalmente, podía sentir la humedad filtrándose
fuera de mí, lo que no era usualmente.
Empujó los hombros entre mis muslos, mis talones clavándose en la
espalda mientras se inclina hacia abajo.
La posición inclinada hacía que mis caderas ascendieran, por lo que
acercó su rostro, hasta que pude sentir la respiración en mi núcleo caliente.
Contuve la respiración.
Me lamió, deliciosamente largo e increíblemente rápido, perdiéndolo por
completo, retorciéndome y gimiendo, tirando de su cabello, tratando de agarrar
en vano, y, finalmente, conformándome con excavar en lo alto de sus hombros
con mis uñas.
Deslizó un gran dedo dentro de mí, gimiendo contra mi carne sensible
mientras empujaba con profundidad. Empezó a subir el ritmo suave con el
dedo mientras su lengua hacía su magia.
Mi visión se oscureció, y luego se iluminó, cuando el más delicioso
orgasmo se apoderó de mí en oleadas voluptuosas. No se detuvo durante largos
minutos. Cada vez que pensaba que se había detenido, otro temblor decadente
atravesaba mi cuerpo.
Me derrumbé y me vine nuevamente, mi mundo entero se sacudió
completamente.
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Página
Página 157
Traducido por Mire
Corregido por ElyCasdel
Hice un sonido fuerte de protesta cuando sacó sus dedos, pero él solo me
volcó sobre mi espalda, metiéndolos rápidamente de nuevo.
Página
Sus ojos en mi cuerpo eran impresionantes. La expresión de su rostro era
austera, su mirada hambrienta.
—Sabes que lo tomo como un reto, ¿no? —preguntó, moviéndose por mi
cuerpo, su intención clara.
—¿Dónde aprendiste a hacer eso? —le pregunté.
—¿Hacer qué? —Su rostro se cernía sobre mi ingle.
—Esa cosa con la lengua.
—No voy a contestar eso —dijo con firmeza.
Eso estaba bien, porque rápidamente me olvidé de la pregunta.
—Sabes, puedo hacer eso con más que con mi lengua —dijo, y recalcó las
palabras con su mano, los empujes de sus dedos se convirtieron en una
vibración dura que voló mi cabeza en piezas.
—Eres tan hermosa —me dijo después de venirme en mi tercer orgasmo
glorioso del día.
—Ese fue el tercero —dije, aturdida.
Subió por mi cuerpo, sonriendo como si fuera él quien acababa de
venirse tres veces.
Me besó, presionando su cuerpo sobre el mío, presionando su pecho
desnudo contra el mío, su rígida longitud situada justo en el lugar perfecto,
frotando con fuerza contra mí. Si él no hubiera estado usando bóxers,
habríamos sido tan buenos como tener sexo.
Pude probarme en él, pero no me importaba, no podía tener suficiente de
su boca, o su peso encima de mí. Por lo general, odiaba esa sensación, del peso
de un hombre presionándome, pero disfrutaba cuando era Tristan.
—Podría hacer algo por ti —ofrecí cuando se separó de mi boca y
empezó a besar mi cuello, su gruesa dureza empujando contra mí en un ritmo
frustrado.
—No. Esto es para ti. Todavía te debo un masaje en la espalda.
Atraje su cara de vuelta a la mía, chupando su boca, mis piernas
moviéndose para envolverse alrededor de su cadera en un apretón de muerte.
Ambos gemimos mientras eso lo ponía parcialmente dentro de mí, incluso a
través de sus shorts.
—Estabas tan apretada en mis dedos. Te sentías tan perfecta.
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vez en cuando.
—¿Bev ya se fue a la cama? —pregunté, mirando hacia la cocina.
—Hace horas. Trabaja temprano. Me voy a la cama, también. Es más de
medianoche. Buenas noches, niños.
Le sonreí. Por lo general, cuando alguien en sus cuarenta se refiere a los
jóvenes como niños, era condescendiente, pero nunca con Jerry. Sabía que lo
decía en serio como una expresión de cariño.
—Buenas noches, Jerry —dije.
—Buenas noches, viejo —dijo Tristan, con un brillo en sus ojos.
—Crees que me estás insultando —replicó Jerry mientras salía de la
habitación—, pero me siento dos veces mayor de lo que crees que me veo, así
que es todo lo mismo para mí.
Me senté junto a Tristan, mirando sus manos.
Él barajaba un manojo de cartas, como hacía a menudo, el ritual parecía
calmarlo. Siempre estaba impresionada por cuán hábiles eran sus grandes
manos, rápidas como un rayo. Mi admiración había alcanzado nuevas alturas
antes, cuando vi las otras maneras que esas manos podían hacer magia.
—Me acabo de enterar que mi apartamento está listo —dijo.
Me puse rígida, conmocionada por la noticia. No debería de estarlo. Se
quedó más tiempo de lo que cualquiera de nosotros esperaba.
—¿Dónde está? —pregunté finalmente.
—No muy lejos de aquí. Está en Henderson, fuera de Warm Springs, a
unos quince minutos.
—Oh.
—Sí. Oh.
—¿Tienes algún compañero?
—Uno. Dean.
Intenté no hacer una mueca grosera cuando escuché el nombre.
Compartimos un largo e incómodo silencio. No creía que ninguno de los
dos supiera qué decir, o cuándo incluso comenzar. Para bien o para mal, las
cosas se volvieron complicadas.
Miré sus manos mientras barajaba su manojo de cartas, una y otra vez.
—Nada ha cambiado, Danika. Todavía no estoy listo para hacer
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promesas.
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Sabía que decía mucho acerca de mí que todo lo que escuché en esa
oración fue que estaría listo, algún día, y eso era suficiente para mí. Me enamoré
tan fuerte y tan rápido.
—¿Estás bien? —Su voz fue un suave susurro.
Asentí bruscamente, pensando en otra cosa. Pensé que podría ser un
tacto insensible, mi mente solo centrándose en el hecho que, ahora que fuimos
íntimos en ciertas maneras, solo quería tocarlo. No necesariamente de una
manera sexual. Era más como si se sintiera que debía tener ciertos derechos, y
algunas de nuestras reservas tendrían que haber desaparecido. Debería ser
capaz de simplemente caminar y abrazarlo donde se hallaba sentado, ya que
hicimos mucho más que esto hace apenas unas horas.
De hecho, cuanto más tiempo nos sentamos allí, tratando de encontrar
las palabras adecuadas, más quería decir a la mierda y haz lo que quieras.
Cuatro alucinantes orgasmos desordenaron todas mis prioridades, esas
malditas cosas vinieron y me hicieron perder la cabeza. Una parte de mi cerebro
me seguía diciendo, no, para, esto no es saludable.
Demasiado malo para esa parte de mi cerebro, no pensé que fuera capaz
de pensar saludablemente en este momento; la locura se sentía
condenadamente bien.
—Es más de medianoche, lo que significa que es mañana —dije en voz
baja.
Suspiró profundamente, inclinándose hacia adelante. Agarró el manojo
de cartas de los extremos, luego los arrojó a la mesa de café en una cascada
ordenada. Lo hizo de un buen pie de distancia.
—¿Cómo hiciste eso? —pregunté, mis ojos yendo a su musculoso pecho
con fuerza mientras se inclinaba hacia atrás, cruzando los brazos detrás de su
cabeza.
—Cómo te lo he estado diciendo, mis manos son mágicas.
Compartimos una breve y molesta sonrisa. —Empiezo a creerte.
Suspiró de nuevo, rompiendo el contacto visual. —¿Estás segura que
deseas entrar en esta conversación? No veo el daño en dejarlo fuera un poco
más de tiempo.
Yo veía el daño. Él se iría pronto. Sentí la urgencia de solo pensar en ello.
Si lo iba a perder, quería que me recordara.
Puse una mano en su muslo, y vi el aire salir de sus pulmones con una
163
pero aún sentí un tramo casi doloroso cuando me aplasté en su longitud, los
últimos centímetros casi demasiado para mí. Sin embargo, no dejé que eso me
Página
detuviera. Me decidí a voltear su mundo, y un poco de malestar no iba a
frenarme.
Su respiración llegó en duros jadeos cuando empecé un ritmo
implacable, mis ojos en su rostro. Me mordí el labio y empujé hacia abajo con
tanta fuerza que se sintió como si magullara mi interior.
Fue gratificante cuando vi lo rápido que lo llevaba al límite.
Su cuello se arqueó hacia atrás, y casi gritó con su liberación.
Seguí moviéndome, cabalgando cada espasmo de su placer. Verlo
perderse era casi tan bueno como perderme a mí misma.
Sus manos se movieron a mis caderas, y parecía casi enfadado al
encontrar mi mirada.
—Bueno, eso no va a suceder de nuevo. —Su voz era baja y casi vil.
Me atrapó con la guardia baja. —¿Qué quieres decir? ¿No lo disfrutaste?
—Por supuesto que sí. Viste eso. Pero no va a ocurrir de nuevo. Preferiría
no correrme en absoluto a que tengas que sufrir a través de ello, más
preocupada por impresionarme, que por disfrutarlo. No es una maldita
competencia, Danika.
Eso me sobresaltó, y me encontré sonrojándome ferozmente.
—Está bien, las nuevas reglas del juego —gruñó, sacándome con sus
firmes manos en mis caderas.
—¿Nuevas reglas del juego? —repetí—. ¿Qué quieres decir?
—No pienses demasiado, en primer lugar.
Sabía exactamente lo que quería decir. Había estado más en mi cabeza
que en el momento, y si bailábamos, nadábamos o teníamos sexo, él siempre
parecía darse cuenta.
—Está bien. Bueno. ¿Qué más? —Cuadré mi mandíbula mientras lo
decía.
—Yo estoy a cargo.
—¿Discúlpame?
—Porque no quiero que esto sea calculado por ti.
—¿Qué quieres, entonces?
—Quiero que te dejes ir. Quiero que te sometas. Quiero hacerte perder la
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cabeza. Quiero que estés ida tan lejos que la única palabra que quede en tu
vocabulario sea mi nombre.
Página
Una inyección de puro calor recorrió mi cuerpo. Me lamí los labios. —
¿Cómo vas a hacer eso?
Me rodó sobre mi espalda, cerniéndose sobre mí. Tenía su ceño fruncido,
como si estuviera en una profunda reflexión. —Es realmente una lástima que no
tengamos ninguna cuerda alrededor.
Mis ojos se ampliaron. Le gustaba encontrar maneras nuevas e
interesantes de sorprenderme.
—¿Tienes algún tipo de fetiche? ¿Cómo me perdí esto antes? ¿No se
supone que hay señales de advertencia para ese tipo de cosas?
Se rió entre dientes y se levantó de la cama. Mis ojos se quedaron
pegados a él cuando entró al baño, su glorioso trasero desnudo.
—¿Va a encontrar algunas cuerdas, Amo? —llamé.
—Oh, cállate —dijo, y podía oír la sonrisa en su voz.
Yací allí por los minutos que le llevó limpiarse y unirse a mí otra vez.
Mis ojos se abrieron como enormes platillos cuando puso más paquetes
de aluminio junto a mí en la cama.
—Uno. Dos. Tres. Cuatro… —conté, preguntándome si incluso era
posible que fuéramos a necesitar todos.
Sonrió, un destello de sus perfectos dientes blancos. —Fui conservador.
Siempre puedo sacar más de mi bolso, cuando descansemos por aire.
—Bien, ahora sé que me estás jodiendo.
Se rió con fuerza. —Una chica tan bonita… una boca tan sucia.
Le saqué la lengua, y su rostro se puso serio cuando se inclinó para
besarme.
—Fui serio, Danika. He querido esto desde el momento en que posé los
ojos en ti, y no vamos a parar en un corto plazo.
Traté de procesarlo, pero mi mente no estaba trabajando a toda
velocidad, su boca se movió por mi cuello, y su cuerpo se deslizó con
vehemencia a lo largo del mío. Podía sentir su sexo, ya meciéndose duro de
nuevo, frotando con fuerza mi muslo.
Serpenteé una mano hacia abajo, con ganas de tocarlo, pero me detuvo
con una mano firme sobre mi muñeca.
Tiró mi brazo en lo alto por encima de mi cabeza, y luego le dio el mismo
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tratamiento al otro. —Fui serio acerca de las cuerdas, también. Si tuviera algo
aquí, ya estarías atada a la cama. Perdiste tus derechos de tocar cuando sacaste
Página
—Sí —jadeé.
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Página
Traducido por Cynthia Delaney
Corregido por Dannygonzal
Esa era la antigua tú. Nada sobre lo que llorar—. Era —busqué la palabra
correcta, la palabra que me hiciera sonar menos como una víctima—. Forzado.
Página
—¿Forzado? —Ya había rabia clara en su voz. Dios, el hombre podía
ponerse nervioso en un latido.
—Hay un poco de historia, pero es aburrido…
—Danika —dijo sombríamente, censura en cada sílaba—. Me conoces
mejor.
Lo conocía mejor. Siempre fue un gran oyente, un gran amigo.
—Mi madre nos abandonó a mi hermana y a mí cuando tenía quince.
Tratamos de ocultar el hecho de que ella se había ido. Éramos buenas
encubriéndola. No puedo recordar un momento en el que no tuvimos que
hacerlo, por alguna u otra razón. Era una adicta. Pesada. Los opiáceos
básicamente la habían postrado a una cama toda mi infancia. Ella no era una
persona funcional; probablemente ni siquiera sabía lo que eso era. —Pasé un
montón de tiempo tratando de perdonarla por eso, pero no fue fácil, y algunos
días no me sentía segura aún, si sabía lo que era el perdón.
—Cuando no se encontraba postrada a una cama, estaba desaparecida,
haciendo Dios sabe qué.
Agarró mis manos, sacando el estrés de ellas mientras yo hablaba.
Ayudó. Se sintió bien, distractoramente bien, era lo que necesitaba. No había
contado esta historia en un largo tiempo, y no era una fácil de contar.
—Lo escondimos por un mes antes de que servicios sociales se enteraran.
