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Traductoras:
Alex Phai ElyCasdel Mire
Alexa Colton Jadasa Miry GPE
Amélie Jasiel Odair Nats
Anty Jeyly Carstairs Niki
Beatrix Juli Sandry
CamShaaw Julieyrr Sofía Belikov
CrisCras Lorena Susanita20
Daniela Agrafojo MaJo Villa Vani
Dannygonzal Mary Yure8
Diana Mel Cipriano
Correctoras:
Adriana Tate Itxi Niki
Amélie Jane Paltonika
AriannysG Jasiel Odair SammyD
Dafne2 Key Val_17
Daniela Agrafojo Laurita PI Verito
ElyCasdel LucindaMaddox Victoria
florbarbero Miry GPE
Revisión Final:
Beatrix Ivana Jadasa
Diseño:
Ivana
ÍNDICE
Sinopsis
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Writing a wrong
Sobre el autor
SINOPSIS
La escritora de romance histórico, Nicole Blake, de veintidós años,
o NS Blake para sus lectores, no ha comprobado una encuesta oficial,
que conste, pero está convencida de que ella podría ser la única autora
de romance en el planeta que sigue siendo un miembro activo del club
virgen. No es que no haya intentado ponerle fin a su membresía. La vida
simplemente sigue encontrando molestas maneras de ponerse en su
camino. Sin perspectivas en el horizonte, Nicole comienza a sentirse más
cerca que nunca de llegar a experimentar cómo es un hombre dentro de
sus propias historias.
La oportunidad se presenta en la forma de un sensual
camarero/estudiante de pre-medicina, Alec Petropoulos, quien se
compromete a ser el modelo de la portada de su próximo libro. Las
chispas vuelan instantáneamente entre ellos, y Nicole comienza a
considerar la posibilidad de finalmente haber encontrado a la persona
correcta a quien entregarle su tarjeta V hecha jirones. Alec tiene todos
los ingredientes para ser un perfecto candidato de una noche, excepto
que, para sorpresa de Nicole, parece ser el único hombre del mundo que
no está interesado en enrollarse con una virgen.
Atrapada entre una roca y un hombre terco, ¿qué es lo que una
virgen puede hacer? Seducirlo, por supuesto. ¿Qué tan difícil podría
resultar? Si funciona para los personajes de sus historias, ¿por qué no
iba a funcionar para ella? Después de todo, lo que ocurre debajo de la
portada... se queda debajo de la portada.
1
Traducido por Alex Phai
Corregido por Key
1
Una aplicación con funciones de asistente personal que se utiliza para responder
preguntas, hacer recomendaciones, etc.
2
Traducido por Lorena
Corregido por LucindaMaddox
2Es un pez ovovivíparo de agua dulce procedente de Centroamérica que habita en zonas
de corriente baja en ríos, lagos y charcas.
—Lo siento, nena. Mis modales son horribles —dijo Taylor,
depositando un beso en el dorso de la mano de Olivia. Ella prácticamente
se derritió contra él antes de enderezarse. Sabía, por nuestras
conversaciones, que trataba de mantener los límites con Taylor, pero era
evidente que él lentamente encontraba una forma de pasar bajo las
grietas. Lo animé en silencio.
—Así que, ¿cuál es tu veneno? —preguntó Alec, girando su
atención hacia mí.
Respiré profundamente antes de contestar—: Uh, voy a tomar una
Coca-Cola. —No era la opción más cosmopolita, pero al menos no me
atraganté con las palabras.
—Diablos, no. Tomaremos chupitos esta noche —canturreó Olivia,
apartando la mirada de Taylor—. Esta noche estamos aquí para que te
relajes.
Alec rio ligeramente ante sus palabras.
—Liv —advertí, mirando a mí amiga.
—Vamos, Nicole. Han pasado años desde que lo hiciste. Necesitas
relajarte y soltarte un poco. Si no tienes cuidado, desarrollarás una
reputación como una loca señora de los gatos.
Nunca se lo admitiría a Olivia, pero mi mayor temor era que ella
terminara teniendo razón. Tenía una pesadilla recurrente en la que,
dentro de diez años, a partir de ahora, seguiría siendo una virgen
refugiada en mi apartamento escribiendo historias sobre la vida amorosa
de otras parejas. Deseaba poder cambiar mi personalidad. Lo quería tan
desesperadamente. Permanecer virgen a los veintidós años no era un
estado que me propuse lograr. Infiernos, en la escuela secundaria a veces
era en lo único que pensaba. Cuando eres una estudiante novata no
quieres la reputación de puta, por lo que mantienes tus rodillas juntas,
pero en algún lugar entre el tercer año de secundaria y la graduación ese
estigma comenzó a cambiar. Comenzó con una de mis amigas perdiendo
su tarjeta V, y luego otra amiga después de eso. Antes de darme cuenta,
era la única en mi grupo de amigas que todavía no había tenido sexo. No
se sentía como una gran cosa en el momento ya que había un montón de
chicas de mi clase de graduación que tenían el mismo estatus. Todo eso
cambió durante mi primer año de universidad. Todo el mundo parecía
estar follando, excepto yo.
