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TRABAJO DE METAFÍSICA SOBRE LA CAUSALIDAD

BIENIO FILOSÓFICO
METAFÍSICA

DOCENTE:
Fr. Nelson Alfonso Medina Ferrer, O.P.

ESTUDIANTE:
Fr. Eduar Andrés Guzmán Correa, O.P.

-UNIVERSIDAD SANTO TOMÁS-


BOGOTÁ D.C.
-2021-
LA NECESIDAD DE CAUSALIDAD Y DE PRINCIPIOS

“Es imposible que una misma cosa sea


y no sea al mismo tiempo”
Aristóteles- Metafísica XI-V

Es conocido por quienes se acercan a la filosofía, cómo Aristóteles logra realizar un


análisis detallado de la idea de causa, pues hasta este magno filósofo no se había llegado a una
sistematización del conocimiento en tales proporciones, los presocráticos usaron el termino,
pero de manera separada y en diferentes concepciones de modo parcial, para explicar el
mundo físico.
Si bien Aristóteles desarrolla la temática de las causas principalmente en su obra
“Metafísica” o de la ciencia primera, también la desarrolló en barias partes de sus obras. El
aporte más importante será el que se encuentra en la principal obra ya mencionada, capitulo
quinto, punto dos, en donde desarrollará la clasificación de las causas en cuatro tipos. Estas
serán: La causa eficiente, el material, la formal y la final. Al respecto, expondrá Ferrater M.
(1994) p.511:
1
“la causa eficiente, que es el principio del cambio…la causa material, o aquello de
lo cual algo surge o mediante lo cual llega a ser, la causa formal, que es la idea o el
paradigma, y es como la esencia en que "es antes de haber sido"…la causa final o el
fin…la realidad hacia la cual algo tiende a ser. Hay, pues, en la producción de algo
el concurso de varias causas y no sólo de una”.
El estagirita, estaba convencido de que entre la causa material y la formal (que por
cierto hace referencia a la realidad individual y no solo a al aspecto físico) existía una
relación, a esta unión o relación la denominó hilemorfismo; las anteriores dos causas serían
denominadas como internas. La causa eficiente, que posibilita y la final, hacia la que tiende,
serán las causas externas. Ahora bien, Aristóteles creía que si algo se mueve o cambia tiene
una causa, así pues, toda causa tiene un efecto. No era partidario del surgimiento, del
progreso y movimiento a partir de la nada y de ahí su creencia en el “Motor Inmóvil” al cual
llegó buscando una causa, tras causa de todo el movimiento en la existencia, hasta llegar a un
motor que mueve sin ser movido, a una sustancia suprasensible, a una “res infinita”.
Continuando con la idea, Aristóteles llega en su lógica y en su epistemología, a pensar
en una búsqueda de la verdad, deja poco espacio a la subjetividad y cree en principios que
abarcan todas las cosas y algunos que abarca solo unos campos (particulares y generales).
Cree además en leyes físicas, en una conexión necesaria, en una inferencia deductiva y va en
contra de la contradicción y de la generalización precipitada.
1
Ferrater Mora (1994) Diccionario de Filosofía- Tomo I. Editorial Ariel, S.A. Barcelona.
La teoría de las causas que construyó uno de los más grandes filósofos de la humanidad,
no sería trastocada hasta que pasara más de un milenio y medio, esta osadía la llevaría a cabo
el más extremo de los tres y principales empiristas el que sería considerado un escéptico,
quien además negará las tres sustancias que Descartes (uno de los que también tocaría la
metafísica de Aristóteles de una manera no tan benevolente) había construido hacía ya casi
dos siglos.
David Hume, el empirista inglés que se atreverá a esto, irá en contra de los efectos que
se deducen de las causas, de la conexión necesaria y de las leyes naturales, científicas,
generales; aún cuando estas se hayan demostrado en un sinfín de veces o números. Se atreverá
a dudar de las leyes físicas como la caída de un objeto al suelo o la salida del sol en la
mañana, tras ocultarse en el ocaso. Sobre esto Ferrater M. (1964) p.274 comenta sobre Hume:
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“Sólo se descubre, dice, que un acontecimiento sucede a otro, sin poder
comprenderse ninguna fuerza o poder por el cual opera la causa o cualquier
conexión entre ella y su supuesto efecto, de tal modo que los dos términos están
unidos, pero no relacionados. De ahí que pueda definirse la causa como un objeto
seguido por otro y cuya apariencia implica siempre el pensamiento de aquel otro”.
La critica a la causalidad hecha por David Hume, va unida por supuesto a la substancia,
el no cree que existan por sí mismas, y que de lo existente solo se perciben sus cualidades,
pero estas cualidades sensibles o de las que tengo impresión, no existen en si mismas, niega la
“Res extensa”. De igual manera el alma, de la que no tengo base empírica, no la percibo, es
así como no existe para este filósofo empírico: el “yo substancial”, no existe el alma, no existe
la “Res cogita”. Irá más allá que el mismo George Berkeley, que al menos aceptaba la “Res
infinita” (Dios) por el mero hecho de que no tenemos ninguna expresión, no hay demostración
empírica, y es una pseudo-idea o ficción. No existe sustancialmente para Hume, ni Dios, ni el
mundo y ni siquiera el “yo”. Pretendió así destruir las teorías aristotélicas y las mismas
posturas de sus antecesores racionalistas.
Hay un problema grande con Hume, y es el hecho de descartar a la misma lógica, a las
ciencias en sus leyes y principios y negar todo aquello de lo que no se tiene impresión, y el no
poder predecir nunca el futuro razonablemente a partir del pasado o de lo que ya se demostró.
¿Qué deja Hume, sino una especie de desasosiego? ¿Aporta al conocimiento o más bien
pretende derrumbarlo sin aportar nada? Lo cierto es que, aunque Hume y la ciencia moderna
pretenden en muchas ocasiones desmeritar y desechar cualquier posibilidad de lo metafísico y
lo trascendente; la ciencia misma se verá afectada por las teorías de Hume, pues campos como
la misma física por ejemplo 3“no sería posible a menos de suponerse que los fenómenos se
suceden de acuerdo con una estricta relación de causa y efecto” Ferrater citando a Kant
(p.515).