Supuse que era con buenas intenciones que fuéramos puestas juntas en una casa
de acogida. No era una casa, en realidad era un remolque, y la familia era… no
era la ideal. Era una pareja mayor, tan pobre como la suciedad. La mujer
trabajaba. Se mantenía afuera un montón. El esposo no.
Sus manos apretaron las mías brevemente antes de empezar de nuevo.
—Puede que haya gente con buenas intenciones, que ayuden con una
acogida temporal, pero este sistema está roto. Tan roto que pone a chicas
jóvenes con viejos pervertidos sin escrúpulos.
—Dios, Danika.
Mi voz era firme y serena mientras continuaba, solo constatando los
hechos. —No estuvimos allí mucho tiempo antes de que él comenzara… a
forzarme. Sabía que botones apretar, como los depredadores tienden a hacer.
Lucy me dijo eso. Me ayudó a trabajar a través de ello.
—Él me dijo que le gustaban las chicas jóvenes, de hecho, más jóvenes
que yo. Mi hermana Dahlia se hallaba en la edad perfecta. Pero dijo que él
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podría ser bueno. Me dejaría ser una gran hermana mayor y tomar su lugar, y si
yo cooperaba, no decía nada, y no me quejaba, o lloraba, o gritaba, dejaría a mi
Página
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Página
Traducido por Alexa Colton
Corregido por Julieyrr
saqué de mí sin pensar en mí misma, pero me gusta hacer eso por ti. Es casi tan
bueno como cuando lo haces por mí.
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Página
Traducido por Isabel 229
Corregido por Gabriela♡
posición, y mientras sacaba mis pantalones cortos y bragas sin decir una
palabra, empecé a preocuparme. Me sentía mojada, pero su tamaño y esta
posición, me parecía un poco demasiado para mí.
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contener mis gritos, o el orgasmo que se acumulaba como una tormenta dentro
de mí.
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anticipación me sentí casi sin aliento. No sabía si lo que sugirió era algo que yo
quería hacer, pero sabía que confiaba en él, y sabía que hizo un hábito hacerme
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sentir bien.
Él me tiró a través de su departamento, ni siquiera encendió las luces
mientras nos habríamos camino hacia su habitación. Aunque no pude chequear,
mientras me llevaba directamente a la cama, y lo primero que hizo fue cubrir
mis ojos con un pequeño antifaz para dormir. Todavía pude darme cuenta de la
luz a los lados, pero no lo suficiente como para saber lo que pasaba.
Tiró de mi ropa, haciéndolo rápidamente como si estuviera apurado. No
podía imaginar por qué. No pensé que podría estar excitado por mí otra vez
después de las tantas veces que ya me había tomado ese día.
—Trist{n… —comencé, pero me calló, y de alguna manera, esa vez,
funcionó. Probablemente porque comenzó a tirar de mis brazos por encima de
mi cabeza, y eso me distrajo. Distraída y retorciéndome. Y mojada.
Usó algo suave en mis muñecas, primero en una y luego en la otra,
atándolo por encima de mí, y por separado. No podría decir porque solía
atarme, pero tiré contra ello una vez que me ató a la cabecera, y parecía
inquebrantable.
Empujó su peso encima de mí sin previo aviso, y jadeé ante el contacto.
Su voz baja, áspera y ronca en la oreja me hizo temblar. —Vamos a hacer esto
suave y lentamente. Todo lo que quiero de ti, es tu rendición. Más allá de eso,
no tienes que pensar en nada. ¿Entendido?
Entendí. Entendí perfectamente, y pensé que él era el hombre más
maravilloso en el mundo justo en ese momento por tomarse el tiempo, porque
le importase tanto, por entender, también. El éxtasis embriagador que había
encontrado en sus brazos vinieron de la confianza, y esto tomaba la sensación
de perderme a mí misma en ese momento, de renunciar al control, a un nivel
completamente nuevo.
Se retiró de mí. Oí el sonido débil de él deslizándose de su ropa, luego el
sonido más fuerte abriendo el paquete de un condón. Estuvo desnudo y duro
mientras se deslizó sobre mí. Me estremecí ante la sensación de piel sobre piel.
Tomó el lóbulo de mi oreja muy suavemente entre los dientes, mientras
separaba mis piernas y se deslizaba entre ellas. Su grosor presionándose contra
mí, burlándose en mi entrada y gemí, de alguna manera, ya lista para él.
—No puedo darte todo el tiempo que necesito esta noche para mostrarte
lo bueno que esto puede ser para nosotros, porque sé que tienes que cuidar a los
niños por la mañana, así que considera esto como una probadita.
¿Qué demonios significaba eso? No lo sabía y tenía miedo de preguntar.
Parecía demasiado como preguntar acerca del futuro, y enfáticamente no quería
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hacer eso.
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No me preocupé por mucho tiempo, eso dalo por seguro. De hecho, no
me preocupé por nada mientras llevaba su boca a mi cuello y sus manos a mi
cuerpo.
Se apoderó de mí, apropiándose de cada célula de mi cuerpo. Me rendí y
me tomó con fuerza, con movimientos suaves y con dulces palabras ásperas.
Fue una experiencia que nunca olvidaré mientras me enseñaba que podía
ponerme totalmente a merced de alguien y no salir herida en absoluto. En
cambio, me sentí más completa con la experiencia, como si las partes que
estuvieron rotas y perdidas ya no lo estuvieran. Bajo sus caricias, su cuidado,
me sentí más completa, como una versión más nueva, más brillante de mi
misma.
Nos convertimos en amantes apasionados y quedamos como los mejores
amigos, pero no hablamos de ello. De hecho, hemos tratado el tema como si
fuera una mina. Así pasó casi una semana.
Sólo vivíamos el momento.
En cierto modo, fue absolutamente maravilloso para mí. Nunca hubiera
podido vivir el momento, y aquí estaba, viviendo cada segundo como si nunca
quisiera que terminara. No pensé en el futuro. No quería el futuro. Todo lo que
quería era el ahora.
La mayoría de los días ni siquiera yo me sentía dentro de mi cuerpo.
Todavía vivía en nuestro último abrazo. Hubiera lidiado con mis tareas, mi
rutina habitual, pero mi mente se encontraba de vuelta en mi cama,
entregándome a Tristán. Fue mi dueño allí. Fui suya y saboreé esa propiedad.
No había ninguna duda de que quería que durara para siempre.
Éramos inseparables, incluso más que antes, lo cual decía mucho.
Unos comentarios descuidados trajeron todo abajo, aunque estaba
destinado a pasar de una forma u otra.
La mañana que pasó fue algo horrible y maravilloso.
Tristán fue todo lo dulce que podía ser, preparando el desayuno,
haciéndome hacerle compañía en la cocina. Constantemente me tocaba con sus
manos, su boca, su sonrisa.
Estuve en las nubes hasta que habló.
—Me alegra que esto funcionara como lo hizo. No pensé que podríamos
manejar tener sexo y que no se convirtiera en un amorío.
Disparé una mirada a los chicos, que felizmente veían la televisión, pero
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eres un chico perfecto, porque les dices a las mujeres del peligro, y de todos
modos te aman. ¿Crees que tu padre era diferente de ti? ¿Crees que tu madre te
Página
nombró como él porque era un hijo de puta? Probablemente era igual que tú,
igual de encantador, igual de divertido, igual de irresistible. Tu peor pesadilla
es llegar a ser como tu papá, pero, ¿qué harías si una mujer se acercara mañana
y te dijera que está embarazada?
—Siempre uso protección…
—Que no siempre funciona. Estás esquivando la pregunta. Lo contestaré
por ti. Huirías. Al igual que tu papá.
Su mandíbula se apretó, y negó con la cabeza hacia mí, ahora viéndose
enojado. —Eso fue bajo.
Sabía que lo era. Me sentí deprimida por decirlo, pero no me retracté.
—Si recuerdas —escupió—. Esto fue tanto tu idea como mía. ¿Recuerdas
cuando me prometiste que esto no arruinaría nuestra amistad? ¿Fue una
mentira?
No podía responder a eso. No sabía cómo, y la idea de que
él permitiría que nuestra amistad terminara sólo rompió mi corazón.
Maldijo, una diatriba larga, fuerte y fluida. —Deberíamos habernos
apegado a nuestra lista de noes.
Sentí mi cara enrojeciendo con mal genio. Como si esa estúpida lista tenía
los poderes mágicos para evitar que cometiéramos errores estúpidos.
Exploté. —No era una lista de noes, imbécil, ¡también pudo haber sido
una puta lista! ¡Tú jodida cabeza sólo lo vio como un reto!
Sus ojos eran tan fríos mientras me estudiaba. Fue una experiencia nueva
para mí, viendo a esa dorada mirada caliente que amaba disparar fríamente
hacia mí. —Me voy. ¿Me das una llamada cuando madures de una maldita vez?
Parpadeé, sintiéndome casi adormecida mientras empezaba a recoger sus
cosas, metiéndolos en su bolsa grande con movimientos cortos y furiosos.
Me senté pesadamente en la cama mientras él sólo continuaba
empacando sin decir una palabra.
—Tristán —dije una vez, una súplica suave en la palabra.
Lo ignoró. Me ignoró.
De hecho, nunca pronunció una palabra antes de que se marchara.
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Traducido por Aleja E
Corregido por MariaE.
La siguiente semana fue la ruptura más infernal que alguna vez haya
pasado, lo que me asusto mucho, porque no fue ni siquiera una ruptura real.
Él nunca fue tuyo para perderlo, me dije a mí misma, por lo menos cien
veces al día.
No llamó, no me envió mensajes, y no regresó a casa.
El único rayo de luz que pareció surgir como resultado de las
consecuencias fue Frankie.
Dos días después de que Tristán se fue, empezó a llamar. Llamando,
mensajeando y apareciendo.
Frankie era buena compañía. Era divertida, irreverente, y simplemente
fácil de hablar. No tenía ni idea de por qué, pero ella había decidido que éramos
amigas íntimas, y así nos quedamos. Entre ella y mis obligaciones habituales de
niñera, debería haberme distraído adecuadamente.
Lástima que todavía dejaba la noche para dar vueltas en la cama, y
recordar todas las cosas estúpidas que hice y dije.
Se lo dije a Frankie un día por teléfono. Su respuesta fue tomar su
campaña de distracción en las horas de la noche, así que empezamos a ir a
clubes.
Era tan persistente acerca de monopolizar todo mí tiempo libre, que
empecé a preocuparme que pudiera estar interesada en mí.
—Sabes que me gustan los chicos, ¿verdad? —le pregunté una noche, de
camino a casa de un gran baile, una clase de sesión de distracción.
Se echó a reír. Mucho. Y luego se rió un poco más.
—Sé lo que pasó entre tú y Tristán, así que sí, me di cuenta.
192
Bev tuvo que haber sabido lo que estaba pasando, cuando Tristán y
yo nos pusimos intensos, pero no trato de detenerme. Había tocado mi hombro
un par de veces al pasar, diciendo cosas como—: “Si tienes que hablar de
cualquier cosa, cariño, estoy siempre aquí" o "Espero que todo esté bien...”
Y después, cuando obviamente todo se había ido al infierno, encontró la
manera de estar allí para mí.
Nunca lloré. Siempre había sido buena en contener las lágrimas, y el
problema con Tristán no fue la excepción.
Pero Bev compró galones de helado, y fue lo suficientemente dulce para
quedarse hasta tarde varias veces a comer conmigo.
Le confesé todo, cada feo y caliente detalle. Había estado tan maravillada
por eso como lo estaba por cualquier cosa, diciéndome que todo iba a estar
bien, y que no, que no era la chica más estúpida del mundo.
—Mi selector de hombres está apagado —dije con tristeza.
Me dio unas palmaditas en el hombro para reconfortarme. —Oh, cariño,
194
realmente no es así. Vi con lo que estabas tratando. No hay ni una chica viva
que podría resistirse a alguien como Tristán, con la forma en la que emana
Página
10 Se refiere a un tatuaje en la parte baja de la espalda que anteriormente solo lo usaban las
prostitutas o mujeres promiscuas.
Frankie parecía dudosa. —Mi consejo sería no. Él es en realidad uno de
mis amigos más cercanos, y si él está interesado, lo sabrás.
Sandra la miró cabizbaja, como si ella realmente hubiera estado
planeando conquistar a uno de los hombres más ricos y bellos del planeta.
Admiré su confianza.
—Lo conocí en un club hace poco —añadí, cuando se produjo una breve
pausa en la conversación—. Sandra ha hablado acerca de él de manera
exhaustiva durante años, y tengo que decir que no nos decepcionó. Esos ojos...
Frankie asintió. —Es para morirse de lo hermoso que es. Él no tiene
relaciones, pero no se podría pedir un mejor amigo que él.
—¿Por qué lo haría? —Preguntó Harriet, sonando un poco amargada—.
Rico, varonil y hermoso, puede quedarse soltero para siempre. Probablemente
se va a enganchar con alguien de diecinueve años cuando tenga ochenta, ya
diario. Los hombres lo tienen tan fácil.
Frankie se echó a reír. —Te estas adelantando un poco a las cosas ¿no
crees? No puedo decirte lo que James va a hacer cuando tenga ochenta años,
sólo te estoy diciendo que lo mejor que podrías esperar es una aventura casual
con él, y si está interesado en ti, lo sabrás.
—Bueno, a la mierda—Sandra hizo un mohín—, eso arruino todas mis
fantasías de trabajo de cómo me seducía en mi oficina.
Mis ojos se abrieron. Sinceramente, no podría decir si estaba bromeando
o no, pero no esbozo ni una sonrisa, así que me incline hacia el pensamiento de
que no lo estaba.
No creía que fuera saludable estar obsesionada con tu jefe, pero me
mordí la lengua.
Lucy se quedó hasta tarde esa noche, permaneciendo cuando todas se
habían ido a excepción de ella y Frankie. Sabía que lo haría. Una mirada
comprensiva hacia ella y las lágrimas finalmente llegaron.
Me tomo en sus brazos, y le dije todos los detalles acerca de las últimas
semanas, sin dejar nada fuera.
Era la primera vez que Frankie escuchaba todo, y se veía sorprendida por
algunas cosas, como su reacción a mi declaración de amor.