Alec puso cuatro vasos de chupitos, luego de que asintiera en
acuerdo, y las llenó hasta el borde con whisky. Todo el mundo tomó un
vaso, dejando el último para mí.
—¿Te dejan beber en el trabajo? —pregunté, tratando de ganar
tiempo mientras tomaba el mío tentativamente.
—Ahora puedo. No estoy trabajando. Es un poco difícil estar en una
cita mientras estoy trabajando. —Me guiñó el ojo de nuevo.
Lo miré boquiabierta antes de girar hacia Olivia, que tenía una
expresión de fingida inocencia. Y de nuevo quise matarla. Arrojando la
precaución al viento, llevé mi vaso a mis labios, terminando el contenido
de un solo trago. El ardiente líquido quemó un camino por mi garganta
antes de establecerse en la boca del estómago. Una tos corría por mi
garganta, pidiendo ser liberada, pero la retuve en tanto las lágrimas
llenaban mis ojos.
No podía creer que Olivia tirara esta mierda sobre mí. Ambas lo
habíamos decidido tras la desastrosa cita a ciegas que armó para mí hace
dos años, que yo resolvería mi propia vida amorosa. El tipo me palmeó
en el culo tantas veces durante nuestra cita que parecía una berenjena
magullada. Finalmente terminé al caer la tarde, creyendo que estaba a
punto de beber un cóctel sedante y no despertar hasta la mañana
siguiente. El tipo era un desgraciado. Por supuesto, la perspectiva de Alec
tocando mi culo no sonaba como una mala idea.
Alec volvió a llenar nuestros vasos antes de caminar alrededor del
mostrador uniéndose a nosotros. Chocamos nuestros vasos en el aire
antes de terminar el contenido y golpear los vasos de chupito sobre el
mostrador. Todos parecían ser capaces de manejar su licor como viejos
profesionales. Yo me quedaba al borde de la tos con cada trago.
Después de un par de chupitos ya me había acostumbrado a la
presencia de Alec, lo cual era bueno porque la gente a nuestro alrededor
no le dejaba otra opción que instalarse cerca. Significaba literalmente que
podía ver las motas de oro en sus ojos y un pequeño hoyuelo en la barbilla
que se me escapó antes. Se quedó parado con el brazo cubriendo
casualmente el respaldo de mi asiento. Con un poco de esfuerzo, podría
haberme inclinado y estaríamos prácticamente abrazándonos. El oscuro
aroma picante de su colonia estimulaba mis sentidos. Cerré los ojos un
instante, inhalé suavemente, imprimiendo el olor en mi memoria.
Definitivamente podría trabajar un momento como este en mi libro
actual.
—Aquí está la pérdida de la señora loca de los gatos —anunció
Olivia, levantando su vaso de chupito. Quise darle una patada en la
pierna, pero fallé y casi me caigo del taburete antes de sujetarme del
mostrador—. Vaya, con calma, hermana. Tendremos que conseguirte un
cinturón de seguridad —bromeó. Supongo que era más bebedora de peso
ligero de lo que pensaba. Mi percepción de solidez se encontraba un poco
apagada. Alec se estiró alrededor de la parte posterior de la silla y me
entregó mi vaso de chupito, que mágicamente se había rellenado. El
movimiento nos puso íntimamente cerca, tal como lo imaginé.
Vacié el vaso de nuevo sin dudarlo, sintiendo un mayor nivel de
confianza que no poseía cuando llegamos antes. Presionada contra la
dureza del cuerpo de Alec, tuve un repentino deseo de acurrucarme más
cerca. A partir de ahí sólo quería captar rápidamente el olorcillo de su
cuello. Se suponía que iba a ser inofensivo. Cómo se involucró mi boca
se hallaba más allá de mí.
De alguna manera mis labios encontraron el hueco suave y cálido,
donde su cuello se encontraba con sus hombros. Mi lengua decidió unirse
a la acción, experimentando el sutil sabor salado de su piel.
Al principio pensé que imaginé todo el asunto, hasta que una
inspiración aguda de Alec seguida de un reflejo de su brazo apretándose
causó que retrocediera. Mis ojos se encontraron con los suyos mientras
me estudiaba con atención.
Quería morir de repente. No podía creer que en realidad lo hubiera
lamido. Olivia y Taylor rieron en tanto me daba la vuelta. Tomé la primera
copa que vi sobre el mostrador y la bebí de un trago. Mi acción precipitada
causó que el ácido líquido ámbar bajara por el conducto equivocado,
haciéndome toser. Mi aliento se sentía como fuego de dragón tratando de
empujar a través de mi vía aérea. No habría ningún fin para mi
vergüenza.
5
Traducido por Juli & CrisCras
Corregido por SammyD
—No te enojes.
Nada bueno ha salido de esas palabras nunca. A decir verdad, su
uso en conjunto debía ser borrado del idioma.
Pausé la maratón del programa que estuve viendo. Cada vez que
terminaba un libro me permitía un día entero de televisión sin sentido.
Me gustaba ver una temporada completa de uno de mis programas
favoritos sin ninguna culpa. Esta vez elegí uno de mis programas
favoritos en HGTV3 y no quería perdérmelo. Desplacé mi teléfono hacia la
otra oreja. —¿Qué hiciste? —le pregunté a Olivia.