2
Ferrater Mora (1964) Diccionario de Filosofía- Tomo I. Editorial Sudamericana. Buenos Aires.
3
Ferrater Mora (1994) Diccionario de Filosofía- Tomo I. Editorial Ariel, S.A. Barcelona.
Hume, quien al parecer de quien escribe, se va demasiado lejos y linda con lo
estrambótico; pondrá a dudar sobre lo lógica y racional de las leyes, duda incluso de lo
experimentado para arremeter en contra de los efectos que siguieron determinadas causas,
cree que pueden cambiar por más improbable que parezca. ¿Será que el autor de esta crítica
de la causalidad tiene sentido común? ¿Cómo pretende reducir todo el conocimiento humano
y las ciencias que por milenios han existido? ¿Puede regirse el mundo en un sinsentido, en
donde no hay verdades ni claridad sino solo subjetivismo y desasosiego? ¿Aún se puede dudar
de llamar escéptico a un filósofo de este talante?
Al parecer Hume, fue en contra de la lógica y sentido común de la humanidad, si los
efectos no se derivan de las causas y no hay leyes necesarias ni un orden inalterable, si no hay
Dios, si no existen las cosas más que por el hecho de percibirlas y si ni siquiera está el
“Cogito ergo sum” ¿Qué queda entonces? Parafraseando a Russell “no habría diferencia
intelectual, entre estar cuerdo y no estar cuerdo”. La epistemología de Hume, individualista en
la que solo conoce el individuo a partir de la impresión y sobre estos otros factores, será un
empirismo que no llevará a nada, una doctrina paradójicamente epistémica que no posibilita
una construcción de conocimiento, no permite aportar a campos o disciplinas del saber, a las
ciencias, no permite arrojar ni principios, ni leyes, ni tesis científicas, ni orden, ni
espiritualidad, ni metafísica. Aún justificando su preocupación por la no generalización, no
cabe duda de lo contumaz que es David Hume, y que a pesar de su subjetividad es
dogmáticamente anti - metafísico.
Si bien la ciencia y el método científico en muchas ocasiones quiso atentar contra
muchos conceptos filosóficos; es esta ahora la que se ve en duda con argumentos como los de
Hume, el filósofo empírico, como se había mencionado pone en tela de juicio, lo lógico y lo
razonable, al aseverar que la tendencia a proyectar el futuro, a la inferencia deductiva: no es
razonable. Este interrogante será contestado por varios filósofos que defienden la ciencia
moderna, uno de los más conocidos será el atomista lógico Bertrand Russell, sobre esto
comenta Espinoza S. (2015) al mencionar al mismo del mismo filósofo. p.35:
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“Russell nos presenta a un Hume escéptico que representa la bancarrota de lo
razonable del siglo dieciocho, un escepticismo que lleva finalmente a la destrucción
del empirismo, dada su desastrosa conclusión de que a partir de la experiencia y la
observación nada ha de ser conocido”.
El autor moderno, defiende el método científico, en sus obras “El conocimiento
humano”, y “La historia de la filosofía occidental”, queriendo justificar las leyes científicas,
defiende la causalidad y pretende hacerlo desde el mismo empirismo, desde la demostración
tangible, esto lo hace a través de: Las líneas causales separables, que brindan identidad
personal, la individualidad. La sustancia no como una entidad, sino como ”una serie de