—Ese idiota —dijo Frankie—. Eso tiene que ser por los antecedentes con
Twatalie11, de seguro, pero no significa que sea algo bueno.
196
11Juego de palabras ya que se combina el nombre Natalie con la palabra “Twat” que significa
Página
alguien que actúa y hace creer que es bueno pero siempre quiere algo a cambio sin impórtale los
demás.
—¿Qué diablos es un Twatalie? —preguntó Bev.
Eso me hizo reír, incluso a través de mis feas lágrimas.
—No es que, es quien —Frankie explicó, con su irónico tono—. Twatalie
es su ex caza fortunas. Es una larga historia, pero ella follo con algunos hombres
ricos, y él no lo vio venir. Ha sido un prostituto desde entonces.
Eso trajo un nuevo brote de lágrimas. Eso es lo que más odiaba de llorar.
Una vez que empezaba, se prolongaba durante mucho tiempo.
—Él… él ya se ha acostado con otras chicas. Salió y se acostó con alguien
la noche que tuvimos una pelea.
Frankie hizo una mueca. —Lo siento. Debería haber guardado eso. No
me di cuenta de la magnitud de lo que había pasado entre ustedes.
—Prefiero saberlo. Duele, pero necesitaba oírlo. Tengo que superar esto.
Soy tan estúpida.
Las tres mujeres se apresuraron a tranquilizarme ya que no era estúpida,
pero era difícil no sentirse de esa manera, cuando sabía que todavía estaba
enamorada de Tristán, y probablemente durmió con una mujer al azar esa
misma noche.
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Página
Traducido por Yure8
Corregido por Karool Shaw
Fue casi dos semanas después de la gran pelea cuando recibí una
llamada entusiasmada de Frankie. Me encontraba a punto de reventar, podía
escucharlo en su voz.
—¡Actuarán en Decadence! ¿Puedes creerlo? Su primer concierto en
meses, y consiguen actuar en la propiedad Cavendish un sábado por la noche.
Sabía, naturalmente, sabía exactamente de lo que hablaba, pero le
pregunté de todos modos—: ¿Quién?
—¡Tristan y los chicos! ¿Puedes creer eso? Jerry es un creador de
milagros. Vamos.
Me sentí mal del estómago. —No sé. Dudo que esté invitada. Y no estoy
segura de que quiera ver a Tristan, como, nunca más.
—¿Y qué hay de Jared? Me dijo que le prometiste que vendrías a su
siguiente actuación.
—Fue más al revés. Le hice prometer que me dijera cuando había una, y
no lo hizo. Tú lo hiciste. Realmente no creo que Tristan quiera que esté allí.
—Bueno, estás realmente mal. Sólo ven conmigo. Podemos mirar desde
la parte de atrás, y luego escapar justo después de que terminen. Nadie siquiera
sabrá que estamos allí.
—Te conozco. No quieres escapar justo posterior a que termine. Querrías
quedarte para la fiesta y no quiero ser la deprimida que te hace salir temprano.
Y ciertamente no quiero ir por mí misma.
—¡Ya basta! Vendrás. Te llevaré. Estate vestida en la cosa más caliente
que tengas a las ocho. O si no.
—¿O si no qué? —pregunté, honestamente curiosa, ahora que sabía
198
traseros.
Casi todas las piezas de piel que estaba estratégicamente dejando al
descubierto tenían tinta.
—Se me olvidó decirte algo —dijo ella, mirando maliciosamente feliz.
Sonreí con remordimiento, sabiendo que sería algo loco, sólo por la
mirada alegre en sus ojos. —¿Qué?
Señaló detrás de mí, hacia las puertas que conducían al casino.
Me volví para ver un equipo de cámara coincidiendo con nosotras, ya
obviamente grabando.
Rodé mis ojos.
—Tenía que conseguir esto en cámara de televisión. Es buena publicidad
para la banda.
Vi su punto, pero aun así la miré por la emboscada.
Era insensible, agarrando mi mano y tirando de mí con ella, hacia el caos.
Pensé irónicamente que quizás debería haber contado mi aprobación,
que no me había sometido a ningún tiempo en cámara antes teniendo en cuenta
todo el tiempo que habíamos estado pasando juntas últimamente.
—¿Quién es este nuevo bombón, Frankie? —gritó uno de sus chicos de
producción.
—¡Ella es Danika! —Volvió a gritar Frankie, sin desacelerar.
—¿Es tu cita esta noche?
Frankie se echó a reír, y me sentí a mí misma sonriendo con
remordimiento. —No es más que una amiga. Intenten mantener el ritmo,
chicos.
Era la cosa más extraña, pero me encontré a mí misma olvidando que las
cámaras estaban incluso ahí, sobre todo mientras íbamos camino a Decadence.
El club se encontraba más lleno de lo que nunca había visto, pero nunca
antes había estado ahí en una noche de música en vivo. El enorme, una vez
amplio piso de baile se convirtió en una masa retorcida de humanidad, y los
chicos ni siquiera habían entrado al escenario todavía.
Había una cosa útil sobre ser seguida por todo un equipo de cámaras; la
gente salía de tu camino.
Nos movimos a un lugar como a cinco filas desde el escenario. El lugar
ideal para ver sin estar justo en la parte delantera.
200
rockera.
Comenzó cantar a todo pulmón una versión de gritos de alguna vieja
canción metálica que reconocí, aunque no podía nombrarla. Me gustaba el
metal, pero esto no era metálica buena.
—¿Este es el tipo de música que tocan? —le pregunté al oído a Frankie.
No era lo que estaba esperando, para nada.
Negó con la cabeza, balanceándose con el ruido ensordecedor. —En
absoluto. Debe de estar follando a uno de ellos, porque no es una buena
actuación de apertura para su estilo de rock.
Eso me hizo sentir un poco enferma.
Hizo una mueca. —Lo siento. Eso fue desconsiderado. Se me escapó.
Negué con la cabeza como que estaba bien. Ella tenía razón.
La chica del sexy pelo rosa cantó tres canciones muy similares antes de
terminar la actuación. Tenía el pensamiento de que no me divertía. Esto fue una
mala idea.
Las luces se apagaron nuevamente, y me sentí mal del estómago en lo
que esperábamos a que a la banda subiera al escenario.
Tristan subió el último, aunque no fue dramático sobre ello. Simplemente
se presentó luego de los demás, tomando su lugar en la parte delantera con
total confianza.
El foco lo alcanzó, y sonrió al público. Aplaudieron fuerte, los gritos de
las mujeres notablemente más fuerte. Y eso fue antes de que incluso cantara una
nota.
Cuando un fuerte ritmo de batería comenzó, los sonidos de las guitarras
estallaron, y él realmente comenzó a cantar, el público se volvió loco.
Al verlo de esa manera sobre el escenario era como ver todas las piezas
del rompecabezas moviéndose en su lugar. Era perfecto ahí arriba, y no fue una
sola cosa lo que le hizo de esa manera. Era todo acerca de él; la postura orgullosa
de sus anchos hombros, su sonrisa confiada. Había sido mi compañero, y luego
mi amante, sin embargo mirándolo en el escenario me hizo ver lo poderoso que
era, una fuerza de la naturaleza era su misma presencia. Una parte de mí lo
amaba, lo amaba así, en su elemento, y una parte de mí lo odiaba. Lo que era
terrible, porque en el fondo conocía que nunca podría mantener a un hombre
como éste. Sería demasiado grande para vivir una vida normal. Parecía
inevitable.
Su voz era profundamente melódica, la emoción en su voz y la canción
202
romántica casi igualaban la letra, lo que me derribó. No había visto nunca ese
lado de él. La idea que tenía esto en él, pero nunca la vi, dejó una herida muy
Página
203
Página
Traducido por Liillyana
Corregido por Michelle♡
oído.
Página
208
Página
Fue aún peor de lo que me esperaba, cuando puse los ojos en ella. Una
mirada a ella y lo perdí.
No estábamos solos, de hecho se sentía como que todos a los que había
conocido estaban en la habitación con nosotros. Ella estaba de pie cerca de
Frankie, sus lados casi tocándose. Ella era más delgada que la otra mujer, pero
se alzaba sobre ella, sobre todo en esos tacones de fóllame.
Ambas tenían el pelo negro, pero eso era lo único que tenían en común,
parece sabio. Aun así, fueron un espectáculo sorprendente, de pie al lado de la
otra. Danika parecía una supermodelo, sus curvas esbeltas abrazaron
perfectamente ese pequeño vestido blanco que me llevó fuera de mi loca mente,
y Frankie podría haber sido una modelo pinup, con su media-blusa exponiendo
grandes cantidades de tonos, entintada hasta la piel.
Estaban hablando con James, de hecho se habían ido directamente a él,
como si no hubiera nadie más en la habitación. Pero, por supuesto, eso no era lo
peor de todo...
La parte que hizo que mi intestino girara duro era que apenas me miró,
sólo una rápida mirada y miró fijamente lejos, como si ella no se atreviera a
mirarme a los ojos, como si no creía que yo sería feliz de verla allí.
Eso me mató, pero no podía culparla. Había sido un hijo de puta. No sólo
no la había llamado por semanas, ni siquiera había sido quien la invitó aquí, ni
siquiera había intentado salirme cuando sabía que iba a venir.
Ella estaba diciendo algo a James que tenía los ojos brillantes, sus manos
moviéndose en pequeños gestos para enfatizar su punto.
Ella estaba haciendo esa cosa adorable que hacía de dónde sacaba tanta
pasión por un tema que se convertía en una diatriba. Me encantaba cuando
hacía eso, y ahora estaba haciéndolo para James Cavendish.
Y lo peor, James miró fascinado hacia ella, interrumpiendo su pequeña
diatriba apasionada en ocasiones, su cálida sonrisa.
Los chicos habían estado preocupados de que nuestro acto de apertura
de pelo rosa soplaría nuestra oportunidad por un contrato discográfico, pero
me di cuenta de que estaba a punto de hacerlo, cuando me atraganté con James
jodido Cavendish.
209
imagen durante el tiempo que viviera. Sus pechos erguidos, los pezones duros
y rosados sobre la tela blanca transparente. Senderos de maquillaje para ojos
Página
—Especialmente eso.
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Quité una mano del volante, agarré su pelo y moví su cabeza hacia abajo,
tan suavemente como pude.
—Chúpame, cariño. Lo necesito rápido. Y ahora.
La ayudé a sacarme de mi pantalón, levantando mis caderas del asiento
para liberarme.
Su cálido aliento sopló en mi punta mientras me agarraba con fuerza en
la base. La empujé hacia mí con una mano agarrada en su pelo. No me sentía de
humor para bromas.
Sentí su risa conocedora alrededor de mi polla y me lancé dentro de su
boca. Su cabeza se movía de arriba a abajo y empezó un ritmo, con su lengua
ocupada, y un agarre firme.
—Más duro. Chúpame duro —espeté, agarrando su pelo, tirándome en
su boca, empujando lo suficiente como para sentir su garganta cerrándose
alrededor de mí.
Estaba vaciándome en la parte posterior de su garganta con unos pocos
golpes cortos, con mi mano agarrando duramente su cabello.
Me chupó con fuerza, retorciéndome hasta secarme, antes de levantar la
cabeza. Su mano todavía me acariciaba, con un toque más ligero ahora, sus
uñas moviéndose sobre mi escroto.
—Me encanta tu jodida boca —dije.
—Te encanta follar mi boca. —Estuvo de acuerdo, torciendo las palabras.
Me reí, tirando de ella en mi costado, sintiendo una oleada de alegría y
felicidad porque estuviera hablándome aún. Esa alegría parecía estar
canalizándose a sí misma en una urgente necesidad de follar en varias
ocasiones. Por suerte, no se quejaba.
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Página
Traducido por Sofía Belikov
Corregido por Val_17
poner el asesinato en mis ojos. Sólo tenía que pensar en el último mensaje que
leí.
Página
—Hemos hablado antes. Por teléfono. Soy el amigo de Danika. ¿Me
recuerdas?
—¡Vete a la mierda, hombre!
Tenía coraje, aceptaba eso, pero eso era todo.
Me giré, golpeando su espalda contra la casa. Apenas pesaba. —Parece
que tendré que advertirte de nuevo que la dejes en paz.
—¿Quién diablos eres? —jadeó.
—Soy Tristan. El tipo que cuida de Danika, y te voy a hacer un enorme
favor. No voy a enviarte al hospital esta noche. Me siento de buen humor, así
que voy a darte una advertencia más. Escucha cuidadosamente, porque no voy
a repetirlo. ¿Estás escuchando?
Esperé hasta que asintió.
—No quiero que le hables. Ni llamadas. Ni mensajes. Nada. Si haces
alguna de esas cosas, no vas a oír de mí, vas a verme, y no estaré hablando, voy
a poner tu jodido trasero en un hospital. ¿Me entiendes?
—¿Por qué estás haciendo esto? ¿Estás follándola?
—No es de tu jodida incumbencia. Pero entiende esto, si veo alguno de
esos jodidos y sucios mensajes de nuevo, las cosas van a cambiar. Habrás
perdido un par cuando termine contigo.
Lo dejé en el suelo y me alejé, porque si escuchaba una palabra más de él,
rompería la promesa que le hice a Danika.
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Página
Solté el aliento que había estado conteniendo cuando lo vi caminando de
regreso al auto cinco minutos más tarde, como prometió.
Se sentó en el asiento del conductor, sus manos yendo al volante y
apretándolo. Podía decir que se sentía enojado por la tensión en su postura, y el
agarre en el volante.
Cuando habló, su voz sonaba baja y ronca. —¿Puedes explicarme por
qué estuviste con él por tanto tiempo? Lo conocí por cinco minutos, y no dudo
que puedas hacerlo mejor. Mucho mejor. Eres una chica lista. ¿Por qué te tomó
dos años darte cuenta de ello?
No aparté la mirada de él, pero la respuesta a esa pregunta me hacía
sentir delicada. Aun así, quería darle una auténtica respuesta, no una mentira.
—Supongo que no quería algo mejor. Quería… sólo lo que podía quedarme.