—Primero, necesitas recordar que sólo quiero lo mejor para ti.
Sabes que soy tu mayor animadora cuando se trata de tus victorias y tus
logros. Quiero más que nada que N. S. Blake sea un nombre conocido.
Siento que tu marca es lo más importante en estos momentos y que
deberíamos estar trabajando agresivamente para construirla. —Sus
palabras salieron como un maremoto.
—¿Qué hiciste?
—Está bien. No es para tanto, de todos modos. Contesté uno de los
emails que no has tenido tiempo de leer aún.
Esperé. Hasta ahora no confesaba nada que no hubiera hecho
antes. Olivia no sólo me ayudaba con mis cubiertas de libros, también
actuaba como una asistente cuando sabía me encontraba en lo profundo
de mi cueva de escritor. Me ayudaba a contestar emails y a mantener mi
agenda organizada.
Cuando no hablé, continuó—: De todas formas, Indie Booklicious
Con quería saber si te gustaría participar en su portada Extravaganza.
Naturalmente, me pareció una gran idea. Sé que querías hacer correr la
voz para Wicked Lovely, así que pensé que ésta era una situación en
donde todos ganamos.
Sus palabras sonaban razonables. No podía discutir con nada de
lo que dijo, y sin embargo la forma en la que lo dijo no era necesario ser
***
—No sé porque aún estás discutiendo. Sabes tan bien como yo que
es una buena idea —dijo Olivia, haciendo una pausa en la película que
veíamos.
—Liv, sabes que los lanzamientos son bastante estresantes para
mí. El hecho de que tengo que hacer tres eventos consecutivos ya me está
enloqueciendo. No tengo ni idea de cómo se supone que debo seguir con
la gira del blog y todas las otras cosas de promoción que organizaste
mientras estoy fuera por tres semanas enteras. No hay manera en el
infierno en que agregue a Alec a la mezcla.
Olivia suspiró. —En serio, Nicole, necesitas crecer. Esta no es la
escuela secundaria. ¿No hemos pasado ya por eso de no le gusto, por lo
tanto, nunca le hablaré de nuevo? Las próximas tres semanas son más
grandes que las tonterías a las que te sujetas. No estoy diciéndote esto
porque eres mi mejor amiga. Sinceramente, creo en ti, y Wicked Lovely es
tu mejor libro. No me malinterpretes. Sabes que adoro tu escritura como
una elefanta mamá ama a su bebé de dos toneladas, pero este libro es
especial. Es como si cavases profundo y escribieses desde tu interior. Es
el amor en bruto, bello y verdadero en su máxima expresión.
—¿Robaste eso del comentario de otro libro?
—Lo digo en serio, puta. Le debes a este libro todo. Si eso significa
tragarse el orgullo para conseguir al modelo de la portada, que así sea.
—Traté de interrumpir de nuevo, pero levantó la mano—. Tienes que
hacer esto.
Reflexioné sobre sus palabras, mordisqueando mi labio inferior.
Sabía que tenía razón. Había una fuerte competencia en el mercado de
libros y si quería que Wicked Lovely consiguiera el puesto que se merecía,
necesitaba una ventaja. Odiaba que estuviese guardado en una caja en
una esquina, pero Alec proporcionaba esa ventaja. —No puedo creer que
estuve de acuerdo con todo esto —suspiré—. Tres firmas consecutivas.
Espero que me eches de menos cuando todo esto me mate. Buena suerte
encontrando otra mejor amiga quien vea el programa de poligamia tan
obsesivamente contigo, como yo.
—Sé que dijiste antes que si mueres conseguiré todas tus cosas,
pero ¿tengo que quedarme a Severus? —Miró a mi gato, quien le dio un
golpe con la pata cuando intentó acariciarlo. Nunca fueron tan
terriblemente cercanos—. Sigue así, bolsa de pulgas, y te convertiré en
una alfombra.
Me reí cuando Severus le dio la espalda en respuesta, haciéndome
pensar que los gatos eran especies superiores.
Olivia tomó otro sorbo de vino. —Ese pedazo de mierda,
básicamente, me dio la versión gatuna del dedo, ¿no? Muy bien, si
aceptas tu destino, te reservaré al lado de Alec durante el viaje, ¿de
acuerdo?
—¿Estás segura de que tenemos suficiente dinero en el
presupuesto de marketing? —Ya sabía la respuesta, pero me agarraba a
la última cosa.
—Más que suficiente. Dejando a un lado el veinte por ciento de tus
ingresos, tienes un buen colchón. Si este libro hace lo que estoy
esperando que haga, esos ahorros se convertirán en una docena. Este
viaje no podría haber llegado en mejor momento.
Levanté mi copa de vino, pero no tomé un sorbo de inmediato.
Distraídamente recorrí mi pulgar sobre el filo. Me hubiera gustado ser
tan optimista como ella. En lo que a mí respecta, todo el viaje tenía los
ingredientes de una pesadilla.
