Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
BIENIO FILOSÓFICO
METAFÍSICA
DOCENTE:
Fr. Nelson Alfonso Medina Ferrer, O.P.
ESTUDIANTE:
Fr. Eduar Andrés Guzmán Correa, O.P.
2
Ferrater Mora (1964) Diccionario de Filosofía- Tomo I. Editorial Sudamericana. Buenos Aires.
3
Ferrater Mora (1994) Diccionario de Filosofía- Tomo I. Editorial Ariel, S.A. Barcelona.
Hume, quien al parecer de quien escribe, se va demasiado lejos y linda con lo
estrambótico; pondrá a dudar sobre lo lógica y racional de las leyes, duda incluso de lo
experimentado para arremeter en contra de los efectos que siguieron determinadas causas,
cree que pueden cambiar por más improbable que parezca. ¿Será que el autor de esta crítica
de la causalidad tiene sentido común? ¿Cómo pretende reducir todo el conocimiento humano
y las ciencias que por milenios han existido? ¿Puede regirse el mundo en un sinsentido, en
donde no hay verdades ni claridad sino solo subjetivismo y desasosiego? ¿Aún se puede dudar
de llamar escéptico a un filósofo de este talante?
Al parecer Hume, fue en contra de la lógica y sentido común de la humanidad, si los
efectos no se derivan de las causas y no hay leyes necesarias ni un orden inalterable, si no hay
Dios, si no existen las cosas más que por el hecho de percibirlas y si ni siquiera está el
“Cogito ergo sum” ¿Qué queda entonces? Parafraseando a Russell “no habría diferencia
intelectual, entre estar cuerdo y no estar cuerdo”. La epistemología de Hume, individualista en
la que solo conoce el individuo a partir de la impresión y sobre estos otros factores, será un
empirismo que no llevará a nada, una doctrina paradójicamente epistémica que no posibilita
una construcción de conocimiento, no permite aportar a campos o disciplinas del saber, a las
ciencias, no permite arrojar ni principios, ni leyes, ni tesis científicas, ni orden, ni
espiritualidad, ni metafísica. Aún justificando su preocupación por la no generalización, no
cabe duda de lo contumaz que es David Hume, y que a pesar de su subjetividad es
dogmáticamente anti - metafísico.
Si bien la ciencia y el método científico en muchas ocasiones quiso atentar contra
muchos conceptos filosóficos; es esta ahora la que se ve en duda con argumentos como los de
Hume, el filósofo empírico, como se había mencionado pone en tela de juicio, lo lógico y lo
razonable, al aseverar que la tendencia a proyectar el futuro, a la inferencia deductiva: no es
razonable. Este interrogante será contestado por varios filósofos que defienden la ciencia
moderna, uno de los más conocidos será el atomista lógico Bertrand Russell, sobre esto
comenta Espinoza S. (2015) al mencionar al mismo del mismo filósofo. p.35:
4
“Russell nos presenta a un Hume escéptico que representa la bancarrota de lo
razonable del siglo dieciocho, un escepticismo que lleva finalmente a la destrucción
del empirismo, dada su desastrosa conclusión de que a partir de la experiencia y la
observación nada ha de ser conocido”.
El autor moderno, defiende el método científico, en sus obras “El conocimiento
humano”, y “La historia de la filosofía occidental”, queriendo justificar las leyes científicas,
defiende la causalidad y pretende hacerlo desde el mismo empirismo, desde la demostración
tangible, esto lo hace a través de: Las líneas causales separables, que brindan identidad
personal, la individualidad. La sustancia no como una entidad, sino como ”una serie de
sucesos que ocurren en un tiempo cercano y que son similares entre sí” Espinosa, p.39; aquí
4
Espinoza S. (2015) Inferencia no demostrativa y causalidad: Russell y el problema de Hume.
Cuadernos Salmantinos de Filosofía -Vol. 42. Universidad Andrés Bello - Santiago de Chile.
hay conexión necesaria pero no entes. Las líneas causales en espacios temporales.
Reconociendo unidades sustanciales a través de las unidades estructurales en la materia y a
través de los sucesos de una misma clase o por analogías.
Ahora bien, no se defiende ahora al cientificismo rampante y al positivismo anti-
trascendente, ni mucho menos a una filosofía del lenguaje que pretende absolutizar todo al
lenguaje o a lo neuronal, al cerebro; en donde no hay cabida para la substancia, ni para lo
metafísico, en donde no se reconoce al hombre como un ser, bio-psico-socio-trascente. Sino
como un mero animal con capacidad del lenguaje o neuronal. Si se considera en cambio, aquí,
la importancia de la causa y el efecto para las mismas leyes que en muchas ocasiones son
lógicas y que de negarlas, se estaría siendo un escéptico que podría llegar a lindar con el
cinismo.
Es necesaria la existencia de principios, es necesaria la existencia de leyes generales,
naturales e incluso científicas, es necesaria una construcción de argumentos verdaderos. Por
otra parte no es conveniente, la tolerancia a las falacias y más cuando son evidente, no es
conveniente una subjetividad en donde no hay orden y una creencia individualista en donde
solo existe lo que percibo, negando la posibilidad de un pensamiento, una imaginación
razonada, la búsqueda de síntesis, de conclusiones a través de análisis y sobre principios que
rigen la realidad, la ciencia o algunas de ellas y diversos campos epistémicos. El mundo, la
ciencia, la tecnología, las culturas, la historia de la humanidad misma, no sería lo que es ahora
si se hubiese llevado a los seres humanos a pensar como Hume. Aunque muy inteligente,
posiblemente mucho más que quien escribe, El filósofo empirista no deja de ser prosaico con
poca elevación y muy relacionado a lo material en cuanto a la impresión de ello, algo
escéptico pero a la vez dogmático en lo que piensa, contumaz si se quiere decir. Son
necesarias , como ya se mencionó, las verdades, los principios, las leyes aunque estas no
puedan aplicar a todo en todo, muchas cosas no se pueden negar; la lógica, la sustancia, las
leyes naturales, la causa y el efecto, la inferencia deductiva y los principios, para solo
cambiarlo por lo ya expuesto. Pues no se puede “ser y no ser al tiempo”.
Referencias:
Ferrater M. (1994) Diccionario de Filosofía- Tomo I. Editorial Ariel, S.A. Barcelona.
García O. (2002) El error en filosofía: el caso de David Hume. Universitas Philosophica 38, (pp.
173-190). Bogotá. D.C.