Probablemente no lo entiendas, dado que tienes una familia, pero quería algo
como eso. Incluso si no era perfecto, creí que se quedaría conmigo. Nadie lo
hace, nunca.
»En mi mente, supongo que pensaba que si pedía realmente poco, las
cosas durarían más tiempo. Sólo quería pertenecerle a alguien, y que alguien
me perteneciera. Pero resulta que si pides poco, terminas consiguiendo eso. —
Tomé una larga y temblorosa respiración—. He aprendido esa lección varias
veces. Creo que finalmente lo entendí.
Su mano se movió desde su agarre de muerte en el volante para cubrir
suavemente la mía, que se encontraba apretada en mi regazo. —Siempre estaré
contigo, Danika. En serio. Eres mi mejor amiga. Sin importar qué, siempre
estaré allí para ti, si me quieres.
Enloquecí. Completamente. Mi lado dulce quería derretirse ante esas
palabras, pero mi lado malo quería gritarle, porque no se había quedado. Ni de
cerca.
Mi lado malo ganó. —¿Cómo lo has hecho hasta ahora? ¿Yéndote por dos
semanas, sin llamar, sin venir, ni siquiera invitándome a tu presentación? ¿Eso
es lo que significa para ti estar allí para mí?
—Lamento eso. Me perdí por un minuto, pero he vuelto, ¿vale? Yo, eh,
no he tenido ninguna suerte con las relaciones. De hecho, la única relación seria
que alguna vez tuve terminó mal. Me dan escalofríos incluso pensar en el
222
aun así, me encontré llegando a la cumbre más rápido con sus pesados, duros y
necesitados empujes.
Página
Me folló más profundamente, llevándome al borde implacablemente.
Levantó mis caderas más alto mientras me apretaba a su alrededor, jodiéndome
y, con un silencioso gemido, vaciándose en mi interior.
Se apoyó contra mi espalda cuando terminó, besándome en la mejilla, y
abrazándome.
Me sentía tan cansada que me dormí antes de que incluso saliera de mí
interior.
225
Página
Traducido por Mary & Miry GPE
Corregido por ElyCasdel
—¡Boo, él dijo una mala palabra! —gritó Mat desde menos de medio
metro de distancia, quitándose sus zapatos.
Página
—Joder, lo siento —dijo Tristan, oyéndose luego golpeando sus palmas
en su frente—. Mi culpa. ¿Chicos, irían a ver si papá está despierto?
Se fueron a la habitación de Jerry
Esperé hasta que estuvieron fuera del área para hablar. —¿Mierda para
tu apartamento?
—Sí. Ya sabes, platos, cubiertos, ollas, sartenes.
No me encontraba segura si quería saber por qué no tenía nada de esas
cosas ya, considerando que estaba a mitad de sus veinte, así que no pregunté.
—¿Vienes conmigo? Puedes venir a ver mi apartamento, ayudarme a
arreglarlo.
—Seguro, si a Jerry no le importa.
—No lo hará —me aseguró.
Jerry era un buen chico con todo el asunto. Usualmente lo era. Llevó a los
chicos a jugar al patio trasero, y Tristan empezó a tirarme hacia la puerta.
Me aparté. —Necesito cambiarme. No puedo usar pantalones rosa cereza
y una media camiseta para ir a la tienda.
Miró hacia atrás, dándome un de sus recorridos rompe-mente. —Sí
puedes. Ese atuendo es jodidamente caliente. Ponte chanclas, y nos vamos.
Pasé mis manos por mi cabello enredado. Lo lavé más temprano, y ni
siquiera lo cepillé antes de que se secara. Estuve en un poco nerviosa.
Ahora era un desastre enredado en mi espalda.
—Soy un desastre, Tristan. Dame diez minutos para hacerme
presentable.
Me dio un jalón hacia él, tirando de mi cabeza hacia atrás por el cabello
para plantar un beso en mi nariz, sus dorados ojos sonriendo, hoyuelos
intermitentes. —Te ves guapísima. La chica más hermosa en el mundo. Perfecta.
Se apartó, dándome una firme nalgada en el culo. —Ahora ve a
conseguir esas chanclas, y nos vamos.
No supe cómo discutir con eso, y estaría mintiendo si dijera que su
adulación no me afectaba. Siempre lo hacía.
—¿A dónde vamos a conseguir toda esta mierda? —pregunté después
que estuvimos en el auto, y dirigiéndonos fuera de las puertas de la comunidad.
228
que realmente se destacó para mí, fueron las innumerables botellas medio
vacías de licor, en su mesita de noche. Pensé que esas decían mucho sobre su
estilo de vida.
Su baño se hallaba directamente ligado a su habitación, con una de las
más grandes bañeras que vi nunca. Podrías acomodar, literalmente, a por lo
menos seis personas en ella, pintado un cuadro en el que yo, particularmente,
no quería detenerme.
Cuando regresé a la cocina, Tristan casi terminaba de hacer la pasta, así
que empecé a desempacar sus platos.
Eran cuadrados y blancos, muy elegantes, especialmente para un piso de
soltero. Yo los escogí.
Tenía uno de los platos en la mano, cuando una morena en topless se
paseó en la cocina.
Topless era decirlo ligero. Sólo llevaba una tanga color carne y una
sonrisa.
Se pavoneó, sí se pavoneó, hasta Tristan y lo abrazó por la espalda,
apretando sus senos falsos, enormes y desnudos contra su espalda.
No me hallaba preparada para esto, así que me quedé ahí, congelada, con
un plato en mi mano, observando el cuadro viviente.
Tristán se puso rígido ante el contacto, apagó el quemador de la estufa, y
luego comenzó a girar, luciendo tan sorprendido como lo estaba yo, por tener a
una mujer desnuda en la cocina. No podía siquiera decir si ella era bonita, me
encontraba distraída por toda esa piel desnuda.
Él frunció el ceño mientras la miraba, ahora presionada a su costado. O
mejor dicho, una teta falsa pegada a su costado, otra en frente, justo debajo de
su pecho.
—Eh —comenzó, obviamente, perdiendo las palabras.
La zorra le dio una sonrisa brillante. Maldición, era bonita. —Soy Kendra.
De hace cuatro noches. No te preocupes. No creí que recordarías mi nombre.
No hablamos mucho.
Agarraba el plato tan fuerte que sentí que se hundía en mis dedos, y aun
así, lo agarré con más fuerza.
Él la tomó por los hombros y la empujó hacia atrás, hasta que sus
implantes ya no hacían contacto. —Está bien, Kendra. Pero, ¿qué haces aquí
ahora, y dónde está tu ropa? —Su tono era cuidadoso, como el de alguien
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234
Página
Traducido por Nikky
Corregido por Victoria
boca descendió sobre la mía, dura y hambrienta. Sus manos estaban por todas
partes, una se deslizó por debajo de la camiseta agarrándome el trasero, la otra
se deslizó hasta tirar de mi pezón.
Página
Di un grito ahogado cuando se puso entre mis piernas, y su desnuda
erección se deslizo a lo largo de mi húmeda hendidura.
Moví mi cabeza lejos, rompiendo el beso. —¡Tristan! No podemos... no
aquí. No hay privacidad.
—No va a volver —dijo con voz ronca en mi oído, empujando esa
primera deliciosa pulgada dentro de mí.
—Sigue siendo…ah...la cocina...ohh.
Se metió dentro de mí con fuerza, tirando de mis caderas hasta el borde
del mostrador para un mejor ángulo.
—Míranos. Mira mi polla deslizándose en ti, cariño. Es demasiado
perfecto.
Mire hacia abajo. Había levantado mi camisa y tirana de sus pantalones
hacia abajo lo suficiente para desnudarlo. Observe su gruesa dureza empujando
dentro de mí con fascinación sin aliento.
Su boca tomó la mía cuando había entrado completamente, pero terminó
el beso abruptamente, sus ojos moviéndose hacia su polla arrastrándose fuera
de mí. No pude evitarlo, mi mirada siguiendo la suya. Gemí ante la vista y la
sensación de ese pesado empuje.
—Se siente tan bien —jadeé.
—Se siente como el cielo —gruñó, tomando mi boca de nuevo.
Una de esas mágicas manos se deslizó hacia abajo, frotando mi clítoris
con perfectos pequeños círculos que me llevaron al límite.
Me siguió con un áspero grito.
—No hay manera en que Dean no haya oído eso —dije cuando por fin
tuve mi aliento.
Hizo caso omiso de mi declaración, tirando fuera de mí. —Esperemos
que no destruya otro lote de ravioles. Me muero de hambre.
Ese fue un cambio de tema si alguna vez había oído uno. Lo vi escurrir la
pasta, tratando de pensar en un pensamiento claro. Él era tan bueno en
distraerme de absolutamente todo excepto él.
Él trajo un raviol a mis labios. —Pruébalo. Te va a gustar.
—No soy una gran fan de los carbohidratos simples —dije, pero tomé un
bocado.
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Página
Traducido por Mel Rowe & Dey Kastély
Corregido por Eli Mirced
duda de que lo era con Tristan. Las mujeres lo notaban. A menudo. Y muchas
no eran sutiles sobre ello. Eso era lo suficientemente malo, pero lo que
Página
realmente me hizo perder los papeles fueron las pocas veces que tropezamos
con mujeres con las que había dormido. Cuando pasaba eso, me volvía loca.
Sabía que lo hacía, y todavía parecía que no podía parar mi reacción instintiva.
Estábamos en Decandence. Se había convertido en nuestro club favorito
porque Cory trabajaba allí y Frankie en el edificio. Habíamos estado saliendo
con ella y con Jared un montón, casi cada noche.
Yo hablaba con Jared y Frankie. Nos estábamos confabulando con él,
tratando de convencerle de hacer que la banda tocara más conciertos. Sí, había
comenzado a usar la palabra concierto. Cuando en Roma…
Tristan había ido al baño. Lo vi dirigirse hacia nosotros al volver. La
chica roquera de pelo rosa que había sido su telonera en su actuación lo paró
colocando una mano en su brazo.
Seguíamos tropezándonos con ella. Su nombre era Rosette e iba a los
clubs casi tanto como nosotros, y estaba casi segura de que se habían acostado,
sólo por la manera en que ella lo miraba.
Miré a Frankie, que siempre decía las cosas como eran. —¿Se han
acostado juntos? Quiero decir, antes de que él y yo…
Podría decir antes de que ella abriera la boca que sabía exactamente que
lo habían hecho.
—Esa es una pregunta para Tristan. Realmente no puedo estar segura,
pero él estuvo alrededor un montón… antes.
Pensé en cómo antes era solo un par de semanas antes, mientras Rosette
se aferraba a su brazo hasta el punto de seguirlo mientras él volvía con
nosotros.
Él estaba sonriendo ante algo que ella había dicho, aunque sí parecía que
trataba de alejar el brazo.
Ella no cedía, lo que mi mente borracha se tomó como algo muy
personal. Al menos traté de decirme que fue el alcohol lo que me volvió tan
loca.
No me volví loca de repente. No era tan malo. Su mano en el brazo de él
no era suficiente para hacerlo.
Fue su segunda mano, subiendo para apretar su bíceps, midiéndolo. Ella
se mordió el labio y le dio lo que yo pensé fue una mirada muy de puta. —
Tienes los mejores brazos, Tryst. Tan grandes. De hecho… —Ella se inclinó
hacia él, se puso de puntillas y comenzó a susurrarle al oído.
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—Sabes que tiene novia, ¿verdad? —Le grité, lo bastante enfadada como
para escupirlo.
Página
Ella volvió la cabeza lentamente para mirarme, diciéndome con los ojos
que sabía que yo había estado ahí todo el rato. —He oído sobre eso.
—¿Así que simplemente sacas partido de colgarte del hombre de otra
persona?
—Han estado saliendo como por dos semanas, ¿no? Tiene que ser un
récord para Tryst. ¿Cuánto crees que aguantará después de romper su propia
marca, antes de volver a caer del vagón?
Tristan se la sacudió de encima, luciendo molesto. —Si no puedes ser
civilizada con mi novia, puedes jodidamente alejarte. —Señaló, como para
enseñarle por dónde podía alejarse.
Lo amé.
Ella no.
Ella le dirigió una mirada mordaz. —Dean me dijo que eras un
calzonazos, y no le creí. Veo que estaba equivocada. —Ella hizo un gesto de dar
latigazos con una mano, acompañado del efecto universal de sonido para
“calzonazos”.
—Que le den a Dean, y que te den a ti —disparó Tristan de vuelta,
pasando de molesto a enfadado.
—Ya hicimos eso, dulzura. —La voz de Rosette era toda ternura
venenosa—. Muchas veces, de hecho. ¿Sabe tu novia eso? ¿Sabe que follamos
justo antes de que subiera al escenario en nuestra última actuación?
Esa había sido la noche en que nos reconciliamos. Sólo horas después de
que hubiera estado con esta puta…
Una mirada a la mueca de Tristan, la cual me dijo que ella no se lo estaba
inventando, y casi tuve otro momento de “lanzar platos”.
Lo único que me paró fue el bienintencionado Jared.
Debía haber visto la mirada asesina en mis ojos, porque me agarró por
detrás suave, pero firmemente.
—No merece la pena, hermanita —dijo Jared cerca de mi oreja.
Se había acostumbrado a llamarme así últimamente, y yo, secretamente,
lo amaba.
Tan pronto como Tristan y yo nos convertimos en una pareja oficial, la
tensión entre los hermanos parecía haberse aliviado en lo que a mí concernía,
como si etiquetarlo les diera reglas claras sobre cómo actuar para que se
convirtiera en un no-problema.
Adoraba a Jared. Era el chico más dulce y podíamos pasar horas
244
hablando por teléfono algunos días. Podríamos hablar de nada y de todo, justo
como podía hacerlo con Tristan, pero la vibra con Jared se había vuelto muy
Página
fraternal, lo que amaba. Era una de esas personas a las que no podía alabar lo
suficiente.