***
Ser amiga de un hombre como Alec era como ser amiga de una
estrella de cine. A cualquier lugar que íbamos las mujeres lo admiraban
abiertamente, lo miraban boquiabiertas. Diablos, las más valientes
incluso le ofrecían las llaves de sus cuartos. Justo como el evento
anterior, en Orlando, la mayoría de las mujeres no tenían vergüenza de
pedirle fotos, o besos, o que firmara sus pechos. Eso en realidad pasó
más veces de las que esperaba. A pesar de todo, Alec se mantuvo como
un buen jugador, y para mi disgusto, parecía estar disfrutando. Era un
hombre después de todo.
Sabía que la mayoría de la atención tenía que ver con dónde nos
encontrábamos. El evento de los Amantes del Romance le hacía honor a
su nombre, atrayendo a todos los autores de gran renombre, muchos de
los cuales permanecían en el negocio por siempre. La mayoría de ellos
tenía una docena de títulos bajo sus cinturones, dándoles una base de
lectores leales y dedicados. Las mujeres caminaban a través del hotel con
camisetas y bolsas con asas con las portadas de sus libros favoritos. No
hacía falta decir, que Alec fue la sensación de la noche.
Sentada frente a él después de que le pidieran firmar otro escote de
mujer, no podía evitar sentirme contrariada. Alec, por otro lado, lucía
como el gato que se comió al canario. Llevó sus huevos a su boca con ojos
brillantes.
Le fruncí el ceño por encima del borde de mi taza de café. —Sabes,
no tienes que parecer tan satisfecho.
—¿Qué puedo decir? Soy un hombre. ¿Quién soy para negarme a
las damas? —En su cara comenzó a extenderse una sonrisa diabólica,
pero me siguió la corriente mirando hacia su plato mientras mojaba el
tocino en el jarabe de sus panqueques.
Levantó la mirada para encontrarme claramente sorprendida por
la cantidad de comida que consumía. Además de los huevos, tocino,
panqueques y croquetas, también tenía un bol de avena que planeaba
terminar.
—Me ejercito bastante —dijo con la boca llena de panqueques—.
Quemo un montón de calorías. ¿Los eventos son siempre así?
—No estoy segura. Esta es la primera vez que vengo a este evento
en particular. Definitivamente es más grande que los pocos fichajes en
los que he estado en el pasado. —Mi voz insinuó la inseguridad que sentía
de estar aquí.
—Me he dado cuenta de que no te ves muy cómoda aquí. ¿Soy yo o
algo más?
Me encogí de hombros. —No, no eres tú. Después de todo,
decidimos enterrar el hacha, ¿cierto? Me gusta ver a todos en los eventos,
y no voy a negar que sean mi clase de gente, pero conocer personas
nuevas siempre me enloquece. Me has visto. Puedo volverme torpe
incluso cuando estoy cómoda. Prefiero las cosas pequeñas que son menos
abrumadoras.
—Entonces, ¿por qué los grandes eventos?
Suspiré. —Para meterme ahí. Las editoriales Indie son una especie
de negocio donde el perro grande se come al pequeño, y solo he estado
en ello por un corto tiempo. Todavía estoy construyendo un público
lector.
Asintió, acabando con lo último de su tocino. —Tiene sentido.
Sabes, podría ayudarte.
—¿Ayudarme?
—Sí, a ser más abierta. Ya sabes, relajarte un poco. Soy bueno en
esa clase de cosas.
Mi mente automáticamente se fue a la alcantarilla. Podía abrirme
totalmente. No tenía dudas sobre eso. Traté de alejar la imagen suya y
mía, sin ropa, en la habitación. Un par de horas de eso y podría tomar
cualquier evento. Imagínate, después de mi charla con él acerca de los
límites y todo lo que no se le permitía hacer, sería pervertido que fuera
yo quien tuviera pensamientos desagradables. Como sus deliciosos labios
bajando por mi cuello, pasando mi clavícula…
—¿Qué piensas?
—Lo siento —dije, sacudiendo la cabeza—. ¿En qué pensaba? Es
decir, ¿qué decías?
Me miró como si mi cordura estuviera en duda. No era la primera
vez. Me encontraba acostumbrada ahora. —¿Te gustaría mi ayuda?
—Uh, seguro —respondí finalmente. Tenía que dejar de ofuscarme
de esa manera.
—No suenes tan entusiasmada —bromeó, señalando a la mesera
por la cuenta.
—Es solo que no estoy segura de que sepas la causa perdida que
soy. Mi lengua se rehúsa a trabajar en los momentos más extraños, y
chupo pezuñas de cerdo cuando se trata de hablar de mis propios libros.
Olivia ha estado tratando de ayudar, pero incluso ella ha dicho que no
tengo esperanzas.
—¿Pezuñas de cerdo?
—Sí, pezuñas. Ya sabes, porque los cerdos no tienen dedos.
Se rio. —Sí, lo sé, pero ¿quién dice eso? Me haces reír con las cosas
que dices. Me gusta. —Sonrió cálidamente. No era sensual como la
sonrisa que pegó en su cara durante la firma de libros y, sin embargo,
algo en mi estómago se apretó con conciencia.
—Cielos, me alegra que mi rareza tenga tu sello de aprobación.
—¿Siempre eres tan dura contigo misma?
—¿Qué quieres decir? —pregunté, alcanzando la factura. La tomó
antes de que pudiera poner mis manos en ella—. Oye, ¿qué estás
haciendo?
