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II.

GÉNESIS Y DESARROLLO DE LA PRESENCIA DE MARÍA


EN EL CULTO DE LA IGLESIA

LOS TESTIMONIOS PRIMITIVOS FIDEDIGNOS

La presencia de la Virgen María en la liturgia se ha ido desarrollando a


partir de la utilización de los textos marianos neotestamentarios, en la
homilética primitiva y de su inserción como parte integrante en las profesiones
de fe.Uno de ellos es el Magnificat (Lc 1,46-55), el cántico de María, que en la
homilética se convierte en el cántico de la iglesia.

Uno de los primerísimos textos litúrgicos que recuerdan a María, de entre los
que han llegado hasta nosotros, está en relación con la celebración de la
pascua: se encuentra en la homilía Sobre la Pascua, de Melitón de Sardes, que
se remonta a la segunda mitad del siglo II.

“En la primordial fiesta cristiana, la pascua, encontramos, por consiguiente, el


primer recuerdo de la Virgen, Madre de aquel que es el Cordero sin mancha y la
pascua de nuestra salvación”. P. 2036


También la profesión de fe
Encontramos otras dos bautismal recuerda la
encarnación con estas palabras:
referencias, incluidas en el
¿Crees en Cristo Jesús, Hijo de
contexto de la plegaria
Dios, que ha nacido por obra
eucarística y de la profesión de
del Espíritu Santo de la Virgen
fe bautismal, que se nos han
María?
conservado en la Tradición

apostólica de Hipólito de Roma.


El misterio de la encarnación

está unido al recuerdo de la


El texto se remonta a la primera
Virgen Madre, se menciona en
mitad del siglo III, pero
los primeros siglos en contra
transmite formularios litúrgicos
de las herejías. (p. 2036)
más antiguos.

ALGUNOS FACTORES DE DESARROLLO ANTERIORES AL CONCILIO


DE ÉFESO
Se parte del concilio de Éfeso (431), que proclamó a María Madre de Dios: a partir de este acontecimiento tendrá
lugar una verdadera y propia explosión de culto mariano, que influirá a todos los niveles sobre la liturgia,
especialmente en la creación de muchas fiestas marianas y en el desarrollo de la himnografía cultual.

LUGARES Y TEXTOS DEL AMBIENTE PALESTINO

Hallazgos recientes de la arqueología en Palestina y testimonios de una teología allí


floreciente hacen suponer la existencia de una primitiva veneración de la Virgen,
Madre del Mesías, por parte de los judeocristianos en los lugares como Nazaret o
junto a la cueva de Belén, donde nació el Salvador.

“En este ambiente florecen con fines apologéticos textos apócrifos ricos
en detalles sobre la vida de María: pensamos en el Protoevangelio de
Santiago o en la narración apócrifa del Transitus gloriso. Tampoco faltan
composiciones poéticas, alusivas a la admirable maternidad de María,
que parecen pertenecer al uso litúrgico, como algunos pasajes de las
Odas de Salomón o los Oráculos sibilinos”. P. 2037
INVOCACIONES Y PLEGARIAS Se remonta probablemente al siglo III una de las
primeras oraciones que invocan a María como
THEOTÓKOS (Madre de Dios), conocida en occidente
con una fórmula semejante en la invocación SUB
TUUM PRAESIDIUM.

El epitafio de Abercio (ss. II-III) une en su lenguaje simbólico la mención


de la eucaristía a la de la Virgen.Invocaciones y oraciones se hallan
también en las inscripciones de las catacumbas.

Referencias a María las encontramos además en la homilética, que a veces toma el tono de
oración o de alabanza poética a la Madre de Dios, como acontece en los textos primitivos
griegos del s. IV.

Aun cuando la fórmula del “canon romano”, que recuerda a María con los santos
es postefesina en su redacción actual, refleja, no obstante, un texto anterior y se
corresponde con el de otras fórmulas semejantes de las primitivas anáforas
alejandrinas y antioquenas.