Y aún así, él me preocupaba. Era un tipo de preocupación esquiva pero
persistente. Frankie y yo lo discutíamos mucho, cómo era sólo un poco
demasiado despreocupado con la vida. No se tomaba nada en serio, nada en
absoluto. Por ejemplo, era un conductor horriblemente desastroso, y no había
ninguna droga que no hubiera probado. No lo vi de primera mano, pero
Frankie había descrito sus días de largos atracones, donde aparecía con los ojos
vidriosos y siendo un poco menos él mismo.
Parecía ser totalmente él mismo esta noche, y siempre era buena
compañía así, aunque hubiera deseado que no fuera tan rápido al evitar que
golpeara a la zorra.
Luché contra su agarre como una loca, especialmente cuando Rossette
sólo me sonrió, con los brazos cruzados sobre su pecho.
Nunca antes lo había hecho, ni siquiera lo pensé, pero lo único que
quería hacer era tomar un tacón y lanzárselo a su estúpida cara.
Por desgracia, fallé.
—Vamos, hermanita, daremos un paseo —dijo Jared, teniendo que
levantar mis pies del suelo para ponerme en movimiento.
Me tuvo fuera del club y en el casino antes de que me tranquilizara lo
suficiente como para bajarme.
—Puedes soltarme. Ya lo tengo bajo control —dije, cuando mantuvo un
brazo alrededor de mi hombro.
Tuve que quitarme el otro zapato para caminar, llevándolo en la mano.
Me palmeó el hombro. —Caminemos. Hablemos de ello.
—¿De qué hay que hablar? —pregunté. Podía oír el tono hosco de la
pregunta, y sólo escuchar cuán quejumbrosa sonaba me ayudó a
tranquilizarme.
—¿Estás enojada con él? Esa noche de la que ella estaba hablando... Sé
que esa es la noche en que ustedes volvieron.
Me encogí de hombros, finalmente, cediendo ante su agarre y
apoyándome en él. Se sentía bien hacerlo. Él era ese tipo de chico.
—No lo sé. Estoy… herida, aunque esa noche fue cuando nos juntamos,
no volvimos. Antes de eso, las cosas eran... casuales.
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casi siempre me hacía sentir mejor, incluso cuando el decirlo no cambiaba nada.
Página
—Lo que dijo Rossette allá, sobre la noche de la actuación. Bueno,
obviamente eso dolió. Es decir, había más o menos adivinado que tenían un
pasado juntos.
—No lo llamaría así. Ella fue una aventura al azar, Danika. Ese fue su
modus operandi por mucho tiempo, pero créeme cuando te digo que es
completamente diferente contigo.
Asentí, haciendo un fijo contacto visual. —Bueno, ya había adivinado la
parte de enrollarse, y él siempre ha sido dolorosamente honesto conmigo con
cosas así, y no estábamos juntos cuando pasó, pero más tarde esa noche... lo
estábamos, y pensé que en realidad era una noche especial, y ahora, pensando
que no fue así, sólo me siento, no sé, vacía. Me encanta estar con él. Es tan
genial en tantos sentidos, pero nunca expresa sus sentimientos verbalmente, así
que tengo que tomar los momentos especiales y atesorarlos. Simplemente me
siento triste porque me robaron uno de los mejores. Siento que perdimos algo
esta noche, y sólo necesito un poco de tiempo para procesarlo. Quiero ir a
alguna parte y cuidar de mis heridas, ¿sabes?
Asintió, sus ojos tan comprensivos que sentí mis ojos llenarse de
lágrimas.
Parpadeé para alejar las lágrimas, diciéndome que era una chica
estúpida.
248
Página
Traducido por Dannygonzal
Corregido por Gabbita
saberlo.
Agarró una de mis manos entre las suyas. —Escucha. Lo que sea que
piensas que pasó esta noche no cambió sólo por lo que sucedió antes. Y Tristan
puede que no se exprese, pero lo conozco mejor que nadie, y puedo decirte que
nunca ha estado así, con nadie. Está enamorado de ti, y viéndolo, creo que es la
primera vez para él.
—Él estaba comprometido con Natalie. —Mi tono pasó a ser de
resentimiento sólo de pensar en esa otra mujer.
—Eso fue hace tiempo, eran unos niños. Cada niño en el mundo piensa
que est{ enamorado de la primera mujer con la que tuvo sexo… En todo caso, lo
que deberías tomar de Tristan y Natalie es que él es capaz de ser ciegamente
leal, quizás demasiado. Le hizo promesas, y mantuvo cada una de ellas. Ella es
todo un personaje por lo que le hizo, pero eso no está en él. Si fue capaz de serle
fiel a una mujer como esa, imagínate lo que estaría dispuesto a hacer por
alguien como tú.
Tristan nos encontró horas después.
Estábamos con las manos agarradas, sonriendo y borrachos hasta
nuestros traseros.
Ambos llegamos a la fase de nuestras borracheras de las expresiones
dulces para el otro.
—Jared, no hay nada que quiera más que ser tu verdadera hermanita —
dije, abriendo los ojos. De alguna manera, incluso con mi mente embriagada,
quería hacer un énfasis en mi punto—. Te adoptaría si pudiera. No es mentira.
Dio unas palmaditas en mi mano, sus ojos se ampliaron
descontroladamente. —También te adoptaría. No es mentira, pero tengo una
mejor idea. Cásate con Tristan, será legal. ¿No sería grandioso?
Asentimos juntos, grandes y lentos asentimientos. —Totalmente
grandioso —susurré—. Si pudiera pedir un deseo, de todo el mundo, sería eso.
Los amo, chicos. Quiero que sean mi familia.
Agarró con fuerza mi mano, sus ojos y su tono se pusieron más serios. —
También quiero eso. Y nosotros correspondemos tu amor. Puede que Tristan no
lo diga, pero lo conozco mejor que nadie, y él totalmente lo hace.
—Te amo —dije, sintiéndome ebria, llegando al momento lloroso.
—También te amo.
—¿No es eso dulce? —preguntó irónicamente Frankie, desde algún lugar
detrás de nosotros.
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Tristan y ella se hallaban de pie a nuestras espaldas. Ella tenía sus brazos
cruzados sobre su pecho, y una gran sonrisa en su cara.
Tristan no sonreía, pero tampoco se veía más que ligeramente molesto, lo
que era una buena señal, considerando que le dije a su hermano lo mucho que
lo amaba.
—¿Cuántas se han tomado? —preguntó tranquilamente Tristan.
Por alguna razón, eso nos hizo reír fuerte, agarrando nuestros
estómagos.
—No más de ocho —dijo Jared.
—Menos de tres —dije al mismo tiempo.
Nos miramos el uno al otro, y nos reímos a carcajadas de nuevo.
—Tomaré a Jared —Le dijo Frankie a Tristan.
Él asintió. —Tomaré a mi chica, te hablo mañana.
Tristan rodeó mi silla, arrodillándose frente a mí. Me estudió, colocando
una mano cálida en mi rodilla.
—¿Todavía estás molesta conmigo? —preguntó.
Sacudí mi cabeza. —Molesta no. Sólo herida, pero el dolor ya está
adormecido, así que eso es bueno.
Se enderezó, colocándome de pie. Me tiró a su lado mientras
comenzábamos a caminar, soportando la mayor parte de mi peso.
—¿Herida? —preguntó, sonando confundido.
Él es tan chico, pensé. —Sí. Herida. Esa noche estuvimos juntos en la
lluvia. Pensaba que fue especial, y no lo fue, siento como si hubiera perdido
algo importante cuando una noche que fue tan íntima para mí perdió todo lo
especial.
Su otro brazo me rodeó, su mano agarró mi nuca, ahuecándola y
acariciándola. —Lamento que te sientas de esa manera, pero estás equivocada.
Esa noche fue especial, y cualquier mierda estúpida y maldita que hubiera
hecho antes, no puede cambiar lo importante que fue.
Eso me calentó por todas partes.
Me sentía tan hambrienta por cualquier palabra suya que tomaría las
sobras y sería feliz.
—Jared trataba de decirme eso. Es el mejor.
—Es el mejor. —Acordó Tristan, afecto en cada palabra.
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—Nunca debimos habernos besado. En ese tiempo no sabía que iba a ser
mi futuro hermano.
Página
cuatro de la mañana.
Me besó la mano, dándome su sonrisa malvada. —Hubiéramos podido.
Página
255
Página
Traducido por Jasiel Odair
Corregido por LucindaMaddox
Rodé los ojos. —Bastante cerca. Japonesa y rusa. —Siempre fue un tema
incómodo para mí, ya que no había conocido la otra mitad de la ecuación.
—Esa es una mezcla caliente de mierda, déjame decirte. Entre tu cuerpo
y tus ojos, diría que tienes lo mejor de ambos.
—Vaya, gracias, tú dulce hablador.
—Descarada difícil. Mi tipo favorito. Apuesto a que follas como un gato
salvaje.
Él me estaba desplazando hacia el mostrador, y yo empujé sus hombros,
terminando oficialmente con la conversación.
Él no se movió, simplemente se presionó más cerca.
—¿Cuál es tu problema? ¿Por qué te esmeras en agitar la mierda?
Su sonrisa era enorme. —¿Necesito una razón? ¿Nunca te gustó encender
las cosas sólo para verlas arder?
Lo empujé duro, pasando más allá de él y apartándome, con problemas
en cuanto a si debía decirle a Tristán sobre cómo Dean acababa de haber
actuado. Parecía una situación perder-perder para mí. Ya sea porque pondría a
Tristán furioso con su amigo y compañero de banda, o conmigo. Perder-perder.
Encontré a Jared desmayado en la cama de Tristán, Cory en la sala de
estar besándose con una chica, y a Kenny en el pasillo charlando con gente que
no había visto antes. Nadie sabía dónde se encontraba Tristán, y el apartamento
no era tan grande.
No me tomó mucho tiempo darme cuenta de que tenía que estar en el
balcón, o desaparecido.
El balcón unido al apartamento era pequeño, y se encontraba a la
derecha de la sala de estar. Las persianas estaban echadas, haciendo parecer que
no había nadie por ahí. Revisé todos modos.
Tristán se hallaba ahí, y no estaba solo.
Yo sólo había conocido a Natalie una vez, pero la reconocí incluso desde
la espalda y con una iluminación tenue. Al parecer, ella había hecho una
impresión en mí.
Salí al balcón oh tan tranquilamente.
El perfil de Tristán estaba frente a mí. Se encontraba apoyado en la
barandilla, con un cigarrillo y dando a su ex la sonrisa inescrutable.
Ella tenía las dos manos sobre su pecho, apoyándose en él, en voz baja y
seria mientras hablaba con él.
257
Tenía las uñas de color rojo brillante, por lo que fue fácil seguir sus
movimientos mientras lo acariciaba sobre su pecho para enfatizar sus palabras.
Página
Su voz era suave, pero me tomó un poco entender lo que estaba
diciendo.
—Vi a tu nueva novia. ¿Cuántos tiene, como, dieciséis? ¿Qué demonios,
Tristan?
La boca de Tristán se retorció en una sonrisa amarga. —Bueno, no tiene
sesenta años, así que puedo ver por qué estarías confundida.
Ella le golpeó el pecho, a la ligera, y su tono era más juguetón que
ofendido. —¿Cuándo vas a superar eso? ¿Y cuándo empezó a robar cunas?
—¿Celosa, Nat?
Cada palabra que intercambiaron denotaba un sentido de su historia. El
hecho de que ambas voces sostenían una extraña nota de afecto en medio de las
cosas maliciosas que se decían el uno al otro me dijo un montón de cosas que
realmente no quería escuchar.
Mi corazón se retorció en mi pecho.
—¡Por supuesto que sí! Éramos el uno para el otro primero, Tryst. Eso no
es algo que se olvida. ¿O lo haces?
—Por supuesto que no, Nat. —Su tono era suave, casi tierno, y pensé que
podría enfermarme.
—Así que dime, ¿qué puede hacer por ti una adolescente de dieciséis
años? Sabes que estoy sola otra vez, ¿verdad? ¿No me extrañas? Sé que te
acuerdas de lo que puedo hacer por ti.
Su sonrisa maliciosa me mostró que él se encontraba más que un poco
borracho, pero eso no era excusa para su respuesta reveladora. —Recuerdo muy
bien.
No podía soportar oír una palabra más, me puse en movimiento,
caminando hacia ellos, agarrando una mano de su cabello para arrancarla lejos
de él antes de que él terminara su oración.
Usé más fuerza de lo que pretendía, enviándola hacia algún lugar detrás
de mí. Miré a Tristán, sintiéndome celosa, herida y traicionada.
Se enderezó. —Danika.
—¿Qué está haciendo aquí? —pregunté, preguntándome cuán profundo
era esto, pero sabiendo que, incluso si era poco profundo, todavía se sentía
como un corte profundo.
—¡Dean me invitó! —dijo Natalie, sin aliento cuando volvió a ponerse de
258
pie detrás de mí—. Sabes que yo fui a la escuela con ellos, ¿verdad? Eso fue en
el tiempo que empezabas la guardería.
Página
él. Ni siquiera pareció darse cuenta cuando el zapato se puso en contacto con la
espinilla—. ¿Cómo fue inofensivo? No fue inofensivo para mí. ¡Me dolió como el
Página
Me hizo dar dos pasos adelante, envolviendo cada una de mis manos con
cuidado alrededor de la parte superior de la barandilla de metal que corría a lo
Página
largo del balcón. Incluso su contacto en mis manos era una caricia.
—Un momento —advirtió.
Agarré con fuerza, instintivamente obedeciendo la orden de su voz.
Era una calurosa noche de verano en Las Vegas, así que no llevaba
mucho. Deslizó mis pantalones cortos y las bragas color caqui por mis piernas
con un movimiento suave. Salí de una pierna, sin molestarme en salir del otro
lado de los pantalones cortos. Infiernos, ni siquiera me quité las sandalias. No
eran de ese tipo.
Las manos de Tristán corrieron por mi cuerpo, desde mis tobillos hasta
las pantorrillas, por encima de mi culo, a través de mi coño, finalmente a la
hebilla delantera del sujetador de encaje abierto. Liberó mis pechos de sus
confines, pero dejó mi pequeña camiseta blanca, e incluso dejó las correas de mi
sujetador. No era ese tipo de follada, tampoco. Esta era de acceso directo, la
clase de mierda de llegar a ello tan rápido como puedas, y yo me encontraba allí
con él.