—No me siento cómodo dejando que lo pagues todo.
Me reí. —No seas ridículo, Alec. Todo es parte del trabajo. Es un
gasto de negocios.
—Tal vez lo es, pero mi ego me golpea cada vez que pagas por algo.
—Estoy segura de que te sobra un montón —me burlé, deslizando
mi tarjeta de crédito en el soporte por la mesera.
Puso los ojos en blanco, pero dijo—: Mira, mi papá era de la vieja
escuela. Fue arraigado en mi cabeza a una edad temprana que un
caballero siempre paga.
Sonreí. El sentimiento era lindo, pero anticuado. —Bueno,
desafortunadamente, estás trabajando para mí, y cubro los gastos
cuando viajamos. Incluyendo la sorprendente pila de comida que
devoraste y nuestros cuartos de hotel contiguos.
Una cosa que encontraba curiosa era la manera en que se refería a
su papá en tiempo pasado. Noté de nuevo que no sabía nada sobre la
vida de Alec. Siendo curiosa por naturaleza, podía ver a la gente como
nadie, de manera que, por supuesto que quería preguntarle, pero no
podía obligarme a hacerlo. Se sentía demasiado personal.
—Entonces, ¿lo eres?
—¿Soy qué? —pregunté, sin recordar su pregunta.
—Siempre tan dura contigo misma. Es solo que en las pasadas
veinticuatro horas te he visto menospreciarte al menos una docena de
veces. ¿Es solo una estratagema, o de verdad te sientes carente en todas
esas áreas? —su pregunta era mordaz y seria, haciéndome sentir
incómoda. No sabía con seguridad de que me encontrara lista para ser
analizada.
—¿Un truco para llamar la atención? Sí, claro. Obviamente, no
sabes con quién estás hablando. No me gusta la atención lo suficiente
para eso. Además, ¿no se supone que debemos reconocer nuestras faltas
y aceptarlas?
—Solo cuando es saludable. Tu fascinación con menospreciarte
bordea la mutilación emocional.
Resoplé mientras la mesera me devolvía mi tarjeta de crédito. —
¿Mutilación emocional? Suenas como un doctor, no un barman.
Levanta la mirada con diversión. —Eso está bien, ya que estoy en
pre-medicina. Créelo o no, no tengo aspiraciones de atender un bar y
modelar para siempre. No es que no aprecie la actuación —dijo,
levantando su taza de café en un brindis para mí—. Es solo un medio
para un fin. —Se puso de pie, extendiendo una mano y ayudándome a
levantarme.
—¿No me digas? ¿Cómo un cirujano o algo en esa especialidad? —
Mi conocimiento del campo médico se limitaba a mirar Grey’s Anatomy.
Vi el programa que sentía que podía ser una doctora.
—Ese es el objetivo final. Todavía no he decidido una especialidad,
pero tengo un montón de tiempo para eso. Me vi obligado a tomar un
descanso y ahora estaré empezando la escuela de medicina en otoño.
—Guau, no tenía idea.
—¿Te sorprende que esta cara tenga un cerebro? —Se veía
complacido por haberme impactado. Sonreí, sacando mi agenda para el
resto del día de mi bolso.
—Tú lo dijiste, no yo. —Me reí—. Dejando de lado las bromas, creo
que es genial.
Se asomó por encima de mi hombro. —¿Qué es lo primero en el
horario? —Su aliento se deslizó por toda mi mejilla, y su boca se
encontraba tan cerca del lado de mi cara que si giraba la cabeza
ligeramente mis labios habrían tocado los suyos. Era un pensamiento tan
tentador que tuve que clavarme las uñas en las manos para resistirme.
Tratando de recuperar un poco de mi autocontrol, cambié
ligeramente de posición para evitar otro de mis embarazosos deslices. —
Tenemos la exposición Sueño Modelo, Olivia fue capaz de meternos en el
último minuto. Eso es en treinta minutos, pero nada más hasta el Baile
Hunky esta noche, así que la tarde es tuya. Me gustaría descansar ya que
te van a estar subastando. —Traté sin éxito de esconder mi sonrisa. No
estoy segura de cómo logró Olivia que participara, pero tenía que ser
divertido.
—Creo que te acompañaré. No te importa, ¿o sí?
—¿Estás seguro? Será aburrido para ti. Iba a mirar unas
exposiciones y luego tener un almuerzo tardío con algunos de mis amigos
blogueros.
—Funciona para mí. Ya que soy tu amigo y todo, debería encajar
bien.
No vi ningún argumento viable a su razonamiento. Sería su funeral.
Ya experimentó cuán implacables podían ser las mujeres en estos eventos
cuando un hombre caliente se encontraba cerca. Chupé mi labio inferior
en mi boca, mordisqueándolo ligeramente mientras me devanaba los
sesos por una salida. Sus ojos se movieron a mi boca y lamió sus labios.
Interesante. Puede que no quisiera dormir conmigo, pero, aun así,
definitivamente prestaba atención.
Alec, por supuesto, encantó su camino a través del día con todos
mis amigos. Ya no sabía por qué me sentía sorprendida. Quizás era el
barman en él, pero era un parlanchín por excelencia y no tenía problema
conteniéndose cuando la conversación giraba repetidamente hacia los
libros. Me sorprendió saber que disfrutaba leer casi tanto como yo. No
que leyera mucho romance, pero sí compartíamos los mismos intereses
en varios de los mismos autores.