sucesos que ocurren en un tiempo cercano y que son similares entre sí” Espinosa, p.39; aquí
4
Espinoza S. (2015) Inferencia no demostrativa y causalidad: Russell y el problema de Hume.
Cuadernos Salmantinos de Filosofía -Vol. 42. Universidad Andrés Bello - Santiago de Chile.
hay conexión necesaria pero no entes. Las líneas causales en espacios temporales.
Reconociendo unidades sustanciales a través de las unidades estructurales en la materia y a
través de los sucesos de una misma clase o por analogías.
Ahora bien, no se defiende ahora al cientificismo rampante y al positivismo anti-
trascendente, ni mucho menos a una filosofía del lenguaje que pretende absolutizar todo al
lenguaje o a lo neuronal, al cerebro; en donde no hay cabida para la substancia, ni para lo
metafísico, en donde no se reconoce al hombre como un ser, bio-psico-socio-trascente. Sino
como un mero animal con capacidad del lenguaje o neuronal. Si se considera en cambio, aquí,
la importancia de la causa y el efecto para las mismas leyes que en muchas ocasiones son
lógicas y que de negarlas, se estaría siendo un escéptico que podría llegar a lindar con el
cinismo.
Es necesaria la existencia de principios, es necesaria la existencia de leyes generales,
naturales e incluso científicas, es necesaria una construcción de argumentos verdaderos. Por
otra parte no es conveniente, la tolerancia a las falacias y más cuando son evidente, no es
conveniente una subjetividad en donde no hay orden y una creencia individualista en donde
solo existe lo que percibo, negando la posibilidad de un pensamiento, una imaginación
razonada, la búsqueda de síntesis, de conclusiones a través de análisis y sobre principios que
rigen la realidad, la ciencia o algunas de ellas y diversos campos epistémicos. El mundo, la
ciencia, la tecnología, las culturas, la historia de la humanidad misma, no sería lo que es ahora
si se hubiese llevado a los seres humanos a pensar como Hume. Aunque muy inteligente,
posiblemente mucho más que quien escribe, El filósofo empirista no deja de ser prosaico con
poca elevación y muy relacionado a lo material en cuanto a la impresión de ello, algo
escéptico pero a la vez dogmático en lo que piensa, contumaz si se quiere decir. Son
necesarias , como ya se mencionó, las verdades, los principios, las leyes aunque estas no
puedan aplicar a todo en todo, muchas cosas no se pueden negar; la lógica, la sustancia, las
leyes naturales, la causa y el efecto, la inferencia deductiva y los principios, para solo
cambiarlo por lo ya expuesto. Pues no se puede “ser y no ser al tiempo”.

Referencias:
Ferrater M. (1994) Diccionario de Filosofía- Tomo I. Editorial Ariel, S.A. Barcelona.

Ferrater M. (1964) Diccionario de Filosofía- Tomo I. Editorial Sudamericana. Buenos Aires.

Espinoza S. (2015) Inferencia no demostrativa y causalidad: Russell y el problema de Hume.


Cuadernos Salmantinos de Filosofía -Vol. 42. (pp. 27-42) Universidad Andrés Bello - Santiago de
Chile.

Guajate M.(2006) La filosofía en síntesis-escuelas y pensadores. Editorial Búho. Bogotá.D.C.

García O. (2002) El error en filosofía: el caso de David Hume. Universitas Philosophica 38, (pp.
173-190). Bogotá. D.C.

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