Su rodilla se movió entre mis piernas, apartándolas unos pocos
centímetros más, y le oí desabrochar sus pantalones cortos, presionándose a sí
mismo fácilmente. Frotó su erección desnuda junto a mi sexo ya mojado, una y
otra vez.
Miré por encima de barandilla del balcón, dando gracias a Dios que ya
era de noche, y que su apartamento estaba de espaldas a los otros edificios. Nos
encontrábamos en la tercera planta, pero incluso durante el día, estaría solo
mirando un gran muro de hormigón y el campo desierto más allá.
Su boca estuvo en mi oído, diciéndome en detalle lo bien que me sentía,
mientras me penetraba. Una de sus manos se deslizó hasta tirar de mi pecho, la
otra moviéndose para agarrar mi cadera con fuerza mientras se empujaba hasta
la empuñadura. Ambos dejamos escapar un gemido mientras sus caderas se
pusieron en contacto sólido con mi culo.
Sexo de balcón debería haber sido un polvo rápido, pero no fue así. No
fue una carrera áspera hacia la meta. Me hizo venir dos veces consecutivas, con
sus trazos perfectos y manos mágicas, y las cosas sexy que salieron de su boca.
Se tomó su tiempo conmigo.
En algún momento, alguien empezó a abrir la puerta corredera de cristal.
La puerta en sí era tranquila, pero la raqueta haciendo mover las persianas era
lo suficientemente fuerte como para avisarnos.
—¡Vuelvan a entrar y cierren la maldita puerta! —ladró Tristán, ni
siquiera frenando sus embistes. Efectivamente, eso funcionó a las mil
261
maravillas.
Y extrañamente, escuchando esa orden áspera de su voz, ese tono alto
Página
262
Página
Traducido por florbarbero
Corregido por SammyD
Fue un desastre.
Me enojé con Tristan, porque reaccionó de forma exagerada.
Página
Dean, el idiota, se encontraba enfadado conmigo, incluso yendo tan lejos
como para decirme que todo era mi culpa.
Eso hizo que Jared, Frankie, y Tristan se enfurecieran con Dean, aunque
para ser justos, Tristan parecía estar enojado con todo el mundo en ese
momento.
Se hallaba agitado. Se puso de pie tan lejos de todos nosotros como pudo,
mirando a la pared, la rabia saliendo de él en oleadas de hostilidad casi visibles.
Era un hombre enorme, y cuando se enojaba, era aterrador a la vista. Incluso los
guardias de seguridad se quedaron alejados de él en el momento en que
llegamos a la habitación, y ellos eran hombres grandes.
Llevábamos esperando por unos buenos veinte minutos, cuando no pude
soportarlo más. Caminé hasta el guardia de seguridad, preguntando—: ¿Qué
está pasando? ¿Estamos esperando a la policía? ¿Van a detenerlo? ¿Eso es lo
que está pasando? ¿Cuánto tiempo vamos a tener que esperar aquí hasta que
sepamos lo que pasa?
—Estamos esperando respuestas —dijo el más cercano a mí, sonando
tranquilo y razonable—. Todo lo que nos dijeron fue que los mantuviéramos
tranquilos mientras esta cosa se resolvía. Por lo que sé, ningún policía fue
llamado. —El hombre puso una mano en mi hombro mientras lo decía. Fue un
gesto inocente. Lo sabía. Cualquier persona en su sano juicio lo habría asumido,
también.
Pero Tristan no se encontraba en su sano juicio. La cordura lo abandonó
y cruzó a grandes zancadas la habitación, gritándole al hombre para que me
sacara sus manos de encima.
Lo vi perder la cabeza, sintiendo una inyección de miedo ante la visión,
incluso sabiendo que no iba dirigida a mí.
Gracias a Dios que no golpeó al hombre, sólo se acercó a su rostro y
comenzó a gritarle como un loco.
No tenía ni idea de qué hacer, así que sólo caminé por la habitación para
alejarme.
—Yoko Ono no quieren hacer frente a todo esto, a pesar de que ella
empezó todo el lío de mierda —dijo Dean, en voz baja, pero lo suficientemente
alto para que lo oyera.
Le lancé una mirada furiosa, pero no fui la única que lo escuchó, y
Tristan dejó de gritarle al guardia de seguridad a mitad de una frase, dando
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el club Dom?
Página
Sonrió, y era travesura pura. —Bueno, soy yo, y apostaría dinero a que
Tryst está a punto de unirse. Y otra, pero tienes que jurar que guardarás el
secreto antes de que te diga.
Asentía antes de que terminara de hablar. ¿A quién diablos le iba a decir?
—No le puedes decir incluso a tu grupo anónimo mierda al
respecto. Especialmente no les puedes decir a ellas.
Asentí con la cabeza de nuevo, simplemente muriendo por saber
ahora. —Te juro que no voy a decir nada a nadie, ni siquiera a Tristán.
—Bueno, probablemente le podrías decir a él, porque, como he dicho,
está a punto de unirse al club.
—¡Dios mío! ¡Dime ahora! ¡Me estás matando!
Ella se inclinó, susurrando en mi oído—: James Cavendish.
Me quedé anonadada. Él era tan rico y pulido y sofisticado, y bueno,
simplemente hermoso. —¿Me estás tomando el pelo?
Ella negó con la cabeza. —Está en la cosa del hardcore, sin embargo,
nada en lo que has estado a bordo, confía en mí. Él me hace ver como una
Maestra suave, y no soy eso.
Le di la vuelta a esto alrededor en mi cabeza durante unos diez minutos
antes de que yo hablara. Estaba fascinada por la idea de que alguien de tan alto
perfil, podría tener una preferencia sexual, inusual y no sea de conocimiento
público.
—Es una locura —dije finalmente.
Ella asintió con la cabeza. —Lo sé. Pero, ¿no lo hace aún más caliente?
Me reí, porque no había forma de negarlo; incluso para una lesbiana, el
hombre era caliente. —No estoy segura. Realmente depende de lo que
entiendas por hardcore. No estoy en el dolor.
—Dolor es lo que quiero decir. Sí, puedes estar segura de que eso no es
para ti. Aunque he escuchado que es espectacular en la cama.
Dejé escapar un suspiro de ensueño, pensando en Tristán. —Así es
Tristán. Espectacular.
—¡Fan-jodido-fantástico! ¡Brindemos por eso! —Hizo una señal al
camarero por otra ronda de tragos de tequila.
—Es tan grande. Como enorme. Nunca me imaginé que podía disfrutar
272
de un hombre con una polla tan grande. Fue… intimidante al principio. Quiero
decir, yo soy pequeña, ¿cómo iba a encajar?
Página
Frankie se reía tan fuerte que tuvo que poner las dos manos en la
barra. —¡Dios mío! ¡Te amo tanto cuando estás borracha!
—¿Crees que él, como que me estiró? Quiero decir, él debió hacerlo,
porque podemos follar muy duro ahora, y al principio le costó un poco sólo
para encajar dentro. —Tuve la idea muy lúcida de que yo debía estar muy
borracha para estar hablando así.
Ella todavía estaba muriendo de risa, simplemente moviendo la cabeza,
una y otra vez.
—¿Es eso posible? ¿Podría ser de donde vino el término?
—No creo que funcione de esa manera. —Se quedó sin aliento—. Los
bebés salen de esa cosa.
Asentí con la cabeza, pensando vagamente que tenía un buen punto. —Y
a él absolutamente le encanta comer mi coño. Como si él pudiera hacerlo todo el
día, lo ama tanto. No pensé que un hombre podría ser así, y haciéndome acabar.
Ella volvió a reír con fuerza y agarrando el borde de la barra. —Dios
mío. No puedo creer que no estoy grabando esto. Tú eres mi
borracha favorita. Brindemos por la fijación oral de Tristan, porque si alguien
puede apreciar el bajar en una chica, esa sería yo. Tal vez él y yo somos como
come-coños almas gemelas, porque me podría comer un coño durante todo el
día.
Me estaba riendo tan fuerte que me tomó tres intentos para agarrar el
trago que el camarero me deslizaba. —Eres tan mala —dije, disolviéndome en
otro ataque de risa.
Las dos estábamos bombardeadas para el momento en que la banda
terminó su actuación. Animé en voz alta mientras la pequeña multitud se volvió
loca, y luego observé con nostalgia mientras salían del escenario, rumbo algún
lugar de atrás.
—Sólo he estado cincuenta metros lejos de él durante toda la noche, y
todavía lo extraño. ¿No es eso loco?
—Totalmente. También es dulce. Lo tienes mal, ¿eh?
—Tan mal.
—Bueno, él lo tiene mal, también. Nunca lo olvides.
Sacudí la cabeza, incapaz de admitir en voz alta que él no lo hacía, o si lo
hacía, seguro que no me lo estaba diciendo.
273
que bajar y romper las nueces mientras estamos en el escenario. Voy a encontrar
a alguien antes de nuestro próximo evento.
Me reí, porque un guardaespaldas sonaba como una idea loca para
mí. Abrí mi boca para decírselo, pero nunca tuve la oportunidad, cuando se
dobló hacia abajo, inclinando sus labios sobre los míos.
Su boca estaba caliente, hambrienta, devorando la mía. Él siempre sabía
tan bien. Nunca pude conseguir suficiente. Su lengua se deslizó en mi boca, y
gemí, lamiendo y chupándolo.
Él se retiró brevemente. —Sabes a tequila —dijo sin aliento—. Tuviste
unos pocos, ¿eh? Creo que podría ser capaz de alborotarme solo probándote.
Eso me hizo reír un poco más, y las risitas sólo se detuvieron cuando él
me estaba besando de nuevo.
Nos besuqueamos como adolescentes en medio de un bar por sólo Dios
sabe cuánto tiempo. Era una locura, y de mal gusto, y maravilloso.
Sus manos se mantuvieron firmes en mis caderas mientras su boca bebió
de la mía, con largos, hambrientos tirones. Nunca habíamos hecho esto antes,
sólo besarnos por lo que podría haber sido horas. Nuestra química siempre
había sido sólo una locura, nuestra lujuria una carrera a la línea de meta, que
terminó en éxtasis.
Se echó hacia atrás en algún punto, jadeando en la parte superior de mi
cabeza. Me volví, raspando mi lengua a través de su áspera mandíbula,
rogando por su boca de nuevo.
Me la dio, y nos besamos así durante mucho tiempo. Ignoramos todas las
llamadas de nuestros amigos de "conseguir una habitación”, perdidos en
nuestro pequeño mundo de besos embriagadores, y en mi caso, histérico loco
amor.
—Eres tan perfecto —murmuré cuando acudimos en busca de aire—. No
puedo creer que seas todo mío.
Su risa era áspera y sin aliento. —Estoy tan lejos de ser perfecto como
una persona puede ser, pero soy todo tuyo.
Eso me calentó hasta los dedos de mis pies, como lo hizo el toque de sus
labios sobre los míos. Se echó hacia atrás de todo el besuqueo, y empezó a
darme dulces, besos cortos.
Intenté presionar mi cuerpo al suyo, pero retrocedió.
—Te puedo besar toda la noche, cariño, pero si empezamos a follar, en
este bar, es probable de que me avergüence a mí mismo.
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—Te quiero —dije en voz baja, mientras sus labios volvieron a reclamar
los míos—. Te quiero profundo dentro de mí. Durante horas. Le dije a Frankie
lo grande que eres, como me estiras porque eres tan grande, pero no le dije lo
Página
—No puedo discutir contigo allí —dijo Tristán a Frankie—. Estoy allí
contigo; equipo coño hasta el final.
Página
suavemente en esa dolorida carne mientras golpea con fuerza en mi núcleo. Mis
pezones se arrugaron duros, y los pellizcó y luego tensó. Dolía de una manera
que me hizo gemir de placer.
Él estrelló su enorme longitud llena de sangre en mí, duro y rápido,
manteniendo un ritmo implacable que me agarre de la manija de la puerta por
mi vida.
—¿Es demasiado? —dijo con voz ronca al oído.
Era. Era mucho, demasiado, su rápida, brutal invasión rellenándome
tanto que me sentía como si no pudiera dar por un segundo más, pero nunca le
diría eso, nunca dejaría que se detenga con lo maravilloso llenándome.
Las sensaciones eran tan intensas que no estaba segura de sí estaba a
punto de venirme o gritar fuera.
Resulta que, hice ambas cosas.
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Página
Traducido por Mary
Corregido por Emmie
Tres días después, nos encontramos en una casa de fiesta por algún
amigo de Jared y Frankie. Era una gran casa, y puro caos, y en el segundo en
que nos paramos en la puerta me pregunté por qué me dejé ser arrastrada
dentro de esto. Estaba cansada. No había tenido una noche decente para dormir
en ni siquiera sabía cuánto tiempo, y una fiesta en casa nunca fue mi favorita.
Siempre acaba tendiendo a ser del tipo de drogas, desde que tenías que
esconder esas cosas en club y bares.
Podía oler el humo de la marihuana en el aire en el segundo que
llegamos a la puerta, y alguien estaba actualmente esnifando cocaína de una
mesa en la habitación justo de la entrada, plenamente visible desde la puerta
delantera.
Estaba tan acabada de esto.
Todo sobre eso era lo suficientemente malo, pero alrededor de diez
minutos, mientras hacíamos nuestro camino a través de la multitud, buscando
por Jared, Frankie, Cory o Kenny, me tropecé con mi ex. No Daryl el gilipollas.
El otro. Patrick. El único que había sido un completo gilipollas, sin embargo me
había deshecho de él de todos modos. Se envolvió tanto en las drogas para
manejarlo. Y dejé de estar enamorada de él. Sin embargo ahora que había
encontrado lo que encontré con Tristan, y sentía está loca, cosa fuera de control
en mi pecho cada segundo del día, tenía que admitir que no había dejado de
estar enamorada, sólo nunca lo estuve.