Fiel a su palabra, Alec me siguió todo el tiempo. Donde pensé
originalmente que su presencia sería opresiva e incómoda, me encontré
entablando una conversación con él cuando no permanecíamos en un
panel o rodeados por un grupo. Era carismático, divertido y de fácil
conversación. La voz secreta en mi cabeza lo llamaba perfecto. Trataba
de ignorar esa voz y en su lugar, sacar a la luz el dolor que me causó,
pero mi corazón ya se negaba a ir ahí. Alec ganó más. La barrera de
inseguridad que su rechazo causó esa noche todavía seguía allí, pero
quería derribarla. No podía hacerlo sola. Alec tendría que darme una
vívida señal de que se encontraba interesado.
Eso no quería decir que no pudiera arrojar una pequeña carnada
en el anzuelo para probar las aguas, como diría mi papá: solo pequeñas
cosas para medir su reacción, si da alguna en absoluto. Sabiendo que
daría pasos fuera de mi zona de confort, traté de canalizar a uno de los
fuertes personajes femeninos de los que acostumbraba a escribir,
personajes que eran lo opuesto a mí y no les asustaba seducir a un
hombre. Alguien que sabía lo que quería y no tenía miedo de mostrarlo.
Se sentía comprensiblemente incómodo, especialmente después de
que mi primer intento sacudiera mi confianza. La idea era inclinarme y
susurrar algo al oído de Alec durante la exposición en la que nos
encontrábamos sentados. Momento en el cual mis labios rozarían
“accidentalmente” su oreja. El problema con mi plan era que seguía
siendo yo, no alguno de los personajes de mis libros. En mi manera típica,
me olvidé de mi teléfono sobre mi regazo, el cual por supuesto se cayó al
suelo. En mi prisa por tratar de atraparlo, mi cara casi terminó en su
entrepierna, lo que podría haber sido interesante, pero no era mi
intención. Por una vez, mi torpeza realmente valió la pena, ya que me
sorprendí colocando una mano sobre su pierna. Su glorioso, duro muslo,
para ser exactos. Podía —y debería— haber sido un desastre que volviera
mi cara varios tonos de rojo, pero de alguna manera mantuve mi
compostura. Alec se inclinó, recogió el teléfono y lo extendió hacia mí.
Sus ojos se detuvieron en mi mano que aún se encontraba en su muslo,
antes de levantar la mirada y sonreír. Una cálida sensación de vértigo
llenó mi vientre. Una mano en la pierna era definitivamente una carnada
más grande que un labio rozando su oreja, y lo tomaría como una sutil
victoria.
Mi próximo intento iría de acuerdo con el plan. Mientras la
multitud salía de la pequeña sala de convenciones después de la
discusión de la exposición, Alec se paró detrás de mí cuando dejé caer mi
bolso. Frené bruscamente, y como planeé, Alec chocó con mi trasero.
Tratando de evitar tumbarme al suelo, sus manos rodearon mi cintura,
anclándome firmemente contra sus caderas.
—Ups, lo siento —murmuré. Sentirlo presionado contra mí era tan
terriblemente bueno que tuve que luchar contra el impulso de apretarme
más cerca.
—Dedos de mantequilla hoy, ¿eh? —Se rio, arrodillándose para
recoger mi bolso por mí. Bajé la mirada para atraparlo, tomando nota de
dónde se encontraba su cabeza con respecto a determinadas zonas de mi
cuerpo. No era necesario decir, que hizo que esa zona en particular
tomara nota, también—. Aquí tienes —dijo, levantándose.
Poderosa, caminé por la habitación con un nuevo rebote en mis
pasos. Las señales eran sutiles, pero parecía que todavía se hallaba
interesado. Solo se contenía por algún estúpido código de ética.
Era momento de poner la Operación Seducción en juego.
11
Traducido por Mel Cipriano & Yure8
Corregido por Dafne2
4Seven Miles Bridge: El puente Seven Mile es un famoso puente en los cayos de Florida,
en el Condado de Monroe, Florida, Estados Unidos.
—Sip, Indiana Jones no tenía nada de mi temor a esos bastardos
reptando. Todos ellos deben morir en los abismos del infierno.
No pude evitar reírme de la pasión en su voz. Era lindo.
—Señora Blake —gritó una voz desde detrás de Alec.
Instintivamente, miré a mi alrededor por mi mamá. Señora Blake sonaba
tan formal. Me tomó un momento antes de que registrara en mi cabeza
que la voz se dirigía a mí.
—¿Sí? —respondí, alejándome de la pared contra la que me
apoyaba.
—Estamos listos para ti y tu modelo. —dijo una mujer,
ruborizándose intensamente cuando asintió en dirección a Alec.
—¿También me necesitas? —pregunté.
Asintió. —Nos gustaría que los autores presenten sus modelos
antes de cada uno sea subastado.
—¿Cómo con un micrófono? —gemí, mientras la seguíamos por
una puerta lateral al salón de baile.
—Sí, señora —respondió con respeto, aunque no era mucho mayor
que yo.
