Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
CONSULADO
Una de las funciones más destacadas del Consulado, es la iniciativa legislativa que le
permite presentar propuestas legislativas ante los Comicios para que se pronuncien
respecto de la aprobación de una Ley.
EN LA ACTUALIDAD
En la actualidad los encargados por voto polar, de presentar iniciativas legislativas son los
congresistas en primera línea, los colegios profesionales y los otros poderes del estado
tienen la facultad de presentar iniciativas legislativas, pero tiene que ser debatido y
evaluado en el congreso por los parlamentarios quienes por mayoría de votos aprueban la
iniciativa legislativa legislativa.
CENSOR
En la antigua Roma, census era una lista (padrón) de ciudadanos y bienes del país, que se
elaboraba cada cinco años, por un magistrado denominado así, "censor", término
equivalente a empadronador. Pero también era una especie de veedor y fiscalizador de las
costumbres de los ciudadanos y de las actuaciones de los funcionarios públicos.
El más famoso censor romano fue Marco Porcio Catón (234-149 adC), conocido en la
historia como "Catón el Censor", quien, habiéndose dedicado en su juventud a cultivar la
tierra, estudió derecho y ya como abogado se dedicó a la política, llegando a desempeñar
importantes cargos públicos como cuestor, edil, pretor de Cerdeña, cónsul y Censor, cargo
en el cual se hizo famoso por su severidad. Catón llegó a expulsar de su orden social a
algunos caballeros y senadores romanos, a quienes consideraba indignos, bien por asuntos
morales o por su exagerada ambición. Se opuso radicalmente a la intromisión de la cultura
griega en Roma, tanto así que pidió la expulsión de algunos filósofos griegos, llegados de
Atenas, por considerar peligrosos sus puntos de vista. Por la misma razón sentía terror de
los médicos, los que en su mayoría eran de origen griego.
En su calidad de censor emitió ordenanzas muy severas contra quienes vivían en lujo y
ostentación, por lo que estableció elevados impuestos sobre vestidos y adornos lujosos,
especialmente los femeninos. Esa forma de pensar lo llevó a estimular en sus coterráneos,
la necesidad de iniciar la tercera guerra púnica, pues luego de haber sido enviado a Cartago
y visto la prosperidad de esa ciudad, regresó convencido de que la seguridad de Roma sólo
era posible si se lograba la destrucción definitiva de Cartago.
EN LA ACTUALIDAD
EDIL
El vocablo aedilis se deriva con un sufijo -ilis de relación, de aedes, nombre que significó
templo, pero que primero significaba casa y con más antigüedad recinto donde se encendía
el fuego de un hogar, pues este vocablo aedes en origen significa hogar o chimenea y está
vinculado a la raíz indoeuropea "aidh- (quemar). Popularmente suele entenderse que el
nombre aedilis se deriva de aedes porque uno de los cometidos más importantes de los
ediles era supervisar el buen estado de los templos y edificios públicos, pero en realidad
parece que no fue así. Existían en Roma primero dos ediles curules (patricios) y dos ediles
plebeyos, cuyo número fue ampliado con el tiempo. Suele suceder en los cargos políticos
que primeramente los cargos los ocupan los patricios y luego con la igualación jurídica de
patricios y plebeyos y el ascenso de los plebeyos al poder, estos van ocupando los cargos o
se crean cargos para ellos. Pero en el caso de los ediles esto no es así, y es mucho más
antiguo el cargo plebeyo que el correspondiente patricio.
Los ediles plebeyos nacen como un cargo muy modesto allá por el 494 a.C., como
secretarios ayudantes de los tribunos de la plebe, cargo recién creado para representar a los
plebeyos. Parece que trabajaban en el aedes o templo de Ceres (principal diosa y templo de
los plebeyos), situado en el Aventino y que contenía todos los registros y administración de
los plebeyos, y como funcionarios de ese aedes concreto fueron llamados aediles
(funcionarios del templo). Pero poco a poco el cargo se desarrolla, asume funciones
propias y mucho más importantes, y dejan de ser subalternos de los tribunos. Los ediles
curules o patricios sin embargo, fueron creados en el s. IV, según Tito Livio, en el 365
a.C., con objeto de resolver un conflicto en la gestión de ciertos juegos o celebraciones
públicas, cuestión que siempre tendería a estar más en manos de los ediles curules.
Resumiendo las complejas funciones de este cargo que variaron con el tiempo, diremos
que los ediles en general acabaron encargándose de los siguientes aspectos: supervisión y
cuidado de la ciudad y sus principales infraestructuras (mantenimiento de edificios,
templos, cloacas, acueductos, pavimentación de calles, supervisión del esta o de baños,
tabernas y posadas y de determinados servicios como el de la extinción de incendios y
ciertos controles policiales para el orden público, la limitación de la prostitución callejera,
de la usura ilegal, etc.), control y supervisión de provisiones (control de los mercados, de la
calidad de los productos, de los sistemas de pesos y medidas y supervisión de la annona, es
decir, del suministro de trigo a bajo precio y del reparto gratuito de trigo a los pobres y
necesitados) y gestión, organización y subvención de los juegos públicos y espectáculos.
Los ediles tenían también capacidad de imponer y decretar multas a quienes incumplieran
las normas de todas estas cuestiones urbanas.
EN LA ACTUALIDAD
PRETOR
En la antigua Roma, census era una lista (padrón) de ciudadanos y bienes del país, que se
elaboraba cada cinco años, por un magistrado denominado así, "censor", término
equivalente a empadronador. Pero también era una especie de veedor y fiscalizador de las
costumbres de los ciudadanos y de las actuaciones de los funcionarios públicos.
El más famoso censor romano fue Marco Porcio Catón (234-149 adC), conocido en la
historia como "Catón el Censor", quien habiéndose dedicado en su juventud a cultivar la
tierra, estudió derecho y ya como abogado se dedicó a la política, llegando a desempeñar
importantes cargos públicos como cuestor, edil, pretor de Cerdeña, cónsul y Censor, cargo
en el cual se hizo famoso por su severidad. Catón llegó a expulsar de su orden social a
algunos caballeros y senadores romanos, a quienes consideraba indignos, bien por asuntos
morales o por su exagerada ambición. Se opuso radicalmente a la intromisión de la cultura
griega en Roma, tanto así que pidió la expulsión de algunos filósofos griegos, llegados de
Atenas, por considerar peligrosos sus puntos de vista. Por la misma razón sentía terror de
los médicos, los que en su mayoría eran de origen griego.
En su calidad de censor emitió ordenanzas muy severas contra quienes vivían en lujo y
ostentación, por lo que estableció elevados impuestos sobre vestidos y adornos lujosos,
especialmente los femeninos. Esa forma de pensar lo llevó a estimular en sus coterráneos,
la necesidad de iniciar la tercera guerra púnica, pues luego de haber sido enviado a Cartago
y visto la prosperidad de esa ciudad, regresó convencido de que la seguridad de Roma sólo
era posible si se lograba la destrucción definitiva de Cartago.
EN LA ACTUALIDAD