Tuve una extraña epifanía mientras miraba el perfil de Patrick. Lo había
llamado amor, y parecía amor, porque eso era lo que quería, pero el amor no
era una cosa que pudieras forzarte a sentirla, o, más importante, era una cosa
que no podías evitar sentir. Ambas realizaciones fueron desmoralizantes para
mí, una chica con problemas de control.
Fui sacudida fuera de mis pensamientos mientras Tristan tiraba un brazo
279
ellos él mismo.
Página
—Un montón de bandas locales están realmente amargadas sobre eso. Su
banda no ha pagado sus cuotas, y aquí están, recibiendo dinero de respaldo de
uno de los nombres más grandes en la ciudad.
Eso tenía a mis pelos poniéndose un poco de punta. —¿Y quién decide
qué cuotas tienes que pagar para hacerlo? Ellos son realmente buenos. Lo mejor
que he escuchado alguna vez en vivo.
Eso fue una pequeña indirecta. De acuerdo, era una enorme indirecta,
porque Patrick era el baterista en una banda loca que había sido fuerte en la
escena local por años.
—Ouch, Danika.
Sonreí. —Lo siento. Eso no fue lindo, pero ellos son buenos, y creo que es
basura poner tu equipaje en otra banda, sólo porque ellos no se han estado
presentando por tanto tiempo.
Él asintió, mordiéndose el labio. —Suficientemente justo. Podría ser un
toque amargo, así que vamos a olvidar que dije algo. Vamos a hablar de ti. ¿Qué
tal has estado?
Me encogí de hombros. —Escuela, trabajo, nada especial.
—¿Nada pasando con el baile?
—No, a menos que cuentes discotecas locales.
Él rió, y mientras lo observaba, vi una nitidez en sus ojos que no
recordaba desde antes. Me gustaba. Parecía más presente que lo había estado
cuando estuvo conmigo.
—Tú luces genial, también. ¿Cómo están las cosas?
—Van bien. Ya voy un año sobrio por ahora, y eso es una gran cosa para
mí. La banda no está recibiendo gran atención, pero todavía hacemos las
rondas, y nos encanta lo que estamos haciendo.
Asentí. —Eso es genial. Estoy tan feliz por ti, especialmente la parte de la
sobriedad.
—Gracias. Oye, deberíamos ir por café alguna vez. Algo de ponernos al
día. Ha sido tanto tiempo… me encantaría volver a conectar de nuevo.
Por supuesto, no acabas de saberlo, Tristan se acercó justo a tiempo para
escuchar esa última parte. Fue completamente a hombre de las cavernas,
tirando un brazo sobre mi hombro, y dándole a Patrick una mirada de muerte.
—¿Ustedes dos se conocen? —espetó, y su tono, su misma actitud, me
282
para tratar de darles sentido, para tratar de juntarlas en una forma que pudiera
aceptar, y sin sangre saliendo desde todas las heridas.
Página
—Amor no es nada que la más flexible promesa —continuó él sin
piedad—. La usas para tu propósito, y puede perder su significado cada vez
que lo desees. No actúes como que estás más comprometida que yo, sólo
porque te gusta decir esas palabras.
Sacudí mi cabeza, mis ojos pegados a él, mi labio temblando
incontrolablemente.
—Ya has tirado por la bomba que no piensas que somos buenos el uno
para el otro. ¿Piensas que no te conozco lo suficientemente bien para saber que
es sólo la excusa que usarás en mí cuando rompas? Estás construyendo tu caso,
incluso mientras hablamos. Eso es cierto; te conozco tan bien. Justo como sé eso,
aunque estás muy cómoda con el término te amo, serás la única que se alejará
de esto. Garantízalo. Tú crees que me amas, pero tú amas estar enamorada.
—No trates de decirme lo que siento. Jodidamente no hagas eso. No
tienes razón…
—¿No la tengo? Pensé que me amabas. ¿Retractando tan pronto? ¿O de
qué se trata entonces? ¿Has construido suficiente de un caso para alejarte ya?
¿Porque no te he dicho tres jodidas palabras que te hayan dado el significado de
esto?
Eso rompió mi corazón, porque le había dejado ver quién era, y todo lo
que él vio fue lo peor de mí. E incluso más doloroso, él parecía listo y dispuesto
a dejar alejarme.
Siempre dijo que no quería herirme, pero lo que no parecía entender era
que su rechazo de mi amor era la peor clase de dolor.
No sé si alguien les dijo, o si habíamos sólo estado gritando fuertemente,
pero el patio de repente se llenó con caras familiares.
Frankie se me acercó, tratando de estar acercar, para poner su brazo a mi
alrededor, pero me aparté.
Kenny y Cory habían obviamente finalizado con hacer la fiesta, y estaban
rodeando a Tristan, pareciendo cautelosos.
Jared clavó su mano en el hombro de su hermano, sus ojos concentrados.
—¿Por qué no tomamos un paseo, hermano? Vamos a enfriarnos por un
minuto. Estuviste gritando lo suficientemente alto para despertar a la muerte, y
este completo vecindario no necesita saber mucho sobre tus asuntos personales.
Tristan se encogió fuera de su mano, caminando por la acera, su paso
comiendo el pavimento hasta que se perdió de vista en la oscuridad en cuestión
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de segundos.
Los ojos llenos de lágrimas, mi corazón andrajoso, caminé de vuelta a la
Página
y hubiese seguido sólo golpeando, si Kenny, Cory, Jared y algún chico que
nunca había visto antes forcejearon para separarlo de su presa. Así fue, Patrick
estaba inconsciente, con su cara sangrienta.
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Traducido por Sandry
Corregido por Jasiel Odair
ella, también, pero todo en lo que podía concentrarme era lo que necesitaba
hacerle a su rostro.
Página
Danika se alejó de él de repente, sus ojos furiosos, la curva de su boca
con asco.
Me volví loco, ese fue mi último pensamiento claro antes de convertirme
en un basilisco que lo destruiría. Lo destrozaría, pieza por pieza, por tocar lo
que era mío.
Lo siguiente que recordé fueron esposas quebrándose en mis muñecas.
Me encogí de hombros, y los policías parecían dispuestos a darme con la pistola
eléctrica por ese pequeño movimiento. No podía culparlos. Cuando los
hombres de mi tamaño se ponían como una furia, malas cosas sucedían, como
lo demuestra el chico que quedó en una camilla.
Miré a mí alrededor, vi a mi hermano, Kenny y Cory, pero no a Danika, o
Frankie.
—¿Dónde está ella? —pregunté a Jared, anclándome en mis talones,
cuando un policía trató de empujarme hacia delante. Me movería cando
estuviera bien y preparado.
—Se fue. Frankie la llevó a su casa.
—¿Estaba bien? —pregunté, haciendo poco caso a la mano del policía en
mi hombro—. Dame un puto minuto —le dije al oficial, girándome para darle
una dura mirada.
Tragó saliva, pero apretó los dientes. Si lo presionaba más, me daría con
su pistola eléctrica para demostrar quién manda.
Me volví hacia Jared.
Jared negó con la cabeza. —Estaba muy molesta, pero no se encontraba
herida ni nada. No tocaste a nadie más que a ese tipo en la camilla.
Asentí, finalmente dejando que me llevaran lejos. Sabía que sólo había
empeorado las cosas al perderla, pero incluso en ese segundo, cuando pensé en
ese tipo tocándola, poniendo sus manos y su boca sobre ella, quería golpear su
cara de nuevo. Y el hecho de que él era un ex, que había tenido relaciones
sexuales con ella en algún momento, que había estado dentro de ella. Mía.
Bueno, eso me hizo querer matarlo.
Me hallaba perdido en mis pensamientos hasta el punto de que apenas
me di cuenta de lo que estaba pasando. Me armé con una sonrisa para mi ficha
policial, pero incluso por la amonestación, no respondería a ninguna pregunta
que me preguntaran. Pensé que si yo hablaba de ello, incluso si mencionaba al
pedazo de mierda que la había estado tocando, iba a volverme loco otra vez.
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puesto tu libertad bajo fianza, y pagaré todas sus facturas médicas. Pero lo que
le hiciste... las lesiones que sufrió, no son las acciones de un hombre en su sano
juicio. He oído que tuvieron que arrancarte de allí, o hubieras seguido, pero el
daño ya era muy importante, lo es. No estoy contento.
—Bienvenido al club —gruñí, porque estaba tan disgustado conmigo
mismo como cualquiera.
—Voy a necesitar algún tipo de garantía de que tu comportamiento
cambiará. Mis abogados pueden conseguir que tu condena sea la a libertad
condicional, pero me han asegurado que estarás presente en el manejo de ira.
¿Estás en drogas?
Lo miré. —¿Perdón?
—¿Te encontrabas colocado esta noche?
Esa era la parte triste. Estuvo en drogas antes, y no había actuado tan
loco como mis celos lo habían hecho. Sabía que él estaba en lo cierto, con el
manejo de la ira. —Nada. Bien, voy a hacer lo del manejo de la ira.
—Estaré feliz de ponerte en un centro de rehabilitación por abuso de
sustancias, si eso es un problema, también.
—No lo es —Me mordí la lengua, terminando con la conversación.
—Está bien, entonces. He pagado tu fianza, así que eres libre de irte
detrás de ella después de discutir una cosa más.
Miré alrededor, como si fuera una broma. Sabía a ciencia cierta que no se
podía hacer eso a un tipo, y luego simplemente salir de la cárcel esa noche. —
¿Me estás bromeando?
—No, en absoluto. Lo añadiré a tu cuenta. Sólo quería hablar contigo
acerca de tus trucos de magia. Danika me ha hablado de tu juego de manos.
Estoy preguntando no oficialmente, entiéndelo, porque tengo mi viejo acto bajo
contrato por dos años más. Pero cuando su contrato termine, él está fuera.
Simplemente ya no tiene entusiasmo en ello. En algún momento entre ahora y
luego, me gustaría ver algunos de tus trucos. Estamos en busca de algo
diferente, así que tenlo en cuenta al prepararte.
Asentí, totalmente aturdido, ya que, después de todo el tiempo que había
pasado, sin nada que me sucediera, ahora algo grande estaba pasando, y era
todo por Danika.
—Bueno, eso es todo —dijo, levantándose de la silla—. Enviaré a alguien
para que quite tus esposas y salgas de aquí.
Le sonreí, una sonrisa puramente intratable, porque en un estado de
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Este era el tipo más fácil de truco, el tipo en el que ni siquiera estabas haciendo
un truco, estabas simplemente realizando lo inesperado, pero yo estaba de mal
humor, y no me importaba que fuera fácil.
Dejé caer mis puños con fuerza sobre la mesa, y Cavendish me dio una
mirada muy sorprendida, con los ojos saltando de los puños y luego de nuevo a
mí, una y otra vez.
—¿Cómo hiciste eso? —preguntó, mirando como si le hubieran metido
una patada. Eso fue bueno, porque si se impresionaba con eso, tenía una buena
oportunidad de impresionarlo con mis trucos más complicados.
Me encogí de hombros. —Magia —dije.
Él se echó a reír.
Llamé a Danika durante cinco días, una y otra vez, sin respuesta.
Finalmente opté por dejar un mensaje tras otro, al principio enfadado, luego
declarándome, luego cursi, luego enfadado otra vez, y finalmente,
completamente desesperado.
Le dije que la amaba, lo que probablemente no debería haber dicho por
primera vez en un mensaje, pero estaba desesperado. La llamé cobarde,
entonces la maldije, entonces le rogué. Traté de ir a su casa una vez, pero ella
envió a Jerry para decirme que iban a llamar a la policía si no me iba.
Después de eso, me encerré en mi apartamento por días, y me puse
completamente en un modo de auto-destrucción. Estaba borracho o drogado o
ambas cosas cada minuto del día, negándome a mí mismo que esto pudiera ser
para nosotros.
¿Y si nunca habla conmigo de nuevo? Me torturé a mí mismo con esa
pregunta. No sabía lo que hacía. Estaba lleno de remordimientos. No me había
abierto a ella tanto como debería haberlo hecho, y ella no se habría quejado.
Debería haberme desahogado sobre todo, aunque odiara hablar de la mierda
que ella quería que dijera.
Me encontré diciéndole todo sobre mí en los mensajes de voz que ella
probablemente ni siquiera escucharía. Estaba tan desesperado.
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—No soy bueno en este tipo de cosas, pero haré mi mejor esfuerzo. Si
estás escuchando esto, sabes que estoy intentándolo aquí, y a cambio sólo me
gustaría saber de ti, para tener una idea de cómo lo estás llevando.
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Respiré hondo, tratando de averiguar por dónde empezar. »Joder. Tal
vez debería escribir esto, o por correo electrónico, o algo así, pero ten paciencia
conmigo. Nunca me han gustado las relaciones. Nunca he pensado que algo así
podía valer a dos personas por igual. Lo vi por la forma en que mi madre estaba
con un novio inútil tras otro. Ella hacía todo lo posible por ellos, y lo único que
hacían eran darle sus cuentos de mierda y actuar medianamente decentes una
parte del tiempo. Supongo que por eso me puse a pensar que eran una especie
de estafa. Esta creencia fue reforzada por mí, una y otra vez, mientras la veía
dejar que los hombres la pasaran por encima por el bien de la "relación".
»Nat fue sólo una especie de guinda del escéptico pastel. Éramos unos
niños cuando nos juntamos e hicimos un montón de errores estúpidos. Nada de
lo que hice la puso nunca feliz, y tenía toda esta mierda de chantaje emocional
que trataba de tirarme todos los días. Aún así, me quedé, porque era joven y
estúpido, y me moría de ganas de ser lo contrario a mi padre, que es el tipo que
se queda en las buenas y en las malas, estuve dispuesto a aguantar mucho,
incluso a ser miserable, para demostrar que era mejor que él, que yo no era nada
como él.
Se agotó el tiempo del mensaje y llamé de nuevo, esperando el pitido, y
luego continué justo donde lo había dejado.