Alec se inclinó para susurrarme al oído—: ¿También tienes fobia al
micrófono?
—Hablar en público —contesté por un lado de mi boca.
Se rio entre dientes, pero no hizo ningún comentario mientras su
cálida mano encontraba la parte baja de mi espalda de nuevo.
Entramos en un escenario improvisado creado en el lado izquierdo
de la sala de baile. Siendo paranormal el tema del evento de este año, la
habitación estaba decorada de arriba a abajo para parecerse a una
guarida oscura y misteriosa. Las brillantes luces moradas y magentas en
las paredes combinadas con las lámparas de cristal que centellaban en
el techo daban la ilusión de movimiento en tanto la música resonaba en
todo el lugar.
Alec dejó escapar un silbido de admiración. —Elegante. Esto es otra
cosa. —Se volvió hacia la chica que nos había traído y le guiñó un ojo.
Ella sonrió. Incluso bajo la luz de color morado oscuro, podía ver
la sombra de color rojo brillante de su cara. No podía culparla. Alec era
embriagador.
El asistente nos dejó en el escenario con los otros modelos y
autores. Me acerqué a mi amiga Jennifer, y Tristan, el modelo que había
utilizado para algunos de sus libros anteriores y que también adornaba
la portada de su versión actual. Tristan era un veterano en la industria
de modelaje de portada. Ahora mismo, lucía aburrido. Sus abdominales
y pectorales habían aparecido en más de un centenar de portadas de
novelas románticas. Sabía por conversaciones anteriores con Jennifer
que él era duro. Sostenía un régimen diario de ejercicio y pulía y enceraba
su cuerpo entero cada semana. También iba al salón de bronceado por lo
menos cuatro veces a la semana y era un vegano dedicado. Sus servicios
venían con una etiqueta de precio por lo que tenía entendido, pero los
lectores lo amaban.
—Hola, Jennifer —dije, dándole un rápido abrazo.
La expresión de aburrimiento de Tristan desapareció en el instante
en que vio a Alec de pie junto a mí. Por la forma en que miró a Alec como
si fuera una golosina deliciosa dejó claro en qué lado estaba. —Jennifer,
este es Alec —dije, presentándolo.
Estrechó la mano de Alec, viéndose tan nerviosa como yo. —
Encantada de conocerte.
Tristan carraspeó, a la espera de ser incluido en las presentaciones.
—Oh, cierto —dijo ella, sacudiendo la cabeza—. Este es Tristan.
—Encantado de conocerte. —Alec estrechó la mano de Tristan con
firmeza y le dio una palmada en el hombro. Viendo la mirada casi
mareada en el rostro de Tristán me hizo preguntarme si así era como
lucía la primera vez que vi a Alec. Debatí burlarme un poco de él, pero
me distraje cuando un par de personas se unieron a nosotros en el
escenario. En concreto, la autora que sería mi archienemiga si tuviera
uno.
Samantha Tran y yo empezamos la auto publicación al mismo
tiempo y habíamos formado naturalmente una amistad mientras
caminábamos juntas a través de las trincheras. Ella encontró más éxito
un poco más rápido que yo cuando su tercer libro despegó como un
cohete. Estaba encantada por ella. Fue alentador ver a alguien que podía
lograr encontrar un público más amplio para sus libros. La forma en que
nos habíamos apoyado mutuamente se sentía como un éxito compartido.
En alguna parte entre alcanzar un par de listas de libros más vendidos,
Samantha decidió que nuestra amistad ya no era necesaria. Algunos de
los pensamientos personales que habíamos compartido con los demás
acerca de nuestros miedos e inseguridades habían comenzado a ser
susurrados a través de los medios de comunicación. Por supuesto, lo que
se olvidó de decirle a todos fue que algunas de las cosas que
vergonzosamente aseguraba que eran mías, provenían de su boca, no la
mía. La peor parte fue que lo hizo todo para encajar con un público
diferente. Su traición aplastante casi me alejo del negocio. Era como la
escuela secundaria de nuevo, pero mucho peor. Éramos adultos después
de todo. Demonios, se suponía que debíamos ser profesionales.
Con el tiempo, mamá y Olivia intervinieron para ponerme algo de
sentido común. Básicamente me dijeron que madurada y dejara de
lamentarme. Los negocios a veces eran despiadados, y lo único que podía
hacer era aprender de la experiencia. Desde entonces, mis relaciones en
la industria se hicieron más cautelosas. Había desarrollado un montón
de amistades, pero la mayoría eran superficiales. Incluso aquellos en los
que confiaba nunca me llenaron. Lo guardé todo para Olivia. Si
necesitaba desahogarme, intercambiar ideas o compartir una excelente
noticia, Olivia era mi persona.
—¿Ocurre algo? —Alec pareció sentir la tensión que se había
extendido lentamente por mis miembros.
Sacudí la cabeza. No vi ninguna razón para introducirlo en mis
problemas. No haría ningún bien agitar las cosas, y sinceramente, en el
fondo, me sentía avergonzada por toda la situación. Alec ya había
conseguido un asiento de primera fila a la locura que parecía atraerme.
No había ninguna razón para también incluirlo en este drama.