“En esta época, la misma iconografía mariana tiene ya un desarrollo inicial en lugares que,
al menos momentáneamente, están destinados al culto: piénsese en el famoso fresco de
la Virgen en las catacumbas de Priscila”. P. 2037
PRIMEROS VESTIGIOS DE LA MEMORIA EN EL CICLO
TEMPORAL Y SANTORAL DEL AÑO LITÚRGICO

En el siglo II se celebra la navidad en Egipto en algunas sectas gnósticas, como


sugiere Clemente Alejandrino. En Oriente esta fiesta se convertirá en la fiesta de la
epifanía, mientras que en Occidente el nacimiento del Salvador se celebrará el 25
de diciembre.

En esta celebración se encuentra el recuerdo de la Madre de Dios. Tal recuerdo se


transformará luego en una conmemoración autónoma, que en Egipto parece que
existía ya a comienzos del siglo IV o tal vez antes. En la Peregrinatio Egeriare, que
describe la vida litúrgica de Jerusalén en el siglo IV, encontramos referencias a la
fiesta de la epifanía, y especialmente a la presentación del Señor.

Hipapante (fiesta celebrada por la Iglesia Ortodoxa Oriental el 2 de febrero). La


presencia de María en este episodio evangélico será conmemorada primero en la
homilética litúrgica, y más tarde en los formularios litúrgicos.

“En el periodo de preparación a la navidad en el ciclo de adviento, tomará pie la


celebración de la anunciación del Señor con la lectura del evangelio de Lucas
(1,26-38), que subraya el protagonismo de María”. P. 2038
EL INFLUJO DEL CONCILIO DE ÉFESO

La proclamación del dogma de la Maternidad Divina en Éfeso ha sido decisiva para la ampliación de la
presencia de María en las liturgias de Oriente y de Occidente, ante todo, a nivel eucológico e himnográfico,
con cánticos, oraciones y conmemoraciones de la Madre de Dios en la celebración eucarística y en la oración
en general. A este período se remonta (ss. V-VI) uno de los más famosos himnos a la Madre de Dios, el
AKATHISTOS”.

Inmediatamente después de la proclamación de Éfeso vemos que se celebra en


Jerusalén el 15 de agosto la memoria de la Virgen. En occidente se consolida la
memoria de María durante el adviento y antes de navidad con textos de notable
altura teológica, por ejemplo, el Rótulo de Rávena; en Roma aparece la primitiva
memoria de la Madre de Dios después del nacimiento del Señor.

En oriente se va difundiendo una memoria de la anunciación en torno al 25 de


marzo. A partir del siglo VI encontramos ya otros desarrollos autónomos
concretados en fiestas marianas como las de la dormición y de la navidad de
María, surgidas en Oriente y por el papa Sergio I a finales del siglo VII.
Un poco posterior es la memoria jerosolimitana de la presentación de la Virgen en el templo y la de la concepción de María. En Occidente,
esta última aparece en Inglaterra hacia el siglo XI como celebración teológica de la Concepción Inmaculada de María, pero no fue acogida
en todas partes.

En todas las liturgias orientales se nota una verdadera explosión de culto mariano. La memoria de la Virgen halla un puesto privilegiado, tanto
en la celebración de los misterios de Cristo como en las múltiples fiestas marianas de tipo devocional ligadas a milagros, lugares y
experiencias espirituales de grupos o familias religiosas. En Occidente la memoria de la Virgen se ha hecho semanal con una especial
celebración el sábado, mientras que algunas liturgias orientales, como la bizantina, la memoria semanal de María se hace los miércoles.

Esta mirada sintética que hemos echado sobre la génesis de


María en la liturgia nos ha permitido recoger dos datos
esenciales:

1. La memoria de María está ligada al memorial de


Cristo; preferentemente va unida a la celebración del
misterio de la encarnación.

2. “Esta memoria tiene lugar en los momentos centrales


de la liturgia, como son la plegaria eucarística y la
profesión bautismal de fe”. P. 2038

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