»Nat me hizo sentir culpable por no conseguirle un anillo. Un anillo que
no podía permitirme. Ella fue implacable al respecto, dijo que toda su felicidad
estaba atada a eso, y si no la hacía feliz, bueno, eso era mi culpa, ya que su
felicidad era mi trabajo. Me agotó, y me rompí el culo para conseguir un anillo
bastante caro. Me dijo que la avergonzaba, porque el diamante era muy
pequeño. Era un anillo de tres mil dólares, así que no tenía ni idea de lo que
quería decir, pero es así como era la relación. Hubo más momentos malos que
buenos, más trabajo que diversión, más malentendidos que comunicación. Me
dejó exhausto y ya estaba harto cuando me enteré de que tenía sexo con otros.
Se agotó el tiempo. No me detuve antes de llamar y empezar de nuevo.
»Nat me hizo todo tipo de rabietas celosas, siempre acusándome de
engañarla, cuando no era así. Creo que esa es una de las razones por la que me
fue tan difícil digerir cómo me había estado mintiendo, una y otra vez. Rompí
con ella, y juré no volver a las relaciones del todo, porque ella enseñó que no era
bueno con ellas.
»Ahora me doy cuenta de lo equivocado que estaba, la cantidad de
energía que gasté en ella, aun cuando habíamos terminado por años. Lo siento
por eso. Lamento que tú y yo tuviéramos un comienzo difícil, y parte de ello fue
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Página
Traducido por Val_17
Corregido por Mire
habían sido cercanos, y me alarmó que estuviera tan preocupada por mí,
porque me hizo darme cuenta de que tenía razón al estar preocupada. No tenía
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Sabía que algo se hallaba terriblemente mal al segundo en que entré por
la puerta principal. La mirada de cuidadosa simpatía en el rostro de Bev me
perseguía.
Es extraño que las cosas te persiguieran por años y años después de una
tragedia. La expresión en el rostro de Bev cuando se preparó para darme la
noticia, las lágrimas en los ojos de Jerry, un hombre al que nunca había visto
llorar, la forma en que los chicos no dijeron ni una palabra, como si tuvieran
una pista de lo que ocurría tan pronto como vieron la cara de su madre.
Parte de ello era de esperarse; la última vez que abracé a Jared, la última
vez que lo vi sonreír, la última vez que me llamó por alguna razón tonta, o por
ninguna razón en absoluto. Eran una especie de dulce persecución.
La persecución amarga vino en la forma de encontrar llamadas perdidas
de Jared semanas después, llamadas que me perdí porque estuve tan envuelta
en mis propios problemas, mis propias disfunciones. El pensamiento de que
pude hablar hablado con él una vez más antes de que muriera me dio el sentido
más agudo de la pérdida, porque desperdicié algo valioso. Incluso había un
hermoso mensaje de él que nunca pude encontrar el corazón para borrarlo. De
hecho, mantenía ese teléfono en un cajón junto a mi cama, años después de que
lo hubiera actualizado, porque no podía soportar la idea de dejar que el sonido
de su voz fuera borrado.
De la mano con la persecución, vino el arrepentimiento.
Mientras Jerry me llevaba a la casa de Leticia, empecé a escuchar los
mensajes de Tristan, como le pidió a Frankie que me preguntara. Cuando los
escuché, y me di cuenta de que, mientras estuve envuelta convenciéndome que
él nunca podría darme lo que necesitaba, había estado dispuesto a dármelo, si
solo me hubiera molestado en escuchar.
Sentí tal arrepentimiento entonces, porque tenía una oportunidad, una
extraña idea persistente en mi cabeza, de que si Tristan y yo lo hubiésemos
arreglado más rápido, Jared podría seguir vivo. Podría haber estado con
nosotros, en vez de en algún lugar sin nosotros, siendo imprudente,
lastimándose. Perdiendo su vida.
Ese arrepentimiento me enseñó mucho sobre la culpa, sobre la forma en
que sustituye toda lógica, y cómo en realidad nunca desaparece, ni siquiera con
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el tiempo.
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Todos los “y si…” podrían destruirme, si lo permitiera. Eso me hizo
pensar en Tristan, y cómo, si yo sentía este insoportable y abrumador dolor por
la pérdida de Jared, no podía ni imaginar lo que debe estar pasando.
No pude llegar a él lo suficientemente rápido. La idea de que estuviera
pasando por esto sin mí, que preguntara por mí, y yo no estuviera allí para
sostenerlo, simplemente me destrozó.
Nos detuvimos en la acera justo cuando se alejaba de la casa. Estuve
fuera del auto, corriendo tras él, antes de que el auto se hubiera detenido por
completo.
Grité su nombre, pero no me escuchó, o por lo menos no se detuvo. Mis
sandalias se cayeron, y mis pies desnudos golpeaban contra la acera, pero no
me importó. No iba a dejarlo solo, no mientras aun me quedara aliento.
Lo perseguí bajo la lluvia hasta que mis pulmones ardían, una sensación
de desesperación en cada pisada que golpeaba con fuerza contra el pavimento
mojado.
Grité su nombre hasta que mi voz estuvo ronca, y me quedé sin aliento
para gritar. No había manera de que lo atrapara. Era demasiado rápido, y no
mostró signos de cansancio, aun así encontré el aire para gritar un poco más.
Lo que finalmente lo frenó fue llegar a un callejón sin salida, sin ningún
lugar a donde ir. Allí se detuvo el tiempo suficiente como para que lo alcanzara
con un salvaje y desesperado abrazo desde atrás.
Se puso rígido, luego se giró, cayendo en sus rodillas, con la cara
hundida en mi estómago. Él se encontraba tan sin aliento como yo, pero eso no
detuvo sus sollozos indefensos.
Lo agarré firmemente contra mí, y sus brazos se envolvieron a mí
alrededor. No hablamos durante un largo tiempo, solo nos aferramos el uno al
otro, y lloramos como si el mundo se terminara, porque una dulce e
irremplazable parte de él se había ido.
Cuando finalmente habló, su voz casi demasiado suave para oírla,
rompió mi corazón de nuevo.
—Te dije que te necesitaba. Pero ahora te necesito para sobrevivir. Para
siempre. No sobreviviré a esto sin ti, y soy egoísta por decírtelo, pero es la
verdad. Tú eres mi roca, Danika. No puedo perderte jamás o seguiré a Jared, sé
que lo haré.
La lluvia golpeaba contra nosotros, empapando nuestras ropas,
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Página
Traducido por Jessy.
Corregido por Miry GPE
y la estudien. Si conocían a Jared, saben que él tuvo sus brazos cubiertos con
estas por años. Desde antes que tuviera catorce años, incluso antes de que
estuvieran de moda, lucía al menos una en cada muñeca. Ninguno de nosotros
va a mirar esta pequeña banda de nuevo sin pensar en él.
»Nada puede hacernos olvidar a este dulce hijo, a este leal hermano, a
este comprensivo amigo, pero dejemos que éste también sea nuestro recuerdo
de él. A menudo usaré esto en mi muñeca, o la sostendré en mi mano y
recordaré como me hacía reír, como amaba su sonrisa, como nos trajo alegría a
todos en su camino.
Concluí recitando Away de James Whitcomb Riley.
No puedo decir, y no diré
que él ha muerto. Sólo está lejos.
Con una alegre sonrisa, y una señal de la mano,
se ha aventurado en una tierra desconocida,
y nos deja soñando cuán justas
sus necesidades deben ser, puesto que permanecen ahí.
Simplemente no podía hacerme la idea de lo horrible que debía ser esto para
ella, ya que conocí a Jared por solo un corto tiempo, y la pérdida de él todavía
Página
Los amigos y la familia llevaron comida, y bebidas, y nadie parecía querer irse,
así que se prolongó hasta altas horas de la noche.
Página
Tristán bebió demasiado, se quedó extrañamente tranquilo, y me
mantuvo cerca. No fue difícil para él retirarse anticipadamente.
Compartimos su habitación de infancia esa noche, abrazándonos cerca
uno al otro en la cama de una plaza. Había otros lugares para dormir, lugares
más cómodos, pero ni siquiera los consideré. Éste era donde él quería estar, y
permanecería ahí con él.
—Te amo —murmuré en su oído antes de que se quedará dormido.
—Te amo. Tanto. Tú eres mi roca, Danika —dijo en voz baja.
Finalmente, por primera vez en días, se dejó llevar por un sueño
profundo. Lo miré con ojos tiernos todo el tiempo.
Al verlo dormir, al sentir su corazón latir bajo mi palma, podía
admitírmelo a mí misma. Amaría a este hombre hasta el fin de mis días. Me
enamoré tan profundamente. En medio de la profundidad del Pacifico, sin
tierra a la vista. No había vuelta a atrás. Mi corazón era suyo por siempre.
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Página
Traducido por Annie D
Corregido por Aimetz Volkov
ido por la cocina, pero unas pocas palabras de su boca y mi cerebro ya estaba
demasiado revuelto con mi carácter para tener una interacción madura con él,
como si existiera tal cosa.
—Tal vez no quieras ir allá. Creo que dijo que quería algo de
privacidad…
Volteé mi cabeza para darle una mirada furiosa.
Él solo se rió entre dientes. —Sabes creo que eres jodidamente hermosa
cuando estas molesta. Es decir, te follaría en cualquier momento, pero cuando
estas molesta, mmmm, eso sería una delicia.
Contuve mi primer impulso, el cual fue decirle que se jodiera, porque
sabía que solo lo convertiría en una sugerencia. En cambio, me fui por algo más
específico e infantil. —Espero te ahogues en uno de tus propios condones
usados, y mueras, imbécil —dije, saliendo del cuarto.
Lo escuche reírse detrás de mí, y mis puños se cerraron muy fuerte.
—Nena, no uso condones —gritó detrás de mí.
—Cerdo asqueroso —murmuré mientras llegaba a la puerta cerrada del
dormitorio de Tristan.
No toqué, solo abrí la puerta silenciosamente. Supuse que los derechos
de novia suplantaban algunas normas de cortesías comunes.
Me congelé en la entrada mientras entraba al dormitorio.
Tristan estaba acostado sobre su espalda en la cama, usándolo solo su
bóxer, un brazo encima de sus ojos, como si estuviera durmiendo. Por los
movimientos agitados en su pecho, sabía que ese no era el caso.
Una mujer desnuda, más allá de vulgar, una mujerzuela rubia del
infierno, estaba sentada a horcadas. Sus manos estaban recorriendo su pecho,
trazando sus tatuajes.
Estaba absolutamente congelada, enfurecida, adolorida, en completa
incredulidad, todo eso me detuvo de reaccionar rápidamente, lo que resultó ser
una buena cosa.
—Si no te bajas en este segundo —le gruñó Tristan debajo de la
mujerzuela desnuda, su voz soñolienta y molesta, siendo malvado—. Voy a
lanzarte. Te dije, tengo una novia.
—Ella no está aquí ahora —ronroneó la zorra del infierno, aun pasando
sus manos sobre su pecho. Mi pecho—. No diré nada si no lo haces.
Esa fue mi entrada para gritar, si, perra, estoy aquí, pero algún demonio
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y llevando una obvia erección y que las casa se encontraba llena de fanáticas.
—Danika, tienes que creerme. Lo que sea que crees que era...
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—Sé lo que era. Escuché lo que malditamente era, y no me importa.
Estoy cansada de esto. Si te preocuparas por nosotros, no te estarías colocando a
ti mismo en posiciones donde putas desnudas estén frotándose sobre ti
mientras duermes. Dean puede tener a sus fanáticas viviendo aquí por lo que
me importa, pero me voy.
Di la vuelta y me dirigí a la puerta principal. Tenía mi mano en el pomo
antes de que él me detuviera, y me detuvo de la forma más posible de Tristan.
Se presionó contra mí desde atrás, más que todo desnudo, duro como la
piedra, y sin considerar completamente al cuarto lleno de personas que debían
estar mirándonos.
—Te he extrañado —susurró en mi oído, sus manos moviéndose sobre
mis manos, sujetándolas a la puerta sobre mí—. No puedes imaginar cuanto te
he extrañado. Pensé en ti en el día y en la noche. Cuando te escribía, y no
respondías de inmediato, estuve tan cerca de decir que se jodiera todo y
conducir a casa para encontrarte.
—He estado ocupada. Tengo clases, y de hecho asisto a ellas con bastante
regularidad. Siempre respondo tan pronto como puedo.
—Lo sé, pero no es suficiente. Nunca deberíamos estar separados, por
ninguna razón. No puedo soportarlo. Regresa a la cama conmigo, cariño. Te
necesito. Ahora.
La presión de su cuerpo, el tono áspero en mi oído, me puso mojada y
lista, y no quería otra cosa sino ceder, pero no tenía intenciones de dejar pasar
esto. Había sido un gran problema por mucho tiempo, y estaba cansada de eso.
Tenía suficientes cosas de mierda en mi vida ahora mismo. Fanáticas montando
a mi novio durmiendo no iba a ser una de ellas.
—Necesito irme. Te llamaré más tarde, pero realmente no puedo lidiar
con esto ahora. Estoy muy molesta. Podría decirte cosas que lamentaré más
tarde, si no tengo tiempo para enfriarme primero.
Hizo un pequeño sonido de protesta con la parte de atrás de su garganta,
y por supuesto que me llegó. Siempre había sido difícil para mí decirle que no,
y eso solo había empeorado, entre más profundo me enamoraba de él.
—Por favor —dijo, muy pero muy bajito, una palabra que casi nunca
usaba—. Te necesito. Ahora. Puedes regañarme después. Puedo soportarlo,
cariño.
Liberé mis manos, girándome para mirarlo. —No es acerca de regañarte,
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idiota. Son las cosas que pasan en este apartamento cuando estoy lejos que no
voy a soportar. No es acerca de hablar, es sobre cambiar....
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R.K. Lilley ha sido una escritora desde que puede
recordar, pero ha conservado algunos trabajos
interesantes para pagar las cuentas. Durante
varios años fue azafata de primera clase, y
siempre había jurado que tenía que escribir un
libro sobre ello. Mezclando su amor por el
romance y todo lo relacionado con el BDSM, la
trilogía “Up In the Air” es su debut en el mundo
del romance contemporáneo y el erotismo.
Puedes contactarla authorklilley@gmail.com.
Visita su página de Facebook para mantenerte en
lo que está trabajando:
https://www.facebook.com/authorrklilley
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