Pegué una sonrisa falsa en mi cara que se sentía pesada, pero quité
de ella la peor parte. Las luces a nuestro alrededor comenzaron a girar
salvajemente mientras la gran bola de discoteca que colgaba en el techo
comenzaba a girar. Me recordó a los tiempos en que solía ir a patinar
cuando era niña. La pista de patinaje en nuestro barrio era como de
treinta años anteriores a sus días de gloria, pero había sido en un lugar
popular para fiestas de cumpleaños antes de que los niños llegaran a la
escuela secundaria. Después de que ya no era genial. Incluso tuve mi
fiesta de cumpleaños número nueve allí. La cosa que más recordé acerca
de esa fiesta hasta el día de hoy fue la forma en que mi mamá y mi papá
patinaban alrededor de la pista juntos. Recuerdo verlos y la forma en que
tenían sus ojos el uno al otro.
Tal vez si imaginé mi trayecto para convertirme en una escritora de
romance, había empezado ese día. Incluso a los nueve años, sabía que
quería ser parte de una historia tan grande de amor. Un amor que parecía
no tener principio ni fin. Era perfecto y lo quería.
—Guau, increíble. Todos deberíamos drogarnos y relajarnos —
arrastró Alec las palabras en una imitación de Matthew McConaughey en
la película Dazed and Confused5.
Una risita sorprendida salió de mí, llevando mi tensión con ella.
Matthew fue uno de mis amores secretos en la adolescencia. Tenía trece
años cuando mis hermanos me mostraron la película, y me enganché al
instante.
—Una película clásica.
Jennifer me miró de forma extraña. Por la expresión de su cara, no
estaba familiarizada con el género clásico. —¿Dave? ¿De Dazed and
Confused? —Probablemente no debería haber sonado tan crítica, pero era
una de mis favoritas.
—Está bien, está bien, está bien —intervino Alec de nuevo,
imitando otra línea de la película. Tuve que agarrar mi costado de tanto
reír. Evidentemente mi alegría era contagiosa porque incluso Jennifer no
pudo evitar reírse conmigo. La única persona que no parecía encontrar
ningún humor en la situación era Samantha Tran, que había estado
5Dazed and Confused: Película que traducida al español sería “Rebeldes y confundidos”
o “Movida del 76”.
haciendo un obvio intento de ignorarme desde que había subido al
escenario. A juzgar por su expresión molesta, probablemente creía que
era el blanco de nuestra broma, pero no tenía el valor de preguntar. La
expresión de su cara sólo me hizo reír más fuerte. Sin pensarlo, me giré
hacia Alec y hundí mi cara en su pecho. Me abrazó entre sus brazos,
frotando mi espalda hasta que pude recuperar la compostura. Nos
balanceábamos atrás y adelante como la primera vez que bailamos
juntos. De repente, la risa era lo más alejado de mi mente. Me podría
haber quedado en su abrazo durante horas.
Me alejé cuando me di cuenta de que todos los demás ya no estaban
riendo. —¿Mis ojos me engañan, o estás ruborizada? —preguntó
Jennifer, mirándome de cerca en tanto me limpiaba las lágrimas de mis
ojos alegres. Sacudí mi cabeza minuciosamente, negando el brillo en sus
ojos.
—No me sorprende. Su rostro siempre se vuelve cincuenta tonos
de rojo cuando está excitada. —dijo Alec, guiñándole un ojo a Jennifer.
Reaccioné casi de inmediato, dándole una palmada en el hombro.
—Dios mío, ya entendí. No te preocupes. Mis labios están sellados
—dijo ella, fingiendo como si hubiera cerrado con llave la comisura de su
boca.
Agarré el codo de Alec, tirando de él para que se acercara más. —
Muchas gracias. Mira qué tan rápido el rumor de que tú y yo estando
juntos se difunde por los medios.
El momento era surrealista. No es que tuviera algún problema con
alguna persona creyendo Alec y yo estábamos juntos si fuera cierto, pero
los chismes se difunden como reguero de pólvora y no me encontraba a
gusto con la gente hablando de mi vida personal.
Los ojos oscuros y llenos de humo de Alec se clavaron en los míos,
reflejando el fuego que rugía en mí. Vieron más allá de mis inseguridades,
indagando hasta que encontraron la pasión que se arremolinaba en mi
interior como lava fundida. Las palabras no eran necesarias entre
nosotros. Su mirada me sedujo lentamente, quitando una capa tras otra
hasta que expuso el núcleo de mi deseo. Mi boca se secó, dejando una
sed que necesitaba ser apagada, pero no por ningún líquido. Tenía sed
de él. Mi lengua se humedeció los labios, con la esperanza de darles un
poco de alivio. Nuestros rostros se acercaron. Podríamos haber sido las
únicas dos almas en la habitación. En alguna parte un ataque de risa y
el sonrojo por un romance que por supuesto no había sucedido todavía
se había convertido en el momento más íntimo de mi vida.
—Perdón —interrumpió Samantha Tran, deslizándose entre Alec y
yo mientras como si de alguna manera estuviéramos bloqueando su
camino a través del escenario—. Hola, guapo. ¿Dónde te has escondido
toda mi vida?
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Traducido por Mire
Corregido por Niki